INTRODUCCIÓN GENERAL
La versión griega del AT, conocida como “de los Setenta”, incluye cuatro libros llamados “de los Macabeos” que se conservan solamente en lengua griega. Ni los judíos ni las iglesias protestantes reconocen estos libros como parte de la Sagrada Escritura. En cambio la Iglesia Católica romana y la Ortodoxa griega han aceptado como canónicos solo los libros 1 y 2 Macabeos. Los 3 y 4 Macabeos, que no fueron aceptados dentro del canon de las Escrituras, pertenecen entonces al grupo de los libros “apócrifos”, y aunque llevan el nombre de “Macabeos”, no tratan sobre los hechos de Judas Macabeo, y se los designa de esta manera por un error.
El título “Macabeos” proviene del sobrenombre del personaje principal de los libros 1 y 2 Macabeos: «Judas, el Macabeo» (1 Mac 2,4). No se sabe con certeza cuál es el sentido de este nombre. Es posible que signifique algo así como “martillo”, y en ese caso aludiría a su fuerza guerrera (1 Mac 2,66). Aunque el nombre pertenece a una sola persona, en la tradición cristiana se ha hecho común hablar de “los Macabeos”, extendiendo el sobrenombre de Judas a toda la familia, a sus hermanos, y también a los mártires de aquella época. Ese plural ha quedado también en el nombre con que son llamados los libros que relatan esta historia.
Desde distintas perspectivas teológicas, estas dos obras enaltecen los hechos de Judas Macabeo. El libro 1 Mac, con una mirada favorable a la dinastía de los Asmoneos, asocia en la gloria a los demás miembros de la familia. Mientras que 2 Mac, que tiene sus reservas con respecto a esta dinastía, se ocupa solamente de los hechos de Judas Macabeo y no refiere las hazañas de sus hermanos.
1 MACABEOS
INTRODUCCIÓN
1- «Ahora impera la arrogancia y la reprobación…» (2,49): el autor y su comunidad
Desde la época de los Padres de la Iglesia se sabe que este libro fue escrito originalmente en hebreo, pero su original se ha perdido. Solamente se conservó su traducción en la Biblia griega. Las circunstancias de la traducción de la obra al griego son desconocidas, como también la identidad de la persona que la llevó a cabo. Por los sucesos que se narran al final del libro, es evidente que fue escrito después del año 134 y antes del 100 a.C.
No se conoce el autor, pero su simpatía por el sumo sacerdocio daría razones para creer que pertenece al círculo de los saduceos. Por otra parte, no muestra las características que distinguen a los fariseos, como es la rigurosidad en la observancia del sábado (1 Mac 2,41; 9,43-44). Es posible que se trate de una persona de origen palestino, probablemente de Jerusalén, porque conoce muy bien la geografía y la topografía de su país. Por la forma en que están relatadas algunas acciones bélicas se podría suponer que fue testigo presencial de algunos hechos, o por lo menos estuvo muy cerca de ellos. Un rasgo característico de su redacción es la facilidad con la que pasa de los relatos en prosa a los fragmentos poéticos.
El libro se ocupa de los penosos acontecimientos de los años 175-134 a.C., durante los cuales los Seléucidas (la dinastía gobernante en Siria) intentaron imponer con violencia la cultura griega, extirpando para esto el judaísmo. El Templo de Jerusalén fue dedicado a las divinidades paganas, se obligó a adoptar la religión y las costumbres griegas, y se prohibió el cumplimiento de las leyes y tradiciones judías. Muchos judíos fieles a su fe murieron como mártires, mientras que otros empuñaron las armas y lucharon contra los griegos. El héroe máximo en esta lucha fue Judas, llamado “el Macabeo”. Le sucedieron sus hermanos Jonatán y Simón. Estos últimos se aprovecharon de las luchas internas dentro de la dinastía de los Seléucidas, y apoyaron a uno u otro de los aspirantes al trono con el fin de obtener beneficios para Judea, pero también de orden personal (1 Mac 10,20; 11,57; 13,16).
El autor tiene conciencia de la irregularidad de la situación creada con los títulos de Sumo Sacerdote y de Rey que los griegos otorgaron a los hermanos de Judas (1 Mac 10,20; 11,57; 13,16), sin embargo acepta este nuevo orden de cosas, aclarando que las medidas se toman “hasta que surja un profeta digno de fe” (14,41; ver 4,46).
La obra finaliza en el año 134 a.C. con el asesinato de Simón, el último de los hermanos de Judas Macabeo. A Simón le sucederá su hijo Juan Hircano con quien se afianza la dinastía de los Asmoneos (142-63 a.C.), que gobernará hasta que Judea quede bajo la dominación de los romanos.
2- «Ahora hijos, defiendan la Ley con valentía…» (2,50): teología de 1 Mac
La obra se muestra como decididamente opuesta al proceso de helenización que imponían los griegos. Como el autor no da señales de tener esperanza en la vida eterna, no se detiene a elogiar a los mártires (como lo hará en cambio el autor de 2 Mac). Interpreta la opresión política y la persecución religiosa como males que se deben apartar a cualquier precio, aun haciendo alianzas con los extranjeros, o se deba luchar aunque sea día sábado (1 Mac 2,29-41; 9,44). Para el autor de esta obra, los verdaderos héroes son los que empuñan las armas para luchar contra los griegos. Por eso, así como narra con admiración las hazañas de Judas Macabeo, relata también la de sus hermanos Jonatán y Simón que para obtener la libertad de Judá hicieron alianzas con los griegos. Para exaltar la grandeza de estos héroes, exagera visiblemente el número de soldados que componen los ejércitos enemigos y la cantidad de muertos en las batallas.
Se marca con insistencia que los judíos son vencedores en los combates gracias a que Israel goza de la protección de Dios, una convicción que siempre ha sido fuerte en el pueblo, particularmente en la época posterior al exilio en Babilonia (Judit; Esd 8,31; Neh 2,8.12.20; 4,9; 7,5). Pero fiel a la teología de los saduceos, no deja de señalar el valor de la libertad humana. Por esa razón, los triunfos militares se obtienen mediante la actuación y la valentía de los soldados judíos.
3- «Tenemos para consolación los libros santos» (12,9): estructura de la obra
Después de una introducción que presenta los antecedentes de los hechos (1 Mac 1), la obra se divide claramente en cuatro partes que se ocupan sucesivamente de los cuatro héroes de la historia, precedida de una introducción:
Introducción 1,1-64
III. Jonatán 9,23–12,53
INTRODUCCIÓN
Toda la tierra se doblegó ante Alejandro Magno
Dn 8,21-22
11 Alejandro, hijo de Filipo de Macedonia, el primero que reinó sobre los griegos, salió de la tierra de Quetim, enfrentó a Darío, rey de los persas, y de los medos, lo venció y reinó en su lugar. 2 Emprendió muchas guerras, se apoderó de fortalezas, mató a reyes de la tierra, 3 atravesó hasta los confines del mundo, y tomó despojos de multitud de pueblos. La tierra se doblegó ante él, y su corazón se llenó de orgullo y de soberbia. 4 Reclutó un ejército muy poderoso, dominó provincias, naciones y gobernantes que le pagaban tributo.5 Y después de esto cayó enfermo, y dándose cuenta de que iba a morir, 6 antes de que le llegara la muerte llamó a sus ilustres oficiales, educados con él desde la juventud, y les distribuyó su reino. 7 Alejandro murió después de haber reinado durante doce años, 8 y sus oficiales asumieron el poder, cada uno en su territorio. 9 Todos ellos se ciñeron la corona después de su muerte, y después de ellos también sus hijos durante muchos años. Y los males se multiplicaron sobre la tierra.
Brotó un retoño malvado, Antíoco Epífanes
2 Mac 4,7-17; Dn 7,24-25
10 De entre ellos brotó un retoño malvado, Antíoco Epífanes,[1] hijo del rey Antíoco, que había estado como rehén en Roma y comenzó a reinar en el año ciento treinta y siete de la era de los griegos. 11 En esa época aparecieron israelitas transgresores de la Ley que sedujeron a muchos diciendo: «Vamos a establecer una alianza con los pueblos vecinos, porque desde que nos separamos de ellos nos han sobrevenido muchos males». 12 Esta propuesta les pareció bien, 13 y algunos del pueblo se animaron, fueron a ver al rey, y este les autorizó a practicar las costumbres paganas. 14 De acuerdo con estas costumbres, construyeron un gimnasio en Jerusalén, 15 se hicieron operaciones para ocultar su circuncisión, y apartándose de la alianza santa, se asociaron con los paganos y se vendieron para hacer el mal.
Todo Israel se cubrió de vergüenza
2 Mac 5,1.11-16; Dn 11,25-28
16 Cuando Antíoco consolidó su poder, pensó en reinar también sobre Egipto para gobernar sobre los dos reinos. 17 Entró en Egipto con un ejército poderoso, carros de guerra, elefantes, jinetes y una gran flota. 18 Atacó a Tolomeo, rey de Egipto, quien retrocedió ante él, huyó, y muchos cayeron heridos. 19 Se apoderó de las ciudades fortificadas de Egipto, y las saqueó. 20 Derrotado Egipto, Antíoco regresó en el año ciento cuarenta y tres, y se dirigió contra Israel. Subió a Jerusalén con un ejército poderoso, 21 entró con arrogancia en el santuario, y tomó el altar de oro, el candelabro con todos sus utensilios, 22 la mesa de las ofrendas, los vasos y las copas, los incensarios de oro, el velo y las coronas, y arrancó todo el adorno de oro de la fachada del Templo. 23 Se empoderó también de la plata y el oro, con los utensilios preciosos, como también los tesoros escondidos que encontró. 24 Tomando todo, se lo llevó a su país, después de hacer una gran masacre y hablar con mucha arrogancia. 25 Por eso hubo gran luto en todo Israel.
26 Los jefes y los ancianos gimieron,
las muchachas y los jóvenes languidecieron,
y se marchitó la belleza de las mujeres.
27 El recién casado entonó un canto fúnebre,
y la recién casada, sentada en el lecho, hizo duelo.
28 La tierra se estremeció por sus habitantes,
y todo el pueblo de Israel se cubrió de vergüenza.
Jerusalén se convirtió en morada de extranjeros
2 Mac 5,24-26
29 Dos años después, el rey Antíoco envió a las ciudades de Judá a un recaudador de impuestos, que llegó a Jerusalén con un poderoso ejército. 30 Los engañó con palabras de paz, y le creyeron. Pero de pronto atacó la ciudad, la dañó con gran estrago, y mató a muchos israelitas. 31 Saqueó la ciudad, la incendió, destruyó las casas y las murallas que la cercaban. 32 Tomaron prisioneros a las mujeres y a los niños, y se apoderaron de los rebaños. 33 Reconstruyeron la ciudad de David, con una muralla alta y fuerte, y con torres poderosas, y esta fue la ciudadela de ellos, 34 en la que pusieron gente pecadora, hombres al margen de la ley, que se hicieron fuertes en ese lugar. 35 Almacenaron armas y alimentos, y después de reunir el botín de Jerusalén, lo colocaron allí. Esto llegó a ser una gran trampa, 36 se transformó en una emboscada contra el santuario y en un malvado enemigo constante contra Israel.
37 Derramaron sangre inocente
alrededor del santuario
y lo profanaron.
38 Huyeron por ellos
los habitantes de Jerusalén,
y esta se convirtió
en morada de extranjeros,
extranjera aun para los que habían nacido en ella,
y sus hijos la abandonaron.
39 Su santuario quedó desolado como un desierto,
sus fiestas se convirtieron en días de duelo,
sus sábados en una burla,
y su honor en un desprecio.
40 Su deshonra fue tan grande como su gloria,
y su esplendor se cambió en duelo.
Contaminaron el santuario y los objetos sagrados
2 Mac 6,2.10; Dn 9,27; 11,31; 12,11; Mt 24,15
41 El rey Antíoco ordenó a todo su reino que todos formaran un solo pueblo 42 y que cada uno abandonara sus costumbres. Todos los gentiles aceptaron la orden del rey, 43 y muchos israelitas estuvieron de acuerdo con su culto, ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el sábado. 44 Por medio de mensajeros, el rey envió un edicto a Jerusalén y a las ciudades de Judá, ordenando que se observaran costumbres extrañas al país; 45 quedaban prohibidos los holocaustos, sacrificios y libaciones del santuario; se ordenaba profanar el sábado y las fiestas, 46 contaminar el santuario y los objetos sagrados; 47 se debían construir altares, recintos sagrados y templos a los ídolos; sacrificar cerdos y animales impuros; 48 dejar a sus hijos incircuncisos, y mancharse con toda clase de impureza y profanación, 49 de modo que olvidaran la Ley y cambiaran todas las costumbres. 50 Quien no cumpliera la orden del rey, sería condenado a muerte. 51 En estos mismos términos dio órdenes a todo su reino, asignó inspectores sobre todo el pueblo, y mandó que se ofrecieran sacrificios en cada una de las ciudades de Judá. 52 Muchos del pueblo, todos los que abandonaron la Ley, se unieron a ellos. Hicieron mal en el país, 53 y obligaron a Israel a esconderse en toda clase de refugios. 54 El día quince del mes de Casleu del año ciento cuarenta y cinco, el rey Antíoco hizo construir un objeto abominable sobre el altar, y edificaron altares en las ciudades de Judá que están en los alrededores. 55 Quemaban incienso en las puertas de las casas y en las plazas, 56 destrozaban y quemaban los libros de la Ley que encontraban, 57 y según el decreto real se condenaba a muerte al que encontraban con un libro de la Alianza, o cumpliendo los preceptos de la Ley. 58 Trataban con violencia a los que cada mes descubrían comportándose como israelitas en las ciudades. 59 El día veinticinco de cada mes ofrecían sacrificios sobre el altar que estaba sobre el altar de los holocaustos. 60 En cumplimiento del decreto, a las mujeres que habían hecho circuncidar a sus hijos las asesinaban 61 con los niños colgados a sus cuellos; también asesinaban a sus parientes y a los que los habían circuncidado. 62 Muchos en Israel fueron fuertes y se mantuvieron firmes en no comer alimentos impuros. 63 Aceptaron morir antes que contaminarse con estos alimentos. Y en efecto, murieron por no profanar la alianza santa. 64 Fue muy grande la cólera que se descargó sobre Israel.
I- MATATÍAS
21 Por aquellos días, Matatías, hijo de Juan, nieto de Simeón, sacerdote de la familia de Yoarib, se fue de Jerusalén y se estableció en Modín. 2 Tenía cinco hijos: Juan, por sobrenombre Gadí; 3 Simón, por sobrenombre Tasí; 4 Judas, llamado Macabeo; 5 Eleazar, llamado Avarán, y Jonatán, por sobrenombre Apfús. 6 Cuando Matatías vio las profanaciones que tenían lugar en Judá y en Jerusalén, 7 dijo: «¡Ay de mí! ¿Para esto he nacido? ¿Para ver la ruina de mi pueblo y de la ciudad santa? ¿Para quedarme aquí sentado mientras la ciudad es entregada en manos de enemigos, y el santuario en manos de extranjeros?
8 Su Templo ha llegado a ser como un hombre deshonrado;
9 los utensilios que eran su gloria, fueron llevados como botín;
sus niños fueron asesinados en sus plazas,
sus jóvenes murieron por la espada de enemigos.
10 ¿Qué nación no se apropió de su reino,
y no se apoderó de sus despojos?
11 Todo su adorno le fue arrebatado,
de libre pasó a ser esclava.
12 ¡Miren nuestro santuario,
nuestra hermosura y nuestra gloria!
Ha quedado desolado,
y los gentiles lo profanaron.
13 ¿Para qué seguir viviendo?».
14 Matatías y sus hijos rasgaron sus vestidos, se vistieron con ropa de penitencia e hicieron un gran duelo.
¡Dios nos libre de abandonar la Ley y los mandamientos!
2 Mac 5,27; 8,9; Nm 25,6-12; Sal 106,30-31; Eclo 45,23-24; Jn 19,12
15 Los delegados del rey, que obligaban a la apostasía, llegaron a la ciudad de Modín para ofrecer sacrificios. 16 Muchos israelitas se les unieron, pero Matatías y sus hijos se mantuvieron apartados. 17 Los delegados del rey dijeron a Matatías: «Tú eres un jefe ilustre y poderoso en esta ciudad y estás respaldado por hijos y hermanos. 18 Entonces acércate primero y cumple el mandato del rey, como hicieron todos los pueblos, los hombres de Judá, y los que se quedaron en Jerusalén. Tú y tus hijos serán considerados amigos del rey, y serán honrados con plata, oro y muchos regalos». 19 Matatías respondió en voz alta: «Aunque todas las naciones del reino le obedezcan, apostatando cada uno del culto de sus padres y cumpliendo sus órdenes, 20 yo, mis hijos y mis hermanos permaneceremos fieles a la alianza de nuestros padres. 21 ¡Dios nos libre de abandonar la Ley y los mandamientos! 22 No obedeceremos las órdenes del rey desviándonos a la derecha o a la izquierda de nuestro culto». 23 Apenas terminó de decir estas palabras, un judío se acercó a la vista de todos para ofrecer un sacrificio sobre el altar de Modín, conforme al mandato del rey. 24 Cuando Matatías lo vio, se indignó, se estremeció y en un arrebato de ira justa, corrió y lo degolló sobre el altar. 25 Al mismo tiempo mató al funcionario del rey que obligaba a ofrecer sacrificios y destruyó el altar. 26 Se mostró celoso por la Ley, como lo hizo Pinjás contra Zimrí, hijo de Salú. 27 Después, Matatías gritó en la ciudad: «¡Que me sigan todos los que tengan celo por la Ley y mantengan la alianza!». 28 Él y sus hijos abandonaron todo lo que tenían en la ciudad y huyeron a las montañas.
Lucharemos en día sábado
2 Mac 6,11; Ex 20,8-11; 31,13-17
29 Entonces, muchos que deseaban vivir rectamente, cumpliendo los preceptos de la Ley, bajaron al desierto para establecerse allí, 30 con sus hijos, sus mujeres, y sus ganados, porque se endurecían los males sobre ellos. 31 Informaron a los hombres del rey y a las fuerzas que estaban en Jerusalén, la ciudad de David, que algunos hombres desobedientes a la orden del rey habían bajado a los refugios del desierto. 32 Entonces una multitud salió corriendo detrás de ellos hasta alcanzarlos, los rodearon y un día sábado se prepararon para atacarlos. 33 Les dijeron: «¡Salgan de inmediato y cumplan la orden del rey! De esta manera salvarán sus vidas». 34 Ellos respondieron: «Ni saldremos ni obedeceremos la orden del rey de profanar el día sábado». 35 Fueron atacados de inmediato; 36 pero no respondieron, ni arrojaron piedras contra ellos, ni cerraron las entradas de sus refugios. 37 Decían: «¡Todos nosotros morimos aunque somos inocentes! ¡El cielo y la tierra son testigos de que ustedes nos matan injustamente!». 38 Los atacaron en sábado, y murieron ellos, sus mujeres y sus hijos, unas mil personas, además de sus ganados. 39 Cuando Matatías y sus amigos lo supieron, hicieron gran duelo por ellos 40 y se dijeron unos a otros: «Si todos hacemos como nuestros hermanos, y no luchamos contra los paganos para defender nuestras vidas y nuestras costumbres, pronto nos exterminarán de la tierra». 41 Y aquel día decidieron: «Lucharemos contra todo el que venga a atacarnos en día sábado, para que no muramos como murieron nuestros hermanos en los refugios». 42 Entonces se unió a ellos el grupo de los asideos, israelitas valientes, todos defensores de la Ley. 43 Y todos los que huían de los males se unieron a ellos, y vinieron a prestarles apoyo. 44 Organizaron un ejército que descargó su ira contra los pecadores y su enojo contra los infieles a la Ley. Los demás huyeron hacia los territorios de los paganos para salvarse. 45 Matatías y sus amigos recorrían el país, derribando altares, 46 obligando a circuncidar a todo niño incircunciso que encontraban en el territorio de Israel, 47 y persiguiendo a los orgullosos. En su empresa tuvieron gran éxito: 48 arrancaron la Ley de manos de los paganos y de los reyes, y no dejaron triunfar a los pecadores.
Ahora, hijos, defiendan la Ley con valentía
Gn 15,6; 41,41; Nm 13,30; 14,24; 25,12-13; 2 Sm 7,16; 1 Re 19,10.14; 2 Re 2,11-12; Dn 3,27-28; 6,23; Eclo 44-50; Heb 11
49 Cuando Matatías estaba próximo a morir, dijo a sus hijos:
«Ahora impera la arrogancia y la ignominia,
el tiempo de la destrucción y de la violencia.
50 Ahora hijos, defiendan la Ley con valentía,
y den su vida por la alianza de nuestros padres.
51 Recuerden las obras que nuestros padres realizaron en su tiempo,
y recibirán gran gloria y nombre eterno.
52 ¿Acaso Abrahán no fue hallado fiel cuando fue puesto a prueba,
y le fue contado como justicia?
53 José, cuando padecía la desgracia, observó la Ley
y llegó a ser señor de Egipto.
54 Nuestro padre Pinjás, por haber sido un ardiente defensor de la Ley,
recibió la alianza de un sacerdocio eterno.
55 Josué, porque cumplió la Ley,
llegó a ser juez de Israel.
56 Caleb, por haber dado testimonio ante la asamblea,
recibió una herencia en esta tierra.
57 David, por su piedad,
heredó el trono real para siempre.
58 Elías, por su celo ardiente por la Ley,
fue arrebatado al cielo.
59 Ananías, Azarías y Misael, porque creyeron,
fueron salvados de las llamas.
60 Daniel, por su rectitud,
fue liberado de las fauces de los leones.
todos los que confían en Dios no sucumben.
62 No teman las palabras amenazantes del hombre pecador,
porque su gloria termina en estiércol y en gusanos.
63 Hoy es elevado y mañana no se encontrará,
porque volverá al polvo y su plan se esfumará.
64 Hijos, sean valientes y manténganse firmes en la Ley,
porque en ella serán glorificados.
65 Ahí tienen a su hermano Simón, que es un hombre prudente; escúchenlo durante toda su vida, y él será un padre para ustedes. 66 Judas Macabeo, valiente desde su juventud, será el jefe de su ejército, y dirigirá la guerra contra los gentiles. 67 Únanse con todos los que cumplen la Ley, y lleven a cabo la venganza de su pueblo. 68 Den a los paganos lo que se merecen, y observen los mandamientos de la Ley». 69 Después de bendecirlos fue a reunirse con sus antepasados. 70 Murió el año ciento cuarenta y seis, y fue sepultado en la tumba de sus padres en Modín. Todo Israel hizo gran duelo por él.
II- JUDAS MACABEO
Judas Macabeo engrandeció la gloria de su pueblo
1 Mac 2,1-4
31 A Matatías lo sucedió su hijo Judas, llamado Macabeo. 2 Todos sus hermanos y cuantos se habían unido a su padre lo apoyaron, y combatían con ánimo la guerra de Israel.
3 Él engrandeció la gloria de su pueblo,
y se vistió la coraza como gigante,
se ciñó sus armas de guerra, sostuvo combates
y defendió el campamento con la espada.
4 Era como un león por sus hazañas
y como un cachorro que ruge tras la presa.
5 Persiguió a los impíos hasta alcanzarlos
y arrojó al fuego a quienes perturbaban a su pueblo.
6 Por temor a él, los impíos desfallecían
y todos los malhechores quedaban confundidos.
Por medio de él la liberación alcanzó éxito.
7 Causó amargura a muchos reyes
y regocijó por sus obras a Jacob.
Su recuerdo será una bendición para siempre.
8 Recorrió las ciudades de Judá,
exterminó totalmente a los impíos
y apartó de Israel la ira de Dios.
9 Su fama llegó hasta los confines de la tierra,
y él reunió a los que estaban condenados a la muerte.
Luchamos por nuestras vidas y nuestras leyes
2 Mac 8,1-7; 1 Sm 14,6; 17,47; Sal 33,16-17; 44,6-7
10 Apolonio reunió paganos y un gran ejército de samaritanos para luchar contra Israel. 11 Cuando Judas lo supo, salió a su encuentro, lo derrotó y lo mató; muchos cayeron heridos y los demás huyeron. 12 Cuando recogieron el botín, Judas tomó la espada de Apolonio y la usó siempre para luchar. 13 Serón, jefe del ejército de Siria, al enterarse de que Judas había reunido gente y que tenía con él una gran multitud de personas creyentes y preparada para la guerra, 14 dijo: «Me haré famoso y alcanzaré gloria en el reino luchando contra Judas y los suyos, que han despreciado la orden del rey». 15 Se puso en marcha y junto con él iba un poderoso ejército de impíos para ayudarlo a vengarse de los israelitas. 16 Cuando se acercaba a la subida de Betorón, Judas le salió al encuentro con pocos hombres. 17 Cuando vieron al ejército que venía contra ellos, dijeron a Judas: «¿Cómo podremos luchar contra esta poderosa multitud, siendo tan pocos? Además estamos cansados porque hoy no hemos comido». 18 Judas les respondió: «Es fácil que caiga una multitud en poder de pocos, ya que para Dios da lo mismo salvar con muchos que con pocos. 19 Porque la victoria en la guerra no depende del número de tropas, sino de la fuerza que viene del cielo. 20 Ellos vienen contra nosotros llenos de insolencia e impiedad para saquearnos una vez que hayan acabado con nosotros, nuestras mujeres y nuestros hijos. 21 Pero nosotros luchamos por nuestras vidas y nuestras leyes; 22 ustedes no les tengan miedo porque Dios los destruirá ante nosotros». 23 Cuando terminó de hablar, se lanzó de improviso contra ellos, y Serón y su ejército fueron derrotados. 24 Los persiguieron por la bajada de Betorón hasta la llanura. Cayeron de entre ellos unos ochocientos hombres, y los demás huyeron al país de los filisteos. 25 Comenzó a propagarse el temor a Judas y a sus hermanos, y el terror cayó sobre las naciones circunvecinas. 26 Su fama llegó a oídos del rey, y los pueblos comentaban las batallas de Judas.
27 Cuando el rey Antíoco se enteró de estas cosas, se indignó y mandó reunir a todas las tropas de su reino, un ejército muy poderoso. 28 Abrió su tesoro, y pagándoles a las tropas el sueldo de un año, les ordenó que estuvieran preparados para cualquier eventualidad. 29 Entonces se dio cuenta de que el dinero del tesoro se había acabado, y que los tributos de la región eran pocos, a causa de la división y la ruina que había provocado en el país, al quitar las leyes que existían desde antiguo. 30 El rey temió que como ya le había sucedido otras veces, no tuviera ni para los gastos ni para los regalos que antes daba con más generosidad que sus antecesores. 31 Afligido por este problema, decidió ir a Persia para cobrar los impuestos de las provincias y reunir mucho dinero. 32 Y dejó a Lisias, hombre ilustre y de ascendencia real, al frente de los asuntos del rey, desde el río Éufrates hasta las fronteras de Egipto, 33 encargándole que se ocupara del cuidado de su hijo Antíoco, hasta su regreso. 34 Le entregó la mitad de sus tropas y elefantes, y le ordenó que ejecutara sus planes sobre los habitantes de Judea y Jerusalén, 35 contra los que debía enviar una tropa para que los derrotara, aniquilara las fuerzas de Israel y lo que quedaba de Jerusalén, hasta borrar su recuerdo de allí; 36 que estableciera extranjeros en todo su territorio, y que distribuyera la tierra. 37 El rey tomó la mitad de las tropas que quedaban, y partió desde Antioquía, capital de su reino en el año ciento cuarenta y siete; atravesó el río Éufrates, y prosiguió hacia las regiones del norte.
Liberemos a nuestro pueblo de la ruina
2 Mac 8,8-23; Dt 20,5-9; Is 24,7-12; Lam 5
38 Lisias eligió a Tolomeo, hijo de Dorimeno, a Nicanor y a Gorgias, hombres poderosos entre los amigos del rey, 39 y envió con ellos a cuarenta mil hombres y siete mil jinetes, para que fueran al territorio de Judá y lo destruyeran de acuerdo con la orden del rey. 40 Partieron con todas sus tropas y, al llegar, acamparon en la llanura, cerca de Emaús. 41 Cuando los mercaderes de la región tuvieron noticia de esto, fueron al campamento, llevando gran cantidad de plata, oro, y cadenas para adquirir a los israelitas como esclavos. Se les unieron también tropas de los idumeos y del país de los filisteos. 42 Cuando Judas y sus hermanos vieron que se agravaban los males y que las tropas acampaban en su territorio, comprendieron que el rey había ordenado que destruyeran totalmente al pueblo. 43 Entonces se dijeron unos a otros: «Liberemos a nuestro pueblo de la ruina y luchemos por nuestra gente y por el santuario». 44 Convocaron la asamblea para estar preparados para la guerra, para orar y pedir piedad y misericordia.
45 Jerusalén estaba deshabitada como un desierto,
ya no entraba ni salía ninguno de sus hijos,
el santuario estaba pisoteado,
y los hijos de extranjeros vivían en la ciudadela,
que ahora era morada de paganos.
La alegría se había apartado de Jacob,
y la flauta y la cítara habían callado.
¿Cómo podremos resistir si tú no nos ayudas?
Nm 6,12-20; Dt 25,5-8; Jue 20,1; 1 Sm 7,5; 10,17
46 Entonces se reunieron y fueron a Mispá, frente a Jerusalén, porque Israel había tenido antes allí un lugar de oración. 47 Aquel día ayunaron, se vistieron con ropas de penitencia, se pusieron ceniza sobre la cabeza y rasgaron sus vestiduras. 48 Desenrollaron el libro de la Ley para consultar en él lo que los paganos preguntan a sus ídolos. 49 Trajeron las vestiduras sacerdotales, las primicias y los diezmos. Llamaron a los nazireos que habían cumplido el tiempo de su voto 50 y clamaron al cielo: «¿Qué haremos con estos y adónde los llevaremos? 51 Tu santuario está pisoteado y profanado, y tus sacerdotes están de luto y humillados. 52 Los paganos se han reunido contra nosotros para exterminarnos. Tú sabes lo que planean contra nosotros. 53 ¿Cómo podremos resistir ante ellos si tú no nos ayudas?». 54 Tocaron las trompetas y clamaron con fuertes gritos. 55 Después de esto, Judas estableció jefes del pueblo: de mil, de cien, de cincuenta y de diez. 56 Ordenó a los que estaban construyendo casas, a los recién casados, a los que sembraban viñas y a los cobardes que regresaran a sus casas, conforme a la Ley. 57 El ejército se puso en marcha y acampó al sur de Emaús. 58 Judas les dijo: «¡Preparen sus armas y sean valientes! Estén preparados para luchar mañana temprano contra estos paganos que se han reunido para destruirnos a nosotros y a nuestro Templo. 59 Porque es mejor que muramos en la guerra que quedarnos mirando los males de nuestra nación y de nuestro Templo. 60 Y que todo suceda conforme a la voluntad de Dios».
Los paganos fueron destrozados
2Mac 8,23-29; Ex 14,24-28; Sal 107,1; 118,1; 136,1
41 Gorgias tomó cinco mil soldados de infantería, y mil de caballería bien elegidos, y partió de noche, con todo el ejército, 2 con intención de caer sobre el ejército judío y atacarlos de improviso. Los guías eran hombres de la ciudadela. 3 Judas se enteró y partió también con sus guerreros para atacar al ejército del rey que estaba en Emaús. 4 Mientras parte del ejército de Judas estaba lejos del campamento, 5 Gorgias llegó de noche al campamento judío, pero no encontró a nadie, y salió a buscarlos por las montañas, pensando que huían de él. 6 Al amanecer se presentó Judas en la llanura con tres mil hombres, que no tenían escudos ni espadas como hubiesen querido. 7 Cuando vieron al poderoso ejército de los gentiles, armado y protegido por la caballería, todos expertos para la guerra, 8 Judas animó a sus compañeros: «No teman a su multitud ni les asusten sus ataques. 9 Recuerden cómo fueron salvados nuestros padres en el mar Rojo cuando los perseguía el faraón con su ejército. 10 Clamemos ahora a Dios para que se compadezca de nosotros, se acuerde de la alianza que hizo con nuestros padres y hoy destruya ante nosotros a este ejército. 11 Y todos los paganos sabrán que hay quien libera y salva a Israel».
12 Los extranjeros levantaron los ojos, vieron que los judíos venían contra ellos 13 y salieron del campamento para la guerra. Los soldados de Judas tocaron las trompetas 14 y se enfrentaron. Los paganos fueron destrozados y huyeron a la llanura; 15 todos los rezagados fueron muertos por la espada. Los soldados de Judas persiguieron a los demás hasta Guézer, y hasta las llanuras de Idumea, Asdod y Yamnia. Murieron unos tres mil hombres de los paganos. 16 Judas, luego de perseguirlos, regresó con su ejército, 17 y dijo al pueblo: «No se apresuren en apoderarse de los despojos, porque nos espera otro combate. 18 Gorgias está con su ejército en la montaña cercana; enfrenten a nuestros enemigos y luchen contra ellos; después tomarán los despojos libremente». 19 Apenas terminaba estas palabras, cuando apareció una sección del ejército en lo alto de la montaña. 20 Se dieron cuenta de que los suyos habían huido y de que el campamento había sido incendiado porque se veía humo. 21 Cuando vieron esto, y que el ejército de Judas estaba preparado en la llanura para la batalla, 22 se acobardaron y huyeron todos al país de los filisteos. 23 Judas volvió para saquear el campamento, tomó gran cantidad de oro y plata, telas de púrpura y grandes riquezas. 24 Al regresar cantaban himnos, daban gracias a Dios:
«Porque es bueno,
porque es eterna su misericordia».
25 Aquel día hubo una gran salvación para Israel.
Lisias vio la derrota de su ejército
2 Mac 11,1-2; 1 Sm 14,1-14; 16,40-54; 17,23-54; Sal 20
26 Los extranjeros que se salvaron, fueron a informar a Lisias de todo lo sucedido. 27 Cuando lo escuchó, quedó confundido y desanimado, porque las cosas con Israel no habían sucedido como él quería, ni habían salido como le ordenara el rey. 28 Al año siguiente reclutó a sesenta mil elegidos de infantería y cinco mil de caballería para luchar contra los israelitas. 29 Se dirigieron a Idumea, y acamparon en Betsur. Judas salió a enfrentarlos con diez mil hombres. 30 Al ver al poderoso ejército, oró: «Bendito seas, salvador de Israel, que destrozaste el ímpetu del gigante por mano de tu servidor David y entregaste al ejército de los filisteos en manos de Jonatán, hijo de Saúl, y de su escudero. 31 De igual manera, concédenos que este ejército caiga en manos de tu pueblo Israel, para que su ejército y su caballería queden avergonzados. 32 Llénalos de cobardía, destruye la soberbia que sienten por su fuerza, y sean humillados por su derrota. 33 Derríbalos con la espada de los que te aman, para que todos los que conocen tu nombre te alaben con himnos». 34 Se enfrentaron los dos ejércitos y cayeron unos cinco mil hombres del ejército de Lisias. 35 Cuando Lisias vio la derrota de su ejército y la intrepidez de los de Judas, que se habían mostrado valientes y estaban dispuestos a vivir o a morir con coraje, se fue a Antioquía, donde reclutó mercenarios en mayor número para atacar de nuevo a Judea.
Purificaron el santuario
2 Mac 10,1-8; Ex 20,25; Dt 27,6; Jn 10,22
36 Entonces Judas y sus hermanos dijeron: «Nuestros enemigos han sido derrotados. Subamos a purificar y a dedicar el santuario». 37 Todo el ejército se reunió y subieron al monte Sion. 38 Al ver el santuario desolado, el altar profanado, las puertas quemadas y los atrios con la hierba que había crecido como en un bosque o en una montaña, y las salas destruidas, 39 se rasgaron sus vestiduras, hicieron gran duelo, se echaron ceniza sobre la cabeza 40 y se postraron con el rostro en tierra. Al tocar la señal de las trompetas, clamaron a Dios. 41 Judas ordenó a sus hombres que atacaran la ciudadela, mientras se purificaba el santuario. 42 Eligió sacerdotes intachables, observantes de la Ley, 43 que purificaron el santuario y llevaron las piedras contaminadas a un lugar impuro. 44 Deliberaron qué hacer con el altar de los holocaustos que había sido profanado. 45 Tomaron la decisión atinada de destruirlo para que no fuera un reproche, porque lo habían contaminado los paganos. Lo destruyeron, 46 y colocaron las piedras en el monte del santuario, en un lugar conveniente, hasta que viniera un profeta que decidiera sobre ellas. 47 Tomaron piedras sin labrar, según la Ley, y construyeron un nuevo altar como el anterior. 48 Reconstruyeron el santuario y purificaron el interior del Templo y los atrios. 49 Hicieron nuevos utensilios sagrados y colocaron dentro del Templo el candelabro, el altar del incienso y la mesa. 50 Quemaron incienso sobre el altar y encendieron las lámparas del candelabro para que iluminaran el interior del Templo; 51 colocaron panes sobre la mesa, colgaron las cortinas, y así terminaron todos los trabajos que habían iniciado.
52 El día veinticinco del noveno mes, que es el de Casleu, del año ciento cuarenta y ocho,[2] se levantaron de madrugada 53 y ofrecieron un sacrificio, según la Ley, sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían construido. 54 Inauguraron el altar con himnos, cítaras, arpas y címbalos, el mismo día y hora en que lo habían profanado los paganos. 55 Todo el pueblo se postró rostro en tierra, adoraron y dieron gracias a Dios que les había dado la victoria. 56 Celebraron la dedicación del altar durante ocho días y con alegría ofrecieron holocaustos, sacrificios de comunión y de acción de gracias. 57 Adornaron la fachada del Templo con coronas de oro y escudos, restauraron los pórticos y las salas y colocaron las puertas. 58 El pueblo se alegró mucho porque se había quitado el signo de la humillación que les habían hecho los paganos. 59 Judas, sus hermanos y toda la comunidad de Israel establecieron que la dedicación del altar se celebrara con alegría y gozo a su debido tiempo, año tras año, durante ocho días, a partir del veinticinco del mes de Casleu. 60 En aquel tiempo construyeron altas murallas y fuertes torres en torno al monte Sion, para que los paganos no regresaran y lo pisotearan como habían hecho antes. 61 Puso allí una guarnición para protegerlo, y fortificó Betsur para que el pueblo tuviera una fortaleza frente a Idumea.
Trabó muchos combates contra ellos
2 Mac 10,14-33
51 Cuando los paganos de alrededor se enteraron de que el altar había sido reconstruido y que el santuario había sido renovado como antes, se irritaron mucho. 2 Decidieron aniquilar a los descendientes de Jacob que estaban entre ellos y comenzaron a matar y exterminar a la gente del pueblo. 3 Judas hizo la guerra contra los hijos de Esaú en Idumea, en la región Acrabatene, porque asediaban a Israel; les causó gran derrota, los redujo y tomó sus despojos. 4 También se acordó de la maldad de los bayanitas, que eran una red y una trampa para el pueblo, porque los emboscaban en los caminos. 5 Los encerró en sus torres, los asedió, y los consagró al exterminio, incendiando sus torres con todos los que estaban dentro. 6 Pasó luego contra los amonitas, se encontró con un poderoso ejército y un pueblo numeroso, comandado por Timoteo. 7 Trabó muchos combates contra ellos, que quedaron destruidos ante él y los derrotó. 8 Ocupó también Yacer y sus aldeas, y regresó a Judá.
Se pusieron de acuerdo para exterminar a los israelitas
2 Mac 12,10-31
9 Los habitantes de Galaad se pusieron de acuerdo para exterminar a los israelitas que estaban en su territorio; pero estos huyeron a la fortaleza de Datema 10 y enviaron una carta a Judas y sus hermanos, diciendo: «Los pueblos de alrededor se han puesto de acuerdo para exterminarnos 11 y se preparan para venir a tomar la fortaleza en la que estamos refugiados. Timoteo es quien comanda sus fuerzas. 12 Te pedimos que vengas a librarnos de su poder, porque han caído muchos de los nuestros. 13 Ya fueron asesinados muchos de nuestros hermanos que estaban en el país de Tob; se han llevado a sus mujeres, hijos y pertenencias, y han perecido allí como mil hombres». 14 Todavía no terminaban de leer las cartas, cuando otros enviados llegaron de Galilea, con las vestiduras desgarradas, trayendo estas noticias: 15 «Se han reunido contra nosotros los de Tolemaida, Tiro y Sidón, y de toda la Galilea de las naciones para exterminarnos». 16 Cuando Judas y el pueblo se enteraron de estas noticias, se reunieron en gran asamblea para decidir qué debían hacer por sus hermanos, que estaban afligidos, y atacados por los enemigos. 17 Judas dijo a su hermano Simón: «Elige unos hombres, que te acompañen a rescatar a tus hermanos que están en Galilea; mi hermano Jonatán y yo iremos a Galaad». 18 Y dejó a José, hijo de Zacarías, y a Azarías, como jefes del pueblo, con el resto del ejército en Judea para defenderla, 19 y les ordenó: «Estén al frente de este pueblo, pero no emprendan combate contra los gentiles, hasta que regresemos». 20 A Simón le fueron asignados tres mil hombres para ir a Galilea, y a Judas ocho mil para ir a Galaad.
Nadie podía resistir en presencia de Judas
2 Mac 12,10-31
21 Simón marchó a Galilea, y trabó muchos combates contra los gentiles, que fueron derrotados por él. 22 Los persiguió hasta la puerta de Tolemaida, y cayeron unos tres mil hombres de los paganos, y Simón se apoderó del botín. 23 Rescató a todos los israelitas que vivían en Galilea y en Arbata, con sus mujeres, sus hijos y sus posesiones, y los llevó con gran alegría a Judea. 24 Judas Macabeo y su hermano Jonatán atravesaron el Jordán y caminaron durante tres días por el desierto. 25 Se encontraron con los nabateos, que salieron a su encuentro pacíficamente y contaron todo lo que les había sucedido a sus hermanos en Galaad, 26 cómo muchos de ellos estaban prisioneros en Bosora, Bosor, Alema, Casfo, Maqued y Carnain -todas estas ciudades estaban fortificadas y eran muy grandes-, 27 que también había israelitas prisioneros en otras ciudades de Galaad, y que los enemigos estaban de acuerdo en atacar las fortalezas al día siguiente, para tomarlas y acabar con todos ellos en un solo día.
28 Judas se volvió junto con su ejército y se encaminó rápidamente por el desierto hacia Bosora, tomó la ciudad y mató con la espada a todos los varones, se apoderó del botín y la incendió. 29 Por la noche se puso en movimiento hacia la fortaleza de Datema. 30 Por la mañana, levantaron la vista y vieron una multitud innumerable que llevaba escaleras y máquinas de guerra para conquistar la fortaleza. Ya estaban luchando. 31 Al ver Judas que ya se había iniciado la batalla, porque los gritos de la ciudad llegaban hasta el cielo, había toques de trompetas y gran griterío, 32 dijo a los hombres de su ejército: «Luchen hoy por sus hermanos». 33 Los hizo salir en tres columnas para atacarlos por la retaguardia, tocaron las trompetas y oraron pidiendo el auxilio de Dios. 34 Cuando el ejército de Timoteo supo que era el Macabeo, huyeron de él. Entonces les causó una gran derrota, y ese día murieron unos ocho mil hombres del ejército de los paganos. 35 Después se desvió hacia Alema y la atacó, tomó la ciudad y mató a todos los varones que había en ella, se apoderó del botín y la incendió. 36 Partió de allí y tomó Casfo, Maqued, Bosor y las demás ciudades de Galaad.
37 Después de todo esto, Timoteo formó otro ejército y acampó frente a Rafón, al otro lado del río. 38 Judas envió espías a este campamento, y le avisaron: «Todos los paganos que están a nuestro alrededor se han unido a ellos, y forman un ejército muy poderoso. 39 También han tomado árabes para que los ayuden como mercenarios, y están acampados al otro lado del río, dispuestos a atacarte». Entonces Judas salió a enfrentarlos. 40 Cuando Judas y su ejército se acercaban con la intención de cruzar el río, Timoteo dijo a los jefes de sus tropas: «Si cruza el río antes que nosotros, no podremos resistir porque seguramente nos superará. 41 Pero si se atemoriza y acampa al otro lado del río, cruzaremos hacia donde esté y lo venceremos». 42 Cuando Judas se acercó a orillas del agua, ubicó a todos los escribas del pueblo, dándoles esta orden: «No permitan que nadie acampe, sino que todos vengan al combate». 43 Él fue el primero en cruzar, y todo el pueblo lo siguió. Ante la presencia de ellos, todos los paganos fueron derrotados, arrojaron sus armas y huyeron a refugiarse en el templo de Carnain. 44 Los de Judas tomaron la ciudad e incendiaron el templo con todos los que estaban en su interior. Así fue derrotada Carnain, y nadie pudo resistir en presencia de Judas.
45 Judas reunió a todos los israelitas que estaban en Galaad, del más chico al más grande, con sus mujeres y sus niños, junto con todos sus bienes, para que fueran a la tierra de Judea. Formaban una multitud enorme. 46 Llegaron a Efrón. Esta era una ciudad muy grande, muy bien fortificada, ubicada en medio del camino. No era posible desviarse por la derecha o por la izquierda, porque el camino pasaba por la ciudad. 47 Pero la gente de la ciudad no les permitió pasar y cerraron las puertas con piedras. 48 Judas les dirigió palabras pacíficas, diciéndoles: «Pasaremos por tu territorio para ir a nuestra tierra. Nadie les hará ningún mal. Solamente queremos pasar». Pero no le quisieron abrir. 49 Entonces Judas mandó decir al ejército que cada uno conservara su puesto. 50 Los soldados se lanzaron al ataque y lucharon contra la ciudad todo ese día y toda la noche, hasta que la ciudad cayó en sus manos. 51 Mataron con la espada a todos los varones, la destruyeron, se apoderaron del botín y atravesaron la ciudad, pasando por encima de los que habían muerto. 52 Después cruzaron el Jordán, saliendo a una gran llanura frente a Betsán. 53 Mientras tanto, Judas reunía a los que habían quedado atrás y animaba a todo el pueblo hasta que llegaron a Judea. 54 Subieron al monte Sion con gran alegría y júbilo, y ofrecieron holocaustos porque habían regresado sanos y salvos, sin haber tenido ninguna baja.
Fueron derrotados porque no obedecieron a Judas
2 Mac 12,32-45
55 Mientras Judas y Jonatán estaban en Galaad, y su hermano Simón estaba en Galilea, frente a Tolemaida, 56 José, el hijo de Zacarías, y Azarías, que estaban a cargo del ejército, oyeron hablar de las proezas y de las batallas que los otros habían llevado a cabo 57 y dijeron: «¡Hagámonos famosos también nosotros! Vayamos a luchar contra los paganos que están a nuestro alrededor». 58 Entonces ordenaron al ejército que marchara contra Yamnia. 59 Pero Gorgias y sus soldados salieron de la ciudad para combatir contra ellos, 60 José y Azarías fueron derrotados y perseguidos hasta la frontera de Judea, y ese día murieron dos mil hombres del pueblo de Israel. 61 El pueblo sufrió una gran derrota porque ellos no habían obedecido a Judas y a sus hermanos. Creyeron que eran héroes, 62 pero no pertenecían a aquella familia por la que Dios otorgó la salvación a Israel.
63 El valeroso Judas y sus hermanos recibían grandes muestras de honor por parte de todo Israel y de todas las naciones que oían hablar de él, 64 y se amontonaban para aclamarlos. 65 Judas y sus hermanos salieron hacia el territorio del sur, para luchar contra los descendientes de Esaú. Atacó a Hebrón y sus aldeas, derribó sus fortalezas e incendió las torres de los alrededores. 66 Después levantó el campamento y se fue a la tierra de los filisteos pasando por Maresá. 67 Ese día murieron algunos sacerdotes que quisieron mostrarse como héroes en el combate y salieron a luchar imprudentemente. 68 Judas se desvió hacia Asdod, que era territorio de filisteos. Allí destruyó sus altares, quemó los ídolos de sus dioses, se apoderó del botín de las ciudades y regresó a Judea.
Antíoco enfermó de tristeza y murió
1 Mac 1,54; 2 Mac 1,11-17; 9,1-28
61 El rey Antíoco recorría las provincias de la meseta y se enteró de que en Persia había una ciudad llamada Elimaida, famosa por su riqueza, plata y oro. 2 En ella había un templo con muchas riquezas, en el que se guardaban las armaduras de oro, las corazas y las armas que había dejado Alejandro, el hijo del rey Filipo de Macedonia, el primero que reinó sobre la Hélade. 3 Fue entonces para apoderarse de la ciudad y saquearla, pero no pudo hacerlo porque los habitantes lo supieron 4 y lucharon oponiéndole resistencia. Antíoco huyó y debió partir muy triste de regreso a Babilonia. 5 Alguien fue a Persia para informarle que el ejército enviado a Judea había sido derrotado, 6 que Lisias había ido al frente de un poderoso ejército y había sido superado por los judíos, que estos se habían fortalecido con las armas, los equipos y la cantidad de bienes arrebatados a los ejércitos vencidos, 7 que habían destruido la abominación construida por él sobre el altar de los sacrificios en Jerusalén, y que habían rodeado el Templo con una alta muralla como antes, y que lo mismo habían hecho en la ciudad de Betsur.
8 Cuando el rey oyó todo esto, quedó terriblemente angustiado y conmovido, y se enfermó de tristeza porque las cosas no habían sucedido como él deseaba. 9 Así pasó muchos días, con un gran abatimiento que se le renovaba, y cuando sintió que estaba por morir, 10 llamó a todos sus amigos y les dijo: «Ya no puedo dormir, y las inquietudes provocan una lucha en mi interior. 11 Me dije a mí mismo: ‘Cuando tenía el poder en mis manos era generoso y amado, ¿cómo he venido a parar en esta tristeza y esta amargura en la que me encuentro? 12 Me acuerdo de los males que hice en Jerusalén, cuando me apoderé de todos los objetos de plata y oro que había en ella, y ordené sin ningún motivo que fueran exterminados todos los habitantes de Judea. 13 Reconozco que por eso me han sobrevenido todos estos males, y ahora muero con gran tristeza en tierra extranjera’».14 Llamó entonces a Filipo, uno de sus amigos, y lo puso al frente de todo su reino, 15 le entregó la corona, el manto y el anillo, encargándole que educara a su hijo Antíoco y lo preparara para reinar. 16 El rey Antíoco murió en aquel lugar, en el año ciento cuarenta y nueve.
17 Cuando Lisias supo que el rey había muerto, puso en su lugar a su hijo Antíoco, que él había educado desde joven, y lo llamó con el nombre de Eupátor.[3]
Sitiaron la ciudadela de Jerusalén
1 Mac 1,33-35; 2 Mac 13,1-26; 11,12-33
18 Los que estaban en la ciudadela habían obligado a los israelitas a encerrarse en los alrededores del Templo, y buscaban hacerles toda clase de males y de ayudar a los paganos. 19 Judas decidió terminar con ellos y convocó a todo el pueblo para sitiarlos. 20 En el año ciento cincuenta se reunieron todos, la sitiaron y construyeron torres de asalto y máquinas de guerra. 21 Pero algunos pudieron escapar del cerco, y a estos se unieron unos renegados de Israel. 22 Fueron a encontrarse con el rey y le dijeron: «¿Cuándo harás justicia y vengarás a nuestros hermanos? 23 Nosotros servimos gustosamente a tu padre, obedecimos sus órdenes y cumplimos sus decretos. 24 Y, por esa razón, algunos compatriotas nuestros han sitiado la ciudadela, se han separado de nosotros y, además, si encuentran a alguno de los nuestros lo matan y se apoderan de nuestros bienes. 25 No solo nos atacan a nosotros, sino también a todos tus territorios. 26 Hoy mismo tienen sitiada la ciudadela de Jerusalén, con la intención de apoderarse de ella, y han fortificado el Templo y la ciudad de Betsur. 27 Si no te adelantas rápidamente a ellos, harán cosas peores y no podrás detenerlos».
El rey llevó el ejército por el camino de Betzacaría
28 Cuando el rey oyó esto, se enfureció y reunió a todos sus amigos y a los jefes del ejército y de la caballería. 29 También vinieron algunas tropas mercenarias de los reinos vecinos y de las islas del mar. 30 Su ejército contaba con cien mil soldados de infantería, veinte mil de caballería y treinta y dos elefantes entrenados para la guerra. 31 Fueron atravesando Idumea y acamparon en las cercanías de Betsur. La atacaron durante varios días. Construyeron máquinas de guerra, pero algunos salieron de la ciudad, las quemaron y lucharon valerosamente. 32 Judas dejó de sitiar la ciudadela y fue a acampar en Betzacaría, frente al campamento del rey.
33 A la mañana siguiente, muy temprano, el rey llevó el ejército con violencia por el camino de Betzacaría. Las tropas se dispusieron para el ataque y sonaron las trompetas. 34 A los elefantes les mostraron jugo de uvas y de moras, de color sangre, para excitarlos a la lucha. 35 Distribuyeron a los animales entre los batallones. Junto a cada elefante había mil hombres protegidos con corazas y cascos de bronce, y quinientos jinetes escogidos. 36 Todos seguían los movimientos del elefante, y se movían junto con él, sin apartarse de su lado. 37 Encima de cada animal había una torre de madera, fortificada y con techo, que se sujetaba al animal por medio de correas, y sobre cada una de ellas había cuatro guerreros que combatían, además del indio que conducía al elefante. 38 Al resto de la caballería la había ubicado a un lado y otro de los dos flancos del ejército, para hostigar al enemigo y proteger a los batallones. 39 Cuando el sol iluminaba sobre los escudos de oro y bronce, las montañas brillaban y resplandecían como antorchas. 40 Parte del ejército del rey se desplegó sobre la cumbre de la montaña, y algunos soldados sobre la parte inferior. Todos avanzaron con seguridad y ordenadamente. 41 Al oír el ruido que hacía aquella multitud con su marcha y el resonar de sus armas, se pusieron a temblar, porque era un ejército muy grande y fuerte. 42 Judas y su ejército se adelantaron en orden de batalla, y cayeron seiscientos hombres del ejército del rey. 43 Eleazar, llamado Avarán, vio que uno de los elefantes estaba protegido con la armadura real, y sobresalía por encima de los demás. Pensó que el rey iba en él, 44 y se entregó para salvar a su pueblo y alcanzar una fama eterna. 45 Corrió valientemente hacia el centro del batallón, matando a derecha e izquierda, y se separaban de él de un lado y del otro. 46 Se deslizó bajo el elefante, se colocó debajo de él y lo mató. El elefante cayó encima de Eleazar, que ahí mismo murió. 47 Al ver la fuerza del ejército real y la violencia de sus tropas, los hombres de Judas se retiraron.
Pusieron cerco al Templo durante mucho tiempo
Lv 25,1-7
48 Los del ejército real fueron a Jerusalén para enfrentarlos, y el rey puso sitio a Judea y al monte Sion. 49 Hizo la paz con los habitantes de Betsur, que salieron de la ciudad porque no tenían alimentos para resistir el asedio, ya que aquel era un año sabático. 50 Entonces el rey tomó Betsur y colocó allí un batallón para custodiarla. 51 Puso cerco al Templo durante mucho tiempo, y colocó torres de asalto, máquinas de guerra, catapultas para arrojar fuego y piedras, y aparatos para disparar proyectiles y flechas. 52 Los que estaban en el Templo hicieron también otras máquinas frente a estas, y lucharon durante mucho tiempo. 53 Pero no tenían víveres en los almacenes porque era un año sabático, y además los israelitas que se habían refugiado en Judea huyendo de los paganos habían consumido lo que quedaba de las provisiones. 54 De modo que como el hambre se hacía muy fuerte, en el Templo quedaron unos pocos hombres y los demás se fueron a sus casas.
55 El rey Antíoco, cuando todavía vivía, le había encargado a Filipo que educara a su hijo para que llegara a reinar. Cuando Lisias oyó que Filipo 56 había regresado de Persia y Media con las tropas que habían acompañado al rey, y que estaba tratando de apoderarse del gobierno, 57 se apresuró a ordenar que el ejército se pusiera en marcha, y dijo al rey, a los generales y a los soldados: «Cada día estamos peor y tenemos pocos víveres, el lugar que estamos sitiando está muy bien fortificado y los asuntos del reino nos reclaman. 58 Tendamos la mano a esta gente y hagamos la paz con ellos y con toda su nación. 59 Permitámosles que se gobiernen con sus propias leyes como antes, porque por haberles prohibido seguir sus costumbres se han enfurecido y han hecho todo esto».
60 Este consejo le pareció bien al rey y a los generales, y enviaron una propuesta de paz, que los israelitas aceptaron. 61 El rey y los generales se comprometieron con un juramento, y con estas condiciones los asediados salieron de la fortaleza. 62 El rey subió al monte Sion, y cuando vio las fortificaciones del lugar, violó el juramento que había hecho y ordenó que se demoliera la muralla que lo rodeaba. 63 Se puso en marcha rápidamente y regresó a Antioquía. Allí encontró que Filipo dominaba la ciudad. Lo atacó y tomó la ciudad por la fuerza.
Demetrio ocupó el trono real
2 Mac 14,1-4; Sal 79,2-3
7,1 En el año ciento cincuenta y uno, Demetrio,[4] el hijo de Seleuco, salió de Roma con unos pocos hombres, vino a una ciudad a orillas del mar, y allí se proclamó rey. 2 Cuando entró en el palacio real de sus antepasados, el ejército detuvo a Antíoco y a Lisias para entregárselos. 3 Le informaron del hecho, y dijo: «¡No quiero verles la cara!». 4 Entonces los soldados los mataron, y Demetrio ocupó el trono real. 5 Todos los israelitas apóstatas e impíos, guiados por Alcimo, que deseaba ser sumo sacerdote, fueron a verlo 6 y acusaron al pueblo ante el rey diciendo: «Judas y sus hermanos han matado a todos tus amigos, y a nosotros nos han expulsado de nuestra tierra. 7 Envía ahora un hombre de tu confianza, para que vaya, vea todos los estragos que nos han causado a nosotros y al territorio del rey, y los castigue a ellos y a todos los que los ayudan».
8 El rey eligió a Báquides, que era del grupo de los amigos del rey, y gobernaba el territorio del otro lado del Éufrates. Era una persona importante en el reino y gozaba de la confianza del rey. 9 Lo envió junto con el impío Alcimo, al que le confirió el sumo sacerdocio, y les ordenó que castigaran a los israelitas. 10 Ellos salieron y fueron al territorio de Judea con un gran ejército. Enviaron mensajeros a Judas y a sus hermanos, con mentirosas propuestas de paz. 11 Pero estos, al ver que venían con un gran ejército, no aceptaron sus propuestas. 12 Sin embargo, un grupo de expertos en la Ley fueron a reunirse con Alcimo y Báquides, buscando una solución justa. 13 Entre los israelitas, los primeros que pidieron la paz fueron los asideos, 14 porque decían: «Con este ejército ha venido un sacerdote de la familia de Aarón, y él no nos va a hacer ningún mal». 15 Báquides les habló pacíficamente y les juró: «No les haremos ningún mal ni a ustedes ni a sus amigos». 16 Entonces le creyeron, pero él mandó detener a sesenta de ellos y los mató en el mismo día, de acuerdo con lo que está escrito: 17 «Esparcieron los cadáveres y la sangre de tus fieles en torno a Jerusalén, y no hay quien los sepulte». 18 Todo el pueblo quedó aterrorizado y decían: «En ellos no hay verdad ni justicia, porque violaron el compromiso y el juramento que habían hecho».19 Báquides se retiró de Jerusalén y fue a acampar en Betset. Allí mandó detener a muchos de los hombres que se habían pasado a su lado y a algunos del pueblo, y los mató arrojándolos a un pozo profundo. 20 Puso el territorio bajo el poder de Alcimo y dejó un destacamento para que lo apoyara. Después regresó a donde estaba el rey.
Nicanor llegó a Jerusalén
2 Mac 14,5-36; 15,1-36
21 Alcimo luchaba para conservar el sumo sacerdocio. 22 Se le unieron todos los que habían perturbado al pueblo, dominaron el territorio de Judea y causaron mucho mal en Israel. 23 Judas vio que Alcimo y los que estaban con él hacían a los israelitas más mal que los paganos, 24 entonces salió a recorrer todo el territorio de Judea, se vengó de los apóstatas y les prohibió transitar por la región. 25 Cuando Alcimo vio que Judas y los que estaban con él se fortalecían, comprendió que no podía resistirles, y se dirigió al rey presentando graves acusaciones. 26 El rey envió entonces a Nicanor, uno de sus generales más famosos, enemigo que odiaba a Israel, con la orden de exterminar al pueblo. 27 Nicanor llegó a Jerusalén con un gran ejército, e hizo llegar falsos mensajes de paz a Judas y sus hermanos, diciendo: 28 «No haya guerra entre nosotros. Iré con unos pocos hombres para que nos encontremos en paz».29 Fue a donde estaba Judas y se saludaron pacíficamente. Los soldados estaban atentos para detener a Judas. 30 Pero Judas fue informado que Nicanor había venido a su encuentro con falsedad, entonces tuvo miedo de él y no quiso verlo más. 31 Nicanor comprendió que su plan había sido descubierto, y salió a combatir a Judas en las cercanías de Cafarsalama. 32 Del ejército de Nicanor cayeron como quinientos hombres, y los demás huyeron a la ciudad de David.
El ejército de Nicanor fue aplastado
2 Mac 14,31-36; 15,25-35; 2 Re 19,35; Is 37,36
33 Después de esto, Nicanor subió al monte Sion, y algunos sacerdotes y ancianos del pueblo salieron del Templo para saludarlo amigablemente y mostrarle el holocausto que se ofrecía por el rey. 34 Pero él se burló, se rio de ellos, profanó el sacrificio y les habló con insolencia. 35 Lleno de ira, juró: «Si no me entregan ahora mismo a Judas y a su ejército, cuando yo regrese vencedor incendiaré este Templo». Y se retiró terriblemente enfurecido. 36 Los sacerdotes entraron, se pusieron frente al altar de los holocaustos, de cara al santuario, y lloraron diciendo: 37 «Tú elegiste esta casa para que en ella se invoque tu nombre y sea casa de oración y de plegaria para todo tu pueblo. 38 Castiga a este hombre y a su ejército, que sean muertos por la espada. Acuérdate de sus blasfemias y no les des tregua».
39 Nicanor salió de Jerusalén y acampó en Betorón. Allí se le unió el ejército de Siria. 40 Judas acampó en Adasa, con tres mil hombres, e hizo esta oración: 41 «Cuando los enviados del rey de Asiria blasfemaron, salió tu ángel y mató a ciento ochenta y cinco mil de ellos. 42 De la misma manera destruye hoy a este ejército ante nosotros, para que todos los demás sepan que blasfemó contra tu santuario. Castígalo según su maldad».
43 Se enfrentaron en combate el día trece del mes de Adar, y el ejército de Nicanor fue aplastado. Nicanor fue el primero que cayó, 44 y cuando sus soldados vieron que había caído, arrojaron las armas y huyeron. 45 Los israelitas los persiguieron durante todo un día, desde Adasa hasta que llegaron a Guézer. Como iban tocando las trompetas detrás de ellos, 46 de todas las poblaciones judías de los alrededores salía gente que rodeaba a los que huían, y los acosaban, luchando contra ellos. Así cayeron todos al filo de la espada, hasta no quedar ninguno. 47 Los israelitas recogieron el botín y los pertrechos. También cortaron la cabeza y la mano derecha de Nicanor que había levantado con insolencia, las llevaron y las expusieron frente a Jerusalén. 48 El pueblo se alegró mucho. Celebraron ese día con una gran fiesta 49 y determinaron que todos los años se celebrara el día trece de Adar. 50 Por algunos días, la tierra de Judea estuvo tranquila.
Tuvo conocimiento de la fama de los romanos
81 Judas tuvo conocimiento de la fama de los romanos, que eran muy poderosos, que trataban muy bien a sus aliados, que hacían alianzas con los que se dirigían a ellos, y que eran muy poderosos. 2 Le relataron sus batallas y las hazañas que habían realizado entre los galos, cómo los habían dominado y los habían obligado a pagar tributos. 3 Lo que habían hecho en la región de España para apoderarse de las minas de plata y el oro que hay allí, 4 que, con su voluntad y su constancia, se habían apoderado de todo el territorio, a pesar de que es un lugar muy distante. Que habían derrotado completamente a los reyes que vinieron desde los confines de la tierra para luchar contra ellos, y que a los demás los obligaron a pagar tributo todos los años. 5 Que habían vencido en la guerra a Filipo y a Perseo, reyes de Quitim, y a todos los que los atacaron. 6 Que también habían vencido a Antíoco el grande, rey de Asia, que aunque vino a combatir contra ellos con ciento veinte elefantes, caballería, carros y un gran ejército, 7 lo capturaron vivo y les impusieron a él y a sus sucesores el pago de un elevado tributo, la entrega de rehenes y la cesión 8 de sus mejores provincias: India, Media y Lidia. Después de recibirlas, se las entregaron al rey Eumenes. 9 Los griegos planearon ir a exterminarlos, 10 pero los romanos lo supieron y enviaron a un solo general para que los combatiera; muchos de ellos murieron, tomaron prisioneros a sus mujeres y sus niños, los saquearon, se apoderaron de sus territorios, derribaron sus fortalezas y los sometieron a esclavitud hasta el día de hoy. 11 Destruyeron y sometieron a los demás reinos y a las islas que alguna vez les opusieron resistencia. Observaron las alianzas con sus amigos y con los que buscaron su apoyo. 12 Dominaron a los reyes cercanos y lejanos, y los que oían nombrar a los romanos sentían temor. 13 Pueden reinar aquellos a quienes ellos ayudan para que reinen, pero si quieren los deponen. Han alcanzado una inmensa grandeza. 14 Pero, en todo esto, ninguno de ellos se ciñe una corona ni se viste de púrpura para obtener beneficios, 15 sino que han establecido un senado, y cada día se reúnen trescientos veinte senadores que constantemente deliberan sobre las cuestiones referentes al bienestar del pueblo. 16 Cada año confían a un solo hombre la presidencia sobre ellos y el dominio sobre toda la nación. A este todos le obedecen, y no hay envidias ni celos.
Un pacto de amistad y alianza con los romanos
1 Mac 14,16-18; 2 Mac 4,11
17 Judas eligió a Eupólemo, hijo de Juan de Aco, y a Jasón, hijo de Eleazar, y los envió a Roma para que establecieran un pacto de amistad y alianza, 18 y para que los liberaran de la opresión, porque veían que los griegos sometían a Israel a la esclavitud. 19 Ellos fueron a Roma, y después de un viaje muy largo, entraron al senado, tomaron la palabra y dijeron: 20 «Judas, llamado Macabeo, sus hermanos y el pueblo de los judíos, nos han enviado para que establezcamos un pacto de paz, y para inscribirnos como amigos y aliados de ustedes». 21 Estas palabras fueron bien recibidas.
22 Esta es la copia de la carta que se grabó sobre tablas de bronce y se envió a Jerusalén para que sirviera de recordatorio de paz y de alianza: 23 «¡Salud para siempre a los romanos y al pueblo de los judíos, en el mar y en la tierra! ¡Que la espada y los enemigos estén lejos de ellos! 24 Si una guerra amenaza primero a Roma o a cualquiera de sus aliados en alguno de sus dominios, 25 la nación de los judíos luchará como aliada de ellos de todo corazón y como lo exijan las circunstancias. 26 Y a los atacantes no les darán ni les proveerán de trigo, armas, plata o barcos. Así lo establece Roma, y ellos observarán lo dispuesto, sin recibir recompensa. 27 De la misma forma, si una guerra amenaza primero a la nación de los judíos, los romanos lucharán con toda el alma como sus aliados, como lo exijan las circunstancias. 28 Y a los atacantes no se les dará trigo, armas, plata ni barcos. Así lo establece Roma y estas disposiciones se observarán sin engaño. 29 Estos son los términos concertados entre los romanos y el pueblo judío. 30 Si después de esto, unos u otros quisieran agregar o quitar algo, podrán hacerlo de común acuerdo, y lo que se cambie tendrá fuerza de ley. 31 Acerca de los males que el rey Demetrio ha hecho a los judíos, le hemos escrito diciéndole: ‘¿Por qué oprimes a nuestros amigos judíos, que son nuestros aliados? 32 Si vuelven a quejarse de ti, les haremos justicia y te haremos la guerra por mar y tierra’».
¡Cómo ha caído el valiente que salvaba a Israel!
91 Demetrio supo que Nicanor y su ejército habían muerto en la batalla, y envió por segunda vez a Báquides y a Alcimo a la tierra de Judea con el ala derecha de su ejército. 2 Ellos fueron por el camino de Galilea, sitiaron a Mesalot, en el territorio de Arbela, la tomaron y mataron a muchos. 3 En el primer mes del año ciento cincuenta y dos sitiaron Jerusalén. 4 Partieron de allí y fueron a Berea con veinte mil soldados y dos mil jinetes. 5 Judas había acampado en Elasa, y con él había tres mil hombres elegidos. 6 Cuando estos vieron un ejército tan numeroso, se atemorizaron, muchos huyeron del campamento, y no quedaron más que ochocientos hombres. 7 Judas vio que desertaban del campamento y que el combate era inminente, entonces se desalentó porque no tenía tiempo para volver a reunirlos. 8 Desalentado, dijo a los que habían quedado: «¡Adelante! ¡Ataquemos a nuestros enemigos! ¡Veamos si podemos presentarles combate!». 9 Ellos intentaban disuadirlo diciendo: «¡No podemos! ¡Salvemos ahora nuestras vidas! ¡Volveremos con nuestros hermanos y lucharemos contra ellos! ¡Somos muy pocos!». 10 Judas les respondió: «¡De ninguna manera! ¡No podemos huir ante ellos! ¡Si ha llegado nuestra hora, moriremos valientemente por nuestros hermanos! ¡No echemos una mancha sobre nuestra gloria!». 11 El ejército salió del campamento y enfrentó a los judíos. La caballería se dividió en dos escuadrones. Los que manejaban las hondas y los arqueros marchaban en la primera línea del ejército. Los más fuertes iban delante de todos. Báquides estaba en el ala derecha. 12 Las dos alas del ejército avanzaron, y sonaron las trompetas. Los soldados de Judas también tocaron las trompetas. 13 La tierra tembló por el estruendo del combate. La lucha se trabó desde el amanecer hasta la tarde. 14 Judas vio que Báquides y la parte más fuerte del ejército estaba a la derecha. Entonces todos los más valientes fueron con él 15 y derrotaron el ala derecha, persiguiéndolos hasta las montañas de Asdod. 16 Cuando los del ala izquierda vieron que el ala derecha había sido derrotada, fueron siguiendo a Judas, para atacarlo por la espalda. 17 Hubo una intensa lucha, y murieron muchos de los dos ejércitos. 18 Judas también cayó, y los demás huyeron. 19 Jonatán y Simón recogieron a su hermano Judas y lo sepultaron en el sepulcro de sus padres en Modín. 20 Todo Israel lo lloró e hizo un gran duelo por muchos días, y decían: 21 «¡Cómo ha caído el valiente que salvaba a Israel!». 22 El resto de las obras de Judas, sus batallas, sus hazañas y sus grandezas, no fueron escritas porque son innumerables.
III- JONATÁN
Jonatán tomó el mando
23 Después de la muerte de Judas, se levantaron los renegados en todos los territorios de Israel, y aparecieron todos los impíos. 24 En esa época hubo un hambre terrible, y la población se puso del lado de los renegados. 25 Báquides eligió hombres malvados y los puso como jefes de las regiones. 26 Estos buscaban a los amigos de Judas y se los llevaban a Báquides, que se vengaba de ellos y los insultaba. 27 En Israel hubo una tribulación tan grande como no la hubo desde que desaparecieron los profetas. 28 Los amigos de Judas se reunieron y le dijeron a Jonatán: 29 «Desde que murió tu hermano Judas no hay un hombre como él que salga a enfrentar a nuestros enemigos, a Báquides y a todos los que se oponen a nuestro pueblo. 30 Hoy te elegimos a ti para que en lugar de él seas nuestro jefe y nos guíes para que luchemos en las batallas». 31 En ese momento Jonatán tomó el mando y ocupó el lugar de su hermano Judas.
Vengaron el asesinato de su hermano
Am 8,10
32 Báquides lo supo y buscaba la forma de matarlo. 33 Cuando Jonatán, su hermano Simón y todos los que estaban con ellos fueron informados, huyeron al desierto de Tecoa y acamparon junto al estanque de Asfar. 34 Báquides se enteró y un día sábado fue con todo su ejército al otro lado del Jordán. 35 Jonatán envió a su hermano Juan, que estaba al frente del pueblo, para que fuera a pedir a sus amigos nabateos que le permitieran dejar con ellos su equipaje, que era muy grande. 36 Pero salieron los jambritas de Mádaba, apresaron a Juan y se fueron con el equipaje. 37 Después de esto, le informaron a Jonatán y a su hermano Simón que los jambritas celebraban una gran fiesta de bodas, y que desde Nabata, con gran pompa, conducían a la novia, que era hija de uno de los grandes magnates de Canaán. 38 Entonces se acordaron del asesinato de su hermano Juan y subieron a ocultarse en los repliegues de la montaña. 39 Al levantar la vista vieron un grupo de gente en medio de un gran bullicio, y al novio que salía a su encuentro, acompañado de sus amigos y sus hermanos, con tambores, músicos y armas. 40 Entonces salieron de su escondite y los mataron; muchos cayeron heridos y los demás huyeron a la montaña; ellos, por su parte, se apoderaron del botín. 41 De esta manera, «la boda se cambió en un duelo, y los cantos de los músicos en lamentos». 42 Así vengaron el asesinato de su hermano, y volvieron a las zonas pantanosas del Jordán. 43 Báquides lo oyó, y un día sábado fue con un gran ejército a las orillas del Jordán. 44 Entonces Jonatán dijo a los que estaban con él: «¡Vamos, luchemos para defender nuestras vidas! ¡La situación de hoy no es como la de ayer ni la de antes de ayer! 45 Por delante tenemos el combate, detrás está el Jordán, y a un lado y otro están los pantanos y el bosque. No hay por dónde escapar. 46 ¡Clamen a Dios para que nos salve de nuestros enemigos!». 47 Se desató el combate y Jonatán extendió su mano para herir a Báquides, pero este se apartó, retrocediendo. 48 Jonatán y los que estaban con él se arrojaron al Jordán y cruzaron nadando hasta la otra orilla, pero los de Báquides no cruzaron el río detrás de ellos. 49 Ese día murieron unos mil hombres de Báquides.
50 Báquides regresó a Jerusalén e hizo que en Judea construyeran ciudades fortificadas, con altas murallas, puertas y cerrojos: Emaús, Betorón, Betel, Timná, Faratón y Tefón, y la fortaleza de Jericó, 51 y en todas ellas puso guarniciones para que hostilizaran a Israel. 52 Fortificó también la ciudadela y las ciudades de Betsur y Guézer, y en ellas estableció tropas y depósitos de víveres. 53 Finalmente tomó como rehenes a los hijos de los jefes de la región y los dejó encarcelados en la ciudadela de Jerusalén. 54 En el segundo mes del año ciento cincuenta y tres, Alcimo ordenó demoler el muro del atrio interior del Templo, destruyendo así la obra de los profetas. Habían comenzado a demolerlo 55 cuando en ese momento Alcimo sufrió un ataque y la obra se detuvo. Su boca se cerró y quedó paralizada, de modo que no podía pronunciar ni una palabra ni disponer acerca de sus cosas. 56 En esa circunstancia, Alcimo murió en medio de terribles dolores. 57 Cuando Báquides supo que había muerto Alcimo, regresó a donde estaba el rey, y Judea estuvo en calma por espacio de dos años.
La espada no volvió a agitarse sobre Israel
58 Todos los que se habían apartado de la Ley se pusieron de acuerdo y dijeron: «Jonatán y su gente viven tranquilos y confiados. Hagamos venir ahora a Báquides para que los aprese a todos en una sola noche». 59 Entonces fueron a tratar con él, 60 y Báquides partió con un gran ejército. Envió cartas secretas a todos sus aliados de Judea para que detuvieran a Jonatán y a los suyos, pero no pudieron hacerlo porque el plan fue descubierto. 61 Los hombres de Jonatán presaron a unos cincuenta hombres de la región, los cabecillas de esta conspiración, y los mataron. 62 Jonatán, Simón y los suyos se retiraron a Betbasí, en el desierto, repararon lo que allí estaba destruido y lo fortificaron. 63 Cuando Báquides lo supo, reunió a toda su gente y dio órdenes a los que estaban en Judea. 64 Fue a sitiar Betbasí, la atacó durante largo tiempo y construyó máquinas de guerra. 65 Jonatán dejó en la ciudad a su hermano Simón, salió por la región acompañado de un número de hombres 66 y derrotó a Odomera y a sus hermanos, y a los hijos de Fasirón en su campamento. Después comenzó a atacar y a superar al ejército, 67 mientras que Simón y sus compañeros salían de la ciudad, incendiaban las máquinas de guerra, 68 entraban en combate contra Báquides y lo derrotaban.
Báquides cayó en profunda amargura porque su plan y su ofensiva habían sido en vano. 69 Entonces se enfureció contra los hombres apartados de la ley que le habían aconsejado que fuera a la región y mató a muchos de ellos. Después decidió regresar a su tierra. 70 Cuando Jonatán lo supo, envió a algunos ancianos para que fueran a encontrarse con él, hicieran un tratado de paz y consiguieran la devolución de los prisioneros. 71 Báquides los recibió, accedió a sus peticiones, juró que no les haría ningún mal durante toda su vida 72 y les entregó los cautivos que había tomado anteriormente en el territorio de Judea. Después se dirigió a su país y no regresó nunca más a la región de los judíos. 73 La espada ya no volvió a agitarse sobre Israel. Jonatán se estableció en Micmás, donde comenzó a gobernar al pueblo, y eliminó a todos los impíos del país.
Te constituimos sumo sacerdote de tu nación
101 En el año ciento sesenta, vino Alejandro Epífanes,[5] hijo de Antíoco, y tomó Tolemaida. Allí lo recibieron y se proclamó rey. 2 Cuando Demetrio lo oyó, formó grandes ejércitos y salió a enfrentarlo en una guerra. 3 También envió una carta amistosa a Jonatán, prometiéndole engrandecerlo, 4 porque decía: «Apresurémonos a hacer la paz con ellos antes de que Jonatán se una con Alejandro contra nosotros, 5 cuando se acuerde de todo el mal que les hicimos a él, a sus hermanos y a su pueblo». 6 Le concedía la facultad de formar ejércitos, fabricar armas y ser su aliado. Además ordenaba que le fueran entregados los rehenes que se encontraban en la ciudadela. 7 Jonatán fue a Jerusalén y leyó la carta en presencia de todo el pueblo y de los que estaban en la ciudadela. 8 Estos se atemorizaron cuando oyeron que el rey le concedía a Jonatán la facultad de reclutar ejércitos. 9 Entonces los que estaban en la ciudadela le entregaron a Jonatán los rehenes, y él los devolvió a sus padres.
10 Jonatán fue a vivir a Jerusalén, comenzó a reconstruir y restaurar la ciudad 11 y ordenó a los encargados de las obras que levantaran las murallas y que fortificaran el monte Sion rodeándolo con piedras cuadradas. Así lo hicieron. 12 Los extranjeros que residían en las fortalezas edificadas por Báquides huyeron, 13 cada uno abandonó su lugar y se fue a su propio país. 14 Pero en Betsur quedaron algunos de los que habían abandonado la Ley y sus preceptos porque allí tenían su refugio. 15 El rey Alejandro se enteró de las promesas que había hecho Demetrio a Jonatán. Cuando le informaron sobre sus guerras, los actos heroicos que él y sus hermanos habían realizado, y los padecimientos que habían soportado, 16 dijo: «¿Acaso encontraremos a otro hombre como este? ¡Hagámoslo amigo y aliado nuestro!».
17 Entonces le escribió una carta redactada en los siguientes términos y se la envió:
18 «El rey Alejandro saluda a su hermano Jonatán. 19 Hemos oído que eres un guerrero valiente y digno de ser nuestro amigo. 20 Por eso hoy te constituimos sumo sacerdote de tu nación y te nombramos amigo del rey, para que estés de nuestra parte y mantengas tu amistad».
Le envió además una vestidura de púrpura y una corona de oro. 21 Jonatán vistió los ornamentos sagrados con ocasión de la fiesta de las cabañas en el mes séptimo del año ciento sesenta, reclutó ejércitos y fabricó gran cantidad de armamentos.
Voy a escribirles con persuasivas promesas
22 Demetrio supo todo esto, se disgustó y dijo: 23 «¿Cómo hemos permitido que Alejandro se nos adelante ganándose la amistad y el apoyo de los judíos? 24 Yo también voy a escribirles con persuasivas promesas de cargos y regalos para que nos apoyen». 25 Y les envió una carta en los siguientes términos:
«El rey Demetrio saluda al pueblo de los judíos. 26 Hemos oído que ustedes han guardado la alianza que hicieron con nosotros, permanecieron como amigos nuestros y no se pasaron al bando de nuestros enemigos. Todo esto nos alegra. 27 Ahora bien, sigan siendo fieles a nosotros, y por nuestra parte les retribuiremos en abundancia por el bien que nos hacen. 28 Los eximiremos de muchos impuestos y les daremos regalos. 29 Desde ahora libero a todos los judíos del impuesto a la sal y a las coronas. 30 Desde hoy renuncio al tercio de la cosecha de los cereales y a la mitad del producto de los frutales que me pertenece; renuncio hoy y para siempre de lo que me corresponde recibir en la tierra de Judea, y en los tres distritos de Samaria y Galilea que están anexados a ella. 31 Jerusalén será ciudad santa y todo su territorio estará libre de impuestos y tributos. 32 Renuncio a mi autoridad sobre la ciudadela que está en Jerusalén y la entrego al sumo sacerdote para que establezca allí una guarnición de hombres que él elija. 33 A todos los judíos que hayan sido llevados cautivos desde la tierra de Judea a cualquier parte del reino los declaro libres sin pagar rescate y exentos de impuestos junto con sus ganados. 34 Todas las fiestas, los sábados, el principio de mes y los días dedicados al culto, tres días antes y tres días después de cada fiesta serán días de inmunidad y exención para todos los judíos que viven en mi reino, 35 y nadie tendrá autoridad para exigirles un pago o molestarlos por ningún motivo. 36 En el ejército del rey se alistarán treinta mil judíos, se les pagará como al resto de las tropas reales; 37 algunos de ellos serán asignados a las grandes fortalezas reales y otros tendrán cargos importantes en el reino. Sus jefes serán tomados de entre ellos mismos y vivirán de acuerdo con sus leyes, como lo ha dispuesto el rey para el territorio de Judea. 38 Los tres distritos de Samaria anexados a Judea formarán una sola región y no obedecerán a otra autoridad, sino solamente al sumo sacerdote. 39 Entrego Tolemaida y todos sus dominios al Templo de Jerusalén como donación para cubrir los gastos del lugar santo, 40 y yo añadiré cada año ciento cincuenta kilos de plata tomados de los ingresos reales de los lugares convenientes. 41 Y todo el excedente que no haya sido entregado por los funcionarios como en los años anteriores, a partir de ahora será entregado para las obras del Templo. 42 Además, los cincuenta kilos de plata que se tomaban de los ingresos del Templo en las cuentas de cada año, los cedo porque pertenecen a los sacerdotes que cumplen su ministerio. 43 Todo el que se refugie en el Templo de Jerusalén o en su recinto por tener deudas con el rey o por cualquier otra causa, quedará libre, así como todo lo que posea en mi reino. 44 Los gastos de la construcción y reparación del Templo correrán por cuenta del rey. 45 Los gastos de la reconstrucción de las murallas de Jerusalén, la fortificación de las defensas y la construcción de murallas en las ciudades de Judea también correrán por cuenta del rey».
46 Cuando Jonatán y el pueblo oyeron estas cosas no las creyeron ni las aceptaron, porque se acordaban de los grandes daños y la dura opresión que Demetrio había causado a Israel. 47 Se decidieron entonces por Alejandro, porque había sido el que primero les había hecho propuestas de paz, y fueron siempre sus aliados. 48 El rey Alejandro reunió un gran ejército y acampó frente a Demetrio. 49 Los dos reyes entraron en combate, el ejército de Demetrio huyó, pero Alejandro lo persiguió y lo dominó. 50 El combate se mantuvo muy firme hasta la puesta del sol. Aquel día murió Demetrio.
Instituyó a Jonatán como general y gobernador
51 Alejandro envió embajadores a Tolomeo,[6] rey de Egipto, para que le llevaran este mensaje:
52 «He regresado a mi reino, me senté en el trono de mis padres y he tomado el poder, porque derroté a Demetrio y he recuperado el gobierno de nuestro país. 53 Nos enfrentamos en un combate, él y su ejército quedaron vencidos, y nos hemos sentado en su trono real. 54 Ahora, establezcamos amistad entre nosotros: dame a tu hija como esposa, seré tu yerno, y a ti y a ella les ofreceré regalos dignos de tu dignidad».
55 El rey Tolomeo le respondió:
«¡Feliz el día en que regresaste al país de tus padres y te sentaste en su trono real! 56 Ahora, haré contigo lo que has escrito, pero quiero que vengas a mi encuentro en Tolemaida, para que nos veamos y seas mi yerno como has dicho».
57 En el año ciento sesenta y dos Tolomeo salió de Egipto con su hija Cleopatra y fue a Tolemaida. 58 El rey Alejandro salió a su encuentro, y él le entregó a su hija Cleopatra. La boda se celebró en Tolemaida, con gran esplendor, como hacen los reyes. 59 El rey Alejandro escribió a Jonatán, diciéndole que fuera a su encuentro. 60 Jonatán fue a Tolemaida con gran pompa y se presentó ante los dos reyes, les dio plata, oro y muchos regalos, como también a sus amigos, y fue bien visto por todos ellos. 61 Sin embargo algunos hombres de Israel, perversos y transgresores de la Ley, se reunieron para acusarlo ante el rey, pero este nos les hizo caso, 62 sino que ordenó que a Jonatán le quitaran sus ropas y lo vistieran de púrpura. Y así lo hicieron. 63 El rey lo sentó junto a él, y dijo a sus oficiales: «Salgan con él por en medio de la ciudad, y proclamen que nadie levante acusaciones contra él por ninguna causa, ni lo moleste por ningún motivo». 64 Todos los acusadores huyeron cuando vieron cómo se anunciaba su honor, y que vestía de púrpura. 65 El rey lo honró, lo inscribió entre sus primeros amigos y lo instituyó general y gobernador. 66 Jonatán regresó a Jerusalén con paz y alegría.
Los soldados de Apolonio fueron derrotados y huyeron
1 Mac 11,4; 1 Sm 5,1-5
67 En el año ciento sesenta y cinco, Demetrio,[7] hijo de Demetrio, llegó de Creta a la tierra de sus padres. 68 Cuando Alejandro se enteró, se disgustó mucho y regresó a Antioquía. 69 Demetrio confirmó a Apolonio como gobernador de Celesiria; este reunió un gran ejército, acampó en Yamnia y envió a decir al sumo sacerdote Jonatán: 70 «Tú eres el único que te levantas contra nosotros, y por tu culpa, yo he llegado a ser objeto de burla y de desprecio. ¿Por qué te haces fuerte contra nosotros en las montañas? 71 Si de veras confías en tu ejército, desciende ahora contra nosotros a la llanura, y nos mediremos allí, porque conmigo está la fuerza de las ciudades. 72 Pregunta y sabrás quién soy yo y quiénes son los que me ayudan. Ellos dicen que ustedes no se pueden mantener en pie ante nosotros, porque tus padres fueron derrotados dos veces en su tierra, 73 y ahora no podrás resistir a mi caballería ni a mi ejército en la llanura, porque no hay piedra, ni roca, ni lugar a donde huir». 74 Cuando Jonatán escuchó estas palabras de Apolonio, se envalentonó, eligió a diez mil hombres y salió de Jerusalén; su hermano Simón se presentó para ayudarlo. 75 Acampó frente a Jafa, pero los de la ciudad le cerraron las puertas, porque allí había una guarnición de Apolonio. La atacaron 76 y los de la ciudad, atemorizados, les abrieron las puertas y Jonatán se adueñó de Jafa. 77 Cuando Apolonio se enteró, preparó tres mil jinetes y un ejército numeroso, luego se puso en marcha hacia Asdod, simulando que iba a pasar por allí, pero en realidad se desplazaba hacia la llanura, porque tenía mucha caballería y confiaba en ella. 78 Jonatán lo persiguió hasta Asdod y los ejércitos entraron en combate. 79 Apolonio había dejado a mil jinetes ocultos detrás de ellos. 80 Jonatán se dio cuenta de que detrás de él venían estos soldados para emboscarlo. Los sirios rodearon su ejército, y estuvieron lanzando flechas contra el pueblo desde la mañana hasta el atardecer. 81 Pero la tropa de Jonatán se mantuvo en pie, como lo había ordenado, hasta que se cansaron los caballos de los enemigos. 82 Entonces Simón sacó su ejército, atacó a la falange que tenía la caballería cansada, y estos fueron derrotados y huyeron. 83 La caballería se dispersó por la llanura. Huyeron a Asdod, y para salvarse entraron en Bet-Dagón, el templo de su ídolo. 84 Jonatán incendió Asdod y las ciudades vecinas, tomó sus despojos e incendió el templo de Dagón, con los que se habían refugiado en él. 85 Los que cayeron a espada y los que fueron quemados, eran como ocho mil hombres. 86 Jonatán partió de allí, acampó en Ascalón, y sus habitantes salieron a recibirlo con grandes honores. 87 Después regresó a Jerusalén con los suyos, llevando grandioso botín. 88 Cuando el rey Alejandro se enteró de estos acontecimientos, honró todavía más a Jonatán. 89 Le envió un broche de oro como se acostumbra dar a los familiares de los reyes, y le otorgó en propiedad Ecrón, con todo su territorio.
Demetrio II comenzó a reinar
1 Mac 10,84
111 El rey de Egipto reunió un ejército tan numeroso como la arena que está junto a la orilla del mar, y también muchos barcos, porque buscaba apoderarse con engaño del reino de Alejandro, y agregarlo al suyo. 2 Partió hacia Siria con actitud pacífica, y los habitantes de las ciudades le abrían las puertas y salían a su encuentro, porque había una orden del rey Alejandro de recibir a Tolomeo, que era su suegro. 3 Pero, cuando Tolomeo entraba en las ciudades, en cada una de ellas dejaba una guarnición de soldados. 4 Al acercarse a Asdod, le mostraron el templo de Dagón incendiado, Asdod y las ciudades vecinas destruidas, los cadáveres dispersos, y los restos calcinados de los que cayeron en la guerra, porque los habían amontonado por donde él debía pasar. 5 Le contaron lo que había hecho Jonatán para que el rey lo reprobara, pero este guardó silencio. 6 Jonatán, con gran pompa, fue al encuentro del rey en Jafa, se saludaron y pasaron allí la noche. 7 Después Jonatán acompañó al rey hasta el río llamado Eléutero, y regresó a Jerusalén. 8 El rey Tolomeo se apoderó de las ciudades de la costa hasta Seleucia del Mar y meditaba planes siniestros contra Alejandro. 9 Envió embajadores al rey Demetrio, diciéndole: «Hagamos una alianza entre nosotros y reinarás en el reino de tu padre. Yo te daré a mi hija, la que tenía Alejandro. 10 Me arrepiento de haberle dado a mi hija, porque ha intentado matarme». 11 Calumniaba a Alejandro porque deseaba apoderarse de su reino. 12 Le quitó a su hija, y se la dio a Demetrio. De esta manera rompió con Alejandro y se puso de manifiesto la enemistad entre ellos.
13 Tolomeo entró en Antioquía y se puso la corona de Asia. De modo que llevaba sobre su frente dos coronas: la de Egipto y la de Asia. 14 En ese tiempo, el rey Alejandro se encontraba en Cilicia, porque los habitantes de aquellos lugares se habían rebelado. 15 Cuando Alejandro se enteró, vino a luchar contra Tolomeo, pero este salió a hacerle frente con un ejército poderoso y lo hizo huir. 16 Alejandro huyó a refugiarse en Arabia, mientras que el rey Tolomeo triunfaba. 17 El árabe Zabdiel cortó la cabeza a Alejandro y se la mandó a Tolomeo. 18 Pero el rey Tolomeo murió tres días después, y los suyos que estaban en las fortalezas fueron muertos por los que habitaban en ellas. 19 Demetrio comenzó a reinar en el año ciento sesenta y siete.
Demetrio II confirmó a Jonatán como sumo sacerdote
1 Mac 10,26-45.60.65
20 En esa época, Jonatán reunió a los de Judea para atacar la ciudadela de Jerusalén, y construyó contra ella muchas máquinas de guerra. 21 Entonces algunos hombres perversos que se habían apartado de la Ley y odiaban al pueblo fueron ante el rey y le informaron que Jonatán tenía asediada la ciudadela. 22 Al enterarse, se indignó y, levantándose de inmediato, se fue a Tolemaida. Le escribió a Jonatán para que no continuara el asedio, y fuera cuanto antes a encontrarse con él en Tolemaida. 23 Cuando Jonatán se enteró, ordenó continuar el asedio, eligió a algunos de los ancianos de Israel, y de los sacerdotes, y se expuso él mismo al peligro. 24 Tomando plata, oro, vestidos, y otros muchos regalos, fue ante el rey a Tolemaida, y fue bien recibido por él. 25 Algunos de los judíos apartados de la Ley, lo acusaron, 26 pero el rey lo trató como lo habían hecho los predecesores, y lo exaltó en presencia de todos sus amigos. 27 Lo confirmó como sumo sacerdote y en todos los honores que tenía antes, y lo puso en el número de sus primeros amigos. 28 Jonatán deseaba que el rey eximiera de impuestos a Judea, y también a los tres distritos de Samaria, y él, por su parte, le prometía unos diez mil kilos de plata. 29 El rey estuvo de acuerdo en todo esto, y contestó a Jonatán con esta carta:
30 «El rey Demetrio saluda a su hermano Jonatán y a la nación de los judíos. 31 Les enviamos a ustedes una copia de la carta que escribimos a nuestro pariente Lástenes acerca de ustedes, para que la conozcan»:
32 «El rey Demetrio saluda a su padre Lástenes. 33 Hemos decidido conceder favores a la nación de los judíos, que son nuestros amigos, observan lo que es justo con nosotros, y nos manifiestan buenos sentimientos. 34 Les confirmamos los territorios de Judea, y de los tres distritos de Ofrá, Lida y Ramá, separándolos de Samaria y uniéndolos ahora a Judea, con todas sus dependencias, a favor de los que hacen los sacrificios en Jerusalén. En cuanto a los impuestos reales sobre los productos de la tierra y de los frutos de los árboles, que antes el rey recibía cada año de parte de ellos, 35 los otros derechos que nos pertenecen sobre los diezmos, los tributos sobre la sal marina y las coronas, desde ahora quedan todos perdonados. 36 Jamás será derogada ni una de estas concesiones. 37 Hagan ahora una copia de este documento para que sea dado a Jonatán y sea colocado en un lugar visible del monte santo».
Los judíos quedaron cubiertos de gloria ante el rey
38 El rey Demetrio consideró que el país estaba en calma, y que nadie se le oponía, entonces permitió que todos sus ejércitos volvieran a su casa, excepto los extranjeros que había reclutado de las islas de las naciones. Esto provocó que se enemistaran con él todos los soldados de su padre. 39 Trifón, que antes había sido uno de los hombres de Alejandro, viendo que todos los soldados murmuraban contra Demetrio, se dirigió al árabe Imalcué, que educaba a Antíoco, hijo de Alejandro, 40 y lo presionó para que se lo entregara con la finalidad de hacerlo reinar en lugar de su padre. Permaneció allí muchos días y le contó todo lo que había hecho Demetrio, y el profundo odio que le tenían sus tropas.
41 Jonatán envió a pedir al rey Demetrio que sacara a los de la ciudadela de Jerusalén, y a los que estaban en las fortalezas porque eran hostiles a Israel. 42 Demetrio respondió a Jonatán: «No solo haré esto por ti y por tu pueblo, sino que a ti y a tu gente los llenaré de honores en cuanto encuentre oportunidad. 43 Por ahora, harás bien en enviarme hombres que luchen a mi favor, porque todos mis ejércitos se han retirado».
44 Jonatán envió tres mil hombres muy valientes a Antioquía. Ellos se presentaron ante el rey, y este se regocijó por su llegada. 45 Pero los habitantes se amotinaron en el centro de la ciudad y querían matar al rey. Eran como ciento veinte mil. 46 El rey se refugió en su palacio, y los habitantes de la ciudad se apoderaron de sus calles, y comenzaron a atacar. 47 El rey llamó a los judíos en su ayuda. Todos ellos se reunieron junto a él y se distribuyeron por la ciudad. Ese día mataron como unas cien mil personas, 48 incendiaron la ciudad, tomaron un inmenso botín, y en ese mismo día salvaron al rey. 49 Cuando los habitantes vieron que los judíos se apoderaban de la ciudad como querían, decayó su ánimo y clamaron, suplicándole al rey: 50 «¡Hagamos las paces y que los judíos dejen de combatir contra nosotros y contra la ciudad!». 51 Entonces arrojaron las armas e hicieron las paces. Los judíos quedaron cubiertos de gloria ante el rey, y ante todos los de su reino, y regresaron a Jerusalén llevando un inmenso botín. 52 El rey Demetrio ocupó su trono real, y el país estuvo tranquilo bajo su gobierno. 53 Pero engañó en todo cuanto prometió, y se enemistó con Jonatán, a quien no le correspondió su buen trato, sino que le causó muchos conflictos.
Jonatán derrotó a los partidarios de Demetrio II
54 Después de esto, Trifón regresó con Antíoco,[8] muy joven todavía, que fue proclamado rey y se puso la corona. 55 Todas las tropas que Demetrio había despedido se reunieron con Antíoco, y lucharon contra Demetrio, que huyó derrotado. 56 Trifón se apoderó de los elefantes y ocupó Antioquía. 57 El joven Antíoco escribió a Jonatán diciendo: «Te confirmo a ti en el sumo sacerdocio, te pongo a cargo de los cuatro distritos, y te cuento entre los amigos del rey». 58 Le envió una vajilla de oro, y un servicio de mesa, y lo autorizó para beber en copas de oro, vestirse de púrpura, y llevar un broche de oro. 59 A su hermano Simón lo constituyó general desde la Escalera de Tiro hasta los límites de Egipto.
60 Jonatán salió a recorrer la región del otro lado del Éufrates y sus ciudades; todas las tropas de Siria se reunieron para combatir junto con él. Llegó a Ascalón, y los habitantes de la ciudad salieron a su encuentro con honores. 61 De allí pasó a Gaza, pero los de Gaza le cerraron las puertas. Él la sitió, incendió sus alrededores y la saqueó. 62 Los habitantes de Gaza le imploraron. Entonces Jonatán les otorgó la paz, pero tomó como rehenes a los hijos de sus jefes y los envió a Jerusalén. Después atravesó la región hasta llegar a Damasco.
63 Jonatán se enteró de que los generales de Demetrio estaban en Cades de Galilea, con un numeroso ejército, dispuestos a hacerlo desistir de sus planes. 64 Salió a su encuentro, dejando a su hermano Simón en la región. 65 Simón acampó frente a Betsur, la combatió durante muchos días y la sitió. 66 Entonces le suplicaron que les concediera la paz, y él se la otorgó. Pero los expulsó de allí, tomó la ciudad y estableció en ella una guarnición. 67 Jonatán y su ejército acamparon junto al lago de Genesaret. Muy de madrugada partieron hacia la llanura de Jasor. 68 El ejército extranjero les salió al encuentro en la llanura, avanzando de frente, mientras dejaban preparada una emboscada contra Jonatán en los montes. 69 Los que estaban ocultos salieron de sus escondites y trabaron combate. 70 Todos los de Jonatán huyeron, y no quedó ninguno de ellos, excepto Matatías, hijo de Absalón y Judas, hijo de Calfí, que eran jefes de las tropas. 71 Jonatán rasgó sus vestiduras, se echó tierra sobre su cabeza e hizo oración. 72 Después regresó al combate, derrotó a los enemigos y los puso en fuga. 73 Cuando los soldados de Jonatán que habían huido lo vieron, regresaron con él, y junto con él los persiguieron hasta su campamento en Cades, y allí acamparon. 74 Aquel día cayeron como tres mil hombres de los enemigos. Después Jonatán regresó a Jerusalén.
Confirmaron y renovaron la amistad con los romanos
1 Mac 8,17-32; 12,20-23; 14,22; 15,15; 2 Mac 5,9
121 Cuando Jonatán advirtió que las circunstancias le eran favorables, escogió unos hombres y los envió a Roma, con el fin de confirmar y renovar la amistad con los romanos. 2 Envió también una carta a los espartanos y a otros lugares con el mismo propósito. 3 Ellos fueron a Roma, entraron al senado y dijeron: «El sumo sacerdote Jonatán y la nación de los judíos nos han enviado para renovar la amistad y la alianza con ustedes como antes.» 4 Los romanos les dieron cartas de recomendación dirigidas a las autoridades de cada lugar, para que pudieran volver en paz al país de Judá.
5 Esta es la copia de la carta que escribió Jonatán a los espartanos:
6 «El sumo sacerdote Jonatán, los ancianos de la nación, los sacerdotes y el resto del pueblo de los judíos saludan a los hermanos espartanos. 7 Ya hace tiempo que Areo, que reinaba entre ustedes, envió una carta al sumo sacerdote Onías, en la que decía que son hermanos nuestros como lo muestra la copia adjunta. 8 Onías recibió con honores al hombre que había sido enviado, y aceptó la carta en que se proponía alianza y amistad. 9 Aunque nosotros no necesitamos de estas cosas, porque tenemos para consolación los libros santos que están en nuestras manos, 10 hemos procurado enviar emisarios para renovar con ustedes la fraternidad y la amistad, de modo que no les seamos extraños, porque ya ha pasado mucho tiempo desde que ustedes nos enviaron su carta. 11 Por nuestra parte, los recordamos en todo tiempo y sin cesar, en las fiestas y en los demás días señalados, en los sacrificios que ofrecemos y en las oraciones, como es necesario y oportuno acordarse de los hermanos. 12 Nos alegramos de su gloria. 13 En cambio, a nosotros nos han asediado muchas dificultades y muchas guerras, y los reyes que están a nuestro alrededor nos han combatido. 14 Sin embargo, durante estas guerras no hemos querido molestarlos a ustedes ni a los demás aliados y amigos nuestros, 15 porque contamos con la ayuda que procede del cielo para rescatarnos de nuestros enemigos, y ellos han quedado humillados. 16 Hemos elegido a Numeno, hijo de Antíoco, y a Antípatro, hijo de Jasón, y los enviamos a los romanos para que renueven la amistad y la alianza que ya desde antiguo teníamos con ellos. 17 Les ordenamos también que los visiten a ustedes, los saluden y les entreguen nuestra carta sobre la renovación de nuestra fraternidad. 18 Ustedes harán bien en respondernos al respecto. 19 Y esta es la copia de la carta que ustedes enviaron a Onías: 20 ’Areo, rey de los espartanos, saluda al gran sacerdote Onías. 21 Hemos encontrado en un escrito que los espartanos y los judíos son hermanos y pertenecen a la raza de Abrahán. 22 Ahora que lo sabemos, ustedes harán bien en escribirnos acerca de su situación. 23 Nosotros les escribimos a ustedes: ’Sus ganados y sus bienes son nuestros, y las cosas nuestras son de ustedes’. Hemos ordenado que se informe a ustedes sobre estas cosas’».
Los enemigos huyeron
24 Jonatán fue informado de que los jefes de Demetrio habían regresado con tropas más numerosas que antes para hacerle la guerra. 25 Entonces partió de Jerusalén y les salió al encuentro en la región de Jamat, porque no quería darles oportunidad de que invadieran su país. 26 Envió espías al campamento enemigo, que al regresar le avisaron que estaban preparados para caer sobre ellos durante la noche. 27 Cuando se puso el sol, Jonatán ordenó a los suyos que permanecieran despiertos y que estuvieran armados durante toda la noche, preparados para el combate. Dispuso, además, centinelas alrededor del campamento. 28 Cuando los enemigos se dieron cuenta de que Jonatán y los suyos estaban preparados para la guerra, se atemorizaron y perdieron el valor. Entonces encendieron hogueras en su campamento y huyeron. 29 Jonatán y los suyos no lo supieron hasta la madrugada porque veían las hogueras encendidas. 30 Jonatán los persiguió, pero no los alcanzó porque habían cruzado ya el río Eléuteros. 31 Jonatán se volvió contra los árabes, llamados zabadeos, los derrotó y tomó su botín. 32 Después de levantar el campamento, fue hacia Damasco, y recorrió toda la región. 33 Entre tanto, Simón incursionó hasta Ascalón y las fortalezas vecinas. Después se volvió hacia Jafa y la ocupó, 34 porque se había enterado de que sus habitantes querían entregar la fortaleza a los partidarios de Demetrio, y puso allí una guarnición para vigilarla.
Se reunieron para reconstruir la ciudad
35 Cuando Jonatán regresó, convocó la asamblea de los ancianos del pueblo y se puso de acuerdo con ellos en construir una fortaleza en Judea 36 y elevar las murallas de Jerusalén. Decidieron también levantar un gran muro entre la ciudadela y la ciudad, para separarlas, de manera que la ciudadela quedara aislada y no pudieran ni comprar ni vender. 37 Se reunieron para reconstruir la ciudad, porque se había caído parte del muro del lado del este, el que da sobre el torrente, y restauraron la zona llamada Cafenat. 38 Simón, por su parte, reconstruyó Adida, en la Sefelá, la fortificó y le colocó puertas y cerrojos.
Detuvieron a Jonatán
1 Mac 11,39.54
39 Trifón pretendía ser rey de Asia, ponerse la corona y atacar al rey Antíoco. 40 Temió que Jonatán no se lo permitiera, y luchara contra él, por eso buscaba atraparlo para matarlo. Entonces se puso en camino y llegó a Betsán. 41 Jonatán salió a su encuentro con cuarenta mil hombres escogidos para la lucha y llegó a Betsán. 42 Cuando Trifón vio que venía con un ejército tan numeroso, temió atacarlo. 43 Entonces lo recibió con honores, y lo presentó a todos sus amigos, le dio regalos y mandó a todos sus amigos y a sus tropas que lo obedecieran como a él mismo. 44 Dijo a Jonatán: «¿Para qué molestaste a toda esta gente si no hay entre nosotros amenaza de guerra? 45 Envíalos ahora a sus casas, y vendrás conmigo a Tolemaida acompañado por unos pocos hombres que tú elijas. Te entregaré la ciudad, así como las demás fortalezas y el resto de las tropas, y todos sus funcionarios. Después regresaré y me iré, porque para eso he venido».
46 Jonatán le creyó, e hizo como le había dicho: despidió a los soldados, que partieron al país de Judá. 47 Separó para sí tres mil hombres, dejó dos mil en Galilea, y los otros mil lo acompañaron. 48 Pero, cuando Jonatán entró en Tolemaida, los habitantes cerraron las puertas de la ciudad, lo detuvieron y mataron con la espada a todos los que lo acompañaban. 49 Después Trifón envió tropas de infantería y de caballería a Galilea, y a la gran llanura para matar a todos los partidarios de Jonatán. 50 Pero estos, al enterarse de que lo habían aprehendido y lo habían matado junto con sus acompañantes, se animaron unos a otros y se unieron preparándose para el combate. 51 Cuando los perseguidores vieron que estaban dispuestos a luchar por su vida, regresaron. 52 Todos los judíos volvieron sanos y salvos a Judea, lloraron por Jonatán y sus compañeros, y se llenaron de mucho temor. Todo Israel hizo gran duelo. 53 Todas las naciones de alrededor pretendían aniquilar a los judíos y decían: «No tienen jefe, ni quien les ayude. Luchemos ahora contra ellos, y hagamos que todo el mundo los olvide».
IV- SIMÓN
Simón, tú eres nuestro jefe
131 Simón se enteró de que Trifón había reunido un gran ejército para ir contra Judá y destruirla. 2 Viendo que el pueblo estaba tembloroso y atemorizado, subió a Jerusalén, reunió al pueblo 3 y los animó diciéndoles: «Ustedes saben todo lo que mis hermanos, yo y la casa de mi padre hemos hecho por las leyes y por el santuario, las guerras y los sufrimientos que hemos padecido. 4 Por esto, por causa de Israel, han muerto todos mis hermanos y quedo yo solo. 5 De ninguna manera protegeré ahora mi vida en el momento de la tribulación, porque no soy mejor que mis hermanos. 6 Más bien, vengaré a mi pueblo, y al santuario, a sus mujeres y a sus hijos, porque todas las naciones se han reunido para aniquilarnos». 7 Apenas oyeron estas palabras, el ánimo del pueblo se enardeció, 8 y respondieron con voz fuerte: «Tú eres nuestro jefe, en lugar de Judas y de tu hermano Jonatán. 9 Dirige nuestra guerra, y haremos todo lo que nos digas». 10 Entonces reunió a todos los hombres aptos para la guerra, se apresuró a terminar las murallas de Jerusalén y la rodeó de fortificaciones. 11 Después envió a Jafa a Jonatán, hijo de Absalón, con una destacada tropa, expulsó a los que estaban en ella y se estableció allí.
Trifón mató a Jonatán
1 Mac 2,70; 12,52
12 Trifón partió de Tolemaida con un ejército numeroso para entrar en el país de Judea, y llevaba con él a Jonatán como prisionero. 13 Mientras tanto Simón acampó en Adida, frente a la llanura. 14 Cuando Trifón supo que Simón había reemplazado a su hermano Jonatán, y que estaba dispuesto para iniciar el combate contra él, le envió mensajeros para decirle: 15 «Tenemos preso a tu hermano Jonatán porque tenía una deuda con el tesoro real por los cargos que había desempeñado. 16 Envía ahora unos tres mil kilos de plata y a dos de tus hijos como rehenes, no sea que al verse libre se vuelva contra nosotros. Entonces lo soltaremos». 17 Simón, aunque se dio cuenta de que le hablaban con engaño, mandó buscar la plata y los hijos, para evitar que se suscitara gran enemistad de parte del pueblo 18 que diría: «Jonatán murió porque Simón no envió a Trifón la plata y a los niños». 19 Envió entonces a los hijos y los tres mil kilos de plata, pero Trifón lo engañó y no liberó a Jonatán.
20 Después de esto, Trifón salió a invadir el país y a destruirlo. Fueron haciendo un rodeo por el camino que lleva a Adora, porque Simón y su ejército se le adelantaba en todos los lugares a donde iba. 21 Los que estaban en la ciudadela enviaron mensajeros a Trifón, urgiéndolo para que fuera a ellos por el desierto y les llevara víveres. 22 Trifón preparó toda su caballería para ir, pero aquella noche hubo muchísima nieve por lo que no pudo salir. Entonces levantó el campamento y se fue a Galaad. 23 Cuando se acercó a Bascamá, mató a Jonatán, que fue sepultado allí. 24 Trifón dio la vuelta y regresó a su tierra.
Israel hizo gran duelo por Jonatán
25 Simón mandó recoger los huesos de su hermano Jonatán, y le dio sepultura en Modín, ciudad de sus padres. 26 Todo Israel hizo gran duelo por él, y lo lloraron durante mucho tiempo. 27 Simón edificó sobre la tumba de su padre y de sus hermanos un monumento alto y visible, de piedra pulida de ambos lados. 28 Erigió siete pirámides, una frente a otra para su padre, su madre y sus cuatro hermanos. 29 Las rodeó con altas columnas, y sobre ellas puso escudos para memoria eterna. Junto a los escudos esculpió naves que podían ser vistas por todos los que navegan en el mar. 30 Este sepulcro, que erigió en Modín, está hasta el día de hoy.
Simón, sumo sacerdote, general y jefe de los judíos
1 Mac 12,39; 2 Mac 14,4
31 Trifón traicionó al joven rey Antíoco, lo mató, 32 y reinó en su lugar, ciñéndose la corona de Asia,[9] y provocando grandes daños en el país. 33 Simón procedió a construir fortalezas en Judea, a las que rodeó de torres muy altas y de murallas elevadas con puertas y cerrojos, y almacenó víveres en las fortalezas. 34 Después eligió unos hombres y los envió para que fueran al rey Demetrio y consiguieran para el país una reducción en las deudas, porque todo lo que había hecho Trifón había sido rapiña. 35 El rey Demetrio le envió una respuesta sobre esto por medio de esta carta:
36 «El rey Demetrio saluda a Simón, sumo sacerdote y amigo de los reyes, a los ancianos y a la nación de los judíos. 37 Hemos recibido la corona de oro y la palma que ustedes nos enviaron; por nuestra parte, estamos dispuestos a sellar con ustedes una paz completa, y escribir a los que se ocupan de estos asuntos para que les otorguen el perdón de las deudas. 38 Permanecen firmes todas las decisiones que hemos tomado con respecto a ustedes, y también quedan en poder de ustedes las fortalezas que han construido. 39 Les perdonamos los errores y delitos que han cometido hasta el presente, así como la corona que todavía deben. Ya no se exigirá más cualquier otro impuesto que se cobraba en Jerusalén. 40 Y si algunos de ustedes desea alistarse para pertenecer a nuestra guardia, que se inscriba y haya paz entre nosotros».
41 El yugo de los gentiles que pesaba sobre Israel fue levantado en el año ciento setenta[10], 42 y el pueblo comenzó a escribir en los documentos y en los contratos: «En el primer año de Simón, sumo sacerdote, general y jefe de los judíos».
Simón acampó frente a Guézer
2 Mac 10,32-38
43 En ese tiempo, Simón acampó frente a Guézer, y la sitió con sus tropas. Acercó a la ciudad una máquina de asalto que había construido, atacó una torre y la tomó. 44 Cuando los que estaban en la máquina saltaron a la ciudad, se produjo una gran conmoción en ella. 45 Los habitantes de la ciudad, con sus mujeres e hijos, subieron a la muralla con los vestidos desgarrados, y clamaron a gritos pidiendo a Simón que les concediera la paz. 46 Le decían: «No nos trates según nuestras maldades, sino según tu misericordia». 47 Simón logró un acuerdo con ellos, y ya no los atacó, pero los expulsó de la ciudad. Después purificó las casas en las que había ídolos, y entró en la ciudad con himnos y bendiciones, 48 arrojó fuera de ella toda impureza y estableció allí hombres que practicaran la Ley. En la ciudad agregó fortificaciones y construyó una casa para él mismo.
Simón purificó la ciudadela
49 Los que vivían en la ciudadela de Jerusalén, estaban impedidos para salir, y no podían entrar al país para comprar y vender; por esto padecían mucho y varios de ellos murieron de hambre. 50 Le suplicaron a Simón que les concediera la paz. Él se la concedió, pero los expulsó de allí, y purificó la ciudadela de todo lo que la contaminaba. 51 El día veintitrés del segundo mes del año ciento setenta y uno, entraron en ella en medio de aclamaciones y llevando palmas, acompañados por liras, címbalos y arpas, himnos y cánticos, porque había sido vencido un gran enemigo de Israel. 52 Simón estableció que ese día se celebrara cada año con regocijo. Fortificó el monte del Templo que está junto a la ciudadela y habitó allí con los suyos. 53 Cuando Simón vio que su hijo Juan ya era un hombre responsable, lo constituyó jefe de todas las tropas. Juan residía en Guézer.
Simón buscó el bien para su pueblo
Zac 3,10; 8,4-5.12
141 El año ciento setenta y dos, el rey Demetrio reunió sus tropas y se encaminó a Media, con la intención de buscar ayuda para combatir contra Trifón. 2 Arsaces, el rey de Persia y de Media, se enteró de que Demetrio había entrado en sus territorios y envió a uno de sus generales para capturarlo vivo. 3 Este partió y derrotó al ejército, tomó prisionero a Demetrio y lo condujo a Arsaces, que lo encerró en la prisión. 4 La tierra de Judá estuvo en calma durante toda la vida de Simón.
Él buscó el bien para su pueblo,
al que siempre le agradó su autoridad
y su gloria.
5 Además de sus títulos de gloria
él tomó a Jafa como puerto,
y abrió un camino hacia las islas del mar.
6 Extendió las fronteras de su nación
y tomó posesión de todo su territorio.
7 Recuperó muchos cautivos;
se adueñó de Guézer, de Betsur, y de la ciudadela;
quitó de ella toda impureza y no hubo quien se le opusiera.
8 Cultivaban sus campos en paz,
la tierra producía sus cosechas
y los árboles del llano sus frutos.
9 Todos los ancianos, sentados en las plazas,
hacían comentarios sobre el bienestar,
y los jóvenes lucían magníficos uniformes militares.
10 Proveyó de alimentos a las ciudades
y las protegió con instrumentos de defensa.
Su fama llegó hasta los confines de la tierra.
11 Logró la paz en todo el país
e Israel gozó de gran alegría.
12 Cada uno se sentaba bajo su viña y su higuera,
sin que nadie los inquietara.
13 En el país ya no hubo quien le hiciera guerra,
y en aquellos días los reyes quedaron derrotados.
14 Apoyó a todos los humildes de su pueblo,
se esforzó por cumplir la Ley
y expulsó a todos los impíos y malvados.
15 Cubrió de gloria el santuario
y multiplicó los vasos sagrados.
Roma y Esparta renovaron la amistad y la alianza
1 Mac 8,17-32; 12,1-23
16 En Roma y Esparta tuvieron noticia de que había muerto Jonatán, y esto les produjo profunda tristeza. 17 Pero cuando fueron informados de que su hermano Simón lo sucedía como sumo sacerdote y gobernaba en el país y en sus ciudades, 18 le enviaron un escrito sobre tablas de bronce, con el que renovaban con él la amistad y la alianza de recíproca defensa que habían establecido con sus hermanos Judas y Jonatán. 19 Este escrito fue leído ante la asamblea de Jerusalén.
20 Esta es la copia de la carta que enviaron los espartanos:
«Los jefes y la ciudad de los espartanos saludan al sumo sacerdote Simón, a los ancianos, a los sacerdotes y a todo el pueblo de los hermanos judíos. 21 Los embajadores que enviaron ustedes a nuestro pueblo nos han dado noticias de su gloria y honor, y nos han causado gran alegría con su visita. 22 Lo que ellos han dicho lo hemos registrado con estos términos en las actas públicas: ‘Numenio, hijo de Antíoco, y Antípatro, hijo de Jasón, embajadores de los judíos, han venido para renovar la amistad con nosotros. 23 Le agradó al pueblo recibir con honor a estos hombres, y colocar la copia de sus palabras en los archivos públicos, para que el pueblo espartano tenga un recuerdo de este acontecimiento. Una copia de este escrito fue enviada al sumo sacerdote Simón’». 24 Después de estos acontecimientos, Simón ordenó a Numenio que fuera a Roma y llevara un enorme escudo de oro de cuatrocientos cincuenta kilos de peso, para confirmar la alianza que habían hecho con ellos.
¿Cómo podemos agradecer a Simón y a sus hijos?
1 Mac 12,53; 13,12.33.43-52
25 Cuando el pueblo se enteró de estos hechos, dijeron: «¿Cómo podemos agradecer a Simón y a sus hijos? 26 Porque se mantuvo firme, combatió y alejó a los enemigos de Israel, y restableció la libertad. Lo mismo han hecho sus hermanos y la familia de su padre». Entonces grabaron un texto sobre placas de bronce y las colocaron en unas columnas en el monte Sion.
27 Esta es la copia de la inscripción:
«El día dieciocho del mes de Elul del año ciento setenta y dos, el año tercero del gran sumo sacerdote Simón, en Asaramel, 28 en la gran asamblea de los sacerdotes, del pueblo, de los jefes de la nación y de los ancianos del país, se nos informó que 29 en las frecuentes guerras que se produjeron en el país, Simón, hijo de Matatías, sacerdote descendiente de la familia de Yoarib, y sus hermanos se expusieron al peligro y enfrentaron a los opositores de su pueblo, con el fin de mantener su santuario y la Ley, logrando gran gloria para su nación. 30 Jonatán mantuvo unida a su nación, y llegó a ser su sumo sacerdote, hasta que fue a reunirse con sus antepasados. 31 Los enemigos de Israel quisieron invadir el país, y extender sus manos contra el santuario de Israel. 32 Entonces Simón se levantó y luchó por su nación, gastó mucho de su dinero para armar a los soldados del ejército de su nación y para darles su paga. 33 Edificó fortalezas en las ciudades de Judea, y en Betsur, que está en los límites de Judea, puso una guarnición de soldados judíos donde antes había soldados enemigos. 34 También edificó una fortaleza en Jafa, que está junto al mar, y en Guézer, ubicada en los límites de Asdod, donde antes habitaban los enemigos, instaló judíos y les dio todo lo que les era necesario para su manutención. 35 Cuando el pueblo vio la fidelidad de Simón, y la gloria que quería lograr para su nación, lo constituyeron su jefe y sumo sacerdote, porque había hecho todas estas cosas y había procurado la justicia, y la fidelidad para su nación y había buscado por todos los medios enaltecer a su pueblo. 36 Durante su vida, por su medio, se logró expulsar a los gentiles del país y de la ciudad de David, en Jerusalén, donde habían construido una fortaleza de la que salían para profanar los alrededores del santuario, causando gran injuria contra su santidad. 37 Instaló en ella soldados judíos, la fortificó para seguridad del país y de la ciudad y elevó las murallas de Jerusalén.
38 Y por todo esto, el rey Demetrio le confirió el sumo sacerdocio, 39 lo hizo uno de sus amigos, y lo exaltó con grandes honores, 40 porque supo que los romanos decían que los judíos eran sus amigos, aliados y hermanos, y habían tratado honoríficamente a los embajadores de Simón. 41 También había sido informado de que a los judíos y a los sacerdotes les habían parecido bien que Simón fuera su jefe y sumo sacerdote para siempre, hasta que apareciera un profeta digno de crédito, 42 que fuera su gobernador, tuviera bajo su responsabilidad el cuidado del santuario, designara a los que debían ocuparse de las obras que se realizaran en él, y cuidara de la administración del país, de las armas y de las fortalezas; 43 que debía ser obedecido por todos; que todos los documentos públicos del país debían redactarse en su nombre; que se vistiera de púrpura y llevara adornos de oro.
44 A ninguna persona del pueblo, ni a los sacerdotes, se les permite desobedecer alguna de estas disposiciones, ni oponerse a lo que él haya dicho, ni convocar a reunión en el país sin su permiso, ni vestirse de púrpura, ni llevar broche de oro. 45 Quien hiciera algo contra estas disposiciones, o las rechazara, será digno de castigo».
46 Todo el pueblo concedió a Simón poder para actuar conforme a estas disposiciones. 47 Simón aceptó y estuvo de acuerdo en ejercer el sumo sacerdocio, ser general y jefe supremo de los judíos y de los sacerdotes, y estar al frente de todos. 48 Determinaron que este documento se grabara en láminas de bronce, que estas se colocaran en un lugar visible en el interior del santuario, 49 y que las copias se depositaran en el tesoro del Templo, para que estuvieran a disposición de Simón y sus hijos.
Antíoco persiguió a Trifón
15,1 Antíoco,[11] hijo del rey Demetrio, envió una carta desde las islas del mar a Simón, sacerdote y jefe supremo de los judíos, y a toda la nación. 2 Este era el contenido de la carta:
«El rey Antíoco saluda a Simón, sumo sacerdote y jefe supremo, y a la nación de los judíos. 3 Como algunos perversos han usurpado el reino de nuestros padres, quiero recuperar el reino a fin de restablecerlo como estaba antes. He reclutado muchas tropas y he preparado naves de guerra; 4 quiero hacerme presente en el país, para castigar a los que lo han arruinado y han desolado muchas ciudades de mi reino. 5 Ahora confirmo todas las dispensas de pagos que te concedieron los reyes que me precedieron y los demás privilegios que te otorgaron. 6 Te permito que en tu país acuñes tu propia moneda, 7 que Jerusalén y el santuario sean libres, y queden en tu poder todas las armas que has preparado y las fortalezas que has construido y ahora ocupas; 8 y te sea condonado ahora y para siempre todo cuanto debes, y cuanto deberás al tesoro real. 9 Cuando hayamos tomado posesión de nuestro reino, te honraremos a ti, a tu nación, y al Templo con grandes honores, de manera que la gloria de ustedes sea reconocida en todo el mundo».
10 El año ciento setenta y cuatro, Antíoco partió hacia el país de sus padres, y se unieron a él todos los ejércitos, de manera que pocos se quedaron con Trifón. 11 Antíoco persiguió a Trifón, que huyó a Dor, a orillas del mar, 12 porque veía los males que se acumulaban sobre él, y que había sido abandonado por todos los ejércitos. 13 Antíoco, con doce mil soldados de infantería y ocho mil de caballería, acampó frente a Dor, 14 puso sitio a la ciudad mientras las naves atacaban desde el mar. La ciudad quedó cerrada por tierra y por mar, y no se permitía que nadie saliera ni entrara en ella.
Los romanos renovaron su alianza con los judíos
1 Mac 8,17; 12,6; 14,22.24
15 Numenio y sus compañeros llegaron de Roma, trayendo cartas para los reyes, y para los países, escritas en estos términos:
16 «Lucio, cónsul de los romanos, saluda al rey Tolomeo. 17 Los embajadores de los judíos, como amigos y aliados, han venido a nosotros, enviados por el sumo sacerdote Simón y por su pueblo, para renovar nuestra antigua amistad y alianza, 18 y han traído un escudo de oro de unos cuatrocientos cincuenta kilos. 19 Por eso nos pareció bien escribir a los reyes y a los países, que no les causen males, que no les hagan guerra, ni a sus ciudades ni a su país, y que no se alíen con quienes los atacan. 20 Estuvimos de acuerdo en recibir de ellos el escudo. 21 Así, si algunos perversos han huido de su país, y se han refugiado con ustedes, entréguenlos al sumo sacerdote Simón, para que los juzgue de acuerdo con su ley».
22 Envió la misma carta al rey Demetrio, a Atalo, a Ariarates, a Arsaces, 23 y a todos los países: a Sansame, a los espartanos, a Delos, a Mindo, a Sición, a Caria, a Samos, a Panfilia, a Licia, a Halicarnaso, a Rodas, a Fasélida, a Cos, a Side, a Arados, a Górtina, a Gnido, a Chipre, y a Cirene. 24 También enviaron una copia de esta carta al sumo sacerdote Simón.
Antíoco se enemistó con Simón
1 Mac 11,53
25 El rey Antíoco estaba acampado frente a Dor, en las cercanías, y continuamente lanzaba el ejército contra ella; había construido máquinas de guerra y mantenía sitiado a Trifón, para que nadie pudiera salir ni entrar. 26 Simón le envió dos mil soldados de infantería escogidos para que lucharan contra Trifón, y también plata, oro y suficiente material. 27 Pero Antíoco no quiso recibirlas. Por el contrario, anuló todo lo que había acordó antes y se enemistó con él. 28 Le envió a Atenobio, uno de sus amigos, para que se encontrara con él y le dijera:
«Ustedes ocupan Jafa, Guézer y la ciudadela de Jerusalén, ciudades que pertenecen a mi reino. 29 Asolaron su territorio, hicieron grandes daños en el país y se apoderaron de muchos lugares de mi reino. 30 Entreguen ahora las ciudades que tomaron y los tributos de los lugares de los que se han apoderado fuera de los límites de Judea. 31 Si no, entréguenme por ellas dieciséis mil kilos de plata y otros dieciséis mil por la destrucción que causaron, y por los impuestos de las ciudades. De lo contrario, iremos para hacerles la guerra.»
32 Atenobio, el amigo del rey, llegó a Jerusalén y quedó sorprendido al ver el esplendor de Simón, la vajilla de oro y de plata, y la numerosa servidumbre. Le comunicó las palabras del rey, 33 y Simón le respondió: «No hemos tomado tierra extranjera ni nos hemos apoderado de bienes ajenos, sino de la heredad de nuestros padres, que por un tiempo había estado tomada injustamente por nuestros enemigos. 34 Cuando se presentó la oportunidad, recuperamos la heredad de nuestros padres. 35 En cuanto a Jafa y Guézer, que tú reclamas, hicieron grandes daños al pueblo y a nuestro país; te daremos unos tres mil kilos de plata por ellas». 36 Atenobio no le respondió, sino que regresó furioso a ver al rey, e informarle de esta respuesta, del esplendor de Simón, y de todo lo que había visto. El rey se indignó muchísimo.
Antíoco ordenó a Cendebeo que acampara frente a Judea
37 Trifón subió a una nave y huyó a Ortosia. 38 El rey designó a Cendebeo como jefe militar de la zona marítima, y le entregó tropas de infantería y de caballería, 39 con la orden de acampar frente a Judea, reconstruir Cedrón, fortificar sus puertas y luchar contra el pueblo. Mientras tanto, el rey perseguiría a Trifón. 40 Cendebeo llegó a Yamnia, comenzó a provocar al pueblo, a invadir Judea, a tomar cautivos y a matar gente del pueblo. 41 Reconstruyó Cedrón y estableció allí caballerías y tropas, con el propósito de salir a inspeccionar los caminos de Judea, como le había ordenado el rey.
Cendebeo y su ejército fueron derrotados
1 Mac 2,64-68; 13,3; 14,26
161 Juan subió de Guézer para informar a su padre Simón de lo que estaba haciendo Cendebeo. 2 Simón llamó a sus dos hijos mayores, Judas y Juan, y les dijo: «Yo, mis hermanos y la familia de mi padre hemos luchado contra los enemigos de Israel desde nuestra juventud hasta el día de hoy, y muchas veces se consiguió liberar a Israel con nuestras manos. 3 Pero ahora ya soy viejo, y ustedes, por la misericordia de Dios, están en buena edad. Tomen mi lugar y el de mi hermano, salgan a luchar por nuestra nación, y que el auxilio del cielo los proteja».
4 Escogió del país a veinte mil hombres combatientes y jinetes, que marcharon contra Cendebeo y pasaron la noche en Modín. 5 A la madrugada se levantaron y se encaminaron a la llanura, donde vieron un gran ejército de infantería y de caballería que venía a su encuentro. Había entre ellos un torrente. 6 Juan y su tropa acamparon frente a ellos, y cuando vio que sus soldados tenían miedo de atravesar el torrente, él lo atravesó primero. Al verlo, sus hombres cruzaron detrás de él. 7 Como la caballería de los contrarios era muy numerosa, dividió su tropa y colocó a la caballería en medio de la infantería. 8 Tocaron las trompetas. Cendebeo y toda su gente fueron derrotados. Muchos de ellos cayeron y los demás huyeron hacia la fortaleza. 9 Entonces fue herido Judas, el hermano de Juan. Juan los persiguió hasta llegar a Cedrón, que Cendebeo había edificado. 10 Huyeron hacia las torres que hay en los campos de Asdod, y Juan les prendió fuego. Cayeron unos dos mil de ellos y Juan regresó en paz a Judea.
Cayeron sobre Simón y lo mataron
11 Tolomeo, hijo de Abubos, había sido designado general de la llanura de Jericó, y tenía mucha plata y oro, 12 porque era yerno del sumo sacerdote. 13 Su corazón se llenó de orgullo y pretendió apoderarse del país. Mediante engaños quería deshacerse de Simón y de sus hijos. 14 Simón, atendiendo a su cargo, estaba inspeccionando las ciudades del país. En el mes undécimo, que es el mes de Sebat, del año ciento setenta y siete, bajó a Jericó con sus hijos Matatías y Judas. 15 El hijo de Abubos los recibió con engaño en una fortaleza muy pequeña, llamada Doc, que él había construido, y les ofreció un gran banquete. Él tenía escondidos allí a unos hombres. 16 Cuando Simón y sus hijos estaban ebrios, Tolomeo y los suyos se levantaron, tomaron sus armas y, en medio del banquete, cayeron sobre Simón y lo mataron a él, a sus dos hijos y a algunos de sus servidores. 17 Cometió una gran traición, y devolvió mal por bien.
18 Tolomeo escribió al rey, le informó sobre lo que había sucedido y le pidió que le enviara tropas para que lo ayudaran y así pudiera entregarle el país y las ciudades. 19 Mandó además a otras personas a Guézer para que mataran a Juan. También envió cartas a los comandantes para que se pusieran de su parte, prometiéndoles plata, oro y regalos. 20 Envió además a otros para que se apoderaran de Jerusalén y del monte del Templo. 21 Pero uno se adelantó corriendo y avisó a Juan, que estaba en Guézer, que habían muerto su padre y sus hermanos, y añadió: «Tolomeo también mandó matarte a ti». 22 Cuando lo escuchó, quedo fuera de sí, detuvo a los hombres que iban para matarlo y los mató, porque sabía que habían ido para asesinarlo.
23 Los demás hechos de Juan, sus guerras, las hazañas que realizó, la construcción de las murallas, y demás empresas que llevó a cabo 24 desde el día en que fue designado sumo sacerdote, en lugar de su padre, todo esto está escrito en el libro de los anales de su pontificado.
[1] Antíoco IV Epífanes gobernó entre los años 175-164 a. C.
[2] 15 de diciembre del año 164 a. C., al cumplirse el tercer aniversario de la profanación (1,59).
[3] Es el rey Antíoco V Eupátor, que reinó entre los años 164-162 a. C.
[4] Es el rey Demetrio I Sóter, que reinó entre los años 161-150 a. C.
[5] Es el rey Alejandro Balas, que reinó entre los años 150-145 a. C.
[6] Es el rey Tolomeo VI Filométor, que reinó entre los años 180-145 a. C.
[7] Es el rey Demetrio II, que reinó entre los años 145-115 a. C., con un intervalo mientras estuvo prisionero de los partos (años 140-129 a. C.).
[8] Es el rey Antíoco VI, que reinó entre los años 144-142 a. C.
[9] Trifón reinó entre los años 142-138 a. C., mientras Demetrio II estaba como prisionero de los persas.
[10] Según la tradición judía, este acontecimiento habría tenido lugar el día 27 de mayo del año 142 a. C.
[11] Es el rey Antíoco VII Sidetes, que reinó entre los años 139-129 a. C. Era hijo de Demetrio I y hermano de Demetrio II.