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ATRAS

(16 capítulos)

SEGUNDA CARTA A TIMOTEO


Saludo inicial


Pablo a Timoteo, amado hijo


11 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, según la promesa de vida hecha en Cristo Jesús, 2 a Timoteo, amado hijo: gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro Señor.

3 Doy gracias a Dios a quien sirvo con una conciencia limpia, siguiendo a mis progenitores, y me acuerdo de ti constantemente en mis oraciones noche y día. 4 Al recordar tus lágrimas, anhelo verte para llenarme de alegría, 5 pues traigo a mi memoria la sinceridad de tu fe, la que habitó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy convencido de que también arraigó en ti.


1,1-5: El autor de 2 Timoteo toma el nombre y autoridad de Pablo para recordar y reinterpretar sus enseñanzas para una comunidad de tradición paulina que enfrenta desafíos diversos a los del Apóstol; este procedimiento, llamado pseudoepigrafía, no extrañaba en aquella época. Tal como en las Cartas auténticas, Pablo es presentado como apóstol o enviado de Jesucristo según el querer del Padre (2 Cor 1,1). A Timoteo, su «amado hijo» en la fe, se le desean los bienes propios de quien ha sido redimido por Cristo: «gracia, misericordia y paz» (2 Tim 1,2; 2,1). El saludo se completa con la acción de gracias a Dios (1,3-5) en la que no faltan los recuerdos personales que el autor conoce de Pablo. Los motivos para dar gracias a Dios son los propios de las Cartas pastorales: por la fe recibida que ha echado raíz en la vida y por el testimonio de los mayores conservado con conciencia limpia. La fe que fue conservada y transmitida en la familia gracias al protagonismo femenino (Loida y Eunice), hizo del joven Timoteo un testigo de la sana enseñanza. 


1,1-2: Rom 1,7 / 1,2: 1 Tim 1,2 / 1,3-5: Rom 1,8-15 / 1,4: Hch 20,36-38 / 1,5: Hch 16,1


I

Exhortación a la fidelidad


1,6-2,13. La exhortación a ser fiel, tema destacado en las Cartas pastorales, se desarrolla en los pasajes que siguen. En el primero (1,6-18) se pide una doble fidelidad: al don recibido por la «imposición de mis manos» (1,6), que hizo de Timoteo un servidor de Dios para la comunidad, y a la vocación recibida revelada por la primera venida o encarnación de «nuestro Salvador» (1,10). En los otros dos pasajes (2,1-7 y 2,8-13) también se pide una doble fidelidad: a lo que Timoteo debe transmitir y que ha recibido por tradición apostólica, y a los muchos testigos a quienes debe imitar en medio de sus sufrimientos, sobre todo a Pablo. Que Timoteo no pierda de vista que la fidelidad del ministro se sustenta en la de su Señor, quien permanece él mismo, pues no puede negarse a sí mismo (2,13). 


Te recomiendo que reavives el don de Dios


6 Por esta razón, te recomiendo que reavives el don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. 7 Porque Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y dominio de sí. 8 Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor ni tampoco de mí, su prisionero; al contrario, con la fuerza que proviene de Dios, comparte conmigo el sufrimiento por el Evangelio. 9 Él nos salvó y nos llamó a una vocación santa no por nuestras obras, sino por su propio designio y por la gracia que nos fue concedida en Cristo Jesús desde la eternidad, 10 la que ahora ha sido manifestada mediante la aparición de nuestro Salvador, Jesucristo. Él destruyó la muerte e irradió la luz de la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio, 11 del cual yo fui constituido mensajero, apóstol y maestro. 12 Por esta razón padezco todo esto, pero no me avergüenzo, porque sé bien en quien he puesto mi confianza y estoy convencido de que él es poderoso para conservar lo que me ha confiado hasta el día final.

13 Con fe y con el amor que está en Cristo Jesús, toma como ejemplo la sana enseñanza que escuchaste de mí. 14 Conserva el precioso bien que se te ha confiado por medio del Espíritu Santo que habita en nosotros.

15 Ya sabes que todos los de Asia me abandonaron, entre ellos Figelo y Hermógenes. 16 Que el Señor, en cambio, tenga misericordia de Onesíforo y su familia, porque con frecuencia me animó y no se avergonzó de que estuviera encarcelado; 17 al contrario, cuando vino a Roma me buscó hasta encontrarme. 18 Que el Señor le conceda encontrar su misericordia en aquel día final, pues bien sabes cuánto nos ayudó en Éfeso.


1,6-18: El anuncio del Evangelio que suscita la fe se transmite por la labor fiel de quienes son sus testigos. Según 2 Timoteo, Pablo es un importante eslabón entre Cristo y las comunidades cristianas no judías de tradición paulina insertas en el mundo grecorromano. La transmisión de la fe requiere de estos testigos cualificados de la Buena Noticia acerca de Jesucristo. Y Timoteo ha sido constituido uno de ellos por la imposición de manos de Pablo y del grupo de presbíteros (1 Tim 4,14). De este modo, se le transmitió aquel ministerio o servicio específico y eclesial de anunciar con autoridad el Evangelio, es decir, que se accede a la salvación de Dios sólo por la fe en Jesucristo (Rom 1,16-17), «precioso bien» que hay que conservar y transmitir (2 Tim 1,14). Así Pablo, que fue constituido «mensajero, apóstol y maestro» (1,11), establece a otros –en perfecta continuidad– para que realicen la tarea que él recibió del Salvador (2,2). Nada se obtiene en virtud de méritos personales, sino por designio de Dios y su gracia. Así como hay quienes se mantienen fieles, como Onesíforo y los suyos, hay otros que abandonan el proyecto de Dios, como Figelo y Hermógenes; de aquí la permanente necesidad de reavivar los dones de Dios (1,6), verbo que en griego también significa “mantener atizado el fuego”. 


1,6: Hch 6,6 / 1,7: Rom 8,15 / 1,8: Ef 3,1 / 1,9: Rom 3,27-28; 4,2.5 / 1,10: 1 Cor 15,54-57; Heb 2,14 / 1,11: 1 Tim 1,11; 2,7 / 1,12: Mc 8,38 / 1,13: 1 Tim 1,10 / 1,14: 1 Tim 6,20 / 1,18: 2 Pe 3,10


Hazte fuerte con la gracia de Cristo Jesús


21 Y tú, hijo mío, hazte fuerte con la gracia de Cristo Jesús. 2 Lo que has escuchado de mí ante muchos testigos confíalo a hombres dignos de crédito que sean también idóneos para enseñar a otros. 3 Como buen soldado de Cristo Jesús comparte conmigo los sufrimientos. 4 Ninguno, cuando ingresa a la vida militar, se enreda en asuntos civiles, para poder así agradar a quien lo reclutó en sus filas. 5 Lo mismo un atleta: no recibe el premio si no compite ajustándose al reglamento. 6 El campesino que se esfuerza en su trabajo es quien primero tiene derecho a recibir su parte de los frutos. 7 Reflexiona lo que digo, y el Señor te ayudará a comprenderlo todo.


2,1-7: Con la mención de tres oficios (soldado, atleta, campesino) se insiste en la fidelidad en la transmisión de la enseñanza recibida (nota a 1,6-2,13). Si el soldado se debe por entero a su vida militar y su comandante, así el «buen soldado de Cristo» a combatir por la fe (2,3), enseñando el Evangelio y cuidando la comunidad (2 Cor 10,3-6). El atleta, si quiere la corona de la victoria (1 Cor 9,24-25), tiene que ser fiel a lo reglamentado, de modo contrario quedará descalificado. El campesino que con sacrificio cumple su tarea tiene derecho a los frutos que le corresponden. Timoteo, pues, es invitado a vivir su servicio como un fiel soldado, atleta y campesino. De él, por tanto, se espera dedicación, esfuerzo permanente, lealtad a la enseñanza recibida que se remonta al Señor por el testimonio de los apóstoles, y esperanza confiada en Dios y en su gracia (1 Tim 4,10; 1 Cor 15,10). Así Timoteo podrá guardar y entregar a otros el hermoso depósito recibido (2 Tim 1,14), exigencias y conceptos cercanos al derecho romano y griego que exigía fidelidad absoluta a los depósitos confiados, que incluía su devolución íntegra en caso de daño. No debió ser fácil entender estas enseñanzas, puesto que se invita a dejarse ayudar para comprenderlas (2,7).


2,2: 1 Tim 6,20 / 2,3: Flp 1,29; 3,10 / 2,3-4: Flp 2,15 / 2,5: Flp 3,12-14 / 2,6: 1 Cor 9,7-10


Si somos infieles, él permanece fiel


8 Acuérdate de Jesucristo, de la descendencia de David, resucitado de entre los muertos, conforme a mi Evangelio, 9 por el cual sufro hasta encontrarme encadenado como un malhechor. ¡Pero la Palabra de Dios no está encadenada! 10 Por eso permanezco firme en todo por causa de los elegidos, para que también ellos obtengan la salvación que está en Jesucristo, junto con la gloria eterna. 11 Digna de crédito es esta afirmación: 

Si morimos con Cristo, viviremos con él; 

12 si permanecemos firmes, reinaremos con él;

si lo negamos, él también nos negará; 

13 si somos infieles, él permanece fiel,

porque no puede negarse a sí mismo. 


2,8-13: ¡Cómo no amar a Jesucristo si es siempre fiel! Gracias a él, Pablo, aún en prisión, sigue siendo fiel y libre para anunciar a tiempo y a destiempo la Palabra de Dios a los gentiles (4,1; Gál 1,16; 2,7; Flp 1,12-14). El ministro podrá estar encarcelado, pero la Palabra jamás está encadenada por ser de Dios y contener su fuerza y soberanía. La causa de la lealtad del Apóstol es la fidelidad de Jesucristo, la que se confiesa recogiendo un precioso y antiguo himno de carácter bautismal (2 Tim 2,11b-13): quien confiesa a Cristo y participa de su muerte y resurrección, recibirá la vida y el Reino del Señor; y si incluso llegara a negarlo, Cristo seguirá siendo fiel con él. La participación del discípulo en la vida de Cristo es tan íntima que Pablo inventa verbos griegos difíciles de traducir: “con–morir, con–vivir, con–reinar” (2,11-12; Rom 6,6; 8,17). La lealtad de Cristo y la inserción en su vida es el garante de la fidelidad de su discípulo. 


2,8: Rom 1,3-4 / 2,9: Lc 23,32 / 2,10: Col 1,24 / 2,11: Gál 2,19-20; 1 Tim 1,15 / 2,12: Mt 10,32-33 / 2,13: Nm 23,19; Rom 3,3-4


II

Firmeza ante doctrinas falsas y fortaleza ante dificultades


2,14-3,9. Se le ofrece a Timoteo una guía práctica de cómo enfrentar las falsas doctrinas, las discusiones y, sobre todo, las malas conducta (2,14-21 y 3,1-9), junto con sus conflictos a causa de su edad juvenil (2,22-26). Se dan en la comunidad controversias permanentes, algunas importantes como acerca de la resurrección de los muertos (2,18), y se ven malas prácticas que afectan el caminar en la fe y la comunión. Luego, se invita a Timoteo a controlar su impaciencia juvenil y a vivir las disposiciones propias de quien ejerce autoridad: la amabilidad en el trato, la capacidad de enseñar y la paciencia en los sufrimientos. 


Eviten las discusiones vanas


14 Recuerda estas cosas y adviérteles en presencia de Dios que eviten las discusiones vanas, que no sirven de nada si no es para perjuicio de quienes las escuchan. 15 Esfuérzate por presentarte de tal modo ante Dios que te hagas digno de su aprobación, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, siguiendo rectamente la Palabra de la verdad. 16 Evita, en cambio, conversaciones profanas, porque conducen cada vez más a la impiedad. 17 El discurso de esa gente se extiende como gangrena. Tal es el caso de Himeneo y de Fileto 18 quienes, al afirmar que la resurrección ya ocurrió, se desviaron de la verdad, pervirtiendo la fe de algunos. 19 Pero el cimiento sólido de Dios se mantiene firme y tiene esta inscripción: El Señor conoce a los que son suyos [Nm 16,5; Eclo 17,26], y esta otra: Que se aparte de la maldad todo el que pronuncia el nombre del Señor [Is 26,13] 20 En una casa grande no sólo hay vasijas de oro y plata, sino también de madera y barro, y mientras unas son para usos nobles, las otras, para usos comunes. 21 Así pues, quien se conserve limpio de estas cosas, será una vasija destinada a usos nobles, santificada, útil a su dueño y disponible para toda obra buena. 


2,14-21: Mediante apasionadas polémicas centradas en genealogías, leyendas o mythos se expanden, «como gangrena», doctrinas extrañas a las que muchos dan crédito (2,17; 1 Tim 1,3-4). La responsabilidad del que está a cargo de la comunidad es transmitir el Evangelio o «la Palabra de la verdad» (2 Tim 2,15; Col 1,5) con la conciencia de que no es dueño del contenido ni del encargo, los que provienen de Jesucristo, origen de la cadena, gracias al testimonio de tantos. Cristo es el garante de la fidelidad, cimiento sólido puesto por Dios. Con los que sean fieles se realizará lo de la inscripción: «El Señor conoce a los que son suyos» (2 Tim 2,19), la que con términos análogos se grababa en un edificio público o en un documento enterrado con los cimientos. Además de soldado, atleta y campesino (nota a 2,1-7), Timoteo tiene que ser como obrero que no deja de trabajar para que su comunidad acepte y obedezca el Evangelio y conozca la verdad. La comparación de la Iglesia con una «casa grande» (2,20) en la que hay todo tipo de objetos nobles y comunes es una invitación a hacerse instrumento santificado y útil por la aceptación de la recta enseñanza y la práctica de la recta conducta (Mt 13,47-50; 1 Tim 3,15).


2,14-16: Tit 1,13-14 / 2,17: 1 Tim 1,20 / 2,18: Rom 6,5-11; 1 Tim 6,21 / 2,19: Jn 10,14-15 / 2,20: Rom 9,21


Un servidor del Señor no debe ser conflictivo


22 Huye de los deseos desordenados propios de la juventud y persigue la rectitud de vida, la fe, el amor y la paz junto con los que invocan al Señor con un corazón limpio. 23 Evita las controversias necias e insensatas, sabiendo que generan conflictos. 24 Un servidor del Señor no debe ser conflictivo, sino amable con todos, apto para enseñar, paciente en las pruebas 25 y capaz de instruir con humildad a los adversarios, confiando que Dios les conceda la conversión, para que conozcan la verdad. 26 Así, al darse cuenta de su condición, escapen de la trampa del Diablo que los tenía cautivos al servicio de su voluntad. 


2,22-26: Continúa la exhortación a evitar discusiones inútiles, causa de abandono de la fe y divisiones. La imagen de esclavo o «servidor del Señor» (2,24), que se agrega a las de soldado, atleta, campesino y obrero (nota a 2,14-21), acentúa la pertenencia a Cristo y las consecuencias que se derivan para el cuidado de la comunidad. Como Jesucristo y el mismo Pablo (Gál 1,10; Tit 1,1), quien sea siervo del Señor tiene que tener un ánimo sereno y un comportamiento pacífico, resolver los conflictos, no generarlos, porque ante todo debe sobresalir su bondad y cordialidad. A la vez, tiene que ser veraz en la enseñanza y corregir con misericordia y conforme a la verdad a los que provocan controversias y divisiones. Si esta es la tarea que le espera, Timoteo no puede dejarse llevar por las pasiones de su edad juvenil. El ser joven, contando con el debido control, no es impedimento para asumir responsabilidades de liderazgo, ni para relaciones pacíficas y edificantes, ni para ser modelo de seguimiento del Señor (1 Tim 4,12).


2,22: 1 Tim 6,11 / 2,23: Tit 1,14 / 2,24: Is 42,3 / 2,25: Gál 6,1 / 2,26: 1 Jn 2,14


En los últimos días habrá momentos difíciles


31 Tú tienes que saber esto: en los últimos días habrá momentos difíciles, 2 porque los hombres serán egoístas, codiciosos, vanidosos, arrogantes, blasfemos, rebeldes con sus padres, ingratos, sacrílegos, 3 incapaces de amar, desleales, calumniadores, desenfrenados, crueles, enemigos del bien, 4 traidores, temerarios, engreídos, más amantes de los placeres que de Dios, 5 y aparentarán practicar la religión, pero su conducta lo negará. ¡Apártate de ellos!

6 A este grupo pertenecen los que se meten en las casas para seducir mujeres cargadas de pecados y arrastradas por deseos desordenados de todo género, 7 mujeres que siempre están aprendiendo sin nunca alcanzar el conocimiento de la verdad. 8 Y así como Janés y Jambrés se opusieron a Moisés, así también esos se oponen a la verdad, hombres de mente pervertida, descalificados en la fe. 9 Pero no llegarán muy lejos, porque todos se darán cuenta de su insensatez, como sucedió con Janés y Jambrés.


3,1-9: Los últimos tiempos no serán fáciles (4,3-4; 1 Tim 4,1-2). Antes de la venida del Señor, según la enseñanza común, reinará la maldad en el mundo (2 Tes 2,1-3). La lista de males no sólo es larga, sino también muy variada (Rom 1,29-32). Cuando el mal esté en su apogeo, se manifestará Jesucristo como Salvador y Señor glorioso. Entre tanto se debilitará el conocimiento de Cristo (recta enseñanza) como la vida en Cristo (recta conducta) y descollarán aquellos que aparentan ser religiosos, pero que en realidad niegan al Señor con su conducta, oponiéndose a la Verdad, como Janés y Jambrés a Moisés. Fuera de Moisés, los otros dos nombres no aparecen en la Biblia, pero la tradición popular judía los atribuye a los hechiceros del Faraón que se oponían al plan de Dios de liberar a los hebreos de Egipto (Éx 7,11-12). Su mención aquí, refiriéndose a maestros y misioneros embaucadores (2 Tim 3,13), pone en oposición la maldad del hombre con el plan de Dios. El discípulo está invitado a vivir su éxodo: salir de la maldad y sustentar su vida en Cristo, fundamento de su esperanza en alcanzar la plenitud de la salvación (4,18).


3,1: Hch 2,16-21 / 3,2-4: Rom 1,31 / 3,5: Mt 7,15.21 / 3,7: Hch 17,21 / 3,8: 1 Tim 2,3-4 / 3,9: 1 Tim 6,9


III

Nueva exhortación a la fidelidad


3,10-4,8. A la primera exhortación a Timoteo a ser fiel al ministerio que se le confió por la imposición de manos (nota a 1,6-2,13), sigue esta segunda. La fidelidad se aborda ahora a partir de los modelos de fe y conducta que deben inspirar la vida del joven Timoteo: por un lado, Pablo, su maestro y padre en la fe (3,10-13 y 4,1-8), y –por otro– la familia de Timoteo, en particular su abuela Loida y su madre Eunice (3,14-17). 


Tú persevera en lo que aprendiste


10 Tú, en cambio, has seguido mi enseñanza, mi manera de actuar, mis designios, mi fe, mi paciencia, mi amor, mi perseverancia, 11 mis persecuciones y sufrimientos, como los que tuve en Antioquía, Iconio y Listra. ¡Qué persecuciones tuve que soportar y de todas me libró el Señor! 12 Y es que todos los que deseen llevar una auténtica vida religiosa en Cristo Jesús serán perseguidos. 13 En cuanto a los perversos y embaucadores, irán de mal en peor, engañando a otros y siendo ellos engañados. 

14 Tú, en cambio, persevera en lo que aprendiste y crees con firmeza. Sabes de quiénes lo aprendiste 15 y que desde pequeño conoces las Sagradas Escrituras, las que pueden darte la sabiduría que lleva a la salvación por la fe en Cristo Jesús. 16 Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para la enseñanza, la persuasión, la corrección y la educación en la rectitud, 17 a fin de que el hombre de Dios esté bien capacitado y equipado para realizar toda obra buena. 


3,10-17: Domina el tono de despedida. Para animar la fidelidad a Cristo y su enseñanza, Timoteo debe recordar dos modelos que bien conoce (nota a 3,10-4,8). El de Pablo, quién le enseñó que la persecución es parte de la vida cristiana (3,12; 1 Tes 3,4), lo llevó al conocimiento de Cristo, le dio ejemplo de conducta irreprochable y de confianza a toda prueba en el Señor que libra de los enemigos. Y el de Loida, su abuela, y Eunice, su madre judía y creyente, por las que Timoteo no sólo aprendió los contenidos de la fe, sino también cómo arraigar su vida en Cristo (2 Tim 1,5). Timoteo aprendió en la familia a conocer el designio de Dios contenido en el Antiguo Testamento, el que comprendió a la luz de la salvación realizada por Cristo (Lc 24,25-27; 2 Cor 3,14-17). Gracias a su abuela y a su madre, se familiarizó con las palabras “de Dios”, es decir, inspiradas por él (2 Pe 1,19-21), por lo que son “sus palabras”, rebosantes de aquella sabiduría y fuerza que conducen al Salvador. Para conducirnos en el bien nadie mejor que Dios mismo, auténtico pedagogo que mediante las Escrituras nos lleva al conocimiento y amor de su Palabra, Jesucristo (2 Tim 2,16), nos educa en la santidad y nos prepara para servir mediante toda clase de obras buenas. 


3,11: Sal 34,19 / 3,12: Mt 5, 10-11 / 3,15: 1 Mac 12,9; 2 Mac 8,23 / 3,16: Heb 4,12; 2 Pe 1,21 / 3,17: 1 Tim 6,11


Anuncia la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo


41 En presencia de Dios y de Jesucristo, quien el día de la manifestación de su Reino juzgará a vivos y muertos, te advierto encarecidamente: 2 anuncia la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, corrige y exhorta con toda paciencia y conforme a la enseñanza. 

3 Porque, en efecto, vendrá un momento en el que los hombres no soportarán la sana enseñanza, sino que, arrastrados por sus propios deseos desordenados, se rodearán de maestros por el placer de oír novedades 4 y no sólo apartarán los oídos de la verdad, sino que también darán crédito a las leyendas. 

5 Tú, en cambio, sé sobrio en todo, soporta los sufrimientos, realiza tu tarea de evangelizador y lleva a cabo por completo tu ministerio.

6 Yo, por mi parte, estoy a punto de ser derramado como sacrificio de libación y el momento de mi partida es inminente. 7 He peleado el buen combate, he concluido la carrera, he conservado la fe. 8 Sólo me queda recibir la corona de los justos que el Señor, el justo juez, me concederá en el día final y no sólo a mí, sino también a todos los que esperan con amor su manifestación. 


4,1-8: Frente a la muerte de Pablo y el juicio final, se exhorta una vez más a Timoteo a la fidelidad en el servicio encomendado (nota a 1,6-2,13). La exhortación se funda en la convicción de que el Señor volverá como justo juez, y quiere que los suyos se presenten ante él sin tener de qué avergonzarse (2,15). El servicio pedido a Timoteo es suscitar la fe en Cristo Jesús, el Salvador, mediante el anuncio de la Palabra que, por ser «de Dios», es Palabra de verdad que ni mentiras ni maldades pueden encadenar (2,9). A diferencia de otras palabras que se expanden como gangrena (2,17), la Palabra de Dios es portadora de vida, porque enseña, corrige y prepara para el bien (3,16-17). Al igual que los tiempos de hoy, Timoteo desempeña su servicio evangelizador en medio de una profunda crisis, pues con facilidad se opta por leyendas o mythos y por una vida libertina (3,2-5). Por esto la insistencia en la coherencia de vida, en la auténtica enseñanza y en el servicio de exhortar y reprender (Tit 1,9.13; 2,15). Una vez más es invitado a imitar a Pablo (2 Tim 3,10-11): así como la vida del Apóstol es como la sangre de los sacrificios que se derrama en ofrenda agradable a Dios, así la vida del misionero se derrama en libación para que Dios bendiga con la fe y la salvación a los que le encomendó (2 Tim 2,10; Flp 2,17). 


4,1: Hch 10,42 / 4,3-4: 1 Tim 4,1 / 4,6: Éx 29,40; Nm 28,7 / 4,7: 1 Cor 9,24; Heb 12,1 / 4,8: Sab 4,2; 5,16; 1 Pe 5,4


IV

Encargos y recomendaciones


El Señor me otorgará la salvación en su Reino celestial


9 Ven a verme cuanto antes, 10 porque Dimas me abandonó por apego a este mundo y se fue a Tesalónica, y Crescente a Galacia y Tito a Dalmacia. 11 El único que está conmigo es Lucas. Recoge a Marcos y tráelo contigo, pues será de gran ayuda en mi ministerio. 12 A Tíquico lo envié a Éfeso. 13 Cuando vengas, tráeme el manto que dejé en Tróade en casa de Carpo, y también los libros, en especial los pergaminos. 14 Alejandro, el herrero, me ha hecho mucho daño: el Señor le retribuya conforme a sus obras. 15 También tú ten cuidado con él, porque se ha opuesto con tenacidad a nuestras palabras.

16 En mi primera defensa ante el tribunal nadie me acompañó, al contrario, todos me abandonaron. ¡Que Dios no se lo tenga en cuenta! 17 Pero el Señor sí me asistió y me fortaleció, para que por mí la predicación se llevara a cabo por completo y la escucharan todos los no judíos. ¡Fui librado de la boca del león! 18 Y el Señor me seguirá librando de toda obra mala y me otorgará la salvación en su Reino celestial. 

A él sea la gloria por los siglos de los siglos. ¡Amén!


4,9-18: El pasaje es un resumen biográfico e idealizado de Pablo que, en base a Colosenses y Filemón, nos aporta preciosas informaciones de los últimos días del Apóstol y de la vida de una comunidad de discípulos que, inserta en el mundo grecorromano, va dejando ya de formar parte de la segunda generación de cristianos (70-110 d.C.). El caminar comunitario está hecho de encuentros y desencuentros, de unos que viven y anuncian su fe incorporados a su comunidad y de otros que, por apego a este mundo, dejan de lado la fe y la recta conducta, e incluso, como Alejandro, se convierten en encarnizados enemigos. El ministerio agobia y se necesita toda la colaboración posible. Olvidando antiguas rencillas (Hch 15,37-40), el médico Lucas debe llevar a Marcos a Roma para ayudarle a Pablo. Estas idas y venidas eran la ocasión propicia para trasladar lo que se necesita (manto, rollos de pergamino…). El Apóstol está solo y, aunque según parece, fue absuelto de los cargos, nadie lo asistió como abogado, testigo o amigo (2 Tim 4,16-17), pues ninguno se arriesgó a cargar con las graves consecuencias de compartir la deshonra de quien fue acusado ante la autoridad imperial. Timoteo, como Pablo, también será estigmatizado. Sin embargo, quien siempre permanece fiel es Dios y, porque es la fortaleza de Pablo, el relato concluye con una alabanza a Dios (4,18b).


4,10: Rom 15,19; Gál 2,3; Flm 24 / 4,11: Hch 13,13; Col 4,14 / 4,12: Hch 20,4 / 4,13: Hch 16,8-11 / 4,14: Sal 62,11-12; Prov 24,12; Rom 2,5-6 / 4,16: Hch 28,30-31 / 4,17: Sal 22,21; Dn 6,17-25 / 4,18: Rom 16,27


Saludo final


La gracia esté con ustedes


19 Saluda a Prisca, a Aquila y a la familia de Onesíforo. 

20 Erasto se quedó en Corinto, y a Trófimo tuve que dejarlo enfermo en Mileto. 21 Apresúrate a venir antes del invierno. 

Te saludan Eubulo, Pudente, Lino, Claudia y todos los hermanos. 

22 El Señor esté con tu espíritu. La gracia esté con ustedes. 


4,19-22: El saludo final a Timoteo concluye el resumen biográfico acerca de Pablo (nota a 4,9-18). Llama la atención la concentración de nombres: nueve en tres versículos, de los cuales dos son mujeres (Prisca y Claudia) y una, Prisca (o Priscila), se menciona antes que Áquila, su marido (1 Cor 16,19; Hch 18,3), lo que podría indicar su liderazgo en la comunidad. Pablo no ha estado del todo abandonado (2 Tim 4,9-16). Los nombres y su orden dejan claro los niveles de personalización que alcanzó la evangelización en aquellas comunidades y el rol de la mujer en las mismas. La tarea de un apóstol es ofrecer y acompañar la comunión filial con Dios, la comunión fraterna entre hermanos en la fe y el servicio al mundo; para ello, anuncia el Evangelio y colabora para que la fuerza de Cristo permita vivir las nuevas relaciones regaladas por su redención. Como en otras Cartas, el anhelo final es que el Señor y su gracia permanezcan con Timoteo y su comunidad. 


4,19: Hch 18,18 / 4,20: Hch 19,22; 20,4; Rom 16,23