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ATRAS

INTRODUCCIÓN

 

Éxodo o «salida» es el título dado a este libro por la traducción griega (LXX). Alude al contenido de sus quince primeros capítulos, donde se narra el gran acontecimiento de la liberación de la esclavitud del pueblo israelita en Egipto. Es el acontecimiento fundante de Israel. En hebreo, el título se toma de la segunda palabra del libro: Shemot («Nombres»); la frase inicia: «Estos son los nombres».

 

1-         «Los egipcios sometieron brutalmente a servidumbre a los israelitas» (1,13): situación histórica

 

El relato bíblico presenta, en la primera parte del libro, la situación de esclavitud a la que fueron sometidos los israelitas y la intervención liberadora de Dios, quien, por medio de Moisés, su elegido, entabla una lucha contra el faraón, lo vence, y logra sacar de Egipto a su pueblo oprimido (Ex 1,1-15,21). Israel comienza su travesía por el desierto, algunas veces en medio de rebeldías y murmuraciones, pero experimentando también el perdón y la protección divina (15,22-18,27). La estancia del pueblo en el Sinaí es narrada de modo extenso (19,1-40,38), para finalizar en Nm 10,10. En este ámbito geográfico el Señor pacta una alianza con su pueblo; Moisés es su intermediario, y el decálogo, su núcleo principal; en el pacto se sintetizan las obligaciones para con Dios y para con el prójimo. A él se relacionan a continuación diferentes normas que se refieren a los aspectos fundamentales de la vida nómada y también sedentaria (Ex 19-24). Siguen las órdenes sobre la construcción del santuario del desierto, de su mobiliario, y las disposiciones sobre sus ministros (Ex 25-31). Israel muy pronto vive una experiencia de ruptura de esa alianza por su idolatría, significada especialmente con el episodio del becerro de oro. La intercesión de Moisés ante Dios lo sitúa como verdadero conductor de un pueblo rebelde; consigue el perdón divino y la renovación de la alianza (Ex 32-34). La comunidad purificada de su pecado lleva a cabo la construcción de la Tienda, observando todas las disposiciones divinas estipuladas. El libro concluye exaltando la presencia de la Gloria de Dios en la Tienda sagrada (Ex 35-40).

El Éxodo presenta con suficiente coherencia un hilo narrativo que va desde la estancia de los israelitas en Egipto, su liberación de la esclavitud y el inicio de su travesía por el desierto, hasta sellar la alianza con su Dios en el Sinaí, como el momento culminante para el pueblo que se dirige a la tierra prometida. Tanto en los relatos, como en la promulgación de las leyes, Moisés descuella como el servidor del Señor ante su pueblo.

El núcleo fundamental de los acontecimientos narrados en el libro se puede situar con probabilidad en el siglo XIII a.C.; y quizá en la época del faraón Ramsés II (1290-1224 a.C.), cuando contingentes de extranjeros fueron ocupados, u obligados a trabajar en construcciones de ciudades, como las de Pitom y Ramsés. Por algunos documentos egipcios se conoce la existencia de poblaciones enteras empleadas en la construcción y en el almacenamiento de productos, como consta también la huida tumultuosa de contingentes humanos que escapaban de la servidumbre a la que se veían sometidos. Entre esos grupos estaban los apirú, una denominación para gente marginada. Al parecer, de este nombre deriva el calificativo hebreo, que en sus orígenes parece designar a gente miserable. Se deduce luego, que ese sentido se fue ampliando hasta llegar a indicar a los israelitas.

 

Un contexto análogo vivió el grupo de descendientes de los patriarcas, liderados por Moisés, quienes contando con la protección divina, lograron escapar o, tal vez fueron expulsados de la zona que ocupaban. No hay testimonios oficiales que registren específicamente la salida de los israelitas esclavizados, como refieren los textos bíblicos. Muchas conjeturas suscita esta carencia de datos; algunos intentan demostrar que no hubo un éxodo tal para Israel; otros explican ese silencio u omisión en razón que el grupo no era sumamente importante; y también porque para el imperio egipcio, dejar constancia de un fracaso, de su debilidad, o de algo que manchara su poderío, resultaba una deshonra.

Aquellos núcleos de personas salidas de Egipto conformaron así un fenómeno complejo y variado; en su tránsito por el desierto hacia una tierra prometida terminaron por cohesionarse por medio de una alianza, buscando una relación armónica con su Dios y entre sí. Al llegar a Canaán, otros grupos de origen o etnias diferentes se les unieron paulatinamente, y con el paso del tiempo, asumiendo la misma fe, sus tradiciones históricas y una forma análoga de vida, llegaron a constituirse en un pueblo.

Ante esta realidad posterior los autores bíblicos atribuyen a todo el pueblo, lo que quizá sucedió con algunos grupos. Así imaginan un pueblo ya constituido y formado, realidad que aconteció siglos después, quizá en la monarquía de David y Salomón (siglos XI-X a.C.). En las narraciones del libro se entrelazan diversos planos históricos: el núcleo sustancial de lo que aconteció se combina con otros hechos y con la memoria escrita de otros grupos y de otras épocas; así por ejemplo la opresión que experimentaron las tribus del norte de Israel en la época de Salomón (s. X a.C.) parece una situación calcada y análoga a la que Israel sufrió en Egipto, y una se complementa con la otra.

Esta característica expresa que los escritores bíblicos no han tenido el interés de un cronista o de un historiador. Era más significativo e importante guardar la memoria viva de lo recibido por tradición, y enriquecerla, aún en el momento en que ellos escribían, con una interpretación de fe, que repercutía en la vida de la comunidad. Si las narraciones exaltan el poder liberador de Dios sobre la esclavitud de un faraón y de su imperio, manifiestan la primacía del sentido religioso; esta característica hace muy difícil certificar los pormenores y detalles de lo que históricamente sucedió. Además a esta cualidad de sentido se suma la ausencia generalizada de fuentes extrabíblicas que permitan confrontar los datos de personajes y hechos que comunica el texto sagrado.

 

2-         «Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó del país de Egipto, del lugar de esclavitud» (20,2): aspectos teológicos

           

Muchas enseñanzas teológicas se contienen en este libro, aquí se han seleccionado aquellas que resultan centrales y novedosas.

El Dios de Israel se muestra como un Dios que no es indiferente o neutral ante la situación de los oprimidos. Su primera revelación pública, consignada por escrito, es la intervención solidaria y liberadora de su pueblo; una intervención que repercutirá en la situación política que vive, en consecuencias sociales y religiosas. En este contexto el Señor da a conocer su nombre, Yo soy el que soy o YHVH. El matiz misterioso y enigmático del mismo incluye el cuidado de no prestarse a una manipulación mágica; pero indica sobre todo su presencia protectora y cercana al pueblo, que lo reconocerá como su Dios, porque de él experimentó su intervención liberadora.

 

Dios elige a Moisés, su servidor, mediador de la palabra divina para con los suyos y para con el faraón, el elegido para realizar su proyecto liberador. La oposición sistemática de las autoridades egipcias explicita, en concreto, la lucha entre el poder divino y el poder antagónico del faraón. Los relatos de las plagas describen este desafío en manera especial y muestran la victoria del Dios de Israel: el Señor es liberador y dador de vida y se opone a cualquier obstáculo que impida vencer la explotación y la opresión.

Israel es conducido de la esclavitud a la libertad para empezar a servir al Señor y a sus hermanos; en ese servicio está la conquista de su auténtica liberación. El pueblo pasa de la servidumbre al servicio; y este servicio que significa el motivo de su salida es rendir culto a su Dios (Éx 3,18; 4,22-23; 5,1-3; 7,16). Los israelitas no serán más esclavos ni estarán sujetos al faraón, sino que se dedicarán a servir a su Dios. Este servicio al Dios que libera es la fuente de la auténtica libertad y fraternidad, que sellará la alianza.

El éxodo fue el acto fundante de Israel como pueblo, y su memoria activa se hace presente en la fe y la catequesis, en el culto y la oración, en la vida diaria y la esperanza escatológica. En efecto, el Señor se revela al pueblo y se le presenta aludiendo a aquel acontecimiento: «Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó del país de Egipto» (Éx 20,2); e Israel confiesa su fe en relación a ese hecho histórico que le dio existencia (18,8-11). Su recuerdo constituye la catequesis primera y central que deben dar los padres a sus hijos (10,2; 12,26-27; 13,8.14-16). Esta acción liberadora inspira la oración de alabanza y de acción de gracias (15,1-21). Las fiestas de la Pascua, de los Panes sin levadura, y de la consagración y rescate de los primogénitos, actualizan la acción liberadora de Dios y no solo traen a la memoria algo del pasado (12,1-13,16; 23,15). En la vivencia cotidiana, sobre todo en relación con los más desvalidos del pueblo, al igual que con los esclavos y extranjeros, la actitud del israelita se nutre de aquella experiencia liberadora, y en virtud de ella no pueden oprimir ni ser indiferentes ante los débiles y excluidos (22,20; 23,9). El éxodo es fuente de esperanza ante nuevas esclavitudes, porque el Dios de Israel garantiza siempre nuevas liberaciones, y esta certeza acompaña a todo creyente que camina hacia la tierra prometida de la libertad, de la fraternidad y de la plenitud, que es la paz.

La marcha por el desierto fue una experiencia de la protección de Dios hacia los suyos; aun en medio de ese lugar inhóspito, los guiaba y les proveía de alimento y bebida necesarios. Pero el desierto fue también el lugar de las rebeliones e inseguridades. El pueblo experimentó el miedo a su libertad, y muchas veces convirtió esa condición de vida en un proyecto de muerte. Si por una parte, Israel puso a prueba a Dios y se rebeló contra él, por otra, el Señor también probó y logró purificar a Israel. Al conducirlo por un lugar difícil, le mostró su amor, su cercanía y su perdón; lo sostuvo con paciencia para que se educara a vivir en una recíproca relación acorde.

La histórica alianza del Sinaí es eje fundamental de la vida y de la historia de Israel. La misma relación de Dios con la creación se expuso con esta misma categoría en la alianza con Noé; y de modo análogo cualificó la relación de Dios con Abrahán y su descendencia. En la alianza, el Señor se compromete a ser el Dios de su pueblo, e Israel se obliga a reconocerlo como su único Dios y Señor. Aunque el pacto implica una bilateralidad en el compromiso, siempre la iniciativa divina fue sobresaliente. Ese pueblo, aun fabricándose el becerro de oro y renegando de su Dios, experimentó que, en virtud de la alianza, el más implicado en esta relación era su Señor, cuya fidelidad lo alcanzó con el perdón, la misericordia y la gracia. Por esta razón, todas las leyes y las demás normas que regulan la vida de Israel no se entienden sino en el contexto de las acciones de Dios por salvar a su pueblo.

La persona de Moisés presenta en este libro una plenitud de matices: es solidario con los suyos, obediente para aceptar el llamado de Dios; como elegido afronta las dificultades y los desafíos que implica su misión. En el nombre y el poder del Señor, ayudado por su hermano Aarón, enfrenta al faraón y libera a Israel. Es el mediador que asume en persona el lugar de Israel para estar ante su Dios, y es el legislador que recibe y entrega la Ley del Señor. Como profeta, habla «cara a cara» con Dios y comunica su voluntad con autoridad. Intercede por su pueblo caído en la infidelidad, y asume la responsabilidad de conducirlo hasta el final de sus días como un auténtico servidor del Señor.

 

3-         «El Señor dijo a Moisés: “Escribe esto en un libro como memorial”» (17,14): aspectos literarios

 

Como en los demás libros del Pentateuco, confluyen aquí también diversas tradiciones escritas, compuestas en épocas diferentes, las cuales, en ocasiones, emergen como yuxtapuestas o sin una acabada redacción. El libro del Éxodo contiene narraciones y leyes. Las acciones salvíficas narradas constituyen el fundamento de la legislación; así, a las intervenciones divinas siguen las exigencias y normas de conducta y de vida, como respuesta agradecida del creyente. Los acontecimientos de la salida de Egipto preceden a la alianza y a las leyes otorgadas en el Sinaí. La memoria escrita, sobre todo en la primera parte del libro del éxodo, la de la esclavitud y la liberación de ella, se presenta en un lenguaje épico o glorioso, que magnifica y exalta unilateralmente el poder de Dios.

En la sección legislativa del libro, se destacan el decálogo (Éx 20,1-17) y el Código de la Alianza (20,22-23,33), uno de los tres grandes códigos del Pentateuco. En él se incluyen normas civiles, sociales, religiosas y cultuales, que explicitan la voluntad divina en casos particulares, donde muchas de ellas reflejan los condicionamientos históricos y culturales de sus épocas.

 

Una posible estructura literaria del libro es la siguiente:

 

I-          DE LA OPRESIÓN A LA LIBERTAD                             1,1-15,21

  1. Israel en Egipto             1,1-7,7
  2. Crecimiento y opresión             1,1-22
  3. Nacimiento y juventud de Moisés             2,1-25
  4. Vocación de Moisés             3,1-4,17
  5. Entrevistas con faraón y su pueblo             4,18-6,1
  6. Nuevo relato de vocación. Genealogías             6,2-7,7
  7. Las plagas de Egipto             7,8-13,16
  8. Las plagas             7,8-11,10
  9. Panes sin levadura. Primogénitos 11,11-13,16
  10. Salida de Egipto y milagro del mar             13,17-15,21

 

II-        CAMINO AL SINAÍ                                                15,22-18,27

 

III-      LA ALIANZA EN EL SINAÍ                                              19,1-40,38

  1. La alianza y el decálogo             19,1-20,21
  2. Código de la Alianza             20,22-23,33
  3. Conclusión de la alianza             24,1-18
  4. Instrucciones: construcción de la Tienda; ministros             25,1-31.18
  5. La idolatría del becerro de oro y sus consecuencias             31,1-34,35      
  6. Construcción de la Tienda del Encuentro.             35,1-40,38

 

 

ÉXODO

 

  1. DE LA OPRESIÓN A LA LIBERTAD*­

 

  1. Israel en Egipto*

 

  1. Crecimiento y opresión*«

 

Los israelitas que fueron a Egipto

Gn 46,1-26; Dt 10,22; 26,5; Sal 105,23; Hch 7,14-17

 

 1 1 Estos son los nombres de los israelitas que fueron a Egipto con Jacob, cada uno de ellos con su familia. 2 Rubén, Simeón, Leví y Judá; 3 Isacar, Zabulón y Benjamín; 4 Dan y Neftalí; Gad y Aser. 5José ya estaba en Egipto. Los descendientes de Jacob sumaban un total de setenta personas.

 

Los oprimieron con trabajos forzados

Sal 105,24-25; Jdt 5,10-11; Sab 19,16¸ Hch 7,17-19; // 1,8: Hch 7,18

 

 6 José y sus hermanos murieron, lo mismo que toda aquella generación. 7 Los israelitas fueron fecundos, se multiplicaron y llegaron a ser numerosos y sumamente fuertes, de modo que el territorio se llenó de ellos.

8 Entonces surgió en Egipto un nuevo rey que no había conocido a José, 9 y habló así a su pueblo: “Vean cómo el pueblo de los israelitas es más numeroso y fuerte que nosotros. 10 ¡Vamos! Hay que aventajarlo en sabiduría, para que no siga multiplicándose y, en caso de declararse una guerra, no se sume a nuestros enemigos y luche contra nosotros para poder salir del país”. 11 Por este motivo le impusieron jefes de faena para oprimirlo con sus trabajos forzados; así construyó para el faraón las ciudades de Pitón y Ramsés para almacenamiento de víveres. 12 Pero, cuanto más lo oprimían, tanto más se multiplicaba y se hacía numeroso; por eso los egipcios ya no soportaban la presencia de los israelitas. 13 Los egipcios sometieron brutalmente a servidumbre a los israelitas. 14 Amargaron su vida imponiéndoles un trabajo agotador con el barro, los ladrillos y en toda clase de tareas del campo. Con todos estos trabajos los oprimieron brutalmente.

 

Si es un niño, mátenlo

Sab 18,5

 

 15 Entonces el rey de Egipto habló a las dos parteras hebreas, una de las cuales se llamaba Sifrá y la otra Fuá, 16 y les dijo: “Cuando asistan al parto de las mujeres hebreas, fíjense a quién dan a luz: si es un niño, mátenlo; si es una niña, déjenla vivir”. 17 Pero aquellas parteras eran temerosas de Dios* y no actuaron conforme a la orden del rey de Egipto, sino que dejaron con vida a los niños. 18 El rey de Egipto mandó llamar a las parteras y les dijo: “¿Por qué han actuado así y han dejado con vida a los niños?”. 19 Las parteras replicaron al faraón: “Es que las mujeres hebreas no son como las egipcias: están tan llenas de vida, que ya han dado a luz antes que llegue la partera a donde ellas están”. 20 De esta manera el pueblo crecía y se multiplicaba. Dios favoreció a las parteras, 21 y como las dos habían mostrado su temor de Dios, él les concedió que tuvieran una familia.

22 Entonces el faraón dio una orden a todo el pueblo en estos términos: “Deben arrojar al Nilo a todo niño que nazca, pero si es mujer pueden dejarla con vida”.

 

  1. Nacimiento y juventud de Moisés*«

 

La hija del faraón lo tomó como un hijo

Hch 7,20-22; Heb 11,23

 

 2 1 Un hombre descendiente de Leví fue y tomó por esposa a una mujer de la misma familia. 2 La mujer concibió y dio a luz un hijo; vio que era bello y lo ocultó por tres meses. 3 Como no podía seguir ocultándolo, su madre tomó una cesta de papiro, la impermeabilizó con asfalto y resina, puso en ella al niño y la dejó en el cañaveral a la orilla del Nilo. 4 Su hermana lo cuidaba desde lejos para enterarse de lo que sucediera con él.

5 Una hija del faraón bajó para bañarse en el Nilo. Mientras sus acompañantes se paseaban por la orilla del río, ella vio la cesta en medio del cañaveral y envió a su servidora para que la trajera. 6 La abrió y vio que era un niño que lloraba; se compadeció de él y dijo: “Sin duda es un niño de los hebreos”. 7 La hermana del niño le dijo a la hija del faraón: “¿Quieres que vaya y llame a una nodriza hebrea para que lo amamante?”. 8 La hija del faraón le respondió: “Puedes ir”. La muchacha fue y llamó a la madre del niño. 9 La hija del faraón le dijo: “Toma a este niño y críamelo; yo te pagaré por esto”. La mujer tomó al niño y se encargó de criarlo. 10 El niño creció y ella lo llevó a la hija del faraón; él fue para ella como un hijo y le puso el nombre de Moisés, porque dijo: “Lo he sacado de las aguas”.

 

El faraón buscaba a Moisés para matarlo

Heb 11,24-26 // 2,14: Hch 7,27-28.35

 

11 Cuando Moisés ya había crecido, un día salió a donde estaban sus hermanos y comprobó su opresión. Al ver a un egipcio que golpeaba a uno de sus hermanos hebreos, 12 miró a un lado y a otro, y asegurándose de que no había nadie, mató a golpes al egipcio y lo enterró en la arena. 13 Al día siguiente volvió a salir y encontró a dos hebreos que se peleaban. Entonces dijo a uno de ellos, que era el culpable: “¿Por qué golpeas a tu compañero?”. 14 Él le respondió: “¿Quién te nombró jefe para que te pongas de juez sobre nosotros? ¿Acaso vas a matarme, como mataste al egipcio?”. Moisés tuvo miedo y se dijo: “Por lo visto, el asunto se ha sabido”. 15 En efecto, el faraón se enteró del asunto, y buscaba a Moisés para matarlo. Pero Moisés huyó de la presencia del faraón, se encaminó a la tierra de Madián y se detuvo a descansar junto a un pozo.

 

He llegado a ser un extranjero en tierra extraña

 Gn 25,2; Jue 6,3-4 //2,22: Hch 7,6-7

 

16 Un sacerdote de Madián tenía siete hijas; ellas fueron a sacar agua, a llenar los abrevaderos y a dar de beber al ganado de su padre. 17 Llegaron también los pastores y las echaron, pero Moisés se levantó, las socorrió y dio de beber al rebaño del padre de ellas. 18 Ellas volvieron a donde estaba Ragüel, su padre, y este les preguntó: “¿Cómo es que hoy llegan más temprano?”. 19 Le respondieron: “Un egipcio nos libró de la mano de los pastores, también se ocupó de sacar agua por nosotras y dio de beber al rebaño”. 20 Él entonces les dijo a sus hijas: “¿Dónde está? ¿Por qué abandonaron a ese hombre? Llámenlo e invítenlo a comer”. 21 Moisés aceptó quedarse con aquel hombre, y él después le dio a su hija Séfora como esposa. 22 Ella concibió un hijo, a quien él puso el nombre de Guersón, porque dijo: “He llegado a ser un extranjero en tierra extraña”.

 

La queja subió hasta Dios

Gn 12,1-4; 26,24; 28,13-15; 35,9-12; 48,3; Dt 26,7; Neh 9,9; Jdt 5,12

 

23 Durante aquel largo período murió el rey de los egipcios. Los israelitas gemían y se quejaban a causa del rudo trabajo, y desde su esclavitud aquella queja subió hasta Dios. 24 Dios escuchó sus gemidos y se acordó de su alianza con Abrahán, Isaac y Jacob. 25 Dios vio a los israelitas y tomó en cuenta…

 

  1. Vocación de Moisés*«

 

La zarza ardía y no se consumía*

Jos 5,15; Hch 7,30-34 // 3,5: Hch 7,33; 3,6: Mt 22,32; Mc 12,26; Lc 20,37; Hch 7,32

 

3 1 Moisés era pastor del rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián. Una vez condujo el rebaño a través del desierto; llegó a la montaña de Dios, al Horeb. 2 El ángel del Señor se le apareció en una llama de fuego en medio de una zarza; él miró y vio que la zarza ardía, pero no se consumía. 3 Moisés se dijo: “Voy a desviarme para ver esta gran visión: cómo es que no se consume la zarza”. 4 Cuando el Señor vio que se había desviado para mirar, Dios lo llamó de en medio de la zarza diciéndole: “Moisés, Moisés”. El respondió: “Aquí estoy”. 5 Le dijo: “No te acerques aquí. Sácate las sandalias de tus pies, porque el lugar que pisas es tierra santa”. 6 Y agregó: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Moisés ocultó su rostro porque tuvo miedo de ver a Dios*.

 

Que saques de Egipto a mi pueblo*

Éx 6,2-13; 7,8-12; ; Dt 5,24-27; 8, 7-9; Jr 1,6.8; Sal 81,7-8 // 3,7-8.10: Hch 7,34; 3,15-16: Mc 12,26

 

7 “He visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, he escuchado el clamor ante sus opresores. Como conozco sus sufrimientos, 8 he bajado para arrancarlo de la mano de los egipcios y hacerlo subir de esta tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel, al lugar de los cananeos, hititas, amorreos, pereceos, jeveos y jebuseos. 9 El clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. 10 Ahora debes ir: yo te envío al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas”.

11 Moisés respondió a Dios: “¿Quién soy yo para ir al faraón y sacar a los israelitas de Egipto?” 12 Le dijo: “Yo estaré contigo y este será para ti el signo de que yo te envío: cuando hayas hecho salir al pueblo de Egipto, adorarán a Dios en este monte”.

13 Moisés dijo a Dios: “Yo iré a decir a los israelitas: ‘El Dios de sus padres me ha enviado a ustedes’. Pero con seguridad me preguntarán: ‘¿Cuál es su nombre?’. Entonces, ¿qué les responderé?”. 14 Dios le dijo a Moisés: “Yo soy el que soy”. Y le dijo: “Así dirás a los israelitas: ‘Yo soy me ha enviado a ustedes’”. 15 Dios dijo todavía a Moisés: “Así dirás a los israelitas: ‘El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a ustedes’. Ese es mi nombre para siempre y ese es mi memorial de generación en generación. 16 Debes ir a reunir a los ancianos de Israel y decirles: El Señor, Dios de sus padres, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, se me apareció para decirme: ‘Los he visitado a ustedes, he visto lo que les hacen en Egipto 17 y he decidido: ‘Voy a hacerlos subir de la opresión de Egipto a la tierra de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los pereceos, de los jeveos y de los jebuseos, a la tierra que mana leche y miel’. 18 Ellos te escucharán, y tú irás con los ancianos de Israel al rey de Egipto y le dirán: ‘El Señor, Dios de los hebreos, se nos ha manifestado’. Y ahora debemos hacer el camino de tres días por el desierto para ofrecerle sacrificios al Señor, nuestro Dios. 19 Yo sé que el rey de Egipto no los dejará marchar, si no es mediante la intervención de una mano poderosa. 20 Pero yo extenderé mi mano y golpearé a Egipto con todos los prodigios que realizaré en medio de él; solo después los dejará partir.

21 Yo haré que este pueblo sea mirado favorablemente por los egipcios, de modo que, cuando partan, no se irán con las manos vacías: 22 cada mujer pedirá a su vecina y a la dueña de su casa objetos de plata, objetos de oro y vestidos; los pondrán a sus hijos y a sus hijas y así despojarán a los egipcios”.

 

No me creerán ni escucharán mi voz*

Éx 6,2-12; 7,8-2; 19,12; Hch 7,30-34

 

 4 1 Moisés insistió ante Dios: “Mira que no me creerán ni escucharán mi voz; al contrario, me dirán: ‘No se te apareció el Señor’”. 2 El Señor le respondió: “¿Qué tienes en tu mano?”. Dijo: “Un bastón”. 3 Le ordenó: “Arrójalo al suelo”. Lo arrojó y se convirtió en serpiente; Moisés huyó ante ella. 4 El Señor le dijo: “Extiende tu mano y atrápala por la cola”. Él extendió su mano y la agarró por la cola, y al tomarla en su mano se convirtió en bastón. 5 “Así creerán que el Señor, Dios de sus padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob, se te ha aparecido”. 6 El Señor añadió: “Mete tu mano en el pecho”. Él metió su mano en el pecho, y al sacarla estaba leprosa, blanca como la nieve. 7 Volvió a decirle: “Mete otra vez tu mano en el pecho”. Él la metió nuevamente en su pecho, y cuando la sacó estaba sana como el resto de su cuerpo. 8 “Si acaso no te creen y no escuchan la voz del primer signo, creerán la voz del otro signo. 9 Y si acaso no creen tampoco al segundo de estos signos y no escuchan tu voz, tomarás agua del Nilo y la arrojarás al suelo. En cuanto el agua caiga al suelo se convertirá en sangre”.

 

¡No soy un hombre dotado para hablar!

Sal 94,9; 105,26

 

10 Moisés dijo al Señor: “¡Perdona, Señor, pero yo no soy un hombre dotado para hablar! Y esto no es algo de ahora, cuando tú te has dignado hablar con tu servidor, sino que ya viene desde antes, porque soy un hombre torpe de boca y de lengua”. 11 El Señor le respondió: “¿Quién dio la boca al hombre o quién ha hecho al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo, el Señor? 12 Ahora debes ir, porque yo estaré en tu boca y te indicaré lo que debes decir”.

13 Pero él replicó: “¡Por favor, Señor, te ruego que envíes a cualquier otro!”. 14 Entonces se encendió la ira del Señor contra Moisés y le dijo: “¿Aarón, el levita, no es tu hermano? Sé que él es hombre que sabe hablar. Más aún, él ahora sale a tu encuentro: te verá y se alegrará su corazón. 15 Tú le hablarás y le dirás lo que debe decir; cuando hablen, yo estaré con ustedes y les mostraré lo que deben hacer. 16 Él hablará al pueblo en tu lugar y así él será como tu boca y tú serás para él como Dios. 17 Tú llevarás este bastón en tu mano, porque con él realizarás los signos”.

 

  1. Entrevistas con faraón y con su pueblo*«

 

Deja salir a mi hijo para que me sirva*

Dt 14,1; Jos 5,2-3; Jr 3,19; 31,9; Os 11,1; Sab 18,13; Eclo 36,11

 

18 Moisés regresó a la casa de su suegro Jetró y le dijo: “Permite que me vaya y regrese donde mis hermanos que están en Egipto para ver si aún viven”. Jetró respondió a Moisés: “Puedes ir en paz”. 19 El Señor dijo a Moisés en Madián: “Regresa a Egipto, porque han muerto todos los que atentaban contra tu vida”. 20 Moisés tomó a su esposa y a su hijo, los montó sobre el asno y regresó a la tierra de Egipto. Moisés llevaba en su mano el bastón de Dios. 21 El Señor dijo a Moisés: “Ahora que regresas a Egipto, acuérdate de todos los prodigios que te he concedido realizar ante el faraón; yo, por mi parte, endureceré el corazón del faraón, que no querrá dejar partir al pueblo. 22 Tú le dirás al faraón: Así dice el Señor: ‘Israel es mi hijo primogénito’. 23 Por eso yo te digo: ‘Deja salir a mi hijo para que me rinda culto’. Pero si te niegas a dejarlo salir, yo daré muerte a tu hijo primogénito”.

24 Mientras iba por el camino, el Señor le salió al encuentro en un lugar donde pasaban la noche, y quiso darle muerte. 25 Séfora tomó una piedra afilada, cortó el prepucio de su hijo y tocó los genitales de Moisés diciendo: “De veras, tú eres para mí un esposo de sangre”. 26 Entonces el Señor lo dejó libre. Ella había dicho “esposo de sangre” a causa de la circuncisión.

27 El Señor dijo a Aarón: “Debes ir al desierto y salir al encuentro de Moisés”. Él fue, lo encontró en el monte de Dios y lo besó. 28 Moisés comunicó a Aarón todo lo que el Señor le había ordenado decir y todos los signos que le había mandado realizar.

29 Moisés y Aarón fueron a reunir a todos los ancianos israelitas, 30 y Aarón les expuso todo lo que el Señor había dicho a Moisés, y este realizó todos los signos en presencia de todo el pueblo. 31 El pueblo creyó; y cuando oyeron que el Señor había visitado a los israelitas y había visto su opresión, se postraron y lo adoraron.

 

No dejaré partir a Israel*

Éx 3,18; 6,11; 7,2.16-26; 8,16.23; 9,1-13; 10,3

 

 5 1 Después Moisés y Aarón fueron a ver al faraón y le dijeron: “Así dice el Señor, Dios de Israel: ‘Deja partir a mi pueblo para que me haga una fiesta en el desierto’”. 2 El faraón respondió: “¿Quién es el Señor para que yo le obedezca y deje partir a Israel? No conozco al Señor y no dejaré partir a Israel”. 3 Dijeron: “El Dios de los hebreos se nos ha manifestado. Permite que hagamos el camino de tres días por el desierto y que ofrezcamos sacrificios al Señor, no sea que nos castigue mediante la peste o la espada”. 4 El rey de Egipto les respondió: ¡Moisés y Aarón! ¿Por qué quieren apartar al pueblo de sus trabajos? ¡Regresen a sus tareas!”. 5 Y el faraón añadió: “Ahora que el pueblo de ustedes es más numeroso que la gente del país, ¿quieren apartarlo de sus tareas?”.

 

¡Hagan más difícil la tarea de estos hombres!

 

6 Aquel día el faraón ordenó a los capataces y a los inspectores: 7 “Para que este pueblo fabrique los ladrillos, no sigan dándole la paja como hasta ahora. Que ellos vayan y se procuren la paja, 8 pero que fabriquen la misma cantidad de ladrillos que hacían antes, sin disminuirla en absoluto. Son perezosos y por eso andan proclamando: ‘Iremos a ofrecer sacrificios a nuestro Dios’. 9 ¡Hagan más difícil la tarea de estos hombres, y que la terminen sin falta! Así no creerán en discursos mentirosos”.

10 Los capataces y los inspectores fueron e informaron al pueblo: “Así dice el faraón: ‘Ya no les daré más paja. 11 Vayan ustedes y recójanla donde la puedan encontrar, pero no se disminuirá en nada su tarea’”. 12 El pueblo se dispersó por todo el territorio de Egipto para recoger la paja. 13 Los capataces los apremiaban diciendo: “Terminen la tarea asignada para cada día exactamente como cuando se les daba la paja”. 14 Además castigaban a los inspectores israelitas que los capataces del faraón habían puesto sobre ellos y les decían: “¿Por qué ayer y hoy no terminaron como antes la cantidad de ladrillos que se les había ordenado que fabricaran?”.

 

¿Por qué te ensañas contra este pueblo?

 

15 Los inspectores israelitas fueron y se quejaron al faraón, diciendo: “¿Por qué tratas así a tus servidores? 16 Ya no se da la paja a tus servidores, pero se nos pide la misma cantidad de ladrillos; más aún, tus servidores son castigados por la falta del pueblo”. 17 Respondió: “Ustedes son unos perezosos, sí, perezosos. Por eso andan diciendo: ‘Vayamos a ofrecer sacrificios al Señor’. 18 Y ahora, vayan a trabajar; no se les dará la paja, pero tienen que entregar la cantidad fijada de ladrillos”.

 19 Los inspectores israelitas se encontraron en un grave aprieto cuando les dijeron: “No se quitará nada a la cantidad de ladrillos que deben hacer cada día”. 20 Fueron a encontrar a Moisés y a Aarón, que estaban esperándolos frente al lugar de salida de su encuentro con el faraón 21 y les dijeron: “Que el Señor examine el caso y sea juez, porque nos han hecho odiosos a los ojos del faraón y de sus servidores: han puesto en sus manos la espada para que nos asesinen”. 22 Entonces Moisés se volvió al Señor y le dijo: “Señor, ¿por qué te ensañas contra este pueblo? ¿Por qué me has enviado? 23 Desde que he venido ante el faraón para hablar en tu nombre, él maltrata a este pueblo, pero tú no has intervenido para salvarlo”.

 6 1 El Señor respondió a Moisés: “Ahora verás lo que le haré al faraón: cuando sienta mi mano fuerte los dejará partir, y cuando sienta mi mano fuerte los expulsará de su país”.

 

  1. Nuevo relato de vocación y misión de Moisés. Genealogías.* «

 

Yo los tomaré como mi pueblo y seré su Dios

Éx 3,1-4; Gn 4,10; 14,7-8; 17,1-8; 24,7; Lv 25,25.47-49; Is 43,1-4; Jr 31,33; Os 2,22-25

 

2 Dios habló a Moisés y le dijo: “Yo soy el Señor. 3 Me manifesté a Abrahán, a Isaac y a Jacob con el nombre de ‘Dios Todopoderoso’, pero mi nombre de ‘el Señor’ no se los di a conocer. 4 Y además me comprometí mediante una alianza a darles la tierra de Canaán, la tierra en la que residieron como forasteros. 5 He oído el clamor de los israelitas porque los egipcios los oprimen con sus trabajos; por eso me he acordado de mi alianza. 6 Ahora debes ir a decir a los israelitas: ‘Yo soy el Señor y los sacaré de la esclavitud a la que los tienen sometidos los egipcios; yo los salvaré de sus trabajos y los rescataré con brazo extendido y con grandes juicios. 7 Los tomaré como mi pueblo, seré su Dios, y así conocerán que yo soy el Señor, su Dios, que los hace salir de la esclavitud de los egipcios. 8 Yo los conduciré a la tierra que juré dar a Abrahán, a Isaac y a Jacob, y la daré a ustedes en propiedad. Yo, el Señor”. 9 Moisés habló así a los israelitas, pero ellos no lo escucharon porque estaban desalentados por su dura esclavitud.

10 El Señor habló a Moisés diciéndole: 11 “Debes ir a hablar al faraón, rey de Egipto para que deje salir a los israelitas de su país”. 12 Moisés respondió al Señor, diciendo: “Si los israelitas no me han escuchado, ¿cómo me escuchará el faraón a mí, que soy un hombre que no sabe hablar?”. 13 El Señor habló a Moisés y a Aarón y les dio órdenes con respecto a los israelitas y con respecto al faraón, rey de Egipto, con el fin de sacar a los israelitas del país de Egipto.

 

Estos son los clanes de los levitas

Gn 46,8-11; Nm 3,14-20; 25,6-13; 26,5-14. 57-59; Jos 20, 1-9; 21,1-42; 1Cr 5,27-6,66

 

14 Estos son los jefes de familia: Hijos de Rubén, primogénito de Israel, Janoj, Falú, Jesrón y Carmí: estas son las familias de Rubén. 15 Los hijos de Simeón fueron Yemuel, Yamín, Ohad, Yaquín, Sojar y Saúl, el hijo de la cananea: estas son las familias de Simeón. 16 Y estos son los nombres de los hijos de Leví con sus familias: Guersón, Queat y Merarí. Leví vivió un total de ciento treinta y siete años. 17 Los hijos de Guersón fueron Libní y Semeí con sus familias. 18 Los hijos de Queat fueron Amrán, Yisar, Hebrón y Oziel. Queat vivió un total de ciento treinta y tres años. 19 Los hijos de Merarí fueron Majlí y Musí. Estos son los clanes de los levitas con sus familias. 20 Amrán tomó por esposa a su parienta Yocabed, que le dio por hijos a Aarón y a Moisés. Amrán vivió ciento treinta y siete años. 21 Los hijos de Yisar fueron Coré, Néfeg y Zicrí. 22 Los hijos de Oziel fueron Misael, Elisafán y Setrí. 23 Aarón tomó por esposa a Isabel, hija de Aminadab, hermana de Najsón, que le engendró a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. 24 Los hijos de Coré fueron Aser, Elcaná y Abiasat: estas son las familias de los coraítas. 25 Eleazar, hijo de Aarón, tomó como esposa a una de las hijas de Futiel; ella le engendró a Pinjás. Estos son los jefes de los diversos clanes de los levitas. 26 Estos son Aarón y Moisés, a quienes dijo el Señor: “Saquen a los israelitas de Egipto formados como un ejército”. 27 Fueron ellos, Moisés y Aarón, los que hablaron al faraón, rey de Egipto, para sacar a los israelitas de Egipto.

 

¿Cómo me hará caso el faraón?

Éx 4,14-16.21; 6,2-13; Jr 1,9; Ez 3,10; Sal 135,9; Hch 7,36

 

 28 Cuando el Señor habló a Moisés en el país de Egipto, 29 le dirigió su palabra diciéndole: “Yo soy el Señor. Transmite al faraón, rey de Egipto, todo aquello que yo te diga”. 30 Pero Moisés preguntó al Señor: “¿Cómo me hará caso el faraón si yo no sé hablar?”.

7 1 El Señor dijo a Moisés: “Mira, te he puesto como un dios para el faraón, y tu hermano Aarón, será tu profeta. 2 Tú dirás todo lo que yo te ordene y tu hermano Aarón hablará al faraón para que deje salir a los israelitas de su país. 3 Yo haré que el faraón se muestre inflexible, y entonces multiplicaré mis signos y mis prodigios en la tierra de Egipto. 4 El faraón no los escuchará, pero yo extenderé mi mano contra Egipto, y con grandes signos haré salir de Egipto a mis ejércitos, a mi pueblo, a los israelitas. 5 Los egipcios sabrán que yo soy el Señor cuando extienda mi mano sobre Egipto y haga salir a los israelitas de entre ellos”. 6 Moisés y Aarón hicieron exactamente lo que el Señor les había ordenado. 7 Moisés tenía ochenta años y Aarón tenía ochenta y tres cuando hablaron al faraón.

 

  1. Las plagas en Egipto*

                       

  1. Las plagas*«

 

El faraón se mostró inflexible

Éx 4,2-5; Sal 105,25; 1 Cr 16,21-22; 2 Tim 3,8

 

8 El Señor dijo a Moisés y Aarón: 9 “Cuando el faraón les pida que le muestren un signo, tú dirás a Aarón: ‘Toma tu bastón y arrójalo delante del faraón’. Entonces se convertirá en serpiente”. 10 Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón e hicieron lo que les había ordenado el Señor: Aarón arrojó su bastón delante del faraón y de sus servidores, y se convirtió en serpiente. 11 El faraón, por su parte, convocó a los sabios y a los magos, y también los magos de Egipto, hicieron lo mismo con sus encantamientos: 12 Cada uno arrojó su bastón y se convirtieron en serpientes. Pero el bastón de Aarón devoró los bastones de ellos. 13 Entonces el faraón se mostró inflexible y no los escuchó, como había dicho el Señor.

 

Las aguas se convirtieron en sangre. Primera plaga

Éx 4,9; Dt 26,7-8; Sal 78,44; 105,29; Jdt 5,12; Sab 11,6-8; Ap 8,8; 16,3-7

 

14 El Señor dijo a Moisés: “El faraón se ha mostrado inflexible y no deja partir al pueblo. 15 Debes ir a ver al faraón por la mañana, cuando salga hacia el río. Saldrás a su encuentro a orillas del Nilo, llevarás en tu mano el bastón que se convirtió en serpiente 16 y le dirás: ‘El Señor, Dios de los hebreos, me ha enviado a ti para que te diga: Deja partir a mi pueblo para que me rinda culto en el desierto’, pero tú no me has escuchado hasta ahora. 17 Ahora bien, así dice el Señor: ‘En esto conocerás que yo soy el Señor: Con este bastón que tengo en la mano golpearé las aguas del Nilo’, y estas se convertirán en sangre. 18 Los peces del Nilo morirán, el río despedirá mal olor y los egipcios no podrán beber las aguas del Nilo”.

19 El Señor dijo a Moisés: “Debes darle esta orden a Aarón: ‘Toma tu bastón y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto: sobre los ríos, sobre los brazos del Nilo, sobre las lagunas y sobre toda cisterna de agua y se convertirán en sangre’. Esta abundará en todo el país de Egipto, tanto en los recipientes de madera como en los de piedra”. 20 Moisés y Aarón hicieron exactamente lo que les ordenó el Señor. En presencia del faraón y de sus servidores, levantó el bastón y golpeó las aguas del Nilo, y estas se convirtieron en sangre. 21 Los peces del Nilo murieron; el río despedía mal olor y los egipcios no podían beber el agua del Nilo; hubo sangre en todo el país de Egipto. 22 Los magos de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos. Pero como había dicho el Señor, el faraón se mostró inflexible y no los escuchó. 23 Sin prestar atención a esto, el faraón dio vuelta y regresó a su casa. 24 Como el agua del Nilo no se podía beber, todos los egipcios debieron cavar en los alrededores del río en busca de agua.

 

Las ranas subieron por la tierra de Egipto. Segunda plaga

Sal 78,45; 105,30; Sab 19,10; Ap 16,13

 

25 Siete días después que el Señor hizo golpear el Nilo, 26 el Señor dijo a Moisés: “Debes ir a ver al faraón y decirle: Así dice el Señor: ‘Deja partir a mi pueblo para que me rinda culto. 27 Si tú te niegas a dejarlo partir, haré que todo tu territorio quede plagado de ranas. 28 El Nilo estará lleno de ranas: subirán y vendrán a tu casa, a tu habitación y sobre tu lecho, a las casas de tus servidores y de tu pueblo, a tus hornos y a los lugares en los que amasas el pan. 29 Las ranas subirán sobre ti, sobre tu pueblo y sobre tus servidores’”. 8 1 El Señor dijo a Moisés: “Ordena a Aarón: ‘Extiende tu mano con el bastón sobre los ríos, canales y estanques, para que suban las ranas sobre la tierra de Egipto’”. 2 Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto; las ranas subieron y cubrieron todo el país de Egipto. 3 Lo mismo hicieron los magos con sus encantamientos. Las ranas subieron por la tierra de Egipto. 4 El faraón hizo llamar a Moisés y a Aarón y les dijo: “Pidan al Señor que aparte las ranas de mí y de mi pueblo; entonces dejaré partir al pueblo y podrán ofrecer sacrificios al Señor”. 5 Moisés respondió al faraón: “Dígnate decirme cuándo quieres que pida por ti, por tus servidores y por tu pueblo para que aparte las ranas de ti y de tus casas, de modo que queden solo en el Nilo”. 6 Él respondió: “Mañana”. Moisés replicó: “Sucederá como has dicho, para que sepas que no hay nadie como el Señor, nuestro Dios. 7 Las ranas se apartarán de ti y de tus casas, de tus servidores y de tu pueblo; quedarán solo en el Nilo”. 8 Moisés y Aarón salieron de la presencia del faraón, y Moisés suplicó al Señor a propósito de las ranas que él había enviado al faraón. 9 El Señor actuó conforme a la palabra de Moisés y murieron las ranas de las casas, de los patios y de los campos. 10 Las amontonaron por todas partes, y en todo el país había muy mal olor. 11 Pero el faraón, viendo que tenía un momento de reposo, se empecinó y no los escuchó, como había dicho el Señor.

 

El polvo de la tierra se convirtió en mosquitos. Tercera plaga

Sal 105,31; Sab 19,10; Lc 11,20

 

 12 El Señor dijo a Moisés: “Ordena a Aarón: Extiende tu bastón, golpea el polvo del país y se convertirá en mosquitos en todo el territorio de Egipto’. 13 Así lo hicieron. Aarón extendió su mano, con el bastón golpeó el polvo de la tierra que se convirtió en una nube de mosquitos que atacaban a las personas y a los animales. Todo el polvo de la tierra se convirtió en mosquitos en todo el territorio de Egipto. 14 Los magos, con sus encantamientos, intentaron producir mosquitos pero no pudieron. Los mosquitos molestaban sin parar a personas y animales.15 Los magos le dijeron al faraón: “Esto es obra del poder de Dios”. Pero el faraón se mostró inflexible y no los escuchó, como lo había dicho el Señor.

 

El país se arruinó por el ataque de los tábanos. Cuarta plaga

Éx 9,4-7.26; 10,23; 11,7; Sal 78,45; 105,31

 

16 El Señor dijo a Moisés: “Deberás salir al encuentro del faraón cuando se dirija hacia el río. Tú le dirás: Así dice el Señor: ‘Deja partir a mi pueblo para que me rinda culto. 17 Pero si tú no envías a mi pueblo en libertad, yo enviaré tábanos contra ti, contra tus servidores, contra tu pueblo y contra tus casas; las casas de los egipcios se llenarán de tábanos y también el suelo que pisan. 18 Pero en ese día exceptuaré la tierra de Gosen, en la que habita mi pueblo para que allí no haya tábanos. Así sabrás que yo soy el Señor en medio del país. 19 Yo haré una diferencia entre mi pueblo y tu pueblo. Este signo ocurrirá mañana’”.

20 Así hizo el Señor: hizo venir numerosos tábanos sobre la casa del faraón, sobre las casas de sus servidores y sobre todo el territorio de Egipto; el país se arruinó por el ataque de los tábanos. 21 El faraón hizo llamar a Moisés y a Aarón y les dijo: “Vayan y ofrezcan sacrificios a su Dios, pero dentro del territorio del país”. 22 Moisés respondió: “No es conveniente hacerlo así, porque el sacrificio que ofrecemos al Señor nuestro Dios es una abominación para los egipcios*. Los egipcios nos apedrearían si nos vieran que ofrecemos un sacrificio que es abominación para ellos. 23 Tenemos que hacer un camino de tres días por el desierto y entonces ofreceremos sacrificios al Señor nuestro Dios conforme a lo que nos ha dicho”. 24 Entonces el faraón les dijo: “Yo los dejaré partir y podrán ofrecer sacrificios al Señor su Dios en el desierto, con tal de que no se alejen demasiado; intercedan en mi favor”. 25 Moisés respondió al faraón: “En cuanto salga de tu presencia, suplicaré al Señor y mañana se retirarán los tábanos que están sobre el faraón, sus servidores y su pueblo. Pero que el faraón no vuelva a burlarse de nosotros al no dejar partir al pueblo para ofrecer sacrificios al Señor”.

26 Moisés salió de la presencia del faraón e intercedió ante el Señor. 27 El Señor actuó según la palabra de Moisés: hizo que los tábanos se retiraran del faraón, de sus siervos y de su pueblo; no quedó ni uno solo. 28 Pero también esta vez el faraón se empecinó y no dejó partir al pueblo.

 

Murió todo el ganado de los egipcios. Quinta plaga

 

9 1 El Señor dijo a Moisés: “Deberás ir a ver al faraón para decirle: Así dice el Señor, Dios de los hebreos: ‘Deja partir a mi pueblo para que me rinda culto. 2 Porque si te niegas a dejarlos partir y lo sigues reteniendo, 3 el poder del Señor se hará sentir sobre tus ganados que están en el campo: los caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas; será una plaga muy terrible. 4 Pero el Señor hará distinción entre los ganados de Israel y los ganados de Egipto; no morirá ningún animal perteneciente a los Israelitas”. 5 Y el Señor determinó el tiempo diciendo: “Mañana el Señor hará esto en el país”.

6 Al día siguiente el Señor hizo esto, y murió todo el ganado de los egipcios pero no murió ni una sola res del ganado de los israelitas. 7 El faraón pidió información, y era verdad: del ganado de Israel no había muerto ni una sola res. Pero el faraón se empecinó y no dejó salir al pueblo.

 

Úlceras y tumores en los hombres y en los animales. Sexta plaga

Ap 16,2.11

 

 8 El Señor dijo a Moisés y Aarón: “Lleven unos puñados de hollín del horno, y que Moisés los arroje hacia el cielo en presencia del faraón. 9 Se convertirá en polvo fino sobre todo el territorio de Egipto: producirá úlceras y tumores en los hombres y en los animales, en todo el país de Egipto”. 10 Ellos tomaron el hollín del horno y se presentaron ante el faraón; Moisés lo arrojó hacia el cielo, y se convirtió en úlceras y tumores en los hombres y en los animales. 11 Los magos no pudieron presentarse ante Moisés porque ellos, como los demás egipcios, también tenían úlceras. 12 Pero el Señor hizo que el faraón se empecinara, y no los escuchó, como el Señor lo había anunciado a Moisés.

 

Rayos y granizo sobre todo Egipto. Séptima plaga

Sal 78,47-49; 105,32; Ap 8,7; 16,21 // 9,16: Rom 9,17

 

 13 El Señor dijo a Moisés: “Levántate por la mañana para ir a presentarte ante el faraón y decirle: Así dice el Señor, Dios de los hebreos: ‘Deja salir a mi pueblo para que me rinda culto. 14 Porque esta vez yo enviaré todas mis plagas contra ti, contra tus servidores y contra tu pueblo para que sepas que no hay nadie como yo en toda la tierra. 15 Porque si te hubiera mostrado mi poder golpeándote a ti y a tu pueblo con la peste, ya habrías desaparecido de la tierra. 16 Pero te he preservado solo con este motivo: que se vea la prueba de mi poder y que mi nombre sea anunciado a toda la tierra. 17 Si aún te resistes a dejar salir a mi pueblo, 18 mañana a esta hora haré caer una granizada tal como no ha habido otra igual en Egipto desde su fundación hasta el presente. 19 Por eso ordena ahora que sean puestos en lugar seguro tus ganados y todas tus pertenencias que están en el campo; el granizo caerá sobre toda persona y todo animal que se encuentre en el campo y no se haya refugiado en la casa, y lo hará morir’”. 20 Los servidores del faraón que temieron la palabra del Señor, pusieron bajo techo a sus servidores y a sus ganados. 21 Pero quien no prestó atención a la palabra del Señor, dejó a sus servidores y a sus ganados en el campo.

22 El Señor dijo a Moisés: “Levanta tu mano hacia el cielo, y caerá granizo sobre todo el territorio de Egipto: sobre hombres, ganados y toda la hierba del campo en toda la extensión de Egipto”. 23 Moisés levantó su bastón hacia el cielo y el Señor envió truenos y granizo; hizo que cayeran rayos sobre la tierra y granizo sobre todo el territorio de Egipto. 24 Se veían rayos en medio del granizo, y la granizada era tan fuerte como no hubo otra igual desde que Egipto llegó a ser un pueblo. 25 En todo el país de Egipto el granizo destrozó todo lo que se encontraba en el campo, desde los hombres hasta las bestias. También dañó toda la vegetación del campo y quebró todos los árboles. 26 Pero en el territorio de Gosen donde habitaban los israelitas no hubo granizada.

27 El faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón y les dijo: “He pecado esta vez. El Señor es justo; yo y mi pueblo somos pecadores. 28 Supliquen al Señor porque ya ha habido demasiados truenos y granizo de parte de Dios. Yo los dejaré partir, y ya no los retendré más”. 29 Moisés le dijo: “Cuando deje tu presencia y salga a la ciudad, levantaré mis manos al Señor. Entonces cesarán los truenos y ya no caerá más granizo, para que sepas que la tierra es del Señor. 30 En cuanto a ti y a tus servidores, yo sé que aún no temen al Señor Dios”.

31 El lino y la cebada se perdieron, porque la cebada había espigado y el lino había florecido. 32 En cambio, el trigo y la avena no se perdieron, porque ambos son tardíos.

33 Moisés salió de la presencia del faraón hacia la ciudad y extendió sus manos hacia el Señor; entonces cesaron los truenos y ya no cayó más granizo sobre el país. 34 Cuando el faraón vio que habían cesado la lluvia, el granizo y los truenos, volvió a pecar, y se empecinaron tanto él como sus servidores. 35 El faraón se empecinó y no permitió salir a los israelitas, como el Señor había dicho por medio de Moisés.

 

Subió la langosta por todo el país de Egipto. Octava plaga

Dt 4,9; 6,7.20-25; Jl 1,2-12; Sal 78,3-8.46; 105,34; Ap 9,3

 

10 1 El Señor dijo a Moisés: “Preséntate ante el faraón. Yo hice que él y sus servidores se empecinaran, porque quiero realizar mis signos en medio de ellos, 2 para que puedas contar a tu hijo y a tu nieto cómo actué y qué signos realicé en medio de Egipto, y así conozcan que yo soy el Señor”. 3 Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón y le dijeron: “Así dice el Señor, Dios de los hebreos: ‘¿Hasta cuándo te negarás a humillarte ante mí? Deja partir a mi pueblo para que me rinda culto. 4 Porque si tú te resistes en dejar partir a mi pueblo, mañana haré venir la langosta a tu territorio. 5 Cubrirá la superficie de la tierra de tal modo que no se podrá ver el suelo. Devorará todo lo que les dejó la granizada y todos los árboles que crecen en sus campos. 6 Llenarán tus casas y las casas de todos tus servidores y de todos los egipcios como no lo vieron tus padres y tus antepasados desde que han estado sobre la superficie de la tierra hasta el día de hoy’”. Entonces se retiró y salió de la presencia del faraón. 7 Los servidores del faraón le dijeron: “¿Hasta cuándo este hombre será causa de desgracias para nosotros? Deja partir a esos hombres para que rindan culto al Señor, su Dios. ¿Es que aún no te has dado cuenta de que Egipto corre a su ruina?”. 8 Hicieron volver a Moisés y a Aarón ante el faraón, y este les dijo: “Vayan y rindan culto al Señor, su Dios. ¿Quiénes son los que irán?”. 9 Moisés respondió: “Iremos con nuestros pequeños y con nuestros ancianos; iremos con nuestros hijos y con nuestras hijas, con nuestro ganado menor y mayor, porque para nosotros es una fiesta en honor del Señor”. 10 El faraón respondió: “¡Juro que a ustedes no los dejaré partir con sus pequeños! ¡La mala intención de ustedes está a la vista! 11 No será así. Que vayan a rendir culto solo los hombres adultos, porque eso es lo que ustedes querían”. Y fueron expulsados de la presencia del faraón.

12 El Señor dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre el país de Egipto para que venga la langosta a invadir el territorio de Egipto y devore toda la vegetación del país, todo lo que quedó después del granizo”. 13 Moisés extendió su bastón sobre el país de Egipto, y el Señor hizo que durante todo aquel día y durante la noche soplara el viento del este sobre todo el territorio. A la mañana, el viento del este había traído la langosta. 14 Subió la langosta por todo el país de Egipto y se posó en todo el territorio de Egipto; fue en tal cantidad que, antes de ella no hubo tanta langosta, como tampoco habrá después de ella. 15 La superficie de todo el país se cubrió y la tierra se oscureció; devoró toda la vegetación del país y todos los frutos de los árboles que se habían salvado de la granizada. No quedó ni un retoño en los árboles ni en la vegetación del campo en todo el país de Egipto.

16 El faraón se apresuró a convocar a Moisés y a Aarón y dijo: “He pecado contra el Señor, su Dios, y contra ustedes. 17 Pero ahora, por esta vez, perdonen mi pecado e intercedan ante el Señor, su Dios, para que por lo menos retire de mí esta muerte”. 18 Moisés salió de la presencia del faraón e intercedió ante el Señor. 19 El Señor hizo soplar con fuerza el viento del mar, que barrió a las langostas y las llevó al mar Rojo. No quedó una sola langosta en todo el territorio de Egipto. 20 Pero el Señor hizo que el faraón se empecinara y no dejara partir a los israelitas.

 

Densa oscuridad en todo el territorio de Egipto. Novena plaga

Sal 105,28; Sab 17,1-18,24; Ap 16,10

 

 21 El Señor dijo a Moisés: “Extiende tu mano hacia el cielo y habrá tinieblas sobre el país de Egipto: será una densa tiniebla”. 22 Moisés extendió su mano hacia el cielo, y durante tres días hubo una densa oscuridad en todo el territorio de Egipto. 23 No se veían unos a otros, y durante tres días nadie se movió del lugar donde estaba. Pero todos los israelitas tenían luz en sus casas.

24 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y le dijo: “Vayan, rindan culto al Señor. También los pequeños pueden ir con ustedes. Pero solo quedarán aquí sus rebaños de ovejas y vacas”. 25 Moisés respondió: “Tú debes permitir que tengamos los sacrificios y los holocaustos para ofrecer al Señor Dios nuestro. 26 Por eso nuestros ganados deben ir también con nosotros sin que quede atrás ni una sola res, porque entre ellos elegiremos para ofrecer al Señor, y hasta que no lleguemos allá, no sabemos qué deberemos ofrecer”.

27 El Señor hizo que el faraón se empecinara y no los dejara partir. 28 El faraón le dijo: “Retírate de mi presencia, y cuida de no presentarte otra vez, porque el día que te presentes morirás sin remedio”. 29 Moisés le respondió: “Así como lo has dicho: no volveré a presentarme ante ti”.

 

En medio de la noche pasaré por medio de Egipto. Décima plaga

Éx 3,21-22; 4,23; 6,1; 7,3; 12,29-30; Hch 7,21-22

 

11 1 El Señor dijo a Moisés: “Todavía haré venir una plaga más sobre el faraón y sobre los egipcios; después de ella los dejará partir de aquí. Es más, no solo los dejará partir, sino que los expulsará de aquí. 2 Ordena al pueblo que hombres y mujeres pidan a sus vecinos objetos de plata y oro”. 3 El Señor hizo que el pueblo se ganara la simpatía de los egipcios, y el mismo Moisés llegó a gozar de gran prestigio en Egipto, entre los servidores del faraón y entre el pueblo.

4 Moisés dijo: “Así dice el Señor: Hacia la medianoche yo saldré a recorrer el territorio de Egipto, 5 y morirá todo primogénito en el país de Egipto desde el primogénito del faraón, que se sienta sobre el trono real, hasta el primogénito de la esclava que trabaja en el molino; también perecerá todo primogénito de los ganados. 6 Habrá en todo el país de Egipto grandes alaridos, tan grandes como no los hubo antes ni los volverá a haber después. 7 Pero para que sepan que el Señor hace distinción entre los egipcios y los israelitas, entre todos los israelitas no ladrará ni un perro, ni a las personas ni a los animales. 8 Entonces vendrán a mí todos estos tus servidores y se postrarán ante mí, diciendo: ‘Salgan tú y todo el pueblo que te sigue’. Y después saldré”. Entonces Moisés, ardiendo de indignación, salió de la presencia del faraón.

9 El Señor dijo a Moisés: “El faraón no los escuchará y así se multiplicarán mis signos en el país de Egipto”. 10 Moisés y Aarón realizaron todos estos signos ante del faraón, pero el Señor hizo que el faraón se empecinara y no dejara partir a los israelitas de su país.

 

  1. Pascua, Panes sin levadura, y primogénitos*«

 

Este día será para ustedes un día memorable

Éx 13,4; 23,15; 34,18; Lv 23,5-8; Nm 9,1-4; 28,16-25; Dt 16,1-8; Mt 26,17; 1 Cor ,7; 1 Pe 1,9 // 12.10: Jn 19,36

 

12 1 Cuando estaban en la tierra de Egipto, el Señor dijo a Moisés y Aarón: 2 “Este mes será para ustedes el principal de los meses, el primero de los meses del año. 3 Hablen a toda la comunidad de Israel en estos términos: El día diez de este mes cada uno tomará un cordero por familia. 4 Si la familia es poco numerosa para comerlo entero, se juntará con el vecino más próximo a su casa según el número de personas y lo que cada uno pueda comer. 5 El animal será sin defecto, macho, de un año; lo tomarán de entre los corderos o de entre los cabritos 6 Lo conservarán hasta el día catorce de este mes, y al atardecer de ese día lo sacrificará toda la comunidad de los israelitas. 7 Tomarán una parte de la sangre y rociarán los marcos y el dintel de la puerta de la casa donde lo coman. 8 Esa noche comerán la carne asada al fuego, con panes sin levadura y con hierbas amargas. 9 No han de comer nada crudo o cocido en agua, sino que todo debe ser asado al fuego, incluso la cabeza, las patas y las entrañas. 10 No guarden nada hasta la mañana siguiente; y lo que hubiere sobrado, lo consumirán en el fuego antes de la mañana. 11 Así comerán la víctima: vestidos como para salir, calzados con sandalias y con el bastón en la mano.

 ”Además, lo comerán rápidamente. Es la Pascua del Señor. 12 Esa noche yo pasaré por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos, desde el hombre hasta la bestia; y haré justicia contra todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor. 13 La sangre será un signo sobre las casas en las que ustedes se encuentren y ella les servirá de protección; yo veré la sangre y pasaré de largo frente a sus casas: la plaga exterminadora no los alcanzará cuando yo castigue al país de Egipto. 14 Este día será para ustedes un día memorable, y en todas las generaciones lo celebrarán como una fiesta en honor del Señor. Lo festejarán como una institución perpetua.

 

Comerán panes sin levadura

Éx 13,3-10; 23,15; Lv 23,l5-8; 1 Cor 5,7

 

15 “Durante siete días deben comer panes sin levadura; la levadura deberá ser retirada de sus casas ya desde el primer día. Si alguno se atreve a comer algo fermentado desde el primero hasta el séptimo día, esa persona será separada de Israel. 16 Ustedes tendrán asamblea sagrada el primero y el séptimo día. En esos días no harán ningún trabajo. Solo se podrá hacer lo que sea necesario para que todos puedan comer. 17 Guardarán lo prescrito para la fiesta de los Panes sin levadura, porque en ese mismo día saqué a sus ejércitos del país de Egipto. Guardarán ese día por todas las generaciones; es un mandamiento perpetuo. 18 En el primer mes comerán panes sin levadura desde el día catorce por la tarde hasta el día veintiuno del mismo mes por la tarde. 19 Durante siete días no habrá levadura en sus casas, porque cualquier persona que la comiere, ya sea extranjero residente o nacido en el país, será excluida de la comunidad de Israel. 20 No comerán nada fermentado; en cualquier lugar donde habiten, comerán panes sin levadura”.

 

Inmolen la pascua

Éx 10,2; Dt 6,20-22; Ez 9,4-7; 1 Cor 10,10; Heb 11,28

 

 21 Moisés convocó a todos los ancianos de Israel y les dijo: “Elijan un cordero o un cabrito por familia e inmolen la pascua. 22 Tomarán luego un ramo de hisopo, lo mojarán en la sangre que está en el recipiente, y con esta sangre untarán el dintel y los dos marcos de la puerta. Que ninguno de ustedes salga de la casa hasta la mañana siguiente. 23 Porque el Señor pasará para castigar a los egipcios, verá la sangre sobre el dintel y sobre los marcos de la puerta, y pasará de largo ante aquella puerta: no permitirá que el exterminador entre en sus casas para castigar.

24 Ustedes observarán estas prescripciones: es un precepto para ti y para tus hijos para siempre. 25 Cuando hayan llegado a la tierra que el Señor les da, de acuerdo con lo que les ha prometido, ustedes cumplirán este acto de culto.

 

Y cuando sus hijos les pregunten…

Éx 10,2; 13,8-10.14-16; 20,2-4; Dt 4,9; 6,20-24; Jos 4,6-7.21-24; Jl 1,3; Sal 78,4

 

 26 Y cuando sus hijos les pregunten: ‘¿Qué significa para ustedes este acto de culto?’, 27 les responderán: ‘Es el sacrificio de la Pascua del Señor, que en Egipto pasó de largo frente a las casas de los israelitas cuando castigó a los egipcios, pero perdonó nuestras casas’”.

Entonces el pueblo se postró en adoración. 28 Los israelitas fueron a hacer todo lo que el Señor les ordenó a Moisés y Aarón, y lo hicieron exactamente así.

 

El Señor hirió a todos los primogénitos de Egipto. 10ª plaga –ejecución-

Éx 11,4-8; 12,12; Sal 78,51; 136,10; Sab 18,6-9

 

29 A media noche, el Señor hirió a todos los primogénitos del país de Egipto, desde el primogénito del faraón que se sentaba sobre su trono real hasta el primogénito del preso que se encontraba en la cárcel, así como a todos los primogénitos de los animales. 30 Aquella noche, el faraón, todos sus servidores y todos los egipcios se levantaron y hubo un gran clamor en Egipto, porque no había una sola casa en la que no hubiera un muerto. 31 Durante la noche, el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón y les dijo: “Levántense, ustedes y los israelitas, salgan de en medio de mi pueblo y vayan a rendir culto al Señor, así como han dicho. 32 Llévense sus ovejas y cabras, sus vacas y bueyes, como lo han pedido. Váyanse y bendíganme también a mí”. 33 Los egipcios apresuraban al pueblo para que saliera rápidamente del país, porque decían: “Vamos a morir todos nosotros”. 34 El pueblo recogió la masa antes de que fermentara, la envolvió en sus mantos cuando todavía estaba sobre las tablas que usaban para amasar, y la llevó al hombro. 35 Los israelitas hicieron como les había dicho Moisés, y pidieron a los egipcios objetos de plata y oro, y vestidos. 36 El Señor hizo que los egipcios miraran favorablemente al pueblo y le concedieran lo que pedía, y de este modo despojaron a los egipcios.

 

Salieron de Egipto los ejércitos del Señor

Gn 15,13-16; Nm 14,1-2; 33,3-5; Dt 16,3; Hch 7,6; Gál 3,17

 

 37 Los israelitas partieron de Ramsés hacia Sucot; eran unos seiscientos mil varones que iban a pie, sin contar a los niños. 38 Con ellos salió también una gran muchedumbre, y una cantidad de ganado, ovejas y cabras, vacas y bueyes. 39 Con la masa que habían sacado de Egipto cocieron panes sin levadura, porque no había podido fermentar. En efecto, los egipcios los apresuraban y no pudieron retardarse más; además, no habían podido preparar provisiones. 40 Los israelitas estuvieron en Egipto cuatrocientos treinta años. 41 Exactamente el día en que se cumplían los cuatrocientos treinta años los ejércitos del Señor salieron de Egipto. 42 Aquella fue una noche de vela para el Señor: él veló para sacarlos del país de Egipto. Como esa noche, esta también será una noche de vela ante el Señor para todos los israelitas por todas las generaciones.

 

Ningún extranjero comerá la Pascua

Lv 22,10; Nm 9,12 // 12,46: Jn 19,36

 

43 El Señor dijo a Moisés y a Aarón: “Esta es la norma de la Pascua: no la comerá ningún extranjero. 44 Podrá comerla el esclavo varón, comprado por dinero, si lo circuncidas, 45 pero el forastero residente y el jornalero no la comerán. 46 Se ha de comer en una sola casa. No sacarán nada de la carne fuera de la casa, y no le romperán ningún hueso. 47 La celebrará toda la comunidad de Israel. 48 Todo varón extranjero que vaya a residir en medio de ti deberá circuncidarse para poder celebrarla, porque será como el nativo del país. Ningún incircunciso podrá comerla. 49 La norma será igual tanto para el nativo como para el extranjero que vaya a residir en medio de ti”.

50 Todos los israelitas hicieron exactamente lo que el Señor prescribió a Moisés y a Aarón, 51 y ese mismo día el Señor hizo salir del país de Egipto a los israelitas formados como un ejército.

 

Conságrame todo primogénito

Éx 22,29-30; 34,19-20; Nm 3,12-13; 8,16-18 // 13,2: Lc 2,23

 

13 1 El Señor dirigió la palabra a Moisés y le dijo: 2 “Conságrame todo primogénito, todo primer nacido en Israel, tanto de los hombres como de los animales”.

 

Durante siete días se comerán panes sin levadura

Éx 12,15; 23,15; Lv 23,l5-8; Dt 6,6-9; 11,18-28; 1 Cor 5,7

 

 3 Moisés dijo al pueblo: “Recuerden este día en que salieron de Egipto, de la tierra de la esclavitud, porque el Señor los hizo salir de allí con su fuerza poderosa. Por eso no comerán pan fermentado. 4 Hoy ustedes salen en el mes de Abib. 5 Cuando el Señor te haya conducido a la tierra de los cananeos, hititas, amorreos, jeveos y jebuseos, el país que juró a tus antepasados que te daría a ti, tierra que mana leche y miel realizarás este acto de culto en este mes. 6 Durante siete días comerás panes sin levadura, y el séptimo día es fiesta en honor del Señor. 7 Durante siete días se comerán panes sin levadura, y no habrá levadura ni pan fermentado en todo tu territorio.

8 Ese día le explicarás esto a tu hijo: ‘Yo celebro esto en razón de lo que hizo por mí el Señor cuando salí de Egipto’. 9 Y será para ti como un signo sobre tu mano y como un recordatorio entre tus ojos, de modo que la ley del Señor esté en tu boca, porque con su fuerza poderosa el Señor te hizo salir de Egipto. 10 Y guardarás esta prescripción en el tiempo señalado, año tras año.

 

Todo primer nacido de tu ganado pertenece al Señor

Éx 10,2; 12,26-27; 13,1-2;Gn 22,1; Dt 4,9; 6,8; Jos 4,6-7.21-24 // 13,15: Lc 2,23

 

11 Cuando el Señor te haya conducido al país de los cananeos y te lo haya dado, como te lo juró a ti y a tus antepasados, 12 consagrarás al Señor todo primer nacido. Todo primer nacido de tu ganado, si es macho, pertenece al Señor. 13 Pero todo primogénito del asno lo rescatarás con un cordero y, si no lo rescatas, lo desnucarás. También rescatarás a todo primogénito de hombre que nazca entre tus descendientes.

14 Cuando mañana tu hijo te pregunte: ‘¿Qué es esto?’, le responderás: ‘Con su fuerza poderosa el Señor nos hizo salir de Egipto, de la tierra de la esclavitud. 15 Como el faraón se obstinaba en no dejarnos salir, el Señor mató a todo primogénito en el país de Egipto, desde el primogénito de hombre hasta el primogénito del ganado. Por eso yo sacrifico al Señor todo primogénito macho de los animales y rescato al primogénito de entre mis hijos’. 16 Eso será para ti un signo sobre tu mano y un recordatorio entre tus ojos, porque con su fuerza poderosa el Señor nos hizo salir de Egipto”.

 

 

  1. Salida de Egipto y milagro del mar

 

El Señor iba delante de ellos *

Gn 21,32-34; 50,25; Nm 9,15-23; 14,1-2; Dt 1,33; Jos 24,32; Sal 78,1-4; Neh 9,12-19

 

17 Cuando el faraón dejó partir al pueblo, Dios no lo condujo por el camino del país de los filisteos, que era más corto, porque se dijo: “No sea que el pueblo se descorazone si ve que debe luchar, y se vuelva a Egipto”. 18 Por eso Dios hizo rodear al pueblo por el camino del desierto del mar Rojo. Los israelitas salieron de Egipto bien equipados. 19 Moisés tomó consigo los huesos de José, porque este había hecho jurar a los israelitas diciéndoles: “Ciertamente Dios los visitará; entonces lleven mis huesos de aquí”.

20 Partieron de Sucot y acamparon en Etán en el límite del desierto. 21 El Señor iba delante de ellos durante el día en una columna de nube para hacerles sombra y durante la noche en una columna de fuego para iluminarlos; así podían caminar de día y de noche. 22 Al pueblo nunca le faltó la columna de nube durante el día ni la columna de fuego durante la noche.

 

El faraón se empecinó en perseguir a los israelitas *

Éx 16,2-3; 17,3; Nm 11,1-6; 14,1l-4; 20,2; Sal 78,40

 

14 1 El Señor dirigió la palabra a Moisés y le dijo: 2 “Ordena a los israelitas que regresen y acampen frente a Piajirot entre Migdal y el mar, frente a Baalsefón. Acamparán a orillas del mar. 3 El faraón dirá a propósito de los israelitas: ‘Andan errantes por el país, y el desierto los tiene atrapados’. 4 Yo haré que el faraón se empecine en perseguirlos y me cubriré de gloria a costa del faraón y de todo su ejército; así sabrán los egipcios que yo soy el Señor”. Y los israelitas hicieron así.

5 Le anunciaron al rey de Egipto que el pueblo había huido. Entonces el faraón y todos sus servidores cambiaron de opinión con respecto al pueblo y dijeron: “¿Qué hemos hecho al permitir que Israel deje de estar a nuestro servicio?”. 6 El faraón hizo preparar su carro y reunió a sus tropas con él. 7 Tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto, cada uno de ellos con un combatiente. 8 El Señor hizo que el faraón se empecinara en perseguir a los israelitas, mientras que estos habían partido en actitud victoriosa. 9 Los egipcios, todos los caballos y carros del faraón, sus jinetes y su ejército, los persiguieron yendo tras ellos y les dieron alcance ante Piajirot, frente a Baalsefón. 10 Cuando el faraón se acercaba, los israelitas levantaron la vista y vieron a los egipcios que iban en su persecución, tuvieron mucho miedo, gritaron al Señor 11 y dijeron a Moisés: “¿Acaso no había ninguna tumba en Egipto para que nos hayas traído a morir en el desierto? ¿Qué es lo que nos has hecho al hacernos salir de Egipto? 12 ¿Acaso no es esto lo que te decíamos en Egipto: ‘Deja que sirvamos a los egipcios, porque más vale ser esclavo de los egipcios que morir en el desierto?’”. 13 Moisés respondió al pueblo: “No teman; manténganse firmes y verán la salvación que hoy mismo les mostrará el Señor, porque a esos egipcios que hoy ven, no los volverán a ver nunca más. 14 El Señor combatirá a favor de ustedes, y ustedes no deberán hacer nada”.

 

Los israelitas atravesaron el mar como por suelo seco

Sal 77,17-21; 106,9-11; Jdt 5,13-14; Sab 10,18-19; 1 Cor 10,1-2; Heb 11,29

 

15 El Señor dijo a Moisés: “¿Por qué clamas hacia mí? Ordena a los israelitas que se pongan en marcha. 16 Y tú, levanta tu bastón, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas caminen sobre tierra seca en medio del mar. 17 Yo haré que los egipcios se empecinen en perseguirlos a ustedes, y me llenaré de gloria a causa del faraón y de su ejército, de sus caballos y de sus jinetes. 18 Los egipcios sabrán que yo soy el Señor cuando me cubra de gloria a costa del faraón, de sus carros y de sus jinetes”.

19 El ángel de Dios, que marchaba delante del campamento de Israel, se desplazó y se puso a su retaguardia. La columna de nube se desplazó de delante de ellos para ponerse detrás, 20 y se ubicó entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel. La nube era tenebrosa y transcurrió toda la noche sin que se acercaran unos a otros. 21 Moisés extendió su mano sobre el mar, y mediante un poderoso viento del este que sopló durante toda la noche, el Señor hizo que el mar se desplazara y se transformara en suelo seco. Las aguas se dividieron 22 y los israelitas pudieron atravesar el mar como por suelo seco; las aguas eran para ellos una muralla a su derecha y a su izquierda. 23 Los egipcios, todos los caballos del faraón, sus carros y sus jinetes los persiguieron hasta el medio del mar. 24 Cuando la mañana se acercaba, el Señor miró hacia el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y de nube y provocó confusión en el campamento de los egipcios. 25 Trabó las ruedas de sus carros, que solo podían desplazarse pesadamente. Entonces los egipcios dijeron: “Huyamos de delante de Israel, porque el Señor pelea por él en contra de los egipcios”.

26 El Señor dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar y volverán las aguas sobre los egipcios, sobre sus carros y sobre sus jinetes”. 27 Moisés extendió su mano sobre el mar y, al rayar el alba, volvieron las aguas a su lugar, de modo que los egipcios, en su huida, se encontraron con ellas. Así ahogó el Señor a los egipcios en el mar. 28 Las aguas retornaron y cubrieron los carros y a sus jinetes, a todo el ejército del faraón, que había entrado detrás de ellos en el mar; no quedó ni uno solo de ellos. 29 Pero los israelitas caminaron por el mar como por tierra firme; las aguas eran para ellos una muralla a derecha y a izquierda. 30 Aquel día el Señor salvó a Israel del poder de los egipcios e Israel pudo ver a los egipcios muertos a la orilla del mar. 31 Israel vio la gran obra del poder del Señor, lo que él hizo contra los egipcios, y el pueblo honró al Señor y puso su confianza en él y en Moisés, su servidor.

 

Caballos y carros precipitó en el mar *

Nm 20,21; 21,4-13; Dt 2,1-9; 3,24; Jue 11,34; 1 Sm 18,6; Is 12,2; Is 12,2; Sal 74,2; 86,8; 118,14; Ap 15,3

 

15 1 Entonces Moisés y los israelitas cantaron este cántico al Señor y lo entonaron diciendo:

“Cantaré al Señor, porque se cubrió de gloria;

caballos y carros precipitó en el mar.

2 Mi fortaleza y mi canción es el Señor;

él fue mi salvación.

Este es mi Dios: lo alabaré;

él es el Dios de mi padre: lo exaltaré.

 

3 El Señor es un guerrero,

su nombre es “El Señor”.

4 Él precipitó en el mar los carros del faraón y su ejército,

la flor de sus guerreros fue devorada por el mar Rojo;

5 los abismos los cubrieron,

descendieron a lo profundo como piedras.

 

6 Tu derecha, Señor, impresiona por su fuerza,

tu derecha, Señor, aplasta al enemigo.

7 Por tu inmensa grandeza derribas al adversario,

arde tu furor y los consume como paja.

 

8 Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,

se elevaron las olas como un dique,

Los abismos se cuajaron en el fondo del mar.

9 Decía el enemigo:

 ‘lo perseguiré, lo alcanzaré,

repartiré el botín,

con ellos se saciará mi alma,

desenvainaré mi espada,

mi mano los aniquilará’.

10 Pero soplaste con tu aliento,

Y los cubrió el mar;

se hundieron como plomo en las aguas caudalosas.

 

11 ¿Quién como tú entre los dioses, Señor?

¿Quién como tú, glorioso en santidad,

terrible en prodigios, autor de maravillas?

12 Extendiste tu derecha,

los devoró la tierra.

 

13 Guiaste con benevolencia a este tu pueblo que rescataste,

lo condujiste con tu poder a tu monte santo.

14 Lo oyeron los pueblos y temblaron,

se produjo un escalofrío en los habitantes de Filistea.

15 Entonces se estremecieron los príncipes de Edom,

se angustiaron los jefes de Moab,

temblaron todos los habitantes de Canaán;

16 pavor y espanto cayeron sobre ellos.

Bajo la fuerza de tus brazos

quedaron mudos como piedras

hasta que pasó tu pueblo, Señor,

hasta que pasó el pueblo que rescataste.

17 Lo introduces y lo plantas en la montaña de tu herencia,

lugar que preparaste para tu morada, Señor,

el santuario, Señor, que fundaron tus manos.

 

18 ¡El Señor reinará por siempre jamás!”.

 

19 Porque los caballos del faraón con sus carros y sus jinetes entraron al mar, pero el Señor hizo volver sobre ellos las aguas del mar, mientras los israelitas caminaban por suelo seco en medio del mar.

20 Entonces María la profetisa, hermana de Aarón, tomó en sus manos un tamboril y todas las mujeres la siguieron con tamboriles y danzas. 21 Y María les hacía responder:

“Canten al Señor, porque se cubrió de gloria:

caballos y carros precipitó en el mar”.

 

 

  1. CAMINO AL SINAÍ*­

 

El agua de Mará era amarga*

Nm 33,8-9; Dt 7,15; Jr 17,14; Sal 103,3; Eclo 38,5; 1 Cor 10,3-5

 

22 Moisés hizo partir a Israel del mar Rojo y se encaminaron hacia el desierto. Caminaron tres días por el desierto sin encontrar agua. 23 Así llegaron a Mará, pero no podían beber el agua de Mará porque era amarga. Por eso se le dio el nombre de Mará. 24 El pueblo murmuró contra Moisés, diciendo: “¿Qué vamos a beber?”. 25 Entonces Moisés invocó al Señor, y el Señor le mostró un arbusto, que Moisés arrojó al agua y el agua se volvió dulce.

Allí le dio a Israel decretos y normas, lo puso a prueba

 26 y le dijo: “Si de veras escuchas la voz del Señor, tu Dios, y haces lo recto a sus ojos, si obedeces sus mandatos y guardas todos sus preceptos, no haré venir sobre ti todas las plagas que hice venir contra Egipto, porque yo soy el Señor, el que cuida de tu salud”.

27 Después llegaron a Elín, donde hay doce manantiales y setenta palmeras, y acamparon junto a las aguas.

 

Comerán carne y se saciarán de pan*

                                                                    = Nm 11

 Dt 8,3-16; Sal 78,18-29; Neh 9,15; Sab 16,20-29; Jn 6,26-58; 1 Cor 10,3; Ap 2,17 // 16,18: 2 Cor 8,15

 

16 1 Toda la comunidad de los israelitas partió de Elín, y el día quince del segundo mes después de la salida del país de Egipto llegó al desierto de Sin, que está entre Elín y el Sinaí. 2 En el desierto, toda la comunidad de los israelitas murmuró contra Moisés y Aarón. 3 Los israelitas les decían: “¡Ojalá hubiéramos muerto por mano del Señor en el país de Egipto, cuando nos sentábamos en torno a la olla de carne y comíamos pan hasta saciarnos! ¡Nos has sacado a este desierto para hacer morir de hambre a toda esta comunidad!”.

4 El Señor dijo a Moisés: “Yo haré que desde el cielo llueva pan para ustedes. El pueblo saldrá y recogerá lo necesario para cada día. Así lo probaré, lo pondré a prueba para saber si está dispuesto a comportarse de acuerdo con mi ley o no. 5 El sexto día, cuando preparen lo que hayan recogido, tendrán el doble de lo que hayan levantado cada día”. 6 Moisés y Aarón dijeron a todos los israelitas: “Esta tarde reconocerán que fue el Señor quien los sacó del país de Egipto, 7 y por la mañana verán la gloria del Señor, que ha oído sus murmuraciones. Ustedes murmuraron contra el Señor, porque nosotros, ¿quiénes somos para que murmuren contra nosotros?”. 8 Moisés dijo: “Esta tarde el Señor les dará carne para que coman, y por la mañana tendrán pan hasta la saciedad. El Señor ha oído las murmuraciones con que se rebelaron contra él, porque nosotros, ¿quiénes somos? Las murmuraciones de ustedes no van dirigidas contra nosotros, sino contra el Señor”.

9 Moisés dijo a Aarón: “Ordena a toda la comunidad de los israelitas que se presenten ante el Señor, porque él ha oído sus murmuraciones”. 10 Cuando Aarón estaba hablando a toda la comunidad de los israelitas, ellos miraron hacia el desierto, y vieron que la gloria del Señor apareció sobre una nube.

11 El Señor se dirigió a Moisés, diciéndole: 12 “He oído las murmuraciones de los israelitas. Háblales en estos términos: ‘Al atardecer comerán carne y por la tarde se saciarán de pan. Así sabrán que yo soy el Señor, su Dios’. 13 Efectivamente, por la tarde subieron las codornices y cubrieron el campamento y por la mañana había como una capa de rocío en torno al campamento. 14 Cuando se evaporó la capa de rocío, sobre la superficie del desierto apareció algo muy pequeño, como una semilla blanquecina, como la escarcha sobre la tierra. 15 Cuando los israelitas la vieron, cada uno preguntó a su hermano: “¿Qué es esto?”. Porque no sabían qué era aquello. Moisés les respondió: “Ese es el pan que les da el Señor para comer. 16 Esto es lo que el Señor les ordena: ‘Que cada uno recoja lo que necesite para comer; tomará una ración por persona, según el número de las personas que se encuentran en su carpa’”.

17 Los israelitas lo hicieron así, y unos recogieron más, y otros menos. 18 Cuando lo midieron, no le sobró al que había recogido más, ni le faltó al que había recogido menos; todos tenían lo necesario para comer.

19 Moisés les dijo: “Que nadie guarde nada hasta la mañana siguiente”. 20 Algunos hombres no escucharon a Moisés y guardaron algo para la mañana siguiente, pero se cubrió de gusanos y se pudrió. Entonces Moisés se irritó contra ellos. 21 Por la mañana, cada uno recogía lo que podía comer, porque después, con el calor del sol, se derretía.

22 Cuando llegó el sexto día recogieron dos raciones para cada uno. Todos los jefes de la comunidad fueron y le informaron a Moisés. 23 Él les respondió: “Esto es lo que ha dicho el Señor: Mañana es sábado, día de descanso consagrado al Señor. Hoy hay que cocer lo que haya que cocer y hervir lo que haya que hervir; lo que sobre guárdenlo en reserva para mañana”. 24 Lo guardaron hasta el día siguiente, como había mandado Moisés, y esta vez no se pudrió ni se llenó de gusanos. 25 Moisés dijo: “Cómanlo hoy, porque este día es sábado consagrado al Señor, y no lo encontrarán en el campo. 26 Durante seis días podrán recogerlo, pero el séptimo día es día de descanso y no lo encontrarán”. 27 El séptimo día, algunas personas del pueblo salieron a recogerlo, pero no lo encontraron.

28 El Señor dijo a Moisés: “¿Hasta cuándo se van a negar a guardar mis preceptos y mis mandamientos? 29 Consideren que el Señor les ha dado el sábado, por eso el sexto día él mismo les dará el pan para dos días. Que cada uno lo guarde en casa, para que el séptimo día no salga nadie de su lugar”. 30 Así el pueblo descansó el séptimo día.

31 Los israelitas le dieron el nombre de ‘maná’. Era blanco como la semilla de cilantro; su sabor se parecía al del pan con miel.

32 Moisés dijo: “Esto es lo que el Señor les ordena: ‘Conserva una ración como memorial para todas sus generaciones. Así podrán ver el pan con que los alimenté en el desierto cuando los saqué del país de Egipto’”. 33 Moisés dijo a Aarón: “Toma un recipiente, llénalo de maná y colócalo ante el Señor como memorial para todas las generaciones”. 34 Aarón lo colocó delante del Testimonio, para conservarlo de acuerdo con lo que el Señor le había ordenado a Moisés.

35 Los israelitas comieron el maná durante cuarenta años hasta que llegaron a tierra habitada, comieron el maná hasta que llegaron a los límites del país de Canaán. 36 Una ración de maná equivalía a unos cuatro kilos.

 

Brotará agua para que beba el pueblo*

= Nm 20,1-13.24

 Dt 32,51; Sal 81,8; 95,8-9; 106,32; Neh 9,15; Jn 7,38; 1 Cor 10,4

 

17 1 Toda la comunidad de los israelitas partió del desierto de Sin, y fue avanzando por etapas hasta que acampó en Refidín; allí el pueblo no tenía agua para beber. 2 El pueblo se enfrentó con Moisés y le dijo: “¡Danos agua para que bebamos!”. Moisés respondió “¿Por qué protestan contra mí?, ¿por qué ponen a prueba al Señor?”. 3 El pueblo sediento protestaba contra Moisés y decía: “¿Por qué nos han hecho subir de Egipto para matarnos de sed a mí, a mis hijos y a nuestros ganados?”. 4 Entonces Moisés clamó al Señor diciendo: “¿Qué haré con este pueblo? Un poco más y me matan a pedradas”. 5 El Señor dijo a Moisés: “Pasa delante del pueblo acompañado por algunos de los ancianos de Israel, y lleva en tu mano el bastón con el que golpeaste el Nilo. Te pondrás en marcha, 6 y yo te esperaré junto a la roca en el Horeb. Golpearás la roca y brotará agua para que beba el pueblo”. Así lo hizo Moisés en presencia de los ancianos de Israel. 7 Aquel lugar se llamó Masá y Meribá, porque allí los israelitas disputaron con el Señor y lo pusieron a prueba diciendo: “¿Está realmente el Señor en medio de nosotros o no?”.

 

Josué derrotó a Amalec*

Nm 11,28; Dt 25,17-19; 1 Sm 15,2-3

 

8 Vino Amalec y presentó batalla contra Israel en Refidín. 9 Entonces Moisés dijo a Josué: “Elige a algunos hombres y vete a hacer la guerra contra Amalec. Mañana yo estaré en la cima de la colina teniendo el bastón de Dios en mi mano”. 10 Josué hizo conforme a lo que le dijo Moisés y salió a presentar batalla contra Amalec. Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima de la colina. 11 Y sucedió que mientras Moisés tenía levantados los brazos prevalecía Israel, pero cuando bajaba los brazos prevalecía Amalec. 12 Como los brazos de Moisés se fatigaban, tomaron una piedra, la pusieron debajo, y él se sentó encima, mientras Aarón y Jur, uno a cada lado, sostenían sus brazos. De esta manera sus brazos se mantuvieron firmes hasta la puesta del sol. 13 Josué derrotó a Amalec y a su pueblo a filo de espada.

14 El Señor dijo a Moisés: “Escribe esto en un libro como memorial, y comunica a Josué que yo borraré por completo la memoria de Amalec de debajo de los cielos”. 15 Moisés construyó un altar y le dio por nombre “El Señor es mi bandera”. 16 Y dijo: “Por haber levantado la mano contra el trono del Señor, el Señor combatirá contra Amalec de generación en generación”.

 

Jetró, suegro de Moisés, fue a ver a Moisés*

Éx 2,22; Nm 10,29-32; Hch 7,29

 

18 1 Jetró, el sacerdote de Madián y suegro de Moisés, supo todo lo que Dios había hecho a Moisés y a su pueblo Israel, y cómo el Señor había sacado a Israel de Egipto. 2 Entonces Jetró, suegro de Moisés, tomó a Séfora, mujer de Moisés, después que él la había despedido, 3 y a sus dos hijos, uno de los cuales se llamaba Guersón, porque Moisés había dicho: “He llegado a ser extranjero en tierra extraña”, 4 y el otro Eliezer, porque había dicho: “El Dios de mi padre fue mi ayuda y me salvó de la espada del faraón”. 5 Jetró, suegro de Moisés, fue a ver a Moisés llevándole a sus hijos y su mujer al desierto en el que este tenía su campamento junto al monte de Dios.

6 Le dijo a Moisés: “Yo, tu suegro Jetró, he venido a ti con tu mujer y sus dos hijos con ella”. 7 Moisés salió al encuentro de su suegro, se postró y lo besó; cada uno de ellos preguntó por la salud del otro y después entraron en la carpa. 8 Moisés contó a su suegro todo lo que el Señor había hecho al faraón y a los egipcios en beneficio de Israel, y cómo lo había salvado de todas las dificultades que habían encontrado en el camino. 9 Jetró se alegró de todo el bien que el Señor había hecho a Israel, y de cómo lo salvó de la mano de los egipcios. 10 Jetró dijo: “Bendito el Señor que los salvó del poder de los egipcios y del poder del faraón, que salvó a este pueblo de la opresión de los egipcios. 11 Ahora sé que el Señor es el más grande de todos los dioses”. 12 Después Jetró, suegro de Moisés, ofreció un holocausto y sacrificios a Dios; Aarón y todos los ancianos de Israel vinieron a participar de la comida con el suegro de Moisés en presencia de Dios.

 

Hombres capaces que juzgarán al pueblo*

Nm 11,14-17; Dt 1,9-18

 

13 Al día siguiente sucedió que Moisés se sentó para administrar justicia; todo el pueblo debía estar ante Moisés desde la mañana hasta el atardecer. 14 El suegro de Moisés vio todo lo que este hacía por el pueblo y dijo: “¿Qué es lo que haces por el pueblo? ¿Por qué eres tú solo el que te sientas a juzgar y todo el pueblo debe estar de pie ante ti desde la mañana hasta el atardecer?”. 15 Moisés respondió a su suegro: “Es que el pueblo viene a mí para consultar a Dios. 16 Cuando hay entre ellos algún asunto, vienen a mí y yo juzgo entre cada persona y su prójimo; así les hago saber los decretos de Dios y sus instrucciones”. 17 El suegro de Moisés le dijo: “No está bien lo que haces. 18 Terminarán por cansarse tanto tú como este pueblo que está contigo, porque el asunto es más de lo que puedes soportar y no puedes realizarlo tú solo. 19 Escucha ahora mi consejo para que Dios esté contigo: Tú debes ser el representante del pueblo ante Dios y el que lleva sus asuntos a Dios. 20 Tú los instruirás en los preceptos y en las leyes; tú les darás a conocer el camino por el que han de marchar y las obras que han de practicar. 21 Pero elige de entre todo el pueblo hombres capaces, temerosos de Dios, fieles, y enemigos del soborno. Los pondrás al frente del pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez. 22 Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; cuando haya algún asunto grave te lo traerán a ti, pero todo asunto menos importante lo juzgarán ellos mismos. Así harás más liviana tu carga, porque ellos te ayudarán a llevarla. 23 Si haces esto, Dios te dará sus órdenes; tu carga será llevadera e incluso todo este pueblo podrá llegar en paz a su lugar”.

24 Moisés escuchó el consejo de su suegro e hizo todo lo que le dijo. 25 Moisés escogió hombres capaces de entre todo Israel y los puso como cabezas sobre el pueblo: jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez. 26 Ellos juzgaban al pueblo en todo tiempo, traían ante Moisés todo asunto grave, pero ellos resolvían todas las cuestiones de menor importancia.

27 Después Moisés dejó partir a su suegro, y este regresó a su país.

 

III. LA ALIANZA EN EL SINAÍ*­

 

  1. La Alianza y el Decálogo*

 

Serán para mí un reino de sacerdotes y un pueblo santo*

Dt 7,6; 10,14-15; 14,2; 26,18; 32,11; Jos 24,16-24; Heb 12,10; 1 Pe 2,9; Ap 5,10; 20,6

 

19 1 El día en que se cumplían tres meses desde que habían salido de Egipto, los israelitas llegaron al desierto del Sinaí. 2 Habían salido de Refidín, llegaron al desierto del Sinaí y acamparon en el desierto; allí Israel acampó frente a la montaña. 3 Moisés subió hacia Dios y el Señor lo llamó desde la montaña diciéndole: “Así dirás a los descendientes de Jacob y anunciarás a los israelitas: 4 ‘Ustedes vieron lo que hice a los egipcios, y cómo los llevé a ustedes sobre alas de águila y los traje hacia mí. 5 Y ahora, si de veras escuchan mi voz y guardan mi alianza, serán mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque toda la tierra me pertenece. 6 Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y un pueblo santo’. Esas son las palabras que comunicarás a los israelitas”.

7 Moisés fue y convocó a los ancianos del pueblo y les expuso todo lo que el Señor le había prescrito. 8 Todo el pueblo respondió a una sola voz y dijo: “Haremos todo lo que ha dicho el Señor”. Moisés hizo saber al Señor la respuesta del pueblo.

 

Vendré en una densa nube*

Jos 6,4-20; Jue 6,34; Heb 12,20

 

9 Dijo el Señor a Moisés: “Mira, yo vendré hacia ti en una densa nube, para que el pueblo oiga cuando yo hable contigo y confíe siempre en ti”.

Moisés relató al Señor todas las palabras del pueblo. 10 El Señor dijo a Moisés: “Regresa a donde está el pueblo y purifícalos hoy y mañana; que laven sus vestidos 11 y estén preparados para el tercer día, porque al tercer día el Señor descenderá sobre el monte Sinaí ante la mirada de todo el pueblo. 12 Marcarás un límite alrededor del monte, y les dirás: ‘Tengan cuidado de no subir al monte o de tocar sus límites. Cualquiera que toque el monte, morirá. 13 Nadie lo tocará con su mano, porque morirá apedreado o atravesado por flechas; no seguirá con vida, tanto si se trata de una bestia como de una persona. Solo cuando suene la trompeta podrán subir al monte”.

14 Moisés bajó de la montaña, fue a donde estaba el pueblo y lo purificó. Ellos, por su parte, lavaron sus vestidos. 15 Después Moisés dijo al pueblo: “Estén preparados para pasado mañana. No tengan relaciones sexuales”.

 

El Señor descendió sobre el monte Sinaí *

Dt 4,10-14; 5,2-5.25-31; Sal 81,8; Neh 9,13-14; Mt 28,1-2; Ap 4,5

 

16 A la mañana del tercer día, hubo truenos, relámpagos y una densa nube sobre el monte; además se oía el fuerte sonido de una trompeta. Todo el pueblo que estaba en el campamento tuvo miedo. 17 Moisés ordenó que el pueblo saliera del campamento al encuentro de Dios, y ellos se detuvieron al pie de la montaña. 18 Antes de que el Señor descendiera sobre él, el monte Sinaí estaba totalmente envuelto en llamas; su humo subía como el humo de un horno. Además, todo el monte retemblaba con violencia. 19 El sonido de la trompeta crecía y se hacía más potente; Moisés hablaba y Dios le respondía con el trueno. 20 El Señor descendió sobre la cima del monte Sinaí, llamó a Moisés y este subió.

21 El Señor dijo a Moisés: “Desciende y ordena al pueblo que no traspase los límites para ver al Señor. No sea que caigan muchos de entre ellos. 22 Incluso los sacerdotes que se acercan al Señor deben purificarse para que el Señor no los haga morir”. 23 Moisés respondió al Señor: “El pueblo no puede subir al monte Sinaí, porque tú nos advertiste: ‘Delimita la montaña y declárala santa’”. 24 El Señor le dijo: “Ahora debes ir. Desciende, y después subirás con Aarón. Pero que los sacerdotes y el pueblo no se atrevan a subir hacia el Señor, no sea que los haga morir”. 25 Moisés descendió a donde estaba el pueblo y les dijo…

 

Dios pronunció estas palabras*

= Dt 5,6-22

Lv 19,1-18; 20,10; 23,3; Nm 15,32-36; Dt 4,15-20; Eclo 3,1-16; Mt 5,17-48; 19,16-22; Lc 13,14; Ef 6,2-6 // 20,11: Hch 4,24; 20:12: Mt 15,4; Mc 7,10; Ef 6,2-3; 20,12-16: Mt 19,18-19; Mc 10,9; Lc 18,20; 20,13: Mt 5,21; Sant 2,11; 20,13-17: Rom 13,9; 20,14: Mt 5,27; Sant 2,11; 20,17: Rom 7,7

 

20 1 Dios pronunció estas palabras:

2 “Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó del país de Egipto, del lugar de esclavitud.

3 No tendrás otros dioses delante de mí*.

4 No te harás ninguna imagen, ni cualquier tipo de representación de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en las aguas por debajo de la tierra. 5 No las adorarás ni les rendirás culto, porque yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la culpa de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me rechazan, 6 pero que tengo misericordia por mil generaciones en el caso de los que me aman y cumplen mis mandamientos*.

7 No invocarás en vano el nombre del Señor tu Dios, porque el Señor no dejará sin castigo a quien invoque su nombre en vano*.

8 Recuerda el día del sábado para santificarlo*. 9 Durante seis días trabajarás y harás toda tu tarea, 10 pero el séptimo día es descanso dedicado al Señor tu Dios. No harás ningún trabajo ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el forastero que vive en tus ciudades. 11 Porque en seis días el Señor hizo el cielo, la tierra, el mar y cuanto hay en ellos, pero descansó el séptimo día. Por eso el Señor bendijo el día sábado y lo declaró santo.

12 Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolongue tu vida en la tierra que el Señor tu Dios te da*.

13 No matarás*.

14 No cometerás adulterio*.

15 No robarás*.

16 No darás falso testimonio contra tu prójimo*.

17 No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada de lo que pertenezca a tu prójimo”*.

 

Moisés se acercó a la densa oscuridad *

Dt 4,11; 5,23-31; 18,16; Heb 12,18-19

 

18 Todo el pueblo, al percibir los truenos y relámpagos, el sonido de la trompeta y la montaña que humeaba, estaba lleno de temor y se mantenía a distancia. 19 Dijeron a Moisés: “Habla tú con nosotros y te escucharemos, pero que no hable Dios con nosotros, no sea que muramos”. 20 Moisés le dijo al pueblo: “No teman, porque Dios ha venido para ponerlos a prueba y para que su temor permanezca ante ustedes de modo que no pequen”. 21 El pueblo se mantuvo a distancia y Moisés se acercó a la densa oscuridad en la que Dios se encontraba.

 

  1. Código de la Alianza*

 

Me harás un altar de tierra*

Ex 32,31; Dt 27,5-7; Jos 8,31

 

22 El Señor dijo a Moisés: “Así dirás a los israelitas: Ustedes han visto cómo he hablado con ustedes desde el cielo. 23 No pondrán junto a mí dioses de plata o de oro, ni los fabricarán para ustedes. 24 Me harás un altar de tierra y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus sacrificios de comunión, tus ovejas y tus vacas. En todo lugar donde haga memorable mi nombre, vendré a ti y te bendeciré. 25 Si me haces un altar de piedras, no serán piedras talladas, porque al labrarlas con tus herramientas las profanarías. 26 No subirás por gradas hacia mi altar, para que tu desnudez no quede a la vista”.

 

Si compras un esclavo hebreo*

Lv 25,35-46; Dt 15,12-18; Jr 34,14

 

21 1 Estas son las leyes que les darás:

2 Si compras un esclavo hebreo, te servirá durante seis años, pero al séptimo quedará libre sin pagar nada. 3 Si entró solo, saldrá solo; si estaba casado, su esposa saldrá con él. 4 Si su amo le dio esposa y esta le dio a luz hijos o hijas, la esposa y sus hijos serán de su amo y él saldrá solo. 5 Pero si el esclavo declara decididamente: ‘Amo a mi dueño, a mi esposa y a mis hijos; no quiero salir libre’, 6 su amo lo llevará ante Dios, lo acercará a la puerta o a su marco y le perforará la oreja con un punzón. Entonces será esclavo para siempre.

7 Si un hombre vende a su hija como esclava, ella no saldrá libre como salen los esclavos. 8 Si su amo encuentra en ella algún defecto antes de tener relaciones sexuales con ella, podrá permitir que sea rescatada, pero no podrá humillarla vendiéndola a extranjeros.

 9 Si la destina para su hijo, la tratará como se trata a las hijas. 10 Si toma para sí otra esposa, a la primera no le retirará la comida, el vestido y los derechos de esposa. 11 Pero si no le da estas tres cosas, ella podrá irse gratuitamente, sin pagar nada.

 

Será condenado a muerte*

Lv 20,9; 24,17-21; Nm 35,9-34; Dt 4,41-43; 19,1-13; Jos 20,2-9; 1 Re 1,50; 2,28-34// 21,17: Mt 15,4; Mc 7,10

 

12 El que hiere a un hombre y le causa la muerte, será condenado a muerte; 13 pero si no fue su intención, sino que Dios lo permitió, yo te señalaré un lugar al que pueda huir. 14 Por el contrario, si alguien se indigna con su prójimo y lo mata voluntariamente, lo retirarás de mi altar para entregarlo a la muerte. 15 El que golpee a su padre o a su madre será condenado a muerte. 16 El que secuestra a un hombre, lo haya vendido o se encuentre en su poder, será condenado a muerte. 17 El que maldice a su padre o a su madre será condenado a muerte.

 

Si un hombre golpea al otro*

Gn 4,23-24; Nm 35,19-27; Lv 24,10-20; Dt 19,21; Mt 5,38-42 // 21,24: Mt 5,38

 

18 Si dos hombres pelean, y uno golpea al otro con una piedra o con el puño, pero no lo mata sino que lo hace caer en cama, 19 de modo que después pueda levantarse y salir apoyado en un bastón, el agresor será declarado inocente, pero deberá pagarle por el tiempo que estuvo en cama y por los gastos de la curación.

20 El que golpea a su esclavo o a su esclava con un bastón y lo hace morir en ese momento, será castigado, 21 pero si sobreviven un día o dos, no será castigado porque eran de su propiedad.

22 Si unos hombres que se pelean golpean a una mujer encinta y la hacen abortar, sin que se siga otro daño, el culpable pagará lo que establezca el marido y determinen los jueces. 23 Pero si hubiera otro daño, darás vida por vida, 24 ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, 25 quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe*.

26 Si un hombre golpea a su esclavo o a su esclava en el ojo y hace que lo pierda, le dará la libertad en compensación por su ojo. 27 Si hace caer un diente de su esclavo o de su esclava, le dará la libertad en compensación por su diente.

 

Si un buey mata a un hombre o a una mujer

Gn 9,5; 2 Sm 12,6; Lc 19,8

 

28 Si un buey embiste y mata a un hombre o a una mujer, se matará al buey a pedradas y su carne no se podrá comer, pero su dueño no será responsable. 29 En cambio si se había hecho saber a su dueño que el buey embestía desde tiempo atrás y no lo cuidó, si el buey mata a un hombre o a una mujer, será muerto a pedradas, y su dueño también deberá morir. 30 Pero si se le impone una compensación, deberá dar lo que le exijan en rescate por su vida. 31 Si el buey embiste y mata a un niño o a una niña, se seguirá esta misma norma. 32 Si el buey embiste y mata a un esclavo o a una esclava, se entregarán treinta monedas de plata al dueño de ellos y el buey será muerto a pedradas.

33 Si uno deja abierto un pozo o si cava un pozo y no lo cubre, y cae allí un buey o un asno, 34 el dueño del pozo pagará con dinero al dueño del animal, pero el animal muerto será suyo.

35 Si un buey embiste y mata al buey de otro hombre, venderán el buey vivo y se repartirán tanto el dinero como el buey muerto. 36 Pero si el dueño sabía que el buey atacaba y no lo cuidó, tendrá que pagar el precio del buey, pero se quedará con el buey muerto.

37 Si un hombre roba un buey o una oveja para sacrificarla o venderla, deberá restituir cinco bueyes por el buey, o cuatro ovejas por la oveja.

 

Si un ladrón es golpeado

Lv 5,10-16; Dt 22,28-29; 1 Sm 14,41

 

22 1 Si un ladrón es golpeado y muere cuando es encontrado en el acto de introducirse en una casa, no hay delito. 2 Pero si esto sucede de día, se considerará que hay delito.

El ladrón está obligado a restituir; en el caso de que no tenga nada, será vendido para restituir lo robado. 3 Pero si todavía se encuentra en su poder un animal vivo que haya robado, sea un buey, un asno o una oveja, deberá pagar el doble.

 4 Si un hombre produce destrozos en un campo o en una viña por permitir que su ganado entre en un terreno ajeno, restituirá con lo mejor de su campo o de su viña.

5 Si se produce un incendio, y al propagarse el fuego quema las gavillas, los trigales o el campo, el culpable del incendio pagará el daño.

6 Si alguien entrega en depósito a su vecino dinero o herramientas para que los guarde, y eso es robado de la casa del hombre, si el ladrón es encontrado pagará el doble. 7 Si el ladrón no es encontrado, el dueño de la casa se acercará a Dios y jurará no haber tocado lo depositado por su prójimo.

8 En todo asunto delictivo en que uno reclama a otro como suyo un buey, un asno, una oveja, un vestido o un objeto extraviado, se llevará el asunto ante Dios y aquel a quien él declare culpable, restituirá el doble a su prójimo.

9 Si uno deja a su prójimo en custodia un asno, un buey, una oveja o cualquiera otra bestia, y esta muere, se extravía o es robada sin que haya testigo, 10 se decidirá el asunto entre ambos mediante un juramento de que no se ha tocado al animal de su prójimo. El dueño aceptará el juramento y no se debe restituir. 11 Pero si se comprueba que fue robada cuando él estaba presente, está obligado a restituir al dueño. 12 Si el animal fue despedazado por una fiera, traerá como prueba los despojos y no está obligado a restitución.

13 Si un hombre pide a su prójimo que le preste un animal, y este muere en ausencia de su dueño, deberá restituir. 14 Pero no habrá restitución si el dueño estaba presente. Si lo había alquilado, el dueño recibirá el precio del alquiler.

 

Si uno seduce a una muchacha virgen

Dt 22,23-29

 

 15 Si uno seduce a una muchacha virgen que no está desposada y se acuesta con ella, pagará la dote por ella y la tomará por esposa. 16 Si el padre de la muchacha no quiere dársela por esposa, pagará la dote según se acostumbra para las vírgenes.

 

Será condenado a muerte

Lv 18,23; 20,15-16; Dt 18,9-12; 27,21

 

17 No dejarás con vida a la hechicera.

18 El que tenga relaciones sexuales con un animal será condenado a muerte.

19 Será exterminado el que ofrezca sacrificios a los dioses, en vez de ofrecerlos solamente al Señor.

 

No maltratarás al forastero *

Ex 23,9; Lv 19,33-34; 25,35-38; Dt 10,18-19; 15,7-11; 23,20-21; 24,17-18; 27,19; Is 1,17; Jr 7,6; Sal 68,6; 94,6; 146,9 // 22,27: Hch 23,5

 

20 No maltratarás ni oprimirás al forastero que reside en tu territorio, porque ustedes fueron forasteros en el país de Egipto. 21 No maltratarás a las viudas y a los huérfanos, 22 porque si los maltratas y claman a mí, yo escucharé su queja, 23 mi ira se encenderá contra ustedes, los haré morir por la espada, sus mujeres quedarán viudas y sus hijos huérfanos.

24 Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre vecino tuyo, no te portarás con él como un usurero; no le exigirás intereses.

25 Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás a la puesta del sol, 26 porque en él tiene su único abrigo, es el vestido de su cuerpo. Si no, ¿sobre qué se acostará? Si él se queja ante mí, yo lo escucharé, porque soy compasivo.

27 No blasfemes contra Dios, ni maldigas a un jefe de tu pueblo.

 

Primicias y primogénitos

Éx 13,1-2; 34,19-20; Lv 7,24; 23,9-14; Nm 3,12-13; 8,16-18; Dt 14,21; 26,1-11; Lc 2,23 ; Hch 15,29

 

28 No retardes el pago de las primicias de la cosecha del grano y de la viña.

Me entregarás el primogénito de tus hijos, 29 y lo mismo harás con el primogénito de tus vacas y tus ovejas: estará siete días con su madre y al octavo día me lo entregarás.

30 Ustedes deben estar consagrados a mí: no coman la carne de un animal que ha sido destrozado por una fiera en el campo; tírenla a los perros para que la devoren.

 

No tuerzas el derecho *

Éx 20,16; Lv 19,15-16; Dt 1,16-17; 16,18-20; 19,16-18; 22,1-4.20; 24,17-18; 27,19

 

23 1 No difundas falsos rumores. No te asocies con el malvado para dar testimonio injusto. 2 No sigas a la mayoría cuando todos actúan mal. En un proceso, no votes a favor de la mayoría para hacer algo malo, 3 ni favorezcas indebidamente al pobre en su pleito.

4 Si encuentras extraviado al buey o al asno, propiedad de tu enemigo, devuélveselo sin falta. 5 Si ves que el asno del que te aborrece está caído bajo el peso de la carga, no te desentiendas de él: préstale tu ayuda.

6 No tuerzas el derecho del humilde en su pleito. 7 Apártate de la causa fraudulenta. No condenes a muerte al inocente y al justo, porque yo nunca declararé que el malvado es justo. 8 No aceptes soborno, porque el soborno tapa los ojos de los que ven bien y pervierte las causas justas. 9 No oprimas al forastero: ustedes saben lo que es ser forastero, porque fueron forasteros en el país de Egipto.

 

El séptimo día descansarás*

Éx 20,8-11; 31,12-17; 34,21; 35,2-3; Lv 25,3-4; Nm 15,32-36; 28,9-10; Dt 5,12-15; 1 Mac 1,44-45; 2 Mac 6,6

 

10 Durante seis años sembrarás tu campo y recogerás la cosecha, 11 pero el séptimo año lo dejarás descansar: quedará sin cultivar para que coman los humildes de tu pueblo, y lo que sobre lo comerán los animales del campo. Del mismo modo procederás con tu viña y tu olivar.

12 Durante seis días harás tus trabajos, pero el séptimo día descansarás, para que también tengan descanso tu buey y tu asno, y tengan respiro el hijo de tu esclava y el forastero.

13 Guarden cuanto les he dicho. El nombre de otros dioses no será recordado ni se escuchará en tu boca.

 

Celebrarás una fiesta*

Lv 23,6-8.15-21; 33,43; Nm 28,26-31;; Dt 14,21; Hch 2,1

 

14 Tres veces al año me celebrarás una fiesta. 15 Como te lo he ordenado, guardarás la fiesta de los Panes sin levadura. Durante siete días comerás panes sin levadura en el tiempo establecido, en el mes de Abib, porque en él saliste de Egipto. No se presentarán ante mí con las manos vacías.

 16 Y guardarás la fiesta de la Cosecha de los primeros frutos de todo lo que hayas sembrado en el campo; y al final del año, la fiesta de la Recolección, cuando hayas terminado todos tus trabajos en el campo. 17 Tres veces al año se presentarán todos tus varones ante el Señor tu Dios.

18 Cuando hagas sacrificios, no me ofrecerás la sangre junto con pan fermentado. No guardarás para el día siguiente la grasa de mi fiesta.

19 Llevarás al Templo del Señor, tu Dios las primicias de tu suelo.

No cocerás un cabrito en la leche de su madre.

 

Yo enviaré a mi ángel delante de ti*

Éx 13,21-22; 20,22-26; 33,2; Gn 28,18; Dt 7,20; Jos 24,12; Is 63,9; Mal 3,1 // 23,20: Mt 11,10; Mc 1,2-3; Lc 7,27

 

20 Yo enviaré a mi ángel delante de ti: él será tu guía en el camino y te conducirá al lugar que te he preparado. 21 Obedécele y escucha su voz. No te rebeles contra él, porque actúa en mi nombre y no perdonará tus transgresiones. 22 Si en cambio escuchas su voz y haces todo lo que yo te diga, tus enemigos serán mis enemigos y tus adversarios, mis adversarios. 23 Porque mi ángel irá delante de ti y te introducirá al país de los amorreos, hititas, pereceos, cananeos, jeveos y jebuseos, a quienes exterminaré.

 24 No imitarás la forma de proceder de esos pueblos, no adorarás sus dioses ni les rendirás culto; por el contrario, derribarás y destruirás sus piedras conmemorativas, 25 rendirás culto al Señor tu Dios, y él bendecirá tu alimento y tu bebida. Yo apartaré de ti las enfermedades, 26 y haré que llegues a la ancianidad. En tu tierra no habrá mujer que aborte o sea estéril.

27 Enviaré mi terror para que vaya delante de ti y provoques la confusión en todos los pueblos a los que llegues; te entregaré a todos tus enemigos, que huirán cuando te presentes. 28 Mandaré a los tábanos para que vayan delante de ti y espanten ante tu presencia al jeveo, al cananeo y al hitita. 29 No los expulsaré delante ti en un solo año, no sea que el país quede desolado y las fieras del campo se multipliquen en él. 30 Los expulsaré poco a poco delante de ti hasta que tú te multipliques y te apoderes de la tierra. 31 Fijaré tus fronteras desde el mar Rojo hasta el mar Mediterráneo y desde el desierto hasta el río Éufrates. Yo entregaré en tus manos a los habitantes del país para que los arrojes de tu presencia. 32 No harás alianza con ellos ni con sus dioses; 33 no deberán permanecer en tu país, no sea que te hagan pecar contra mí rindiendo culto a sus dioses. Esto sería una trampa para ti”.

 

  1. Conclusión de la Alianza*

 

Esta es la sangre de la Alianza

Jos 4,3-9.20-24; 24,26-27; 1 Re 18,31; 2 Re 23,1-3; Mt 26,28; Heb 9,18-19 // 24,8: Heb 9,20

 

24 1 Dios dijo a Moisés: “Sube hacia el Señor, acompañado por Aarón, Nadab, Abiú y setenta de los ancianos de Israel. Ustedes se postrarán a lo lejos, 2 y Moisés se acercará solo hacia el Señor. Los demás no se acercarán, y el pueblo tampoco subirá con él”.

3 Moisés volvió y refirió al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todas sus leyes. Todo el pueblo respondió a una voz y dijo: “Pondremos en práctica todo lo que ha dicho el Señor”. 4 Moisés escribió todas las palabras del Señor. A la mañana siguiente se levantó y construyó un altar al pie del monte, así como doce estelas por las doce tribus de Israel. 5 Encomendó a algunos jóvenes israelitas que ofrecieran holocaustos e inmolaran novillos como sacrificios de comunión en honor del Señor. 6 Moisés recogió la mitad de la sangre y la puso en recipientes; la otra mitad la derramó sobre el altar. 7 Tomó entonces el libro de la Alianza y lo proclamó en presencia del pueblo. Ellos respondieron: “Pondremos en práctica todo lo que ha dicho el Señor y lo obedeceremos”. 8 Moisés tomó la sangre, roció con ella al pueblo, y dijo: “Esta es la sangre de la Alianza, que el Señor ha hecho con ustedes de acuerdo con todas estas palabras”.

9 Moisés, Aarón, Nadab, Abiú y los setenta ancianos de Israel subieron 10 y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había como un pavimento de zafiro, tan resplandeciente como el cielo. 11 Él no les hizo daño a estos notables de Israel, que vieron a Dios, comieron y bebieron.

 

Moisés subió al monte de Dios

Éx 31,18; 32,15-16; 34,1.28; Dt 4,13-36; 5,22; 9,9.15; 10, 1-5; Mt 4,2

 

12 El Señor dijo a Moisés: “Sube hacia mí, a la montaña y permanece allí; te daré las tablas de piedra, con la ley y los mandamientos que escribí para instruirlos. 13 Moisés se levantó, subió a la montaña de Dios junto con su servidor Josué, 14 y dijo a los ancianos: “Esperen aquí hasta que regresemos. Ahí quedan con ustedes Aarón y Jur: quien tenga algún asunto, que acuda a ellos. 15 Moisés subió a la montaña, y esta quedó cubierta por la nube.

16 La gloria del Señor se posó sobre el monte Sinaí y la nube lo cubrió durante seis días; al séptimo día el Señor llamó a Moisés desde la nube. 17 Ante los ojos de los israelitas la gloria del Señor aparecía como un fuego devorador. 18 Moisés atravesó la nube y subió a la montaña. Moisés permaneció en la montaña cuarenta días y cuarenta noches.

 

  1. Instrucciones: la construcción de la Tienda del Encuentro y sus ministros*

 

Que los israelitas hagan una ofrenda*

Éx 25,40; 26,30; 27,8; 35,4-29; Nm 8,4

 

25 1 El Señor habló a Moisés en estos términos: 2 “Dirás a los israelitas que hagan una ofrenda para mí. La ofrenda que me hagan todos los hombres de buena voluntad será recogida por ustedes. 3 Y esta será la ofrenda que les pedirán: oro, plata y bronce, 4 púrpura violeta y púrpura escarlata, carmesí, lino escogido y pelo de cabra, 5 pieles de carnero teñidas de rojo, pieles curtidas y madera de acacia, 6 aceite para las lámparas, perfumes para el aceite de la unción y para el incienso aromático, 7 piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral.

8 Deben construirme un santuario donde habitaré en medio de ellos. 9 Te mostraré el modelo del santuario y el de su mobiliario, y harán todo conforme a esos modelos.

 

Me harás un arca de madera de acacia*

Éx 37,1-9

 

10 Me harás un arca de madera de acacia. Tendrá un metro y veinticinco centímetros de largo, setenta y cinco centímetros de ancho y lo mismo de alto. 11 La revestirás de oro puro por dentro y por fuera. A su alrededor pondrás una moldura de oro. 12 Fundirás para ella cuatro aros de oro y los colocarás en sus cuatro esquinas, de modo que queden dos aros a cada lado. 13 También harás unas varas de madera de acacia; las revestirás de oro 14 y las pasarás por los aros de los costados del arca para transportarla. 15 Las varas deben pasar por los aros del arca y no se moverán de ellos. 16 Dentro del arca pondrás las tablas del Testimonio, que yo te daré.

 

Harás una cubierta de oro puro y dos querubines*

Éx 37,6-9; Lv 16,12-15; Dt 10,1-3; 1Sm 4,4 ; 1 Re 6,23-30; Ez 1,5-14.22-28 ; Rom 3,25

 

17 Harás una cubierta de oro puro, de un metro y veinticinco centímetros de largo, y setenta y cinco centímetros de ancho. 18 Harás también dos querubines de oro cincelado y colocarás uno a cada lado de la cubierta. 19 Los dos querubines estarán a un lado y otro de la cubierta, de modo que formen una unidad con ella. 20 Los querubines estarán con sus alas extendidas por encima, cubriendo con sus alas la cubierta y situados uno frente al otro, pero con sus frentes orientadas hacia la cubierta. 21 Pondrás la cubierta encima del Arca; en el Arca colocarás las tablas del Testimonio que yo te daré. 22 Allí me mostraré a ti y hablaré contigo desde la cubierta y de entre los dos querubines que están sobre el arca del Testimonio para manifestarte todo lo que prescribo a los israelitas.

 

Harás una mesa de madera de acacia *

Éx 37,10-16; Lv 24,5-9; 1 Sm 21,5-7; 1 Re 7,48

 

23 Harás una mesa de madera de acacia de un metro de largo, cincuenta centímetros de ancho, y setenta y cinco centímetros de alto. 24 La recubrirás de oro puro y pondrás en su borde una moldura de oro. 25 También harás en torno a ella un reborde de unos veinte centímetros de ancho y le pondrás una moldura de oro a su alrededor. 26 Le harás cuatro aros de oro y los colocarás sobre las cuatro esquinas correspondientes a sus cuatro patas. 27 Los aros estarán junto al borde para poder pasar por ellos las varas y transportar la mesa. 28 Harás las varas de madera de acacia y las revestirás de oro; mediante ellas se podrá transportar la mesa. 29 También harás sus recipientes, sus vasos, sus ollas y sus tazas para las libaciones; todo ello las harás de oro puro. 30 Y sobre la mesa, delante de mí, pondrás perpetuamente el pan de la presencia.

 

Harás un candelabro de oro*

Éx 37,17-24; Lv 24,2-4; Hch 7,44; Heb 9,2 // 25,39-40; Heb 8,5

 

31 Harás un candelabro de oro puro cincelado. Su base y su cuerpo, con sus flores decorativas, sus pétalos y corolas, formarán una unidad. 32 De su cuerpo saldrán seis brazos: tres para cada lado. 33 Cada uno de los tres brazos llevará tres copas en forma de flor de almendro, con su corola y sus pétalos. Así serán los seis brazos que salen del candelabro. 34 En el cuerpo del candelabro habrá también cuatro cálices como flores de almendro con su corola y sus pétalos: 35 cada par de brazos del cuerpo del candelabro saldrá de una flor. 36 Las flores y los brazos formarán una sola pieza con el candelabro, que será de oro puro. 37 Harás también sus siete lámparas y las colocarás encima para que proyecten su luz hacia el frente. 38 Sus despabiladoras y sus platos de ceniza serán de oro puro. 39 Para hacer el candelabro y sus utensilios se destinarán cuarenta kilos de oro puro. 40 Fíjate bien para que lo hagas conforme al modelo que se te mostró en el monte.

 

Harás la Morada *

Éx 33,7-11; 36,8-19; Heb 9,1-5.11-24

 

26 1 Harás la Morada con diez tapices de lino fino trenzado con hilos de color violeta, púrpura y rojo, en los que estén bordados unos querubines. 2 Todos los tapices tendrán las mismas medidas: catorce metros de largo y dos metros de ancho. 3 Se formarán dos grupos de cinco tapices, en los que cada tapiz estará unido con el siguiente. 4 Pondrás lazos de púrpura violeta sobre el borde del tapiz con el que concluye el primer grupo; y harás lo mismo con el que concluye el segundo grupo, 5 y harás cincuenta ojales en el tapiz que termina el primer grupo, y también en el que termina el segundo, de modo que se correspondan unos con otros. 6 También harás cincuenta broches de oro y enlazarás entre sí los tapices que se corresponden, de modo que la Morada forme un solo cuerpo.

7 Tejerás once piezas de tela de pelo de cabra, para que a modo de toldo cubran la Morada. 8 Todas las piezas tendrán las mismas medidas: quince metros de largo y dos metros de ancho. 9 Juntarás cinco piezas de un lado y seis del otro, pero la sexta pieza quedará doblada frente a la Tienda. 10 Harás cincuenta ojales en la pieza que termina el primer grupo, y también en la que termina el segundo. 11 Harás cincuenta broches de bronce e introducirás los broches en los ojales para que resulte un solo cuerpo.

12 Como estas piezas exceden la dimensión de la Tienda, extenderás la mitad de la pieza excedente por detrás de la Morada, 13 de modo que el metro sobrante de lo que cubre la Tienda colgará a ambos lados, cincuenta centímetros a cada lado de la Morada.

14 También harás para la Tienda una cubierta de pieles de carnero teñidas de rojo. Encima pondrás un toldo de pieles finas.

 

Harás bastidores de madera de acacia*

Éx 25,40; 36,20-34

 

15 Harás bastidores de madera de acacia que se mantendrán de pie para formar la Morada. 16 Cada uno tendrá cinco metros de largo y setenta y cinco centímetros de ancho, 17 y tendrán dos espigas que se ensamblen unas con otras. Lo mismo harás para todos los bastidores de la Morada. 18 Pondrás veinte de esos bastidores hacia el sur. 19 Fabricarás cuarenta bases de plata para colocarlas debajo de los veinte bastidores: dos bases bajo cada bastidor.

20 Para el lado norte de la Morada habrá otros veinte bastidores: 21 dos bases bajo cada bastidor. 22 Harás los respectivos bastidores para la parte occidental de la Morada, 23 así como dos más para los ángulos posteriores de la Morada. 24 Estarán unidos desde abajo hacia arriba hasta llegar a la primera juntura. Los dos bastidores formarán un ángulo. 25 Serán, por tanto, ocho bastidores con dieciséis bases de plata: dos bases para cada bastidor.

26 También harás travesaños de madera de acacia. Serán cinco para cada lado de la Morada 27 y cinco para la parte posterior que mira a occidente. 28 El travesaño central pasará por entre los bastidores de un extremo al otro. 29 Recubrirás de oro los bastidores y fabricarás argollas de oro para pasar los travesaños. También cubrirás de oro los travesaños. 30 Así levantarás la Morada conforme al modelo que te fue mostrado en el monte.

 

Harás un velo*

Éx 36,35-38; Lv 16,2; Mt 27,51; Rom 3,25; Heb 6,19; 9,1-10.24; 10,19-20

 

31 Harás un velo de lino fino, trenzado con hilo violeta, escarlata y púrpura, bordado con figuras de querubines. 32 Lo colgarás sobre cuatro postes de madera de acacia revestidos de oro y provistos de sus ganchos de oro y de sus cuatro bases de plata. 33 Al velo lo colgarás de sus broches, y en el espacio que queda detrás del velo pondrás el arca del Testimonio. El velo también servirá de separación entre el Santo y el Santo de los Santos. 34 Pondrás la cubierta de oro sobre el arca del Testimonio en el Santo de los Santos. 35 Fuera del velo pondrás la mesa; el candelabro estará frente a la mesa, en el lado sur, y la mesa quedará del lado norte. 36 Para la entrada de la Morada harás una cortina de lino fino, trenzado con hilo violeta y escarlata, toda bordada. 37 Para esa cortina harás cinco postes de acacia y los recubrirás de oro; sus ganchos serán igualmente de oro. Para ellos fundirás cinco bases de bronce.

 

Harás el altar de madera de acacia*

Éx 38,1-7; Dt 33,17; 1 Re 8,64; Ez 43,13-17

 

27 1 Harás el altar de madera de acacia, será cuadrado y tendrá dos metros y medio en cada lado, y un metro y medio de alto. 2 En sus cuatro esquinas pondrás ángulos, que serán parte del altar y estarán totalmente recubiertos de bronce. 3 Harás los recipientes de bronce para la ceniza, como también las tenazas, los utensilios para los líquidos, los ganchos y los braseros. 4 Harás una rejilla de bronce, como una red; en los cuatro extremos de la red pondrás cuatro argollas de bronce, 5 y la colocarás en la parte inferior, de modo que quede a media altura del altar. 6 Pondrás al altar varales de madera de acacia, que revestirás de bronce. 7 El altar podrá ser transportado mediante esos varales, que se pasarán por las argollas de uno y otro lado del altar. 8 Harás el altar con paneles y será hueco, y lo harás así como se te mostró en la montaña.

 

También harás el atrio de la Morada*

Éx 38,9-20; Ez 40,17-49

 

9 También harás el atrio de la Morada. Por el lado sur, del lado del Négueb, estará formado por cortinas de lino fino trenzado, y medirá cincuenta metros de largo. 10 Sus veinte postes descansarán sobre veinte bases de bronce, pero sus ganchos y sus varillas serán de plata. 11 También del lado norte habrá un cortinaje de cincuenta metros de largo, con veinte postes, cuyos soportes serán de bronce; los ganchos de los postes y sus varillas serán de plata. 12 A lo ancho del atrio, del lado oeste, el cortinaje medirá veinticinco metros, y tendrá diez postes con sus diez bases. 13 En el lado del este, desde donde sale el sol, el atrio medirá veinticinco metros de ancho. 14 De un lado, las cortinas medirán siete metros y medio, y tendrán tres soportes con sus tres bases. 15 Del otro lado, las cortinas también medirán siete metros y medio, y tendrán tres soportes con sus tres bases. 16 La entrada del atrio tendrá una cortina de diez metros. Será de lino fino trenzado con hilos de púrpura, violeta y escarlata, finamente bordado, y tendrá cuatro soportes con sus cuatro bases. 17 Todos los soportes que forman el atrio tendrán adornos de plata, sus ganchos serán también de plata, y sus bases de bronce. 18 El atrio tendrá cincuenta metros de largo, veinticinco metros de ancho y dos metros y medio de alto. El cortinaje será de lino fino trenzado con sus bases de bronce. 19 Todos los utensilios para el servicio de la Morada, como también sus estacas y las del atrio, serán de bronce.

 

El aceite para mantener encendida la lámpara *

Lv 24,2-4

 

20 Ordena a los israelitas que lleven aceite de oliva puro, de la mejor calidad, que se destinará a mantener siempre encendida la lámpara. 21 Aarón y sus hijos la prepararán en la Tienda del Encuentro, fuera del velo que está delante del Testimonio, y deberá estar encendida desde la tarde hasta la mañana. Esta es una disposición permanente para todas las generaciones de los israelitas.

 

Harás vestiduras sagradas para Aarón*

Lv 8,6-9; 16,11-19

 

28 1 Ordena que, de entre los israelitas, se acerquen a ti tu hermano Aarón y sus hijos Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar, para que sean mis sacerdotes. 2 Para Aarón, tu hermano, harás vestiduras sagradas en las que se manifiesten la majestad y el esplendor. 3 Ordena a los artesanos hábiles, a los que yo haya llenado de sabiduría, que hagan las vestimentas para que Aarón sea consagrado como mi sacerdote. 4 Deberán hacer estas vestimentas: un pectoral, un efod, un manto, una túnica bordada, un turbante y un cinturón. Harán estas vestiduras sagradas para tu hermano Aarón y para sus hijos, que serán mis sacerdotes, 5 y para hacerlas utilizarán oro, hilo violeta, rojo y escarlata, y lino fino.

 

Harán el efod de oro y lino fino*

Éx 39,2-7; Nm 31,54; Jue 8,27; 1 Sm 2,18; 2 Sm 6,14

 

6 Harán el efod de oro y lino fino cuidadosamente bordado con hilo violeta, rojo y escarlata. 7 Por medio de dos tirantes se unirá y quedará sujeto a un lado y otro de los hombros. 8 El cinturón para sujetar el efod formará una sola pieza con él y será de oro y lino fino bordado con hilo violeta, rojo y escarlata. 9 También tomarás dos piedras de ónice sobre las que grabarás los nombres de las doce tribus de Israel: 10 habrá seis nombres en cada piedra, puestos por orden de nacimiento. 11 Las dos piedras con los nombres de las tribus de Israel estarán grabadas de la misma manera que los sellos, y las colocarás sobre monturas de oro. 12 A continuación pondrás ambas piedras sobre los hombros del efod, y las dos serán como un memorial de los israelitas: Aarón llevará estos nombres sobre sus hombros como un memorial delante del Señor. 13 Harás engarces de oro, 14 así como dos cadenillas de oro puro; las harás trenzadas como cordones y las fijarás trenzadas en los engarces.

 

Harás también el pectoral de las decisiones divinas*

Éx 39,8-21; Nm 27,21; Dt 33,8; 1 Sm 14,41; Ez 28,13; Esd 2,63; Neh 7,65;Ap 21,19-20

 

15 Harás también el pectoral de las decisiones divinas; lo harás de los mismos materiales que el efod: será de oro y lino fino cuidadosamente bordado con hilo violeta, rojo y escarlata. 16 Lo doblarás y tendrá la forma de un cuadrado de unos veinte centímetros de lado. 17 Lo cubrirás de piedras preciosas, que repartirás en cuatro hileras: en la primera un jaspe rojo, un topacio y una esmeralda; 18 en la segunda un rubí, un zafiro y un ónix; 19 en la tercera un ópalo, una ágata y una amatista, 20 y en la cuarta un crisólito, un lapislázuli y un jaspe verde. Todas estas piedras estarán fijadas mediante engarces de oro. 21 Estas piedras serán tantas como los nombres de los hijos de Israel. Los doce nombres estarán grabados como los sellos: cada piedra llevará el nombre de una de las tribus de Israel. 22 Harás para el pectoral unas cadenillas de oro puro trenzadas como cordones. 23 Harás en los extremos del pectoral dos argollas de oro por donde pasarán las cadenillas. 24 Pasarás las dos cadenillas por las dos argollas del extremo del pectoral, 25 y unirás los dos extremos de las cadenillas y las fijarás en los dos extremos de las hombreras en la parte frontal del efod. 26 Harás dos argollas de oro que pondrás en los dos extremos del borde inferior del pectoral, junto al efod. 27 Harás otras dos argollas de oro y las fijarás delante del efod, en la parte baja de los tirantes que están sobre los hombros, junto al cinturón. 28 A través de estas argollas, sujetarás el pectoral al efod mediante un cordón de púrpura violeta, de modo que el pectoral quede sobre la cinta del efod y no se desprenda de él. 29 Así Aarón llevará los nombres de los israelitas sobre el pectoral de las decisiones divinas encima de su corazón, como memorial perpetuo ante el Señor, cuando entre al lugar Santo. 30 Dentro del pectoral de las decisiones divinas pondrás el urim y el tumim, que quedarán sobre el corazón de Aarón cuando entre a la presencia del Señor. Así Aarón siempre llevará sobre su corazón las decisiones divinas acerca de los israelitas delante del Señor.

 

Harás el manto del efod*

Éx 39,22-26; Eclo 45,9

 

 31 Harás el manto del efod: todo él será de púrpura violeta. 32 La abertura para la cabeza estará en su mitad, y llevará a su alrededor una orla tejida como el cuello de una túnica, de modo que no se rompa. 33 Alrededor de la parte inferior pondrás granadas de hilo violeta y escarlata, alternando con campanillas de oro; 34 en todo el círculo inferior del manto se alternarán las campanillas de oro y las granadas. 35 Aarón se pondrá el manto cada vez que celebre el culto; su sonido se oirá cuando entre al lugar Santo, a la presencia del Señor, o salga de él, y así no morirá.

 

Harás una placa de oro puro*

Éx 39,30-31; Zac 14,20

 

36 Harás una placa de oro puro, y sobre ella, como con un sello, grabarás “Consagrado al Señor”. 37 La atarás con un cordón de púrpura violeta para que quede fija sobre la parte delantera del turbante. 38 Quedará sobre la frente de Aarón, que cargará con las faltas cometidas por los israelitas cuando presentan las ofrendas santas. Estará siempre sobre su frente para obtener el perdón en presencia del Señor.

39 El manto y el turbante serán de lino fino; el cinturón deberá estar bordado.

 

Harás túnicas para los hijos de Aarón*

Éx 20,26; 29,27

 

40 También harás túnicas para los hijos de Aarón, así como cinturones y tiaras que los revistan de majestad y esplendor. 41 Pondrás estas vestiduras a tu hermano Aarón y a sus hijos junto con él, los ungirás y los consagrarás, para que queden santificados como sacerdotes a mi servicio. 42 También harás para ellos unos calzones de lino fino que cubran su desnudez, desde la cintura hasta los muslos. 43 Aarón y sus hijos deberán llevarlos cuando entren a la Tienda del Encuentro, o se acerquen al altar para oficiar en el santuario, de modo que no incurran en alguna falta que merezca la muerte. Esta es una prescripción perpetua para Aarón y sus descendientes.

 

Se consagrarán a mi servicio como sacerdotes*

Éx 40,12-15; Lv 7,30-32; 8,1-36; 17,11; Ez 43,18-27; Ef 5,2; Flp 4,18; Heb 7,26-28; 9,22

 

29 1 Para consagrarlos a mi servicio como sacerdotes, tomarás un novillo y dos carneros sin defecto, 2 así como pan y tortas sin levadura, hechas con harina de la mejor calidad, unas amasadas con aceite y otras untadas con aceite. 3 Las pondrás en un canasto y las ofrecerás con el novillo y los carneros.

4 Ordenarás que Aarón y sus hijos se acerquen a la puerta de la Tienda del Encuentro y los bañarás con agua. 5 Tomarás los vestidos y vestirás a Aarón con la túnica, el manto del efod, el efod y el pectoral, que ceñirás con el cinturón del efod. 6 Después pondrás el turbante sobre su cabeza, y sobre él colocarás la placa sagrada. 7 Por último tomarás el aceite de la unción y lo derramarás sobre su cabeza para ungirlo.

8 Después harás que se acerquen sus hijos y los vestirás con sus túnicas. 9 Ceñirás a Aarón y a sus hijos con sus cinturones y les pondrás sus tiaras. A ellos les corresponde el sacerdocio por decreto perpetuo. Así quedarán investidos Aarón y sus hijos.

10 Después acercarás el novillo a la puerta de la Tienda del Encuentro; Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del novillo; 11 y lo sacrificarás delante del Señor junto a la puerta de la Tienda del Encuentro. 12 Tomarás de la sangre del novillo y untarás con tu dedo los ángulos del altar; luego derramarás toda la sangre al pie del altar. 13 A continuación tomarás toda la grasa que cubre el vientre, la que está junto al hígado y sobre los dos riñones, así como la que los envuelve, y la quemarás sobre el altar. 14 Pero debes quemar fuera del campamento la carne del novillo junto con su piel y sus excrementos. Es un sacrificio por el pecado.

15 Después tomarás uno de los carneros, Aarón y sus hijos impondrán sus manos sobre la cabeza del carnero, 16 y lo sacrificarás, recogerás su sangre y la derramarás en torno al altar. 17 Luego despedazarás el cordero, lavarás sus entrañas y sus patas, pondrás todo esto encima del resto del animal y de su cabeza, 18 y quemarás todo el carnero sobre el altar. Este es un holocausto ofrecido al Señor, calmante aroma que se quema en honor del Señor.

19 Luego tomarás el segundo carnero; Aarón y sus hijos impondrán sus manos sobre la cabeza del carnero, 20 lo inmolarás, tomarás de su sangre y untarás el lóbulo derecho de la oreja de Aarón y sus hijos, así como el pulgar de su mano derecha y de su pie derecho. El resto de la sangre lo derramarás alrededor del altar. 21 Luego tomarás de la sangre que está sobre el altar y del aceite de la unción y rociarás a Aarón y sus vestiduras y, junto con él, a sus hijos y sus vestiduras. Así quedarán consagrados Aarón y sus vestiduras, y junto con él, sus hijos y sus vestiduras.

22 De este carnero ofrecido para la investidura de los sacerdotes, tomarás la grasa, la cola, la grasa que cubre las entrañas, la que está junto al hígado, los riñones y la grasa que los cubre, y la pata derecha. 23 Del canasto que contiene los panes sin levadura que está ante el Señor, tomarás un pan redondo, una torta de pan con aceite y otra de pan untada con aceite. 24 Mecerás todo esto como ofrenda que se balancea ante el Señor, y lo pondrás en las manos de Aarón y de sus hijos. 25 Luego volverás a tomarlo de sus manos y lo quemarás sobre el altar junto al holocausto como calmante aroma ante el Señor; es un manjar que se quema en honor del Señor.

26 Luego tomarás el pecho del carnero inmolado para la investidura de Aarón y lo mecerás como ofrenda que se balancea ante el Señor. Esa será tu porción. 27 Deberás separar como algo sagrado el pecho que fue balanceado y la pata que fue balanceada y reservada del carnero inmolado para la investidura de Aarón. 28 Por decreto perpetuo pertenecerán a Aarón y a sus hijos, como porción recibida de los israelitas, porque es ofrenda reservada, tomada de los sacrificios de comunión, como ofrenda reservada para el Señor.

29 Las vestiduras santas de Aarón pasarán a sus hijos después de él; con ellas serán ungidos y recibirán su investidura. 30 Durante siete días, aquel de sus hijos que lo suceda como sacerdote deberá llevarlas para entrar en la Tienda del Encuentro y oficiar como sacerdote en el lugar Santo.

31 Tomarás luego el carnero de la investidura y cocerás la carne en el lugar Santo. 32 Aarón y sus hijos comerán la carne del carnero y el pan del canasto en la entrada de la Tienda del Encuentro. 33 Comerán aquello que sirvió para su expiación al recibir la investidura y al ser consagrados. Ningún otro puede comer de esos manjares, porque son cosa santa. 34 Si algo de la carne o del pan sobra hasta la mañana siguiente al día de la investidura, lo quemarás en el fuego; no se comerá, porque es manjar santo. 35 Así harás con Aarón y con sus hijos, conforme a todo lo que te he prescrito. El rito de su investidura durará siete días. 36 Cada día ofrecerás sobre el altar un novillo como expiación, en sacrificio por el pecado. Mediante este sacrificio de expiación purificarás el altar y lo ungirás para consagrarlo. 37 Durante siete días harás expiación por el altar y lo consagrarás; así el altar será tan santo, que todo lo que se acerque a él quedará santificado.

 

Todos los días ofrecerás dos corderos sobre el altar*

Lv 6,2-6; Nm 28,3-8; Ez 46,13-15

 

38 Todos los días, por siempre, ofrecerás dos corderos de un año sobre el altar. 39 Ofrecerás uno por la mañana y otro al atardecer. 40 Con el primero ofrecerás cuatro kilos y medio de harina de la mejor calidad, amasada con dos litros de aceite puro. Como libación ofrecerás dos litros de vino. 41 El segundo cordero se ofrecerá al atardecer, con la ofrenda y la libación como las de la mañana. Será un aroma agradable al Señor, una ofrenda consumida por el fuego; 42 un holocausto perpetuo que deberán hacer todos los descendientes de ustedes, en la entrada de la Tienda del Encuentro en presencia del Señor. Allí me presentaré ante ti para comunicarte mi palabra, 43 y también me presentaré ante los israelitas, en el lugar consagrado por mi gloria. 44 Santificaré la Tienda del Encuentro y el altar; a Aarón y a sus hijos los santificaré como mis sacerdotes. 45 Habitaré en medio de los israelitas y seré su Dios. 46 Así conocerán que yo, el Señor, soy el Dios que los sacó del país de Egipto para habitar en medio de ellos. Yo, el Señor, su Dios.

 

Harás el altar para quemar el incienso*

Éx 37,25-28; Lv 16; 1 Re 6,20-21; Ap 8,3-5

 

30 1 Harás también un altar de madera de acacia para quemar el incienso. 2 Será cuadrado y cada lado medirá medio metro; tendrá un metro de altura, y los ángulos formarán una unidad con él. 3 Lo revestirás de oro puro, tanto en su superficie superior como en su saliente alrededor y en sus ángulos. Le pondrás alrededor una moldura de oro 4 y, debajo de la moldura, a uno y otro lado, lo proveerás de dos argollas de oro; las pondrás a ambos lados para pasar por ellas las varas con las que se deberá transportar. 5 Harás además sus dos varas de madera de acacia y las revestirás de oro. 6 Pondrás el altar al lado del velo que está junto al arca del Testimonio y delante de la cubierta de oro que la cubre; allí me encontraré contigo. 7 Aarón quemará sobre él el incienso aromático; lo quemará todas las mañanas en el momento en que se preparan las lámparas; 8 y también por la tarde cuando las encienda. Todas las generaciones deberán ofrecer continuamente este incienso ante el Señor. 9 Sobre este altar no pondrán incienso profano, ni harán holocaustos ni ofrendas, ni derramarán libaciones. 10 Una vez al año Aarón pondrá la sangre del sacrificio por el pecado sobre los ángulos de este altar; así hará la expiación una vez cada año. Esta es una disposición para todos sus descendientes. Este altar es algo muy santo, consagrado al Señor.

 

Cada uno pagará su tributo en rescate por su propia vida*

Éx 38,24-28; Nm 1,2-43; 2 Sm 24,10-16; Mt 17,24

 

11 El Señor dijo a Moisés: 12 “Cuando hagas el censo para contar el número de los israelitas, cada uno de los registrados deberá pagar su tributo en rescate por su propia vida para que no le suceda ningún mal. 13 Cada uno de los registrados en el censo deberá pagar seis gramos de plata, según las pesas del santuario. 14 Todos los registrados en el censo que tengan más de veinte años deberán pagar su tributo al Señor. 15 El rico no pagará más y el pobre no pagará menos de lo establecido al dar su tributo al Señor como rescate por su propia vida. 16 Tú tomarás el dinero del tributo de los israelitas y lo destinarás al servicio de la Tienda del Encuentro; servirá a los israelitas como memorial delante del Señor por el rescate de sus vidas”.

 

Harás una fuente de bronce para las purificaciones*

Éx 38,8; 1 Re 7,23-28

 

17 El Señor habló así a Moisés: 18 Harás una fuente de bronce para las purificaciones, y su base será también de bronce. La pondrás entre la Tienda del Encuentro y el altar, y la llenarás de agua, 19 para que Aarón y sus hijos purifiquen sus manos y sus pies. 20 Cuando entren a la Tienda del Encuentro se purificarán y así no morirán. Igualmente, antes de acercarse al altar para hacer su servicio y quemar las ofrendas en honor del Señor, 21 lavarán sus manos y sus pies y no morirán. Este es para ellos y sus descendientes un decreto perpetuo por todas las generaciones”.

 

Prepararás el aceite de la unción sagrada*

Éx 37,29; 40,9-15; Lv 8,10-12

 

22 El Señor habló así a Moisés: 23 “Tú mismo dedícate a reunir los mejores perfumes: seis kilos de grano de mirra; tres kilos de canela aromática; tres kilos de caña aromática; 24 seis kilos de casia, todo ello según las pesas del santuario, y siete litros de aceite de oliva. 25 Con todo ello prepararás el aceite de la unción sagrada; el aceite de la unción santa será el mejor perfume aromático que haya preparado un perfumista. 26 Con él ungirás la Tienda del Encuentro y el arca del Testimonio, 27 la mesa con todos sus utensilios, el candelabro y sus brazos, el altar del incienso, 28 el altar de los holocaustos y todos sus utensilios y la fuente con su base. 29 Los santificarás y todo será muy santo. Todo lo que entre en contacto con ellos quedará consagrado. 30 También ungirás a Aarón y a sus hijos; así los santificarás para ser mis sacerdotes. 31 Después les hablarás a los israelitas en estos términos: ‘Este es mi aceite para la unción santa de todos sus descendientes; 32 no debe derramarse sobre el cuerpo de ninguna persona ni harán algún otro de composición semejante. Es santo y lo deben considerar como algo santo. 33 Será excluido de su pueblo el que prepare otro aceite semejante y lo derrame sobre una persona indebida’”.

              

Prepara el incienso perfumado*

Éx 37,29

 

34 El Señor dijo a Moisés: “Junta estas materias aromáticas: resina, ámbar y bálsamo, y las mezclas con la misma cantidad de incienso puro. 35 Con todo esto, prepara incienso perfumado según el arte de los perfumistas; después le agregas sal para que sea un incienso puro y santo; 36 una parte de esto lo conviertes en polvo muy fino y lo colocas delante del Arca en la Tienda del Encuentro, donde me reuniré contigo. Deberán tener este incienso como algo muy santo. 37 Por lo que se refiere a la composición del incienso que harás, no lo imitarán para su uso; lo tendrán ustedes como algo consagrado al Señor. 38 Cualquier persona que prepare algo semejante será excluida de su pueblo”.

 

Ellos harán todo conforme a lo que te he ordenado*

Éx 35,30-36; 1 Cr 2,18-20

 

31 1 El Señor habló así a Moisés: 2 “Mira, he escogido a Besalel, hijo de Urí, de la tribu de Judá, 3 y lo he llenado del espíritu de Dios, dándole sabiduría, pericia y conocimiento para toda clase de obras: 4 para concebir y realizar trabajos en oro, plata y bronce, 5 para labrar piedras de engaste, para trabajar la madera y para realizar cualquier otra labor. 6 Le doy como colaborador a Oliab, hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan. Además, en el corazón de todos los artesanos competentes he puesto sabiduría, por lo que podrán realizar todo lo que te he mandado: 7 la Tienda del Encuentro, el arca del Testimonio y la cubierta que está encima de ella, así como todos los utensilios de la Tienda, 8 la mesa y todos sus utensilios, el candelabro de oro puro con sus utensilios, 9 el altar de los holocaustos y todos sus utensilios, la fuente con su bases, 10 las vestiduras ceremoniales, a saber, los ornamentos sagrados del sacerdote Aarón y de sus hijos para que puedan oficiar como sacerdotes, 11 el aceite de la unción y el incienso aromático para el santuario. Ellos harán todo conforme a lo que te he ordenado”.

 

Deben guardar mis sábados*

Éx 20,8-11; 31,12-17; 34,21; 35,2-3; Lv 23,3; Nm 15,32-36; 28,9-10; Dt 5,12-15; Is 56,2-6; Jr 17-21-27; Ez 20,12; Neh 9,14; 13,15-22; 1 Mac 1,44-45; 2 Mac 6,6

 

12 El Señor habló así a Moisés: 13 “Habla tú a los israelitas en estos términos: ‘Deben guardar mis sábados, porque el sábado es un signo entre mí y ustedes por todas sus generaciones, para que sepan que yo, el Señor, los santifico. 14 Guardarán el sábado porque es santo para ustedes. El que lo desprecie morirá sin remedio. Porque la persona que haga en sábado algún trabajo será excluida de en medio de su pueblo. 15 Durante seis días harás todo tu trabajo, pero el séptimo día es de descanso completo según la voluntad del Señor. Todo el que haga algún trabajo en sábado morirá sin remedio. 16 Los israelitas y todos sus descendientes deben guardar el sábado, observándolo como una alianza eterna. 17 Es signo permanente entre mí y los israelitas, porque en seis días el Señor hizo el cielo y la tierra, pero el séptimo día descansó y tomó aliento”.

18 Después de hablar con Moisés en el monte Sinaí, Dios le entregó las dos tablas del Testimonio. Esas dos tablas habían sido escritas por el mismo dedo de Dios.

 

  1. La idolatría del becerro de oro y sus consecuencias*

 

Hizo un becerro de metal fundido*

Éx 24,12; 31,18; Gn 15,5; 17,4-6; 18,22-33; 26,4; Nm 14,12-16; Dt 9,7-10,5; 32,27; Ez 20,9.44; Os 8,5-6; Sal 106,19-23; Hch 7,39-41; Rom 9,3; Ap 3,5 // 32,1.23: Hch 7,40; 32,6: 1 Cor 10,7

 

 32 1 El pueblo vio que Moisés tardaba en regresar de la montaña, entonces se amotinó contra Aarón y le dijeron: “Levántate, fabrícanos un dios que vaya delante de nosotros, porque a ese Moisés, el hombre que nos hizo subir de Egipto, no sabemos qué le habrá pasado”. 2 Aarón les respondió: “Saquen los pendientes de oro de las orejas de sus mujeres, de sus hijas y de sus hijos y tráiganmelos”. 3 Todo el pueblo se despojó de los pendientes de oro que traía en sus orejas y los trajo a Aarón. 4 Él los tomó de sus manos, los puso en un molde e hizo con ellos un becerro de metal fundido. Entonces dijeron: “Este es tu dios, Israel, el que te hizo subir del país de Egipto”. 5 Aarón lo vio, construyó un altar delante de él y proclamó: “Mañana habrá fiesta en honor del Señor”. 6 Al día siguiente se levantaron, ofrecieron holocaustos y presentaron sacrificios de comunión. El pueblo se sentó a comer y a beber, y después se levantaron para divertirse.

7 Entonces el Señor habló a Moisés: “Anda, desciende, porque tu pueblo, el que hiciste salir del país de Egipto, se ha pervertido. 8 Se han desviado muy pronto del camino que les prescribí, se hicieron un becerro de metal fundido, se postraron ante él, le ofrecieron sacrificios y dijeron: ‘Este es tu dios, Israel, el que te hizo subir del país de Egipto’”. 9 Y el Señor añadió: “He observado a este pueblo y he visto que es un pueblo de cabeza dura. 10 Pero ahora, déjame: mi ira se encenderá contra ellos y los exterminaré, pero de ti haré un gran pueblo”.

11 Pero Moisés aplacó la ira del Señor diciéndole: “¿Por qué, Señor, va a encenderse tu ira contra tu pueblo, el que sacaste del país de Egipto con gran poder y con mano fuerte? 12 ¿Por qué han de decir los egipcios: ‘Los hizo salir con astucia para matarlos por las montañas y para exterminarlos de la superficie del suelo?’ Deja de enojarte y renuncia a la idea de castigar a tu pueblo. 13 Recuerda a Abrahán, a Isaac y a Israel, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciéndoles: ‘Multiplicaré la descendencia de ustedes como las estrellas del cielo, y daré a sus descendientes ese país del que les hablé para que lo tengan siempre como herencia’”.

14 Entonces el Señor renunció al castigo que había dicho que lanzaría contra su pueblo.

15 Moisés se volvió y bajó del monte; traía en su mano las tablas del Testimonio; esas tablas estaban escritas por ambos lados, escritas por el frente y el reverso. 16 Las tablas eran obra de Dios y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas.

17 Josué oyó la gritería del pueblo y dijo a Moisés: “¡Hay gritos de guerra en el campamento!”. 18 Moisés le respondió:

“No es voz para cantar victoria,

no es voz para deplorar derrota;

voz festiva es lo que escucho”.

19 Cuando Moisés se acercó al campamento, vio el becerro y las danzas; entonces se encendió su ira, arrojó de su mano las tablas y las despedazó al pie de la montaña. 20 Luego tomó el novillo que habían hecho, lo quemó en el fuego, lo redujo a polvo y lo mezcló con agua, que hizo beber a los israelitas.

 21 Moisés preguntó a Aarón: “¿Qué te hizo este pueblo para que hayas traído sobre él un pecado tan grande?”. 22 Aarón respondió: “Que no se encienda la ira de mi señor. Tú sabes que el pueblo está inclinado al mal. 23 Me dijeron: ‘Fabrícanos un dios que vaya delante de nosotros, porque a ese Moisés, el hombre que nos hizo subir del país de Egipto, no sabemos lo que le habrá pasado’. 24 Les respondí: ‘¿Quién tiene oro? Despójense de él y dénmelo’. Yo lo eché al fuego y salió este becerro”.

25 Moisés vio que el pueblo estaba sin control a causa de Aarón, que le había permitido el desenfreno para burla de sus adversarios. 26 Entonces Moisés se plantó a la puerta del campamento y dijo: “¡Que venga conmigo todo el que esté de parte del Señor!”. Se le juntaron los hijos de Leví. 27 Moisés les dijo: “Así dice el Señor, Dios de Israel: Ciña cada uno su espada al costado; pasen y repasen por el campamento de una puerta a otra, y maten a su hermano, a su vecino o a su pariente”. 28 Los hijos de Leví actuaron conforme a la palabra de Moisés, y aquel día cayeron de entre el pueblo como unos tres mil hombres. 29 Moisés les dijo: “Hoy cada uno de ustedes se ha consagrado como sacerdote del Señor a costa de su hijo o de su hermano. Hoy el Señor derrama su bendición sobre ustedes”.

30 Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo: “Ustedes han cometido un gran pecado. Ahora voy a subir a donde está el Señor; tal vez pueda obtener el perdón de su pecado”. 31 Moisés regresó ante el Señor y le dijo: “¡Ay! ¡Este pueblo ha cometido un grave pecado al hacerse un dios de oro! 32 Ahora, por favor perdona su pecado y, si no, bórrame a mí del libro que has escrito”.

33 El Señor respondió a Moisés: “A quien haya pecado contra mí, lo borraré de mi libro. 34 Ahora debes ir y conducir al pueblo al lugar que te he dicho; mira que mi ángel irá delante de ti. Pero el día en que les pida cuentas, deberán responder por sus pecados”.

35 Y el Señor castigó al pueblo por lo que hicieron con el becerro que había fabricado Aarón.

 

Vayan a la tierra que mana leche y miel*

Éx 3,8; 23,20; 32,13.34; Gn 12m7; Nm 10,11-13; Dt 7,1

 

33 1 El Señor dijo a Moisés: “Debes irte, tú y el pueblo que hiciste salir del país de Egipto y subir a la tierra que juré dar a Abrahán, Isaac y Jacob cuando les dije: ‘La daré a tu descendencia’. 2 Yo enviaré a mi ángel delante de ti y expulsaré a los cananeos, amorreos, hititas, pereceos, jeveos y jebuseos. 3 Vayan a la tierra que mana leche y miel, pero yo no subiré con ustedes, porque son un pueblo cabeza dura: no sea que los destruya por el camino”. 4 El pueblo escuchó esta palabra terrible, hizo duelo y nadie se puso sus joyas. 5 El Señor dijo a Moisés: “Debes decir a los israelitas: ‘Ustedes son un pueblo de cabeza dura; si yo subiera en medio de ti, un solo instante bastaría para aniquilarte. Pero si ahora te quitas tus joyas, veré qué puedo hacer contigo”. 6 Entonces en el monte Horeb los israelitas se despojaron de sus joyas.

 

La llamó Tienda del Encuentro

Éx 36,8-19; Nm 12,6-8; Dt 34,10; Heb 9,11-24

 

7 Moisés tomó la Tienda y la plantó fuera, lejos del campamento; la llamó Tienda del Encuentro. Así, todo aquel que tenía que consultar al Señor, salía hacia la Tienda del Encuentro que estaba fuera del campamento. 8 Cuando Moisés salía hacia la Tienda, todo el pueblo se levantaba, cada uno se colocaba de pie a la puerta de su carpa y seguía con la vista a Moisés hasta que entraba en la Tienda. 9 Cuando Moisés entraba en la Tienda, descendía la columna de nube, se ponía a la puerta de la Tienda y el Señor hablaba con Moisés. 10 Cuando todo el pueblo veía la columna de nube a la puerta de la Tienda, entonces todo el pueblo se levantaba y se postraba a la entrada de su carpa. 11 El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo. Después Moisés regresaba al campamento, pero el joven Josué, hijo de Nun, que era su ayudante, no se apartaba de la Tienda.

 

Si vienes con nosotros

Nm 23,9; Dt 2,7; Heb 4,1-11

 

12 Moisés dijo al Señor; “Mira, tú me dices: ‘Tienes que hacer subir a este pueblo’, pero no me has hecho saber a quién enviarás conmigo, a pesar de que me habías dicho que me tienes confianza y me miras con benevolencia. 13 Y ahora, si de verdad me miras con benevolencia, dame a conocer tus proyectos y así sabré que gozo de tu protección. Y te pido que reconozcas que esta nación es tu pueblo”. 14 El Señor le respondió: “Yo iré delante de ti y te conduciré al lugar del descanso”. 15 Moisés le dijo: “Si no vienes con nosotros, no nos hagas salir de aquí. 16 Porque, ¿cómo se reconocerá que a mí y a tu pueblo nos miras favorablemente si no es porque vienes con nosotros? En cambio, si vienes con nosotros, yo y tu pueblo nos distinguiremos de entre todos los pueblos que hay sobre la superficie de la tierra. 17 El Señor respondió a Moisés: “También cumpliré esta petición que has hecho, porque te miro con benevolencia y eres mi hombre de confianza”.

 

Déjame ver tu gloria

Gn 32,31; Dt 5,24; Jue 6,22-23; 1 Re 19,11; Is 6,5; Jn 1,14.18 // 33,19: Rom 9,15

 

18 Moisés pidió al Señor: “Por favor, déjame ver tu gloria”. 19 El Señor le respondió: “Yo haré pasar toda mi bondad ante ti y proclamaré el nombre del Señor en tu presencia, porque yo concedo mi favor a quien concedo mi favor y tengo compasión de quien tengo compasión”. 20 Y añadió: “Pero no podrás ver mi rostro, porque ningún hombre puede verme y seguir viviendo”. 21 Después el Señor le dijo: “Aquí hay un lugar junto a mí; tú párate sobre la roca. 22 Cuando vaya a pasar mi gloria, te meteré en la hendidura de la roca y pondré mi mano sobre ti hasta que haya pasado. 23 Y cuando retire mi mano podrás ver mis espaldas, pero no podrás ver mi rostro”.

 

Talla dos tablas de piedra como las primeras*

Éx 19; 32,11-14; 33,18-23; Nm 14,18; Dt 5,9-10; 7, 9-10; 9,17; Jr 32,18

 

34 1 El Señor dijo a Moisés: “Talla dos tablas de piedra como las primeras y yo escribiré en ellas las palabras que estaban escritas en las primeras tablas, que rompiste. 2 Mañana por la mañana deberás estar preparado y subirás al monte Sinaí; allí estarás ante mí sobre la cima de la montaña. 3 Que nadie se atreva a subir contigo ni se deje ver por toda la montaña. Ni siquiera las ovejas o las vacas deben pastar por los límites de ese monte”. 4 Moisés talló dos tablas de piedra como las primeras; por la mañana se levantó, y como se lo había mandado el Señor, subió al monte Sinaí llevando en su mano las dos tablas de piedra.

5 El Señor descendió en la nube y se detuvo junto a él, y él invocó el nombre del Señor. 6 El Señor pasó ante él y proclamó: “Señor, Señor, Dios misericordioso y compasivo, que es lento para enojarse y rico en amor y fidelidad, 7 que mantiene su amor por mil generaciones, que soporta la iniquidad, la rebeldía y el pecado, pero no los deja impunes y castiga la culpa de los padres en los hijos y los nietos hasta la tercera y cuarta generación”. 8 De inmediato, Moisés se postró en tierra en actitud de adoración 9 y dijo: “Por favor, Señor, si me miras con benevolencia, que el Señor venga con nosotros, aunque este sea un pueblo de cabeza dura; pero, tú perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado y tómanos como tu herencia”.

 

Voy a establecer una alianza

Éx 12,15-20; 13,11-16; 20; 23,14-24.32-33; 24,18; Lv 23,6-8; Nm 23,15-21; 28,16-31; Dt 5,8; 26,1-2

 

10 El Señor dijo: “Mira, voy a establecer una alianza. En presencia de todo tu pueblo haré maravillas como no fueron creadas en ningún lugar de la tierra y en ninguna de las naciones. Todo el pueblo dentro del que te encuentras verá la obra del Señor, y las maravillas que hago contigo.

11 ”Guarda todo lo que yo te prescribo hoy. Mira que cuando llegues yo expulsaré al amorreo, al cananeo, al hitita, al pereceo, al jeveo y al jebuseo. 12 No hagas alianzas con los habitantes del país al que te diriges, porque pueden ser una trampa si se quedan entre ustedes. 13 Por el contrario, destruyan sus altares, derriben sus piedras conmemorativas y arranquen sus árboles sagrados. 14 No adorarás a un dios extraño, porque el Señor tiene por nombre “Celoso”, y efectivamente es un Dios celoso. 15 No hagas alianza con el habitante del país, no sea que cuando se prostituyan tras sus dioses o les ofrezcan sacrificios, te inviten y tú comas de su sacrificio. 16 Tampoco tomes las hijas de ellos como esposas para tus hijos, porque ellas se prostituirían tras sus dioses y harían prostituirse a tus hijos tras sus dioses.

17 ”No hagas para ti dioses de metal fundido.

18 ”Guardarás la fiesta de los Panes sin levadura: como te lo he prescrito; durante siete días comerás panes sin levadura en el tiempo establecido del mes de Abib, porque en ese mismo mes saliste de Egipto.

19 ”Todos los primogénitos me pertenecen; por eso separarás para mí todos los primogénitos de tu ganado, sean de vaca o de oveja. 20 Al primogénito del asno lo rescatarás por un cordero, pero, si no lo rescatas, lo desnucarás. A todo primogénito de entre tus hijos lo rescatarás.

”No se presentarán ante mí con las manos vacías.

21 ”Trabajarás durante seis días y al séptimo día descansarás; tanto en la siembra como en la cosecha, descansarás.

22 ”Al comenzar la cosecha del trigo celebrarás la fiesta de las semanas, y al final de la recolección de los frutos, la fiesta de la recolección. 23 Tres veces al año se presentarán todos tus varones delante del Señor, Dios de Israel. 24 A tu llegada expulsaré las naciones y ensancharé tus fronteras, de modo que nadie codiciará tu tierra mientras subes a presentarte ante el Señor, tu Dios, tres veces al año.

25 ”No derrames la sangre de los sacrificios sobre pan con levadura, ni quedará hasta la mañana siguiente la carne del sacrificio de la fiesta de Pascua.

26 ”Debes llevar al Templo del Señor, tu Dios, lo mejor de las primicias de los productos de tu suelo.

”No cocerás un cabrito en la leche de su madre”.

27 El Señor dijo a Moisés: “Escribe estos preceptos, porque de acuerdo con ellos establezco esta alianza contigo y con Israel”. 28 Moisés estuvo allí con el Señor durante cuarenta días y cuarenta noches sin comer ni beber. Y escribió sobre las tablas las palabras de la alianza, los diez mandamientos.

 

El rostro de Moisés irradiaba luz

2 Cor 3,7- 4,6

 

29 Cuando Moisés bajó del monte Sinaí, volvía de la montaña trayendo en sus manos las dos tablas del Testimonio, pero no se daba cuenta de que la piel de su rostro irradiaba luz porque había hablado con el Señor. 30 Aarón y toda la comunidad de los israelitas vieron que la piel de su rostro estaba radiante y tuvieron miedo de acercarse a él. 31 Moisés los llamó. Entonces Aarón y todos los jefes de la comunidad fueron hacia él y Moisés les habló. 32 Después se acercaron todos los israelitas y les transmitió todas las órdenes que el Señor le había dado en el monte Sinaí. 33 Cuando Moisés terminó de hablar con ellos, se puso un velo sobre su rostro. 34 Y cada vez que Moisés se presentaba ante el Señor para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía; entonces salía y comunicaba a los israelitas lo que se le había ordenado. 35 Los israelitas veían que el rostro de Moisés estaba radiante. Por eso Moisés volvía a poner el velo sobre su rostro hasta que tuviera que presentarse otra vez para hablar con el Señor.

 

  1. Construcción de la Tienda del Encuentro*

 

El séptimo día será para ustedes un día santo

Éx 20,8-11; 31,12-17; Dt 5,12-15; Lv 23,3; Nm 15,32-36; Dt 5,12-15; Is 56,2-6; Jr 17,21-27; Ez 20,12; Neh 9,14; 13,15-22

 

35 1 Moisés reunió a toda la comunidad de los israelitas y les dijo: “Esto es lo que el Señor ordena que hagan: 2 durante seis días trabajarán, pero el séptimo día será para ustedes un día santo, día de descanso completo para el Señor. El que haga algún trabajo en ese día, morirá. 3 En ninguna casa se encenderá fuego en día sábado”.

 

Trajeron al Señor la ofrenda para la Tienda del Encuentro

Éx 25,1-9; 39,32-43

 

4 Moisés habló así a toda la comunidad de los israelitas: “Esto es lo que el Señor ordenó: 5 De entre todo lo que tienen tomen una ofrenda para el Señor. Todos los que sean generosos presenten como ofrenda al Señor oro, plata y bronce, 6 púrpura violeta y escarlata, carmesí, lino fino, pelo de cabra, 7 pieles de carnero teñidas de rojo, pieles finas y madera de acacia, 8 aceite para las lámparas, aromas para el aceite de la unción y para el incienso aromático, 9 así como piedras de ónix y piedras de engaste para el efod y el pectoral. 10 Que vengan también todos los artesanos y realicen todo lo que el Señor ha prescrito: 11 el santuario, su Tienda y su toldo, sus broches, sus bastidores, sus travesaños, sus postes con sus bases; 12 el Arca y sus varales, la cubierta de oro y el velo que la cubre; 13 la mesa con sus varales y todos sus utensilios y el pan de la presencia; 14 el candelabro para iluminar con todos sus utensilios, sus lámparas y el aceite para las lámparas; 15 el altar del incienso con sus varales y todos sus utensilios; el aceite de la unción y el incienso aromático; la cortina que rodea la Tienda; 16 el altar de los holocaustos y su rejilla de bronce, con sus varales y todos sus utensilios; la fuente con su base; 17 las cortinas con sus postes y sus bases; el tapiz de la entrada del atrio; 18 los clavos de la Morada y los del atrio con sus cuerdas; 19 las vestiduras ceremoniales para oficiar en el santuario, las vestiduras sagradas para el sacerdote Aarón y las vestiduras de sus hijos para oficiar como sacerdotes”.

20 Toda la comunidad de los israelitas salió de la presencia de Moisés 21 y todos los hombres de corazón generoso, impulsados por su espíritu, fueron llevando al Señor la ofrenda para la Tienda del Encuentro, para todas sus labores y para las vestiduras sagradas. 22 Llegaban tanto hombres como mujeres y ofrecían con corazón generoso pendientes, anillos, zarcillos y toda clase de objetos de oro. Cada uno presentaba su ofrenda de oro para el Señor. 23 Cuantos poseían púrpura violeta y escarlata, así como carmesí, lino fino, pelo de cabra, pieles de carnero teñidas de rojo y otras pieles finas, llevaban esos objetos. 24 Los que podían ofrecer plata o bronce, lo llevaban como ofrenda para el Señor. Igualmente, quien poseía madera de acacia la llevaba para los objetos de culto. 25 Por otra parte, toda mujer hábil para tejer con sus manos, tejía y llevaba la tela de púrpura violeta y escarlata, de carmesí o de lino fino que había tejido. 26 Y todas las mujeres hábiles para hilar y de buena disposición tejieron el pelo de cabra. 27 Los jefes llevaron piedras de ónix y piedras de engaste para el efod y el pectoral, 28 aromas y aceite para el candelabro, para el aceite sagrado y para el incienso perfumado. 29 Todos los hombres y las mujeres presentaron con generosidad algo para toda aquella obra que el Señor había ordenado realizar por medio de Moisés, y los israelitas presentaron sus ofrendas voluntarias al Señor.

 

Dios los ha llenado de su sabiduría

Éx 31,1-11

 

30 Moisés dijo a los israelitas: “Miren: el Señor ha escogido a Besalel, hijo de Urí, hijo de Jur, de la tribu de Judá, 31 y lo ha llenado del espíritu de Dios, dándole sabiduría, pericia y conocimiento para toda clase de obras, 32 para concebir y realizar trabajos en oro, plata y bronce, 33 para labrar piedras de engaste, para trabajar la madera y para realizar cualquier otra labor. 34 A él y a Oliab, hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan, les ha dado el don de enseñar. 35 Dios los ha llenado de su sabiduría para realizar toda clase de labores en talla y bordado, en recamado de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y de lino fino, así como para labores de tejido. Son capaces de realizar cualquier trabajo y de idear cualquier clase de proyectos.

36 1 Por eso Besalel y Oliab, con todos los hombres expertos a los que el Señor dio sabiduría e inteligencia para concebir y llevar a cabo todos los trabajos del santuario, harán todo lo que ha mandado el Señor”.

 

El pueblo trae más de lo necesario

 

 2 Moisés llamó a Besalel, a Oliab y a todos los hombres a quienes el Señor había dotado de sabiduría y de habilidad para poder concebir y llevar a cabo todos los trabajos 3 y les entregó todas las ofrendas que habían traído los israelitas para la realización de las obras de la Morada santa. Pero cada mañana los israelitas seguían trayendo sus ofrendas voluntarias. 4 Por eso todos los artesanos ocupados en las obras suspendieron el trabajo que estaban haciendo 5 y fueron a decir a Moisés: “El pueblo continúa trayendo más de lo necesario para los trabajos que el Señor mandó hacer”. 6 Moisés ordenó que se hiciera saber en el campamento: “Ningún hombre ni mujer presente más ofrendas para el santuario”. Entonces el pueblo dejó de llevarlas, 7 porque había material suficiente para realizar todos los trabajos y hasta sobraba.

 

Hicieron la Morada

Éx 26,1-11.14

              

8 Todos los artesanos que tenían más experiencia en la ejecución de su trabajo, hicieron la Morada con diez tapices de lino fino, trenzado con hilos de color violeta, púrpura y rojo, en los que estaban bordados unos querubines. 9 Todos los tapices tenían las mismas medidas: catorce metros de largo y dos metros de ancho. 10 Se formaron dos grupos de cinco tapices, en los que cada tapiz estaba unido con el siguiente. 11 Colocaron lazos de púrpura violeta sobre el borde del tapiz con el que concluye el primer grupo, e hicieron lo mismo con el que concluye el segundo grupo; 12 confeccionaron cincuenta ojales en el tapiz que termina el primer grupo, y también en el que termina el segundo, de modo que se correspondieran unos con otros. 13 Hicieron también cincuenta broches de oro y enlazaron entre sí los tapices que se correspondían, de modo que la Morada formaba un solo cuerpo.

 14 Tejieron también once piezas de tela de pelo de cabra, para que a modo de toldo cubrieran la Morada. 15 Todas las piezas tenían las mismas medidas: quince metros de largo y dos metros de ancho. 16 Juntaron cinco piezas de un lado y seis del otro. 17 Hicieron cincuenta ojales en la pieza que termina el primer grupo, y también en la que termina el segundo. 18 Hicieron cincuenta broches de bronce para cerrar la Tienda como un solo cuerpo. 19 También hicieron para la Tienda una cubierta de pieles de carnero teñidas de rojo y puso encima un toldo de pieles finas.

 

Hicieron bastidores de madera para formar la Morada

Éx 26,15-29

 

20 Hicieron bastidores de madera de acacia que se mantenían de pie para formar la Morada. 21 Cada uno tenía cinco metros de largo y setenta y cinco centímetros de ancho, 22 y tenía dos espigas que se ensamblaban unas con otras. Lo mismo hicieron para todos los bastidores de la Morada. 23 Pusieron veinte de esos bastidores hacia el sur. 24 Fabricaron cuarenta bases de plata para colocarlas debajo de los veinte bastidores: dos bases bajo cada bastidor. 25 Para el lado norte de la Morada hizo otros veinte bastidores 26 con sus cuarenta bases de plata: dos bases bajo cada bastidor. 27 Hicieron los respectivos bastidores para la parte occidental de la Morada, 28 así como dos más para los ángulos posteriores de la Morada. 29 Estaban unidos desde abajo hasta arriba para llegar a la primera juntura. Los dos bastidores formaban un ángulo. 30 Eran, por tanto, ocho bastidores con dieciséis bases de plata: dos bases para cada bastidor. 31 También hicieron travesaños de madera de acacia, cinco para un lado de la Morada, 32 y cinco para la parte posterior que mira a occidente. 33 Hicieron también el travesaño central, que pasaba por entre los bastidores, de un extremo al otro. 34 Recubrieron de oro los bastidores y fabricó argollas de oro para pasar los travesaños. También cubrieron de oro los travesaños.

 

Hicieron un velo

Éx 26,31-37

 

35 Hicieron un velo de lino fino, trenzado con hilo violeta, escarlata y púrpura, bordado con figuras de querubines. 36 Lo colgaron sobre cuatro postes de madera de acacia revestidos de oro y provistos de sus ganchos de oro y de sus cuatro bases de plata. 37 Para la entrada de la Morada hicieron una cortina de lino fino, trenzado con hilo violeta y escarlata, toda bordada, 38 con sus cinco postes y sus ganchos. Revistieron de oro sus capiteles y sus varillas, e hicieron sus cinco soportes de bronce fundido.

 

Besalel hizo el arca de madera de acacia

Éx 25,10-16

 

37 1 Besalel hizo el arca de madera de acacia; tenía un metro y veinticinco centímetros de largo y setenta y cinco centímetros de ancho y lo mismo de alto. 2 La revistió de oro puro por dentro y por fuera, y alrededor de ella puso una moldura de oro. 3 Fundió para ella cuatro aros de oro y los colocó en sus cuatro esquinas, de modo que quedaron dos aros a cada lado. 4 También hizo unas varas de madera de acacia; las revistió de oro 5 y las pasó por los aros de los lados del arca para transportarla.

 

También hizo una cubierta de oro puro y dos querubines

Éx 25,17-22

 

6 También hizo una cubierta de oro puro, de un metro y veinticinco centímetros de largo, y setenta y cinco centímetros de ancho. 7 Hizo también dos querubines de oro cincelado y los colocó a un lado y otro de la cubierta. 8 Los dos querubines estaban a un lado y otro de la cubierta, de modo que formaban una unidad con ella. 9 Los querubines estaban con sus alas extendidas por encima, cubriendo con sus alas la cubierta y situados uno frente al otro, pero con sus frentes orientadas hacia la cubierta.

 

Hizo la mesa de madera de acacia

Éx 25,23-30

 

10 Hizo la mesa de madera de acacia de un metro de largo, cincuenta centímetros de ancho y setenta y cinco centímetros de alto. 11 La recubrió de oro puro y puso en su borde una moldura de oro. 12 Hizo también en torno a ella un reborde de unos veinte centímetros de ancho y le puso una moldura de oro alrededor. 13 Hizo cuatro aros de oro y los colocó sobre las cuatro esquinas correspondientes a sus cuatro patas. 14 Los aros estaban junto al borde para poder pasar por ellos las varas y transportar la mesa. 15 Hizo las varas de madera y las revistió de oro. 16 También hizo sus recipientes, sus vasos, sus ollas y sus tazas para las libaciones; todo esto de oro puro.

 

Hizo un candelabro de oro puro

Éx 25,31-40

 

17 Hizo un candelabro de oro puro cincelado. Su base y su cuerpo, con sus flores decorativas, con sus pétalos y corolas, formaban una unidad. 18 De su cuerpo salían seis brazos: tres para cada lado. 19 Cada uno de los tres brazos tenía tres copas en forma de flor de almendro, con su corola y sus pétalos. 20 En el cuerpo del candelabro había también cuatro cálices como flores de almendro con su corola y sus pétalos: 21 cada par de brazos del cuerpo del candelabro salía de una flor. 22 Las flores y los brazos formaban una sola pieza con el candelabro, que era de oro puro. 23 Hizo también sus siete lámparas de oro puro con sus siete despabiladoras y sus platos para la ceniza. 24 Para hacer el candelabro y sus utensilios se destinaron cuarenta kilos de oro puro.

 

Hizo un altar para quemar incienso

Éx 30,1-5.22-38

 

25 Hizo también un altar de madera de acacia para quemar el incienso. Era cuadrado y cada lado medía medio metro; tenía un metro de altura, y los ángulos formaban una unidad con él. 26 Lo revistió de oro puro, tanto en su superficie superior como en su saliente alrededor y en sus ángulos. Le puso alrededor una moldura de oro, 27 y, debajo de la moldura, a uno y otro lado, puso dos argollas de oro; las puso a ambos lados para que pasaran por ellas las varas con las que se debía transportar. 28 Hizo además sus dos varas de madera de acacia y las revistió de oro.

29 También hizo el aceite santo de la unción y el incienso aromático puro como los prepara el perfumista.

 

Hizo el altar de los holocaustos

Éx 27,1-8

 

38 1 Hizo el altar de los holocaustos de madera de acacia; era cuadrado y tenía dos metros y medio en cada lado, y un metro y medio de alto. 2 En sus cuatro esquinas puso ángulos, que eran parte del altar y estaban totalmente recubiertos de bronce. 3 Hizo los recipientes de bronce para la ceniza, como también las tenazas, los utensilios para los líquidos, los ganchos y los braseros. 4 Hizo una rejilla de bronce, como una red y la colocó en la parte inferior, de modo que quedó a media altura del altar. 5 En los cuatro extremos de la red puso cuatro argollas de bronce. 6 Hizo las varas de madera de acacia y las revistió de bronce. 7 Pasó las varas por las argollas a los dos lados del altar para poder transportarlo. El altar estaba hecho de paneles y era hueco.

 

Hizo una pila de bronce*

Éx 30,18; 1 Sm 2,22

 

8 Con los espejos de las mujeres que hacían guardia frente a la entrada de la Tienda del Encuentro, hizo la pila de bronce que contenía el agua para las purificaciones. La base de la fuente también era de bronce.

 

Hizo también el atrio de la Morada

Éx 27,9-19

 

9 Hizo también el atrio de la Morada. Por el lado sur, del lado del Négueb, estaba formado por cortinas de lino fino trenzado, y medía cincuenta metros de largo. 10 Sus veinte postes descansaban sobre veinte bases de bronce, pero sus ganchos y sus varillas eran de plata. 11 También por el lado norte había un cortinaje de cincuenta metros de largo, con veinte postes, cuyos soportes eran de bronce; los ganchos de los postes y sus varillas eran de plata. 12 A lo ancho del atrio, por el lado oeste, el cortinaje medía veinticinco metros, y tenía diez postes con sus diez bases; los ganchos de los postes y sus varillas eran de plata. 13 Por el lado del este, desde donde sale el sol, colgaban veinticinco metros de cortinaje. 14 De un lado de la entrada, las cortinas medían siete metros y medio, y tenían tres soportes con sus tres bases. 15 Del otro lado de la entrada, igual que en la otra parte, las cortinas también medían siete metros y medio, y tenían tres soportes con sus tres bases. 16 Todas las cortinas del recinto del atrio eran de lino fino trenzado. 17 Las bases de los postes eran de bronce; sus ganchos y sus varillas eran de plata. Además, los capiteles estaban cubiertos de plata y todos los postes del atrio llevaban varillas de plata. 18 El tapiz de la puerta del atrio era obra de recamador: estaba recamado en púrpura violeta y escarlata, en carmesí y en lino fino trenzado. Tenía diez metros de largo y dos metros y medio de alto, igual que las cortinas del atrio. 19 Sus cuatro postes y sus cuatro bases eran de bronce, sus ganchos eran de plata, lo mismo que el acabado de sus capiteles y sus varillas. 20 Todas las estacas de la Tienda y del atrio que la rodeaba eran de bronce.

 

Lo que se gastó en la construcción de la Morada*

Éx 35,30-35; Nm 1,20-47; 3,6-9; Mt 17,24

 

21 Esta es la suma de lo que se gastó en la construcción de la Morada del Testimonio. La cuenta fue hecha por los levitas, y el trabajo fue realizado por Itamar, hijo del sacerdote Aarón, 22 y por Besalel, hijo de Urí, nieto de Jur, de la tribu de Judá, que hicieron todo lo que el Señor le ordenó a Moisés, 23 junto con Oliab, hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan, que era artesano recamador y bordador en púrpura violeta y escarlata, en carmesí y lino fino. 24 El total del oro ofrendado al Señor y empleado en la construcción del santuario dio un resultado de mil cien kilos, según las pesas del santuario; 25 la plata recogida entre los miembros censados de la comunidad sumó tres mil seiscientos veinte kilos, según las pesas del santuario. 26 Los censados habían sido seiscientos tres mil quinientos cincuenta hombres mayores de veinte años, y cada uno de ellos aportó seis gramos de plata, en pesas del santuario. 27 Tres mil cuatrocientos kilos de plata sirvieron para fundir las bases del santuario, y las bases del velo, lo que equivale a treinta y cuatro kilos por base. 28 Con los doscientos veinte kilos restantes se hicieron los ganchos y los postes, y se revistieron los capiteles. 29 El bronce de las ofrendas sumó unos dos mil seiscientos kilos. 30 Con él hicieron las bases para la entrada de la Tienda del Encuentro, el altar de bronce con su rejilla y todos los utensilios del altar, 31 las bases del recinto del atrio y las bases de la entrada del atrio, todas las estacas de la Tienda y del atrio que la rodeaba.

 

Hicieron las vestiduras sagradas

Éx 28,6-13

 

39 1 Para el servicio del santuario hicieron las vestiduras sagradas, de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y lino fino. También hicieron las vestiduras sagradas de Aarón, como el Señor le había ordenado a Moisés.

2 Hicieron el efod de oro, púrpura violeta y escarlata, carmesí y lino fino trenzado. 3 Batieron el oro en láminas y lo cortaron en hilos para utilizarlo en el bordado junto con la púrpura, con el carmesí y el lino fino. 4 Al efod le pusieron hombreras y las fijaron a uno y otro lado. 5 El cinturón que sujeta el efod era de la misma hechura y formaba con él una sola pieza; era de oro, de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y de lino fino trenzado, como el Señor le había ordenado a Moisés. 6 Prepararon igualmente las piedras de ónix engastadas: con engastes de oro y grabadas, como se graban los sellos, con los nombres de los hijos de Israel. 7 Las pusieron sobre las hombreras del efod como memorial de los israelitas, como el Señor le había ordenado a Moisés.

 

Hicieron también el pectoral

Éx 28,15-30

 

8 Hicieron también el pectoral, trabajándolo de la misma manera que el efod, de oro, púrpura violeta y escarlata, carmesí y lino fino trenzado. 9 Cuando se doblaba tenía la forma de un cuadrado de unos veinte centímetros de lado.10 Lo cubrieron con cuatro hileras de piedras preciosas. En la primera hilera había un jaspe rojo, un topacio y una esmeralda; 11 en la segunda un rubí, un zafiro y un ónix; 12 en la tercera un ópalo, un ágata y una amatista; 13 y en la cuarta un crisólito, un lapislázuli y un jaspe verde. Todas estas piedras estaban fijadas mediante engarces de oro. 14 Estas piedras eran tantas como los nombres de los hijos de Israel. Los doce nombres estaban grabados como los sellos: cada piedra llevaba el nombre de una de las tribus de Israel. 15 Hicieron cadenillas de oro puro para el pectoral, trenzadas como cordones. 16 En los extremos del pectoral hicieron dos argollas de oro por donde pasaban las cadenillas. 17 Luego pasaron las dos cadenillas de oro por las dos argollas de los dos extremos del pectoral. 18 Unieron los otros dos extremos de las cadenillas a los dos engarces, que fijaron por delante de las hombreras del efod. 19 Hicieron otras dos argollas de oro, que pusieron en los otros dos extremos del pectoral, en el límite inferior que mira hacia el efod. 20 Hicieron otras dos argollas de oro y las fijaron delante del efod, en la parte baja de los tirantes que están sobre los hombros, junto al cinturón. 21 A través de estas argollas, sujetaron el pectoral al efod mediante un cordón de púrpura violeta, de modo que el pectoral estuviese sobre el cordón del efod y no se desprendiera de él, como el Señor le había mandado a Moisés.

 

Hizo el manto del efod y las túnicas

Éx 28,31-35.39-43

 

22 Hicieron el manto del efod, todo él de púrpura violeta. 23 La abertura para la cabeza estaba en su mitad, y llevaba a su alrededor una orla tejida como el cuello de una túnica de modo que no se rompiera. 24 En toda su parte inferior puso a su alrededor granadas de púrpura violeta y escarlata, carmesí y lino fino trenzado. 25 También hicieron campanillas de oro puro y las colocaron entre las granadas en todo el círculo; 26 en todo el círculo inferior del manto se alternaban las campanillas de oro y las granadas. Aarón debía llevar el manto para celebrar el culto, conforme al mandato que el Señor había dado a Moisés.

 

27 Tejieron igualmente las túnicas de lino fino para Aarón y sus hijos, 28 el turbante de lino fino, los adornos de las tiaras de lino fino y los calzones de lino fino trenzado, 29 así como los cinturones recamados de lino fino trenzado, de púrpura violeta y escarlata y de carmesí, según el Señor le había ordenado a Moisés.

 

También hizo la diadema de oro puro

Éx 28,36-38

 

30 También hizo la diadema de oro puro, en la que grabó, así como se graban los sellos, las palabras “Consagrado al Señor”. 31 Pusieron en ella un cordón de púrpura violeta para fijarla en la parte superior del turbante, como el Señor le había ordenado a Moisés.

 

Así se concluyó toda la labor de la Morada

Éx 35,10-19

 

32 Así se concluyó toda la labor de la Morada, la Tienda del Encuentro. Los israelitas hicieron todo conforme a lo que el Señor había ordenado a Moisés. En efecto, así lo hicieron. 33 Llevaron a Moisés la Morada, la Tienda con todos sus utensilios: los broches, los bastidores, los travesaños, los postes, las bases, 34 el toldo de pieles de carnero teñidas de rojo, el toldo de pieles finas y el velo protector; 35 el arca del Testimonio con sus varas y la cubierta; 36 la mesa con todos sus utensilios y el pan de la presencia; 37 el candelabro de oro puro con sus lámparas – las lámparas que debían ponerse sobre él –, todos sus utensilios y el aceite para alumbrar; 38 el altar de oro, el óleo de la unción, el incienso aromático y la cortina de la entrada de la Tienda; 39 el altar de bronce, con su rejilla de bronce, sus varas y todos sus utensilios; la fuente con su base; 40 el cortinaje del atrio, los postes con sus bases, el tapiz para la entrada del atrio, sus cuerdas, sus estacas y todos los utensilios al servicio de la Morada, de la Tienda del Encuentro; 41 las vestiduras ceremoniales para el servicio del santuario: los ornamentos sagrados para el sacerdote Aarón y las vestiduras de sus hijos para el ejercicio del sacerdocio. 42 Los israelitas habían hecho todo el trabajo conforme a lo que el Señor había ordenado a Moisés.

43 Moisés vio toda aquella labor y comprobó que la habían realizado así como el Señor se lo había ordenado. Y Moisés los bendijo.

 

Ungirás la Morada y todo lo que hay en ella*

Éx 29,4-8; Lv 8,10

 

40 1 El Señor habló a Moisés: 2 “Cuando llegue el primer día del primer mes, levantarás la Morada, la Tienda del Encuentro. 3 En ella pondrás el arca del Testimonio y cubrirás el Arca con el velo. 4 Llevarás la mesa y pondrás encima cuanto hay que poner. También llevarás el candelabro y pondrás sobre él sus lámparas. 5 Colocarás el altar de oro para el incienso delante del arca del Testimonio y pondrás la cortina ante la puerta de la Tienda. 6 Pondrás el altar de los holocaustos delante de la entrada de la Morada, de la Tienda del Encuentro. 7 Colocarás la fuente entre la Tienda del Encuentro y el altar y en ella pondrás agua. 8 Alrededor pondrás el atrio y extenderás el tapiz a la entrada del atrio. 9 Luego tomarás el óleo de la unción y ungirás la Morada y todo lo que hay en ella, así como su mobiliario; así consagrarás todo, y todo quedará santificado. 10 También ungirás el altar de los holocaustos y todo su mobiliario; así consagrarás el altar, que será muy santo. 11 De igual modo ungirás la fuente y su base, y las consagrarás. 12 Acercarás a Aarón y a sus hijos a la puerta de la Tienda del Encuentro y los lavarás con agua. 13 Vestirás a Aarón con las vestiduras, lo santificarás y lo consagrarás para que ejerza mi sacerdocio. 14 También harás que se acerquen sus hijos y los vestirás con sus túnicas; 15 los ungirás como ungiste a su padre para que sean mis sacerdotes. Así se hará para que mi unción les confiera un sacerdocio estable de generación en generación”.

 

Moisés concluyó todos los trabajos

 

 16 Moisés hizo todo conforme a lo que el Señor le había ordenado. 17 En el primer mes del año segundo, el día primero del mes, fue levantada la Morada. 18 Moisés levantó la Morada. Asentó sus bases, colocó sus bastidores, dispuso sus travesaños y plantó sus postes. 19 Después desplegó la Tienda por encima de la Morada y, además, puso por encima el toldo de la Tienda, como el Señor se lo había ordenado.

20 Luego tomó las tablas del Testimonio y las puso en el Arca. Puso las varas y sobre ellas, en la parte superior, colocó la cubierta. 21 Llevó entonces el Arca a la Morada, colgó el velo de protección y así cubrió el arca del Testimonio, como el Señor se lo había ordenado. 22 También puso la mesa en la Tienda del Encuentro, al lado norte de la Morada, fuera del velo. 23 Colocó sobre ella las hileras de los panes de la presencia ante el Señor, conforme él mismo le había ordenado. 24 Colocó el candelabro en la Tienda del Encuentro frente a la mesa, al lado sur de la Morada 25 y puso encima las lámparas delante del Señor, conforme a lo que él le había ordenado. 26 Puso el altar de oro en la Tienda del Encuentro delante del velo 27 y quemó el incienso perfumado encima de él, conforme a lo que el Señor le había ordenado. 28 A la entrada de la Morada puso la cortina. 29 Dispuso el altar de los holocaustos a la entrada de la Morada, de la Tienda del Encuentro, y sobre él ofreció el holocausto y la oblación, conforme a lo que el Señor le había ordenado. 30 Colocó la fuente entre la Tienda del Encuentro y el altar, y en ella puso agua para lavarse. 31 Moisés, Aarón y los hijos de este se lavaron allí las manos y los pies, 32 De acuerdo con lo que el Señor había ordenado a Moisés, ellos se lavaban allí antes de entrar a la Tienda del Encuentro y al acercarse al altar. 33 Por último, instaló el atrio que rodeaba la Morada y el altar y colgó el tapiz de la entrada del atrio. Así Moisés concluyó todos los trabajos.

 

La gloria del Señor llenó la Morada*

Ex 13,21-22; Nm 9,15-23; 1 Re 8,10-13; Is 6,4; Ez 43,4-5; Ap 15,8

 

34 Entonces la nube cubrió la Tienda del Encuentro y la gloria del Señor llenó la Morada. 35 Moisés ya no podía entrar en la Tienda del Encuentro, porque la nube la cubría siempre y la gloria del Señor llenaba la Morada. 36 Durante todo el tiempo que duró su marcha, los israelitas levantaban el campamento cuando la nube se levantaba de la Tienda del Encuentro, 37 pero si la nube no se elevaba, no levantaban el campamento hasta que la nube volvía a elevarse. 38 Porque durante el día la nube del Señor estaba sobre la Morada, y de noche había en ella algo así como fuego a la vista de todo Israel. Esto ocurría en todas sus etapas.

 

 

*­ 1,1-15,21. La primera parte del libro (1,1-15,21), que da el nombre a este escrito, trata del éxodo o salida de los israelitas de Egipto, donde experimentaban la opresión. Dios, por medio de Moisés, se enfrenta al poder del faraón y en esa lucha vence, sacando a su pueblo de la opresión y dándole la libertad. La liberación de la esclavitud de Egipto, acto fundante de Israel, queda grabada en la mente y en la vida entera del pueblo y muestra a Dios que toma partido por el oprimido y quiere la libertad de todos. Esta parte se puede dividir en tres grandes secciones: a)- Israel en Egipto (1,1-7,7); b)- las plagas de Egipto (7,8-13,16), y c)- salida de Egipto y milagro del mar (13,17-15,21).

*1,1-7,7. Israel en Egipto. Los primeros cinco versículos entroncan con los últimos relatos del Génesis (Gn 46,1-26). Luego viene narrada la opresión del pueblo (Éx 1), y en medio de ella, el nacimiento y crecimiento de Moisés, que constata las duras penas de los suyos, y, ante la incomprensión de un israelita, tiene que huir al desierto (Éx 2). Allá recibe la vocación y la revelación del nombre propio de Dios, quien no es indiferente ante la opresión y por eso ha decidido bajar para liberar a su pueblo (3,1-4,26). Comienzan las primeras entrevistas de Moisés con los suyos y con el faraón que se niega a dejarlos en libertad (4,27-7,7).

*« 1,1-22. Ante la multiplicación del pueblo (1,7.9.12.20), cumplimiento de la promesa hecha a los patriarcas de una descendencia numerosa (Gn 12,2), surge el miedo de los egipcios. Por una parte, oprimen a los israelitas con trabajos forzados en la construcción de unas ciudades, Pitom (casa o templo de Atón) y Ramsés (nombre dado a Tanis por Ramsés II), y lo subyugan con tareas del campo (Ex 1,11-14). Pero, por otra parte, planean eliminarlos con la orden de matar a los niños varones de los israelitas (1,15-16). La narración contiene elementos en tensión: opresión o eliminación; multiplicación de israelitas o un grupo pequeño atendido por dos parteras (1,15). Además, la narración no presenta datos históricos fundamentales, por ejemplo, la época, el nombre del faraón (¡pero sí ofrece el de las parteras!).

* 1,17. Las parteras son temerosas de Dios. «Temor de Dios» no es miedo a Dios, sino respeto a él, la actitud reverencial por la que el ser humano reconoce a Dios y se somete a su voluntad, no a la de los hombres. Por eso, las parteras se desentienden de la injusta orden del faraón; Dios las premia con una familia numerosa (1,20.21). Antes Abrahán se mostró temeroso de Dios al no negarle su propio hijo (Gn 22,12) cuando él lo probó pidiéndoselo en sacrificio para saber hasta dónde llegaba su generosidad.

*« 2,1-25. En medio de la opresión nace Moisés, israelita de la tribu de Leví, pero con raíces egipcias, como lo sugiere su mismo nombre (comparándolo con otros nombres egipcios, como Ramsés, Tutmosis) y su educación. Por vocación divina, será el liberador de su pueblo. Moisés, salvado y liberado de las aguas, en contra de los planes de Egipto, presagia lo que sucederá con el pueblo. Después de haber sido educado en la corte del faraón (11,3; Hch 7,22), deja su situación cómoda al darse cuenta de la opresión que sufren sus compatriotas israelitas e interviene en favor de sus hermanos; pero uno de ellos no lo comprende y, por eso, huye al desierto de Madián, situado en Arabia, al sur de Edom o Idumea. Junto a un pozo va a actuar en favor de unas pastoras y, luego, se casará con una de ellas, Séfora, hija de Ragüel (llamado también Jetró en Ex 3,1; 4,18; 18,1-12). La conclusión del relato prepara la vocación de Moisés: a la muerte del faraón opresor, el Dios de los antepasados israelitas, al ver la esclavitud, está decidido a intervenir en favor de su pueblo. Ante su opresión, Dios se muestra solidario con ellos: escucha su clamor, comprueba su estado de opresión y toma partido por ellos como aparecerá más ampliamente en Éx 3,7-22 (nota a 3,7-22). Se ha comparado el relato bíblico del nacimiento y liberación de Moisés con la leyenda de Sargón de Agadé / Akkad, que también habría sido depositado en un río en una canasta de papiro.

*«3,1-4,17. Vocación y misión de Moisés. El texto puede dividirse en tres partes: a)- 3,1-6: teofanía o manifestación de Dios en el Horeb; b)- 3,7-22: vocación y misión de Moisés, Dios le revela sus planes de liberación y quién es él, y c)- 4,1-17: resolución de las objeciones de Moisés ante su vocación.

* 3,1-6. Teofanía o manifestación de Dios en el Horeb (llamado también Sinaí), en la zarza ardiendo que no se consume, el ángel del Señor, un mensajero suyo o él en persona –el Dios de sus padres– se aparece a Moisés.

*3,6. “Ver a Dios” o “ver su rostro” en esta vida significaría estar destinado a morir sin remedio, como dice el Señor a Moisés (33,20). Las excepciones son pocas, como la del mismo Moisés, con Aarón, Nadab, Abihú y los setenta ancianos que lo acompañaron al monte santo (24,10-11). En esos casos de excepción se aplica la lógica de la mujer de Manóaj, cuando su esposo afirma: «¡Vamos a morir, porque hemos visto a Dios!», ella replica: «Si el Señor hubiera querido matarnos no habría aceptado el holocausto ni la ofrenda…» (Jue 13,22-23).

* 3,7-22. Vocación y misión de Moisés, Dios le revela sus planes de liberación y quién es él. Es el Dios que, al ver la opresión de los suyos y oír el clamor que le arrancan sus capataces, no permanece indiferente o neutral, sino que toma partido por el explotado, se solidariza con él y baja a liberarlo para conducirlo a una tierra de libertad; en esta tarea Moisés será su enviado. El nombre enigmático con el que Dios se revela: “Yo soy el que soy”, no expresa una definición filosófica, puede ser una respuesta evasiva ante el peligro de ser manipulado (Gn 32,30; Jue 13,17-18), o quizá más bien signifique su presencia protectora y liberadora: Dios va a ser reconocido en su actuar liberador. El pueblo saldrá de la esclavitud despojando a los egipcios (Éx 3,21-22; 11,2-3; 12,35-36), dejará la servidumbre, para ir a servir o rendir culto a Dios en la libertad. Moisés recibe la doble misión de hablar con el faraón y dirigirse a los israelitas (3,7-22).

* 4,1-17: Objeciones resueltas. Las objeciones que pone Moisés, ante el temor que no le creerán (4,1-9; ver 4,31; 14,31) o ante el hecho de que su misión supere sus capacidades (4,10-17), no son válidas ante Dios, porque él lo acompañará, su bastón hará maravillas –adelantando así el relato de las plagas–; además estará Aarón que será la boca de Moisés, su profeta.

*«4,18-6,1. Relato con dos partes fundamentales. Retorno de Moisés a Egipto (4,18-31) y primeras entrevistas con los suyos y con el faraón (5,1-6,1).

* 4,18-31. Por orden de Dios, y con la anuencia de su suegro, Moisés regresa a Egipto al encuentro de sus hermanos oprimidos. Tiene la misión de hablar con el faraón para que deje salir al pueblo de Dios, a su primogénito, de forma que vaya a rendirle culto, si no le permite la libertad, el Señor matará al primogénito del faraón (4,23; ver Éx 12, la décima plaga). En el camino Moisés debe practicarse la circuncisión (Gn 17), pero el episodio es enigmático, pues en realidad la esposa circuncida al hijo, en vez de a su marido (Éx 4,24-26). Luego está el encuentro de Moisés con Aarón. Ambos se presentan ante el pueblo y muestran su misión con sus palabras y obras; el pueblo agradece la visita salvífica del Señor (4,31; 13,19).

* 5,1-6,1. La primera entrevista de Moisés y Aarón con el faraón es para que deje salir a su pueblo a rendir culto a Dios en el desierto mediante peregrinación, sacrificios, holocaustos y fiesta (3,18; 5,1.3; ver 7,16.26; 8,16; 9,13; 10,3.8.24.26) y así el faraón reconozca al Señor (5,2). El tema fundamental es salir de la servidumbre para pasar al servicio litúrgico. La misión no sólo es un fracaso, sino que hace aumentar la carga de los israelitas, que se quejarán ante ellos por el recrudecimiento de la opresión. En una oración valiente, Moisés reclama a Dios por la misión recibida de él y el nulo apoyo que experimenta. El Señor lo remite a sus acciones futuras. 6,1 constituye así el anuncio oficial de parte del Señor que intervendrá en Egipto.

*«6,2-7,7. Nuevo relato de la vocación y misión de Moisés (6,2-13), que incluye tres etapas fundamentales: sacarlos de la esclavitud de Egipto, hacerlos su pueblo (implícitamente, pactar la alianza de Dios con ellos en el desierto), y conducirlos a la tierra prometida. Si en la época patriarcal Dios se había revelado como El Sadday (Dios todopoderoso, o Dios de la montaña o estepa; nota a Gn 17,1), ahora se revela con su nombre propio: YHVH, el Señor (Éx 6,2-8; nota a 3,7-22). Los israelitas agobiados por la esclavitud, que se ha recrudecido, no creen. Aun así Moisés debe hablar al faraón y a los israelitas, aunque no lo escuchen. Luego el relato presenta las genealogías, sobre todo de la tribu de Leví, a la que pertenece Moisés (6,14-27). Por último Dios confirma a Moisés que se siente incapaz de hablar y convencer. El Señor está decidido a liberar a Israel, pero no sin realizar antes varios signos de su poder ante el faraón empecinado. Moisés y Aarón irán juntos a esta misión. Moisés es el representante de Dios; Aarón es el profeta de Moisés, es decir, su boca (6,28-7,7).

* 7,8-13,16. El relato de las plagas que culminan en la décima, la muerte de los primogénitos, va a permitir la salida de Egipto, que estará ligada a tres memoriales que siempre harán presente en la vida del pueblo el gran acontecimiento de la liberación: la celebración de la Pascua, de los Panes sin levadura y la entrega o rescate de los primogénitos. El recuerdo de las plagas también aparece en Salmos (Sal 78,43-51; 105,27-36).

*« 7,8-11,10. Los relatos de las plagas, o signos y prodigios, quieren expresar, en lenguaje colorido, popular y épico, la lucha que se entabla entre el poder victorioso de Dios, que quiere liberar a su pueblo esclavizado, y el poder del faraón que pretende detener a los esclavos y oponerse al plan de Dios. Moisés y Aarón, por un lado, representan el proyecto liberador de Dios. El faraón y los magos simbolizan el poder opresor que será vencido. La primera escena es ya el preludio de la victoria divina: el bastón de Moisés y Aarón consume los bastones de los magos (7,8-13). En las plagas, los magos al principio pueden hacer las mismas señales (7,11.22; 8,3), en la tercera plaga ya no pueden y reconocen el poder de Dios (8,14-15), y en la sexta ni siquiera pueden presentarse ante el faraón, pues ellos son víctimas de la plaga (9,11). Las narraciones no pretenden ofrecer una crónica exacta de lo que sucedió, sino exaltar el poder del Dios liberador y de sus enviados Moisés y Aarón. Algunas de las plagas podrían ser fenómenos naturales que propiciaron la salida de Egipto y en las que los israelitas, con el correr de los tiempos, vieron la mano de Dios y exaltaron su poder. Algunos fenómenos se dan en Egipto (Nilo rojizo, las ranas, el viento que oscurece), otros en Palestina y en Egipto (langostas), y otros solo en Palestina (granizo). En los relatos hay varios motivos literarios que se repiten, por ejemplo: la diferencia entre los egipcios, que son víctimas de las plagas, y los israelitas exentos de ellas (9,4.6.26; 10,23; 11,6-7); la intercesión que pide el faraón (8,4.24; 9,27-28), y el empecinamiento, intransigencia o endurecimiento del corazón del faraón. Esto último, en ocasiones se le atribuye a Dios que provoca eso (4,21; 9,12; 10,1) y refleja una visión teológica primitiva donde todo lo bueno y lo malo se adjudica a Dios (Jue 9,23; 1 Sm 16,14-16) pareciendo dejar a un lado la libertad humana; pero, en otras ocasiones, con una visión más clara, es responsabilidad del faraón quien se muestra inflexible, a pesar de conocer la voluntad de Dios transmitida por Moisés (Éx 7,13.22; 8,11). En las narraciones se entrecruzan diversas tradiciones, por eso hay tensiones y contradicciones en el texto. Por ejemplo, si todas las aguas se han convertido en sangre, ya los magos no podrían hacer el mismo signo (7,19-22). Si desde la quinta plaga ha muerto el ganado (9,6), ya no tiene sentido la plaga sexta que ataca de nuevo a los animales (9,9). Pero todo esto queda en función de mostrar el poder victorioso de Dios y la derrota del faraón que, aunque empecinado, ante la muerte de los primogénitos tendrá que dejar salir o expulsar a los israelitas (11,1). El texto da pie para hablar de dos posibles éxodos: éxodo-huida que culmina con la persecución y el milagro del mar (10,28-29; 14,5-9), y el éxodo–expulsión, apresurando a los israelitas a salir (6,1; 12,31-33; 14,5).

8,22. Además de una diferencia entre lo que se ofrecía al Señor o a los dioses egipcios, puede tener importancia el hecho de que el cordero y el cabrito, que los israelitas sacrificaban, se consideraban en Egipto como animales sagrados, que no podían ser sacrificados; eso constituiría para los egipcios una abominación.

« 12,1-13,16. En esta parte, además de narraciones, están las primeras leyes del Pentateuco. Los relatos hablan de la ejecución de la décima plaga con la muerte de los primogénitos y el comienzo de la salida de Egipto en esa noche que veló el Señor y que el israelita también debe velar (12,28-42.50-51). Unos datos corresponden al anuncio de la décima plaga (11,4-8), otros al despojo de los egipcios (3,21-22; 11,2-3). El número de los que salen es bastante exagerado (12,37), y quizá refleje censos de las época de la monarquía. El período de la opresión varía en la Biblia, aquí de 430 años (12,40), en Génesis de 400 años (Gn 15,13) o de cuatro generaciones (15,16). Sobre el éxodo–huida (Éx 12,31-33) y el éxodo–expulsión (14,5-9; nota a 7,8-11,10). Las leyes dadas son sobre la Pascua (12,1-14.21-27.43-49), los Panes ácimos o sin levadura (12,15-20; 13,3-10) y los primogénitos (13,1-2.11-16). Cada una de estas leyes tiene su explicación catequética que imparten los padres a sus hijos, relacionando lo que se celebra o realiza ahora con un hecho del pasado, la salida de Egipto (12,26-28; 13,8-10.14-16); se diría que el tiempo queda abolido: se puede estar a siglos de distancia del momento histórico, pero el padre dice: «Yo celebro esto en razón de lo que hizo por mí el Señor cuando salí de Egipto» (13,8). Así son los tres memoriales y actualizaciones de la liberación de la esclavitud; no evocan un simple recuerdo, sino que son la presencia del acto salvador en cada celebración. Son memoria viva. La Pascua, de origen pastoril familiar, con la inmolación del cordero, el rito de rociar los marcos y el dintel de la puerta con sangre debió ser primitivamente un rito para ahuyentar al Exterminador, se come al atardecer, de prisa, en actitud de salida, aguardando el paso del Señor que los salva; un extranjero podrá comerla si acepta ser circuncidado, es decir, si de alguna forma empieza a pertenecer al pueblo. La fiesta de los Panes Ácimos o sin levadura, de cultura agrícola – sedentaria, celebraba el reinicio de la vida; la levadura parece tener relación con la impureza; de ahí la exigencia de no juntar en una misma ofrenda al Señor la carne del sacrificio con pan fermentado (23,18a; 34,25a). Todavía Pablo saca consecuencias espirituales de esto y del sentido de estas fiestas judías (1 Cor 5,7-8). Estas dos fiestas, Pascua y Ácimos, aunque en su origen eran diversas, se fusionaron y constituyeron una misma al celebrarse al inicio de la primavera, al comerse, en las dos, panes ácimos y haberse convertido en memorial y actualización de la salida de Egipto. La inmolación de los primogénitos de los animales y el rescate de los primogénitos humanos recordaba la muerte de los primogénitos egipcios y la liberación de los israelitas (Éx 13,1-2.11-16); por eso los primogénitos pertenecen al Señor (22,28-29; 34,19-20); por lo que se refiere a los animales, aquellos cuyo sacrificio está permitido se ofrecen al Señor, pero, si su sacrificio no se permite (como en el caso del asno), se rescatan o se desnucan.

13,17-15,21. La tercera sección de esta primera parte constituye el culmen del relato. Las plagas han mostrado la victoria de Dios. Ahora su pueblo emprende la salida de Egipto, el camino hacia la tierra prometida, aun en medio de obstáculos, persecuciones de los egipcios y murmuraciones del pueblo. Sin embargo Dios los acompaña de día y de noche en este éxodo. Con un canto de victoria celebrarán la liberación realizada por el Señor.

13,17-22. Inicio del camino hacia la tierra prometida. El Dios que los sacó de Egipto es el mismo que los conduce por el desierto con columna de nube durante el día y columna de fuego por la noche. Los datos iniciales sobre el comienzo del itinerario parecen diferentes: los vv. 17-19 indican que se evitó el camino más corto y directo, la via maris, siguiendo la costa del Mediterráneo, que pasaba por el territorio de los filisteos. Por el contrario, los lugares mencionados en 13,20 y en 14,2 parecen indicar que siguen precisamente el camino del mar, al menos al salir de Egipto; y eso es comprensible, si el país de Gosén se situaba al este del delta del Nilo.

14,1-31. El relato presenta el dato fundamental: la liberación de los israelitas que Dios realiza y la fe del pueblo que antes había sido incrédulo. Ante la huida o expulsión de los israelitas que llegan a la orilla del mar, los egipcios cambian de opinión y los persiguen, esto causa el pánico y la murmuración entre los israelitas, que consideran la salida como un proyecto de muerte, no de vida. Moisés invita a la confianza en la victoria de Dios, divide las aguas, los dos ejércitos entran al mar y allí acontece la derrota de los egipcios y la liberación de los israelitas que proseguirán su camino por el desierto hacia la tierra prometida; el pueblo cree en Dios y en Moisés su enviado. El relato mezcla dos tradiciones diversas que narran la salida de Egipto. Aunque las dos versiones exaltan el poder de Dios que lucha en favor de los israelitas, no deben tomarse literalmente, sino que enfatizan el dato fundamental: el pueblo esclavizado en Egipto está saliendo libre hacia la tierra prometida, pero antes de llegar a la meta, experimentará la prueba del desierto. Es de notar que la salida de Egipto y la entrada en la tierra vienen marcadas por dos cruces en medio del agua, del mar Rojo (Éx 14-15) y del Jordán (Jos 3,13-16). Ambos sucesos son evocados en los salmos (Sal 66,6; 74,13.15; 114,3.5). Una auténtica relectura de los acontecimientos, sin negar el núcleo histórico existente, no puede quedarse en una visión cerrada por los nacionalismos o las dimensiones religiosas. En realidad, Israel representa cualquier situación de opresión que se dé en el mundo; Egipto simboliza a todo poder despótico y altanero, que pretende ocupar el lugar de Dios y subyuga a cualquier persona. El Señor, a través de nuestro compromiso en la historia, sigue actuando en favor de todos los excluidos y oprimidos, sean de cualquier nación, religión, etnia o condición.

15,1-21. El cántico de Moisés y de Miriam se corresponden en su comienzo (15,1.21). El canto de victoria celebra la acción del Señor que salva a Israel y lo conduce a la tierra prometida. Debe advertirse que unos pasajes son como el relato de acciones precisas del Señor, mientras otros son afirmaciones generales sobre lo que él es. Todo culmina en una afirmación: el Señor es incomparable con los dioses de otros pueblos (15,11). La afirmación de 15,17 de que Dios establece su morada en una montaña, puede referirse a todo el territorio de la tierra prometida o al monte Sion donde estará el Templo. Al final del cántico se resume (15,19) la acción descrita en el capítulo anterior (Éx 14), y el estribillo final (15,21) retoma el inicio (15,1): la victoria sobre caballos y carros de Egipto que perecen en el mar.

­15,22-18,27. Esta segunda parte del libro presenta las tradiciones sobre la marcha por el desierto, que proseguirán después de la partida del Sinaí y, habrá relatos similares entre esta sección y pasajes de Números. El éxodo comienza con la salida de Egipto. El desierto marca la etapa intermedia entre Egipto y la tierra prometida. El desierto se convierte para Israel en lugar de peregrinación, de prueba y de alianza. El desierto es lugar provisorio, de carencias por las que Israel protesta ante Dios y Moisés, y, a la vez, es el lugar donde el Señor muestra su preocupación por su pueblo. En el desierto se hará la alianza entre Dios y los israelitas a través de Moisés. El pueblo recibirá el regalo de la ley, como señal de su pertenencia a Dios. A través de los relatos bíblicos hay diferencias sensibles en la evaluación de la respuesta de Israel en el desierto. Oseas, por ejemplo, considera el tiempo de la salida de Egipto y la marcha por el desierto como el tiempo del primer amor del Señor a su esposa/su pueblo (Os 2,16-22). Jeremías ve en el desierto el cariño juvenil de Israel por su Dios (Jr 2,2-3). En cambio los relatos sobre la marcha por el desierto en Éxodo y Números subrayan que el pueblo, principalmente ante la falta de agua o de comida, murmura o se rebela contra el Señor y contra Moisés.

15,22-27. Desde el momento en que estaban por salir de Egipto, se dieron murmuraciones y quejas de los israelitas (14,10-12), ahora, liberados de la esclavitud, aumentan sus rebeliones al no ser capaces de enfrentar las adversidades y al temer recorrer caminos de libertad. Esta es la primera de la serie de esas protestas; en este caso, ante la falta de agua dulce. En el nombre del lugar hay un evidente juego de palabras: Mará es “amarga o amargura” (v. 23). Moisés, siguiendo la indicación del Señor, la convierte en agua dulce. También en el desierto el Señor, por medio de Moisés, les da las leyes y normas para ponerlas en práctica (vv. 26-26), tema que se refleja en todo el Deuteronomio. Hay aquí un “itinerario”, comenzado antes (13,17-20; 14,2), en cuanto se enumeran los lugares por los que van pasando los israelitas (15,22; 16,1; 17,1; 19,1-2). También tiene importancia la cronología relativa, que data todo a partir de la salida de Egipto (16,1; 19,1).

16,1-36. Nueva murmuración ante la falta de alimento. Dios vuelve a mostrar su preocupación por el pueblo. Le da el maná y las codornices. El relato parece dar a estos dos fenómenos naturales unas proporciones que no tienen por sí mismos. El maná, cuyo nombre se explica por la pregunta ¿qué es esto? (man hû’) –vv. 15.31-, es similar a la semilla de cilantro, estaría relacionado con las secreciones de insectos que viven en la península del Sinaí en una clase de tamarisco y eso ocurre hacia mayo-junio. En cambio, las codornices llegan en otoño cansadas por atravesar a vuelo parte del Mediterráneo, pues vienen desde los Balcanes y Grecia y llegan a la zona desértica entre Egipto y Palestina. Como se presentan ambas cosas en el relato, son el medio providencial de que el Señor se vale para proveer de pan y carne a los israelitas durante la marcha por el desierto. Ante el maná se subraya que sólo debe recogerse lo necesario para sobrevivir, condenando así todo acaparamiento, que en el fondo implica desconfianza en Dios y falta de solidaridad hacia los demás; el sábado no se colectará nada, sino que el día anterior tomarán doble ración. El maná sirve de alimento en el desierto y cesa al llegar a la tierra que les da los productos necesarios para sobrevivir (Jos 5,12). El maná conservado como memorial en el Testimonio o Tienda del Encuentro (Éx 16,32-34) es recordado en varios pasajes del AT (Dt 8,3.16; Sal 78,23-25; 105,40; Sab 6,20-29), y será retomado y reinterpretado en el discurso del “pan de vida” en Jn 6,31: «Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio a comer pan del cielo» (cita de Sal 78,24). Jesús dirá que «no fue Moisés quien les dio el pan del cielo, sino mi Padre es quien les da el verdadero pan del cielo» (Jn 6,32), mostrando a continuación que él es ese pan del cielo y que lo es por ofrecer la palabra de vida y por dar en alimento su cuerpo y su sangre, verdadero pan y verdadera bebida.

17,1-7. «¿Está realmente el Señor en medio de nosotros o no?» (17,7) es la cuestión fundamental que se plantea Israel ante la falta de agua en el desierto, que lo hace protestar y dudar de Dios; es también el interrogante al que cada persona se enfrenta en su relación con el Señor, cuando lo experimenta lejano o ausente. Sin embargo, Dios está cerca de los suyos, aún en medio de adversidades. De hecho, durante la marcha por el desierto, varios milagros están relacionados con la falta de agua y la protesta del pueblo: ya antes las aguas amargas se convirtieron en agua buena para beber cuando Moisés arrojó en ellas un arbusto (15,22-26). Ahora Moisés hace brotar el agua de la roca en estos lugares que reciben nombres simbólicos: Masá (tentación) y Meribá (querella, disputa; 17,1-7; Nm 20,1-13). Este relato tiene su paralelo en Números, con una diferencia importante, ya que en el relato de Números Moisés y Aarón dudan, significado en el hecho de que Moisés golpea dos veces la roca (Nm 13,11); por ello el Señor decreta que Moisés y Aarón no podrán entrar en la tierra prometida (13,12-13).

17,8-16. Dios pelea por su pueblo en contra de los amalecitas. Aunque el relato y los gestos de Moisés al levantar las manos se han interpretado como plegaria, más bien apuntan a elevar los brazos para sostener el bastón de Moisés, con el que mostró el poder de Dios en Egipto y ahora también lo revela con la victoria sobre los amalecitas. Por primera vez aparece la mención de Josué que será el sucesor de Moisés (24,13; 32,17; 33,11), y también por primera vez aparece la orden del Señor a Moisés de que escriba eso como memorial.

18,1-12. Jetró va al encuentro de Moisés en son de reconciliación, llevando a su esposa y sus hijos, a quienes había despedido (vv. 1-5: cf. 2,11.4,31), dato que no se había mencionado. Lo fundamental del relato es la confesión de fe que hace Moisés ante las maravillas de Dios que sacó a su pueblo oprimido de Egipto y la respuesta también de fe de parte de su suegro, el madianita, que reconoce la grandeza del Dios de Israel por encima de todos los dioses.

18,13-27. La visita y el consejo de Jetró a su yerno Moisés permite que la administración de la justicia no se concentre en Moisés, sino que haya colaboradores con él. Conforme al texto, Moisés realiza dos tareas diferentes “administrar justicia” (v. 13) y “consultar a Dios” (v. 15), mostrando a la comunidad el camino que debe seguir conforme a la voluntad de Dios expresada en sus leyes (vv. 19-20). Pero en la administración ordinaria de la justicia se va a ayudar de muchos colaboradores que escoge, siguiendo el consejo de su suegro (vv. 21-26). Poner responsables de la administración de la justicia a diferentes niveles supone la transición hacia una sociedad más diversificada y organizada, que quizá aconteció a partir de la monarquía. Además este relato conduce a reconocer las influencias positivas que experimentó Israel de otros pueblos.

­Éx 19,1-40,38. La tercera parte del libro presenta los acontecimientos del Sinaí: teofanía, alianza de Dios, sus leyes, pecado del pueblo, lo mismo que las órdenes de construir la Tienda y su mobiliario y, luego, su ejecución. En el Sinaí el Señor concluye una alianza con el pueblo de Israel (19,5-6; 24,3-8; 34,10.27) y le exige el cumplimiento de su ley. La estancia en el Sinaí abarca desde Éx 19 hasta Nm 10,10, incluyendo todo el Levítico; los sucesos del monte, según los datos de Éx 19,1 y Nm 10,11, habrían ocupado cerca de un año Si nos atenemos solo al libro del Éxodo, esta parte abarca desde este texto hasta el final del libro y se puede dividir en seis secciones. Las etapas más antiguas de la legislación están representadas por el decálogo (20,2-17), el código de la Alianza (20,22-23,19) y las leyes de 34,10-26. También es claro que, en la presentación actual, el capítulo 34 resulta una “renovación” de la alianza (34,1-4.27-28) a causa de la idolatría del «becerro de oro» (34,32) y la ruptura de las tablas de la ley por Moisés (34,19). La alianza nunca será abolida, pero será “nueva” cuando Dios escriba la ley en el corazón del hombre y no en tablas de piedra (Jr 31,31-34). Y la ley, dirá Pablo, es el necesario “pedagogo” para conducir al pueblo de la alianza hacia Cristo, por eso tenía un papel temporal, no permanente (Gál 3; Rom 7): era una preparación.

19,1-20,21. Esta primera sección tiene como actores principales al Señor, al pueblo y a Moisés como intermediario entre ambos. Los textos presentan la alianza, la teofanía o manifestación divina y el decálogo, las diez palabras o mandamientos, que expresan la ley fundamental de Israel en sus relaciones con Dios y con las demás personas,

19,1-8. Las palabras de Dios a Moisés para que las transmita al pueblo dan el sentido verdadero de la liberación que no es solo sacarlos de la esclavitud y conducirlos a la tierra prometida, sino también y principalmente traerlos hacia él. El Señor, dueño de toda la tierra, es quien ha elegido de entre todos los pueblos a Israel como propiedad personal, reino de sacerdotes y nación santa, consagrada a Dios, separada de los demás, no en aspectos externos, sino sobre todo en la conciencia de pertenecer al Señor y vivir de acuerdo a sus valores. Es el nuevo estatuto que Dios propone a su pueblo, quien se compromete a realizar lo que Dios ordena. San Pedro dirá que los cristianos constituimos también este pueblo de Dios (1 Pe 2,9).

19,9-15. Los datos son la necesaria anticipación del relato de la teofanía o manifestación divina (vv. 16-20). Lo importante será la purificación del pueblo, que no subirá al monte Sinaí como señal de respeto al Señor, pero que ha de creer a Moisés, quien será intermediario entre Dios y su pueblo.

19,16-25. Las montañas han tenido en todas las religiones un sentido sagrado. En ellas se realiza el encuentro entre la divinidad y el ser humano. En Israel también Dios se encuentra con los suyos, entre otros lugares, en una montaña. Del período de la monarquía en adelante será el monte Sion; aquí es el Sinaí llamado también Horeb o montaña santa. Es prácticamente imposible su localización precisa; la identificación con el actual Gebel Musa (“Monte de Moisés”) tiene su punto de partida en la tradición monástica cristiana. Para Pablo el Sinaí está vagamente en Arabia (Gál 4,25) y esa es la única localización que ofrecen los textos bíblicos. Pero lo fundamental del texto es la teofanía a Moisés, mientras el pueblo permanece lejos. La manifestación divina es descrita en dos tradiciones diversas: en una, los elementos importantes son la nube con truenos y relámpagos y el sonido del cuerno (Éx 19,16-17.19), mientras que en otra, lo que se presenta sería un fenómeno volcánico: la montaña está llena de fuego y despide humo; y hay un temblor de tierra (19,18.20).

20,1-17. El texto anterior (19,25) queda interrumpido. No es el decálogo lo que debía seguir, pues este tiene su propia introducción. Se entendería mejor si lo leyéramos después de 24,3-8, donde Moisés sube a hablar con Dios y al bajar transmite al pueblo las diez palabras o mandamientos de Dios. Independiente de eso, hay que subrayar que el decálogo constituye la máxima expresión de la voluntad de Dios, su ley, el don revelado y dado a su pueblo para que pueda vivir en la auténtica libertad del amor a Dios y del amor al prójimo. Comienza con la auto presentación del Señor y su acción salvífica de haberlos liberado de la esclavitud de Egipto, que es la justificación última de todos los mandamientos; así el don precede a la exigencia. Siguen luego las diez palabras o mandamientos que presentan los valores fundamentales de la vida en la relación con Dios y con el hermano. La mayor parte del decálogo está formulado en prohibiciones, que no deben verse bajo su aspecto negativo, sino que solo ponen un límite al actuar positivo. Se presentan dos mandatos positivos: santificar el sábado y honrar a los padres. En algunos de los mandamientos hay un desarrollo explicativo que da la razón. Una versión análoga del decálogo, con algunas cosas propias, se tiene en Dt 5,6-21. Jesús enseña que la Ley se condensa en el mandamiento principal del amor a Dios (Dt 6,5), inseparablemente unido al segundo, el del amor al prójimo (Lv 19,18; ver Mt 22,34-40; Mc 12,28-31; Lc 10,25-28).

20,3. El Señor es el único Dios de Israel, quien está ligado solo con él. Pero en ese momento de la historia de la salvación no se niega la existencia de otros dioses; la polémica contra los “otros dioses”, los de los gentiles, surgirá con la predicación de los profetas y ya en el exilio (s. VI a.C.) aparecerá la negación de su existencia, con la confesión del único Dios verdadero (Is 41,24.29; 43,8-13; 44,6-8; 45,5).

20,4-6. La prohibición originalmente se refería a las imágenes de Dios, pero poco a poco se fue extendiendo a las representaciones de ídolos. En el NT, Jesús es la imagen visible del Dios invisible (Col 1,15; Rom 8,29). Los seguidores de Jesús rinden culto, no a las imágenes como tales, sino a quienes están representados en ellas, sin olvidar que Dios está por encima y más allá de cualquier representación suya, material o mental, y que en el ser humano se descubre la imagen de Jesús y en él la del Padre. En la motivación original de esta prohibición, aun en la mentalidad del AT, se resalta la oposición entre el castigo divino para quienes lo rechazan (hasta la tercera o cuarta generación) y la misericordia de Dios a quienes lo aman (por mil generaciones).

20,7. El israelita conoce el nombre de su Dios porque él lo ha querido revelar (3,13-15; 6,3), pero lo conoce para venerarlo, no para servirse de él mediante prácticas indebidas, de tipo mágico, o de perjurio o para dar falso testimonio sobre el prójimo en los tribunales.

20,8-11. Sábado es lo mismo que “descanso”. La motivación última del descanso semanal es aquí lo que Dios mismo habría hecho al crear el mundo y sus obras: él hizo todo en seis días y descansó el día séptimo (Gn 2,2-3). El descanso tiene una dimensión social que alcanza no solo a la persona y su familia, sino también a los siervos, a los forasteros y a los mismos animales. El Deuteronomio expone como razón del sábado el descanso de la esclavitud, la liberación de Egipto (Dt 5,15).

20,12. El amor y la honra a los padres es el primero en la serie de actitudes fundamentales ante el prójimo; es un deber sagrado que consiste en la confianza, respeto y obediencia. De allí la condena de los hijos rebeldes (Éx 21,15.17; Dt 21,18-21; Prov 23,22; 30,17)

20,13. Derecho a la vida. No solo se condenan los asesinatos directos (Gn 4,8-10; 9,6), sino la injusticia, la indiferencia y la falta de solidaridad que hacen insensibles ante las necesidades vitales de los demás, y que se convierten en lentos asesinatos de los hermanos (Miq 3,9-10; Hab 2,12; Ez 22,3-13; ver Am 5,7; 6,1-7; Lc 16,19-31). Aun cuando en las relaciones interpersonales sean explicables, en ocasiones, las reacciones de enojo, Jesús llama a superarlas y a no permanecer en ellas mediante el odio, la venganza o el insulto al hermano; por eso, sin reconciliación fraterna no se puede dar culto a Dios (Mt 5,21-26).

20,14. Derecho a la vida matrimonial, Es el derecho mutuo del varón y de la mujer a su vida matrimonial. Es cierto que en Israel se hablaba de adulterio, solo en referencia a la mujer prometida en matrimonio o casada que tuviese relaciones sexuales con un varón, soltero o casado. Pero Jesús nos enseñará que esto vale para toda persona, varón o mujer (Mc 10,11), y que el adulterio puede ser aún interior (Mt 5,27-32).

20,15. Derecho a la libertad. El “robo” aquí pudiera ser más bien el “rapto”, el secuestro, el apoderarse de una persona con fines lucrativos: se le vende o se le usa como esclavo (21,16; Dt 34,7). Estaría pasando lo que hicieron los hermanos de José: apoderarse de él para venderlo (Gn 37,25-27.28b); él mismo dirá “fui robado/raptado del país de los hebreos” (Gn 40,15). De la protección de los bienes del prójimo se ocupa la última prohibición.

20,16. Derecho a la buena fama e integridad en los juicios. No es la simple mentira, sino el falso testimonio en los tribunales. En esta materia y en las promesas hechas a Dios, Jesús pide la transparencia y sinceridad: la palabra debe ser sí, cuando es sí, y no, cuando es no (Mt 5.33-37).

20,17. Derecho a la propiedad legítima. Codiciar no es el vago deseo que no conduce a nada, sino implica poner todo en obra para tratar de lograr lo codiciado. El verbo se repite dos veces para entender los bienes materiales o tangibles, y los personales o intangibles del prójimo. Pero esta formulación es problemática: la mujer aparece como uno de los tantos bienes del prójimo, y el Deuteronomio supera esta comprensión, por eso revisa y desdobla la prohibición, una es el deseo indebido de la mujer del prójimo, y otra, la codicia de los bienes ajenos (Dt 5,21-22).

20,18-21. Continúa el relato de la teofanía (ver 19,16-25). El pueblo pide a Moisés que sea su intermediario ante Dios para mantenerse con vida.

20,22-23,33. El llamado código legal o de la Alianza (20,22-23,19; ver 24,7) constituye gran parte de la segunda sección del relato del Sinaí. Se señalan exigencias morales, leyes relativas al culto, normas sociales o de derecho civil y penal. La mayoría de las determinaciones se ajustan en su expresión literaria a uno de estos tres casos principales: 1)- normas de “derecho casuístico”, que se refieren a casos particulares, descritos en forma condicional y que reciben una solución; 2)- formulaciones de “derecho apodíctico” o principios generales y absolutos, con validez en cualquier situación, de algún modo semejantes a las del decálogo; 3)- reglamentaciones sobre fiestas y prácticas del culto o “instrucción sacerdotal”. Al código le sigue un texto que señala promesas y da instrucciones con referencia a la entrada a Canaán (23,20-33).

20,22-26. Dios no admite ídolos, pero acepta la pluralidad de santuarios como sucedió hasta la reforma de Josías (s. VII a.C.). A partir de allí hasta la época del Nuevo Testamento solo se permitió el culto en un solo santuario –el de Jerusalén-, conforme a la norma de Dt 12. La prohibición de subir por gradas al altar se comprende, por razón del pudor, si el sacrificador solo vestía una túnica blanca.

21,1-11. El año sabático, al igual que el sábado, tiene una dimensión social para restaurar el proyecto original de Dios y restituir la libertad del esclavo hebrero, que ordinariamente caía en esa situación por deudas. Si tuvo mujer e hijos siendo esclavo, saldrá libre él solo. La esclava hebrea, que además era concubina, no puede ser liberada el año séptimo (aunque en Dt 15,12 se modifica la norma; en Lv 25,39 se prohíbe tener a israelitas como esclavos); pero como esposa tiene derechos a comida, vestido y derechos de esposa.

21,12-17. Diversas situaciones (ver 22,17-19) que, en la mentalidad de aquella época, no de hoy día, merecen el castigo de la pena de muerte: matar a alguien voluntariamente, secuestrar a uno, golpear y maldecir a los padres (20,12-13.15). Conforme a la ley, ante el asesinato voluntario no hay escapatoria ni siquiera acudiendo a un santuario como lugar de refugio (1 Re 1,50-54). La legislación tardía señala unas ciudades de refugio o asilo, a las que podrá recurrir quien mate a su prójimo involuntariamente, es decir, sin ser culpable (Nm 35,9-34; Dt 19,1-13).

21,18-22,19. El “derecho casuístico” o condicional es tradicional en el antiguo Oriente, como aparece en las colecciones mesopotámicas, por ejemplo, en el Código de Hamurabi. Describen un posible caso y su solución. Se refieren principalmente a lesiones corporales (21,18-27), descuidos ante animales y cosas que dañan al prójimo (21,28-37), robos o descuidos culpables a las propiedades de alguien (22,1-14), abuso de mujeres solteras (22,15-16) y otras fallas (22,17-19). Algunos de estos delitos obligan a la restitución o rescate (22,4-16).

21,23-25. «Vida por vida» es la llamada “ley del talión” (tal es la culpa, tal es el castigo), que todavía contempla de algún modo el dicho popular: “El que a hierro mata, a hierro muere”. Ya existía en el Código de Hamurabi o en las leyes asirias. De suyo trata de limitar la venganza desmedida de siete veces como Caín (ver Gn 4,15) o hasta setenta veces siete como Lámec (Gn 4,24). Jesús hará una inversión radical: en el amor rige la ley del perdón (ver Mt 6,12; Lc 11,4), no la de la venganza (Mt 5,38-42; Lc 6,29). Y el perdón no debe limitarse a siete veces (Lc 17,4), sino a setenta veces siete (Mt 18,21-22), es decir, siempre. Pero el perdón no es permanecer indiferente o cruzado de brazos, sino ayudar con la corrección fraterna al que ha ofendido (Mt 18,15-17), como también lo hizo Jesús cuando lo abofetearon (Jn 18,22-23).

22,20-26. La defensa de los débiles es una atribución tradicional del rey; por ello se celebra al rey o ungido -Mesías-, como el refugio de los que no tienen protector (Sal 72,4.12-14). Es a la vez una exigencia para todo israelita. En la legislación es frecuente apelar a la experiencia de Israel como forastero en Egipto para no hacer pesar una situación similar ni sobre los forasteros que vivan en medio de Israel, ni sobre la gente más débil, como la viuda, el huérfano o el pobre.

23,1-9. Leyes sobre la administración de la justicia, especialmente sobre el testimonio que se debe dar para que se haga justicia (23,1-3.6-9). Las otras normas implican la dimensión humanitaria ante los animales, propiedad del prójimo, y aún del enemigo.

23,10-13. El año sabático, a ejemplo del sábado semanal, además del descanso, tiene una proyección social hacia los más débiles, y ecológica hacia la tierra. El cumplimiento de las normas implica dejar a un lado los ídolos.

23,14-17. El ritual de fiestas es una constante en los textos del Pentateuco (23,14-17; 34,18.22-23; Lv 23; Nm 28-29; Dt 16,1-16). Es fundamental un ciclo agrícola que comprende: 1)- la semana de los Panes sin levadura (ácimos) en el mes de Abib (en primavera); 2)- la fiesta de la Cosecha o Siega (de las Semanas); 3)- la fiesta de la Recolección (o de las Tiendas o Chozas) en otoño. Se suele asociar espontáneamente la fiesta de la Pascua a la de los Panes sin levadura, porque así ocurre en los textos más amplios y recientes, pero la Pascua, sacrificio de pastores, llamada simplemente “fiesta”, se menciona por separado en los calendarios antiguos (Éx 23,18; 34,25). Es la reforma deuteronómica (Dt 16,1-8) del s. VII a.C., la que une la Pascua y los Panes sin levadura y relaciona su celebración con el santuario único, con el templo de Jerusalén.

23,20-33. Se concluye el “código de la Alianza” con esta exhortación que contiene diversos temas. El “ángel del Señor” o su mensajero evoca la presencia de Dios que guía a su pueblo a la tierra prometida e Israel se ha de comprometer a escuchar su voz. El tema del ángel del Señor se presenta en el libro de Tobías, o en secciones tardías de los relatos del Sinaí, como 32,34 y 33,2. Otro tema, que es típico del Deuteronomio, es el rechazo a la idolatría y a los pactos con los pueblos que adoran otros dioses. En otra línea, la “lentitud” de la conquista se explica en 23,22, igual que en Dt 7,22, mostrando así por qué, a pesar de la supuesta conquista-relámpago bajo Josué, los israelitas tuvieron que estar sufriendo los embates de diferentes enemigos en la llamada “época de los jueces” (Jue 2,6-3,6). También se presentan los límites idealizados del país bíblico, sin que haya sido una realidad plena; algo corresponden a las fronteras del “imperio” de David y Salomón (1 Re 5,1; ver Gn 16,18), aunque no fueron tales en esa amplitud.

24,1-18. La tercera sección, la conclusión de la alianza, tiene dos partes (24,1-11 y 24,12-18). El relato de 24,1-11, en su conjunto, se puede leer como la realización y conclusión de la alianza entre Dios y su pueblo a través de Moisés, quien lee el “libro de la ley”, las palabras del Señor, escritas por Moisés. El pueblo se compromete solemnemente a guardar aquellas palabras; Moisés erige un altar y las doce estelas, y el rito finaliza con la aspersión de la sangre sobre todo el pueblo y la comida ritual ante el Señor, como sucede en una alianza interhumana (Gn 31,54). Según la mentalidad del pueblo de la antigua alianza, la sangre es vida (Gn 4,10; 9,4-6). Así la alianza permite entrar en comunión de vida: por algo se ofrece una parte de la sangre al Señor y con la otra se rocía al pueblo. En el NT, es la sangre de Cristo lo que establece la nueva alianza (Mt 26,28; 1 Cor 11,25). El compromiso de escuchar y practicar la Palabra del Señor sigue vigente para todos los que vivimos bajo la nueva alianza sellada en la sangre de Cristo. Éx 24,12-15, referentes a las tablas de la ley y a la presencia de Josué, remiten a Éx 32-34. En cambio, Éx 24,16-18 apuntan al final del libro (Éx 40,34-38), cuando la gloria del Señor se hace presente en la Morada de la Tienda del Encuentro. Aquí la gloria del Señor baja sobre el monte, pero la nube la oculta parcialmente, aunque tenga todavía la apariencia de fuego devorador. Al término de la fabricación del santuario móvil, la nube cubrirá la Tienda, como antes cubriera el monte, y la gloria del Señor tomará posesión del santuario (40,34-35).

25,1-31,18. Esta larga sección de prescripciones e instrucciones que el Señor da a Moisés para la construcción del santuario, su mobiliario y las vestiduras sacerdotales está estrechamente relacionada con 35,1-40,35, que narra su puntual ejecución. Estas descripciones detallistas se atribuyen a la fuente o escuela sacerdotal; sus autores no pretenden ofrecer una descripción exacta de lo que aconteció en el desierto, sino que al escribir siglos después de los acontecimientos, piensan en el santuario de Jerusalén, del que la Tienda del Encuentro será una copia que se puede transportar en el desierto. El texto pretende subrayar la presencia de Dios en medio de su pueblo (25,8.22; 28,35; 29,45-46;), al que le dará las tablas del Testimonio (25,16; 31,18) En líneas generales, los espacios más importantes son: un santuario (25,8), dentro del que hay una Morada cubierta por una Tienda (26,1-14) con su atrio (27,9-19). Dentro de la Morada hay dos grandes lugares separados por un velo: el Santo y el lugar más santo, denominado el Santo de los Santos (26,33; en hebreo, los superlativos se construyen de esta forma o con la repetición triple: Is 6,3). En esos lugares habrá un mobiliario con diversos objetos cultuales y se prescribirán unas ofrendas. Además los textos describen las vestiduras de Aarón (sumo sacerdote) y de sus hijos (los sacerdotes), lo mismo que su consagración.

25,1-9. La Tienda y su mobiliario se harán con las aportaciones voluntarias de todos los israelitas (35,4-29).Y se construirán de acuerdo al modelo diseñado por Dios mismo (25,9.40; 26,30; 27,8), quien habitará así en medio de su pueblo peregrino.

25,10-16. El arca del Testimonio es el arca de la Alianza que estará en el Santo de los Santos (26,34). Se trata de un cajón de madera donde estaban depositadas las tablas del Testimonio, el decálogo (20,1-17), las palabras del Señor que Israel aceptaba obedecer y practicar en razón de su alianza con Dios (24,3-11). Las tablas del Testimonio son algo que aquí el Señor promete (v. 16) y las dará después (31,18).

25,17-22. La cubierta de oro (a veces traducido como “propiciatorio”) se pone encima del arca, simbolizando así la importancia de esta que contiene las tablas del Testimonio. Ambos objetos estarán en el Santo de los Santos (26,34). Los querubines o seres alados son, de alguna forma, los guardianes y protectores del arca. Dios se manifiesta y habla con los israelitas desde allí.

25,23-30. Se trata de una mesa donde se deposita el pan de la presencia como ofrenda al Señor; su nombre mismo se debe al hecho de que está delante del Señor.

25,31-40. El candelabro se destina a la iluminación de la Tienda, de la parte que se llama “el santo”.

26,1-14. La Morada es el santuario desmontable y portátil de la época del desierto; se le llama también Tienda o tabernáculo de la reunión. No todos los detalles de la descripción resultan perfectamente claros.

26,15-30. Importante la última anotación: todo se debe hacer conforme al modelo que Dios le ha mostrado (26,30; ver 25,9.40).

26,31-37. El velo es una separación interior de ese espacio único de la Morada (v. 6), para diferenciar los dos lugares: el Santo, donde entran los sacerdotes diariamente, y el Santo de los Santos, a donde solo ingresa el sumo sacerdote una vez al año, el gran día de la expiación (Lv 26). Arca y cubierta (propiciatorio) estarán en el Santo de los Santos; en el Santo estará la mesa del pan de la presencia y el candelabro.

27,1-8. El altar por excelencia es aquel donde se consumen las víctimas sacrificadas en honor del Señor. También es llamado el altar de los holocaustos (30,28). Se le colocó en el atrio a la puerta de la entrada de la Tienda (40,6). Los cuernos son unas salientes en los cuatro ángulos del altar. Agarrar esos cuernos era encontrar la protección del Señor, aunque de nada le valió a Joab ante Salomón (1 Re 2,28-34).

27,9-19. Además del espacio interior, todo él cubierto, la Morada tiene un espacio exterior no cubierto, el atrio. Se sitúa al sur y da acceso al Santo. Los israelitas llegaban allí para traer sus ofrendas y sacrificios ante el Señor presentándolos al sacerdote.

27,20-21. Se sobreentiende que el combustible para la iluminación de todo el santuario, incluido el candelabro (25,31-40), había de ser el aceite de olivo. La lámpara perpetuamente encendida, simboliza la presencia de Dios en ese lugar,

28,1-5. Enumeración de las distintas vestiduras de Aarón (28,1-39), sumo sacerdote –aunque este título no se menciona en Éxodo- y de los ornamentos de los demás sacerdotes (28,40-43).

28,6-14. Se trata del efod, no adivinatorio, de Aarón, como sumo sacerdote. Las piedras grabadas con los nombres de las tribus, le recuerdan su función en favor de todo el pueblo de Israel.

28,15-30. El pectoral de las decisiones divinas, memorial también para Aarón, va encima del efod y lleva las suertes sagradas, el urim y el tumim, especies de dados que están relacionados con el conocimiento de la voluntad de Dios. Por ello se da una relación con el efod adivinatorio (1 Sm 14,41-42).

28,31-35. El manto del efod para que Aarón celebre el culto. El tintineo de campanillas está asociado con la antigua creencia de hacer huir al enemigo tentador, al demonio; él no podrá causarle la muerte mientras realice su ministerio sacerdotal.

28,36-39. La placa es la diadema. El sumo sacerdote, por su consagración al Señor, carga con las faltas del pueblo, y repara en su persona las faltas rituales involuntarias de todos.

28,40-43. Túnicas para los sacerdotes. Hablar de una unción de todos los sacerdotes (30,30) contradice otros textos, como Éx 29,7 y Lv 8,12, que hacen de ella una exclusiva del sumo sacerdote. La prescripción de los calzones es para evitar que se viera su desnudez. Por esa razón la tradición antigua prohibía los altares con gradas (20,26 de Éx o Lv).

29,1-37. El ritual de la consagración sacerdotal es detallista y establece paso a paso cómo debe proceder Moisés con Aarón y sus hijos. Su cumplimiento aparece en Lv 8. En Éx 29,4 se ordena un baño ritual completo, distinto por tanto de las abluciones de 30,19-21. En Éx 29,7 se prescribe la unción solo de Aarón, el sumo sacerdote. En el v. 10 la orden de poner las manos sobre la cabeza de la víctima es reconocer que se trata del propio sacrificio, pues así lo hace también cualquier israelita. En Éx 29,18, «calmante aroma» es un antropomorfismo tradicional, pues la expresión aparece desde el relato más antiguo del diluvio (Gn 8,21); se trata sin duda de un sacrificio que sea aceptable al Señor; ese sacrificio es llamado holocausto porque es quemado completamente, sin reservar nada de él para el oferente o el sacerdote. El ritual de Éx 29,20, untar con la sangre el lóbulo derecho del oído del sacerdote, su pulgar derecho de la mano y del pie, lo entendió Filón, como las actitudes necesarias en el sacerdote para oír a Dios, actuar bien y caminar conforme a la voluntad del Señor. En Éx 29,24 tomar algo y hacer ese rito del “balanceo” es mover de atrás hacia adelante aquello que se presenta u ofrece al Señor, aunque lo “mecido” generalmente perteneciera luego al sacerdote, que podía comer aquello. Aquí de hecho, después del ritual de la consagración, habrá un verdadero banquete sagrado para Aarón y los demás sacerdotes (29,31-35).

29,38-46. Prescripción del holocausto diario de dos corderos y de ofrendas vegetales, como señal de que Israel reconoce la presencia del Señor, que habita en medio de ellos para comunicarles su palabra y para ser su Dios. La finalidad de la liberación está en el habitar de Dios en medio de su pueblo.

30,1-10. El altar del incienso, no de los sacrificios, es colocado en el Santo, El altar del incienso del Templo de Salomón estaba exactamente fuera y junto a la separación del Santo de los Santos (1 Re 6,21-22).

30,11-16. Todos contribuyen con este tributo a las necesidades del culto. Como miembros del pueblo de Dios, los ricos y los pobres son iguales ante el Señor; por eso no es un impuesto que se calcula según los recursos económicos de cada uno.

30,17-21. Fuente colocada en el atrio que sirve para la purificación de Aarón y los demás sacerdotes.

30,22-33. El aceite de olivo preparado con aromas sirve para consagrar todos los objetos de la Tienda del Encuentro, pero también a los sacerdotes; por eso se afirma claramente que ningún “laico” debe usar ese aceite sagrado o preparar algo semejante (vv. 32-33). Con respecto a la unción parece conveniente señalar una evolución: el ungido con aceite fue inicialmente el rey y solo él, como es el caso, por ejemplo, de Saúl, David y Salomón (1 Sm 9,16; 10,1; 16,13; 1 Re 1,39). Con la desaparición de la dinastía davídica (s. VI a. C.), el sumo sacerdote heredó la unción y, luego en épocas posteriores, los demás sacerdotes. Que el rey fuera el Ungido por excelencia es lo que da origen a la esperanza mesiánica. Pero, si Dios es fiel a su promesa, la que hizo a David y su descendencia (2 Sm 7,11-16), cuya dinastía desaparece con las conquistas de los babilonios, aquella promesa se lanza al futuro: llegará un día en que Dios nos enviará su Ungido. La fe cristiana afirma que esa esperanza se realizó en Jesús; por eso se le llama Cristo o Mesías, es decir, el Ungido del Señor.

30,34-38. El incienso perfumado, muy santo, es igualmente una preparación exclusiva sacerdotal. Por eso no debe usarse en el ámbito profano ni se debe imitar su composición.

31,1-11. Besalel y Oliab son los elegidos por el Señor para realizar todos esos trabajos y confeccionar las vestiduras. Ellos ejecutarán exactamente todo aquello que el Señor le ha comunicado a Moisés (31,11). El espíritu de Dios, en este caso, les concede las cualidades que hacen de un hombre un entendido o perito que puede realizar cosas como trabajar los metales o hacer bordados en telas.

31,12-18. Fabricar la Tienda y todo su mobiliario no dispensa del descanso sabático (20,8-11; Dt 5,12-15), que se convierte en señal de una alianza eterna. El texto termina con una noticia aislada que no está relacionada con el largo desarrollo de Éx 25-31, sino con los datos anteriores sobre las tablas de piedra (Éx 24,12-15a); lo que allá se prometía a Moisés, se realiza aquí: Dios le entrega esas tablas. Su gran valor se pondrá de relieve (32,15-16), antes de que Moisés las destruya al bajar del monte (32,19). Pero una tradición paralela justificará la renovación de esas tablas (34,1-4.27-28).

32,1-34,35. Entre las disposiciones de Dios sobre los objetos de culto (Éx 25-31), y su ejecución, tal como lo ordenó el Señor (Éx 35-40), se interpone la quinta sección que comprende estos tres capítulos (32-34), que presentan, entre otras cosas, la ruptura de la alianza con la fabricación del becerro de oro, la intercesión de Moisés por su pueblo, la orden de partir, y la renovación de la alianza con otras tablas que sustituyen a las quebradas por Moisés ante el pecado de los suyos. Por un lado, estos capítulos tienen conexión directa con Éx 19-24 que hablan de la alianza y el decálogo con otras leyes; pero, por otro, se conectan con Éx 35-40 al mostrar que solo cuando Israel deje la idolatría, podrá construir la Morada, como lugar de la presencia de Dios entre los suyos.

32,1-35. La larga estancia en el monte es el pretexto aducido para la fabricación del becerro de oro (32,1.23), que se presenta como acto idolátrico y negación del compromiso de alianza con su único Señor (24,3-8; cf. 31,18); la responsabilidad del pecado recae sobre el pueblo y sobre Aarón, quien intenta desconocer su responsabilidad y achacarla al pueblo (vv. 22-24). Sin duda, detrás de este relato que narra el pecado original de Israel, escrito siglos después de los acontecimientos, está el recuerdo de infidelidades de Israel en el desierto y también la memoria de las acciones de Jeroboán I (s. X a.C.; ver Éx 32,4.8 comparado con 1 Re 12,26-33), quien al romper la unidad con los del Sur, fabricó dos becerros de oro en santuarios de los límites norte (Dan) y sur (Betel) del nuevo reino del Norte; sobre todo este último santuario lograba que el pueblo no fuera a adorar al Señor en Jerusalén. Los textos bíblicos lo consideran una idolatría, aunque hoy algunos comentaristas piensen que el becerro no era un ídolo ni una imagen de Dios, sino un pedestal para el Señor, a semejanza del arca de la alianza. Sin embargo, el relato presenta este hecho como una infidelidad (Os 13,2; Sal 106,19-20), por eso se da un castigo por medio del agua de la maldición que produce muerte a quienes la beban (Éx 32,20.35; ver Nm 5,11-31) y por medio de la espada de los levitas que, por este hecho, son proclamados consagrados al Señor y aptos para el sacerdocio (Éx 32,25-28). El pueblo peca y es castigado, pero ante la intercesión de Moisés, el Señor perdona, al menos la primera vez (32,7-14). En esa primera ocasión, a través de un juego de palabras, Dios al hablar a Moisés se refiere a Israel como “tu pueblo”, al que Moisés sacó de Egipto (32,7), pero Moisés le hará ver a Dios que es “tu pueblo”, el pueblo que él liberó de Egipto (32,11). Dios parece distanciarse de su pueblo, anular la promesa a Abrahán (Gn 12,2) y deshacer su historia liberadora, haciendo de Moisés un nuevo pueblo. Pero él no cae en la trampa; replica a Dios que el pueblo de Israel es de él, y que él es su Señor. Destruirlo será ir contra su pueblo, mostrar a las demás naciones sus malas intenciones con los suyos y faltar a las promesas hechas (Éx 32,30-34; cf. 33,1-6.12-23; 34,5-9). Las tablas del Testimonio (Alianza) que Moisés ha recibido del Señor (31,18) y que las rompe ante el pecado del becerro (vv. 15-19), son las del decálogo, que contiene las exigencias fundamentales de su relación con Dios y el prójimo. Se alude también al libro de Dios (vv. 32-33; Sal 139,16), equivalente al libro de la vida (Sal 69,29), que tendrá gran relieve en el Apocalipsis (Ap 3,5; 13,8; 17,8; 20,12), donde están escritos los nombres de los salvados.

33,1-23. Moisés debe conducir al pueblo a la tierra prometida; le acompañará, no el mismo Dios, sino un ángel o mensajero suyo; para el pueblo pecador esa noticia es causa de duelo y parece dar muestras de su arrepentimiento con el despojo que hacen de sus joyas (v. 1-6). Sigue luego la referencia a la Tienda del Encuentro donde se consulta a Dios, y donde el Señor, al hacerse presente, entra en un diálogo peculiar con Moisés, hablándole cara a cara, como se hace con un amigo (vv. 7-11). Enseguida Moisés retoma lo que el Señor le había dicho (vv. 2-3) y no satisfecho por ello se dirige a él con una media mentira: “No me has dicho a quién enviarás conmigo” (v. 12); con esto trata de convencer al Señor de no desentenderse de Israel: su pueblo (v. 13). La respuesta esperada se hace oír entonces: «Yo iré contigo» (literalmente, “mi rostro irá contigo”: 33,14). Moisés insiste en que la presencia inmediata de Dios es la manera mediante la cual Israel será reconocido como pueblo del Señor (vv. 15-16). Cuando viene la respuesta positiva a Moisés, que es hombre de confianza de Dios (v. 17), entonces le pide ver su gloria (v. 18). La respuesta divina se mueve entre el rotundo no (v. 19) y el sí parcial: el Señor pasará y Moisés, escondido en la hendidura de una roca, escuchará la proclamación del nombre del Señor y hasta “verá su espalda” (vv.19.21-23); no poder ver el rostro de Dios manifiesta la trascendencia que se da entre el Señor y el ser humano Estas expresiones: no ver el rostro, solo la espalda de Dios (vv. 20.23), hablar cara a cara con él (v 11), y otras que atribuyen al Señor sentimientos humanos o partes corporales como boca, oídos, ojos, manos y corazón, son antropomorfismos, es decir, palabras y expresiones que representan a Dios al modo humano, en las que se intuye su presencia y su actuar misteriosos.

34,1-35. Con el relato de las nuevas tablas se prepara la alianza que será renovada después del pecado del pueblo (Éx 32). Además en cumplimiento a lo que Moisés había pedido a Dios y éste le había prometido (33,18-19), el Señor se hace presente. La bella descripción de Dios en 34,6-7, dicha por Moisés como profesión de fe o, lo más probable, proclamada por el mismo Señor como revelación, nos muestra a un Dios amoroso, misericordioso y compasivo; su amor y su fidelidad resplandecen hasta por mil generaciones; en cambio su castigo sólo llega hasta la tercera o cuarta generación. En seguida Moisés pide a Dios que perdone a su pueblo, aunque sea terco. Luego, Dios le comunica una serie de leyes, muchas de ella cultuales (algunas similares a las de 23,10-19.20-33), que subrayan la exclusividad del Señor y advierten ante los peligros de la idolatría por la convivencia con otros pueblos al llegar a Canaán. Dichas normas son la expresión de la renovación de la alianza, que siempre remite al decálogo, como su expresión englobante (vv. 10-28). Al descender Moisés de la montaña, después de haber estado en contacto con Dios, su rostro se muestra resplandeciente, simbolizando así su cercanía con el Señor, su papel de intermediario entre Dios y su pueblo, y reflejando la autoridad de las leyes que transmite. Como dato curioso, en base al verbo hebreo empleado que significa resplandecer o tener cuernos, la Vulgata tradujo: «Su rostro tenía cuernos»; esto explica, por ejemplo, la famosa estatua del Moisés de Miguel Ángel. En otro orden de cosas, Pablo (2 Cor 3,7-4,6) hace una interpretación alegórica del velo de Moisés, para mostrar que cuando no se ha quitado ese velo, que solo desaparece con Cristo, es imposible entender las Escrituras.

35,1-40,38. Esta sección final del libro, más precisamente Éx 35-39, es la realización de las instrucciones dadas por el Señor a Moisés en Éx 25-31. La sección comienza con la importancia dada a la observancia del descanso sabático, a la que se añade la prohibición de encender fuego (35,1-3), mostrando así que su cumplimiento está por encima de la construcción de la Morada de Dios en el desierto. Termina esta sección y el libro del Éxodo con la gloria del Señor que llena la Morada, marcando así la presencia de Dios en medio de su pueblo que está en camino a la tierra prometida (40,34-38). Todo el texto de esta sección, con pequeñas variantes y adiciones (36,2-7; 39,33-43), es prácticamente una repetición, a nivel de ejecución, de lo presentado como orden divina. Por eso prescindimos de comentario y nos remitimos a los dados en cada apartado de las órdenes divinas.

38,8. Los espejos eran de bronce bruñido, pero se desconoce qué función podían tener unas mujeres al interior de la Tienda.

38,21-31. El pasaje, aunque tiene puntos de correspondencia con las órdenes dadas por el Señor a Moisés parecería ser añadido, en especial porque supone cosas de las que aún no se habla, como la institución de los levitas (Nm 3) y el censo del pueblo (Nm 1).

40,1-38. Éx 40 presenta las órdenes finales de Dios y la ejecución por parte de Moisés de todo conforme a lo que el Señor le había ordenado, tal como se repite constantemente. Termina relatando la presencia de la nube y de la gloria, símbolos de Dios, en la Morada suya.

40,34-38. Dios toma posesión de ese santuario y hasta lo hace de manera visible: la nube, que hasta entonces había estado sobre el monte (24,15b-18), ahora cubre la Tienda; esa nube que guiaba al pueblo de día y de noche (13,21-22), dato que se retomará en Nm 9,15-23.