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ATRAS

III- CICLO DE SALOMÓN


Durante aquella noche, Dios se le apareció a Salomón*

= 1 Re 3,4-15

1 1 Salomón, hijo de David, se consolidó en su reinado, porque el Señor su Dios estaba con él y lo engrandecía magníficamente. 2 Entonces Salomón convocó a todo Israel, a los comandantes de mil y de cien, a los jueces, a todos los jefes y a los cabezas de casas paternas de todo Israel. 3 Luego Salomón, y toda la asamblea con él, fueron al santuario local de Gabaón, porque allí estaba la Tienda del Encuentro con Dios, que Moisés, servidor del Señor, había hecho en el desierto. 4 Pero el arca de Dios la había hecho subir David desde Quiriat Yearín al lugar que le había preparado, porque le había levantado una Tienda en Jerusalén.

5 El altar de bronce, que Besalel, hijo de Urí, hijo de Jur, había hecho, estaba frente a la morada del Señor, donde Salomón y la asamblea lo consultaban. 6 Entonces Salomón subió allí, delante del Señor, al altar de bronce que estaba junto a la Tienda del Encuentro, y ofreció sobre él mil holocaustos.

7 Durante aquella noche, Dios se le apareció a Salomón y le dijo: “Pídeme cualquier cosa y te la concederé”. 8 Salomón respondió a Dios: “Tú has tenido gran misericordia con mi padre David y me has hecho reinar en su lugar. 9 Pero ahora, Señor Dios, confirma tu palabra, aquella que has prometido a mi padre David. Porque tú me has hecho reinar sobre un pueblo tan numeroso como el polvo de la tierra. 10 Por lo tanto, concédeme sabiduría y conocimiento para poder conducir a este pueblo en toda circunstancia, porque ¿quién podría juzgar a este pueblo tuyo tan grande?”.

11 Entonces Dios dijo a Salomón: “Muy bien, porque deseas esto en tu corazón y no has pedido abundancia de riquezas ni gloria, ni la vida de los que te odian, ni tampoco has pedido para ti largos días, sino que has pedido sabiduría y conocimiento para poder juzgar al pueblo sobre el cual te he hecho reinar; 12 por este motivo, te concedo la sabiduría y el conocimiento. También te doy tales riquezas, abundancia y gloria como no las ha habido entre los reyes que te precedieron ni entre los que te seguirán”.

13 Luego, Salomón volvió del santuario local de Gabaón, de la Tienda del Encuentro, a Jerusalén, y reinó sobre Israel.

Salomón convirtió la plata y el oro en algo tan común como las piedras

= 1 Re 10,23-28

14 Salomón adquirió carros y jinetes. Llegó a tener mil cuatrocientos carros y doce mil jinetes. Los destinó a las ciudades de los cuarteles de los carros, y a Jerusalén, junto al rey. 15 El rey convirtió la plata y el oro en Jerusalén en algo tan común como las piedras. Y los cedros los volvió como los sicomoros en las tierras bajas, debido a su abundancia. 16 Los caballos de Salomón provenían de Egipto y de Cilicia: los mercaderes del rey los compraban en Cilicia 17 y los traían. Un carro les costaba en Egipto seiscientas piezas de plata y un caballo ciento cincuenta. Los vendían a todos los reyes de los hititas y a los reyes de los arameos.

18 Entonces Salomón decidió edificar un Templo al nombre del Señor y un palacio real para él.

Salomón envió un mensaje a Jirán, rey de Tiro*

= 1 Re 5,15-26

2 1 Luego Salomón reclutó setenta mil cargadores de material y ochenta mil canteros en la montaña. Los que los supervisaban eran tres mil seiscientos.

2 Salomón también envió un mensaje a Jirán, rey de Tiro: “Así como has hecho con mi padre David, cuando le enviaste cedros para que se edificase una casa para habitar en ella, hazlo también conmigo. 3 Mira, yo edifico una casa al nombre del Señor mi Dios para consagrársela, a fin de ofrecer en su presencia incienso fragante, presentar permanentemente los panes de la ofrenda y ofrecer los holocaustos por la mañana y por la tarde, los sábados, las fiestas de la luna nueva y las demás celebraciones del Señor nuestro Dios; esto debe ser para siempre en Israel. 4 El Templo, que quiero edificar, debe ser magnífico, porque magnífico es nuestro Dios, más que todos los dioses. 5 Pero, ¿quién será capaz de edificarle una casa? Porque los cielos y los cielos de los cielos, no lo pueden contener ¿Y quién soy yo para construirle una casa, o siquiera ofrecer incienso en su presencia?

6 Ahora bien, envíame un hombre experto para trabajar el oro, la plata, el bronce, el hierro, la tela de lino, púrpura, escarlata y violeta, que sepa tallar grabados, junto con los expertos que están conmigo en Judá y en Jerusalén, que mi padre David reclutó. 7 Además, envíame del Líbano maderas de cedro, ciprés y sándalo. Porque yo sé que tus servidores saben cómo talar maderas del Líbano. Y mis servidores trabajarán con los tuyos. 8 Por lo tanto, prepárame gran cantidad de maderas, porque la casa que deseo edificar será magnífica y maravillosa. 9 A los trabajadores, servidores tuyos, que talen los árboles, les daré nueve mil toneladas de trigo y otras tantas de cebada, novecientas toneladas de vino y otras tantas de aceite”.

10 Jirán, rey de Tiro, respondió en una carta que envió a Salomón: “Gracias al amor del Señor con su pueblo, te ha puesto como rey sobre él”. 11 Y añadió: “¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que ha hecho el cielo y la tierra, porque ha dado al rey David un hijo sabio, prudente e inteligente, para que edifique un Templo al Señor y un palacio para su reino! 12 Ahora te envío un hombre hábil y experto, a Jirán-Abí. 13 Él es hijo de una mujer de los descendientes de Dan y su padre es un hombre de Tiro. Es experto en el trabajo con oro, plata, bronce, hierro, piedras preciosas, maderas; telas de lino, púrpura, violeta y escarlata. Sabe tallar todo tipo de grabados y puede ejecutar todo tipo de diseños que se le pida. Él trabajará junto con tus artesanos y los de tu padre David. 14 Y lo que mi señor ha prometido: el trigo, la cebada, el aceite y el vino, lo enviará a sus servidores. 15 Nosotros, por nuestra parte, talaremos árboles del Líbano según todo lo que necesites y te los enviaremos en balsas, por mar, hasta el puerto de Jafa. Tú te encargarás de llevarlos hasta Jerusalén”.

Salomón registró a todos los hombres extranjeros

= 1 Re 5,27-32

16 Entonces, Salomón registró a todos los hombres extranjeros que estaban en la tierra de Israel, según el censo que su padre David había realizado, y resultaron ser ciento cincuenta y tres mil seiscientos. 17 De ellos, destinó setenta mil como cargadores y ochenta mil como canteros en la montaña. Designó, además, tres mil seiscientos supervisores para hacer trabajar al pueblo.

Salomón comenzó a edificar el templo del Señor en Jerusalén*

= 1 Re 6,1-10

3 1 Así Salomón comenzó a edificar el templo del Señor en Jerusalén, en el monte Moría, donde el Señor se apareció a su padre David, el lugar que David había preparado en el campo de Arauná, el jebuseo. 2 Lo comenzó a edificar en el segundo mes del cuarto año de su reinado.

3 Estos son los cimientos que Salomón colocó para edificar la casa de Dios: según la medida de los codos antiguos, era de treinta metros de largo y de diez metros de ancho. 4 El pórtico que estaba en frente del Templo era tan largo como el ancho de la casa: diez metros. Su altura era también de diez metros. Y recubrió su interior con oro puro.

5 En cuanto a la gran sala, la recubrió con madera de ciprés, la doró con oro puro y la adornó con diseños de palmeras y guirnaldas. 6 Recubrió la casa con piedras preciosas para embellecerla. El oro que empleó era de gran calidad. 7 Cubrió la casa, las vigas, los marcos de las puertas, las paredes y las puertas mismas, con oro, e hizo tallar querubines en las paredes.

8 Luego construyó la sala del Santo de los Santos. Tenía, como la casa, diez metros de largo por diez de ancho. La recubrió con veinte mil kilos de oro fino. 9 El peso de cada uno de los clavos de oro era de quinientos cincuenta gramos. También las salas superiores las recubrió de oro. 10 Hizo para la sala del Santo de los Santos dos querubines esculpidos y recubiertos de oro. 11 Las alas de los querubines medían, en total, diez metros de largo. El ala del primero, dos metros y medio y tocaba la pared de la sala; la otra ala medía también dos metros y medio y tocaba el ala del otro querubín. 12 El ala del otro querubín medía dos metros y medio y tocaba la pared de la sala; la otra ala también medía dos metros y medio y estaba pegada al ala del otro querubín. 13 Por lo tanto, las alas de estos querubines se extendían por diez metros. Ellos estaban de pie, con el rostro en dirección a la sala exterior. 14 Hizo la cortina de lino, violeta, púrpura y escarlata, y bordó en ella querubines.

15 Salomón hizo, en frente del Templo, dos columnas de dieciocho metros de alto. Y el capitel, que estaba sobre cada una, medía dos metros y medio. 16 Hizo diseños de guirnaldas en el lugar santísimo, lo mismo que en la cima de las columnas. También hizo cien granadas y las colocó en las guirnaldas. 17 Erigió las columnas delante de la nave central, una a la derecha y la otra a la izquierda. A la columna de la derecha le puso el nombre de Jaquín, y a la de la izquierda, Boaz.

Salomón hizo un altar de bronce*

= 1 Re 7,23-51

4 1 Salomón hizo un altar de bronce, de diez metros de largo, diez de ancho y cinco de alto. 2 Hizo el recipiente llamado “mar”, vaciado en metal, de cinco metros de un borde al otro borde, redondo en su circunferencia, y de dos metros y medio de profundidad. El perímetro de su circunferencia era de quince metros. 3 Tenía unas figuras semejantes a toros, que lo rodeaban por debajo de él. Lo rodeaban por la entera circunferencia: diez cada cincuenta centímetros. Rodeaban al mar completamente, en dos filas. Estos toros fueron fundidos cuando se fundió la obra completa. 4 El mar estaba colocado sobre los doce toros: tres en dirección al norte, tres en dirección al oeste, tres en dirección al sur y tres en dirección al este; estaba encima de los toros, cuyas patas traseras daban al interior. 5 El grosor del mar era de veinticinco centímetros; su borde era como la hechura del borde de un vaso, como el capullo de un lirio. Podía contener ciento treinta y cinco mil litros. 6 También hizo diez pilas para lavarse. Colocó cinco a la derecha y cinco a la izquierda. Servían para lavar en ellas los implementos de los holocaustos, para que quedasen limpios. El mar, en cambio, era para que en él se purificasen los sacerdotes.

7 Salomón hizo los candelabros de oro, diez según sus especificaciones, y los colocó en la nave central: cinco a la derecha y cinco a la izquierda. 8 También hizo diez mesas y las colocó en la nave central: cinco a la derecha y cinco a la izquierda. Además, hizo cien vasijas de oro.

9 Levantó el atrio de los sacerdotes, el gran claustro y las puertas del claustro. Las puertas las cubrió de bronce. 10 Colocó el mar al fondo, a la derecha, hacia el sureste.

Salomón hizo todos los utensilios del templo de Dios

11 Jirán hizo, además, las ollas, las paletas y las jarras. Así concluyó de confeccionar todos los objetos que el rey Salomón le encargó para el templo de Dios, y que son los siguientes: 12 las dos columnas; las dos cabezas de los capiteles que están sobre la cúspide de las columnas; dos enrejados para cubrir las dos cabezas de los capiteles que están sobre la cúspide de las columnas; 13 las cuatrocientas granadas para los dos enrejados: dos filas de granadas por cada enrejado, para cubrir las dos cabezas de los capiteles que están sobre las columnas. 14 También hizo los atriles, los recipientes sobre los atriles, 15 un mar y los doce toros debajo de él. 16 Y las ollas, las paletas, las tenazas y los utensilios relacionados con ellos. Jirán-Abí hizo todos estos objetos para el rey Salomón, para la casa del Señor, en bronce bruñido.

17 El rey los hizo fundir, en tierra compacta, en el valle del Jordán entre Sucot y Seredá. 18 Salomón hizo todos estos utensilios, en tan gran cantidad que no se pudo determinar el peso del bronce. 19 De esta manera, Salomón hizo todos los utensilios del templo de Dios. El altar era de oro, así como las mesas, y sobre ellas se colocaba el pan de la presentación. 20 Los candelabros y sus lámparas, que deben arder frente a la cámara santa, según está prescrito, eran de oro fino. 21 Los capullos, las lámparas y las tenazas eran de oro sólido. 22 Los despabiladores, las jarras, las cucharas y los braseros eran de oro fino. Y la entrada de la casa y sus puertas, tanto las de la casa interna, es decir, del Santo de los Santos, como las puertas de la casa externa, es decir, de la nave central, eran de oro.

Los sacerdotes trajeron el arca de la Alianza del Señor a su lugar*

= 1 Re 8,1-21

5 1 De esta manera se concluyó todo lo que Salomón hizo en la casa del Señor. Después, Salomón mandó traer los objetos consagrados por su padre David: la plata, el oro y los utensilios, y los depositó en el tesoro de la casa de Dios.

2 Entonces, Salomón congregó a los ancianos de Israel, a todos los jefes de los clanes, y a los príncipes de las familias paternas de los israelitas. A todos ellos los reunió en Jerusalén, para hacer subir el arca de la Alianza del Señor desde la ciudad de David, es decir, Sion. 3 Así, todos los israelitas fueron congregados en torno al rey, para la fiesta que se celebra en el mes séptimo. 4 Todos los ancianos de Israel vinieron, y los levitas transportaron el Arca. 5 Ellos subieron el Arca, la Tienda del Encuentro y todos los objetos sagrados que estaban en la Tienda; los sacerdotes levitas los subieron.

6 El rey Salomón y toda la asamblea de Israel, que se había reunido con él frente al Arca, sacrificaban ovejas y bueyes, los cuales no se podían contar ni calcular, debido a su gran cantidad. 7 Entonces, los sacerdotes trajeron el arca de la Alianza del Señor a su lugar, al lugar santísimo del Templo, al Santo de los Santos, debajo de las alas de los querubines. 8 Porque los querubines extendían sus alas sobre el lugar del Arca; de esta forma cubrían los querubines el Arca y sus varas, por arriba. 9 Las varas se prolongaban y las puntas de las varas eran visibles desde el Santo, frente al lugar santísimo, pero no eran visibles desde afuera. Y quedaron allí hasta el día de hoy. 10 No había en el Arca más objetos que las dos tablas que depositó allí Moisés en el Horeb, cuando el Señor hizo alianza con los hijos de Israel, durante su salida de Egipto.

11 Cuando los sacerdotes salieron del lugar santo, pues todos los sacerdotes presentes se habían purificado, sin distinción de sus turnos correspondientes, 12 todos los levitas que eran músicos: los de Asaf, Emán y Yedutún, sus hijos y parientes, estaban de pie al oriente del altar, vestidos de lino, con címbalos, liras y arpas. Y con ellos había ciento veinte sacerdotes tocando trompetas. 13 Los trompetistas y los músicos tocaban al unísono para hacerse oír a una sola voz, para alabar y dar gracias al Señor. Cuando ellos elevaban la voz al sonido de las trompetas, de los címbalos y de los instrumentos musicales, cuando se comenzó a alabar al Señor “porque es bueno, porque es eterno su amor”, entonces el Templo se llenó con la nube de Dios. 14 Los sacerdotes no pudieron realizar su servicio a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba la casa de Dios.

Que tus ojos estén abiertos y tus oídos atentos a la oración en este lugar*

= 1 Re 8,22-53

6 1 Entonces, Salomón exclamó: “¡El Señor ha dicho: ‘Habitaré en densa nube’! 2 Por eso, yo he edificado una casa magnífica para ti, un lugar donde habites para siempre”.

3 Luego, el rey se volvió y bendijo a toda la asamblea de Israel que estaba de pie. 4 Salomón dijo: “Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que ha cumplido con su mano lo que le había prometido con su boca a mi padre David, cuando dijo: 5 ‘Desde el día en que hice salir a mi pueblo de la tierra de Egipto, no escogí una ciudad entre todas las tribus de Israel para edificar una casa donde permaneciera mi nombre, ni tampoco elegí a ningún hombre para que estuviera al frente de mi pueblo Israel, 6 sino que escogí a Jerusalén para que permaneciera allí mi nombre, y elegí a David para que estuviera al frente de mi pueblo Israel’. 7 Mi padre David tuvo intención de edificar una casa para el nombre del Señor Dios de Israel. 8 Entonces, el Señor dijo a mi padre David: ‘Ya que has tenido la intención de edificar una casa para mi nombre, has hecho bien en pensar así. 9 Sin embargo, tú no edificarás la casa, sino que tu hijo, el salido de tus entrañas, él edificará la casa para mi nombre’. 10 El Señor ha cumplido su promesa, la que había dicho, y he sucedido a mi padre David; me ha sentado en el trono de Israel como lo había prometido el Señor. He edificado la casa para el nombre del Señor, Dios de Israel, 11 y he puesto allí el Arca donde está la alianza del Señor, la que pactó con los israelitas”.

12 Salomón se puso de pie frente al altar del Señor, delante de toda la asamblea de Israel y extendió sus brazos. 13 Salomón había hecho un estrado de bronce y lo había colocado en medio del atrio: tenía dos metros y medio de largo, otros tantos de ancho y un metro y medio de alto. Se subió sobre él, luego se arrodilló delante de toda la asamblea de Israel y extendió sus brazos hacia el cielo. 14 Entonces dijo: “Señor, Dios de Israel, no hay nadie como tú, Dios en los cielos y en la tierra, que mantienes la alianza y el amor con tus servidores, los que caminan en tu presencia de todo corazón. 15 Tú has cumplido a tu servidor, mi padre David, lo que le habías prometido; en este día has cumplido con tu mano lo que prometiste con tu boca. 16 Ahora, Señor Dios de Israel, cumple con tu servidor, mi padre David, aquello que le habías prometido cuando dijiste: ‘Nunca te faltará un heredero, que se siente sobre el trono de Israel, con tal de que tus hijos vigilen su conducta, caminando según mi ley como tú caminaste ante mí’. 17 Ahora Señor, Dios de Israel, que se cumpla tu palabra, la que has dicho a tu servidor David. 18 En verdad, ¿puede Dios habitar con los seres humanos sobre la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener, ¡cuánto menos esta casa que yo he edificado! 19 No obstante, vuélvete hacia la oración de tu servidor y hacia su súplica, Señor mi Dios, para escuchar la alabanza y la oración que tu servidor presenta ante ti, 20 para que estén tus ojos abiertos en dirección a esta casa, día y noche, hacia el lugar del cual dijiste: ‘que mi nombre esté allí’ para escuchar la oración que tu servidor presenta hacia este lugar. 21 Escucha las súplicas de tu servidor y de tu pueblo Israel que dirijan hacia este lugar: tú las escucharás en el lugar de tu habitación en el cielo; escucharás y perdonarás.

22 Si alguno peca contra su prójimo, y obligado a jurar, viene a jurar ante tu altar, en esta casa, 23 escucha tú desde el cielo, actúa y juzga a tus servidores, condenando al malvado, para que sus obras recaigan sobre su cabeza, y declarando inocente al justo, para retribuirle según su justicia.

24 Y cuando tu pueblo Israel sea vencido frente al enemigo, porque ha pecado contra ti; si ellos se convierten y alaban tu nombre, oran y suplican ante ti en esta casa, 25 escucha tú desde el cielo, perdona el pecado de tu pueblo Israel y devuélvelos a la tierra que les diste a ellos y a sus padres.

26 Y cuando los cielos se cierren y no haya lluvia, porque ellos han pecado contra ti, si oran hacia este lugar, alaban tu nombre y se convierten de su pecado, por haberlos tú humillado, 27 escucha tú desde el cielo y perdona el pecado de tus servidores, de tu pueblo Israel, enseñándoles el camino bueno, por el cual deben ir, y envía lluvia sobre tu tierra, la que has dado a tu pueblo como herencia.

28 Cuando haya hambre en la tierra, peste, tizón, plaga en los sembrados, langosta, pulgón, o cuando su enemigo los oprima sitiando sus ciudades; en todo tipo de calamidad o enfermedad, 29 si un ser humano o todo tu pueblo Israel, al tener remordimiento y pena, extiende sus brazos hacia esta casa, con cualquier tipo de oración y súplica, 30 escucha tú desde el cielo, lugar de tu habitación, perdona y retribuye a cada uno según las obras que hay en su corazón porque solo tú conoces el corazón de todo ser humano. 31 De esta manera, ellos sentirán un temor reverencial hacia ti, yendo por tus caminos, todos los días en que vivan sobre la superficie de la tierra que has dado a nuestros padres.

32 Si también un extranjero, que no pertenece a tu pueblo Israel, y viene de una tierra lejana a causa de tu gran nombre, de tu mano fuerte y de tu brazo extendido; si ellos vienen y oran en dirección a esta casa, 33 escucha tú desde el cielo, lugar de tu habitación, actúa según todo aquello que te pida el extranjero, de forma que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre; para reverenciarte, de la misma manera que tu pueblo Israel, y así sepan que tu nombre ha sido pronunciado sobre esta casa que yo he edificado.

34 Cuando tu pueblo salga a la guerra contra sus enemigos, por el camino que tú les envíes; si oran a ti en dirección a esta ciudad que has elegido, y a la casa que he edificado para tu nombre, 35 escucha desde el cielo su oración y su súplica, y actúa con justicia.

36 Cuando pequen contra ti, porque no hay un ser humano que no peque, y te enojes con ellos, los entregues al enemigo, y estos los lleven cautivos a una tierra lejana o cercana, 37 si ellos reflexionan en su corazón en esa tierra a la que fueron llevados cautivos, se convierten y suplican hacia ti en la tierra de su cautiverio, diciendo: ‘hemos pecado, hemos sido perversos y malvados’, 38 si se convierten a ti con todo su corazón y con toda su alma, en la tierra de su cautiverio, a la cual los llevaron, y oran en dirección a su tierra, la que has dado a sus padres, a la ciudad que has elegido y a la casa que yo he edificado para tu nombre, 39 escucha tú desde el cielo, lugar de tu habitación, su oración y sus súplicas, actúa con justicia y perdona a tu pueblo que ha pecado contra ti.

40 Ahora, Dios mío, que tus ojos estén abiertos y tus oídos atentos a la oración ofrecida en este lugar. 41 Señor Dios, levántate, en el lugar de tu descanso, tú y el Arca de tu poder. Que tus sacerdotes, Señor Dios, se revistan de salvación y tus fieles se regocijen en la abundancia. 42 Señor Dios, no apartes tu rostro de tu ungido, recuerda los favores concedidos a David tu servidor”.

La gloria del Señor llenó el Templo*

= 1 Re 8,54-66

7 1 Cuando Salomón terminó de orar, descendió fuego del cielo que consumió el holocausto y los sacrificios. Entonces la gloria del Señor llenó el Templo. 2 Los sacerdotes no podían entrar a la casa del Señor, porque la gloria del Señor llenaba la casa del Señor. 3 Todos los israelitas vieron cuando descendieron el fuego y la gloria sobre la casa. Entonces se postraron rostro en tierra sobre el pavimento, adoraron y dieron gracias al Señor “porque es bueno, porque es eterno su amor”.

4 El rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios delante del Señor. 5 El rey Salomón presentó un sacrificio de veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas y así el rey y todo el pueblo inauguraron la casa de Dios.

6 Los sacerdotes estaban de pie en sus puestos, así como los levitas estaban de pie con los instrumentos musicales del Señor, que hizo el rey David para dar gracias al Señor, “porque es eterno su amor”, y que también él había empleado para alabar. Frente a ellos los sacerdotes tocaban trompetas, mientras todo Israel estaba de pie.

7 Entonces Salomón consagró el centro del atrio que está frente a la casa del Señor, porque ofreció allí los holocaustos y la grasa del sacrificio de comunión. Lo hizo así, porque el altar de bronce que había hecho Salomón, no podía contener el holocausto, la ofrenda y la grasa del sacrificio de comunión.

8 Salomón celebró en aquel tiempo una fiesta durante siete días. Todo Israel llevó a cabo, junto con él, una grandísima asamblea desde la entrada de Jamat hasta el río de Egipto. 9 Convocaron en el día octavo una reunión, porque la dedicación del altar duró siete días y la fiesta siete días.

10 En el vigésimo tercer día del séptimo mes, el rey despachó al pueblo a sus tiendas. Estaban todos felices y con el corazón contento, por todo el bien que el Señor había hecho a David, a Salomón y a su pueblo Israel. 11 Así, Salomón concluyó de edificar la casa del Señor y la casa del rey. Tuvo éxito en todo lo que se propuso construir en el templo del Señor y en su palacio.

El Señor se apareció a Salomón durante la noche

= 1 Re 9,1-9

12 El Señor se apareció a Salomón durante la noche y le dijo: “He escuchado tu plegaria. Me he escogido este lugar como Templo para los sacrificios. 13 Mira, si yo llegase a cerrar los cielos y no llueve, o si ordenase a la langosta que devore la tierra, o si enviase la peste en contra de mi pueblo, 14 si mi pueblo, sobre el cual es invocado mi nombre, se humilla y suplica, busca mi rostro y se convierte de sus caminos malvados, yo escucharé desde el cielo y perdonaré sus pecados y restableceré su tierra. 15 Desde ahora mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la oración ofrecida en este lugar. 16 Porque ahora he elegido y santificado esta casa, para que mi nombre esté allí para siempre, y mis ojos y mi corazón estén allí todos los días.

17 En cuanto a ti, si caminas en mi presencia, como anduvo tu padre David, actuando según todo lo que te he ordenado: guardando mis leyes y normas, 18 entonces haré estable el trono de tu reino, como lo pacté con tu padre David, diciendo: ‘No te faltará un heredero como gobernante de Israel’. 19 Pero si ustedes se apartan, y olvidan mis mandamientos y mis leyes, las que les he puesto delante. Si se van y sirven a otros dioses y los adoran, 20 yo los arrancaré de la tierra que les he dado. Y esta casa que he consagrado para mi nombre la rechazaré de mi presencia: se convertirá en ejemplo y advertencia ante todos los pueblos. 21 Esta casa será una ruina, todo el que pase quedará desolado y preguntará: ‘¿Por qué ha hecho el Señor esto a esta tierra y a esta casa?’ 22 Le responderán: ‘Porque ellos abandonaron al Señor, Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de Egipto, se aferraron a otros dioses diferentes, los adoraron y los sirvieron, y por este motivo hizo venir sobre ellos todo este mal’”.

Salomón reconstruyó además las ciudades*

= 1 Re 9,15-23

8 1 Durante los veinte años en que Salomón edificó la casa del Señor y la casa del rey, 2 reconstruyó además las ciudades que Jirán le había entregado y asentó en ellas a ciudadanos israelitas. 3 Luego, Salomón marchó contra Jamat de Sobá y la conquistó. 4 Reconstruyó Tadmor, en el desierto, y todas las ciudades, junto con los almacenes que había edificado en Jamat. 5 Reconstruyó Betorón de Arriba y Betorón de Abajo, como ciudades fortificadas, con muros, puertas y cerrojos; 6 Balat y todas las ciudades, con los almacenes que Salomón tenía y todas las ciudades de los cuarteles de carros, las ciudades de la caballería y todas las demás construcciones que Salomón había deseado edificar en Jerusalén, en el Líbano y en todo el territorio de su reino.

7 A toda la gente que quedaba, que no eran israelitas, a los hititas, los amorreos, los pereceos, los jeveos y los jebuseos, 8 que eran descendientes de aquellos que habían quedado en el país, que los hijos de Israel no pudieron exterminar, Salomón los incluyó en el reclutamiento para trabajos forzados hasta el día de hoy. 9 Pero Salomón no puso a los israelitas en estos trabajos, porque ellos eran soldados, comandantes de sus oficiales, y oficiales de sus carros y su caballería. 10 Los oficiales de los prefectos que tenía el rey Salomón eran doscientos cincuenta hombres que mandaban al pueblo.

 

Salomón comenzó a ofrecer holocaustos al Señor

= 1 Re 9,24-28

11 Salomón hizo subir a la hija del faraón, desde la ciudad de David, a la casa que le había edificado, porque pensó: “Una esposa mía no puede habitar en la casa de David, rey de Israel, porque los lugares donde estuvo el arca del Señor son santos”.

12 Salomón comenzó a ofrecer holocaustos al Señor sobre el altar que había construido delante del pórtico. 13 De acuerdo con lo mandado por Moisés ofrecía holocaustos diariamente, los sábados, las lunas nuevas y las tres fiestas anuales: la fiesta de los panes ácimos, la fiesta de las semanas y la fiesta de las tiendas. 14 Según las disposiciones de su padre David, asignó a las clases sacerdotales sus respectivos turnos; estableció las funciones de los levitas, como cantores y ayudantes de los sacerdotes, según el ritual diario; y los turnos de los porteros en cada puerta. Porque David, el hombre de Dios, así lo había mandado. 15 No se dejó de cumplir ningún mandamiento del rey con respecto a los sacerdotes y levitas, incluido lo referente a los tesoros.

16 Así se realizó toda la obra de Salomón, desde el día en que se pusieron los cimientos de la casa del Señor hasta que se terminó por completo la casa del Señor.

17 Entonces Salomón fue a Esionguéber y a Elat, junto a la orilla del mar en la tierra de Edom. 18 Jirán le envió, bajo el mando de sus oficiales, barcos y marineros que conocían el mar. Ellos fueron, junto con los servidores de Salomón a la tierra de Ofir, trajeron de allí unos quince mil quinientos kilos de oro y los llevaron al rey Salomón.

La reina de Sabá comprobó la sabiduría de Salomón*

= 1 Re10,1-13

9 1 La reina de Sabá, enterada de la fama de Salomón, vino a Jerusalén a probarlo con enigmas. Traía un séquito imponente, con camellos cargados de perfumes, con gran cantidad de oro y de piedras preciosas. Se presentó ante Salomón, y le expuso todos los interrogantes que tenía.

2 Salomón le respondió todas sus preguntas: no hubo ninguna cuestión oculta para Salomón que no le explicase. 3 Entonces, la reina de Sabá comprobó la sabiduría de Salomón y admiró la casa que había edificado, 4 la comida de su mesa, la asamblea de sus servidores, el porte de sus ministros y sus vestidos, sus coperos y sus vestidos, y el holocausto que ofrecía en la casa del Señor y se quedó sin aliento.

5 Entonces dijo al rey: “¡Era verdad la fama que escuché en mi país con respecto a ti y tu sabiduría, 6 y no había dado crédito a lo que se decía hasta que vine y lo comprobé con mis propios ojos! ¡Y resulta que no me habían contado ni siquiera la mitad de la magnitud de tu sabiduría! ¡Sobrepasas con creces la fama que había oído! 7 ¡Dichosa tu gente, dichosos tus servidores, ellos que están siempre en tu presencia y escuchan tu sabiduría!

8 ¡Bendito sea el Señor tu Dios que ha puesto su complacencia en ti, colocándote sobre su trono, como rey del Señor tu Dios, por el amor eterno de tu Dios hacia Israel, y te ha instituido sobre ellos como rey para actuar con derecho y justicia!”.

9 Ella obsequió al rey unos cuatro mil kilos de oro, perfumes en grandísima cantidad y piedras preciosas, nunca más hubo un perfume como aquel que regaló la reina de Sabá al rey Salomón. 10 También los oficiales de Jirán y los oficiales de Salomón, que traían oro desde Ofir, trajeron madera de sándalo y piedras preciosas. 11 El rey hizo con la madera de sándalo un tablado para la casa del Señor y para la casa del rey, además de arpas y liras para los músicos. Nunca más se ha vuelto a ver algo así en la tierra de Judá.

12 El rey Salomón concedió a la reina de Sabá todo lo que ella deseaba, lo que ella le pidió, que era mucho más de lo que ella había traído al rey. Entonces ella partió y se volvió a su tierra con sus servidores.

Salomón era el más grande de todos los reyes de la tierra en riqueza y sabiduría

= 1 Re 10,14-22

13 El peso del oro que llegaba a Salomón en un año, era de unos veintitrés mil kilos de oro, 14 sin contar los impuestos que pagaban los hombres de negocios y los comerciantes, aparte del que recibía como tributo de todos los reyes de Arabia y los gobernadores del país.

15 El rey Salomón hizo doscientos escudos grandes de oro batido, de unos siete kilos cada uno. 16 Además, trescientos escudos pequeños de oro batido, cada uno de tres kilos y medio, y el rey los colocó en la casa del bosque del Líbano. 17 También hizo el rey un trono grande de marfil y lo recubrió con oro puro. 18 El trono tenía seis peldaños, un pedestal de oro estaba junto al trono. El trono tenía brazos a uno y otro lado del lugar del asiento. Había dos leones de pie junto a los brazos. 19 Doce leones había allí sobre los seis peldaños, a uno y otro lado. Nunca se hizo algo así en ningún otro reino.

20 La vajilla para beber del rey Salomón era toda de oro, y todos los utensilios de la casa del bosque del Líbano, de oro fino. No había nada de plata, porque no era considerada valiosa durante los días de Salomón. 21 El rey tenía una flota de barcos que iban a Tarsis con los servidores de Jirán; cada tres años, la flota de Tarsis transportaba oro, plata, marfiles, monos y pavos reales.

22 El rey Salomón era el más grande de todos los reyes de la tierra en riqueza y sabiduría. 23 Todos los reyes de la tierra buscaban a Salomón para escuchar su sabiduría, esa que el Señor había puesto en su corazón. 24 Todos los años cada uno venía con su tributo: utensilios de plata, utensilios de oro, vestidos, armas, perfumes, caballos y mulos.

25 Salomón llegó a tener cuatro mil caballerizas para los caballos; tenía carros de combate y doce mil jinetes, distribuidos en las ciudades de los cuarteles de los carros y en Jerusalén junto al rey. 26 Extendió su dominio sobre todos los reyes, desde el río Éufrates hasta la tierra de los filisteos y hasta la frontera de Egipto.

27 El rey convirtió la plata en Jerusalén en algo tan común como las piedras, y los cedros los volvió como los sicomoros en las tierras bajas, debido a su abundancia. 28 Además, traían para Salomón caballos de Egipto y de todos los otros países.

29 El resto de los hechos de Salomón, desde el inicio hasta el final, ¿acaso no están escritos en los registros del profeta Natán, en la profecía de Ajías de Siló, y en las visiones del vidente Idó, referentes a Jeroboán, hijo de Nabat? 30 Salomón reinó en Jerusalén, sobre todo Israel, por espacio de cuarenta años. 31 Luego se acostó con sus padres; lo enterraron en la ciudad de su padre David. Su hijo Roboán reinó en su lugar.

IV- CICLO DE LOS REYES DE JUDÁ

Israel se rebeló contra la casa de David hasta el día de hoy*

= 1 Re 12,1-24

10 1 Roboán fue a Siquén, porque todo Israel había ido a Siquén para proclamarlo rey. 2 Cuando lo supo Jeroboán, hijo de Nabat, que estaba en Egipto, adonde había huido del rey Salomón, retornó de Egipto, 3 porque algunos enviaron por él y lo llamaron.

Jeroboán se presentó con todo Israel, y hablaron así con Roboán: 4 “Tu padre hizo pesado nuestro yugo. Aliviana tú, ahora, los pesados trabajos que tu padre nos dejó, y el yugo pesado que nos impuso, y te serviremos”.

5 Roboán les respondió: “Váyanse por tres días y después vuelvan a mí”. Y el pueblo se fue.

6 Entonces, el rey Roboán pidió consejo a los ancianos que habían asistido a su padre Salomón cuando vivía, y les preguntó: “¿Qué me aconsejan ustedes que responda a este pueblo?”. 7 Ellos le respondieron: “Si eres bueno con este pueblo, los complaces y les respondes hablando con buenas palabras, entonces ellos serán servidores tuyos para siempre”.

8 Pero el rey rechazó el consejo que los ancianos le habían dado y pidió consejo a los jóvenes que se habían criado con él y que lo asistían. 9 A ellos les preguntó: “¿Qué aconsejan ustedes para que demos una respuesta a este pueblo, que me ha suplicado diciendo: ‘Aliviana el yugo que tu padre impuso sobre nosotros’?”.

10 Los jóvenes que habían crecido con él le respondieron: “Así debes decir al pueblo, que te ha suplicado diciendo: ‘Tu padre hizo pesado nuestro yugo, pero tú aliviana lo que nos impuso’, así les debes decir: ‘Lo más pequeño que tengo es más grueso que los muslos de mi padre; 11 si mi padre hizo cargar sobre ustedes un yugo pesado, yo añadiré más peso a su yugo; si mi padre los castigó con látigos, yo los castigaré con escorpiones’”.

12 Jeroboán, con todo el pueblo, compareció ante Roboán el día tercero, como el rey lo había pedido cuando dijo: “Vuelvan a mí al tercer día”. 13 Entonces el rey Roboán respondió al pueblo duramente, rechazando el consejo de los ancianos. 14 El rey les respondió según el consejo de los jóvenes, diciendo: “Si mi padre hizo pesado su yugo, yo añadiré más peso a su yugo; si mi padre los castigó con látigos, yo los castigaré con escorpiones”. 15 El rey no escuchó al pueblo, porque así lo había dispuesto Dios, para que el Señor cumpliera su palabra, la que había pronunciado por medio de Ajías de Siló, a favor de Jeroboán, hijo de Nabat.

16 Todo Israel se dio cuenta de que el rey no los escuchaba; entonces el pueblo respondió al rey: “¿Qué parte tenemos nosotros con David? ¡No tenemos herencia con el hijo de Jesé! ¡A tus tiendas, Israel! ¡Y ahora preocúpate por tu propia casa, David! Y así todo Israel se fue a sus tiendas. 17 Pero Roboán siguió reinando sobre los hijos de Israel que habitaban en las ciudades de Judá.

18 Luego, el rey Roboán les envió a Adonirán, quien estaba a cargo del reclutamiento para los trabajos forzados, pero los israelitas lo apedrearon y murió. El rey, a duras penas, pudo subir al carro para huir a Jerusalén. 19 De esta manera, Israel se rebeló contra la casa de David hasta el día de hoy.

No vayan y no hagan la guerra contra sus hermanos*

= 1 Re 14,21-24

11 1 Cuando Roboán llegó a Jerusalén, convocó a la casa de Judá y a Benjamín, ciento ochenta mil hombres expertos en la batalla, para hacer la guerra contra Israel, y para restituir el reino a Roboán.

2 Entonces la palabra del Señor vino a Semeyas, el hombre de Dios, en estos términos: 3 “Dile a Roboán, hijo de Salomón, rey de Judá, y a todo Israel, que se encuentra en Judá, y a Benjamín: 4 ‘Así dice el Señor, no vayan y no hagan la guerra contra sus hermanos, sino que cada uno retorne a su casa, porque esto ha sucedido por disposición mía’”. Ellos escucharon las palabras del Señor y desistieron de marchar contra Jeroboán.

5 Entonces Roboán retornó a Jerusalén y reconstruyó las ciudades fortificadas en Judá. 6 Reconstruyó Belén, Etán y Tecoa; 7 Betsur, Soco, Adulán, 8 Gat, Maresá, Ziv, 9 Adoraín, Laquis, Azeca, 10 Sorá, Ayalón y Hebrón. Son ciudades fortificadas que están en Judá y en Benjamín. 11 Reforzó también las fortificaciones, colocó en ellas jefes y las dotó de almacenes de alimentos, aceite y vino. 12 Almacenó en cada una de las ciudades, escudos y lanzas para asegurarlas aún más. Así puso a Judá y a Benjamín bajo su control.

13 Además, los sacerdotes y los levitas, que estaban dispersos en todo Israel, se pasaron a él desde todos sus confines. 14 En efecto, los levitas abandonaron sus tierras comunales y sus posesiones, y se fueron a Judá y a Jerusalén, porque Jeroboán y sus hijos los rechazaron como sacerdotes del Señor, 15 ya que el rey había establecido, por su cuenta, sacerdotes para los santuarios locales, y para los ídolos de los carneros y becerros que se había hecho. 16 Gente de todas las tribus de Israel, que buscaba de todo corazón al Señor, fue detrás de los levitas a Jerusalén para sacrificar en honor al Señor, Dios de sus padres. 17 Ellos fortalecieron el reino de Judá y durante tres años apoyaron a Roboán, hijo de Salomón, ya que caminaron por el camino de David y de Salomón durante tres años.

18 Roboán tomó como esposa a Majalat, hija de Yerimot, hijo de David y de Abigaíl, hija de Eliab, hijo de Jesé. 19 Ella le dio a luz los siguientes hijos: Yeús, Semarías y Zaán. 20 Después de ella desposó a Maacá, hija de Absalón, y ella le dio a luz a Abías, Atay, Zizá y Selomit. 21 Roboán amó a Maacá, hija de Absalón, más que a todas sus esposas y concubinas, pues tuvo dieciocho mujeres y sesenta concubinas, y engendró veintiocho hijos y sesenta hijas. 22 Constituyó a Abías, hijo de Maacá, como heredero y príncipe entre sus hermanos para que fuera el rey. 23 Roboán mostró sensatez al distribuir a todos sus hijos por todos los territorios de Judá y Benjamín, por todas las ciudades fortificadas, entregándoles abundantes provisiones y proporcionándoles muchas esposas.

Sesac, rey de Egipto, marchó contra Jerusalén*

= 1 Re 14,25-28

  1. 1 Cuando Roboán consolidó su reinado y fortaleció su poder, abandonó la ley del Señor, y todo Israel hizo lo mismo. 2 Por ser infieles al Señor, en el año quinto del reinado de Roboán, Sesac, rey de Egipto, subió contra Jerusalén 3 con mil doscientos carros, sesenta mil jinetes y un ejército innumerable que venía con él de Egipto: libios, suqueos y etíopes. 4 Conquistaron las ciudades fortificadas que había en Judá y llegaron hasta Jerusalén.

5 Entonces el profeta Semeyas se presentó ante Roboán y los jefes de Judá que se habían reunido en Jerusalén con motivo del ataque de Sesac, y les dijo: “Así dice el Señor: ‘Ustedes me han abandonado, entonces yo también los abandonaré a ustedes en manos de Sesac’”. 6 Pero los jefes de Israel y el rey se humillaron y dijeron: “¡El Señor es justo!”. 7 Cuando el Señor vio que se habían humillado, la palabra del Señor vino a Semeyas en estos términos: “Porque se han humillado, no los destruiré, sino que pronto les daré alivio y no derramaré mi ira sobre Jerusalén por mano de Sesac, 8 pero estarán sometidos a él y así conocerán la diferencia entre servirme a mí y servir a los reinos de las naciones”.

9 Sesac, rey de Egipto, marchó contra Jerusalén y tomó los tesoros de la casa del Señor, los tesoros de la casa del rey y todo lo que pudo, incluidos los escudos de oro que Salomón había hecho. 10 En lugar de ellos, el rey Roboán hizo escudos de bronce y los confió al cuidado de los jefes de la escolta, los que custodian la puerta de la casa del rey. 11 Cada vez que el rey iba a la casa del Señor, los escoltas iban y los llevaban, y después los volvían a traer a la sala de la guardia.

Siempre hubo guerra entre Roboán y Jeroboán

= 1 Reyes 14, 29-31

12 Desde que Roboán se humilló, la ira del Señor se apartó de él y no lo destruyó completamente; las cosas mejoraron en Judá. 13 Así, el rey Roboán consolidó su poder en Jerusalén y pudo reinar. Roboán tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que el Señor había elegido de entre todas las tribus de Israel para colocar allí su nombre. El nombre de su madre era Naamá, la amonita. 14 Hizo lo malo porque su corazón no fue constante en buscar al Señor. 15 Los hechos de Roboán, desde el inicio hasta el final, ¿acaso no están escritos en los registros del profeta Semeyas, y en los del vidente Idó? Siempre hubo guerra entre Roboán y Jeroboán. 16 Roboán se acostó con sus padres y lo sepultaron en la ciudad de David. Su hijo Abías reinó en su lugar.

Comenzó a reinar Abías sobre Judá*

= 1 Re 15, 1-6

13 1 En el año dieciocho del reinado de Jeroboán, comenzó a reinar Abías sobre Judá. 2 Reinó tres años en Jerusalén, y el nombre de su madre era Micaía, hija de Uriel de Guibeá. Y hubo guerra entre Abías y Jeroboán.

3 Abías trabó batalla con un ejército de cuatrocientos mil guerreros selectos y Jeroboán se le enfrentó en batalla con ochocientos mil guerreros selectos y valientes. 4 Abías subió a la cumbre del monte Semarain, que está en las montañas de Efraín, y grito: “¡Jeroboán y todo Israel, escúchenme! 5 ¿Acaso ustedes no saben que el Señor, Dios de Israel, dio el reinado sobre Israel a David para siempre, para él y sus descendientes con una alianza irrevocable? 6 Pero Jeroboán, hijo de Nabat, que había sido servidor de Salomón, hijo de David, se levantó y se rebeló contra su señor. 7 Unos hombres inútiles y perversos se le sumaron y se enfrentaron con Roboán, hijo de Salomón, porque Roboán era joven y débil, y no lo suficientemente fuerte para enfrentarlos. 8 Ahora ustedes también están pensando enfrentar el reinado del Señor, que está en manos de los descendientes de David. Ustedes son muchos y tienen los becerros de oro que Jeroboán les hizo por dioses. 9 ¿Acaso no han expulsado a los sacerdotes del Señor, a los descendientes de Aarón y a los levitas para instituir sacerdotes a la manera de los pueblos de las naciones? Porque cualquiera que viene con un novillo, hijo de una vaca, y siete carneros para ser consagrado, puede ser sacerdote de los que no son dioses. 10 Pero, en cuanto a nosotros, el Señor es nuestro Dios y no lo hemos abandonado; los sacerdotes que sirven al Señor son descendientes de Aarón y los levitas los asisten. 11 Ellos ofrecen al Señor holocaustos e incienso aromático cada mañana y cada tarde; ellos disponen el pan sobre la mesa pura y encienden el candelabro de oro y sus lámparas cada tarde. Porque nosotros observamos las disposiciones del Señor nuestro Dios; en cambio, ustedes lo han abandonado. 12 Miren, con nosotros está Dios al frente y sus sacerdotes con las trompetas para hacer sonar contra ustedes el sonido de guerra. ¡Israelitas, no luchen contra el Señor, Dios de sus padres, porque no pueden vencer!”.

13 Mientras tanto, Jeroboán había enviado una emboscada que vendría por detrás de ellos, de forma que Jeroboán se encontraba delante de Judá, pero la emboscada estaba por detrás. 14 Cuando Judá se dio cuenta, para su sorpresa, había batalla contra ellos por delante y por detrás. Entonces clamaron al Señor, y los sacerdotes hicieron sonar las trompetas. 15 Los hombres de Judá lanzaron el grito de guerra y sucedió que mientras ellos gritaban, Dios hirió a Jeroboán y a todo Israel delante de Abías y de Judá. 16 Los israelitas huyeron delante de Judá, pero Dios los entregó en sus manos. 17 Abías y su ejército les causaron grandes bajas. Los caídos en Israel fueron quinientos mil hombres selectos. 18 Así los israelitas fueron humillados en aquella ocasión y los hijos de Judá prevalecieron, porque se apoyaron en el Señor, Dios de sus padres.

19 Abías persiguió a Jeroboán y se apoderó de las siguientes ciudades: Betel, Gesana y Efrón, con sus respectivos pueblos. 20 Jeroboán no recobró fuerza, nunca más, durante los días de Abías. Entonces, el Señor lo hirió y murió.

 

El resto de los hechos de Abías están escritos en el comentario del profeta Idó

= 1 Reyes 15,7-8

21 Abías, por el contrario, consolidó su poder. Tomó para sí catorce esposas y engendró veintidós hijos y dieciséis hijas. 22 El resto de los hechos de Abías, sus acciones y sus palabras, están escritos en el comentario del profeta Idó. 23 Cuando Abías se acostó con sus padres, lo sepultaron en la ciudad de David. Su hijo Asá reinó en su lugar y durante su vida el país estuvo tranquilo por diez años.

Asá hizo lo bueno y lo recto a los ojos del Señor, su Dios*

= 1 Reyes 15,9-10

14 1 Asá hizo lo bueno y lo recto a los ojos del Señor, su Dios. 2 Suprimió los altares extranjeros y los santuarios locales, destruyó los monolitos sagrados y derribó las imágenes de Aserá. 3 Ordenó a Judá buscar al Señor, Dios de sus padres, y cumplir la ley y los mandamientos. 4 Mandó suprimir de todas las ciudades de Judá los santuarios locales y los altares para quemar incienso. Durante su reinado se acabaron las guerras.

5 Asá edificó ciudades fortificadas en Judá. El país estuvo tranquilo y no había guerra contra él durante esos años, porque el Señor le había dado tranquilidad. 6 Entonces Asá dijo a Judá: “Reconstruyamos esas ciudades y fortifiquémoslas con muros y torres, con puertas y cerrojos. Todavía el país nos pertenece, porque hemos buscado al Señor nuestro Dios. Lo hemos buscado y él nos ha dado tranquilidad entorno”. Así construyeron ciudades y prosperaron. 7 Además, Asá tuvo un ejército de soldados, armados con grandes escudos y lanzas: de Judá eran trescientos mil, y de Benjamín, armados con escudos pequeños y que manejaban el arco, doscientos ochenta mil. Todos ellos eran guerreros valientes.

Los etíopes fueron aniquilados delante del Señor

 

8 Zéraj, el etíope, marchó contra ellos con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros, y llegó hasta Maresá. 9 También Asá marchó contra él, y se dispusieron para la batalla en el valle de Sefetá, junto a Maresá. 10 Asá invocó al Señor su Dios: “¡Señor, solo tú puedes ayudar al débil frente al fuerte! Ayúdanos, Señor Dios nuestro, porque en ti nos hemos apoyado y en tu nombre hemos venido en contra de esta multitud. Señor, tú eres nuestro Dios, que el hombre no prevalezca contra ti”.

11 Así, el Señor derrotó a los etíopes delante de Asá, y los etíopes huyeron delante de Judá. 12 Asá y su ejército los persiguieron hasta Guerar, y cayeron tantos etíopes, sin que hubiese sobrevivientes. Los etíopes fueron aniquilados delante del Señor y delante de su campamento. Los de Judá tomaron un enorme botín. 13 Y destruyeron todas las ciudades que rodeaban Guerar, porque el terror del Señor las invadió. Saquearon todas las ciudades, porque en ellas se encontraba un gran botín. 14 También saquearon los campamentos de los beduinos y capturaron gran cantidad de rebaños y camellos. Luego se volvieron a Jerusalén.

Asá mandó quitar los ídolos de todo el territorio*

15 1 Por entonces, el espíritu de Dios vino sobre Azarías, hijo de Obed. 2 Este se presentó delante de Asá y le dijo: “¡Asá, todo Judá y Benjamín, escúchenme! El Señor está con ustedes cuando ustedes están con él. Si ustedes lo buscan, él se dejará encontrar, pero si lo abandonan, él los abandonará. 3 Porque por mucho tiempo Israel estuvo sin el Dios verdadero, sin sacerdote que lo instruyese y sin una ley. 4 Pero en su aflicción se volvieron al Señor, Dios de Israel, lo buscaron y él se dejó encontrar por ellos. 5 En aquellos tiempos no era seguro andar de viaje, porque había gran inseguridad entre todos los habitantes de las naciones. 6 Las naciones y las ciudades se atacaban unas a otras, porque Dios las incitaba con todo tipo de animosidades. 7 Pero ustedes sean fuertes y no pierdan el ánimo, porque habrá un premio para todos sus esfuerzos”.

8 Cuando Asá escuchó estas palabras y esta profecía, recobró fuerzas y mandó quitar los ídolos de todo el territorio de Judá, de Benjamín y de las ciudades que había conquistado en la montaña de Efraín. También restauró el altar del Señor que estaba delante del pórtico del Señor. 9 Congregó a todo Judá y Benjamín y a las gentes de Efraín, Manasés y Simeón, que residían con ellos, porque muchos israelitas se habían puesto de su parte cuando vieron que el Señor su Dios estaba con él. 10 Se congregaron en Jerusalén en el mes tercero del año decimoquinto del reinado de Asá, 11 y en aquel día ofrecieron al Señor sacrificios del botín que habían traído. Ofrecieron setecientos bueyes y siete mil ovejas. 12 Todos sellaron un pacto prometiendo buscar al Señor, el Dios de sus padres, con todo el corazón y con toda el alma. 13 Todo aquel que no buscase al Señor, el Dios de Israel, debía morir, ya fuese pequeño o grande, hombre o mujer. 14 Y juraron al Señor con voz fuerte, con gritos de júbilo, al son de trompetas y cuernos. 15 Todo Judá se alegró con este juramento, porque habían jurado con todo el corazón, y con toda su voluntad habían buscado al Señor, y él se había dejado encontrar por ellos. Así el Señor les concedió tranquilidad en sus fronteras.

Asá derribó la imagen de Aserá, la destrozó y la quemó

= 1 Re 15,13-15

16 Además, el rey Asá destituyó de su cargo de reina madre a su abuela Maacá, porque ella había hecho una imagen idolátrica de Aserá. Asá derribó esa imagen, la destrozó y la quemó en el torrente Cedrón. 17 Sin embargo, los santuarios locales de Israel no desaparecieron, aunque el corazón de Asá permaneció íntegro toda su vida. 18 Por otra parte, Asá hizo traer los objetos sagrados de su padre y los objetos sagrados de la casa de Dios: la plata, el oro y la vajilla. 19 No hubo ninguna guerra hasta el año trigésimo quinto del reinado de Asá.

Tú, Asá, has actuado de forma necia*

= 1 Re 15,16-22

16 1 En el año treinta y seis del reinado de Asá, Basá, rey de Israel, marchó contra Judá y comenzó a fortificar Ramá, para impedir cualquier comunicación con Asá, rey de Judá. 2 Asá sacó la plata y el oro de los tesoros de la casa del Señor y de la casa del rey, y los envió a Benadad, rey de Aram, que habitaba en Damasco, y le dijo: 3 “Que haya una alianza entre tú y yo, como entre mi padre y tu padre. Mira, te he enviado plata y oro. Anda, rompe tu alianza con Basá, rey de Israel, para que se aleje de mí”. 4 Benadad hizo caso al rey Asá, y envió a los jefes de las tropas que tenía contra las ciudades de Israel. Ellos destruyeron Iyón, Dan, Abel Maín y todos los almacenes de las ciudades de Neftalí. 5 Cuando Basá lo supo, dejó de fortificar Ramá y suspendió el trabajo en ella. 6 Entonces el rey Asá reclutó a todo Judá, y transportaron las piedras de Ramá y sus maderas, las que Basá había empleado para fortificarla, y reconstruyó con ellas Guibeá y Mispá.

7 En aquel tiempo, el profeta Jananí se presentó ante Asá, rey de Judá, y le dijo: “Porque te has apoyado en el rey de Aram y no te has apoyado en el Señor, tu Dios, por este motivo el ejército del rey de Aram se ha escapado de tus manos. 8 ¿Acaso los etíopes y los libios no eran un inmenso ejército, con gran cantidad de carros y jinetes? Sin embargo, el Señor los entregó en tus manos, porque te apoyaste en él. 9 En efecto, los ojos del Señor vigilan por toda la tierra para fortalecer a quienes tienen un corazón íntegro para con él. Pero en este caso tú has actuado de forma necia; por eso de ahora en adelante tendrás guerras en tu reinado”. 10 Asá se enojó con el vidente y lo metió en la cárcel, porque estaba indignado con él por esto. Por aquel tiempo también oprimió a algunos del pueblo.

Asá murió y se acostó con sus padres

= 1 Re 15,23-24

11 Los hechos de Asá, desde el inicio hasta el final, están escritos en el libro de los reyes de Judá e Israel. 12 En el año treinta y nueve de su reinado, Asá enfermó de sus pies, hasta el punto de agravarse su enfermedad. Pero aun en su enfermedad no recurrió al Señor, sino a los médicos. 13 Cuando Asá murió y se acostó con sus padres, en el año cuarenta y uno de su reinado, 14 lo sepultaron en su propia tumba, que se había hecho excavar en la ciudad de David. Lo recostaron en una litera llena de perfumes y ungüentos cuidadosamente preparados, y encendieron una gran hoguera en su honor.

El Señor estuvo con Josafat y consolidó el reinado en sus manos*

= 1 Re 22,41-45

17 1 Su hijo Josafat reinó en su lugar, y se fortaleció contra Israel. 2 Estacionó tropas en todas las ciudades fortificadas de Judá, y estableció cuarteles en la tierra de Judá y en las ciudades de Efraín, que su padre Asá había conquistado. 3 El Señor estuvo con Josafat, porque siguió los caminos de su padre David en sus inicios y no buscó los dioses extranjeros, 4 sino al Dios de su padre y caminó según sus mandamientos y no según las prácticas de Israel. 5 El Señor consolidó el reinado en sus manos; todo Judá rindió tributo a Josafat, y tuvo gran cantidad de riquezas y gloria. 6 Su corazón se alegró en los caminos del Señor. E incluso llegó más allá, al suprimir de Judá los santuarios locales y las imágenes de Aserá.

7 En el año tercero de su reinado, envió a sus oficiales Benjaíl, Abdías, Zacarías, Nataniel y Miqueas para que instruyeran a las ciudades de Judá. 8 Junto a ellos fueron los levitas Semeyas, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías, todos levitas, y además los sacerdotes Elisamá y Jorán. 9 Ellos instruían a Judá; llevaban consigo el libro de la Ley del Señor, recorrían todas las ciudades de Judá e instruían al pueblo.

10 El terror de Dios invadió todos los reinos de los países vecinos a Judá y no hicieron la guerra contra Josafat. 11 Los filisteos trajeron a Josafat regalos y plata como tributo. También los árabes le dieron siete mil setecientos carneros y otros tantos chivos. 12 Así, Josafat prosperó y creció cada vez más. Construyó en Judá fortalezas y ciudades con almacenes, 13 desarrolló grandes obras en las ciudades de Judá y tenía soldados, guerreros valientes, en Jerusalén.

14 Este es el registro de los soldados según sus casas paternas: de Judá, oficiales a cargo de mil soldados; el comandante Adná tenía a su mando trescientos mil guerreros valerosos; 15 el comandante Juan, doscientos ochenta mil; 16 también Amasías, hijo de Zicrí, quien se había consagrado voluntariamente al Señor, tenía a su mando doscientos mil guerreros valerosos; 17 de Benjamín, Elyadá, guerrero valiente, tenía a su mando doscientos mil soldados armados con arco y escudo; 18 y Yozabad, ciento ochenta mil soldados armados. 19 Estos eran los servidores del rey, además de los que el rey había instalado en las ciudades fortificadas a lo largo de todo Judá.

Consulta, por favor, la palabra del Señor*

= 1 Re 22,1-28 // 18,16: Mt 9,36; Mc 6,34

18 1 Josafat acumuló gran cantidad de riquezas y gloria. Además, emparentó, por medio de matrimonio, con Ajab, rey de Israel.

2 Al cabo de algunos años, vino a Samaria donde residía Ajab. Este hizo matar gran cantidad de ovejas y bueyes en honor de Josafat y de la gente que lo acompañaba, y lo indujo a marchar contra Ramot de Galaad. 3 Por este motivo, Ajab, rey de Israel, preguntó a Josafat, rey de Judá: “¿Vendrías conmigo a la guerra contra Ramot de Galaad?”. A lo cual respondió Josafat: “¡En cuanto a la guerra, yo pienso igual que tú, y mi pueblo es como tu pueblo!”.

4 Luego Josafat dijo al rey de Israel: “Consulta, por favor, en el día de hoy, la palabra del Señor”. 5 Entonces, el rey de Israel reunió a los profetas, cuatrocientos hombres, y les consultó: “¿Debemos ir a la guerra contra Ramot de Galaad o debo desistir?” Ellos respondían: “¡Marcha, y Dios la entregará en las manos del rey!”. 6 Pero Josafat preguntó: “¿No hay aquí, todavía, algún otro profeta del Señor para que lo consultemos?”. 7 El rey de Israel replicó a Josafat: “Todavía hay un hombre para consultar al Señor, pero yo lo odio porque nunca me profetiza nada bueno, sino que todo el tiempo solo males: es Miqueas hijo de Yimlá”. A esto Josafat respondió: “El rey no debería hablar de esta manera”. 8 Entonces el rey de Israel llamó a un eunuco y le dijo: “Rápido, haz venir a Miqueas, hijo de Yimlá”.

9 El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, estaban sentados, cada uno en su trono, vestidos con mantos, en el lugar donde se trilla a la entrada de las puertas de Samaria, y todos los profetas profetizaban en presencia de ellos. 10 Entre ellos, Sedecías, hijo de Cananá, se había hecho unos cuernos de hierro y gritaba: “¡Así dice el Señor, con estos embestirás a los arameos hasta acabarlos!”. 11 Y todos los profetas profetizaban lo mismo, diciendo: “¡Avanza contra Ramot de Galaad y tendrás éxito, porque el Señor la entregará en manos del rey!”.

12 Mientras tanto, el mensajero que había ido a buscar a Miqueas le dijo: “Mira, las palabras de los profetas son unánimes a favor del rey; por lo tanto que tus palabras sean iguales a las de ellos y profeticen el éxito”. 13 A lo que Miqueas respondió: “¡Vive el Señor, que solo profetizaré lo que mi Dios diga!”. 14 Cuando el profeta llegó a la presencia del rey, este le preguntó: “Miqueas, ¿debemos ir a la guerra contra Ramot de Galaad o mejor debo desistir?”. Miqueas le respondió: “¡Marchen y tendrán éxito, porque ellos serán entregados en manos de ustedes!”. 15 A esto respondió el rey: “¿Cuántas veces te tengo que hacer jurar que no me profetizarás sino solo la verdad en nombre del Señor?”. 16 Entonces Miqueas dijo: “He visto a todo Israel disperso sobre los montes, como ovejas que no tienen pastor, porque el Señor ha dicho: ‘como no tienen guía, que se vuelva cada uno a su casa en paz’”. 17 Y dijo el rey de Israel a Josafat: “¿Acaso no te había dicho que no me profetiza bienes sino males?”.

18 Luego dijo el profeta: “Por lo tanto, escuchen la palabra del Señor, porque he visto al Señor sentado en su trono, y todo el ejército del cielo estaba de pie a su derecha y a su izquierda. 19 Y el Señor preguntó: ‘¿Quién engañará a Ajab, rey de Israel, para que marche, y caiga en Ramot de Galaad?’ Y unos decían una cosa, y otros, otra; 20 en eso, salió un espíritu, se paró delante del Señor y dijo: ‘Yo lo engañaré’. Y el Señor le preguntó: ‘¿Cómo lo harás?’. 21 El espíritu respondió: ‘Saldré y me convertiré en espíritu mentiroso en la boca de todos sus profetas’. Y dijo Dios: ‘Tú lo engañarás y tendrás éxito, anda y hazlo así’. 22 Ahora sabes que el Señor ha puesto un espíritu mentiroso en la boca de estos profetas tuyos, porque el Señor ha determinado el mal sobre ti”.

23 En eso, se aproximó Sedecías, hijo de Cananá, y golpeó a Miqueas en la mejilla, diciendo: “¿Cómo es posible que el espíritu del Señor me abandonara a mí para hablar contigo?”. 24 Miqueas le respondió: “Lo sabrás en el día en que vayas de habitación en habitación buscando dónde esconderte”. 25 Entonces el rey de Israel ordenó: “¡Arresten a Miqueas y llévenlo con Amón, gobernador de la ciudad, y con Joás, el hijo del rey!” 26 Y luego añadió: “Así dice el rey: ‘Encierren a este en la prisión, y pónganlo a pan y agua hasta que yo retorne victorioso’”. 27 A lo cual replicó Miqueas: “¡Si de verdad vuelves victorioso, quiere decir que el Señor no ha hablado por medio de mí!”. También añadió: “¡Y que lo sepa todo el pueblo!”.

A la puesta del sol falleció el rey

= 1 Re 22,29-36

28 Entonces marchó el rey de Israel junto a Josafat, rey de Judá, a Ramot de Galaad. 29 El rey de Israel había propuesto a Josafat: “Yo me cambiaré para entrar en la batalla, pero tú sigue con tu atuendo real”. Así se dispuso el rey de Israel a entrar en la batalla. 30 Pero el rey de Aram había ordenado a los comandantes de sus carros, diciendo: “No luchen contra ninguno, ni pequeño ni grande, sino solo contra el rey de Israel”. 31 Por eso, cuando los comandantes de los carros vieron a Josafat, se dijeron: “Ese es el rey de Israel”. Y se abalanzaron para luchar contra él, y Josafat, por su parte, se puso a gritar. El Señor lo ayudó, Dios los apartó de él, 32 pues, en ese momento, los comandantes de los carros se dieron cuenta de que no era el rey de Israel y se retiraron de él. 33 Mientras tanto, un soldado disparó su arco al azar e hirió al rey de Israel entre las junturas de la armadura. Entonces el rey dijo al conductor del carro: “¡Date la vuelta y sácame del campo de batalla porque estoy herido!”. 34 Pero la batalla se encarnizó en aquel día, por lo que el rey de Israel fue sostenido en pie en su carro, enfrentando a Aram, hasta la tarde, pero a la puesta del sol, falleció el rey.

Josafat designó jueces a lo largo del país*

 

19 1 Josafat, rey de Judá, retornó sano y salvo a su casa en Jerusalén. 2 Entonces, el vidente Jehú, hijo de Jananí, vino a su encuentro y dijo al rey Josafat: “¿Acaso está bien ayudar a los malvados y amar a los que odian al Señor? Por este motivo, el castigo de parte del Señor ha venido sobre ti. 3 A pesar de todo, algunas cosas buenas se han encontrado en ti: has retirado las imágenes de Aserá del país y te has esforzado por buscar a Dios”.

4 Josafat habitaba en Jerusalén, pero salió otra vez a visitar al pueblo desde Berseba hasta las montañas de Efraín y lo hizo volver al Señor, Dios de sus padres. 5 Entonces, designó jueces a lo largo del país, en todas las ciudades fortificadas de Judá. 6 Y ordenó a los jueces: “Tengan mucho cuidado en lo que están haciendo, porque ustedes no administran justicia de los hombres, sino del Señor, que está con ustedes cuando dan sentencia. 7 Ahora, que el temor del Señor esté en ustedes. Tengan cuidado en lo que hacen, porque el Señor, nuestro Dios, no tolera injusticia ni acepción de personas ni soborno”.

8 Josafat instituyó también, en Jerusalén, jueces de entre los levitas, sacerdotes y jefes de las casas paternas de Israel, para administrar la ley del Señor y resolver los pleitos. Ellos residían en Jerusalén. 9 Y les ordenó: “Así actuarán ustedes: con temor del Señor, con honestidad y con corazón íntegro. 10 Resolverán todos los pleitos que traigan ante ustedes, de parte de sus hermanos que habitan en sus ciudades, ya sea los concernientes a causas criminales o los referentes a la ley, los mandamientos, los preceptos o las normas. Deben advertir a todos de que no ofendan al Señor; de lo contrario vendrá la ira del Señor sobre ustedes y sus hermanos. Hagan eso, y no incurrirán en falta alguna. 11 Y sepan que el sumo sacerdote Amarías los supervisará en todas las materias referentes al Señor, y Zabadías, hijo de Ismael, príncipe de la casa de Judá, en todas las materias concernientes al rey; por su parte, los levitas serán sus escribas. Cobren ánimo y dispónganse a trabajar. Que el Señor esté siempre de parte de los buenos”.

¡Mañana salgan a enfrentarlos, y el Señor estará con ustedes!*

20 1 Después de esto, los moabitas y los amonitas, junto con algunos de los meunitas, marcharon contra Josafat para hacerle la guerra. 2 Entonces vinieron e informaron a Josafat: “Una gran multitud procedente de Edom marcha hacia ti desde el otro lado del mar Muerto y ya están en Jasasón Tamar”, es decir, en Engadí. 3 Josafat tuvo miedo, se decidió a recurrir al Señor, y proclamó un ayuno de todo Judá. 4 Judá se congregó para implorar ayuda de parte del Señor y vinieron de todas las ciudades de Judá para suplicar al Señor.

5 Josafat, de pie en la asamblea de Judá y Jerusalén, en la casa del Señor, delante del atrio nuevo, 6 suplicó: “Señor, Dios de nuestros padres, ¿acaso no eres tú el único Dios en el cielo? ¿Y no eres, acaso, el único gobernante entre todos los reinos de las naciones? En tu mano están la fuerza y el poder, y nadie te puede resistir. 7 ¿Acaso no eres tú, nuestro Dios, el que expulsaste a los habitantes de esta tierra delante de tu pueblo Israel y se la entregaste para siempre a los descendientes de Abrahán, aquel que te amaba? 8 Y ellos habitaron en esta tierra y te edificaron en ella un santuario en honor de tu nombre, diciendo: 9 ‘Si acaso nos sobreviene una desgracia, la espada, el castigo, la peste o el hambre, nosotros nos presentaremos delante de esta casa en tu presencia, porque tu nombre está en esta casa, te invocaremos en nuestra aflicción, y tú nos escucharás y nos salvarás’. 10 Ahora, mira a los amonitas y moabitas, y a los de la montaña de Seír; tú no permitiste a Israel marchar contra ellos, cuando salía de Egipto; por eso Israel se apartó de ellos y no los exterminó. 11 Ahora, mira cómo nos pagan viniendo a expulsarnos de tu heredad, la que tú mismo nos entregaste. 12 Dios nuestro, ¿acaso no vas a mostrar tu justicia contra ellos? Porque nosotros no tenemos la fuerza para enfrentar esta gran multitud que marcha contra nosotros y no sabemos qué hacer, pero nuestros ojos están vueltos hacia ti”.

13 Todo Judá estaba de pie delante del Señor, incluso sus mujeres e hijos, grandes y pequeños. 14 Entonces, el espíritu del Señor vino, en medio de la asamblea, sobre el levita Jazaziel, hijo de Zacarías, hijo de Benayas, hijo de Yeiel, hijo de Matanías, de los descendientes de Asaf, 15 y exclamó: “¡Presten atención, todo Judá, habitantes de Jerusalén y rey Josafat! Así dice el Señor a ustedes: ‘No teman y no se desanimen delante de esta gran multitud, porque la guerra no es de ustedes sino de Dios. 16 Mañana bajen contra ellos; miren, ellos vendrán subiendo la cuesta de Sis y se encontrarán con ustedes al final del barranco, frente al desierto de Yeruel, 17 pero ustedes no lucharán esta batalla, tomen sus posiciones y verán la victoria del Señor. ¡Él está con ustedes, Judá y Jerusalén! ¡No teman, y no se desanimen, mañana salgan a enfrentarlos, y el Señor estará con ustedes!’”.

18 Josafat se postró rostro en tierra, y todo Judá y los habitantes de Jerusalén se postraron delante del Señor para adorarlo. 19 Luego los levitas, descendientes de Queat y Coré, se levantaron para alabar en voz alta al Señor, Dios de Israel.

20 Madrugaron y marcharon hacia el desierto de Técoa. Cuando iban saliendo, se detuvo Josafat y exclamó: “¡Escúchenme, Judá y habitantes de Jerusalén! ¡Tengan confianza en el Señor su Dios y estarán seguros! ¡Tengan confianza en sus profetas y triunfarán!”.

21 Después de consultar al pueblo, Josafat designó músicos para cantar al Señor y alabar el esplendor de su santidad. Ellos iban delante del ejército cantando: “¡Den gracias al Señor, porque es eterno su amor!”. 22 En el momento en que comenzaban los cánticos de júbilo y la alabanza, el Señor provocó discordias entre los amonitas, los moabitas y los de las montañas de Seír, que marchaban contra Judá, y así fueron aniquilados. 23 Los amonitas y moabitas atacaron a los habitantes de las montañas de Seír para destruirlos y aniquilarlos, cuando terminaron con los habitantes de las montañas de Seír se destruyeron mutuamente.

24 Mientras tanto, los de Judá subieron a una cima que miraba hacia el desierto, se volvieron hacia la multitud, y no vieron más que cadáveres tendidos por tierra, porque ninguno había podido escapar. 25 Josafat y su pueblo marcharon para saquear el botín de guerra y encontraron gran cantidad de ganado, provisiones, vestidos y objetos valiosos. Tomaron tantas cosas, que no podían llevar más. Les llevó tres días recoger todo el botín, porque era muchísimo.

26 En el cuarto día se reunieron en la llanura y allí bendijeron al Señor; por eso llamaron a ese lugar “llanura de la Bendición” hasta el día de hoy. 27 A continuación, todos los hombres de Judá y de Jerusalén, con Josafat a su cabeza, retornaron a Jerusalén con alegría, porque el Señor los había hecho triunfar sobre sus enemigos. 28 Llegaron a la casa del Señor en Jerusalén, con liras, arpas y címbalos. 29 Entonces, el terror del Señor invadió todos los reinos de los países, que escuchaban cómo el Señor había luchado contra los enemigos de Israel. 30 El reinado de Josafat fue tranquilo y su Dios le concedió paz con sus vecinos.

 

Josafat hizo lo correcto a los ojos del Señor

= 1 Re 22,42-51

31 Cuando Josafat comenzó a reinar sobre Judá, al subir al trono, tenía treinta y cinco años, y reinó veinticinco años en Jerusalén. El nombre de su madre era Azubá, hija de Siljí. 32 Josafat siguió el camino de su padre Asá y no se apartó de él, haciendo lo correcto a los ojos del Señor. 33 Solamente que no suprimió los santuarios locales, y el pueblo no se mantuvo fiel al Dios de sus padres.

34 El resto de los hechos de Josafat, desde el inicio hasta el final, están escritos en los registros de Jehú, hijo de Jananí, que están incluidos en el libro de los reyes de Israel. 35 Después de estas cosas Josafat, rey de Judá, se alió con Ocozías, rey de Israel, quien era una mala influencia. 36 Se alió con él, para construir barcos para viajar a Tarsis, y construyeron los barcos en Esionguéber. 37 Pero Eliezer, hijo de Dodayá, de Maresá, profetizó contra Josafat, diciendo: “Porque te has aliado con Ocozías, el Señor destruirá lo que has hecho”. Efectivamente, los barcos se dañaron y no pudieron viajar a Tarsis.

Jorán hizo lo malo a los ojos del Señor*

= 2 Re 8,16-22

21 1 Cuando Josafat se acostó con sus padres, lo sepultaron con ellos en la ciudad de David. Su hijo Jorán reinó en su lugar. 2 Jorán tenía otros hermanos, hijos de Josafat: Azarías, Yejiel, Zacarías, Azarías, Miguel y Safatías. Todos ellos eran hijos de Josafat, rey de Israel. 3 Su padre les había hecho muchos regalos de plata, oro, y otras cosas valiosas, en las ciudades fortificadas de Judá. Pero el reinado se lo había dejado a Jorán, porque era el primogénito. 4 Pero cuando Jorán se consolidó en el reino de su padre y se fortaleció, asesinó a espada a todos sus hermanos y también a algunos de los comandantes de Israel. 5 Jorán tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar y reinó ocho años en Jerusalén.

6 Jorán siguió el camino de los reyes de Israel, como había hecho la casa de Ajab, porque una hija de Ajab fue su mujer, e hizo lo malo a los ojos del Señor. 7 Pero el Señor no quiso destruir la casa de David, a causa de la alianza que había sellado con David, a quien había prometido darle una lámpara perpetua para él y su descendencia.

8 En sus días, Edom se rebeló contra el poder de Judá, y se eligieron un rey. 9 Entonces Jorán marchó con sus comandantes y con todos sus carros, se levantó de noche y atacó a Edom, que lo había rodeado a él y a los comandantes de los carros. 10 Sin embargo, Edom logró independizarse de Judá hasta el día de hoy; también Libná se independizó en aquel tiempo, porque Jorán había abandonado al Señor, Dios de sus padres. 11 Jorán también edificó santuarios locales en los montes de Judá, pervirtió a los habitantes de Jerusalén e hizo extraviarse a Judá.

Le llegó una carta de parte del profeta Elías

12 Entonces le llegó una carta de parte del profeta Elías, que decía: “Así dice el Señor, Dios de tu padre David: ‘Tú no has seguido los caminos de tu padre Josafat, ni los caminos de Asá, rey de Judá, 13 sino que has andado por los caminos de los reyes de Israel y has pervertido a Judá y a los habitantes de Jerusalén, según las perversiones de la casa de Ajab; además, has asesinado a tus hermanos, a los de la casa de tu padre, que eran mejores que tú. 14 Por eso, el Señor va a descargar una calamidad sobre tu pueblo, tus hijos, tus esposas y todas tus posesiones. 15 Tú mismo padecerás una terrible enfermedad en tus intestinos, hasta que lentamente tus intestinos se revienten a causa de la enfermedad”.

 

Jorán murió en medio de terribles dolores

= 2 Re 8,23-24

16 Entonces el Señor suscitó contra Jorán a los filisteos y los árabes que habitan cerca de los etíopes. 17 Ellos marcharon contra Judá, la derrotaron y se apoderaron de todos los bienes que se encontraban en la casa del rey, como también de sus hijos y de sus esposas. A Jorán solo le quedó Ocozías, el más pequeño de sus hijos. 18 Después de todo esto, el Señor lo atacó en sus entrañas con una enfermedad incurable. 19 Esta avanzaba día a día, y cuando se acercaba su fin, unos dos días antes de morir, sus intestinos se reventaron a causa de la enfermedad. Así murió en medio de terribles dolores. Pero el pueblo no quemó aromas en su honor, como había hecho con sus padres. 20 Jorán tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar y reinó ocho años en Jerusalén. Cuando murió, nadie lo lamentó, y lo sepultaron en la ciudad de David, pero no en las tumbas de los reyes.

Ocozías hizo lo malo a los ojos del Señor*

= 2 Re 8,25-29; 9,27-29; 10,12-14

22 1 Los habitantes de Jerusalén proclamaron rey, en lugar de Jorán, a Ocozías, su hijo más pequeño. Porque todos los mayores habían sido asesinados por las bandas de los árabes que marcharon contra el campamento. Así, Ocozías, hijo de Jorán, comenzó a reinar sobre Judá.

2 Ocozías tenía cuarenta y dos años cuando comenzó a reinar y reinó un año en Jerusalén. El nombre de su madre era Atalía, hija de Omrí. 3 También él siguió los caminos de la casa de Ajab, porque su madre lo instigaba a hacer el mal. 4 Hizo lo malo, a los ojos del Señor, como la casa de Ajab, porque después de la muerte de su padre, ellos fueron sus consejeros para su ruina.

5 Por consejo de ellos, fue y marchó a la guerra junto a Jorán, hijo de Ajab, rey de Israel, contra Jazael, rey de Aram, en Ramot de Galaad. Pero los arameos derrotaron a Jorán, 6 quien se volvió a Jezrael, para curarse las heridas recibidas en Ramot, en la batalla contra Jazael, rey de Aram.

Ocozías, hijo de Jorán, rey de Judá, vino para visitar a Jorán, hijo de Ajab, en Jezrael, porque estaba convaleciente de sus heridas. 7 Pero el Señor había decidido que esa visita fuera la ruina de Ocozías, porque cuando se encontró con Jorán, salieron a luchar contra Jehú, hijo de Nimsí, a quien el Señor había ungido para exterminar la casa de Ajab. 8 Y sucedió que, cuando Jehú estaba ejecutando el juicio sobre la casa de Ajab, también se topó con los jefes de Judá y con los parientes de Ocozías, sus ministros, y los asesinó. 9 Luego mandó perseguir a Ocozías, a quien capturaron mientras se escondía en Samaria, y lo trajeron ante Jehú, y lo mataron, pero le dieron sepultura, pues decían: “Este es un hijo de Josafat, quien buscó al Señor con todo su corazón”. Así no quedó nadie en la casa de Ocozías, capaz de reinar.

Atalía, decidió asesinar a todos los descendientes reales de Judá

= 2 Re 11,1-13

10 Entonces, cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que había muerto su hijo, decidió asesinar a todos los descendientes reales de la casa de Judá. 11 Pero Josebá, hija del rey, tomó a Joás, hijo de Ocozías, lo rescató de en medio de los hijos del rey que eran asesinados y lo escondió junto a su nodriza en un dormitorio. Así Josebá, hija del rey Jorán, esposa del sacerdote Yoyadá y hermana de Ocozías, ocultó a Joás a los ojos de Atalía, para evitar que ella lo asesinara. 12 Joás estuvo escondido con ellos, en la casa de Dios, seis años, mientras Atalía reinaba en el país.

“¡Que viva el rey!”*

= 2 Re 11,4-20

23 1 En el séptimo año, Yoyadá se armó de valor, reunió a los jefes de cien: Azarías, hijo de Yeroján; Ismael, hijo de Juan; Azarías, hijo de Obed; Masayas, hijo de Adayas, y Elisafat, hijo de Zicrí, e hizo un pacto con ellos. 2 Recorrieron Judá, reuniendo a los levitas de todas las ciudades de Judá y a los jefes de las casas paternas de Israel, quienes vinieron a Jerusalén.

3 Entonces toda la asamblea pactó una alianza con el rey, en la casa de Dios. Y Yoyadá les dijo: “¡Miren al hijo del rey! Él tiene que reinar, según lo ha prometido el Señor a los descendientes de David. 4 Esto es lo que deben hacer: un tercio de ustedes, los sacerdotes y levitas que vienen los sábados, vigilarán las puertas; 5 un tercio se apostará en el palacio del rey, y el otro tercio en la puerta del Fundamento; mientras tanto, todo el pueblo se apostará en los atrios del Templo del Señor. 6 Nadie podrá entrar en la casa del Señor, sino solo los sacerdotes y los servidores levitas; ellos podrán entrar, porque están consagrados, pero todo el pueblo debe observar las disposiciones del Señor. 7 Los levitas rodearán al rey, cada uno con un arma en la mano. Todo aquel que intente entrar en el Templo, morirá. Y ustedes estarán junto al rey donde sea que vaya”.

8 Los levitas y todo Judá hicieron todo lo que el sacerdote Yoyadá les ordenó. Ellos tomaron cada uno a sus hombres, tanto los que entraban, como los que salían en sábado, porque el sacerdote Yoyadá no había dejado ir a los que concluían su turno. 9 El sacerdote Yoyadá entregó a los jefes de cien las lanzas y los diversos escudos que eran del rey David y estaban en la casa de Dios. 10 Y colocó a todo el pueblo de pie, cada uno con su arma en la mano, de sur a norte, rodeando el altar y el Templo para proteger al rey. 11 Hicieron salir al hijo del rey, colocaron sobre él la corona y las insignias reales y lo proclamaron rey. Luego, Yoyadá y sus hijos lo ungieron y gritaron: “¡Que viva el rey!”.

12 Al escuchar Atalía los gritos del pueblo, que escoltaba y aclamaba al rey, vino al Templo donde estaba la gente. 13 Cuando miró y vio que el rey estaba de pie, sobre el estrado en la entrada, y que los comandantes y la banda de música estaban junto al rey, y que toda la población estaba alegre y tocando las trompetas, y al ver también a los músicos con los instrumentos que acompañaban la alabanza, entonces Atalía rasgó sus vestidos, y gritó: “¡Traición, traición!”. 14 El sacerdote Yoyadá dio orden a los jefes de cien, que estaban a cargo de las tropas, diciéndoles: “Llévenla fuera del Templo, por entre las filas, y si alguien la sigue, morirá a espada”. Porque el sacerdote deseaba que no la matasen en la casa del Señor. 15 La agarraron y cuando ella llegó a la casa del rey, por la entrada de la puerta de los caballos, allí la mataron.

Toda la población fue al templo de Baal y lo derribó

16 Yoyadá pactó una alianza con el pueblo y el rey, para que todos fuesen el pueblo consagrado del Señor. 17 Luego, toda la población fue al templo de Baal y lo derribó. Destrozaron totalmente sus altares y sus imágenes, y delante de los altares asesinaron a Matán, sacerdote de Baal.

18 Luego, Yoyadá colocó centinelas en la casa del Señor, a las órdenes de los sacerdotes y levitas, a quienes David había distribuido por turnos en la casa del Señor para ofrecer los holocaustos del Señor, según está escrito en la ley de Moisés, con alegría y con cánticos, conforme a las prescripciones de David. 19 Designó los porteros para las puertas de la casa del Señor, de tal manera que nadie que fuese impuro pudiese entrar. 20 Tomó a los jefes de cien, a los nobles, a los gobernantes del pueblo y a toda la población, y llevó al rey desde el templo del Señor hasta el palacio real; entraron por la puerta superior y sentaron al rey en el trono real. 21 Toda la población se alegró y la ciudad recobró la calma. A Atalía la habían asesinado a espada.

Joás hizo lo recto a los ojos del Señor*

= 2 Re 12,1-3

24 1 Joás tenía siete años cuando comenzó a reinar y reinó durante cuarenta años en Jerusalén. El nombre de su madre era Sibyá, originaria de Berseba. 2 Joás hizo lo recto a los ojos del Señor, mientras vivió el sacerdote Yoyadá. 3 Yoyadá le buscó dos esposas, y engendró hijos e hijas.

Reúnan el dinero del impuesto anual para reparar el templo del Señor

= 2 Re 12,5-17

4 Tiempo después, Joás decidió restaurar el templo del Señor. 5 Para esto, congregó a los sacerdotes y a los levitas, y les dijo: “Salgan por las ciudades de Judá y reúnan de todo Israel el dinero del impuesto anual para reparar la casa de su Dios. Háganlo enseguida”. Pero los levitas no lo hicieron inmediatamente. 6 El rey llamó al sumo sacerdote Yoyadá y le preguntó: “¿Por qué no has urgido a los levitas recoger de Judá y de Jerusalén el impuesto que Moisés, el servidor del Señor, prescribió para la asamblea de Israel en favor de la Tienda del Testimonio?”. 7 Porque la perversa Atalía y sus seguidores habían dejado deteriorar el templo de Dios e incluso habían empleado todos los objetos sagrados de la casa del Señor en el culto de los baales.

8 El rey ordenó que hicieran un cofre, lo colocaran fuera de la entrada de la casa del Señor, 9 y proclamaran en Judá y Jerusalén, que se entregara al Señor el impuesto que Moisés, el servidor de Dios, había prescrito a Israel en el desierto. 10 Todos los jefes y todo el pueblo se alegraron, trajeron el dinero y lo echaron en el cofre hasta que se llenó. 11 Cuando los levitas traían el cofre a los oficiales, y estos veían que era mucho el dinero, entonces un escriba del rey y un oficial del sumo sacerdote venían, vaciaban el cofre, lo llevaban y lo volvían a poner en su lugar. Así se hacía cada día, y se reunía gran cantidad de dinero. 12 Luego, el rey y Yoyadá ponían el dinero en manos de los capataces de la obra del Templo. Ellos pagaban a los constructores y a los carpinteros para restaurar la casa del Señor, y también a los herreros y a los fundidores de bronce, para reparar el templo del Señor. 13 Los obreros de la construcción trabajaron mucho; así progresó la reparación de la obra a su cargo, y renovaron la casa de Dios conforme a su diseño original y la restauraron.

14 Cuando concluyeron, trajeron, delante del rey y de Yoyadá, el resto del dinero. Hicieron utensilios para el templo del Señor: utensilios para el uso litúrgico y para los holocaustos; cucharas y otros utensilios de oro y plata. Mientras Yoyadá vivió, se ofrecieron constantemente holocaustos en la casa del Señor. 15 Yoyadá murió cuando era anciano, colmado de años. Tenía ciento treinta años de edad cuando murió. 16 Y lo sepultaron en la ciudad de David junto a los reyes, porque había hecho el bien en Israel, en el servicio de Dios y de su Templo.

Los arameos ajusticiaron a Joás

= 2 Re 12,18-22

17 Después de la muerte de Yoyadá, los jefes de Judá vinieron y rindieron homenaje al rey. Entonces el rey se dejó convencer por ellos: 18 abandonaron la casa del Señor, Dios de sus padres, y sirvieron a las imágenes de las Aserás y a los ídolos. Por culpa de ellos la ira del Señor vino sobre Judá y Jerusalén. 19 Dios les envió profetas para hacerlos retornar al Señor, pero no hicieron caso de sus advertencias.

20 El espíritu de Dios se apoderó de Zacarías, hijo del sacerdote Yoyadá, quien se levantó frente al pueblo y les dijo: “Así dice Dios: ‘¿Por qué ustedes quebrantan los mandamientos del Señor?’. Por este motivo no prosperan. Porque han abandonado al Señor, también él los ha abandonado a ustedes”. 21 Pero ellos conspiraron contra él y, por orden del rey, lo apedrearon en el atrio del templo del Señor. 22 El rey Joás no tuvo en cuenta la fidelidad que le había tenido Yoyadá, padre de Zacarías, y mandó asesinar a su hijo, el cual exclamó al morir: “¡Que el Señor vea esto y les pida cuentas!”.

23 Al año siguiente, el ejército de Aram marchó contra Joás. Los arameos vinieron contra Judá y Jerusalén, mataron a todos los comandantes del pueblo y llevaron todo el botín al rey de Damasco. 24 Porque, a pesar de que los ejércitos de Aram vinieron con pocos hombres, el Señor entregó en sus manos un ejército muy numeroso, porque habían abandonado al Señor, Dios de sus padres. De esta manera, los arameos ajusticiaron a Joás, 25 y, cuando se retiraron, lo abandonaron gravemente herido; sus servidores conspiraron contra él para vengar el homicidio del hijo del sacerdote Yoyadá, lo asesinaron en su lecho, y así murió. Lo sepultaron en la ciudad de David, pero no en las tumbas de los reyes. 26 Zabud, hijo de Simat, la amonita, y Jozabad, hijo de Simrit, la moabita, fueron los que conspiraron contra Joás.

27 Lo concerniente a sus hijos, a las muchas profecías contra él y a la restauración de la casa de Dios, se puede ver escrito en el comentario del libro de los Reyes. Su hijo Amasías reinó en su lugar.

Amasías hizo lo recto a los ojos del Señor, aunque no de todo corazón*

= 2 Re 14,1-7

Dt 24,16; Jr 31,29-30; Ez 18,1-4

25 1 Amasías tenía veinticinco años cuando subió al trono y reinó veintinueve años en Jerusalén. El nombre de su madre era Yoadán, originaria de Jerusalén. 2 Hizo lo recto a los ojos del Señor, aunque no de todo corazón.

3 Cuando el reino se consolidó en sus manos, mató a los servidores que habían asesinado a su padre, el rey. 4 Pero a sus hijos no los mandó matar, conforme a lo que está escrito en la ley, en el libro de Moisés, cuando el Señor ordenó: “Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos morirán por los padres, sino que cada uno morirá por su propia culpa”.

5 Amasías congregó a Judá y lo organizó, según las casas paternas, bajo la autoridad de comandantes de mil y comandantes de cien, para todo Judá y Benjamín. Realizó el censo de todos los hombres mayores de veinte años y encontró que eran trescientos mil hombres aptos para el ejército, capaces de llevar el escudo y la lanza. 6 También reclutó cien mil mercenarios de Israel por tres mil cuatrocientos kilos de plata. 7 Entonces, un hombre de Dios vino ante él y le dijo: “Oh Rey, que el ejército de Israel no venga contigo, porque el Señor no está con Israel, ni con ninguno de los efrainitas. 8 Porque si vas con ellos, aún si te esfuerzas en la batalla, Dios te derrotará delante de tus enemigos, porque Dios tiene el poder de salvar o de derrotar”. 9 Entonces, Amasías preguntó al hombre de Dios: “¿Qué debo hacer con los tres mil cuatrocientos kilos de plata que he pagado por estas tropas de Israel?”. Respondió el hombre de Dios: “El Señor tiene el poder de darte a ti mucho más que eso”. 10 Por eso Amasías apartó las tropas que habían venido desde Efraín a donde él estaba, para que regresaran a su casa. Por lo que ellos se enojaron mucho contra Judá y se volvieron a sus casas llenos de rabia.

11 Amasías se armó de valor, condujo a su ejército en dirección al valle de la Sal y derrotaron a diez mil hombres de los hijos de Seír. 12 Además, los hijos de Judá capturaron otros diez mil con vida, los condujeron a la cima de una gran roca, y los despeñaron desde la cima de la roca. Así todos fueron aniquilados. 13 Pero resultó que algunas de las tropas, que Amasías había despedido para que no fueran con él a la guerra, estaban asolando las ciudades de Judá desde Samaria hasta Betorón. Ellos habían masacrado a tres mil personas y habían saqueado gran cantidad de botín.

¿Por qué buscas a los dioses de otros pueblos?

 

14 Cuando Amasías volvió de derrotar a los edomitas, trajo consigo a los dioses de los hijos de Seír y, asumiéndolos como dioses propios, se postró ante ellos y les quemó incienso. 15 Por eso la ira del Señor se encendió contra Amasías, y envió contra él un profeta que le dijo: “¿Por qué buscas a los dioses de otro pueblo, cuando no han podido salvar a su propio pueblo de tu mano?”. 16 Pero mientras el profeta estaba hablando, el rey le interrumpió: “¿Acaso te hemos nombrado consejero del rey? No sigas hablando. ¿Acaso quieres que te maten?”. Y el profeta dejó de hablar, no sin antes decir: “Yo sé que Dios ha determinado destruirte, porque has hecho esto, y no has escuchado mi consejo”.

Joás, rey de Israel, capturó a Amasías, rey de Judá

= 2 Re 14,8-14

17 Entonces Amasías, rey de Judá, consultó a sus consejeros y envió un mensaje a Joás, hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel, diciendo: “¡Enfréntate conmigo cara a cara!”. 18 Y Joás, rey de Israel, envió otro mensaje a Amasías, rey de Judá, diciendo: “El cardo del Líbano mandó decir al cedro del Líbano: ‘Dame a tu hija como esposa para mi hijo’. Pero pasaron las bestias del campo, que hay en el Líbano, y pisotearon al cardo. 19 Porque tú te has dicho a ti mismo: ‘Mira, he vencido a Edom’; y tu corazón se ha enorgullecido y se ha envanecido. Mejor vuelve a tu casa. ¿Por qué exponerte a una derrota para que caigas tú y Judá contigo?”. 20 Pero Amasías no hizo caso a esta advertencia, porque el Señor lo había determinado así, para entregarlo en sus manos, porque había buscado a los dioses de Edom. 21 Por eso, vino Joás, rey de Israel; este y Amasías, rey de Judá, se enfrentaron, cara a cara, en Betsemes de Judá. 22 Judá fue derrotado por Israel y cada uno huyó a su casa. 23 Joás, rey de Israel, capturó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Ocozías, en Betsemes. Luego vino a Jerusalén y abrió una brecha de unos ciento ochenta metros en las murallas de Jerusalén, desde la puerta de Efraín hasta la puerta del Ángulo. 24 Y tomó todo el oro, la plata y todos los utensilios que se encontraban en la casa de Dios, bajo la custodia de Obededón, y en los tesoros de la casa del rey. También tomó algunos rehenes y se volvió a Samaria.

 

Tramaron contra Amasías una conspiración

= 2 Re 14,17-22

25 Amasías, hijo de Joás, rey de Judá, vivió quince años más después de la muerte de Joás, hijo de Joacaz, rey de Israel. 26 El resto de los hechos de Amasías, desde el inicio hasta el final, ¿acaso no están escritos en el libro de los reyes de Judá e Israel? 27 En el tiempo en que Amasías se apartó del Señor, tramaron contra él una conspiración en Jerusalén, y él huyó a Laquis. Pero enviaron a unos hombres a perseguirlo para asesinarlo, y así murió allí. 28 Luego, subieron el cadáver sobre unos caballos y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David.

Ozías (Azarías) hizo lo recto a los ojos del Señor*

= 2 Re 15,1-4

26 1 Todo el pueblo de Judá tomó a Ozías, que tenía dieciséis años, y lo proclamaron rey en lugar de su padre Amasías. 2 Él reconstruyó Eilat y la restituyó a Judá después de la muerte de su padre. 3 Subió al trono a la edad de dieciséis años y reinó cincuenta y dos años en Jerusalén. El nombre de su madre era Yecolía, originaría de Jerusalén. 4 Hizo lo recto a los ojos del Señor, al igual que su padre Amasías.

5 El rey buscó a Dios, durante la vida de Zacarías, quien lo instruía en el temor de Dios; mientras buscó al Señor, Dios le concedió prosperidad. 6 Marchó a luchar contra los filisteos, derribando las murallas de Gat, Yabne y Asdod. Luego reconstruyó ciudades en Asdod y entre los filisteos. 7 Dios lo ayudó contra los filisteos, contra los árabes que habitaban en Gur Baal, y contra los meunitas. 8 Los amonitas pagaban tributo a Ozías. Su nombre se hizo famoso hasta las fronteras con Egipto, porque se había hecho extremadamente poderoso.

Ozías (Azarías) tenía un ejército entrenado para la guerra

 

9 Ozías edificó torres en Jerusalén, en la puerta del Ángulo, en la del Valle, y en la esquina de la muralla, y las fortificó. 10 También construyó torres en el desierto y cavó muchas cisternas, porque tenía gran cantidad de rebaños, tanto en las tierras bajas como en la montaña. Además, tenía agricultores y viñadores en los montes y en el Carmelo, porque le gustaba la agricultura.

11 Ozías tenía un ejército entrenado para la guerra, organizado para salir en destacamentos, según el registro del censo efectuado por medio del escriba Yeiel y del oficial Maasías, bajo la supervisión de Janías, uno de los comandantes del rey. 12 El total de los jefes de familias paternas, a cargo de los guerreros, era de dos mil seiscientos hombres. 13 Ellos tenían a su cargo un ejército de trescientos siete mil quinientos guerreros. Un ejército poderoso para ayudar al rey contra cualquier enemigo. 14 Ozías los armó con escudos, lanzas, cascos, armaduras, arcos y piedras para las hondas. 15 En Jerusalén construyó artefactos, por medio de técnicos ingeniosos, para colocarlos en las torres y en las esquinas de la muralla; estos lanzaban flechas y grandes piedras. Su fama llegó hasta muy lejos, porque con la ayuda de Dios se hizo poderoso.

El corazón de Ozías (Azarías) se ensoberbeció

16 Pero, cuando se hizo poderoso, su corazón se ensoberbeció hasta arruinarlo, y fue infiel al Señor su Dios, pues vino al templo del Señor para ofrecer incienso en el altar del incienso. 17 Detrás de él llegó el sacerdote Azarías y, con él, otros ochenta valerosos sacerdotes del Señor, 18 se enfrentaron con el rey Ozías y le dijeron: “Ozías, no te corresponde ofrecer incienso al Señor, pues solo los sacerdotes, hijos de Aarón, han sido consagrados para quemar el incienso; sal del santuario, porque has sido infiel y el Señor Dios no te seguirá glorificando”. 19 Pero Ozías se indignó mientras tenía el incensario en su mano, y cuando ardía de rabia contra los sacerdotes, la lepra comenzó a aparecer en su frente, en presencia de los sacerdotes, en la casa del Señor, frente al altar del incienso. 20 Cuando el sumo sacerdote Azarías y todos los sacerdotes se volvieron hacia él, vieron que tenía lepra en la frente, y lo sacaron a toda prisa de allí. También él se apresuró a irse, porque el Señor lo había castigado.

El rey Ozías (Azarías) padeció lepra hasta el día de su muerte

= 2 Re 15,5-7

Lv 13,46

21 Así, el rey Ozías padeció lepra hasta el día de su muerte y habitaba en una casa aislada. Estaba leproso y, por lo tanto, excluido de la casa del Señor. Jotán, el hijo del rey, administraba el palacio, y gobernaba a la población del país.

22 El resto de los hechos de Ozías, desde el inicio hasta el final, los escribió el profeta Isaías, hijo de Amós. 23 Cuando Ozías se acostó con sus padres, lo sepultaron con sus padres en una tumba en el campo que pertenecía a los reyes, porque dijeron: “Era un leproso”. Su hijo Jotán reinó en su lugar.

Jotán hizo lo recto a los ojos del Señor*

= 2 Re 15,32-35

27 1 Jotán tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar y reinó dieciséis años en Jerusalén. El nombre de su madre era Yerusá, hija de Sadoc. 2 Hizo lo recto a los ojos del Señor, al igual que su padre Ozías, e incluso más aún, porque él no profanó el templo del Señor. Pero el pueblo seguía corrompiéndose. 3 Reconstruyó la puerta superior de la casa del Señor y llevó a cabo grandes trabajos en las murallas del Ofel. 4 Edificó ciudades en las montañas de Judá y construyó fortalezas y torres en las zonas boscosas.

5 Jotán marchó a la guerra contra el rey de los amonitas y lo derrotó. Los amonitas le pagaron ese año un tributo de tres mil cuatrocientos kilos de plata, cuatro mil quinientas toneladas de trigo, y otras tantas de cebada. Lo mismo le pagaron en el segundo y tercer año.

Jotán se acostó con sus padres y lo sepultaron en la ciudad de David

= 2 Re 15,36-38

6 Jotán se hizo poderoso, porque se mantenía fiel ante el Señor su Dios. 7 El resto de los hechos de Jotán, todas sus guerras y su conducta, pueden verse escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá. 8 Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar y reinó dieciséis años en Jerusalén. 9 Jotán se acostó con sus padres y lo sepultaron en la ciudad de David. Su hijo Ajaz reinó en su lugar.

Ajaz no hizo lo recto a los ojos del Señor*

= 2 Re 16,1-4

28 1 Ajaz tenía veinte años cuando comenzó a reinar y reinó dieciséis años en Jerusalén. No hizo lo recto a los ojos del Señor, como David su padre. 2 Siguió el camino de los reyes de Israel e hizo ídolos de fundición para adorar a los baales. 3 Ofrecía incienso en el valle de Ben-Hinón e hizo pasar a sus hijos por el fuego, según las abominaciones de los extranjeros que el Señor había expulsado delante de los hijos de Israel. 4 Sacrificaba y quemaba incienso en los santuarios locales, en las colinas y bajo todo árbol frondoso.

El Señor su Dios lo entregó en manos del rey de Aram y del rey de Israel

= 2 Re 16,5

5 El Señor su Dios lo entregó en manos del rey de Aram. Los arameos lo derrotaron, capturaron gran cantidad de prisioneros y los llevaron a Damasco. Dios también lo entregó en manos del rey de Israel, quien le causó una gran derrota. 6 En efecto, Pecaj, hijo de Romelías, asesinó en Judá a ciento veinte mil guerreros valientes en un solo día, porque habían abandonado al Señor, Dios de sus padres. 7 Zicrí, un guerrero de Efraín, asesinó a Maasías, hijo del rey, a Azricán, mayordomo real y a Elcaná, el segundo después del rey.

8 Los israelitas capturaron doscientas mil mujeres, niños y niñas de sus hermanos de Judá, y también saquearon gran cantidad de botín y lo llevaron a Samaria. 9 Allí había un profeta del Señor, de nombre Oded. Él salió al encuentro del ejército que volvía a Samaria, y les dijo: “Miren, es a causa de la ira del Señor, Dios de sus padres, contra Judá, que ellos han sido entregados en sus manos, pero ustedes los han asesinado con una rabia que llega hasta el cielo. 10 Ahora, ustedes planean someter a los hijos de Judá y de Jerusalén como esclavos y esclavas suyos, pero ¿acaso no son también ustedes culpables delante del Señor su Dios? 11 Por lo tanto, escúchenme, y devuelvan a los prisioneros que han hecho cautivos de entre sus hermanos, porque la ira del Señor es grande contra ustedes”. 12 Algunos de los jefes de los efrainitas, Azarías, hijo de Juan, Berequías, hijo de Meselimot, Ezequías, hijo de Salún, y Amasá, hijo de Yadlay, se enfrentaron con el ejército que volvía 13 y les dijeron: “No traigan a estos cautivos aquí, porque nos haríamos culpables delante del Señor. ¿Están ustedes planeando acrecentar nuestros pecados y nuestra culpa? Porque nuestra culpa ya es grande y la ira del Señor es grande contra Israel”. 14 Entonces los guerreros pusieron a los prisioneros y al botín delante de los comandantes y de toda la asamblea. 15 Luego los hombres que habían sido designados se levantaron y se hicieron cargo de los prisioneros. A los que estaban desnudos los vistieron con ropas del botín y, además de vestirlos, les entregaron sandalias, les dieron de comer y beber, los ungieron con aceite, y a los que estaban débiles los hicieron montar sobre asnos. Así los condujeron a Jericó, la ciudad de las palmeras, cerca de sus hermanos de Judá, y ellos se volvieron a Samaria.

El rey de Asiria, en vez de ayudarlo, marchó contra él y lo cercó

= 2 Re 16,7-9

16 Por aquel tiempo, el rey Ajaz envió una embajada a los reyes de Asiria para pedirles ayuda, 17 pues los edomitas habían invadido y derrotado a Judá y además habían capturado prisioneros. 18 También los filisteos habían asolado las ciudades de la llanura costera y el sur de Judá, se habían apoderado de Betsemes, Ayalón, Guederot, y asimismo de Socó, Timná y Guimzó, con sus respectivos poblados, instalándose en ellas. 19 Así, el Señor había humillado a Judá a causa de Ajaz, rey de Israel, porque había corrompido a Judá y había sido infiel al Señor. 20 Teglatfalasar, rey de Asiria, en vez de ayudarlo, marchó contra él y lo cercó. 21 Ajaz confiscó parte de los tesoros del Templo, del palacio y de los príncipes para darlos como pago al rey de Asiria, pero, aun así, este no lo ayudó.

22 Durante el asedio, el rey Ajaz cometió más infidelidades contra el Señor. 23 Ofreció sacrificios a los dioses de Damasco, que lo habían derrotado, pensando: “Ya que los dioses de los reyes de Aram les ayudan a ellos, si yo les ofrezco sacrificios, me ayudarán a mí”. Pero ellos fueron causa de perdición para Ajaz y para todo Israel. 24 Entonces, Ajaz reunió los utensilios de la casa de Dios y los hizo pedazos, clausuró las puertas del Templo y construyó altares en todas las esquinas de Jerusalén. 25 En cada ciudad de Judá edificó santuarios locales para ofrecer incienso a dioses extranjeros y así provocó la ira del Señor Dios de sus padres.

No colocaron a Ajaz en las tumbas de los reyes de Israel

= 2 Re 16,19-20

26 El resto de sus hechos y toda su conducta, desde el inicio hasta el final, pueden verse escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 27 Ajaz se acostó con sus padres, lo sepultaron en la ciudad, en Jerusalén, aunque no lo colocaron en las tumbas de los reyes de Israel. Su hijo Ezequías reinó en su lugar.

Ezequías hizo lo recto a los ojos del Señor*

= 2 Re 18,1-3

29 1 Ezequías comenzó a reinar a los veinticinco años y reinó veintinueve años en Jerusalén. El nombre de su madre era Abiá, hija de Zacarías. 2 Hizo lo recto a los ojos del Señor su Dios, enteramente como David su padre.

Entraron a purificar el templo del Señor, según la orden del rey

 

3 En el primer mes de su reinado, Ezequías volvió a abrir las puertas del templo del Señor y las reparó.

4 Mandó traer a los sacerdotes y levitas, los reunió en la plaza oriental 5 y les dijo: “Escúchenme, levitas, ahora santifíquense, santifiquen la casa del Señor, Dios de sus padres, y saquen del santuario todo lo que sea impuro. 6 Porque nuestros padres fueron infieles e hicieron el mal a los ojos del Señor nuestro Dios. Ellos lo abandonaron, apartaron su rostro de la morada del Señor y le dieron la espalda. 7 También clausuraron las puertas del pórtico, apagaron las lámparas y no ofrecieron incienso ni holocaustos en el santuario en honor del Dios de Israel. 8 Por eso la ira del Señor vino sobre Judá y Jerusalén. Los hizo objeto de horror, espanto y burla, como lo pueden ver ustedes con sus propios ojos. 9 Por eso miren cómo nuestros padres cayeron por la espada, y nuestros hijos, hijas y esposas fueron llevados al cautiverio. 10 Ahora, yo tengo intención de sellar una alianza con el Señor, Dios de Israel, y así apartar de nosotros el peso de su ira. 11 Hijos míos, no sean negligentes, porque el Señor los eligió a ustedes para que estén en su presencia, lo sirvan, sean sus ministros y le ofrezcan incienso”.

12 A continuación, los levitas se levantaron. Por los descendientes de Queat: Majat, hijo de Amasay, y Joel, hijo de Azarías; por los descendientes de Merarí, Quis, hijo de Abdí, y Azarías, hijo de Yelaleel; por los descendientes de Guersón, Yoaj, hijo de Simá, y Edén, hijo de Yoaj; 13 por los descendientes de Elisafán, Simrí y Yeiel; por los descendientes de Asaf, Zacarías y Matanías; 14 por los descendientes de Emán, Yejiel y Simey; y por los descendientes de Yedutún, Semeyas y Uziel. 15 Ellos reunieron a todos sus hermanos, se santificaron y entraron a purificar el templo del Señor, según la orden del rey, basada en las palabras del Señor. 16 Los sacerdotes entraron en el interior de la casa del Señor para purificarla, sacaron al atrio del Templo toda la impureza que encontraron en la casa del Señor y se la entregaron a los levitas, para que la sacaran fuera, al torrente Cedrón.

17 Comenzaron la purificación en el día primero del primer mes. En el día octavo del mes llegaron al pórtico del Señor. Se demoraron en purificar la casa del Señor otros ocho días, de modo que concluyeron todo en el día décimo sexto del mes. 18 Luego se presentaron ante el rey Ezequías y le dijeron: “Hemos purificado todo el templo del Señor, el altar de los holocaustos y todos sus utensilios, la mesa de los panes de la ofrenda y todos sus utensilios, 19 y hemos reparado y santificado todos los objetos que el rey Ajaz, durante su reinado, había profanado a causa de su infidelidad; ahora están ante el altar del Señor”.

20 El rey Ezequías madrugó, reunió a los jefes de la ciudad y marchó a la casa del Señor. 21 Y trajeron siete toros, siete carneros, siete corderos y siete chivos, como expiación por los pecados del reino, del santuario y de Judá. El rey ordenó a los descendientes de Aarón, los sacerdotes, ofrecerlos en holocausto sobre el altar del Señor. 22 Entonces degollaron a los toros y los sacerdotes tomaron la sangre y la rociaron sobre el altar. Luego degollaron a los carneros y rociaron la sangre sobre el altar; degollaron a los corderos y rociaron la sangre sobre el altar. 23 Luego trajeron, ante el rey y la asamblea, a los chivos para la expiación de los pecados y extendieron sus manos sobre ellos. 24 Los sacerdotes los degollaron, y con su sangre purificaron el altar para ofrecer un sacrificio de expiación por todo Israel, porque el rey había ordenado que el sacrificio de expiación se ofreciera por todo Israel.

25 Ezequías distribuyó a los levitas, en la casa del Señor, con címbalos, liras y arpas, según lo prescrito por David, por Gad, el vidente del rey, y por el profeta Natán. Porque esta era una prescripción divina que venía por medio de los profetas. 26 Los levitas tomaron sus lugares con los instrumentos de David y los sacerdotes con las trompetas.

27 Además, Ezequías ordenó ofrecer el holocausto sobre el altar. En el momento en que comenzó el sacrificio, empezó también la música en honor del Señor, al son de las trompetas y de los instrumentos de David, rey de Israel. 28 Toda la asamblea adoraba a Dios y todos los músicos cantaban y hacían sonar las trompetas hasta que concluyó el sacrificio. 29 Cuando concluyó el sacrificio, el rey y todos los que estaban con él se postraron y adoraron a Dios. 30 El rey Ezequías y sus dignatarios ordenaron a los levitas que alabaran al Señor, empleando las palabras de David y las del vidente Asaf. Ellos alababan con alegría; se postraban y adoraban a Dios.

31 Entonces Ezequías dijo: “Ahora que se han consagrado al Señor, acérquense y ofrezcan sacrificios y acción de gracias en el templo del Señor”. Entonces la asamblea ofreció sacrificios y acción de gracias, y todos los que lo deseaban ofrecieron holocaustos. 32 El número de los holocaustos que la asamblea ofreció fue de setenta toros, cien carneros y doscientos corderos: todos estos fueron ofrecidos en holocausto al Señor. 33 Y el número total de los animales consagrados al sacrificio fue de seiscientos toros y tres mil ovejas. 34 Como los sacerdotes eran muy pocos y no daban abasto para preparar todos los holocaustos, sus hermanos, los levitas, los asistieron hasta que estuvo concluido todo el trabajo y hasta que se purificaron los sacerdotes, pues los levitas habían sido más concienzudos que los sacerdotes en purificarse.

35 También hubo gran cantidad de holocaustos junto con la grasa del sacrificio de comunión y de las libaciones de los holocaustos. Y así el culto del templo del Señor se restableció. 36 Ezequías y todo el pueblo se alegraron porque Dios había dispuesto al pueblo para que todo se hiciera con rapidez.

El rey, los jefes y toda la asamblea decidieron celebrar la Pascua*

30 1 Ezequías envió mensajeros por todo Israel y Judá. También escribió cartas para Efraín y Manasés, para que viniesen al templo del Señor, en Jerusalén, a celebrar la Pascua en honor del Señor, Dios de Israel. 2 El rey, los jefes y toda la asamblea en Jerusalén, habían decidido celebrar la Pascua en el segundo mes, 3 porque no la habían podido celebrar a su debido tiempo, ya que los sacerdotes no se habían purificado en número suficiente y el pueblo no se había podido congregar en Jerusalén. 4 Esto pareció bien al rey y a toda la asamblea, y 5 decidieron anunciarlo por todo Israel, desde Berseba hasta Dan, para que viniesen a celebrar la Pascua en honor del Señor, Dios de Israel, en Jerusalén, porque muchos no la habían celebrado como estaba prescrito.

6 Los mensajeros fueron por todo Israel y Judá de parte del rey y sus oficiales con las cartas, en las que el rey indicaba: “Israelitas, vuélvanse al Señor, Dios de Abrahán, Isaac e Israel, y él se volverá a los sobrevivientes, al resto de ustedes que se ha salvado de la mano de los reyes de Asiria. 7 No se comporten como sus padres y sus hermanos que fueron infieles al Señor, Dios de sus padres, y Dios los convirtió en objeto de horror, como ustedes mismos lo ven. 8 Ahora, no sean testarudos como sus padres; imploren al Señor, vengan a su santuario, que ha santificado para siempre, y sirvan al Señor, su Dios. De esta manera, apartarán la cólera que pesa sobre ustedes. 9 Porque si ustedes se convierten al Señor, entonces sus hermanos y sus hijos alcanzarán compasión de parte de sus captores y volverán a esta tierra porque el Señor su Dios es compasivo y misericordioso y no les ocultará su rostro si se convierten a él”.

10 Los mensajeros fueron de ciudad en ciudad, por la tierra de Efraín y Manasés, hasta Zabulón, pero la gente se reía y se burlaba de ellos. 11 Solo algunos hombres de Aser, Manasés y Zabulón se arrepintieron y vinieron a Jerusalén.

12 También en Judá Dios movió los corazones para que estuvieran dispuestos unánimemente a cumplir la orden del rey y de los jefes, según la palabra del Señor. 13 Así, una gran cantidad de gente se reunió en Jerusalén para celebrar la fiesta de los panes ácimos, en el segundo mes. Se trataba de una asamblea muy numerosa. 14 Ellos retiraron los altares que había en Jerusalén, removieron todos los altares de incienso y los arrojaron al torrente Cedrón. 15 Inmolaron el cordero pascual en el día catorce del segundo mes. Los sacerdotes y los levitas, llenos de arrepentimiento, se santificaron y ofrecieron holocaustos en la casa del Señor. 16 Estaban de pie, en sus lugares de costumbre, según lo determina la ley de Moisés, el hombre de Dios. Los sacerdotes rociaban la sangre que recibían de manos de los levitas. 17 Porque eran muchos los de la asamblea que no estaban purificados, los levitas degollaban a los corderos pascuales de todos los que no estaban purificados para ofrecerlos al Señor. 18 A pesar de que muchos del pueblo, especialmente muchos de Efraín, Manasés, Isacar y Zabulón, no estaban purificados, comieron la Pascua, contrariamente a lo que está prescrito. Porque Ezequías había orado por ellos, diciendo: “Que el Señor, que es bueno, perdone 19 a todos los que están dispuestos a buscar de corazón a Dios, al Señor Dios de sus padres, a pesar de que no estén ritualmente limpios”. 20 Y el Señor escuchó la oración de Ezequías y perdonó al pueblo.

21 Los israelitas que se encontraban en Jerusalén celebraron la fiesta de los panes ácimos durante siete días con gran alegría. Los levitas y sacerdotes alababan al Señor día tras día, con instrumentos resonantes. 22 Ezequías animó a todos los levitas, que a su vez mostraban gran diligencia en el servicio del Señor. Ellos celebraron la fiesta durante siete días, ofreciendo sacrificios de comunión, y dando gracias al Señor, Dios de sus padres. 23 Toda la asamblea estuvo de acuerdo en celebrar otros siete días, y así lo hicieron con alegría otros siete días.

24 Ezequías, rey de Judá, proporcionó a la asamblea mil toros y siete mil ovejas. Los jefes proporcionaron a la asamblea mil toros y diez mil ovejas. Gran número de sacerdotes se había purificado. 25 Toda la asamblea de Judá, los sacerdotes y los levitas, toda la asamblea que venía de Israel y los extranjeros que venían de la tierra de Judá y los que residían en Judá, se alegraron. 26 Hubo una gran alegría en Jerusalén, porque, desde los días de Salomón, hijo de David, rey de Israel, no había habido nada parecido a esto en Jerusalén. 27 Los sacerdotes levitas se levantaron y bendijeron al pueblo; Dios escuchó su voz y sus oraciones llegaron hasta el cielo, su morada santa.

Todos los israelitas destrozaron los monumentos idolátricos*

31 1 Concluida la fiesta, todos los israelitas que se encontraban en las ciudades de Judá salieron y destrozaron los monumentos idolátricos, derribaron las imágenes de Aserá, y destruyeron los santuarios locales y los altares en todo Judá y Benjamín, en Efraín y Manasés, hasta que los erradicaron. Luego todos los israelitas regresaron, cada uno a sus propiedades y a sus ciudades.

2 Ezequías restableció los turnos de los sacerdotes y levitas en sus funciones. Adjudicó a cada uno su servicio según su condición de sacerdote o levita, para ofrecer holocaustos o sacrificios de comunión, para asistir ofreciendo acción de gracias, o alabando en las puertas de los recintos del Señor. 3 El rey destinó parte de lo que le pertenecía para los holocaustos de la mañana y de la tarde, de los sábados, de las lunas nuevas y de las fiestas, según está escrito en la ley del Señor. 4 El rey ordenó al pueblo, a los habitantes de Jerusalén, que entregasen la porción de los sacerdotes y de los levitas para que ellos se pudiesen dedicar a la Ley del Señor. 5 Tan pronto como fue dada la orden, los israelitas entregaron generosamente las primicias del grano, del vino nuevo, del aceite y de la miel, las primicias de todos los frutos del campo, y dieron en gran cantidad el diezmo de todo.

6 También los hijos de Israel y de Judá, que habitaban en las ciudades de Judá, entregaron el diezmo de los bueyes y ovejas, y el diezmo de los productos consagrados al Señor, su Dios. Trajeron el diezmo y lo depositaron todo en porciones. 7 En el mes tercero comenzaron a armar las porciones y concluyeron en el mes séptimo. 8 Luego Ezequías y sus oficiales vinieron, vieron las porciones, y bendijeron al Señor y a su pueblo Israel. 9 Ezequías consultó a los sacerdotes y a los levitas con respecto a las porciones. 10 El sumo sacerdote Azarías, de la familia de Sadoc, le respondió y le dijo: “Desde el momento en que comenzaron las contribuciones que se entregan al templo del Señor, ha habido suficiente para comer y saciarse, e incluso para almacenar en gran cantidad. Porque el Señor ha bendecido a su pueblo, por eso ha sobrado esta gran cantidad”. 11 Ezequías les ordenó preparar almacenes en la casa del Señor, y así lo hicieron.

12 Todos trajeron fielmente las contribuciones, los diezmos y los productos consagrados al Señor. El oficial a cargo de ellos era el levita Cananías y el segundo era su hermano Simey. 13 Yejiel, Azazías, Najat, Asael, Yerimot, Yozabad, Eliel, Yismaquías, Majat y Benayas, eran oficiales bajo el mando de Cananías y de su hermano Simey. Ellos habían sido designados por el rey Ezequías y por Azarías, príncipe de la casa de Dios.

14 Coré, hijo del levita Yimná, portero de la puerta oriental, estaba a cargo de las ofrendas voluntarias a Dios; era responsable de entregar las contribuciones y los productos consagrados al Señor. 15 Lo asistían Edén, Minyamín, Josué, Semayas, Amarías y Secanías en las ciudades sacerdotales, para distribuir con fidelidad a sus parientes, según sus categorías, desde el más grande hasta el más pequeño, 16 sin detrimento de los que estaban inscritos de tres años para arriba, y de todos aquellos que venían a la casa del Señor para cumplir sus obligaciones diarias, sus servicios de acuerdo con sus turnos y divisiones. 17 Este registro de los sacerdotes estaba hecho según sus familias paternas, igual que el de los levitas mayores de veinte años, conforme a sus funciones y clases. 18 El registro incluía a todos sus niños pequeños, sus esposas, sus hijos y sus hijas, a toda la asamblea, porque fielmente estaban consagrados a las cosas santas.

19 En cuanto a los hijos de Aarón, los sacerdotes, que vivían en los campos comunales de sus ciudades, se nombraron hombres, ciudad por ciudad, para distribuir las porciones a todos los varones sacerdotes, incluidos en los registros por los levitas. 20 Esto es lo que hizo Ezequías en todo Judá; hizo lo que era bueno, correcto y fiel delante del Señor su Dios.

21 Todo lo que emprendió en el servicio del templo de Dios, en lo referente a la Ley y los mandamientos para buscar a su Dios, lo hacía de todo corazón, y por eso prosperó.

Senaquerib, rey de Asiria, marchó contra Judá*

= 2 Re 18,13; Is 36,1

32 1 Después de estos actos de fidelidad de parte de Ezequías, vino Senaquerib, rey de Asiria, y marchó contra Judá y sitió las ciudades fortificadas, planeando conquistarlas para sí.

2 Cuando Ezequías vio que Senaquerib marchaba y se disponía a atacar Jerusalén, 3 consultó con los comandantes y con sus guerreros, sobre bloquear el paso del agua de las fuentes que están fuera de la ciudad y ellos estuvieron de acuerdo. 4 Reunieron gran cantidad de gente, bloquearon todas las fuentes y el torrente que fluía a través de la tierra, porque se decían: “¿Por qué han de venir los reyes de Asiria, y encontrar gran cantidad de agua?”. 5 Ezequías se armó de valor y reconstruyó todas las partes destruidas de la muralla; erigió torres y levantó una segunda muralla fuera de la primera; reforzó el terraplén de la ciudad de David, y confeccionó gran cantidad de armas y escudos.

6 Luego designó comandantes de ejército sobre el pueblo y los reunió junto a sí, en la plaza frente a la puerta de la ciudad. Allí les habló para animarlos, diciendo: 7 “Tengan valor y sean fuertes. No tengan temor ni se espanten frente al rey de Asiria, ni frente a toda la multitud que viene. 8 Con él está solo la fuerza humana, pero con nosotros está el Señor, nuestro Dios, para ayudarnos y para luchar nuestras batallas”. Así el pueblo cobró ánimo a partir de las palabras de Ezequías, rey de Judá.

Senaquerib envió a sus servidores a Jerusalén con este mensaje

= 2 Re 18,17-37; 19,8-15; Is 36,1-22; 37,9-15

9 Después de esto, mientras Senaquerib, rey de Asiria, se encontraba sitiando Laquis junto con todas sus tropas, envió a sus servidores a Jerusalén con este mensaje para Ezequías, rey de Judá, y para todo Judá que estaba en Jerusalén: 10 “Así dice Senaquerib, rey de Asiria: ‘¿Sobre qué están ustedes poniendo su confianza, que se quedan encerrados en Jerusalén? 11 ¿Acaso Ezequías no los ha engañado con el solo propósito de entregarlos a ustedes a la muerte por el hambre y la sed, cuando dice: ‘El Señor, nuestro Dios, nos salvará de la mano del rey de Asiria?’. 12 ¿Acaso no es Ezequías quien suprimió sus santuarios locales y sus altares, y dijo a Judá y a Jerusalén: ‘Delante de este único altar adorarán y sobre él ofrecerán incienso’? 13 ¿Acaso no saben lo que yo he hecho, y mis padres también, a todos los pueblos de los países? ¿Acaso los dioses de los extranjeros fueron capaces de salvar sus países de mi mano? 14 ¿Cuál de todos los dioses de estos extranjeros, que mi padre exterminó, pudo salvar a su pueblo de mi poder, para que su Dios pueda salvarlos a ustedes de mi poder? 15 Ahora, no dejen que Ezequías los engañe y los confunda de esta manera. No confíen en él, porque ningún dios, de ninguna nación o reino, ha sido capaz de salvar a su pueblo de mi poder y del poder de mis padres. Así tampoco su Dios los salvará a ustedes de mi poder”. 16 Incluso sus servidores dijeron cosas peores contra el Señor Dios y contra su servidor Ezequías.

17 Senaquerib también escribió cartas desafiando al Señor, Dios de Israel, y hablando contra él, diciendo: “Así como los dioses de los extranjeros de los otros países no pudieron salvar a sus pueblos de mi poder, así tampoco el Dios de Ezequías podrá salvar a su pueblo de mi poder”. 18 Los ministros de Senaquerib hablaban a grandes voces, en lengua hebrea, frente al pueblo de Jerusalén que estaba sobre la muralla, para aterrorizarlos y desanimarlos, y así poder conquistar la ciudad. 19 Ellos hablaban contra el Dios de Jerusalén, como si fuera uno de los dioses de los pueblos de la tierra: una obra de manos humanas.

El Señor salvó a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de la mano de Senaquerib

= 2 Re 19,15.35-37; Is 37,15.36-38

2 Mac 16,22; Eclo 48,21

20 Pero el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo de Amós, oraron a Dios por este motivo y clamaron al cielo. 21 Y el Señor envió un ángel, que destruyó a todos los guerreros, a los comandantes y a los jefes, en el campamento del rey de Asiria. Así Senaquerib se volvió a su país con el rostro avergonzado. Allí entró en la casa de su dios, donde uno de sus propios hijos lo asesinó con la espada.

22 Y así el Señor salvó a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de la mano de Senaquerib, rey de Asiria, y de la mano de todos los demás y les concedió paz con sus vecinos. 23 Muchos de ellos vinieron, trayendo ofrendas al Señor en Jerusalén y regalos valiosos a Ezequías, rey de Judá, quien, después de estas cosas, adquirió gran prestigio ante todos los extranjeros.

Ezequías enfermó mortalmente y oró al Señor

= 2 Re 20,1-19; Is 38,1-8; 39

24 En aquellos días, Ezequías enfermó mortalmente, oró al Señor y él le respondió, concediéndole una señal. 25 Pero Ezequías no se comportó de acuerdo con el beneficio que se le había hecho, sino que su corazón se enorgulleció, por lo que Dios se enojó con él, con Judá y Jerusalén. 26 Entonces, Ezequías se arrepintió del orgullo de su corazón, él y los habitantes de Jerusalén; por eso la ira del Señor no vino sobre ellos en los días de Ezequías.

27 Ezequías alcanzó riquezas y gloria en gran abundancia. Acumuló tesoros para sí: plata, oro, piedras preciosas, perfumes, escudos y todo tipo de objetos valiosos. 28 Edificó almacenes para guardar la cosecha del grano, del vino nuevo y del aceite, y establos para todo tipo de ganado, así como corrales para los rebaños. 29 Y también construyó ciudades. Tenía gran cantidad de rebaños, de ovejas y vacas, porque el Señor le había concedido muchos bienes.

30 Este Ezequías fue el que bloqueó la fuente superior de las aguas de Guijón y las canalizó hacia abajo, hacia el oeste de la ciudad de David. Así Ezequías prosperaba en todas sus empresas. 31 Pero cuando los emisarios de los reyes de Babilonia vinieron, para investigar la señal que había ocurrido en el país, Dios lo abandonó para probarlo, con el fin de conocer lo que de verdad había en su corazón.

A la muerte de Ezequías todos le rindieron honores

= 2 Re 20,20-21

32 El resto de los hechos de Ezequías, y sus obras piadosas, pueden verse escritos en las visiones del profeta Isaías, hijo de Amós, y en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 33 Cuando Ezequías se acostó con sus padres, lo sepultaron en la parte superior de las tumbas de los descendientes de David. A su muerte, todo Judá y los habitantes de Jerusalén le rindieron honores. Su hijo Manasés reinó en su lugar.

Manasés hizo lo malo a los ojos del Señor*

= 2 Re 21,1-16

33 1 Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar y reinó cincuenta y cinco años en Jerusalén. 2 Hizo lo malo a los ojos del Señor, imitando las abominaciones de los extranjeros, que el Señor había expulsado delante de los israelitas. 3 Reconstruyó los santuarios locales que su padre Ezequías había derribado, levantó altares para los baales, hizo imágenes de Aserá, adoró a todo el ejército del cielo, y les rindió culto. 4 Levantó altares en la casa del Señor, de la cual había dicho el Señor: “En Jerusalén estará mi nombre para siempre”.

5 Construyó altares a todo el ejército del cielo en los atrios de la casa del Señor. 6 Manasés fue el que hizo pasar a sus hijos por el fuego en el valle de Ben-Hinón, practicó conjuros, adivinación y brujería, se relacionó con aquellos que consultan a los muertos y a los espíritus, haciendo muchísimo mal a los ojos del Señor para disgustarlo. 7 Colocó una imagen tallada, que había hecho, en la casa de Dios, de la cual había dicho Dios a David y a su hijo Salomón: “En esta casa y en Jerusalén, que he escogido de entre todas las tribus de Israel, estableceré mi nombre para siempre. 8 No arrancaré de nuevo a Israel de la tierra que asigné a sus padres, con la condición de que respeten y cumplan todo lo que les he mandado, toda la ley, los mandamientos, y las normas por medio de Moisés”.

9 Pero Manasés corrompió a Judá y a los habitantes de Jerusalén para hacer lo malo, aún más que los extranjeros que el Señor había exterminado delante de los israelitas. 10 Y a pesar de que el Señor advirtió a Manasés y a su pueblo, ellos no hicieron caso.

Durante su aflicción Manasés se reconcilió ante el Señor su Dios

 

11 Entonces el Señor hizo marchar contra ellos a los comandantes del ejército del rey de Asiria, quienes tomaron prisionero a Manasés, le pusieron un anillo en la nariz, lo encadenaron y lo llevaron a Babilonia. 12 Durante su aflicción se reconcilió ante el Señor su Dios y se humilló completamente ante el Dios de sus padres. 13 Manasés oró al Señor y Dios aceptó su oración, escuchó su petición y lo restableció a su reino en Jerusalén. Así Manasés supo que el Señor es el único Dios.

14 Después de esto, reconstruyó la muralla externa de la ciudad de David, desde el oeste de la fuente de Guijón hasta la puerta de los Peces, rodeando el Ofel, y la hizo mucho más alta. También puso comandantes del ejército en todas las ciudades fortificadas de Judá. 15 Retiró los dioses extranjeros y la imagen tallada de la casa del Señor, y todos los altares que había construido en el monte de la casa del Señor, en Jerusalén, y los arrojó fuera de la ciudad.

16 Reconstruyó el altar del Señor, ofreció sobre él sacrificios de comunión y de acción de gracias, y ordenó a Judá que sirviese al Señor, Dios de Israel. 17 Pero todavía el pueblo continuaba ofreciendo sacrificios en los santuarios locales, aunque lo hacía en honor del Señor su Dios.

Manasés se acostó con sus padres y lo sepultaron en su casa

= 2 Re 21,17-18

18 El resto de los hechos de Manasés, su oración a su Dios y las palabras que los videntes le dijeron en nombre del Señor, Dios de Israel, pueden verse escritos en los registros de los reyes de Israel. 19 Su oración, la respuesta que tuvo, todos sus pecados y su infidelidad, los lugares donde construyó santuarios locales, y colocó imágenes de Aserá e ídolos, antes de que se arrepintiera, pueden verse escritos en los registros de Jozay.

20 Manasés se acostó con sus padres y lo sepultaron en su casa. Su hijo Amón reinó en su lugar.

Amón se hizo mucho más culpable

= 2 Re 21,19-26

21 Amón tenía veintidós años cuando comenzó a reinar y reinó dos años en Jerusalén. 22 Hizo lo malo a los ojos del Señor, igual que hizo su padre Manasés. Amón ofreció sacrificios a todos los ídolos, que su padre Manasés había hecho, y les rindió culto. 23 Pero no se humilló delante del Señor, como se había humillado su padre Manasés, sino que este Amón se hizo mucho más culpable. 24 Sus servidores conspiraron contra él y lo mataron en su casa. 25 El pueblo de la tierra exterminó a todos los conspiradores contra el rey Amón, y en su lugar proclamó rey a su hijo Josías.

Josías hizo lo recto a los ojos del Señor*

= 2 Re 22,1-2; 23,4-20

34 1 Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar y reinó treinta y un años en Jerusalén. 2 Hizo lo recto a los ojos del Señor, siguió los caminos de su padre David, sin apartarse ni a la derecha ni a la izquierda.

3 En el año octavo de su reinado, cuando todavía era un muchacho, comenzó a buscar al Dios de su padre David, y en el año duodécimo empezó a purificar a Judá y a Jerusalén de los santuarios locales, de las imágenes de Aserá, de los ídolos, y de las imágenes fundidas. 4 Por orden suya fueron demolidos los altares de los baales y destruyó los incensarios que estaban sobre ellos. Destrozó las imágenes de Aserá, de los ídolos, y las imágenes fundidas; las convirtió en polvo, que esparció sobre las tumbas de aquellos que les habían ofrecido sacrificios. 5 Además, quemó los huesos de sus sacerdotes sobre los altares. Así purificó a Judá y a Jerusalén.

6 En las ciudades de Manasés y Efraín, de Simeón, y hasta de Neftalí, hizo destruir sus Templos, 7 demolió los altares y las imágenes de Aserá; destrozó los ídolos hasta hacerlos polvo, y todos los altares para quemar incienso, los destruyó por toda la tierra de Israel. Luego retornó a Jerusalén.

Entregaron el dinero recaudado para restaurar y reparar el Templo

= 2 Re 22,3-7

8 En el año dieciocho de su reinado, cuando había purificado el país y el Templo, comisionó a Safán, hijo de Asalías, a Maasías, gobernador de la ciudad, y al cronista Joaj, hijo de Yoajaz, para que llevaran a cabo las reparaciones del templo del Señor, su Dios. 9 Ellos se presentaron ante el sumo sacerdote Jelcías y le entregaron el dinero recaudado para la casa del Señor y que los porteros habían recolectado de manos de Manasés y Efraín, de todo el resto de Israel, de todo Judá y Benjamín, y de los habitantes de Jerusalén. 10 Lo entregaron en las manos de los capataces de la obra, que estaban a cargo en el templo del Señor y ellos se la entregaron a los obreros que trabajaban en la obra de la casa del Señor, para restaurar y reparar el Templo. 11 Se lo entregaron a los talladores de madera y a los constructores, para comprar piedras labradas y madera para las junturas y las vigas de las habitaciones que los reyes de Judá habían arruinado. 12 Estos hombres realizaban su trabajo con esmero. Como encargados de ellos estaban los levitas Yajat y Abdías, de los descendientes de Merarí, y Zacarías y Mesulán, descendientes de Queat. Estos levitas, todos músicos expertos, 13 estaban al frente de los cargadores, y supervisaban a todos los trabajadores de la obra, trabajo por trabajo. Otros levitas eran escribas, oficiales y porteros.

El sacerdote Jelcías encontró el libro de la Ley del Señor

= 2 Re 22,8-13

14 Cuando estaban retirando el dinero recaudado para la casa del Señor, el sacerdote Jelcías encontró el libro de la Ley del Señor, que había sido promulgada por Moisés. 15 Entonces, Jelcías dijo al escriba Safán: “He encontrado el libro de la Ley en la casa del Señor”. Y Jelcías entregó el libro a Safán. 16 Luego Safán trajo el libro ante el rey y le relató lo sucedido: “Tus servidores han realizado todo lo que les habías encomendado. 17 Recogieron el dinero que había en la casa del Señor y lo entregaron a los capataces y a los trabajadores de la obra”. 18 Luego el escriba Safán anunció al rey: “El sacerdote Jelcías me ha dado un libro”. Entonces Safán lo leyó ante el rey.

19 Cuando el rey escuchó las palabras de la Ley, rasgó sus vestidos 20 y ordenó a Jelcías, a Ajicán, hijo de Safán, a Abdón, hijo de Miqueas, al escriba Safán y a Asayá, servidor del rey: 21 “Vayan a consultar al Señor por mí y por el resto que queda de Israel y de Judá, acerca de las palabras de este libro que ha sido encontrado. Porque grande es la ira del Señor que se ha derramado contra nosotros, porque nuestros padres no escucharon las palabras del Señor ni cumplieron lo que está prescrito en este libro”.

Fueron a ver a la profetisa Juldá

= 2 Re 22,14-20

22 Jelcías y los designados por el rey fueron a ver a la profetisa Juldá, mujer de Salún, hijo de Ticoá, hijo de Jarjás, encargado de los vestidos; ella vivía en Jerusalén, en el barrio nuevo. Ellos le expusieron el caso, 23 y ella les respondió: “Así dice el Señor, Dios de Israel, digan al hombre que los ha enviado a mí: 24 ‘Así dice el Señor. Mira bien, yo traeré la desgracia sobre este lugar y sobre sus habitantes, según todas las maldiciones escritas en el libro que han leído en presencia del rey de Judá. 25 Porque ellos me han abandonado, han quemado incienso a dioses extranjeros para provocarme con todas sus acciones. Por eso mi ira se ha derramado sobre este lugar y no se extinguirá’. 26 Pero al rey de Judá, que los ha enviado a consultar al Señor, le dirán esto: ‘Así dice el Señor Dios de Israel: En referencia a las palabras que has escuchado, 27 ya que tu corazón se ha conmovido y te has humillado delante de Dios, cuando escuchaste sus palabras contra este lugar y contra sus habitantes; porque te has humillado delante de mí, has rasgado tus vestiduras y has llorado en mi presencia, por eso, también yo he escuchado, oráculo del Señor. 28 Mira, te reuniré con tus padres, te enterrarán en paz, sin que tus ojos vean todo la desgracia que yo traeré sobre este lugar y sus habitantes”. Los enviados refirieron al rey estas palabras.

El rey leyó todas las palabras del Libro de la Alianza

= 2 Re 23,1-3

Dt 31,9-13; Jos 8,34-35; Neh 8

29 Luego el rey mandó reunir a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. 30 El rey subió a la casa del Señor con ellos, con todos los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén, con los sacerdotes y los levitas, y con todo el pueblo, desde el más grande hasta el más pequeño. Allí leyó todas las palabras del Libro de la Alianza, que había sido encontrado en la casa del Señor. 31 El rey estaba de pie en su lugar habitual y pactó delante del Señor la alianza que los comprometía a seguir al Señor, guardar sus mandamientos, sus preceptos y sus leyes con todo su corazón y con toda su alma, y a cumplir las palabras de la alianza, escritas en aquel libro.

32 Josías hizo que todos los que se encontraban en Jerusalén y en Benjamín ratificasen la alianza; y los habitantes de Jerusalén actuaron conforme a la alianza del Señor, Dios de sus padres. 33 Josías mandó quitar todas las abominaciones de los territorios israelitas, y exigió a todos los que se encontraban en Israel que sirviesen al Señor su Dios. Durante toda su vida ellos no dejaron de seguir al Señor, Dios de sus padres.

Josías celebró en Jerusalén la Pascua del Señor*

= 2 Re 23,21-24

35 1 Josías celebró en Jerusalén la Pascua del Señor: inmolaron al cordero pascual en el día décimo cuarto del primer mes. 2 Restableció a los sacerdotes en sus cargos y los alentó en el servicio de la casa del Señor. 3 Luego dijo a los levitas que instruían a todo Israel y estaban consagrados al Señor: “Depositen el Arca santa en el Templo que edificó Salomón, hijo de David, rey de Israel; ya no tendrán que llevarla sobre sus hombros, sino que ahora estarán al servicio del Señor su Dios y de su pueblo Israel. 4 Dispónganse por familias paternas, según sus clases, de acuerdo con lo que el rey David y su hijo Salomón redactaron por escrito. 5 Ocupen sus puestos en el santuario, por turnos, al servicio de las familias paternas y de sus parientes, los hijos del pueblo, de forma que a cada familia paterna le corresponda un grupo de levitas. 6 Inmolen al cordero pascual, santifíquense ustedes mismos y preparen la Pascua para sus hermanos, para cumplir las palabras del Señor por medio de Moisés”.

7 Josías proveyó a los hijos del pueblo y a todos los presentes de ovejas, corderos y cabritos, todos para víctimas pascuales, en número de treinta mil; y también bueyes, en número de tres mil. Todo esto de la propiedad del rey. 8 Y sus oficiales contribuyeron voluntariamente en favor del pueblo, de los sacerdotes y de los levitas. Jelcías, Zacarías y Yejiel, príncipes de la casa de Dios, dieron para los sacerdotes, dos mil seiscientas ovejas como víctimas pascuales y además trescientos bueyes. 9 Conayas, y sus hermanos Semeyas y Natanael, Jasabías, Yeiel y Yozabad, jefes de los levitas, proveyeron a los levitas de cinco mil víctimas pascuales y quinientos bueyes.

10 Organizado el servicio, los sacerdotes ocuparon sus lugares habituales y los levitas sus divisiones, según la orden del rey. 11 Inmolaron a las víctimas pascuales; los sacerdotes rociaban su sangre mientras los levitas desollaban a las víctimas. 12 Ponían aparte los holocaustos, para entregarlos a las secciones de las familias paternas de los hijos del pueblo, para que los ofrecieran al Señor, según está escrito en el libro de Moisés. Así también hicieron con los bueyes. 13 Asaron a las víctimas pascuales en el fuego, según lo prescrito, cocieron las ofrendas en vasijas, ollas y sartenes y las sirvieron rápidamente a todos los hijos del pueblo. 14 Finalmente prepararon las ofrendas para sí mismos y para los sacerdotes, porque los sacerdotes, hijos de Aarón, habían estado ocupados en ofrecer los holocaustos y la grasa hasta la noche; por eso los levitas prepararon las ofrendas para sí mismos y para los sacerdotes, hijos de Aarón.

15 Los músicos, descendientes de Asaf, ocupaban sus lugares habituales, según lo prescrito por David, Asaf, Emán y Yedutún, vidente del rey. Los porteros también ocupaban su puesto en cada puerta: ninguno tuvo que abandonar su puesto porque sus hermanos levitas prepararon la Pascua para ellos.

16 Así se organizó aquel día todo el servicio del Señor para celebrar la Pascua y ofrecer los holocaustos sobre el altar del Señor, según lo prescrito por el rey Josías. 17 Los israelitas que estaban presentes celebraron la Pascua en aquella ocasión y también la fiesta de los panes ácimos durante siete días. 18 No se había celebrado una Pascua como aquella desde el tiempo del profeta Samuel; tampoco en el período de los reyes de Israel se había celebrado una Pascua como la que celebró Josías, con la presencia de los sacerdotes, de los levitas, de todo Judá e Israel y de los habitantes de Jerusalén. 19 Esta Pascua se celebró en el año décimo octavo del reinado de Josías.

Josías no escuchó las palabras de Necao, a pesar de que venían de la boca de Dios

= 2 Re 23,25-30

20 Después de todo esto, cuando Josías había reorganizado el culto en el Templo, vino Necao, rey de Egipto, para combatir en Carquemis, junto al río Éufrates, y Josías salió a hacerle frente. 21 Entonces, Necao le envió mensajeros diciendo: “¿Qué tengo que ver contigo, rey de Judá? No vengo contra ti en este día, sino contra la casa con la cual estoy en guerra. Dios me ha dicho que me apresure. No te opongas a Dios, que está conmigo, no sea que te destruya”. 22 Pero Josías no quiso retirarse, sino que se preparó para luchar contra él. No escuchó las palabras de Necao, a pesar de que venían de la boca de Dios. Y marchó a luchar en la llanura de Meguido. 23 Allí, los arqueros dispararon contra el rey Josías, quien dijo a sus servidores: “Sáquenme de aquí, porque estoy gravemente herido”. 24 Sus servidores lo sacaron del carro y lo subieron a un segundo carro que tenía. Lo llevaron a Jerusalén, donde murió, y lo sepultaron en los sepulcros de sus padres. Todo Judá y Jerusalén hicieron duelo por Josías. 25 El profeta Jeremías compuso una lamentación sobre Josías, y todos los músicos, hombres y mujeres, hablan de él hasta el día de hoy en sus cantos fúnebres. Estos cantos se han hecho tradicionales en Israel y están escritos en las Lamentaciones.

26 El resto de los hechos de Josías, sus obras piadosas, según lo escrito en la Ley del Señor, 27 y sus hechos, desde el inicio hasta el final, están escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá.

La población del país tomó a Joacaz y lo proclamó rey*

= 2 Re 23,30-34

36 1 Entonces, la población del país tomó a Joacaz, hijo de Josías, y lo proclamó rey en lugar de su padre en Jerusalén. 2 Joacaz tenía veintitrés años cuando comenzó a reinar y reinó tres meses en Jerusalén. 3 Pero el rey de Egipto lo hizo prisionero en Jerusalén e impuso un tributo sobre el país: tres mil cuatrocientos kilos de plata y treinta y cuatro kilos de oro. 4 Luego, el rey de Egipto nombró rey sobre Judá y Jerusalén a Eliaquín, hermano de Joacaz, y le cambió el nombre por el de Joaquín. En cambio, a Joacaz, Necao lo tomó preso y lo llevó a Egipto.

Joaquín hizo lo malo a los ojos del Señor

= 2 Re 23,35-37; 24,1-6

5 Joaquín tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar y reinó once años en Jerusalén. Hizo lo malo a los ojos del Señor, su Dios. 6 Nabucodonosor, rey de Babilonia, marchó contra él y lo sujetó con cadenas de bronce para llevarlo a Babilonia. 7 Nabucodonosor se llevó también a Babilonia algunos de los utensilios de la casa del Señor y los depositó en su palacio de Babilonia. 8 El resto de los hechos de Joaquín, las abominaciones que cometió y todo de lo que se le acusó, están escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá; en su lugar reinó su hijo Jeconías.

Jeconías hizo lo malo a los ojos del Señor

= 2 Re 24,7-16

9 Jeconías tenía ocho años cuando comenzó a reinar y reinó tres meses y diez días en Jerusalén. Y también hizo lo malo a los ojos del Señor. 10 Al comienzo del año, Nabucodonosor, rey de Babilonia, envió por él y lo deportó a Babilonia con los utensilios preciosos de la casa del Señor, y nombró a su pariente Sedecías, rey sobre Judá y Jerusalén.

Sedecías hizo lo malo a los ojos del Señor

= 2 Re 24,18-20; 25,1-7; Jr 52,1-3

11 Sedecías tenía veintiún años cuando comenzó a reinar y reinó once años en Jerusalén. 12 Hizo lo malo a los ojos del Señor, su Dios, y no hizo caso al profeta Jeremías, que hablaba de parte del Señor. 13 Sedecías también se rebeló contra el rey Nabucodonosor, a pesar de que él le había hecho jurar fidelidad por Dios, pero se volvió testarudo y de corazón obstinado, antes que convertirse al Señor, Dios de Israel. 14 También todos los jefes de los sacerdotes y del pueblo multiplicaron sus infidelidades, según todas las abominaciones de los extranjeros y contaminaron la casa del Señor, que se había consagrado en Jerusalén. 15 A pesar de que el Señor, Dios de sus padres, envió una y otra vez mensajeros en favor de ellos, porque tenía compasión de su pueblo y de su morada, 16 ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y pusieron en ridículo a sus profetas, por lo cual la ira del Señor explotó contra su pueblo, hasta tal punto que no hubo remedio.

Prendieron fuego al templo de Dios, derribaron las murallas de Jerusalén

= 2 Re 25,8-21

17 Entonces, Dios hizo subir contra ellos al rey de los caldeos quien asesinó a sus jóvenes por la espada en el Templo, sin tener compasión de nadie, ni joven ni virgen, ni a viejo o canoso; a todos los entregó en sus manos. 18 Se llevó a Babilonia todos los objetos de la casa de Dios, grandes y pequeños, los tesoros de la casa del Señor y los tesoros del rey y de sus dignatarios; todo se lo llevó a Babilonia. 19 Prendieron fuego al templo de Dios, derribaron las murallas de Jerusalén, incendiaron todos sus palacios y destruyeron todos los objetos valiosos que había en ella. 20 Llevó al exilio en Babilonia al resto que escapó de la espada; ellos se convirtieron en los sirvientes de los caldeos y de sus hijos, hasta que arribó el reino de los persas.

21 Hasta el día en que se cumplió la palabra del Señor por medio de Jeremías, la tierra disfrutó de su descanso sabático: descansó todos los días de su desolación hasta cumplir setenta años.

El Señor movió el espíritu de Ciro

= Esd 1,1-3

Jr 25,11-12; 29,10

22 En el año primero de Ciro, rey de Persia, para que se cumpliera la palabra del Señor pronunciada por Jeremías, el Señor movió el espíritu de Ciro, rey de Persia, quien hizo proclamar en todo su reino, y también por escrito, este edicto: 23 “Así dice Ciro, rey de Persia: ‘El Señor, Dios del cielo, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha encomendado edificarle un Templo en Jerusalén, que está en Judá. Quien de entre ustedes forme parte de su pueblo, que regrese, y que el Señor su Dios esté con él’”.

* 1,1-18. Para la estructura literaria, ver la Introducción a los libros de Crónicas. En el ciclo sobre Salomón, el Cronista presenta textos casi idénticos, en general, a sus paralelos de Reyes, pero en ocasiones con divergencias que acentúan elementos, corrigen datos o llenan vacíos. Se inicia con la afirmación de que Dios estaba con Salomón y engrandecía su reinado (1,1). Relata la manifestación de Dios al rey en el santuario de Gabaón, de alguna forma justificando el culto en ese lugar, porque allí se encuentra la Tienda del Encuentro que Moisés hizo en el desierto por orden divina. Salomón pide sabiduría para saber gobernar con justicia (1,2-13). Omite que la visión haya sido un sueño (1 Re 3,15). El capítulo concluye con noticia sobre sus riquezas, fruto de la promesa divina en la teofanía, y sobre sus carros y caballos (2 Cr 1,14-18). También omite el relato del juicio del rey sabio, que en el paralelo (1 Re 3,16-28) sigue a la teofanía, quizá para liberar de la interacción del rey con dos prostitutas.

* 2,1-17. A partir de este capítulo, el centro de interés estará en la construcción y dedicación del Templo. Comienza con la descripción de las relaciones diplomáticas de Salomón con Jirán, rey de Tiro. El rey adquiere madera de cedro para el Templo y recibe la ayuda de un artesano calificado, Jirán-Abí, con ascendencia materna judía. El Cronista se explaya en detalles relativos al culto que reflejan su interés por las cuestiones litúrgicas (2,1-15). La leva de trabajos forzados no es de israelitas, sino solo de extranjeros residentes en el país (2,16-17; 8,7-9).

* 3,1-17. El Cronista identifica el lugar donde se levantará el Templo con el monte Moría, relacionándolo con el campo de Arauná, el jebuseo (3,1). El resto del relato (3,2-17) es una especie de resumen breve y menos preciso que el paralelo sobre la construcción del Templo. El Cronista omite mencionar, en este contexto, la construcción del palacio del rey Salomón, así como tampoco se refiere a su mujer, la hija del Faraón; son datos negativos que el autor evita; así resalta más la religiosidad de Salomón, presentándolo preocupado exclusivamente de la mayor gloria divina.

* 4,1-22. Presentación más breve que la narración paralela de los trabajos llevados a cabo sobre el altar, el mar de bronce y otros utensilios. En particular, el autor omite la sección dedicada a la confección de las dos columnas de bronce. Pero sí concede espacio a la descripción del mar de bronce, destinado a las purificaciones rituales de los funcionarios del culto, posible indicio del gran interés del Cronista por temas vinculados a la pureza cultual. El listado final de los objetos confeccionados está más resumido.

* 5,1-14. El Cronista resume y reformula la narrativa de 1 Re 8 conforme a sus puntos de vista. En primer lugar y antes del Arca, menciona los objetos del tesoro del Templo que David había preparado. En segundo lugar describe el traslado del arca de la Alianza, señalando que quienes la transportaban eran los sacerdotes levitas (5,5). Además hace hincapié en la purificación de los sacerdotes y se extiende en la descripción del acompañamiento musical. El Señor toma posesión de su Templo con su gloria que lo llena.

* 6,1-42. La oración comienza con una bendición a Dios para alabarlo por su benevolencia, algo característico del Cronista que da gran importancia a la bendición litúrgica. La plegaria continúa con un recuento histórico que incluye el éxodo del país de Egipto, la elección divina de la ciudad de Jerusalén y de la dinastía davídica. Luego, al igual que su versión paralela, el orante desarrolla una serie de intercesiones redactadas siempre bajo la figura de casos hipotéticos en los que Israel se haría merecedor del castigo divino. Dios ha de prestar atención desde su verdadera morada, el cielo. En esas intercesiones hay alusión al exilio (6,25) y a los extranjeros que acuden a orar al Templo (6,32-33) con una tendencia universalista en cuanto a la salvación, si bien la formulación del pasaje, como la de Reyes, parece insinuar que los no israelitas están autorizados para rezar «en dirección» a la casa de Dios, pero no en su interior.

* 7,1-22. Al concluir la oración de consagración, desciende fuego del cielo que consume el holocausto (7,1a); escena original del Cronista, que recuerda los milagros de Elías, en particular la contienda con los profetas de Baal en el Carmelo. Este pasaje también se caracteriza por la repetición de un estribillo que canta el amor eterno de Dios (7,3.6). Salomón es el único rey que habla directamente con el Señor, todos los demás precisan de profetas para comunicarse con Dios. En Crónicas, las teofanías del ciclo sobre Salomón son solo dos (y no cuatro). En esta segunda (7,12-22), el contenido del mensaje es doble: una promesa dirigida a Israel, si se humilla o se convierte, y la renovación de la promesa a David, condicionada a la fidelidad del rey en la observancia de la Ley. Con esto los lectores originales entendían el porqué del exilio y de la interrupción de la dinastía davídica en Jerusalén.

* 8,1-18. Con una breve frase, el Cronista despacha el tema de la construcción del palacio real (8,1b), que en el paralelo de Reyes representaba una suerte de rivalidad con la edificación del Templo y que no servía a una buena imagen religiosa de Salomón. Luego, presenta como signo de poderío militar y económico del rey las construcciones de ciudades fortificadas y de almacén para víveres, procedentes quizá de los impuestos, incluso en el Líbano, un territorio nunca mencionado como parte del imperio de Salomón (8,1-6). De nuevo se subraya que la mano de obra en las construcciones no fue de israelitas, sino de extranjeros (8,7-10; ver 2,16-17). El capítulo prosigue con un resumen descriptivo del culto en ese tiempo, y que incluye una breve mención de la hija del Faraón, que deja el palacio de David, donde estuvo el arca de la Alianza; así se evita la profanación (8,11-16). Por último, refiere la expedición conjunta de Salomón con Jirán, rey de Tiro, realizada al país de Ofir (8,17-18), país de difícil identificación, pero sinónimo de fuente de riquezas: «El oro de Ofir». Esto sirve de introducción para la narrativa del siguiente capítulo.

* 9,1-31. En la primera parte (9,1-12), la visita de la reina de Sabá es muy similar en el relato a su paralelo en Reyes. En ambos textos la reina, más que un personaje real, es una personificación de la “Señora Sabiduría” (Prov 1,20-33; 31,10-31), poseedora de grandes riquezas y que, a su vez, enriquece a quien la posee; al provenir de tierras lejanas y misteriosas, es difícil de alcanzar la sabiduría. La segunda parte (2 Cr 9,13-28), también semejante a su paralelo, describe las grandes riquezas y las extravagancias de la corte real, como los escudos de oro, el trono del rey que, según el autor, no tiene parangón en todo el mundo antiguo. Toda esta riqueza es asociada a la sabiduría del rey y a su supremacía militar representada por sus muchos carros y caballos. De esta manera concluye, casi abruptamente el ciclo sobre Salomón (9,29-31), omitiendo el relato de la idolatría del anciano rey, cuyo corazón ha sido pervertido por sus muchas mujeres extranjeras (1 Re 11).

* 10,1-19. Separación de los reinos de Judá e Israel. En grandes líneas, el autor sigue de cerca la versión del paralelo (1 Re 12), pero dejando unas cosas en el aire, sin explicarlas, como la alusión a la profecía de Ajías en 10,15, ya que omitió ese pasaje (1 Re 11,29-39). También calla lo referente a los becerros de oro en los dos santuarios de Israel, el llamado «pecado de Jeroboán, hijo de Nebat», muy importante en Reyes. El motivo parece ser la falta de interés del autor en relación a los eventos que involucran a los monarcas del Reino del Norte, a los que ignora voluntariamente. Su frase final es lacónica: «Israel se rebeló contra la casa de David hasta el día de hoy» (2 Cr 10,19).

* 11,1-23. Este pasaje es una amalgama de textos conocidos sobre Roboán en su versión paralela, complementados con otros trabajados por el Cronista. Por ejemplo, la noticia referente a las ciudades fortificadas por el rey, muy similar a pasajes del ciclo sobre Salomón. Un interés particular se desarrolla en 2 Cr 11,13-17 por la figura de los levitas congregados por Roboán y partidarios de él en Jerusalén, al mismo tiempo que expulsados por Jeroboán del reino de Israel con una escueta alusión al culto instituido por él en Betel (11,15). El autor desarrolla con amplitud el tema de la familia de Roboán, en particular al subrayar que desposó a una pariente suya, perteneciente a la misma familia de David (11,18.20).

* 12,1-16. El Cronista se extiende más en la invasión de Sesac, faraón de Egipto, castigo divino por la infidelidad de Roboán (12,5); introduce un oráculo profético, destinado a resaltar el valor que tiene la conversión y a mostrar la gran diferencia que existe entre el servicio a Dios y el vasallaje a los monarcas terrenales (12,7-8). El capítulo concluye con una noticia redactada en estilo similar a los resúmenes finales de cada reinado en el libro de Reyes, y que también empleará el Cronista con diversas variaciones (12,13-16).

* 13,1-23. El reinado de Abías, brevemente narrado en su paralelo, motiva al Cronista a presentar una versión más extensa de su batalla contra Jeroboán. En primer lugar, Abías culpa a Jeroboán, de alzarse contra el reinado del Señor presente en el descendiente davídico, cuando Dios está por Judá que cumple cabalmente sus disposiciones cultuales, mientras los del Norte se han apartado de su seguimiento (13,5-12). En segundo lugar, el autor describe el desarrollo del enfrentamiento, bajo la forma de una emboscada fallida de la que Abías saca ventaja y logra incluso conquistar varias ciudades de Jeroboán (13,13-20).

* 14,1-14. También el relato del reinado de Asá, calificado muy positivamente por promover el culto auténtico y la observancia de la Ley, es más breve en la versión paralela. El Cronista lo amplía y narra una confrontación bélica entre Asá, rey de Judá, y Zéraj, rey de Etiopia, sin saberse cuál es su fuente de información. El relato evidencia fuertes tendencias a caer en lo fantástico e irreal, como la noticia de una fuerza armada compuesta por un millón de individuos (14,8), una cifra imposible. La victoria final de Judá es presentada como fruto de la acción divina, debida a la oración del rey (14,11), sin relatar ningún pormenor de la estrategia de Asá, dejando al lector que se imagine el resto.

* 15,1-19. Un profeta desconocido, Azarías, en un momento de inseguridad y de guerras, invita al rey y a Israel, errante entre las naciones, a buscar al Señor. Esto suscita una reforma que incluye una renovación del culto en Jerusalén, con la destrucción de objetos idolátricos, y la reunión allí de todo el pueblo, incluso de las tribus del Norte, a fin de sellar una alianza conjunta con el Señor. Al final hay un resumen de la situación cultual que contiene rasgos típicos de otros textos similares.

* 16,1-14. Sigue el reinado de Asá, rey de Judá, El autor narra con mayores detalles la guerra que enfrenta a los reyes de Israel y Judá, y las tratativas de este último con el rey arameo para conseguir su apoyo en estas contiendas. Además, transmite un mensaje del profeta Jananí al rey de Judá, echándole en cara su puesta de confianza en el rey arameo y su desconfianza en el Señor; esto disgusta tanto al monarca, que lo manda encarcelar. Incluye también una noticia sobre Asá oprimiendo a algunos miembros del pueblo, por lo que su valoración es menos positiva que en el paralelo.

* 17,1-19. Josafat es un rey fiel, preocupado de seguir los caminos del Señor. El autor incluye una noticia inédita sobre la actividad de varios enviados del rey, entre ellos unos levitas, predicadores itinerantes, que instruyen a Judá en el libro de la Ley de Dios. Concluye con un pasaje que describe la administración de su gobierno, como la de un segundo Salomón, porque, como él, acumula riquezas y prestigio internacional, realiza además una labor constructora similar y recibe tributos de otros países. El Cronista, conforme a su estilo, incluye un recuento de las fuerzas militares, similar a las listas y censos que figuran en capítulos anteriores.

* 18,1-34. Josafat se vincula en matrimonio con la familia de Ajab de Israel; mientras que en el libro de Reyes, es su hijo Jorán quien contrae matrimonio con una hija de Ajab, Atalía (2 Re 8.18.26; 11,1-16). El relato de la consulta a los profetas y al profeta Miqueas, hijo de Yimlá, es muy similar a su paralelo, donde se enfrenta la profecía falsa con la verdadera. Miqueas, verdadero profeta, anunciará no lo que el rey quiera, sino lo que el Señor diga. Quizá lo más llamativo es que habiendo sido tan positiva la valoración de Josafat, este relato presente al rey en alianza y colaboración con Ajab, rey de Israel, representante más recalcitrante del culto a Baal y de la idolatría en general (1 Re 16,29-34). Otro dato fundamental en esta sección es que el Cronista, al omitir la presentación de los reyes de Israel, deja afuera de su narración a las dos figuras proféticas más importantes del libro de Reyes: Elías (excepto en 2 Cr 21,12-15) y Eliseo.

* 19,1-11. El comportamiento ambiguo de Josafat, aludido en la nota anterior, es tematizado en boca del vidente Jehú al inicio del capítulo. En un segundo momento, el autor hace referencia a los jueces que el rey nombra para que administren con rectitud la justicia de Dios al pueblo. Pasaje similar al de los levitas, cuya función es instruir al pueblo (17,7-9); ambos relatos hacen alusión al lugar de la Ley en la vida de Judá, lo que implica una cierta equiparación entre el aspecto civil y religioso de la jurisprudencia: la Ley de Dios parece ser válida en ambos ámbitos. En este sentido, el Cronista se presenta claramente como partidario de una sociedad teocrática, donde quien realmente gobierna es Dios.

* 20,1-37. Material inédito que relata un conflicto armado de Judá con sus numerosos vecinos moabitas, amonitas y otros aliados. Incluye una oración de intercesión hecha por el rey antes de la batalla, en una asamblea de todo el pueblo, que hace eco a la de Salomón en la consagración del Templo, invoca la justicia divina, la victoria del único Dios, sobre las naciones enemigas. El levita Jazaziel recibe el espíritu de Dios para profetizar, anunciando la presencia de Dios que lucha por ellos que son menos. La descripción de la victoria, que se coinvirtió en una lucha suscitada por Dios entre los mismos enemigos, sucede cuando suenan los instrumentos y recuerda en cierta forma al relato de la toma de la ciudad de Jericó, en el momento en que suenan las trompetas (Jos 6,16-21). El Cronista también menciona la labor adjudicada a los levitas encargados de la música y la alabanza, resaltando así su interés por el culto y los levitas. 2 Cr 20 concluye con un resumen final del reinado de Josafat, que, aunque bueno, al final no hizo caso a Dios.

* 21,1-20. Reinado de Jorán, hijo de Josafat, que hizo el mal. El Cronista ofrece datos propios, como el haber eliminado a sus hermanos, posibles contrincantes, aunque él era el primogénito designado, y su padre había cuidado de proporcionar bienes a sus otros hijos, de tal manera que no ambicionaran el poder. También la carta de Elías al rey, anunciando el mal a Jorán y su enfermedad terminal como castigo por haberse dejado influenciar por la familia de Ajab, rey de Israel. Además, intercala noticias fragmentadas referentes a conflictos e invasiones donde el reino de Judá, por castigo divino, se ve enfrentado con los edomitas, filisteos, árabes y etíopes.

* 22,1-12. Reinado negativo de Ocozías, con algunas noticias propias del Cronista, como la mención del asesinato de todos sus hermanos a manos de unos árabes; parecería una constante en esta sección del libro, que todos los hermanos del rey sean asesinados. El autor recuerda la mala influencia que tuvo en él la casa de Ajab, rey de Israel, con quien estaba emparentado, por eso va a la guerra contra los arameos, como aliado de su pariente Jorán, rey de Israel, y ambos reyes son derrotados. Luego, se relata brevemente la conspiración de Jehú, amplísima en el paralelo; al parecer aquí solo tiene relevancia porque asesina a Ocozías. Finalmente, se narra cómo la reina madre, Atalía, usurpa el poder en Jerusalén, relato concordante en sus grandes rasgos con el del libro de Reyes.

* 23,1-21. Para el Cronista, la proclamación de Joás como rey es una gran confabulación contra Atalía, la usurpadora, de parte de todo el reino de Judá, con cierto protagonismo de los levitas. Se destaca el papel de los músicos y el mayor énfasis en la pureza cultual, ya que los sacerdotes y levitas son los únicos que pueden entrar al Templo; Atalía es asesinada en el palacio, no en el Templo, al igual que en el texto paralelo. Luego, el autor describe la reforma religiosa hecha por el sumo sacerdote Yoyadá con la destrucción del templo de Baal y una renovación del servicio de vigilancia del templo del Señor.

* 24,1-27. Los méritos del reinado inicial de Joás se atribuyen al sacerdote Yoyadá. En la visión del Cronista, sacerdotes y levitas deben recaudar fondos en todo el territorio para reparar el Templo, como ejemplo de la obligación de cuidar siempre del santuario. 2 Cr 24,14-16 acerca de la vida y muerte del sacerdote Yoyadá son propios del autor; por desgracia, muerto el sacerdote, cambia la actitud del rey. En medio de la infidelidad del rey Joás y de otros jefes, surgen voces proféticas llamando a la conversión, como la de Zacarías, hijo de Yoyadá, que es asesinado, recordándose esto en los evangelios (Mt 23,35). Como castigo divino, los arameos invaden el país y el rey Joás es víctima de una conspiración organizada por sus propios ministros.

* 25,1-28. Descripción del reinado de Amasías, con aportaciones propias del Cronista, como la conscripción de los aptos para la guerra, lo mismo que la contratación de fuerzas mercenarias de origen israelita y la presencia de profetas. Quizás a causa de estos datos nuevos olvida el indicar al inicio que esa campaña es contra los edomitas (los hijos de Seír: 25,11). El relato ejemplifica lo que es confiar verdaderamente en el Señor, renunciando a las previsiones humanas (25,5-12). Luego hay otro pasaje propio del autor mencionando la idolatría del rey Amasías (25,14-16); quizá esa infidelidad y su soberbia tendrían la función de explicar la derrota que sufre contra Israel (25,17-24). El capítulo concluye con el usual resumen final (25,25-28).

* 26,1-23. Ozías, rey de Judá, llamado también Azarías (nota a 2 Re 14,21), es catalogado bien al principio, debido a la influencia del sacerdote Zacarías; aunque al final, no sucede así. El autor presenta la capacidad bélica del reino de Judá, haciendo referencia a las fortificaciones, al ejército regular y a la maquinaria de guerra instalada en Jerusalén (2 Cr 26,15), primera mención de esto en Jerusalén en textos del AT. Después se refiere a la soberbia del rey a raíz de sus éxitos, que se manifiesta en su intención de ejercer funciones cultuales, que eran exclusivas de los sacerdotes; por este motivo, Dios lo castiga con lepra (26,16-20). Así el resumen final presenta al rey viviendo aislado, como corresponde a la teología de la separación de lo puro e impuro, mientras el reino es administrado por su hijo Jotán, futuro sucesor (26,21). Se desconoce la fuente citada en 2 Cr 26,22; el nombre del rey es lo único que aparece en encabezados del libro de Isaías (Is 1,1; 6,1; 7,1).

* 27,1-9. El reinado de Jotán es descrito breve y positivamente. Reparó construcciones en Jerusalén; edificó ciudades y fortalezas en la zona rural; venció a amonitas, de quienes recibió tributos, por lo menos, durante tres años. Conforme al Cronista su éxito dependió de su conducta delante de Dios.

* 28,1-27. El reinado de Ajaz de Judá es evaluado negativamente desde un principio. Practica la idolatría de muchas formas hasta llegar a inmolar a sus hijos. A continuación, en el contexto de la guerra siro efraimita, de Damasco e Israel contra Judá, se relatan sus derrotas, modificando la versión de Reyes y añadiendo novedades, como el hecho de que a instancias del profeta Oded, los prisioneros de Judá son devueltos con atenciones humanitarias. Termina, también con divergencias a su texto paralelo, narrando los esfuerzos desesperados de Ajaz por ganarse la protección del rey de Asiria o de los dioses de los arameos. Se trata de una búsqueda estéril que irónicamente concluye con una mayor exposición del rey al castigo divino.

* 29,1-36. El Cronista dedica cuatro capítulos a Ezequías, muy buen rey; en este, con excepción de los dos primeros versos, el resto del material es inédito. Es un informe de la reforma profunda del culto llevada a cabo por el rey. Narra la reapertura del Templo, que había estado clausurado para el culto (29,7; ver 28,24). Acto seguido, comisiona a los levitas la purificación exhaustiva de las dependencias de la casa de Dios. En su discurso, Ezequías evidencia que los males sobrevenidos a Israel son producto de la infidelidad cultual. La tarea de purificación desemboca en un gran holocausto organizado por el rey en conjunto con los sacerdotes y levitas. Por último, concluye mostrando cómo Ezequías reorganiza el culto en el Templo, volviendo a asignar tareas y supervisando que todo se realice respetando las normas y preceptos.

* 30,1-27. Texto propio del Cronista inspirado en la versión paralela de la Pascua de Josías (1 Re 23,21-30). Ezequías toma la iniciativa de celebrar esa fiesta, un mes después de su fecha ordinaria, y para eso quiere congregar en Jerusalén a todo Israel, desde Bersebá hasta Dan, límites del sur y del norte, y envía emisarios por todo el territorio portando cartas, invitando a la conversión, apoyados en la misericordia divina. La reacción de muchos no fue la deseada. Luego se describen las ceremonias de la fiesta, con la inmolación del cordero pascual, el protagonismo de los levitas y sus funciones, conforme a la perspectiva del autor. Presenta al rey como intercesor (2 Cr 30,18-20), lo que resulta llamativo, porque implica incluso pasar por alto los preceptos de la Ley. Lo excepcional de esta celebración es su duración, prácticamente el doble de una Pascua normal, por la gran cantidad de sacrificios ofrecidos, de participantes, incluyendo extranjeros, y por la alegría desbordante que la caracteriza.

* 31,1-21. De nuevo un capítulo propio del Cronista con la temática focalizada en el culto y en las reformas de Ezequías. Primero describe las reformas cultuales promovidas en el área rural. A continuación refiere la reorganización del orden sacrificial y el sistema de manutención de los funcionarios religiosos. Dedica un apartado importante al diezmo de las cosechas y del ganado mayor y menor, destinados para sustentar el Templo, y que trae la bendición a su pueblo. Una vez más, el autor proporciona los nombres de los levitas encargados, en especial de la distribución de las raciones de alimentos; así quiere inculcar la importancia que la ley adjudica a la conservación y mantención del culto y sus responsables. El éxito del rey se explica por su fidelidad a la Ley y al culto, buscando de todo corazón a Dios.

* 32,1-33. Último capítulo dedicado a Ezequías. Es la invasión de Senaquerib contra Judá con datos similares a los del libro de Reyes, pero con omisiones y cambios. Silencia el fuerte tributo pagado por Ezequías (2 Re 18,14-16), muy probable causa por la que el rey asirio levanta el asedio. Añade información sobre las reparaciones de la muralla de Jerusalén, el bloqueo de las fuentes de aguas para impedir el aprovisionamiento del ejército invasor y un discurso del rey invitando al pueblo a confiar en el Señor (2 Cr 32,2-8; Is 22,8-11). En la embajada del rey asirio, no habla del Copero, sino de los «servidores» del rey, con un mensaje similar al del libro de Reyes (2 Cr 32,9-16). Menciona la carta de Senaquerib a Ezequías, subrayando la injuria al Dios de Israel, pero sin hablar de su lectura en el Templo (32,17-19). Coincide con el corto relato sobre la salvación milagrosa de la ciudad de Jerusalén con una mención, casi casual, del profeta Isaías (32,20-23). Concluye con un resumen de materiales de Reyes: la enfermedad y sanación milagrosa de Ezequías; la embajada de los emisarios del rey de Babilonia, y la nota final sobre su muerte (32,24-33).

* 33,1-25. Reinado de Manasés infiel, porque, entre otras cosas, inmoló a sus hijos en el valle de Ben-Hinón, y levantó una imagen idolátrica en el Templo (33,1-10). Pero la novedad del Cronista, ausente del paralelo de Reyes, es que luego narra una derrota del rey, su deportación y su conversión reconociendo que el Señor de Israel es el único Dios; al regresar convertido a Jerusalén, enmienda sus errores cometidos (33,11-17). Los datos resultan imposibles de confirmar en su historicidad a pesar de que hay un libro apócrifo sobre la oración de Manasés arrepentido. Quizá con esta conversión, el autor trata de explicar un dato del relato paralelo en Reyes que podría chocar a la mentalidad de aquellos tiempos: ¿por qué Manasés, siendo tan infiel y sanguinario, reinó tanto tiempo? En la mentalidad de la retribución terrena, ya que no conocían la vida eterna, esto resultaba contradictorio; solo una conversión podría explicar su reinado tan prolongado. Se concluye con la noticia de su muerte (33,18-20). El relato sobre su hijo Amón es muy breve. La única noticia sobresaliente es el hecho de que no se convirtió como su padre (33,21-25).

* 34,1-33. El Cronista comienza describiendo los méritos del reinado de Josías, en especial lo concerniente a la purificación del culto (34,1-7). A continuación, narra la reparación del Templo, que, como en la versión de Reyes, va de la mano con la descripción del hallazgo del libro de la Ley. Así mismo, adjudica a la profetisa Juldá el mismo papel preponderante que tiene en su paralelo (34,8-28). El pasaje concluye con la lectura del libro por parte de Josías a toda la asamblea con el compromiso de acatar la Ley, renovando la alianza (34,29-33). El relato de Crónicas es más breve y con un colorido narrativo más pálido que el paralelo de Reyes.

* 35,1-27. La fiesta de Pascua (35,1-19), comienza con el traslado del Arca al Templo, en parte similar a los del ciclo de David y Salomón, asignando como siempre un papel fundamental a los levitas, encargados de los sacrificios, de la música litúrgica y de la vigilancia del Templo. En seguida describe la modalidad del sacrificio pascual y el banquete correspondiente, para el pueblo, y luego para los funcionarios del culto. En la segunda sección (35,20-27), el Cronista presenta su versión de la muerte de Josías, siguiendo el texto del libro de Reyes, pero introduciendo algunas variantes como, por ejemplo, un mensaje divino por parte del faraón para que Josías desista en su intento y una mención de las elegías que se cantaban en Israel a su memoria. El elemento nuevo importante es el supuesto pecado de Josías al no escuchar la voz de Dios a través del faraón; eso explicaría la muerte trágica de este rey que fue tan fiel a Dios; como, por el contrario, la conversión de Manasés parece justificar su largo reinado.

* 36,1-23. Los cuatro últimos reyes de Judá, por lo menos tres de ellos deportados y dos con reinados muy breves, producen en el lector la impresión de que los hechos se precipitan velozmente hacia su fin. Primero sometidos a Egipto, luego a Babilonia, quien se constituye en el dominador. El último rey es Sedecías, que reina once años, al cabo de los cuales se rebela contra el rey de Babilonia. Todo el pasaje desemboca en la destrucción de la ciudad de Jerusalén y del Templo, así como en la deportación de la población, con una breve reflexión que explica los acontecimientos por la infidelidad a Dios y la falta de escucha de su palabra dirigida por los profetas. El Cronista simplifica los hechos, renunciando a hacer una descripción en detalle. Pero al mismo tiempo, el autor incorpora un momento de especial poesía al comparar el tiempo del exilio al descanso sabático de la tierra, en el día consagrado por entero al Señor (36,21). Una modificación importante en relación a la versión de Reyes, es que no relata la liberación de Jeconías, sino introduce la mención del edicto de Ciro, rey de Persia, promoviendo el retorno de los exiliados. Así, el autor coloca una nota de esperanza a la vez que crea un puente hacia el libro de Esdras que comienza con las mismas palabras con que termina este.