Introducción
El texto ofrece muy pocos datos sobre el autor del libro. El encabezamiento redaccional (Ez 1,2-3) presenta a Ezequiel como miembro de una familia sacerdotal que vive en Babilonia en el quinto año después que Jeconías fue deportado a Babilonia en el octavo año de Nabucodonosor (597 a. C.; cfr. 2 Re 24,12.15). Ezequiel se muestra como un profeta ortodoxo, respetuoso de las tradiciones de Israel y del Templo, y defensor de la monarquía davídica. Aparece también como el responsable de una síntesis ética entre responsabilidad personal, colectiva y generacional, e integra una concepción de Dios fuente del castigo pero también de la misericordia (Ez 18; 33,10-20).
Sucesivas dataciones del libro harán referencia siempre a la fecha de la deportación de Jeconías. Ezequiel se encuentra en Babilonia junto con los hombres de Judá llevados cautivos durante esa primera deportación. Más adelante se menciona el año de la caída de Jerusalén (586 a. C.), que coincide con el destierro de Sedecías y la segunda deportación (33,20-21).
Los datos geográficos aluden al Quebar, un canal del río Éufrates y a Babilonia o Caldea (cfr. Is 47,1.5; 48,14; Jer 25,12; 50,1; 51,35), donde habitaban los exiliados de Judá (Ez 1,3; 11,24).
Las referencias a Jerusalén no permiten saber si Ezequiel ejerció en ella su ministerio, o si todas sus visitas fueron siempre “en visión” (cf. 8,3s.).
Los destinatarios del libro son los hombres de Judá llevados a Babilonia en la primera y en la segunda deportación (años 597 y 586 a. C., respectivamente), a los cuales debe reprender por su comportamiento pasado, consolarlos por el estado de cautividad presente, y darles esperanzas para el futuro.
En cuanto al origen y composición del texto actual, hay numerosas hipótesis: desde la que considera el libro como obra unitaria, escrita por el mismo Ezequiel en el tiempo indicado por la cronología interna de libro, hasta la que defiende que solo unos pocos versículos pertenecen al profeta, y que la obra llegó a su forma actual después de sucesivas labores redaccionales.
Entre los problemas y las diferentes inquietudes que afronta y responde el libro, emerge una preocupación central: la de reanimar la esperanza de una nación sometida a una grave crisis religiosa, política y cultural. Las clases dirigentes, autoridades y sacerdotes deben reconocer que todo lo acontecido no es solo consecuencia del espíritu de dominación o de las tentaciones imperiales de las potencias del tiempo (Asiria, Egipto o Babilonia). Tampoco es la consecuencia de la avidez económica de otras naciones (Tiro y Sidón), ni el resultado de la sumisión al poder dominante de las naciones pequeñas vecinas (Edom, Moab, Amón) para sacar partido de la situación. Ni siquiera se puede atribuir toda la culpa a la maldad ética de los gobernantes, propios o extranjeros. El destino de un pueblo depende de su propia responsabilidad, de los comportamientos justos o equivocados en todos los órdenes, sea el moral, el religioso o el político. Esta perspectiva general se retorna en diferentes textos para iluminar una u otra situación concreta.
Dios no es el culpable de los sufrimientos del pueblo. En la misma visión inaugural, las alusiones al relato de la creación de Gn 1 buscan restablecer la conciencia del orden fundamental de la creación, obra del único Dios. A esta imagen cósmica de la divinidad contribuye también la mención de seres mitológicos, los querubines, mezcla de animales y de hombres. Este Dios cósmico está atento a las necesidades humanas y se puede manifestar como el pastor de su pueblo.
Israel debe renunciar al pensamiento que los otros dioses (ídolos) son más capaces de salvarlo que su propio y único Dios, que lo formó y lo ha acompañado desde Egipto; la idolatría, descrita como “prostitución” (cf. Ez 16; 20; 23), es figura del sometimiento a otras naciones y de la pérdida de la identidad religiosa. Pero la idolatría tiene también formas más sutiles: hay una “idolatría del Templo”, de su capacidad de ser refugio de la nación necesitada de purificación (cf. Ez 8). Por eso Dios se presenta ya en la primera visión como un Dios cósmico y creador, no atado al Templo de Jerusalén, y capaz de abandonarlo para acompañar a los exiliados (cf. Ez 10-11).
Pero, para acudir al Señor y solicitar su ayuda, se deben cumplir ciertas condiciones: la conversión y la pureza de conciencia (cf. Ez 20), con un acento explícito en la responsabilidad personal (cf. 14,13-20; 18). La justicia (=santidad) de unos no puede cubrir la culpa de otros, ni la propia justicia puede considerarse una adquisición definitiva. Nadie puede sentirse seguro en las relaciones con Dios por cuanto ha hecho; pero tampoco el destino personal está determinado de tal modo que una conducta culpable no pueda encontrar una remisión posible (cf. 33,10-20).
Grandes principios éticos se repiten a menudo: el respeto a la vida y los bienes del prójimo, la rectitud en la conducta privada y sexual, el respeto de las leyes hacia los deudores, la generosidad con los necesitados, no oprimir al prójimo con la usura. Practicar la justicia y la equidad según las leyes del Señor, resume el comportamiento ético (cf. 18,6-9; 22). Una atención especial merece el derecho a la propiedad de la tierra, abandonada a la fuerza por los llevados al destierro, y es un problema ético y jurídico que toca a personas particulares y a la nación (cf. 11,14-21; 18; 33,23-29).
Largos pasajes son dedicados al castigo divino, que acontece por medios humanos: la “espada” (la guerra), a la cual siguen la peste, el hambre y las bestias feroces que ocupan el país desolado.
Ezequiel ha insistido sobre la propia responsabilidad de Israel en su destino, pero dedica los caps. 25 a 32 a anunciar el castigo de las naciones que han participado en su caída y destrucción. En el conjunto de la profecía, estos oráculos establecen que el Dios cósmico de la primera visión es también el Dios histórico, que sigue los acontecimientos humanos y compensa las acciones. Como resultado final, Israel recibe una promesa de supervivencia, mientras que los enemigos ancestrales desaparecen en la morada de los muertos y las sombras.
La visión final del Templo (Ez 40-48) representa esa esperanza de Israel. Un Templo magnífico y su culto organizado hasta en sus detalles, la preocupación por la justicia del príncipe en relación con el pueblo y una ecuánime distribución de la tierra, delinean un reino futuro que nunca existió. El mensaje de esta visión puede justificarse porque hombres y naciones necesitan de esperanzas, que nunca se realizan completamente, pero que permiten caminar hasta la fuente del agua viva (cf. Ez 47,1-12).
El libro de Ezequiel está organizado, en líneas generales, en cinco secciones:
Ezequiel
Contemplé una visión divina ¨
Gn 17,1; Éx 24, 16-17; 40, 34-35; 2 Re 24,10-16; Is 6,1-4; Ap 4-5.
1 1 En el año treinta, el día cinco del cuarto mes, cuando yo estaba en medio de los deportados, junto al río Quebar, se abrieron los cielos y contemplé una visión divina.
2 El día cinco del mes, en el quinto año de la deportación del rey Joaquín, 3 la palabra del Señor llegó al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzí, en el país de los caldeos, junto al río Quebar, y allí lo invadió la fuerza del Señor.
4 Yo miré, y vi que desde el norte venía un viento huracanado, una gran nube, a su alrededor resplandecía un fuego fulgurante, y en el centro del fuego destellaba algo así como un relámpago. 5 En medio del fuego se veía la figura de cuatro seres vivientes. Todos ellos tenían aspecto humano, 6 y cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas. 7 Sus piernas eran rectas y tenían pezuñas como las de un ternero, que resplandecían como el bronce bruñido. 8 Por sus cuatro costados, debajo de sus alas, tenían manos humanas. Los cuatro tenían alas iguales, 9 que se tocaban unas con otras. Al caminar no retrocedían, sino que cada uno avanzaba hacia adelante.
10 La figura de sus rostros era humana, y los cuatro tenían a su derecha rostro de león, a su izquierda rostro de toro, y atrás rostro de águila. 11 Así era el rostro de ellos. Sus alas estaban desplegadas hacia arriba: dos se tocaban entre sí y dos cubrían sus cuerpos. 12 Cada uno avanzaba hacia donde el espíritu lo impulsaba y al caminar no retrocedían.
13 Los seres vivientes tenían aspecto de brasas ardientes, como antorchas que iban y venían entre ellos. El fuego resplandecía, y desde el fuego salían relámpagos. 14 Los seres vivientes iban y venían como el rayo.
15 Yo contemplaba los seres vivientes cuando a los cuatro lados apareció una rueda en el suelo, junto a cada uno de ellos. 16 El aspecto de las ruedas y sus estructuras eran como un topacio: todas tenían el mismo aspecto por sus cuatro lados, y todas parecían estar encajadas una dentro de la otra. 17 Se desplazaban en las cuatro direcciones y no retrocedían. 18 Su circunferencia era enorme e imponente, y sus bordes, todo a su alrededor, estaban llenos de resplandores por sus cuatro lados. 19 Cuando los seres vivientes marchaban, las ruedas iban junto a ellos, y cuando los seres vivientes se elevaban del suelo, ellas se levantaban. 20 Avanzaban hacia donde el espíritu las impulsaba, y las ruedas se elevaban al mismo tiempo porque el espíritu de ese ser viviente estaba en ellas. 21 Las ruedas avanzaban cuando los seres vivientes avanzaban, y se detenían cuando ellos se detenían; y cuando se elevaban del suelo, también las ruedas se elevaban al mismo tiempo porque el espíritu de los seres vivientes estaba en ellas.
22 Sobre las cabezas de los seres vivientes había una plataforma resplandeciente como un cristal, extendida por encima de sus cabezas, que infundía temor. 23 Bajo la plataforma, sus alas estaban emparejadas unas con otras, y cada uno se cubría el cuerpo con dos de ellas. 24 Entonces escuché el batir de sus alas, un estruendo como de aguas caudalosas, como la voz del Todopoderoso. Cuando marchaban producían un ruido atronador, como un clamor de batalla, pero, cuando se detenían, ellos replegaban sus alas. 25 Y se oyó un estruendo.
26 Sobre la plataforma que estaba sobre sus cabezas había algo como un trono, que tenía el aspecto de una piedra de zafiro. Y por encima de esto que parecía un trono, hacia lo alto, había una figura como de un ser humano. 27 Entonces vi el destello de un relámpago, como el aspecto de un fuego que envolvía completamente esa imagen. Desde lo que parecía ser su cintura hacia arriba y de lo que parecía ser su cintura hacia abajo, yo veía a su alrededor como un fuego resplandeciente. 28 El aspecto de ese resplandor que lo rodeaba era como el arcoíris, que asoma entre las nubes en el día de lluvia. Este era el aspecto de la imagen de la gloria del Señor. Al verla, me postré y escuché una voz que hablaba.
Hijo de hombre, come este libro ¨
Dt 18,18; Is 6,9-13; 28, 9-13; Jr 1,9; Am 7,7-9; 8,1-3; Zac 5,1-4; Dn 10,11; Ap 3,1-3; 5,1
2 1 El Señor me dijo: “Hijo de hombre, levántate, porque voy a hablarte”. 2 Cuando me habló, un espíritu entró en mí, me hizo poner de pie y escuché al que me hablaba. 3 Él continuó: “Hijo de hombre, yo te envío a los israelitas, gente rebelde, que se ha rebelado contra mí. Sus padres se sublevaron contra mí hasta el día de hoy, 4 y sus hijos son obstinados y de duro corazón. Yo te envío para que les digas: ‘así dice el Señor Dios’. 5 Y te escuchen o no te escuchen, porque son un pueblo rebelde, sabrán que hay un profeta en medio de ellos.
6 En cuanto a ti, hijo de hombre, no les temas ni tengas miedo de sus palabras. Aunque sean como cardos y espinas para ti, y estés sentado ante escorpiones, no tengas miedo de sus palabras, ni te atemorices ante ellos, porque son un pueblo rebelde. 7 Al contrario, vas a proclamar mis palabras ante ellos, te escuchen o no te escuchen, porque son de naturaleza rebelde. 8 Y tú, hijo de hombre, escucha lo que yo te digo; no seas rebelde, como ese pueblo rebelde: abre tu boca y come lo que yo te doy”.
9 Entonces vi una mano extendida hacia mí que sostenía un libro. 10 Lo abrió ante mí y estaba escrito por ambos lados: contenía lamentaciones, gemidos y amenazas.
3 1 Él continuó: “Hijo de hombre, come lo que tienes delante. Come este libro y habla al pueblo de Israel”. 2 Yo abrí mi boca, él me hizo comer el libro, 3 y agregó: “Hijo de hombre, con este libro que yo te doy te alimentarás hasta saciarte”. Lo comí y en mi boca fue dulce como la miel. 4 Luego añadió: “Hijo de hombre, irás al pueblo de Israel para anunciarle mis palabras. 5 No eres enviado a un pueblo de un idioma que no se entiende, sino al pueblo de Israel; 6 ni tampoco a pueblos numerosos de lenguaje difícil cuyas palabras no entenderías. Si te enviara a ellos, con seguridad te escucharían. 7 En cambio el pueblo de Israel no querrá escucharte a ti, porque no hay nadie que quiera escucharme a mí. Todos ellos son tercos y de corazón obstinado. 8 Mira, he endurecido tu rostro y he hecho tu frente tan dura como la de ellos, 9 como el diamante que es más duro que una roca. No les temas ni te atemorices ante ellos porque son un pueblo rebelde”.
10 El Señor concluyó: “Hijo de hombre, escucha atentamente todas las palabras que te voy a comunicar, y guárdalas en tu corazón. 11 Después irás a hablar a los deportados, a los hijos de tu pueblo, y, te escuchen o no te escuchen, les dirás: ‘así dice el Señor Dios’”.
12 A continuación un espíritu me levantó y oí detrás de mí el estruendo de un gran terremoto cuando la gloria del Señor se elevó desde el lugar donde estaba. 13 El ruido era el de las alas de los seres vivientes al batir una contra otra, el de las ruedas al juntarse y el estruendo del gran terremoto. 14 Un espíritu me levantó y me arrebató. Anduve amargado y turbado en mi espíritu, mientras el Señor dejaba sentir su poder sobre mí. 15 Así llegué hasta la comunidad de deportados que estaban asentados en Tel Abib, junto al río Quebar, y durante siete días permanecí desolado en medio de ellos.
Te he constituido centinela del pueblo de Israel ¨
Ez 33,1-9; Is 21,6.8.11-12; Os 9,8; 2 Pe 2,21
16Al término de los siete días, la palabra del Señor me llegó de esta manera: 17 “Hijo de hombre, te he constituido centinela del pueblo de Israel, por eso cuando oigas una palabra de mi boca les advertirás de parte mía. 18 Si digo al malvado ‘morirás sin remedio’ y tú no lo pones en guardia, ni le adviertes de su mala conducta para que conserve la vida, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuentas de su vida. 19 En cambio, si advertiste al malvado y él no se convirtió de su maldad, ni de su mala conducta, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida. 20 Si un hombre recto se aparta de su rectitud y actúa de modo perverso, yo le pondré una trampa y él morirá. Si tú no le advertiste, él morirá por su pecado y no se tendrá en cuenta la justicia que había practicado, pero a ti te pediré cuentas de su vida. 21 Ahora bien, si advertiste al hombre recto para que no peque y él no peca, él ciertamente vivirá porque fue advertido, y tú habrás salvado tu vida”.
Quedarás mudo y no podrás acusarlos ¨
Ez 24,26-27; 29,21; 33,21-22; Jr 18,1-12;
Esto es un signo para los israelitas ¨
Éx 22,30; Lv 10,10; 17,15; 26,26.39; Dt 14,3-21; 2 Re 24,8-17; Jr 29; Hech 10,14
4 1 “Tú, hijo de hombre, tomarás un ladrillo, lo pondrás delante de ti y dibujarás sobre él una ciudad, la de Jerusalén. 2 Después pondrás contra ella un cerco, construirás una torre de asalto, levantarás un terraplén de acceso e instalarás campamentos contra ella. Colocarás también máquinas de guerra a su alrededor. 3 Tomarás luego una lámina de hierro y la colocarás como un muro de acero entre ti y la ciudad. Dirigirás tu rostro hacia ella y quedará en estado de sitio. Tú la sitiarás.
Esto es un signo para los israelitas”.
4 “En cuanto a ti, acuéstate sobre tu lado izquierdo para que cargues sobre él la culpa de Israel. El número de los días que estés recostado sobre ese lado, cargarás con la culpa de los israelitas. 5 Te impuse un número de días equivalente a los años de su culpa. Cargarás la culpa de Israel por trescientos noventa días. 6 Concluidos estos, en segundo lugar te acostarás sobre tu lado derecho y cargarás la culpa de Judá durante cuarenta días. También aquí te impuse un día por cada año. 7 Dirigirás tu mirada y extenderás tu brazo hacia la Jerusalén sitiada y profetizarás contra ella. 8 Mira que te ataré con cuerdas, para que no te des vuelta de un lado a otro, hasta que se cumplan los días de tu reclusión”.
9 “Tomarás trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y avena, y los pondrás en una vasija y con esos ingredientes prepararás tu alimento. Los trescientos noventa días que estés acostado de un lado comerás eso. 10 Cada día, a la misma hora, te alimentarás con una cantidad fija: doscientos cincuenta gramos. 11 Tendrás también el agua racionada: beberás un litro por día, a la misma hora. 12 Comerás un pan de cebada, que cocerás sobre excrementos humanos a la vista de ellos”. 13 Entonces el Señor explicó: “Así comerán los israelitas su alimento impuro en las naciones donde los dispersaré”.
14 Pero yo repliqué: “¡Ay, Señor Dios! Desde mi infancia hasta ahora, yo nunca me he manchado ni he comido bestia muerta o desgarrada y jamás entró en mi boca carne impura”. 15 Él me contestó: “Mira, en lugar de excrementos humanos te permito usar excrementos de vaca para cocer tu alimento con ellos”.
16 Y me confió: “Hijo de hombre, mira que voy a destruir la reserva de alimentos en Jerusalén. Ellos comerán con angustia el pan racionado y beberán con ansiedad el agua medida, 17 porque, al faltarles el pan y el agua, todos desfallecerán y perecerán a causa de su culpa.
Te arrasaré sin tener piedad ¨
Ëx 20,5; Lv 26,32-33; Dt 28,53-57; Jr 16,16; 19,9; Lm 4,10; Ap 6,8 // 5,11: Rom 14,11
5 1 “Hijo de hombre, toma una espada afilada para usarla como navaja de afeitar y pásala sobre tu cabeza y tu barba. Toma luego una balanza y divide el pelo cortado. 2 Cuando acaben los días del asedio, quemarás en el fuego una tercera parte en medio de la ciudad. Otra tercera parte la cortarás con la espada alrededor de la ciudad y el último tercio de pelos lo esparcirás al viento; y yo desenvainaré una espada detrás de ellos. 3 Pero tomarás una pequeña cantidad de esos pelos y los atarás al borde de tu manto; 4 de estos elegirás todavía algunos que arrojarás en medio del fuego y dejarás que ardan, y de ellos saldrá fuego para todo el pueblo de Israel”.
5 Así dice el Señor Dios: “Todo esto se refiere a Jerusalén, a la que coloqué en medio de las naciones, rodeada de países. 6 Ella se rebeló contra mis normas y leyes con más perversidad que las naciones y que los países que la rodean, porque sus habitantes rechazaron mis normas y no se comportaron según mis leyes”.
7 Por eso, así dice el Señor Dios: “Ya que ustedes son más perversos que las naciones que los rodean, porque no se comportaron según mis leyes ni cumplieron mis normas y ni siquiera han actuado según las normas de esas naciones que los rodean8 –así dice el Señor Dios–, yo me pongo contra ti, Jerusalén, y ejecutaré mi sentencia en medio de ti a la vista de las naciones. 9 A causa de tus prácticas idolátricas, haré contigo lo que nunca hice, ni volveré a hacer: 10 los padres comerán a sus hijos y los hijos a sus padres, en medio de ti. Yo ejecutaré mi sentencia y esparciré a tus sobrevivientes a todos los vientos”.
11 “¡Juro por mi vida! –oráculo del Señor Dios– que por haber profanado mi santuario con tus horrendos actos de idolatría, te arrasaré, sin tener piedad ni compasión de ti. 12 Una tercera parte de los tuyos morirá de peste, consumiéndose de hambre en medio de ti; otra tercera parte caerá a espada en tus alrededores, esparciré a todos los vientos la otra tercera parte y yo desenvainaré una espada detrás de ellos. 13 Así se desahogará mi ira y saciaré mi indignación contra ellos hasta quedar satisfecho. Cuando desahogue mi indignación contra ellos, reconocerán que yo, el Señor, he hablado con pasión.
14 Jerusalén, te convertiré en un montón de ruinas y en objeto de burla de las naciones que te rodean, ante los ojos de todos los que pasen. 15 Serás objeto de infamia y deshonra, de advertencia y de espanto para las naciones que te rodean, cuando yo ejecute mi sentencia sobre ti, con ira e indignación y con terribles castigos. Yo, el Señor, he hablado.
16 Y cuando yo dispare contra ustedes las mortíferas flechas del hambre, flechas de exterminio que lanzaré para destruirlos, aumentaré la escasez de alimentos y destruiré todas sus reservas de pan. 17 A ustedes les enviaré hambre y bestias salvajes que los dejarán sin hijos. La peste y el derramamiento de sangre pasarán sobre ti, porque yo enviaré la espada contra ti. Yo, el Señor, he hablado”.
¡Montañas de Israel, escuchen la palabra del Señor Dios! ¨
Lv 26,30-31.40-41; Dt 30,1-2; 1 Re 3,2; Jr 8,1-2; 10,11-15; Miq 1,7
6 1La palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre, dirige tu mirada hacia las montañas de Israel y profetiza contra ellas. 3 Dirás: “Montañas de Israel, escuchen la palabra del Señor Dios. Así dice el Señor Dios a las montañas, a los cerros, a las quebradas y a los valles: ‘Miren, yo traigo la espada sobre ustedes, para destruir los lugares altos donde ustedes dan culto a los ídolos. 4 Sus altares serán arrasados; sus altares de incienso, hechos pedazos, y esparciré sus muertos delante de sus ídolos. 5 Delante de los mismos ídolos arrojaré los cadáveres de los israelitas. Yo esparciré los huesos de ustedes alrededor de esos altares.
6 En los lugares donde ustedes residen, las ciudades serán arrasadas y devastados los lugares de culto, para que también así sean arrasados y desolados sus altares, destrozados y abolidos sus ídolos, hechos pedazos sus altares de incienso y no quede rastro de sus construcciones.
7 Una gran desgracia se abatirá en medio de ustedes y reconocerán que yo soy el Señor. 8 Pero dejaré escapar de la espada a un grupo de ustedes que quedarán entre las naciones, en los países donde serán dispersados. 9 Esos sobrevivientes se acordarán de mí, en las naciones donde sean llevados cautivos, porque yo habré quebrantado sus corazones adúlteros, corazones que se apartaron de mí, y esos ojos infieles que se fueron detrás de sus ídolos. Entonces sentirán asco de sí mismos por las maldades que cometieron con todas sus idolatrías. 10 Comprenderán entonces que yo, el Señor, no los había amenazado en vano con estos males”.
11 Así dice el Señor Dios: “Golpea con las manos y con los pies y grita: ¡Ay por todas las perversas idolatrías del pueblo de Israel! Porque caerán víctimas de la espada, del hambre y de la peste. 12 El que esté lejos morirá de peste, el que esté cerca, por la espada y el que esté sitiado morirá de hambre. Así desahogaré mi indignación contra ellos.
13 También ustedes reconocerán que yo soy el Señor, cuando sus muertos estén mezclados con sus ídolos, alrededor de sus altares, en las altas colinas, en la cima de las montañas, bajo todo árbol verde y bajo toda encina frondosa, lugares donde han ofrecido incienso a todos sus falsos dioses.
14 Contra ellos extenderé mi mano, dejaré al país desolado y devastado en todas sus regiones habitadas, desde el desierto hasta Ribla, y entonces sabrán que yo soy el Señor.”
Está cerca el día del pánico ¨
Miq 3,6-7; Am 5,18; 8,10; Lm 2,9; Mt 24,16-18; Ap 8,13; 9,12; 11,14
7 1 La palabra del Señor me llegó: 2 “Tú, hijo de hombre, dirás a la tierra de Israel: ‘así dice el Señor Dios: ¡Se acabó! Ha llegado el fin por los cuatro costados del país. 3 Ahora mismo te ha llegado el final. Voy a desencadenar mi ira contra ti. Te juzgaré según tu conducta y te castigaré por todas tus idolatrías. 4 No tendré clemencia ni compasión de ti, sino que te retribuiré según tu conducta; tus idolatrías quedarán patentes en medio de ti. De esta manera ustedes reconocerán que yo soy el Señor”.
5 Así dice el Señor Dios: “Mira, llega una desgracia tras otra. 6 El plazo se acabó. Llegó el final. Te acecha. Date cuenta: está aquí. 7 Habitante del país, la destrucción te alcanza. Ha llegado el momento. Está cerca el día del pánico, no el de una celebración en las montañas. 8 Pronto derramaré mi indignación sobre ti y consumaré mi ira contra ti. Te juzgaré según tu conducta y te castigaré por todas tus idolatrías. 9 No tendré clemencia ni compasión de ti, sino que te retribuiré según tu conducta y tus idolatrías quedarán patentes en medio de ti. De esta manera ustedes reconocerán que yo soy el Señor, el que castiga”.
10 “He aquí el día. Mira. Ha llegado. Se instaló la corona. Surgió el bastón de mando. Brotó el orgullo. 11 La violencia estableció un poder perverso. Nada quedará de ellos, ni de su riqueza, ni de su poder ni de su esplendor.
12 Ha llegado el tiempo. El día está colmado. No se alegre el comprador ni se aflija el vendedor, porque el fuego de su ira cae sobre toda la riqueza de la tierra de Israel. 13Aunque sobreviva, el vendedor no recuperará lo vendido, porque no será revocado este anuncio acerca de todas sus riquezas. Por causa de su culpa, nadie tendrá segura la vida.
14 Toquen la trompeta y tengan todo preparado, pero que nadie vaya a la batalla, porque el fuego de mi ira caerá sobre todas sus riquezas.
15 Afuera está la espada. En la casa, la peste y el hambre. Quien esté en el campo morirá por la espada; quien esté en la ciudad sucumbirá por el hambre y la peste. 16 Sus sobrevivientes escaparán y andarán por las montañas, gimiendo como las palomas de los valles, cada uno por su culpa. 17 Todas las manos desfallecerán y todas las rodillas se aflojarán. 18 Se vestirán de duelo y los invadirá el espanto. Todos los rostros estarán avergonzados y todas sus cabezas rapadas.
19 Arrojarán su plata por las calles y tendrán su oro por algo inmundo. Su plata y su oro no podrán salvarlos en el día de la furia del Señor. Tampoco les quitarán el hambre, ni les llenarán el vientre, porque ese oro y esa plata fueron la ocasión de su culpa. 20 Estaban orgullosos de sus espléndidas joyas, pero con ellas hicieron las detestables imágenes de sus ídolos; por eso las he convertido en inmundicia para ellos. 21 Las entregaré como botín a los extranjeros y como despojo para que las profanen los malvados del país. 22 Me alejaré de ellos y dejaré que profanen esta tierra que era mi tesoro. Los saqueadores entrarán en ella y la profanarán.
23 Fabrica cadenas, porque el país está lleno de sangre, y la ciudad está repleta de violencia. 24 Haré venir a los pueblos más feroces que tomarán posesión de sus casas. Pondré fin al orgullo de los poderosos y sus santuarios serán profanados.
25 Ha llegado la angustia. En vano buscarán la paz. 26 Vendrá una desgracia sobre otra y una mala noticia tras otra. Buscarán una visión del profeta, pero hasta les faltará la enseñanza del sacerdote y el consejo de los ancianos. 27 El rey estará de duelo; el príncipe, desolado; y les temblarán las manos a la gente del pueblo.
Los trataré según su conducta, los juzgaré según sus propias normas. De esta manera ellos reconocerán que yo soy el Señor.
¿Has visto lo que hacen los ancianos de Israel? ¨
Gn 46,27; Éx 24,1; Nm 11,16; 25,11; Dt 14,36; Jue 1,7; Rom 1,25
8 1 El año sexto, el día cinco del sexto mes, yo estaba en mi casa junto con los ancianos de Judá, y allí mismo fui invadido por la fuerza del Señor. 2 Vi una imagen con aspecto de fuego: de su cintura hacia abajo estaba envuelta en llamas y de su cintura hacia arriba era resplandeciente, brillante como el relámpago.
3 Extendió una especie de mano, me agarró por los cabellos y un espíritu me elevó entre la tierra y el cielo y me llevó en visión divina a Jerusalén, hasta la entrada de la puerta interior que mira hacia el norte, donde está situado el ídolo rival del Señor.
4 La gloria del Dios de Israel estaba allí con el mismo aspecto con el que yo la había visto en el valle. 5 Entonces el Señor me dijo: “Hijo de hombre, mira hacia el norte”. Miré en esa dirección y vi que al norte de la puerta del altar, en la misma entrada, estaba el ídolo rival del Señor.
6 Y añadió: “Hijo de hombre, ¿no ves lo que hacen? ¿Te das cuenta de las grandes abominaciones que los israelitas cometen aquí para que yo abandone mi santuario? Pero te aseguro que verás mayores abominaciones aún”.
7 Me llevó a la entrada del atrio y vi un agujero en la pared. 8 Y me dijo: “Hijo de hombre, perfora la pared”. Yo la perforé y apareció una puerta. 9 Y me ordenó: “Entra y contempla las perversas abominaciones que ellos cometen aquí”.
10 Entré y vi toda clase de representaciones de reptiles y de animales repugnantes, y la multitud de los ídolos de Israel que estaban grabados alrededor de toda la pared.
11 Setenta ancianos de Israel estaban de pie antes esas imágenes; cada uno tenía un incensario en la mano, del que subía una nube de incienso. Entre ellos estaba Yezonías, hijo de Safán.
12 Entonces me dijo: “¿Has visto, hijo de hombre, lo que hacen en la oscuridad los ancianos de Israel, cada uno en el altar de su ídolo? Además, ellos dicen: ‘El Señor no nos ve; el Señor ha abandonado el país’”.
13 Luego añadió: “Todavía verás mayores abominaciones que ellos practican”.
14 Me llevó a la entrada de la puerta del Templo que mira hacia el norte, donde estaban sentadas las mujeres llorando por el dios Tamuz. 15 Y me dijo: “¿Has visto eso, hijo de hombre? Aún verás mayores abominaciones que estas”.
16 Me llevó al atrio interior del Templo, a la puerta del santuario del Señor, entre la sala de la entrada y el altar. Había ahí unos veinticinco hombres que mirando hacia el este, dando la espalda al santuario del Señor, adoraban al sol inclinados hacia el oriente. 17 Y me dijo: “¿Has visto, hijo de hombre? ¿Le ha parecido poco a Judá cometer las abominaciones que hacen aquí, que también han llenado el país de violencia? Ellos volvieron a provocarme y mira cómo me ofenden ahora con sus ritos. 18 Yo también voy a actuar con furor. No tendré clemencia, ni compasión. Me invocarán con fuerza, pero no los escucharé”.
Éx 12,13; 28,42; 32,27; Lv 16,23; Nm 25,5; 2 Re 24,3-4; Sal 10,11; Ap 7,2-3; 9,4; 14,
9 1 Oí que alguien gritaba con voz potente: “Que se acerquen los que van a castigar la ciudad, cada uno con el instrumento de castigo en su mano”. 2 Aparecieron entonces seis hombres que venían por el camino de la puerta superior que da hacia el norte, cada uno con el arma de destrucción en su mano; entre ellos había un hombre vestido de lino, con una cartera de escribano en su cintura. Todos entraron y se detuvieron junto al altar de bronce.
3 La gloria del Dios de Israel, que estaba sobre el querubín, se había levantado y se dirigía hacia el umbral del Templo. Entonces llamó al hombre vestido de lino, que tenía la cartera de escribano en su cintura, 4 y el Señor le dijo: “Recorre la ciudad, atraviesa Jerusalén y coloca una señal sobre la frente de todos los que se lamentan y lloran a causa de todas las abominaciones que se cometen dentro de ella”. 5 Y oí que les decía a los otros: “Ustedes recorran la ciudad detrás de él y maten sin clemencia ni piedad. 6 Maten a ancianos, jóvenes y vírgenes, a niños y mujeres hasta acabar con todos. Pero no toquen a quien lleve la señal sobre la frente. Comiencen por mi santuario”.
Ellos empezaron por los ancianos que estaban delante del Templo. 7 Luego agregó: “¡Vayan y profanen el Templo! ¡Llenen de muertos los atrios!”. Entonces salieron a matar por la ciudad. 8 Mientras ellos mataban, yo me había quedado solo. Entonces me postré y me puse a gritar: “¡Ah, Señor, mi Dios! ¿Piensas exterminar a todo el resto de Israel, descargando así tu indignación sobre Jerusalén?” 9 Él me respondió: “La culpa de Israel y de Judá es muy grande. El país está inundado de sangre y la ciudad está llena de injusticias, porque ellos dicen: ‘El Señor ha abandonado el país; el Señor no ve nada’. 10 Yo tampoco tendré una mirada de piedad ni de compasión. Solo estoy dando a cada uno su merecido”.
11 En ese momento, el hombre vestido de lino, que tenía la cartera de escribano en su cintura, dio cuenta de su misión y dijo: “Hice todo como me habías ordenado”.
La gloria del Señor salió del Templo ¨
Éx 16,10; 24,16; 40,34-35; Nm 10,34; 1 Re 6,23; 8,10-11; Ap 4,2-3; 8,5
10 1 Miré sobre la plataforma que estaba sobre la cabeza de los querubines, y vi por encima de ellos algo como una piedra de zafiro con el aspecto de un trono. 2 El Señor dijo al hombre vestido de lino: “Métete entre las ruedas que están debajo del querubín, llena tus manos con los carbones encendidos que hay entre los querubines y espárcelos sobre la ciudad”. Él entró mientras yo estaba mirando. 3 Cuando el hombre entró, los querubines estaban de pie en la parte derecha del Templo y la nube llenaba el atrio interior. 4 Entonces la gloria del Señor se elevó por encima del querubín hacia el umbral del Templo, y este se llenó con la nube. El atrio estaba inundado por el resplandor de la gloria del Señor 5 y se oía el ruido de las alas de los querubines que llegaba hasta el atrio exterior, similar a la voz del Todopoderoso cuando habla.
6 Cuando el Señor mandó al hombre vestido de lino que tomara fuego de entre las ruedas, debajo de los querubines, este fue y se detuvo junto a la rueda. 7 El querubín extendió su mano entre los querubines, hacia el fuego que estaba entre ellos, lo tomó y lo echó en las palmas del hombre vestido de lino. Este lo tomó y se marchó. 8 Entonces apareció debajo de las alas de los querubines una especie de mano de hombre.
9 Vi, de pronto, cuatro ruedas junto a los querubines; una rueda junto a cada querubín. El aspecto de las ruedas era como un topacio, 10 y todas tenían la misma forma, como si una rueda estuviera encajada en la otra. 11 Cuando se movían, avanzaban en las cuatro direcciones sin necesidad de girar, porque iban según estaban orientadas y no se desviaban en su andar.
12 Todo el cuerpo de los querubines –sus espaldas, sus manos y sus alas– estaba lleno de resplandores, igual que alrededor de las ruedas, por sus cuatro lados. 13 Y oí que a las ruedas les fue dado el nombre de “galgal”, que significa “círculo”. 14 Y cada uno de ellos tenía cuatro caras: la primera de querubín, la segunda de hombre, la tercera de león y la cuarta de águila.
15 Los querubines se elevaron. Era el mismo ser que yo había visto a orillas del río Quebar. 16 Cuando los querubines avanzaban, las ruedan iban a su lado; cuando los querubines desplegaban sus alas para elevarse del suelo, las ruedas no se apartaban de su lado. 17 Cuando ellos se detenían, se detenían ellas; cuando ellos se elevaban, ellas se elevaban juntamente, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en ellas.
18 La gloria del Señor salió elevándose sobre el umbral del Templo y se posó sobre los querubines. 19 Los querubines desplegaron sus alas y ante mis ojos se elevaron del suelo; al remontar, las ruedas iban junto a ellos. Se detuvieron a la entrada de la puerta oriental del templo del Señor, mientras la gloria del Dios de Israel estaba por encima de ellos. 20 Este era el ser que yo había visto debajo del Dios de Israel a orillas del río Quebar y supe que eran querubines. 21 Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas, y bajo sus alas algo parecido a manos de hombre. 22 La imagen de sus caras era la misma y con el mismo aspecto que yo había visto junto al río Quebar. Cada una de las caras marchaba de frente.
La ciudad es la olla, nosotros somos la carne ¨
Ez 6,11-12; 7,15; 8,7; 24,1-14; Dt 7,1-6; 12,29-30;
11 1 Un espíritu me arrebató, me llevó a la puerta oriental del templo del Señor, que mira al este, y vi, entre los veinticinco hombres que estaban a la entrada de la puerta, a Yezanías, hijo de Azur, y a Pelatías, hijo de Benayas, jefes del pueblo.
2 El Señor me dijo: “Hijo de hombre, estos son los hombres que hacen planes perversos y que dan malos consejos en esta ciudad. 3 Son los que andan diciendo: ‘Por ahora no hay que construir casas. La ciudad es la olla, nosotros somos la carne.’ 4 Por eso profetiza contra ellos. ¡Profetiza, hijo de hombre!”.
5 Entonces el espíritu del Señor me invadió y me dijo: “¡Habla! Esto dice el Señor. Ustedes, pueblo de Israel, hablan también de esta manera, y yo sé bien lo que ustedes piensan: 6 ustedes multiplicaron los muertos en esta ciudad y han llenado sus calles con la desgracia”. 7 Por eso así dice el Señor Dios: “Los muertos que ustedes amontonaron en medio de ella son la carne, y la ciudad es la olla. Pero a ustedes yo los sacaré de ella. 8 Temen a la espada, pero yo la mandaré contra ustedes”. Oráculo del Señor Dios.
9 “Yo los sacaré de la ciudad, los entregaré en manos de extranjeros y así cumpliré mi sentencia contra ustedes. 10 Caerán heridos por la espada, los juzgaré en la frontera de Israel y entonces reconocerán que yo soy el Señor. 11 Para ustedes la ciudad no será la olla, ni ustedes serán la carne dentro de ella. A ustedes los juzgaré en la frontera de Israel. 12 Así reconocerán que yo soy el Señor, porque no observaron mis leyes, ni cumplieron mis normas, sino que actuaron según las normas de las naciones que los rodean”.
13 Mientras yo estaba profetizando, Pelatías, hijo de Benayas, cayó muerto. Entonces me postré y grité: “¡Ah, Señor, mi Dios! ¡Tú estás aniquilando el resto de Israel!”.
La gloria del Señor se elevó de en medio de la ciudad ¨
Ez 18,31; 36,24-27; Dt 30,3-8; Jr 31,31; Sal 51,12-14 // 11,20: Ap 21,7
14La palabra del Señor me llegó: 15 “Hijo de hombre, esto es lo que dicen los habitantes de Jerusalén acerca de tus hermanos, de tus parientes más cercanos y de todo el pueblo de Israel: ‘¡Quédense lejos del Señor! A nosotros se nos ha dado esta tierra en posesión’.
16“Por esto, dirás: Esto dice el Señor Dios. ‘Es cierto, yo los llevé a naciones lejanas y los dispersé entre los países, pero he sido para ellos un santuario por un tiempo en los países a donde llegaron’. 17 Por eso les dirás: ‘Así dice el Señor Dios. A ustedes los recogeré de entre los pueblos, los reuniré de los países en donde estuvieron dispersos y les daré la tierra de Israel. 18 Vendrán y eliminarán de ella todos sus ídolos y todas sus idolatrías. 19 Yo les daré un corazón indiviso e infundiré en su interior un espíritu nuevo. Arrancaré su corazón de piedra y les daré un corazón de carne 20 para que cumplan mis leyes y observen mis normas. Así las pondrán en práctica y serán mi pueblo y yo seré su Dios. 21 Pero a aquellos, cuyo corazón se deja arrastrar por sus ídolos y sus idolatrías les daré su merecido”. Oráculo del Señor Dios.
22 Entonces los querubines desplegaron sus alas y las ruedas se pusieron en movimiento con ellos mientras la gloria del Dios de Israel estaba por encima de ellos. 23 La gloria del Señor se elevó de en medio de la ciudad y se detuvo sobre la montaña que está al oriente de ella.
24 Luego un espíritu me arrebató y me llevó en visión, en el espíritu de Dios, a Caldea, donde estaban los deportados. La visión que había contemplado desapareció 25 y yo comuniqué a los deportados todo lo que el Señor me había mostrado.
Todos irán cautivos al exilio ¨
Ez 2,5-7; 17,20; Lv 26,33; 2 Re 25,3-7; Is 6,9-10; 8,18; Jr 5,21; 52,4-11; Mc 8,18
12 1 La palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre, tú vives en medio de gente rebelde, que tienen ojos para ver y no ven, y oídos para oír y no oyen. Son verdaderamente rebeldes.
3 Ahora bien, tú, hijo de hombre, prepara un equipaje de deportado y parte en pleno día, ante la vista de ellos, como un desterrado. Saldrás del lugar donde vives y ante la vista de ellos irás a otro lugar. Quizás se den cuenta de que son gente rebelde.
4 En pleno día, ante la vista de ellos, sacarás tu equipaje para ir al destierro, y partirás al atardecer, ante la vista de ellos, como salen los deportados. 5 También ante la vista de ellos harás un agujero en el muro, de manera que puedas pasar por él. 6 Ante la vista de ellos, cargarás el equipaje sobre tu espalda y saldrás en la oscuridad, cubriéndote el rostro para no ver la tierra. De este modo te he convertido en símbolo para los israelitas”.
7 Yo hice todo como se me había ordenado: a la luz del día saqué el equipaje como para ir al destierro; por la tarde hice un agujero en el muro, salí en la oscuridad y a la vista de ellos me cargué el equipaje a la espalda.
8 A la mañana siguiente, la palabra del Señor me llegó: 9 “Hijo de hombre, cuando estos israelitas, esa gente rebelde, te pregunten ‘¿qué es lo que haces?, 10 entonces les dirás: ‘Así dice el Señor Dios. Este signo se refiere al príncipe que está en Jerusalén, y a todos los israelitas, que viven en ella’. 11 Háblales de este modo: ‘Yo soy un símbolo para ustedes. Tal como he actuado, así les sucederá a ellos: todos irán cautivos al exilio. 12 El príncipe que está en medio de ellos cargará el equipaje sobre su espalda, en la oscuridad, para poder escapar. Perforarán el muro para hacerlo salir, y él se tapará la cara de vergüenza, para no ver con sus propios ojos la tierra. 13 Yo extenderé mi red sobre él y quedará preso en mi trampa; lo conduciré a Babilonia, el país de los caldeos, pero no lo podrá ver y allí morirá. 14 A todo su séquito, su guardia y sus tropas, los esparciré a los cuatro vientos, desenvainaré la espada detrás de ellos 15 y sabrán que yo soy el Señor cuando los disperse entre las naciones y los esparza entre los países. 16 Pero a algunos de ellos los dejaré escapar de la espada, del hambre y de la peste para que en las naciones a las que vayan relaten todas sus idolatrías y reconozcan que yo soy el Señor”.
Comerán su pan con angustia ¨
Ez 4,16
17 La palabra del Señor me llegó: 18 “Hijo de hombre, come tu pan con temblor y bebe el agua con ansiedad y angustia, 19 y dirás a los habitantes del país: ‘Así dice el Señor Dios a los habitantes de Jerusalén que todavía están en la tierra de Israel. Comerán su pan con angustia y beberán el agua con espanto porque el territorio y todo lo que hay en él será devastado por causa de la violencia de todos sus habitantes. 20 Las ciudades habitadas serán arrasadas y el país se convertirá en una desolación. Entonces ustedes reconocerán que yo soy el Señor”.
¿Qué significa ese proverbio…? ¨
2 Pe 3,3-4
21La palabra del Señor me llegó: 22 “Hijo de hombre, ¿qué significa ese proverbio que ustedes andan diciendo acerca de la tierra de Israel: ‘Pasan los días y las visiones no se cumplen’? 23 Por eso les dirás: ‘Así dice el Señor. Yo haré callar este proverbio para que no lo repitan más en Israel’. También les dirás: ‘Están cerca los días en que las visiones se cumplirán, 24 porque no habrá visión falsa ni presagio mentiroso en medio de Israel. 25 Yo, el Señor, hablaré, y cuando hable, la palabra se cumplirá. No habrá más retraso. Durante la vida de ustedes, gente rebelde, yo diré una palabra y la realizaré’. Oráculo del Señor Dios”.
No habrá más retraso ¨
Dt 18,21-22; Ap 10,6;
26 La palabra del Señor me llegó: 27 “Hijo de hombre, esos israelitas andan diciendo: ‘La visión que este ve se refiere a un futuro distante; él profetiza para un tiempo lejano’. 28 Por eso les dirás: ‘Así dice el Señor Dios. No habrá más retraso. Toda palabra que yo digo se cumplirá’. Oráculo del Señor Dios”.
¡Ay, de los profetas mentirosos! ¨
Jr 6,14; 14,13-16; 23,9-40; 27,9-10.16-18; 28
13 1 La palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre, profetiza contra los profetas de Israel que andan profetizando. Tú les dirás a esos que profetizan por su propia cuenta: ‘Escuchen la palabra del Señor’. 3 Así dice el Señor Dios: “¡Ay, de los profetas mentirosos que siguen su propia inspiración y no han tenido visiones verdaderas! 4 Israel, tus profetas son como chacales entre las ruinas. 5 No se colocaron como defensa en las brechas, ni levantaron un muro en favor de Israel para que pudiera resistir en la guerra, en el día del Señor. 6 Inventan visiones y presagios falsos y andan diciendo: ‘oráculo del Señor’; y aunque el Señor no los ha enviado, esperan que se confirme su palabra.
7 ‘¿Acaso ustedes no tienen solo visiones vanas? ¿Acaso no anuncian solo presagios falsos, diciendo ‘oráculo del Señor’, cuando yo no he hablado?’”.
8 Por eso, así dice el Señor Dios: “Ya que ustedes solo anuncian fantasías, y no ven sino falsedades, por eso, aquí y ahora, yo estoy contra ustedes”. Oráculo del Señor Dios.
9 “Mi poder actuará contra los profetas que ven fantasías y contra los que presagian falsedades. No serán admitidos en la asamblea de mi pueblo, no serán inscritos en el libro de los israelitas, ni entrarán en la tierra de Israel. Así ustedes reconocerán que Yo soy el Señor”.
10 En verdad ellos extravían a mi pueblo diciendo ‘paz’ cuando no la hay. Mientras él construye un muro, ellos lo recubren de cal. 11 A esos que pintan con cal les dirás que yo enviaré una lluvia torrencial, caerá el granizo y se desencadenará un viento tempestuoso, el muro caerá 12 y quedará derrumbado. Entonces les preguntarán: ¿A dónde fue a parar la cal con la que lo habían recubierto?”.
13 Por eso, así dice el Señor Dios: “Yo, en mi furor, desencadenaré un viento tempestuoso y en mi indignación mandaré una lluvia torrencial, y el granizo golpeará con furia destructora. 14 Derribaré el muro que ustedes recubrieron de cal, lo echaré por tierra y al caer, quedarán al descubierto sus cimientos. Ustedes perecerán debajo de él y reconocerán que yo soy el Señor. 15 Yo desahogaré mi furor contra el muro y contra los que lo recubren de cal para demostrarles que el muro no existe, ni tampoco los que lo recubrieron.
16 Estos son los profetas de Israel, los que profetizan para Jerusalén; los que ven visiones de paz, cuando no hay la hay”. Oráculo del Señor Dios.
Las hijas de tu pueblo, que profetizan por su propia cuenta ¨
1 Sm 9,7
17 “Ahora, tú, hijo de hombre, dirígete a las hijas de tu pueblo que profetizan por su propia cuenta, y profetiza contra ellas. 18 Dirás: “Así dice el Señor Dios: ‘¡Ay de las que cosen cintas mágicas para usar como pulseras y fabrican velos de todo tamaño para llevar en la cabeza, con la finalidad de atrapar a la gente! Ustedes tratan de atrapar a mi pueblo, ¿y pretenden salvar la propia vida? 19 Por un puñado de cebada y un pedazo de pan me deshonran ante mi pueblo, dando muerte a gente que no tiene que morir y dejando con vida a gente que no tiene que vivir. Así ustedes engañan a mi pueblo que escucha sus mentiras”.
20 Por eso, así dice el Señor Dios: “Yo estoy aquí para arrancar de sus brazos esas cintas mágicas con las que tienen atrapada a la gente como pájaros, y a esas personas que tienen cautivas las libraré para que levanten vuelo.
21Arrancaré los velos de sus cabezas y libraré del poder de ustedes a mi pueblo, para que ya no sea más cautivo de sus trampas. Entonces todas ustedes reconocerán que yo soy el Señor.
22 Porque afligieron el corazón del justo con mentiras, aunque yo no había mandado hacer eso, y porque daban seguridad al malvado para que no se convirtiera de su conducta errada y salvara su vida. 23 Ustedes no tendrán más visiones falsas, ni pronunciarán más presagios. Yo libraré a mi pueblo del poder de todas ustedes y así reconocerán que yo soy el Señor”.
¿Acaso permitiré que ellos me consulten? ¨
Ez 20,1-4; Éx 12,48;
14 1 Algunos ancianos de Israel vinieron a verme y se sentaron delante de mí. 2 Entonces la palabra del Señor me llegó: 3 “Hijo de hombre, estos hombres han entregado su corazón a sus ídolos y dirigen su mirada hacia lo que es ocasión de su culpa. ¿Acaso voy a permitir que ellos me consulten? 4 Por eso habla con ellos y diles: ‘Así dice el Señor Dios. ‘Cualquier israelita que haya entregado su corazón a los ídolos, que dirija su mirada hacia lo que es ocasión de su culpa, y que luego venga a consultar al profeta, ese ya recibió mi respuesta con la multitud de sus ídolos’. 5 Lo hice a fin de llegar al corazón del pueblo de Israel, porque todos se han apartado de mí a causa de sus ídolos. 6 Por eso le dirás a los israelitas: ‘Así dice el Señor Dios: Conviértanse y apártense de sus ídolos, retiren la mirada de todas sus imágenes blasfemas. 7 Porque yo, el Señor, ya he dado la respuesta a todo israelita o forastero residente en Israel que se haya apartado de mí, entregando su corazón a los ídolos y fijando su mirada en la ocasión de su culpa, y después viene a consultarme por medio del profeta. 8 Me enfrentaré con ese hombre, lo convertiré en un signo de castigo ejemplar y lo extirparé de en medio de mi pueblo. Así ellos reconocerán que yo soy el Señor.
9 Si el profeta se deja seducir y proclama una palabra, habré sido yo, el Señor, el que sedujo a ese profeta; extenderé mi mano contra él y lo exterminaré de en medio de mi pueblo Israel. 10 Ambos cargarán con sus culpas: la culpa del que consulta será como la del profeta. 11Así los israelitas no se desviarán más, apartándose de mí, y dejarán de mancharse con sus crímenes. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios”. Oráculo del Señor Dios.
Solo los justos se salvarán ¨
Ez 18; 33,10-20; Gn 6,9; 18,22-23; Job 1,5.8; Ap 6,8
12 La palabra del Señor me llegó: 13 “Hijo de hombre, si un país peca contra mí y me es infiel, yo extenderé mi mano contra él, destruiré su provisión de alimento, le enviaré hambre y extirparé de él hombres y animales. 14 Si en ese país vivieran estos tres hombres: Noé, Daniel y Job, solo ellos, por ser justos se salvarían”. Oráculo del Señor Dios.
15 “Si yo soltara bestias feroces en ese país, de modo que mataran a sus habitantes y lo convirtieran en un desierto que nadie se animara a cruzar por él por miedo a las fieras, 16 aunque esos tres hombres se encontraran allí, juro, –oráculo del Señor Dios–, que no podrían salvar a nadie; solo ellos se salvarían y el país quedaría hecho un desierto”.
17 “O si yo enviara la espada sobre ese país y dijera: ‘que la espada atraviese el país, de modo que extermine en él hombres y animales’, 18 aunque se encontraran allí aquellos tres hombres, juro –oráculo del Señor Dios–, que no podrían salvar a nadie; solo ellos se salvarían”.
19 “O si yo enviara una peste a ese país y derramara sobre él mi furor sangriento para exterminar hombres y animales, 20 aunque se encontraran allí Noé, Daniel y Job, juro –oráculo del Señor Dios–, que no podrían salvar ni a un hijo ni a una hija; solo ellos, por ser justos, salvarían sus vidas”.
21 Por eso, así dice el Señor Dios: “Cuando yo mande contra Jerusalén mis cuatro castigos terribles: la espada, el hambre, las bestias salvajes y la peste para exterminar de ella hombres y animales, 22 quedará en ella un resto que escapará y salvará hijos e hijas. Ellos irán hacia donde están ustedes, y cuando ustedes comprueben su conducta y sus malas acciones, no les sorprenderá la desgracia que traje sobre Jerusalén y todo lo que hice venir contra ella. 23 Al ver su conducta y sus malas acciones, ustedes entenderán y comprenderán que todo lo que realicé en ella no fue hecho sin motivo”. Oráculo del Señor Dios.
Como el tronco de la vid que yo eché al fuego ¨
Is 5,1-7; 2 Re 25,8-10; Sal 80,8-16; Jn 15,1-6
15 1La palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre, ¿en qué aventaja el tronco de la vid al de un gajo de cualquier otro árbol que hay en el bosque? 3 ¿Se utiliza esa madera para hacer alguna cosa? ¿Con ella se fabrican perchas para colgar algún objeto? 4 Más bien, ese tronco se echa al fuego para que se consuma. Si el fuego ha consumido las dos puntas, y su centro quedó carbonizado, ¿servirá para algo? 5 Si cuando ese tronco estaba intacto no se podía hacer nada con él, ¡cuánto menos si el fuego lo ha consumido y hecho carbón!”.
6 Por eso, así dice el Señor Dios: “Como el tronco de la vid que está entre los árboles del bosque y que yo eché al fuego para que este lo consumiera, así he decidido actuar con los habitantes de Jerusalén. 7 Me enfrentaré con ellos. Si han escapado de un fuego, otro fuego los consumirá. Cuando me enfrente con ellos, ustedes sabrán que yo soy el Señor. 8 Yo convertiré el país en un desierto, porque han sido perdidamente infieles”. Oráculo del Señor Dios.
De tal madre, tal hija ¨
Ez 20; 23; Éx 32,1-4; Lv 18,21 Dt 12,31; 31,16; 32,13-15; 2 Re 21,1-18; Is 1,21; Jr 2,2; 3,6; Os 1,3; 2,4-12; Mt 22,2-14; Ap 17
16 1 La palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre, da a conocer a Jerusalén todas sus acciones detestables. 3 Le dirás: ‘Así dice el Señor Dios. Por tu origen y por tu nacimiento eres cananea; tu padre fue un amorreo y tu madre, una hitita. 4 Cuando naciste, el día en que te dieron a luz, nadie cortó tu cordón umbilical, no te limpiaron ni bañaron, no te frotaron con sal ni te envolvieron en pañales. 5 Nadie se apiadó de ti para brindarte algunas de estas cosas por compasión, sino que fuiste arrojada a campo abierto, porque el día en que naciste dabas repugnancia. 6 Yo pasé junto a ti, te vi agitándote en tu sangre, y en ese estado te dije: ‘¡Vive 7 y crece como la hierba del campo!’. Te desarrollaste, te hiciste grande y llegó el tiempo de tu menstruación. Cuando se formaron tus senos también creció el vello de tu cuerpo, pero estabas completamente desnuda. 8 Volví a pasar junto a ti y te vi. Estabas en tu tiempo, el tiempo de los amores. Entonces extendí el borde de mi manto sobre ti y cubrí tu desnudez. Me comprometí con juramento e hice una alianza contigo –oráculo del Señor Dios–, y fuiste mía.
9 Te bañé, limpié la sangre que tenías sobre ti y te ungí con perfume. 10 Te vestí con ropas bordadas, te puse sandalias de cuero fino y un cinturón de lino; te cubrí de seda, 11 te adorné con joyas, te coloqué pulseras en el brazo y un collar en el cuello. 12 Puse un anillo en tu nariz, aros en tus orejas y una espléndida corona en tu cabeza. 13 Resplandecías de oro y plata, vestida de lino y seda de bellos colores. Comías la mejor harina, miel y aceite. Te hiciste cada vez más hermosa y adquiriste el esplendor de una reina.14 Fuiste famosa entre las naciones por tu belleza que era perfecta y por el encanto con que yo te había adornado. Oráculo del Señor Dios.
15 Pero confiada en tu belleza y amparada en tu fama, te prostituiste. Derrochaste lujuria entregándote a todo el que pasaba. 16 Con tus vestidos hiciste coloridas tiendas de culto a los ídolos en las colinas, para dedicarte allí a la prostitución, cosa que nunca había sucedido y que no volverá a ocurrir. 17 Tomaste las joyas de oro y plata que yo te había regalado y te hiciste imágenes de varones, ídolos para prostituirte ante ellos, 18 los cubriste con tus vestidos bordados y les ofreciste mi aceite y mi incienso. 19 El alimento que yo te había dado, la mejor harina, el aceite y la miel con que yo te alimentaba, se los ofreciste como ofrenda de olor agradable. Y sucedió –oráculo del Señor Dios– 20 que tomaste también a tus hijos e hijas, los que habías dado a luz para mí, y los sacrificaste como alimento para esos ídolos. ¿No era suficiente haberte convertido en prostituta, 21 que degollaste también a mis hijos y los arrojaste al fuego en honor a ellos? 22 Con todas estas abominaciones e idolatrías, no te acordabas nunca de los días de tu juventud, cuando te agitabas en tu propia sangre completamente desnuda. 23 Además, en el colmo de tu perversión, ¡ay de ti! –oráculo del Señor Dios–, 24 te construiste un prostíbulo y te hiciste un lugar de culto en todas las plazas. 25 En todas las esquinas edificaste un lugar de culto y contaminaste tu belleza. Abriste tus piernas a todo el que pasaba y multiplicaste tus fornicaciones. 26 Te prostituiste con los egipcios, tus vecinos de grandes miembros, y multiplicaste tus fornicaciones para provocarme ira.
27 Pero ahora yo he levantado mi mano contra ti, te disminuí la ración y te entregué al capricho de tus enemigas, las ciudades filisteas, que se avergüenzan de tu conducta infame. 28 Te prostituiste con los asirios sin saciarte. Volviste a fornicar con ellos y ni aun así te saciaste. 29 Seguiste entregándote a la prostitución en Babilonia, un país de comerciantes, y tampoco quedaste satisfecha. 30 ¡Qué enfermo tenías el corazón para realizar todas esas acciones propias de una prostituta desvergonzada! Oráculo del Señor Dios.
31 Cuando construías tu prostíbulo en las esquinas y edificabas un lugar de culto en todas las plazas, no cobrabas ningún precio como hacen las prostitutas, 32 como hace la mujer adúltera que, en lugar de su marido, acoge a extraños.
33 A toda prostituta se le paga, en cambio tú eras la que dabas regalos a tus amantes, tú los sobornabas con tus prostituciones para que vinieran de todas partes. 34 En tus prostituciones sucedió lo contrario que con las otras mujeres. Como nadie andaba tras de ti para solicitarte, eras tú la que pagabas y no se te daba ningún pago. ¡Contigo sucedió todo al revés!
35 Ahora bien, prostituta, escucha la palabra del Señor: 36 Así dice el Señor Dios: ‘Como has mostrado tus encantos y has descubierto tu desnudez en tus prostituciones con tus amantes, esos ídolos abominables, ofreciéndoles la sangre de tus hijos, 37 por eso, voy a reunir a todos tus amantes, a quienes complaciste, y no solo a los que amaste, sino también a los que odiaste. Los reuniré de todas partes para que vengan contra ti, les mostraré tu desnudez y te verán completamente desnuda. 38 Te aplicaré el castigo que se aplica a las adúlteras y asesinas, y te entregaré a la muerte con ira y furor. 39 Te dejaré en manos de ellos para que derriben tus prostíbulos, destruyan tus lugares de culto, te arranquen tus vestidos, te quiten tus joyas y te dejen completamente desnuda. 40 Incitarán una multitud contra ti para que te apedreen y te descuarticen con sus espadas. 41 Incendiarán tus casas y ejecutarán la sentencia contra ti en presencia de muchas mujeres. Pondré fin a tu prostitución y ya no pagarás más a tus amantes. 42 Cuando haya desahogado mi ira contra ti, mi furor se apartará de ti, me serenaré y no volveré a enojarme. 43 Me irritaste con todas estas cosas porque no te acordaste del tiempo de tu juventud. Yo te he hecho responsable de tu conducta”. Oráculo del Señor Dios.
¿Acaso no añadiste más infamia a todas tus abominaciones?
44 Los que inventan refranes dirán de ti: ‘De tal madre, tal hija’. 45 Eres hija de tu madre, la que no amaba ni a su marido ni a sus hijos. Eres hermana de tus hermanas, las que no amaban ni a sus maridos ni a sus hijos. La madre de ustedes fue una hitita y su padre, un amorreo. 46 Tu hermana mayor es Samaria, que habita al norte, junto con las ciudades que la rodean. Tu hermana menor es Sodoma, que habita al sur, junto con las ciudades que la rodean. 47 No solo seguiste sus caminos y cometiste sus mismas abominaciones, sino que en tu conducta fuiste más depravada que ellas.
48 Juro por mi vida –oráculo del Señor Dios– que Sodoma y sus ciudades no han hecho como has hecho tú y tus ciudades. 49 Esta fue la culpa de Sodoma y sus ciudades: el orgullo, la gula, el vivir despreocupadamente sin socorrer al pobre y al necesitado. 50 Fueron orgullosas y cometieron abominaciones en mi presencia, y cuando yo vi eso las hice desaparecer. 51 Sin embargo, Samaría no cometió ni la mitad de tus pecados. Tú hiciste acciones más abominables que ellas, y al cometer tantas perversidades hiciste que tus hermanas parecieran buenas. 52 Carga, por lo tanto, con tu humillación, porque serviste como un argumento a favor de tus hermanas. Avergüénzate por tus pecados, más abominables que los de ellas. Ellas resultan ser más justas que tú. Avergüénzate de tu ignominia, que hace parecer buenas a tus hermanas. 53 Yo restableceré a Sodoma y a sus ciudades, a Samaria y a las suyas, y te restableceré a ti junto con ellas 54 para que cargues con tu humillación, te avergüences de cuanto hiciste y les sirva de consuelo.
55 Tus hermanas, Sodoma y sus ciudades y Samaria y sus ciudades, volverán a su antiguo estado, y también tú y tus ciudades volverán al primer estado. 56 ¿No te habías burlado de tu hermana Sodoma en la época de tu arrogancia, 57 antes que fuera puesta al descubierto tu desnudez? Ahora recibes la burla de las ciudades de Edom y de sus alrededores, así como de las ciudades filisteas que te insultan por todas partes, 58 porque estás cargada de tu propia infamia y abominaciones”. Oráculo del Señor.
59 “Ahora bien, así dice el Señor Dios: ‘¿Actuaré contigo como tú hiciste cuando despreciaste el juramento y quebrantaste la alianza? 60 ¡Yo me acordaré de la alianza que hice contigo en los días de tu juventud y estableceré contigo una alianza eterna! 61 Te acordarás de tu conducta y te avergonzarás cuando recibas a tus hermanas mayores y menores, que yo te daré como hijas, pero no como partícipes de tu alianza.
62 Yo estableceré mi alianza contigo y reconocerás que yo soy el Señor. 63 A final, te acordarás y sentirás tal vergüenza que no volverás a abrir la boca por tu humillación, después que yo te haya perdonado todo lo que has hecho”. Oráculo del Señor Dios.
El águila grande, de grandes alas…¨
2 Re 24,10-20; 25,1-20; Jer 37,3-10
17 1 La palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre: ¡Proclama un enigma! ¡Anuncia una parábola a estos israelitas! 3 Dirás: ‘Así dice el Señor Dios:
El águila grande, de grandes alas,
de amplio vuelo, de abigarrado plumaje multicolor,
vino al Líbano y cortó la copa del cedro;
4 seleccionó el retoño más alto de sus ramas,
lo llevó a la tierra de Canaán
y lo plantó en una ciudad de comerciantes.
5 Luego tomó una semilla de la tierra
y la sembró en un campo preparado.
La puso junto a aguas abundantes,
en un lugar bien irrigado.
6 Ella germinó y se hizo una vid rastrera,
de talla pequeña, que orientaba sus ramas hacia el cedro,
mientras sus raíces estaban debajo de él.
Se hizo una vid, echó brotes y extendió sus ramas.
7 Había una única águila grande,
de grandes alas y de espeso plumaje.
Pero esa vid, en relación con el cedro, invirtió sus raíces
y sustrajo sus ramas,
para abrevarse sola
en el terreno donde estaba plantada.
8 Estaba plantada en un campo fértil,
junto a aguas abundantes
donde podía echar ramas,
dar fruto y convertirse en una vid espléndida.
9 Dirás: ‘Así dice el Señor Dios: ¿Acaso prosperará? ¿Acaso el águila no arrancará sus raíces? ¿No cortará sus frutos y la hará marchitar? ¿No dejará secos todos sus tiernos brotes? Y no será necesaria una gran fuerza, ni un pueblo numeroso para arrancarla de raíz. 10 ¡Miren! Está plantada, pero, ¿tendrá éxito? ¿Acaso no se secará cuando la azote el viento del este? Por supuesto se secará en el terreno donde brotó”.
Ha despreciado mi juramento y ha roto mi alianza ¨
Ez 12,13; Gn 31,44-54; 2 Re 24,10-20; Jr 37,1-2; 2 Cr 36,10-13;
11 La palabra del Señor me llegó: 12 “Te pido que digas a esa gente rebelde: ‘¿Ustedes no comprenden lo que significa esto?’. Entonces les dirás: El rey de Babilonia vino a Jerusalén, capturó a su rey y a sus jefes, y los llevó con él a Babilonia. 13 Tomó uno de la descendencia real, pactó una alianza con él, lo obligó bajo juramento y retuvo a los poderosos del país, para que el reino fuera humilde, no pudiera rebelarse, observara su alianza y pudiera subsistir. 15 Pero aquel se rebeló contra él y envió a sus mensajeros a Egipto para que le proporcionara caballos y tropas. ¿Tendrá éxito? ¿Podrá escapar quien hace estas cosas? ¿Puede quebrantar la alianza y escapar?
16 Juro por mi vida –oráculo del Señor Dios– que morirá en Babilonia, en la residencia del rey que lo hizo reinar, cuyo pacto despreció y cuya alianza quebrantó. 17 Con toda seguridad, el faraón no lo apoyará en la guerra ni con un gran ejército, ni con muchos hombres, cuando se levanten terraplenes y se construyan torres de asalto para exterminar a tantas vidas humanas. 18 Porque despreció el pacto, rompiendo la alianza después de haber jurado dando la mano; por todo esto que ha hecho, ciertamente, no escapará”.
19 Por eso, así dice el Señor Dios: “¡Juro por mi vida: es mi juramento el que ha despreciado y es mi alianza la que ha roto; toda la responsabilidad caerá sobre él. 20 Sobre él extenderé mi red y quedará preso en mi trampa; lo conduciré a Babilonia y allí me presentaré en juicio contra él por la infidelidad que ha cometido contra mí. 21 Cuando todos sus fugitivos, con sus batallones enteros, caigan a espada y los sobrevivientes sean dispersados a los cuatro vientos, solo entonces ustedes comprenderán que yo, el Señor, había hablado”.
Llegará a ser un cedro magnífico ¨
Sal 113, 7-9; Dn 4,8-9; Mt 13,32; Lc 1,51-53;
22 Así dice el Señor Dios:
“Yo tomaré la copa del cedro,
en la parte más alta de sus ramas
seleccionaré y arrancaré un gajo tierno;
yo mismo lo plantaré
en la cumbre de una montaña elevada y firme.
23 Cuando lo plante en una montaña alta de Israel,
echará ramas, producirá frutos
y llegará a ser un cedro magnífico.
Aves de toda especie anidarán en él
y todos los pájaros se cobijarán al abrigo de sus ramas.
24 Entonces todos los árboles del campo reconocerán
que yo, el Señor, humillo al árbol elevado
y exalto al árbol humilde,
que hago secar el árbol verde
y florecer el árbol seco.
Yo, el Señor, he hablado y lo haré”.
El que peque, ese morirá ¨
Ez 14,12-23; 33,10-20; Lv 18,5; Dt 24,16; Jr 31,29-30; Prov 24,12; Lm 5,7; Mt 25, 35-40; Rom 2,6; 2 Pe 3,9
18 1 La palabra del Señor me llegó: 2 “¿Por qué ustedes andan repitiendo este refrán en la tierra de Israel: ‘Los padres comieron uvas agrias y los hijos sufren el mal de dientes’? 3Juro por mi vida –oráculo del Señor Dios–, que ustedes no repetirán más este refrán en Israel. 4 Miren, todas las vidas son mías. Tanto la vida del padre como la del hijo me pertenecen. El que peque, ese morirá.
5Si un hombre es justo, y se comporta según el derecho y la justicia: 6 no participa de las comidas rituales en las montañas, ni pone su confianza en los ídolos de Israel; si no deshonra a la mujer de su prójimo y no se une a su mujer durante la menstruación; 7 no oprime a nadie, devuelve la prenda empeñada y no roba; si comparte su pan con el hambriento y viste al desnudo, 8no presta con usura, ni reclama intereses y se mantiene lejos de la injusticia; si aplica con equidad el derecho entre las personas, 9 se comporta según mis preceptos y observa mis normas, cumpliéndolas fielmente, este, ciertamente vivirá”. Oráculo del Señor Dios.
10 Si este hombre engendra un hijo violento y sanguinario que por desgracia comete una de estas malas acciones, 11 que él, como padre, no había cometido, sino que participa de las comidas rituales en las montañas, deshonra a la mujer de su prójimo, 12 oprime al pobre y al indigente, roba, no devuelve la prenda empeñada, pone su confianza en los ídolos, comete acciones detestables, 13 presta con usura, reclama intereses, este ciertamente no vivirá; morirá sin remedio y será responsable de su propia muerte por haber cometido todas esas acciones detestables.
14 Si, por el contrario, este engendra un hijo, que vio todos los pecados que cometió su padre, los vio, pero no actúa de esa manera: 15 no participa de las comidas rituales sobre las montañas, no pone su confianza en los ídolos de Israel, no deshonra a la mujer de su prójimo, 16 no oprime a nadie, no retiene la prenda empeñada, ni roba; comparte su pan con el hambriento y viste al desnudo; 17 no se aprovecha del desgraciado, no reclama usura ni interés; cumple mis normas y se comporta según mis preceptos, este no morirá por la culpa de su padre; ciertamente vivirá. 18 Su padre, porque fue violento, porque robó lo que pertenecía a su prójimo, y porque no actuó bien en medio de su pueblo, él sí es reo de muerte por su propia culpa.
19 Ustedes podrán decir: ‘¿Por qué el hijo no carga con la culpa de su padre?’. Es porque el hijo se ha comportado según el derecho y la justicia, ha observado todos mis preceptos y los ha puesto en práctica, por eso ciertamente vivirá. 20 El que peque, ese morirá. El hijo no cargará con la culpa del padre, ni el padre cargará con la culpa del hijo. El justo será tratado conforme a su justicia, el malvado conforme a su maldad.
21 Si el malvado se arrepiente de todos los pecados cometidos y cumple con todos mis preceptos, si practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. 22 No se le tendrá en cuenta ninguno de los delitos que cometió; por la justicia que ha practicado, vivirá. 23 ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado –oráculo del Señor Dios–, y no que se convierta de su conducta y viva?
24 Pero, si el justo se aparta de su justicia y comete delitos como las acciones detestables que realiza el malvado, ¿podrá vivir, si actúa de ese modo? No, no se tendrán en cuenta ninguna de las obras justas que practicó, sino que morirá por la infidelidad que cometió y por los pecados que realizó.
25 Aun así, ustedes dirán: ‘No es justo el proceder del Señor’. Escuchen, israelitas: ¿Es injusta mi conducta? ¿Acaso no es injusto el proceder de ustedes? 26 Cuando el justo se aparta de su justicia y comete delitos, morirá a causa de ello. Morirá por los delitos que ha cometido.
27 Cuando el malvado se arrepienta de la maldad que hizo y practique el derecho y la justicia, salvará su vida. 28 Ciertamente vivirá y no morirá porque recapacitó y se arrepintió de todas sus acciones rebeldes. 29 Pero los israelitas volverán a decir: ‘No es justo el proceder del Señor. Israelitas, ¿es injusta mi conducta? ¿Acaso no es injusto el proceder de ustedes?
30 Por eso, israelitas, yo los juzgaré a cada uno según su conducta –oráculo del Señor Dios–. Arrepiéntanse y conviértanse de todas sus acciones rebeldes, para que no sigan tropezando en sus propias culpas. 31 Aparten de ustedes todas las acciones rebeldes que han tramado contra mí.
Háganse de un corazón nuevo y de un espíritu nuevo. Israelitas, ¿por qué tendrían que morir? 32 Yo no me complazco en la muerte de nadie –oráculo del Señor Dios–. Por lo tanto, ¡conviértanse para que vivan!”.
Esta es una lamentación… ¨
Ez 17,6-10; 2 Re 23,33-34; Is 5,1-7; 50,1; Jr 22,24-30; 52,1-11
19 1 “Entona tú una lamentación por los príncipes de Israel. 2 Dirás:
‘¿Quién es tu madre?
Es una leona que vivía entre leones,
en medio de leones jóvenes hacía crecer a sus cachorros.
3 Ella promovió uno de sus cachorros,
que fue un joven león, aprendió a desgarrar su presa y a devorar hombres.
4 Las naciones supieron de su fama,
él fue apresado en la fosa de ellas
y lo llevaron con ganchos al país de Egipto.
5 Cuando ella vio que su esperanza estaba perdida,
tomó a otro de sus cachorros y lo hizo un joven león.
6 Andaba entre los leones y hecho ya un joven león:
aprendió a desgarrar la presa y a devorar hombres,
7 dejó viudas a sus mujeres y asoló sus ciudades.
La tierra y sus habitantes se aterrorizaron ante su rugido.
8 Entonces la gente de los pueblos circundantes se alzó contra él,
le tendieron una red y quedó preso en la fosa de ellos.
9 Con ganchos lo metieron en una jaula
y lo llevaron ante el rey de Babilonia para que lo encerrara en calabozos,
de manera que no se oyera más su rugido por los montes de Israel’.
10 ‘Tu madre es como una vid plantada junto a las aguas;
era fecunda y exuberante a causa de las aguas abundantes.
11 Le brotaron ramas resistentes, como para hacer cetros de gobernantes.
Su talla se elevó por entre las nubes,
fue admirada por su altura y por la abundancia de sus ramas.
12 Pero fue arrancada con furor y arrojada al suelo.
El viento del este agostó sus frutos,
sus ramas más fuertes fueron desgajadas, se secaron
y el fuego las consumió.
13 Ahora, la vid está plantada en el desierto, en un suelo árido y seco.
14 Un fuego salió de sus ramas, devoró sus gajos, y consumió su fruto,
de tal modo que no queda en ella una rama resistente, un cetro para gobernar’.
Esta es una lamentación y servirá como canto fúnebre”.
Denuncia las acciones detestables de sus antepasados… ¨
Ez 16; 22,2; 23; 36,22; Ex 3,7-14; 14,11; 20,8; 31,13; Lv 18,3-5; Nm 14,28-30; 18,21; 2 Re 17,10-12; // 20,34: 2 Cor 6,17
20 1 En el año séptimo, el día décimo del quinto mes, vinieron algunos ancianos de Israel a consultar al Señor y se sentaron ante mí. 2 Entonces la palabra del Señor me llegó: 3 “Hijo de hombre, habla a los ancianos de Israel. Tú les dirás: ‘Esto dice el Señor Dios: ‘¿Vienen ustedes a consultarme? Les juro que no me dejaré consultar por ustedes’. Oráculo del Señor Dios.
4 “¿Y tú, hijo de hombre, no vas a juzgarlos? ¿No emitirás tu juicio? Denuncia ante ellos las acciones detestables de sus antepasados. 5 Así les dirás: ‘Esto dice el Señor Dios: El día que yo elegí a Israel hice un juramento solemne a la descendencia de Jacob. Me di a conocer a ellos en el país de Egipto y les juré solemnemente: ‘Yo el Señor, soy su Dios’. 6 En ese mismo día juré sacarlos del país de Egipto hacia una tierra que yo había explorado, que mana leche y miel, el más espléndido de todos los países, 7 y les pedí: ‘Arrojen todo ídolo que atraiga sus miradas. No se contaminen con los ídolos de Egipto, porque Yo, el Señor, soy su Dios’.
8 Pero ellos se rebelaron contra mí y no quisieron escucharme. Ninguno arrojó los ídolos que atraían sus miradas, ni abandonaron los ídolos de Egipto. Entonces pensé descargar mi furor sobre ellos y desahogar mi ira contra ellos en medio del país de Egipto. 9 Pero actué de modo que mi nombre no fuera profanado ante las naciones, entre las que ellos se encontraban y a la vista de las cuales me había dado a conocer a ellos, haciéndolos salir del país de Egipto.
10 Los saqué del país de Egipto y los conduje al desierto. Les di mis preceptos 11 y les enseñé mis mandamientos, que son fuente de vida para quien los cumple. 12 Les di también mis sábados como un signo entre ellos y yo, para que sepan que yo soy el Señor quien los hace santos.
13 Pero Israel se rebeló contra mí en el desierto: no se condujeron según mis preceptos, despreciaron mis mandamientos, que son fuente de vida para quien los cumple, y con alevosía profanaron mis sábados.
Pensé descargar mi furor contra ellos en el desierto y exterminarlos, 14 pero actué de modo que mi nombre no fuera profanado a la vista de las naciones ante las cuales los había liberado. 15 Y aunque yo les juré solemnemente en el desierto que no los llevaría a la tierra que les había asignado, que mana leche y miel, el más espléndido de todos los países, 16 porque habían despreciado mis mandamientos y no se habían conducido según mis preceptos, y habían profanados mis sábados, porque su corazón andaba tras sus ídolos, 17 me compadecí de ellos y no los aniquilé ni los exterminé en el desierto.
18 Entonces yo dije a sus hijos en el desierto: ‘No sigan los preceptos de sus padres, no observen sus mandamientos, ni se contaminen con sus ídolos. 19 Yo, el Señor, soy su Dios. Sigan mis preceptos, observen mis mandamientos, pónganlos en práctica, 20 y guarden mis sábados como días sagrados, porque ellos serán un signo entre ustedes y yo, para que se sepa que yo, el Señor, soy el Dios de ustedes’.
21 Pero también los hijos se rebelaron contra mí: no siguieron mis preceptos, no observaron ni pusieron en práctica mis mandamientos, que son fuente de vida para quien los cumple, y profanaron mis sábados.
También sobre ellos pensé descargar mi furor y desahogar mi ira en el desierto, 22 pero me contuve y actué de modo que mi nombre no fuera profanado ante las naciones, a la vista de las cuales los había liberado.
23 Fue precisamente en el desierto que yo juré dispersarlos entre las naciones y esparcirlos entre los países 24 porque no habían cumplido mis mandamientos, habían despreciado mis preceptos, profanado mis sábados y puesto sus ojos en los ídolos de sus padres. 25 Además, yo les di preceptos que no eran buenos y mandamientos que no conducen a la vida 26 y los contaminé con sus propias ofrendas, haciéndoles sacrificar a sus mismos primogénitos, a fin de infundirles horror y de que reconozcan que yo soy el Señor.
27 Por eso, hijo de hombre, habla a los israelitas. Les dirás así: Esto dice el Señor Dios. Además, en esto me han ofendido sus padres, siéndome infieles: 28 Yo los introduje en la tierra que había jurado darles, pero ellos vieron una colina elevada o un árbol frondoso, y ahí ofrecieron sus sacrificios y dedicaron sus provocativas ofrendas; allí presentaron sus fragantes aromas y derramaron sus ofrendas de vino y aceite.
29 Entonces yo les pregunté: ¿Qué es ese lugar alto (bamá), al cual ustedes van? Y se le llamó “lugar alto” (bamá) hasta el día de hoy.
30 Por lo tanto, di a los israelitas: Así dice el Señor Dios: ¿No están ustedes contaminados con las costumbres de sus antepasados y no se han prostituido yendo tras los ídolos de ellos? 31 Al ofrecer sus propios dones, al hacer pasar a sus propios hijos por el fuego, ustedes están contaminados con sus propios ídolos hasta el día de hoy, y yo, ¿me dejaré consultar por ustedes, israelitas? Juro por mi vida –oráculo del Señor Dios– que no me dejaré consultar por ustedes. 32 Lo que les pasa por la mente, ciertamente no sucederá. Porque ustedes piensan: ‘Queremos ser como las naciones, como las gentes de los otros países que adoran la madera y la piedra’.
33 Juro por mi vida –oráculo del Señor Dios– que yo reinaré sobre ustedes con mano fuerte, con brazo vigoroso y con furor incontenible. 34 Con mano fuerte, con brazo vigoroso y con furor incontenible, los sacaré de entre los pueblos y los reuniré de todos los países donde fueron dispersados, 35 los llevaré al desierto de los pueblos, y allí yo los juzgaré cara a cara. 36 Así como juzgué a los padres de ustedes en el desierto del país de Egipto, así los juzgaré –oráculo del Señor Dios–. 37 Yo los haré pasar bajo el yugo y los haré entrar en el cerco de la alianza. 38 Separaré de entre ustedes a los rebeldes. A los que se sublevan contra mí, los sacaré del país donde habitan, pero no entrarán en la tierra de Israel. Así comprenderán ustedes que yo soy el Señor”.
39 En cuanto a ustedes, israelitas, esto dice el Señor Dios: ‘Vaya cada uno y sirva a sus ídolos, y puesto que ninguno de ustedes me quiere obedecer, dejen ya de profanar mi santo nombre con sus ofrendas y con sus ídolos.
40 Porque, será en mi santa montaña, en la alta montaña de Israel –oráculo del Señor Dios–, en donde me servirán todos los israelitas establecidos en el país. Allí los acogeré gustoso y reclamaré de ustedes las ofrendas y las primicias de sus dones con todo lo que hay que consagrar. 41 Como perfume agradable yo los acogeré con agrado, cuando los saque de entre los pueblos. Los reuniré de todos los países donde fueron dispersados y por medio de ustedes pondré de manifiesto mi santidad a los ojos de las naciones. 42 Ustedes reconocerán que yo soy el Señor, cuando los haga entrar a la tierra de Israel, al país que juré dar a los padres de ustedes. 43 Allí recordarán ustedes su conducta y todas sus obras con las que se contaminaron y sentirán horror de ustedes mismos por todas las maldades que cometieron. 44 Ustedes, israelitas, comprenderán que yo soy el Señor, cuando proceda respecto a ustedes por consideración a mi nombre y no conforme a su mala conducta y a sus acciones corruptas”. Oráculo del Señor Dios.
Yo desenvainaré mi espada ¨
Is 9,17; 10,17-19; Jr 31,19; Sal 83,15; Lc 23,31
21 1 La palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre, mira hacia el sur. Vaticina hacia la zona meridional. Profetiza hacia el bosque de la región del Négueb. 3 Dirás al bosque del Négueb: Escucha la palabra del Señor. Así dice el Señor Dios. Yo estoy prendiendo un fuego en medio de ti que devorará todo árbol verde y todo árbol seco. La llama ardiente no se apagará y toda la superficie del campo será arrasada, de sur a norte. 4 Todo mortal verá que yo, el Señor, lo he encendido porque no se apagará”.
5 Yo contesté: ‘Ay, mi Dios y Señor, ellos andan diciendo de mí: «¿Acaso no es este un inventor de parábolas?».
6 La palabra del Señor me llegó: 7 “Hijo de hombre, mira hacia Jerusalén. Vaticina contra los santuarios. Profetiza contra la tierra de Israel. 8 Dirás así a la tierra de Israel: Así dice el Señor. Aquí estoy yo contra ti. Desenvainaré mi espada y extirparé de en medio de ti al inocente y al culpable. 9 Porque yo voy a exterminar al inocente y al culpable; por eso desenvainaré mi espada contra todo mortal, de sur a norte. 10 Todos reconocerán que yo, el Señor, he sacado mi espada de su vaina, y ella no volverá atrás.
11 Y tú, hijo de hombre, gime. Retuércete y gime con amargura a la vista de ellos; 12 y cuando te pregunten: ‘¿Por qué gimes?’, les dirás: ‘Porque ha llegado una noticia que hará desfallecer los corazones y desmayar todas las manos, que hará decaer el ánimo de todos y flaquear sus rodillas. La noticia ha llegado y se cumplirá’”. Oráculo del Señor Dios.
13 La palabra del Señor me llegó: 14 “Hijo de hombre: ¡Profetiza! Dirás: Así dice el Señor. Les dirás:
‘¡Una espada! Una espada ha sido pulida y bruñida.
15 Ha sido afilada para una gran matanza
y bruñida para que sea un relámpago.
16 Alguien la entregó para arrasar, para empuñarla.
La espada ya está afilada
y ha sido pulida para ponerla en manos del verdugo.
17 ¡Grita! ¡Da alaridos, hijo de hombre!
Porque ella estuvo sobre mi pueblo
y ahora pende sobre todos los príncipes de Israel,
residentes del país, destinados a la espada igual que mi pueblo.
Por esto, golpéate el pecho.
18 Es algo seguro. Oráculo del Señor Dios.
19 Pero tú, hijo de hombre: ¡Profetiza! ¡Aplaude!
Que se redoble la acción de la espada. Que se triplique.
Es la espada de las víctimas:
la espada de la mayor desgracia que los rodea.
20 Yo decreté una matanza por la espada sobre todas sus puertas,
para quebrantar los corazones y la multitud de los ídolos.
¡Ah! Fue hecha para centellear; fue esgrimida para la masacre.
21 ¡Hiere a la derecha! ¡Hiere a la izquierda!
Adondequiera que tus filos sean orientados.
22 Yo también aplaudiré y aplacaré mi furor. Yo, el Señor, he hablado”.
23 La palabra del Señor me llegó: 24 “Tú, hijo de hombre, traza dos caminos para que venga la espada del rey de Babilonia: que los dos partan del mismo territorio. ¡Graba una señal! ¡Grábala en el comienzo del camino a la ciudad! 25 Traza un camino para que la espada vaya hacia Rabá de los amonitas y otro hacia Judá y su plaza fuerte, Jerusalén. 26 Porque el rey de Babilonia se ha detenido en la encrucijada, en la cabecera de los dos caminos, para consultar los presagios: sacude las flechas, consulta a los ídolos, examina el hígado. 27 En su mano derecha está el presagio: ‘Jerusalén’. A emplazarle arietes, a proclamar la masacre, a lanzar el grito de guerra, a emplazarle arietes contra sus puertas, a levantar terraplenes, a construirle un muro de asalto.
28 Pero para los habitantes de Jerusalén será como un presagio falso, hecho ante sus propios ojos, porque cuentan con solemnes juramentos; sin embargo, cuando el rey de Babilonia los aprese, les hará recordar su culpa.
29 Por eso, así dice el Señor Dios: ‘Porque ustedes me hacen recordar su culpa al poner de manifiesto sus rebeliones, al mostrar sus pecados en todas sus acciones y, porque así me las hacen recordar, serán llevados cautivos por la fuerza.
30 Y tú, malvado príncipe de Israel, eres la víctima, cuyo día y tiempo del castigo final ha llegado. 31 Así dice el Señor Dios: ‘¡Quítate el turbante! ¡Despójate de la corona! Nada será igual. La modestia sea exaltada y la arrogancia, humillada.
32 ¡Ruina sobre ruina! ¡En ruinas convertiré la ciudad! Aunque esto no ocurrirá hasta que llegue el que debe ejecutar la sentencia que yo he decretado.
33 Y tú, hijo de hombre, profetiza. Dirás: Así dice el Señor Dios a los amonitas para burla de ellos. Dirás: Espada. Espada desenvainada para la masacre, bruñida para exterminar a modo de un relámpago, 34 para ponerte al cuello de los más infames y malvados, cuyo día y tiempo del castigo final ha llegado, mientras también sobre ti se tienen visiones falsas y se presagian oráculos mentirosos.
35¡Que vuelva a su vaina! En el mismo lugar en el que fuiste forjada, en tu país de origen, te juzgaré. 36 Derramaré sobre ti mi indignación y atizaré contra ti el fuego de mi furor. Te entregaré en manos de hombres incendiarios, artífices de exterminio. 37 Así serás presa del fuego; tu sangre quedará en tu propia tierra y tu recuerdo se perderá, porque yo, el Señor, he hablado”.
¿No vas a juzgar a la ciudad sanguinaria? ¨
Ez 20,4; 23,36; Lv 18,7-20; 25,36-37; 26,33; Lm 1,1-2
22 1 La palabra del Señor me llegó: 2 “Tú, hijo de hombre, ¿no vas a juzgar? ¿No vas a juzgar a la ciudad sanguinaria y a echarle en cara todas sus acciones detestables? 3 Dirás: Esto dice el Señor Dios: ¡Ah, ciudad que derrama sangre en medio de ella para que llegue su hora, y erige ídolos para contaminarse con ellos! 4 Te hiciste culpable por la sangre que derramaste, y te volviste impura por los ídolos que fabricaste. Aceleraste tus días y llegaste al fin de tus años. Por eso te he entregado al desprecio de las naciones y a la burla de todos los países. 5 Tanto los pueblos vecinos como los lejanos se burlarán de ti, ciudad de mala fama, llena de corrupción.
6 En ti, los príncipes de Israel, cada uno según su poder, están para derramar sangre. 7 Tus habitantes despreciaron padre y madre, trataron mal al extranjero que habitaba en medio de ti y oprimieron al huérfano y a la viuda. 8 Tú despreciaste mis cosas sagradas y profanaste mis sábados. 9 En tu interior hay gente que calumnia para cometer crímenes, que participa en banquetes idolátricos y comete infamias. 10 Dentro de ti hay quien tiene relación con la mujer del propio padre y abusa de la que está en el período de su menstruación. 11 Hay quien comete adulterio con la mujer de su prójimo, quien abusa de su nuera de modo infame y quien violenta a su misma hermana, hija de su padre.
12 Tus habitantes se dejan sobornar para derramar sangre. Tú has cobrado con interés y usura, extorsionaste con violencia a tu prójimo, y te has olvidado de mí. Oráculo del Señor Dios.
13 Ahora yo te castigaré por la ganancia deshonesta que realizaste y los crímenes que se cometieron en medio de ti. 14 ¿Resistirá tu corazón? ¿Estarán firmes tus manos el día en que yo actúe contra ti? Yo, el Señor, he hablado y lo cumpliré.
15 Te dispersaré entre las naciones, te esparciré por los países y pondré fin a tu corrupción. 16 Cargarás tu propia deshonra ante las naciones y sabrás que yo soy el Señor”.
Todos ustedes se han convertido en escoria ¨
Is 1,22-25; Jr 6,28-30; Ml 3,2-3
17 La palabra del Señor me llegó: 18 “Hijo de hombre, los israelitas se han convertido para mí en escoria. Todos ellos, bronce o estaño, hierro o plomo, en medio del horno se han convertido en escoria de plata. 19 Por eso, así dice el Señor: Porque todos ustedes se han convertido en escoria, por eso mismo yo los reúno ahora en el centro de Jerusalén. 20 Como se echa la plata, el bronce, el hierro, el plomo y el estaño en medio del horno, y se aviva el fuego para que se fundan, así los reuniré a ustedes en mi enojo y en mi furor; los arrojaré al horno y los fundiré. 21 Los reuniré, avivaré contra ustedes el fuego de mi ira y quedarán fundidos en medio de la ciudad. 22 Ustedes serán fundidos en medio de ella así como se funde la plata en el horno, y reconocerán que yo, el Señor, he derramado mi furor sobre ustedes”.
Yo he sido deshonrado ¨
Lv 10,10; Is 59,15-16; Sof 3,3-4
23 La palabra del Señor me llegó: 24 “Hijo de hombre, dirás a Jerusalén: ‘Eres una tierra en la que no ha caído lluvia el día de mi indignación’. 25 Sus príncipes son como un león rugiente que desgarra a su presa, han devorado a la gente, se apoderaron de sus tesoros y riquezas y han multiplicado a sus viudas. 26 Sus sacerdotes han violado mi Ley y han profanado mis cosas santas. Como no distinguen entre lo sagrado y lo profano, ni enseñan la diferencia entre lo puro y lo impuro, y cierran los ojos sobre la observancia de mis sábados, yo he sido deshonrado en medio de ellos.
27 Sus jefes, en medio de ella, son como lobos que desgarran a la presa, derramando sangre y eliminando a la gente, a fin de sacar provecho. 28 Sus profetas los cubren con cal con sus visiones falsas y sus presagios mentirosos, diciendo: ‘así dice el Señor’ cuando el Señor no ha hablado. 29 Los propietarios de la tierra cometen atropellos, se entregan al saqueo, maltratan al débil y al indigente, y oprimen al inmigrante contra todo derecho. 30 Yo busqué entre todos ellos a alguien que construyera una muralla y se mantuviera en la brecha frente a mí, a favor del país para que yo no lo destruyera, pero no lo encontré. 31 Entonces derramé mi indignación contra ellos, los consumí con el fuego de mi ira y les pagué como merece su conducta”. Oráculo del Señor Dios.
Había dos mujeres, hijas de una misma madre… ¨
Ez 16; 20; 22,2; Gn 9,6; Lv 20,10; 2 Re 16,7-19; 20,12-19; Is 51,17-23; Jr 3,6-13; 25,15-18; Os 2,2-20; Sal 75,8
23 1 La palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre, había dos mujeres, hijas de una misma madre. 3 Ellas se prostituyeron en Egipto cuando todavía eran jóvenes. Allí fueron palpados sus pechos y manoseados sus senos virginales. 4 La mayor se llamaba Oholá (“tienda de ella”), y su hermana Oholibá (“mi tienda está en ella”). Ellas fueron mías y dieron a luz hijos e hijas. El nombre de Samaria es Oholá y el de Jerusalén, Oholibá.
5 Oholá se prostituyó cuando estaba conmigo. Se enamoró perdidamente de sus amantes asirios, vecinos suyos, 6 que vestían de púrpura; eran gobernadores y oficiales y todos ellos jóvenes apuestos y hábiles jinetes. 7 Se entregó a la prostitución con estos, que eran lo más selecto de los asirios. Con todos los que se había enamorado perdidamente, con todos sus ídolos, 8 se corrompió y no abandonó las prostituciones realizadas en Egipto, donde aquellos desahogaron su lujuria en ella, acostándose con ella desde su juventud y manoseando sus senos virginales.
9 Por eso la entregué en manos de sus amantes, los asirios, de quienes se había enamorado perdidamente, 10 y ellos la desnudaron, le arrebataron a sus hijos e hijas y les dieron muerte a filo de espada. Entonces su nombre se hizo famoso entre las mujeres, por la sentencia que le habían aplicado.
11 Aunque su hermana Oholibá vio todo esto, en su pasión fue aún más corrupta y sus prostituciones fueron más lujuriosas que las de su hermana. 12 También se enamoró perdidamente de sus vecinos asirios, gobernadores y oficiales, vestidos con esplendor, todos ellos jóvenes apuestos y hábiles jinetes.
13 Yo me di cuenta de que ella también se había vuelto impura: las dos transitaban por un mismo y único camino. 14 Pero las prostituciones de esta fueron peores que las de la otra. Vio a hombres grabados sobre la pared, figuras de caldeos, pintados en rojo, 15 ceñidos con cinturones y con amplios turbantes en sus cabezas, todos con aspecto de capitanes; eran imágenes de babilonios, cuyo país de origen era Caldea. 16 Apenas los vio, se enamoró perdidamente y envió mensajeros a Caldea para que los llamaran. 17 Los babilonios acudieron a ella, al lecho de sus amores y la mancharon con sus prostituciones. Ella también se manchó con ellos hasta hastiarse de ellos. 18 De este modo puso de manifiesto sus prostituciones y su desnudez. Entonces yo me hastié de ella, como me había hastiado de su hermana. 19 Pero ella siguió prostituyéndose cada vez más, al recordar los días de su juventud, cuando se prostituía en Egipto. 20 Siguió enamorándose perdidamente de sus lujuriosos amantes, que tienen miembros de burros y esperma de caballos.
21 Tú añoraste la lujuria de tu juventud, cuando los egipcios acariciaban tus senos, tus pechos de doncella. 22 Por eso, Oholibá, así dice el Señor Dios: Yo traeré contra ti a tus amantes, de los que te habías hastiado, y los conduciré contra ti de todas partes: 23 a los babilonios y a todos los caldeos, a los habitantes de Pecod, Soa y Coa, a todos los asirios, jóvenes apuestos, gobernadores y generales, ayudantes y oficiales, todos ellos hábiles jinetes a caballo. 24 Ellos vendrán contra ti armados con carros y carretas, con una multitud de gente y por todas partes se apostarán contra ti con coraza, escudo y casco. Yo les encargaré el juicio y ellos te juzgarán según sus leyes. 25 Desencadenaré mi rabia contra ti y te tratarán con furor: te cortarán la nariz y las orejas, y lo que quede de ti lo mutilará la espada. Ellos te arrebatarán a tus hijos e hijas, y lo que quede de lo tuyo será consumido por el fuego. 26 Te despojarán de tus vestidos y arrebatarán tus joyas. 27 Pondré fin a tu libertinaje y prostitución, que comenzaron en Egipto, y así no volverás a poner tus ojos en ellos, ni te acordarás de Egipto nunca más”.
28 Sí, esto dice el Señor Dios: “Yo te entrego en manos de los que has dejado de amar, en manos de los que te has hastiado. 29 Ellos te tratarán con odio y se llevarán todo cuanto ganaste. Te dejarán completamente desnuda y quedará al descubierto la vergüenza de tus prostituciones: tu libertinaje y tu vida de prostituta. 30 Al actuar de esta manera, prostituyéndote antes las naciones y contaminándote con sus ídolos, 31 has seguido el mismo camino de tu hermana; por eso yo te haré correr su misma suerte”.
32 Esto dice el Señor Dios:
“Beberás la copa de tu hermana,
una copa profunda y ancha,
que, por la abundancia de su contenido,
hará que seas objeto de burla y caigas en el ridículo.
33 Te saciarás de embriaguez y aflicción,
porque la copa de Samaria, tu hermana,
es una copa de horror y devastación.
34 La beberás hasta el fondo,
hasta quebrarla en pedazos y te rasgarás los pechos.
Yo soy quien ha hablado”. Oráculo del Señor Dios.
35Por eso, así dice el Señor Dios: “Porque me olvidaste y me diste la espalda, carga ahora con el peso de tu libertinaje y tus prostituciones”.
36 El Señor me dijo: “Hijo de hombre, ¿vas a juzgar a Oholá y Oholibá? ¡Échales en cara sus detestables acciones! 37 Porque ellas han cometido adulterio y sus manos están llenas de sangre. Han cometido adulterio con sus ídolos y les han inmolado en el fuego a los hijos que me habían dado a luz. 38 Incluso han llegado a hacerme esto: en el mismo día han contaminado mi santuario y han profanado mis sábados. 39 Cuando sacrificaban a sus hijos ante sus ídolos, el mismo día entraban en mi santuario para profanarlo. Eso es lo que hicieron en mi propia casa.
40 Más aún, cuando estas por medio de mensajeros enviaban por hombres a que vinieran desde lejos, ellos en su momento venían. Entonces te bañabas, te pintabas los ojos y te engalanabas con joyas. 41 Te reclinabas en un lecho suntuoso, con una mesa muy bien preparada delante de ti sobre la que colocabas mi incienso y mi perfume. 42 Un ambiente en el que podía escucharse el rumor de una multitud en fiesta y verse a muchos hombres, bebedores, traídos del desierto, quienes colocaban pulseras en las manos de ellas y una magnífica corona en sus cabezas.
43 Entonces yo dije de la mujer consumida por tantos adulterios: ahora sí que ellos seguirán prostituyéndose con ella. 44 Y acuden a ella como quien va a una prostituta. Así se han acercado a Oholá y a Oholibá, mujeres depravadas. 45 Pero hombres justos las juzgarán como se juzga a las adúlteras y a las asesinas, porque son adúlteras y sus manos están llenas de sangre”.
46 Esto dice el Señor Dios: “Que se convoque una asamblea contra ellas y que sean entregadas al terror y al saqueo. 47 La asamblea les dará muerte a pedradas y las descuartizará con sus espadas. Matarán a sus hijos e hijas y prenderán fuego a sus casas. 48 Yo pondré fin al libertinaje en esta tierra. Todas las mujeres quedarán advertidas y no imitarán el libertinaje de ustedes. 49 A ustedes dos las harán responsables de su propio libertinaje y cargarán con las consecuencias de sus pecados de idolatría. Así ustedes, israelitas, sabrán que yo soy el Señor Dios”.
Prepara una olla… ¨
Ez 5,11; 11,3-12; 2 Re 25,1; Jr 52,4; Job 16,18
24 1 El año noveno, el día diez del décimo mes, la palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre, anota la fecha de hoy, precisamente la de este día, porque hoy el rey de Babilonia ha atacado a Jerusalén. 3 Dirígete con una parábola a esta gente rebelde, y les dirás: Esto dice el Señor Dios:
Prepara una olla. Prepárala y echa agua en ella.
4 Agrega trozos de carne,
los mejores: piernas y costillar.
Llénala de huesos elegidos.
5 Toma lo mejor del rebaño.
Amontona leña debajo de ella,
para que hierva a borbotones,
hasta que los huesos queden cocidos.
6 Ahora bien, así dice el Señor Dios:
Ay, la ciudad sanguinaria,
olla llena de herrumbre,
cuya herrumbre no se puede quitar.
Vacíala de sus trozos, uno a uno,
porque ha caído en desgracia.
7 Su sangre está todavía dentro de ella;
la ha esparcido sobre la roca desnuda,
y no la ha derramado por tierra para que el polvo la cubra.
8 Para provocar mi furor y tomar venganza
yo he dejado su sangre sobre la roca desnuda
de modo que no sea cubierta.
9 Por eso, así dice el Señor Dios:
¡Ay, ciudad sanguinaria!
Yo mismo apilaré la leña.
10 Amontona más leña y enciende la hoguera.
Cuece a punto la carne.
Mezcla las especias, y que los huesos se quemen.
11 Deja la olla vacía sobre las brasas, para que se recaliente.
Cuando su bronce se ponga al rojo vivo
y su impureza se funda en ella,
desparecerá por completo su herrumbre.
12 Pero ella hace que mi fatiga sea inútil. Su herrumbre incrustada no desaparece. Su óxido resiste al fuego. 13 La perversión está en tu comportamiento infame. Yo quise purificarte de tu impureza, pero no lo consentiste; por eso no serás purificada hasta que yo desahogue mi furor en ti. 14 Yo, el Señor, he hablado. Ha llegado el momento y actuaré, no lo dejaré pasar; no tendré piedad ni compasión, porque ellos te han sometido a juicio por tu conducta y tus acciones”. Oráculo del Señor Dios.
Ezequiel será para ustedes un símbolo… ¨
Ez 3,26; 29,21; 33,21-22; Jr 7,1-15; Lam 2,7; Eclo 36,22
15 La palabra del Señor me llegó: 16 “Hijo de hombre, voy a quitarte de repente al encanto de tus ojos, pero tú no te lamentarás, no llorarás ni derramarás lágrimas. 17 Gemirás en silencio. Tampoco harás ningún rito fúnebre. Colócate el turbante y cálzate las sandalias. No te cubras la barba ni comas el pan del duelo”.
18 Yo hablé al pueblo por la mañana y por la tarde murió mi mujer. Al día siguiente hice como se me había ordenado. 19 Entonces el pueblo me dijo: “¿Quieres explicarnos qué significa para nosotros lo que estás haciendo?”. 20 Yo les respondí: “La palabra del Señor me llegó de esta manera: 21 Dirás a Israel: Esto dice el Señor Dios. Yo mismo voy a profanar mi santuario, orgullo de ustedes, el encanto de sus ojos, anhelo de sus vidas. Los hijos e hijas que ustedes dejaron en Jerusalén caerán a espada, 22 y ustedes harán como yo he hecho: no se cubrirán la barba ni comerán el pan del duelo. 23 Seguirán con el turbante en la cabeza y sandalias en los pies. No se lamentarán ni llorarán. Se consumirán a causa de sus propias culpas y gemirán unos junto a otros. 24 Ezequiel será para ustedes un símbolo: harán lo mismo que él ha hecho. Cuando esto suceda, ustedes reconocerán que yo soy el Señor Dios.
25 Y tú, hijo de hombre, el día que yo les arrebate su refugio, su alegría y su gloria, el encanto de sus ojos, el ansia de sus vidas, sus hijos e hijas, 26 en ese mismo día llegará a ti el fugitivo para darte la noticia. 27 Ese mismo día, cuando llegue el fugitivo, tu boca se abrirá para que hables y no vuelvas a estar mudo. Serás un símbolo para ellos y reconocerán que yo soy el Señor”.
III. ORÁCULOS CONTRA LAS NACIONES
Extiendo mi mano contra Amón ¨
Ez 21,33-37; Jue 3,13; Jr 49,1-6; Am 1, 13-15; 2; Sof 2,8-11
25 1 La palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre, dirige la mirada hacia los amonitas, y profetiza contra ellos. 3 Les dirás: Escuchen la palabra del Señor Dios. Esto dice el Señor Dios: Porque te alegraste cuando mi santuario era profanado, cuando era devastada la tierra de Israel y el pueblo de Judá marchaba al exilio, 4 yo te entrego en manos de los pueblos de oriente, que levantarán sus campamentos en medio de ti e instalarán sus carpas, comerán tus frutos y beberán tu leche. 5 Convertiré a Rabá en un campo de pastoreo para camellos y a las ciudades de Amón en un corral de ovejas. Así ustedes reconocerán que yo soy el Señor”.
6 Así dice el Señor Dios: “Porque aplaudiste, saltaste de júbilo, y te alegraste con todo el desprecio de tu corazón hacia la tierra de Israel, 7 yo extiendo mi mano contra ti. Te entregaré para que las naciones te saqueen, te extirparé de entre los pueblos y te haré desaparecer de entre los países. Y cuando te extermine, reconocerás que yo soy el Señor”.
Gn 32,4; Nm 22,36; Jos 24,4; Jr 48,1-47; Am 2,1-3; Sof 2,8-11
8 Esto dice el Señor Dios: “Porque Moab y Seír andan diciendo: ‘Judá es como las demás naciones’, 9 por eso, yo abro una brecha en Moab, del lado donde están sus ciudades fronterizas, el esplendor del país: Bet Yesimot, Baal Meón y Quiriat Yearín. 10 Además de los amonitas, entrego también a Moab en propiedad a los hijos de oriente, para que el recuerdo de los hijos de Amón se pierda entre las naciones.11 Así, cuando ejecute mi sentencia contra Moab, ellos sabrán que yo soy el Señor”.
Me vengaré de Edom ¨
Ez 35,3.15; Is 34; Jr 49,1-6; Jl 4,19; Abd 2-14; Mal 1,2–5; Sal 137,7; Lam 4,21–22
12 Esto dice el Señor Dios: “Porque Edom se vengó con crueldad contra Judá, con esta venganza se hizo gravemente culpable. 13 Por eso así dice el Señor Dios: Extenderé mi mano contra Edom, exterminaré de su tierra a hombres y animales, y la convertiré en ruinas. 14 Caerán a espada desde Temán hasta Dedán. Yo tomaré venganza contra Edom por medio de mi pueblo Israel. Actuarán contra Edom conforme a mi enojo y a mi ira, y ellos conocerán mi venganza”. Oráculo del Señor Dios.
Ejecutaré terrible venganza contra los filisteos ¨
Jr 47, 1-7; Jl 3,4-8; Am 1,6-8; Sof 2,4-7; Zac 9,5-7
15 Así dice el Señor Dios: “Los filisteos, actuando por revancha y llenos de desprecio, tomaron venganza llevados por el impulso destructor de su enemistad secular. 16 Por eso, así dice el Señor Dios: Yo extiendo mi mano contra los filisteos, exterminaré a los cereteos y acabaré con el resto que habita en las costas del mar. 17 Ejecutaré terribles venganzas contra ellos, castigándolos con furor, y reconocerán que yo soy el Señor, cuando descargue mi venganza sobre ellos”.
Tiro, ¡contra ti me dirijo! ¨
Ez 29,17-21; 32,18-22; Is 23; 24,8-9; Ap 18,9-19,21;
26 1 El año undécimo, el primer día del mes, la palabra de Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre, Tiro se ha burlado de Jerusalén diciendo: ‘¡La puerta de los pueblos está destrozada! ¡Ha llegado mi turno: me llenaré de riquezas, ahora que ella está en ruinas!’.
3 Por eso, así dice el Señor Dios:
“Tiro, ¡contra ti me dirijo!
Contra ti levantaré innumerables naciones
como el mar levanta sus olas.
Las olas destruirán las murallas de Tiro
y abatirán sus torres.
4 Barreré hasta el polvo de ella
y la dejaré como roca desnuda.
5 Subsistirá en medio del mar
solo como un lugar para tender las redes.
Así lo he dicho yo”. Oráculo del Señor Dios.
“Tiro quedará como botín para las naciones
6 y sus pobladores de tierra adentro caerán muertos a filo de espada.
Así sabrán que yo soy el Señor”.
7 Esto dice el Señor Dios:
“Yo traigo contra Tiro desde el norte a Nabucodonosor,
rey de Babilonia, rey de reyes,
con caballos, carros y jinetes, y un gran número de tropas.
8 Él pasará a filo de espada a tus pobladores de tierra adentro,
cavará trincheras contra ti,
levantará un terraplén y alzará un escudo protector.
9 Sacudirá tus murallas a golpes de sus arietes
y demolerá tus torres con sus máquinas de guerra.
10 A causa de la multitud de sus caballos, te cubrirá la polvareda;
y al estrépito de sus jinetes y de las ruedas de los carros,
temblarán tus murallas
cuando él entre por tus puertas
como se entra en una ciudad tomada por asalto.
11 Con los cascos de sus caballos,
pisoteará todas tus calles,
pasará por la espada a tu pueblo
y tus sólidas columnas caerán por tierra.
12 Saquearán tus riquezas,
se llevarán como botín tus mercancías
y derribarán tus murallas.
Demolerán tus suntuosos edificios,
y arrojarán en medio del mar
tus piedras, tus vigas y tus escombros.
13 Pondré fin al rumor de tus canciones
y no se escuchará más el sonido de tus arpas.
14 Te dejaré como roca desnuda.
Quedarás como un lugar para tender redes.
Nunca más serás reconstruida.
Yo, el Señor lo he dicho”. Oráculo del Señor Dios.
15 Esto dice el Señor Dios a Tiro: “Ante el estruendo de tu caída, cuando se gima por la desgracia y por la masacre que tendrá lugar en medio de ti, ¿no temblarán los pueblos lejanos? 16 Los príncipes del mar descenderán de sus tronos, se quitarán sus mantos y se despojarán de sus vestiduras recamadas. Se vestirán de espanto, se sentarán sobre la tierra, atemorizados temblarán sin descanso y se horrorizarán por tu causa. 17 Entonarán por ti un canto fúnebre y te dirán:
‘¡Cómo has desaparecido, la habitada por gente de mar,
la ciudad famosa, poderosa en medio del mar!
¡Ella y sus habitantes, que a todos infundían terror!
18 Ahora, las islas se estremecerán, en el día de tu ruina,
y los pueblos del mar quedarán perturbados por tu final”.
19 Porque esto dice el Señor Dios: “Cuando te convierta en ruinas, como esas ciudades que ya nadie habita, cuando haga subir contra ti el océano y te inunden las aguas caudalosas, 20 te precipitaré con los que bajan a la fosa, con los pueblos del pasado; te haré habitar en las profundidades de la tierra, en las soledades perpetuas, con los que van a la mansión de los muertos, para que desaparezcas y no pongas tu esplendor en la tierra de los vivientes. 21 Y cuando te haga motivo de espanto y dejes de existir, serás buscada pero no te encontrarán jamás”. Oráculo del Señor Dios.
Una lamentación sobre Tiro ¨
Gn 10,4.6-7.18.22; Jos 11,8; Sal 48,7; Ap 18,11-19
27 1 La palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre, ¡entona una lamentación sobre Tiro! 3 Dirás a Tiro, la ciudad asentada sobre las entradas del mar, la que comercia con los pueblos hasta con las costas más lejanas: Esto dice el Señor Dios:
Tiro, tú decías: ‘Yo soy un barco
de belleza perfecta’.
4 Tus fronteras se extienden
hasta el corazón del mar;
tus constructores te hicieron
de una hermosura perfecta.
5 Con cipreses de Sanir
construyeron tu casco.
Para hacer tu mástil
tomaron un cedro del Líbano.
6 Con robles de Basán
fabricaron tus remos.
Hicieron tu cubierta
con madera de ciprés
de las costas de Chipre,
incrustada con marfil.
7 Tus velas eran de lino recamado de Egipto,
que te servían como estandarte.
Tu toldo era de púrpura y escarlata
de las costas de Elisá.
8 Tus remeros eran habitantes de Sidón y de Arvad,
y llevabas como timoneles, oh Tiro,
a tus hombres más experimentados.
9 Los ancianos de Biblos y sus expertos
reparaban tus averías.
Todas las naves del mar y sus marineros negociaban tus mercancías.10 Guerreros de Persia, Lidia y Libia estaban en tu ejército y aumentaban tu esplendor cuando ellos colgaban de ti el casco y el escudo. 11 Gentes de Arvad, junto con tu ejército, protegían tus murallas en todo tu alrededor, y en tus torres estaban los hombres de Gamad. Ellos también colgaban sus escudos alrededor de tus murallas y hacían perfecta tu hermosura.
12 Por la abundancia de tus riquezas, Tarsis compraba tus mercancías y te pagaba con plata, hierro, estaño y plomo. 13 Yaván, Túbal y Mosoc comerciaban contigo y te pagaban con esclavos y objetos de bronce. 14 Los de Togormá compraban tus mercancías y te pagaban con mulos, caballos de tiro y de montar. 15 También los habitantes de Dedán comerciaban contigo. Innumerables países costeros negociaban contigo y te pagaban con cuernos de marfil y madera de ébano. 16 Por la abundancia de tus productos, Siria negociaba contigo y pagaba por tus mercancías con piedras preciosas, tejidos de púrpura, telas recamadas, lino fino, corales y rubíes. 17 Judá y la tierra de Israel comerciaban contigo y te daban a cambio trigo de Minit, dulces, miel, aceite y bálsamo. 18 Por tus innumerables productos y tu cuantiosa riqueza, Damasco negociaba contigo y te daba a cambio vino de Jelbón y lana de Sajar. 19 Dan y Yaván, desde Uzal, a cambio de tus mercaderías, te proveían de hierro forjado, canela y caña aromática. 20 Dedán comerciaba contigo a cambio de sillas de montar. 21 Arabia y los príncipes de Cadar compraban tus productos y te pagaban con corderos, carneros y chivos. 22 Los mercaderes de Sabá y de Ramá comerciaban contigo y daban por tus mercancías aromas de primera calidad, todo tipo de piedras preciosas y oro. 23 Jarrán, Cané y Edén, los mercaderes de Sabá, de Asur y Quilmad comerciaban contigo, 24 y traían a tu mercado vestidos de lujo, mantos de púrpura y brocado, tapices multicolores y cuerdas bien trenzadas y resistentes. 25 Tu flota comercial eran naves de Tarsis.
Así alcanzaste tu plenitud
y acumulaste riqueza y gloria en el corazón del mar.
26 Por eso cuando tus remeros te condujeron en aguas profundas,
el viento del este vino a destrozarte en el corazón del mar
27 para que tu riqueza, tus mercancías y tu comercio,
tus marineros y timoneles, los que reparan tus averías,
tus agentes comerciales, tus guerreros y toda tu tripulación
se hundieran en el corazón del mar el día de tu naufragio.
28 Al grito de tus timoneles se estremecían las costas,
29 y todos los remeros, los marineros y los timoneles marinos
saltaban de sus naves para quedarse en tierra.
30 Por ti harán oír un clamor y elevarán un grito amargo,
se echarán polvo sobre sus cabezas y se revolcarán en cenizas.
31 Por causa tuya se raparán la cabeza, se vestirán de luto
y llorando con profunda tristeza harán un rito de duelo desolador.
32 En su duelo, entonarán por ti un canto fúnebre
y cantarán por ti esta lamentación:
‘¿Quién fue como Tiro,
que ahora está silenciosa en lo profundo del mar?
33 Cuando desembarcabas tus mercancías
abastecías a una multitud de pueblos.
Con tu inmensa riqueza y tu comercio
enriqueciste a los reyes de la tierra.
34 Ahora yaces destruida por el mar,
en la profundidad de las aguas.
Tu carga y tu tripulación
se hundieron contigo.
35 Todos los habitantes de los países costeros
están consternados por ti,
sus reyes, aterrorizados de espanto,
tienen el rostro descompuesto.
36 Los mercaderes de otros pueblos
silban despreciándote:
en un momento te convertiste en motivo de espanto,
has desaparecido para siempre”.
Tú eres un hombre, no un dios ¨
Ez 10,2; Gn 3,5; Is 14,13-14; 31,3
28 1 La palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre, dirás al príncipe de Tiro:
‘Así dice el Señor Dios:
Tu corazón se enorgulleció y dijiste:
‘Yo soy un dios,
he asentado mi morada divina en el corazón del mar’.
Sin embargo, tú eres un hombre, no un dios.
Equiparaste tu corazón al corazón de los dioses,
3 haciéndote más sabio que Daniel.
Ningún secreto se te ocultaba.
4 Con tu sabiduría y con tu inteligencia conseguiste poder
y acumulaste tesoros de oro y plata.
5 Por tu gran habilidad para el comercio acrecentaste tu poder
y por tu poder te volviste arrogante.
6 Por eso, así dice el Señor Dios:
‘Por equiparar tu corazón al corazón de los dioses,
7 yo hago venir contra ti extranjeros,
los más feroces de entre las naciones,
que desenvainarán sus espadas contra tu brillante sabiduría
y profanarán tu esplendor.
8 Te harán bajar a la fosa
y morirás maldecido en el fondo del mar.
9 ¿Seguirás diciendo delante de tus verdugos: ‘soy un dios’?
En manos de los que te hieren a muerte, tú eres un hombre, no un dios,
10 y las manos de gente extraña te darán una muerte de incircunciso.
Así lo he decretado”. Oráculo del Señor.
Una lamentación sobre el rey de Tiro[1]♦
Gn 2,8; 3,24; Éx 39,10-13; Is 14,13
11 La palabra del Señor me llegó: 12 “Hijo de hombre, entona una lamentación sobre el rey de Tiro. Le dirás: Así dice el Señor Dios.
Tú, modelo de perfección,
lleno de sabiduría y de acabada hermosura,
13 estabas en el Edén, el jardín de Dios,
adornado con toda clase de piedras preciosas:
rubí, topacio y diamante; crisólito, ónice y jaspe;
zafiro, turquesa y esmeralda;
de oro labrado eran tus engarces y tus ornamentos,
desde el día de tu creación.
14 Eras el querubín protector de alas desplegadas
que yo había establecido en la montaña sagrada de los dioses,
y tú ibas y venías en medio de piedras de fuego.
15 Tu conducta era irreprensible desde el día de tu creación,
hasta que en ti se descubrió la iniquidad.
16 A causa de la prosperidad de tus negocios,
la violencia llenó tu interior, y caíste en pecado.
Entonces, yo te expulsé de la montaña de los dioses como un profano
y te hice desaparecer, querubín protector, de en medio de las piedras de fuego.
17 Tu corazón se llenó de soberbia a causa de tu belleza,
y tu sabiduría se corrompió por tu esplendor.
Por eso te arrojé sobre la tierra,
y ante los reyes te puse como objeto de burla.
18 Profanaste tus santuarios por la gravedad de tus culpas
y la inmoralidad de tu comercio.
Por eso suscité desde tus entrañas un fuego que te ha consumido,
y te reduje a cenizas sobre la tierra
a la vista de cuantos te contemplan.
19 Todos los pueblos que te conocían se han horrorizado de ti,
te convertiste en motivo de espanto, has desaparecido para siempre”.
Aquí estoy contra ti, Sidón[2]♦
Gn 28,13; Jl 33,4-8; Zac 9, 1-2; Mt 11,21-22; Lc 10, 13-14
20 La palabra del Señor me llegó: 21 “Hijo de hombre, dirige tu mirada hacia Sidón y profetiza contra ella. 22 Dirás: así dice el Señor Dios:
Aquí estoy contra ti, Sidón
para cubrirme de gloria en medio de ti.
Ellos sabrán que yo soy el Señor,
cuando la someta a juicio
y manifieste mi santidad en ella.
23 Enviaré contra ella la peste
y correrá la sangre en sus calles;
y en su interior caerán los muertos
por medio de la espada que la rodea por todas partes.
Entonces reconocerán que yo soy el Señor.
24 Ya no habrá más espinas punzantes,
ni zarzas lacerantes para los israelitas,
de parte de los vecinos que los tratan con desprecio.
Entonces reconocerán que yo soy el Señor Dios”.
25 Esto dice el Señor Dios: “Cuando yo reúna a los israelitas de entre los pueblos a donde fueron dispersados, manifestaré en ellos mi santidad a la vista de las naciones. Habitarán en su tierra, la que yo di a mi servidor Jacob, 26 y vivirán seguros en ella. Construirán casas, plantarán viñas y vivirán seguros cuando yo someta a juicio a todos sus vecinos que los trataban con desprecio. Entonces sabrán que yo, el Señor, soy su Dios”.
Aquí estoy contra ti, faraón, rey de Egipto ¨
2 Re 18,21; Is 19,1-15; 36,6; Jr 46,1-28; Job 40,25-41,26
29 1 En el año décimo, el día doce del décimo mes, la palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre, dirige tu mirada hacia el faraón, rey de Egipto, profetiza contra él y contra todo Egipto.
3 ¡Habla! Dirás: Así dice el Señor Dios:
Aquí estoy contra ti, faraón, rey de Egipto,
cocodrilo gigante que yaces entre las corrientes del Nilo,
que dices: ‘El Nilo es mío. Yo lo hice’.
4 Yo te pondré arpones en tus quijadas,
pegaré los peces del Nilo en tus escamas
y te sacaré del Nilo junto con todos sus peces pegados en tus escamas.
5 Te arrojaré al desierto y contigo a todos los peces del Nilo,
y caerás en campo abierto.
No serás recogido, ni enterrado.
Te doy como comida para las fieras de la tierra y las aves del cielo.
6 Entonces todos los habitantes de Egipto sabrán que yo soy el Señor.
Porque fuiste un bastón de caña para los israelitas,
7 cuando se apoyaban en ti, te quebrabas,
les desgarrabas la palma de la mano
y hasta les herías el brazo entero;
cuando ellos se apoyaban en ti, te quebrabas y hacías vacilar sus piernas.
8 Por eso, así dice el Señor Dios: Yo mando la espada contra ti para que extermine en ti hombres y animales. 9 El país de Egipto quedará desierto y en ruinas, y reconocerán que yo soy el Señor, porque dijiste: ‘el Nilo es mío, yo lo hice’.
10 Por eso, aquí estoy contra ti y contra tu Nilo. Dejaré el país de Egipto en ruinas, seco y desierto, desde Migdol a Siene y hasta las fronteras de Etiopía. 11 Ni hombres ni animales transitarán por él, y por cuarenta años quedará deshabitado. 12 Convertiré al país de Egipto en un desierto en medio de países desiertos; y por cuarenta años sus ciudades quedarán desiertas en medio de ciudades en ruinas. Dispersaré a los egipcios entre las naciones, y los esparciré por los países.
13 También esto dice el Señor Dios: Cuando hayan pasado cuarenta años, reuniré a los egipcios de entre los pueblos a donde fueron dispersados. 14 Cambiaré la suerte de Egipto y los haré regresar a la tierra de Patrós, su país de origen. Allí constituirán un reino humilde. 15 Será el más humilde de los reinos, y nunca más se elevará sobre las naciones. Los haré pequeños para que no vuelvan a dominar sobre las naciones. 16 Dejarán de ser para los israelitas el apoyo de su confianza, y serán para ellos solo un recuerdo de su culpa, por haberlo seguido. Entonces reconocerán que yo soy el Señor Dios”.
Yo entrego el país de Egipto a Nabucodonosor ¨
Ez 29,12; 30,10-24; 32,11; 2 Re 24,7; Jr 43,10; 44,30; 46,26
17 El año veintisiete, el primer día del mes, la palabra del Señor me llegó: 18 “Hijo de hombre, Nabucodonosor, rey de Babilonia, ha emprendido una gran maniobra militar contra Tiro. Todas las cabezas han quedado rapadas y todas las espaldas llagadas. Pero ni él ni su ejército obtuvieron algún provecho de la maniobra emprendida contra Tiro. 19 Por eso, así dice el Señor Dios: Yo entrego el país de Egipto a Nabucodonosor, rey de Babilonia. Él se llevará su riqueza, lo saqueará y se llevará el botín. Esa será la paga para su ejército. 20 En recompensa por la acción emprendida contra Egipto, yo le he entregado el país de Egipto, porque han trabajado para mí. Oráculo del Señor Dios.
21 Aquel día fortaleceré el poder de Israel y a ti te concederé hablar en medio de ellos y reconocerán que yo soy el Señor”.
Vendrá la espada sobre Egipto ¨
Is 13,6; Jl 1,15; Sof 1,14-18; Mal 3,2; Ap 6,17
30 1 La palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre: ¡Profetiza! Dirás: Así dice el Señor Dios:
¡Pónganse todos a gemir!
¡Ay, de aquel día!,
3 porque el día está cerca.
Está cercano el día del Señor,
día cargado de nubes, el tiempo de las naciones.
4 Vendrá la espada sobre Egipto
y Etiopía se llenará de angustia.
Cuando caiga la desgracia sobre Egipto,
arrebatarán su riqueza y sus cimientos serán destruidos.
5 Etiopía, Libia, Lidia, toda Arabia, Cub y los países aliados
caerán junto con ellos, muertos por la espada.
6 Así dice el Señor: Caerán los que apoyan a Egipto
y se desplomará el orgullo de su poder,
y con él todos, desde Migdol a Siene,
caerán a espada. Oráculo del Señor.
7 Quedarán desolados en medio de países desolados,
y sus ciudades en medio de ciudades arrasadas.
8 Reconocerán que yo soy el Señor
cuando prenda fuego a Egipto
y queden destrozados todos sus apoyos.
9 Aquel día enviaré mensajeros en navíos para aterrorizar a Etiopía, que se cree tan segura; la angustia invadirá a sus habitantes en el día de Egipto; ese día que está ya a las puertas.
10 Así dice el Señor Dios:
Acabaré con el poderío de Egipto
por medio de Nabucodonosor, rey de Babilonia.
11 Él y su nación, la más cruel de todas,
son enviados a devastar el país,
desenvainarán sus espadas contra Egipto
y llenarán de muertos el país.
12 Yo dejaré secos los canales del Nilo,
dejaré el territorio en manos de gente perversa,
y por mano de extranjeros devastaré esa tierra y cuanto contiene.
Yo, el Señor, he hablado.
13 Así dice el Señor Dios:
Destruiré los ídolos, haré desaparecer los falsos dioses de Menfis,
y ni siquiera habrá un príncipe del país de Egipto
porque sembraré el terror en su territorio.
14 Dejaré desolada a Patrós. Prenderé fuego a Tanis.
Ejecutaré mis sentencias contra Tebas.
15 Derramaré mi furor en Pelusio, fortaleza de Egipto,
y destruiré el poderío de Tebas.
16 Prenderé fuego a Egipto. Pelusio se retorcerá de dolor. Se abrirá una brecha en Tebas, mientras que Menfis, en pleno día, será presa de sus enemigos. 17 Los jóvenes de Heliópolis y de Bubastis caerán a espada y las jóvenes partirán al cautiverio. 18 En Tafnes se oscurecerá el día, y cuando yo rompa el poder de Egipto, desaparecerá en ella el orgullo de su fuerza; ella misma quedará cubierta de nubarrones y sus hijas partirán al cautiverio. 19 Así ejecutaré mis sentencias contra Egipto y sabrán que yo soy el Señor”.
He quebrado el brazo del faraón, rey de Egipto ¨
Jr 37,5-8
20 El año undécimo, el día siete del primer mes, la palabra del Señor me llegó: 21 “Hijo de hombre, yo he quebrado el brazo del faraón, rey de Egipto, y mira que no fue vendado para sanarlo ni le pusieron una ligadura para inmovilizarlo, de manera que recobre su fuerza y pueda empuñar la espada. 22 Por eso, así dice el Señor Dios: Aquí estoy contra el faraón, rey de Egipto. Quebraré sus dos brazos, el sano y el quebrado, y haré que la espada caiga de su mano. 23 Dispersaré a los egipcios entre las naciones, los esparciré por los países. 24 Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia, pondré mi espada en su mano y quebraré los brazos del faraón, que gemirá ante él como un herido de muerte. 25 Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia, mientras que los brazos del faraón desfallecerán. Entonces reconocerán que yo soy el Señor, cuando ponga mi espada en la mano del rey de Babilonia, y él la esgrima contra el país de Egipto. 26 Dispersaré a los egipcios entre las naciones, los esparciré por los países y ellos reconocerán que yo soy el Señor”.
Tú, faraón, te enalteciste ¨
Gn 2,8-9; Nm 16,33; Is 14,15
31 1 En el año undécimo, el primer día del tercer mes, la palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre, debes decirle al faraón, rey de Egipto, y a la multitud de su pueblo:
¿A quién te pareces en tu grandeza?
3 A un cedro del Líbano,
de ramas hermosas, de buena madera
y de majestuosa altura.
Su copa sobresale sobre todos los árboles.
4 El agua lo ha engrandecido.
Las fuentes subterráneas,
que dirigían sus torrentes
al resto de los árboles del bosque,
lo hicieron inmenso,
porque con sus arroyos rodeaban
el lugar donde estaba plantado.
5 Así superó a todos en altura.
Su follaje se hizo tupido y desplegó sus ramas,
expandiéndose a causa de las aguas caudalosas.
6 Las aves del cielo anidaban entre sus hojas,
los animales del campo tenían cría bajo sus ramas,
y todas las naciones se cobijaban a su sombra.
7 Era magnífico por su grandeza
y por la extensión de sus ramas,
porque su raíz estaba junto a las aguas caudalosas.
8 En el jardín de Dios,
los demás cedros no se le podían comparar.
Los cipreses no tenían un follaje parecido,
ni los plátanos tenían ramas como las suyas.
En el jardín de Dios,
ningún árbol igualaba su belleza.
9 Yo lo había embellecido con su magnífico follaje,
y le tenían envidia todos los árboles del Edén
que estaban en el jardín de Dios.
10 Por eso así habla el Señor Dios: porque se elevó tanto, levantando su copa sobre todos los árboles y por haberse engreído por su altura, 11 yo lo entregué en poder del príncipe de las naciones, que ciertamente lo tratará como corresponde a su maldad. Lo deseché a causa de su presunción. 12 Entonces los extranjeros más crueles lo talaron y lo abandonaron por los montes. Por todos los valles cayeron sus ramas; su ramaje está disperso por los barrancos del país. Todos los pueblos de la tierra escaparon de su sombra y lo dejaron abatido. 13 Las aves del cielo se han posado sobre sus despojos, y los animales salvajes se han guarecido junto a sus ramas.
14Por esta razón, ningún árbol que crezca junto al agua debe engreírse por su altura y levantar su copa sobre todos los demás. Ninguno de esos árboles que sacian su sed en las aguas, podrá confiar en su altura, porque todos están destinados a la muerte, a lo profundo de la tierra, entre los hijos de Adán que bajan a la fosa.
15Así dice el Señor Dios: El día en que el cedro bajaba al lugar de los muertos yo ordené un gran duelo, vestí de luto las fuentes subterráneas, detuve sus arroyos y se estancaron las aguas caudalosas. Por él cubrí de sombras el Líbano, y todos los árboles del bosque se marchitaron. 16 Con el estruendo de su caída hice temblar las naciones, cuando lo precipitaba al lugar de los muertos, con los que bajan a la fosa. En las moradas subterráneas se consolaron todos los árboles del Edén, los más hermosos y selectos del Líbano, los que sacian su sed en las aguas. 17 También bajaron con él al lugar de los muertos, con las víctimas de la espada, los que se cobijaban a su sombra entre las naciones.
18 ¿A quién te comparas entonces entre los árboles del Edén, por tu gloria y tu grandeza? Tú también serás precipitado a las moradas subterráneas, junto con los árboles del Edén, y yacerás tendido en medio de incircuncisos, víctimas de la espada.
Este será el destino del faraón y de su numeroso pueblo”. Oráculo del Señor Dios.
Parecías el león de las naciones ¨
Is 13,10; Am 8,9; Job 40,25-41,26; Mt 24,29; Mc 13,24-25; Lc 21,25; Ap 6,12-13; 8,12
32 1 En el año duodécimo, el día primero del mes doce, la palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre: entona una lamentación por el faraón, rey de Egipto. Le dirás:
Parecías el león de las naciones;
sin embargo, eres un cocodrilo:
asomas de repente en tus ríos,
enturbias las aguas con tus patas,
y pisoteas el barro de sus arroyos.
3 Así dice el Señor Dios:
Reuniré a muchos pueblos,
echaré mi red sobre ti y te arrastraré con ella.
4 Te dejaré abandonado por tierra,
te arrojaré sobre la superficie del campo.
Haré que se posen sobre ti todas las aves del cielo,
y dejaré que se sacien contigo todas las bestias de la tierra.
5 Tiraré tu carne por las montañas
y llenaré los valles con tu carroña.
6 Arrojaré por tierra el torrente de tu sangre,
la derramaré sobre las montañas
y se llenarán las cañadas.
7 Y cuando te hayas consumido,
cubriré los cielos y oscureceré sus estrellas.
Cubriré con nubes el sol,
y la luna no iluminará más con su resplandor.
8 Oscureceré por ti las luminarias del cielo
y tu país quedará envuelto en tinieblas.
Oráculo del Señor Dios.
9 Temblará el corazón de muchos pueblos, cuando yo haga llegar a las naciones la noticia de tu ruina, a países que nunca conociste. 10 Por tu causa llenaré de terror a muchos pueblos. El día de tu caída, cuando yo desenvaine mi espada ante ellos, sus reyes se estremecerán de espanto y cada uno temblará, sin tregua, por su vida. 11 Porque, así dice el Señor Dios:
‘La espada del rey de Babilonia caerá sobre ti.
12 Aniquilaré tu numeroso pueblo
con las espadas de los más crueles guerreros de las naciones.
Ellos arrasarán la soberbia de Egipto
y será deshecha su prepotencia.
13 Haré perecer todo el ganado
que está junto a las aguas abundantes
y no volverán a enturbiarlas
ningún pie de hombre ni pezuña de animal.
14 Entonces, haré que sus aguas se serenen
y que sus ríos corran como el aceite.
Oráculo del Señor Dios.
15 Cuando yo convierta a Egipto
en una desolación
y el país sea despojado de todo lo que tiene;
cuando extermine a todos sus habitantes,
sabrán que yo soy el Señor.
16 Esta es la lamentación que cantarán las ciudades de las naciones. Se lamentarán por Egipto y por todo su pueblo numeroso”. Oráculo del Señor Dios.
Lamento por Egipto y su población ¨
Ez 31,16-18; 38,2-3; 39,1; Is 14,9-11.15
17 En el año duodécimo, el día quince del mes, la palabra del Señor me llegó: 18 “Hijo de hombre, entona una lamentación por la numerosa población de Egipto. Que ellos y las ciudades de las naciones poderosas desciendan a las moradas subterráneas, junto con los que bajan a la fosa.
19 ¿Te crees más atractivo que los demás?
¡Baja, y acuéstate con los incircuncisos!
20 En medio de los muertos por la espada
–la espada ya ha sido entregada–
permanecerá con toda su gente.
21 En la mansión de los muertos, los más bravos guerreros le dirán:
‘Ya han bajado junto con sus aliados,
estos incircuncisos, que yacen tendidos, muertos por la espada’.
22 Allí está Asiria y toda su gente rodeando su sepulcro. Todos ellos cayeron muertos por la espada, 23 y sus tumbas fueron colocadas en las profundidades de la fosa. Los que sembraban pánico en la tierra de los vivos, todos cayeron muertos por la espada y esa multitud está rodeando su sepulcro.
24 Allí está Elam con toda su gente rodeando su sepulcro. Todos ellos cayeron muertos por la espada y bajaron incircuncisos a las moradas subterráneas. También estos que sembraban el pánico en la tierra de los vivos cargaron su infamia junto con los que bajan a la fosa. 25 Les han dado un lecho en medio de los caídos en desgracia, y toda su gente rodea sus tumbas. Todos estos incircuncisos, víctimas de la espada, por haber infundido el pánico en la tierra de los vivos, cargaron su infamia con los que bajan a la fosa. Elam fue colocado en medio de los caídos en desgracia.
26 Allí está Mosoc, Túbal y toda su gente rodeando sus sepulcros; todos ellos son incircuncisos, traspasados por la espada, que sembraban el terror en la tierra de los vivos. 27 Pero no yacen con los héroes incircuncisos, que fueron el terror de los héroes en la tierra de los vivos, que murieron y bajaron al lugar de los muertos con sus armas de guerra, que tienen sus espadas bajo la cabeza y su escudo reposa sobre sus huesos. 28 Pero tú serás destrozado en medio de los incircuncisos, y yacerás con las víctimas de la espada.
29 Allí, está Edom, sus reyes y sus príncipes, quienes, a pesar de su valentía, están colocados con las víctimas de la espada. Ellos yacerán con los incircuncisos y con los que bajan a la fosa.
30 Allí están todos los príncipes del norte y todos los sidonios, los que bajaron deshonrados y llenos de vergüenza, a pesar del terror que infundían con su coraje. Yacen incircuncisos con las víctimas de la espada y cargan su infamia con los que bajan a la fosa.
31 Cuando el faraón los vea, se consolará por su pueblo, él y todo su ejército, que también serán muertos por la espada. Oráculo del Señor Dios. 32 Aunque el faraón sembró el terror en la tierra de los vivos, él y todo su pueblo yacerá en medio de los incircuncisos, con las víctimas de la espada”. Oráculo del Señor Dios.
Te he constituido centinela ¨
Ez 3,17-21; Is 21,6; Jr 6,17; Os 9,8; Sab 1,13; 2 Pe 3,9;
33 1 La palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo, y les dirás: ‘Cuando yo envíe la espada sobre un país, si la gente del lugar elige a alguien de su territorio y lo coloca como su centinela, 3 este, al ver venir la espada sobre el país, debe advertir al pueblo tocando la trompeta. 4 Ahora bien, si alguien oye la alarma de la trompeta, pero no se preocupa de la advertencia, de manera que la espada llega y lo sorprende, ese hombre será responsable de su propia muerte. 5 Como oyó el toque de trompeta y no hizo caso, él será responsable de su propia muerte. Si se hubiera preocupado de la advertencia, habría salvado su vida. 6 Pero si el centinela, al ver venir la espada, no da la alarma con el toque de trompeta, y el pueblo no es advertido del peligro, de modo que la espada llega y alguien muere, este hombre morirá por su propia culpa, pero yo pediré cuentas al centinela por su muerte.
7 A ti, hijo de hombre, yo te he constituido centinela de los israelitas, de manera que cuando escuches una palabra de mi boca, les comunicarás esa advertencia de mi parte. 8 Si yo digo al malvado ‘¡eres reo de muerte!’, pero tú no le hablas para advertirle de su mala conducta, el malvado morirá por su propia culpa, pero de su muerte te pediré cuentas a ti. 9 Ahora bien, si tú adviertes al malvado de su mala conducta para que se corrija, pero él no cambia su modo de proceder, él morirá por su propia culpa, pero tú habrás salvado tu vida.
No me complazco en la muerte del malvado
Ez 14,12-20; 18,21-30; Sal 62,12-13; Job 34,11; Mt 16,27; Rom 2,6
10 Tú, hijo de hombre, dirás a los israelitas: Ustedes andan diciendo: ‘Sufrimos el castigo que merecen nuestros pecados y nuestros delitos; por causa de ellos nos estamos consumiendo poco a poco. ¿Cómo podremos vivir así?’ 11 Entonces les dirás: Juro por mi vida, –oráculo del Señor Dios–, que no me complazco en la muerte del malvado, sino en que se convierta de su mala conducta y que viva. ¡Conviértanse de su mala conducta! ¡Conviértanse! ¿Por qué tienen que morir, israelitas?
12 Tú, hijo de hombre, dirás a los hijos de tu pueblo: El día en que el justo se rebele no lo salvará su buen comportamiento anterior. Y el día en que el malvado se convierta no perecerá a causa de su maldad precedente. El justo no tendrá garantías de vida el día en que peque. 13 Si yo digo al justo: ¡Vivirás!, pero él, confiado en su buen comportamiento se dedica a hacer el mal, no se tendrá en cuenta ninguna de sus obras buenas, sino que morirá por la maldad que cometa. 14 De la misma manera, si yo digo al malvado: ¡Morirás!, pero él se convierte de su pecado, y actúa con rectitud y justicia, 15 devolviendo lo que tomó como prenda, restituyendo lo que ha robado, cumpliendo los mandamientos que dan vida, sin hacer el mal, él ciertamente vivirá, y no morirá. 16 No se le tendrá en cuenta ninguno de los pecados que cometió. Si actúa con rectitud y justicia, ciertamente vivirá.
17 Los hijos de tu pueblo dirán: ‘No es justo el proceder del Señor’; en realidad, es el proceder de ellos el que no es justo. 18 Si el justo se aparta de su buen comportamiento y comete iniquidad, morirá por causa de ella. 19 Y si el malvado se convierte de su maldad y actúa con rectitud y justicia, vivirá por causa de ellas.
20 Pero ustedes insisten: ‘El proceder del Señor no es justo’. Sin embargo, israelitas, yo juzgaré a cada uno de ustedes según su conducta”.
Ez 3,26; 24,26-27; 29,21; 2 Re 25,3;-10; Jr 39,2-8; 52,4-14
21 En el año doce de nuestra deportación, el quinto día del mes décimo, llegó el fugitivo de Jerusalén adonde yo estaba y me dijo: “La ciudad fue conquistada”. 22 La mano del Señor se había posado sobre mí la tarde antes que llegara el fugitivo y abrió mi boca cuando este vino a mí por la mañana. Fue entonces que el Señor me abrió la boca y dejé de estar mudo.
Lv 1,5; 17,10-14; 18,20
23 La palabra del Señor me llegó: 24 “Hijo de hombre, los que habitan en aquellas ruinas, andan diciendo sobre la tierra de Israel: ‘Abrahán era uno solo, y tomó posesión del país. Con mayor razón, a nosotros, que somos muchos, se nos ha dado esta tierra en herencia’.
25 Entonces les dirás: Así dice el Señor Dios: Si ustedes comen la carne con su sangre, si dan culto a sus ídolos y derraman sangre, ¿pueden justificar así que son herederos del país? 26 Ustedes han puesto su confianza en sus espadas, han cometido acciones repugnantes, viven en adulterio con la mujer de su prójimo, y ¿pueden justificar así que son herederos del país?
27 Tú les dirás de esta manera: Así dice el Señor Dios: Juro por mi vida que los que habitan entre las ruinas morirán a espada, los que viven en el campo ya fueron entregados a las fieras para que los devoren, y los que están en los refugios y en las cuevas morirán de peste. 28 Convertiré al país en desolación y soledad y se acabará el orgullo de los que lo poseen. También las montañas de Israel quedarán desoladas sin que nadie pase por ellas. 29 Y cuando haya convertido al país en desierto y desolación a causa de todas las repugnantes acciones que cometieron, ellos reconocerán que yo soy el Señor.
Ez 2,5; 12,2; Mt 7,24-27; Lc 7,32; 8,21
Los pastores de Israel ¨
Nm 27,16-17; Jr 23,1-6; 50,6-7; Zac 10,2; 11,4-17; Sal 23,1-6; 2 Cr 18,16; Mt 9,36; 18,12-14; Mc 6,34; Jn 10,1-18
34 1 La palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel. ¡Profetiza! A los pastores les dirás: Así dice el Señor Dios: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿Acaso los pastores no deben apacentar al rebaño? 3 Ustedes se comen la mejor parte, se visten con la lana y sacrifican a la oveja gorda, pero no apacientan al rebaño. 4 Ustedes no robustecieron a las ovejas débiles, ni curaron a las enfermas; no vendaron a las heridas ni hicieron volver a las que se habían dispersado, ni tampoco buscaron a las perdidas, sino que las dominaron con violencia y crueldad. 5 Así, las ovejas andan errantes por falta de pastor, y se han convertido en presa fácil de los animales salvajes. 6 Mi rebaño vaga errante por montañas y colinas, y mis ovejas están dispersas por todo el país. No hay quién las busque, ni nadie que vaya tras ellas.
7 Por eso, pastores, escuchen la palabra del Señor: 8 Juro por mi vida –oráculo del Señor Dios– que por falta de pastor mi rebaño ha llegado a ser un despojo, una presa fácil para los animales salvajes. Mis pastores no se han interesado por mi rebaño. Se han apacentado a sí mismos, en lugar de apacentar a mis ovejas.
9 Ahora bien, pastores, escuchen la palabra del Señor. 10 Esto dice el Señor Dios: Aquí estoy yo frente a los pastores. Arrancaré mis ovejas de sus manos. No los dejaré apacentar más el rebaño, para que no se apacienten más a sí mismos. Arrebataré de su boca a mis ovejas para que no les sirvan más de alimento.
11 Por eso así dice el Señor Dios: Yo mismo me encargaré de buscar y de cuidar mi rebaño. 12 Como el pastor que está en medio de su rebaño y cuida de sus ovejas dispersas, así estaré atento a mis ovejas e iré a rescatarlas de todos los lugares donde se han dispersado en días oscuros y de niebla. 13 Las sacaré de en medio de los pueblos, las reuniré de entre los países, las llevaré a su tierra y las apacentaré en las montañas de Israel, en los valles y en todos los poblados del país. 14 Las apacentaré con buenos pastos y pastarán sobre las altas montañas de Israel. Allí descansarán como en un corral seguro y se alimentarán de los mejores pastos de las montañas de Israel. 15 Yo mismo apacentaré a mis ovejas, y las llevaré a descansar. Oráculo del Señor Dios. 16 Buscaré a la oveja perdida y traeré a la descarriada. Vendaré a la herida y robusteceré a la flaca, pero a la gorda y robusta la eliminaré, porque las voy a apacentar con justicia.
Ustedes son mi rebaño
Is 11,6-9; 40,11; Sal 23; Eclo 18,13; Mt 25,31-34; Lc 15,4-7; Ap 7,17
17 Ustedes son mi rebaño –dice el Señor Dios–. Y, en cuanto a mí, yo soy el juez entre oveja y oveja, entre carnero y chivo. 18 ¿No les basta con alimentarse de buenos pastos, que pisotean el resto del pastizal? ¿No les basta con beber el agua clara, que enturbian el resto con sus patas? 19 ¿Han de pastar mis ovejas lo que ustedes han pisoteado y beber lo que ustedes han enturbiado con sus patas?
20 Así dice el Señor a todas ellas: Yo mismo voy a juzgar entre la oveja gorda y la oveja flaca. 21 Si ustedes embisten con todo su cuerpo y atacan con sus cuernos a las ovejas débiles con el fin de dispersarlas y dejarlas a la intemperie, 22 yo voy a defender a mis ovejas para que no sean más una presa fácil. Yo seré el juez entre oveja y oveja, 23 y pondré al frente de ellas un solo pastor. Mi servidor David las apacentará, porque él será su pastor. 24 Y yo, el Señor, seré su Dios, cuando mi servidor David sea el príncipe en medio de ellas. Yo, el Señor, he hablado.
25 Entonces yo haré con ellos una alianza de paz, exterminaré a los animales feroces del país, habitarán seguros en el desierto y dormirán tranquilos en los bosques. 26 Sobre ellos y sobre los alrededores de mi colina derramaré la bendición. Haré descender a su tiempo la lluvia, que será lluvia de bendición. 27 Así los árboles del campo darán su fruto y todo el territorio, sus productos. Ellos estarán seguros en su tierra y reconocerán que yo soy el Señor cuando rompa las correas de su yugo. Yo los libraré del poder de quienes los tienen esclavizados. 28 No volverán a ser presa de las naciones, ni los devorarán las fieras, sino que habitarán seguros, sin que nadie los inquiete. 29 Haré brotar para ellos pastizales admirables, de modo que no los consuma el hambre en su territorio, y no tengan que soportar más la burla de las naciones.
30 Así reconocerán que yo, el Señor, su Dios, estoy con ellos y que ellos, los israelitas, son mi pueblo. Oráculo del Señor Dios.
31 Ustedes, ovejas mías, son mi rebaño, el rebaño humano que apaciento yo, su Dios”. Oráculo del Señor Dios.
Ez 25,12-14; Is 34, 5-17; 63,1-6; Jr 49,7-22; Am 1,11-12; Abd 1-14; Mal 1,2-5
35 1 La palabra del Señor me llegó: 2 “Hijo de hombre, dirige tu mirada hacia la montaña de Seír y profetiza contra ella. 3 Le dirás: Así dice el Señor Dios: Aquí estoy para acusarte, montaña de Seír. Extenderé mi mano contra ti y te dejaré desolada y solitaria. 4 Cuando convierta tus ciudades en un montón de ruinas y tú te quedes desolada, reconocerás que yo soy el Señor. 5 Porque mantuviste siempre una enemistad especial contra los israelitas y los hiciste perecer por la espada, en el tiempo de su ruina, en el día en que su castigo llegó al colmo; 6 por eso, juro por mi vida, –oráculo del Señor Dios–:
te convertiré en sangre
y la sangre te perseguirá,
y aunque odias la sangre,
la sangre te perseguirá.
7 Haré que la montaña de Seír quede solitaria y desolada y exterminaré a todo el que pase o venga por allí. 8 Llenaré de víctimas sus montes, porque en tus colinas, en tus valles y en tus torrentes caerán los traspasados por la espada. 9 Cuando te convierta para siempre en un desierto y tus ciudades queden deshabitadas, entonces ustedes reconocerán que yo soy el Señor.
10 Por haber dicho: ‘Esas dos naciones y esos dos territorios serán míos porque me los apropiaré’ –aunque sabías que el Señor estaba allí–, 11 juro por mi vida –oráculo del Señor Dios–, que te trataré con la misma ira apasionada con la que actuaste contra ellos, llevado por tu odio. Cuando te aplique la sentencia, yo seré reconocido por ellos.
12 Entonces, tú reconocerás que yo, el Señor, había oído todas las injurias que proferías contra las montañas de Israel cuando decías: ‘¡Están devastadas! Ellas nos pertenecen como despojo’. 13 Así ustedes me desafiaron y profirieron contra mí esas palabras altaneras que yo mismo he oído.
14 Por eso así dice Dios, el Señor: Toda la tierra se alegrará cuando yo te convierta en un desierto. 15 Así como te alegraste cuando quedó desolada la heredad de Israel, eso mismo haré contigo. Cuando tú, montaña de Seír, con todo el territorio de Edom, quedes desolada, ellos reconocerán que yo soy el Señor”.
Ez 6,1; 34,11-31
36 1 “Hijo de hombre, profetiza sobre las montañas de Israel. Dirás: Montañas de Israel, escuchen la palabra del Señor. 2 Esto dice el Señor Dios: El enemigo se ha reído de ustedes diciendo ‘estas viejas colinas ya son nuestras’; 3 por esta razón, ¡profetiza! Dirás: Esto dice el Señor Dios: Por estar devastadas y asediadas por todas partes, hasta quedar en posesión del resto de las naciones, ustedes fueron objeto de habladurías y de burla popular; 4 por eso, montañas de Israel, escuchen la palabra del Señor Dios.
Esto dice el Señor Dios a las montañas y a los cerros, a las cañadas y a los valles, a las ruinas deshabitadas y a las ciudades desiertas, saqueadas y humilladas por las naciones vecinas. 5 Sí, esto dice el Señor Dios: Juro que, encendido de ira, ya me he pronunciado contra el resto de las naciones y contra todo Edom, porque se apoderaron de mi país con gran alegría y un profundo desprecio para explotarlo y saquearlo.
6 Por tanto, profetiza sobre la tierra de Israel, y dirás a las montañas y a los cerros, a las cañadas y a los valles, así dice el Señor Dios: Miren que yo ya he hablado lleno de ira y de furor porque ustedes han soportado el insulto de las naciones. 7 Por eso, así dice el Señor Dios: Juro con la mano en alto que las naciones que las rodean, ellas mismas cargarán con su propio ultraje. 8 En cambio, ustedes, montañas de Israel, ofrecerán sus ramas y producirán sus frutos para mi pueblo Israel, que está a punto de regresar.
9 Yo estoy con ustedes y las protegeré. Volverán a ser cultivadas y sembradas. 10 Sobre ustedes acrecentaré la población de todo Israel. Las ciudades serán habitadas y las ruinas reconstruidas. 11 Multiplicaré sobre su superficie a hombres y animales. Todos ellos serán numerosos y fecundos. Las repoblaré como en tiempos pasados, las haré prosperar como al comienzo, y reconocerán que yo soy el Señor. 12 Haré que la gente de mi pueblo Israel transite por el territorio de ustedes. Ellos tomarán posesión de ti, tú serás su heredad y no les privarás más de sus hijos.
13 Esto dice el Señor Dios: Aunque digan que eres un país que devora a los hombres, y que dejaste sin hijos a tu propia nación, 14 tú ya no devorarás más a hombres, ni dejarás sin hijos a tu nación. Oráculo del Señor Dios. 15 Yo no permitiré que escuches más el ultraje de las naciones, ni que sufras la burla de los pueblos, ni que tu misma gente sea la causa de tu caída. Oráculo del Señor Dios”.
Ez 16,61-63; 20,39; Gn 2,8; Lv 14,8-9; 15,1-8; Is 44,3; 48,11; 51,3; Jr 31,31-34; Sal 51,9-12; Mt 6,9; Mc 7,3-4; Rom 2,24; 8,5-6; Gál 5,22-25; 1 Jn 3,24
16 La palabra del Señor me llegó: 17 “Hijo de hombre, cuando los israelitas habitaban en su tierra, la profanaron con su conducta y con sus acciones. Su conducta ante mí era como la impureza de una mujer en menstruación. 18 Entonces yo me enfurecí contra ellos a causa de la sangre que habían derramado en el país y por haberlo profanado con sus ídolos. 19 Yo los juzgué por su conducta y sus acciones, los dispersé entre las naciones y los esparcí entre los países. 20 Fueron a las naciones y allí donde llegaban profanaron mi santo nombre, porque se decía de ellos: ‘Estos son el pueblo del Señor y han tenido que abandonar su tierra’. 21 Entonces yo tuve que defender mi santo nombre, profanado por los israelitas entre las naciones, adonde habían ido.
22 Por esto, dirás a los israelitas: Así dice el Señor Dios: No hago esto por consideración a ustedes, israelitas, sino por mi santo nombre que ustedes profanaron en medio de las naciones a las que fueron. 23 Yo haré que sea reconocida la grandeza de mi santo nombre que ustedes profanaron entre las naciones. Ellas reconocerán que yo soy el Señor, cuando por medio de ustedes les haga ver mi santidad. Oráculo del Señor Dios.
24A ustedes los recogeré de entre las naciones, los reuniré de todos los países y los llevaré a la tierra que les pertenece. 25 Derramaré sobre ustedes un agua pura y quedarán limpios. Los purificaré de todos sus ídolos y de todas sus impurezas. 26 Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo en su interior. Arrancaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. 27 Cuando les infunda mi espíritu en su interior, yo haré que vivan según mis mandamientos; entonces observarán mis leyes y las cumplirán. 28 Vivirán en la tierra que di a sus antepasados. Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios.
29 Los libraré de todas sus perversidades. Haré que tengan trigo en abundancia y no permitiré más que sufran el hambre. 30 Multiplicaré el fruto de los árboles y la cosecha de los campos, para que entre las naciones ustedes no sufran más la humillación del hambre. 31 Recordarán su mala conducta y sus acciones perversas y sentirán vergüenza de ustedes mismos por sus propias culpas y sus prácticas detestables. 32 Sepan, sin embargo, que esto no lo hago por consideración a ustedes. Oráculo del Señor Dios.
32 Avergüéncense y sonrójense por su conducta, israelitas. Así dice el Señor Dios: 33 El día que los purifique de todas sus culpas, haré que las ciudades sean habitadas y las ruinas reconstruidas. 34 El país desolado, que los caminantes veían desierto, será cultivado de nuevo. 35 Entonces se dirá: ‘Este país que estaba desolado se ha convertido en un jardín de Edén. Las ciudades en ruinas, desoladas y destruidas están de nuevo habitadas y fortificadas’. 36 Y las naciones que están alrededor de ustedes reconocerán que yo, el Señor, he reedificado lo que estaba demolido y replantado lo que estaba devastado. Yo, el Señor, lo he dicho y lo cumpliré.
37 Así dice el Señor Dios: Todavía me dejaré buscar por los israelitas, para hacer por ellos esto: los multiplicaré como un rebaño humano. 38 Como un rebaño de ovejas consagradas, como las ovejas reunidas en Jerusalén para sus fiestas solemnes, así las ciudades destruidas estarán llenas de un rebaño humano, y reconocerán que yo soy el Señor”.
Gn 2,7; Sal 104, 29-30; Job 34,14-15; Dn 12,2; // 37,5.10: Ap 11,11
37 1 El poder del Señor se hizo sentir sobre mí; su espíritu me llevó y me dejó en medio del valle que estaba lleno de huesos. 2 Mientras me hacía pasar sobre ellos en todas las direcciones me di cuenta de que había muchísimos huesos esparcidos en el suelo del valle y que estaban completamente secos.
3 El Señor me dijo: “Hijo de hombre, ¿podrán revivir estos huesos?”. Yo le respondí: “Señor, tú lo sabes”. 4 Entonces me ordenó: “Profetiza sobre estos huesos. Les dirás: ¡Huesos secos, escuchen la palabra del Señor! 5 Así dice el Señor Dios a estos huesos: Yo voy a infundir espíritu en ustedes y volverán a vivir. 6 Los cubriré de tendones, haré crecer sobre ustedes la carne, los cubriré de piel, les infundiré espíritu, volverán a vivir, y reconocerán que yo soy el Señor”.
7 Yo profeticé como él me había mandado. Mientras yo profetizaba se oyó un ruido estremecedor y los huesos se juntaron entre sí. 8 Yo miraba y vi cómo sobre ellos aparecían los tendones y crecía la carne hasta que la piel los cubrió completamente. Pero no tenían espíritu.
9 Él Señor me dijo: “¡Profetiza al espíritu, hijo de hombre, profetiza! Le dirás: Así dice el Señor Dios. ¡Ven, espíritu, desde los cuatro vientos! ¡Sopla sobre estos muertos para que vivan!”.
10 Yo profeticé como el Señor me había mandado y el espíritu penetró en ellos. Volvieron a la vida y se pusieron de pie. Era una muchedumbre inmensa.
11 Entonces me aclaró: “Hijo de hombre, estos huesos son todos los israelitas. Ellos andan diciendo: ‘Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, todo está acabado para nosotros’. 12 Por eso, profetiza. Les dirás: Así dice el Señor Dios: Pueblo mío, yo abriré las tumbas de ustedes, los sacaré de ellas y los llevaré a la tierra de Israel. 13 Ustedes reconocerán que yo soy el Señor cuando abra sus tumbas y cuando los saque de ellas, pueblo mío. 14 Infundiré mi espíritu en ustedes y vivirán. Los estableceré en su tierra, y reconocerán que yo, el Señor, lo he dicho y lo cumpliré. Oráculo del Señor”.
Ez 34,23; Gn 41,50-52; 48,13-14; Jr 3,18; 17,25; 31,31; Za 11,7-14; Ap 21,3 // 37,27: 2 Cor 6,16
15 La palabra de Señor me llegó: 16 “Tú, hijo de hombre, toma una vara y escribe en ella: ‘Judá y los israelitas que están con él’. Toma otra vara y escribe en ella: ‘José, vara de Efraín, y todo Israel que está con él’. 17 Júntalas una con otra de modo que formen una sola vara en tu mano. 18 Cuando los hijos de tu pueblo te pregunten ‘¿No nos explicarás qué significa esto para ti?’, 19 les dirás: Así dice el Señor Dios: Yo tengo la vara de José que está en la mano de Efraín y las tribus de Israel que están unidas a él y la juntaré con la vara de Judá y haré una sola vara y serán una sola cosa en mi mano.
20 A la vista de ellos sostendrás en tu mano las varas sobre las que hayas escrito, 21 y les anunciarás: Así dice el Señor Dios: Soy yo quien reúno a los israelitas de entre las naciones a donde han ido, los reuniré de todas partes y los llevaré a su tierra. 22 Haré de ellos una sola nación en el país, en las montañas de Israel, y todos tendrán un único rey; no volverán a formar dos naciones ni volverán a estar divididos en dos reinos. 23 No se contaminarán más con sus ídolos, con sus perversas acciones ni con sus crímenes. Los rescataré de todos los lugares donde pecaron y los purificaré. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.
24 Cuando David, mi servidor, sea su rey, el único pastor de todos ellos, entonces caminarán según mis preceptos, observarán mis mandamientos y los pondrán en práctica. 25 Habitarán en la tierra que yo di a Jacob, mi servidor, en la que habitaron sus antepasados. Ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos habitarán allí para siempre, y David, mi servidor, será su príncipe para siempre. 26 Haré con ellos una alianza de paz, que será una alianza eterna. Así los estableceré, los multiplicaré y pondré mi santuario en medio de ellos para siempre. 27 Pondré mi morada en medio de ellos, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. 28 Las naciones reconocerán que yo, el Señor, soy el que santifico a Israel cuando mi santuario esté en medio de ellos para siempre”.
Cuando Gog llegue a la tierra de Israel ¨
Gn 10,2-6; Jr 46,9; Jon 1,3; Sal 72,10; 1 Cr 1,5; Ap 16,16; 19,17-18; 20,7-10
38 1 La palabra del Señor me llegó: 2 “Vuelve tu mirada hacia Gog, del país de Magog, que es el príncipe soberano de Mosoc y Túbal. Profetiza contra él. 3 Le dirás: Así dice el Señor Dios: Aquí estoy contra ti, Gog, príncipe soberano de Mosoc y Túbal. 4 Yo te haré regresar y pondré un freno en tu boca. Te haré salir con todo tu ejército, caballos y jinetes bien equipados, una inmensa tropa con defensas y escudos, y empuñando la espada. 5 Te acompañarán pueblos numerosos que son tus aliados: Persia, Etiopía y Libia con escudos y cascos; 6 Gómer con todo su ejército, el clan de Togormá, que viene del extremo norte, con todo su ejército. 7 Debes disponerte y prepararte, tú y toda la multitud que está reunida a tu alrededor. Tú estarás a cargo de ellos. 8 Después de mucho tiempo recibirás mis órdenes: cuando hayan pasado muchos años, marcharás hacia una nación salvada de la espada, reunida de entre muchos pueblos, y asentada sobre las montañas de Israel que estuvieron en ruinas durante largo tiempo. Ese pueblo fue rescatado de entre las naciones y ahora todos ellos viven tranquilos. 9 Te levantarás y avanzarás como un huracán, serás como una nube que cubre el país, tú con todo tu ejército y los numerosos pueblos que son tus aliados.
10 Así dice el Señor Dios: Aquel día harás planes y concebirás un proyecto malvado. 11 Dirás: ‘Atacaré a un país indefenso, a sus tranquilos habitantes que viven confiados en ciudades sin muros, sin puertas ni cerraduras. 12 Saquearé, me adueñaré del botín, atacaré a ese pueblo reunido de entre las naciones, asentado en esas ruinas, que habita en el centro del mundo y tiene ganado y propiedades’. 13 Entonces Sebá, Dedán, los mercaderes de Tarsis y todos sus príncipes te preguntarán: ‘¿Has venido a saquear? ¿Has reunido tus tropas para apoderarte del botín, para llevarte el oro y la plata, y adueñarte del ganado y de las propiedades, para consumar el gran saqueo?’.
14 Por eso, profetiza, hijo de hombre. Dirás a Gog: Así dice el Señor Dios: En aquel día, tú te enterarás de que mi pueblo Israel habita confiado. 15 Entonces vendrás desde tu región del extremo norte, acompañado por otros pueblos numerosos, todos montados a caballo, una gran multitud, un poderoso ejército, 16 y subirás contra mi pueblo Israel así como una nube que cubre el país. Al final de los tiempos te haré venir contra mi tierra, para que las naciones me conozcan, cuando ante sus propios ojos manifieste mi santidad por medio de ti, Gog.
17 Así dice el Señor Dios: “En tiempos pasados yo hablé de ti por medio de mis servidores, los profetas de Israel. En aquel tiempo, ellos profetizaron durante muchos años, que yo te haría venir contra mi pueblo. 18 Pero el día que Gog llegue a la tierra de Israel –oráculo del Señor Dios– estallará mi ira. 19 Lleno de indignación, en el ardor de mi furia, juro que ese día se producirá un terremoto en la tierra de Israel. 20 Ante mí, temblarán los peces del mar, las aves del cielo, las bestias del campo, los reptiles que se arrastran por el suelo, y todos los seres humanos que habitan la tierra. Las montañas se hundirán, las rocas caerán y todas las murallas se desplomarán. 21 Le provocaré toda clase de terrores –oráculo del Señor Dios– y sus hombres se matarán unos a otros. 22 Le enviaré la peste y la muerte como castigos, y haré que una lluvia torrencial de granizo, fuego y azufre caiga sobre él, sobre su ejército y sobre sus numerosos pueblos aliados. 23 Así manifestaré mi grandeza y mi santidad, y me daré a conocer ante muchas naciones para que reconozcan que yo soy el Señor”.
Mandaré fuego sobre Magog ¨
Gn 10,2; Lv 21,1; Nm 9,6; 33,47; Dt 32,49; Is 34,6-8; Am 4,1; Sal 22,13; 1 Cr 1,5; Ap 19,17-18
39 1 “Y tú, hijo de hombre, profetiza contra Gog. Le dirás: Así dice el Señor Dios: Aquí estoy contra ti, Gog, príncipe soberano de Mosoc y Túbal. 2 Yo te haré regresar, te guiaré para que subas desde el extremo norte y haré que llegues a las montañas de Israel. 3 Haré pedazos el arco que traes en tu mano izquierda y tiraré a la basura las flechas que llevas en la derecha. 4 Caerás en las montañas de Israel, junto con tu ejército y tus pueblos aliados, porque te he entregado para que seas alimento de las fieras y de todas las aves de rapiña. 5 Caerás en medio del campo, porque yo lo he anunciado. Oráculo del Señor. 6 Mandaré fuego sobre Magog y sobre los que viven seguros en países lejanos, y reconocerán que yo soy el Señor.
7 Cuando ponga de manifiesto mi santo nombre en medio de mi pueblo Israel, no permitiré que mi santo nombre vuelva a ser profanado, entonces las naciones reconocerán que yo soy el Señor, el Santo de Israel. 8 Todo esto se acerca y está a punto de cumplirse. Oráculo del Señor Dios. Este es el día que yo he anunciado.
9 Los habitantes de las ciudades de Israel saldrán, encenderán una hoguera con los escudos y las corazas, con los arcos y las flechas, con las mazas y las lanzas, y quemarán todas las armas. Con ellas tendrán para hacer fuego por siete años. 10 No irán a buscar leña a los campos, ni la cortarán en los bosques porque con las armas harán el fuego. Saquearán a sus saqueadores y harán botín de sus depredadores. Oráculo del Señor Dios.
11 En aquel día destinaré como sepultura para Gog un lugar famoso en Israel, el valle de Abarín, al este del mar Muerto, el valle que corta el camino de los viajeros. Allí será enterrado Gog con toda su multitud, y se llamará: ‘Valle de la multitud de Gog’. 12 Los israelitas tardarán siete meses en enterrarlos para purificar el país. 13 Toda la población del país participará en el entierro y lo considerarán un honor. Ese día yo manifestaré mi gloria. Oráculo del Señor Dios.
14 Al cabo de los siete meses, se designarán hombres que rastreen el país en busca de los que hayan quedado por el suelo. Los enterrarán y así quedará purificada la tierra. 15 Cuando, al recorrer el país, alguno de ellos vea huesos humanos, pondrá junto a ellos una señal hasta que los sepultureros los entierren en el ‘Valle de la multitud de Gog’. 16 – “Multitud de Gog” es también el nombre de una ciudad–. Así purificarán el país.
17 En cuanto a ti, hijo de hombre, así dice el Señor Dios: Di a todas las fieras y a todas las aves: reúnanse y vengan. Júntense de todas partes alrededor del sacrificio que voy a ofrecer, un sacrificio inmenso sobre las montañas de Israel. Comerán carne y beberán sangre. 18 Comerán carne de valientes y beberán la sangre de los príncipes del país. Todos ellos son los carneros, los corderos, los chivos y los toros engordados en Basán. 19 Comerán grasa hasta que se harten, y beberán sangre hasta que se emborrachen en el sacrificio que yo he preparado para ustedes. 20 Se hartarán en mi mesa de caballos y jinetes, de valientes y de toda clase de guerreros. Oráculo del Señor Dios.
21 Así manifestaré mi gloria entre las naciones y todas las naciones verán cómo hago justicia y ejecuto mi sentencia sobre ellas. 22 El pueblo de Israel reconocerá a partir de aquel día que yo soy el Señor, su Dios. 23 También las naciones reconocerán que Israel fue llevado al destierro por sus maldades, por haberse rebelado contra mí, y que por eso le retiré mi favor. Los entregué en manos de sus enemigos, y todos murieron a espada. 24 Los he tratado como merecían sus perversiones y sus crímenes y les oculté mi rostro.
25 Por eso así dice el Señor Dios: Ahora cambiaré la suerte de Jacob, tendré misericordia de Israel y exigiré el honor debido a mi santo nombre. 26 Cuando vivan seguros en su territorio y nadie los perturbe, olvidarán sus sufrimientos y las infidelidades que cometieron contra mí. 27 Cuando yo los haga volver de entre los pueblos, los reuniré de los países de sus enemigos y manifestaré mi santidad a través de ellos, a la vista de numerosas naciones, 28 y ellas reconocerán que yo soy el Señor, el Dios de ustedes. Si los he enviado al destierro entre las naciones, los volveré a reunir en su tierra y no dejaré allí a ninguno de ellos. 29 No volveré a ocultarles mi rostro porque he derramado mi espíritu sobre Israel”. Oráculo del Señor Dios.
Me llevó hacia allá en una visión divina¨
Éx 25,9.40; 27,9-19; 38,9-20; Nm 3,27-32; 1 Sam 22,20-23; 1 Re 6; 2 Cr 3; Ap 11,1; 21,10.15
40 1 El diez del mes, que es el día de año nuevo, cuando ya habían pasado veinticinco años de nuestro exilio, y catorce de la caída de la ciudad, el poder del Señor se posó sobre mí y me llevó a la tierra de Israel. 2 Me llevó hacia allá en una visión divina y me colocó sobre una montaña muy alta, en cuya cima había construcciones en dirección al sur, que parecían configurar una ciudad. 3 Me llevó hacia allá, y vi de pronto que junto a la puerta estaba un hombre que parecía de bronce, estaba de pie y tenía en la mano una cuerda de lino y una vara para medir. 4 Él me dijo: “Hijo de hombre, mira y escucha atentamente. Presta atención a todo lo que yo te muestre, porque fuiste traído hasta aquí para que yo te lo revele y después anuncies a los israelitas todo lo que veas”.
5 Entonces vi un muro que rodeaba el Templo por todas partes. La vara de medir que el hombre tenía en la mano era de tres metros. Con ella midió el muro: tanto su espesor como su altura tenían tres metros.
6 Entró por el pórtico oriental, subió sus escalones y midió el umbral: tenía tres metros de ancho. 7 Las cámaras medían tres metros de largo por tres de ancho, y estaban separadas por una pared de dos metros y medio. El umbral del pórtico por el lado que está junto a la sala de entrada de la puerta del Templo, tenía tres metros. 8 Midió el atrio de la puerta del Templo. 9 El atrio de la puerta del Templo medía cuatro metros y medio, y sus paredes, alrededor de un metro. Así era el atrio de la puerta del Templo.
10 El pórtico oriental tenía tres habitaciones de cada lado, y todas tenían la misma medida; también las paredes tenían la misma medida de un lado y de otro. 11Midió la entrada del pórtico: tenía unos cinco metros de ancho y unos seis metros y medio de largo. 12 Delante de las habitaciones, de uno y otro lado, había una baranda de medio metro; cada habitación tenía tres metros por tres. 13 Midió el pórtico desde el fondo de una habitación hasta el fondo de la otra, y tenía un ancho de doce metros y medio. 14 Hizo lo mismo con las paredes del atrio que rodeaba el pórtico por todas partes: tenían unos diez metros. 15 La parte exterior del pórtico hasta el frente del atrio del pórtico, por dentro, medía unos veinticinco metros. 16 Alrededor de las habitaciones, en las paredes que daban hacia el interior, había ventanas enrejadas. Igualmente, alrededor había ventanas que daban hacia el atrio. Sobre las paredes había palmeras grabadas.
17 Me llevó al atrio exterior, en el que había treinta habitaciones que daban a un patio empedrado, que rodeaba todo el atrio. 18 El patio rodeaba los pórticos y tenía la misma longitud de ellos; este era el patio inferior. 19 Midió la distancia que había entre la fachada del pórtico inferior y la fachada externa del atrio interior, y era de unos cincuenta metros hacia el este y hacia el norte.
20 Después midió la anchura y la longitud del pórtico del atrio exterior que da hacia el norte. 21 Había tres habitaciones a cada lado, y sus paredes y atrios tenían la misma medida que el primer pórtico: veinticinco metros de largo por doce metros y medio de ancho. 22 Sus ventanas, atrios y palmeras tenían las mismas medidas que las del pórtico oriental. Se subía a él por siete escalones y su sala de entrada daba al interior del atrio. 23 Como el pórtico del atrio interior estaba frente al pórtico norte y al oriental, el hombre midió la distancia entre los dos pórticos y era de unos cincuenta metros.
24 Me condujo hacia el sur. Había también un pórtico orientado hacia el sur. 24 Sus paredes y salas de entrada medían como los otros. 25 Alrededor del pórtico y de la sala de entrada había ventanas como las otras; el pórtico medía unos veinticinco metros de largo por doce y medio de ancho. 26 Se subía a él por siete escalones, y su sala de entrada daba al interior del atrio. En las paredes, de ambos lados, había palmeras grabadas. 27 En el atrio interior había también un pórtico que miraba al sur. Él midió la distancia desde el pórtico hasta el que está en dirección al sur, y era de unos cincuenta metros.
28 Por el pórtico sur me llevó hacia el atrio interior; midió el pórtico y sus medidas eran iguales que las de los otros; 29 las habitaciones, las paredes y la sala de entrada medían igual que los otros: unos veinticinco metros de largo por doce y medio de ancho. Había ventanas alrededor del pórtico y de su atrio. 30 A su alrededor había un atrio de doce metros y medio de largo por dos y medio de ancho. 31 El atrio se comunicaba con el atrio exterior por medio de una escalera de ocho escalones, y en las paredes de uno y otro lado había palmeras grabadas.
32 Me llevó hacia el este y midió el pórtico, que tenía las mismas dimensiones de los otros, 33 como así también sus habitaciones, sus paredes y su sala de entrada. El pórtico y el atrio medían unos veinticinco metros de largo por doce y medio de ancho, y había ventanas todo alrededor. 34 Su sala de entrada comunicaba con el atrio exterior por medio de una escalera de ocho escalones, y en las paredes de uno y otro lado había palmeras grabadas.
35 Me llevó al pórtico norte y lo midió: tenía las mismas dimensiones de los otros, 36 como así también sus habitaciones, sus paredes y su sala de entrada; tenía ventanas, todo alrededor, y era de veinticinco metros de largo por doce y medio de ancho. 37 La sala de entrada se comunicaba con el atrio exterior por medio de una escalera de ocho escalones, y en las paredes de uno y otro lado había palmeras grabadas.
38 Había una sala cuya entrada daba al atrio del pórtico; allí se lavaban los animales destinados al holocausto. 39 A cada lado del atrio del pórtico había dos mesas, sobre las que se degollaba a los animales destinados al holocausto, al sacrificio por el pecado y al sacrificio de expiación. 40 Por el lado externo, según se sube al atrio del pórtico norte había dos mesas, y al otro lado del atrio del pórtico había otras dos. 41 Eran cuatro mesas a cada lado del pórtico; en total ocho mesas sobre las que se degollaba a las víctimas. 42 Las cuatro mesas para el holocausto eran de piedra tallada, cuadradas, de tres cuartos de metro de anchura y longitud, y de medio metro de altura. Sobre ellas se colocaban los instrumentos que servían para degollar a las víctimas para el holocausto y para el sacrificio. 43 A su alrededor había ganchos empotrados en la pared que medían un palmo. La carne de la ofrenda se ponía sobre las mesas.
44 Desde afuera, por el pórtico interior, se llegaba a las salas de los cantores que están en el atrio interior: una está ubicada al lado del pórtico norte con su fachada hacia el sur, la otra, al lado del pórtico oriental, con su fachada hacia el norte. 45 El hombre me dijo: “Esta sala cuya fachada mira al sur es para los sacerdotes que cumplen el servicio del Templo, 46 y la sala que mira al norte está destinada a los sacerdotes que atienden el servicio del altar. Ellos son descendientes de Sadoc, escogidos entre los levitas para servir al Señor. 47 Después el hombre midió el atrio central: era un cuadrado de cincuenta metros por cada lado. El altar estaba situado frente al Templo.
48 Me llevó a la sala de entrada del Templo y la midió: dos metros y medio por cada lado; el ancho del pórtico era de metro y medio por ambos lados. 49 La sala de entrada tenía diez metros de largo por seis de ancho. Se subía a ella por diez escalones y junto a las paredes había una columna a cada lado.
Me llevó al interior del Templo ¨
Éx 30,1-3; 1 Re 6,3.5-6.15-18.20-21.29-35; 2 Cr 3,5-9
41 1 Después me llevó hacia el interior del Templo y midió sus paredes; estas tenían tres metros de ancho de cada lado, igual que el ancho del tabernáculo.2 La entrada tenía cinco metros de ancho: dos y medio de cada lado. Luego aquel hombre midió la sala principal, y tenía veinte metros de largo por diez de ancho.
3 Después de ingresar en el recinto interior midió las paredes de la entrada: tenían un metro cada una. La entrada tenía tres metros y sus muros laterales, tres metros y medio. 4 Luego tomó las medidas del recinto que estaba delante de la nave del Templo. Medía diez metros de ancho por diez de largo y me aclaró: “Este es el lugar santísimo”.
5 El muro del Templo tenía tres metros, y las salas laterales, que rodeaban el Templo, tenían dos metros de ancho. 6 Estaban unas sobre otras, distribuidas en tres pisos, y en cada uno había treinta salas. Las salas se sostenían sobre soportes que estaban alrededor del muro del Templo, de modo que estas no se apoyaban sobre el muro del Templo. 7 El ancho de las salas era mayor a medida que se subía, porque el muro que estaba alrededor del Templo era más angosto en cada piso, de modo que las salas superiores eran las más amplias. Del piso inferior se podía subir al que estaba en el medio, y de este al superior. 8 Vi que alrededor del Templo había una plataforma elevada. Era la base de las salas laterales y medía tres metros, una vara entera. 9 El muro exterior de las salas laterales tenía un espesor de dos metros y medio. Las salas laterales del Templo 10 estaban separadas de las habitaciones por un espacio libre, alrededor del Templo, que tenía un ancho de diez metros. 11 La entrada de estas salas laterales se abría sobre ese espacio libre: una hacia el norte y otra hacia el sur. La altura del muro que rodea el espacio libre era de dos metros y medio.
12 El edificio que bordeaba el patio por el lado occidental tenía treinta y cinco metros de ancho. El muro de este edificio tenía un espesor de dos metros y medio por cuarenta y cinco de largo. 13 Aquel hombre midió el Templo: su longitud era de cincuenta metros. El patio, el edificio y sus muros medían cincuenta metros de largo. 14 La fachada del Templo y el patio oriental tenían cincuenta metros de ancho. 15 Midió también la longitud del edificio a lo largo del patio que estaba detrás, y sus galerías a cada lado: cincuenta metros.
El interior del Templo y las salas de entrada, 16 los umbrales, las ventanas enrejadas y las tres galerías que dan hacia el umbral, todo estaba revestido de madera, desde el piso hasta la altura de las ventanas, incluso las mismas ventanas. 17 Las paredes interiores y exteriores del muro que rodea al Templo, desde la entrada hasta el fondo, 18 estaban adornadas con figuras de querubines y de palmeras: alternando las palmeras con los querubines. Cada querubín tenía dos rostros: 19 un rostro de hombre hacia una palmera y un rostro de león hacia la otra. Y así estaban alrededor de todo el Templo. 20 Todas las paredes del Templo estaban adornadas con querubines y palmeras desde el suelo hasta la parte superior de las entradas. 21 Los marcos de las puertas del Templo eran cuadrados.
Frente al lugar santísimo había algo parecido a 22 un altar de madera que tenía un metro y medio de alto, un metro de largo y un metro de ancho; sus ángulos, su superficie y sus lados eran de madera. Aquel hombre me explicó: “Esta es la mesa que está delante del Señor”.
23 El lugar santo y el lugar santísimo tenían doble puerta, 24 y cada puerta tenía dos hojas. 25 Sobre las puertas del lugar santo había figuras de querubines y palmeras como las de las paredes. Por el exterior, había un alero de madera en la fachada de la sala de entrada. 26 En las paredes de la sala de entrada, de las salas laterales del Templo y los aleros, de un lado y del otro, había ventanas enrejadas y palmeras.
Las habitaciones del santuario ¨
Lv 2,3; 17,1; 1 Re 6; 2 Cr 3
42 1 Después me hizo salir al atrio exterior, hacia el lado norte, y me llevó a las habitaciones que están frente al patio y al edificio que estaba en la parte norte. 2 Su longitud era de cincuenta metros frente a la puerta norte, y su anchura era de veinticinco metros. 3 Por un lado daba a los pórticos del atrio interior y por el otro al patio empedrado del atrio exterior. Tenía tres galerías superpuestas. 4 Frente a las habitaciones, en dirección al atrio interior, había un corredor que tenía cincuenta metros de largo por cinco de ancho. Sus puertas daban al norte. 5 Las habitaciones del piso superior eran más estrechas que las de los pisos inferior e intermedio del edificio, porque las galerías le quitaban parte de su espacio. 6 Al estar divididas en tres pisos y sin columnas, como las tienen los atrios, las habitaciones del piso superior eran más estrechas que las del piso inferior e intermedio respecto al suelo.
7 El muro exterior, paralelo a las habitaciones, se extendía por el lado del atrio exterior a lo largo de las habitaciones, y medía veinticinco metros. 8 Las habitaciones, por el lado que daba al atrio exterior, tenían una longitud total de veinticinco metros, mientras que por el lado de la fachada del Templo era de cincuenta metros. 9 Había una entrada debajo del costado oriental de las habitaciones, por las que se podía acceder a ellas desde el atrio exterior.
10 También había habitaciones a lo largo del muro del atrio, frente al patio cerrado, en dirección hacia el este. 11 Delante de ellas pasaba un corredor como el que había en las habitaciones de la parte norte. Tenían la misma longitud, el mismo ancho, iguales salidas, idéntica disposición y puertas iguales. 12 En correspondencia a las puertas de las habitaciones que daban al sur, frente al muro situado en la parte oriental, había una entrada al comienzo de cada corredor, por donde se ingresa a ellas.
13 El hombre me dijo: “Las habitaciones del norte y las del sur, que están frente al patio cerrado, son las habitaciones del santuario, donde los sacerdotes que se acercan al Señor comerán las cosas santas. Allí también depositarán las cosas santísimas: las oblaciones, las ofrendas por el pecado y por el delito porque este es un lugar santo. 14 Cuando los sacerdotes entren al santuario, no saldrán al atrio exterior sin quitarse antes ahí mismo las vestiduras litúrgicas que usaron en el oficio divino, porque esas vestiduras son santas. Para estar en los lugares destinados al pueblo se pondrán otra ropa”.
15 Cuando terminó de medir el interior del Templo, me hizo salir en dirección al pórtico que mira al este y midió todo el contorno. 16 Tomó la vara de medir y con ella midió todo el perímetro, que tenía doscientos cincuenta metros por el lado oriental, 17 doscientos cincuenta metros por el lado norte, 18 doscientos cincuenta metros por el lado sur, 19 doscientos cincuenta metros por el lado occidental. 20 Por los cuatro costados midió el muro, todo alrededor, que tenía doscientos cincuenta metros de largo por doscientos cincuenta metros de ancho y era el muro que separaba lo sagrado de lo profano.
Vi la gloria del Dios de Israel que llegaba ¨
Éx 25,8; 40,34-35; 1 Re 8,10-11; Is 60,1-3
43 1 El hombre me condujo hacia el pórtico oriental, 2 y vi la gloria del Dios de Israel que llegaba desde el este, produciendo un ruido semejante al de aguas caudalosas, y la tierra resplandecía a su paso. 3 La visión era semejante a la que vi cuando el Señor vino a destruir Jerusalén, y como la que había contemplado junto al río Quebar. Entonces me postré rostro en tierra.
4 Mientras la gloria del Señor entraba en el Templo por el pórtico oriental, 5 un espíritu me arrebató y me introdujo en el atrio interior, 5 y vi que la gloria del Señor llenaba el Templo. 6 Mientras aquel hombre permanecía de pie junto a mí, oí que desde el interior alguien me hablaba 7 y me decía: “Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono y donde apoyo las plantas de mis pies: aquí habitaré para siempre en medio de los israelitas. El pueblo de Israel y sus reyes no profanarán más mi santo nombre con sus prostituciones, los cadáveres de sus reyes y sus lugares de culto idolátrico. 8 Porque al poner el umbral de su casa junto al mío, y los marcos de sus puertas junto a los míos, y solo una pared entre ellos y yo, profanaron mi santo nombre con las abominaciones que cometieron. Por eso me enfurecí contra ellos y los exterminé. 9 Pero a partir de ahora alejarán de mí sus prostituciones y llevarán lejos los cadáveres de sus reyes, porque yo habitaré en medio de ellos para siempre.
10 Tú, hijo de hombre, describe este Templo al pueblo de Israel para que se avergüencen por sus pecados. Ellos considerarán sus dimensiones 11 y quedarán avergonzados por todo lo que han hecho. Enséñales la forma y la estructura del Templo, sus salidas y sus entradas, todas sus formas y sus disposiciones. Escribe todo esto para que lo vean, observen cuidadosamente todas sus reglas y sus normas y las pongan en práctica. 12 Esta es la ley referente al Templo: en la cumbre de la montaña, todo el territorio que lo rodea es un lugar santísimo. Esta es la ley del Templo”.
Estas son las medidas del altar¨
Éx 27,1-2; 29,35-37; Lv 8, 10-15. 33-35; 2 Cr 4,1, 1 Mac 4, 52-56
13 Estas son las medidas del altar. El foso que rodea el altar tiene medio metro de profundidad y otro tanto de ancho. Su borde que está alrededor es de un palmo. Así es la base del altar: 14 desde el piso del foso hasta la base inferior, el altar mide un metro de alto por medio metro de ancho, y desde la base pequeña hasta la grande mide dos metros de alto por medio de ancho. 15 Desde aquí hasta la parte del altar donde arde el fuego sagrado, hay dos metros. El espacio para el fuego tiene cuatro salientes. 16 La parte superior del altar tiene la forma de un cuadrado perfecto, de seis metros por cada lado. 17 La base también tiene la forma de un cuadrado de siete metros por cada lado. Alrededor del altar hay un borde que mide un cuarto de metro. El foso que está alrededor tiene medio metro de profundidad. Sus escalones están ubicados hacia el este.
18 El hombre me dijo: “Hijo de hombre, así dice el Señor Dios: Estas son las normas que se deberán observar el día en que se construya el altar para que en él se ofrezcan holocaustos y se derrame la sangre. 19 A los sacerdotes levitas descendientes de Sadoc, que se acercan a mí para servirme –oráculo del Señor Dios–, les darás un novillo para que lo ofrezcan como sacrificio por el pecado. 20 Tomarás su sangre y rociarás con ella los cuatro salientes del altar, los cuatro ángulos de la base y el borde que está alrededor. De esta manera lo purificarás y harás expiación por él. 21 Después tomarás el novillo que debe ofrecerse en expiación por el pecado y lo quemarás en un lugar del Templo fuera del santuario. 22 Al día siguiente ofrecerás un chivo sin defecto en sacrificio por el pecado, y con el mismo rito que observaste con el novillo harás la expiación del altar. 23 Cuando hayas terminado los ritos por el pecado, ofrecerás un novillo sin defecto y un carnero sin defecto. 24 Los ofrecerás al Señor, los sacerdotes les echarán sal y los ofrecerán en holocausto al Señor. 25 Diariamente, durante siete días, ofrecerás un chivo en sacrificio por el pecado, y ellos sacrificarán un novillo y un carnero sin defecto. 26 Durante esos siete días harán la expiación del altar, lo purificarán y lo consagrarán, 27 hasta completar el ritual de esos días. A partir del octavo día, los sacerdotes ofrecerán sobre el altar los holocaustos y los sacrificios de comunión de ustedes, y yo les seré favorable”. Oráculo del Señor Dios.
Este pórtico permanecerá cerrado ¨
44 1 Después me hizo volver al pórtico exterior del santuario, el que mira hacia el este. Estaba cerrado. 2 El Señor me explicó: “Este pórtico permanecerá cerrado y no se abrirá. Nadie pasará por él, y deberá permanecer cerrado porque por ahí entró el Señor, el Dios de Israel. 3 Solo el príncipe se sentará en él para comer en presencia del Señor. Entrará y saldrá por la sala de entrada del pórtico”.
Ningún extranjero entrará en mi santuario ¨
Gn 17,10; Dt 10,16; Is 56,6-7; Hch 21,27-29; Rom 2,25-29
4 Después me condujo por el pórtico norte hacia el frente del Templo. Miré y vi que la gloria del Señor llenaba el templo del Señor, y me postré con el rostro en tierra. 5 Entonces el Señor me dijo: “Hijo de hombre, presta atención. Fíjate bien y escucha con cuidado todo lo que te diré sobre las prescripciones e instrucciones referentes al templo del Señor. Prestarás atención sobre todo en lo que respecta a la admisión en el Templo y a la exclusión del santuario, 6 y dirás a este pueblo rebelde: Así dice el Señor Dios. ¡Israelitas, ustedes ya han ido demasiado lejos en las abominaciones que han cometido! 7 ¡Han introducido extranjeros, incircuncisos de corazón y de cuerpo, para que estén en mi santuario! ¡Han profanado mi Templo, ofreciéndoles mi alimento, grasa y sangre! Con todas sus abominaciones, ustedes rompieron mi alianza. 8 No atendieron el servicio sagrado de mi culto, y encargaron a extranjeros para que cumplieran en mi santuario el ministerio que les correspondía a ustedes. 9 Así dice el Señor Dios: Ningún extranjero, incircunciso de corazón y de cuerpo, entrará en mi santuario; absolutamente ningún residente extranjero que viva con los israelitas”.
Los levitas que se alejaron de mí… ¨
Lv 2,3; Nm 1,47–54; 3,5-10; 18,2-10.
10 “Los levitas cargarán con su culpa, porque se alejaron de mí cuando Israel me abandonó para ir detrás de sus ídolos. 11 En mi santuario tendrán a su cargo el cuidado de las puertas y cumplirán otros servicios auxiliares en el Templo: inmolarán a las víctimas para el holocausto y para el sacrificio por el pueblo, y estarán siempre dispuestos para prestarles cualquier servicio. 12 Porque sirvieron a los ídolos y fueron ocasión de pecado para Israel –oráculo del Señor Dios–, yo juro con la mano en alto que cargarán con su culpa, 13 no se acercarán a mí cumpliendo funciones sacerdotales o tocando las cosas santas y santísimas. Ellos deberán cargar con su vergüenza y con los actos detestables que cometieron. 14 Les encargaré que se ocupen de la custodia del Templo, de su servicio y de todo lo que haya que hacer en él”.
Los sacerdotes levitas, descendientes de Sadoc… ¨
Éx 28,39-43; Lv 7,24; 10,9-10, 16,4.23; 21,1-5.7.13-14; 22,8; Nm 3,1–4; 16,1–18,32.
15 “Los sacerdotes levitas, descendientes de Sadoc, que atendieron el servicio de mi santuario cuando los israelitas se alejaron de mí, se acercarán a mí para servirme, y estarán en mi presencia para ofrecerme la grasa y la sangre. Oráculo del Señor Dios.
16 Ellos podrán entrar en mi santuario, se acercarán al altar para servirme y tendrán a su cargo el servicio sagrado. 17 Para entrar por los pórticos del atrio interior deberán ir vestidos con hábitos de lino. Y para oficiar en los pórticos del atrio interior y en el Templo no deberán llevar prendas de lana. 18 Cubrirán sus cabezas con turbantes de lino y llevarán calzoncillos de lino ajustados en sus cinturas. No llevarán ninguna ropa que los haga transpirar. 19 Para salir al atrio exterior, donde está el pueblo, deberán quitarse las vestiduras de lino, con las que hayan oficiado. Las dejarán en las habitaciones del santuario y se pondrán otros vestidos. De esta manera evitarán que lo sagrado se transmita al pueblo por medio de sus ropas. 20 No llevarán la cabeza rapada ni dejarán que les crezca la cabellera, sino que se cortarán cuidadosamente el pelo. 21 Ningún sacerdote beberá vino cuando deba entrar en el atrio interior. 22 No elegirán como esposa a una mujer viuda o divorciada. Solo podrán casarse con una israelita virgen o con la viuda de un sacerdote. 23 Instruirán a mi pueblo para que sepa distinguir entre lo sagrado y lo profano, y le enseñarán la diferencia entre lo puro y lo impuro. 24 En los pleitos actuarán como jueces y darán la sentencia de acuerdo con mis leyes. Observarán mis leyes y mis preceptos en todas mis fiestas y santificarán mis sábados. 25 Para no contaminarse, no se acercarán a ningún cadáver si no es el del padre, de la madre, del hijo o de la hija, del hermano o de la hermana soltera. 26 Después de purificarse, dejarán pasar siete días, 27 y el día en que vuelvan a entrar en el lugar santo para realizar su oficio, en el atrio interior del santuario, ofrecerán su sacrificio por el pecado. Oráculo del Señor Dios.
28 Para ellos hay una sola herencia: yo soy su herencia. A ellos no les darán ninguna propiedad en Israel porque yo soy su propiedad. 29 Tendrán como alimento las ofrendas y las víctimas que se inmolen por el pecado y por el delito, así como todo lo que en Israel sea consagrado al exterminio. 30 Pertenece a los sacerdotes lo mejor de todos los primeros frutos que ustedes cosechen y de todas sus ofrendas. También le darán al sacerdote lo mejor de su molienda, para que de esta manera la bendición descienda sobre sus casas. 31 Los sacerdotes no comerán ningún animal, sea ave o ganado, encontrado muerto o destrozado por animal salvaje.
Cuando ustedes hagan el sorteo… ¨
Éx 3,5; Lv 19,36; Nm 26,52-56; 33,54; 1 Re 21
45 1 “Cuando ustedes hagan el sorteo para repartirse esta tierra como herencia, reservarán como parte consagrada al Señor un terreno de doce mil quinientos metros de largo por diez mil de ancho. Este terreno será sagrado en toda su extensión. 2 De esta extensión se tomará para el Templo un cuadrado de doscientos cincuenta metros de lado. A su alrededor habrá una zona libre de veinticinco metros. 3 Del terreno reservado separarás una parcela de doce mil quinientos metros de largo por cinco mil de ancho en donde estará el santuario, el lugar más santo. 4 Esta parcela santa de la tierra pertenece a los sacerdotes que ofician en el santuario y se acercan al Señor para servirlo. Allí tendrán espacio para construir sus casas, a la vez que será un lugar sagrado reservado para el santuario. 5 Una propiedad de doce mil quinientos metros de largo por cinco mil de ancho será asignada a los levitas que sirven en el Templo para que habiten allí. 6 Junto a la parte reservada al santuario, ustedes cederán un terreno de doce mil quinientos metros de largo por dos mil quinientos de ancho como propiedad de la ciudad. Este espacio pertenecerá a todos los israelitas. 7 Junto al terreno reservado al santuario y a la ciudad estará el territorio que le pertenece al príncipe y que se extenderá a ambos lados de dichos terrenos, hasta el mar por el oeste y hasta la frontera oriental por el este. Tendrá una extensión igual a cada una de las partes sorteadas para las tribus desde el mar hasta la frontera oriental 8 del territorio. Esta será su única propiedad en Israel, para que mis príncipes no opriman más a mi pueblo y dejen a cada tribu de Israel que tenga la propiedad que le corresponde.
9 Así dice el Señor Dios: ¡Ya es demasiado, príncipes de Israel! ¡Abandonen la violencia y la explotación! ¡Practiquen el derecho y la justicia! ¡Dejen de extorsionar a mi pueblo! Oráculo del Señor Dios. 10 ¡Usen balanzas exactas, pesas exactas y medidas exactas! 11 Que haya una sola unidad de medida para sólidos y para líquidos: cuarenta y cinco kilos y cuarenta y cinco litros. 12 Que la unidad de las medidas de peso sea de doce gramos, que la medida más pequeña sea de seis decigramos y la mayor sea de setecientos veinte gramos”.
Ustedes deberán ofrecer… ¨
Éx 23,14; 30,13-16; Lv 23,24; Mt 23,23
13 “Ustedes deberán ofrecer un kilo de trigo o de cebada por cada sesenta que hayan cosechado, 14 y un litro de aceite por cada cien que hayan obtenido. 15 Ofrecerán una oveja por cada doscientas de las que pasten en las praderas de Israel para las oblaciones, los holocaustos y los sacrificios de comunión como expiación de sus pecados. Oráculo del Señor Dios. 16 Todos los habitantes del país tienen obligación de contribuir con esta ofrenda para el príncipe de Israel, 17 y el príncipe, a su vez, deberá encargarse de los holocaustos, de la oblación y de las ofrendas de vino y aceite en las fiestas, en los días de luna nueva y en los sábados, en todas las solemnidades de Israel. Él mismo deberá proveer lo necesario para que se ofrezcan el sacrificio por el pecado, la oblación, el holocausto y los sacrificios de comunión en orden a que Israel alcance el perdón de los pecados”.
Tomarás a un novillo sin defecto… ¨
Éx 12,1-20; 23,14; Lv 23, 33-36; Nm 28-29
18 Así dice el Señor Dios: “El primer día del primer mes tomarás a un novillo sin defecto para purificar el santuario. 19 El sacerdote tomará la sangre del sacrificio por el pecado y con ella untará los marcos de la puerta del Templo, los cuatro salientes del altar y los marcos de la puerta del atrio interior. 20 El día siete de cada mes repetirás el mismo rito por todo aquel que peque por inadvertencia o por ignorancia. Así purificarán el Templo. 21 La fiesta de la Pascua se celebrará el día catorce del primer mes, y durante siete días se comerá pan sin levadura. 22 Ese día, el príncipe ofrecerá por él y por todos los que están en el país a un novillo en sacrificio por el pecado. 23 Cada uno de los siete días de la fiesta deberá ofrecer al Señor un holocausto de siete novillos y siete carneros sin defecto; además, cada día ofrecerá un chivo en sacrificio de expiación por el pecado, 24 una ofrenda de cuarenta y cinco kilos de cereal y de siete litros y medio de aceite por cada novillo y cada carnero inmolado.
25 En la fiesta que se celebra a partir del día quince del séptimo mes, durante siete días el príncipe hará la misma ofrenda: los sacrificios por el pecado, los holocaustos, las oblaciones y la ofrenda del aceite”.
Cuando el príncipe haga una ofrenda… ¨
Éx 23,14-17; 29,39; Nm 28,9-14
46 1 Así dice el Señor Dios: “El pórtico oriental del atrio interior permanecerá cerrado los seis días en los que se trabaja, y solo se abrirá el sábado y el día de luna nueva. 2 El príncipe entrará desde afuera por la sala de entrada del pórtico y se quedará de pie junto a los marcos de la puerta. Después que los sacerdotes ofrezcan el holocausto y el sacrificio de comunión presentados por él, el príncipe se postrará sobre el umbral del pórtico y se retirará, y el pórtico no se cerrará hasta el atardecer. 3 Los sábados y los días de luna nueva la población del país se postrará ante el Señor a la entrada de ese pórtico. 4 El príncipe presentará cada sábado al Señor un holocausto de seis corderos y un carnero sin ningún defecto, 5 una ofrenda de cuarenta y cinco kilos de cereal por el carnero, lo que pueda dar por los corderos, y siete litros y medio de aceite. 6 En el día de la luna nueva ofrecerá un novillo sin defecto, seis corderos y un carnero sin defecto, 7 una ofrenda vegetal de cuarenta y cinco kilos de cereal por el novillo, cuarenta y cinco kilos de cereal por el carnero, lo que pueda dar por los corderos, y siete litros y medio de aceite por cada cuarenta y cinco kilos de cereal. 8 El príncipe deberá entrar y salir por la sala de entrada del pórtico. 9 Pero cuando la población del país se presente ante el Señor en las solemnidades, los que entren para adorar por el pórtico norte deberán salir por el pórtico sur, y los que entren por el pórtico sur deberán salir por el pórtico norte. Nadie deberá salir por el mismo pórtico por el que entró, sino por el que está enfrente. 10 Si el príncipe está en medio de ellos cuando entren, también saldrán todos juntos.
11 En las fiestas y en las solemnidades se hará una ofrenda vegetal de cuarenta y cinco kilos de cereal por el novillo, cuarenta y cinco kilos de cereal por el carnero, lo que se pueda dar por los corderos, y siete litros y medio de aceite por cada cuarenta y cinco kilos de cereal. 12 Cuando el príncipe haga una ofrenda voluntaria al Señor, o un holocausto o un sacrificio de comunión, se le abrirá el pórtico oriental, ofrecerá su holocausto o su sacrificio de comunión como en el día sábado y se retirará. Después que haya salido, se cerrará el pórtico.
13 Cada día, por la mañana, ofrecerás como holocausto al Señor un cordero de un año, sin defecto, 14 con una ofrenda de ocho kilos de cereal y dos litros y medio de aceite para hacer una masa con la mejor harina. Esta ofrenda para el Señor es un decreto perpetuo: 15 cada mañana se hará la ofrenda del cordero, del cereal y del aceite.
Si el príncipe regala… ¨
Lv 25,10-16
16 Así dice el Señor Dios: “Si el príncipe regala a uno de sus hijos una parte de sus bienes propios, este regalo pertenecerá a sus hijos que lo poseerán por derecho de herencia. 17 Pero si toma una parte de sus bienes propios y la regala a uno de sus servidores, el regalo pertenecerá a este solo hasta el año del jubileo y luego volverá al príncipe, porque su herencia es solo para sus hijos. 18 El príncipe no tomará ningún bien del pueblo, quitando su propiedad a alguna persona. Solo podrá hacer regalos a sus hijos tomándolos de sus bienes propios, para que en mi pueblo nadie sea privado de su propiedad”.
Me hizo entrar en las habitaciones sagradas¨
Lv 2-5
19 El hombre me llevó después por la entrada lateral del pórtico y me hizo entrar en las habitaciones sagradas que dan al norte, reservadas para los sacerdotes. Al fondo había un espacio que daba hacia el oeste. 20 Y me dijo: “En este lugar, los sacerdotes cocerán a las víctimas de expiación y de reparación por el pecado, y también hornearán las ofrendas vegetales, para que no se saque nada al atrio exterior y el pueblo no entre en contacto con lo sagrado.
21 Después me hizo salir al atrio exterior para que recorriera sus cuatro esquinas. En cada una de ellas había un patio. 22. Todos eran cerrados y tenían la misma medida: veinte metros de largo por quince de ancho. 23 Estaban rodeados por un muro en cuya parte inferior había unos hornos. 24 Y me dijo: “Estos son los hornos donde los servidores del Templo cocerán los sacrificios del pueblo”.
El agua descendía por el lado derecho del Templo ¨
Jl 4,18; Zac 13,1; 14,8; Esd 6,9; 7,22; Jn 7,38; Ap 21,6; 22,1-2
47 1 El hombre me llevó otra vez a la entrada del Templo, y observé que debajo del umbral del Templo brotaba agua. Iba en dirección al este, hacia donde mira la fachada del Templo. El agua descendía por el lado derecho del Templo, al sur del altar. 2 Me sacó después por la puerta que da al norte, y me hizo dar la vuelta por el exterior hasta la puerta exterior que da al este, y vi cómo el agua fluía desde el costado derecho del altar. 3 Cuando el hombre salió hacia el este, llevaba en su mano un cordel de medir con el que midió unos quinientos metros y me hizo atravesar el agua. El agua me llegaba a los tobillos. 4 Midió otros quinientos metros, y me ordenó que siguiera atravesando el agua. El agua me llegaba hasta las rodillas. Midió todavía otros quinientos metros y me ordenó que siguiera atravesando. Pero el agua ya me llegaba a la cintura. 5 Midió otros quinientos metros más, y la corriente era un torrente que yo no podía atravesar; las aguas habían formado un torrente tan profundo que solo se podía atravesar a nado. 6 Entonces el hombre me preguntó: “¿Has visto, hijo de hombre?”. Después me hizo volver caminando por la orilla del torrente. 7 Cuando volvía, vi que en las orillas del torrente había una gran cantidad de árboles. 8 Y el hombre me dijo: “Estas aguas que fluyen hacia la región oriental bajan por el desierto del Arabá y van a desembocar en el mar Muerto. Entonces sus aguas quedarán saneadas. 9 Todos los seres vivientes, que haya en los lugares por donde pase este torrente, vivirán. Los peces serán muy abundantes, porque por donde pasen estas aguas, todo quedará saneado: la vida resurge por donde pasa el torrente. 10 Los pescadores se instalarán a sus orillas, desde Engadí hasta Engalín se tenderán las redes, y sus peces serán muy numerosos, de la misma especie que los del mar Mediterráneo. 11 Pero sus pantanos y lagunas no serán saneados, porque quedarán para salinas. 12 A lo largo del torrente, en una y otra orilla, crecerán árboles frutales de todas las especies; sus hojas no se marchitarán ni sus frutos se acabarán. Todos los meses producirán frutos nuevos, porque son regados con las aguas que brotan del santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas serán medicinales”.
Estos son los límites de la tierra ¨
Lv 19,34; Nm 34,1-15; Jos 1,4; 13,1-6; 15,1-4
13 Así dice el Señor Dios: “Estos son los límites dentro de los que ustedes se repartirán la tierra que entrego a las doce tribus de Israel. Si bien para José hay una porción doble, 14 cada uno de ustedes recibirá en herencia una parte igual. Yo juré solemnemente a sus antepasados que les daría esta tierra, y ella les corresponde a ustedes en herencia. 15 Estos son los límites de la tierra. Por el norte: desde el mar Mediterráneo, el camino de Yetlón hasta la entrada de Sedad, 16 Jamat, Berotá, Sibraín que está entre el territorio de Damasco y el de Jamat, Jasar Enán hacia la frontera de Jaurán. 17 La frontera norte irá entonces desde el mar Mediterráneo hasta Jasar Enán, dejando al norte el territorio de Damasco y el de Jamat. Este es el lado septentrional.
18 Por el este, el Jordán les servirá de frontera hasta el mar Muerto, separando la tierra de Israel de los territorios de Jaurán, Damasco y Galaad. Este es el lado oriental.
19 La frontera del sur se extenderá desde Tamar hasta las aguas de Meribá de Cadés, en dirección del torrente hasta el mar Mediterráneo. Este es el lado meridional.
20 Por el oeste, la frontera será el mar Mediterráneo, que está enfrente de la entrada de Jamat. Este es el lado occidental.
21 Entre las tribus de Israel se repartirán esta tierra, 22 y les tocará como herencia a ustedes y a los extranjeros residentes que engendraron hijos en el territorio de Israel. Los considerarán como israelitas nativos y participarán con ustedes en la distribución de la herencia junto con las tribus de Israel. 23 A cada extranjero se le dará su parte de territorio dentro de la tribu en la que se haya establecido”. Oráculo del Señor Dios.
Esta es la tierra que ustedes repartirán ¨
Nm 35; 36,7; Jos 14-22; Ap 21,15-17
48 1 “Estos son los nombres de las tribus:
En el extremo norte, a lo largo del camino de Yetlón, hacia la entrada de Jamat y Jasar Enán, teniendo al norte la frontera de Damasco, a lo largo de Jamat, desde el este a la orilla del mar Mediterráneo, estará el territorio de Dan.
2 Debajo de Dan, desde el este al mar Mediterráneo, estará el territorio de Aser.
3 Debajo de Aser, desde el este al mar Mediterráneo, estará el territorio de Neftalí.
4 Debajo de Neftalí, desde el este al mar Mediterráneo, estará el territorio de Manasés.
5 Debajo de Manasés, desde el este al mar Mediterráneo, estará el territorio de Efraín.
6 Debajo de Efraín, desde el este al mar Mediterráneo, estará el territorio de Rubén.
7 Debajo de Rubén, desde el este al mar Mediterráneo, estará el territorio de Judá.
8 Debajo de la frontera de Judá, desde el este al mar Mediterráneo, estará el territorio sagrado que ustedes deberán reservar, y que tendrá una extensión de doce mil quinientos metros de ancho, y la misma longitud que los otros, desde el este al mar Mediterráneo. En medio de este territorio estará el santuario. 9 El territorio sagrado que ustedes deberán reservar para el Señor tendrá doce mil quinientos metros de largo por cinco mil, de ancho. 10 A los sacerdotes les pertenecerá un territorio sagrado de doce mil quinientos metros hacia el norte, cinco mil metros de ancho al oeste, cinco mil metros de ancho al este, doce mil quinientos metros hacia el sur. El santuario del Señor estará en el medio.
11 A los sacerdotes consagrados, descendientes de Sadoc, que siempre estuvieron a mi servicio y nunca se descarriaron, como hicieron los levitas, cuando los israelitas se descarriaron, 12 les pertenecerá una parte de la tierra reservada como ofrenda sagrada, junto al territorio de los levitas.
13 Junto a la de los sacerdotes, los levitas tendrán una parte del territorio de doce mil quinientos metros por cinco mil de ancho. En total, la longitud será de doce mil quinientos, por cinco mil de ancho. 14 Esta parte escogida de la tierra no podrá ser vendida ni cambiada ni entregada a otro, porque está consagrada al Señor.
15 A lo largo de los doce mil quinientos metros quedará un terreno profano de dos mil quinientos metros de ancho. Allí estará la ciudad, y servirá para viviendas y pastizales. La ciudad estará edificada en el medio, 16 y tendrá iguales dimensiones: dos mil doscientos cincuenta metros, tanto por el lado norte como por el lado sur, por el este y por el oeste. 17 Alrededor de la ciudad, los pastizales se extenderán por ciento veinticinco metros, en sus cuatro direcciones: norte, sur, este y oeste.
18 A lo largo del territorio sagrado quedará una extensión de cinco mil metros por el este y otros tantos por el oeste. Con sus productos, servirá para mantener a los que trabajen en la ciudad, 19 y será cultivado por un personal proveniente de todas las tribus de Israel. 20 El total de la zona reservada tendrá doce mil quinientos metros por cada lado. Ustedes reservarán un cuarto del territorio sagrado para la propiedad de la ciudad, 21 y lo que quede a los dos lados del territorio sagrado y de la propiedad de la ciudad será para el príncipe; su porción se extenderá a lo largo de los doce mil quinientos metros al este, y a lo largo de doce mil quinientos metros hasta la frontera oeste. Al príncipe le corresponde un territorio equivalente a los otros. El territorio sagrado, dentro del cual está el santuario del Templo, 22 junto a la propiedad de los levitas y la propiedad de la ciudad, en medio del predio del príncipe, estará en la frontera entre Judá y Benjamín.
23 En cuanto al resto de las tribus: desde el este al mar Mediterráneo se extiende el territorio de Benjamín.
24 Debajo de Benjamín, desde el este al mar Mediterráneo, estará el territorio de Simeón.
25 Debajo de Simeón, desde el este al mar Mediterráneo, estará el territorio de Isacar.
26 Debajo de Isacar, desde el este al mar Mediterráneo, estará el territorio de Zabulón.
27 Debajo de Zabulón, desde el este al mar Mediterráneo, estará el territorio de Gad.
28 Debajo de Gad, la frontera sur irá desde Tamar hacia las aguas de Meribá de Cadés, siguiendo el torrente hasta el mar Mediterráneo.
29 Ustedes se repartirán por sorteo esta tierra como herencia.
Esta es la tierra que ustedes repartirán por sorteo como herencia entre las tribus de Israel, y estas serán las partes en las que será dividida”. Oráculo del Señor Dios.
El nombre de la ciudad será: “El Señor está aquí” ¨
Is 1,26; 60,14.18; 62,4.12; Za 8,3; Ap 21,9-27
30 Estas son las puertas de salida de la ciudad. El lado norte mide dos mil doscientos cincuenta metros. 31 Las puertas de la ciudad llevan los nombres de las tribus de Israel. Al norte hay tres puertas: las puertas de Rubén, de Judá y de Leví. 32 El lado este de la ciudad mide dos mil doscientos cincuenta metros y tiene tres puertas: las puertas de José, de Benjamín y de Dan. 33 El lado sur mide dos mil doscientos cincuenta metros y tiene tres puertas: las puertas de Simeón, de Isacar y de Zabulón. 34 El lado oeste mide dos mil doscientos cincuenta metros y tiene sus tres puertas: las puertas de Gad, de Aser y de Neftalí. 35 El perímetro mide un total de nueve mil metros. De ahora en adelante, el nombre de la ciudad será: “El Señor está aquí”.
¨ 1,1-28. La imagen de cuatro seres, con alas, constituyen la base de una plataforma de cristal que sostiene un trono sobre el cual aparece una imagen incandescente: “con el aspecto de un ser humano” (1,26). La característica inefable del Dios de Israel se contrapone a la naturaleza de las divinidades mesopotámicas representadas por el único ser de rostro humano, de león, de toro y águila. Toda la creación aparece como el Templo de la gloria del Señor, y el ser humano, espejo de su presencia (cf. Gn 1,26). La visión cósmica evoca los orígenes y ofrece el nuevo fundamento de la vocación y misión de Ezequiel ante su pueblo que perdió la tierra, su Templo y su rey.
¨ 2,1-3,15. Llamar “hijo de hombre” (2,1) al profeta subraya su fragilidad y su absoluta distinción con la divinidad, pero al mismo tiempo su cercanía a ella por la Gloria de Dios que se le ha mostrado (cf. 1,26). Ejercerá su misión sabiendo que no será escuchado (2,5.7; 3,11.27), e incluso reducido al silencio (3,25-26). Este ámbito de desconcierto y contradicciones, que es el destierro, parece anular cualquier intervención divina; sin embargo, la presencia de “un profeta en medio de ellos” (2,5), es la certificación que Dios no abandona a su pueblo. “Espinas” y “escorpiones” (2,6) figuran a ese auditorio que como él también esgrime oráculos y palabras y que buscarán desacreditar su mensaje encomendado. Ezequiel sabe desde el principio que su destino es paradójico: tiene asegurado el sostén del Señor, pero no las garantías inmediatas de éxito (3,12-15).
¨ 3,16-21. “Advertir” implica amonestar, aleccionar y persuadir que la garantía de salvación del reino de Judá está en que las exigencias de la alianza del Señor se vivan siempre, tanto en la tierra de Israel y como en el exilio.
¨ 3,22-27. El anuncio de la mudez e inmovilidad de Ezequiel personifica la ruptura de la comunicación entre Dios y su pueblo: el mayor castigo es no oír la palabra del Señor cuando alguien la busca (cf. Am 8,11-12). Este silencio no es continuo (cf. 11,13), sino puesto en relación con el auditorio que busca anular las denuncias del profeta y sus acusaciones de rebeldía, lo cual arruina al reino y a Jerusalén. Los hechos confirmarán la veracidad de los oráculos divinos. Aun así, el silencio del “hijo de hombre” no será el final de su misión, porque su palabra inaugurará una nueva etapa de reconstrucción y de esperanza cuando deje de estar mudo (cf. 24,26-27; 33,21-22).
¨ 4,1-17: Al profeta se le ordena realizar signos: representar la ciudad de Jerusalén en estado de asedio; acostarse por un número determinado de días sobre uno y otro costado para significar que “carga” con la culpa de Israel y de Judá (4,7-8); preparar una dieta propia de exiliado (4,9-10) para simbolizar a los habitantes de Jerusalén condenados al hambre y la sed (4,11-17). La peculiar orden divina de cocinar un pan de cebada sobre excrementos humanos, a la que se niega obedecer el profeta, revela que la idolatría es la gran culpa que debe “cargar”. Los ídolos son denominados gillulim (excrementos). El destierro es el paso necesario para que todos expíen la impureza de sus ídolos.
Ezequiel evoca la misión del “siervo del Señor” que “carga” los pecados de su pueblo (Is 53,4-12), como también la de Jesús “Cordero de Dios” (Jn 1,29), a quien Dios “lo hizo pecado por nosotros” (2 Cor 5,21; cf. Gál 3,13; Rom 8,3).
¨ 5,1-17: Afeitar los pelos del cuerpo del enemigo significa desprecio, humillación y derrota (cf. 2 Sm 10,4; Is 7,20). Estos sentidos recoge también el signo dirigido a Jerusalén, dominada por la maldad de sus habitantes y la profanación de su santuario (5,1-7). Por la idolatría y la infidelidad a las exigencias de la alianza, la capital del reino de Judá se ha sustraído a la soberanía del Señor (5,8-13). Esta situación de rebeldía anula sus prerrogativas tradicionales de ciudad inexpugnable y la destinan a una ruina irreversible y a la humillación ante las naciones (5,14-17).
¨ 6,1-14: Las “montañas de Israel” aluden a todo el territorio del reino de Judá “desde el desierto hasta Ribla” (6,2.14). El culto a los ídolos se extiende a todo el país cómo una mancha (6,3-6). La idolatría es la gran desgracia de Israel y no podrá ser erradicada sino a través de la experiencia de la dispersión y el destierro, donde serán “quebrantados los corazones adúlteros y los ojos infieles” (6,7-9). Ante la desolación los sobrevivientes recapacitarán y reconocerán que el único garante y soberano de la tierra prometida era el Señor y que no en vano debió actuar de esa manera para purificarla (6,10-12). Así se anula también cualquier apoyo divino para el actual del reino de Judá que puedan esperar los mismos oyentes del profeta (6,13-14).
¨ 7,1-27: El anuncio del fin de la “tierra de Israel” implica la condena de sus actuales residentes: todos viven “según su conducta y sus propias normas” (7,27). A la desgracia de la primera invasión (7,7), sucede la violencia de un “poder perverso” (7,11). El reino de Judá, ahora libre del dominio babilónico por la rebelión del rey vasallo Sedecías, se apoya en sus propias fuerzas, en su riqueza y en la idolatría (7,12-25). Rechazadas las exigencias de la alianza, todo el país queda desprotegido a merced de los invasores y sin el amparo divino. El mismo Señor ha sido desplazado y no puede sino alejarse y dejar que profanen esa tierra que era su “tesoro” (7,21-22). La idolatría del poder y de la riqueza han terminado por arruinar un proyecto histórico de nación.
¨ 8,1-18: El vidente de la gloria del Señor es capacitado para ver la idolatría que se consuma en Jerusalén. En “una visión divina” (1,1; 8,3), el profeta puede conocer la presencia sacrílega de ídolos en el Templo y la variedad de cultos egipcios y mesopotámicos de la fertilidad y del sol que se realizan allí (8,4-16). Este modo de proceder en Israel se justifica afirmando que el Señor “no ve” y que “ha abandonado” el país (8,12). Así lo expresan los ancianos de Judá, cuyos representantes están ahora ante el profeta (8,1). Esta idolatría justifica otra provocación que aquellos han consumado y que es la rebelión del reino (8,17). El Señor no los escuchará cuando acudan a él porque de antemano desconocen su poder y porque persiguen ocultos intereses (8,18).
¨ 9,1-11: En la visión se integra la convocatoria y el juicio a la idolatría: “la gran culpa de Israel y de Judá” (9,9). La situación se revela irremediable por la presencia de los misteriosos agentes del castigo con rasgos apocalípticos y por el traslado de la gloria de Dios de su lugar santo (9,1-3). El exterminio se inicia en el Templo, con los “ancianos” y abarca a todos los habitantes de Jerusalén (9,5-7). La queja del profeta ante Dios, porque el “resto de Israel” será exterminado (9,8), expresa su intención de salvar este reino todavía en pie. Pero el Señor, al responder con las palabras de los ancianos (9,9; cf. 8,12) que lo declaran incapaz de “ver” y ausente del reino, comunica a “su” vidente que su decisión no es arbitraria (9,10). Él es soberano de los que no se doblegan ante la idolatría (9,4.6), custodio de sus vidas, porque son el verdadero resto de su pueblo.
¨ 10,1-22: Después del exterminio de sus habitantes, la visión de la gloria del Señor que abandona el lugar santo (10,18-19) es un momento culminante del castigo a Jerusalén: con el Templo vacío deja de ser la ciudad santa y queda a merced del justiciero fuego divino (10,2.6-8). El vidente identifica que el misterioso ser viviente sobre el cual se posa la gloria del Señor que se dirige a oriente (10,9-17) es el mismo que se le había manifestado antes junto al río Quebar (10,1.20-22). De este modo el mismo profeta certifica que el exilio es lugar donde el Dios de Israel asienta ahora su presencia, donde encuentra a su pueblo y donde puede hace oír su voz, como en el Templo (cf. 10,3-5).
¨ 11,1-13: En una visión el “hijo de hombre” conoce que los ancianos de Jerusalén (cf. 8,11) tienen “planes perversos y malos consejos” porque defienden el reino de Sedecías, diciendo: “la ciudad es la olla, nosotros la carne” (11,1-3). Sigue el mandato al profeta de dirigirse a sus oyentes que piensan y “hablan de la misma manera” que ellos, y a los cuales “alguien los ha hecho salir” y llegar hasta él. A estos que temen la invasión, Dios les anuncia: “Yo mandaré la espada contra ustedes” (11,5-8), mensaje que anula los planes y consejos de los ancianos, para convocarlos a juicio en las fronteras de Israel (11,9-12). La muerte de uno de ellos, mientras el vidente profetiza, certifica la inminente realización del anuncio. Aceptar este final del “resto de Israel” implica también para el mismo profeta adecuar su pensamiento a la voluntad del Señor respecto al reino de Judá (11,13).
¨ 11,14-25. Los habitantes de Jerusalén apelan a la autoridad divina para justificar la posesión de la tierra y anular ese derecho a todos los que están exiliados. El Señor revela al profeta que los llevó por tierras lejanas y que él fue su “santuario por poco tiempo”, y manda anunciarles que los reunirá para destinarles de modo especial la “tierra de Israel” (11,15-17), promesa vedada a los idólatras. Los deportados entonces tienen ya una ventaja, y volverán purificados, con un corazón “de carne” e indiviso, con un espíritu nuevo capaz de observar la alianza, garantía necesaria para que el Señor establezca allí de nuevo su santuario (11,18-21). Jerusalén y todo el reino de Judá quedan sin ninguna garantía de defensa y entregados al capricho de los enemigos con la partida de la gloria del Señor hacia la montaña, al oriente (11,22-23). Tanto por esta visión (cf. 10,1-22) como por el retorno del profeta junto a los exiliados, los capítulos de Ez 8-11 pueden considerarse una unidad textual (cf.8,3). El “hijo de hombre”, al comunicar lo que se le ha mostrado, confirma su autoridad de profeta del Señor ante el pueblo deportado (11,24), por ser enviado, por “haber visto” y por hablar según el “espíritu de Dios” (cf. 13,1-7).
¨ 12,1-16: La profecía en acción que representa el “hijo de hombre” ante su auditorio rebelde que no quiere ver ni oír, no produce ninguna reacción (12,1-7). Una nueva intervención divina le exige proclamar el sentido de esa acción simbólica; esta se refiere al príncipe y a los habitantes de Jerusalén y el profeta es un símbolo para esos espectadores (12,8-11). El destierro y la muerte es el destino para Sedecías y todos los que sostienen su reino; el resto que pueda escapar quedará solo para confesar sus culpas entre las naciones (12,12-16).
¨ 12,17-16: Este nuevo signo tiene como destinatarios a todos los habitantes del país, que deberán reconocer quién es el Señor cuando los habitantes de Jerusalén sean aniquilados y arrasada la tierra de Israel. Su esperanza en el reino de Judá, bajo Sedecías, quedará frustrada.
¨ 12,21-25: El Señor interroga acerca de un proverbio sobre la tierra de Israel que un grupo, en el cual se incluye al mismo profeta, proclama: “Pasan los días y la visión no se cumple”. Estos profetas presagian con otras “visiones” el futuro y desacreditan el mensaje del “hijo de hombre”. Pero Ezequiel debe asegurar a su auditorio rebelde que en sus días “verán” lo anunciado.
¨ 12,26-28: Con otro proverbio que pasa de boca en boca se desacredita ahora al mismo profeta y, con esto, recibe la confirmación del Señor de que no habrá más retraso para que su palabra se realice.
¨ 13,1-16: Los profetas de Israel profetizan “por su propia cuenta”, “siguen su propia inspiración” y “no han tenido visiones verdaderas” (13,2-3). Como “chacales entre las ruinas”, sacan provecho en la desgracia y anuncian visiones y presagios mentirosos. Sin ser enviados hablan en nombre del Señor, pregonan la paz cuando no la hay y esperan que él confirme sus oráculos (13,4-9). La imagen del “muro” (13,5.12.14-16) “que ellos lo recubren con cal” los relaciona con Jerusalén y el reino de Judá, y con su “constructor” aludido tácitamente con un pronombre: “él” (13,10). Arrogándose autoridad, sostienen el reino de Sedecías (13,11.15) en el exilio, ya que “no entrarán a la tierra de Israel” (13,9). En ese ambiente de desazón y desconcierto, ofrecen una falsa seguridad que extravía a “mi pueblo”, dice Dios (13,10).
¨ 13,17-23: Las profetisas, llamadas “hijas de tu pueblo”, constituyen un grupo que ejercita su influjo en el mismo ámbito de acción de Ezequiel y son denunciadas por engañar con sus técnicas mágicas y adivinatorias. La víctima, atrapada en esos sortilegios, que gusta oír mentiras seductoras, es “mi pueblo” (13,19.21.23), una denominación constante en el libro para indicar a la comunidad del exilio, objeto de las promesas de salvación (14,9; 25,14; 34,30; 36,8; 37,12.13).
¨ 14,1-11: La consulta profética aquí denegada a estos ancianos tiene como trasfondo Ez 8-11, en donde se reveló la idolatría de los ancianos, para los cuales el Señor es una divinidad entre otras y quizás más impotente (cf. 8,12; 9,9). La afirmación que Él ya ha respondido (14,4.7) se comprende con el trasfondo del contexto en donde muere uno de los ancianos mientras el profeta predicaba (11,13). Ese es el signo y el anticipo de lo que espera a estos hombres que “han entregado su corazón a sus ídolos y dirigen su mirada hacia lo que es ocasión de su culpa” (14,3.7). Ezequiel no puede dar otra respuesta que la ya dada. La situación es contradictoria: los ancianos desconocen la soberanía del Señor sobre la tierra de Israel, pero pretenden una palabra profética que justifique su proceder idólatra.
¨ 14,12-23: La alocución se abre con el caso hipotético de un país (14,13.15.19) que peca contra el Señor de infidelidad y se plantea un estado de relaciones rotas donde se conjetura un veredicto colectivo irrevocable: nadie podrá escapar del castigo, aun con la presencia de los tres personajes prototipos de rectitud y sabiduría: Noé, Job y Daniel. Los dos primeros son conocidos por la Biblia, el tercero -Daniel- es un personaje de la mitología (14,12-20). Este desarrollo antecede un mensaje destinado al auditorio del profeta: la capital fue asediada y ante los sobrevivientes que vienen, los mismos exiliados se consolarán con esa desgracia (14,21-23). También estos deportados deben purificar sus convicciones: la infidelidad ha anulado las garantías de futuro para Jerusalén y el entero país. El exilio es el paso obligado para que todos reconozcan al único Dios y su justicia.
¨ 15,1-8. La imagen de una vid en medio de un bosque y no en un campo preparado es algo paradójico: no tiene ni produce fruto, ni sirve para leña. Su situación parece algo ineludible: no se dice si ha querido estar allí o no. Para que su destino sea otro, habría que cambiar su posición y su entorno (15,1-5). Los habitantes de Jerusalén serán sometidos al fuego justiciero como esa vid en medio del bosque incendiado (15,6-8). La metáfora ilustra un principio general: hay una comunidad de destino entre el sujeto y el medio que lo condiciona. Aplicada a la situación de Jerusalén y del país, la metáfora revela que tienen ahora un destino compartido en un círculo más amplio, el de las naciones simbolizadas por los árboles del bosque (cf. 17,23-24; 19,10-14; 31,1-18). El reino de Judá se ha desnaturalizado haciéndose una nación como las otras, perdiendo su razón de ser (15,8).
¨ 16,1-63: La historia esponsal del Señor con Jerusalén signada por la idolatría termina con una declaración de relaciones rotas (16,3b-35). Ante los pródigos beneficios divinos la respuesta de una maldad progresiva se sintetiza en el proverbio: “de tal madre, tal hija” (16,44). Otra denuncia revela la lógica del proceder: “Has despreciado el juramento y has quebrantado la alianza” (16,59). Con idénticas expresiones se acusa a Sedecías por su rebelión contra Babilonia, suceso que luego se identifica con la ruptura de la alianza con el Señor (17,16.19). De Jerusalén no se espera un cambio, y es responsable de la ruptura política y religiosa, que en virtud de una alianza, ha querido reunir también a sus “hermanas” Sodoma y Samaria (16,61). El anuncio del restablecimiento de estos reinos incluye también a Judá (16,53). Solo la voluntad unilateral del Señor para reunir a todos bajo su soberanía con su “alianza eterna” garantiza el regreso de los desterrados y el futuro para la ciudad purificada (16,61-62).
Ez 16 entendido como una alegoría, las “prostituciones” y “abominaciones” se refieren a vinculaciones político-religiosas con otros pueblos, personificados en los “amantes” egipcios, asirios y caldeos (16,22-35). Los datos son escasos para fundamentar una interpretación histórica precisa; las referencias al pasado son siempre el trasfondo para dar razón del castigo en curso (16,36-43). Queda subrayada la infidelidad como la condición invariable a lo largo de vicisitudes históricas hasta la última rebelión, y esta memoria es elevada a objeto de reflexión (cf. 16,44.59).
¨ 17,1-10: La historia del águila que planta un ramo de cedro en Canaán y que siembra una vid en un campo irrigado tiene un desenlace extravagante, propio de la parábola. Esa vid, al sustraer sus raíces y sus ramas del lugar previsto, se desliga de las condiciones que le garantizan vida y futuro (173-8). Su conducta es objeto de reflexión: ¿no la extirpará el águila que la plantó? ¿No se secará el viento del desierto? (179-10). La opción de la vid expresa el ejercicio de la libertad que proyecta su propio destino más allá de los límites de su condición natural. Así fue la experiencia de los orígenes (Gn 3), así lo vive Israel en este momento histórico de ruptura con Babilonia y con Dios (1716.19) y es el permanente desafío de individuos y pueblos que actúan sin otra referencia que la propia ambición.
¨ 17,11-21: La parábola ilumina los sucesos consumados en Jerusalén: (17,12-18). Con su rebelión Sedecías obtiene la autonomía para Judá, pero también rompe la alianza con el Señor. Esto implica que el reino de Judá está libre de Babilonia pero también fuera de la alianza (17,19-21). Este reino rebelde abstrae de las condiciones que le posibilitan vida y futuro, a la nación y a la dinastía davídica (cf. 2 Sm 7,13-16). Esta situación corresponde a la trama de la parábola (17,5-8): el reino de Judá, como aquella vid, ha determinado su propio fin.
¨ 17,22-24: Este epílogo, clave interpretativa unitaria de Ez 17, retoma la figura del cedro, de cuya procedencia surge una nueva plantación que tiene asegurado el futuro. El símbolo del cedro es colectivo (cf. Ez 31) y figura no ya al reino rebelde de Judá, condenado a la ruina, sino a la comunidad del exilio con el rey deportado y sus jefes (cf. 17,12), que sin garantías en la tierra de Israel están bajo la única tutela del Señor; este pueblo “suyo” será establecido de nuevo en la “alta montaña de Israel”.
¨ 18,1-32: El profeta aparece incluido en esta interpelación divina dirigida al grupo que busca hacer valer una norma que sintetiza el refrán (18,2.19). En oposición se afirma cinco veces la necesidad de vivir según el criterio de la responsabilidad personal en el momento presente (18,4.20.25.29-30). Distintos ejemplos formulados de manera teórica agotan la posibilidad de escapar al principio (18,5-18.21-24.26-28). Estas instrucciones al profeta revelan su acción pedagógica de advertencia respecto a su auditorio rebelde (cf. 3,16-21; 33,1-20). El Señor afirma que el proverbio citado dejará de oírse “en Israel” (18,3b), no en el exilio, donde pretenden hacerlo valer entre ‘miembros de una misma familia’, o sea, a nivel del único pueblo de Dios (cf. 18,19a). El interés de ese grupo que vive en Israel coincide con el de los que niegan su derecho a la “tierra de Israel” a los desterrados (cf. 11,15). Su rechazo al Señor, a quién denuncian que procede “incorrectamente”, se entiende en la situación del reino de Sedecías, que rompió su alianza (cf. 17,19). Sin embargo, solo la alianza divina puede justificar el derecho de todas las partes y, por eso, la invitación final a forjarse “un corazón nuevo” significa una conversión de todos a la unidad; y el “hacerse de un espíritu nuevo” exige la renuncia a ese proyecto de nación que excluye a Dios la existencia de su pueblo (18,30-32).
¨ 19,1-14: A la pregunta inicial “¿Quién es tu madre?” se responde con dos relatos en tiempo presente. El primero define la madre como una leona que promueve sus cachorros al poder, que terminan desterrados (19,2-9); el segundo la compara a una vid arrancada de raíz y arrojada en el desierto, incapaz de dar un cetro para gobernar (19,10-14). La lamentación, destinada a “los príncipes de Israel” (19,1), los alude de modo elíptico, porque en su desarrollo interno se habla solo de la madre de uno. Son ellos entonces, quienes como la leona han promovido un candidato y han depositado en él toda su esperanza, y quienes como la vid están ahora plantados en el desierto. El término de referencia es el reino de Judá bajo Sedecías, que es denominado “príncipe” en Ez 1-24, y cuya rebeldía ha sido una gesta en común con otros (cf. 17,13; 21,17; 22,6). La trama de las dos parábolas revela que los “príncipes de Israel” han sucumbido a un impulso que la historia ya había demostrado inconcluyente, y que la autonomía conquistada es autodestructiva. Como ocurre con los jóvenes leones, Israel no puede sostenerse por un simple equilibrio de fuerzas y de poder en el concierto de las naciones. Además, como la vid, su existencia tiene relación directa con el único fundamento que la distingue como reino: la relación con su Señor expresada en el vínculo de la alianza. Liberarse de ella significa cercenarse las raíces y clausurar la propia historia; un acontecimiento digno de una lamentación.
¨ 20,1-44: En la consulta de los ancianos de Israel, a la cual el Señor se niega (20,2-3), se desarrolla un largo discurso que expone una visión de la historia de Israel, signada por la idolatría y distribuida en cuatro etapas: las tres primeras (en Egipto, 20,5-9; en el desierto, 20,10-17 y para ‘los hijos del desierto’, 20,18-22) desarrollan un esquema análogo: don de las leyes –rechazo de ellas– ira divina y arrepentimiento del castigo; la cuarta etapa, que es el anuncio del ‘castigo de los hijos’, tiene una forma propia: el Señor jura dispersarlos entre las naciones, porque les dio “leyes no buenas” y los hizo contaminar con prácticas idolátricas a fin de que lo reconozcan (20,23-26). Es la dispersión del pueblo de Dios que vive bajo el castigo de la idolatría, que aún no es el exilio.
Esta es la premisa de la interpelación dirigida a los ancianos (20,27-44), para quienes ‘los hijos del desierto’ son “sus padres”, sus antepasados que han sumido al pueblo en la idolatría “hasta el día de hoy”, y por lo cual la tierra prometida no mana leche y miel (cf. 20,6), sino libaciones a los ídolos (20,27-31). En esta condición, los ancianos pretenden ser como las demás naciones (cf. 20,32), por eso el presente juicio es el silencio de Dios y del profeta. Su purificación consistirá en sacarlos del “país donde habitan” bajo el señorío de los ídolos para introducirlos a la “tierra de Israel” bajo el yugo de la alianza (20,33-38). En Ezequiel la mención de “pueblos” está en conexión con los ídolos; conducir al “desierto de los pueblos” es una metáfora de la ausencia de toda idolatría. Israel será conducido no al desierto de Egipto (20,36), sino a un espacio de soledad purificadora en la que ya no quiera ni pueda volver a sus ídolos. Esta nueva condición lo capacita para recibir el don de la tierra prometida y servir al Señor de la alianza (20,39-44).
¨ 21,1-37: La negativa del profeta a proclamar la ruina completa de Israel (21,2-4), porque sus oyentes lo tildan de “inventor de parábolas”, revela una situación particular (v.5). La exigencia de profetizar (21,6-7) sigue con el anuncio de la espada sobre la “tierra de Israel” (vv.8-10). Su silencio continúa aun cuando con imperativos se le reitera profetizar la “espada bruñida y afilada para la matanza” (21,13-22). Luego viene la orden de realizar un signo sobre la invasión babilónica y se le aclara que resultará un presagio vano porque “ellos” tienen “solemnes juramentos”, según los cuales el Señor es garante de la estabilidad de Jerusalén y de la dinastía davídica (21,24-28). Por último el profeta anuncia el fin del reino y de su príncipe (21,29-32), y se concluye con el nuevo mandato de profetizar para los “hijos de Amón” (21,33-37).
La queja de Ezequiel (21,5) evoca aquellas otras hechas en el Templo para que el “resto de Israel” no perezca (cf. 98; 11,13); aquí, en cambio, lamenta que se denigre su persona y sus palabras. Pero el Señor con insistencia lo avala y lo confirma, porque es su único portavoz ante todos aquellos que se apoyan en las promesas tradicionales en sostener al príncipe y su reino (21,28-32). La ruina de Judá será un antecedente temporal de la de Amón, cuyo oprobio también es afirmarse en el propio poder y en la posesión de la tierra, tal como lo ha hecho Sedecías (21,33-37). Pero esta profecía dicha a los amonitas trae una novedad: dilata la misión de Ezequiel a nuevos horizontes y lo inaugura aquí como profeta de las naciones. Esta proyección es consecuencia de la misma condición de Israel, transformada en una nación como las demás.
¨ 22,1-16: La idolatría en Jerusalén (22,3), “acelerada” por la amenaza de la invasión caldea (cf. 21,24-29) adelanta el tiempo de su ruina (20,4-5). Su corrupción es fruto de la presencia y actividad de los “príncipes de Israel”, investidos de poder y responsables de delitos sociales y de prácticas idolátricas, que actúan sin referencia a la alianza (20,6-11). El juicio a la “ciudad sanguinaria” es hacer reconocer su estado (22,2; cf. 16,2; 23,36), porque la desgracia no es la destrucción aún futura, sino su actual proceder. El gesto del “aplauso” divino (22,13; cf. 6,11; 21,19) confirma este hecho, porque el veredicto final es que ella solo pondrá de manifiesto ante las naciones su propia deshonra (22,15-16).
¨ 22,17-22: La concepción tradicional de la inviolabilidad de Jerusalén, sostenida con expresiones como “la ciudad es la olla, nosotros, la carne” (11,10; cf. 24,3s.), se ampara en la confianza de la cercanía del Señor (cf. 11,15). La misma imagen es reinterpretada ahora como la trampa del castigo. El objeto de la acción divina son los israelitas que habitan en la ciudad (22,19), como su fortaleza y refugio. “Todos ellos” son escoria; nada valen y no podrán resistir al fuego purificador.
¨ 22,23-31: Jerusalén es cabeza de un país que necesita ser purificado (22,24). Por los engaños de sus profetas, la insolvencia de sus sacerdotes, la violencia de sus jefes (cf. 13,5-7) y el pillaje de los propietarios de la tierra (cf. 7,27), el país ha quedado desguarnecido, sin protección y sin intermediario ante el Señor (22,25-30). En la soledad de su propia corrupción, experimenta ya el castigo (22,31).
¨ 23,1-49: Con un vocabulario análogo a Ez 16 se presenta la historia simbólica de dos “hermanas” que personifican los reinos de Israel, desarrollada en cuatro partes. a): Oholá es Samaria que fue arrasada por los asirios (23,5-10); y Oholibá es Jerusalén, (23,11-20), que rompió relaciones con los egipcios, con los asirios y ahora con los babilonios (23,17). b) En este estado, ella recibe el reproche por su inmoralidad (23,21-35) que comenzó en Egipto y ahora ha vuelto a él (23,21s.27), tácita alusión a la rebelión de Sedecías (cf. 17,15s.). c) Al profeta se le pide entonces que haga reconocer a las dos hermanas sus infidelidades políticas y la idolatría que las ha deshonrado, subrayando que Oholibá sigue aún entregándose a ellas (23,36-45). d) El castigo es destinarlas al terror, al saqueo y a la muerte de sus habitantes para acabar con todas sus inmoralidades y con la idolatría del país (23,46-49). El destinatario involucrado con este contenido es el grupo indicado por el “ustedes masculino” (23,49b), que reconocerá al Señor por su juicio contra ellas.
La mención de Samaria, ya destruida, insinúa que el reino libre de Sedecías pudo inspirar el deseo de recuperar el desaparecido reino de Israel del norte, y de ahí su alusión. Su desaparición es una advertencia contra el proceder idólatra de Jerusalén (23,5-11). El juicio contra las “dos hermanas” (23,46-49) cancela toda expectativa de restauración; ambos reinos se reunirán después de pasar por el destierro; solo entonces Judá y los suyos con Efraín y los israelitas habitarán la tierra de Israel bajo la alianza eterna del Señor (cf. 37,15-28).
¨ 24,1-14: Al comenzar el asedio a Jerusalén, el profeta debe componer un mensaje para su auditorio rebelde: preparar una olla, llenarla de agua, con trozos de carne y huesos y hacerla hervir hasta cocer los huesos (24,2-5). Pero, como la “ciudad sanguinaria” (cf. 22,2-5) es esa olla toda oxidada, habría que vaciarla; sus delitos claman justicia del cielo (24,6-8; cf. Gn 9,4; Lv 17,10-14; Dt 12,16.23s.). Sigue la orden de encender la leña, cocer la carne, los huesos y vaciar la olla y quemarla hasta quitar su herrumbre, pero se concluye “su óxido resiste al fuego” (24,9-12). Esta reinterpretación del refrán ya conocido (cf. 11,3) es una nueva metáfora: Jerusalén es una olla totalmente herrumbrada, una ciudad que corrompe y pervierte lo que contiene; un refugio sin garantías. Por no haber querido ser purificada de su inmoralidad e idolatría, está justificada su entrega a los invasores (24,13-14). La seguridad del amparo del Señor está ahora fuera de sus muros y el juicio sobre ella redime a los que están lejos.
¨ 24,15-27: Al “hijo de hombre” se le quita el “la que es el encanto de sus ojos”, pero como no realiza el duelo por la muerte de su esposa, el pueblo le pide la explicación y el sentido que tiene su comportamiento (24,16-19). Responde anunciándoles la decisión divina de profanar el Templo y arrasar la ciudad y que cuando esto suceda no podrán ni llorar a “sus hijos e hijas que han abandonado” (24,20-24). Para los exiliados y para los habitantes de Jerusalén, todos miembros de un único pueblo, desaparecen así los referentes de la estabilidad religiosa y política del reino de Judá (cf. Jr 7,15; 26,1-19). En el marco de la ruina final queda acreditado por Dios solo la persona del profeta, a quien llama por su nombre y es el símbolo de su juicio definitivo (24,24). Pero, luego, con el anuncio del fin de su mudez, es convocado para ser el portavoz del Señor para el pueblo disperso. Toda una etapa de la historia de Israel ha quedado clausurada por el silencio de Dios (cf. 3,26); el profeta Ezequiel, liberado ahora para hablar, es también símbolo del prodigio que la palabra del Señor custodia en su novedad y que puede ponerla de manifiesto cuando él la proclame (24,25-27).
¨ 25,1-7: Amón , acusado por alegrarse de los males sufridos por Judá –la profanación del Templo, la devastación de la tierra de Israel y el destierro de sus habitantes–, es entregado a los “hijos de oriente”, poblaciones nómadas del desierto, que harán de su capital y su territorio un campo de pastoreo (25,3-5). La referencia a la “tierra de Israel” se repite y el Señor sella su condena diciendo: “he extendido la mano contra ti”, signo del exterminio y la desaparición de los amonitas (25,6-7). En Jr 4,92 estos son condenados por pretender sacar provecho de los padecimientos de Judá y se les anuncia que “Israel heredará a los que la heredaron” (cf. Am 1,14; Ez 21,25.33). Para esta nación sometida por David hasta la primera mitad del siglo IX a. C., es recurrente el centro de su interés: la “tierra de Israel”. Pero el Señor se declara su defensor y custodio porque hacia ella conducirá a su pueblo exiliado (cf. Ez 13,9; 20,42).
¨ 25,8-11: Moab designa la región inmediata al este del mar Muerto; Israel tuvo contactos con su población, en general hostiles. Aquí se lo acusa junto con Seír (Edom) de desconocer a Judá como propiedad del Señor y afirmar: “es como las demás naciones”. Su castigo es la entrega del país y de sus ciudades mejor protegidas a los “pueblos de oriente”, que afectará otra vez a Amón “para que su recuerdo se pierda”.
¨ 25,12-14: Edom ocupaba la región al sur de Israel y los datos bíblicos trasuntan la larga enemistad entre ambas naciones. Según Jr 27,1–7 participa con Moab, Amón, Tiro, Sidón y Judá en planes de rebelión en tiempos de Sedecías (594 a. C.). En la caída de Jerusalén, Edom se mostró muy hostil, por lo cual profetas y escritores posteriores son severos contra él (cf. Lam 4,21–22; Is 34; Mal 1,2–5; Jl 4,19; Ez 35,3.15; Sal 137,7 y Abd). Este oráculo pone en evidencia el compromiso del Señor en favor de su pueblo contra una nación enemiga, y a Israel como el instrumento de su venganza y de su castigo definitivo.
¨ 25,15-17: El país de los filisteos aparece como enemigo permanente de Israel, desde las historias de los libros de los Jueces, de Samuel y de los Reyes. Este oráculo, el más genérico de Ez 25, en la acusación como en el castigo anunciado, repite el vocabulario de la “venganza”, ahora de los filisteos contra Judá, y del Señor contra ellos, asociados con los cereteos, pueblo de origen egeo, establecido al sur del Négueb (cf. 1 Sm 30,14; 2 Sm 8,18; 15,18).
¨ 26,1-21: Tiro, antigua ciudad fenicia, situada cuarenta kilómetros al sur de Sidón, era una isla y fue hecha península por obras de Alejandro el Grande. Su esplendor alcanzado en los siglos X-IX le granjeó fama de una riqueza proverbial. Tomó parte en todas las tentativas antibabilónicas que precedieron al 587 a. C., pero abandonó a su aliada Jerusalén y se alegró de su caída. Esta profecía datada en vísperas del sitio a Jerusalén la condena a propósito de esto. El castigo, ejecutado por numerosas naciones, que alcanzará a sus poblados del continente, la volverá una “roca desnuda” (26,1-6). Pero el instrumento divino elegido que la invadirá y destruirá es Nabucodonosor (26,7-14). Un lamento entonado por los “príncipes del mar” que traficaban con Tiro engrandece su memoria, pero el oráculo divino rubrica su ruina definitiva con imágenes del caos primordial y del mundo subterráneo (26,15-21). Estas connotaciones míticas (cf. Gn 1,2; Sal 18,5-6; Jon 23-6) evocan la acción creadora del Señor “en la tierra de los vivientes”, donde dice ubicará: “mi esplendor” (26,20), metáfora de la tierra prometida, que juró dar los antepasados y que ha quedado como promesa y esperanza de su pueblo disperso (Ez 20,6.15.42).
¨ 27,1-36: El profeta debe entonar un lamento sobre la ciudad de Tiro, presentada como un espléndido barco (27,3-11). Una lista de pueblos y ciudades que comercian con ella, pone en evidencia su esplendor y prosperidad y sus fructíferas relaciones internacionales (27,12-25). Su naufragio se describe por medio de la lamentación de sus testigos y los ritos fúnebres de los marineros (27,25b-36). Este es el castigo por su riqueza y belleza conseguidas con el propio desvelo y asentadas en el “corazón del mar” (27,4.25), donde todo lo alcanzado, sin el auxilio de Dios, vuelve al caos (cf. Sal 46,4-6).
¨ 28,1-10: La primera alocución es dirigida al “príncipe de Tiro”, igual a un dios, que habita en un ámbito sagrado en el corazón del mar, y cuya sabiduría, comparable a la de Daniel (cf. 14,14.20), le produjo riqueza y esplendor. Pero ella causó su perdición por la arrogancia del poder alcanzado. Desde la “morada divina”, su ciudad, es arrojado a la fosa, en el fondo del mar, a una muerte profana (28,1-10).
[1][1][1]¨ 28,11-19: Esta segunda alocución, un lamento sobre el “rey de Tiro”, lo describe como “modelo de perfección” o sello del arquitecto sobre su obra y “querubín protector”, que habita en el “jardín de Dios” (cf. 31,9; Gn 2,8; 3,24), en un recinto de piedras preciosas, que muchas coinciden con las del pectoral del sumo sacerdote (cf. Ex 28,17; 39,10), indicando su dignidad sacerdotal. Creado con todos estos privilegios, es arrojado a la tierra a causa de la violencia suscitada por su próspero comercio y hecho desaparecer (28,11-19).
[2] ♦ 28,20-26: La tercera alocución es una profecía que anuncia la manifestación de la santidad de Dios, en primer lugar hacia Sidón a través del juicio y castigo de sus habitantes que desprecian y hostigan a los israelitas (28,20-24); y en segundo lugar hacia todas las naciones, cuando el Señor reúna a Israel disperso y lo lleve a habitar seguro en la tierra prometida a Jacob (28,25-26).
Ez 28,1-26 evoca al ser humano de Gn 2-3: “rey”, “arquitecto” y sello divino de la creación que debe administrar con sabiduría y custodiarla como genio protector. Pero, al volverse víctima de sus propias transgresiones, profana el santuario del universo, convierte la ciudad en ruinas y el jardín en un desierto. Si la morada sagrada evoca la victoria de Dios frente al caos, su profanación lo hace retornar allí y el abismo triunfa sobre la creación. La profecía sobre Sidón hace girar el pensamiento hacia la historia en la cual sigue manifestándose la santidad de Dios con su juicio para la salvación en favor de su pueblo Israel.
¨ 29,1-16: Esta profecía contra el faraón, como el gran cocodrilo (29,2-5; cf. Ex 7,9.12; Jb 7,12; Is 51,9; Lm 4,3), sujetado con arpones y con los peces adheridos a sus escamas, para ser arrojado al desierto, donde las fieras y las aves lo devorarán, remite a un ambiente primordial (cf. Gn 1,25.30; 9,2.10). La acusación histórica que fue una “caña quebrada”, un falso apoyo para Israel (cf. 2 Re 18,21; Is 36,6), y por su pretensión mítica de haber “hecho” el Nilo (29,6-9), es condenado con la devastación completa del país y la dispersión de su habitantes por cuarenta años (29,10-12). La promesa divina de constituir a Egipto en un reino humilde es una amonestación para los israelitas que no confían en el poder y la intervención histórica de su Señor (29,12-16).
¨ 29,17-21: La alocución siguiente rompe la sucesión cronológica de los acontecimientos –se refiere a marzo del 570 a. C. –; narra el fracaso de Babilonia en su expedición contra el pequeño reino de Tiro y se anuncia su éxito contra Egipto (29,17-20). Estos datos son puestos en relación con Israel que lo fortalecen como pueblo, y también con el profeta, cuya misión en medio de él queda libre de obstáculos (29,21).
¨ 30,1-19: Esta profecía anuncia el “día del Señor sobre Egipto” y sobre sus aliados, como día de destrucción y de saqueo sus riquezas. El agente es Nabucodonosor y su pueblo, “los más crueles de todas las naciones”, que colman al país con la desgracia. Este “día” es de profanación de los ídolos de Egipto y del poderío de sus ciudades mencionadas y el de la afirmación de la soberanía y el poder del Señor sobre todos ellos. Los fenómenos cósmicos evocados al principio y al final (30,3.18) unifican el mensaje del “día de Egipto” como juicio definitivo de Dios sobre esta nación, poderosa e idólatra.
¨ 30,20-26: La cronología vuelve atrás en relación con la fecha precedente (cf. 29,17). El mensaje supone que el faraón habría reaccionado después de precedentes derrotas; por esto el Señor anuncia que quebrará ahora sus dos brazos, que hará caer la espada de sus manos, dispersará a los egipcios entre las naciones (30,22-23; cf. 29,12). Al fortalecer el brazo del rey de Babilonia y hacerlo su instrumento de su justicia entre las naciones (30,24-25), el Dios de Israel se manifiesta soberano en conducir el destino de los pueblos.
¨ 31,1-18: La identificación del faraón con un cedro magnífico que suscita la envidia de los demás árboles por su grandeza, belleza y retoños, recuerda a Gn 2-3 y Ez 19. La repetición de expresiones como “aguas abundantes”, “fuentes subterráneas”, “jardín de Dios”, remiten a un ambiente paradisíaco (3,13-10). El castigo de su soberbia de “árbol” es ejemplar y definitivo, “arrojado a las moradas subterráneas”, y tiene un final moralizante ‘para que ningún árbol se jacte por su altura’ (31,11-14). El cedro, identificado con el faraón y su nación, es luego contemplado en el abismo, donde una convulsión mítica de la naturaleza hace constar que ningún árbol que sacie su sed en las aguas escapa a este destino (31,15-18). Fechada durante el asedio, cuando Jerusalén pudo haber buscado esperado apoyo de Egipto (31,1-2), esta parábola describe la dinámica hegemónica del poder; aunque este siempre ejerce una enigmática seducción, poner todas las expectativas en él es un engaño del que se termina siendo víctima.
¨ 32,1-16: En esta lamentación, por su pretensión de ser un “león de las naciones”, el faraón es asimilado al “cocodrilo” (cf. Ez 29,3), que, atrapado y muerto, llena los valles con su carroña y la tierra se abreva con su sangre. Una contraposición entre el Señor y los poderes del caos se manifiesta en el oscurecimiento del sol, la luna y las “luminarias” (cf. Gn 1,14-16; Sal 74,16), cuyo sentido parece indicar el fin de un ciclo de tiempo y el comienzo de otro nuevo (32,2-8). El trastorno y el estremecimiento de numerosos pueblos, sucede entonces, no solo porque el faraón ha desaparecido, sino porque un orden empírico y cósmico aceptado de modo natural desaparece definitivamente (32,9-10.16). La intervención divina a través del poder babilónico, que exterminará a la población y convertirá a Egipto en un país desolado, demuestra la soberanía de Dios en la historia, la cual sigue su curso porque las “aguas abundantes” sometidas a su dominio (cf. Jb 4,11) preludian algo inédito y fecundo (32,11-15).
¨ 32,17-32: Esta larga lamentación expresa el castigo más grande para Egipto, ejecutado no ya por la espada del rey de Babilonia, sino por la palabra profética (32,18). Los egipcios arrojados al mundo subterráneo, encuentran allí a pueblos que sometieron y a otros que los han precedido como conquistadores. La infamia de esta situación es acentuada con expresiones como “en medio de los incircuncisos”, “deshonrados”, “traspasados por la espada” o “rodeando sus sepulcros”. Queda muy bien subrayada la constatación general sobre la caducidad efímera del poder de las grandes naciones que imponían el terror sobre la tierra (32,19-31). La conclusión de que el Señor es el que lleva el terror a la tierra de los vivientes, resalta su poder decisivo sobre todos los acontecimientos humanos, utilizando las naciones como sus instrumentos, y a la vez proclama su victoria sobre cuantos se oponen a sus designios (32,32).
¨ 33,1-20: La instrucción sobre la responsabilidad en advertir del peligro, destinada a “los hijos de tu pueblo”, un grupo que encarna esa función de centinelas (33,2-6, cf. 3,17-21), culmina con la declaración que el verdadero centinela constituido por el Señor es solo el “hijo de hombre”, responsable con su vida de interpelar al malvado (33,7-9); él debe alentar a los israelitas desanimados y exhortarlos a la conversión (33,10-11; cf. 18,31). Su mensaje contrasta justamente con el de “los hijos de tu pueblo” que defienden otro criterio y declaran injusto el “proceder del Señor”, que juzga según la idoneidad actual, y no según eventuales derechos tradicionales (33,12-20; cf. 18,24s.).
¨ 33,21-22: El fin de la mudez tiene relación con la persona y la misión del profeta. El Señor abrió su “boca” para comer un rollo (cf. 3,2), pero fue forzado a la mudez a causa de sus rebeldes e insidiosos destinatarios del exilio (cf. 3,22-27). Se le anunció que dejaría de estar mudo antes de la caída de Jerusalén (24,25-27), certificándoselo luego (33,21-22). Como la “boca” es el órgano capacitado para la profecía (cf. Is 6,7; 49,2; Jr 1,9) y el profeta es la “boca del Señor” (cf. Os 6,5; Is 40,5), “abrir la boca” para Ezequiel significa el reconocimiento de la capacitación acabada que ha hecho el Señor con él a través de su oficio, por la palabra que anunció y se cumplió.
¨ 33,23-29: A los sobrevivientes del reino de Judá, “que habitan en esas ruinas”, y que se arrogan el derecho exclusivo a poseer la tierra de Israel, se les hace razonar que, permaneciendo en la idolatría, apoyándose en las armas y fuera de las exigencias de la alianza, no pueden justificar la herencia del país. Su condición actual los destina a la desolación y el destierro.
¨ 33,30-33: La presencia y la palabra del “hijo de hombre contrasta con la de sus oyentes habituales: “los hijos de tu pueblo”, pero es reconocido en su oficio y se busca su palabra. Aunque por ahora solo lo escuchen, los hechos ya confirman la verdad de su mensaje y confirma que es el verdadero profeta del Señor.
¨ 34,1-31: Esta profecía se inicia como un lamento porque “los pastores de Israel” solo se han apacentado a sí mismos y han provocado la dispersión y el desamparo de las ovejas por ser dominadores violentos y crueles; condenarlos por esta perversidad el Señor mismo promete apacentar a su rebaño con justicia y llevarlo a su reposo (34,11-16; Sal 23; 74,1-2). Luego se declara juez para sus ovejas, entre las cuales existen divisiones y atropellos, les promete un único pastor, el príncipe David, y una “alianza de paz” que garantizará la bendición y el retorno de Israel a “su tierra” (34,17-29). Cuando los pastores que representan a los guías del pueblo no cumplen con sus obligaciones, el Señor los sustituye o encarga a otros ese servicio (cf. Is 40,11; Jr 10,21; 23,1-4). Este rebaño vejado y disperso, con tensiones y dificultades internas, describe la situación de los israelitas después de la caída del reino de Judá, con el cual sucumbió también la monarquía davídica. La figura idealizada de David anuncia un nuevo régimen de conducción y de gobierno. Un príncipe, no ya un rey, servidor del Señor, será signo de la presencia del verdadero Pastor en medio de su pueblo, y garantía su cohesión e identidad. Este modo inédito de apacentar a “su pueblo” tiene como único fundamento y garantía la fidelidad del Señor a la alianza con su “rebaño humano” (34,30-31).
¨ 35,1-15: Esta profecía contra la montaña de Seír-Edom está motivada por su pretensión de apoderarse de los territorios de Israel en la última deportación, lo cual renueva una ancestral enemistad (35,5.12). Pero la heredad de Israel está custodiada por la presencia soberana del Señor (3510), y su defensa implica la misma sentencia de castigo que el enemigo promovió en su contra: Edom será consumido por su propia violencia (35,6), sus ciudades se convertirán en ruinas (35,4.9), y su territorio quedará profanado por una multitud de cadáveres (35,7-8). Israel es declarado instrumento de la venganza divina contra Edom en 25,12-14, pero esta condena a una nación extranjera en el nuevo contexto de oráculos de salvación hace de Seír-Edom una personificación de los enemigos de Israel, cuya destrucción exalta su salvación y pone de manifiesto la soberanía del Señor no solo ante ellos (35,9.11), sino ante toda la tierra (35,14-15).
¨ 36,1-15: Las montañas de Israel, con sus cerros, cañadas y valles describen al territorio de Israel (36,7), que ha sufrido la devastación, el asedio y la burla a causa del destierro de su gente. El Señor ya se ha pronunciado contra Edom y el resto de las naciones que lo han ultrajado, invadido y saqueado, (36,2-5). Solo la tierra de Israel tiene una profecía de futuro, destinada al pueblo de Dios que está a punto de regresar (36,8.12). Este anuncio anula de modo definitivo la pretensión exclusiva y excluyente de su posesión por parte de los israelitas rebeldes “que siguen habitando esas ruinas”, después de la deportación, (33,24-29). El Señor garantiza esta herencia para el pueblo que vuelve del exilio y que al ser repoblada recuperará su esplendor original (36,9-11). Este país que “devora a los hombres” (cf. Nm 13,32; 14,36-37) será librado de la división interna y del ultraje de las naciones (36,13-15).
¨ 36,16-38: La idolatría de Israel que ha desacralizado su tierra, fue la causa de su dispersión y de la profanación del nombre del Señor (36,17-20). Una nueva iniciativa divina manifestará la santidad del Dios de Israel a todas las naciones (36,21-23): él los purificará de toda idolatría y con el don de un espíritu nuevo en sus corazones será posible la vida según la alianza en la tierra prometida (36,24-28). La reconstrucción de las ruinas, la fecundidad y la abundancia bienes darán a Israel la conciencia de la gratuidad divina y también de su pecado (36,29-36). Solo en el Señor que “se deja buscar todavía” para hacer de su pueblo disperso un “rebaño consagrado” está la esperanza y la seguridad de un nuevo comienzo (36,37-38).
¨ 37,1-14: “El poder del Señor” pone en movimiento esta visión del profeta, cuyo primer destinatario es él (cf. 1,3; 3,14.22; 40,1). En medio del valle (cf. 3,22-23; 8,4) afirma que solo Dios sabe si los huesos secos que contempla podrían revivir (37,1-3). Al profetizar, esos huesos se unen, se cubren de carne y de piel, pero, al no recibir el aliento de vida (37,4-8), una nueva orden capacita su palabra para profetizar el espíritu, y ante la “inmensa muchedumbre” que revive, el asombro colma al vidente (37,9-10). La resurrección de Israel presentada como una creación en dos tiempos: la corporal y la efusión del espíritu de vida, remite a la creación del hombre en Gn 2, como la visión de Ez 1,1-28 suponía la creación cósmica de Gn 1. El mismo espíritu, que invade al “hijo de hombre” (cf. 2,2; 3,12-14; 8,3; 11,1.24; 37,1; 43,5) es participado por medio de su palabra profética (cf. 37,4.7.9.10.12) al pueblo desanimado del Señor, para garantizarle vida y el retorno a la tierra (37,11-14). La misión de Ezequiel resulta así de un rango análogo a la de Moisés (cf. Nm 11,17.29).
¨ 37,15-28: Con la acción simbólica de las dos varas que representan el bastón de soberanía del rey, el profeta anuncia el designio de unidad para Judá e Israel. El reino davídico, dividido después de la muerte de Salomón, revivirá y todas las tribus “serán un sola cosa” en la mano del Señor (37,16-19). El pueblo disperso será congregado en una sola nación y bajo un único rey (37,21-22); purificado de la idolatría vivirá las exigencias de la alianza (cf.36,25-28) bajo la autoridad de un rey servidor, un nuevo ”David” (37,23-24; cf. 34,24-25). Así el Señor sellará una alianza de paz que será eterna, con su santuario en medio de ellos como garantía de prosperidad y estabilidad (37,25-26) e irradiará su presencia hacia todas las naciones (37,27-28).
¨ 38,1-23: La profecía contra Gog y sus aliados combina rasgos escatológicos y apocalípticos. Ellos personifican los enemigos del pueblo de Dios y ellos son convocados por el Señor para atacar Israel sin aclarar el motivo de la condena. En un tiempo futuro, en su propia tierra, donde sus habitantes viven tranquilos asentados sobre las montañas que estuvieron en ruinas, soportarán un ataque feroz (38,2-16). Pero esta empresa será un paso previo en el proceso por el cual las naciones reconocerán al Señor, cuando este haya manifestado su santidad derrotando a Gog. Este castigo anunciado ya “por medio de mis siervos los profetas”, adquiere una dimensión cósmica y es descrito como un gran terremoto que afecta a los seres vivientes del mar, la tierra y el aire. Al final de la descripción de la catástrofe se alude a una acción militar contra Gog, acompañada de peste y de una lluvia torrencial de granizo, azufre y fuego que transportan de nuevo a un escenario cósmico (38,17-23). El futuro de Israel no está exento del acoso de potencias adversas; por eso el Señor, que conduce la historia y el cosmos, después de haberlo perdonado, al garantizar su existencia, manifiesta su santidad.
¨ 39,1-29: Esta profecía describe el castigo de Gog y sus tropas, cuyos cadáveres tras la derrota militar quedan expuestos y se convierten en presa de las fieras y aves de rapiña. La sentencia no es anunciada para un tiempo futuro, sino para un cercano “día anunciado” por el Señor y para su reconocimiento (39,2-8). La quema de las armas de guerra en una gran hoguera que durará siete años es el símbolo de su victoria y del final definitivo de la guerra (39,9-10). Las medidas tomadas para enterrar a Gog con todo su ejército, una operación que durará siete meses, revela la preocupación por la purificación de la tierra, acorde a las normativas sacerdotales (39,11-16). El juicio y la depuración del territorio acaban con la convocatoria a las fieras y aves de rapiña para un sacrificio inmenso con los cadáveres sobre las montañas de Israel (39,17-20; cf. Is 34,6-8). El Dios de Israel manifiesta su gloria ante Israel y ante todas las naciones a través de su señorío histórico y cósmico. El exilio deja paso a la misericordia para el pueblo purificado de la rebelión y la idolatría, y el Señor, por el honor debido a su santo nombre (cf. 36,23), lo convoca a la tierra prometida, con la promesa de nunca más volverle a “ocultar su rostro” (39,21-29).
¨ 40,1-49: La gran visión final del profeta se ubica en el exilio, durante la fiesta religiosa del año nuevo. Un misterioso personaje guía al profeta en su itinerario para hacerle conocer con minuciosidad las medidas del nuevo Templo de Jerusalén que deberá transmitir. Desde afuera hacia adentro se van verificando superficies y medidas de las construcciones: el muro exterior (40,5), el pórtico oriental (40,6-16), el atrio exterior (40,17-19), el pórtico norte (40,20-23), el pórtico sur (40,24-27), el atrio interior y el pórtico sur (40,28-31), el pórtico oriental (40,32-34), el pórtico sur (40,35-37), los anexos de los pórticos (40,38-46), el atrio interior (40,47) y la sala de entrada del Templo (40,48-49). La enumeración de espacios con repeticiones y discontinuidades, de utensilios destinados al culto sacrificial y de los oficios sacerdotales del Templo y del altar por los sadiquitas, culmina con la mención del atrio central y del altar. Esta típica forma de distinguir y separar el ámbito sagrado del profano define las condiciones para que el Señor pueda asentar la presencia de modo permanente.
¨ 41,1-26: El “Santo” y el “Santo de los Santos” son presentados de modo muy breve donde resalta la indicación del guía sobre el “lugar santísimo” (41,1-4). La descripción sigue con un edificio anejo que rodea el Templo, con salas laterales distribuidas en tres pisos que se apoyan en el muro exterior que las rodea y no sobre los muros del Templo, cuya santidad impide que se construya otro edificio adosado a él (41,5-11). Sigue la descripción del edificio occidental, ubicado detrás del Templo y separado de él (41,12-15a), de la decoración del Templo y de sus muros, por dentro y por fuera, desde el suelo hasta las aberturas, con pinturas de palmeras y querubines, alternándose (41,15b-21a). Se termina con la mención del altar de madera colocado frente al lugar santo y de las particulares puertas del lugar santo y del lugar santísimo (41,21b-26).
¨ 42,1-20: Presenta diversas construcciones ubicadas al norte y al sur del edificio que está detrás del Templo (cf. 41,12); se delimitan las salas del santuario donde los sacerdotes ejercerán sus oficios litúrgicos como ámbito sagrado propio y aislado del contacto exterior (42,1-14). La idea de perfección que también transmiten las medidas del atrio hace explícito el sentido de santidad que distingue y separa de modo físico lo sagrado de lo profano (42,15-20).
¨ 43,1-12: La visión del retorno de la gloria del Señor está relacionada con la primera ocurrida junto al río Quebar (cf. 1,3.28), como con la de su partida de Jerusalén (cf. 10,18-19; 11,22-23). El profeta la ve regresar y luego, arrebatado por el espíritu y transportado al interior del Templo, oye las palabras de “alguien” que le habla; es el Señor que afirma su soberanía sobre el Templo, su decisión de habitar en medio de los israelitas y de impedir nuevas idolatrías; la ausencia de construcciones para el rey junto al Templo es una crítica a una tradición abusiva (cf. 1Re 11,42; 14,31; 15,8). El “hijo de hombre” debe dar a conocer a todos los israelitas, entre los que se incluyen las autoridades, la ley del Templo que contiene las medidas, su estructura y disposición y sobre todo sus reglamentos y preceptos.
¨ 43,13-27: La descripción del altar de los sacrificios parte desde abajo hacia arriba e inicia con la mención de un pequeño foso en relación con el suelo, con su alrededor, a partir del cual se eleva el altar y se hacen sus mediciones. Su enorme dimensión deja resaltar en la parte superior cuatro salientes o “cuernos” (43,15.20). Siguen las disposiciones para la dedicación del altar encargado a los sacerdotes de Sadoc (cf. 40,46), según el ritual de los sacrificios para purificarlo y consagrarlo (43,18-27; cf. Ex 29,36s.; Lv 8,10-15).
¨ 44,1-3: La primera prescripción que recibe el profeta corresponde a la puerta oriental por donde “entró el Señor”. La puerta permanecerá cerrada y en su atrio solo el príncipe podrá consumir el sacrificio de comunión. Esa puerta se convierte así en el símbolo de la permanencia perpetua de Dios en medio de su pueblo.
¨ 44,4-9: En el marco de una manifestación de la gloria, sigue un reproche sobre las transgresiones a la alianza realizada por los israelitas con la admisión de extranjeros e incircuncisos en el Templo, y en el servicio de este. La norma establecida es que absolutamente ningún extranjero debe entrar en el santuario.
¨ 44,10-14: La normativa sobre el personal de culto contrapone a los descendientes de Sadoc (cf. 40,46; 43,19), los únicos que pueden estar “en presencia del Señor” para ofrecer sacrificios, con los levitas que han sido infieles al Señor y por eso quedan destinados a tareas subsidiarias en el Templo.
¨ 44,15-31: El elenco de normas y leyes destinadas a los sacerdotes versan acerca de sus vestiduras sagradas, el arreglo del pelo, las prácticas de duelo, el evitar bebidas alcohólicas antes de los servicios litúrgicos, la elección de la esposa y las principales tareas que tiene a cargo: la cultual, que implica enseñar a distinguir entre lo sagrado y profano y lo puro y lo impuro; la judicial, para dirimir pleitos, y la litúrgica, en orden a cumplir las normas para las fiestas y los sábados. Entre sus obligaciones personales se incluye la pureza cultual y el deber de purificarse en caso de contaminación, según precisas normas. Se les prohíbe toda posesión de bienes en el país, pero pueden servirse de las ofrendas hechas en el santuario y de los bienes consagrados “al exterminio”. Al pueblo se le recomienda generosidad para con la clase sacerdotal como prenda de bendición.
¨ 45,1-12: La distribución de los terrenos en torno al santuario que será luego completada con la disposición sobre los límites del país y sobre la propiedad de las tribus (cf. 47,13-22; 48,1-29), supone una serie de rectángulos a partir del lugar más sagrado, el santuario, al cual se le asigna un cuadrilátero; en torno a él e incluyendo el espacio del Templo se extiende una superficie destinada a los sacerdotes y a sus casas, y una superficie análoga para los levitas. Al área común de la ciudad se le asigna una superficie a lo largo de la propiedad del santuario, y al príncipe un territorio a ambos lados del terreno reservado al santuario y a la ciudad, cuya longitud corresponde a las porciones sorteadas para las tribus; así se le garantiza una propiedad para que no sucumba a la tentación de considerar el país como propio. La sección concluye con una exhortación a los “príncipes de Israel” a evitar la violencia y la rapacidad y a practicar la justicia y el derecho en sus transacciones con medidas y pesas justas.
¨ 45,13-17: Las prescripciones sobre las ofrendas son proporcionales a la cosecha obtenida y diversas según el tipo de sacrificio. Toda la población está obligada a contribuir en esta ofrenda al príncipe, quien a su vez tiene el encargo de destinarla al servicio del Templo.
¨ 45,18-25: Las acciones litúrgicas para purificar el santuario se indican para el día primero del primer mes con una inmolación y con la aspersión de la sangre de la víctima sobre los marcos de las puertas del Templo y del atrio interior y sobre los cuatro ángulos de la base del altar; la misma ceremonia se repetirá el siete de cada mes (45,18-20). Siguen los ritos de la Pascua y las ofrendas exigidas al príncipe a presentarlas por él mismo y por su pueblo en esta ocasión (45,21-24); las mismas prescripciones rigen para la fiesta de las Tiendas, llamada aquí simplemente “la fiesta” (45,25; cf. Nm 29,12-39).
¨ 46,1-15: Siguen las prescripciones sobre las ofrendas que se deben realizar los días sábados, los días de luna nueva, en las fiestas, en las solemnidades, diariamente y como ofrendas voluntarias. Las normas de apertura del pórtico oriental, que conduce del atrio exterior al atrio interior disponen que el príncipe se detenga junto a las puertas de la sala de entrada del pórtico, sin entrar. Los sacerdotes recibirán allí la ofrenda y realizarán los sacrificios, el príncipe se postra sobre el umbral y vuelve a salir. En las solemnidades, siguiendo un itinerario que garantiza el orden de entradas y salidas, la población podrá postrarse a la entrada del pórtico, sin ingresar a la sala de entrada como el príncipe.
¨ 46,16-18: Las normas sobre el patrimonio del príncipe asegura que sus bienes queden en la familia real y prohíbe la enajenación definitiva. Una donación o una venta a un extraño es válida hasta el año del jubileo (cf. Lv 25,10-16). Al proteger sus bienes se busca evitar la tentación del príncipe o de su familia de apoderarse de los bienes privados del pueblo del Señor.
¨ 46,19-24: En el recorrido del Templo, el profeta es conducido a las salas que dan al norte (cf. 42,1-12), reservadas para los sacerdotes y destinadas para oficios cultuales. Desde allí las ofrendas son llevadas al Templo, sin pasar por el atrio exterior para evitar el contacto del pueblo con las cosas consagradas (46,19-20). Sigue por el atrio exterior, con sus cuatro ángulos que tiene cuatro recintos cerrados con hornos, donde servidores del Templo pueden cocer los sacrificios del pueblo. Serían ofrendas privadas, recibidas por los levitas, que no tienen acceso al Templo (cf. 44,10-31).
¨ 47,1-12: En esta visión simbólica, el profeta, siempre guiado por “el hombre”, ve una corriente de agua que brota del costado derecho del Templo y que se vuelve cada vez más profunda, hasta que es imposible atravesarla; recorre el país hasta el mar Muerto, cuyas aguas son saneadas. La mención de los árboles abundantes sobre la orilla evoca el relato de la creación (cf. Gn 1,20) e introduce el pensamiento de una nueva creación. La descripción de la fertilidad de ambas orillas del torrente, cuyos árboles no se secan y dan nuevos frutos cada mes, convierte la región en un nuevo jardín del Edén (cf. Ap 22,2). La región de Engadí hasta Engalín como un “tendedero de redes”, signo de la labor de los pescadores en el mar Muerto transformado, retoma en positivo esa imagen aplicada a Tiro, para anunciarle su final (cf. 26,5.14). También la preocupación sacerdotal que prevé que no deberá faltar la sal, necesaria para el culto, se integra en el marco maravilloso de la promesa.
¨ 47,13-23: El Señor, asentado en el Templo y custodio del territorio prepara a su pueblo para entrar en la tierra prometida: establece sus fronteras, reparte con equidad esta herencia prometida, porque cumple con fidelidad su promesa a los antepasados. Las doce tribus sellan así su hermandad en la distribución de la herencia. También los extranjeros residentes que hayan tenido hijos en el país son sujetos de derecho a la propiedad y deben ser considerados como israelitas nativos; e incluso el solo residente debe recibir su parcela, en la tribu donde habita.
¨ 48,1-29: La asignación de los territorios se inicia con la propiedad de las siete tribus del norte, desde Dan hasta Judá (48,1-6). Se interrumpe con una larga sección sobre la distribución del área sagrada que se encuentra entre las fronteras sur de Judá y norte de Benjamín (48,7-22). Luego siguen las asignaciones para las otras cinco tribus del sur (48,23-29). A cada tribu se le asigna un rectángulo que se extiende de este a oeste, escalonado de norte a sur, hasta cubrir toda la superficie del país. El territorio sagrado cuyo centro es el Templo (cf. 45,1-13) incluye, al norte de él, las propiedades de los levitas, al centro y de este a oeste las de los sacerdotes; y al sur, la propiedad de la ciudad con sus campos de pastoreo. El área sagrada, junto con el territorio de la ciudad, es un cuadrado de doce kilómetros y medio. Los terrenos del príncipe, que no pertenecen a esta área, se extienden a cada lado de esta, de este a oeste, hasta las fronteras del país.
¨ 48,30-35: La última sección menciona las doce puertas de la ciudad, que llevan los nombres de las tribus, tres por cada lado del cuadrilátero, en un perímetro de nueve kilómetros. Todas estas instrucciones sobre los límites y la distribución de territorios (cf. 47,13-23) reafirman el principio que la tierra de Israel y la ciudad son lugares de la habitación del Señor, tanto más sagrados cuanto más cercanos a su Templo. La ciudad se convierte en la síntesis perfecta del ámbito sagrado que contiene a Dios y a su pueblo (cf. Is 60,14.18; 62,2.4.12), y el nombre que recibe la define como el nuevo tabernáculo del encuentro: “El Señor está aquí”.