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ATRAS

  1. El rey Salomón se hizo una carroza (3,9). El libro y su origen

 

El Cantar de los Cantares es una obra compuesta por una colección de poemas que muy probablemente fueron compuestos para su ejecución musical, de aquí su nombre “Cantar de los Cantares”. Por lo tanto, ha de ser asignado al género de la poesía bíblica. El título de la obra, en la lengua hebrea, es el superlativo de la palabra “canto”: se deberá entender como “El cántico por excelencia”, “El canto más hermoso”.

Se presenta como atribuido al rey Salomón. Esta referencia, aunque improbable, es importante para identificar el medioambiente en el cual la obra vio la luz. Salomón aparece, especialmente en textos tardíos, como el mayor representante, y hasta cierto punto como el modelo, de las escuelas sapienciales de Israel. En 1 Re 5,12 se asegura que compuso mil proverbios, categoría sapiencial por excelencia, y mil cinco cánticos. Al rey Salomón se le adjudicaba la autoría de los libros del Eclesiastés, Sabiduría y Cantar de los Cantares. Estos indicios parecen insinuar que Salomón fue valorado como patrono de un grupo humano muy particular: se trata de los ámbitos de los letrados y escribas, miembros de la administración, y de quienes, en las clases elevadas de la sociedad, tenían acceso a una educación privilegiada, donde el sabio representa a la persona que acumula prestigio y honor. Por lo tanto, el origen de esta obra en círculos sapienciales resulta muy probable.

En particular una categoría de la mentalidad sapiencial parece importante para comprender el Cantar: se trata del amor considerado como un gran enigma. En esta tradición, el sabio se ha de ocupar con la tarea de desentrañar los enigmas propios de la existencia humana. Al interior de estos acertijos vitales uno muy importante es el relativo a la naturaleza del amor humano (Prov 30,18-19).

En cuanto a la datación de la composición, se han hecho diversas propuestas que van desde el periodo salomónico hasta el romano. A partir del lenguaje y el parentesco con otros libros se ha de pensar en un periodo entre la época del dominio persa y el periodo griego, lo cual significa que el Cantar es una obra más bien joven, pero no implica que no pueda recoger poemas de un origen más antiguo. En cuanto al lugar concreto de la composición, el más probable es la ciudad de Jerusalén. Se han de tener en cuenta la exhortación a las hijas de Jerusalén, tan usual a lo largo del libro, y las menciones a otros lugares en Judá, como el oasis de Engadí, junto al Mar Muerto.

Cuando expone el tema del amor humano, el libro abunda en alusiones que a ciertas sensibilidades les pueden resultar excesivas. Además, nunca se menciona el nombre de Dios. Todo esto hizo sospechoso al Cantar, hasta el punto que en el judaísmo, durante mucho tiempo, se dudó de su pertenencia a la Biblia y muchos judíos de la época de Jesús no lo contaban entre los libros sagrados. En el Nuevo Testamento no hay ninguna cita explícita de este libro. No obstante, desde los comienzos del cristianismo fue contado como parte de la Sagrada Escritura.

 

  1. El amor es fuerte como la muerte (8,6). Teología del Cantar de los Cantares

 

A lo largo de la historia de la interpretación del Cantar, se han ofrecido diferentes alternativas para explicar la función original de los poemas. Entre los investigadores es muy importante la pregunta sobre cuál fue el sentido original de los poemas, independientemente de sus posibilidades simbólicas.

 

El libro como parábola. El libro no fue escrito originalmente como libro religioso. Se trata de un drama para ser representado durante un casamiento, pero pertenece a la Sagrada Escritura porque se lee como una ‘parábola’ que sirve para ilustrar el amor del Señor por el pueblo de Israel, así como lo habían dicho los profetas (Oseas, por ejemplo). En caso de ser una ‘parábola’, lo único que interesa es el amor de los dos enamorados, y no se debe buscar un simbolismo en todos los gestos y en todas las palabras.

 

El libro como alegoría: Si se trata de una alegoría, el libro describe el amor de Dios por Israel; en la narración, cada uno de los detalles tiene alguna referencia a un momento de la historia del pueblo de Dios.

Esta comprensión se encuentra muy arraigada en la tradición de la Sinagoga y la Iglesia cristiana. Incluso representa una vía de interpretación muy presente en la antigüedad, y que alcanzó un cierto apogeo en los escritos de los padres de la Iglesia y durante la Edad Media. Un hermoso ejemplo de interpretación alegórica en el ámbito de la mística cristiana es el Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz, una obra cumbre de la espiritualidad carmelitana y de la lengua española.

En general, la interpretación alegórica toma como punto de partida las figuras del amado y la amada, algunas veces interpretándolas como esposo y esposa. Para los rabinos, la muchacha fue interpretada como figura de Israel y el varón como imagen de Dios. Los padres de la Iglesia vieron en la mujer la figura de la Iglesia, y los místicos al alma que anhela la unión plena con su esposo, Jesucristo.

Hoy en día, esta forma de interpretación no ha perdido vigencia, pero también han tomado importancia otras posibilidades.

 

Canciones de la boda: El libro tiene el aspecto de un drama para una fiesta de matrimonio, y fue escrito para cantar el amor entre los esposos. Fue reconocido como inspirado porque el amor matrimonial es querido y bendecido por Dios, y puede tener un lugar en la Sagrada Escritura. Que este amor represente el amor de Dios por su pueblo es una aplicación válida, pero surge del lector, no del texto mismo.

Este modelo concibe al Cantar de los Cantares como una colección de canciones compuestas para ser ejecutadas como parte de los ritos matrimoniales en el antiguo Israel. Ellas tendrían su origen en la celebración de los siete días de la boda judía (Gn 29,27; Jue 14,12.17; Tob 7,98,21). La actual vigencia de un tipo de canciones similares, en los ambientes musulmanes y judíos del Oriente Medio y norte de África, podría servir como prueba en esa dirección.

 

Poesía amorosa: Otra opción, muy vigente en la actualidad, es comprender el “Cantar” como una colección de poemas amorosos. Una importante pista en este sentido es el parentesco con la poesía amorosa del mundo antiguo, en especial, con los textos de poesía egipcia. Entre otras similitudes, la poesía del antiguo Egipto se caracteriza por el empleo del apelativo “hermana mía” para designar a la mujer, al igual que sucede en varios poemas del “Cantar”.

Un elemento importante que se desprende a partir de esta categoría es la metáfora. La lírica implica normalmente el uso de imágenes y motivos familiares al lector que representan, a través de evocaciones y comparaciones, lo que se desea expresar. En esta línea, se ha hecho hincapié en que se trata de “poemas del anhelo y deseo”, y que no se refieren a situaciones que ya se han cumplido, sino a una unión que aún está por encontrar su plenitud. De esta forma, dichos poemas expresan los deseos y la imaginación de los amantes.

Esta posibilidad de interpretación no excluye las anteriores, sino que forma más bien el trasfondo desde el cual se pueden comprender las otras perspectivas.

A través de una larga historia de interpretación, el Cantar ha cautivado la imaginación de sus lectores, comenzando con las tradiciones rabínicas, pasando por la mística cristiana, hasta llegar a la exégesis moderna. Toda esta historia da testimonio de una poderosa atracción, que no es otra cosa que la fuerza de expresión del amor humano, que parece evocar intensamente al amor divino. En palabras del propio Cantar, este poder es tan intenso o mayor que el de la misma muerte (Cant 8,6).

 

  1. El canto más hermoso (1,1). Estructura de la obra

 

La estructura de composición de toda la obra sigue siendo hasta hoy muy poco clara. Incluso la delimitación de los diferentes poemas es disputada por los autores.   Debido a esta razón, en esta edición se ha optado por delimitar los poemas sobre la base de palabras o motivos claves que pueden otorgar una unidad de sentido a cada pasaje.

Por otra parte, también se plantea la cuestión importante sobre la organización general de todo el texto. En este sentido, se pueden observar, en el curso de la historia de la investigación, dos tendencias.

Un primer grupo de autores considera el Cantar de los Cantares como una colección de poemas recopilados sin una organización muy elaborada, simplemente anexándolos unos a otros a partir de ciertas palabras o elementos asociativos.

Un segundo grupo presenta el Cantar como una obra detenidamente estructurada y planificada, con un diseño particular. En esta línea se suele hacer referencia al empleo de los refranes como herramienta de estructuración. Bajo esta categoría entran quienes, en el pasado, han intentado ver en el Cantar la representación de un drama o una pieza teatral, que desarrollaría la historia de una pareja de amantes que habiéndose perdido mutuamente anhelan el reencuentro final.

 

Esta edición propone la estructura siguiente para facilitar la comprensión de la obra:

 

  1. Primera sección 1,1-2,3 
  2. Segunda sección 2,4-17  

III.  Tercera sección                 3,1-5,1  

  1. Cuarta sección 5,2-8,2
  2. Quinta sección 8,3-14

 

 

 

  

  1. PRIMERA SECCIÓN

 

Tu nombre es perfume que se derrama [1]

Gn 29, 11

 

1 1   El canto más hermoso, de Salomón.

 

La amada           2   ¡Béseme con besos de su boca!

 

Tus caricias son mejores que el vino,

   3   y la fragancia de tus perfumes es exquisita.

Tu nombre es perfume que se derrama,

y por eso las muchachas te aman.

              4   Llévame detrás de ti: ¡corramos!

 

Condúceme, rey, a tu alcoba,

Gocémonos y alegrémonos juntos,

celebremos tus amores más que el vino.

 

           Con razón ellas te aman.

 

           5 Soy morena y hermosa,

hijas de Jerusalén,

como las tiendas de Quedar,

como los cortinajes de Salomón.

 

                                         6 No se sorprendan que sea morena,

                  es que el sol me ha quemado.

 

Mis hermanos se enojaron conmigo,

y me pusieron a vigilar las viñas.

¡mi propia viña la descuidé!

 

                       7 Cuéntame, amado de mi alma,

¿dónde pastoreas, dónde recuestas tu rebaño al mediodía?

Para que no ande vagando entre los rebaños de tus amigos.

 

El coro               8  Si no lo sabes,

tú, la más hermosa entre las mujeres,

sigue las huellas de las ovejas,

y pastorea tus cabritos junto a las cabañas de los pastores.

 

El amado           9   Te comparo, amiga mía,

 con la yegua de los carros del faraón.

 

                    10    Bellas son tus mejillas entre los pendientes,

 tu cuello entre los collares.

                    11    Pendientes de oro haremos para ti,

 con filigranas de plata.

 

La amada         12    Mientras el rey estaba en su alcoba,

mi nardo exhalaba su fragancia.

                    13     Un ramito de mirra es mi amado para mí,

que reposa entre mis pechos.

                    14     Un racimo de alheña es mi amado para mí,

entre las viñas de Engadí.

 

El amado         15     ¡Qué hermosa eres, amiga mía!

¡Qué hermosa eres. Tus ojos son palomas!

 

La amada         16    ¡Qué hermoso eres, amado mío

qué encantador!

Nuestro lecho es puro verdor.

17    Las vigas de nuestra casa son de cedro,

nuestro techo de ciprés.

 

2   1   Yo soy el narciso del Sarón,

                     un lirio de los valles.

 

El amado           2     Como un lirio entre las zarzas,

así es mi amiga entre las mujeres.

 

La amada          3     Como un manzano entre los árboles silvestres,

así es mi amado entre los hombres.

A su sombra me deleito, y me acuesto,

y su fruto es dulce en mi paladar.

 

  1. SEGUNDA SECCIÓN

 

Estoy enferma de amor [2]

 

La amada          4    Me condujo a la bodega

y su estandarte sobre mí es amor.

 

5    ¡Aliméntenme con tortas de pasas,

fortalézcanme con manzanas!

Porque estoy enferma de amor.

 

6   Su mano izquierda está bajo mi cabeza,

y su mano derecha me acaricia.

 

El amado          7   Júrenme, ustedes,

hijas de Jerusalén,

por las gacelas y las ciervas salvajes:

que no se atreverán a molestar

ni despertar a mi amor

hasta que ella quiera.

 

La amada         8    ¡La voz de mi amado!

                   Miren, es él quien viene,

saltando por los montes,

brincando por las montañas.

 

                     9    Mi amado se parece a una gacela, a un cervatillo.

 

Él está aquí; se detiene detrás de nuestro muro;

mira a través de las ventanas,

espía a través de las rejas.

 

  10   Mi amado me responde y me dice:

                   ¡Levántate, amiga mía, hermosa mía, y ven conmigo!

 

                                      11   Porque mira, el invierno pasó,

                   las lluvias cesaron y se fueron,

                                      12   han aparecido pimpollos en el campo,

                   el tiempo de los cantos se acerca,

                   y el arrullo de la tórtola se deja oír en nuestra tierra.

 

                    13   En la higuera despuntan sus primeros frutos,

y las viñas en flor exhalan fragancia.

 

¡Levántate, amiga mía, hermosa mía, y ven conmigo!

                         14   Paloma mía, que anidas en las grietas de la roca,

en el escondite del desfiladero.

¡Déjame ver tu figura, déjame oír tu voz!

Tu voz es dulce y tu figura es bella.

 

El coro              15  ¡Atrapen a los zorros,

los zorros pequeños, que destruyen las viñas,

nuestras viñas en flor!

 

La amada          16  Mi amado es mío, y yo soy suya,

él pastorea entre lirios.

 

                    17  Cuando sople la brisa del día

y se alarguen las sombras, vuelve, amado mío.

 

Regresa como una gacela, como un cervatillo,

por los montes escarpados.

 

 

III. TERCERA SECCIÓN

 

Encontré al que ama mi alma [3]

 

La amada       3 1   En mi lecho, por las noches,

buscaba al que ama mi alma.

 

Lo buscaba, pero no lo encontraba.

 

                      2   Me levantaré ahora y recorreré la ciudad,

por las calles y las esquinas,

buscaré al que ama mi alma.

 

Lo buscaba, pero no lo encontraba.

 

                      3   Me encontraron los guardias,

los que recorren la ciudad.

 

¿Han visto al que ama mi alma?

 

               4   Apenas los había pasado,

cuando encontré al que ama mi alma.

 

Lo abracé y ya no lo solté

hasta llevarlo a la casa de mi madre,

a la habitación de la que me concibió.

 

El amado          5  Júrenme, ustedes,

hijas de Jerusalén,

por las gacelas y las ciervas salvajes:

que no se atreverán a molestar

ni a despertar a mi amor

hasta que ella quiera.

 

El coro               6  ¿Quién es esta que sube desde el desierto

como columnas de humo,

perfumada de mirra e incienso,

de toda clase de costosos perfumes?

 

La amada           7  ¡Es la carroza de Salomón!

Sesenta guerreros la rodean,

de los más valientes de Israel.

                          8    Todos ellos son diestros con la espada,

ejercitados para la guerra.

Cada uno con la espada a la cintura,

preparado contra las amenazas nocturnas.

 

                          9   El rey Salomón se hizo una carroza 

                   con maderas del Líbano.

                        10   Hizo de plata sus columnas

su respaldo de oro,

su asiento de púrpura,

su interior, recamado con el amor de las hijas de Jerusalén.

 

                                            11   ¡Hijas de Sion, salgan y vean ahora

al rey Salomón con la corona,

con la que lo coronó su madre,

el día de su matrimonio,

el día de la alegría de su corazón!

 

¡Qué hermosa eres, amiga mía! [4]

 

El amado       4  1  ¡Qué  hermosa eres, amiga mía!

¡Qué hermosa eres; tus ojos son palomas, cubiertos con tu velo!

Tus cabellos, como un rebaño de cabras,

  que descienden por el monte Galaad.

 

2   Tus dientes, como un rebaño de ovejas esquiladas,

que suben del baño.

Todas ellas tienen crías mellizas

y entre ellas ninguna es estéril.

 

3   Una cinta escarlata son tus labios,

y tu boca es encantadora.

Una rodaja de granada es tu mejilla, cubierta con tu velo.

 

4   Tu cuello es como la torre de David,

construida para la defensa;

mil escudos penden de ella,

todos ellos, emblemas de valientes.

 

5   Tus pechos son dos crías, mellizas de gacela,

que apacientan entre lirios.

 

¡Ven conmigo del Líbano! [5]

 

6   Cuando sople la brisa del día,

y se alarguen las sombras,

me pondré en marcha hacia el monte de la mirra,

hacia la montaña del incienso.

 

7   ¡Toda hermosa, eres amiga mía,

y defecto no hay en ti!

 

8   ¡Ven conmigo del Líbano, esposa,

ven conmigo del Líbano!

 

Desciende de la cumbre del Amaná,

de la cumbre del Senir y del Hermón,

de las guaridas de los leones,

de las montañas de los leopardos.

 

¡Tus caricias son mejores que el vino! [6]

 

9   ¡Me robaste el corazón, hermana mía, esposa!

¡Me robaste el corazón con una sola de tus miradas,

con un solo pendiente de tus collares!

 

10    ¡Qué agradables son tus caricias, hermana mía, esposa!

¡Tus caricias son mejores que el vino,

y la fragancia de tus perfumes más que todos los aromas!

 

11    Miel fluida destilan tus labios, esposa.

Miel y leche hay bajo tu lengua,

la fragancia de tus vestidos, como la fragancia del Líbano.

 

Jardín cerrado, fuente sellada [7]

Gn 2,8-14

 

12    Un jardín cerrado eres, hermana mía, esposa,

jardín cerrado, fuente sellada.

 

13    Tus canales son como los de un jardín de delicias,

con granadas y frutos selectos,

con alheñas y nardos,

14    con nardo y azafrán,

con caña dulce y canela,

con todas las maderas de incienso,

con mirra y áloes,

con todos los mejores aromas.

 

15    Fuente de los jardines,

pozo de aguas vivas,

que fluyen del Líbano.

 

La amada       16    ¡Despierta, viento del norte!

¡Ven, viento del sur!

Sopla sobre mi jardín,

que fluyan sus bálsamos.

 

¡Que venga mi amado a su jardín

y coma sus frutos exquisitos!

 

Entré a mi jardín

 

El amado       5 1   Entré a mi jardín, hermana mía, esposa.

Coseché mi mirra junto con mi bálsamo,

he comido mi jalea junto con mi miel,

he bebido mi vino junto con mi leche.

 

¡Coman, amigos, beban y embriáguense de caricias!

 

  1. CUARTA SECCIÓN

 

El alma se me fue detrás de él [8]

 

La amada         2   Yo duermo, pero mi corazón está despierto.

 

                  La voz de mi amado llama:

“¡Ábreme, hermana mía, amiga mía,

paloma mía, hermosa mía!

Porque mi cabeza está empapada de rocío,

mis cabellos con la humedad de la noche”.

 

3   “Me he quitado la túnica,

¿cómo me la volveré a poner?

Me he lavado los pies,

¿cómo me los voy a ensuciar?”

 

4   Mi amado alargó su mano a través de la abertura,

y mis entrañas se estremecieron por él.

 

5   Me levanté yo para abrir a mi amado,

y mis manos destilaron mirra,

mis dedos fluyeron mirra

sobre el cerrojo de la puerta.

 

6   Yo misma abrí a mi amado,

pero había dado la vuelta, y se había marchado.

El alma se me fue detrás de él.

 

Lo busqué, pero no lo encontré.

Lo llamé, pero no me respondió.

 

7   Me encontraron los guardias que recorren la ciudad.

Ellos me golpearon y me hirieron.

me despojaron de mi manto,

esos guardias de las murallas.

 

8   ¡Júrenme, ustedes,

hijas de Jerusalén!

Si encuentran a mi amado:

¿qué le van a decir?

Que estoy enferma de amor.

 

El coro              9   ¿Qué distingue a tu amado de los otros amantes,

                              tú, la más hermosa entre las mujeres?

¿Qué distingue a tu amado de los otros amantes,

para que de esta manera nos hagas jurar?

 

La amada          10  Mi amado es radiante y cobrizo,

y se distingue entre miles.

 

                      11 Su cabeza es oro fino.

Sus cabellos, racimos de palmera,

oscuros como el cuervo.

 

                                       12 Sus ojos como palomas junto a canales de agua,

bañándose en leche,

                  descansando junto a la orilla.

 

                     13  Sus mejillas,

campos de bálsamo,

un refugio de perfumes.

Sus labios, lirios,

                  destilan mirra que fluye.

                     

                      14 Sus brazos son torneados en oro,

engastados con piedras de Tarsis.

 

Su vientre, marfil pulido,

incrustado de zafiros.

                      15 Sus piernas son columnas de alabastro,

apoyadas sobre pedestales de oro fino.

 

Su porte es como el Líbano,

esbelto como los cedros.

16  Su paladar es una dulzura

y todo él es un encanto.

 

Así es mi amado. Así es mi amigo,

hijas de Jerusalén.

 

El coro           6  1   ¿Adónde se fue tu amado?

Tú, la más hermosa entre las mujeres.

¿Hacia dónde se dirigió tu amado?

¡Lo buscaremos contigo!

 

La amada           Mi amado bajó a su jardín,

a los campos del bálsamo,

a pastorear en los jardines

y a recoger lirios.

 

                     3   Yo soy de mi amado y mi amado es mío;

                  él pastorea entre lirios.

 

Única es ella[9]

1 Re 11,1-3; 14,17

 

El amado          4    Tú eres hermosa como Tirsá, amiga mía;

encantadora como Jerusalén,

imponente como un batallón.

                                     5    Aparta tus ojos de mí,

porque ellos me cohíben.

 

Tus cabellos, como un rebaño de cabras,

que descienden por las laderas del Galaad.

 

                                     6    Tus dientes, como un rebaño de ovejas,

que acaban de bañarse.

Todas ellas tienen crías mellizas

y entre ellas ninguna es estéril.

 

                                     7    Una rodaja de granada es tu mejilla,

cubierta  con tu velo.

 

                         8    Sesenta son las reinas,

ochenta, las concubinas,

y las muchachas son innumerables,

                    9    Pero ella es única, mi paloma, mi hermosa.

Única es ella para su madre,

intachable para quien la dio a luz.

 

La ven las muchachas,

y la aclaman dichosa;

las reinas y las concubinas la alaban.

 

El coro            10    ¿Quién es esta

que surge como la aurora,

hermosa como la luna,

brillante como el sol,

imponente como batallón?

 

La amada        11   Al jardín de los nogales he bajado,

para ver el verdor del valle,

para ver los retoños de la vid,

y los granados en flor.

 

                  12   Sin darme cuenta,

me sentí transportada

a la carroza del príncipe de mi pueblo.

 

¡Amor colmado de delicias![10]

1 Re 1,2-4

 

El coro          7 1    ¡Vuelve, vuelve, Sulamita!

¡Vuelve, vuelve, para que te veamos!

 

El amado              ¿Qué es lo que admiran en la Sulamita

cuando danza entre dos coros?

 

                   2    ¡Qué hermosos son tus pies en las sandalias,

hija de príncipe!

Las curvas de tus caderas son como joyas,

obra maestra de un artista.

 

3      Tu ombligo es una copa redonda:

¡Que no le falte la fragancia del vino!

Tu vientre, un montoncito de trigo,

rodeado de lirios.

 

4      Tus dos pechos son como dos crías,

mellizas de gacela.

 

                  5     Tu cuello es una torre de marfil.

Tus ojos, como piscinas de Jesbón,

junto a la puerta de Bat-Rabín.

Tu nariz, como la torre del Líbano,

que vigila hacia Damasco.

 

            6     Tu cabeza se eleva como el Carmelo.

Los cabellos de tu cabeza son como la púrpura:

un rey está prisionero en las trenzas.

 

                  7     ¡Qué hermosa y qué encantadora eres,

amor colmado de delicias!

 

                              8    Tu talle se asemeja a la palmera

                  y tus pechos, a sus racimos.

 

                  9     Me dije: “¡Treparé a la palmera, agarraré sus dátiles,

y serán entonces tus pechos como racimos de uva,

y la fragancia de tu aliento como manzanas!”.

 

                                  10    Tu paladar es como el vino mejor:

que corre directamente hacia mí

y fluye entre los labios y los dientes.

 

Salgamos de madrugada a las viñas[11]

 

La amada       11    Yo soy de mi amado,

y él tiene puesto su deseo en mí.

 

                 12    ¡Ven, amado mío,

salgamos al campo,

pasemos la noche entre plantas de alheña!

 

                                   13    Salgamos de madrugada a las viñas.

Veamos si ha brotado la vid,

si se han abierto los pimpollos,

si han florecido los granados.

Allí te entregaré mi amor.

 

                  14    Las mandrágoras exhalan su fragancia,

y nuestra puerta rebosa de los mejores frutos:

los nuevos y los antiguos, amado mío,

los he guardado para ti.

 

         8   1    ¿Quién podría hacer que fueses mi hermano,

un amamantado por los pechos de mi madre?

Así, si te encontrase en público te besaría,

y nadie podría despreciarme.

 

                   2     Entonces, te llevaría,

y te conduciría a la casa de mi madre,

la que me ha educado,

y yo te daría a beber un vino de aromas,

el néctar de mis granadas.

 

  1. QUINTA SECCIÓN

 

Su derecha me abraza[12]

 

La amada            3    Su izquierda está bajo mi cabeza

y su derecha me abraza.

 

El amado         4    Júrenme, ustedes,

hijas de Jerusalén:

que no se atreverán a molestar

ni a despertar a mi amor,

hasta que ella quiera.

 

El coro             5    ¿Quién es esta que sube desde el desierto

                  apoyada sobre su amado?

 

El amado               Bajo el manzano te desperté.

Allí donde tu madre te concibió,

allí donde ella te concibió y te dio a luz.

 

¡El amor es fuerte como la muerte![13]

Dt 6,4; Ag 2,23

 

                   6    Grábame como un sello sobre tu corazón;

colócame como un sello sobre tu brazo.

 

¡Porque el amor es fuerte como la muerte,

la pasión es poderosa como el abismo!

Sus flechas son llamas de fuego,

una chispa divina.

 

                   7    Las aguas torrenciales

no pueden extinguir el amor,

ni los ríos, anegarlo.

 

Si un hombre entregase toda su fortuna

a cambio del amor,

solo conseguiría desprecio.

 

Un remanso de paz[14]

 

El coro                    8   Una hermana tenemos:

es pequeña y aún no tiene pechos.

¿Qué haremos con nuestra hermana

en el día en que se hable de su matrimonio?

 

9   Si ella fuese una muralla,

construiríamos sobre ella fortificaciones de plata;

y si ella fuese una puerta:

la reforzaríamos con tablas de cedro.

 

La amada             10   “Yo soy una muralla y mis pechos son torres.

Así me he convertido ante su mirada en un remanso de paz”.

 

Mi viña es para mí[15]

1 Re 11,1-3

 

                                     11   Salomón tenía una viña en Baal-Hamón.

Confió la viña a unos guardianes,

y cada hombre le entregaba por sus frutos mil monedas de plata.

 

                                    12   Mi viña es para mí,

para ti, Salomón, las mil monedas

y doscientas para los guardianes.

 

Sobre las montañas perfumadas[16]

 

                                    13   ¡Tú has puesto tu residencia en los jardines!

Mis compañeros prestan atención a tu voz.

¡Déjame que yo también la oiga!

 

                        14    ¡Apresúrate, amado mío,

corre como una gacela, como un cervatillo,

sobre las montañas perfumadas!

 

[1] 1,1-2,3. Una muchacha no identificada expresa el deseo de ser besada y declara su amor por su amado, al que llama “rey”. Entran en escena una serie de imágenes que son asociadas a diferentes expresiones amorosas. En particular el vino que aparece en relación con el beso y las caricias. Hace su aparición una voz masculina (v.9) que declara la belleza incomparable de la mujer, “la más hermosa entre las mujeres”, y la compara con una imagen extraña para un lector moderno: una yegua, propiedad del faraón. La esposa alude a las fragancias olorosas de la habitación del rey (vv.12-14).  En el diálogo entre los amantes (2,1-3), estos se elogian recíprocamente comparándose con la belleza del mundo vegetal.

[2] 2,4-17. El poema comienza con la referencia a la taberna, asociada con el vino y la embriaguez del amor, y con la enfermedad de la amada, “enferma de amor”. La escena culmina con un abrazo amoroso, en el cual el amado rodea a su amada.

Las gacelas y las ciervas representan la hermosura y la gracia, la agilidad y la libertad. El amado ha invitado a la muchacha a salir con él a campo abierto (2,10-13). El motivo de todo el pasaje es el arribo de la primavera, que se describe como el tiempo en que la tierra comienza a germinar, se escuchan los cantos de las aves y en las viñas se percibe la fragancia. La viña parece ser metáfora del amor que existe entre los amantes y los zorros aparecen como enemigos de las viñas (2,15).

El poema concluye con una estupenda profesión de amor y de donación de la esposa: “Mi amado es mío, y yo soy suya” (2,16; 6,3).

[3] 3,1-11. La muchacha se encuentra en su habitación, durante la noche, y decide levantarse para ir en busca de su amado. Se describe el encuentro de ambos y la introducción del amado en la habitación de la madre de la muchacha. La escena concluye con el estribillo que expresa la exigencia de no ser importunados en el encuentro amoroso (3,5).

La segunda parte (3,6-11) tiene como motivo central la carroza del rey Salomón. Esta se describe como un vehículo lujoso en el que se traslada Salomón, coronado con una diadema. La temática hace alusión a una celebración matrimonial.

[4] 4,1-5. Un poema que describe la belleza de la esposa (4,1-5). Comienza con la descripción de los ojos, de los que se destaca la mirada a través del velo que ha de ocultar a la mujer; de los cabellos se menciona la textura ondulante que recuerda un rebaño de cabras en la ladera de un cerro; en el caso de los dientes se mencionan la blancura y la integridad de la dentadura; la boca es semejante a un pieza de tela de lujo, la púrpura; la granada es un fruto que evoca connotaciones amorosas en el antiguo Oriente; el cuello es comparado a una edificación de la ciudad de Jerusalén, y los collares de la muchacha recuerdan escudos de guerra; por último, los pechos son comparados a dos gacelas pequeñas evocadas en un entorno natural, los lirios.

[5] 4,6-8. El presente poema se encuentra cohesionado a partir del motivo de los montes. En primer lugar se mencionan los montes donde crecen las plantas aromáticas como la mirra y el incienso. En segundo lugar se menciona el Líbano, una de las regiones montañosas más renombradas en el mundo antiguo. Por último, el poema concluye con una alusión a tres montes que son identificados como hogar de leones y leopardos, felinos que sirven para connotar un entorno salvaje y lleno de peligros.

[6] 4,9-11. El poema gira en torno a cualidades o efectos ligados a órganos corporales. En primer lugar se hace referencia al corazón del amado y a las miradas de la amada. Las caricias de la amada son comparadas con el efecto embriagador del vino, que hace perder los sentidos. En la misma línea se mencionan los perfumes que son identificados con el bálsamo. El poema concluye haciendo referencia a los labios y la lengua, cuyo fluido evoca la miel y la leche.

[7] 4,12-5,1. El presente poema está unificado en torno a la temática del jardín, un lugar privado, no accesible al público. El autor se explaya en la enumeración de diversas variedades botánicas de la región, renombradas por su valor en la elaboración de perfumes y cosméticos, y que evocan un jardín particularmente exótico y lujoso. El poema concluye haciendo referencia a la fragancia aromática que emana de las plantas y los frutos que están disponibles para el amado. Todo este pasaje guarda ciertas analogías con el relato sobre el jardín del Edén (Gn 2).

El amado responde a la invitación de la muchacha (5,1). El verso parece hacer alusión a la unión intima que existe entre ambos.

[8] 5,2-6,3 – El poema comienza con la alusión a una visita del amado a altas horas de la noche, cuando la amada se encuentra acostada. Esta expresa su reticencia, caracterizada más que por el decoro, por una suerte de pereza. Cuando la amada se levanta para abrir la puerta, el amado ha partido y comienza la búsqueda. Lejos de encontrar a su amado, ella se topa con los guardias, que la golpean y la humillan.

En la búsqueda, la esposa pide ayuda a la población femenina de la ciudad y procede a hacer la descripción del amado, que es caracterizado en su excepcionalidad en relación con otros (v.10).

Una vez entregadas las señas para reconocer al amado, el coro consulta sobre el posible paradero. Se introducen, como respuesta, los temas del jardín y del pastoreo. El jardín es equiparado con un lugar abierto: los campos. En el final del poema (6,3), la esposa repite la profesión de amor y de donación que ya había pronunciado antes: “yo soy de mi amado y mi amado es mío” (6,3; 2,16).

 

[9] 6,4-12. Un poema que describe la belleza de la amada. Se compara a la muchacha con las ciudades de Tirsá, primera capital del reino del Norte, y Jerusalén, capital del reino del sur. Para acentuar que la amada es incomparable, el poema concluye con una alusión al harén real, probablemente de Salomón, extensamente poblado de mujeres de diferentes categorías: reinas, concubinas y muchachas esclavas. En comparación a todas ellas, la amada resulta excepcional. El poema concluye con una bienaventuranza, un recurso clásico del Antiguo y Nuevo Testamento, cuyo objetivo es ponderar una vida plena desde el punto de vista de las categorías de las tradiciones sapienciales.

El coro reacciona con una exclamación en la que manifiesta su asombro ante la belleza de la esposa (6,10). La amada se ha dirigido al mundo natural representado por el jardín, que es descrito en etapa primavera (6,11-12).

[10] 7,1-10. Se menciona un nombre propio que caracteriza a la figura femenina: Sulamita. Puede hacer referencia a diferentes identidades: existe la posibilidad que se trate de la variante femenina del nombre de Salomón; también podría hacer alusión a la región de Sunem; en este caso se ha de recordar el papel que juega la muchacha de Sunem en los relatos del final de David y de la ascensión al trono del rey Salomón (1 Re 1-2). El texto hace referencia a la música y al baile en el que la muchacha es admirada por los espectadores y el esposo describe la belleza de su amada.

[11] 7,11-8,2. El presente poema parece estar cohesionado en torno al tema del vino y las viñas. Una vez más, como al inicio del libro, el vino sirve de símbolo para el poder embriagador del amor. La invitación de los vv.12-13 es significativa, porque implica el abandono del contexto de la ciudad para posibilitar el encuentro de ambos en un ámbito campestre. El poema concluye con una mención de la mandrágora, planta que en el antiguo Oriente gozaba de una fama vinculada a la fertilidad y a la que se le adjudicaban cualidades amorosas (Gn 30,14-16).

La muchacha desea alcanzar la unión con el amado, sin que esto signifique una condena social. La imagen del parentesco justificaría ese amor entre los amantes. El poema concluye con una segunda alusión al tema de los frutos, como metáfora de la entrega amorosa de la mujer.

[12] 8,3-5. Los amantes se encuentran íntimamente abrazados. El poema concluye con una exhortación a las mujeres de Jerusalén, para que no perturben este estado de plenitud mientras dura la pasión. El abrazo con el amado representa una alusión a la unión amorosa. El poema retoma las temáticas relacionadas con el mundo vegetal, propias de algunos poemas precedentes. Esta vez le toca el turno al manzano, árbol que en este caso es asociado al momento del parto. La alusión a la madre, presente ya en poemas anteriores, parece guardar relación con los motivos de la fecundidad materna.

[13] 8,6-7. El presente poema representa el corazón del libro. Casi al concluir la obra, se busca definir qué es el amor y cuál, su característica. La alusión a la costumbre de llevar un sello que servía a su dueño para imprimir su marca en textos legales, una especie de rúbrica que identifica a quien lo posee, sirve a la amada para confirmar que el amor del amado sea indeleble. La comparación del amor con la muerte, y de la pasión amorosa con el mundo de la ultratumba, define que el amor tiene algo de inexorable y de ineludible; es un poder invencible por su intensidad y por su fuerza de atracción. La imposibilidad de extinguir la llama del amor porque es una “chispa divina”, muestra que la experiencia del amor auténtico naturalmente remite a su fuente u origen en Dios. Todo amor se vive en una entrega libre e incondicional; un amor posesivo y en búsqueda por asegurarlo a cualquier precio termina por ahogarlo. La madurez en la relación amorosa se vive en la libertad.

[14] 8,8-10. El final del libro parece estar compuesto por versos inconclusos. La muchacha aparece bajo el modelo de la ciudad que se prepara para un asalto: por una parte se asegura su defensa, lo que parece aludir al honor de la novia, y por otra se incrementa su valor, lo que la hace más deseable para contraer matrimonio. En el verso final se escucha su voz que declara su condición de ciudad inexpugnable.

[15] 8,11-12. El fragmento parece referirse a la muchacha, representada por la viña, en una relación exclusiva y desinteresada con su amado.

[16] 8,13-14. La imagen final del libro, la del amado corriendo ágilmente por los montes de Israel, deja un final abierto.