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ATRAS

(16 capítulos)

A FILEMON


I- «Pablo… a Filemón» (1): Filemón, hermano y colaborador


La Carta a Filemón es una pequeña obra de retórica griega en la que sobresale el tono personal y confidencial de Pablo para con su colaborador Filemón. El estilo de Pablo es insólito por su forma delicada y persuasiva de enfrentar una grave situación, estilo alejado del Pablo directo e incisivo, que invoca su autoridad de apóstol para dar normas, como en las Cartas a los tesalonicenses o a los corintios. Filemón, como ninguna, revela la inmensa calidad humana de Pablo. 

Filemón (“amable, amado” en griego) es un hombre acaudalado y Onésimo (“útil, beneficioso”) es uno de sus esclavos. Ambos eran oriundos de Colosas. «La hermana Apia» puede que sea la esposa de Filemón, y Arquipo, el hijo de ambos (Flm 2; Col 4,17). Como fue Epafras quien fundó la comunidad en Colosas, Pablo pudo evangelizar a Filemón en Éfeso, y ésta puede ser la deuda de Filemón al Apóstol (Flm 19). Esta relación de paternidad espiritual, motivo frecuente en Pablo (1 Cor 4,15-17; Gál 4,19), también la guarda con Onésimo; ambos, pues, están tratando con un mismo padre en la fe. Además, Pablo llama a Filemón su «hermano y colaborador» (Flm 1), por lo que es probable que pertenezca al grupo de los que, bajo la dirección del Apóstol, se encargan de anunciar el Evangelio y guiar a las comunidades. 

Onésimo huyó de la casa de su amo, apropiándose –según parece– de lo que no era suyo (Flm 18). Pablo se compromete a devolverle a Filemón lo que Onésimo le adeuda, rogándole que el amor sea más fuerte que el castigo frente al esclavo fugitivo, que en la Biblia es imagen de derrota y deshonra (2 Mac 8,35). De aquí que el Apóstol no hable de fuga, sino de separación, solicitándole a Filemón que, leyendo los acontecimientos como voluntad de Dios, vuelva a recibir a Onésimo como a alguien más digno que un esclavo, como a un «hermano querido» (Flm 15-16). 


II- «Te suplico por mi hijo Onésimo» (10): teología de la Carta a Filemón


Filemón aborda el tema de la esclavitud a propósito de la fuga de Onésimo, tema tratado en otros escritos del Nuevo Testamento (Col 3,22-4,1; 1 Tim 6,1-2). 

La esclavitud era parte del sistema socio–económico de la sociedad grecorromana y una importante fuente de servicios y producción. El número de esclavos era muy alto y sin ellos no se entendía el entramado social. Muchos de estos esclavos eran cristianos (1 Cor 7,20-24; Col 3,22). Pablo y los cristianos de su tiempo, casi sin cuestionárselo, aceptaban la esclavitud como una realidad propia de su sociedad. Incluso el mismo Pablo se autodenomina esclavo o «servidor de Cristo Jesús» (Rom 1,1). De aquí que nadie plantee la abolición de la esclavitud, sino desde la vida en Cristo la iluminan, suscitando una gran novedad. Gracias al encuentro de amos y esclavos con Cristo, ambos adquieren la nueva relación de hermanos en virtud del mismo Espíritu recibido en el bautismo. Por tanto, aunque cada cual siga cumpliendo sus funciones, han cambiado radicalmente las relaciones. De aquí que Onésimo no sea devuelto como hombre libre a Filemón, sino como esclavo, pero a un amo cristiano que debe tomar conciencia que a quien recupera no es a un esclavo, sino a un hermano querido. 

Por lo dicho, no sorprende que Pablo no pida la libertad de Onésimo, sino que le recuerde a Filemón cuáles son las obligaciones de un amo cristiano para con un esclavo, que también es de Cristo como él. En adelante, el futuro del esclavo no queda en las manos de un amo, sino de un hermano en Cristo: ha dejado de existir el esclavo para dar paso al hermano querido que sirve a otro cristiano, ambos esclavos del Señor (1 Cor 12,13; Gál 3,27-28). En cambio, sorprende que Pablo se identifique con el esclavo Onésimo, resaltando la estrecha relación entre ambos, por lo que cuando Filemón reciba a Onésimo va a recibir al mismo Pablo; el esclavo, pues, representa al Apóstol ante su amo Filemón. 

Por estar incorporados a Cristo y a la familia de Dios, la relación de sometimiento y humillación del esclavo a su amo cristiano da lugar a la comunión fraterna de los viven en Cristo, absoluta novedad en la sociedad grecorromana. Esto explica el vocabulario centrado en el amor y el afecto que caracteriza la Carta, vocabulario en el que Pablo también basa sus argumentos. 


III- «Te escribo convencido de tu obediencia» (21): organización literaria de la Carta a Filemón


Pablo escribió esta Carta mientras estaba en la cárcel y se consideraba un anciano (Flm 1.9). Es probable que el encarcelamiento no sea el de Cesarea (Hch 24,27) ni el de Roma, entre los años 60-63 d.C. (26,32; 28,16), sino el de Éfeso. Es cierto que ninguna fuente nos informa que estuvo encarcelado allí, pero de las muchas veces que Pablo lo estuvo, no siempre se nos dice dónde, y sabemos que en Éfeso enfrentó múltiples problemas y tuvo que combatir «contra las fieras» (1 Cor 15,32). No es improbable que haya estado preso en esta ciudad, cercana a Colosas (200 km.), donde viven Filemón y Onésimo, lo que permite la movilidad que refleja la comunicación con Filemón. En Éfeso, entre los años 55-56 d.C., debió escribir la Carta a Filemón

Filemón es una de las cuatro cartas de la prisión, junto con Filipenses, Efesios y Colosenses. La Carta guarda una estrecha relación literaria y temática con Colosenses y, sobre todo, con Filipenses que, además de haberse escrito en la prisión, comparten nombres de colaboradores y varios términos. Filemón pertenece al género literario de cartas de recomendación, como otras de su tiempo, por ejemplo, la de Plinio, el joven (61-113 d.C.), que intercede por un esclavo ante su amigo Sabiniano. De modo similar, con argumentos retóricos y de amistad, Pablo intercede por Onésimo ante su amo Filemón para que sea recibido por éste.

La organización literaria responde a la estructura griega de un escrito de intercesión. Se organiza en tres partes: el saludo inicial (Flp 1-7) con la presentación del remitente, los destinatarios y la acción de gracias; sigue el cuerpo de la Carta (8-20) con el tema central: la intercesión de Pablo por Onésimo para que Filemón lo reciba como a hermano querido y la petición explícita que así lo haga; se termina, como en las Cartas paulinas, con el saludo final (21-25) que contiene nombres, encargos y la bendición clásica. 

Sin duda que Pablo busca que sus hechos y palabras tengan influjo en las comunidades con las cuales él tiene una relación de pastor y maestro. Por lo mismo, el gesto de enviar de regreso al fugitivo Onésimo donde su amo, pero bajo nuevas condiciones, constituye un signo evangelizador que busca ser normativo para la comunidad: que los esclavos sean tratados como personas y hermanos queridos por sus amos cristianos. 


Gracia y paz a ustedes


1 Pablo, prisionero por Cristo Jesús, y el hermano Timoteo, a nuestro querido hermano y colaborador Filemón, 2 a la hermana Apia, a nuestro compañero de lucha Arquipo y a la comunidad que se reúne en tu casa: 3 gracia y paz a ustedes de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. 


1-3: El título que Pablo escoge es «prisionero por Cristo Jesús», pues se encuentra encarcelado por testimoniar el Evangelio (vv 1.9.13), aunque espera ser pronto liberado (v 22). La mención de su condición, además de confirmar su condición de haber sido conquistado por Cristo, a quien sigue y obedece, busca ganarse el favor de Filemón quien, junto con los que se reúnen en su casa, es el destinatario de esta breve Carta. Estas reuniones en casas de cristianos (v 2; Rom 16,5) testimonian la existencia de comunidades domésticas con una básica organización y funciones. Que esta comunidad sea también destinataria de la Carta indica que el problema entre un amo, Filemón, y su esclavo, Onésimo, concierne a todos los cristianos. El anhelo de gracia y paz, frutos de la salvación de Dios y de su Hijo Jesucristo, es parte de los saludos clásicos de Pablo. 


1: Rom 1,1; Ef 3,1; 2 Cor 1,1 / 1-2: Col 4,17


Doy gracias a mi Dios en mis oraciones


4 Siempre que doy gracias a mi Dios en mis oraciones me acuerdo de ti, 5 porque me he enterado del amor y de la fe que tienes para con el Señor Jesús en bien de todos los santos, 6 a fin de que tu participación en la fe sea eficaz gracias al conocimiento de todo lo bueno que hay entre ustedes para servicio de Cristo. 7 Hermano, mi alegría y consuelo fueron muy grandes por causa de tu amor, pues gracias a ti los corazones de los santos han sido aliviados.


4-7: Como acostumbra, Pablo da gracias a Dios por su amigo y colaborador Filemón, porque como anfitrión de la comunidad y quizás también dirigente de la misma se distingue por su fidelidad a Cristo y el amor a «los santos» o consagrados a Dios por el bautismo (v 5). Filemón, que significa amado por Dios, se ha convertido en el que ama a todos. La oración es el ámbito espiritual donde se recuerda a las personas cercanas y se agradece al Señor por lo que hace en ellas (Rom 1,9-10; 1 Tes 1,2-3). El amor y la fe de Filemón a Cristo hacen posible la comunión con él y su auténtico conocimiento. Las obras buenas, que brotan de la comunión con Cristo, benefician a todo el tejido comunitario en cuanto es un solo cuerpo. Y la obra buena que suscita en Filemón su comunión con Cristo, a la que no debe oponerse, es la aceptación de Onésimo como mucho más que un esclavo, como «hermano querido» (Flm 16), tanto en su casa como en la comunidad, de las que no salió bien. Que Filemón, pues, en razón de su fidelidad al Señor, siga cumpliendo la voluntad de Dios al dar cabida a la petición de Pablo en esta Carta.


4: Ef 1,15-16; Col 1,3-4 / 5: 1 Cor 13,13 / 6: Gál 5,6 / 7: 2 Jn 4-6


Te suplico por mi hijo Onésimo


8 Por eso, aunque tengo absoluta libertad en Cristo para mandarte lo que conviene hacer, 9 prefiero suplicarte por nuestra amistad y, quien te suplica, es este Pablo ya anciano y ahora también prisionero por Cristo Jesús. 10 Te suplico por mi hijo Onésimo a quien engendré entre cadenas, 11 quien antes te era inútil, pero ahora es útil tanto para ti como para mí. 12 Te lo devuelvo, ¡a él que es parte de mí mismo!

13 Me habría gustado que se quedara conmigo, para que me asistiera en tu lugar, mientras estoy encadenado por el Evangelio, 14 pero no quise hacer nada sin tu consentimiento, para que tu buena obra no fuera forzada, sino voluntaria. 

15 Tal vez Dios lo separó de ti por un corto tiempo, para que luego lo recobraras para siempre, 16 y no ya como un esclavo, sino como mucho más que un esclavo, como un hermano querido que, siéndolo especialmente para mí, cuánto más para ti, tanto en lo humano como en el Señor. 17 Por tanto, si te consideras mi compañero, recíbelo como a mí mismo. 18 Y si te perjudicó o te debe algo, cárgalo a mi cuenta. 19 Lo firmo con mi mano: Yo, Pablo, te lo pagaré. ¡Aunque bien podría decirte que tú en persona estás en deuda conmigo! 20 Sí, hermano, ojalá tenga de ti algún beneficio en el Señor, y alivia mi corazón por Cristo.


8-20: Pablo intercede ante Filemón por Onésimo a quien convirtió y engendró a la vida divina. Opta por la súplica que brota de la amistad y no por el mandato en razón de su autoridad y la deuda, por haberlo hecho cristiano, que Filemón tiene para con el Apóstol (Rom 15,27). Onésimo, que significa “útil, beneficioso” en griego, le era inútil a Filemón, pues si bien lo servía, estaba sin Cristo; ahora, en cambio, se lo devuelve «útil tanto para ti como para mí» (Flm 11), porque lo ha ganado para Cristo por el bautismo. Y aunque no haya cambios en sus deberes de esclavo, sí lo hay en su condición y relaciones: Onésimo ahora es un hermano en Cristo y como tal debe ser tratado. Con Onésimo que retorna a Filemón va lo mejor de Pablo: ¡que lo reciba, por tanto, como si fuera él mismo! Empleando un lenguaje comercial, Pablo se hace aval de Onésimo como lo haría un padre con su hijo (v 19). La petición final se basa en un juego fonético: que Filemón “beneficie” a Pablo (v 20: onínamai), es decir, que se convierta para él en “onésimo” o útil al aceptar como hermano querido al esclavo Onésimo. La vida nueva en Cristo destruye barreras, exigiendo un trato que exprese la igualdad substancial de los seres humanos (1 Cor 7,22; Gál 3,28).


8: 2 Cor 8,8; 9,7 / 10: Gál 4,19; Col 4,9 / 11: Flp 4,3 / 14: 2 Cor 9,7 / 16: Eclo 33,32 / 19: Col 4,18


Te saludan Epafras y mis colaboradores


21 Te escribo convencido de tu obediencia, sabiendo de que harás más de lo que te pido. 22 Mientras tanto, prepárame también hospedaje, pues espero que, mediante sus oraciones, Dios me conceda estar con ustedes.

23 Te saludan Epafras, mi compañero de prisión por Cristo Jesús, 24 y mis colaboradores Marcos, Aristarco, Dimas y Lucas. 

25 Que la gracia del Señor Jesucristo esté con ustedes. 


21-25: Pablo finaliza la Carta con el convencimiento de que Filemón atenderá sus ruegos. La petición explícita de recibir a Onésimo como a «hermano querido» (v 16) y la implícita de que lo acompañe en su tiempo de prisión (vv 13-14), parece que fueron acatadas (Col 4,7-9). La promesa de ir a Colosas para visitar a Filemón nos indica que Pablo tiene la esperanza de ser liberado. Y así ocurrió, pero no fue a Colosas, sino a Macedonia para atender algunos conflictos que estaban viviendo los corintios. El método misionero de Pablo se percibe en los saludos finales de sus Cartas gracias a nombres, encargos y situaciones. Se destaca la importancia de su equipo evangelizador, compuesto de judíos y griegos, de amos y esclavos, de varones y mujeres; ellos, revestidos con la autoridad del Apóstol para que lo representen, son sus colaboradores o sus coagentes (Flm 1.24) en la formación y acompañamiento de las comunidades. La relación interpersonal de diálogo y afecto, como el mismo Pablo lo muestra en esta Carta, es fundamental en la comunicación del Evangelio.


23-24: Col 4,10-14 / 25: Flp 4,23