INTRODUCCIÓN
Isaías se destaca entre los libros proféticos por su extensión y su enorme resonancia en la biblia hebrea y en la cristiana. Considerado durante siglos como obra de un único autor, las referencias a situaciones históricas y problemáticas religiosas diferentes permiten distinguir tres secciones, que remiten a tres profetas distintos identificados bajo el mismo nombre
En las secciones denominadas Apocalipsis (caps. 24-27 y 34-35), los motivos literarios, con sentido escatológico y el estilo propio, reflejan situaciones posteriores al exilio (siglos V-IV). Sin coordenadas históricas, se interesan por el destino final del mundo y las naciones más que por la tierra de Judá y los anuncios de castigos superan a las promesas.
En los caps. 40-48 se dirige a los desterrados para alentarlos a volver a Sion y anima a superar las dificultades de la travesía apoyándose en el Señor y la fidelidad de su palabra. El profeta anuncia el actuar inédito del Dios de Israel, Dios creador y redentor, y defiende su existencia absoluta en contraposición a los ídolos babilónicos que son nada. En los caps. 49-55 levanta la esperanza de los mismos desterrados y presagia el futuro salvífico de Jerusalén. Los cánticos del servidor del Señor, los himnos por la restauración de Sion y la apertura de las naciones paganas a reconocer al verdadero Dios, conforman su mensaje más significativo y original.
2.1. Dios está con nosotros. -Emmanuel (8,10) – El primer Isaías (1-39)
Isaías a partir de su experiencia religiosa interpreta su vida y la vida de la sociedad en la que participa; el profeta, que conoce los atractivos y la falsedad de la corte -“vivo en medio de gente de labios impuros”- decide ponerse al servicio de un Señor, no sujeto a la muerte como el rey Ozías, respondiendo a su llamado: “Aquí estoy, envíame”. Su visión en el Templo coincide con la experiencia del Dios terrible y fascinante, que determinará su ministerio profético para discernir y juzgar las circunstancias que vive el pueblo y el reino (6).
2.2¡Consuelen, consuelen a mi pueblo! (40,1) – El segundo Isaías (40-55)
El tema central de esta parte lo constituye la consolación del pueblo en el exilio (40,1; 51,3; 52,9). Este consuelo viene del Señor, que está siempre cerca y acompaña a su pueblo por medio de sus acciones salvíficas (43,14-20; 54; 60,8-12).
2.3. El espíritu de Dios, el Señor, está sobre mí (61,1) – El tercer Isaías (56-66)
La perspectiva universalista inicial de la comunidad, abierta en su reconstrucción a integrar extranjeros y eunucos tradicionalmente excluidos de la alianza (56,1-9), es confrontada por una realidad religiosa en donde la idolatría no ha desaparecido, sino que aparece más grave, hasta incluir sacrificios humanos (57,5). Las prácticas del ayuno, la observancia del sábado y los sacrificios cultuales están contaminadas por la injusticia y la opresión, por disputas y crímenes, y hasta por el incumplimiento de las mismas leyes rituales (58,1-14).
Los oráculos están agrupados en unidades de volumen diverso:
PRIMERA PARTE: ISAÍAS I 1-39
SEGUNDA PARTE: ISAÍAS II 40-55
TERCERA PARTE: ISAÍAS III 56-66:
11 Visión que tuvo Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén, durante los reinados de Ozías, Jotán, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá.
2 ¡Cielos, escuchen! ¡Tierra, presta atención!
El Señor habla:
“He criado hijos y los he educado,
pero ellos se rebelaron contra mí.
3 El buey conoce a su amo
y el asno, el pesebre de su dueño
pero Israel no me conoce,
mi pueblo no comprende”.
Gn 19,1-29; Dt 32,5-6; Jr 30,12-15 // 1,9: Rom 9,29
4 ¡Ay, nación pecadora,
pueblo cargado de culpas,
generación de malvados, hijos corrompidos!
Abandonaron al Señor,
despreciaron al Santo de Israel
y le han dado la espalda.
5 ¿Qué lugar queda donde podría golpearlos
si ustedes se siguen rebelando?
La cabeza está toda herida,
y el corazón está agotado por completo.
6 Desde la planta del pie hasta la cabeza,
no ha quedado nada sano.
Solo hay heridas, golpes y llagas abiertas,
que nadie curó ni vendó, ni alivió con aceite.
7 El país de ustedes está hecho un desierto,
sus ciudades fueron incendiadas y en su presencia
los extranjeros devoran los productos de sus campos.
¡Todo es desolación, como destrucción causada por una invasión extranjera!
8 Sion ha quedado como una choza en una viña,
como una casucha en un huerto de melones,
como una ciudad en estado de sitio.
9 Si el Señor del universo no nos hubiera dejado algunos sobrevivientes,
seríamos como Sodoma, nos pareceríamos a Gomorra.
Is 29,13-14; Éx 22,21-22; Dt 24,17-21; Jr 6,20; Am 5,21-27; Sal 40,6-7; 50,9-13; 51,18; Eclo 4,10; 7,9; 34,19
10 ¡Escuchen la palabra del Señor, jefes de Sodoma!
¡Presta atención a la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra!
11 “¿Para qué me traen tantos sacrificios? -dice el Señor-.
¡Estoy harto de holocaustos de carneros, de la grasa de animales engordados!
¡No me agrada la sangre de toros, de corderos y de chivos!
12 Cuando vienen a presentarse ante mí,
¿quién les pide que vengan a pisotear mis atrios?
13 ¡Dejen de traerme ofrendas inútiles que son para mí como incienso insoportable!
¡Ustedes convocan una asamblea para celebrar la luna nueva y el sábado,
pero yo no soporto las solemnidades mezcladas con iniquidad!
14 Detesto sus fiestas y sus reuniones para festejar la luna nueva;
se volvieron para mí una carga imposible de soportar.
15 Cuando ustedes levantan las palmas de las manos para orar,
yo me tapo los ojos;
y, aunque digan muchas oraciones, no las escucharé.
¡Las manos de ustedes están manchadas de sangre!
16 Lávense, purifíquense, aparten de mi vista sus malas acciones!
¡Dejen de hacer el mal 17 y aprendan a practicar el bien!
¡Busquen lo que es justo; reprendan al opresor;
hagan justicia al huérfano y defiendan el derecho de la viuda!
18 Y, después, vengan y discutamos –dice el Señor –.
Aunque los pecados de ustedes sean como la escarlata,
quedarán blancos como la nieve;
aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como lana blanca.
19 Si ustedes obedecen, comerán de los frutos de la tierra;
20 pero si se resisten y se rebelan, la espada los devorará”.
Lo ha dicho el Señor.
Is 66,17; Éx 22,21-22; Dt 24,17-21; Jr 2,20; 3,6-13; Ez 16,15-36; 23,1-49; Os 1-3; Zac 8,3
21¡Cómo se ha convertido en prostituta la ciudad fiel!
Estaba colmada de rectitud y la justicia habitaba en ella.
¡Ahora, en cambio, no hay más que asesinos!
22 Tu plata se convirtió en basura y tu vino está aguado.
23 Tus gobernantes son bandidos y cómplices de ladrones;
son amigos del soborno y van detrás de los regalos.
No protegen el derecho del huérfano, ni prestan atención a la causa de la viuda.
24 Por eso, -oráculo del Señor, el Señor del universo, el fuerte de Israel-
me desquitaré de mis adversarios, tomaré represalia de mis enemigos
25 y después volveré mi mano contra ti:
purificaré tus escorias en el crisol,
y limpiaré toda tu mugre.
26 Te daré jueces como los de antes, y consejeros como los de otros tiempos;
entonces serás llamada “Ciudad Justa”, “Ciudad Fiel”.
27 Sion será rescatada por la práctica del derecho,
y por la práctica de la justicia, todos los que se conviertan.
28 En cambio, la ruina caerá sobre rebeldes y pecadores,
y los que abandonan al Señor perecerán”.
29 Ustedes se avergonzarán de los robles
bajo los que preferían celebrar sus ritos idolátricos,
se sonrojarán por los jardines que elegían para dar culto,
30 porque quedarán como un roble de hojas marchitas,
como un jardín en donde no hay agua.
31 Entonces sucederá que el poderoso será como estopa
y sus acciones serán como la chispa:
ambos arderán juntos y no habrá quien los apague.
Subamos a la montaña del Señor [7]
= Miq 4,1-3
Is 9,2-7; 11,1-9
2 1 Palabra de Isaías, hijo de Amós, que recibió en una visión acerca de Judá y Jerusalén:
2 Al final de los tiempos, la montaña sobre la que está el templo del Señor
se afirmará en la cumbre de las montañas,
y se elevará por encima de las colinas.
Hacia ella confluirán todas las naciones,
3 vendrán pueblos numerosos que dirán:
Vengan, subamos a la montaña del Señor,
al templo del Dios de Jacob,
para que él nos instruya en sus caminos
y caminemos por sus sendas.
Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén, la palabra del Señor.
4 Él juzgará entre las naciones,
será el árbitro de pueblos numerosos;
con sus espadas forjarán arados,
y con sus lanzas, tijeras de podar.
Ninguna nación alzará la espada contra otra,
ni se ejercitará más para la guerra.
5 ¡Descendientes de Jacob,
vengan, caminemos a la luz del Señor!
El país se ha llenado de ídolos[8]
Is 5,15; Lv 20,27; Dt 17,16-17; 18,10-14; Jr 10,11-15; Os 10,8; Sal 20,8; 39,5; Ap 6,15-16
6 Tú has rechazado a tu pueblo, a los descendientes de Jacob;
porque, como sucede entre los filisteos,
ahora está invadido por magos de oriente y adivinos,
y hace alianzas con los extranjeros.
7 El país se ha llenado de plata y oro,
y ya no queda lugar para sus tesoros,
el país se ha llenado de caballos,
y ya no hay lugar para sus carros.
8 El país se ha llenado de ídolos.
Se postran ante las obras de sus manos,
las que fabricaron con sus propios dedos.
9 El ser humano ha sido humillado,
el hombre está abatido. ¡No lo levantes!
10 Ante el terror del Señor, y el esplendor de su majestad,
¡métete en las peñas! ¡Ocúltate bajo la tierra!
11 La mirada arrogante será humillada,
la soberbia humana quedará doblegada,
y solo el Señor será exaltado en aquel día.
12 Porque es el día del Señor del universo,
contra todos los orgullosos y arrogantes,
contra todos los altaneros, para humillarlos;
13 contra todos los cedros del Líbano, arrogantes y altaneros;
contra todos los robles de Basán;
14 contra todas las montañas altas;
contra todas las colinas encumbradas;
15 contra todas las torres elevadas;
contra todas las murallas inexpugnables;
16 contra todas las naves de Tarsis;
contra todos los navíos poderosos.
17 La arrogancia humana será humillada,
será abatido el orgullo de los hombres.
Solo el Señor será exaltado en aquel día,
18 y los ídolos desaparecerán por completo.
19 Cuando el terror del Señor
y el esplendor de su majestad se levanten aterrando el país,
los hombres se meterán en las cuevas de las rocas, en las grietas de la tierra.
20 Aquel día, el ser humano arrojará a los ratones y a los murciélagos,
sus ídolos de plata y oro, que se había fabricado para postrarse ante ellos.
21 Cuando el terror del Señor y el esplendor de su majestad
se levanten aterrando el país, él se esconderá en las grutas de las rocas
y en las hendiduras de las peñas.
22 No confíen más en el ser humano,
que solo posee un aliento de vida en su nariz.
¿Qué valor se le puede atribuir?
Is 44,25-26; Gn 18,20-21
3,1¡Miren! El Señor, Dios todopoderoso,
le está quitando a Jerusalén y a Judá el apoyo y el sustento:
todo sustento de pan, todo sustento de agua,
2 al héroe y al guerrero, al juez y al profeta,
al adivino y al anciano,
3 al capitán y al notable, al consejero y al mago,
y al experto en hechicerías.
4 Por príncipes les pondré muchachos
que los gobiernen según sus caprichos.
5 Reinará la opresión entre la gente:
se atacarán unos a otros y también entre amigos;
un joven tratará con arrogancia a un anciano,
y un cualquiera a un hombre respetable.
6 En la misma casa paterna, un hombre tomará por la fuerza a su hermano y le dirá:
“Como tú tienes un manto, debes ser nuestro jefe. Gobierna sobre estas ruinas”.
7 Entonces el otro protestará: “No sirvo para curar,
en mi casa no hay pan ni tengo manto,
no me pongan como jefe del pueblo”.
8 Jerusalén tropieza; Judá se derrumba,
porque habla y actúa contra el Señor,
rebelándose ante su gloriosa presencia.
9 Su misma apariencia es un testimonio contra ellos,
porque hacen como Sodoma: publican sus pecados, no los ocultan.
¡Ay de ellos, que se acarrean su propia desgracia!
Is 1,23; 5,1-7; Os 4,1-5; Miq 6,1-5; Ecl 10,16
10 ¡Dichoso el justo, porque le irá bien;
comerá el fruto de sus propias acciones!
11¡Ay del malvado, porque le irá mal,
y Dios le pagará como merece!
12 A mi pueblo lo oprime un muchacho y mujeres lo gobiernan.
Pueblo mío, tus guías te extravían, confunden tus senderos.
13 El Señor se dispone a juzgar,
se pone de pie para iniciar el juicio contra las naciones.
14 El Señor entabla un juicio
contra los ancianos y los gobernantes de su pueblo:
“Ustedes devastaron la viña,
y acumulan en sus casas lo que robaron a los pobres.
15¿Con qué derecho oprimen a mi pueblo,
y rompen a golpes la cara de los pobres?”
-Oráculo del Señor, Dios todopoderoso-.
Is 32,9-15;Gn 30,23; Jer 14,2; Am 4,1-3; 8,10; Jdt 10,3-4
16 El Señor ha dicho:
“Las hijas de Sion son orgullosas,
andan con el cuello estirado,
echando miradas seductoras,
caminan con pasos cortos,
y hacen sonar las adornos de sus pies”.
17 Por eso el Señor las dejará calvas,
y las mostrará desnudas.
18 En aquel día, el Señor les quitará sus adornos:
pulseras, bandas y lentejuelas,
19 pendientes, brazaletes y velos,
20 diademas, cadenillas, cinturones,
frascos de perfumes y amuletos,
21 anillos y aros de la nariz,
22 vestidos de fiesta, mantos, chales y bolsos,
23 espejos, túnicas, turbantes y mantillas.
24 Habrá olor a podredumbre en lugar de perfume,
una soga en lugar de cinturón,
calvicie en lugar de peinados,
una túnica áspera en lugar de un manto amplio,
y quemaduras en lugar de belleza.
25 Tus hombres caerán por la espada,
y tus guerreros morirán en la batalla;
26 gemirán y harán luto ante tus puertas;
y tú quedarás abandonada, sentada en el suelo.
4,1 Aquel día, siete mujeres
se disputarán al mismo hombre
diciendo: “Comeremos de nuestro pan,
nos vestiremos con nuestra ropa;
danos solo tu apellido,
sácanos de nuestra situación humillante”.
La gloria del Señor lo cubrirá todo[12]
2 Aquel día, el Señor hará brotar un retoño que será motivo de esplendor y gloria,
y los que sobrevivan en Israel se sentirán orgullosos y honrados por habitar en ese país.
3 Serán llamados “santos” los que queden en Sion,
los sobrevivientes de Jerusalén,
los que reciban el privilegio de vivir en ella.
4 Cuando con un viento justiciero y un soplo ardiente,
el Señor haya lavado la impureza de las hijas de Sion,
y haya purificado la sangre derramada en Jerusalén,
5 entonces el Señor creará sobre toda la extensión del monte Sion,
sobre su asamblea, una nube durante el día,
humo y fuego ardiente durante la noche,
porque la gloria del Señor lo cubrirá todo;
6 será un toldo que dará sombra contra el calor del día,
un refugio y un abrigo contra la tempestad y la lluvia.
Is 27,2-3; Jr 2,21; 5,10; 12,10; Ez 15,1-8; 17,3-10; 19,10-14; Sal 80,9-19; Mt 21,33-43; Jn 15,1-2
5, 1 Cantaré en nombre de mi amado
la canción de mi amado por su viña.
Mi amado tenía una viña en una fértil colina;
2 limpió la tierra, quitó las piedras, y plantó buenas cepas;
construyó en medio una torre y cavó un lagar.
Él esperaba que diese uvas dulces, pero dio uvas ácidas.
3 Ahora, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá,
por favor, sean jueces entre mi viña y yo.
4 ¿Qué otra cosa podía hacer yo por mi viña que no haya hecho?
¿Por qué dio uvas ácidas cuando yo esperaba uvas dulces?
5 Les diré entonces lo que haré con mi viña:
quitaré su cerca para que sea quemada,
derribaré su tapia para que sea pisoteada.
6 Haré de ella un lugar desierto:
no la podarán ni la limpiarán; allí crecerán zarzas y cardos,
y prohibiré a las nubes que lluevan sobre ella.
7 La viña del Señor todopoderoso es el pueblo de Israel;
los hombres de Judá son su plantación preferida.
Él esperaba de ellos rectitud, y solo hubo asesinatos;
esperaba justicia, y solo hubo gritos de dolor.
Is 2,9-11; Jr 22,13-19; Ez 7,5-26; Am 6,1-7; Miq 2,1-5; Hab 2,6-20; Mt 11,20-24; 23,13-36; Lc 6,24-26 // 5,9: Sant 5,4
8 ¡Ay de ustedes, los que acumulan casas y más casas,
y juntan campos con campos
hasta no dejar más sitio,
para habitar ustedes solos en el país!
9 El Señor todopoderoso lo juró y me lo hizo oír:
“Sus muchas casas serán arrasadas,
amplias y hermosas como son, quedarán deshabitadas.
10 Dos hectáreas y media de viña darán un cántaro de vino,
diez medidas de semilla producirán una sola.
y están embriagados por el vino hasta más allá de medianoche!
12 En sus banquetes hay laúdes, arpas, tamboriles, flautas y vino,
pero no consideran la acción del Señor,
ni tienen en cuenta la obra de sus manos.
13 Por eso mi pueblo es deportado, sin saber por qué:
los notables mueren de hambre,
la muchedumbre perece de sed.
14 Por eso la morada de los muertos ensancha sus fauces,
y dilata su boca sin medida.
Allá bajan tanto los notables como la gente del pueblo,
con su bullicio y sus festejos.
15 El ser humano será humillado, el hombre será abatido,
la mirada arrogante será humillada.
16 El Señor todopoderoso mostrará su grandeza cuando pronuncie sus sentencias,
el Dios santo revelará su santidad cuando haga justicia.
17 Los corderos pastarán como en su pastizal,
y a los que hayan engordado entre las ruinas se los comerán extranjeros.
18 ¡Ay de los que arrastran su culpa con lazos de mentira,
y el pecado, como quien remolca un carro tirando de las cuerdas!
19 Los que dicen: “¡Rápido, que apresure su obra para que la veamos,
que se aproxime y se cumpla el plan del Santo de Israel
para que lo conozcamos!”.
20 ¡Ay de los que llaman bien al mal y mal al bien,
que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas,
que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!
21¡Ay de los que se creen sabios, y se tienen por inteligentes!
22¡Ay de los que son fuertes para beber vino,
y son campeones mezclando licores!
23¡Los que por soborno absuelven al culpable,
y niegan justicia al inocente!
24 Por eso, así como el fuego devora la paja
y el heno se consume en la llama,
así se pudrirá su raíz y sus brotes volarán como polvo,
porque rechazaron la ley del Señor todopoderoso
y despreciaron la palabra del Santo de Israel.
Is 8,20-22; 10,5-6; Jr 5,15-17; 6,22-30
25 Por eso la ira del Señor se inflamó contra su pueblo,
extendió su mano contra él y lo golpeó.
Las montañas se conmovieron
y los cadáveres quedaron como basura tirada por las calles.
Y con todo, su ira no se aplaca y su mano sigue amenazante.
26 El Señor hará señas a un pueblo remoto,
lo llamará con silbidos para que venga desde el confín de la tierra.
¡Miren que ya viene, veloz y raudo!
27 Nadie se cansa, nadie tropieza,
nadie se adormece, ninguno duerme.
Todos llevan bien puesta su ropa militar,
y ninguno tiene desatadas sus sandalias.
28 Sus saetas son puntiagudas, los arcos están tensos,
los cascos de sus caballos son como piedras,
y como un torbellino las ruedas de sus carros.
29 Su rugido es como el del león, como rugido de cachorros:
gruñe y atrapa la presa, se la lleva y no hay quién se la quite.
30 Aquel día bramará contra Israel como brama el mar;
la tierra se verá cubierta de oscuridad y angustia,
y una densa nube ocultará la luz.
Éx 4,10-13; 40,34-35; 33,20; Jr 1,6-10; Ez 1,11; 10,21; Dn 10,16; Mt 13,14-15; Jn 12,26-27; Hch 28,26-27 // 6,3: Ap 4,8; 6,9-10: Mt 13,14-15; Mc 4,12; Hch 28,26-27; 6,10: Jn 12,40
6,1 El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: el borde de su manto llenaba el Templo. 2 Por encima de él unos seres de fuego se mantenían erguidos; cada uno tenía seis alas: con dos de ellas se cubrían el rostro, con dos el cuerpo y con dos volaban 3 Se gritaban uno a otro diciendo: “¡Santo, santo, santo es el Señor todopoderoso, la tierra está llena de su gloria!”.
4 Al clamor de su voz temblaron los marcos de las puertas y el Templo se llenó de humo.
5 Entonces dije: “¡Ay de mí! ¡Estoy perdido! Yo, que soy un hombre de labios impuros y habito en medio de gente de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor todopoderoso”.
6 Uno de los seres de fuego voló hacia mí. Tenía en la mano un carbón encendido que había tomado del altar con unas tenazas.
7 Tocó mi boca y me dijo: “Este carbón ha tocado tus labios, tu culpa ha desaparecido y tu pecado ha quedado perdonado”.
8 Entonces oí la voz del Señor, que decía: “¿A quién enviaré? ¿Quién irá de nuestra parte?”.
Yo respondí: “Aquí estoy, envíame”.
9 Él me dijo: “Dirígete a este pueblo y le dirás: ‘Por más que escuchen no entenderán, por más que miren, no comprenderán’. 10 Endurece el corazón de este pueblo, tapa sus oídos, ciega sus ojos: que sus ojos no vean, que sus oídos no oigan, que su corazón no entienda, que no se convierta ni sea curado”.[17]
11 Yo pregunté: “¿Hasta cuándo, Señor?”. Él me respondió: “Hasta que las ciudades queden devastadas y despobladas, las casas sin gente, la tierra desolada y desierta”.
12 Porque el Señor alejará a la gente y será inmensa la desolación del país.
13 Y si aún quedara una décima parte, también será exterminada, como una encina o un roble que, al talarlos, solo queda un tronco. Pero ese tronco será semilla santa.
Anda al encuentro de Ajaz[18]
Is 28,16; 30,15; Dt 32,13-14; 2 Re 16,5-9; 20,20; Sal 132,11-12;
7,1 Cuando Ajaz, hijo de Jotán, nieto de Ozías, reinaba en Judá, Rasín, rey de Aram, y Pécaj, hijo de Romelías, rey de Israel, subieron a atacar Jerusalén pero no lograron conquistarla. 2 El heredero de David recibió este aviso: “Los arameos han acampado en Efraín”. Entonces se estremeció su corazón y el corazón del pueblo, como se estremecen los árboles del bosque con el viento. 3 El Señor dijo a Isaías: “Anda al encuentro de Ajaz, con tu hijo Sear Yasub (Un resto volverá) hacia el extremo del canal del estanque superior, junto al camino del campo de las lavanderas, 4 y le dirás: ‘Conserva la calma, no temas y que tu corazón no desfallezca ante esos dos tizones humeantes: ante la ira ardiente de Rasín y Aram, y del hijo de Romelías. 5 Porque, aunque Aram y Efraín y el hijo de Romelías tramen tu ruina, diciendo: 6 ‘Marchemos contra Judá, sembremos el terror, entremos en ella y pongamos como rey al hijo de Tabel’, 7 así ha dicho el Señor:
“Esto no ocurrirá ni se cumplirá.
8 La capital de Aram es Damasco, y a la cabeza de Damasco está Rasín.
Dentro de sesenta y cinco años, Efraín será destruido y ya no será un pueblo.
9 La capital de Efraín es Samaría, y a la cabeza de Samaría está el hijo de Romelías.
Si ustedes no creen firmemente, no se mantendrán firmes”.
Is 7,22; Miq 5,2 // 7,14: Mt 1,23
10 El Señor volvió a hablar a Ajaz y le dijo:
11 “Pide un signo al Señor, tu Dios, en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo”.
12 Ajaz respondió: “No lo pediré, no quiero tentar al Señor”.
13 Isaías dijo: “Escucha, heredero de David: ¿no les basta cansar a los hombres, que quieren cansar incluso a mi Dios? 14 Entonces el Señor, por su cuenta, les dará un signo: Miren, la joven está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (Dios con nosotros).
15 Comerá cuajada con miel hasta que aprenda a rechazar el mal y a elegir el bien. 16 Porque antes de que el niño sepa rechazar el mal y elegir el bien, quedará abandonado el territorio de esos dos reyes que te infunden terror. 17 El Señor hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre tu dinastía, días como no se conocieron desde que Efraín se separó de Judá: la invasión del rey de Asiria”.
Is 5,10-17; 7,15; Éx 3,17
18 Aquel día, el Señor silbará para llamar a los tábanos
del delta de Egipto y a las abejas de Asiria,
19 y vendrán a posarse en masa en los cauces de las quebradas
y en las hendiduras de las rocas, en todos los matorrales espinosos
y en todas las corrientes de agua.
20 Aquel día, el Señor usará una navaja alquilada al otro lado del río Eufrates,
que es el rey de Asiria, para afeitar la cabeza, el vello del cuerpo y la barba.
21 Aquel día, quien tenga una ternera y dos ovejas,
22 tendrá abundancia de leche y comerá cuajada.
Porque todo el que quede en el país comerá cuajada y miel.
23 Aquel día, cualquier viñedo que tenga mil cepas
y valga mil piezas de plata producirá solo zarzas y cardos;
24 para entrar en él se necesitarán flechas y arcos,
porque todo el territorio se habrá convertido en zarzas y cardos.
25 Por temor a las zarzas y los cardos,
nadie podrá entrar a ninguna de las colinas que antes se limpiaban con un azadón.
Solo servirán para que las pisoteen los bueyes y ovejas transiten por ellas.
Is 7,16; 2 Re 16,10-16; 18,2; Sal 46,2-11
8,1 El Señor me dijo:
Busca una tabla grande y escribe en ella con letras comunes: Maher-Salal, Jas-Baz (Pronto al saqueo, rápido al botín).
2 Yo busqué dos testigos dignos de fe: Urías, el sacerdote, y Zacarías, hijo de Baraquías. 3 Después me uní a la profetisa, y ella concibió y dio a luz un hijo.
El Señor me dijo: “Le pondrás por nombre ‘Pronto al saqueo, Rápido al botín’, 4 porque antes de que el niño sepa decir “papá” y “mamá”, las riquezas de Damasco y el producto del saqueo de Samaría serán llevados ante el rey de Asiria”.
¡Dios está con nosotros! [22]
5 El Señor me habló otra vez y me dijo:
6 “Esta gente desprecia las aguas de Siloé que corren mansas, y desfallece ante Rasín y el hijo de Romelías. 7 Por eso, el Señor hará subir contra ellos las aguas del Éufrates, impetuosas y abundantes, al rey de Asiria con todo su poder, se saldrá de cauce, desbordará sus riberas;
8 irrumpirá en Judá, la inundará, crecerá hasta llegarle al cuello,
y sus alas desplegadas cubrirán toda la anchura de tu país”.
¡Dios con nosotros! (Emmanuel).
9¡Pueblos, sepan que quedarán aplastados!
¡Escuchen, regiones lejanas de la tierra!
Aunque se preparen para la guerra, serán aplastados.
¡Aunque se preparen para la guerra, serán aplastados!
10 Aunque tracen planes, fracasarán.
Aunque den órdenes, no se cumplirán,
porque Dios está con nosotros. (Emmanuel).
Solo al Señor se debe temer[23]
//8,12-13: 1 Ped 3,14–15; 8,14: Rom 9,33; 1 Ped 2,8
11 El Señor me tomó de la mano, me advirtió que no procediera como este pueblo, y me dijo:
12 “No llamen conspiración a lo que este pueblo llama conspiración,
no teman lo que ellos temen, ni se aterroricen.
13 Solo al Señor todopoderoso tendrán por santo.
A él se le debe temer, y ante él se debe temblar.
14 Porque él será una trampa,
piedra de tropiezo y roca desde la que se despeñen las dos casas de Israel,
trampa y lazo para los habitantes de Jerusalén.
15 Muchos tropezarán en ella, caerán, se harán pedazos,
quedarán enredados, serán capturados”.
Yo y los hijos que el Señor me ha dado somos signos y presagios [24]
Dt 18,10-14 // 8,17-18: Heb 2,13
16 “Conserva este testimonio; asegura la instrucción en mis discípulos”.
17 Yo confío en el Señor, y en él pongo mi esperanza,
aunque oculte su rostro a los israelitas.
18 Yo y los hijos que el Señor me ha dado somos signos y presagios en Israel,
de parte del Señor del universo, que habita en la montaña de Sion.
19 Seguramente les dirán: “Vayan a consultar a los espíritus de los muertos
y a los adivinos que susurran y murmuran.
¿Acaso un pueblo no debe consultar a sus dioses y a los muertos en beneficio de los vivos
20 para recibir la instrucción y el testimonio?”.
Ciertamente les dirán esas cosas que carecen de fundamento.
21 Vagarán oprimidos y hambrientos,
exasperados por el hambre maldecirán a su rey y a su Dios.
Se dirijan a lo alto
22 o miren hacia la tierra,
solo encontrarán angustia y oscuridad,
la opresión de las tinieblas,
la oscuridad a la que son empujados.
23 ¡Ningún resplandor para quien está en la angustia!
Is 7,14; 2 Sm 7,14; 2 Re 15,29; Miq 5,1-3; Sal 83,9; Mt 4,13-16; Lc 1,32-33; Jn 8,12// 8,23-9.1: Mt 4,15-16
Como en un primer momento el Señor humilló al país de Zabulón y al país de Neftalí, en el tiempo final cubrirá de gloria el camino del mar, el otro lado del Jordán y el territorio de los paganos.
9,1 El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz.
La luz resplandece sobre los que habitaban en una tierra de sombras.
2 Aumentaste el júbilo, acrecentaste la alegría.
Se alegran en tu presencia con la alegría de la cosecha,
como se llenan de júbilo cuando se reparten el botín.
3 Porque el yugo que soportaban, la vara que castigaba sus espaldas,
el bastón del opresor, los quebrantaste como en el día de Madián.
4 Porque toda bota que pisa con estrépito
y todo manto empapado en sangre
están por arder, presa del fuego.
5 Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado:
sobre sus hombros descansa la soberanía. Sus títulos son:
«Consejero de obras maravillosas,
Dios fuerte, Padre para siempre,
Príncipe de la paz».
6 Acrecentará su soberanía, la paz no tendrá límites,
sobre el trono de David y sobre su reino,
para establecerlo y consolidarlo
con el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre.
El amor ardiente del Señor todopoderoso lo realizará.
Is 55,10-11; Os 7,10-15; Am 4,6-11
7 El Señor ha lanzado una amenaza contra Jacob,
que caerá sobre Israel.
8 La entenderá el pueblo entero,
Efraín y los habitantes de Samaría,
que andan diciendo con soberbia y presunción:
9 “Si se han caído los ladrillos,
construiremos con piedras labradas;
si han cortado las higueras, las sustituiremos con cedros”.
10 El Señor hará venir contra ellos a su enemigo Rasín,
e incitará a sus adversarios:
11 al oriente Siria, al occidente los filisteos,
y ellos devorarán a Israel de un bocado.
Con todo eso, su ira no se aplaca
y su mano sigue amenazante.
12 El pueblo no ha vuelto a quien lo castigaba
ni ha buscado al Señor del universo,
13 por eso el Señor cortará la cabeza y la cola en Israel,
la palmera y el junco en un solo día:
14 el anciano y el noble son la cabeza,
y el profeta maestro de mentiras es la cola.
15 Los que guían a este pueblo lo extravían,
y perecen los que son gobernados.
16 Por eso, el Señor no se apiada de los jóvenes,
ni tiene compasión de huérfanos y viudas;
porque todos son impíos y perversos,
y toda boca profiere necedades.
Con todo eso, su ira no se aplaca
y su mano sigue amenazante.
17 La maldad se propaga como un incendio
que consume zarzas y cardos:
arde en la espesura del bosque
y se enrosca en columnas de humo.
18 Por la ira del Señor del universo arde el país,
y el pueblo es pasto del fuego:
ninguno se apiada de su hermano;
19 destroza a la derecha, y sigue hambriento,
devora a la izquierda, y no se sacia.
Cada uno devora la carne de su prójimo:
20 Manasés a Efraín, Efraín a Manasés,
y los dos juntos contra Judá.
Con todo eso, su ira no se aplaca
y su mano sigue amenazante.
y publican decretos opresivos!
2 Los que niegan la justicia a los débiles,
privan de su derecho a los humildes de mi pueblo,
se aprovechan de las viudas
y despojan a los huérfanos.
3 ¿Qué harán cuando tengan que rendir cuenta,
cuando la devastación llegue desde lejos?
¿A quién acudirán buscando auxilio,
y dónde dejarán su fortuna?
4 No les quedará más que entregarse como prisioneros
o caer entre los muertos.
Con todo eso, su ira no se aplaca
y su mano sigue amenazante.
Is 5,26-30; 14,24-27; 45,9; Dt 8,17; Sof 2,13-15
5 ¡Ay de Asiria, vara de mi ira!
¡Mi furor es un bastón entre sus manos!
6 Lo envío contra una nación impía,
lo mando contra el pueblo que provoca mi enojo,
para saquearlo y despojarlo,
para pisotearlo como barro de las calles.
7 Pero Asiria no lo entiende así,
no es eso lo que piensa en su interior,
sino que su intención es exterminar,
aniquilar naciones numerosas.
8 Se decía: “¿No son reyes mis príncipes?
9¿No le pasó a Calnó lo que a Carquemis?
¿No es Jamat como Arpad?, y Samaría, ¿no es como Damasco?
10 Si me apoderé de reinos
con más ídolos e imágenes que Jerusalén y Samaría,
11¿no haré con Jerusalén y sus imágenes
lo mismo que hice con Samaría y sus ídolos?
¿Se gloría la sierra contra quien la mueve?[29]
12 Después que el Señor haya concluido su tarea en la montaña de Sion y en Jerusalén, castigará al rey de Asiria por la soberbia de su corazón y la arrogancia de su mirada altanera.
13 Porque dijo: “Lo hice con la fuerza de mi mano,
con mi saber, porque soy inteligente.
Borré las fronteras de las naciones, arrebaté sus tesoros
y, como un héroe, derribé a sus habitantes.
14 Extendí mi mano hacia las riquezas de las naciones,
y como quien recoge huevos abandonados en un nido,
me apoderé de toda la tierra.
Ninguno batió el ala, ninguno abrió el pico para piar”.
15 ¿Se envanece el hacha contra quien corta con ella?
¿Se gloría la sierra contra quien la mueve?
Como si el bastón pudiera mover al que lo sostiene,
o la vara manejara a quien no es de madera.
16 Por eso, el Señor, Señor del universo,
debilitará a los hombres vigorosos y bajo su esplendor
encenderá un fuego abrasador.
17 La luz de Israel se convertirá en fuego,
el Dios santo en llamas,
arderá y devorará en un día
sus espinos y sus zarzas.
18 Consumirá el esplendor de su bosque y de su viñedo,
desde la raíz hasta las hojas.
Será como un enfermo que se extingue.
19 Hasta un niño podrá contar
los árboles que queden de su bosque.
Is 4,3; 17,4-6; 24,13-16; Gn 22,17; 32,12; Rom 5,20-21 // 10,22-23: Rom 9,27-28
20 Aquel día, el resto de Israel y los sobrevivientes de la familia de Jacob no volverán a apoyarse en su agresor, sino que se apoyarán con fidelidad en el Señor, en el Santo de Israel. 21 Un resto volverá, un resto de Jacob, al Dios fuerte. 22 Porque aunque tu pueblo, Israel, fuera tan numeroso como la arena del mar, volverá solo un resto. La destrucción ha sido decretada y es completamente justa. 23 El Señor, Dios todopoderoso, llevará a cabo en todo el país el exterminio decretado.
Is 14,24-27; 30,27-33; 31,4-9; 37,6.22-29; Éx 14,15-18; Jue 7,23-25;
24 Por eso así dice el Señor, Dios todopoderoso: “Pueblo mío que habitas en Sion, no temas a Asiria que te golpea con la vara y alza su bastón contra ti, como hizo Egipto. 25 Dentro de muy poco mi indignación se habrá completado y mi furor lo llevará a su destrucción”.
26 El Señor todopoderoso agita su látigo contra él, como cuando castigó a Madián en la roca del Horeb y alzó su bastón sobre el mar en el camino de Egipto. 27 Aquel día caerá de tus hombros la carga que él te había impuesto y será eliminado el yugo que estaba sobre tu cuello.
Ya tiene a su alcance la montaña de Sion[32]
Is 37,22-25; 40,16; Miq 1,10-15
28 Ha llegado hasta Ayat, atraviesa Migrón,
deja la carga en Micmás.
29 Han cruzado el desfiladero, hacen noche en Gueba,
Ramá se sobresalta,
Guibeá de Saúl emprende la huida.
30¡Lanza gritos, Bat Galín!
¡Escucha, Lais! ¡Respóndele, Anatot!
31 Madmená se pone en fuga,
los habitantes de Guebín buscan refugio.
32 Él se detiene un día en Nob,
y ya tiene al alcance de su mano la montaña de Sion,
la colina de Jerusalén.
33 ¡Miren! El Señor, Señor todopoderoso,
desgaja con violencia las copas de los árboles:
los troncos elevados ya están cortados,
las ramas altas van a ser derribadas.
34 La espesura del bosque cae bajo el hacha,
y los cedros, que son el orgullo del Líbano, se desploman.
Is 42,1-12; 65,25; Hab 2,14; Sal 72; Rom 15,12; 2 Tes 2,8; Ap 19,11.15; 22,16 // 11,2: 1 Pe 4,14
11,1 Saldrá un brote del tronco de Jesé,
un retoño florecerá desde su raíz.
2 Sobre él se posará el espíritu del Señor:
espíritu de sabiduría y discernimiento,
espíritu de consejo y fortaleza,
espíritu de conocimiento y temor del Señor.
3 Lo inspirará el temor del Señor.
No sentenciará por apariencias
ni decidirá por los rumores que oiga.
4 Juzgará con justicia a los pobres,
y sentenciará con rectitud a los desamparados del país;
pero golpeará al violento con la vara de su boca,
y con el soplo de sus labios hará morir al malvado.
5 La justicia y la lealtad lo ceñirán como un cinturón.
6 El lobo habitará con el cordero,
la pantera descansará junto al cabrito,
el ternero y el león comerán juntos,
y un niño los cuidará.
7 La vaca pastará con el oso,
sus crías descansarán juntas;
el león comerá pasto como el buey.
8 El niño de pecho jugará
junto al escondite de la serpiente,
y el niño que ha dejado de mamar
meterá su mano en la madriguera de la víbora.
9 Nadie causará daño ni estrago en todo mi monte santo:
porque todo el país estará lleno del conocimiento del Señor,
así como las aguas llenan el mar.
Cesará la envidia de Efraín; se acabará la enemistad de Judá [34]
Is 35,8; 43,19; 49,22 // 1,10: Rom 15,12
10 Aquel día, el retoño que brotará de la raíz de Jesé
se levantará como una bandera para todos los pueblos;
hacia él se volverán todas las naciones
y su morada será gloriosa.
11 Aquel día, el Señor tenderá otra vez su mano
para rescatar al resto de su pueblo:
los que queden en Asiria y en Egipto,
en Patros, Cus y Elam, en Senaar, Jamat y en las islas del mar.
12 Levantará una bandera ante las naciones,
para reunir a los desterrados de Israel,
y congregar a los dispersos de Judá,
desde los cuatro extremos de la tierra.
13 Cesará la envidia de Efraín,
se acabará la enemistad de Judá:
Efraín ya no envidiará a Judá,
y Judá dejará de ser enemigo de Efraín.
14 Juntos marcharán contra los filisteos a occidente,
y juntos despojarán a la gente del oriente:
Edom y Moab serán su propiedad,
y los amonitas quedarán sometidos.
15 El Señor secará el mar de Egipto,
y levantará su mano contra el Éufrates;
con su soplo ardiente lo dividirá en siete brazos,
y será posible cruzarlo con sandalias.
16 Y habrá un camino para los sobrevivientes de su pueblo,
el resto que está disperso en Asiria,
como lo hubo para Israel cuando regresó del Egipto.
Sacarán aguas con gozo de las fuentes de la salvación[35]
Is 55,1; Éx 15,2; Sal 105,1; 118,14; Jn 4,6-26 // 12,2: Heb 2,13
12,1 Ese día dirás:
“Te doy gracias, Señor, porque aunque estabas enojado contra mí,
tu ira ha cesado y me has consolado.
2 Él es mi Dios y mi salvación:
en él confío y ya no temo,
porque mi fuerza y mi fuente de alegría es el Señor,
él es mi salvación”.
3 Ustedes sacarán agua con gozo
de las fuentes de la salvación,
4 y aquel día dirán:
“Den gracias al Señor, invoquen su nombre,
proclamen entre los pueblos sus hazañas,
pregonen que su nombre es excelso”.
5 Suenen sus instrumentos para el Señor
porque ha hecho maravillas.
¡Que lo sepa la tierra entera!
6 Exclamen jubilosos, habitantes de Sion:
“¡Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel!”.
Is 21,1-10; 34,10-17; 47,1-15; Jr 1,15; 50-51; Ez 30,2-3; Sof 1,14-18; Ap 17-18 // 13,10: Mt 24,29; Mc 13,24
13,1 Oráculo contra Babilonia,
que Isaías, hijo de Amós, recibió en una visión.
2 Sobre una montaña desnuda alcen una bandera.
¡Llámenlos a gritos! ¡Háganles señas con la mano,
para que entren por la puerta de los nobles!
3 En mi ira, yo mismo di órdenes a mis consagrados,
y convoqué a los guerreros que exultan por mi grandeza.
4 ¡Escuchen! Un tumulto en las montañas, un ruido como de mucha gente.
¡Escuchen! Un estrépito de reinos, de naciones conjuradas.
El Señor del universo pasa revista a sus tropas de combate.
5 El Señor y los instrumentos de su ira vienen desde una tierra lejana,
desde el confín del cielo, para devastar todo el país.
6 Den alaridos: el día del Señor está cerca,
llega como una devastación del Todopoderoso.
7 Por eso los brazos desfallecen,
y los corazones de la gente se desmayan.
8 Todos están aterrados,
angustia y terribles dolores los dominan
se retuercen como la mujer cuando da a luz,
y estupefactos se miran unos a otros
con los rostros encendidos por la fiebre.
9 El día del Señor llega implacable,
día de cólera y de ira ardiente,
para convertir la tierra en un desierto
y extirpar de ella a los pecadores.
10 Las estrellas del cielo y sus constelaciones
no irradiarán su luz,
el sol se oscurecerá desde la aurora
y la luna no iluminará.
11 Yo castigaré al mundo por su maldad,
y a los malvados por su culpa;
acabaré con la insolencia de los soberbios
y humillaré la arrogancia de los tiranos.
12 Yo haré que los hombres sean más escasos que el oro fino,
que los seres humanos sean más raros que el oro de Ofir.
13 Yo haré que el cielo tiemble,
y que la tierra se mueva de su sitio.
Ante el furor del Señor del universo,
en el día de su ira ardiente,
14 estarán como una cierva acosada,
como un rebaño que nadie reúne;
cada uno volverá a su pueblo, cada cual huirá a su tierra.
15 Al que encuentren lo atravesarán;
quien es capturado caerá por la espada.
16 Delante de ellos estrellarán contra el suelo a sus hijos pequeños,
saquearán sus casas y violarán a sus mujeres.
17 Yo suscitaré contra ellos a los medos,
que no piensan en la plata ni aprecian el oro;
18 sus arcos masacrarán a los jóvenes,
no se apiadarán del fruto del seno materno,
ni tendrán piedad de los niños.
19 Babilonia, esplendor de los reinos, joya y orgullo de los caldeos,
quedará como Sodoma y Gomorra cuando fueron arrasadas por Dios.
y jamás nadie se establecerá en ella;
allí los beduinos no plantarán su carpa,
ni los pastores apacentarán sus rebaños.
21 Allí, se establecerán las bestias del desierto,
sus casas se llenarán de lechuzas,
habitarán las avestruces,
y los chivos brincarán.
22 Las hienas aullarán en sus torres,
y los chacales en sus lujosas moradas.
Ya está a punto de llegar su hora,
sus días no tardarán.
El Señor los restablecerá en su tierra[38]
Is 2,2-3; 60,10.14; 61,5; Dt 14,2; Sof 2,9; Zac 2,13; 8,20-22; Hch 2,10; 6,5
14,1 Cuando el Señor se apiade de Jacob, y vuelva a escoger a Israel, los restablecerá en su tierra. Los extranjeros se unirán a ellos y serán incorporados a la familia de Jacob. 2 Las naciones reunirán a los israelitas para conducirlos a su patria, y el pueblo de Israel se apropiará de ellas para tenerlas como esclavos y esclavas en la tierra del Señor. Harán cautivos a quienes los deportaron, dominarán a sus opresores.
¡Cómo has caído del cielo, estrella de la mañana! [39]
Jr 50,21-24; Ez 32,18-32; Mt 11,23; Ap 8,10; 9,1; 18,9-20
3 Cuando el Señor te conceda descansar de tus sufrimientos e inquietudes y de la dura esclavitud a la que fuiste sometido,
4 recitarás esta sátira contra el rey de Babilonia:
¡Cómo ha terminado el opresor,
cómo ha terminado su arrogancia!
5 El Señor ha quebrado el bastón de los malvados,
el cetro de los dominadores,
6 que golpeaba los pueblos con furor,
con golpes incesantes,
que dominaba con ira las naciones,
con opresión implacable.
7 La tierra entera descansa tranquila
y lanza gritos de alegría.
8 También los cipreses se alegran por tu suerte,
y los cedros del Líbano dicen:
“Desde que sucumbiste,
no sube el leñador para talarnos”.
9 La morada de los muertos se estremece en lo profundo
cuando sale a tu encuentro,
despierta a las sombras en tu honor,
a todos los grandes de la tierra.
Se alzan de sus tronos todos los reyes de las naciones.
10 Te saludan y dicen:
“También tú, como nosotros, has perdido tu fuerza.
¡Eres como nosotros!
11 Tu esplendor fue arrojado a la morada de los muertos,
junto con la música de tus laúdes;
debajo de ti hay un lecho de gusanos
y tienes como manta a las lombrices.
12 ¡Cómo has caído del cielo, estrella de la mañana, hijo de la aurora!
¡Fuiste derribado por tierra, opresor de naciones!
13 Tú decías en tu corazón:
“Escalaré los cielos,
elevaré mi trono por encima de las estrellas de Dios,
me sentaré en el monte donde se reúnen los dioses en el confín del norte,
14 escalaré las cimas de las nubes,
me haré semejante al Altísimo”.
15¡En cambio, fuiste arrojado a la morada de los muertos,
a las profundidades de la fosa!
16 Los que te ven, miran estupefactos y reflexionan:
“¿Este era el hombre que hacía temblar la tierra
y que los reinos se estremecieran?
17 ¿El que convertía el mundo en un desierto,
destruía sus ciudades y no liberaba a sus prisioneros?”.
18 Todos los reyes de las naciones reposan con honor,
cada cual en su morada.
19A ti, en cambio, te han arrojado de tu tumba como a una basura despreciable,
te han cubierto de muertos traspasados por la espada,
arrojados sobre las losas del sepulcro,
como cadáveres que se pisotean.
20 No te reunirás con ellos en la tumba
porque has destruido tu país
y has asesinado a gente de tu pueblo.
Nunca más se hablará
de la descendencia de los malvados.
21¡Prepárense para matar a sus hijos, por la culpa de sus padres!
No vaya a suceder que resurjan, se adueñen
del país y cubran el mundo con sus ciudades.
22 Yo me levantaré contra ellos -oráculo del Señor todopoderoso –,
y extirparé el nombre y la descendencia de Babilonia,
su posteridad y su estirpe – oráculo del Señor.
23 La convertiré en una propiedad de puercoespines, en tierra pantanosa,
la barreré con la escoba de la destrucción -oráculo del Señor todopoderoso.
Is 10,24-27; 30,27-33; 31,4-9; 37,22-29
24 Lo ha jurado el Señor todopoderoso:
“Como lo he proyectado, así ocurrirá;
y lo que he decidido se cumplirá.
25 Quebrantaré a Asiria en mi propia tierra,
la pisotearé en mis montañas.
Su yugo dejará de oprimir a mi pueblo,
su tiranía dejará de pesar sobre sus hombros.
26 Este es el plan que he decidido sobre toda la tierra,
esta es la mano extendida que amenaza a todas las naciones.
27 El Señor todopoderoso lo ha decidido. ¿Quién podrá frustrarlo?
Su mano amenazante, ¿quién podrá apartarla?
“No te alegres, Filistea” [41]
Jos 13,2-3; 2 Re 16,20; Jr 1,13-14
28 En el año de la muerte del rey Ajaz se pronunció este oráculo:
29 “No te alegres, Filistea,
porque se ha quebrado la vara que te golpeaba.
Porque de donde salió una serpiente saldrá una víbora
y su fruto será un áspid volador.
30 Los pobres comerán en mis praderas,
y los indigentes reposarán seguros.
Pero yo haré morir de hambre a tu descendencia,
y aun lo que quede de ti será eliminado.
31¡Que las puertas den gritos de dolor,
que grite la ciudad, que tiemble toda Filistea!
Porque desde el norte viene una columna como de humo,
y de su fila no se aparta un solo hombre”.
32 ¿Qué se puede responder a los mensajeros de esa nación?
“Que el Señor ha fundado Sion,
y en ella se refugian los pobres de su pueblo.
Un clamor recorre las fronteras de Moab[42]
Is 7,20; Jr 48; Ez 25,8-11; Am 2,1-3
15,1Oráculo sobre Moab:
La noche en que fue devastada, pereció Ar de Moab,
la noche en que fue devastada, pereció Quir de Moab.
2 La gente de Dibón sube a las alturas para llorar,
en el Nebo y en Mádaba gime Moab.
Han rapado sus cabezas,
y han rasurado sus barbas.
3 Por las calles van vestidos de luto,
deshechos en lágrimas todos gimen
por las terrazas y por las plazas.
4 Claman Jesbón y Elalé,
y hasta en Yajás se escucha su clamor.
Por eso gritan los guerreros de Moab,
su ánimo decae.
5 Mi corazón se lamenta por Moab,
sus fugitivos llegan a Soar y hasta Eglat-Selisia,
suben llorando la cuesta de Lujit;
por el camino de Joronain prorrumpen en gritos desgarradores.
6 Se han secado las aguas de Nimrín,
se ha marchitado la hierba,
están agostadas las praderas,
todo verdor ha desaparecido.
7 Por eso, sus riquezas acumuladas y sus provisiones,
las llevan más allá del torrente de los sauces.
8 Un clamor recorre las fronteras de Moab,
los gemidos se escuchan en Eglaín,
gemidos que llegan hasta Berelín,
9 porque las aguas de Dimón están llenas de sangre.
Pero añadiré a Dimón nuevos males:
a los sobrevivientes de Moab, a los que queden en el campo, les enviaré un león.
Is 9,1-7; 2 Sm 7,13-16; 2 Re 3,4
16,1 “Envíen corderos al soberano del país,
desde Selá, en el desierto hasta el monte de Jerusalén”.
2 Las poblaciones de Moab,
como pájaros que huyen espantados de su nido,
van por los vados del Arnón.
3 “Danos un consejo, toma una decisión,
que tu sombra, como la noche,
nos cubra en pleno mediodía.
Esconde a los fugitivos, no delates al prófugo.
4 Concede asilo a los fugitivos de Moab,
dales un refugio ante el devastador”.
Cuando cese la opresión,
termine la devastación
y desaparezca el que pisoteaba el país,
5 un trono se consolidará por el amor,
y desde él regirá con fidelidad
un juez descendiente de David,
celoso del derecho
y dispuesto a administrar justicia.
Is 25,10-12; Jr 48,29-33
6 Hemos oído hablar de la soberbia desmedida de Moab,
de su altanería y su soberbia,
de su arrogancia y sus vanas pretensiones.
7 Por eso, que todos los moabitas giman por Moab;
que se lamenten todos apenados
por las tortas de pasas de Quir-Jaréset.
8 Se marchitan los campos de Jesbón y las viñas de Sibmá.
Los señores de las naciones destrozaron sus racimos dorados,
cuyos sarmientos llegaban hasta Yazer,
serpenteaban por el desierto y sus brotes se extendían hasta más allá del mar.
9 Por eso lloraré como llora Yazer por las viñas de Sibmá;
con mis lágrimas bañaré a Jesbón y Elalé,
porque han cesado los cantares de la siega y la vendimia.
10 Huyeron de sus jardines el gozo y la alegría,
no cantan ni se escuchan gritos de júbilo en las viñas;
el viñador no pisa la uva en el lagar.
Yo he puesto fin a los gritos de alegría.
11 Como las cuerdas de un arpa se estremecen mis entrañas por Moab,
y mi corazón por Quir-Jaréset.
12 De nada le servirá a Moab
presentarse a rendir culto en su colina, o ir a suplicar a su santuario.
13 Esta es la palabra que hace tiempo pronunció el Señor contra Moab.
14 Ahora dice el Señor: “Dentro de tres años -así como los cuenta un jornalero-
la nobleza y los numerosos habitantes de Moab serán humillados.
Solo quedará un resto pequeño y desvalido”.
Damasco ya no será un reino[45]
Is 7,8; Jr 17,33; 49,23-27; Am 1,3-5; Zac 9,1
17,1 Oráculo contra Damasco.
Damasco dejará de ser una ciudad,
será un montón de escombros.
2 Sus ciudades abandonadas para siempre
serán propiedad de los rebaños,
que reposarán allí sin que nadie los espante.
3 Efraín dejará de tener fortalezas,
Damasco ya no será un reino,
y el resto de Aram perderá su grandeza
como sucedió con los israelitas.
Oráculo del Señor todopoderoso.
Is 10,20-23; Éx 34,13; Dt 7,1; 32,4
4 Aquel día, Jacob perderá su esplendor,
su opulencia quedará consumida.
5 Sucederá como cuando el segador recoge el grano
y su brazo siega las espigas;
como cuando se recogen las espigas en el valle de Refaín
6 y solo quedan los restos de la cosecha.
Será como cuando se sacude el olivo
y quedan dos o tres aceitunas en lo alto de la copa,
o cuatro o cinco en las ramas más cargadas.
Oráculo del Señor, Dios de Israel.
7 Aquel día, el hombre mirará a su Hacedor,
sus ojos contemplarán al Santo de Israel;
8 dejará de mirar los altares, hechura de sus manos,
y de contemplar los postes sagrados
y los emblemas del sol que hizo con sus dedos.
9 Aquel día, tus ciudades fortificadas quedarán abandonadas,
como fueron abandonados los bosques
y las cumbres de los montes cuando llegaron los israelitas.
Todo será desolación.
10 Porque has olvidado a Dios, tu salvador,
y no te acordaste de tu roca de refugio.
En cambio, plantabas jardines sagrados,
y has sembrado plantas exóticas.
11 El día que los plantaste, los viste germinar;
En la misma mañana viste florecer tu simiente.
Pero la cosecha se perderá el día de la desgracia
y del dolor incurable.
Is 8,7; Os 13,3
12 ¡Ay! Un retumbar de pueblos numerosos,
como el rugido de grandes cataratas.
Un bramido de naciones,
como el bramido de aguas caudalosas.
13 Las naciones braman con el bramar de aguas caudalosas,
pero él las amenaza y huyen lejos,
perseguidas, como la paja que el viento arrastra por los montes,
como los remolinos que produce el vendaval.
14 Por la tarde causan terror
y antes de que amanezca ya no existen.
Ese es el destino de los que nos saquean;
esa es la suerte de los que nos despojan.
Sof 3,10; Mal 1,11
18,1 ¡Ay del país que está más allá de los ríos de Etiopía,
donde se oye el rumor del vuelo de los insectos!
2 El país que envía embajadores por el mar,
en canoas de papiro sobre la superficie de las aguas!
Vayan, ágiles mensajeros,
al pueblo de alta estatura y piel reluciente,
a la nación que es temida fuera de sus fronteras,
al pueblo potente y dominador,
a la tierra surcada por ríos.
3¡Habitantes del mundo! ¡Pobladores de la tierra!
Cuando se eleve el estandarte en las montañas, ¡miren!
Cuando suene la trompeta, ¡escuchen!
4 Porque así me ha dicho el Señor:
“Desde mi sitio yo contemplo impasible,
como el calor ardiente a mediodía,
como nube de rocío en el calor de la siega”.
5 Porque antes de la cosecha, cuando la floración esté acabada,
y el fruto verde comience a madurar y se convierta en uva,
él cortará las ramas con la podadera,
arrancará los racimos y los arrojará.
6 Todos quedarán abandonados a las aves rapaces de la montaña
y a las bestias del campo.
Las aves de rapiña las devorarán en el verano
y las bestias del campo en invierno.
7 Entonces sucederá que ese pueblo de alta estatura y piel reluciente,
esa nación que es temida fuera de sus fronteras, pueblo potente y dominador,
cuya tierra es surcada por ríos, llevará ofrendas al Señor todopoderoso,
al lugar donde se invoca su nombre, en la montaña de Sion.
Is 29,10; Dt 11,10; 1 Re 22,19-23; Jr 46,1-26; Ez 29-32; Sal 68,5
19,1 Oráculo contra Egipto.
¡Miren, el Señor viene cabalgando velozmente sobre una nube
y entra en Egipto!
Ante él, tiemblan los ídolos de Egipto,
y el corazón de los egipcios pierde su audacia.
2 “Incitaré egipcios contra egipcios,
lucharán unos contra otros, hermanos contra hermanos,
ciudad contra ciudad, reino contra reino.
3 El valor de Egipto se desvanecerá,
y haré que fracasen sus planes,
y entonces consultarán a ídolos y hechiceros,
a los espíritus de los muertos y a los adivinos.
4 Entregaré a Egipto al poder de un amo implacable,
un rey cruel que lo dominará”.
-oráculo del Señor, Dios todopoderoso-.
5 Se secarán las aguas del mar;
el Nilo quedará reseco, sin agua;
6 los arroyos despedirán mal olor,
los canales de Egipto irán disminuyendo hasta secarse,
las cañas y los juncos se pudrirán.
7 Los juncos que crecen junto al Nilo,
y los sembrados de sus orillas,
se secarán y desaparecerán llevados por el viento.
8 Los pescadores se lamentarán,
y los que echan el anzuelo en el Nilo harán duelo;
desfallecerán los que pescan tendiendo las redes en el agua.
9 Los que elaboran el lino quedarán defraudados,
y también los tejedores de tela blanca;
10 las hilanderas estarán consternadas
y quedarán entristecidos los que trabajan por un salario.
11 ¡Qué insensatos son los señores de Tanis!
¡Qué necio el consejo de los más sabios consejeros del faraón!
¿Cómo pueden decir al faraón:
“soy hijo de sabios, hijo de antiguos reyes”?
12 ¿Dónde están tus sabios?
Si lo saben, que te anuncien
lo que el Señor todopoderoso ha decidido contra Egipto.
13 Los señores de Tanis son necios,
los señores de Menfis se engañan;
los más notables de sus tribus extravían a Egipto.
14 El Señor infundió en ellos un espíritu de vértigo,
y extravían a Egipto en todo lo que emprende,
como se extravía un ebrio que está por vomitar.
15 Nada le saldrá bien a Egipto,
lo emprenda la cabeza o la cola,
la palmera o el junco.
Is 3,12; Jr 51,30; Am 5,18-20; Nah 3,13
16 Aquel día, los egipcios se asustarán y temblarán como mujeres,
cuando vean que la mano del Señor se dirige contra ellos.
17 La tierra de Judá será el terror de Egipto:
cada vez que le sea mencionada, lo aterrorizará,
por el plan que el Señor todopoderoso tiene pensado contra él.
18 Aquel día, en Egipto habrá cinco ciudades que hablarán la lengua de Canaán
y que jurarán por el Señor todopoderoso;
una de ellas se llamará “ciudad de la destrucción”.
19 Aquel día, habrá un altar del Señor en medio de Egipto,
y una piedra conmemorativa dedicada al Señor junto a su frontera,
20 que serán signo y testimonio del Señor todopoderoso en tierra egipcia.
Si ellos claman al Señor contra el opresor,
él les enviará un salvador y un defensor que los libere.
y Egipto reconocerá al Señor aquel día.
Le ofrecerán sacrificios y ofrendas,
harán promesas al Señor y las cumplirán.
22 El Señor herirá a Egipto con una plaga, pero lo curará;
se convertirán al Señor, y él escuchará su súplica y los curará.
23 Aquel día, habrá un camino amplio de Egipto a Asiria:
Asiria vendrá a Egipto y Egipto irá a Asiria;
y los egipcios darán culto junto con los asirios.
24 Aquel día, Israel, tercero junto con Egipto y Asiria,
será objeto de bendición en medio de la tierra,
25 porque el Señor todopoderoso los bendecirá diciendo:
“Bendito sea mi pueblo, Egipto; la obra de mis manos, Asiria, y mi heredad, Israel”.
Is 30,3-7; 36,2; 2 Sm 10,4; 2 Re 18,17;
20,1 El mismo año en que por mandato de Sargón, rey de Asiria, su general de campo marchó contra Asdod, la asedió y la conquistó, 2 el Señor habló por medio de Isaías, hijo de Amós, en estos términos: “Quítate tus vestiduras y tus sandalias”. Así lo hizo, y anduvo desnudo y descalzo.
3 El Señor dijo: “Mi siervo Isaías anduvo desnudo y descalzo durante tres años como signo y presagio para Egipto y Etiopía, 4 así también el rey de Asiria conducirá a los desterrados de Egipto y a los deportados de Etiopía: jóvenes y viejos, desnudos y descalzos, con las nalgas al aire: ¡infamia para Egipto! 5 Ellos se sentirán consternados y confusos por Etiopía, que era su esperanza, y por Egipto, que era su orgullo.
6 Aquel día, los habitantes de esta costa dirán: “Ahí está nuestra esperanza, en la que nos apoyábamos para buscar auxilio que nos librara del rey de Asiria: ¿Cómo escaparemos nosotros?”.
Is 13-14; 47,1-15; Jr 50-51; Ap 14,8; 17-18
21,1 Oráculo sobre Babilonia.
Como los huracanes que atraviesan el Négueb,
así viene el invasor del desierto, de una tierra temible.
2 Me fue comunicada una visión siniestra:
“El traidor traiciona, el devastador devasta.
¡Adelante, elamitas! ¡Al asedio, medos!
¡Ya no permito más quejas!”.
3 Por esto mis entrañas se estremecen,
angustias de parto se apoderan de mí,
estoy agobiado por lo que escucho,
y me horrorizo por lo que veo.
4 Mi corazón se descontrola, me domina el terror;
el atardecer que anhelaba ahora me aterra.
5¡Preparen la mesa! ¡Pongan los manteles! ¡A comer y a beber!
¡De pie, capitanes, engrasen los escudos!
6 Así me ha dicho el Señor:
“Coloca un centinela que te anuncie lo que vea.
7 Si ve que viene un par de jinetes montados en burros o en camellos,
que preste atención, mucha atención”.
8 El que vigilaba gritó: “Mi señor,
yo paso todo el día en la torre de vigilancia,
y estoy de pie todas las noches
en mi puesto de guardia.
9 Ahora llega gente montada, un par de jinetes,
que anuncian: ‘¡Ha caído! ¡Ha caído Babilonia!
Y todas las estatuas de sus dioses están rotas y tiradas por tierra’”.
10 Pueblo mío, aplastado y molido como el trigo,
yo te anuncio lo que he oído al Señor todopoderoso, el Dios de Israel.
Centinela, ¿cuánto queda de la noche?[53]
Ez 33,1-9; Am 5,18
11 Oráculo sobre Duma.
Desde Seír alguien me grita:
“Centinela, ¿cuánto queda de la noche?
Centinela, ¿cuánto queda de la noche?”.
12 El centinela responde: “Vendrá la mañana y también la noche.
Si quieren preguntar otra vez, regresen y pregunten”.
Is 16,14; Gn 10,7; 25,3; Jr 49,28-29
13 Oráculo sobre Arabia.
Caravanas de Didán, que pasan la noche en los matorrales de la estepa,
14 salgan al encuentro del sediento y llévenle agua;
habitantes de Temá, salgan al encuentro del fugitivo y llévenle pan.
15 Porque vienen huyendo de la espada,
de la espada desnuda, del arco tenso y de la violencia del combate.
16 Esto me ha dicho el Señor: “Al cabo de un año, como año de jornalero,
desaparecerá la gloria de Cadar
17 y quedarán muy pocos de sus arqueros. Lo ha dicho el Señor, Dios de Israel”.
¡Comamos y bebamos, que mañana moriremos![55]
1 Re 7,2-5; 2 Re 20,20; Sab 2,6 // 22,13: 1 Cor 15,32
22,1 Oráculo sobre el valle de la Visión.
¿Qué te ocurre, que subes en masa a las terrazas,
2 urbe rumorosa y turbulenta, ciudad alegre?
Tus muertos no fueron traspasados por la espada,
ni cayeron en combate.
3 Tus jefes desertaron todos juntos,
y sin disparar el arco cayeron prisioneros.
Todos los que fueron encontrados quedaron prisioneros,
aunque habían huido lejos.
4 Por eso yo digo: “No me miren, lloraré amargamente.
No intenten consolarme por la destrucción de mi pueblo.
5 Hoy es un día de turbación, de abatimiento y desconcierto,
que nos envía el Señor, Dios todopoderoso.
En el valle de la Visión las murallas están derribadas
y el griterío se eleva hacia los montes.
6 Elam ha preparado las flechas, jinetes y carros de guerra,
Quir ha sacado el escudo de su funda.
7 Tus valles más hermosos están cubiertos de esos carros
y la caballería toma posición delante de tus puertas.
8 Judá ha quedado sin defensas.
El día que ustedes inspeccionaron el depósito de armas de la Casa del Bosque,
9 observaron cuántas grietas había en la ciudad de David;
recogieron el agua en la cisterna de abajo;
10 contaron las casas de Jerusalén,
y demolieron algunas para reforzar la muralla.
11 Entre los dos muros ustedes hicieron un depósito
para el agua del antiguo estanque,
pero no dirigieron la mirada hacia el que lo hizo todo,
ni se dieron cuenta de quién lo había planeado desde hace tiempo.
12 Aquel día, el Señor, Dios todopoderoso, los convocó a ustedes
a llorar y a lamentarse,
a raparse la cabeza y a vestirse de luto.
13 Pero ahora ustedes responden con fiesta y alegría,
matan terneros y sacrifican corderos,
comen carne, beben vino, y dicen:
“¡Comamos y bebamos, que mañana moriremos!”
14 Sin embargo, el Señor del Universo se me reveló y me dijo al oído:
“Este pecado no se expiará sino con la muerte de ustedes”.
Lo ha dicho el Señor todopoderoso.
Is 36,3.11-22; 37,2; 2 Re 18,18.26-37; Mt 16,19; Ap 3,7
15 Así dice el Señor, Dios todopoderoso:
“Preséntate ante Sobná, el administrador del palacio,
16 que se ha labrado un sepulcro en lo alto,
y en la roca se ha excavado un lugar de reposo, y dile:
‘¿Qué derechos tienes aquí y quién te protege
que te excavas aquí mismo un sepulcro?’.
17 Mira: el Señor te va a agarrar con fuerza,
y te sacudirá violentamente;
18 te arrojará y te hará rodar como una pelota
hacia un país extenso y espacioso, en el que morirás.
Allí quedarán tus carrozas de gala,
y serás la vergüenza de la corte de tu señor.
19 Te echaré de tu puesto.
Te destituirán de tu cargo.
20 En aquel día llamaré a mi siervo Eliaquín, hijo de Jelcías,
21 lo vestiré con tu túnica, le colocaré tu banda,
y le confiaré tus poderes.
Será un padre para los habitantes de Jerusalén y para el pueblo de Judá.
22 Pondré en sus manos la llave del palacio de David:
lo que él abra nadie lo cerrará,
lo que él cierre nadie lo abrirá.
23 Lo fijaré como una estaca en un lugar seguro,
y será un trono de gloria para la estirpe de su padre.
Is 2,16; Jr 25,11-12; Ez 26-28; Jl 3,4-8; Am 1,9-10; Zac 9,1-4; Sal 48,8; Ap 18,23
23,1 Oráculo sobre Tiro.
¡Giman, navíos de Tarsis, porque ha sido destruido su puerto!
Les dieron la noticia en el momento en que salían de Chipre.
2 Hagan silencio, habitantes de la costa,
mercaderes de Sidón. Sus mensajeros cruzaban el mar
3 a través de las aguas inmensas.
Su riqueza consistía en el grano de Sijor y en las cosechas del Nilo,
y era el mercado al que iban a comprar todas las naciones.
4 Avergüénzate, Sidón, porque el mar habla y en su furia comenta:
“No tuve dolores de parto ni he dado a luz;
no he criado jóvenes ni educado doncellas”.
5 Cuando Egipto lo sepa
se angustiará por las noticias de Tiro.
6¡Vuelvan a Tarsis;
giman, habitantes de la costa!
7 ¿Era esta ciudad alegre de ustedes,
de orígenes tan antiguos,
que navegó a regiones lejanas para instalarse allí?
8 ¿Quién proyectó esto contra Tiro,
que gustaba distribuir coronas,
cuyos comerciantes eran príncipes,
y sus mercaderes, honrados en el país?
9 El Señor todopoderoso lo había proyectado
para profanar su orgulloso esplendor,
para humillar a los grandes de la tierra.
10 Recorran todo su territorio, como hace el Nilo, gente de Tarsis.
El puerto no existe más.
11 Como cuando extendió su mano sobre el mar e hizo temblar los reinos,
el Señor, de la misma manera, ordenó destruir las fortalezas de Canaán.
12 Entonces dijo: “no volverás a alegrarte, Sidón, doncella oprimida.
Puedes levantarte e ir a Chipre, que tampoco allí encontrarás reposo.
13 Mira, el país de los caldeos ya no es un pueblo:
Asiria lo entregó a las bestias del desierto.
Ellos levantaron torres de asalto,
desmantelaron sus fortalezas,
y las convirtieron en un montón de ruinas.
14 ¡Giman, navíos de Tarsis, porque la fortaleza de ustedes está destruida!
15 A partir de aquel día, Tiro quedará olvidada por setenta años, la vida de un rey, y al cabo de setenta años le pasará a Tiro lo que a la prostituta de la canción: 16 “Toma la cítara, recorre la ciudad, prostituta olvidada, acompáñate con habilidad, multiplica tus canciones, para así ser recordada”.
17 Pero, al cabo de los setenta años, el Señor visitará a Tiro, y ella volverá a su comercio de ramera, prostituyéndose con todos los reinos de la tierra. 18 Sucederá entonces que sus ganancias serán consagradas al Señor. No serán acumuladas ni atesoradas, sino que serán destinadas a quienes habitan en presencia del Señor, para que coman hasta saciarse y se vistan dignamente.
Se abren las compuertas del cielo y tiemblan los cimientos de la tierra[59]
Gn 9,16; Jr 4,28; 7,34; 48,43-44; Os 4,3.9
24,1¡Miren! El Señor vacía el país y lo deja devastado,
trastorna su superficie y dispersa a sus habitantes.
2 Le sucederá al pueblo como al sacerdote,
al esclavo como a su señor ,
a la esclava como a su patrona,
al comprador como al vendedor,
al que pide préstamo como al que presta,
al acreedor como al deudor.
3 El país quedará devastado por completo,
saqueado totalmente,
porque el Señor ha pronunciado esta palabra:
4 “La tierra ya está de luto y se marchita,
languidece y se marchita el orbe;
languidecen las alturas y la gente del país”.
5 La tierra fue profanada por sus habitantes,
porque transgredieron la ley,
desobedecieron los preceptos,
quebrantaron la alianza eterna.
6 Por eso, la maldición devora el país,
y sus habitantes expían la culpa;
por eso, los habitantes del país están consumidos
y solo han quedado unos pocos.
7 Está de luto el vino, la vid languidece,
suspiran todos los de corazón alegre.
8 Cesó la alegría de los tamboriles,
se acabó el bullicio de los que se divierten,
cesó la alegría de las cítaras.
9 Ya nadie toma vino entre canciones;
y el licor tiene sabor amargo para el que lo bebe.
10 La ciudad del desorden está en ruinas,
todas las casas están cerradas, sin acceso.
11 Hay griterío en las calles, por falta de vino.
Toda la alegría está ensombrecida,
el gozo fue desterrado del país,
12 y solo queda desolación en la ciudad,
con su puerta destrozada y en ruinas.
13 Porque en medio del país y entre los pueblos,
sucederá como cuando se golpean los olivos buscando los últimos frutos,
o como en la rebusca de la uva
cuando termina la vendimia.
14 Ellos levantan la voz,
aclaman la majestad del Señor,
exultan de alegría desde el mar.
15 Por esto: “Glorifiquen al Señor en oriente,
al nombre del Señor, Dios de Israel, en las islas del mar”.
16 Desde el confín de la tierra oímos: “¡Gloria al justo!”.
Pero yo digo: “¡Estoy perdido! ¡Estoy perdido! ¡Ay de mí!
Los traidores traicionan,
los traidores traicionan de manera traidora”.
17 Terror, foso y trampa contra ti, habitante del país:
18 el que huya del grito de terror caerá en el foso;
el que trepe desde el fondo del foso,
quedará atrapado en la trampa.
Se abren las compuertas del cielo,
y tiemblan los cimientos de la tierra.
19 Se tambalea y oscila la tierra,
tiembla y trepida la tierra;
la tierra se mueve y se agita.
20 La tierra vacila y oscila como un borracho,
cruje como una choza, porque pesa sobre ella su pecado,
y se desploma sin poder levantarse.
21 Aquel día, el Señor pedirá cuentas
a los ejércitos celestiales en el cielo,
y a los reyes de este mundo en la tierra.
22 Los reunirá como prisioneros en el calabozo,
los encerrará en la prisión,
y después de mucho tiempo los juzgará.
23 La luna se sonrojará y el sol se avergonzará
cuando el Señor todopoderoso reine
en la montaña de Sion y en Jerusalén,
y muestre su gloria ante sus ancianos.
Un pueblo fuerte te glorifica [60]
Is 4,5-6; Sal 145; Ap 4,10-11; 7,15-16
25,1 Señor, tú eres mi Dios,
te alabo y engrandezco tu nombre,
porque has llevado a cabo tus magníficos planes
que trazaste desde antiguo, fieles y seguros.
2 Redujiste la ciudad a escombros,
y las fortificaciones a ruinas.
El baluarte de los extranjeros ya no es una ciudad
y jamás será reconstruido.
3 Por eso un pueblo fuerte te glorifica;
te temen las ciudades de pueblos poderosos,
4 porque fuiste una fortaleza para el débil,
una fortaleza para el pobre en su aflicción,
refugio en la tempestad, sombra contra el calor.
Porque la furia de los tiranos
es como un temporal contra un muro.
5 Como el calor aplastante sobre una tierra desértica,
tú aplastas, dominas a los extranjeros;
como la sombra de una nube disipa el calor,
tú disipas el canto de los tiranos.
El Señor todopoderoso preparará un banquete [61]
Is 16,6-14; Mt 8,11; Jn 2,1-11; 6,51-54; 1 Cor 15,26 // 25,8: 1 Cor 15,54; Ap 7,17; 21,4
6 En este monte, el Señor todopoderoso
preparará para todos los pueblos
un festín de manjares suculentos,
un banquete de manjares deliciosos,
un festín de vinos añejados;
manjares exquisitos, vinos refinados.
7 Y arrancará en este monte
el velo que cubre a todos los pueblos,
el lienzo extendido sobre todas las naciones.
8 Aniquilada la muerte para siempre,
Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros,
y alejará del país el oprobio de su pueblo
—lo ha dicho el Señor —.
9 Aquel día se dirá: Aquí está nuestro Dios.
Esperábamos en él, y él nos ha salvado.
Este es el Señor en quien hemos esperado.
Celebremos y gocemos con su salvación,
10 porque la mano del Señor reposará sobre este monte.
Moab será pisoteado[62]
Is 16,6-14
Moab será pisoteado en su propia tierra,
como se pisotea la paja en el estercolero.
11 Allí extenderá sus manos,
como las extiende el nadador para nadar;
pero el Señor humillará su orgullo
y la destreza de sus manos.
12 La fortaleza inaccesible de tus murallas la derribó,
la abatió y la echó por tierra, hasta el polvo.
Is 60,18; Sal 24,7-10; 118,19-20; Prov 2,24
26,1 En aquel día se cantará este canto en el país de Judá:
“Tenemos una ciudad fuerte;
el Señor ha puesto para salvarla fortificaciones y murallas.
2 ¡Abran las puertas
y que entre el pueblo justo, que se mantiene fiel!
3 A quien se apoya en ti, tú le aseguras la paz;
la paz, porque confía en ti.
4 Confíen siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua.
5 El Señor doblegó a los habitantes de la altura,
a la ciudad encumbrada;
la abatió, la abatió hasta el suelo,
la hizo tocar el polvo,
6 para que la pisen los pies,
los pies del oprimido,
las pisadas de los pobres”.
Is 37,3; Ez 37; Os 13,13-14; Sal 37,23-24; Prov 20,24; Dn 12,2;Ef 5,14; Heb 10,27 // 26,13: 2 Tim 2,19
7 La senda del justo es recta;
tú allanas el sendero del justo,
8 que es el camino que señalan tus mandamientos.
En ti hemos puesto nuestra esperanza;
a tu nombre y tu recuerdo se vuelve mi deseo.
9 Mi alma te anhela de noche,
y en la mañana mi espíritu te busca,
porque los habitantes del mundo aprenden la justicia
conforme a tus sentencias en la tierra.
10 Aunque el malvado sea tratado con clemencia
no aprenderá a ser recto, y en un país de gente honrada,
seguirá siendo perverso y no reconocerá la soberanía del Señor.
11 Señor, tu mano está dispuesta a castigarnos,
pero ellos no se dan cuenta.
¡Que se avergüencen al reconocer tu celo por el pueblo,
y que a tus enemigos los devore tu ira ardiente!
12 Señor, establécenos en la paz,
porque todas nuestras obras las realizas tú.
13 Señor, Dios nuestro, nos han dominado otros señores,
pero nosotros invocamos solo tu nombre.
14 Los muertos no revivirán,
las sombras no se levantarán;
los castigaste, los has destruido,
y borraste totalmente su recuerdo.
15 Hiciste que el pueblo sea numeroso, Señor;
hiciste que el pueblo sea numeroso, cubriéndote de gloria
y ensanchaste las fronteras de su territorio.
16 Señor, en los momentos de angustia acudían a ti,
murmuraban plegarias cuando los castigabas.
17 Como una mujer embarazada se retuerce y grita de dolor
cuando le llega el momento del parto,
así estábamos en tu presencia, Señor:
18 concebimos, nos retorcimos,
y cuando dimos a luz era solo viento;
no pudimos salvar el país,
ni dar habitantes al mundo.
19¡Pero tus muertos revivirán!
¡Los cadáveres resurgirán!
¡Se despertarán jubilosos los que habitan en el polvo!
Porque tu rocío es un rocío de luz,
que harás caer sobre la tierra de las sombras.
Gn 4,10; Job 40,25s; Mt 6,6; Ap 3,10; 6,10 // 26,20: Heb 10,37
20 Pueblo mío, entra en tus aposentos,
y cierra la puerta detrás de ti.
Escóndete por un momento,
hasta que pase la ira.
21Porque el Señor va a salir de su morada
para castigar la culpa de los habitantes de la tierra:
la tierra pondrá al descubierto la sangre que ha bebido
y no ocultará más a sus muertos.
27,1 Aquel día, castigará el Señor con su espada templada, grande y fuerte,
a Leviatán, la serpiente huidiza,
a Leviatán, la serpiente tortuosa,
y matará al Dragón marino.
Ustedes cantarán a la viña deliciosa[66]
Is 5,1-7; Jr 2,21; 5,10; 12,10; Ez 15,1-8; 17,3-10; 19,10-14; Sal 80,9-19; Mt 21,33-43; Jn 15,1-2
2 Aquel día, ustedes cantarán a la viña deliciosa:
3 “Yo, el Señor, soy su guardián,
y la riego con frecuencia;
la vigilo noche y día
para que nadie la dañe.
4 Ya no estoy enojado con ella,
y si encuentro zarzas y cardos,
combatiré contra ellos
y los quemaré completamente.
5 Pero ella debe ponerse bajo mi cuidado,
y hacer las paces conmigo.
Sí, debe hacer las paces conmigo”.
Is 1,30-31; 6,11; 17,8; 1 Re 15,13; Os 11,11; 14,4-7; Jl 2,1;Ap 14,15-16 // 27,9: Rom 11,26-27
6 Vienen días en que Jacob echará raíces,
Israel florecerá, producirá frutos
y sus productos llenarán el mundo.
7 ¿Acaso el Señor lo hirió como hirió a los que lo herían?
¿Acaso fue muerto como murieron sus asesinos?
8 Mas bien lo castigó expulsándolo
y lo arrojó lejos, como arrastrado por el viento impetuoso del desierto.
9 La culpa de Jacob quedará reparada
y este será el fruto con el que apartará su pecado:
hará polvo las piedras de los altares,
y no erigirá más postes sagrados en honor de Asera,
ni altares para el incienso.
10 La ciudad fortificada quedó en ruinas,
en medio de un extenso pastizal,
solitaria como en un desierto.
Allí van a pastar los novillos,
devoran las hojas de los arbustos y se echan a descansar.
11 Cuando sus ramas se secan, se quiebran
y las mujeres prenden fuego con ellas.
Porque este no es un pueblo sensato,
por eso su Hacedor no se apiada;
el que lo ha formado no se compadece.
12 Aquel día, el Señor sacudirá las espigas
desde el Éufrates hasta el torrente de Egipto;
y a ustedes, israelitas, los recogerá uno por uno.
13 Aquel día, hará sonar la gran trompeta
y volverán los que estaban perdidos en Asiria
y los que estén dispersos en Egipto,
para postrarse ante el Señor
en el monte santo, en Jerusalén.
Is 4,3; 5,11-13; 9,7-20; Os 7,5-7; Am 3,9.15
28,1¡Ay de la corona llena de arrogancia de los ebrios de Efraín!
¡Ay de la espléndida diadema, que es una flor marchita
puesta en la cabecera del valle fértil de los vencidos por el vino!
2 Ya viene un hombre fuerte y poderoso de parte del Señor,
como una granizada, como tormenta asoladora,
como aguas caudalosas, desbordantes.
Con la mano echa por tierra
3 la corona llena de arrogancia de los ebrios de Efraín
y la pisotea con los pies.
4 La flor marchita, su espléndida diadema,
que está en la cabecera del valle fértil
será como una breva temprana,
que apenas alguien la ve, la arranca y se la come.
5 Aquel día, el Señor todopoderoso será la corona espléndida,
la gloriosa diadema para el resto de su pueblo,
6 que inspirará justicia a quien se sienta en el tribunal,
y dará valor al soldado que defiende las puertas de la ciudad.
Como hablan los tartamudos y en lengua extranjera [70]
Is 5,11-13; Jr 5,15; Os 4,4-10 // 28,11-12: 1Cor 14,21
7 También estos caminan inseguros por causa del vino,
y se tambalean por el licor:
el sacerdote y el profeta caminan inseguros por el licor,
se confunden por el vino;
se tambalean por el licor, están inseguros al mirar
y titubean cuando pronuncian sentencia.
8 Las mesas están cubiertas de un vómito repugnante,
y no queda un solo lugar limpio.
9¿A quién pretende instruir?
¿A quién explica su mensaje?
¿A niños recién destetados,
que apenas han dejado el pecho?
10 Porque dice:
sau la sau, sau la sau;
cau la cau, cau la cau;
un poco aquí, otro poco allí.
11 Porque él hablará a este pueblo
como hablan los tartamudos y en lengua extranjera.
12 El mismo Señor les había dicho:
“Aquí está el reposo.
Dejen que reposen los cansados.
Aquí está el descanso”;
pero ellos no quisieron escuchar.
13 Para estos la palabra del Señor será:
sau la sau, sau la sau;
cau la cau, cau la cau;
un poco aquí, otro poco allí,
para que vayan y caigan de espaldas
y queden destrozados, enredados, atrapados.
Pondré una piedra como fundamento en Sion [71]
Is 8,14; Jos 10,9-12; 2 Sm 5,17-25; Sal 118,22-23; Sab 1,16; Mt 16,18; 21,42; Ef 2,20// 28,16: Rom 9,33; 10,11; 1 Pe 2,6
14 Escuchen, entonces, la palabra del Señor,
hombres cínicos que gobiernan al pueblo que está en Jerusalén.
15 Ustedes dicen: “Hemos hecho un pacto con la muerte,
una alianza con la morada de los muertos,
para que no nos alcance la gran inundación que está por venir,
porque hicimos de la mentira nuestra refugio
y nos refugiamos en la falsedad”.
16 Por esto así dice Dios, el Señor:
“Voy a poner una piedra como fundamento en Sion,
una piedra de prueba, una piedra angular, preciosa,
un fundamento sólido:
Quien se apoye en ella no estará inseguro.
17 Puse el derecho como plomada,
la justicia como nivel.
El granizo arrasará el refugio de mentiras
y las aguas inundarán su escondrijo.
18 Será anulado su pacto con la muerte,
su alianza con la morada de los muertos no resistirá.
Cuando pase la gran inundación quedarán sumergidos.
19 Cada vez que pase, los atrapará
cada mañana, de día o de noche,
y con solo oírlo los invadirá el espanto.
20 La cama será corta para estirarse,
y la frazada será angosta para envolverse”.
21 El Señor se pone de pie como en el monte Parás;
se dispone a intervenir como en el valle de Gabaón
para ejecutar su acción, una acción única,
y cumplir su tarea, una tarea insólita.
22 Por esto, ustedes no se burlen,
no sea que se aprieten aún más sus cadenas.
Porque he escuchado que la destrucción de todo el país
ha sido decretada por el Señor, Dios todopoderoso.
23 Estén atentos y escuchen mi voz;
presten atención y escuchen mi discurso.
24 El labrador, cuando siembra, ¿se pasa los días arando,
abriendo surcos y rastrillando el campo?
25 ¿No sucede más bien que,
cuando ha aplanado una superficie
siembra el hinojo, esparce el comino,
echa en los surcos el trigo,
la cebada en el lugar apropiado,
y en los bordes pone el centeno?
26 Su Dios le enseña las reglas y lo instruye.
27 Porque el hinojo no se trilla con el trillo,
ni las ruedas del carro se pasan sobre el comino;
sino que el hinojo se apalea con el bastón,
y con el palo se golpea el comino.
28 Se trilla el trigo, pero no hasta lo último.
Se trilla y se hace pasar por encima la rueda del carro
pero sin triturarlo.
29 Todo esto procede del Señor todopoderoso.
Él se muestra admirable en su designio y grande en su sabiduría.
De improviso, el Señor del universo te auxiliará [73]
Is 6,9-10; 36-37; 2 Sm 5,6-7; 2 Re 18-19; Ez 43,5-16; Lc 19,43; 1 Cor 1,19
29,1 ¡Ay Ariel, Ariel,
ciudad donde acampó David!
¡Que pase un año y después otro;
y que retorne el ciclo de las fiestas!
2 Yo pondré en angustia a Ariel:
habrá lamentos y gemidos
y será para mí como un altar de ofrendas quemadas.
3 Yo acamparé en torno a ti,
te cercaré con empalizadas,
levantaré contra ti torres de asalto.
4 Humillada, hablarás desde el suelo;
tu palabra resignada se alzará desde el polvo:
y será como la voz de un espectro que viene de la tierra,
porque, desde el polvo, dirá tu palabra como un murmullo.
5 Como polvareda será el tropel de los extranjeros,
como paja dispersa, el tropel de tus agresores.
Pero de improviso, muy de repente,
6 el Señor del universo te auxiliará,
con truenos, terremotos, gran estruendo,
huracán, tempestad y un fuego devorador.
7 Entonces, al tropel de los pueblos
que combaten contra Ariel,
a los que atacan sus defensas y lo oprimen,
les sucederá lo que ocurre en un sueño
o en una visión nocturna:
8 como un hambriento sueña que come,
y se despierta con el estómago vacío,
como un sediento sueña que bebe
y se despierta cansado y con la garganta reseca,
así sucederá con la multitud de los pueblos
que combaten contra el monte Sion.
Is 1,10-20; 10,15; 19,14; 45,9; 64,7-8; 1 Sm 16,14; Jer 18,1-6; Am 5,21-23; Eclo 16,21; 33,13; // 29,10: Rom 11,8; 29,13: Mt 15,8-9; 29,14: 1 Cor 1,19; 29,16: Rom 9,20
9 Asómbrense, y quédense asombrados;
enceguézcanse, y quédense ciegos;
embriáguense, pero no de vino;
caminen inseguros, pero no por el licor.
10 Porque el Señor ha derramado sobre ustedes un sueño profundo
que cierra sus ojos a los profetas,
y les impide ver a los videntes.
11 Cualquier visión será para ustedes como el texto de un libro sellado.
Se lo dan a uno que sabe leer, diciéndole: “Por favor, lee esto”,
y él responde: “No puedo, está sellado”.
12 Se lo dan a otro que no sabe leer, diciéndole:
“Por favor, lee esto”, y él responde: “No sé leer”.
13 Dice el Señor:
“Este pueblo me alaba con la boca
y me honra con los labios,
mientras su corazón está lejos de mí,
y el culto que me rinden
son preceptos enseñados por hombres.
14 Por eso, yo seguiré asombrando a este pueblo
con prodigios maravillosos:
perecerá la sabiduría de sus sabios,
y se eclipsará la inteligencia de sus hombres prudentes”.
15¡Ay de los que se esconden del Señor
para ocultar sus planes,
que actúan en la oscuridad y dicen:
“¿Quién nos ve? ¿Quién se entera?”.
16 ¡Cuánta perversión! ¿La arcilla se puede comparar con el alfarero?
Como si la obra dijera del artífice: “Él no me hizo”,
o el vaso dijera del alfarero: “Este no entiende nada”.
Los sordos oirán y los ciegos verán [75]
Is 32,15-20; Ez 36,22-32
17 Dentro de muy poco tiempo
el Líbano se convertirá en un jardín,
y el jardín parecerá un bosque.
18 Aquel día, los sordos oirán las palabras del libro
y los ojos de los ciegos verán sin sombras ni oscuridad.
19 Los oprimidos volverán a alegrarse en el Señor
y los pobres se llenarán de júbilo por el Santo de Israel.
20 Porque habrá desaparecido el violento
y no quedará rastro del arrogante.
Serán aniquilados los que están atentos para hacer el mal:
21 los que condenan a un hombre por algo sin importancia,
los que ponen trampas a los jueces en el tribunal
y los que por nada violan el derecho del inocente.
dice a la descendencia de Jacob:
“Ya no se avergonzará Jacob,
ni palidecerá su rostro,
mis acciones en medio de ellos,
santificarán mi nombre,
santificarán al Santo de Jacob
y temerán al Dios de Israel.
24 Los necios encontrarán inteligencia
y los que murmuran aprenderán la enseñanza”.
Van a Egipto sin consultar mi parecer[76]
Is 31,1-3; 36,5-9; 14,29; Nm 21,4-9
30,1 ¡Ay de los hijos rebeldes –oráculo del Señor –,
que hacen planes sin contar conmigo,
y concluyen alianzas contrarias a mi espíritu
añadiendo así pecado a pecado!
2 Van a Egipto sin consultar mi parecer,
para buscar la protección del faraón
y refugiarse a la sombra de Egipto.
3 Pero la protección del faraón será una deshonra para ustedes,
y el refugio a la sombra de Egipto también su humillación.
4 Cuando sus funcionarios estén en Tanis,
y sus mensajeros lleguen a Janés,
5 todos quedarán desilusionados al ver a un pueblo impotente,
incapaz de auxiliar, que no sirve sino de vergüenza y para deshonra.
6 Oráculo sobre las bestias del Négueb:
“Por una tierra de angustia y opresión,
tierra de leonas y leones,
de víboras y áspides voladores,
llevan sus riquezas a lomo de mula
y sus tesoros sobre la joroba de los camellos,
a un pueblo que no vale,
7 a Egipto, cuyo auxilio es viento y vacío,
al que yo puse por nombre: ‘Monstruo inútil’”.
Is 1,2-4; 6,3; 7,9; 28,16; 1 Re 22,8-27; Jr 11,21; Ez 13,10-16; Am 2,12; 7,13
8 Ahora, escribe esto sobre una tabla en presencia de ellos,
anótalo en un libro y que quede para la posteridad
como testimonio perpetuo:
9 ‘Este es un pueblo rebelde;
son hijos renegados,
hijos que no quieren escuchar la enseñanza del Señor;
10 que dicen a los videntes: “No vean”;
y a los profetas que tienen visiones:
“Eviten visiones verdaderas,
dígannos cosas halagüeñas,
profeticen ilusiones.
11 Apártense del camino, desvíense de la senda,
no nos pongan por delante al Santo de Israel”’.
12 Por eso, así dice el Santo de Israel:
“Ya que ustedes rechazan esta palabra,
confían en la opresión y la perversidad,
y se apoyan en ellas,
13 por eso, esta culpa será para ustedes
como una grieta que se ahonda en una alta muralla
y que se agranda, hasta que de repente, de un golpe, se desmorona.
14 Se rompe como un vaso de barro,
destrozado de tal modo que entre sus fragmentos no se encuentra un pedazo
que sirva para sacar brasas del brasero o agua de la cisterna”.
15 Así dice Dios, el Señor, el Santo de Israel:
“La salvación está en convertirse y en tener calma,
su fuerza, en confiar y estar tranquilos.
Pero ustedes no quisieron actuar así,
16 sino que dijeron: ‘No. Huiremos a caballo.
Está bien, tendrán que huir. Está bien, tendrán que huir.
Dijeron también: ‘Montaremos caballos veloces’.
Está bien, pero más veloces serán los que los persigan.
17Ante la amenaza de uno, huirán mil;
ante la amenaza de cinco, huirán todos ustedes.
hasta que queden como un mástil en la cumbre de una montaña,
como una bandera sobre una colina”.
El Señor espera el momento para apiadarse [78]
Is 2,20; 54,8; Jl 4,18
18 El Señor es un Dios justo;
por eso espera el momento para apiadarse de ustedes
y se dispone a mostrarles misericordia.
¡Dichosos los que esperan en él!
19 Pueblo de Sion, que habitas en Jerusalén,
ya no tendrás que llorar.
Él se apiadará de ti al oír tu gemido:
apenas te oiga, te responderá.
20 Aunque el Señor te dé el pan de la angustia y el agua de la opresión
tu maestro no se esconderá y tus ojos lo verán.
21 Si te desvías a la derecha o a la izquierda,
tus oídos oirán detrás de ti una palabra
que te dice: “Este es el camino, vayan por él”.
22 Entonces tendrás por impuros tus ídolos revestidos en plata
y tus estatuas fundidas en oro;
los arrojarás como inmundicia,
los llamarás “basura”.
23 El Señor te dará lluvia para la semilla que siembras en el campo,
y el trigo cosechado en el campo será abundante y suculento.
Aquel día, tus ganados pastarán en anchas praderas.
24 Los bueyes y los asnos que trabajan en el campo
comerán forraje en abundancia,
aventado con pala y con rastrillo.
25 En toda alta montaña,
y en toda colina elevada
habrá canales y cauces de agua
el día de la gran matanza, cuando caigan las torres.
26 La luz de la luna será como la luz del sol,
y la luz del sol será siete veces mayor,
como la luz de siete días,
el día que el Señor vende la herida de su pueblo
y cure las llagas de sus golpes.
Is 3,7-9; Hab 3,3-15; Sal 18,7.15; Sab 5,23
27 Miren: el Nombre del Señor viene de lejos,
arde su ira y es densa la humareda;
sus labios están llenos de furor,
su lengua es un fuego que devora,
28 su aliento es un torrente desbordado
que alcanza hasta el cuello.
Así como se sacude el trigo en la zaranda,
el Señor sacudirá las naciones en una criba que las atormente,
y a los pueblos, para extraviarlos, los arrastrará con un freno puesto en su boca.
29 Entonces, ustedes entonarán un cántico
como en las noches en las que se celebra una festividad sagrada,
tendrán el corazón alegre, como el que va caminando al son de la flauta
hacia el monte del Señor, hacia la roca de Israel.
30 El Señor hará resonar su voz majestuosa,
y mostrará el poder de su ira:
fuego devorador, tempestad, aguacero y granizo.
31 A la voz del Señor temblará Asiria, golpeada con la vara,
32 y cada golpe de castigo con la vara
que el Señor descargue sobre ella
estará acompañado de tamboriles y cítaras.
El Señor combatirá a mano alzada contra ella.
33 La hoguera para el rey ya está preparada desde antes: es profunda y ancha.
Es una pira con fuego y leña abundante,
que el soplo del Señor, como un torrente de azufre, la enciende.
Is 22,20; 30,1-7; 37,36-38; Éx 14,26; Ez 28,9
31,1 ¡Ay de los que bajan a Egipto en busca de socorro
y buscan apoyo en su caballería!
Confían en los carros, porque son numerosos,
y en los jinetes, porque son fuertes,
sin mirar al Santo de Israel
ni consultar al Señor.
2 Pero él también es sabio:
trae la desgracia y no revoca sus palabras,
se alza contra la estirpe de los malvados
y contra la ayuda de los malhechores.
3 Los egipcios son hombres, no son dioses,
sus caballos son carne y no espíritu.
El Señor extenderá su mano:
tropezará el protector y caerá el protegido;
los dos juntos perecerán.
4 Esto me ha dicho el Señor:
“Así como un león o su cachorro rugen al capturar una presa,
y aunque muchos pastores lo enfrenten,
no se asustan por sus gritos,
ni se dejan intimidar por su número,
así descenderá el Señor del universo
a combatir sobre la cumbre del monte Sion.
5 Como aves que despliegan sus alas,
así el Señor todopoderoso protegerá a Jerusalén:
la protegerá y la librará,
la rescatará y la salvará.
6 ¡Israelitas, vuelvan a aquel de quien tanto se apartaron!
7 Aquel día, todos ustedes rechazarán los ídolos de plata y oro
que se fabricaron con sus manos pecadoras.
8 Asiria caerá por una espada que no es de hombre,
lo devorará una espada que no es humana;
y aunque huya de la espada,
sus jóvenes irán a trabajos forzados,
9 su rey huirá despavorido,
y sus príncipes, aterrados, abandonarán su bandera”.
Oráculo del Señor, que tiene una hoguera en Sion,
un horno en Jerusalén.
Is 11,3-4; Jr 23,5-6; Sal 10,2.7-11; Prov 8,15-16
32,1 Miren: un rey reinará con justicia
y sus jefes gobernarán según derecho.
2 Serán abrigo contra el viento, reparo en la tormenta,
corrientes de agua en tierra árida,
sombra de una gran roca en tierra reseca.
3 Los ojos de los videntes ya no estarán cerrados,
los oídos de los que escuchen prestarán atención;
4 el corazón de los impulsivos aprenderá a reflexionar,
la lengua tartamuda hablará con soltura y claridad.
5 Ya no llamarán noble al necio,
ni tratarán de honorable al sinvergüenza. r
6 El necio solo dice necedades,
y su corazón planea maldades;
actúa perversamente y dice injurias contra el Señor;
deja vacío el vientre del hambriento
y priva de su bebida al sediento.
7 El tramposo usa malas artes;
planea intrigas para atrapar a los débiles con palabras mentirosas
y al indigente que defiende su derecho.
8 El noble, en cambio, tiene planes nobles
y se mantiene firme en sus nobles intenciones.
¡Atiendan a mis palabras, mujeres confiadas! [82]
Is 3,16-24; 22,1-14; Am 4,1-3
9 ¡Póngase de pie, mujeres despreocupadas, escuchen mi voz!
¡Atiendan mis palabras, mujeres confiadas!
10 Pasará poco más de un año,
y ustedes temblarán, mujeres confiadas,
porque habrá terminado el tiempo de la vendimia
sin cosechar nada.
11¡Conmuévanse, despreocupadas!
¡Tiemblen, mujeres confiadas!
¡Quítense esos vestidos,
y pónganse ropa de duelo!
12 Golpéense el pecho por esos campos que son una delicia,
por esas viñas tan fecundas,
13 por esa tierra de mi pueblo
donde ahora crecen las zarzas y los cardos,
por las casas llenas de alegría,
y por la ciudad en fiesta.
14 Porque el palacio ha sido abandonado
y ha cesado el bullicio de la ciudad.
La fortaleza y la torre del centinela
han quedado para siempre como refugios,
donde retozan los asnos salvajes y pastan los rebaños.
Is 11,2-9; 29,17; 44,3-4; Jl 3,1-5; Sal 72,7; 85,11; Hech 2,17-21
15 Pero esto será hasta que se derrame sobre nosotros
un espíritu que venga desde lo alto.
Entonces el desierto se convertirá en un jardín
y el jardín parecerá un bosque.
16 En el desierto habitará el derecho,
y la justicia tendrá su morada en el jardín.
17 El fruto de la justicia será la paz,
y el servicio de la justicia será la tranquilidad
y la seguridad para siempre.
18 Mi pueblo habitará en un recinto de paz,
en moradas seguras,
en tranquilos lugares de reposo,
19 aunque el bosque haya sido completamente talado,
o la ciudad haya sido humillada hasta el suelo.
20¡Dichosos ustedes, los que siembren
junto a las corrientes de agua
y dejen al toro y al asno en libertad!
Sal 33,22; 46,2; 48,5-8; 57,6; 68,2; 83,19
33,1¡Ay de ti, destructor que aún no fuiste destruido,
traidor que no fuiste traicionado!
Cuando hayas terminado de destruir serás destruido
y te traicionarán cuando hayas completado tu traición.
2¡Señor, apiádate de nosotros, que esperamos en ti!
Te pedimos que cada mañana seas nuestra fuerza,
y nuestra salvación en el tiempo de la angustia.
3 Al oír un estruendo huyen los pueblos.
Cuando te pones de pie para actuar
se dispersan las naciones.
4 Ustedes han amontonado un botín como quien amontona langostas,
y se lanzan sobre él como una plaga de tábanos.
5 El Señor es excelso, porque habita en las alturas.
Él llena a Sion de derecho y de justicia,
6 y así tus días estarán seguros.
La riqueza que te trae la salvación es la sabiduría y el conocimiento.
El temor del Señor es su tesoro.
Is 29,1; Am 1,2; Sal 12,6; 15
7 ¡Miren: los habitantes de Ariel gritan por las calles,
los mensajeros de paz lloran amargamente!
8 Los caminos están desolados
y ya nadie transita por los senderos.
Han roto la alianza, han despreciado a los testigos,
no han respetado a la gente.
9 El país está de duelo y languidece,
el Líbano se marchita avergonzado,
el Sarón se ha convertido en un desierto,
también el Basán y el Carmelo han perdido su follaje.
10 “Ahora me pongo de pie, -dice el Señor-,
ahora me dispongo a actuar.
11 Concibieron paja, ahora darán a luz basura,
y el fuego consumirá el aliento de ustedes.
12 Los pueblos quedarán convertidos en ceniza,
arderán como cardos arrancados.
13 Los que están lejos, oigan lo que he hecho;
los que están cerca, reconozcan mi poder”.
14 Temen en Sion los pecadores,
y un temblor invade a los perversos.
“¿Quién de nosotros puede resistir un fuego devorador?
¿Quién de nosotros puede soportar una hoguera inextinguible?”.
15 El que procede con justicia y habla con rectitud;
el que no acepta ganancias que proceden de la opresión;
el que retira la mano rechazando el soborno,
el que se tapa los oídos cuando le hacen propuestas criminales;
el que cierra los ojos rechazando la maldad.
16 Ese habitará en las alturas:
su refugio estará en una fortaleza edificada sobre rocas,
recibirá su alimento y tendrá el agua asegurada.
Is 28,11-13; 32,1; 54,2; Ez 47; 1 Cor 1,20
17 Tus ojos contemplarán a un rey en su esplendor
y verán un país cuyas fronteras llegan hasta muy lejos.
18 Lleno de asombro, te preguntarás:
“¿Dónde está el que nos pedía cuentas?
¿Dónde está el que nos cobraba impuestos?
¿Dónde está el que controlaba nuestras defensas?”.
19 Ya no verás más al pueblo arrogante,
ese pueblo de lenguaje oscuro, incomprensible,
de idioma extraño, que no se entiende.
20 Contempla a Sion, la ciudad de nuestras fiestas solemnes:
tus ojos verán a Jerusalén, morada segura, tabernáculo permanente,
cuyas estacas no se arrancan
y cuyas cuerdas no se rompen.
21 En ella el Señor se nos revelará majestuoso,
será un lugar de ríos y espaciosos canales,
donde no andarán barcas de remo
ni los cruzará una nave majestuosa,
22 porque el Señor nos gobierna,
el Señor nos da leyes,
el Señor es nuestro rey,
él será nuestra salvación.
23 Aunque sus cuerdas estén flojas
y no puedan sostener el mástil ni desplegar las velas,
el botín abandonado será tan abundante
que hasta los lisiados podrán entregarse al saqueo.
24 Ningún habitante podrá decir: “Estoy enfermo”,
porque al pueblo que allí habita le habrá sido perdonada la culpa.
Los astros del cielo desaparecerán [88]
Is 51,11; 62,1-6; Jr 49,7-22; Ez 21,8-17; Sal 139,16; Ap 6,13-14; 14,10-11; 18,2; 19,3 // 34,4: Mt 24,29; Mc 13,25
34,1 ¡Acérquense, pueblos, y escuchen!
¡Presten atención, naciones!
¡Escuche la tierra y todo lo que hay en ella,
el mundo y todo lo que produce!
2 El Señor está indignado contra las naciones,
enfurecido contra todos sus ejércitos.
Los ha consagrado al exterminio,
los ha destinado a la masacre.
3 Sus muertos serán arrojados afuera;
sus cadáveres despedirán hedor,
y las montañas se empaparán con su sangre.
4 Todos los astros del cielo desaparecerán,
el cielo será enrollado como una hoja de papel,
y todas las estrellas caerán marchitas,
como el follaje de la vid, como las hojas de la higuera.
Ez 21,13-22
5 Porque mi espada empapada en sangre
desciende desde el cielo sobre Edom,
contra un pueblo condenado al exterminio.
6 La espada del Señor se ha cubierto de sangre,
está impregnada de grasa,
de la sangre de corderos y de machos cabríos,
y de la grasa de entrañas de carneros.
Porque en Bosrá tiene lugar un sacrificio en honor al Señor,
una gran matanza en el país de Edom.
7 Caen con ellos búfalos, novillos y toros.
Su tierra se sacia con su sangre,
el polvo se impregna de grasa.
8 Es día de venganza del Señor,
el año del desquite para la causa de Sion.
9 Los arroyos de Edom se convertirán en resina,
y su suelo en azufre;
su tierra se volverá lava ardiente,
10 que no se extinguirá ni de día ni de noche,
y cuya humareda subirá sin cesar.
Quedará desolada por generaciones;
y por allí nunca pasará nadie.
11 La heredarán el búho y el puercoespín,
la habitarán el cuervo y la lechuza.
El Señor tomó las medidas del territorio para destinarlo al caos,
y puso la plomada para aniquilarlo.
12 No quedará un jefe que la gobierne,
porque todos sus príncipes serán aniquilados.
13 En sus palacios crecerán espinos;
en sus torreones ortigas y cardos.
Será una guarida para los chacales,
y una morada para las crías del avestruz.
14 Los gatos monteses convivirán con las hienas
y los chivos se gritarán entre ellos.
El monstruo de noche reposará y encontrará su morada en ella.
15 En ese mismo lugar la serpiente tendrá su nido,
en el que pondrá sus huevos, los incubará y protegerá a sus crías.
También allí se reunirán los buitres, el macho con su hembra.
16 Busquen en el libro del Señor y lean:
“Ninguna de esas bestias ha faltado, ninguna estará sin su pareja,
porque la boca del Señor lo ha ordenado y su mismo espíritu las reunió”.
17 Él mismo sorteó el territorio y lo asignó a cada uno para que lo herede para siempre,
y ellos lo poseerán y lo habitarán eternamente.
Is 40,3-10.29-31; 41,18; 42,7.16; 43,20; 48,21; 51,11; 61,1-2; Mt 11,5; Hch 3,8; Heb 12,12
35,1 ¡Que se regocije el desierto y la tierra árida,
que se alegre la estepa y estalle en flores!
2¡Que produzca abundancia de flores!
¡Que festeje con gozo y con cantos de júbilo!
Porque le fue dada la gloria del Líbano,
el esplendor del Carmelo y del Sarón.
Ellos contemplarán la gloria del Señor,
la majestad de nuestro Dios.
3 Fortalezcan las manos débiles,
robustezcan las rodillas vacilantes.
4 Digan a los desanimados:
“Sean fuertes, no teman.
¡Aquí está su Dios! Llega el desquite,
la retribución de Dios.
Él en persona viene a salvarlos a ustedes”.
5 Entonces se despegarán los ojos de los ciegos,
y los oídos de los sordos se abrirán.
6 Entonces el lisiado saltará como un ciervo,
y la lengua del mudo cantará.
Porque han brotado aguas en el desierto
y arroyos en la estepa.
7 El páramo se convertirá en una laguna,
el suelo sediento en un manantial.
En el lugar donde se echaban los chacales
habrá hierbas, cañas y juncos.
8 Allí habrá una senda,
y este camino se llamará “Camino sagrado”;
los impuros no pasarán por él.
El mismo Señor los guiará por el camino,
para que los inexpertos no se extravíen.
9 Por allí no habrá leones,
ni se acercarán las bestias feroces.
Los liberados caminarán por él.
10 Los rescatados del Señor retornarán por él
y llegarán a Sion con cantos de júbilo.
Una alegría eterna iluminará sus rostros.
Gozo y alegría los acompañarán;
la tristeza y el llanto se alejarán.
36 1En el año decimocuarto del rey Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, atacó todas las ciudades fortificadas de Judá y las conquistó. 2 Desde Laquis, el rey de Asiria envió al jefe de la guardia con un fuerte destacamento a Jerusalén, donde se hallaba el rey Ezequías. El jefe de la guardia se instaló junto al canal del estanque superior, que se encuentra en el sendero del campo del teñidor.
3 Salieron a su encuentro Eliaquín, hijo de Jelcías, que era el mayordomo real, el escriba Sobná y el cronista Yoaj, hijo de Asaf. 4 Entonces el jefe de la guardia les dijo: “Díganle ustedes a Ezequías: ‘Así dice el gran rey, el rey de Asiria: ¿En qué pones tu confianza? 5¡Te has imaginado que la estrategia y la fuerza de la guerra consisten en simples palabras! Y ahora, ¿en quién has confiado, que te has rebelado contra mí? 6 Tú te has confiado en el apoyo de Egipto, esa caña rota, que si alguno se apoya en ella, le traspasa la mano y lo clava. Así es el faraón, rey de Egipto, con todos los que confían en él. 7 Pero si tú me dices: ‘nosotros confiamos en el Señor, nuestro Dios’, ¿acaso no es Ezequías, quien suprimió sus santuarios locales y sus altares ordenando a Judá y a Jerusalén: ‘Solo adorarán delante de este altar’? 8 Hagan ahora una apuesta con mi señor, el rey de Asiria, y les daré dos mil caballos, si pueden encontrar entre ustedes jinetes para ellos. 9¿Acaso podrás hacer retroceder a uno solo de los más pequeños servidores de mi señor, habiendo puesto tu confianza en Egipto para tener carros y jinetes? 10 Y además, ¿acaso he marchado en contra de la voluntad del Señor, viniendo a este lugar para destruirlo? Es el Señor quien me ha dicho: ‘¡Marcha contra ese país y destrúyelo!’”. 11 Entonces Eliaquín, Sobná y Yoaj suplicaron al jefe de la guardia: “Habla, por favor, a tus servidores en arameo, porque nosotros lo comprendemos, pero no nos hables en hebreo en presencia de la gente que está sobre la muralla”. 12 Pero el jefe de la guardia les respondió: “¿Es que acaso mi señor me ha enviado a decir estas cosas a su señor o a ustedes? ¿No es acaso a los hombres que están en las murallas, que tendrán que comer sus propios excrementos y beber su propia orina junto con ustedes?”. 13 Después, el jefe de la guardia se puso de pie y gritó con voz fuerte en hebreo: “¡Escuchen la palabra del gran rey, el rey de Asiria!
14 Así dice el rey: No se dejen engañar por Ezequías, porque él no puede salvarlos a ustedes de mi mano. 15 ‘No dejen que Ezequías los haga confiar en el Señor, diciendo: ‘Ciertamente el Señor nos salvará y no entregará a esta ciudad bajo el poder del rey de Asiria’. 16 No le hagan caso a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: ‘Hagan las paces conmigo, ríndanse, y comerá cada uno de su viña y de su higuera; cada uno beberá de su propia cisterna, 17 hasta que yo venga para trasladarlos a una tierra como la tierra de ustedes, tierra de cereales y vino nuevo, tierra de pan y viñedos. 18 Que no los engañe Ezequías cuando dice: ‘¡El Señor nos salvará!’ ¿Acaso alguna vez los dioses de los extranjeros pudieron salvar sus tierras del poder del rey de Asiria? 19¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arpad? ¿Dónde los dioses de Sefarvaín? ¿Acaso salvaron a Samaría de mi poder? 20 ¿Cuál de todos los dioses de los países pudo salvar a su país de mi poder, para que el Señor pueda salvar a Jerusalén de mi poder?”.
21 Ellos guardaron silencio y nadie respondió ni una sola palabra, porque el rey les había ordenado: “¡No respondan nada!”.
22 Entonces el mayordomo real Eliaquín, hijo de Jelcías, el escriba Sobná, y el cronista Yoaj, hijo de Asaf, con los vestidos rasgados, fueron a ver a Ezequías y le comunicaron el mensaje pronunciado por el jefe de la guardia.
37 1 Cuando el rey Ezequías escuchó el mensaje, rasgó sus vestidos, se puso la ropa de penitencia y se fue al templo del Señor. 2 Luego envió al mayordomo real Eliaquín, al escriba Sobná y a los sacerdotes ancianos, vestidos con ropa de penitencia, a ver al profeta Isaías, hijo de Amós. 3 Ellos le dijeron: “Así dice Ezequías, este es un día de angustia, de castigo y de desgracia, como cuando una mujer está a punto de dar a luz y ve que carece de fuerzas. 4 Ojalá el Señor, tu Dios, escuche todas las palabras del jefe de la guardia que su señor el rey de Asiria ha enviado a decir, para provocar al Dios vivo, y lo castigue por las palabras que el Señor, tu Dios, ha oído. Y, tú, eleva una plegaria en favor del resto que aún queda”.
5 Así los servidores del rey Ezequías se presentaron ante Isaías y este les comunicó: “Dirán a su señor: ‘Así dice el Señor: no tengas miedo por las palabras que has oído, con las que blasfemaron contra mí los servidores del rey de Asiria. 7 Miren, yo le enviaré un espíritu, escuchará una noticia, se volverá a su país y allí lo haré morir por la espada’”.
8 Después de esto, el jefe de la guardia oyó que el rey de Asiria se había retirado de Laquis. Entonces se volvió y fue al encuentro del rey asirio que estaba combatiendo contra Libná. 9 al saber que Taraca, rey de Etiopía, había salido a luchar contra él. El rey de Asiria volvió a enviar mensajeros a Ezequías para decirle: 10 “Así le dirán a Ezequías, rey de Judá: ‘Que no te engañe el Señor, tu Dios, en el que confías, asegurando: Jerusalén no será entregada en poder del rey de Asiria. 11 Seguramente has escuchado lo que han hecho los reyes de Asiria a todos los países para destruirlos, ¿y tú te vas a salvar? 12 ¿Es que los dioses de los extranjeros, que mis padres destruyeron, pudieron salvar a Gozán, a Jarán, a Résef, y a los habitantes de Edén que están en Telasar? 13 ¿Dónde están el rey de Jamat, el rey de Arfad y los reyes de las ciudades de Sefarvaín, de Aná y de Avá?’”.
14 Entonces, Ezequías tomó la carta de manos de los mensajeros y la leyó. Luego subió al Templo y la desenrolló ante la presencia del Señor, 15 y elevó esta plegaria ante él:
16 “Señor, Dios de Israel, que estás sentado sobre los querubines,
tú solo eres el único Dios sobre todos los reinos de la tierra.
Tú formaste los cielos y la tierra.
17 ¡Inclina, Señor, tu oído y escucha!
¡Abre, Señor, tus ojos y mira!
Escucha las palabras que mandó decir Senaquerib
para ultrajar al Dios vivo.
18 Es verdad, Señor, que los reyes de Asiria han desolado a todas las naciones y sus territorios. 19 Han arrojado sus dioses al fuego y los han destruido. Esos no eran dioses, sino solo fabricación de manos humanas, madera y piedra. 20 Pero, ahora, Señor Dios nuestro, ¡por favor!, sálvanos de su poder, para que todos los reinos de la tierra sepan que tú, Señor, eres el único Dios”.
= 2 Re 19,20-34
21 Entonces Isaías, hijo de Amós, envió este mensaje a Ezequías: “Así dice el Señor, Dios de Israel: ‘He escuchado tu plegaria acerca de Senaquerib, rey de Asiria’. 22 Esta es la sentencia que el Señor ha pronunciado contra él:
‘Te desprecia y se burla de ti la virgen, hija de Sion,
a tus espaldas, la hija de Jerusalén mueve con ironía la cabeza.
23 ¿A quién has provocado e insultado?
¿Contra quién has levantado la voz
y has alzado tus ojos hasta las alturas?
Contra el Santo de Israel.
24 Ultrajaste al Señor por medio de tus mensajeros, diciendo:
‘Con mis innumerables carros,
yo he subido a las cimas de las montañas,
a las laderas del Líbano.
Corté sus cedros altísimos, sus cipreses escogidos.
Alcancé sus remotas moradas, sus bosques más espesos.
25 Yo excavé pozos y bebí aguas ajenas.
Bajo las plantas de mis pies se secaron todos los canales de Egipto’.
26 ¿Acaso no te has dado cuenta?
Yo desde antiguo lo estoy realizando.
En tiempos remotos lo había planeado y ahora lo he realizado
para que conviertas las ciudades fortificadas en un montón de ruinas,
27 y dejes a sus habitantes sin fuerzas,
llenos de terror y avergonzados,
como hierba del campo, como pasto verde,
como musgo en el techo, como fruto sin madurar.
28 Conozco cuando te sientas,
cuando sales y cuando entras
y también cuando te rebelas contra mí.
29 Porque te has rebelado contra mí
y tu insolencia ha subido hasta mis oídos,
colocaré mi gancho en tu nariz,
mis riendas en tu hocico,
y te haré volver por el camino que viniste’.
30 Y para ti, Ezequías, esto te servirá de señal: este año comerán los retoños; en el segundo, lo que ha crecido por sí solo, y en el tercero deberán sembrar y cosechar, plantar viñedos y comer sus frutos.
31Los sobrevivientes de la casa de Judá que habrán quedado
echarán raíces en lo profundo
y darán frutos en la superficie.
32Porque ha de brotar de Jerusalén un resto,
y sobrevivientes del monte Sion.
El amor ardiente del Señor lo llevará a cabo.
33 Por eso, así dice el Señor contra el rey de Asiria:
‘No entrará en esta ciudad,
no disparará allí ni una flecha;
no avanzará con escudo contra ella,
ni levantará una rampa de asalto hacia la ciudad.
34 Por el camino por el que vino, regresará,
y no entrará en esta ciudad, oráculo del Señor.
35 Yo seré escudo de esta ciudad para salvarla
por mi honor y el de David, mi servidor’”.
36 En aquella misma noche, el ángel del Señor salió y aniquiló en el campamento de Asiria a ciento ochenta y cinco mil hombres. Cuando se levantaron en la mañana, se veían los cadáveres de los muertos por todas partes. 37 Entonces Senaquerib, rey de Asiria, se marchó y se volvió a Nínive, donde se estableció.
38 Y un día, mientras estaba adorando en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adramelec y Serasar lo asesinaron con la espada y luego escaparon al país de Ararat. En su lugar reinó su hijo Asaradón.
= 2 Re 20,1-11
38 1 Por aquellos días, Ezequías enfermó mortalmente y el profeta Isaías, hijo de Amós, fue a verlo y le dijo: “Así dice el Señor: ‘Debes tomar tus últimas disposiciones porque vas a morir, y no sobrevivirás’”. 2 Entonces Ezequías giró su rostro contra la pared e hizo esta oración al Señor: 3 “Señor, recuerda cómo he vivido ante ti con sinceridad y corazón íntegro, y cómo he hecho lo recto a tus ojos”. Y Ezequías se deshizo en lágrimas.
4 Entonces, la palabra del Señor llegó a Isaías en estos términos:
5“Vuelve para que le digas a Ezequías: ‘Así dice el Señor, Dios de tu padre David: He escuchado tu plegaria y he visto tus lágrimas. Añadiré quince años a tu vida. 6 Y te salvaré a ti y a esta ciudad del poder del rey de Asiria. Yo protegeré esta ciudad’”.
21 Luego Isaías ordenó: “Traigan una pasta de higos y colóquenla sobre la úlcera para que se sane”. 22 Entonces Ezequías preguntó: “¿Cuál es el signo de que podré subir al templo del Señor?”.
7 Isaías respondió: “Este es para ti el signo de que el Señor cumple la palabra que ha dicho: 8 Haré retroceder diez gradas la sombra que se ha alargado en la escalera de Ajaz por efecto del sol”. Y el sol retrocedió las diez gradas que había avanzado sobre la escalera.
38 9 Poema de Ezequías, rey de Judá, con motivo de su enfermedad y su restablecimiento:
10 Yo dije: En la mitad de mi vida tengo que marchar
hacia la morada de los muertos;
me privan del resto de mis años.
11 Yo dije: Ya no veré más a Dios, el Señor,
en la tierra de los vivientes;
ya no contemplaré a los hombres
en compañía de los habitantes del mundo.
12Levantan y doblan mi morada
como si fuera una carpa de pastores.
Yo tejía mi vida como un tejedor
y me cortan los hilos.
De la mañana a la noche estás acabando conmigo.
13 Gimo, pidiendo ayuda, hasta el amanecer.
Como un león me quebrantas los huesos.
De la mañana a la noche estás acabando conmigo.
14 Doy chillidos como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos languidecen mirando al cielo:
¡Señor, me oprimen! ¡Responde por mí!
15¿Qué le diré para que me responda,
si es él quien lo está haciendo?
Caminaré todos mis años
con la amargura en mi alma.
16 El Señor está cerca de los suyos:
ellos vivirán y su espíritu los animará.
También a mí me restablecerás
y me harás revivir.
17Miren, mi amargura se cambió en paz.
Me mostraste tu amor cuando me libraste de la tumba
y te echaste a la espalda todos mis pecados.
18 La morada de los muertos no te da gracias, ni la muerte te alaba, ni los que bajan a la fosa esperan en tu fidelidad.
19 El que vive, el que vive es quien te alaba, como yo ahora.
El padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
20 El Señor está dispuesto a salvarme.
Todos los días de nuestra vida
haremos sonar nuestras arpas en el templo del Señor.
¿Acaso no quiere decir que habrá paz y seguridad durante mi vida’[94]
= 2 Re 20,12-19
39 1En aquel tiempo, Merodac Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, enterado de que Ezequías había estado enfermo y se había restablecido, le envió cartas y un presente. 2 Ezequías se alegró mucho por ello y mostró a los mensajeros la cámara del tesoro, con la plata y el oro, las especias y el aceite finísimo, así como el arsenal y cuanto había en sus tesoros; nada quedó en su palacio y en sus dependencias que Ezequías no les mostrase.
3 Entonces el profeta Isaías vino a ver al rey Ezequías y le dijo: “¿Qué te han dicho esos hombres y de dónde han venido?”. Ezequías respondió: “Han venido de una tierra lejana, desde Babilonia”.
4 Isaías preguntó: “¿Qué han visto en tu palacio?”. Ezequías contestó: “Vieron todo lo que hay en mi palacio y no hay ninguna cosa que no les haya mostrado de mis tesoros”.
5Entonces Isaías dijo a Ezequías: Escucha la palabra del Señor todopoderoso: 6 ‘Mira, que vienen días en que todo lo que hay en tu palacio y lo que han atesorado tus padres hasta el día de hoy será llevado a Babilonia. No quedará nada – dice el Señor-. 7 A tus propios hijos, los que te han nacido, los tomarán para que sirvan como eunucos en el palacio del rey de Babilonia’”.
8 Ezequías replicó a Isaías: “Es favorable la palabra del Señor, que me has dicho”. Porque pensaba: “¿Por qué no? ¿Acaso esto no quiere decir que habrá paz y seguridad durante mi vida?”.
Is 52,7-12; 60,1; 62,11; Bar 5,7; Lc 1,76; 15,5; // 40,3: Mt 3,3; Mc 1,2-3; Jn 1,23; 40,3-5: Lc 3,4-6; 40,6-9: 1 Pe 1,24-25
40 1 “¡Consuelen, consuelen a mi pueblo!
– dice el Dios de ustedes -.
2 Hablen al corazón de Jerusalén
y grítenle que se ha cumplido su servicio militar
y que su culpa ya está pagada
porque recibió de mano del Señor
un castigo doble por todos sus pecados!”.
3Una voz grita:
“Preparen en el desierto el camino del Señor;
tracen en la estepa un sendero recto para nuestro Dios;
4 que se levanten los valles,
que se allanen los montes y las colinas,
que los barrancos se conviertan en llanuras,
y los terrenos escabrosos en planicies.
5Entonces se revelará la gloria del Señor,
y los seres humanos -todos juntos- la podrán ver,
porque la boca del Señor ha hablado”.
6Una voz dice: “Grita”.
El profeta responde: “¿Qué debo gritar?”.
“Que todo ser humano es como la hierba,
y toda su belleza es como la flor silvestre;
7cuando el aliento del Señor sopla sobre ellos,
la hierba se seca y la flor se marchita.
8 La hierba se seca y la flor se marchita,
pero la palabra de nuestro Dios
permanece por siempre”.
9 Sube a una montaña elevada,
mensajero de buenas noticias para Sion.
Levanta bien alto tu voz,
mensajero de buenas noticias para Jerusalén.
¡Levántala, no temas!
Anuncia a las ciudades de Judá:
“¡Aquí está el Dios de ustedes!”.
10 ¡Miren, el Señor Dios viene con poder,
y con su autoridad lo domina todo!
¡Miren, él viene con su salario,
y su recompensa lo precede!
11 Como un pastor, él apacienta el rebaño,
con su brazo recoge a los corderos, los lleva sobre el pecho,
y conduce con delicadeza a las ovejas que crían.
Is 17,13-14; 45,5; Sal 62,10; Job 28,23-27; Prov 8,22-31; Eclo 42,21; Sab 11,22; Hch 17,29;// 40,13: Rom 11,34; 1 Cor 2,16
12 ¿Quién ha medido el volumen del mar con el cuenco de sus manos?
¿Quién ha calculado con la palma de su mano la dimensión del cielo,
o con alguna otra medida el polvo de la tierra?
¿Quién ha pesado en la báscula los montes o en balanzas las colinas?
13 ¿Quién ha medido el espíritu del Señor?
¿Qué consejero lo ha instruido?
14 ¿A quién le pidió consejo para poder entender?
¿Quién le enseñó a administrar justicia?
¿Quién le enseñó el saber o lo instruyó en el camino de la prudencia?
15 Miren: las naciones son como gotas en un balde.
¡Pesan lo mismo que la niebla sobre una balanza!
Miren: las islas son como un grano de arena.
16 En el Líbano no hay leña
ni animales suficientes como para ofrecerle un holocausto.
17 Ante él las naciones son nada,
son consideradas como vacío y confusión.
Is 44,9-20; Jr 10,1-16; 2,26-28; Bar 3,34-35; 6; Sab 13,10-14,21
18 Ustedes, ¿con quién podrán comparar a Dios?
¿Con qué imagen lo representarán?
19 ¿Acaso con un ídolo que funde un artesano,
al que un orfebre lo recubre de oro
y un platero lo sujeta con cadenas de plata?
20 El que es muy pobre y no puede hacer esos gastos
elige una madera consistente
y busca un hábil artesano
para que le haga una imagen que no se caiga.
21 ¿Ustedes no lo saben? ¿No lo habían oído?
¿No se lo anunciaron desde el principio?
¿No han reflexionado cómo se fundó la tierra?
22 El Señor tiene el trono sobre la cúpula que cubre la tierra,
desde donde ve a sus habitantes como langostas.
Él extiende el cielo como un toldo
y lo despliega como una carpa donde se puede habitar.
23 Él reduce a nada a los que gobiernan,
y aniquila a los jueces de la tierra;
24 estos se secan como árboles recién plantados,
como semillas recién sembradas,
como brotes que apenas arraigan en la tierra,
cuando el Señor hace que el viento sople sobre ellos
y un vendaval se los lleve como paja.
25 “¿Con quién pueden ustedes compararme?
¿Quién es semejante a mí?”, dice el Santo.
26 Levanten los ojos a lo alto y miren: ¿Quién creó todo eso?
Él es el que pone en orden todo el ejército de los astros
y llama a cada uno por su nombre.
Tan grande es su poder y tanta su fuerza, que ninguno deja de acudir.
Is 49,14-16; Ez 37,11; Sal 103,5; Rom 11,34
27 ¿Por qué Jacob anda diciendo… por qué Israel anda murmurando:
“Al Señor no le importa mi destino;
mi Dios se ha olvidado de mis derechos?”.
28¿Acaso no lo sabes? ¿Es que no lo has oído?
El Señor es un Dios eterno que ha creado los confines de la tierra.
Él no se cansa ni se fatiga.
Su inteligencia es insondable.
29 El Señor da fuerzas a quien está cansado,
acrecienta el vigor del que está exhausto.
30 Los jóvenes se cansan y se fatigan;
los muchachos tropiezan y caen,
31 pero los que esperan en el Señor
renuevan sus fuerzas, vuelan como las águilas;
corren y no se fatigan, caminan y no se cansan.
Is 40,19-20.23; 44,6; 45,1-7; 2 Cr 36,22-23
41 1 ¡Guarden silencio ante mí, islas lejanas!
¡Que las naciones se animen y se presenten para hablar!
Comparezcamos juntos en un juicio.
2 ¿Quién hizo aparecer en oriente a este que siempre sale victorioso?
¿Quién le entrega los pueblos y le somete los reyes
para que su espada los reduzca a polvo
y su arco los disperse como paja?
3¿Quién hace que los persiga y avance tranquilo
como si sus pies no tocaran el camino?
4 ¿Quién lo realizó? ¿Quién lo hizo?
Es aquel que llama a la existencia las generaciones desde el comienzo.
“Yo soy el Señor desde el principio,
y siempre soy el mismo, hasta con los últimos.
5 Las islas lo han visto y temen,
los confines de la tierra se estremecen.
Que se acerquen y se presenten.
6 Uno y otro se ayudan.
Uno dice a su compañero: ¡Fuerza!
7El tallador anima al orfebre;
el que pule con el martillo, al forjador en el yunque,
y dice de la soldadura: “¡Ya está bien!”.
Luego ellos mismos sujetan al ídolo con clavos para que no se mueva.
Is 45,1-7; Dn 3,35; Sant 2,23
8 Tú, Israel, eres mi servidor;
tú, Jacob, mi elegido;
tú eres la descendencia de Abraham, mi amigo,
9 a quien elegí desde los extremos de la tierra,
a quien llamé desde sus confines del mundo, diciendo:
“Tú eres mi servidor, yo te he elegido y no te he rechazado”.
10 No temas, porque yo estoy contigo.
No te angusties, porque yo soy tu Dios.
Yo te fortalezco y te auxilio;
te sostengo con mi brazo victorioso.
11Se avergonzarán humillados
los que se enfurecían contra ti;
serán aniquilados y perecerán
los que te desafiaban en el juicio.
12 Buscarás a tus adversarios y no podrás encontrarlos.
Serán aniquilados, como si no existieran, los que te hacían la guerra.
13Porque yo, el Señor, tu Dios, te aferro por la derecha y te digo:
“No temas. Yo te auxilio.”
14No temas, gusanito de Jacob,
oruga de Israel, yo mismo te auxilio. Oráculo del Señor.
Tu redentor es el Santo de Israel.
15Mira, te convierto en una trilladora nueva, aguda, de doble filo:
trillarás las montañas hasta molerlas,
y reducirás las colinas como rastrojo.
16 Las echarás al viento y el viento se las llevará,
hasta que un vendaval las disperse.
Pero tú te alegrarás en el Señor,
te gloriarás en el Santo de Israel.
Is 35,6-7; 43,20; Sal 107,35; 2 Mac 7,16
17 Los pobres y los indigentes
buscan agua y no la encuentran.
Su lengua está reseca de sed.
Yo, el Señor, los atenderé.
Yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
18 Haré brotar ríos en las cumbres desoladas,
y manantiales en medio de los valles.
Transformaré el desierto en lagunas
y la tierra estéril en fuentes de agua.
19 Plantaré cedros en el desierto, acacias, arrayanes y olivares;
pondré cipreses en la estepa, junto con olmos y alerces,
20 para ellos que vean y sepan,
para que reflexionen y aprendan de una vez por todas,
que la mano del Señor ha hecho esto,
que el Santo de Israel lo ha creado.
Is 40,14; 41,2; 43,8-13; 44,7-11
21 Vengan a defender su causa, dice el Señor.
Presenten sus pruebas, dice el rey de Jacob.
22 Que se adelanten los testigos
y nos anuncien las cosas que van a suceder.
Que nos digan cómo fueron las cosas pasadas y prestaremos atención.
O bien, anuncien lo que vendrá y sabremos cómo terminará todo.
23 Manifiesten lo que sucederá después
y así conoceremos que ustedes son dioses.
Hagan al menos alguna cosa, buena o mala,
para que juntos nos sorprendamos o temamos.
24 Pero no; ustedes son nada, y sus obras menos que nada;
elegirlos a ustedes es despreciable.
25 Yo he suscitado a alguien del norte,
y él viene desde oriente,
me invoca por mi nombre,
pisotea a los gobernantes como el barro,
así como hace el alfarero con la arcilla.
26 ¿Quién de ustedes lo anunció desde el comienzo para que lo supiéramos?
¿Quién lo predijo de antemano para que dijéramos: “Es verdad”?
Pero no, ninguno lo anunció;
ninguno se hizo oír; nadie oyó una palabra de ustedes.
27 Yo fui el primero en anunciar a Sion:
“Miren, aquí está”;
yo fui el primero en enviar a Jerusalén un mensajero de buenas noticias.
28 Miré alrededor, pero no había nadie,
nadie a quién pedir consejo,
nadie que pudiera responder.
29 Todos ellos son nada,
y sus obras menos que nada;
sus estatuas son viento y vacío.
Este es mi servidor a quien yo sostengo
-primer cántico del Servidor del Señor-[106]●
Is 49,1-7; 50,4-9; 52,13-53,12; Sal 104,5; Mt 3,16; Jn 1,32-34; 8,12; 9,5 // 42,1-4: Mt 12,18-21
421 Este es mi servidor, a quien yo sostengo; [107]
mi elegido, en quien se complace mi alma.
He puesto mi espíritu sobre él,
para que manifieste el derecho a las naciones.
2No gritará, no alzará la voz,
ni proclamará por las calles su palabra.
3No quebrará la caña resquebrajada,
ni apagará la luz mortecina,
pero manifestará el derecho con firmeza.
4No vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra
porque hasta las islas esperan su enseñanza.
5Esto dice Dios, el Señor,
que crea y despliega los cielos,
y que consolida la tierra con su vegetación,
que da la respiración al pueblo que la habita
y el aliento a quienes caminan por ella:
6 “Yo, el Señor, te llamé en cumplimiento de mi plan salvador,
Te tomé de la mano, te protegí y te constituí
para ser alianza del pueblo y luz de las naciones,
7para que abras los ojos de los ciegos,
para que hagas salir a los cautivos de la cárcel,
y de la prisión a los que habitan en tinieblas.
Yo anuncio algo nuevo[108]
Is 44,6-8; 48,11
8Yo soy el Señor; este es mi nombre.
No cedo mi gloria a ninguno,
ni mi honor a los ídolos.
9Lo antiguo ya ha sucedido,
pero ahora yo anuncio algo nuevo
y lo comunico antes de que aparezca”.
Canten al Señor un cántico nuevo[109]
Sal 96; 98; 149; Ap 5,9
10Canten al Señor un cántico nuevo;
canten su alabanza, desde los extremos de la tierra,
los que navegan y todo lo que habita en el mar,
las islas y sus habitantes.
11Alcen la voz el desierto y sus poblados,
y lo mismo las tribus que habitan en Cadar;
exulten de alegría los habitantes de Petra,
aclamen con júbilo desde la cumbre de los montes.
12 ¡Den gloria al Señor, y en las islas proclamen su alabanza!
Is 42,19; 44,27; 50,2; Éx 15,3;Sal 107,33
13El Señor sale como un héroe,
como un guerrero estimula su furor;
lanza el grito de guerra, vocifera
y se muestra poderoso frente al enemigo.
14 “Por largo tiempo guardé silencio,
me callaba, me contenía;
pero ahora grito como una mujer que está por dar a luz,
me agito y gimo.
15Dejaré desolados los montes y las colinas,
haré secar toda su hierba,
convertiré los ríos en tierra árida, y desecaré los estanques.
16Conduciré a los ciegos por un camino que no conocen,
los guiaré por senderos que ignoran;
convertiré ante ellos las tinieblas en luz,
lo escabroso en llano.
Este es mi proyecto. Lo realizaré y no lo abandonaré.
17Retrocederán cubiertos de vergüenza
los que confían en los ídolos, los que dicen a sus obras:
“ustedes son nuestros dioses”.
Is 6,9-10; 9,17-18; 41,8; 2 Re 24,1-25,21; Mt 13,9-15; Mc 8,18
18 “¡Sordos, escuchen! ¡Ciegos, miren y vean!
19¿Quién está ciego sino mi servidor?
¿Quién es sordo como el mensajero que yo envío?
¿Quién es tan ciego como aquel que ha sido castigado,
tan ciego como el servidor del Señor?
20 Has mirado muchas cosas pero no has visto nada;
has abierto los oídos pero no has escuchado.
21 El Señor, por causa de su plan de salvación,
quiso hacer grande y gloriosa su enseñanza.
22 Este es un pueblo saqueado y despojado,
atrapado en cuevas, encerrado en calabozos.
Condenados al saqueo, sin que nadie los libre,
dado al despojo, sin que nadie diga: “Devuélvanlos”.
23 ¿Quién de ustedes da oídos a todo esto?
¿Quién escucha con atención lo que ha de venir?
24 ¿Quién entregó a Jacob para que fuera despojado?
¿Quién entregó a Israel para que fuera saqueado?
¿No fue acaso el Señor, contra quien habíamos pecado?
Porque ellos no quisieron caminar en sus caminos
ni obedecer su ley;
25 entonces el Señor derramó sobre Israel el ardor de su ira
y el furor de la guerra.
Las llamas lo envolvían, pero él no comprendió;
el fuego lo consumía, pero él no prestó atención.
Te he llamado por tu nombre y tú eres mío[112]
Is 41,8.14; Sal 91; Dn 3,19-97; 1 Cor 3,15
431 Y ahora, esto dice el Señor
que te creó, Jacob, el que te formó, Israel:
“¡No temas! Yo te he redimido,
te he llamado por tu nombre y tú eres mío.
2 Si tienes que atravesar las aguas, yo estaré contigo,
y en los ríos no te ahogarás.
Si tienes que pasar por el fuego, no te quemarás,
y las llamas no te abrasarán.
3 Porque yo soy el Señor, tu Dios,
el Santo de Israel, tu salvador.
Yo entregué a Egipto como precio de tu rescate,
a Etiopía y a Sabá a cambio de ti,
4 porque eres valioso para mí,
de gran precio, y yo te amo,
tanto que entregaría regiones a cambio de ti,
pueblos a cambio de tu vida.
5 No temas, porque yo estoy contigo.
Desde oriente traeré a tu descendencia,
y desde occidente te reuniré;
6 diré al norte: “devuélvelos”, y al sur: “no los retengas”.
Trae, por favor, a mis hijos que están lejos,
y a mis hijas desde el extremo de la tierra,
7 a todos los que llevan mi nombre,
a los que he creado para mi gloria,
a los que hice y formé.
Is 41,21-29; Dt 4,35; Sab 12,13; Jdt 9,14; Jn 15,16
8 Que se presente el pueblo ciego, aunque tiene ojos,
los que están sordos, aunque tienen oídos.
9 Que todas las naciones se congreguen
y todos los pueblos se reúnan.
¿Quién de entre ellos puede anunciar esto?
¿Quién puede proclamar lo que sucedió en el pasado?
Que ellos presenten sus testigos para justificarse,
para que se los escuche y se diga: “es verdad”.
10 Ustedes son mis testigos, – oráculo del Señor-,
y también mi servidor, a quien yo elegí,
para que ustedes sepan y crean en mí,
y comprendan que yo soy Dios.
Antes de mí no fue formado ningún dios,
y después de mí no existirá ningún otro.
11Yo, yo soy el Señor; fuera de mí no hay salvador.
12 Yo lo anuncié. Yo los salvé, y también lo he proclamado,
y no un dios extranjero que hubiera entre ustedes.
Ustedes son mis testigos –oráculo del Señor. Yo soy Dios.
13 Lo soy desde siempre, y nadie puede liberar de mi mano.
Lo que yo hago, ¿quién podría deshacerlo?
14 Esto dice el Señor que los redimió, el Santo de Israel:
“Para liberarlos a ustedes envié una expedición a Babilonia,
y arranqué los cerrojos de las prisiones.
El júbilo de los caldeos se convirtió en lamentos.
15 Yo soy el Señor, el Santo para ustedes,
el creador de Israel, el rey de ustedes”.
Abriré un camino en el desierto [114]
Éx 14,21-29; 17,1-7; Nm 20,1-13; Sab 14,3; 2 Cor 5,17; Ap 21,5 // 43,21: 1 Pe 2,9
16 Esto dice el Señor, que abrió un camino en el mar
y un sendero en las aguas impetuosas;
17que hizo salir a la batalla carros y caballos,
con un poderoso ejército de soldados
que caían para no levantarse,
y que se apagaron como una mecha que se extingue.
18 “No recuerden las cosas pasadas,
no se pongan a considerar las cosas antiguas.
19 Miren, yo realizo algo nuevo. Ya despunta, ¿no lo notan?
Abriré un camino en el desierto,
torrentes de agua en la tierra árida.
20 Me glorificarán las bestias salvajes, chacales y avestruces,
porque pondré agua en el desierto, ríos en la estepa,
para dar de beber a mi pueblo elegido,
21 a ese pueblo que me he formado
para que proclame mi alabanza.
Por mi cuenta cancelo tus crímenes y olvido tus pecados [115]
Gn 27,36; Os 12,4; Jn 9,3
22 Jacob, tú no me invocabas;
Israel, te cansaste de mí.
23 No me ofreciste tus ovejas en holocausto
ni me honraste con tus sacrificios.
Yo no te agobié exigiéndote ofrendas
ni te cansé pidiéndote incienso.
24 Tampoco me compraste perfumes,
ni me saciaste con la grasa de tus sacrificios.
Al contrario, me agobiaste con tus pecados,
me cansaste con tus culpas.
25 Pero yo, yo soy quien por mi cuenta
cancelo tus crímenes y olvido tus pecados.
26 Recuérdamelo y lo discutiremos juntos:
presenta tu versión, para demostrar que eres inocente.
27 Tu primer padre pecó, y tus representantes se rebelaron contra mí.
28 Por eso traté a los ministros del santuario como impíos;
entregué a Jacob al exterminio; a Israel, a los ultrajes.
Is 11,2; 42,1; Sal 22,10; Jn 7,36-39.
44 1 Ahora escucha, Jacob, servidor mío,
y tú, Israel, a quien yo elegí.
2 Esto dice el Señor, el que te hizo,
y te formó antes que nacieras: “Yo te auxilio.
No temas, servidor mío, Jacob,
y tú, Jesurún, a quien yo elegí.
3 Derramaré agua sobre el suelo sediento,
y arroyos en la tierra desierta.
Derramaré mi espíritu sobre tu familia,
y mi bendición sobre tus descendientes.
4 Brotarán entre la hierba verde
como los sauces a la orilla de las corrientes de agua.
5 Uno dirá: ‘yo soy del Señor’;
el otro se pondrá por nombre ‘Jacob’;
uno escribirá sobre su mano: ‘del Señor’,
y lo llamarán con respeto: ‘Israel’”.
¿Hay un dios fuera de mí? [117]
Is 41,21-29; 43,8-15; Jdt 9,5; Jn 13,19; Ap 1,17; 22,13
6Esto dice el Señor, el rey de Israel,
su redentor, el Señor todopoderoso:
“Yo soy el primero y yo soy el último,
y no hay ningún dios fuera de mí.
7¿Quién es como yo?
Que alguien lo proclame, lo declare y me lo demuestre
desde que fundé un pueblo eterno;
que alguien diga lo que sucedió y revele lo que vendrá.
8No tiemblen, no tengan miedo.
¿No lo había yo anunciado y proclamado desde antiguo?
Ustedes son mis testigos: ¿Hay un dios fuera de mí?
¡No hay otra roca! No la conozco”.
9 Los que modelan ídolos no valen nada,
y sus imágenes predilectas no tienen ninguna utilidad.
Ellos mismos son testigos de que esas estatuas no ven ni comprenden nada,
y por eso quedarán en ridículo.
10 ¿Quién modela un dios o funde una imagen sino para sacar una ganancia?
11 Todos sus adeptos quedarán en ridículo,
porque sus artífices no son más que hombres.
¡Reúnanse todos y vengan a presentarse!
Entonces temblarán y quedarán avergonzados.
12 El herrero cincela el hierro y lo trabaja en las brasas,
lo forja a golpes de martillo, lo modela con la fuerza de su brazo,
pasa hambre y queda sin fuerzas, no bebe agua y queda agotado.
13 El carpintero toma las medidas con una cuerda,
diseña el ídolo con un lápiz,
pule la madera y la delinea con el compás,
le da figura varonil y belleza humana para colocarlo en un templo.
14 Para ello corta cedros, o escoge un ciprés o una encina,
un árbol fuerte en el bosque;
o quizás el cedro que él plantó y la lluvia hizo crecer.
15 Esa madera sirve para que la gente la queme y se caliente con ella,
para hacer fuego y cocer el pan, o también para fabricar un dios y adorarlo;
así lo convierte en una imagen y se postra ante ella.
16 Quema una mitad del madero,
sobre las brasas asa la carne,
la come y queda satisfecho, se calienta y dice:
“¡Ah, qué bien! Siento el calor, veo las brasas”.
17Con la madera restante se hace un dios, una imagen,
se postra ante él, lo adora y reza: “Sálvame, porque tú eres mi dios”.
18 Ellos no entienden ni disciernen, porque sus ojos están pegados,
incapaces de ver, igual que sus mentes, incapaces de comprender.
19 Nadie reflexiona ni tiene inteligencia o buen sentido
como para decir: “Una mitad la he quemado en el fuego,
he cocido el pan sobre las brasas, he asado la carne y la he comido.
¿Voy a convertir el resto en una cosa abominable,
me postraré ante un trozo de madera?”.
20 El corazón engañado extravía a quien se satisface con las cenizas.
No se salvará el que no se pregunta:
“¿No es un engaño lo que tengo en la mano?”
Is 49,14-16
21Acuérdate de todo esto, Jacob, porque tú, Israel, eres mi servidor.
Yo te formé para que seas mi servidor; yo no te olvido,
22 disipé tus rebeliones como una nube,
y tus pecados, como la niebla.
¡Vuélvete a mí, porque te he redimido!
23 Cielos, griten de júbilo, porque el Señor ha actuado.
Aclamen con alegría, profundidades de la tierra.
Montañas, prorrumpan en gritos jubilosos,
también el bosque con todos sus árboles,
porque el Señor ha rescatado a Jacob,
ha puesto de manifiesto su gloria en Israel.
Is 42,5; 47,10-15; 54,11-17; 60,10-18; Dt 18,21-22; Tob 13,10-18; 14,5; 1 Cor 1,20; Ap 21
24 Esto dice el Señor, tu redentor
que te formó antes de que nacieras.
Yo soy el Señor, que hice todas las cosas.
Yo estaba solo cuando desplegué los cielos
y puse los fundamentos de la tierra. ¿Y quién estaba conmigo?
25 Hago fracasar los presagios de los adivinos
y pongo en ridículo a los agoreros;
hago volver a los sabios sobre sus pasos
y convierto su ciencia en necedad.
26 Confirmo la palabra de mi servidor,
y realizo el plan de mis mensajeros.
Digo de Jerusalén: “Será habitada”,
de las ciudades de Judá: “Serán reconstruidas”
y “Yo mismo levantaré sus ruinas”.
27 Yo digo al océano: “Vuélvete árido. Yo secaré tus corrientes”.
28 Yo digo a Ciro “Tú eres mi pastor”, y él cumplirá todo mi designio,
cuando le diga a Jerusalén: “Serás reconstruida”,
y al Templo: “Se pondrán tus cimientos”.
Is 41,1-5; 61,11; 44,6; Am 4,13; Sal 85,11-12
45 1 Así habla el Señor a Ciro, su ungido,
a quien tomé de la de la mano derecha
para que ante su presencia se rindan las naciones
y los reyes queden desarmados,
para abrir las puertas de las ciudades a su paso,
y para que los portales no se cierren:
2 “Yo iré delante de ti, derribando las murallas,
destruiré las puertas de bronce,
arrancaré los cerrojos de hierro;
3 te daré los tesoros ocultos y las riquezas escondidas
para que sepas que yo soy el Señor,
el Dios de Israel, que te llamo por tu nombre.
4 Por consideración a Jacob, mi servidor, y a Israel, mi elegido,
te llamé por tu nombre y te di un título de honor, aunque no me conocías.
5 Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay dios.
Te doy la investidura, aunque no me conoces,
6 para que sepan de oriente a occidente
que no hay ninguno fuera de mí.
Yo soy el Señor y no hay otro.
7 Yo modelo la luz y creo las tinieblas,
construyo la paz y creo la desgracia.
Yo, el Señor, realizo todo esto.
Is 29,16; 64,7; Eclo 33,13; Rom 9,20
8 ¡Que desde lo alto los cielos destilen el rocío!
¡Que las nubes derramen la justicia!
que se abra la tierra y brote la salvación,
y con ella germine la justicia.
Yo, el Señor, lo he creado.
9¡Ay del que no es más que una vasija entre otras vasijas de barro,
y se atreve a discutir con quien la fabrica!
¿Acaso le dice la arcilla al artesano: “¿Qué estás haciendo?
¡Tu obra es defectuosa!”?
10¡Ay de quien dice a su padre: “¿Qué has engendrado?”,
o a la madre: “¿Qué has dado a luz?”
11 Esto dice el Señor, el Santo de Israel, el que lo modeló:
“¿Acaso vendrán a pedirme cuentas de lo que hago con mis hijos?
¿o vendrán a darme órdenes sobre lo que debo hacer con la obra de mis manos?
12 Yo hice la tierra y he creado al ser humano sobre ella,
mis propias manos desplegaron el cielo,
y doy órdenes a todo su ejército de astros.
13 Yo suscité a Ciro en cumplimiento de mi plan de salvación
y allanaré todos sus caminos.
Él reconstruirá mi ciudad y dejará en libertad a todos mis deportados,
sin pedir un salario o una recompensa”,
dice el Señor todopoderoso.
Dios está contigo y no hay otro [123]
1 Re 10 // 45,14: 1 Cor 14,25
14 Esto dice el Señor:
“Los productos de Egipto, las mercancías de Etiopía
y los esbeltos hombres de Sabá
pasarán a tu poder y te pertenecerán.
Todos ellos marcharán detrás de ti,
vendrán cargados de cadenas,
se postrarán y te suplicarán:
‘Es verdad, Dios está contigo y no hay otro; no hay más dioses’”.
15 ¡Es verdad: tú eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador!
Is 43,9-12; Dt 30,11-14; Jdt 9,14,Sab 19,18-22; Rom 14,11; Flp 2,10-11 // 45,21: Mc 12,32
16 Los fabricantes de ídolos quedaron avergonzados y humillados;
todos ellos se marcharon llenos de vergüenza.
17 Pero Israel experimenta siempre la salvación que viene del Señor.
Nunca más serán humillados ni avergonzados.
18Esto dice el Señor, el que creó el cielo, -él es Dios-,
el Dios que modeló e hizo la tierra,
el que la estableció sobre sus fundamentos.
No la creó para que estuviera vacía,
sino que la modeló para que fuera habitada:
“Yo soy el Señor, y no hay otro.
19 No he hablado en secreto en un lugar oscuro de la tierra,
no dije a los descendientes de Jacob: ‘Búsquenme en el vacío’.
Yo soy el Señor, que digo lo que es justo y anuncio lo que es recto”.
20 “Reúnanse, vengan ustedes, acérquense todos juntos,
sobrevivientes de las naciones.
¡Qué ignorantes son los que cargan con su ídolo de madera
e invocan a un dios que no puede salvar!
21 Declaren, presenten pruebas y consúltense mutuamente:
¿Quién anunció esto desde antiguo?
¿Quién lo predijo desde hace mucho tiempo? ¿No fui yo, el Señor?
No hay otro dios fuera de mí.
Yo soy un Dios justo y salvador. No existe ningún otro fuera de mí.
22 Vuelvan a mí, todos ustedes, pueblos de los confines de la tierra,
y se salvarán, porque yo soy Dios, y no hay otro.
23 Lo juro por mí mismo,
he proclamado una palabra justa que no se retractará:
Ante mí se doblará toda rodilla, por mí jurará toda lengua,
24 diciendo: ‘La justicia y el poder solo vienen del Señor’”.
A él volverán avergonzados todos los que se habían rebelado contra él.
25 Toda la familia de Israel será salvada y engrandecida por el Señor.
Is 41,26; 42,9; 43,12; 44,7,21; 45,21; Éx 19,4; Jr 50,2; Bar 6,25.
46 1 El dios Bel cae por tierra, el dios Nebo se derriba:
sus ídolos fueron cargados sobre animales y bestias;
las imágenes que ustedes debían transportar al hombro,
ahora son una pesada carga sobre animales agotados.
2 Son ídolos que se derriban y caen por tierra; no pueden salvar a otros,
y ellos mismos marchan al destierro.
3 ¡Escúchame, familia de Jacob, el resto que queda del pueblo de Israel!
¡Yo los cargué a ustedes desde que estaban en el seno materno;
yo los llevé desde antes que nacieran!
4 Yo seguiré siendo el mismo hasta que seas anciano,
te sostendré hasta que tengas canas.
Así he actuado, así seguiré actuando;
yo te sostendré y te libraré.
5 ¿Con quién, parecido a mí, me pueden comparar?
¿A quién encontrarán que sea como yo?
6 Hay quienes vacían el oro de su bolsa, pesan plata en la balanza
y le pagan a un orfebre para que les fabrique un dios.
Después se postran para adorarlo,
7 lo llevan en andas y lo ponen en un lugar.
Se queda en el sitio donde lo colocan,
y no se mueve de allí.
Por más que griten, no responde ni los salva de un peligro.
8 ¡Pecadores, recuerden estas cosas! ¡Medítenlas! ¡Reflexionen!
9 ¡Recuerden lo que sucedió en tiempos antiguos!
¡Yo soy Dios y no hay otro! ¡No hay nadie como yo!
10 Desde el comienzo yo anuncio lo que sucederá en el futuro,
yo anuncio por anticipado lo que aún no ha sucedido.
Digo: “Mi designio se cumplirá. Yo realizo todo lo que quiero”.
11 Yo llamo desde el oriente a un ave de rapiña,
a un hombre de un país lejano que llevará a cabo mis planes.
Lo he dicho y haré que ocurra. Lo he dispuesto y lo realizaré.
12 ¡Escúchenme, corazones endurecidos que piensan que la liberación está lejos!
13 Yo hago que mi liberación se acerque. ¡No está lejos! Mi salvación no tardará.
Concederé la salvación para Sion y mi esplendor será para Israel.
¡Siéntate sobre el polvo, Babilonia! [126]
Is 13; Sof 2,15; Bar 4,31-33; Ap 18, 7-8
47 1 ¡Abajo, siéntate sobre el polvo, Babilonia!
Humillada como mujer que no tiene hijos,
deja el trono y siéntate sobre la tierra, capital de los caldeos,
porque ya no te volverán a llamar tierna y delicada.
2 Dedícate a moler el trigo,
quítate el velo, levántate el vestido,
y descubre tus piernas para cruzar los ríos.
3 Que se descubra tu desnudez y que todos vean tu intimidad.
Yo tomaré mi represalia y nadie se me opondrá.
4 ¡Nuestro Redentor! ¡Su nombre es: “El Señor todopoderoso”!
¡Él es el Santo de Israel!
5 Siéntate en silencio y entra en la oscuridad, hija de los caldeos,
porque ya no te volverán a llamar soberana de reinos.
6 Cuando me enfurecí contra mi pueblo, profané mi heredad
y la entregué en tus manos.
Pero tú no les mostraste misericordia,
sino que impusiste un pesado yugo sobre los ancianos.
7 Dijiste: ‘Seré soberana por siempre jamás’.
Sin embargo, no consideraste todas las cosas
ni pensabas cómo podría terminar.
8 Pero ahora escucha esto, ciudad sedienta de placeres,
que habitabas segura y decías en tu interior:
‘Yo y nadie más. Nunca quedaré viuda ni me quitarán mis hijos’.
9 Las dos cosas te sucederán de repente, y en el mismo día:
te quedarás a la vez sin hijos y viuda, a pesar de tus muchas brujerías
y del poder de tus hechizos.
10 Te sentías segura en tu maldad, y decías: ‘Nadie me ve’.
Tu sabiduría y tu ciencia te fueron trastornando,
mientras pensabas: ‘Yo y nadie más’.
11 Porque vendrá sobre ti una desgracia que no sabrás conjurar.
Caerá sobre ti un desastre que no podrás aplacar.
Una catástrofe que nunca sospechabas te sobrevendrá de repente.
12 Insiste en tus hechizos y en tus muchas brujerías
en las que te ejercitaste desde tu juventud;
quizás puedan servirte de algo, quizás inspires temor.
13 Te has cansado consultando a tantos consejeros.
Que ahora se presenten y te salven los astrólogos,
aquellos que contemplan las estrellas,
y presagian cada mes lo que te va a suceder.
14 Mira, ellos son como paja que el fuego consume;
no podrán librarse del poder de las llamas;
no alcanzaran siquiera a ser brasas para calentarse,
ni luz para iluminar a los que viven en la casa.
15 En eso terminaran todos tus hechiceros, por los que te interesaste desde tu juventud:
Cada uno irá errante por su camino, y no quedará salvación para ti.
Ahora, te hago escuchar cosas nuevas, secretos que no conocías[127]
Is 40,26; 42,8; Dt 9,6.13; Ez 2,4; 3,7; 36,22; Sal 147,4; Ap 1,17; 22,13
48 1 ¡Escuchen esto, descendientes de Jacob!
Ustedes llevan el nombre de Israel,
surgieron de la fuente de Judá,
juran por el nombre del Señor e invocan al Dios de Israel,
pero no guardan la fidelidad ni actúan con justicia.
2 Sin embargo, llevan el nombre de la ciudad santa,
y se apoyan en el Dios de Israel
que se llama “Señor todopoderoso”.
3 Desde antiguo yo había anunciado los hechos del pasado;
de mi boca salieron y los puse de manifiesto;
actué en un instante y se cumplieron.
4 Yo sabía que eras obstinado,
que tu cuello era como una barra de hierro, y que tu frente era de bronce.
5 Por eso te lo anuncié desde antiguo y lo proclamé antes de que ocurriera,
para que no dijeras:
“Lo hizo mi ídolo, lo ordenó la imagen que tallé, o la estatua que fundí”.
6Todo esto has escuchado. Contémplalo.
Y todos ustedes, ¿no lo van a anunciar?
Ahora, te hago escuchar cosas nuevas y secretas que no conocías.
7 Cosas que ahora son creadas, no en un tiempo antiguo ni el día de ayer.
Nunca las habías oído, de modo que no puedes decir: “Ya lo sabía”.
8 No lo habías oído ni lo sabías
porque desde antiguo te has hecho el sordo.
Yo sé que eres traidor
y que desde el seno materno te llaman “Rebelde”.
9 Pero por respeto a mí mismo reprimí mi ira,
por mi honor me contuve y no te aniquilé.
10¡Mira! Te purifiqué, pero no lo hice como se hace con la plata,
sino que te purifiqué en el horno de la aflicción.
11 Lo hago en atención a mí mismo
¿por qué se deberá hablar mal de mi nombre?
¡Yo no cedo mi gloria a nadie!
12 Escúchame, Jacob,
Israel, a quien he llamado:
yo soy, yo soy el primero y yo soy el último.
13 Mi mano puso los cimientos de la tierra, y mi derecha desplegó el cielo;
yo los llamo y ellos se presentan juntos.
Is 44,6.28; Rom 4,17
14 Reúnanse todos y escuchen:
¿Cuál de los ídolos anunció estas cosas?
Aquel a quien el Señor ama él llevará a cabo su plan
sobre Babilonia y la estirpe de los caldeos.
15¡Yo! ¡Yo lo dije! Yo lo llamé,
lo traje y tendrá éxito por donde vaya.
16 ¡Acérquense a mí y escuchen esto:
Desde el comienzo, nunca hablé en secreto,
y desde que empezó a cumplirse, yo estuve allí!
Y ahora el Señor Dios me envía con su espíritu.
Is 52,11; Gn 22,17; Éx 17,1-7; Jr 50,8; 51,6; Sal 78,15-16; Ap 18,4
17 Esto dice el Señor, tu Redentor,
el Santo de Israel:
“Yo, el Señor, tu Dios, te instruyo para que tengas éxito,
y te guío por los caminos por donde vayas.
18 ¡Ojalá hubieras atendido mis mandamientos!
Tu bienestar habría sido como un río,
y tu justicia como las olas del mar.
19 Tu descendencia sería como la arena,
y como granos de polvo, el fruto de tus entrañas.
Tampoco tu nombre habría sido aniquilado,
ni eliminado de mi presencia”.
20 ¡Salgan de Babilonia, huyan de los caldeos!
¡Que se anuncie con gritos de alegría! ¡Que se haga oír!
Publíquenlo hasta los confines de la tierra.
Digan: “el Señor ha rescatado a Jacob, su servidor”.
21 Los llevó por lugares desiertos pero no pasaron sed.
Él hizo brotar agua de la roca para ellos;
partió la roca y fluyeron las aguas.
Te convierto en luz de las naciones
-segundo cántico del Servidor-[131]
Is 42,1-10; 43,9; Jr 1,5; Mt 3,17; 12,18; Lc 2,32; Hch 26,23 // 49,6: Hch 13,47
49 1Escuchen, islas; presten atención, pueblos lejanos:
El Señor me llamó antes de que yo naciera,
y pronunció mi nombre cuando yo estaba en el vientre de mi madre.
2 Él hizo que mi boca fuera como una espada afilada,
pero me escondió bajo la sombra de su mano;
él hizo que yo fuera como una flecha aguda, pero me guardó en su aljaba
3 y me dijo: “Tú eres mi servidor, Israel,
por medio de ti yo me glorificaré”.
4 Pero yo decía: “En vano me he cansado,
por nada y de modo inútil he gastado mis fuerzas”.
Sin embargo, el Señor defendía mi causa;
mi Dios custodiaba mi recompensa.
5 Pero ahora habla el Señor,
que me formó como servidor suyo en el vientre de mi madre
para que hiciera volver a la familia de Jacob, para que reuniera a Israel,
y así yo sea glorificado ante el Señor, y mi Dios sea mi fuerza:
6 Él dice: “Es poca cosa que seas mi servidor
para restablecer las tribus de Jacob
y traer de vuelta a los sobrevivientes de Israel.
Yo te pongo como luz de las naciones
para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra”.
Is 40,1-4; 42,6-7; Bar 5,7 // 49,8: 2 Cor 6,2; 49,10: Ap 7,16
7 Esto dice el Señor, el redentor, el Santo de Israel,
al despreciado y aborrecido por las naciones, al esclavo de los poderosos:
“Cuando los reyes te vean se pondrán de pie, y los príncipes se postrarán,
porque el Señor es fiel,
porque el Santo de Israel te ha elegido”.
8 Esto dice el Señor:
“En el tiempo de gracia te he respondido,
en el día de la salvación te he auxiliado;
te protegí y te constituí para ser alianza del pueblo,
para que restaures el país
y distribuyas los territorios desolados,
9 para que digas a los cautivos: “¡Salgan!”,
y a los que están en tinieblas: “¡Muéstrense!”.
En los caminos tendrán pastos,
y en las montañas desiertas hallarán alimento.
10 No pasarán hambre, ni tendrán sed,
no les hará daño el calor sofocante ni el sol,
porque su guía es aquel que tiene misericordia
y los conduce a manantiales de agua.
11 Convertiré todas mis montañas en caminos
y mis colinas serán niveladas”.
12 ¡Miren! ¡Estos vienen desde muy lejos!
Unos vienen desde el norte, otros desde el lado del mar, y otros desde el país de Sinín.
13 ¡Cielos, griten de gozo! ¡Alégrate, tierra!
¡Entonen un canto, montañas!
Porque el Señor ha consolado a su pueblo
y se compadece de sus pobres.
Is 44,21.27; 54,8; 60; Jr 31,16-17; Os 11,8-9; Sal 22,2-3; Bar 5,5-6 // 49,18: Rom 14,11
14 Sion se quejaba: “El Señor me ha abandonado;
mi Dios me ha olvidado”.
15 ¿Acaso una madre puede olvidar al niño que está amamantando,
o no tener compasión del hijo de sus entrañas?
Aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré.
16 ¡Mira, te llevo tatuada en las palmas de mis manos!
¡Tengo siempre presente tus murallas!
17 Mientras tus destructores, los que te arrasaban, se alejan de ti,
los que vienen a reconstruirte llegan apresuradamente.
18 Levanta tus ojos y mira a tu alrededor:
todos se reúnen y vienen hacia ti.
Juro por mi vida -oráculo del Señor-,
que todos ellos serán para ti como una preciosa vestidura,
como el adorno de una novia.
19 Porque cuando se alejen los que te devoraban,
tus ruinas, tus lugares desolados y tu país destruido
resultarán estrechos para tus habitantes.
20 Los hijos del tiempo de tu esterilidad te gritarán:
“El lugar es demasiado estrecho para mí;
debes darme un sitio donde pueda habitar”.
21 Y tú pensarás en tu interior:
Si yo no tengo hijos y soy estéril, ¿quién los engendró para mí?
Si estuve desterrada y repudiada, ¿quién ha criado a estos hijos?
Si me habían dejado sola, estos, entonces, ¿dónde estaban?
22Esto dice el Señor: “Mira, con mi mano hago una señal a las naciones,
levanto mi bandera hacia los pueblos:
ellos traerán a tus hijos en brazos,
y a tus hijas serán llevadas a hombros.
23 Sus reyes serán tus tutores; sus princesas, tus nodrizas;
se postrarán, rostro en tierra, ante ti; lamerán el polvo de tus pies.
Entonces reconocerás que yo soy el Señor,
y que no defraudo a quien confía en mí.
24¿Se le puede quitar el botín a un guerrero,
o acaso se le escapa al vencedor su prisionero?
25 Ahora bien, esto dice el Señor:
“Aunque quiten el prisionero a un guerrero
y se le escape la presa al vencedor,
yo mismo defenderé tu causa; yo mismo salvaré a tus hijos.
26 Tus opresores comerán su propia carne,
se embriagarán de su sangre como de vino;
y todos sabrán que yo soy el Señor, tu salvador,
y que tu redentor es el fuerte de Jacob”.
Is 66,4; Dt 24,1-4; Os 2,4-9; Bar 4,6; Ap 3,20
50 1 Esto dice el Señor:
“¿Dónde hay un acta en la que conste que yo me divorcié de la madre de ustedes?
¿A quién le debo algo como para tener que entregarlos a ustedes como pago?
Miren, ustedes fueron vendidos por sus culpas,
y por sus crímenes fue repudiada la madre de ustedes.
2 ¿Por qué no había nadie cuando yo vine,
y nadie respondió cuando llamé?
¿Acaso mi brazo era tan corto que no pudo librarlos,
o no tuve fuerza para salvarlos?
¡Si solo con una orden yo puedo secar el mar,
hacer que los ríos se conviertan en desiertos,
y que por falta de agua los peces mueran de sed y se pudran!
3 Yo cubro el cielo de tinieblas y lo revisto con ropa de penitencia.
Cada mañana me despierta el oído
-tercer cántico del Servidor-[135]
Is 42,1-9; 49,1-7; 52,13-53,12; Mt 26,67; 27,30; Rom 8,31-33
4 El Señor Dios me enseña a hablar, como se enseña a los discípulos,
para que sepa sostener al abatido con mi palabra.
Cada mañana me despierta, y despierta mi oído
para que reciba su instrucción como los discípulos.
5 El Señor Dios me abrió el oído
y yo no me resistí ni me eché atrás.
6 Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
las mejillas a los que arrancaban mi barba;
no escondí mi cara ante los insultos y las escupidas.
7 El Señor Dios me ayuda, por eso no sentía los ultrajes,
por eso endurecí el rostro como una piedra,
y entendí que no quedaría defraudado.
8 Está cerca el que me hace justicia, ¿quién me hará un pleito?
Comparezcamos todos juntos, ¿Quién será mi adversario en el proceso?,
que se me acerque.
9 Sepan que el Señor Dios me ayuda, ¿quién me condenará?
Todos se gastarán como un vestido y la polilla se los comerá.
Ustedes, los que encienden fuego[136]
10 ¿Quién de ustedes teme al Señor y escucha la voz de su Servidor?
Aunque camine en tinieblas, sin ninguna claridad,
que confíe en el nombre del Señor y que se apoye en su Dios.
11 Pero todos ustedes, los que encienden fuego
y preparan flechas incendiarias,
¡caigan en la hoguera de su propio fuego,
bajo las flechas que ustedes mismos han encendido!
¡Esto lo hará mi propia mano y ustedes yacerán en el tormento!
Mi salvación durará para siempre [137]
Gn,12,1-3; Ez 33,24; Sal 102,26-27; Mt 5,6; 6,33; 2 Pe 3,7-12
51 1 Escúchenme, ustedes que anhelan la justicia y buscan al Señor:
Miren la roca de donde los tallaron,
la cantera de donde fueron extraídos.
2 Fíjense en Abrahán, su padre;
en Sara, que los dio a luz.
Cuando lo llamé, él era uno solo,
pero lo bendije y llegó a ser una multitud.
3 Del mismo modo el Señor consuela a Sion y a todas sus ruinas:
convertirá su desierto en un edén,
su tierra árida en el jardín del Señor.
En ella habrá gozo y alegría,
acción de gracias y cantos de alabanza.
4 Préstame atención, pueblo mío; nación mía, escúchame:
de mí saldrá la ley y en luz de las naciones constituiré mi derecho.
5 Mi justicia está cerca, ya llega mi salvación:
con mi poder regiré a los pueblos.
Las islas lejanas esperan en mí,
y ponen su confianza en mi poder.
6 ¡Levanten los ojos al cielo! ¡Miren hacia abajo, a la tierra!
El cielo se desvanece como el humo,
la tierra se gasta como un vestido,
sus habitantes mueren como langostas,
pero mi salvación durará para siempre,
y mi obra de justicia no tendrá fin.
7 ¡Escúchenme, los que conocen lo que es justo,
el pueblo que conserva mi ley en su corazón!
No teman las injurias de los hombres,
ni desfallezcan por sus insultos,
8 porque la polilla los devorará como a un vestido
y los gusanos los comerán como a la lana.
Pero mi justicia permanece para siempre,
mi salvación por todas las generaciones.
Is 35,40; 40,7; 59,21; Éx 14,5-31; Sal 74,12-14; 89,9-10
9 ¡Despierta, despierta, revístete de fuerza, brazo del Señor!
¡Despierta como en el pasado, como en las edades antiguas!
¿No eres tú quien destrozó al monstruo y traspasó al dragón?
10 ¿No eres tú quien secó el mar, las aguas del gran océano,
el que hizo un camino en las profundidades del mar
para que pasaran los redimidos?
11 Volverán los rescatados del Señor,
y entrarán a Sion con cánticos de júbilo
y con una alegría perpetua sobre sus cabezas.
Gozo y alegría los acompañarán; pena y aflicción se alejarán.
12 “¡Yo, yo mismo soy el que los consuela!
¿Quién eres tú para temer a un mortal que perece,
a un ser humano que pasa como la hierba?
13 Te olvidaste del Señor que te ha hecho,
el que despliega los cielos y establece los fundamentos de la tierra,
y estás temblando continuamente cada día,
ante el furor del opresor, dispuesto a destruirte.
Y ahora, ¿qué ha pasado con la furia del opresor?
14 El prisionero será liberado muy pronto,
no morirá en la cárcel ni le faltará el pan.
15 Yo soy el Señor, tu Dios, que agita el mar y hace rugir sus olas.
Mi nombre es ‘el Señor todopoderoso’.
16 Yo puse mis palabras en tu boca, y te cubrí con la sombra de mi mano
cuando desplegué los cielos, cuando puse los fundamentos de la tierra
y dije a Sion: ‘Tú eres mi pueblo’”.
Jr 15,5; 25,15; Nah 3,7; Sal 60,3; 75,9; 79,8; Ap 14,10; 16,19
17 ¡Despierta, despierta, levántate, Jerusalén!
Tú, que bebiste de la mano del Señor la copa de su ira;
tú, que bebiste el cáliz del vértigo hasta vaciarlo.
18 No hay quién la guíe de entre los hijos que dio a luz,
ni quién la lleve de la mano de entre los hijos que ha criado.
19 Dos desgracias cayeron sobre ti, ¿quién te compadece?
Saqueo y ruina, hambre y espada, ¿quién te consuela?
20 Tus hijos, desfallecientes, han quedado tendidos en las esquinas de todas las calles,
como ciervos atrapados en la red, colmados de la ira del Señor,
de la amenaza de tu Dios.
21 Por eso, escucha, pobre desdichada; borracha, pero no de vino.
22 Esto dice tu Señor, tu Dios, el que defiende la causa de su pueblo:
“Yo quito de tu mano la copa del vértigo;
nunca más volverás a beber el cáliz de mi ira.
23 Lo pondré en la mano de tus verdugos, de aquellos que te decían:
“Arrójate al suelo, para que pasemos encima”;
y tú pusiste la espalda como suelo,
como camino para todos los que transitaban.
Is 45,13; 2 Re 17,3-6; Ez 36,20-22; Bar 5,1-2; Ap 21,27
52 1 ¡Despierta, despierta! ¡Revístete de tu fuerza, Sion!
Vístete con el traje de gala, Jerusalén, ciudad santa,
porque no volverán a entrar en ti incircuncisos ni impuros.
2¡Sacúdete el polvo! ¡Levántate, Jerusalén cautiva!
¡Desata las cuerdas de tu cuello, Sion cautiva!
3 Porque esto dice el Señor:
“Los vendieron por nada, y también sin pagar nada serán rescatados”.
4 Porque esto dice Dios, el Señor:
“En el pasado mi pueblo emigró a Egipto
para habitar allí como extranjero;
después Asiria lo oprimió sin motivo.
5 Y ahora, ¿qué es lo que yo hago aquí? – oráculo del Señor.
Sin motivo, mi pueblo ha sido llevado a Babilonia;
sus opresores dan gritos de triunfo, – oráculo del Señor-
y cada día, sin cesar, ultrajan mi nombre.
6 Pero, mi pueblo reconocerá mi nombre,
y en ese día sabrá que yo soy el que le dice: “¡Aquí estoy!”.
Is 40,9-10; 48,20-22; 55,12-13; Éx 12,13; Nah 2,1; Esd 1,7-11; // 52,7: Rom 10,15; 52,11: 2 Cor 6,17
7 ¡Qué hermosos son sobre las montañas
los pasos del mensajero que proclama la paz,
que anuncia buenas noticias,
que proclama la salvación, y dice a Sion: “¡Ya reina tu Dios!”.
8 ¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz y todos juntos gritan alegres,
porque con sus propios ojos ven que el Señor vuelve a Sion.
9 Prorrumpan en cantos de alegría, ruinas de Jerusalén,
porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén.
10 El Señor ha manifestado su poder
a la vista de todas las naciones,
y todos los confines de la tierra verán
la salvación que ha realizado nuestro Dios.
11¡Váyanse! ¡Váyanse! ¡Salgan de Babilonia!
¡No toquen nada impuro! ¡Salgan de allí!
¡Que se purifiquen los que deben transportar los utensilios sagrados del Señor!
12 Sin embargo, no salgan precipitadamente.
La marcha de ustedes no es una fuga,
porque delante de ustedes camina el Señor,
y en la retaguardia va el Dios de Israel.
Él cargó con el pecado de todos
-cuarto cántico del Servidor-[142]
Is 42,1-9; 49,1-13; 50,4-9; Sal 22; Ef 1,20-21; Flp 2,9; 1 Pe 2,22-25 // 52,15: Rom 15,21; 53,1: Jn 12,38; Rom 10,16; 53,4: Mt 8,17; 1 Pe 2,24; 53,5-6: 1 Pe 2,24-25; 53,7-8: Hch 8,32-33; 53,9: 1 Pe 2,22; Ap 14,5; 53,12: Lc 22,37; 1 Pe 2,24
52 13 “Miren, mi servidor tendrá éxito,
será colocado en alto, y será exaltado en gran manera”.
14 Así como muchos quedaron estupefactos,
porque su aspecto no era el de un hombre, ni su apariencia la de un ser humano,
15 así también él asombrará a muchas naciones, y ante él los reyes cerrarán la boca,
porque verán algo jamás contado y comprenderán algo nunca oído.
53 1 ¿Quién creyó nuestro anuncio?
¿A quién se le reveló el poder del Señor?
2 Creció en presencia del Señor como un retoño,
como raíz en tierra árida; sin forma ni belleza.
Lo vimos sin aspecto atrayente,
3 despreciado y rechazado por los hombres,
abrumado de dolores, acostumbrado al sufrimiento,
como alguien a quien no se quiere mirar,
lo despreciamos y no lo tuvimos en cuenta.
4 Sin embargo, él cargaba
y soportaba nuestros dolores;
nosotros lo consideramos un castigado por Dios, golpeado y humillado.
5 Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones
y quebrantado por nuestros crímenes.
Sobre él recayó el castigo que nos trae la paz,
y por sus llagas fuimos curados.
6 Todos andábamos errantes como ovejas,
cada cual por su camino,
y el Señor hizo caer sobre él toda nuestra iniquidad.
7 Oprimido y humillado, se mantenía en silencio.
Como cordero llevado al matadero,
como oveja ante el esquilador,
enmudecía y no abría la boca.
8 Fue apresado por la fuerza y detenido sin juicio alguno.
¿Quién se preocupó por su destino?
Fue arrancado de la tierra de los vivos,
fue golpeado por las transgresiones de su pueblo.
9 Pusieron su sepultura junto con los malhechores,
su propia tumba, con los malvados
aunque no había cometido violencia alguna
ni hubo engaño en su boca.
10 El Señor quiso quebrantarlo con el sufrimiento.
Si él entrega su vida como expiación,
verá su descendencia y el Señor prolongará sus años;
así la voluntad del Señor triunfará por medio de él.
11 Después de una vida de aflicción verá la luz,
se saciará de conocimiento.
Mi servidor, el justo, traerá a todos la salvación
porque él cargó los crímenes de todos ellos.
12 Por eso le daré un lugar entre los grandes,
y dividirá el botín con los poderosos.
Porque indefenso entregó su vida hasta la muerte
y fue contado entre los culpables.
Sin embargo, él cargaba con el pecado de todos
e intercedía a favor de los culpables.
Is 49,14-26; 62,1-9; 66,7-14; Gn 8,21-22; 9,9-17; Os 1-3, 11,9 // 54,1: Gál 4,27
54 1 Canta con alegría, tú estéril, que no dabas a luz.
Prorrumpe en gritos de alegría, y clama en alta voz,
tú, que no has tenido los dolores de parto:
porque la abandonada tendrá más hijos que la casada –dice el Señor-.
2 Ensancha el espacio de tu carpa,
extiende los toldos de tu morada, no los recojas.
Alarga tus cuerdas, afirma tus estacas,
3 porque te extenderás a derecha e izquierda.
Tu descendencia heredará naciones
y poblará ciudades desiertas.
4 No temas, porque ya no tendrás que avergonzarte;
no te sientas humillada, porque ya no deberás sonrojarte.
Olvidarás la vergüenza de tu soltería,
y no te acordarás más de la humillación de tu viudez,
5 porque tu esposo es el que te hizo:
su nombre es Señor Todopoderoso.
Tu redentor es el Santo de Israel,
que se llama “Dios de toda la tierra”.
6 El Señor te llamó como a una mujer abandonada y de corazón abatido,
como a la esposa de la juventud que ha sido repudiada, dice el Señor.
7 Por un instante te abandoné, pero ahora me uno a ti con inmenso cariño.
8 En un arrebato de ira me oculté de ti por un momento,
pero te amo con un amor eterno, dice el Señor, tu redentor.
9 Me sucede como en tiempos de Noé,
cuando juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra;
así juro ahora que no volveré a indignarme contra ti ni amenazarte.
10 Aunque las montañas cambien de lugar y se derrumben las colinas,
mi amor por ti no cambiará, ni se derrumbará mi alianza de paz
-dice el Señor, que tiene misericordia de ti.
Is 60,10-18; Tob 13,17-18;Ap 21 // 54,13: Jn 6,45
11¡Azotada por la tempestad, ciudad a quien nadie consuela!
Mira, yo mismo asiento tus piedras sobre turquesas,
y pongo tus cimientos sobre zafiros.
12 Haré tus torres de rubíes, tus puertas de esmeralda,
y todo tu entorno de piedras preciosas.
13 Tus hijos serán discípulos del Señor,
y gozarán de una gran prosperidad.
14 Estarás afianzada en la justicia.
Lejos de la opresión, no tendrás que temerla;
y el terror no te podrá alcanzar.
15 Si alguno te ataca, no será de parte mía;
y quien te ataque, caerá ante ti.
16 Yo he creado al herrero, que sopla los carbones,
aviva el fuego y forja las armas para distintos usos.
Y también he creado al destructor que las usa para aniquilar.
17 Ningún arma forjada contra ti podrá hacerte daño,
y podrás hacer callar a toda lengua que intente acusarte en un juicio.
Esta es la herencia de los servidores del Señor,
la salvación que les he otorgado. Oráculo del Señor.
Jr 32,40; Ez 16,60; Eclo 24,19-22; Jn 4,1-14; 7,37-38; Ap 21,6; 22,17. // 55,3: Hch 13,34
55 1 ¡Sedientos, vengan a tomar agua aunque no tengan dinero!
¡Vengan, compren trigo y coman!
¡Vengan, compren vino y leche, sin dinero, gratuitamente!
2¿Por qué gastan dinero en lo que no alimenta
y su salario en lo que no da satisfacción?
Escuchen con atención y comerán lo que es bueno.
Podrán deleitarse con sabrosos manjares.
3 Presten atención y vengan a mí. Escúchenme y vivirán.
Yo sellaré con ustedes una alianza eterna,
fruto de mi amor inquebrantable por David.
4 Yo lo hice mi testigo ante los pueblos,
un guía y soberano de naciones.
5 Tú convocarás a una nación que no conoces;
una nación que no te conocía correrá hacia ti,
por amor del Señor tu Dios, del Santo de Israel, que te glorifica.
La palabra que sale de mi boca no volverá a mi vacía[146]
Os 5,6; Zac 1,3; Sal 103,11; 145,18; Sab 16,12; 18,14-15.// 55,10: 2 Cor 9,10
6 Busquen al Señor mientras se deja encontrar.
Invóquenlo mientras está cerca.
7 Que el malvado abandone su forma de actuar,
y el malhechor renuncie a sus planes,
que se convierta al Señor, porque tendrá misericordia con él,
que vuelva a nuestro Dios, porque es rico en el perdón.
8 “Porque mis planes no son como los de ustedes,
ni el modo de proceder de ustedes es como el mío. Oráculo del Señor.
9 Así como el cielo está por encima de la tierra,
así mi modo de actuar está por encima del de ustedes,
y mis planes están por encima de los de ustedes.
10 Como la lluvia y la nieve descienden del cielo,
y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra,
de fecundarla y hacerla germinar,
para que dé semilla al sembrador y pan al que come,
11 así será la palabra que sale de mi boca:
no volverá a mi vacía, sino que cumplirá mi deseo
y llevará a cabo la misión que le encomendé.
Ustedes podrán partir con alegría [147]
Is 41,19; 44,3-4
12 Ustedes partirán con alegría y serán conducidos en paz.
Ante ustedes, las montañas y las colinas prorrumpirán en cantos jubilosos,
y todos los árboles del campo aplaudirán.
13 En lugar de zarzas crecerán cipreses, y en vez de espinos brotarán mirtos.
Todo esto será para renombre del Señor,
una señal eterna que nunca será borrada.
III. TERCERA PARTE: ISAÍAS III[148]
Oráculo del Señor, que reúne a los dispersos de Israel [150]
Is 46,13; 51,6.8; Éx 20,8-11; Jr 17,27; 1 Mac 7,37; Sab 3,14; Ap 2,17; 3,5 // 56,7: Mt 21,13; Mc 11,17; Lc 19,46
56 1 Esto dice el Señor:
“Observen el derecho y practiquen la justicia,
porque mi salvación está por llegar,
y mi acto salvador está por manifestarse.
2 Dichoso quien actúa de esta manera,
el ser humano que lo observa con fidelidad:
el que observa el sábado sin profanarlo
y tiene cuidado de no hacer nada malo.
3 No diga el extranjero que se ha unido al Señor:
“Estoy seguro de que el Señor me excluirá de su pueblo”.
Tampoco diga el eunuco: “Yo soy un árbol seco”.
4 Porque esto dice el Señor:
“A los eunucos que observan mis sábados,
que eligen cumplir mi voluntad y mantienen mi alianza,
5 les daré en mi Templo y dentro de mis murallas
un monumento y un nombre más valioso que tener hijos e hijas,
les daré un renombre eterno que nunca les será quitado.
6 También a los extranjeros que se han unido al Señor para servirlo,
para amar el nombre del Señor y ser sus servidores,
los que observan el sábado sin profanarlo y mantienen mi alianza,
7 los traeré a mi montaña santa, los llenaré de júbilo en mi casa de oración.
Sus holocaustos y sacrificios serán aceptables sobre mi altar;
porque mi casa será llamada: “Casa de oración para todos los pueblos”.
8 Oráculo del Señor, que reúne a los dispersos de Israel:
“Todavía reuniré a otros junto a ellos, además de los ya reunidos”.
Is 3,12; 9,15; Jr 10,21; 12,10; 23,1-2; Ez 34,2; Sab 4,7-19
9 Vengan a comer, todas las bestias del campo
y todos los animales que están en la selva,
10 porque los guardianes están ciegos, ninguno sabe nada.
Todos ellos son perros mudos, incapaces de ladrar;
centinelas perezosos, a quienes les gusta dormir;
11 son perros voraces, que no se sacian.
¡Y sin embargo, ellos son los pastores, incapaces de comprender!
Cada cual va por lo suyo; cada uno, hasta lo último, busca su ganancia.
12 y dicen: “Vengan, yo traigo vino, nos emborracharemos con licores,
que mañana sea como hoy, o mucho mejor”.
57 1 El inocente desaparece sin que nadie haga caso.
También los hombres de bien son arrebatados
sin que nadie advierta que la maldad arrebata al justo,
2pero, cuando llegue la paz, los que van por el camino recto
descansarán en el lugar de su reposo.
Yo denunciaré tu injusticia [152]
Is 65,1-7; Jr 2,20.35; Ez 16; 23
3 ¡Ustedes, hijos de hechicera, acérquense aquí!
¡Hijos de un adúltero y una prostituta!
4 ¿De quién se burlan? ¿A quién le hacen muecas y le sacan la lengua?
¿Acaso ustedes, hijos rebeldes, no son hijos ilegítimos?
5 Ustedes arden de lujuria bajo los robles y cualquier otro árbol frondoso,
y sacrifican niños en los arroyos y entre las grietas de las rocas.
6 ¡Las piedras del arroyo serán tu herencia!
¡Piedras! ¡Sí, piedras te han tocado en suerte!
Porque sobre ellas derramaste libaciones y presentaste ofrendas.
¿Acaso me compadeceré ante todo esto?
7 Sobre una montaña alta y elevada colocabas tu lecho,
y hasta allí subías a ofrecer sacrificios.
8 Detrás de la puerta y de sus marcos escondiste tu ídolo,
porque me fuiste infiel, te desnudaste, subiste a tu ancha cama
e hiciste trato con aquellos con quienes querías acostarte y contemplar su desnudez.
9 Peregrinaste hasta el dios Moloc llevando ungüentos y gran cantidad de perfumes,
enviaste a tus mensajeros hasta lugares lejanos
y los hiciste bajar hasta la morada de los muertos.
10 Te agotabas con tantos desvaríos, pero no dijiste: “No tiene sentido”.
Encontrabas nuevo vigor y así no desfalleciste.
11¿A quién temes? ¿De quién tienes miedo
para que no te acuerdes de mí ni me tengas en cuenta?
¿Acaso ya no me temes porque he callado durante mucho tiempo?
12 Pero yo denunciaré tu injusticia, y tus acciones no te servirán de nada.
13¡Que venga tu colección de ídolos a salvarte cuando pidas socorro!
A todos se los llevará el viento; un soplo los arrebatará.
Pero el que se refugie en mí recibirá como herencia el territorio del país
y entrará en posesión de mi santa montaña.
Is 48,22; 54,8; Sal 51,19; 130,3; Ef 2,17
14 ¡Nivelen el camino! ¡Nivelen el camino! ¡Allanen el sendero!
¡Quiten todo obstáculo del camino de mi pueblo!
15 Porque así dice el altísimo y excelso,
el que vive para siempre y cuyo nombre es “santo”:
“Habito en un lugar alto y sagrado,
pero estoy con el arrepentido y el humilde
para reanimar los espíritus humillados,
para reanimar los corazones quebrantados.
16 No quiero estar en un pleito perpetuo, ni irritarme para siempre;
porque ante mí sucumbirían el espíritu y el aliento de vida que he creado.
17 Yo me irrité por su ambición culpable,
lo castigué, y enojado me aparté de él.
Pero él continuó rebelándose y haciendo sus propios caprichos.
18 Yo he visto su modo de actuar; sin embargo, lo voy a curar,
lo guiaré y lo colmaré de consuelos, a él y a los que hacen duelo por él,
19 creando esta alabanza que brota de los labios:
‘¡Paz al que está lejos! ¡Paz al que está cerca!’.
Yo lo sanaré”, dice el Señor.
20 Los malvados son como el mar borrascoso, que no puede calmarse
y cuyas aguas mezclan el fango y el barro.
21 “No hay paz para los malvados”, –dice mi Dios-.
Is 1,16-20; Zac 7,1-7; Tob 4,16; Eclo 34,26; Mt 6,16-18; 25,34-45 // 58,6: Lc 4,18-19
58 1 Grita con voz muy fuerte, no te contengas.
Alza la voz como una trompeta
y denuncia a mi pueblo sus delitos,
a la descendencia de Jacob sus pecados.
2 Todos los días me consultan y desean conocer mi voluntad,
como si fuera una nación que practica la justicia
y que no descuida el mandato de su Dios.
Me piden sentencias justas y desean estar cerca de Dios.
3 Ustedes dicen: ‘¿Para qué ayunamos si no haces caso?
¿Para qué mortificarnos si no lo reconoces?’.
Pero, en realidad, en el día de ayuno
ustedes buscan hacer lo que les da la gana
y explotar a sus trabajadores.
4 Ayunan en medio de pleitos y peleas,
golpeando salvajemente con el puño.
El día que quieran hacer oír su voz en el cielo, no ayunen de ese modo.
5 ¿Este es el ayuno que yo deseo en el día que alguien hace penitencia?
¿Inclinar la cabeza como un junco,
acostarse sobre ceniza con vestido de luto?
¿A eso le llaman ayuno, día agradable al Señor?
6 ¿No será más bien este el ayuno que yo quiero:
soltar las cadenas de la injusticia,
desatar las correas del yugo,
liberar a los oprimidos,
quebrantar todos los yugos,
7 partir el pan con el hambriento,
hospedar a los pobres que no tienen casa,
vestir a los que no tienen ropa,
y no desentenderte de los que son de tu misma condición humana?
8 Entonces tu luz surgirá como la aurora,
y tus heridas cicatrizarán en seguida.
Delante de ti marchará la justicia,
y detrás de ti irá la gloria del Señor.
9 Entonces clamarás al Señor, y él te responderá;
pedirás ayuda y te dirá: ‘Aquí estoy’”.
Cuando alejes de ti la opresión,
el dedo acusador y la calumnia,
10 cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo
y confortes al que desfallece,
entonces brillará tu luz en las tinieblas,
y tu oscuridad se volverá mediodía.
11 El Señor te guiará siempre,
te saciará en la tierra abrasada por el calor,
y dará vigor a tus huesos.
Serás un jardín bien regado,
un manantial de agua inagotable.
12 Reconstruirás viejas ruinas,
edificarás sobre cimientos antiguos.
Te llamarán ‘reparador de muros en ruinas’,
‘restaurador de casas para habitar’.
13 Si observas el descanso del sábado,
y no haces negocios en mi día santo;
si llamas al sábado ‘delicia’,
si lo consagras para la gloria del Señor
y lo honras en vez de ocuparte en tus negocios,
de buscar tu placer y discutir tus asuntos,
14 entonces encontrarás tu delicia en el Señor.
Yo te llevaré por encima de las alturas del país,
y te haré disfrutar del patrimonio de Jacob, tu padre”.
La boca del Señor ha hablado.
Is 1,10-26; 33,3; 38,14; 42,1; 51,16; 63,5; 65,7; Jr 8,15; 14,7; Am 5,18-20; Nah 2,7; Sal 50-51;
53,1; Job 8,14-15; Sab 5,17-23; Ef 6,14-17; 1Tes 5,8 // 59,7-8: Rom 3,15-17; 59,20-21: Rom 11,26-27
59 1 Miren, la mano del Señor
no es tan débil que no pueda salvar,
ni su oído tan duro que no pueda oír.
2 Fueron sus propias culpas las que los separaron de su Dios,
y los pecados de ustedes hicieron que él se apartara
para no tener que oírlos.
3 Porque ustedes tenían las manos manchadas de sangre,
y sus dedos sucios de crímenes.
Sus labios proferían solo mentiras
y sus lenguas murmuraban engaños.
4 Nadie promovía una causa con justicia,
nadie era juzgado con honestidad;
ponían su confianza en la mentira
y hablaban con falsedad.
Concebían el mal y daban a luz la iniquidad.
5 Incubaban huevos de serpientes y tejían telarañas:
quien come de esos huevos, muere,
y cuando se los rompe, de ellos salen víboras.
6 Sus hilos de telaraña no sirven para hacer vestidos,
nadie podrá cubrirse con sus tejidos.
Las acciones de ustedes son obras criminales,
y el producto de sus manos son actos de violencia.
7 Sus pies corren hacia el mal;
tienen prisa por derramar sangre inocente;
ustedes tienen proyectos criminales
que a su paso dejan desolación y ruina.
8 No conocen el camino de la paz,
y el derecho está ausente de sus sendas.
Torcieron los senderos a su favor,
y quien camina por ellos no conoce la paz.
9 Por eso, el derecho queda lejos de nosotros
y la justicia no se nos acerca.
Esperábamos la luz, y miren, llega la oscuridad;
esperábamos la claridad del día, pero caminamos en tinieblas.
10 Palpamos como ciegos las paredes,
y andamos a tientas como gente que no tiene ojos.
Tropezamos en pleno día como si fuera de noche,
teniendo salud estamos como muertos.
11 Gruñimos como osos, gemimos tristes como palomas;
esperábamos el derecho, pero no hay,
y la salvación sigue lejos de nosotros.
12 Porque nuestras transgresiones delante de ti fueron muchas,
y nuestros pecados testimonian contra nosotros.
Nuestros delitos nos acompañan,
y reconocemos nuestras culpas.
13 Fuimos rebeldes e infieles al Señor,
y hemos vuelto la espalda a nuestro Dios.
Hemos proyectado opresión y revueltas,
hemos planeado engaños en nuestro corazón.
14 Se ha tergiversado el derecho,
y la justicia permanece lejos.
La sinceridad tropieza en la plaza
y a la honradez no se le permite la entrada.
15 Ha desaparecido la sinceridad,
y quien se aparta del mal es arruinado.
El Señor ha visto todo esto,
y se ha irritado porque ha desaparecido el derecho.
16 El Señor vio que no había nadie
y se asombró porque ninguno intervenía.
Pero su poder lo socorrió y su justicia lo sostuvo.
17 Se revistió de justicia como una armadura,
y se puso la salvación como yelmo;
se vistió la túnica de la represalia
y se envolvió con el manto de la indignación.
18 A cada uno le dará su merecido:
el furor a sus adversarios, la represalia a sus enemigos,
y a los que viven en las islas lejanas les pagará lo que merecen.
19 Los de Occidente temerán el nombre del Señor,
y los de Oriente, su gloria;
porque él vendrá como un río en crecida,
empujado por el soplo del Señor.
20 En cambio, el Señor vendrá como redentor para Sion
y para los descendientes de Jacob que abandonaron su rebeldía. Oráculo del Señor.
21 “Esta es mi alianza que haré con ellos –dice el Señor-:
Mi espíritu, que está sobre ti
y mis palabras, que yo puse en tu boca,
no se apartarán de tus labios,
ni de los de tus hijos,
ni de los de tus nietos,
desde ahora y para siempre”, dice el Señor.
¡Levántate, resplandece, Jerusalén! [157]
Is 49,17-22; 55,5; 62,4-12; 66,20; Tob 13,10-18; Bar 4,37; 5,6; Ap 21,9-27
60 1 ¡Levántate, resplandece, Jerusalén, porque llega tu luz
y la gloria del Señor amanece sobre ti!
2 ¡Mira! Las tinieblas cubren la tierra
y una densa oscuridad a los pueblos,
pero sobre ti amanece el Señor y se manifiesta su gloria.
3 Las naciones caminarán a tu luz,
y los reyes al resplandor de tu aurora.
4 Levanta la vista y mira a tu alrededor:
todos se reúnen y vienen hacia ti.
Tus hijos llegan desde lejos,
y a tus hijas las traen en brazos.
5 Al ver esto te pondrás radiante;
tu corazón palpitará con fuerza y se emocionará
porque las riquezas del mar se volcarán sobre ti,
y los tesoros de las naciones llegarán hasta ti.
6 Te cubrirá una multitud de camellos
y dromedarios de Madián y de Efá.
Llegarán todos de Sabá, trayendo oro e incienso,
y proclamando las alabanzas del Señor.
7 Se reunirán ante ti todos los rebaños de Cadar
y los carneros de Nebayot servirán para el culto:
subirán a mi altar como ofrenda agradable,
y llenaré de esplendor mi Templo glorioso.
8 ¿Quiénes son esos que vuelan como nubes,
como palomas a sus palomares?
9 Ciertamente, en mí esperarán las islas,
con las naves de Tarsis que vienen en primer lugar
trayendo a tus hijos desde lejos, con su plata y su oro,
en homenaje al Señor, tu Dios,
al Santo de Israel, que te colma de esplendor.
10 Los extranjeros reconstruirán tus murallas
y sus reyes te servirán;
porque si te castigué en mi enojo,
en mi clemencia me compadecí de ti.
11 Tus puertas estarán siempre abiertas,
y no se cerrarán ni de día ni de noche,
para que las naciones te traigan sus tesoros,
transportados por sus propios reyes.
12 La nación y el reino que no te sirvan, perecerán,
y la nación que intente destruirte será destruida.
13 La gloria del Líbano vendrá hasta ti,
el ciprés, el olmo y el abeto,
para embellecer mi santuario, y yo glorificaré el estrado de mis pies.
14 Los hijos de tus opresores vendrán hacia ti humillados,
y se postrarán a tus pies todos los que te despreciaban.
Te llamarán “Ciudad del Señor”, “Sion del Santo de Israel”.
15Aunque fuiste abandonada, aborrecida y solitaria,
yo haré que seas el orgullo de los siglos,
la delicia de todas las generaciones.
16 Te nutrirás de la leche de las naciones,
y los reyes te amamantarán como madres.
Entonces sabrás que soy el Señor, tu salvador,
y que tu redentor es el Fuerte de Jacob.
17 En lugar de bronce, te traeré oro,
en vez de hierro, plata;
en lugar de madera, bronce,
y en vez de piedra, hierro.
Pondré a la paz para que te gobierne,
y a la justicia para que te dirija.
18 En tu tierra ya no se hablará más de violencia,
ni de ruina o destrucción en tus fronteras.
Tus murallas se llamarán “Salvación”,
y tus puertas, “Alabanza”.
19 El sol ya no será tu luz durante el día,
ni te alumbrará la claridad de la luna,
porque tu luz perpetua será el Señor
y tu Dios será tu esplendor.
20 Tu sol no se pondrá nunca más, y tu luna tampoco menguará,
porque el Señor será tu luz perpetua
y se habrán cumplido tus días de duelo.
21 En tu pueblo todos serán justos,
y poseerán el país para siempre.
Ellos serán el brote que yo plantaré,
obra que realizaré para manifestar mi gloria.
22 Del más pequeño saldrá un millar,
y del más insignificante se hará una nación poderosa.
Yo soy el Señor, y haré que se realice pronto, a su debido tiempo.
Is 42,1; 55,3; 58,12; Bar 5,1-2; Mt 3,16; Lc 7,22 // 61,1-2: Lc 4,18-19; Hch 7,49-50
61 1 El espíritu del Señor Dios está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres,
para curar los corazones desgarrados,
proclamar la liberación a los cautivos
y a los prisioneros, la libertad;
2 para proclamar un año de gracia del Señor,
un día de represalia de nuestro Dios,
para consolar a todos los afligidos.
3 Para darles a todos los que están de duelo en Sion,
una corona en lugar de ceniza,
perfume de fiesta en lugar de ropa de luto,
un manto de alabanza en lugar de un espíritu abatido.
A ellos los llamarán “robles de justicia”,
“plantación del Señor”, por manifestar su gloria.
4 Ellos reconstruirán sobre las ruinas antiguas,
restaurarán los escombros del pasado,
reedificarán las ciudades devastadas,
esos sitios desolados por generaciones.
5 Se presentarán extranjeros para apacentar sus rebaños,
hijos de forasteros serán sus labradores y viñadores.
6 Ustedes serán llamados “sacerdotes del Señor”;
y se les dirá “ministros de nuestro Dios”.
Comerán de las riquezas de las naciones,
y se adornarán con su esplendor.
7 A cambio de su vergüenza ellos tendrán una parte doble:
a cambio de su infamia, exultarán de alegría por su herencia;
heredarán el doble en la propia tierra
y gozarán de una perpetua alegría.
8 Porque yo, el Señor, que amo el derecho,
y detesto la rapiña y el crimen,
les daré con fidelidad su recompensa
y sellaré con ellos una alianza eterna.
9 Su descendencia será famosa entre las naciones,
y sus vástagos entre los pueblos;
quienes los vean reconocerán
que son la estirpe bendecida del Señor.
10 Desbordo de gozo en el Señor,
y mi alma se regocija en mi Dios:
porque él me vistió con vestiduras de salvación
y me ha envuelto en un manto de justicia,
como un novio que se ciñe la corona,
como una novia que se adorna con sus joyas.
11 Así como el suelo echa sus brotes
y como un jardín hace brotar sus semillas,
así Dios, el Señor, hará brotar la justicia
y la alabanza entre todas las naciones.
Is 40,10; 54; Sab 5,15-23 // 62,11: Mt 21,5
62 1 Por amor a Sion no callaré y por amor a Jerusalén no descansaré,
hasta que despunte el resplandor de su acto salvador
y su salvación brille como una antorcha encendida.
2 Las naciones verán que Dios te hizo justicia,
y los reyes contemplarán tu gloria:
te llamarán con un nombre nuevo,
que será declarado por el Señor.
3 Serás una corona refulgente en la mano del Señor,
una diadema real en la palma de tu Dios.
4 Ya no te llamarán “Abandonada”,
ni a tu tierra “Devastada”;
a ti te llamarán “Mi delicia está en ella”,
y a tu tierra “Desposada”,
porque el Señor se deleita en ti,
y tu tierra tendrá un esposo.
5 Como un joven se desposa con una virgen,
así te desposa el que te reconstruye.
Como se regocija el marido con su esposa,
así se regocija tu Dios contigo.
6 Sobre tus murallas, Jerusalén, he puesto centinelas.
Ellos no callarán ni de día ni de noche,
sin darse descanso, haciendo que el Señor se acuerde.
7 No le darán descanso hasta que la restablezca,
y haga que Jerusalén sea elogiada en toda la tierra.
8El Señor lo ha jurado con su mano en alto,
y con su brazo poderoso:
“No volveré a entregar tu trigo para que se lo coma tu enemigo,
ni los extranjeros beberán tu vino, por el que te fatigaste.
9Quienes lo cosechen lo comerán y alabarán al Señor,
y los que lo vendimien lo beberán en los atrios de mi santuario”.
10 «¡Pasen, pasen por las puertas!
¡Despejen el camino para que pase el pueblo!
¡Nivelen, nivelen el sendero y quítenle las piedras!
¡Levanten una bandera ante los pueblos!”.
11 Esto es lo que hace oír el Señor hasta en los extremos de la tierra:
“Digan a la ciudad de Sion: ¡Mira! Ya llega tu salvador.
Su salario lo acompaña y su recompensa lo precede.
12 Los llamarán “Pueblo santo”, “Redimidos del Señor”,
y a ti te llamarán “Buscada”, “Ciudad no abandonada”.
Is 34,1-17; Ez 25, 12-14; Am 1,11-12; Ap 14,19-20; 19,13-15
63 1¿Quién es ese que viene de Edom,
de Bosra, con las ropas enrojecidas?
¿Quién es ese, vestido de gala, que avanza lleno de fuerza?
“Soy yo, que sentencio con justicia y soy poderoso para salvar”.
2¿Por qué están rojos tus vestidos
y tu túnica está como la del que pisa el lagar?
3 Yo solo he pisado el lagar y nadie me ayudó de los otros pueblos.
Marché sobre ellos en mi cólera,
los he pisoteado con mi furor;
su sangre salpicó mis ropas y manché todos mis vestidos.
4 Porque yo había planeado el día de la represalia,
y había llegado el año en el que debía rescatar a mi pueblo.
5 Miré y no encontré a nadie que me ayudara;
me asombré de no encontrar apoyo.
Entonces mi propio poder me dio la victoria,
y mi furor fue mi apoyo.
6He pisoteado los pueblos en mi cólera,
los he embriagado con mi furor
e hice correr su sangre hasta el suelo”.
Éx 2,1.10; 14,5-31; 32,11-14; Dt 32,11-25; Sal 77,12-21; 89,1
7 Recordaré el amor del Señor y lo alabaré
por todo lo que hizo por nosotros,
por sus muchos beneficios a la familia de Israel,
que llevó a cabo con gran compasión e inmensa misericordia.
8 Él dijo: “Son mi pueblo, son hijos que no engañarán”,
y fue para ellos su salvador
9 en todas sus angustias.
No fue un mensajero ni un enviado;
él mismo los salvó, los redimió en su amor y en su clemencia;
cargó con ellos y los llevó en brazos todos los días del pasado.
10 Pero ellos se rebelaron contra él y entristecieron su santo espíritu.
Por eso se convirtió en su enemigo y les hizo guerra.
11 Entonces el pueblo se acordó de los tiempos antiguos, de los días de Moisés:
“¿Dónde está el que sacó del mar al pastor de su rebaño?
¿Dónde está el que le infundió su santo espíritu?
12 ¿El que hizo que su poder acompañara a Moisés?
¿El que dividió las aguas ante ellos, ganándose un renombre perpetuo?
13 ¿El que los hizo pasar por el fondo del mar,
sin que tropezaran, como a caballos por el desierto,
14 como a ganado que desciende al valle?”.
El espíritu del Señor los condujo a su reposo.
Así condujiste a tu pueblo, ganándote un nombre glorioso.
Is 41,14; Sal 18,8-10; 74,3; Tob 13,4; Ap 19,11
15Contempla desde los cielos
y mira desde tu santa y espléndida morada.
¿Dónde están tu celo y tu fortaleza?
¿Han cesado tu entrañable ternura y tu compasión hacia mí?
16¡Tú eres nuestro padre!
Abrahán nos desconoce, Israel nos ignora.
Tú, Señor, eres nuestro padre.
“Nuestro redentor” es tu nombre desde siempre.
17¿Por qué haces que nos apartemos de tus normas de conducta
y endureces nuestro corazón para que deje de temerte?
¡Vuélvete, por amor a tus siervos
y a las tribus de tu heredad!
18 Por muy poco tiempo tu pueblo santo
había disfrutado de su heredad,
cuando nuestros enemigos pisotearon tu santuario.
19 Hace mucho tiempo que somos gente sobre la cual tú no gobiernas,
y tu nombre no se invoca sobre nosotros.
¡Ojalá rasgaras los cielos y descendieras!
En tu presencia se estremecerían las montañas,
64 1como los arbustos quemados por el fuego,
como el agua que el fuego hace hervir.
Así te reconocerían tus enemigos,
y las naciones temblarían ante ti.
2 Cuando realizaste prodigios increíbles
que nosotros no habíamos esperado
y descendiste, se estremecieron las montañas.
3 Nunca se oyó, ni se escuchó,
ni se vio que otro dios fuera de ti
actuara así a favor de quien espera en él.
4 Tú sales al encuentro del que practica la justicia con alegría
y se acuerda de ti haciendo lo que tú ordenas.
Pero te enojaste porque hemos pecado.
Si seguimos con esta misma conducta, ¿seremos salvados?
Señor, ¿puedes permanecer insensible? [164]
Is 30,18; 63,16; Sal 25,7; 79,1; Tob 14,4; Eclo 33,13; 1 Cor 2,9.
5 Todos somos impuros,
nuestras buenas obras son como un trapo sucio;
todos somos como hojas secas,
y nuestras culpas, como el viento, nos arrastran.
6 Nadie invoca tu nombre
ni despierta de su sueño para apoyarse en ti,
porque te apartaste de nosotros
y nos entregaste a las consecuencias de nuestras iniquidades.
7 Sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre,
Nosotros la arcilla y tú nuestro alfarero.
Todos somos obra de tus manos.
8 No te irrites, Señor, hasta el exceso,
no estés recordando siempre nuestra iniquidad.
Mira que todos nosotros somos tu pueblo.
9 Tus santas ciudades han quedado vacías.
Sion se ha convertido en un desierto;
Jerusalén es una tierra devastada.
10Nuestro Templo, santo y magnífico,
donde te alabaron nuestros padres,
ha sido devorado por el fuego,
y todo lo que más amábamos se ha convertido en ruinas.
11Ante todo esto, Señor, ¿puedes permanecer insensible,
estar callado y afligirnos sin medida?
Is 57,3-13; Dt 32,21; 1 Re 3,2; Sab 6,12-21 // 65,1-2: Rom 10,20-21
65 1 Les respondí a los que no me preguntaban,
y salí al encuentro de los que no me buscaban.
Yo dije: “¡Aquí estoy! ¡Aquí estoy!”,
a una nación que no invocaba mi nombre.
2 Todo el día extendía mis manos hacia un pueblo rebelde
que va por mal camino, detrás de sus propios proyectos.
3 Este es un pueblo que me irrita sin cesar,
que sacrifica en los jardines y ofrece incienso sobre ladrillos,
4 que tiene su morada en los sepulcros y pasa la noche en cavernas,
que come carne de cerdo y tiene un caldo repugnante en sus platos.
5 Ellos dicen: “Retírate, no te me acerques
que te voy a contagiar mi santidad”.
Ellos son como humo en mis narices,
un fuego que arde todo el día.
6 ¡Miren! Todo eso está escrito delante de mí,
y no me quedaré en silencio hasta que les dé su merecido.
Les daré su merecido a ustedes mismos,
7 por sus culpas y también por las de sus padres – dice el Señor –
porque ellos ofrecían incienso en las montañas
y me ofendían en las colinas.
Calcularé bien su merecido por sus acciones pasadas
y se las haré pagar.
Por amor a mis servidores, no los destruiré a todos [166]
Is 4,3; 50,2; 57,13; 66,4; Jr 7,13; Lc 6,20-26; Ap 2,17
8Esto dice el Señor:
“Cuando se encuentra un racimo jugoso se dice:
‘No lo arruines, porque es una bendición’.
Yo actuaré de la misma manera por amor a mis servidores:
no los destruiré a todos.
9 Les daré a Jacob y a Judá una descendencia que heredará mis montañas.
La heredarán mis elegidos, la habitarán mis servidores.
10 Para mi pueblo, para los que me han buscado,
el Sarón será un redil de ovejas,
y el Valle de Acor un prado para el ganado.
11Pero a ustedes, los que han abandonado al Señor,
y se han olvidado de mi santa montaña,
los que preparan una mesa en honor de la diosa Fortuna
y llenan las copas de vino mezclado en honor del Destino,
12 yo los destino a la espada.
Tendrán que inclinarse para ser degollados,
porque los llamé y no respondieron;
les hablé y no escucharon.
Hicieron lo que desapruebo
y eligieron lo que me desagrada.
13 Por eso, así dice Dios, el Señor:
“¡Miren! Mis servidores comerán, pero ustedes tendrán hambre.
Mis servidores beberán, pero ustedes pasarán sed;
mis servidores estarán alegres, pero ustedes quedarán avergonzados.
14 ¡Miren! Mis servidores cantarán con el corazón jubiloso,
pero ustedes se lamentarán con el corazón dolorido,
y gemirán con el ánimo quebrantado.
15 El nombre de ustedes se usará entre mis elegidos
como una maldición: “Que Dios, el Señor, te haga morir….”
Pero sobre mis servidores se invocará otro nombre.
16 Todo el que haya de ser bendecido en el país,
será bendecido por el Dios fiel,
y todo el que jure en el país, jurará por el Dios fiel,
porque las angustias del pasado habrán sido olvidadas
y habrán desaparecido de mi vista.
Alégrense para siempre por lo que voy a crear[167]
Is 11,7-9; 51,6; 66,22; Jr 31,5; Am 9,14; Ap 21,1.4 // 65,17: 2 Pe 3,13
17 ¡Miren! Yo estoy creando un cielo nuevo y una tierra nueva;
de las cosas pasadas no quedará recuerdo, ni se las traerá a la memoria.
18 Regocíjense, alégrense para siempre por lo que voy a crear.
Yo creo una Jerusalén alegre y un pueblo exultante,
19 me alegraré por Jerusalén y exultaré por mi pueblo.
En ella ya no se oirán llanto ni gemido,
20 no habrá niño que viva pocos días,
ni anciano que no colme sus años;
porque será joven quien muera a los cien años,
y quien no los alcance se tendrá por maldito.
21 Construirán casas y las habitarán,
plantarán viñas y comerán sus frutos.
22 No construirán para que otro habite,
ni plantarán para que otro coma;
porque los días de mi pueblo
serán tan numerosos como los días de los árboles,
y mis elegidos disfrutarán del trabajo de sus manos.
23 No se fatigarán en vano,
ni engendrarán hijos para un fin desastroso,
porque serán semilla bendita del Señor,
ellos y sus retoños junto con ellos.
24 Antes de que me llamen, yo les responderé;
estarán hablando, y yo ya los habré escuchado.
25 El lobo y el cordero pacerán juntos,
el león y el ganado comerán forraje
y el alimento de la serpiente será el polvo.
No habrá daño ni estrago en toda mi montaña santa -dice el Señor-.
Yo vuelvo la mirada hacia el pobre y al de espíritu abatido[168]
Is 50,2; 54,1-3; 65,2-7.12; Jr 7,13; Sal 11,4; 24,1-2; Mt 5,34-35; Hch 7,49-53; 1 Tes 1,10; Ap 16,17
66 1 Esto dice el Señor:
“El cielo es mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies.
¿Qué templo piensan construirme? ¿O qué lugar para mi reposo?
2 Si el universo lo hizo mi mano,
y así todo cobró existencia. Oráculo del Señor.
Por eso yo vuelvo la mirada
hacia el pobre y al de espíritu abatido
que se estremece ante mis palabras.
3 El mismo que inmola un toro, golpea a muerte a un hombre;
el mismo que sacrifica una oveja, desnuca un perro;
el que presenta una ofrenda, también ofrece sangre de cerdo;
el que hace un memorial de incienso, del mismo modo bendice un ídolo.
Ya que ellos eligieron su forma de actuar, y se complacen en sus ídolos,
4 también yo haré una selección de sus caprichos
y se los devolveré como causa de terror.
Porque yo los llamé, y no respondieron; les hablé, y no escucharon.
Hicieron lo que desapruebo y eligieron lo que me desagradaba.
5 Escuchen la palabra del Señor los que se estremecen ante su palabra:
“Van a quedar avergonzados sus hermanos,
esos que detestan y rechazan a ustedes por causa de mi nombre, y dicen:
‘Que el Señor manifieste su gloria para que veamos la alegría de ustedes’.
Pero ellos quedarán avergonzados”.
6 ¡Escuchen! Un estrépito viene de la ciudad, una voz viene del Templo.
Es la voz del Señor, que toma represalias contra sus enemigos.
Is 30,27-29; Jn 16,20-22; Ap 12,5
7 Antes de sentir las contracciones, dio a luz;
Ante que le llegaran los dolores, ha tenido un hijo varón.
8 ¿Quién escuchó o ha visto una cosa semejante?
¿Se puede dar a luz un país en un solo día?
¿Se hace nacer una nación de una sola vez?
Sin embargo, antes de sentir los dolores, Sion dio a luz a sus hijos.
9 “¿Acaso yo abriré la matriz y no haré dar a luz?” – dice el Señor.
“¿Yo, que hago dar a luz, habría de cerrar el seno?” -dice tu Dios.
10 Alégrense con Jerusalén, exulten con ella todos los que la aman;
únanse a su gozo todos los que estaban de duelo por ella.
11 Mamarán de sus pechos, se saciarán de sus consuelos
y saborearán las delicias de sus senos generosos.
12 Porque así dice el Señor:
“Yo haré derivar hacia ella como un río, la paz,
como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones.
Sus niños de pecho serán llevados en brazos
y serán acariciados sobre las rodillas.
13 Como a un niño a quien su madre consuela,
así yo los consolaré, y ustedes serán consolados en Jerusalén”.
14 Cuando ustedes vean todo esto, sus corazones se alegrarán,
y sus huesos retomarán el vigor como la hierba.
El Señor manifestará a sus servidores su poder,
y a sus enemigos, su indignación.
El Señor se muestra como juez [170]
Is 60,1-3; 65,2-17; Lv 11,7; Dt 14,8;
15 El Señor viene en medio del fuego,
y sus carros arremeten como un torbellino
para descargar su ira con furor,
y su amenaza con llamas de fuego.
16 El Señor se muestra como juez sobre todo ser viviente
por medio del fuego y de su espada,
y serán numerosas las víctimas del Señor.
17 Perecerán todos juntos
aquellos que se consagran y se purifican
para ir a los jardines,
detrás del ídolo que está en el centro,
y que comen carne de cerdo, reptiles y ratas. Oráculo del Señor.
Yo vendré a reunir a todas las naciones[171]
Is 65,17; Gn 10,2-4; Jr 31,35-36; Ez 6,13; 34,13; Jdt 16,17; Bar 5,6; Eclo 7,17; Mt 24,31; 25,32; // 66,22: 2 Pe 3,13; 66,24: Mc 9,48
18 Yo, aunque conozco sus acciones y sus pensamientos,
vendré a reunir a las naciones de toda lengua.
Ellas vendrán y verán mi gloria.
19 Les daré una señal y enviaré a algunos de sus sobrevivientes a las naciones:
a Tarsis, Libia y Lidia, Mosoc, Ros, Túbal y Javán, y a las islas lejanas
que nunca oyeron hablar de mí ni vieron mi gloria.
Ellos anunciarán mi gloria a las naciones.
20 Entonces, del mismo modo que los israelitas traen ofrendas
al templo del Señor en un recipiente puro,
de todas las naciones traerán hasta mi santa montaña de Jerusalén,
como una ofrenda para el Señor,
a todos los hermanos de ustedes,
a caballo, en carros, en carrozas,
en mulos y en dromedarios.
21 Y yo tomaré a algunos de ellos
para que sean sacerdotes y levitas -dice el Señor-.
22 Porque, así como el cielo nuevo y la tierra nueva
que yo hago estarán siempre en mi presencia,
-oráculo del Señor-,
así permanecerán la descendencia y el nombre de ustedes.
23 Cada mes y cada semana vendrán todos a postrarse ante mí, -dice el Señor-.
24 Y al salir verán que no muere el gusano ni se extingue el fuego
de los cadáveres de aquellos que se rebelaron contra mí.
Serán un horror para todo el mundo.
[1] 1,1. La visión expresa una capacidad de penetrar la realidad (pasada, presente, futura) en su profundidad última; es un ver con otros ojos, una profundización en el sentido sagrado de la historia, una revelación que parte de Dios al profeta: Is 1,1; 2,1 (cf. Ez 1,1; Am 1,1; Miq 1,1; Nah 1,1; Hab 1,1). Como la experiencia más decisiva del Dios de Israel es la escucha de su palabra, la visión se describe en forma de diálogo; la palabra– dabar– es la que permite “ver” al profeta y comprender el sentido de lo contemplado (cf. Is 6,13). Los oráculos sobre Judá y Jerusalén (Is 1,2-5,30), con denuncias y llamados a la conversión culminan en una reflexión sapiencial (5,1-7); pero la promesa de una renovación histórica proyecta hacia una esperanza mesiánica con los anuncios sobre el Emmanuel (6,1-12,6).
[2] 1,2-3. En un escenario cósmico se convoca al cielo y a la tierra como testigos (cf. Dt 32,1; Miq 1,2) del juicio a Israel que no acaba de conocer ni de comprender la presencia y los proyectos de su Dios. La tradición cristiana, inspirada en este pasaje, introdujo en el pesebre de Belén un buey y un asno capaces de reconocer a su Señor.
[3] 1,4-9. La lamentación describe la situación del país, del campo y de las ciudades, abandonadas por sus habitantes; la fidelidad del “Santo de Israel” (v.4), un modo propio y casi exclusivo del profeta para designar al Señor, es la garantía de existencia del “resto” que queda como signo de esperanza para la restauración futura.
[4] 1,10- 20. Los nombres de estas ciudades malditas (cf. Gn 19; Dt 29,22; Am 4,11) se aplican ahora al pueblo y a sus autoridades. El cúmulo y variedad de sacrificios y fiestas cultuales se contrapone con la exhortación a practicar la justicia con el oprimido, la viuda y el huérfano. Un culto verdadero no puede coexistir con la injusticia. La sangre derramada por los animales sacrificados (v.11) no cubre la sangre de las injusticias que mancha a los oferentes (v.15). La invitación a “venir y discutir” en un juicio con el Señor abre la posibilidad de purificarse y capacitarse para la conducta que garantiza el favor divino al pueblo en su propia tierra.
[5] 1,21-28. Las imágenes de la ciudad prostituta y de los metales y vinos adulterados, denuncian una corrupción íntima que se muestra en el desempeño de las autoridades (v. 23), de magistrados y de consejeros amantes del soborno (v.26). Esta dinámica destructiva constituye ya el castigo para Jerusalén, pero es también el crisol a partir del cual el Señor puede purificar y hacerla de nuevo una “ciudad justa”.
[6] 1,29-31. La referencia a cultos de origen cananeo, relacionados con la vegetación -árboles y jardines-, aquí ubicados en el ámbito de la ciudad santa, Jerusalén, indica que el abuso idolátrico se extendía también al reino de Judá.
[7] 2,1-5. Jerusalén es el centro de la salvación. Hacia la montaña del Señor se dirige la peregrinación de las naciones, porque desde allí “sale” al encuentro de los pueblos la palabra del Señor, que irradia la paz sin límites y transforma las armas en instrumentos de progreso y bienestar para todas las naciones.
[8] 2,6-22. “Descendientes de Jacob” designa no solo al pueblo, sino principalmente a los responsables de su suerte: el rey y su corte, los sacerdotes, los jueces, los consejeros. En la corrupción producida por la enorme riqueza y la idolatría, el profeta prevé la decadencia del reino; perder la identidad religiosa por la infidelidad al Señor, lo hace claudicar servilmente ante un enemigo poderoso. Así el “día del Señor” se cierne sobre el país (vv.10.19), para acabar con la arrogancia del poder político, militar, económico y religioso (vv.12-18); será un día en el que hasta los ídolos buscarán refugio (vv.19-21), porque el castigo tendrá un alcance universal (vv.11.17.22).
[9] 3,1-9. En la misma anarquía política de Jerusalén, por la ausencia de dirigentes competentes para la nación, por la opresión y por la rebeldía de los que detentan el poder, se hace presente el castigo del Señor para el reino de Judá, porque este preceder atrae la propia desgracia.
[10] 3,10-15. El Señor entabla un juicio contra los dirigentes de Israel (3,14-15; cf. 2,6) y se pone como garante del pueblo que llama “mío”; él es el único que cuida y protege a esa “viña” de su propiedad (v.14).
[11] 3,16- 4,1. Además de una crítica al lujo y a la vanidad de las mujeres de los poderosos, esta referencia subraya el caos político y religioso; en efecto, las “hijas de Sion” -en plural- parecen designar a ciudades vasallas de la capital (cf. Is 4,4; Jos 15,45; Jue 11,26; Sal 48,12; 97,8). Las connotaciones de altanería, soberbia, orgullo las igualan a Sodoma, a Tiro y a la misma Jerusalén, apartada de su Señor. La imagen de la prostituta que busca sus amantes conlleva un fuerte sentido político (cf. Ez 23), al igual que los adornos -joyas, cadenas, turbantes-, representativos del poder; las alianzas fuera de la voluntad divina humillan, pervierten y llevan a la ruina a todo el reino de Judá.
[12] 4,2-6. “Retoño”, “germen” o “vástago del Señor” se refieren a un rey, diverso de las actuales autoridades de Judá (3,12-15), que cumplirá su misión con espíritu de justicia y purificación (v. 4; cf. Is 9 y 11). Esplendor, gloria, orgullo, ornamento, describen la pretendida gloria de las naciones o las ciudades (Asiria, Egipto, Babilonia, Samaría) que se opone a la gloria que Dios regalará a su ciudad. Sus sobrevivientes no son solo los que quedan después de la destrucción del país, sino los que han resistido a la pérdida de identidad nacional y religiosa, efecto de la alianza entre el rey Ajaz y Asiria (735 a. C). Las imágenes de la nube, el fuego y el toldo evocan la protección del Señor del éxodo y su fidelidad a Sion, que espera una liberación análoga en el tiempo histórico actual de su sometimiento.
[13] 5,1-7. Esta parábola es una reflexión sobre el proceder divino y la respuesta de la creatura; es un enigma de la conducta humana que ante los dones gratuita y generosamente recibidos responda de manera contradictoria. Así también sucede como experiencia histórica entre Dios e Israel, su viña predilecta, incapaz de responder del modo esperado.
[14] 5,8-24. Introducidos por “Ay”, estos oráculos son imprecaciones que evocan la lamentación por un difunto, y dan un tono profundo de aflicción al juicio que se anuncia. Las seis unidades, con 10,1-4, de estructura análoga, la séptima, identifican el destinatario, la acusación y el anuncio del castigo y completan un mensaje total de condena para los que usurpan propiedades ajena, para ricos sibaritas e insensibles ante la indigencia del pueblo, para los que desafían la palabra del Señor y para jueces que se dejan sobornar.
[15] 5,25-30. El instrumento del castigo, un pueblo guerrero convocado por el Señor, – asirios- , también será castigado por sus excesos.
[16] 6,1-13. La visión del profeta describe su vocación y misión. El Señor aparece con la magnificencia de un rey, y contrasta la noticia de la muerte del rey Ozías, en ese mismo año. Los seres alados de fuego enmarcan la presencia divina y proclaman su santidad (cf. 5,16; 10,17). La experiencia de lo sagrado y santo hace consciente al vidente de su condición profana de impureza e indignidad. Se necesita una acción superior que lo capacite para la misión prevista en el ámbito de la palabra (v.7) y ante un ambiente hostil. El profeta muestra su disponibilidad para ser mensajero del Señor ante su pueblo. Esta visión es también signo y presagio del llamado divino destinado a todo el pueblo presentado como un destinatario obstinado (vv.9.10). Sin embargo, pese al castigo merecido (vv.11-13a), la visión concluye con un destello de esperanza (v.13b).
[17] 6,10. Ver y oír, ojos y oídos, discernir y comprender caracterizan el ministerio profético (cf. 1,3.10.19; 5,12-13.19.21; 7,15; 11,1-2; 19,12; 22,11; 28,7-13; 29,9-14; 30,9-11). El pueblo es desafiado a abrir su corazón, a tener otro modo de ver y oír, a discernir y comprender; sin embargo endurecerá su corazón (cf. v.10). Esa reacción libre aunque enigmática, revela también que el Señor acepta recorrer ese camino con su pueblo. La obstinación de sus oyentes tiene lugar dentro de su plan, y no está predicada al término, sino al comienzo de su designio; al final está la salvación. Este itinerario profético paradójico también se actualiza ante la predicación de Jesús (cf. Mt 13,14-15).
[18] 7,1-9. Este texto y el completo (7,1-8,4) aluden al momento histórico en que los reyes de Aram y Efraín -Siria e Israel del norte- procuraban reemplazar al rey de Judá, Ajaz, con una figura favorable a una coalición contra Asiria (cf. 2 Re 15 – 16; 734 a.C.). El profeta anuncia el mensaje divino para la casa real con signos. Por medio del nombre de un hijo de Isaías: “Un resto volverá” (cf. 8,18) trasmite la esperanza, pero es necesario permanecer firmes, apoyados solo en el Señor (vv.4.9; cf. 28,16; 30,15), porque él hace invencible a la capital de Judá, Jerusalén. La caída de Samaría, capital de Israel (722 a.C.) corroborará su palabra.
[19] 7,10-17. Ante la reacción escéptica del rey, Isaías lo anima a pedir un signo para ayudarlo a interpretar los hechos según la voluntad divina. El rechazo del rey a esa sugerencia muestra su obstinación. El anuncio que una joven encinta dará a luz un hijo cuyo nombre será Emmanuel es un oráculo de juicio para este rey, quien por su incredulidad ha dejado de ser signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Pero, a la vez, es un signo de esperanza, ante el intento de destronarlo, porque en el trono de David habrá un heredero de su familia, signo de que Dios está con su pueblo. Este texto junto con otros (8,23b-9,6; 11,1-9), releídos y reinterpretados tiempo después, abrieron y alentaron la esperanza mesiánica. La versión judía griega de los siglos III-II a. C. tradujo “joven” por “virgen” (v.14). El evangelio de san Mateo relee así esta profecía a la luz de la concepción virginal de Jesús, quien, con plena razón, es el Emmanuel, el Dios con nosotros (Mt 1, 23; cf. 28,20).
[20] 7,18-25. Con la repetición de “Aquel día…” se anuncian las consecuencias de la opción real, que el profeta prevé: la invasión de Asiria y Egipto, la consiguiente derrota y la humillación del pueblo, destinado a padecer hambre y a subsistir en medio de la inseguridad.
[21] 8,1-4. Con el nacimiento de otro hijo con el nombre simbólico ordenado por Dios, el profeta comprendió que era signo interpretativo del destino de Damasco y Samaría que atentaban contra Judá y su rey (cf. 7,8.16).
[22] 8,5-10. Judá podría haber confiado en el signo precedente y resistido antes sus enemigos pero a buscar ayuda en Asiria, quedó dominado. Emmanuel (Is 7,14) es una invocación ante a la invasión (v. 6), y una afirmación de confianza en Dios (v.10), que garantizó la dinastía davídica en el rey sucesor Ezequías. Más tarde, desaparecida la monarquía el nombre se aplicó al Mesías; Emmanuel identifica a Jesús, el Dios con nosotros (Mt 1,24; 28,20).
[23] 8,11-15. Ante la amenaza siro-efraimita triunfa el plan de alianza del rey de Judá, como seguridad y apoyo político. El profeta no debe dudar de la inutilidad de ese criterio de sabiduría humana, sino proclamar la fidelidad del Señor a su designio; porque él es la roca firme y segura en la que se estrellan los que no lo tienen como único apoyo.
[24] 8,16-21. La orden divina al profeta es clave (v.16): el mensaje del Señor queda oculto para la casa real. Los que prefieren confiar en adivinos y consultar a los muertos, se cierran ante los signos del Señor. La dramática situación del pueblo, como una caravana de prisioneros llevados al exilio, como prófugos en una tierra anónima después de la catástrofe, es fruto de la obstinación real (v.21). Angustia y tinieblas simbolizan la experiencia de los que están fuera de la bendición de Dios (cf. Dt 28,28-29; Is 30,6; Prov 1,27).
[25] 8,23b-9,6. El texto anuncia un personaje concreto, aunque anónimo, un rey davídico que modificará la situación de guerra, opresión y hambre. Este cambio trae la renovación interior del pueblo con su monarquía ejercida en el “derecho y la justicia” (cf. 2 Sm 8,15; 1 Re 10,9; Jr 22,15-16; Ez 45,9). Is 8,23b alude a los territorios que Asiria anexó como provincias propias (734 -732 a.C.), atravesados por la ruta costera, desde Egipto a Siria: Dor, Galaad en Transjordania y la Galilea, “territorio de los paganos”. El pueblo oprimido se alegra por el nuevo rey, y recuerda el “día de Madián”, paradigma de victoria del Señor sobre sus enemigos (cf. Jue 7-8; Is 10,26). En 9,5, a semejanza de un faraón egipcio, el niño, hijo del rey, es proclamado en su ascensión al trono con la lectura de sus títulos (cf. 2 Re 11,12): “consejero”, lo designa capaz de establecer planes según la voluntad del Señor (cf. Is 1,26; 19,11-15; 29,11-24; 30,1-2), y de realizar obras salvíficas (cf. Éx 15,11; Sal 77,12.15; 78,12; 88,11; 89,6; Is 28,29); “Dios fuerte”: guerrero divino (cf. Dt 10,17; Jr 32,18; Ne 9,32); “padre para siempre”: jefe o ministro (cf. Is 22,21); “príncipe de la paz”: justo, recto e integro (Miq 5,4; Lc 2,14). La tradición cristiana lee aquí una profecía realizada plenamente en Jesús, y en el reino mesiánico proclamado e instaurado por él (Mt 4,13-16).
[26] 9,7-20. El oráculo supone que ha comenzado la crisis que llevará a la caída del reino del norte; tres estrofas están delimitadas por la frase: “Y con todo, su ira no se aplaca…” (vv.11.16.20); cada una describe una actitud del pueblo y un anuncio de castigo, para remarcar su rigor con el refrán, que aparece también en Is 10,5. El fuego devorador aplicado a la ira del Señor y a la iniquidad del pueblo parece figurar que el castigo divino está en el mismo pecado.
[27] 10,1-4. El sistema judicial corrupto en Judá y Jerusalén también causa su propia perdición (cf. v.4b, que repite el estribillo de 9,11b.16b.20b).
[28] 10,5-11. Esta imprecación del Señor cita palabras del rey de Asiria, extralimitado en sus funciones al someter o querer subyugar a las demás naciones; en su ambición de dominio está ya la causa de su ruina.
[29] 10,12-19. El profeta reflexiona y cita palabras del rey asirio par anunciar el castigo del Señor a su instrumento de justicia: Asiria será consumida por la enfermedad, la fiebre y el fuego devorador. A este reino le sucederá como con un bosque después del incendio: sus árboles – los pueblos que subyugó – quedaran pocos para numerarlos.
[30] 10,20-23. La población de Israel ha caído bajo el decreto de castigo (vv.22-23). Los fieles que se apoyan en el Dios fuerte sobrevivirán (vv.20-21), y el primer hijo de Isaías, “Un resto volverá” los personifica.
[31] 10,24-27. El bastón y la vara, que definían a Asiria como instrumento en manos del Señor, se convierten ahora en símbolos del castigo que recibe. La mención de Madián, de la carga sobre las espaldas y del yugo sobre el cuello remiten a 9,3, y aseguran la esperanza en la victoria del nuevo soberano.
[32] 10,28-34. El avance veloz de la campaña asiria contra el reino de Judá se despliega por lugares y poblados, de norte a sur, rodeando de cerca a Jerusalén. Los habitantes alcanzados por el enemigo se apuran a anunciar a Sion la llegada del invasor. La confianza en la protección divina a la dinastía davídica y a la ciudad santa permite hacer un acto de fe: los árboles elevados, imágenes del poder, no podrán substraerse al dominio y la fuerza del Señor (cf. 2,12-17).
[33] 11,1-9. El nuevo brote del “tronco de Jesé”, padre de David (1Sm 16,1s) invita a pensar en una renovación de la dinastía real: el descendiente evoca en sus rasgos a 9,1-6. La acción permanente del Espíritu del Señor lo capacita con los dones de sabiduría, inteligencia, consejo y fortaleza para ejercer el reinado, juzgar con rectitud y gobernar con integridad (cf. Prov 8,14-16). Una naturaleza renovada, donde animales enemigos conviven pacíficamente, sometidos a la raza humana, representada por un niño que los conduce (cf. Is 65,25; Ez 34,25.28; Os 2,20) responde a la nostalgia del paraíso terrenal perdido, que el oráculo transforma en un anuncio mesiánico de esperanza.
[34] 11,10-16. El retoño de la raíz de Jesé, su descendencia, será el estandarte para congregar a los israelitas, dispersos por las naciones (cf. Is 66,19-20). La reunificación que acaba con la enemistad entre Judá y Efraín -Israel del norte-, para constituir un gran reino capaz de dominar a otras naciones: Edom, Moab, Amón y los filisteos, da al mensaje una perspectiva mesiánica. El retorno visto como un éxodo y el camino trazado para hacer volver a los exiliados dispersos sugieren además un ambiente de origen posexílico para este oráculo.
[35] 12,1-6. Una invitación a la alabanza concluye esta sección 1-12. El Señor, fuente de alegría y salvación (v.2), se manifiesta magnífico y excelso al conducir a su pueblo desde los confines donde sufrió la dominación y la esclavitud, como lo hizo en tiempos del éxodo (cf. 11,15-16). Sus hazañas testimonian su presencia y su acción a toda la tierra.
[36] ♦ 13,1-23,18. El nuevo epígrafe o encabezado: “Oráculo…que Isaías recibió en una visión” (13,1; cf: visión: 1,1; 2,1), sugiere el comienzo de una colección de oráculos escritos y recogidos con independencia unos de otros, atribuidos a Isaías e integrados después a su libro. En efecto, estos oráculos, introducidos por un término particular que no es utilizado fuera de aquí (13,1; 15,1; 17,1; 19,1; 21,1.21.23; 22,1; 23,1) proceden de distintas épocas y no se pueden atribuir con seguridad al profeta del siglo VIII. Los oráculos contra las naciones aparecen también en otros profetas (cf. Am 1,3-2,16; Jr 46-51; Ez 25-32), y buscan confirmar la identidad propia del pueblo de Israel y defenderla. Manifiestan sentimientos muy variados que dependen del momento en el cual fueron escritos, y la tensión que producen se explica por las luchas de poder, las guerras recíprocas, los condicionamientos históricos y la defensa de la misma supervivencia.
[37] 13,1-22. El texto presenta múltiples semejanzas con Jr 6,22-24; Jl 2,1-10 y Sof 1,7.14-16; 2,1-2. Contrapone las tropas del Señor (v.4) convocadas para la guerra santa contra el pueblo enemigo de Jerusalén, Babilonia. Su destrucción y la de sus habitantes descrita con el vocabulario del “día del Señor” (vv. 6.9), incluye catástrofes cósmicas (v.10) y delinea un castigo universal. Los “tiranos” (v.11; cf. Is 25,3.4.5; 29,5) designan a las naciones poderosas que marchan contra Israel. El instrumento de castigo, como antes Asiria contra Efraín y Siria (cf. Is 7-8.10), ahora son los medos; si estos identifican a los persas, se indicaría la conquista de la Mesopotamia por Ciro, el “ungido” del Señor (cf. Is 45,1).
[38] 14,1-2. Con perspectivas universalistas, este oráculo de consolación para Israel se fundamenta en la promesa del regreso del exilio en Babilonia y del dominio del pueblo a sus opresores.
[39] 14,3-23. Sin mencionar al rey de Babilonia y con la alusión a “hijo de la aurora” (v.12), que tiene equivalencias literarias antiguas, la sátira expresa la admiración que causa el estado presente de una persona y su nación, en otro tiempo poderosa; surge una algarabía ante la destrucción del que ha hecho sufrir y ahora paga por sus culpas. La caída de las potencias del mundo es más resonante cuanto más grande era su pretensión de establecerse en el poder. Hay un eco evidente de Ez 32,18-32 que describe la caída de Faraón con su poderío al abismo.
[40] 14,24-27. Este oráculo de promesa para los sometidos al poder de Asiria tiene la precisión teológica de las composiciones de Isaías: triple mención de la “decisión” del Señor que se cumple inexorablemente (5,19; 19,17; Sal33,11), la doble repetición de “Señor del universo” (vv.24.27) y de la “mano amenazante” (vv.26.27; cf. 5,25; 9,7; 10,4).
[41] 14,28-32. La muerte de Ajaz, rey de Judá, pudo significar para Filistea la liberación de alguien que dificultaba su política antiasiria, y procuraba un nuevo apoyo contra el invasor representado por serpientes (v.29). Sion, no debe temer si pone su confianza en el Señor, incluso puede ser garante de salvación para otros.
[42] 15,1-9. El oráculo sobre Moab, que tiene un carácter literario muy diferente de los que se refieren a Asiria, Egipto, Babilonia o Filistea. Ante el castigo recibido, el dolor y los gestos de duelo -llanto, lágrimas, gemidos, clamor, gritos, alaridos- cubren ciudades, montañas y ríos, mencionados con nombres propios. Para este pueblo, enemigo histórico de Israel, sorprende el tono de compasión (cf. v.5), que concluye con el deseo de revancha (v.9).
[43] 16,1-5. Los fugitivos de Moab, sometido a un poder extranjero (cf. Is 15), buscan la ayuda de Sion, refugio y fortaleza (v. 4), y ofrecen constituir un reino justo con Judá (v. 5). Así lo simbolizan las ofrendas para el rey (v.1).
[44] 16,6-14. La respuesta de Judá es un reproche por la tradicional insolencia de Moab (v.6) y por sus inútiles ofrendas idolátricas (v. 12), que han causado los males que ahora lo afligen (vv.7-10). Pero la tristeza, figurada con la desaparición de la siega y la vendimia, hace emerger sentimientos de compasión hacia ese pueblo (v.11), y deja paso al anuncio de un castigo mitigado con la promesa de supervivencia para un pequeño resto (vv.13-14).
[45] 17,1-3. Con la mención de Efraín -Israel del Norte- junto con Damasco, el oráculo condena a estas naciones aliadas en la guerra contra Judá (cf. Is 7).
[46] 17,4-11. “Aquel día” escalona tres mensajes a Jacob que condenan la futilidad de los cultos idolátricos extranjeros: primero se anuncia la purificación de Israel con imágenes de la cosecha y con la supervivencia de un resto (vv.4-6); luego, el contemplar al Dios Santo sustituye la ansiedad por los ídolos (vv.7-8); y la desolación en el territorio trae a la memoria la infidelidad practicada en los jardines sagrados, agostados como el país (vv.9-11).
[47] 17,12-14. Ante el avance del ejército como una tempestad marina hay una confesión de fe sobre la segura intervención divina que reducirá a la nada el poder del invasor. El trasfondo de este oráculo sugiere la liberación de Jerusalén (cf. 29,5-7; 37,36), una memoria de las últimas intervenciones del profeta.
[48] 18,1-7. El mismo año de la muerte del rey asirio (705 a.C.), un faraón de origen etíope convoca a una coalición con países vecinos, entre ellos a Judá, para combatir a Asiria (v.3). El oráculo exhorta implícitamente al regreso en nombre del Señor (v.4), con la seguridad que da apoyarse en él (cf. 7,4.9). Los sembrados agostados y las ramas arrojadas por tierra figuran el campo de batalla cubierto de cadáveres abandonados a la profanación de las aves de rapiña y de las bestias (vv.5-6). El anuncio de la conversión de los etíopes al Dios de Israel (v.7), es una glosa profética posterior (cf. Is 60 y 62).
[49] 19,1-15. El Señor ingresa en Egipto y se describe su intervención sobre el trasfondo de la situación del pueblo hebreo oprimido antes en este país. Diversas expresiones la evocan: la presencia del Dios de Israel en este reino de ídolos (v.1), la desgracia de su culto, la mención despectiva de magos, adivinos y consejeros (v.3), la sequía del mar y del Nilo (v.5), la contaminación del agua (v. 6; cf. Éx 7,14-24), el gemido de la gente por causa del hambre y la opresión (vv. 8-11), el recuerdo de la peste del ganado (cf. Éx 9,1-7) y de las langostas (cf. Éx 10,1-15). En los vv.11-15, la anarquía de Egipto generada por autoridades incompetentes y consejeros necios (cf. Is 3), se muestra en la gente importante: “cabeza y palmera”, como en el pueblo simple: “cola y junco” (cf. Is 9,13). Al no comprender ni aceptar el “consejo” y la “decisión” del Señor, la famosa sabiduría egipcia resulta inútil para salvar a la nación.
[50] 19,16-25. “Aquel día” estructura este oráculo y le da una proyección escatológica a este anuncio universal de salvación (vv.16.18.19.21.23.24). Se mencionan cuatro naciones: Egipto, en todos los versos; Judá, solo una vez (v.17), Asiria (vv.23-25), e Israel (vv. 24-25). Hay un progresivo acercamiento de Egipto al Señor y se le anuncia su salvación (v.20), semejante a la experimentada por Israel (cf. Éx 3,7-10). La conversión de Egipto al único Dios (vv.21-22) alcanza también a Asiria, su nación aliada (v.23). El anuncio que Egipto, Asiria e Israel serán objetos de la bendición divina (vv.24-25) es el más universalista de toda la profecía de Isaías, porque los títulos reservados al pueblo elegido ahora los reciben por igual naciones extranjeras, tradicionalmente sus opresoras.
[51] 20,1-6. Asdod, ciudad filistea, tras rechazar al rey que el rey asirio les había impuesto, se había empeñado en organizar una coalición contra Asiria con la ayuda de Egipto, bajo el gobierno del faraón etíope (cf. Is 18). La coalición se deshizo y Asdod fue duramente castigado. La palabra del Señor, preparada por un gesto profético del profeta (cf. Ez 3 – 4; Jr 13) anuncia el castigo de Egipto y Etiopía, y procura desanimar tales empresas.
[52] 21,1-10. El oráculo puede reflejar el ataque asirio contra Babilonia (710 a.C.), pero también su definitiva caída bajo los persas, escenario del segundo Isaías, e integra palabras y sentimientos de un visionario. La descripción pasa del ataque de medos y elamitas, aliados de los persas, a las celebraciones de Babilonia que no percibe el peligro. El profeta, vigía (cf. 52,7-12) desde su puesto, ve llegar jinetes a Jerusalén que proclaman su caída y la destrucción de sus ídolos (v.9; cf. 46,1-2), y anuncia del fin de los sufrimientos del pueblo, sometido a la “trilla” –castigo- del Señor (v.10).
[53] 21,11-12. Duma es un oasis en el centro norte de Arabia, a medio camino entre Babilonia y Tema, y es símbolo de Edom-Esaú, el país hermano-enemigo de Jacob-Israel. Seír es una montaña en Edom. El vigía se identifica con el profeta o visionario y su enigmática respuesta refleja las cambiantes relaciones de Israel con Edom: a la noche, signo y ocasión de peligro, sucederá la mañana, con sus esperanzas. Pero después vuelve la noche con sus temores; y cada día es diferente del anterior.
[54] 21,13-16. El oráculo es una exhortación contra la violencia de las guerras fratricidas. Se refiere a luchas internas de grupos de Arabia: Didán y Temá contra los guerreros de Cadar, que huyen. En Gn 25 Cadar y Temá son descendientes de Ismael, hermano de Isaac, y por tanto nietos de Abrahán, al igual que Jacob y Esaú.
[55] 22,1-14. Cuando el rey asirio (701 a.C.) ocupó todo el territorio de Judá, ante el pago del fuerte tributo impuesto a Judá (cf. 2 Re 18,14-16) optó por retirarse y no quiso apoderarse de Jerusalén; las operaciones de los enemigos para el ataque y las de la defensa preparada por Jerusalén describen la amenaza del asedio y el resultado dejado por la invasión; no obstante la fuga, la muerte y la prisión de muchos, el hecho fue celebrado como una victoria. La actitud de los habitantes de la capital de celebrar una falsa seguridad provoca el lamento del profeta por esa insensatez, que pagarán más tarde con la muerte (vv.4.12-14).
[56] 22,15-25. Para Sobná, funcionario arameo (cf. 2Re 18,18.37), que se construyó una tumba en un lugar de privilegio para asegurar su pertenencia a la nación, se anuncia su deposición, exilio y muerte. Lo reemplaza Eliaquín, que debe consolidar el reino (v.23) y gobernar con justicia (v.21). Pero poco después, se lo describe como un funcionario venal, de quien dependen sus familiares y herederos beneficiados por su posición. (vv.24-25); a causa del peso de esta dependencia y de todos sus bienes caerá y será destrozado. El oráculo denuncia y condena la insensibilidad del que aprovecha su situación para beneficio propio.
[57] 23,1-18. Tiro, mencionado con Sidón, era una ciudad-puerto, poderosa por su riqueza y envidiable seguridad. Sus navíos mercantes podían llegar hasta el confín conocido como Tarsis. Al advertirse que sus naves ya no atracarán en su puerto (vv. 1.14), se alude a un asedio que pudo ser el de la coalición antiasiria (702 a. C.); aunque Tiro cayó en poder de Nabucodonosor (572 a. C.; v.13; cf. Ez 26-28). La imagen de pueblos testigos de su desgracia proyectada y causada por el Señor acentúa la lamentación, y la comparación con el Nilo figura la búsqueda larga e inútil de la ciudad desaparecida (v.10). Después de setenta años, un dato escatológico (vv.15-18), Tiro potenciará su flota y su comercio, pero su restauración no será gloriosa; como una vieja prostituta que vuelve a su antiguo oficio sus ganancias no podrá retenerlas sino que terminarán como ofrendas en el templo del Señor (cf. Is 60,5-9).
[58] ♦ cc. 24-27. Constituye un conjunto de oráculos e himnos en los cuales, por sobre los acontecimientos inmediatos, se medita sobre la infidelidad del pueblo, la acción de los enemigos y las esperanzas puestas en el Señor, y se apunta al juicio final de Dios. Aparecen elementos del género apocalíptico, aunque no con todas sus características determinantes como en el libro de Daniel o en Zac 9-14; resulta una de las partes más tardías del libro, quizá siglos V-IV a.C,- y por lo mismo no se atribuyen al profeta Isaías de Jerusalén.
[59] 24,1-23. Con la repetición de “tierra” y “país” el mensaje comprende a todos los habitantes del mundo; la mención de culpas -trasgresión de la ley, de los preceptos y de la alianza- concreta que el juicio tiene su centro en Israel, del que se salvan unos pocos (vv.1-6). La desaparición de las viñas y el vino, de las fiestas y las canciones, alude a la agonía de una ciudad desprotegida ante el castigo (vv.10.12). Un resto de salvados eleva un canto de alabanza (vv.13-16a), que no anula la amenaza y el horror del desastre del que no habrá escapatoria (vv.16b-18a). Imágenes de diluvio y de un terremoto universal (vv.18b-20) preceden el día del juicio universal del Señor que hará visible su reinado en Sion y su gloria en Jerusalén (vv.21-23).
[60] 25,1-5. Salmo de alabanza y acción de gracias que canta la intervención divina a favor del débil y del pobre (v.4) porque salva del extranjero y del tirano (vv.2.3.4.5), y se impone sobre el pueblo fuerte (v.3), para llevar a término sus magníficos planes (v.1). Quienes se oponen al Señor restan inofensivos como un temporal contra un muro, como el calor que no daña a quien está en la sombra (vv.4-5).
[61] 25,6-10a. La montaña como escenario (vv. 6.7.10a), del banquete (v. 6), de los pueblos y las naciones (vv. 6-7) enmarca la intervención divina que transforma la situación de duelo, lágrimas y muerte (vv. 7-8) en alegría y triunfo de la vida. El anuncio combina un destinatario universal con la centralidad de la montaña del Señor (cf. 2,1-5). Con un banquete para lisiados, ciegos y mudos se celebra la salvación de los pobres que siguen a Jesús (Mt 15,29-37).
[62] 25,10b-12. La suerte de Moab (cf. Is 16) dominada por Babilonia hasta su desaparición, y sin importancia militar figura el destino de otros grupos nacionales y religiosos, que incluye también a miembros del pueblo de Israel, corrompidos en su fe e infieles a sus tradiciones (cf. Esd 9,1; Neh 13,1-3.23-27).
[63] 26,1-6. Jerusalén, ciudad fuerte, protegida por sus murallas, es refugio del pueblo fiel (vv.2-3), y tiene la garantía del Señor. En cambio la “ciudad encumbrada”, opuesta a Jerusalén, es vencida y arrasada, pisoteada por los pobres y los humildes (vv.5-6).
[64] 26,7-19. Unidad de tono litúrgico y sapiencial. La justicia divina es sendero recto para los justos, un camino incierto para los malvados; Dios procede de modo pedagógico y testimonia su rectitud aún en el castigo (vv. 7-10). Una confesión de confianza emerge del pueblo fiel que se apoya en su Señor (vv.11-13). Meditar sobre la esterilidad del pueblo (vv.17-18) y la fecundidad del Señor (vv.15.19) abre la posibilidad de afirmar la resurrección de los muertos, victoria gloriosa de su poder salvador (vv.14-19; cf. Ez 37,1-14).
[65] 26,20-27,1. El castigo (vv.21. 27,1) afecta solo a los enemigos; “su pueblo” está bajo protección (26,20; cf. Gn 7,16; Éx 12,22-23). La sangre que la tierra vomita es la de los inocentes cuya muerte no fue vengada (cf. Gn 4,10); el Señor, garante de la justicia universal, aniquilará a Leviatán y al monstruo marino del caos primordial (cf. Sal 74,13-14).
[66] 27,2-5. Cántico de consuelo para Jerusalén (cf. 26,1-6), la viña del Señor (cf. 5,1-7). Si los espinos arrancados y quemados evocan el nombre de Samaría (v.4), la alusión doble a la paz nombra tácitamente a Jerusalén, ciudad de Dios (v.5).
[67] 27,6-13. Con imágenes vegetales se anuncia la restauración de la viña de Judá y del reino del norte (Jacob – Israel). Destruidos los altares idolátricos y los postes sagrados, el pueblo del Señor florecerá y dará frutos, porque no fue castigado definitivamente (vv.6-9). Como el impetuoso viento del este, su Hacedor dejará abandonada a la ciudad enemiga, que será motivo de asombro para el que la contemple (vv.10-11), y reunirá desde un confín al otro a sus fieles con júbilo victorioso en su monte santo, en Jerusalén (vv.12-13).
[68] ♦ cc. 28-33. Integran una sección con oráculos introducidos por la interjección propia de las lamentaciones: “¡Ay!” (Is 28,1; 29,1.15; 30,1; 31,1; 33,1); pero también están presentes distintas exhortaciones y promesas. Las palabras del Señor y las intervenciones del profeta se alternan; Judá y Jerusalén son destinarios de advertencias, anuncios de castigo, reflexiones sapienciales y promesas de restauración, con una de las cuales se concluye (33,17-24).
[69] 28,1-6. Samaría, corona de arrogancia y espléndida diadema (vv.1.4), capital del reino, coronada por sus murallas, es rica y bella, pero a punto de caer y ser sometida por la invasión de Asiria (v.2; año 722 a.C.). En cambio, el Señor, la verdadera corona y diadema en medio del “resto de su pueblo”, es el refugio seguro para Judá y la capital del reino (vv.5-6).
[70] 28,7-13. La ebriedad figura la intervención de sacerdotes y profetas (v.7), que pretenden tener visiones justas y proponer decisiones, pero se burlan de las exhortaciones del Señor (vv.9-10), que invita a los dirigentes de su pueblo a la reflexión y la confianza en él (cf. 7,4; 8,6; 30,15; 32,17). Para los que tergiversan la palabra de Dios y no quieren escucharla, su castigo está ya dado en la incapacidad de comprenderla y de trasmitirla; la comunicación divina resulta así un balbuceo incomprensible (vv.10.13).
[71] 28,14-22. Las autoridades de Jerusalén buscan soluciones lejos de Dios, en un pacto con la muerte, con el abismo (vv.14-15), en alianzas idolátricas con los poderes políticos, Egipto o Asiria. Pero la piedra angular (v.16) puesta sobre el monte Sion, el mismo Templo, es garantía de la presencia del Señor, fundamento de un reino edificado sobre el derecho y la justicia. Renunciar a apoyarse en los reinos de la tierra es el mensaje para los habitantes de Judá. que deben confiar en la piedra angular, que es el Señor (v. 16; cf. 7,4.9) Los cristianos están “edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, cuya piedra principal es Cristo” (Ef 2,20; cf. Mc 12,10; Lc 20,17; 1 Pe 2,6-7).
[72] 28,23-29. La parábola profética resalta la labor del campesino en su modo y momento apropiado; también en la historia se requiere la reacción adecuada. No siempre es tiempo de siembra o de esperanza; en la cosecha, se recoge lo sembrado (cf. Os 8,7; 10,12-13). El todopoderoso, sabio agricultor, se muestra admirable en cada tiempo.
[73] 29,1-8. Ariel, que tiene distintos significados: “león de Dios”, “ciudad de Dios”, “montaña de Dios”, o “altar” (cf. Ez 43,15-16), aquí alude a la “ciudad donde acampó David”, ante un ataque previsto para un momento indeterminado (v.1), atribuido directamente al Señor (v. 3), que aun quiere ser fiel a su ciudad (v.6s.). Cuando él intervenga todo el sufrimiento anterior parecerá una fugaz pesadilla. El abandono intempestivo del sitio a la ciudad evoca la expedición asiria (vv. 5b-8; 701 a.C.), para afirmar que el Dios de Israel es soberano en sus designios históricos.
[74] 29,9-16. Reflexión sobre los planes de Dios, difíciles de comprender, y ante los cuales hay que esperar con paciencia (cf. Hab 2,3). Las interpretaciones de los falsos profetas y videntes (cf. Is 8,19), son un sueño profundo que extravía (cf. 1 Sm 26,12), porque carecen de un espíritu de discernimiento y consejo (cf. Is 11,2b). La mismas visiones del libro que deben guiar a la comunidad (v. 11; cf. 1,1; 2,1), se han convertido, con el paso del tiempo, en un documento sellado e ininteligible. La sabiduría y ciencia de labios para afuera clausura el reconocimiento de los prodigios maravillosos (vv.14.23-24), que el Señor realizará, como antiguo (cf. Éx 15,11; Sal 77,12.15; 78,12; 88,11; 89,6).
[75] 29,17-24. Sordera y ceguera significan frecuentemente el rechazo a ver o a oír (vv.18-19). Quienes no habían querido escuchar ni ver (v. 11), oyen ahora las palabras del libro, probable alusión también al libro de la Ley (cf. 2 Re 22,8. 13.16; 2 Cr 34,21.30) o al libro de la alianza (cf. 2 Re 23,2.21; 2 Cr 34,30). Los violentos y arrogantes (v. 20), que ignoran la sabiduría (cf. Prov 9,8; 13,1; 15,12; 22,10), desaparecerán junto con los que ponen trabas a la administración de la justicia (v. 21); serán humillados, como el bosque del Líbano reducido a un huerto (v.17), símbolo del orgullo y de rebelión contra Dios (cf. Is 2,13; 10,34; 37,24). La mención de Abrahán (v. 22; cf. 41,8; 51,2; 63,16) acentúa la promesas del Señor a la descendencia de Jacob, incapaz de reconocer sus designios (v. 24; cf. Sal 95,10; 106,25).
[76] 30,1-7. La falta de conocimiento y del cumplimiento de la voluntad del Señor (“planes” y “consultar”, vv.1-2) en el ámbito de la política denuncia en Judá la desconfianza en el poder del Señor. La rebeldía de sus hijos deja al descubierto la insensatez del pacto con Egipto (cf. 18,2; 20,6; 28,15), que es incapaz de ofrecer apoyo alguno (vv.6-7).
[77] 30,8-17. El testimonio escrito de la rebeldía de los oyentes que no han querido escuchar ni apoyarse en el Señor, reafirma la fidelidad divina. Los acontecimientos dan razón de la verdad de las palabras del profeta. Igual que en 7,9, la confianza en el apoyo divino (28,16), en vez de la ayuda extranjera, es la garantía de salvación del reino (v.15).
[78] 30,18-26. El Señor, que no ha podido atraerse al pueblo por el camino del castigo (vv.8-17), decide conquistarlo por medio de su gracia y misericordia, en el espacio delimitado por la culpa y la justicia. En el gemido del pueblo, la estrechez y opresión, el apiadarse y manifestar compasión (vv.18-20) hay memorias del Éxodo; allí se demostró la superioridad del Dios de Israel sobre los dioses, los poderes y la sabiduría egipcia, porque escuchó el clamor de su pueblo. Ahora es necesario caminar a su luz (v.21; cf. 2,3; 28,26), purificarse de toda idolatría (v.22), para experimentar el favor divino: la fertilidad de la tierra y de los animales, el agua, la luz (vv.23-26; cf. 5,30; 8,22-23; 9,1).
[79] 30,27-33. El castigo se expresa con el lenguaje de las teofanías (vv.27-30). El combate contra Asiria se presenta como una liturgia celebraba con júbilo por Judá, porque el Señor lo salva y aniquila a su enemigo (vv.31-33).
[80] 31,1-9. Como en 30,1-7, se contrapone la confianza puesta en carros, caballos y jinetes de Egipto a la seguridad ofrecida por el Señor para defender a su pueblo ante Asiria. El profeta asegura la protección divina a Sion y a Jerusalén cuando los israelitas retornen al Señor, rechacen los ídolos y se conviertan al que traicionaron (vv.4-9)
[81] 32,1-8. La imagen del Señor como refugio (25,4) hace de trasfondo de la descripción del rey justo; su gobierno produce cambio en diversos personajes (vv.3-5): los “videntes” que por su infidelidad quedaron sin visiones (29,10; 30,10), los sordos, que no quisieron escuchar las palabras de los profetas, los tartamudos, que se burlaban del profeta (28,10-11), ahora ya no confundirán el bien con el mal, ni la luz con las tinieblas (5,20).
[82] 32,9-14. En una ciudad casi abandonada, en la que se evocan tiempos pasados, la exhortación se dirige a las mujeres, participantes en la vida ciudadana del trabajo y la fiesta, en el estilo de 3,16-24. Hay que discernir el tiempo y convertirse para afrontar la situación presente, porque se avecina la desgracia (v.10; cf. 29,1).
[83] 32,15-20. Esta promesa de restauración, enlazada sintácticamente con el v.14 tiene el estilo de 11,2-9, y anuncia también una venida del espíritu (cf. Jl 3,1-2); entonces, en todo lugar reinarán la paz, la tranquilidad, la seguridad, la justicia y el derecho por medio de la acción del rey que se espera (cf. Is 32,1; 9,6).
[84] 33,1-6. La imprecación (vv.1-3) cae sobre los pueblos conquistadores que no han sufrido aún el castigo que merecen (cf. 21,2), pero más allá de situaciones históricas se proyecta a un futuro indeterminado (cf. 34-35). La súplica, en el estilo de los salmos (Sal 67,2; 123,3; cf. Is 12,2-3; 25,9), se dirige a Dios (vv. 2-3), pero también habla de él (vv. 5-6), afirma la confianza única en el poder del Señor: él es el garante de Sion, de su fidelidad, de su sabiduría y conocimiento y del santo temor (cf. 11,2).
[85] 33,7-16. “Los habitantes de Ariel” (cf. 29,1) están de duelo (cf. Os 4,3; Is 24,4), y su lamento alcanza a la fértil llanura del Sarón a lo largo del Mediterráneo, los bosques del Líbano, la montaña del Carmelo y las ricas planicies de Basán en la Transjordania, que alimentaban rebaños y ganado (vv.7-9). El juicio inminente contra las naciones enemigas es fuego consumidor que purifica también a Sion (vv.11-14): resiste ante la acción divina quien actúa con justicia y rectitud; su integridad lo ubica en el ámbito protegido por Dios (vv.15-16; cf. Sal 15; 24,3-5).
[86] 33,17-24. El Señor inaugura su reino en la nueva Jerusalén: no quedan huellas del opresor que todo controlaba, ni de la gente de lenguaje incomprensible, extranjeros invasores. Sion será una morada segura, un tabernáculo permanente, transformada por la presencia divina que garantiza su defensa y esplendor, y la salvación misericordiosa para el pueblo que en ella habita.
[87] ♦ cc. 34-35. Describen un escenario escatológico comparable al presentado en 24-27; con terribles combates el Señor finalmente enfrentará y aniquilará a las naciones, y en particular a Edom (34,5s.). El anuncio del último juicio que restablecerá a Jerusalén en toda su gloria y esplendor (35,1s.) evidencia referencias a los oráculos del segundo Isaías.
[88] 34,1-4. Las naciones son convocadas (cf. Is 1,2; 41,1) no para asistir a un juicio o participar en él en propia defensa (cf. Os 4,1; Miq 1,2), sino para escuchar la terrible condena descrita con rasgos tradicionales: muerte de los enemigos, “consagrados al exterminio” (vv.2-3; cf. Jos 6,17) y una catástrofe cósmica (v.4).
[89] 34,5-17. La nación enemiga típica es Edom (vv.5-17), surgida de Esaú (Gn 25,30), hermano-enemigo de Israel / Jacob (cf. Is 63,1-6; Ez 35; Am 1,11-12). Los grandes animales representan con frecuencia a personajes con poder, y, su consagración evoca las ofrendas del Templo: el día del Señor tiene un carácter sacrificial (vv.6-7). Con azufre, resina y lava se evoca el castigo de Sodoma y Gomorra (v.9; cf. Gn 19); con desolación y caos, el retorno al caos primordial (v.11; cf. Gn 1,2). Así Edom se vuelve caos y desolación, lugar de fieras y habitado por el “monstruo de la noche” (v.14: “Lilit”). El juicio divino tiene la fuerza de la palabra creadora: el “libro del Señor” refiere a los decretos del Señor en su creación (vv.16-17; cf. Sal 139,16), y quizás también a profecías ya reconocidas de Isaías (cf. 13,20-22).
[90] 35,1-10. La promesa del retorno se contrapone a la sentencia precedente. El sentimiento dominante para la naturaleza toda (vv.1-2), para los desanimados y débiles (vv.3-4), para los ciegos, sordos y lisiados (vv.5-6) es el regocijo y el gozo (vv.1-2.10). El agua en el páramo y la estepa manifiesta el poder creador y salvífico del Señor (vv.6-7; cf. 41,17-20; 43,19-20). A la transformación de la tierra se une la renovación de los seres humanos: el desierto se convierte en un camino sagrado por donde el Señor conduce los débiles y simples para que no se extravíen en su retorno a Sion. Los “rescatados del Señor” regresan con su alegría como solo equipaje de peregrino (v.10; cf. 51,11).
[91] ♦ cc. 36-39. Esta sección contiene una versión de los hechos que se narran en 2 Re 18,13-20,19, y se infiere en ella una intención de completar el contexto histórico de la vida y predicación del profeta. Se destacan dos diferencias importantes: falta en Isaías la información de 2 Re 18,14-16, relativa al pago del tributo y a la manera como Ezequías lo consiguió; en cambio, el “poema de Ezequías” (Is 38,9-20) no se encuentra en el Libro de los Reyes; además algunos otros detalles están omitidos en Is 38,1-8. Sobre la particularidad de los hechos y su sentido teológico el Segundo Libro de los Reyes ofrece la información históricamente más confiable.
[92] 37, 21-35. La respuesta del Señor por boca de Isaías incluye una sentencia contra Senaquerib, rey de Asiria (vv. 21-29) y una exhortación de consuelo a Ezequías, rey de Judá (vv. 30-35), que prevé aún años de miseria, y es al mismo tiempo una metáfora de la situación del país.
[93] 38,9-20. El poema de Ezequías, exclusivo del libro de Isaías, es una composición semejante a los salmos de lamentación individual. El orante presenta sus sufrimientos al Señor, recibe la seguridad de que su oración ha sido escuchada, y finalmente expresa su agradecimiento al Señor. La primera sección (vv. 10-14) está marcada por la dramática referencia a “la mitad de mi vida” (v.10); el orante se siente condenado a muerte. Vivir en la presencia del Señor se identifica con estar en este mundo, donde se goza la compañía de otros semejantes. Cuando parece haberse llegado al límite de la resistencia, entonces la confianza, la experiencia de cercanía del Señor, que la oración actualiza, reaviva la fe y cambia la situación (vv.16-18). Una alabanza al Señor proclama su fidelidad, y alienta la promesa de estar siempre en su Templo (vv.19-20).
[94] 39,1-8. El objetivo de los embajadores babilónicos era entablar una alianza contra Asiria, promovida por el rey de Babilonia (vv. 2-5). El profeta condena este proyecto, un peligro para Judá (vv.6-7), y evidencia la falta de visión de Ezequías (v.8). La alusión al futuro destierro revela que la destrucción de Jerusalén y el exilio de la descendencia real en Babilonia (586 a. C.) es consecuencia de un actuar histórico de infidelidad y de falta de confianza en el Señor.
[95] cc. 40-55. Comienzan los oráculos de un profeta anónimo, denominado “Deutero Isaías” o “Segundo Isaías”, que predicó en el exilio de Babilonia, siglo VI a. C. Su profecía de consuelo y esperanza tiene como fundamento la acción creadora y redentora del único Dios, a favor de su pueblo, y revela que el Señor despliega un designio de salvación, no solo para Israel, sino de modo universal, a través de su palabra, que es fecunda y realiza lo que anuncia.
[96] ♦ cc. 40-48. La primera parte de estos oráculos anuncia la futura intervención divina que liberará a los exiliados y los conducirá a su patria. Los acompaña su Dios, el rey y pastor de Israel, que congrega a su rebaño disperso; en contraposición a los ídolos babilónicos que son nada, ellos no han de temer de emprender el regreso y levantar el ánimo para el retorno a Sion. La mención del rey persa Ciro, como enviado y ungido del Señor es signo de su acción inédita que dirige el destino de las naciones en la historia.
[97] 40,1-11. El anuncio del consuelo de parte del Señor, único capaz de hacerlo (51,12.19), crea un clima de esperanza y alegría. Revela la situación en los destinatarios de la profecía, porque Dios ya ha consolado a su pueblo (cf. 49,13; 51,3; 52,9). “Hablar al corazón” es poner fin a una situación de angustia, transgresión y culpa (cf. Gn 50,21; 2Sm 19,8; Rut 2,13) en la que ahora se encuentra Jerusalén y sus habitantes. La misión del profetar es preparar un camino, suscitar una actitud en sus oyentes que permita al Señor ir a su encuentro (v.3 cf. Is 40,14.27; 42,24; 48,17; 53,6; 55,7‑9); impulsado a proclamar este mensaje, él mismo vence sus dudas convencido de la fidelidad de la palabra del Señor (v.6-8). Sion y Jerusalén se convierten en heraldos de la buena noticia para todo el país.
[98] 40,12-17. El mensaje del oráculo intenta convencer y demostrar al pueblo que ha experimentado la destrucción del Templo y su propio exilio, que solo el Señor es Dios y que cuanto ha ocurrido tiene un oculto sentido. La grandeza y la unicidad del Dios de Israel se argumentan con referencias a la creación cósmica y a su sabiduría. Aún los confines del mundo, las islas, los países lejanos del mar o las naciones poderosas carecen de poder ante sus soberanos designios.
[99] 40,18-20. La polémica contra los ídolos que han tentado a Israel en el exilio, obra de manos humanas y que nada valen, deriva frecuentemente en sátiras, y es un argumento recurrente en Isaías 40–55.
[100] 40,21-26. El poder creador del Señor sobre el cosmos manifiesta que es capaz de hacer cosas nuevas, inéditas en la historia humana y en el presente de su pueblo.
[101] 40,27-31. El obstáculo ante la posibilidad de una acción inédita de Dios es la desesperanza y desconfianza del pueblo que no da crédito a la palabra profética.
[102] 41,1-7. En un imaginario proceso en el cual el mismo profeta comparece frente a los ídolos, o frente a las naciones para defender su causa, vislumbra a “alguien” (el rey persa Ciro, cf. 44,28), que somete los pueblos, como instrumento en manos del Señor. Así el Dios de Israel dirige los destinos de las naciones en favor de su pueblo (vv. 1-5). En cambio, en los vv. 6-7 se renueva la polémica contra los ídolos, y parece una continuidad de 40,20.
[103] 41,8-16. Israel es “servidor del Señor” porque Dios lo eligió y le encargó una misión de salvación ante las naciones (vv.8-9). “Redentor” (goel, v.14) es una referencia constante en este profeta (cf. 43,24; 44,6.24; 47,4; 48,17) para designar al Señor, que en virtud de la alianza contrajo el deber de salir en defensa de su pueblo desamparado (cf. Lv 25,25.47-49; Rut 4). Este aunque pequeño y pobre como una oruga no puede ser abandonado por su redentor. Ante el sufrimiento de la situación presente, sea en el exilio después de la liberación o en Jerusalén al tomar posesión, porque las expectativas parecían frustradas, la fe encuentra su apoyo en el Dios único y defensor de los pobres.
[104] 41,17-20. Las figuras que usa el autor sugieren un camino por el desierto (Sal 78,15-16), pero la promesa es sanar el corazón árido del pueblo que ha perdido la esperanza en su Dios. Sed y aridez son, en la tradición profética, consecuencia y castigo de la idolatría. Israel ha buscado el agua de vida donde no podía encontrarla: los ídolos son “nada”, y por eso corre el riesgo de convertirse en un árbol seco. Solo el Señor es garante de su lozanía y fecundidad (cf. 61,3; Nm 24,6).
[105] 41,21-29. El Señor entabla un pleito contra los dioses en quienes el pueblo había puesto su confianza (cf. 41,1-5). El argumento es la capacidad de anunciar y de interpretar los acontecimientos de la historia. La apuesta es coherente: si los dioses fueran capaces de hacer algo así, el Dios de Israel y su pueblo deberían quedar sorprendidos o bien atemorizados (v.23). Pero los ídolos son nulos: nunca antes anunciaron algo, y nada pueden predecir del futuro; solo el Señor ha previsto su designio, lo ha anunciado y está en proceso (vv.25-27).
[106] ● Los cánticos del Servidor del Señor son cuatro: el primero (42,1-7) designa a un individuo con una misión de salvación, pero de la que se niega que tenga actitudes de profeta (vv.1.3-4); en el segundo (49,1-6), se lo presenta en su misión profética de llevar la salvación a todas las naciones por la palabra; en el tercero (50,4-9), revestido con la figura de un sabio, se describe su misión que debe pasar por el sufrimiento; en el cuarto (52,13-53,12), un coro, un “nosotros” reflexiona sobre su muerte infame pero aceptada por el Señor como sacrificio que trae la salvación “a muchos”.
[107] 42,1-7. El primer cántico presenta la persona y la investidura del Servidor, que a través de su acción silenciosa y su destino manifestará el “derecho a las naciones”: el proceder divino de hacer de toda la humanidad un pueblo justo. Elegido y amado por Dios asume un papel representativo delante de su pueblo y de las naciones porque revelará el poder salvífico del Señor (v.6). El marcado carácter simbólico de la figura deja abierta su identificación colectiva o individual. Por su propio destino y por las obras salvadoras que realizaba (12,18-21) Jesús de Nazaret, el enviado del Padre, se reveló como el verdadero Servidor del Señor (Mt 11,5).
[108] 42,8-9. Probable conclusión, desplazada, de Is 41,21-29. Solo el Señor es capaz de anunciar las “cosas nuevas”, y lo garantiza; algo inédito prepara para su pueblo con el regreso desde el exilio a la tierra prometida.
[109] 42,10-12. La exhortación profética y se invita a la comunidad a entonar un himno de alabanza que proclama la gloria del Señor y confiesa su señorío en una perspectiva cósmica y universal.
[110] 42,13-17. El Señor, presentado como un guerrero (cf. Sal 24,8; Dt 10,17; Is 10,21), que ha soportado por largo tiempo una situación, ahora se dispone a actuar. Su intervención transformadora en el ámbito natural (v.15) busca suscitar el cambio del corazón del pueblo y su purificación de la idolatría (vv.16-17).
[111] 42,18-25. Aparece aquí la referencia a “mi servidor”, identifica a Israel (cf. 41,8), que no ha entendido el proceder del Señor en los acontecimientos: ha estado sordo y ciego, perdido en “muchas cosas” (v. 20), en alusión a sortilegios y encantamientos (cf. 47,9.12-13), para comprender el propio destino, sin detenerse en la única explicación que tendría sentido (vv.24-25).
[112] 43,1-7. Israel es creación del Señor, posesión suya, que manifestará su gloria al ser rescatado y conducido a su tierra desde todos los puntos cardinales (vv.5-7). Las promesas divinas se apoyan en el amor incondicional de un Dios fiel y capaz de hacer obras inéditas por su pueblo (v. 4); por eso urge deshacerse de todo temor y confiar (vv.1-2).
[113] 43,8-15. El Señor, en un escenario judicial, presenta como testigo un pueblo ciego y sordo y desafía a los otros dioses a que presenten sus testigos (cf. 41,1-5); las naciones tendrán que decidir quién tiene razón (v.9). El único testigo que asegura el triunfo es ese pueblo cuya ceguera y sordera pone manifiesto al Dios único y que su palabra salva (vv.10-13). “Mi servidor” (v.10; Ciro, cf. 41,1-5) se distingue del pueblo, pero participa del mismo destino (cf. 42,1-4; 18-23). El triunfo sobre Babilonia tiene como único protagonista activo al creador y redentor de Israel: el Señor, que manifiesta su santidad dando la libertad a su pueblo (vv.14-15).
[114] 43,16-21. Las expresiones que recuerdan el éxodo se refieren aquí al poder divino sobre el caos (v.17; cf. Hab 3,8; Job 9,9), y se aplican al Señor (Sal 24,8), a su “guerra” (Is 42,25) y al “poder” de sus obras salvíficas (cf. Sal 78,4; 145,6). Su acción creadora se manifiesta ahora en “algo nuevo” que está surgiendo; serán actos salvadores más sorprendentes que en el pasado (vv.18-19), que experimentará el pueblo que Dios se formó para sí (vv.20-21).
[115] 43,22-28. Israel en su historia no ha hecho nada por agradar al Señor; invocaciones, ofrendas o sacrificios no expresaron alguna iniciativa o gratitud (vv.22-23); solo ha agobiado a su Dios con sus pecados (v.24). Ahora, entregado a los ultrajes descubre su herencia rebelde y su condición culpable (vv.27-28); pero puede cancelar sus crímenes y pecados si acepta la iniciativa del Señor que quiere devolverle la inocencia (vv.25-26).
[116] 44,1-5. Israel, modelado por el Señor, es también su servidor predilecto (v.1-2). El agua vivificante y el don del espíritu resaltan la fecundidad prometida (v.3), en la que se reconoce esa preferencia divina (cf. 41,17-20).
[117] 44,6-8. Se reafirma la unicidad y la exclusividad del Dios de Israel (cf. 41,1-5; 43,8-13), para despertar en el pueblo la confianza y el testimonio: el Señor es el único capaz de anunciar el futuro y de realizar lo que va a suceder.
[118] 44,9-20. Vívida sátira contra los ídolos y sus fabricantes; estos son sus “testigos” (cf. 43,8-13; 44,6-8), y junto con sus adoradores garantizan la existencia de aquellos. Una misma incapacidad de ver y comprender enlaza a ídolos y fabricantes (v.18).
[119] 44,21-23. Israel, servidor del Señor, es objeto del perdón divino, que causa su alabanza gozosa.
[120] 44,24-28. El Señor, que actúa en la creación y en la historia, es garantía de la existencia y de la reconstrucción de Jerusalén y de su Templo. Su palabra anula la sabiduría pagana y, en su designio, Ciro realiza su voluntad.
[121] 45,1-7. Ciro, mencionado marginalmente antes (cf. 41,2; 44,28), es ahora el destinatario de un oráculo: designado ungido, como los reyes israelitas, y descrito con expresiones que se aplican al mismo Israel y al servidor del Señor. Este rey pagano es el instrumento de salvación del designio universal que el Dios único y creador despliega en favor de su pueblo, a través de los acontecimientos históricos y de personas concretas.
[122] 45,8-13. La actividad creadora de Dios (cf. 42,10; 44,21-23) fundamenta su intervención en la historia. Israel, modelado por el Señor, debe confiar y no extrañarse de sus planes; la intervención del rey persa que él ha suscitado garantiza la libertad de los deportados y la reconstrucción de Jerusalén.
[123] 45,14-15. El designio del Señor incluye el reconocimiento de las demás naciones que acatan la autoridad y confiesan el vínculo existente entre este “Dios escondido” y su pueblo (cf. v.15).
[124] 45,16-25. El Señor es el creador y se deja encontrar en la armonía del universo, que no es un desierto ni un caos (Gn 1-2), sino el ámbito ordenado por su palabra. Convoca a las naciones porque sus ídolos no las pueden salvar. La salvación, ofrecida desde antiguo, es aceptar la existencia del Dios único de Israel y la acción soberana de su palabra.
[125] 46,1-13. Los ídolos dependen de los artesanos, sus fabricantes que deben cargarlos, transportarlos, sostenerlos (vv. 1.2.7); “Bel” nombra a Marduk, dios babilónico; Nebo, hijo de este, dios de la escritura y la sabiduría; pero ellos no hablan ni pueden salvar (v.7; cf. 45,20). Su falsedad se manifiesta en la incapacidad de anunciar el futuro y de interpretar el pasado (vv. 9-10; cf. 41,26; 42,9; 43,12; 44,8; 45,21); la mudez es símbolo de su ausencia en la historia de los hombres. Solo el Señor, el único Dios, ha “cargado” con su pueblo y lo “sostiene” (vv. 3-4), y su intervención en la historia se manifiesta convocando un hombre que lleva a cabo su designio de salvación para Sion e Israel (v.11).
[126] 47,1-15. Babilonia es descrita como una reina destronada que pierde su dignidad y que debe compartir las tareas de las mujeres campesinas, como moler el trigo y buscar el agua; su castigo es la deshonra (v.3). En relación con Israel Babilonia debía ser solo un instrumento de su castigo, pero su orgullo la llevó a enorgullecerse e imaginarse perpetua en el poder (vv.6-7). En su postración y derrota, como una viuda sin hijos de nada le sirven su ciencia y su sabiduría, sus sortilegios y sus encantamientos (vv.7-15).
[127] 48,1-13. Jacob – Israel- Judá (v.1), es convocado a trasmitir lo que ha visto y oído (v.6), y a abrirse a “cosas nuevas” que el Señor está por revelar. Predecir, proclamar y realizar lo que aún no ha ocurrido (vv.3-8; cf. 41,26; 42,9; 43,12; 44,8; 45,21; 46,9-10) manifiesta al Dios verdadero ante el cual su pueblo debe romper la sordera y anular su rebeldía (v.8). Así puede ser testigo del Señor, que es fiel a sí mismo, que lo invita a reconocer y a proclamar su gloria (vv.11-13).
[128] 48,14-16. La mención a los ídolos que nada saben y la alusión a Ciro, amado del Señor que llevará a término sus planes, culminan en la confesión del profeta, heraldo de la palabra divina y testigo de su realización (v.16).
[129] 48,17-22. El Señor guía e instruye a su pueblo para el éxito (v.17); y aunque su desobediencia frustró proyectos históricos (vv.18-19) ahora es exhortado a salir confiado de Babilonia para iniciar un camino inédito; será un retorno glorioso que evoca la salida del Egipto, cuando el Señor partía las rocas y el agua brotaba abundante (v.21, cf. Sal 78,15-16). Este anuncio pone fin a la polémica contra los ídolos y sus artesanos, y a los reproches para Israel que no comprende el plan que sabiamente su Dios lleva adelante.
[130] ♦ cc. 49-55. En esta segunda parte del libro; el destinatario principal es un grupo diferente del conjunto del pueblo, al que no hay que convertir sino sobre todo animar. El amor del Señor y la memoria de su fidelidad (49,7-26) resultan apoyo firme en las persecuciones (50,10-11). La certeza de sus promesas (51,1-8) despierta la confianza en él (51,9-16), y aún la plegaria se nutre de esa actitud (51,17-23). El Dios de Israel rescata a Jerusalén y a su pueblo (52,1-12) por su amor eterno (54,1-10), expresado en su palabra que permanece para siempre (55,1-11, cf. 40,8). El servidor del Señor, en su segundo cántico, se presenta con una misión profética en relación a Israel, que, por voluntad divina, se destina a todos los confines (49,1-6); y en el cántico tercero, esa misión adquiere una matiz sapiencial (50,4-9); por último, entre anuncios de restauración (51-52; 54), el cuarto cántico corrobora su entrega silenciosa a favor de los culpables, para revelar el sentido del dolor en el designio salvífico de Dios; este servidor, por su solidaridad de cargar la aflicción, el dolor y el pecado del mundo obtiene la salvación de todos (52,13 – 53,12).
[131] 49,1-6. En este segundo cántico, el servidor del Señor, identificado con Israel por una lectura muy antigua (v.3), tiene a través de la palabra profética (vv.1-2) una misión en relación al mismo Israel, que por voluntad divina la despliega también hacia todas las naciones (vv.5-6).
[132] 49,7-13. Israel, despreciado, sometido y rehabilitado (v.7) representa e identifica a un grupo que asume la misión de liberar a los exiliados y de “ser alianza del pueblo” (vv.8-9; cf. 42,6; 49,6). “Aquel que tiene misericordia” prepara el regreso de los cautivos por un camino transformado donde no falta el agua, el alimento ni la protección divina (vv.10-11). El oráculo remite a Jerusalén como lugar desde donde el profeta contempla gozoso la partida y la llegada de los desterrados (v.12), y renueva el motivo de su profecía “porque el Señor ha consolado a su pueblo” (v.13, cf. 40,1; 42,10; 44,21-23; 45,8).
[133] 49,14-26. Dios nunca ha abandonado a su pueblo. El amor entrañable que el Señor siente por Sion, amor que rebasa al mismo cariño maternal, queda expresado en el mensaje con tres motivos que se entrelazan: a) el recuerdo de la fidelidad divina, que no olvida su ciudad, enmarca también el desarrollo del oráculo (vv.14-16.25-26); b) el cambio de la suerte de Jerusalén, que será reconstruida y repoblada (vv.17-21); c) la relación de Israel con las naciones, ante las que su “redentor” hace justicia (vv.22-26).
[134] 50,1-3. Judá ha sido como una mujer repudiada y sus hijos vendidos como esclavos (cf. Os 2,4-15); pero el Señor desconoce las actas de repudio y la venta, y con su palabra libera su acción creadora.
[135] 50,4-9. En este tercer cántico, el “servidor”, cuya situación y destino coinciden en algunos aspectos con 42,1-7; 42,18-23 y 43,8-13, declara su misión y su destino en clave sapiencial. Debe confrontarse en un juicio con sus enemigos y se sabe provisto de los medios necesarios para vencerlos, pero piensa que no tendrá necesidad de utilizarlos porque el Señor mismo tomará a su cargo su defensa (cf. 54,17; Mt 10,19-20). Espera con alegría ese momento de triunfo propio y de la glorificación del Señor, pero le falta todavía la experiencia de los tribunales corrompidos, del triunfo de la injusticia, del silencio de Dios.
[136] 50,10-11. Como el servidor que no es defraudado en su esperanza, el pueblo es interpelado a la confianza en el Señor en medio de las persecuciones; los enemigos caerán víctimas de su propia violencia e injusticia.
[137] 51,1-8. Esta exhortación de consuelo está dirigida a los israelitas (vv.1-3), y también a las naciones como último destinatario (vv. 4-5). La salvación y la justicia del Señor están próximas y durarán para siempre (vv. 6-8): un nuevo estado de derecho, que él establece, convierte las ruinas del mundo en un nuevo jardín del Edén. La solidez de las promesas divinas se contrapone a la caducidad del universo y a la frágil y efímera persecución de los enemigos.
[138] 51,9-16. Exhortar a “despertar” y actuar es una invitación, individual (Sal 7,7; 35,23; 59,5) y colectivamente (Sal 44,24), a la confianza en Dios; se repite tres veces sucesivas (51,9; cf. 51,17; 52,1) y se completa cada vez con otro imperativo: “revístete de fuerza”, “levántate”. Se pide al Señor ejercitar su poder creador, que triunfa sobre el enemigo mítico: el caos, el “monstruo marino”, el “dragón” o el mar (vv.9-10; cf. Sal 93,1). La procesión triunfal de los liberados que retornan a Sion muestra que ese poder creador actúa en la historia (vv.11-14), establece la existencia del pueblo de Dios (vv.15-16), confirma la verdad de la palabra divina, que trae el consuelo (v.12; cf. 40,1; 49,13; 51,3).
[139] 51,17-23. Una metáfora, con dos términos que se repiten, estructura una plegaria de confianza: Jerusalén ha bebido completamente la “copa de la ira”, “el cáliz del vértigo” (vv.17.22); ahora el Señor consuela a su ciudad, y da de beber la copa del castigo a los enemigos que la han invadido y destruido (v.23). Sion debe despertar a la novedad del actuar de Dios, “que defiende la causa de su pueblo” (v.22).
[140] 52,1-6. Sion – Jerusalén deben quitarse todo signo de esclavitud y vestirse de fiesta. Después de ser “vendidos por nada” (v.3) y haber sufrido emigraciones y deportaciones por pueblos opresores (v.5), el Señor ha decidido hacerse cargo de su indigencia y rescatar al pueblo, en donde pone de manifiesto su nombre (v.6).
[141] 52,7-12. Puede leerse como conclusión de las tres unidades anteriores de 51,9 – 52,12. Su expresividad y belleza es un eco de 40,9-10, de 41,27 y prepara 62,6-7: alguien elogia la actividad de un mensajero que anuncia buenas noticias, un mensaje de salvación, el “reinado de Dios”. Un coro de centinelas responde desde las murallas y alcanzan a distinguir la caravana de desterrados que retorna (v.8); están convocadas las mismas ruinas de la ciudad a unirse al canto porque el Señor ha rescatado a su pueblo. La orden de salir dada, idealmente, desde Jerusalén (v.11) no indica una fuga en la noche como en la salida de Egipto, sino una procesión sagrada y pura que el mismo Señor encabeza y custodia, en la retaguardia (v.12).
[142] 52,13-53,12. Ubicado entre anuncios de restauración (51-52; 54) el cuarto cántico del servidor del Señor recuerda que la rehabilitación de Israel presupone el sufrimiento compartido. Al comienzo y al final (52,13; 53,11-12) el Señor Dios anuncia la exaltación de su servidor por el éxito de su misión paradójica. En la parte central (52,14 – 53,10) un grupo, “nosotros”, medita sobre la persona del servidor, su relación con ellos y la misteriosa acción divina manifestada en él; con un vocabulario litúrgico se describe su pasión y su muerte ofrecida como expiación justificadora de los pecados de todos (vv.10-11). La memoria de su entrega silenciosa a favor de los culpables revela el sentido que tiene el dolor en el designio salvífico de Dios: la solidaridad en la aflicción con los otros lleva a la luz, esa oscuridad, al conocimiento; en el cargar el pecado de todo el mundo está la salvación de todos (v.11). En Jesús se cumple plenamente este cántico. Él, el servidor que dio su vida por todos, revela que en esa misma lógica está la clave de la resurrección y la dicha (cf. Mc 10,35-45).
[143] 54,1-10. Un cántico de alegría por Jerusalén (cf. 52,1-6) la reivindica sobre Babilonia (cf. 47,1-15). El Señor, hacedor de cosas inéditas, le declara su amor eterno (vv.8-9); el santo de Israel, su redentor, la colma de bendiciones como esposa; si estuvo sola, estéril, abandonada y llorando sus hijos perdidos, ahora su Esposo la hace fecunda y le demuestra su inmenso cariño (v.7), que corona y sella su alianza de paz (v.10).
[144] 54,11-17. La restauración de Jerusalén será maravillosa (vv.11-12); y sus habitantes, convertidos en discípulos y servidores del Señor (cf. 50,4), vivirán en la prosperidad (vv.13.17). La ciudad santa, afianzada en la justicia, será una fortaleza inexpugnable, defendida y protegida por Dios (vv.14-16).
[145] 55,1-5. Para los sedientos y para los que pierden dinero en lo que no sacia se ofrece aquí un bien más preciado (vv.1-2); la promesa inquebrantable con David es heredada por el pueblo, depositario ahora de una alianza eterna, cuya garantía es la fidelidad divina (vv.3-4). Escuchar al Señor y prestar atención a su palabra de salvación es certeza de vida y de gloria (v.5).
[146] 55,6-11. La exhortación inicial de consolar al pueblo (40,1-11) se cierra ahora con la invitación a buscar a Dios, a invocarlo y convertirse al que es rico en misericordia y perdón (vv. 6-7). De modo repetitivo se afirma que los planes del Señor y su proceder se oponen al modo de actuar de los seres humanos (vv. 8-9). Su palabra, que permanece para siempre (40,8), es y será siempre una realidad eficaz y fecunda, como la lluvia que hace germinar la semilla en la tierra (vv.10-11). De esta forma, los oráculos de este profeta se abren y se cierran con una referencia explícita a la palabra divina; ella motiva y da fundamento para recrear el ánimo del pueblo de Dios y animar el retorno gozoso a su tierra.
[147] 55,12-13. El regreso de los exiliados a su tierra transfigura la naturaleza y hace testigo de la acción creadora y redentora del Señor a favor de su pueblo.
[148] cc. 56-66. Estos capítulos se atribuyen al Tercer Isaías o Trito-Isaías. Quizá recogen oráculos de varios profetas del posexilio, siglos VI-V a. C.. Esta parte, sin estructura clara ni mensaje unitario, refleja una comunidad que sufre conflictos por el control del poder local al regreso del exilio en un ambiente de tensión, división e infidelidad; los oráculos se alternan con promesas para los excluidos del pueblo del Señor (56- 59; 63-66). La perspectiva universalista inicial confronta también los pecados y la idolatría aún presente (56-57; 65). Las prácticas del ayuno, la observancia del sábado y los sacrificios cultuales aparecen contaminados por la injusticia y la opresión (58); la memoria de las intervenciones divinas y el reconocimiento de las culpas nutren las súplicas que esperan una nueva intervención del Señor (63–64). El Señor en medio de su pueblo y la promesa de la reconstrucción de Jerusalén, ciudad esposa, es el mensaje central y lleno de esperanza (60-62).
[149] ♦ cc. 56-59. Una nueva identidad para Israel se expresa en la restauración del culto y del Templo, casa de oración abierta a todas las naciones. El Señor hará justicia por su pueblo frente a aquellos pastores incapaces de defender el rebaño, responsables del dolor inocente y del extravío de los justos (56,1– 57,2). Si la gente va tras dioses falsos y reprochan el silencio de su Dios, este, en virtud de su alianza eterna, está listo para ofrecer su salvación (57,3s.). Su luz se irradia cuando el ayuno y la oración fructifica en obras de justicia y en actitudes de misericordia para con los que son de la misma condición humana (58). Para todo aquel que reconoce y confiesa sus culpas, Dios se muestra cercano, interviene de manera gloriosa en su rescate, y renueva su alianza con Sion (59).
[150] 56,1-8. En la restauración del culto en Sion, los signos de pertenencia son ahora dos condiciones que superan la distinción y las tensiones entre puros e impuros; ellos son: observar el sábado y practicar la justicia. En el “nuevo Templo” encuentran lugar los excluidos de la alianza: los extranjeros y los eunucos. El mensaje universalista que distingue esta etapa profética será el de una liberación y salvación del Señor que llega y se ofrece a todos (v.1).
[151] 56,9-57,2. Guías de la comunidad son denunciados como guardianes ciegos, vigías perezosos, pastores que se convierten en perros voraces (cf. 1,21-24; Am 6,1-6; Ez 34); incapaces de defender el rebaño, son responsables del dolor de los inocentes y del extravío de los justos (57,1). Pero el que trae la paz hará justicia (v.2).
[152] 57,3-13 El Señor denuncia con metáforas la infidelidad de Jerusalén subyugada por cultos relacionados con la fertilidad, realizados sobre piedras y también sobre lápidas sepulcrales (vv.5-6). La montaña alta presentada como un “lecho”, indica al Templo como lugar del sincretismo; los sacrificios humanos en el Tofet, al sur de la ciudad, ofrecidos a Moloc, muestran que todo está transfigurado por la idolatría (vv.7-9). Incapaces de comprender y aceptar el silencio del Señor, Jerusalén y sus habitantes se han agotado yendo tras dioses incapaces de salvar (v.11). Pero aún así, el que se refugie en el Señor tendrá futuro (vv.12-13).
[153] 57,14-21. “Nivelar o allanar el camino” tiene un sentido espiritual (cf. 40,3; 62,10), y es también una invitación que anima a los que aún deben regresar. La alusión al Dios santo del Templo (v.15; cf. 6,3) y al diluvio, con la promesa divina de no repetir el castigo (vv.16-17; cf. 54,9-10), revelan el fundamento y la razón por la cual el Señor se decide a actuar, curar y consolar a su pueblo, que culminará en la alabanza y en anuncio de la paz para todos (vv.18-19).
[154] 58,1-14. Para discernir la voluntad divina el ayuno debe expresar coherencia de espíritu y de vida. Conductas injustas, como la explotación, la violencia o la falsedad lo pervierten, y favorecen el engaño o el reproche a Dios cuando no responde al pedido (vv.3-5). El ayuno que desea el Señor se expresa en la justicia y en un corazón misericordioso (vv.6-7); solo así la oración lo alcanza y una luz divina se irradia en el testimonio del creyente (vv.8-12). Este espíritu para vivir el ayuno inspira el sentido verdadero para celebrar el sábado (vv.13-14).
[155] 59,1-21. En esta unidad, en primer lugar, el profeta recrimina al pueblo que no reconoce su responsabilidad ante la situación que vive: sus pecados, crímenes, mentiras y violencias han abierto un abismo entre Israel y su Dios; todos en esa condición se han hecho fecundos para la maldad (vv.1-8). En segundo lugar, un “nosotros” reconoce y confiesa sus culpas, cuya gravedad le hace dudar de la posibilidad del perdón (vv.9-15ª). Pero, el Señor, en tercer lugar, se muestra decidido a liberar y salvar, y defender de sus enemigos a quienes se conviertan de su rebeldía (vv.15b-17). El anuncio final de su venida gloriosa universaliza la esperanza del castigo para adversarios y enemigos y renueva su alianza con Sion por “su espíritu” que está en medio de ella (vv.18-21).
[156] ♦ cc. 60-62. Esta sección, con un díptico sobre Jerusalén, enmarca la vocación y misión del profeta. En primer lugar se anuncia el destino glorioso para la ciudad aún vencida y destruida. Dios en su fidelidad es su luz perpetua y su gloria en la restauración, y la paz que ya reina en ella la transforma en la “ciudad del Señor” (60). El profeta, ungido por el espíritu, como los jueces y los antiguos profetas, asume la misión de sanar, de consolar y de anunciar buenas noticias. Su ministerio es un “año de gracia” con todas sus implicaciones, y los habitantes de Jerusalén, como ministros del Señor por su alianza eterna serán consolidados en su descendencia; ellos usufructuarán gozosos de las riquezas de las naciones (61). Un canto de amor a Sion celebra a continuación una inédita situación: el nuevo noviazgo del Señor con Jerusalén; la corona y la diadema de la ciudad esposa resaltan su poder y su autoridad; los centinelas mantienen día y noche la memoria de su reconstrucción prometida hasta que se cumpla, porque bajo juramento divino ella está custodiada en seguridad y en justicia ante enemigos y extranjeros (62).
[157] 60,1-22. Un destino glorioso se anuncia para Jerusalén: la noche y las tinieblas (v.2) dejan paso a la luz, al resplandor de la aurora, del sol y de la luna (vv.1-3.19-22). El Señor es su luz perpetua (cf. 9,1), y su gloria se irradia a las naciones y a sus reyes por el retorno de los desterrados (cf. 54,1-3), por la abundancia de dones que los pueblos ofrecen para el Templo y sus sacrificios y por la reconstrucción de la ciudad (vv.4-9). Aunque no se esconden sentimientos de revancha, la restauración es fruto de la fidelidad de Dios, que en justicia castigó a su pueblo, pero que se compadeció de él en la desgracia (cf. 54,7-8; 57,17-18). El reinado de la paz y la ausencia de violencia muestran la transformación realizada en la ciudad que lleva el nombre del Señor (vv.14.18).
[158] 61,1-11. El profeta, investido por el espíritu del Señor, como los jueces y los antiguos profetas (cf. Nm 11,25-26; 24,2; Is 11,2), con rasgos reales y sacerdotales por la unción recibida (cf. 1Sm 16,1.12-13), asume la misión de sanar, consolar a los afligidos y anunciar buenas noticias (cf. 52,7). Su ministerio implica un “año de gracia”, un año jubilar con sus implicaciones concretas (cf. Lv 25,10-17), como perdonar deudas y restituir bienes enajenados (cf. Éx 21,2; Dt 15,1.12). El anuncio de Is 40,1s. culmina ahora en la nueva proclama de 6,1-3ª. Los habitantes de Jerusalén, identificados con nombres de árboles, símbolos de belleza y estabilidad (cf. 2,13; 60,13) y con el título de sacerdotes y ministros del Señor, son dignificados y justificados para recibir los “diezmos” de las naciones en la reconstrucción (vv. 3b-9). La ciudad responde a estas promesas con alegría y alabanza, porque el Señor, que revestido de poder socorrió a su pueblo (cf. 59,17), ahora engalana a su ciudad con la salvación y la justicia (vv.10-11). En la sinagoga de Nazaret Jesús lee y actualiza los dos primeros versículos, omitiendo lo del día de represalia, para describir su misión profética y liberadora en el año perenne de gracia inaugurado por él (Lc 4,16-30).
[159] 62,1-12. El profeta proclama su esperanza e intercede ante el Señor por amor a su ciudad: su “nombre nuevo” expresa la inédita intervención del Señor (cf. 42,9; 43,19; 48,6), que incluirá cielos nuevos y tierra nueva (cf. 65,17; 66,22). La corona y la diadema aluden a la novia y la esposa (v.4), pero también a la ciudad real (cf. 2Sam 12,30; Jr 13,18; Ez 21,31; Cant 3,11), coronada de honor, poder y autoridad (cf. Is 3,23; Job 19,9; 29,14; Sab 3,5). Centinelas mantienen día y noche la memoria de la reconstrucción prometida hasta que se cumpla, y la gloria de Jerusalén sea reconocida en toda la tierra (vv. 5-6; cf. 60,18; 61,11; Jr 13,11; 33,9). El Señor, bajo juramento, custodia ante enemigos y extranjeros el trabajo y los frutos de Sion (vv.8-9), para que el pueblo “santo y redimido del Señor” entre por las “puertas”, meta de sus anhelos (vv.10-12; cf. v.4; 54,12).
[160] ♦ cc. 63-66. Oráculos cuya constante es la esperanza de una inédita intervención divina. Inicia el anuncio del día de la “represalia” del Señor como un tiempo de salvación a favor de su pueblo (63,1-6). El recuerdo de sus acciones salvíficas se hace plegaria que estimula ese anhelo (63,7-14), cuya única garantía es el mismo Señor (63,15-64,4), invocado como “padre” (64,5-11). La idolatría de Israel contrasta el proceder del Dios de Israel que siempre se “deja encontrar” (65,1-7) por ese resto, “un racimo”, objeto de su vigilancia y bendición (65,8-25); este necesita espiritual y cultualmente un cambio cualitativo (66,1-6): pasar por el crisol de la palabra divina (66,15-17). Así Jerusalén, rebosante de alegría por la presencia fecunda del Señor, dará a luz sin dolor un pueblo nuevo (66,7-14). La profecía concluye con una visión universal: pueblos y naciones retornan a la montaña de Sion para contemplar la gloria del Señor, y hacer parte de una comunidad litúrgica en la que incluso extranjeros podrán ser elegidos como sacerdotes y levitas (66,18-24).
[161] 63,1-6. Dios, en diálogo con un vidente, se presenta a como un vendimiador que tiene los vestidos manchados de rojo; pero lo que él ha pisado en el lagar no son racimos, sino pueblos enemigos de Israel, de los cuales Edom es paradigma tradicional (vv.1-3; cf. 34,1-7). El anuncio de la liberación y del día de la venganza del Señor (v.4; cf. 61,2) se describe aquí como una acción única y soberana del Señor a favor de su pueblo (vv.5-6).
[162] 63,7-14. El recuerdo amoroso de las acciones salvíficas del Señor, de sus desvelos misericordiosos como padre y de su cercanía (vv.7-9) inicia una reflexión que se prolonga hasta 64,11 (cf. 59,1-21). La experiencia de su lejanía a causa de la rebeldía culpable del pueblo (v.10), trae a la memoria el tiempo de la liberación de Egipto y sus intervenciones salvadoras (vv.10-11), para preguntarse cómo es posible que su espíritu los haya abandonado (vv.11-14). Esta meditación dispone el corazón del creyente a la plegaria y a la esperanza de una inédita intervención del Señor.
[163] 63,15-64,4. Un deseo y una convicción unifican transversalmente la oración, como si dijeran: “no te acuerdes de quiénes somos nosotros, acuérdate de quién eres tú”. En torno a esto se entrecruzan súplicas (63,15a.17b; 64,8); preguntas retóricas sobre la conducta del Señor (63,15b.17a; 64,11); el recuerdo de la paternidad divina en lugar de la de Abrahán y de Jacob (63,16; 64,7); el abatimiento del pueblo (63,18-19; 64,5-6.9-10); y la memoria de las maravillas del pasado (64,1-4). Las secuencias de la larga proposición condicional (63,19b-64,4), en donde se pregunta qué habría ocurrido si el Señor hubiera actuado, aluden al endurecimiento del corazón (cf. 6,9-11); en forma indirecta se lamenta que la ausencia del Señor y su no intervención han provocado el estancamiento del pueblo en su pecado (cf. v.4).
[164] 64,5-11. La confesión final de las culpas (cf. 59,9-15), acompañada de sentimientos de desolación, derrota y abandono, y aún de reproches, suscita una confianza sin condiciones en la intervención del Señor invocado como “padre” (v.7; cf. 63,8.16). Aunque oculte su rostro, no será insensible a la condición de su pueblo y pondrá fin a sus aflicciones, porque no permanecerá callado para siempre (vv.8-10).
[165] 65,1-7. Las denuncias de idolatría, de sacrificios y ofrendas ilegítimas que hacen reprobable al culto, la consulta a los muertos y el descuido por la pureza en las comidas expresan la actitud blasfema del pueblo frente a su Dios (vv.3-5; cf. 57,3-13). Esta conducta contrasta con el justo proceder del Señor que siempre se “deja encontrar”, aún por los que no lo buscan, y que “tiende sus brazos” también a los rebeldes (vv.1-2; cf. Éx 34,6-7; Jr 32,18-19).
[166] 65,8-16. Los elegidos en la “viña de Israel” (cf. 5,1-7) forman un racimo, es decir un resto, objeto de la vigilancia y la bendición divina (vv.8-10; cf. Os 9,10); los que se entregaron a la idolatría terminarán en la absoluta desgracia (vv.9-12). El destino definitivo de ambos grupos es contrapuesto; para los servidores perseverantes en su fidelidad al Señor, los bienes de la salvación están garantizados (vv.13-16).
[167] 65,17-25. Este oráculo de salvación con perspectiva mesiánica y escatológica (vv.17-20; cf. 11,6-9; 66,22; cf. Ap 21,1-27), proclama las bendiciones que suplantan cualquier maldición (vv.21-23; cf. 62,8-9; Dt 28,33). Alegría y fecundidad, la paz universal, la desaparición de la violencia entre las creaturas (vv.23-25; cf. 11,7; 49,4) y la serpiente cumpliendo su antigua condena (Gn 3,14), describen un destino paradisíaco, profecía para la creación entera.
[168] 66,1-6. El Templo, con su magnificencia y arquitectura, no garantiza por sí mismo la reconstrucción espiritual de la comunidad; Dios encuentra su complacencia en la actitud humilde y reverencial del justo (vv.1-2). El culto exige escuchar y obedecer a la palabra divina, para que el oferente evite un acto idolátrico (v.3, cf. Os 13,2); “los que se estremecen ante sus palabras” experimentarán la intervención gloriosa del Señor; una manifestación que sella el castigo de los arrogantes (vv.4-6).
[169] 66,7-14. El anuncio de la restauración de la ciudad (cf. 49,20-21; 54,1-4) se reviste con el vocabulario de la maternidad y de un parto sin dolor que suscita una alegría desbordante (vv.7-11); la promesa de fecundidad que el Señor asegura (vv.12.14) es el signo visible del consuelo divino para todos los habitantes de Jerusalén (v.13; cf. 40,1s.).
[170] 66,15-17. El fuego es signo de la presencia divina (v.15); y significa también el juicio purificador que consume toda idolatría (v.16); el culto que resiste al “fuego devorador”, “una hoguera inextinguible”, es el que va unido a la ética (cf. 33,14-15); solo esa actitud legitima estar en el templo del Señor o ejercer el oficio sacerdotal (v.17; cf. 66,3).
[171] 66,18-24. Con una mirada universal, en la que pueblos y naciones retornan a la montaña de Sion para contemplar la gloria del Señor, se delinea una comunidad litúrgica en la que incluso los extranjeros podrán ser elegidos como sacerdotes y levitas (cf. 56,1-8; 61,5-6); la meta es Israel y su centro, Jerusalén (vv.18-21; cf. 2,2-5). El epílogo sorprende por su tono de condena (v.24), y remite a las promesas mesiánicas y escatológicas del Señor (vv.22-23).