Como ocurre con otros libros de la Biblia, existe no solo un texto hebreo de Jeremías, de tradición judía, en manuscritos medievales (s. XI d. C.), sino también un texto griego originado en por la tradición judía de la diáspora occidental, y transmitido luego en las comunidades cristianas. Sorprende, sin embargo, que el texto hebreo de Jeremías sea un séptimo más amplio que el texto griego, que supuestamente lo traduce. La comparación minuciosa de ambos lleva a pensar que el traductor griego tenía ante sí un original hebreo que era más breve. Esta hipótesis se ha corroborado al encontrar en Qumrán manuscritos hebreos (s. I a.C. – s. I d.C.), que se asemejan más al contenido del texto griego que al hebreo. Esto significa que el libro de Jeremías siguió creciendo y recibiendo adiciones después de que el traductor griego hiciera su trabajo. Aunque el profeta ya había desaparecido, su libro siguió vivo, sostenido por la comunidad de sus discípulos, donde se lo interpretaba y se lo actualizaban; así lo conservaron y así lo transmitieron. La “relectura” del libro terminó en una “reescritura” del mismo. De manera, en el texto actual se reconocen elementos que se remontan al ministerio del profeta Jeremías (627-586 a. C.) y muchos otros que provienen de la comunidad religiosa que se identificó con su maestro y quiso presentarlo como un modelo de fe.
Los relatos biográficos de libro sugieren un orden cronológico: bajo el rey Joaquín: Jr 26 (609-608 a. C.); 19,1-20,6 (hacia el 605 a. C.); 36 y 45 (605-604 a. C.); bajo el reinado de Sedecías: Jr 28; 29 y 51,59-64, (hacia el 594 a. C.); 34,1-7 (inicios del asedio, 587 a. C.); 37,3-38,28 (durante el asedio), y tras la caída de Jerusalén: Jr 39,1-44,30 (586 a. C.). Esto permitiría reconstruir un itinerario de la vida de Jeremías, en el que su suerte estaba signada en gran parte por los avatares políticos del reino de Judá, sus últimos cuarenta años.
En la primera etapa de su ministerio, entre el 627 y el 609 a.C., bajo el reinado de Josías, Jeremías se interesa por la suerte de la población israelita que había permanecido en territorios del reino del norte; su pensamiento tiene mucha semejanza con el de Oseas (Jr 2-3; 30-31). Es un período lleno de esperanzas, en el que el profeta cuenta con el apoyo y la protección de algunos funcionarios, como Safán y su familia (cf. Jr 26,24; 36,12 y 2Re 22,3.8-14).
En la etapa que va desde el 609 y hasta el 598, encuentra la hostilidad del rey Joaquín y sus oficiales, que han abandonado las opciones políticas y religiosas de Josías (Jr 7-20; 26; 36). Entre el 597 y el 586, Jerusalén se halla sitiada y Judá amenazada por el rey de Babilonia que instala a Sedecías como nuevo rey, vasallo suyo. El profeta invita a someterse a los caldeos reconociendo que son instrumento del castigo de Dios (Jr 27-29; 34-35; 37-39). Después del 586, bajo dominio babilónico, el profeta es obligado a refugiarse en Egipto, después del asesinato de su protector, el gobernador Godolías (Jr 40-43). Sus huellas se pierden, pero su influencia permanece a través de sus seguidores y de su libro, constantemente releído y reescrito.
La posibilidad de “arrancar y derribar, de edificar y plantar” (1,10) expresa la potestad soberana del Señor (18,1-10) y explica la doble dimensión del ministerio profético: anunciar el proyecto salvador de Dios y denunciar las conductas que obstaculizan su realización. A Jeremías le tocó acentuar la denuncia del pecado y hacer ver sus desastrosas consecuencias; pero sus discípulos y editores supieron recuperar también los aspectos más esperanzadores de su mensaje.
Su experiencia encarna la identidad y la misión de Israel, pueblo llamado y consagrado (1,4-5); pero al mismo tiempo pone de manifiesto la situación en la que este se encuentra en ese momento de su historia (16,1-13). Israel está llamado a descifrar en la existencia del profeta su propio destino; rechazarlo significaría provocar la propia condena. Si la palabra de Dios es gozo y alegría para el corazón del profeta (15,16), es también fuego que devora al pueblo (5,14), como le sucede a él mismo (20,9). Esta figura anticipa las tensiones dramáticas que caracterizarán a Cristo: Hijo de Dios en carne de pecado, bendito y “haciéndose maldición por nosotros” (cf. Gál 3,13).
El libro conserva las huellas del lenguaje oral del profeta predicador y del trabajo de composición escrita que realizaron sucesivos editores. Se pueden distinguir secciones con relatos biográficos (19,1-20,6; 27-29; 34,1-7; 36; 37-44; etc.) y autobiográficos (1,4; 2,1; 13,1-11; 16,1; 18,19; 24,1), colecciones de palabras del profeta en forma poética (cc. 2-6; 8-9) y algunos discursos en prosa (7,1-8; 11,1-14, etc.); además un apéndice narrativo (c. 52).
La forma fundamental del discurso profético sigue siendo el “oráculo”, pronunciado algunas veces como respuesta a una consulta (21,1-10), pero en su mayoría por iniciativa divina, dirigido a todo el pueblo o a particulares. Estos anuncios aparecen en medio de secciones narrativas, y se delimitan por su introducción (“Me llegó la Palabra del Señor…”, “Palabra que le llegó a Jeremías de parte del Señor…”, “Así ha dicho el Señor…”) y por su conclusión (“Oráculo del Señor”).
En algunas ocasiones, la experiencia de la revelación profética se relaciona con la visión de algún objeto o acción (1,11-12.13-19; 18,1-12; 24,1-10; 38,21-22) o con la realización de alguna acción simbólica (13,1-11; 16,1-4; 19,1-15; 27; 28), transmitidos en forma de pequeños relatos.
En la elaboración del discurso Jeremías se vale de muchos recursos del lenguaje oral, como la asonancia (1,10), el doble empleo de la misma raíz en un sustantivo y un verbo (“cosas vanas”-“convertirse en vanidad”: 2,5), el múltiple sentido de un nombre (“almendro”-“vigilante”: 1,11) o de un verbo (“volver”, “convertirse”, “cambiar”, “restaurar”; cf. 2,1-3,5; 8,4-5). En la composición de sus oráculos, emplea una estructura envolvente, la inclusión (3,1-5), o también una concéntrica, el quiasmo (8,13-17). En las discusiones interpela a sus destinatarios con sus mismas palabras (2,6.8.20), o los interroga directamente (2,14; 8,4-5).
Algunos discursos en prosa, puestos en boca del profeta (7,1-8,3; 11,1-14; 16,1-13; 17,19-27, etc.) o de otros (40,2-4), presentan notables semejanzas con el vocabulario y las ideas del Deuteronomio y de la llamada obra histórica deuteronomista (Josué; Jueces; 1-2 Samuel; 1-2 Reyes), que se nota en la acentuación en la unidad y la identidad nacional dada por la centralidad del culto al único Dios y Señor de Israel, en su Templo en Jerusalén y por las exigencias de orden social para con el prójimo. Entre los promotores de estos principios, figura Safán y su familia, que desempeñó diversas funciones en la corte (2Re 22) y que siempre protegió a Jeremías (Jr 26,24; 36,10.19; 40,5-7). Estos indicios han hecho pensar que el libro habría tenido su primera redacción en ambientes afines ese “movimiento deuteronomista”.
Estructura del libro:
III. Oráculos contra las naciones 46,1-51,64
Palabras de Jeremías[3]
Jos 21,13-18; 2 Re 22,1-23,30; 23,36-25,7
1.1. Palabras de Jeremías, hijo de Jelcías, de los sacerdotes residentes en Anatot, en el territorio de Benjamín. 2. La palabra del Señor le llegó en tiempos de Josías, hijo de Amós, rey de Judá, en el año décimo tercero de su reinado, 3. y después en tiempos de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, hasta fines del año undécimo de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá; es decir, hasta la deportación de Jerusalén, en el quinto mes.
Profeta para las naciones[4]
Éx 3-4; 1 Re 19,19-21, Ez 2-3
Antes que salieras de las entrañas, yo te consagré:
te constituí profeta para las naciones.
–¡Ah, Señor, Dios!
Yo ni siquiera sé hablar; soy muy joven.
–No digas ‘soy muy joven’;
porque tú irás a donde yo te envíe
y dirás lo que yo te ordene.
pues yo estaré contigo para librarte –oráculo del Señor–.
Mira, en este día, yo te constituyo en autoridad
por encima de naciones y reinos,
para arrancar y derribar,
para destruir y arrasar,
para edificar y plantar.
¿Qué ves, Jeremías? [5]
Is 55,10-11; Ez 12,28
–¿Qué estás viendo, Jeremías?
Yo dije: –Veo una rama florecida de almendro (vigilante).
Así estoy vigilando para que mi palabra se cumpla.
–¿Qué estás viendo ahora?
Yo dije: –Veo una olla hirviendo,
cuya boca se vuelca desde el norte.
–De la misma manera, desde el norte se
desencadenará la desgracia sobre todos los habitantes del país.
Dictaré mis sentencias[6]
Jr 52,25; 2 Re 21,24; 23,30; Ez 22,26-29; Esd 4,4
a todas las familias de los reinos del norte –oráculo del Señor–.
Ellos vendrán y cada uno tomará su lugar
en los tribunales de Jerusalén,
ante todas las fortificaciones que la rodean
y ante todas las ciudades de Judá.
a causa de todas sus maldades,
porque me abandonaron, quemaron incienso a otros dioses
y se postraron ante cosas fabricadas por sus propias manos.
levántate y diles todo lo que yo te ordene.
No les tengas miedo, no sea que yo te haga temblar ante ellos.
en columna de hierro, en fortificación de bronce,
frente a todo el país,
frente a los reyes de Judá, a sus príncipes,
a sus sacerdotes y a los propietarios de la tierra.
porque yo estoy contigo para librarte –oráculo del Señor–.
Recuerdo el cariño de tu juventud[7]
Éx 17,1-7; Nm 20,1-13; Dt 8,2-16; 26,1-11; 32,10-12; Os 1-3; 4,4-10
2.1. La palabra del Señor me llegó:
Así dice el Señor:
Recuerdo el cariño de tu juventud, tu amor de recién casada;
cuando me seguías por el desierto, en tierra sin cultivar.
como el primer fruto de su cosecha.
Quienes se atreviesen a comerlo sufrirían castigo
y la desgracia se abatiría sobre ellos –oráculo del Señor– .
y todas las familias de Israel:
¿Qué me vieron de malo sus padres,
para alejarse de mí de esa manera,
y ponerse a seguir dioses vanos
hasta convertirse ellos mismos en vanidad?
«¿Dónde está el Señor que nos hizo subir desde el país de Egipto,
que nos guio por el desierto,
por una tierra de aridez y precipicios,
por una tierra reseca y de sombras de muerte,
por una tierra por la que nadie transita
y en la que ninguna persona habita?».
para que comieran sus frutos y sus cosechas.
Pero ustedes entraron, contaminaron mi tierra,
y convirtieron mi heredad en algo repugnante.
«¿Dónde está el Señor?».
Los expertos de la Ley no me reconocieron,
los pastores se rebelaron contra mí,
los profetas profetizaron en nombre de Baal,
y se fueron detrás de ídolos inútiles.
Yo pelearé contra ustedes[8]
Éx 40,34-38; 2 Re 16,17-17,6; 18,9-19,37; Sal 106; 19-20; 120,5; Lc 13,6-9; Rm 1,23
y seguiré peleando contra los hijos de sus hijos.
¡Manden a Cadar a averiguar para que se informen
y vean si ahí ha sucedido algo semejante!
–y eso que ellos ni siquiera son dioses–
en cambio, mi pueblo ha cambiado su Gloria
por algo totalmente inútil.
¡Horrorícense totalmente! –Oráculo del Señor–.
me abandonaron a mí, fuente de agua viva,
para excavarse cisternas,
cisternas agrietadas, que no retienen el agua.
¿Por qué ha sido tomado como botín?
alzaron sus rugidos, arrasaron su país,
incendiaron sus ciudades y las dejaron sin habitantes.
te rapaban la cabeza!
por haber abandonado al Señor, tu Dios,
cuando él te conducía por el camino!
¿Por qué vas a Asiria a beber las aguas del Éufrates?
y tus mismas traiciones te castigarán.
Reconoce qué malo y qué amargo es haber abandonado
y no haber respetado al Señor, tu Dios, –oráculo del Señor todopoderoso–.
¡Sobre cualquier colina alta y bajo cualquier árbol frondoso,
te acostabas como prostituta!
y te has vuelto para mí sarmiento bastardo
de una hiedra extranjera!
tu culpa permanecerá delante de mí, –oráculo del Señor Dios–.
¡Reconoce lo que has hecho! [9]
Dt 32,37-38; Is 1,17; Os 4,1-3; 12-14; Am 2,6-8; 4,1; 5,24
«No me he contaminado,
no he seguido a los baales»?
¡Mira tus huellas en el valle,
reconoce lo que has hecho!
Has sido una camella ligera,
extraviada por los caminos.
que aspira el viento cuando está en celo.
¿Quién puede dominar su pasión?
Los que la busquen no tendrán que esforzarse,
porque siempre la encontrarán en celo.
25.¡No andes corriendo con tus pies descalzos y tu garganta sedienta!
Pero tú dices: «No. Es inútil.
Estoy enamorada de extranjeros, y me iré tras ellos».
así se avergonzarán los israelitas:
ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas.
y a la piedra: «Tú me engendraste»,
me dan la espalda, no el rostro.
Pero, en el tiempo de su desgracia,
me dicen: «¡Levántate a salvarnos!»
¡Que se levanten ellos si pueden salvarte en el tiempo de tu desgracia!
Porque tus dioses, Judá, son tantos como tus ciudades.
si todos ustedes me traicionaron?
pero ellos no aceptaron el escarmiento.
La espada de ustedes devoró a sus profetas,
como un león a su presa.
presten atención a la palabra del Señor:
¿He sido acaso un desierto para Israel o una tierra tenebrosa?
Entonces, ¿por qué mi pueblo dice:
«hemos estado a la deriva, ya no volveremos a ti»?
o la esposa, de su tocado?
Sin embargo, mi pueblo me ha tenido olvidado
por días innumerables.
¡Qué bien has aprendido los malos caminos!
sangre de pobres e inocentes,
a quienes condenaste sin haberlos sorprendido en delito.
A pesar de todos estos cargos,
Pero aquí estoy llamándote a juicio,
porque dijiste: «No he pecado».
Te decepcionarás de Egipto como te decepcionaste de Asiria.
porque el Señor ha rechazado a aquellos en los que tú confiabas,
y no saldrás triunfante con ellos.
Tú te has prostituido[10]
Gn 38,14-15; Dt 24,1-4; Ez 23
3.1. Supongamos que un hombre repudia a su mujer,
esta se aleja de él y se casa con otro.
¿Ella podrá volver al primer marido?
¿No profanaría ciertamente esta tierra?
Pero tú te has prostituido con muchos
y ahora quieres volver a mí –oráculo del Señor–.
¿dónde no se acostaron contigo?
En los caminos te sentabas a esperarlos,
como un nómada en el desierto,
y profanaste la tierra con tus prostituciones y tu maldad.
Es que tuviste el descaro de una prostituta, y no te avergonzaste.
«Tú eres mi padre, mi amigo de juventud.
¿Continuará indignado hasta el fin?».
Pero, mientras así hablabas,
seguías cometiendo las maldades que podías.
Israel, la apóstata, parece más justa que Judá, la infiel[11]
Éx 25,10-22; Dt 10,1-5; 1 Re 17,3-6; Ez 16
–¿Has visto lo que ha hecho Israel, la apóstata? Ella iba a prostituirse sobre cualquier montaña elevada o bajo cualquier árbol frondoso. 7. Yo decía: «después de hacer todo esto se convertirá a mí»; pero ella no se convirtió. Judá, su infiel hermana, lo vio, 8. y vio también cómo la repudié y le di su acta de divorcio por todos los adulterios que cometió Israel, la apóstata. Pero Judá, su infiel hermana, no escarmentó, sino que también se prostituyó. 9. Con su escandalosa prostitución profanó el país y cometió adulterio con los ídolos de piedra y de madera. 10. A pesar de todo esto, Judá, su infiel hermana, no se convirtió a mí de todo corazón sino falsamente –oráculo del SEÑOR–.
Conviértete, Israel apóstata, –oráculo del Señor–.
No te recibiré de mal modo
porque soy compasivo –oráculo del Señor–
y no guardo rencor para siempre.
porque te rebelaste contra el Señor, tu Dios.
Te entregaste lujuriosamente a extraños
bajo cualquier árbol frondoso,
y no me obedeciste –oráculo del Señor–.
¡Conviértanse, hijos apóstatas![12]
Gn 13,14-15; Éx 4,22-23; 25,10-22; Dt 10,1-5; 32,62; Re 25,9.13-17; Sal 2,6; Ap 21,3; 22,5
–¡Cómo quisiera contarte entre mis hijos
y darte una tierra espléndida,
la herencia más preciosa entre todas las naciones!
Y después pensaba que me llamarías «padre mío»
y no dejarías de seguirme.
así ustedes, israelitas, me han traicionado –oráculo del Señor –.
Yo los curaré de su apostasía[13]
Jr 2,20; 3,1; 1 Re 3,2; Is 2,12-18; Sal 75,7
el llanto lastimero de los israelitas,
porque torcieron sus caminos
y se olvidaron del Señor, su Dios.
Yo los curaré de su apostasía.
–Aquí estamos y venimos a ti
porque tú, Señor, eres nuestro Dios.
y las celebraciones de las montañas!
¡La salvación de Israel está solo en el Señor, su Dios!
la vergonzosa idolatría devoró
el fruto del esfuerzo de nuestros padres,
sus rebaños de ovejas y vacas, sus hijos y sus hijas.
y que nuestra humillación nos cubra,
¡porque nosotros y nuestros padres hemos pecado contra el Señor,
desde nuestra juventud hasta hoy,
y no hemos obedecido al Señor, nuestro Dios!
Si quieres regresar [14]
Gn 17,10-14; Os 10,12; Rom 2,25-29
conviértete a mí –oráculo del Señor –.
Si apartas de mí tus monstruos,
no tendrás que huir de mi presencia,
diciendo: «vive el Señor »,
las naciones encontrarán en él
gloria y bendición.
–Preparen su campo, no siembren sobre espinas.
corten el prepucio de su corazón,
hombres de Judá, habitantes de Jerusalén,
para que a la vista de la maldad de sus acciones
mi furor no brote como fuego
y arda sin que nadie lo apague.
El león ha salido de su guarida[15]
Jr 1,13-15; Is 10,3-4; Jl 2,1; Mt 13,22
proclamen en Jerusalén,
toquen la trompeta por el país,
griten con toda la voz y digan:
«¡Reúnanse!
¡Vayamos a las ciudades fortificadas!».
busquen refugio, no se detengan!
Porque yo traigo del norte una desgracia,
un gran desastre.
el depredador de las naciones
se ha puesto en marcha;
ha partido de su puesto
para convertir el país de ustedes en desolación
y dejar sus ciudades desiertas y en ruinas.
golpéense el pecho y laméntense,
porque la ira ardiente del Señor
no se ha apartado de nosotros».
que el rey y los príncipes quedarán descorazonados,
los sacerdotes, desolados, y los profetas, horrorizados.
ciertamente has engañado por completo a este pueblo y a Jerusalén
porque mientras les decías: ‘Tendrán paz’,
la espada les llegaba a la garganta».
Proclamen contra Jerusalén
Jr 10,19; Jos 19,40; Jue 18,29; 1 Sm 1,1
«Un viento ardiente sopla sobre las áridas colinas
y va por el desierto hacia la capital de mi pueblo,
pero no para ventilar ni para limpiar el trigo.
porque ahora yo pronunciaré mis sentencias contra ellos».
y sus carros como el torbellino.
Sus caballos son más ligeros que las águilas.
¡Ay de nosotros, estamos destruidos!
para que puedas ser salvada!
¿Hasta cuándo albergarás en tu interior
proyectos perversos?
y proclama algo siniestro desde la montaña de Efraín!
háganlo oír en Jerusalén:
Los sitiadores han llegado desde un país lejano,
dan su voz de ataque contra las ciudades de Judá;
porque se ha rebelado contra mí
–oráculo del Señor –.
te acarrearon estas cosas.
Esta es tu desgracia –¡qué amarga!–
y cómo hiere tu corazón.
El corazón me palpita con fuerza
Jr 10,19-20
el corazón se me retuerce en mi interior!
Me palpita con fuerza y no lo puedo calmar
porque oigo un sonido de trompeta,
un toque de guerra.
porque todo el país ha quedado destruido.
De pronto mis tiendas de campaña
y mis carpas fueron destruidas en un instante.
y escuchar sonidos de trompeta?
¡Qué necio es mi pueblo![16]
Gn 1,2-3; Dt 32,6.28; Is 1,2-3; 3,16-24; Miq 7,3
Son hijos insensatos, incapaces de comprender.
Son hábiles para lo malo, pero no saben hacer el bien.
al cielo y no hay rastro de luz.
a las colinas, se estremecen.
y las aves del cielo han volado.
y todas sus ciudades, destruidas
ante la ira ardiente del Señor.
–Todo el país se convertirá en desolación,
y lo destruiré totalmente.
y allá arriba los cielos se oscurecerán.
Yo lo dije y lo decidí;
no me arrepentiré ni me echaré atrás.
la ciudad entera huye:
unos se esconden en los bosques,
otros trepan a las peñas;
todas las ciudades quedan abandonadas
sin nadie que las habite.
Aunque te vistas de púrpura,
te adornes con oro,
y te pintes de negro los ojos,
¡en vano te embellecerás!
Tus amantes te desprecian,
solo buscan matarte.
como el grito de angustia de una primeriza.
Es la voz de la joven Sion que jadea,
que extiende sus manos diciendo:
«¡Ay de mí, que ya no tengo fuerzas,
y estoy en manos de unos asesinos!».
Son muchas sus rebeldías[17]
Gn 18,23-33; Dt 28, 49-52; 29, 24-28; Is 5,1-7; Am 4,6-11; Sof 1,12; Bar 4,15
miren y comprueben!
Busquen en sus plazas,
a ver si encuentran a alguien,
a uno solo, que practique la justicia,
que busque la honradez,
y yo la perdonaré.
lo hacen con falsedad.
Los castigaste, pero ellos no sintieron dolor;
los aniquilaste, pero no aprendieron la lección.
Endurecieron la cara como una roca
y no quisieron convertirse.
No conocen el proceder del Señor,
el proyecto de su Dios.
porque ellos sí conocen el proceder del Señor,
el precepto de su Dios».
Pero también ellos quebraron el yugo
y arrancaron sus correas.
y los destruyó el lobo de las estepas.
Un leopardo vigila sus ciudades:
todo el que salga será despedazado
porque son muchas sus rebeldías,
innumerables sus apostasías.
si tus hijos me han abandonado,
y han jurado por los que no son dioses?
Yo los había saciado de bienes,
pero ellos se hicieron adúlteros
y empezaron a frecuentar el prostíbulo.
relinchaban por la mujer de su prójimo.
–oráculo del Señor –.
¿No me voy a vengar de semejante nación?
¡Trepen por los muros![18]
pero no la destruyan del todo!
Arranquen sus sarmientos,
porque ya no pertenecen al Señor.
–oráculo del Señor –.
La desgracia no nos llegará;
no veremos espada ni hambre.
¡Que les suceda lo mismo que anuncian!».
así dice el Señor, Dios todopoderoso:
–Mira, yo pongo mis palabras en tu boca,
serán fuego que devore a este pueblo, como leña.
yo traigo desde lejos una nación invencible,
una nación antigua,
una nación de la que no conoces su idioma
ni comprendes sus palabras.
todos ellos son valientes guerreros.
comerá a tus hijos y a tus hijas,
comerá a tus ovejas y tus vacas,
comerá tus viñas y tus higueras.
Por la espada tomará tus ciudades fortificadas
en las que tanto confías.
Sus pecados han ahuyentado el bienestar
Dt 10, 18-19; Is 6,9-10; Ez 12,2; Sal 104, 6-9; Job 38,8-11; Mc 8,18 // 5,21: Mc 8,18
proclámenlo en Judá:
tienen ojos y no ven; oídos y no oyen.
ni tiemblan ante mí,
que con la simple arena he puesto límite al mar,
un límite que jamás podrá pasar?
Las aguas se agitan, pero son impotentes,
las olas braman, pero no lo traspasan.
un corazón empedernido y rebelde,
se rebela y se va.
que a su tiempo nos da las lluvias tempranas y las tardías,
y nos garantiza las semanas justas para la cosecha».
sus pecados han ahuyentado el bienestar!
agazapados como cazadores,
colocan trampas, y capturan personas.
así sus casas están llenas de fraudes.
Así se han hecho poderosos y ricos,
han cometido los peores delitos,
no han juzgado justamente;
no han hecho valer la causa del huérfano
ni han garantizado el derecho del pobre.
¿No voy a tomar represalia de semejante nación?
los sacerdotes abusan de su poder,
y mi pueblo aprueba estas cosas.
Pero, ¿qué harán ustedes cuando llegue el final?
Levanten un terraplén contra Jerusalén[19]
Éx 19-24; Dt 20,19; Jue 8,2; 1 Re 10,1-2; Is 21,6; Ez 3,17; 13,10; Os 9,8; Sal 2,6; Mt 11,29
salgan de Jerusalén,
toquen la trompeta en Técoa,
y den una señal a Betqueren!
Porque desde el norte se ve venir una desgracia,
un gran desastre.
plantan carpas a su alrededor, cada uno apacienta su manada.
¡Ataquemos a plena luz del día!
¡Ay de nosotros, que el día ya declina
y se alargan las sombras de la tarde!
destruyamos sus palacios!».
«Corten árboles. Levanten un terraplén contra Jerusalén.
Esta es la ciudad a la que se le piden cuentas,
pues dentro de ella no hay más que opresión.
así brota a borbotones su maldad.
En su interior se oye violencia y opresión
y lo único que veo es sufrimientos y heridas.
para que no tenga que apartarme de ti
ni convertirte en una desolación,
en un país deshabitado!».
–Busca y rebusca al resto de Israel, como a una viña,
pasa tu mano por los sarmientos, como un vendimiador.
Miren, ellos son incapaces de oír; no logran atender.
Fíjense, se burlan de la palabra del Señor
y no encuentran gusto en ella.
y no puedo contenerla.
–Derrámala por la calle sobre los niños de pecho
y sobre los grupos de jóvenes reunidos;
porque serán capturados varones y mujeres,
ancianos y gente de edad avanzada.
pasarán a manos de extraños,
porque voy a extender mi mano
contra los habitantes del país –oráculo del Señor –.
todos buscan enriquecerse;
desde el profeta hasta el sacerdote
todos se dedican a engañar.
al anunciarle «todo va bien, todo va bien»,
cuando nada iba bien.
No, no sienten la menor vergüenza
ni saben lo que es sonrojarse.
Por eso caerán con los que caigan
y tropezarán cuando yo les pida cuentas –dice el Señor –.
Deténganse en los caminos y miren;
pregunten por los senderos antiguos:
¿Cuál es el buen camino?,
y vayan por él para encontrar reposo.
Pero ellos contestan: «No iremos».
«Estén atentos al toque de la trompeta».
Pero ellos responden: «No le prestaremos atención».
¡Celebren un consejo los que habitan en ellas!
Yo traigo la desgracia a este pueblo,
como consecuencia de sus maquinaciones
porque despreciaron mi palabra y rechazaron mi Ley.
caña aromática de una tierra lejana?
Sus holocaustos no me agradan,
sus sacrificios no me complacen.
«Yo pongo obstáculos ante este pueblo,
en los que tropezarán los padres junto con los hijos;
vecinos y compañeros perecerán».
Ahí viene gente de un país del norte,
una gran nación surgida de los confines del mundo.
son crueles y despiadados.
Sus gritos resuenan como el bramido del mar;
montan a caballo y están dispuestos para el combate como guerreros,
contra ti, hija de Sion.
y nos hemos desmoralizado,
nos ha invadido la angustia,
temblores como de mujer que va a dar a luz.
25.¡No salgan al campo,
no anden por los caminos!
Porque el enemigo tiene una espada
que siembra el terror por todas partes.
revuélcate en la ceniza!
¡Haz luto como por un hijo único,
un amarguísimo duelo!
Porque en cualquier momento
el depredador vendrá sobre nosotros.
para que certifiques y examines su conducta:
aunque sean bronce o hierro, todos son de mala calidad.
pero el platero trabaja inútilmente porque las escorias no se desprenden.
porque el Señor los ha desechado.
No confíen en las palabras engañosas [21] «
Éx 20, 13-16, Dt 5, 17-20; 11,28; 28,64; Os 4,2; Sal 15; 24,3-6; 78, 56-67; Mt 21,13; Mc 11,17; Lc 19,46 // 7,11: Mt 21,13; Mc 11,17; Lc 19,46
Derraman libaciones en honor de otros dioses
Jr 11,14; 14,11; 44,17-19; Jue 3,7
Les ordené: ‘escuchen mi voz’
Gn 1,14-18; Éx 19,5; Lv 26,3-12; Dt 28,26; 2 Re 23,16; Is 15,2; Ez 7,18; 8; Am 5,25; Miq 1,16; Job 1,20; Bar 2,23; Ap 18,23
sobre las áridas colinas eleva una lamentación,
porque el Señor ha rechazado y ha abandonado
a la generación que provocó su ira.
Han devorado el país[22] «
Is 1,3; Ez 13,10; Mt 21,18-22; 23,23-26; Lc 13,6-9; Jn 3,14-15
¿Acaso no se levantan los que han caído?,
¿no regresan los que se han ido?
y Jerusalén está obstinada en su apostasía?
¿Por qué se aferran al engaño y se niegan a convertirse?
Ellos no hablan con sinceridad,
nadie se arrepiente de su maldad,
diciendo: “¿Qué es lo que hice?”.
Cada uno vuelve a sus andanzas
como un caballo que se desboca en la batalla.
la tórtola, la golondrina y la grulla
saben cuándo deben emigrar.
Pero mi pueblo no conoce el derecho del Señor.
tenemos con nosotros la Ley del Señor”,
si la pluma mentirosa de los escribas la ha tergiversado?
consternados y atrapados:
despreciaron la palabra del Señor,
¿qué clase de sabiduría tienen?
y sus campos a usurpadores,
porque del más pequeño al más grande
todos se empeñan solo en enriquecerse.
Tanto el profeta como el sacerdote,
todos se dedican a engañar.
al anunciarle “todo va bien, todo va bien”,
cuando nada iba bien.
No, no sienten la menor vergüenza,
ni saben lo que es sonrojarse.
Por eso caerán con los que caigan
y tropezarán cuando yo les pida cuentas
–dice el Señor –».
–oráculo del Señor –
no hay uvas en la viña ni higos en la higuera,
solo follaje marchito;
por eso los enviaré al destierro.
¡Reúnanse! ¡Vayamos a las ciudades fortificadas
y muramos allí!
Porque el Señor, nuestro Dios, nos entrega a la muerte;
nos da a beber agua envenenada,
porque hemos pecado contra él.
el tiempo de la curación, pero aparece el espanto.
ante el ruido de los relinchos de sus corceles, tiembla toda la tierra.
Llegaron y devoraron el país y todo lo que hay en él,
la ciudad y los que la habitan.
contra las que no hay encantamiento que valga;
ellas los morderán
–oráculo del Señor –.
Eleven por nosotros un lamento
Gn 17,10-14; 37,25; Dt 2,36-37; Os 12,3; Sal 2,6; Prov 6,17-18; Hch 7,51 // 9,22-23: 1 Cor 1,31; 2 Cor 10,17
mi corazón está triste.
«¿No está el Señor en Sion? ¿Su rey no se encuentra en ella?
–¿Por qué me han ofendido con sus ídolos, con dioses extranjeros? –.
pero nosotros no fuimos salvados».
estoy triste, soy presa del espanto.
¿No hay allí algún remedio?
Entonces, ¿por qué no ha mejorado
la salud de la capital de mi pueblo?
y mis ojos en una fuente de lágrimas!
Día y noche lloraría
los muertos de la capital de mi pueblo.
Abandonaría a mi pueblo y me alejaría de ellos.
Porque todos ellos son adúlteros, caterva de traidores.
el engaño, no la verdad, domina el país,
van de mal en peor
y a mí no me reconocen –oráculo del Señor –.
y no confíen en ninguno de sus hermanos!
Porque el hermano no es más que un impostor
y el prójimo desparrama calumnias.
y no habla con sinceridad.
Han entrenado sus lenguas para la mentira
y se han cansado de hacer iniquidades.
por tanto fraude
se han hecho incapaces de conocerme
–oráculo del Señor –».
«Yo los examino fundiéndolos en el crisol.
¿Cómo tengo que proceder con la hija de mi pueblo?
y con su boca dicen mentiras.
Hablan de paz con su prójimo,
pero en su interior le preparan una trampa.
¿No voy a tomar represalias de una nación semejante?».
Haré resonar llanto y lamento sobre las montañas[23]
un canto fúnebre en las planicies del desierto;
han quedado devastadas sin que nadie las transite,
y no se escucha ni el rumor de los rebaños.
Las aves del cielo y los animales han escapado y se han ido.
y las ciudades de Judá las haré una desolación,
sin que nadie las habite.
¿A quién le habrá hablado la boca del Señor para que lo anuncie?
¿Por qué ha quedado destruido el país
y devastado como el desierto, sin que nadie lo atraviese?
«Porque ellos abandonaron mi Ley, la que les había propuesto,
no escucharon mi voz ni la siguieron,
y siguieron a los baales, como sus padres les enseñaron.
Yo doy de comer ajenjo a este pueblo
y le hago beber agua envenenada.
que no conocían ellos ni sus padres,
y enviaré tras ellos la espada, hasta exterminarlos».
«Entiendan bien y llamen a las plañideras para que acudan.
Manden a buscar a las más expertas para que vengan».
para que nuestros ojos derramen lágrimas
y nuestros párpados dejen correr el llanto.
«¡Ay, cómo hemos sido saqueados! ¡Cuánta vergüenza!
¡Tuvimos que abandonar el país!
¡Nos echaron de nuestros hogares!».
¡Que sus oídos acojan su mensaje!
Enséñenles a sus hijas este lamento,
a sus vecinas este canto fúnebre:
y se ha metido en nuestros palacios,
eliminando a los niños de las calles
y a los jóvenes de las plazas».
«Los cadáveres de los hombres yacerán
como estiércol sobre el campo,
como la paja detrás del cosechador
que nadie recoge».
«El sabio no se gloríe de su sabiduría
ni el valiente se gloríe de su valor, ni el rico de su riqueza.
de comprenderme y conocerme,
porque yo, el Señor, actúo con fidelidad,
con derecho y con justicia en la tierra;
porque esto es lo que me agrada –oráculo del Señor –».
No hay nadie como tú, Señor[24]
Gn 1,6-8; Éx 19,5; Is 40,19-22; Zac 14,9.16-17; Sal 115,3-8; 135,15-18; Sab 13,10-14,21 // 10,7: Ap 15,4
«No imiten la conducta de los paganos
ni se asusten por las señales del cielo.
¡Que los paganos se asusten por ellas!
cortan un árbol del bosque,
el artesano lo trabaja con su herramienta
y además lo sujeta con clavos a base de martillazos
para que no se mueva.
no pueden hablar;
los tienen que mover,
porque son incapaces de andar.
No tengan miedo de ellos; no hacen ningún mal
ni tampoco pueden procurar el bien».
tú eres grande.
Grande y poderoso es tu nombre.
Rey de las naciones?
Solo tú lo mereces,
porque entre todos los sabios
y reyes de las naciones
no hay nadie como tú.
¿Qué se puede aprender de esos ídolos?
Son solo madera,
obra del artesano, de las manos del orfebre,
vestidos de azul y púrpura fina.
¡Todo eso es obra de artesanos!
Solo Él es un Dios vivo y un rey eterno.
La tierra se estremece por su ira,
las naciones no podrán soportar su enojo.
11Ustedes les dirán así a ellos:
«Los dioses que no han hecho el cielo y la tierra
desaparecerán de la tierra y de debajo del cielo».
con su sabiduría afianzó el mundo,
con su inteligencia extendió los cielos.
las aguas del cielo retumban,
hace subir las nubes desde los confines de la tierra,
convierte los relámpagos en lluvia
y saca los vientos de sus depósitos.
el orfebre queda avergonzado de su ídolo,
sus estatuas son pura mentira:
no hay espíritu en ellas,
a la hora de la verdad, desaparecerán.
porque el Señor ha formado todo,
Israel es la tribu de su herencia,
y su nombre es «El Señor todopoderoso».
Mi tienda ha sido destruida[25]
2 Re 25,1; Is 49,19-23; Ez 34,1-10
tú, que vives asediada,
recoge del suelo tus pertenencias,
«Miren, esta vez, voy a expulsar a los habitantes del país
y haré que los acorralen hasta que los atrapen».
¡Mi herida ha empeorado!
Pero yo dije: «Es mío este dolor
y tendré que soportarlo».
todas mis cuerdas cortadas.
Mis hijos se me han ido; ya no están.
no hay quién despliegue mi tienda
y levante mis toldos.
y no buscaron al Señor;
por eso no supieron hacer su trabajo
y todo su rebaño se ha dispersado.
se está acercando desde el país del norte
para convertir las ciudades de Judá en desolación,
en guarida de chacales.
Corrígeme, Señor
Sal 6,1; 74; 79; Prov 20,24; Mt 6,27
no es dueño de su camino
ni el caminante
del paso que va a dar.
no con tu ira, para que no me aniquile.
que no te han reconocido,
y sobre las tribus que no invocan tu nombre.
Porque ellas devoraron a Jacob,
lo exterminaron
y arrasaron sus hogares.
Maldito el hombre que no obedezca los términos de esta alianza[27]
Éx 24,1-8; Dt 6,3; 11,9; 27,11- 28,68; 31,16-20; Jue 2,13; 1 Re 8,51; Is 5,1; Sal 40,6; 52,8
Yo respondí diciendo: –Sí, Señor.
¿A llevar a cabo sus maquinaciones?
¿Acaso tus muchos sacrificios
podrán apartar de ti la desgracia
para que entonces puedas alegrarte?
«Olivo verde, adornado de frutos hermosos».
Pero en medio de truenos y relámpagos le prendió fuego
que ha devorado sus ramas.
No sabía lo que tramaban contra mí.
-primera confesión-[28]
Jr 15,19-21; 17,14-18; 2 Re 23; Is 29,13; 53,7; Os 4,3; Sal 17,1-7.13-14; 74,18-21; Job 21; // 12,3: Sant 5,5
Fue entonces, Señor, cuando me hiciste ver las acciones de ellos.
conducido a la muerte y no sabía
lo que tramaban contra mí:
«Derribemos el árbol en su vigor,
arranquémoslo de la tierra de los vivientes,
para que nadie recuerde ya su nombre».
que examinas los sentimientos y las intenciones,
que yo vea tu venganza contra ellos,
porque he expuesto mi causa ante ti.
Por eso quiero presentarte mi reclamo,
solo quiero hablarte de cuestiones de justicia:
¿Por qué triunfan los malvados
y los traidores viven tranquilos?
progresan y hasta dan fruto.
Tú estás cerca de su boca, pero lejos de su corazón.
y has examinado mi actitud hacia ti!
Sepáralos como ovejas para el matadero,
resérvalos para el día de la matanza.
y toda la hierba del campo se secará?
Por la maldad de sus habitantes
perecen los animales y las aves.
Por la maldad de los habitantes del país
que piensan: «el Señor no ve lo que hacemos».
¿cómo competirás con los de a caballo?
Si te sientes seguro solo en tierra tranquila,
¿qué harás en la espesura del Jordán?
también ellos gritan a tus espaldas: «¡Basta!».
No te fíes de ellos, aunque te digan palabras agradables.
He abandonado mi heredad
2 Re 24,1-2; Is 56,3-8; Os 8,1; 9,15; Sal 80, 8-13
He entregado a mi amada en manos de sus enemigos.
ha lanzado rugidos contra mí y por eso la detesto.
asediada por otras aves de rapiña?
Vayan, reúnanse todos los animales del campo,
y acérquense a devorarla.
han pisoteado mi lote,
dejaron mi lote precioso
hecho un desierto desolado.
y desolado está en duelo ante mí.
Todo el país está hecho un desierto
porque no hay quién lo cuide.
han venido salteadores;
es la espada del Señor que viene devorando
desde un confín al otro de la tierra
y no hay paz para nadie.
Inútilmente se agotaron.
Quedaron decepcionados de sus cosechas,
ante la ira ardiente del Señor.
La faja se había podrido[29]
Ez 12,1-16; 21,18-22; 24,15-27; Os 1-3; Esd 7,8-9
No tendré piedad[30]
Is 51,17; Ez 23,32-34; Ap 16
–Así dice el Señor, Dios de Israel: «¡Que todos los cántaros se llenen de vino!».
Ellos te contestarán:
–¿Acaso no sabemos perfectamente que todos los cántaros deben ser llenados de vino?
–Así dice el Señor: «Yo voy a llenar de embriaguez a todos los habitantes de este país, a todos los reyes, sucesores de David en el trono, a los sacerdotes, a los profetas y a todos los habitantes de Jerusalén. 14. Los estrellaré unos contra otros, padres e hijos juntamente –oráculo del Señor –. No tendré piedad ni misericordia, ni me arrepentiré de haberlos destruido».
¿Hasta cuándo seguirás así?
1 Re 2,19; 15,13; 2 Re 24,8-10; Is 18,1-2; Os 2,3; 13,3; Am 5,18-20; Sof 2,2; Sal 1,4
¡No sean arrogantes, porque el Señor habla!
antes que oscurezca;
antes que tropiecen sus pies
en las oscuras montañas.
La luz que ustedes esperan
se convertirá en sombras de muerte
y se transformará en una espesa tiniebla.
lloraré en secreto su arrogancia;
lloraré un amargo llanto;
mis ojos derramarán lágrimas
cuando el rebaño del Señor sea llevado cautivo.
«Siéntense en el suelo
porque su espléndida corona se ha caído de sus cabezas.
y nadie quita el cerco.
Toda Judá fue deportada,
deportada masivamente».
a los que vienen del norte.
¿Dónde está la grey que se te había confiado,
el rebaño del que te gloriabas?
21.¿Qué dirás cuando te impongan como jefes
a quienes tú trataste como amantes?
¿No sufrirás dolores
como una mujer que da a luz?
«¿Por qué me sucede todo esto?».
Por tus muchas culpas
te han levantado el vestido
y te han violado.
o un leopardo sus manchas?
Y ustedes, tan acostumbrados al mal,
¿podrán hacer el bien?
que se lleva el viento del desierto
la paga que te he impuesto –oráculo del Señor –
porque te has olvidado de mí
y has puesto tu confianza en la mentira.
para que se viera tu desnudez,
y la bajeza de tu prostitución.
He visto tus ídolos abominables
en las colinas y en el campo.
¡Ay de ti, Jerusalén, que no te purificas!
¿Hasta cuándo seguirás así?
No ha llovido en el país[31]
Jr 29,17-18; Lv 26,18-20; 2 Sm 15,30; Is 3,26; Os 8,13; Sal 23,3; 46; 48,9; Lam 1,4; Est 6,12
y sus ciudades ennegrecidas
desfallecen por tierra,
y se alza el alarido de Jerusalén.
a sus siervos por agua,
llegan a los pozos,
y como no encuentran,
vuelven con sus cántaros vacíos,
decepcionados y confundidos,
cubriéndose la cabeza.
porque no ha llovido en el país;
los labradores, frustrados,
se cubren la cabeza.
a su cría en el campo
porque no hay hierba.
resuellan al viento como los chacales
y sus ojos se apagan,
porque no hay hierba.
Aunque nuestras culpas nos acusen,
nuestras rebeldías sean tantas,
y hayamos pecado contra ti.
su salvador en tiempo de angustia,
¿por qué te comportas como un extranjero en el país,
como un caminante que se detiene solo a pasar la noche?
un guerrero incapaz de vencer?
Sin embargo, Señor, tú estás en medio de nosotros,
y tu nombre ha sido invocado sobre nosotros.
¡No nos abandones!
–No intercedas por este pueblo. 12. Aunque ayunen, yo no escucharé sus súplicas, y aunque ofrezcan holocaustos y oblaciones, no los aceptaré, sino que los exterminaré con espada, hambre y peste.
–¡Ah, Señor Dios, mira que los profetas les dicen: «Ustedes no verán la espada ni tendrán hambre, sino que yo les daré una paz duradera en este lugar».
–Es mentira eso que los profetas profetizan en mi nombre. Yo no los envié, ni les ordené nada ni les hablé. Lo que ellos les profetizan son visiones mentirosas, vaticinios falsos, ilusiones de su mente. 15. Por eso, así dice el Señor: «Respecto a los profetas que profetizan en mi nombre, sin que yo los haya enviado, y que andan diciendo: “No habrá espada ni hambre en este país”, esos profetas serán aniquilados por la espada y el hambre. 16. Y aquellos a quienes ellos profetizan quedarán arrojados por las calles de Jerusalén, a causa del hambre y de la espada, sin que nadie los entierre ni a ellos ni a sus mujeres, ni a sus hijos ni a sus hijas. Yo derramaré sobre ellos la desgracia que merecen».
¿Has rechazado totalmente a Judá?
Am 5,18; Sal 2,6; 74,2; Neh 9,16-31
¡Que mis ojos derramen lágrimas
noche y día sin descanso!
Porque la virgen hija de mi pueblo
ha sufrido una gran tragedia, una herida incurable.
si entro en la ciudad, desfallecidos de hambre.
Hasta el profeta y el sacerdote
vagan por el país sin saber adónde ir.
¿Te has cansado de Sion?
¿Por qué nos has herido y no hallamos remedio?
Se esperaba la paz y no hay bienestar,
el tiempo de sanar y sobreviene el terror.
es la misma culpa de nuestros padres:
hemos pecado contra ti.
ni deshonres el trono de tu Gloria.
Recuerda, no rompas tu alianza con nosotros.
quién pueda hacer llover?
¿Son los cielos los que brindan la lluvia?
¿No eres tú solo, Señor, nuestro Dios?
En ti ponemos nuestra esperanza,
porque tú haces todo esto.
Ya estoy cansado de compadecerme
Gn 4,23-24; Éx 32,11; 1 Sm 7,5-10; 2 Re 24,8-17; 25,1-21; Am 7,2.5; Ap 13,10
Los destinados a la muerte, a la muerte;
los destinados a la espada, a la espada;
los destinados al hambre, al hambre;
y los destinados al cautiverio, al cautiverio.
y quién se dolerá por ti?
¿Quién se detendrá para preguntar por tu situación?
me diste la espalda.
Por eso, he extendido mi mano contra ti
y te he destruido.
Ya estoy cansado de compadecerme.
por las ciudades del país.
Los dejé sin hijos, aniquilé a mi pueblo,
porque no se convirtieron de su conducta.
más que las arenas del mar.
Traje contra las madres de los jóvenes
la devastación en pleno mediodía.
De pronto hice caer sobre ellas terror y espanto.
se desvaneció y exhaló su aliento.
Su sol se sonrojó, palideció
y se puso cuando aún era de día.
Al resto de ellos los entregaré a la espada
ante sus enemigos –oráculo del Señor –.
Ni les debo ni me deben, pero todos me maldicen
-segunda confesión-[32]
Jr 26,7-8; 28; 36,20-26; 38,4; Gn 8,1; Ez 3,1-3; Sal 139; Job 6, 15-20
¡Soy hombre discutido y debatido por todo el país.
Ni les debo ni me deben, pero todos me maldicen.
¿No hice que tus enemigos se rindieran ante ti,
en el tiempo de la desgracia,
en el tiempo del sufrimiento?
el hierro del norte o el bronce?
como botín, tu fortuna y tus tesoros
a causa de tus pecados en todo tu territorio.
en un país que no conoces,
porque el fuego de mi ira ya se ha encendido,
y arderá contra ustedes[33].
¡Acuérdate de mí, cuida de mí
y véngame de mis perseguidores.
No permitas que yo sea atrapado
por ser tú tan paciente para castigar.
Sabes que por tu causa he soportado el oprobio.
Tus palabras eran gozo y alegría de mi corazón;
porque tu nombre había sido invocado sobre mí,
Señor, Dios todopoderoso.
con el grupo de los burlones,
sino que me hiciste vivir solitario,
porque estoy lleno de tu enojo.
e incurable mi herida que no quiere sanar?
¿Serás para mí como un espejismo,
aguas no verdaderas?
–Si te conviertes, yo te haré volver y estarás en mi presencia.
Si eres capaz de sacar algo valioso de lo vil,
tú serás como mi boca.
Que ellos se vuelvan a ti,
pero tú no has de volverte a ellos.
inexpugnable frente a este pueblo.
Ellos te harán la guerra, pero no podrán vencerte
porque yo estoy contigo para salvarte y librarte –oráculo del Señor –.
y te rescataré del puño de los violentos.
No tomes mujer ni tengas hijos[34]
Lv 19,28; 26,30; Dt 14,1; 1 Re 9,8-9; Is 2,1-5; 43,16-21; Os 1-3; 1,6; Miq 4,1-3; Hab 1,14-17; Sal 128; Ap 18,23
Porque vendrán días[35]
Jr 23,7-8
Nuestros antepasados nos dejaron en herencia solo mentira[36]
mi refugio en el día de la angustia.
Hacia ti vienen las naciones paganas,
desde los confines de la tierra y dicen:
«Nuestros antepasados nos dejaron en herencia solo mentira,
ídolos vanos que no sirven para nada».
¡Esos no son dioses!
esta vez les haré reconocer mi mano poderosa,
para que ellos sepan que mi nombre es «el Señor ».
Grabado con cincel de hierro[37]
Jr 15,13-14; Jue 3,7; Is 65,3; Sal 12,2
con cincel de hierro,
con punta de diamante
en la tabla de sus corazones
y en los ángulos de sus altares.
son sus altares y sus monolitos
levantados en torno a cada árbol frondoso,
sobre todas las colinas altas,
Por los pecados cometidos en todo tu territorio
entregaré como botín tus riquezas y todos tus tesoros,
con tus santuarios.
la que yo te había dado,
porque yo haré que tus enemigos te esclavicen
en un país que no conoces.
El fuego de mi ira que ustedes han encendido
arderá para siempre.
Bendito quien confía en el Señor[38]
Éx 32,31-32; 1 Re 8,6.12-13; Ez 18,30; Sal 1,3; 7,9; Prov 24,12; Mt 16,27; Rom 2,6; Ap 2,22-23
«Maldito quien confía en el ser humano
Y pone su fortaleza en lo que es débil,
mientras aparta su corazón del Señor.
que no disfrutará el buen tiempo.
Habitará en los pedregales del desierto,
en una tierra salada y deshabitada.
y pone en el Señor su seguridad.
que echa sus raíces junto a una acequia.
No sufrirá el calor y su follaje estará siempre verde.
En el año de sequía no tendrá que angustiarse
y no dejará de dar fruto.
No tiene remedio. ¿Quién puede conocerlo de verdad?
y examino los sentimientos
para dar a cada uno según su conducta,
según el fruto de sus acciones».
es el que amasa fortuna pero sin honradez.
A mitad de sus días tendrá que abandonarla
y al final, resultará ser un imbécil.
es nuestro lugar santo!
Los que te abandonen quedarán avergonzados
–«Los que se apartan de mí serán escritos en el polvo»–
por haber abandonado la fuente de agua viva, que es el Señor.
Sáname, Señor, y quedaré sano.
-tercera confesión-[39]
Jr 11,18-12,6; Sal 5,11; 6,3-4
sálvame, y estaré a salvo!
Porque tú, Señor, eres mi honor.
«¿Dónde está la palabra del Señor?
¡Que se cumpla!».
ni he deseado el día fatal; tú lo sabes.
Lo que sale de mis labios está siempre ante ti, Señor.
tú eres mi único refugio en el día de la desgracia.
pero yo no quede defraudado.
Que se espanten ellos, pero yo no me espante.
Que el día de la desgracia venga sobre ellos;
quebrántalos con doble quebranto.
Santifiquen el día del sábado[40]
Éx 20,8-10; Dt 5,12-14; Is 58,13-14; Rut 3,11; 4,1; Neh 3,1.31-32; 13,15-22
Baja a la casa del alfarero [41]
Is 64,8; Ez 18,21-24; Lam 2,15-16; Eclo 33,13; Sab 15,7; Rom 9, 20-21
18.1. Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor: 2. «Levántate y baja a la casa del alfarero, y ahí te comunicaré mis palabras». 3. Bajé a la casa del alfarero. Miré y él estaba haciendo un trabajo en el torno. 4. Cuando la vasija se estropeaba en la mano del alfarero, como suele suceder con la arcilla, él hacía otra diferente, a su gusto. 5. Entonces, la palabra del Señor me llegó: 6. «¿Acaso no puedo hacer yo también con ustedes, descendientes de Israel, tal como hace este alfarero? –Oráculo del Señor –. Miren, israelitas, ustedes están en mis manos como la arcilla en manos del alfarero. 7. Si de pronto yo hablo de arrancar, derribar y destruir a una nación o un reino, 8. pero esa nación, contra la que hablé, se convierte de su maldad, entonces yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerle. 9. Si en otro momento yo hablo de edificar y plantar en una nación o un reino, 10. pero esa nación hace lo que yo desapruebo y no escucha mi voz, entonces yo me arrepentiré del bien que había prometido hacerle. 11. Ahora dirígete a la gente de Judá y a los habitantes de Jerusalén: “Así dice el Señor. Miren, yo estoy preparando una desgracia y madurando un plan contra ustedes. ¡Conviértanse de su mala conducta. Corrijan su conducta y sus acciones”. 12. Pero ellos dirán: “Es inútil. Nos guiaremos por nuestros planes y actuaremos cada uno según la dureza de nuestro corazón perverso”».
«Pregunten entre las naciones,
¿quién ha escuchado algo como esto?
La joven Israel ha hecho
algo tremendamente horrendo.
desaparece de las altas cumbres?
¿Las aguas que vienen de lejos
y que corren frescas se interrumpen?
Ofrece incienso a los ídolos vanos
y tropieza en sus caminos, en las rutas de siempre,
para irse por sendas equivocadas.
en motivo de burla perpetua,
y todo el que la atraviesa queda espantado
y sacude su cabeza.
yo los dispersaré frente al enemigo;
el día del desastre les daré la espalda; no el rostro».
Atiéndeme, Señor
-cuarta confesión-[42]
2 Re 24,2-4; Sal 5,11; 35,7.12; Neh 3,37
¡Escucha la voz de mis adversarios!
¡Ellos me han cavado una fosa!
Recuerda cómo me ponía frente a ti
para interceder por su bien,
para apartar de ellos tu ira.
y arrójalos en manos de la espada.
Que se queden sin hijos, viudas sus mujeres,
sus hombres, víctimas de la peste,
y sus jóvenes en la guerra, muertos a espada.
cuando de improviso mandes asaltantes contra ellos.
Porque cavaron una fosa para atraparme,
escondieron una trampa para mis pies.
todos sus planes para matarme.
No perdones sus culpas. No borres de tu vista sus pecados.
Que tropiecen delante de ti,
y en el tiempo de tu ira, actúa contra ellos.
Quebrarás la jarra[43]
Dt 28,53-57; Jue 2,13; 2 Re 21,12; 23,10; Is 55,10-11; Ez 5,10; Neh 2,13; 3,13-14; 12,31;
19.1. Así dice el Señor: «Cómprate una jarra de arcilla. Después toma contigo a algunos de los ancianos del pueblo y de los sacerdotes 2. y dirígete al valle de Ben-Hinón, a la entrada de la Puerta de la Alfarería, y proclama allí estas palabras que te voy a decir. 3. Dirás: “¡Escuchen la palabra del Señor, reyes de Judá y habitantes de Jerusalén! Así dice el Señor todopoderoso, el Dios de Israel: Miren, yo traeré sobre este lugar una desgracia tan grande, que al que la oiga le zumbarán los oídos. 4. Porque ellos me abandonaron y profanaron este lugar, ofreciendo incienso a otros dioses que ni ellos ni sus padres ni los reyes de Judá conocían, y llenaron este lugar de sangre inocente. 5. Construyeron santuarios a Baal, para quemar en ellos a sus hijos como holocaustos para él, algo que yo no les había ordenado ni prescrito, y ni siquiera me había pasado por la mente. 6. Por eso, vienen días –oráculo del Señor – en que a este lugar ya no lo llamará “Tófet” ni “Valle de Ben-Hinón”, sino “Valle de la Matanza”. 7. Y en este lugar echaré por tierra el plan de Judá y de Jerusalén, haré que caigan por la espada ante sus enemigos y en manos de quienes buscaban su muerte; daré sus cadáveres como alimento a las aves del cielo y a los animales de la tierra. 8. Convertiré esta ciudad en desolación y burla, de modo que todo el que pase cerca se espante y silbe de estupor a la vista de tantas heridas. 9. Por el espantoso asedio con que los oprimirán sus enemigos y los que buscan su muerte, les haré comer la carne de sus propios hijos y de sus hijas y se comerán unos a otros”.
Pasjur mandó golpear al profeta Jeremías
Jr 21,1-2; 2 Re 15,35; Ez 9,2
¡Me has seducido, Señor, y me dejé seducir!
-quinta confesión-[44]
Gn 19; Éx 22,16; Jue 16,5; Is 1,9; Am 3,8; Sal 6,9-10; 31, 13-18; Job 3,1-19; Lam 2,22; 1 Cor 9,16
Me has dominado y me has vencido.
He llegado a ser motivo de risa todo el día;
todos se burlan de mí.
«¡Violencia, destrucción!».
La palabra del Señor se convirtió para mí
en oprobio y agravio permanente.
¡No quiero hablar más en su nombre!».
Pero en mi corazón ardía como un fuego,
encerrado dentro de mis huesos;
yo intentaba ahogarlo, pero no lo conseguía.
«¡Ahí está “Terror por todas partes”!
¡Avisen, para que lo denunciemos!»
Todos mis compañeros aguardaban mi caída:
«Quizá se deje engañar, y logremos hacerle algo;
así nos tomaremos venganza contra él».
como un poderoso guerrero;
por eso, mis perseguidores tropezarán
y no podrán vencer. ¡No triunfarán!
Quedarán terriblemente avergonzados,
con un oprobio eterno que no será olvidado.
y conoces los sentimientos y las intenciones,
que yo pueda ver tu venganza sobre ellos,
porque a ti solo he expuesto mi causa!
Porque ha salvado la vida del pobre
de manos de los malhechores.
¡El día en que mi madre me dio a luz no sea bendito!
«Te ha nacido un varón», y que tanto lo alegró!
que el Señor ha destruido sin algún pesar.
Que por la mañana escuche alaridos,
y al mediodía, gritos de guerra.
para que mi madre fuera mi sepulcro
y quedara preñada para siempre?
para no ver más que pena y dolor
y acabar mis días deshonrado?
Díganle a Sedecías[46]
Dt 4,4; 5,15; 7,19; 30,15-19; 2 Re 18,13-19,37; 2 Cr 36,17-21
–Díganle a Sedecías: 4. «Así dice el Señor, Dios de Israel: Yo haré retroceder las armas de guerra que ustedes empuñan para enfrentar al rey de Babilonia y a los caldeos, que los están asediando fuera de las murallas, y las amontonaré en medio de esta ciudad. 5. Yo mismo combatiré contra ustedes, con mano extendida y con brazo fuerte, con ira, con furor y con gran indignación. 6. Heriré a los habitantes de esta ciudad y haré morir por una gran peste a seres humanos y animales. 7. Después de esto –oráculo del Señor –, entregaré a Sedecías, rey de Judá, a sus ministros, a la tropa y a los que en esta ciudad hayan sobrevivido a la peste, a la espada y al hambre, en poder de Nabucodonosor, rey de Babilonia, de los enemigos de ustedes, que los buscan matar, y él los matará a filo de espada, sin piedad, sin clemencia y sin compasión».
Hagan justicia cada mañana[47]«
2 Sm 7,16; 15,2; 1 Re 7,2
¡Escuchen la palabra del Señor,
Así dice el Señor: Hagan justicia cada mañana
y libren al oprimido de manos del explotador;
no sea que mi ira brote como fuego
y arda sin que nadie pueda apagarla,
a causa de la maldad de sus acciones.
roca de la llanura –oráculo del Señor –.
Contra ustedes que dicen:
«¿Quién podría caer sobre nosotros?
¿Quién entrará en nuestros refugios?».
–oráculo del Señor –
y prenderé fuego a su bosque,
que quemará todo a su alrededor.
Escucha la palabra del Señor, rey de Judá
Dt 10,18-19; 29,24-28; Is 2,13; 37,24; Zac 11,1; Sal 72,1-4; 110,4
Tú eres para mí como Galaad,
como la cumbre del Líbano,
pero juro que te convertiré en un desierto,
como ciudades deshabitadas.
cada uno con sus armas,
para que corten lo mejor de tus cedros
y lo arrojen al fuego.
Acerca de Salún (Joacaz)
2 Re 23,29-34; 2 Cr 35,20-25; 36,1-4
ni hagan duelo por él.
Lloren más bien por quien se marcha,
porque jamás volverá a ver el país donde nació.
A Joaquín, hijo de Josías
Lv 19,13; Dt 24,15; 2 Re 24,6; Is 58,1-12; Am 2,7; Miq 6,8; 2 Cr 36,8; Sant 1,22-27; 5,4
y sus pisos altos quebrantando el derecho,
haciendo que su prójimo trabaje de balde
y sin pagarle su jornal!
con pisos altos y amplios».
Le abre ventanas, la reviste de cedro y la pinta de rojo.
¿Tu padre no comía y bebía?
Pero también practicaba el derecho y la justicia
y entonces le fue bien.
¿No consiste en esto conocerme? –Oráculo del Señor –.
están puestas solo en el lucro,
en derramar sangre inocente
y en practicar la opresión y la violencia.
“No se lamentarán por él diciendo:
«¡Ay, hermano! ¡Ay, hermana!».
No se lamentarán por él diciendo:
«¡Ay, señor! ¡Ay, majestad!».
lo arrastrarán y lo arrojarán
fuera de las puertas de Jerusalén.
No quiero escuchar
Nm 27,12; Os 2,5-13; Sal 22,12; Lam 1,19
¡Grita desde Abarín!
Porque todos tus amantes han sido destrozados.
21.Te hablé cuando aún vivías tranquila,
pero me dijiste: «No quiero escuchar».
Esta ha sido tu conducta desde tu juventud:
nunca has escuchado mi voz.
todos tus amantes marcharán al cautiverio.
Entonces sentirás vergüenza y confusión por toda tu maldad.
que tienes tu nido en los cedros,
¡cómo gemirás cuando te vengan los dolores,
como los dolores del parto!
Jeconías, hijo de Joaquín[48]
2 Re 24,8-17; Is 4,3; Ag 2,23 // 22,24: Rom 14,11
es acaso una jarra despreciable y rota,
un recipiente que nadie quiere?
¿Por qué él y su descendencia fueron expulsados
y arrojados a un país que no conocían?
escucha la palabra del Señor!
«Escriban así sobre este hombre:
“Sin hijos. Fracasado en su vida”.
Porque ninguno de su descendencia
logrará sentarse en el trono de David
ni gobernará en Judá».
Acerca de los pastores que apacientan a mi pueblo[49]
Jr 33,15-16; Ez 34,1-10.26; Zac 3,8; Jn 6, 37-39; 10,1-21
23.1. ¡Ay de los pastores que dejan que las ovejas de mi rebaño perezcan y se dispersen! –oráculo del Señor –. 2. Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel, acerca de los pastores que apacientan a mi pueblo: «Ustedes son los que ahuyentan y dispersan a mis ovejas y no se ocupan de ellas. Pero ahora yo me ocuparé de ustedes para castigar la maldad de sus acciones –oráculo del Señor –. 3. Yo mismo reuniré al resto de mis ovejas, desde todos los países donde las había dispersado, y las haré volver a las praderas para que tengan crías y se multipliquen. 4. Les pondré pastores que las apacienten, de manera que no tengan miedo ni se asusten ni se pierdan
–oráculo del Señor –».
en que suscitaré a David un retoño legítimo,
reinará como rey, se comportará sabiamente
y practicará el derecho y la justicia en el país.
e Israel vivirá seguro.
El nombre con el que lo llamarán será: «El Señor es nuestra justicia».
Sobre los profetas[50]
Jr 28; Gn 18,20; 20,3; Dt 13,1-5; 18,20-22; Is 1,10; 40,28; Ez 3,1-4; 16,46-50; Am 3,7; Sal 139,7-12
Se me rompe el corazón en el pecho
y todos mis huesos se han estremecido.
He quedado como un borracho,
como un hombre vencido por el vino,
a causa del Señor y de sus santas palabras.
y, por esta maldición, el país está de duelo
y se han secado las praderas del desierto.
Porque han hecho del mal su meta y de la injusticia, su poder.
y aun en mi Templo he hallado su maldad –oráculo del Señor –.
serán empujados y caerán en ella,
porque traeré la desgracia sobre ellos,
el año de su castigo –oráculo del Señor –.
han profetizado por Baal
y han desviado a mi pueblo, a Israel.
he visto algo horrendo:
cometer adulterio, proceder con falsedad
y alentar a los malhechores,
sin que nadie se convierta de su maldad.
Han llegado a ser para mí como Sodoma,
y sus habitantes, como Gomorra.
respecto de los profetas:
yo les haré comer ajenjo y les daré a beber agua envenenada,
porque la corrupción de todo el país
salió de los profetas de Jerusalén.
No escuchen las palabras de los profetas que les profetizan.
Ellos los engañan. Lo que les predican son solo ilusiones de su mente,
no viene de la boca del Señor.
«¡Ha hablado el Señor! ¡Ustedes tendrán paz!».
Y a todos los que se guían
por la dureza de su corazón, les dicen:
«La desgracia no vendrá sobre ustedes».
en el consejo del Señor para ver y oír su palabra?
¿Quién puso atención y escuchó su palabra?
ya se ha desatado, furiosa,
una tormenta con remolinos se abate
sobre la cabeza de los malvados.
hasta que realice y cumpla los designios de su corazón.
Al final de los días, ustedes comprenderán su sentido.
pero ellos corrieron a predicar.
Yo no les hablé, pero ellos profetizaron.
habrían proclamado mis palabras a mi pueblo,
y le habrían hecho volver de su mal camino
y convertirse de sus malas acciones.
¿Acaso no abarco los cielos y la tierra? –Oráculo del Señor –.
¿Qué tiene en común la paja con el trigo? –Oráculo del Señor –.
como un martillo que pulveriza la roca? –Oráculo del Señor –.
El Señor me mostró dos canastas de higos[52]
Jr 3,6-18; 29,8-20; 2 Re 24,12-16; Ez 11,17-20; Os 2,23; Zac 13,8-9; Sal 12,2; 69,11; Ap 21,3
24.1. Después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, deportó de Jerusalén a Jeconías, hijo de Joaquín y rey de Judá, junto con los príncipes de Judá, de los orfebres y herreros, y los llevó a Babilonia, el Señor me mostró dos canastas de higos, colocadas delante del templo del Señor. 2. Una canasta tenía higos muy buenos, como brevas, y la otra, higos muy malos que, de tan malos, no se podían comer.
Yo respondí: –Higos. Los higos buenos son muy buenos y los higos malos, tan malos que no se pueden comer.
Yo mando a reclutar a mi siervo Nabucodonosor[54]
Éx 20,3-4; Dt 12,29-14,2; 2 Re 24,1; Is 23,15-17; Sal 90,10; Dn 1,1-2; 9,2; 2 Cr 36,5-7.21; Ap 18,22-23
25.1. Palabra que llegó a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá, el año cuarto de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá. Este era el primer año de Nabucodonosor, rey de Babilonia. 2. Esto fue lo que dijo el profeta Jeremías acerca de toda la gente de Judá y de todos los habitantes de Jerusalén:
Toma esta copa y dásela a beber a las naciones[55]
Gn 10,2.23; 14,1; Is 63,3-6; Jl 3,16; Am 1,2; Job 1,1; 1 Pe 4,17; Ap 16
Ruge el Señor desde lo alto,
desde su santa morada hace oír su voz.
Ruge violentamente contra su rebaño,
lanza gritos contra todos los habitantes de la tierra,
como los que pisan uvas.
porque el Señor tiene un pleito con las naciones,
se enfrenta en un juicio con todos los hombres
y condena a los culpables a la espada –oráculo del Señor –.
Miren: Una desgracia va de nación en nación,
y una gran tormenta se levanta
desde las partes más remotas de la tierra.
¡Revuélquense en el suelo, responsables del rebaño!
Porque ha llegado el tiempo de su matanza.
Yo los haré trizas y ustedes caerán como una hermosa vasija.
los responsables del rebaño no tendrán escapatoria.
el gemido de los responsables del rebaño!
Porque el Señor devastó sus pastos,
por el ardor de la ira del Señor.
y ante su espada irresistible y su ira ardiente,
el país de ellos quedó convertido en una desolación.
II: EL DESTINO DE LA PALABRA Y DEL PROFETA[56]
¡Sentencia de muerte para este hombre! [58]
Jr 7; 2 Re 11,19; 18-20; 22,8-10.12.14; 23,34; 25,22; Am 7,15; Miq 1,1; 2 Cr 36,4 // 7,18: Miq 3,12
– ¡Sentencia de muerte para este hombre! Porque ha profetizado contra esta ciudad, tal como lo han escuchado con sus propios oídos.
–Es el Señor quien me ha enviado a profetizar contra este Templo y contra esta ciudad todo lo que han escuchado. 13. Por eso, ahora, corrijan su conducta y sus acciones y escuchen la voz del Señor, su Dios, para que el Señor se arrepienta del mal que ha decretado contra ustedes. 14. Yo estoy aquí en las manos de ustedes. Hagan conmigo lo que quieran, lo que les parezca correcto. 15. Solo tengan bien en claro que si me matan, ustedes, esta ciudad y sus habitantes, son responsables por derramar sangre inocente, porque ciertamente el Señor me envió a pronunciar todas esas palabras ante los oídos de ustedes.
Sion será un campo arado,
Jerusalén un montón de escombros
y la montaña del Templo una colina silvestre.
Todas las naciones tendrán que servir a Nabucodonosor[59]
Dt 4,34; 5,15; 1 Re 7,15-39; 2 Re 24,8-17-20; Is 45,1; Dn 2,20-21.37-38; 4,25-32; Esd 1,7-11; 5,14-15; 6,5; 2 Cr 36,11-13
27.1. Al comienzo del reinado de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, le llegó a Jeremías esta palabra de parte del Señor: 2. «Así me dijo el Señor: Fabrícate unas correas y un yugo, y colócatelos en el cuello. 3. Después envíaselos al rey de Edom, al rey de Moab, al rey de los amonitas, al rey de Tiro y al rey de Sidón, por medio de los mensajeros que han venido a Jerusalén para ver a Sedecías, rey de Judá. 4. Les mandarás que digan a sus señores: “Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel. Así deberán decir a sus señores: 5. Con gran manifestación de fuerza y poder yo hice la tierra, los seres humanos y los animales que hay sobre la superficie de la tierra, que hay en ella y se la doy a quien me parece bien. 6. Y ahora soy yo quien pone todos estos países en manos de mi servidor Nabucodonosor, rey de Babilonia. Le entrego hasta los animales del campo para que lo sirvan. 7. Y todas las naciones tendrán que servirlo a él, a su hijo y a su nieto, hasta que le llegue el turno a su país, y también a él lo sometan a servidumbre naciones numerosas y grandes reyes. 8. Y si una nación o un reino no quiere servir a Nabucodonosor, rey de Babilonia, ni someter su cuello a su yugo, yo castigaré a esa nación con la espada, el hambre y la peste –oráculo del Señor –, hasta terminar de ponerla en su poder. 9. Ustedes, por otra parte, no hagan caso a sus profetas, adivinos, videntes, agoreros y hechiceros que les dicen: ‘No tendrán que someterse al rey de Babilonia’. 10. Porque lo que ellos les profetizan es una mentira para alejarlos de su propia tierra para que yo los disperse y ustedes desaparezcan. 11. En cambio, la nación que someta su cuello al yugo del rey de Babilonia y se ponga a su servicio, se quedará en su tierra –oráculo del Señor – y podrá cultivarla y habitarla”».
El profeta Jeremías respondió al profeta Jananías[60]
Jr 23,9-40; Dt 13,6-10; 18,21-22; 2 Re 24,12.15-16; Ez 11,1-13
–¡Amén! ¡Que así lo haga el Señor! ¡Que cumpla las palabras que profetizaste, y traiga de vuelta de Babilonia a Jerusalén los objetos del templo del Señor y a todos los deportados! 7. Escucha solamente esta palabra que pronuncio a tus oídos y a los oídos de todo el pueblo: 8. Los profetas que hubo desde antiguo, antes de mí y antes de ti, profetizaron guerra, desgracia y peste contra muchos países y grandes reinos. 9. Pero si el profeta anuncia paz, solo se reconocerá que aquel profeta es en verdad un enviado del Señor cuando se cumpla la palabra del profeta.
Esta es la carta que el profeta Jeremías envió[61]
Éx 3,16; Dt 4,29; 6,5; 13,1-3; 2 Re 24, 12-16; Is 55,6-9; 2 Cr 15,2-4; 36,10
29.1. Esta es la carta que el profeta Jeremías envió al resto de los ancianos del grupo exiliado, a los sacerdotes, a los profetas y a toda la gente que Nabucodonosor deportó de Jerusalén a Babilonia. 2. La envió después que el rey Jeconías, la reina madre, los oficiales, los príncipes de Judá y de Jerusalén, junto con los orfebres y los herreros partieron de Jerusalén. 3. La mandó por medio de Elasá, hijo de Safán, y de Gamarías, hijo de Jelcías, a quienes Sedecías, rey de Judá, envió a Babilonia para que se entrevistaran con Nabucodonosor, rey de Babilonia. La carta decía así:
A Semayas, el nejelamita
Jr 21,1-2; 28,16; Dt 13,6
Escribe en un libro[62]
Jr 36,2.4.28.32; Dt 6,10.23; 7,8; 8,1
30.1. Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor: 2. «Así dice el Señor, Dios de Israel: Escribe en un libro todas las palabras que yo te he comunicado, 3. porque llegará un día –oráculo del Señor – en que yo pondré fin al cautiverio de mi pueblo Israel y de Judá –lo dice el Señor – y los haré volver a la tierra que yo les di a sus padres para que la poseyeran».
Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios[63]
Dt 17,15; Is 44,2; 49,25; Ez 34,23-24; Os 3,5; 14,4; Jl 2,1.11; Nah 1,13; Sof 1,14; Ap 6, 17
Hemos oído un grito de pánico, un terror sin tregua.
¿Por qué he visto, entonces, a todos los varones
con las manos en las caderas
como una mujer que está por dar a luz
y todos, con los rostros pálidos?
7.¡Ay, porque ese día será grande como ninguno!
Será un tiempo de angustia para Jacob
pero se salvará de él.
no te desanimes, Israel, porque yo vengo desde lejos
para salvarte a ti y a tu descendencia
del país donde los tienen cautivos.
Jacob volverá y estará sereno y tranquilo,
y no habrá quien los espante.
Yo aniquilaré a todas las naciones entre las que te había dispersado,
pero a ti no te aniquilaré.
Te corregiré con equidad, pero no te dejaré impune.
Tu enfermedad es incurable; dolorosa, tu herida.
no hay curación ni remedio para tu mal.
Porque yo te he golpeado como golpea un enemigo,
con un cruel escarmiento a causa de tus numerosas culpas
y de tus incontables pecados.
A causa de tus numerosas culpas
y de tus incontables pecados te he hecho todas estas cosas.
16 Pero, todo el que te oprima y te devore, será devorado.
Todos ellos marcharán al cautiverio.
Tus depredadores se convertirán en presa,
a tus saqueadores los entregaré como botín.
Porque han dicho de ti: “Sion ha sido repudiada, nadie se interesa por ella”.
18 Así dice el Señor: Yo pondré fin al cautiverio de las tiendas de Jacob,
me compadeceré de sus moradas.
Una ciudad se levantará sobre sus ruinas,
y un palacio, como corresponde.
Los multiplicaré y no disminuirán,
los haré honorables y no serán despreciados.
se constituirá su asamblea en mi presencia
y castigaré a los que los opriman.
21 De entre ellos surgirá su líder,
de en medio de ellos saldrá su gobernante.
Lo haré venir, para que pueda acercarse hasta mí,
Porque, ¿quién arriesgaría su vida por acercarse hasta mí?, –oráculo del Señor –.
una tormenta con remolinos
se abate sobre la cabeza de los malvados.
hasta que realice y cumpla los designios de su corazón.
Al final de los días, ustedes comprenderán su sentido».
Yo los traeré envueltos en consuelo[64]
Gn 27; 30,22-24; Dt 7,7-8; 1 Sm 1,1; 1 Re 12,1-24; Is 65,21; Os 2,14; 4,17-18; 11,1.3-4.8-9; Am 9,14
31.1. En aquel tiempo –oráculo del Señor– yo seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellos serán mi pueblo.
En el desierto me mostré favorable
con un pueblo que sobrevivió a la matanza:
Israel va camino a su descanso.
Te he amado con amor eterno;
por eso me mantengo fiel.
Por eso tomarás tus tamboriles,
y saldrás a bailar alegremente.
en las montañas de Samaría,
y los mismos que las plantaron las cosecharán.
gritarán: «¡Arriba, subamos a Sion,
hacia el Señor, nuestro Dios!».
«¡Griten de gozo por Jacob,
regocíjense por la primera de las naciones!
Proclamen, canten un himno y digan:
El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel.
los reuniré desde los confines del mundo.
Entre ellos hay ciegos, paralíticos,
mujeres embarazadas y las que ya dieron a luz.
Todos juntos volverán hacia aquí
como una gran asamblea.
pero yo los traeré envueltos en consuelo.
Los conduciré hacia torrentes de agua
por un camino recto en el que no tropezarán.
Porque yo me he convertido en un padre para Israel,
y Efraín es mi hijo primogénito».
anuncien en las costas lejanas y digan:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo cuidará como un pastor a su rebaño.
lo ha rescatado de una mano muy poderosa».
y afluirán hacia las delicias del Señor:
al trigo, al vino y al aceite,
y a las crías de ovejas y de vacas.
Serán como un jardín bien regado
y nunca volverán a desfallecer.
junto con los jóvenes y los ancianos.
Yo transformaré su duelo en gozo,
los consolaré y haré que pasen del sufrimiento a la alegría.
y mi pueblo se saciará de mi delicia –oráculo del Señor –.
Tu fatiga tendrá su recompensa [65]
Is 49, 14-16; Os 2,18-19; 4,16; 11,8-9; Sal 80,4; Prov 3,12; Ap 3,19 // 31,15: Mt 2,18
Una voz se oye en Ramá,
gemidos de un llanto amargo.
Es Raquel que llora por sus hijos,
y no quiere que la consuelen por ellos,
porque ya no están.
No dejes que tu voz se entregue al llanto,
ni tus ojos a las lágrimas;
porque tu fatiga tendrá su recompensa –oráculo del Señor –:
ellos volverán del país del enemigo.
los hijos volverán a su territorio.
«Me corregiste y yo me dejé corregir,
como un ternero que no había sido domado.
Si me haces volver a ti, yo volveré,
porque tú, Señor, eres mi Dios.
después de darme cuenta, me he golpeado el pecho,
siento vergüenza y también humillación
porque soporto los reproches
por los pecados de mi juventud».
para que después de reprenderlo tenga que volver a recordarlo?
Por eso mis entrañas se conmueven por su causa
y me compadeceré de él –oráculo del Señor–.
¡Coloca indicadores! ¡Presta atención al camino por el que fuiste!
¡Regresa, virgen de Israel, vuelve a estas ciudades, regresa a tus ciudades!
El Señor crea algo nuevo en la tierra: la mujer cortejará al varón.
Yo sembraré al pueblo de Israel y al pueblo de Judá[66]
1 Re 3,5; Is 49, 19-20; Ez 18,1-20; Sal 2,6; 23,2-3
23 Así dice el Señor, el Dios de Israel: «Cuando yo ponga fin a la cautividad, se seguirá diciendo en el territorio de Judá y en sus ciudades: “Que el Señor te bendiga, recinto de justicia, montaña de santidad”. 24 En Judá y en sus ciudades habitarán los labradores junto con los que se desplazan con sus rebaños, 25 porque yo daré de beber al sediento, y saciaré al que está por desfallecer». 26. En eso desperté, y me di cuenta de que había tenido un sueño agradable.
«Los padres comieron uvas agrias y los hijos sufren el mal de dientes»
30 Cada uno morirá por su propia culpa;
y aquel que coma uvas agrias, sufrirá el mal de dientes.
Yo pactaré una nueva alianza[67]
Éx 24,12; Zac 13,1; Mc 14,24; Lc 22,20; Rom 11,27; 1 Cor 3,3; 11,25; 2 Cor 3,3.6; 1 Jn 2,27 // 31,31-34: Heb 8,8-12; 31,33-34: Heb 10,16-17
La ciudad del Señor será reconstruida [68]
Gn 1,16; Is 51,15; 55,10-11; Am 5,8-9; Zac 14,10; Sal 89,34-38; Ap 22,3
35 Así dice el Señor que pone el sol para iluminar el día
y da órdenes a la luna y las estrellas
para que alumbren la noche,
el que calma el mar cuando braman sus olas,
y su nombre es «Señor».
36 «Así como nunca pueden fallar estas leyes establecidas por mí
–oráculo del Señor –,
así tampoco la descendencia de Israel dejará de ser una nación
que esté continuamente en mi presencia».
37 Así dice el Señor:
«Así como nunca se pueden medir los cielos en lo alto
o explorar hasta el fondo los cimientos de la tierra,
así tampoco yo rechazaré la descendencia de Israel
por todo lo que han hecho –oráculo del Señor –».
Se comprarán campos en este país [69]
Éx 3,8; 34,6-7; Lv 18,21; 25,25; Dt 4,34-40; 30,9; 2 Re 25,1-11; Sal 33,13-15; 102,25; Rut 4,9-10; Lc 1,37
32.1. Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, el año décimo de Sedecías, rey de Judá; es decir, el año décimo octavo de Nabucodonosor. 2. Por aquel entonces, las tropas del rey de Babilonia estaban sitiando Jerusalén y el profeta Jeremías estaba detenido en el patio de la cárcel que hay en el palacio de Judá. 3. Sedecías, rey de Judá, lo había encerrado allí con esta acusación:
–¿Por qué andas profetizando: «Así dice el Señor. Yo entregaré a esta ciudad en manos del rey de Babilonia para que se apodere de ella; 4. y Sedecías, rey de Judá, no escapará de los caldeos, sino que será entregado sin remedio en manos del rey de Babilonia, y comparecerá ante su vista y le hablará cara a cara. 5. Él llevará a Sedecías a Babilonia y allí permanecerá hasta que yo le pida cuentas –oráculo del Señor –. Por más que ustedes luchen contra los caldeos, no vencerán».
Yo restauraré la suerte del país [70]
Gn 15,5; Ez 36,25; Sal 89, 34-38; 106,1; 107,1; Esd 3,11; 1 Cr 16,34; Lc 1,32-33; Heb 7,17; 1 Pe 2,5-6; Ap 1,6
que practicará el derecho y la justicia en el país.
En aquellos días, Judá estará a salvo y Jerusalén habitará tranquila.
Y este será el nombre con el que se la llamará: “El Señor es nuestra justicia”.
¡Ay, Sedecías, rey de Judá![71]
Jos 10,3 ; 10,10 ; 2 Re 25,1-11; 2 Cr 36, 17-21
6 El profeta Jeremías transmitió todas estas palabras a Sedecías, rey de Judá, cuando este se encontraba en Jerusalén, 7. y el ejército del rey de Babilonia luchaba contra Jerusalén y contra todas las ciudades de Judá que aún subsistían; es decir, contra Laquis y Azecá, que eran las únicas fortalezas que quedaban.
El rey Sedecías promulgó una liberación general[72]
Gn 15,9-10; Éx 19,5; 21,2-3; Dt 5,2; 15, 12-18; 2 Re 23,1-3
¡Aprendan este ejemplo de obediencia a mis palabras![73]
Jue 1,16; 4,11; 1 Sm 30,29; 2 Re 10,15-17; 12,9; 24,1-2; 25,18
Toma un rollo de pergamino y escribe[74]
2 Re 22,3.10-13; 24,1.8-17; Is 58,3; Jl 1,14 Dn 1,1-2; 2 Cr 36,5-7
36.1. El año cuarto del reinado de Joaquín, hijo de Josías y rey de Judá, llegó a Jeremías esta palabra de parte del Señor: 2. «Toma un rollo de pergamino y escribe en él todas las cosas que te he comunicado sobre Israel, sobre Judá y sobre todas las naciones, desde el día en que comencé a hablarte, desde los tiempos de Josías hasta el día de hoy. 3. Tal vez al enterarse el pueblo de Judá de toda la desgracia que pienso provocarle, se convierta cada uno de su mala conducta, y yo pueda perdonarles su culpa y su pecado».
Los caldeos volverán a atacar esta ciudad[76]
2 Re 24,17-20; 2 Cr 36, 10
37.1. El rey Sedecías, hijo de Josías, subió al trono en lugar de Jeconías, hijo de Joaquín, porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, lo impuso como rey de Judá. 2. Pero ni él ni sus servidores, ni la gente del país escucharon las palabras del Señor, que habían sido comunicadas por medio del profeta Jeremías.
Tú te estás pasando a los caldeos
Jr 32,1; 37,7.20; 38,6-7.26
–¿Hay alguna palabra de parte del Señor?
Jeremías respondió:
–La hay. Y añadió: Serás entregado en poder del rey de Babilonia.
–¿Qué hice de malo contra ti, contra tus ministros o contra este pueblo para que me hayan metido en la cárcel? 19. ¿Dónde están ahora los profetas que les predecían: «El rey de Babilonia no vendrá contra ustedes ni contra este país»? 20. Pero ahora, escuche, mi señor, el rey; acceda, por favor, a mi súplica: No me hagas volver a la casa del escriba Jonatán para que no me muera allí.
¡Que este hombre sea ejecutado! [77]
Jr 21,9; 29,18; 45,5
–¡Que este hombre sea ejecutado! Porque diciendo estas cosas desmoraliza a los pocos guerreros que quedan en esta ciudad y al pueblo entero. ¡Este hombre no busca el bien de este pueblo, sino su ruina!
–Ahí lo tienen en sus manos. Ni siquiera el rey puede hacer nada contra ustedes.
–Toma bajo tus órdenes a tres hombres de aquí y saca al profeta Jeremías del pozo antes de que muera.
Si te entregas… sobrevivirás
Jr 37,7; 39; Ez 33,21; Am 7,1.4.7
–Te voy a pedir una cosa: no me ocultes nada.
–Si te digo la verdad, seguramente me vas a matar, y si te doy un consejo, no me vas a escuchar.
–Te juro por el Señor que nos ha dado esta vida que no te mataré ni te entregaré a estos hombres que buscan tu muerte.
–Así dice el Señor Dios Todopoderoso, el Dios de Israel: «Si de veras te entregas a los generales del rey de Babilonia, entonces tú sobrevivirás y esta ciudad no será consumida por el fuego. Vivirás tú y tu familia. 18. Pero si no te entregas a los generales del rey de Babilonia, esta ciudad será puesta en poder de los caldeos que le prenderán fuego; y tú tampoco podrás librarte de sus manos».
–Es que me preocupan los judíos que se han rendido a los caldeos. No quiero que estos me entreguen a ellos y ellos se burlen de mí.
–No te entregarán. Por favor, escucha la voz del Señor en esto que te estoy diciendo. Así te irá bien y salvarás tu vida. 21. Pero si te niegas a entregarte, esto es lo que me ha revelado el Señor: 22 «¡Mira! Todas las mujeres que quedan en el palacio del rey de Judá serán entregadas a los generales del rey de Babilonia y ellas dirán: “Tus aliados te han engañado y te han vencido. Hundieron tus pies en el lodo, y te dieron la espalda”. 23 Los caldeos se llevarán a todas tus mujeres y a tus hijos, y tampoco tú podrás escapar de sus manos. Serás capturado por el rey de Babilonia, y a esta ciudad le prenderán fuego».
–¡Que nadie se entere de estas cosas o morirás! 25. Si los jefes llegaran a saber que yo he hablado contigo, y vienen a verte y te dicen: «Cuéntanos, ¿qué le has dicho al rey? Y el rey, ¿qué te ha dicho? No nos ocultes nada, y no te mataremos». 26. Tú les responderás: «Le he presentado mi súplica al rey para que no me mande de vuelta a la casa de Jonatán para morir allí».
27 Efectivamente, todos los jefes fueron a ver a Jeremías y le preguntaron. El declaró ante ellos según todas las indicaciones que le había dado el rey y con eso ellos se quedaron conformes, porque nada había trascendido.
Fue abierta una brecha en la ciudad [78]
Jr 52, 3-30; 2 Re 24,20-25,21; 2 Cr 36, 17,21
Al etíope Ebedmélec
Jr 38,7-13.28
Jeremías permaneció en medio del pueblo[79]
Jr 31,15; Jue 20,1
2 Cuando el jefe de la escolta sacó a Jeremías, le dijo: «El Señor tu Dios decretó esta desgracia para este lugar 3. y la llevó a cabo. El Señor actuó conforme a lo que había dicho. Porque ustedes pecaron contra él y no lo escucharon, les ha sobrevenido esto. 4. Pero ahora, mira: yo te libero de las cadenas que te sujetan. Si quieres, puedes venir conmigo a Babilonia. Si vienes, yo velaré por ti. Si no quieres venir conmigo a Babilonia, no lo hagas. Mira, tienes todo el país por delante. Puedes ir a donde te parezca bueno y adecuado. 5 Si no quieres volver conmigo, regresa con Godolías, hijo de Ajicán y nieto de Safán, a quien el rey de Babilonia puso al frente de las ciudades de Judá, y quédate con él entre el pueblo. En fin, puedes ir a donde te parezca adecuado». El jefe de la guardia le dio provisiones y obsequios y lo despidió.
6 Jeremías fue a Mispá, y permaneció con Godolías, hijo de Ajicán, en medio del pueblo que había quedado en el país.
Godolías, responsable del país[80]«
Jr 41,1-3; 2 Re 25,23-24; Is 4,3
Ismael mató a Godolías
Gn 12,6; Jos 9,3; 1 Re 15,16-22; 16,16; 2 Re 25,26; Miq 5,2; Mt 2,1.5-6
–Yo iré a matar a Ismael, el hijo de Natanías, sin que nadie lo sepa. ¿Por qué habría de quitarte la vida, provocando la dispersión de todo Judá, que ha logrado reunirse en torno a ti, para hacer desaparecer lo poco que queda de Judá?
–No hagas esto, porque lo que dices sobre Ismael es falso.
Si se empeñan en ir a Egipto… allí morirán[81]«
Jr 32,12; 42,7-22; 43,2; 2 Re 25,26
–Por favor, te suplicamos, intercede por nosotros ante el Señor, tu Dios, por todo este resto, porque, de todos los que éramos, quedamos solo unos pocos, como puedes ver. 3. Que el Señor, tu Dios, nos indique adónde debemos ir y qué debemos hacer.
–Está bien, voy a interceder ante el Señor, el Dios de ustedes, como me lo han pedido. Y todo lo que el Señor les responda, se lo comunicaré a ustedes, sin ocultarles nada.
–Que el Señor sea testigo fiel y confiable contra nosotros si no hacemos todo lo que el Señor, tu Dios, te mande decirnos. 6. Nos guste o no, obedeceremos al Señor, nuestro Dios, a quien nosotros mismos te hemos mandado consultar, porque para nosotros lo mejor será obedecer al Señor, nuestro Dios.
–Así dice el Señor, el Dios de Israel, a quien ustedes me han mandado a presentarle su petición: 10. «Si vuelven a habitar en este país, yo los construiré y no los destruiré, los plantaré y no los arrancaré, porque ya me pesa el mal que les he hecho. 11. No tengan miedo del rey de Babilonia a quien tanto temen. No le tengan miedo –oráculo del Señor –. Yo estoy con ustedes para salvarlos y librarlos de su poder. 12. Tendré compasión de ustedes, y haré que también él la tenga y les permita habitar en su tierra. 13. Pero si ustedes dicen: “No queremos quedarnos en este país” y no obedecen al Señor, su Dios, 14. diciendo: “No. Iremos a Egipto, donde no tengamos que soportar la guerra, ni oír la voz de alarma, ni carecer de alimento; allí habitaremos”. 15. Si es así, resto de Judá, escuchen entonces la palabra del Señor: Así dice el Señor todopoderoso, el Dios de Israel: Si se empeñan en ir a Egipto, para quedarse a vivir allí, 16. la espada que tanto temen los alcanzará en el país de Egipto; el hambre que los angustia, los perseguirá hasta Egipto, y allí mismo morirán. 17. Todos los que se empeñen en ir a Egipto para quedarse a vivir allí, morirán en ese lugar por la espada, el hambre o la peste; y no habrá ningún sobreviviente que escape de la desgracia que haré recaer sobre ellos. 18. Así dice el Señor todopoderoso, el Dios de Israel: Así como he derramado mi ira y mi furor sobre los habitantes de Jerusalén, del mismo modo derramaré mi furia sobre ustedes cuando entren a Egipto. Se convertirán en imprecación, horror, maldición y vergüenza; y jamás volverán a ver este lugar». 19. El Señor les advierte a ustedes, resto de Judá: «No vayan a Egipto. Tengan bien sabido que hoy yo soy testigo contra ustedes».
Toma unas piedras grandes y entiérralas[82]
Jr 13,1-11; 15, 2, 25,9; 27,6
Ninguno de Judá volverá a invocar mi nombre en Egipto[83]
Éx 14,2; Nm 33,7; 2 Re 25,1-7; Os 2,7
–¡Toda la gente de Judá que está en el país de Egipto, escuchen la palabra del Señor! 25. Así dice el Señor todopoderoso, el Dios de Israel: Ustedes y sus mujeres han hablado con su propia boca, y después, con sus propias manos hicieron lo que habían dicho: «Tenemos que cumplir los votos que hemos hecho, quemar incienso a la Reina de los Cielos y ofrecerle libaciones». ¡Cumplan sin falta sus votos, lleven a cabo sus promesas! 26. Ahora bien, escuchen la palabra del Señor, toda la gente de Judá que vive en el país de Egipto: Juro por mi gran nombre –dice el Señor– que jamás ninguno de Judá volverá a invocar mi nombre en el país de Egipto, diciendo «Juro por el Señor ». 27. Estaré atento sobre ellos, pero para procurarles desgracia, no felicidad; y así todos los hombres de Judá que están en Egipto irán muriendo por la espada o por el hambre, hasta que todos se acaben. 28. Serán unos pocos los que escaparán de la espada y que volverán del país de Egipto a la tierra de Judá, de modo que todo el resto de Judá, que ha venido a vivir en el país de Egipto, reconozca cuál es la palabra que se cumple, si la mía o la de ellos. 29. Y esta será para ustedes la señal –oráculo del Señor – de que yo los voy a castigar en este lugar, y por la que reconocerán que mis amenazas contra ustedes se han de cumplir con seguridad: 30 ¡Miren! Entregaré al faraón Jofrá, rey de Egipto, en poder de sus enemigos, en manos de aquellos que buscan su muerte, así como entregué a Sedecías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que era su enemigo y buscaba matarlo.
Me he agotado de gemir
Jr 39, 15-18
III. Oráculos contra las naciones[85]
Sobre Egipto
Is 18; 66,19; Ez 27,10; 29-32; Sof 1,7; Lam 2,22
¡Pónganse firmes! ¡Colóquense el casco, afilen las lanzas
y cúbranse con las corazas!
y emprendiendo la retirada?
Sus guerreros, vencidos, huyen buscando refugio,
sin mirar hacia atrás.
¡Hay terror por todas partes! –oráculo del Señor –.
porque tropezará y caerá allá en el norte, a orillas del río Éufrates.
«Creceré hasta cubrir el país, arrasaré la ciudad y a sus habitantes.
¡Que salgan los guerreros etíopes y libios con sus escudos!
¡Que los lidios tensen sus arcos!».
para que el Señor Dios todopoderoso
tome represalia de sus adversarios.
Su espada devorará hasta hartarse, y se saciará de su sangre,
porque el Señor, Dios todopoderoso celebra un sacrificio,
en el país del norte, junto al río Éufrates.
En vano emplearás tantos remedios
porque ya no habrá curación para ti.
Porque un soldado tropezará con otro y los dos caerán juntos.
El rey de Babilonia está llegando
Éx 7,10-12; Jos 19,10; 1 Re 12,28; 18,19; Is 30,7; Nah 3,8
hagan oír en Menfis, digan en Tafnes:
¡Atención! ¡Prepárate, porque la espada viene devorando a tu alrededor!
Es porque el Señor lo derribó.
Entonces dijeron: «¡Levantémonos, que cada uno vuelva a su pueblo, a su tierra natal,
lejos de esta espada que devora!».
que esto sucederá con toda seguridad,
así como es seguro que el Tabor está entre las montañas
y el Carmelo está junto al mar.
porque Menfis se convertirá en una desolación,
en una ciudad arrasada y sin habitantes.
también retrocedieron, huyeron todos juntos, y no resistieron
porque les llegó el día de su desgracia, el tiempo de su castigo.
porque aquellos avanzan con fuerza
y vienen contra ella con hachas, como leñadores.
porque eran incontables, más que las langostas.
del pueblo del norte, quedó avergonzada.
Jacob, no tengas miedo
Jr 30,10-11
No te desanimes, Israel, porque yo vengo desde lejos
para salvarte a ti, junto a tu descendencia,
del país donde los tienen cautivos.
Jacob regresará, estará sereno y tranquilo,
y no habrá quién los espante.
porque yo estoy contigo.
Yo aniquilaré a todas las naciones
entre las que te había dispersado.
Pero a ti no te aniquilaré.
Te corregiré con equidad,
pero no te dejaré impune.
Sobre los filisteos
Is 14,28-32; Ez 25, 15-17; Jl 3,4-8; Am 1,6-8; Sof 2,4-7; Zac 9, 5-7
47.1. Palabra del Señor que llegó al profeta Jeremías sobre los filisteos, antes que el faraón atacara Gaza:
y se va convirtiendo en un torrente desbordado
que inundará el país y todo lo que hay en él,
la ciudad y a los que la habitan.
La gente gritará; gemirán todos los habitantes del país,
el estruendo de sus carros y el estrépito de sus ruedas.
Los padres abandonan a sus hijos,
porque han quedado sin fuerzas.
de quitarle a Tiro y Sidón todos los que pueden prestarle ayuda.
Sí, el Señor va a destruir a los filisteos,
a los sobrevivientes de Creta.
Ascalón está sumida en silencio.
Tú, resto de los antiguos gigantes,
¿hasta cuándo seguirás hiriéndote?
¿Hasta dónde llegarás sin darte descanso?
¡Recógete en tu vaina, quédate quieta y tranquila!
si el Señor la ha mandado hasta Ascalón
y le ha dado cita en las costas del mar!
Sobre Moab
Is 15-16; 24,17-18; 25,10-12; Ez 25, 8-11; Am 2,1-3; 5,19
¡Ay de Nebo, porque ha sido devastada! [88]
Quiriatain, avergonzada, fue capturada;
la fortaleza está cubierta de vergüenza.
En Jesbón traman la ruina contra él:
«¡Vamos, borrémoslo de entre las naciones!».
¡Tú también, Madmén, quédate mudo,
y que la espada te persiga!
¡Qué gran devastación, que enorme ruina!
La gente humilde clama a gritos.
y por la bajada de Joronain
se escuchan gritos desgarradores.
¡Ustedes quedarán como un arbusto en el desierto!
también tú serás capturado
y Camós irá al destierro
junto con sus sacerdotes y sus príncipes.
Destruirá el valle y quedará asolada la llanura –lo ha dicho el Señor–.
sus ciudades quedarán desoladas y nadie las habitará!
¡Maldito el que no permite que su espada se tiña con sangre!
estaba quieto como el vino que se deja en el depósito.
Nunca lo habían pasado de un recipiente a otro:
jamás había ido al exilio.
Por eso, conservó el mismo gusto
y su aroma no cambió.
y lo mejor de su juventud ha caído en la matanza
–oráculo del Rey, cuyo nombre es Señor todopoderoso–.
Digan: «¡Ay, cómo se ha quebrado ese bastón poderoso, ese cetro tan espléndido!».
El destructor de Moab ya viene para destruir tu fortaleza.
Pregúntales al fugitivo y al sobreviviente: «¿Qué ha sucedido?».
Giman, griten y anuncien en el Arnón: “Moab está devastado”».
Sean como la paloma, que hace su nido al borde de un precipicio.
de su altanería y de su orgullo, de la soberbia y arrogancia de su corazón.
y sé que sus amenazas no terminan en nada.
doy gritos de dolor por todos sus habitantes.
Gimo de pena por los habitantes de Quir Jeres.
Tus sarmientos cruzaban el mar y llegaban hasta las costas de Yazer.
Sobre tu cosecha y tu vendimia se ha precipitado un devastador.
Hice desaparecer el vino de las cubas,
y el que pisa la uva ya no da gritos alegres,
porque el júbilo ha cesado.
y hasta en Yaas se escucha su eco;
y lo mismo desde Soar hasta Joronain y Eglat Salisá,
porque hasta las aguas de Nimrín se convertirán en una desolación.
Moab será objeto de burla y un espanto para todos sus vecinos.
¡Miren! Planea como un águila y despliega sus alas sobre Moab.
En aquel día, el corazón de los valientes de Moab
estará como el corazón de una mujer pronta a dar a luz.
porque ha desafiado al Señor.
el que suba desde el fondo de la fosa quedará atrapado en la trampa.
Sí, yo haré que le ocurran estas cosas a Moab,
en el año de su castigo –oráculo del Señor–.
Pero brotó fuego de Jesbón, una llamarada en medio de Sijón,
que devoró las sienes de Moab, los cráneos de los revoltosos.
¡A tus hijos los llevan prisioneros; tus hijas van al cautiverio!
Hasta aquí la sentencia contra Moab.
Sobre los amonitas
Ez 21, 28-32; Am 1,13-15; Sof 2, 8-11
¿Acaso Israel no tiene hijos o no hay ya quién lo herede?
¿Entonces, por qué el dios Malcón ha ocupado Gad
y su gente habita en sus ciudades?
en que yo haré oír un clamor de guerra
contra Rabá de los amonitas.
Ella se convertirá en una colina desolada
y sus aldeas vecinas serán incendiadas.
Entonces Israel despojará a los que lo habían despojado.
–Ha dicho el Señor –.
¡Lloren a gritos, ciudades vecinas de Rabá,
y pónganse ropas de penitencia!
¡Laméntense y corran entre los muros,
porque el dios Malcón marchará al destierro
junto con sus sacerdotes y sus príncipes!
y de tu fértil valle, ciudad rebelde?
Tú que confiabas en tus tesoros
y decías: «¿Quién se animará a atacarme?».
–oráculo del Señor Dios todopoderoso–
y cuando sobrevenga, todos se dispersarán
y no habrá quien reúna a los fugitivos.
yo cambiaré la suerte de los amonitas
–oráculo del Señor –.
Sobre Edom
Is 34,5-17; 63,1-6; Ez 25,1-7.12-14; Am 1,11-12; Abd 1-15; Mal 1,2-5
¿Ya no hay más sabiduría en Temán?
¿Ha desaparecido el consejo de los entendidos?
¿Se ha echado a perder su sabiduría?
Porque yo traeré la desgracia sobre Esaú,
en el momento en que decida castigarlo.
si durante la noche vienen los ladrones,
destruirán hasta saciarse.
y pondré al descubierto sus lugares secretos
para que no tenga dónde esconderse.
Serán exterminados sus descendientes y sus parientes,
y no quedará ningún vecino que pueda decir:
Tus viudas pueden confiar en mí».
Un mensajero ha sido enviado a todas las naciones:
«¡Congréguense y atáquenla!
¡Prepárense para el combate!».
la más despreciable de la humanidad.
Tú habitas en la hendidura de las rocas,
y te instalas en lo alto de las montañas.
Pero aunque pongas tu nido en lo alto, como las águilas,
desde allí te derribaré –oráculo del Señor–.
así vendré yo, de repente.
Los haré huir de ahí y los encomendaré a quien yo elija.
Porque, ¿quién es como yo? ¿Quién podrá desafiarme?
¿Quién será ese pastor que pueda enfrentarme?
20 Por eso, escuchen lo que el Señor ha planeado contra Edom,
sus decisiones contra los habitantes de Temán:
el Señor ha jurado que les arrebatará hasta las crías del rebaño,
y sus praderas serán pisoteadas.
y el griterío será tan fuerte, que su eco se oirá hasta el mar Rojo.
¡Miren! Se elevará y planeará como un águila,
y desplegará sus alas sobre Bosrá.
En aquel día, el corazón de los valientes de Edom
será como el corazón de una mujer que está por dar a luz.
Sobre Damasco
1 Re 15,18.20; 2 Re 13,24; Is 17,1-3; Am 1,3-5; Zac 9,1
Jamat y Arpad han quedado confundidas,
porque han oído una mala noticia;
en su ansiedad se han agitado como el mar
que no logra encontrar sosiego.
el pánico se apoderó de él y tiene angustia y dolores
como una mujer que está por dar a luz.
y perecerán todos sus guerreros–oráculo del Señor todopoderoso–.
para que devore los palacios de Benadad.
Sobre Cadar y los reinos de Jasor[89]
Jr 6,25; 20,10; 48,1; Gn 25,13; Is 21, 16-17; Sal 31,13; 120,5; Cant 1,5
¡Vamos, ataquen a Cadar, destruyan a los orientales!
y les arrebatarán sus toldos, todas sus pertenencias y sus camellos;
y los llamarán: «Terror por todas partes».
¡Escóndanse, habitantes de Jasor! –oráculo del Señor–.
Porque Nabucodonosor, rey de Babilonia
ha trazado un plan contra ustedes y ha tomado una decisión.
No tiene puertas ni cerrojos, y viven completamente aislados.
Yo esparciré a los cuatro vientos a la gente de sienes rapadas,
desde todas sus fronteras les haré llegar desgracias
–oráculo del Señor –.
nadie querrá vivir allí,
ningún ser humano pondrá su habitación en ella.
Sobre Elam[90]
Jr 46,26; Is 22,6; 41,2
¡Miren! Yo romperé el arco de Elam,
en el que reside su fuerza,
y lo dispersaré en todas esas direcciones.
No habrá nación alguna a la que no vayan los fugitivos de Elam.
y ante los que buscan su muerte.
Traeré contra ellos una desgracia: mi ira ardiente –oráculo del Señor–;
y enviaré la espada para que los persiga hasta exterminarlos.
al rey y a los príncipes –oráculo del Señor–.
yo cambiaré la suerte de Elam –oráculo del Señor–.
Sobre Babilonia y el país de los caldeos[91]♦
Is 13; 14; 47; 48,20; Ez 34,5-6; Zac 10,2; Mc 6,34; Ap 18
50.1. Palabra que el Señor comunicó por medio del profeta Jeremías sobre Babilonia y el país de los caldeos.
Enarbolen una bandera, proclámenlo.
No lo oculten, digan:
«¡Babilonia ha sido tomada!
El dios Bel ha quedado avergonzado.
El dios Marduc ha sido vencido.
Sus imágenes han sido humilladas.
Sus ídolos han sido vencidos».
3 Porque una nación que viene desde el norte la atacó
y dejó su país hecho un horror.
Nadie habitará en ella;
tanto hombres como animales habrán emigrado.
vendrá la gente de Israel junto con la gente de Judá;
caminarán llorando y buscarán al SEÑOR, su Dios.
hacia allá se dirigirán diciendo:
«¡Vengan, únanse al Señor,
con una alianza eterna que nunca será olvidada!».
6 Mi pueblo era un rebaño disperso,
sus pastores lo habían extraviado por las montañas;
anduvieron vagando por las colinas
y se olvidaron de sus pastizales.
sus enemigos decían: «No somos culpables,
porque ellos pecaron contra el Señor, su pastizal seguro,
la esperanza de sus padres».
8 ¡Huyan de Babilonia!
¡Salgan del país de los caldeos!
Sean como los chivos que van delante de sus rebaños.
a una asamblea de naciones grandes
venidas del país del norte,
para que ataquen a Babilonia.
Desde allá dirigirán sus escuadrones
contra ella y la conquistarán.
Sus flechas son como las de un diestro guerrero,
que no vuelve sin haber cumplido su cometido.
todos sus saqueadores quedaran satisfechos –oráculo del Señor –.
¡Formen filas contra Babilonia!
Gn 19,24-25, 2 Re 17,3-6; 24,1-25,21; Is 13,20-22; 48,20; Nah 1-3; Sal 28,4; 137,8; Eclo 43,13-14; Ap 17,2-4
retozabas como novillo en la pradera
y dabas relinchos como los potros!
¡Qué avergonzada la que los engendró!
Miren: es la última de las naciones,
un desierto, un sequedal, un páramo.
y quedará hecha un horror,
todos los que pasen cerca de Babilonia
se horrorizarán y darán silbidos de asombre
cuando vean todas sus heridas.
¡Que todos los arqueros se dispongan a su alrededor!
¡Disparen contra ella sin piedad!
Porque ha pecado contra el Señor.
¡Ya se rindió! ¡Cayeron sus bastiones y cedieron sus murallas!
¡Es la retribución del Señor!
¡Retribúyanle haciéndole lo que ella hizo a los demás.
y al que empuña la hoz en tiempos de cosecha.
Ante la violencia de la guerra,
que cada uno vuelva a su pueblo,
que cada uno huya a su propio país.
los leones habían dispersado el rebaño.
Al comienzo lo devoró el rey de Asiria, y al final le quebró los huesos Nabucodonosor, rey de Babilonia. 18. Por eso, así dice el Señor todopoderoso, el Dios de Israel: Yo castigaré al rey de Babilonia y a su país, así como hice con el rey de Asiria.
pastará en el Carmelo y en Basán,
y se saciará en las montañas de Efraín y Galaad.
se buscará la culpa de Israel, pero no habrá ninguna;
y también los pecados de Judá, pero no se encontrarán;
porque perdonaré al resto que yo haya dejado.
Destrúyelo y extermina a sus descendientes –oráculo del Señor –.
Procede tal como te he ordenado.
¡Babilonia ha quedado convertida en un objeto de horror entre las naciones!
y sin darte cuenta quedaste atrapada.
Fuiste sorprendida y te tomaron prisionera
porque habías provocado al Señor.
Esto fue obra del Señor, Dios todopoderoso, en el país de los caldeos.
Abran sus graneros, hagan montones como gavillas
y exterminen todo, que no quede ni un resto.
derríbenlos para degollarlos.
¡Ay de ellos, porque les ha llegado el día, el tiempo de su castigo!
ellos anuncian en Sion la revancha del Señor, nuestro Dios,
la venganza por su Templo destruido.
Todos los que empuñan el arco acampen en torno a ella.
Que nadie escape. ¡Denle su merecido!
¡Háganle lo mismo que ella hizo a los demás!
Porque ha sido arrogante con el Señor, el Santo de Israel.
En aquel día –oráculo del Señor –
sus jóvenes morirán en sus plazas,
y todos sus guerreros perecerán.
31 Mira, insolente, yo vengo a enfrentarte
–oráculo del Señor Dios todopoderoso–,
porque te ha llegado el día, el tiempo de tu castigo.
32 La insolente tropezará y caerá,
y no habrá quién la levante.
Yo prenderé fuego a su ciudad,
para que devore todo a su alrededor.
33 Así dice el Señor todopoderoso:
La gente de Israel está oprimida,
junto con la gente de Judá.
Son retenidos por aquellos que los llevaron cautivos,
y estos no permiten que se vayan.
cuyo nombre es «el Señor todopoderoso»,
defenderá su causa para hacer temblar el país
y estremecer a los habitantes de Babilonia.
contra los habitantes de Babilonia,
contra sus príncipes y sus sabios;
espada contra sus guerreros para que desfallezcan;
y contra todos los mercenarios extranjeros que hay en medio de ella,
para que se vuelvan tímidos como las mujeres;
espada contra sus tesoros para que sean saqueados;
Porque es un país de ídolos, que se gloría de ellos.
y allí también vivirán las crías del avestruz.
Nunca jamás volverá a ser habitada;
por generaciones y generaciones quedará despoblada.
y sus ciudades vecinas –oráculo del Señor–;
nadie querrá vivir allí,
ningún ser humano pondrá su habitación en ella.
Se despertarán numerosos reyes de los confines de la tierra
Son crueles y no tienen compasión.
Sus gritos son como el bramido del mar,
y montan sobre caballos.
Vienen ordenados como un solo hombre
para luchar contra ti, Babilonia.
43 El rey de Babilonia oyó la noticia y se desmoralizó:
le vinieron angustias y dolores como los de la mujer
cuando está por dar a luz.
hasta la pradera tranquila,
así vendré yo, de repente, los haré huir a ellos de ahí
y se la encomendaré a quien yo elija.
Porque, ¿quién es como yo? ¿Quién podrá desafiarme?
¿Quién será ese pastor que pueda enfrentarme?
ha planeado contra Babilonia,
sus decisiones contra el país de los caldeos:
el Señor ha jurado que les arrebatarán hasta las crías del rebaño,
y les pisotearán sus praderas.
y el griterío será tan fuerte,
que su eco se oirá entre las naciones.
Yo haré que sople un viento devastador
sobre Babilonia y los habitantes de Leb-Camay.
hasta que su territorio quede desierto.
En el día de su desgracia
la rodearán por todas partes.
ni el que sube con coraza se cubra con su escudo.
¡No tengan piedad de sus jóvenes!
¡Exterminen todo su ejército!
que sean traspasados por la espada en sus plazas.
ni Judá será privada de su Dios, el Señor todopoderoso.
En cambio, la tierra de los caldeos está llena
de ofensas contra el Santo de Israel.
Que cada uno salve su vida y no perezca por culpa de ella.
Porque es el momento de la venganza del Señor,
para que Babilonia reciba el castigo que le corresponde.
que emborrachaba a todo el mundo;
de su vino habían bebido las naciones,
y por eso enloquecían.
¡Laméntense por ella! ¡Traigan bálsamo para sus llagas!
Quizás pueda curarse.
¡Abandonémosla! ¡Que cada uno regrese a su propio país!
Porque su sentencia ya ha tocado el cielo,
se ha elevado hasta las nubes.
¡Vengan, proclamemos en Sion las obras del Señor, nuestro Dios!
El Señor ha incitado a los reyes de Media;
porque tiene un plan para destruir a Babilonia.
¡Es la revancha del Señor, la venganza por su Templo destruido!
¡Refuercen la guardia! ¡Coloquen centinelas!
¡Preparen las emboscadas!
Porque así lo tenía pensado el Señor
y ha hecho contra los habitantes de Babilonia tal como había dicho.
ha llegado tu fin, el final de tu enriquecimiento!
Te llenaré de hombres tan numerosos como langostas,
que lanzarán gritos de guerra contra ti.
cimentó el orbe con su sabiduría,
y extendió los cielos con su inteligencia.
se produce un fragor de aguas en el cielo.
Entonces hace subir las nubes
desde los confines de la tierra,
convierte los relámpagos en lluvia
y saca los vientos de sus depósitos.
¡Carece de entendimiento!
El orfebre queda decepcionado por el ídolo,
porque lo que ha fundido es un engaño que no tiene vida.
y perecerán en el momento del castigo.
El Señor ha formado todas las cosas,
su nombre es «el Señor todopoderoso»,
e Israel es la porción de su herencia.
Contigo aplastaré naciones, contigo destruiré reyes.
contigo aplastaré carro y cochero.
contigo aplastaré anciano y muchacho,
contigo aplastaré joven y doncella.
contigo aplastaré labrador y yunta de bueyes
contigo aplastaré gobernadores y prefectos.
y los habitantes de Caldea paguen
por todo el mal que hicieron en Sion –oráculo del Señor–.
montaña destructora que destruías toda la tierra –oráculo del Señor–.
Extenderé mi mano contra ti, te derribaré de las rocas
y te convertiré en una montaña quemada.
una piedra para lo más alto del edificio,
ni una piedra para los cimientos,
porque serás una ruina eterna –oráculo del Señor–.
¡Toquen la trompeta entre las naciones!
Preparen a las naciones para que hagan la guerra contra ella!
Convoquen contra ella los reinos de Ararat, Mení y Asquenaz.
Designen un general que dirija la guerra contra ella,
y que la ataque una caballería
tan numerosa como una plaga de langostas.
los reinos de Media, sus gobernadores y prefectos,
y todos los países que están bajo su dominio.
cuando el Señor cumplió su proyecto contra Babilonia,
convirtiendo su país en una ruina deshabitada.
y se refugiaron en las fortalezas;
han perdido sus fuerzas y son como mujeres;
sus casas fueron incendiadas
y sus cerrojos han sido quebrados.
y este corre al encuentro de otro
que lleve la noticia al rey de Babilonia:
que la ciudad ha sido finalmente capturada,
que los cañaverales han sido incendiados,
y que los guerreros se han dado por vencidos.
Babilonia es como el lugar donde las mieses
son golpeadas y pisoteadas para trillarlas:
esperen un poco y le llegará el tiempo de la siega.
me dejó como un recipiente vacío;
me tragó como un dragón y llenó su vientre con lo mejor que yo tenía.
«¡Que caiga sobre Babilonia la violencia
que me han hecho a mí y a mis parientes!».
Dice Jerusalén: «¡Que mi sangre se derrame sobre los habitantes de Caldea!».
¡Mira, yo voy a defender tu causa y me encargaré de ejecutar tu venganza!
Yo secaré su mar y agotaré sus fuentes.
guarida de chacales, horror y espanto, sin que nadie la habite.
gruñirán como crías de leonas.
Haré que se emborrachen, para que se alegren
y se duerman para siempre y no se vuelvan a despertar –oráculo del Señor –.
como carneros o chivos que van al matadero.
¡Cómo fue tomada la que era el orgullo de todo el país!
¡Cómo se convirtió Babilonia en un horror entre las naciones!
una tierra en la que nadie habita ni siquiera un ser humano la atraviesa.
arrancaré su bocado de sus fauces,
y ya ninguna nación peregrinará hasta él,
porque aun la muralla de Babilonia se habrá desplomado.
45 Salgan de en medio de ella, miembros de mi pueblo,
para que todos salven su vida frente a la ira ardiente del Señor,
por los rumores que circulan por el país.
Porque si un año corre un rumor,
al año siguiente habrá otro rumor:
que si hay violencia en el país,
y que si un tirano que ha vencido a otro tirano.
en el que castigaré a los ídolos de Babilonia.
Entonces todo su país pasará vergüenza
y todos sus habitantes caerán heridos en medio de ella.
porque han llegado a ella los depredadores venidos del norte –oráculo del Señor –.
así le caerán a Babilonia heridos de todo el país.
Cuando estén allá, lejos, recuerden al Señor, piensen en Jerusalén.
el oprobio nos ha cubierto el rostro:
porque extranjeros han atacado los lugares santos del templo del Señor.
en que yo castigaré a sus ídolos
y en todo su país se oirán los gemidos de las víctimas.
y hacer inaccesible la altura de su muralla,
vendrán contra ella depredadores enviados por mí –oráculo del Señor –.
54 ¡Se oye un grito que viene desde Babilonia!
¡Un enorme desastre en el país de los caldeos!
y poniendo fin al gran ruido que ella producía.
Sus olas rugían como aguas caudalosas,
y resonaba el estruendo de sus voces,
sus guerreros fueron capturados y sus arcos se quebraron.
Porque el Señor es un Dios que retribuye,
y ciertamente les dará su merecido.
Las anchas murallas de Babilonia serán completamente demolidas,
y las altas puertas serán quemadas.
Los pueblos se cansaron en vano
y el esfuerzo de las naciones terminó en el fuego.
Cuando termines de leer este libro [92]
Hasta aquí, las palabras de Jeremías.
IV: APÉNDICE[93]
La ciudad estuvo sitiada hasta el año undécimo del rey Sedecías
=2 Re 24,18-25,21.27-30; 2 Cr 36,11-21
Jr 39,1-10; 1 Re 7,15-47; 9,8; Ez 12,8-13-16; 17,19-21; 24,2, 33,21
Sedecías se rebeló contra el rey de Babilonia. 4. El día diez del mes décimo, del noveno año de su reinado, llegó Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército hasta las cercanías de Jerusalén. Acamparon alrededor y construyeron un cerco de asedio en torno a ella. 5. La ciudad estuvo sitiada hasta el año undécimo del rey Sedecías. 6. En el cuarto mes, el día noveno, el hambre arreció en la ciudad y la población no tenía nada para comer. 7. Entonces fue abierta una brecha en la ciudad y todos los soldados emprendieron la huida. Salieron de la ciudad durante la noche, atravesando el jardín del palacio por la puerta que está entre las dos murallas, y se dirigieron hacia la Arabá, mientras los caldeos tenían rodeada la ciudad.
[1] cc. 1-25. Este conjunto constituyó probablemente una primera edición del “libro” (cf. 25,13), elaborada por personas vinculadas a la tradición deuteronomista. Es una recopilación de las “palabras de Jeremías” (1,1), que le llegaron de parte del Señor, desde el 627 a. C. (“año décimo tercero de reinado de Josías”, 1,1; 25,3) y hasta el 605 a. C.; con la indicación de Jr 25,1 y la anota de Jr 36 sobre su proclamación pública en “el año cuarto de Joaquim”. Esta parte incluye oráculos contra Israel y pocas narraciones en primera persona, que están en función de la descripción de acciones simbólicas (13,1-14; 18,1-17). La introducción inicial (1,1-2) y las formulaciones iniciales (“Palabra que le llegó a Jeremías de parte del Señor” 7,1; 11,1; 21,1; 25,1) permiten identificar en esta parte cinco secciones: 1,1-6,30 (oráculos que se remontan a los tiempos de Josías); 7,1-10,25 y 11,1-20,18 (bajo el reinado de Joaquín); 21,1-24,10 (oráculos contra reyes y profetas), y un discurso conclusivo: 25,1-38.
[2] ♦ 1,1-6,30. El ministerio de Jeremías es ubicado en la historia de Judá (1,1-3); su vocación (1,4-10), revela el carácter dramático de la situación (1,11-14) y las razones del castigo que sobreviene (1,15-19). Se adelantan los temas que se desarrollarán en el libro: “arrancar y derribar”, “destruir y arrasar”, “edificar y plantar” (1,10); serán las características principales de su misión y marcarán momentos importantes de su experiencia profética (18,7; 31,28; 24,6; 31,40; 42,10; 45,4). A partir de 2,1-6,30, probablemente el núcleo más antiguo del libro, se registran oráculos de los primeros tiempos dirigidos a los habitantes del Israel del Norte (2,1-4,2), junto a otros muy posteriores, que evidencian cercana la amenaza babilónica (4,3-6,30). Solo tiempo después y en virtud de la verificación de los desastres anunciados pudieron reconocerse estas “palabras de Jeremías” (1,1) como “palabra del Señor” (1,2).
[3] 1,1-3. Con esta referencia al profeta y al período de su actividad, un editor ha “sincronizado” el libro con la cronología de la historia deuteronomista (cf. 2Re 22-25), con el título de “Palabras de Jeremías…” (1,1). Pero como las vicisitudes del profeta ocupan un lugar central en el libro se podría justificar intercambiar con “Los hechos de (la vida de) Jeremías” o “La historia de Jeremías” (1,1).
[4] 1,4-10. El relato de la propia vocación legitima la misión del profeta ante sus destinatarios. Algo tan necesario porque los contenidos de su predicación van en contra de los esquemas de la religiosidad de su tiempo (Jr 7; 12) y ponen en cuestión símbolos y convicciones que dan seguridad a su mundo cultural. En la conciencia de su vocación y consagración de profeta está presente también la identidad especial del pueblo de Israel llamado y consagrado.
[5] 1,11-14. La estrecha relación del profeta con el Señor, le hace ver las cosas tal como las ve Dios (cf. 23,18). Las dos visiones iniciales, unidas a la de la vocación, anticipan los contenidos que van a caracterizar la predicación del profeta y el desenlace de la historia de su pueblo. Jeremías no describe aquí visiones extraordinarias ni experiencias extáticas, sino elementos naturales y cotidianos que, de pronto y gracias a su inspiración y diálogo con Dios, se convierten en ocasión de comprender el sentido de los acontecimientos dentro de la historia que le toca vivir (cf. 18,3-10).
[6] 1,15-19. Como un soberano traicionado por su vasallo, el Señor entabla un juicio -por eso, los sitiales, las puertas de la ciudad, las sentencias- contra su pueblo, que no ha observado los compromisos contraídos en el pacto. Las naciones serán a veces testigos, otras oficiales de justicia, que ejecutarán la sentencia que Él ha emitido contra su aliado traidor. Solo Jeremías se mantendrá incólume en medio de este proceso. Él representa un modelo sus destinatarios, invitados a acoger la salvación que el Señor les ofrece.
[7] 2,1-8. La denuncia del pecado constituye una de los principales temas de la predicación profética. Ante tantos dones que el Señor ha concedido a su pueblo, este no ha respondido más que con ingratitud y traición, como una esposa adúltera (vv. 1-3). El profeta expone la defensa de Dios ante una situación desgraciada de Israel que no se debe atribuir a una falta de poder o de preocupación por parte de Dios, sino a la infidelidad de su pueblo a la alianza pactada con Él. Ese es el motivo del juicio que se inicia contra Israel. El Señor se acuerda de los orígenes de esta relación de amor, en los tiempos del “desierto” (vv. 2.6), a la que Israel no ha querido ser fiel.
[8] 2,9-22. Como hacían los soberanos del Oriente Medio con los reyes vasallos que se rebelaban contra ellos, así el Señor inicia una “querella” contra el pueblo, que tenía pactada una alianza con Él. Comienza convocando testigos (v.12) que corroboren lo inaudito de su comportamiento traidor e insensato (vv.10-11), nunca visto en oriente (Quedar) ni en occidente (Creta). Enumera los beneficios otorgados y echa en cara la traición (v.13).
[9] 2,23-37. La denuncia y el reclamo continúa citando el descargo del acusado (vv. 23-25), para rebatir uno por uno sus argumentos (vv. 26-37). Ninguna de las formas de castigo empleada por el Señor como escarmiento para su pueblo ha obtenido los resultados esperados de una conversión (Am 4,6-11). La imagen esponsal (v. 32) da pie a esta ampliación. Según convenía en cada momento, el reino de Judá había buscado seguridad pactando con las potencias que dominaban la región (Asiria, Egipto). Eso suponía también reconocer el poder de sus respectivas divinidades y someterse a ellas. Por eso, en línea con la tradición profética anterior (Os 2), estas alianzas políticas son presentadas como “amoríos” con los que Israel había traicionado el amor del Señor, su único y legítimo esposo (Dt 6,4). Estas ideas se hicieron ampliamente conocidas y facilitaron la elaboración de la teología deuteronomista que entiende la relación de Israel con el Señor con las características jurídicas propias del “pacto de vasallaje”, vigente en el derecho internacional de su tiempo. De esta manera se busca sacar la fe del plano de la religiosidad natural para ubicarla en el marco de las opciones personales y libres. El oráculo precede a la batalla de Carquemis (605 a.C.), en la que los caldeos vencen a Egipto, último aliado de Asiria, y se aseguran la hegemonía en el Oriente Medio.
[10] 3,1-5. A pesar de la dureza de las acusaciones, con la denuncia de los pecados y la convocatoria a juicio, el Señor no busca sino la conversión de Israel. Como una esposa adúltera debería ser repudiada y castigada; sin embargo, el Señor está dispuesto a hacer caso omiso de esa ley (Dt 24,1-4), para acoger nuevamente a su pueblo pecador, si de verdad este da muestras de sincera conversión. Con vivas imágenes y con tonos apasionados, el Señor intenta hacer entrar en razón a los suyos, antes que sea demasiado tarde.
[11] 3,6-13. El pecado de Israel no es mayor que el de Judá (v. 11), que está buscando purificarse y renovar su alianza matrimonial con el Señor, en los tiempos de la reforma de Josías. Siempre hay una esperanza de salvación para los que son capaces de aprender las lecciones de la historia (vv. 7-8) y captar el sentido del momento presente, con sus dificultades y sufrimientos, descubriendo la invitación y la oportunidad ocultas en los acontecimientos (cf. Lc 13,1-5).
[12] 3,14-20. Las alusiones a las tradiciones septentrionales, que tienen en el Arca (v. 16) su símbolo religioso más importante sugieren que los destinatarios de este oráculo son los habitantes de Israel del norte, en el marco esperanzador de los tiempos de Josías. Su lugar lo ocupa ahora la misma ciudad de Jerusalén, una ciudad regida por reyes (“pastores”, cf. 23,4) que reflejan el ideal del reinado de Dios (v. 15) y llega a ser incluso el polo de atracción de todas las naciones para que allí aprenden a conducirse por la enseñanza divina (v. 17). La promesa se relee desde la situación posterior del exilio (v. 18); sin embargo, aún el amor traicionado del Señor proyecta la esperanza de volver a reunir a Israel en la unidad (vv. 19-20).
[13] 3,21-25. Aparece un signo de esperanza: una auténtica oración penitencial surge como respuesta a las insistentes invitaciones a la conversión. Israel reconoce sus faltas, tal como se le había reclamado (v.13) y esperar solo de Dios la salvación (v.23). Esta oración, insertada en esta ocasión pasó a integrar la liturgia penitencial a partir de la destrucción de Jerusalén y la ocupación babilónica.
[14] 4,1-4. El signo de ser pueblo elegido es la circuncisión (Gen 17,10). Pero no basta la señal externa para escapar al juicio (v.4); es necesario “circuncidar el corazón” por la rectitud, la justicia y el rechazo a la idolatría; esa conducta hace visible y sincera la fidelidad a la alianza, y la confianza en la bendición del Señor se hace fecunda (vv. 2-3).
[15] 4,5-21. En la alternancia de acusaciones e invitaciones a la conversión (v. 14), el profeta es como un centinela apostado sobre las murallas de la ciudad divisa a lo lejos el enemigo que se acerca; entrevé a catástrofe que sobreviene y denuncia la conducta del pueblo como causante (Jr 1,5; 6,1). “La invasión del Norte” es un motivo tradicional para anunciar la desgracia que está en ciernes. Ante la cerrazón de su pueblo Jeremías, se conduele y sufre con su gente, se lamenta y no deja de interceder por ellos (cf. Ex 32,11-14).
[16] 4,22-31. Detrás del pecado de Israel se esconde una incapacidad para comprender la voluntad de Dios y para discernir la sabiduría con que Él crea y gobierna el universo. En todos los tiempos y lugares, la insensatez del ser humano puede arruinar el mundo, la creación y la sociedad, haciendo que el cosmos y su armonía se encamine al caos.
[17] 5,1-9. A pesar de las insistentes advertencias de Dios, la injusticia, la violencia, la corrupción se han difundido más y más en Judá, hasta el punto que parece perdido el sentido moral. Ese desorden que reina dentro de la nación provoca su disolución y la hace presa fácil para sus enemigos que buscan invadirla.
[18] 5,10-31. El Señor ordena ahora a los enemigos que vengan a ejecutar la sentencia que pesa sobre Judá (vv. 10-20). El último fundamento de la justicia y el derecho en el universo es el Señor (vv. 22-24), que puede y debe restablecer el orden perturbado por los pecados de su pueblo (vv. 23-28).
[19] 6,1-30. Órdenes de batalla, expresiones de desaliento de la gente, llamadas al arrepentimiento se suceden para mostrar que el ataque es inminente. El pueblo podría evitar este castigo anunciado, si volviera a los “senderos antiguos”, al camino de los mandamientos revelados por el Señor (v.16). Pero rehúsa hacerlo. Al final se vuelve sobre el papel del profeta (vv. 27-30), y como en su vocación también aquí se le renueva su misión de guía en medio del fracaso inmediato; su testimonio es decisivo para la correcta interpretación de los acontecimientos que cierran la historia política del reino de Judá: no han querido aceptar y seguir el proyecto especial que el Señor tenía sobre ellos, por eso han caído en el vacío; terminarán disgregados y diluidos como la plata llena de escoria.
[20] ♦ 7,1-10-25. Joaquín ha sido impuesto como rey a Judá por el Faraón Necao, el mismo que mató a Josías en Meguido (609 a.C.). Su reinado se desarrolla bajo la protección y el dominio egipcio. Una falsa sensación de seguridad y la difusión de una religiosidad casi mágica provocan una nueva intervención pública de Jeremías después de un largo período de silencio, desde los tiempos llenos de esperanza del reinado de Josías.
[21] « 7,1-8,3. Este discurso contra la falsa confianza en el Templo (7,1-15) está compuesto en prosa en un estilo parecido a la literatura deuteronomista. Le siguen advertencias (7,16-8,3) contra un culto litúrgico falso, que no es expresión de un auténtico compromiso por adecuar la vida y las opciones personales a la voluntad divina manifestada en sus leyes. El Señor no es como los dioses de las demás naciones; no se deja comprar con sacrificios ni halagar con ceremonias. Quiere la práctica de la justicia en las relaciones sociales y la vigencia del derecho en el país (vv.5-6). Su santuario de Jerusalén no debe ser visto como una garantía automática de protección (v.4) y puede desaparecer como desapareció el de Silo (vv.12-14).
[22] « 8,4-9,8. Colección surgida en contexto litúrgico, en los primeros años del exilio, como parte de una celebración penitencial. A falta de conversión, el castigo se hace inevitable (vv.4-6). El pueblo de Dios, que ha experimentado sus favores y ha recibido su enseñanza, carece del más mínimo sentido moral (v.7) y desprecian el sabio proyecto de su Señor (vv.8-9), que le distinguía entre todas las naciones (cf. Dt 4,6-8). Por eso, los dirigentes son los primeros responsables de la situación, deplorada en dos lamentaciones (8,18-9,21)
[23] 9,9-25. Contiene una nueva lamentación por la situación deteriorada y por los motivos que han llevado a un anti-éxodo (vv.9-15). Sigue una invitación: ya que no han sabido obedecer al Señor, que aprendan por lo menos a lamentarse por las consecuencias de sus acciones (vv.16-21); que sepan gloriarse por lo que realmente vale y conduce a la felicidad: el verdadero vínculo con el Señor que se expresa en la práctica del derecho y la justicia. (vv.22-25). En la línea de Oseas, se remonta a los principios mismos de la alianza mosaica.
[24]10,1-16. En contraposición a acusaciones anteriores (Jr 7) este oráculo abre la esperanza de una salvación, y llama a confiar en el Señor y a no apoyarse en los dioses de las otras naciones. Con muchas semejanzas con las sátiras del segundo Isaías (Is 40,19-20; 41,6-7; 44,9-20; 46,5-7), las palabras del profeta reflejan un nuevo alcance de la fe de Israel, que comprende a su Dios como el único Señor, creador del universo y señor de la historia.
[25] 10,17-25. Poema compuesto en contexto litúrgico, en los primeros años del exilio, como 8,4-9,10. Al recuerdo de la amenaza del Señor (vv.17-18) responde la lamentación (vv.19-20) y la súplica (vv. 21-25) de la ciudad de Jerusalén personificada.
[26] ♦ 11,1-20,18. Se abre aquí una nueva etapa en el ministerio de Jeremías, caracterizada por la crisis. Las dificultades en la comunicación con los destinatarios de su mensaje le lleva a intentar expresarse mediante “acciones simbólicas”. Al mismo profeta le cuesta sobrellevar su relación con el mismo Señor que lo envía; así se expresa en la forma particular que asume su oración; las llamadas “confesiones” de Jeremías (11,18-23; 12,1-6; 15,10-21; 17,12-18; 18,18-23; 20,7-13.14-18). Ellas revelan una experiencia paradójica de Dios, una penetración personal en el misterio a partir de la persecución, el abandono y la duda. En forma de una lamentación individual el profeta plantea se cuestiona el sentido de su misión y de su misma existencia; en él se expresa también el sentir colectivo de Israel, e igualmente la conciencia del creyente de todos los tiempos.
[27] 11,1-17. Con el estilo deuteronomista, esta predicación recuerda las exigencias de la alianza. La respuesta negativa del auditorio muestra que ya es inútil interceder por ellos (11,14) y motiva la dolorosa oración del profeta fracasado y perseguido (11,18-23), y el profundo interrogante que plantea al creyente de todos los tiempos el desconcertante desarrollo de la historia (12,1-6).
[28] 11,18-12,6. El profeta sufre y se queja de la oposición de los habitantes de Anatot, de su familia y de su pueblo; Dios le asegura que castigará a sus enemigos (11,22-23). Pero esa situación suscita una cuestión de justicia: «Por qué triunfan los malvados y los traidores viven tranquilos?» (12,1-4). Este interrogante sapiencial (cf. Job 9,1-3.15s.), recibe una respuesta sorprendente: «Si corriendo con los de a pie te cansaste, ¿cómo competirás con los de a caballo?» (12,5). Es decir que las tribulaciones no desaparecerán y las pruebas serán aún más duras. Si el profeta guardó en su memoria esta sentencia divina manifiesta una aceptación íntima para afrontar el porvenir apoyándose obediente en su Dios.
[29] 13,1-11. Cuando las palabras no resultan suficientes, el profeta transmite su mensaje mediante acciones simbólicas (cf. 19,27-28; Is 20,2-6; Ez 4,1-17). Se dramatiza una realidad que el auditorio no quiere reconocer, para provocar su reacción. Aquí con la imagen de la faja, figura a Israel a quien el Señor se había ceñido a su cintura, en estrecha unión (cf. is 49,19; Sal 76,11-12, 109,19); pero se desprendió de él y se corrompió sumergiéndose en la idolátrica babilónica.
[30] 13,12-27. Como cántaros llenos de vino embriagante, la dirigencia de Judá está llena de una insensatez, que provocará la ruina irreparable de toda la nación (vv. 12-14). Es la soberbia que lleva a la perdición. Los más encumbrados y seguros terminarán humillados por todos y delante de todos (vv.15-25).
[31] 14,1-15,9. En momentos de grave peligro nacional -como una sequía prolongada-, se solía convocar al pueblo a una liturgia penitencial que combinaba la lamentación (vv.1-6) y la súplica colectiva (vv.7-9). El profeta tenía en ella un papel importante, pues debía interceder y podía transmitir la respuesta del Señor en forma de un anuncio de salvación. Pero ahora la respuesta es negativa: incluye una condena sin apelación posible (vv.10-14). El esquema se repite en 14,15-15,9.
[32] 15,10-21. El profeta se lamenta haber nacido para acabar como un hombre discutido en todo el país; a nadie debe nada, pero todos lo maldicen (v.10). El Señor reconoce que tampoco le ahorra sufrimientos (vv.11-14). Se queja porque se siente perjudicado por la paciencia divina en intervenir (vv.15-17). Al recordar su vocación siente nostalgia y lamenta haberse quedado solo, aludiendo a su celibato forzado (cf. Jr 16), y pregunta: «¿Serás para mí como un espejismo, aguas no verdaderas?» (v.17). Dios, «fuente de agua viva» (2,13), le resulta un espejismo, un «arroyo engañoso». La respuesta divina es lapidaria: él necesita una conversión como la necesita el pueblo (vv.19-21; cf. 3,1-4,4); solo así sus enemigos se doblegarán, volverá a ser la «boca» del Señor y podrá experimentar su asistencia. Esta segunda confesión purifica, madura y renueva la vocación y misión del profeta (cf. Jr l,8.17-19).
[33] Las palabras dirigidas al profeta directamente, vv. 13-14, se destinarán al pueblo de Judá en 17,3-4; una referencia convergente del camino que ambos experimentan en relación con Dios.
[34] 16,1-13. Confirmada su vocación (15,19-21), el profeta descubre que toda su vida ha llegado a ser un signo de la situación que vive su pueblo; elegido y consagrado, se le exige también el celibato; es el momento final y no vale la pena engendrar hijos (vv.1-4); para su misma gente, que actúa de modo peor que sus antepasados (vv.11-13), su presencia y su conducta le resulta una profecía a contrapelo (vv. 5-9; cf. 15,17).
[35] 16,14-15. Un anuncio salvífico en medio del juicio por la perversidad pasada y presente de Israel; la esperanza de la intervención divina con un nuevo éxodo renueva la fe en el Dios justo, cuya característica constante será siempre la de liberar y congregar.
[36] 16,16-21. El castigo a la idolatría se reviste con las imágenes de la caza y de la pesca (vv.16-18). Ante la vacuidad de los falsos dioses (vv.19b-20), la súplica del profeta se vuelve hacia el único garante de la salvación (vv. 19ª.21).
[37] 17,1-4. Los actos de idolatría manifiestan la atávica condición religiosa del pueblo; una realidad que la palabra profética revela, y la necesidad de una cambio profundo que capacite la respuesta desde el corazón (cf. 31,31-33).
[38] 17,5-13. Con estilo sapiencial, el oráculo divino insta a tener inteligencia y no apoyarse en seguridades humanas, sino en el Señor, porque el que confía en él tiene asegurada su cercanía y protección (vv.5-8). El corazón humano, tan vulnerable y lábil, solo puede ser entendido, juzgado y conducido por Dios (vv.9-10). La honradez es la verdadera riqueza que ennoblece al sabio (v.11). La gloria de Jerusalén, su Templo, es garantía de salvación si el culto responde a una conducta digna.
[39] 17,14-18. En la súplica de ser sanado y salvado hay un eco de la percepción del pecado grabado en el corazón humano, incapaz de regenerarse (v.14; cf. v.9). Ahora el desafío que viene desde afuera; «ellos», probablemente otros profetas (cf. 28,8-9), cuestionan la veracidad de sus anuncios: «¿Dónde está la palabra del Señor? ¡Que se cumpla!» (v.15). El profeta defiende su rectitud en su desempeño y ruega que esa palabra no le sea motivo de terror ni de vergüenza (vv.16-18). Sufre el contraste entre el papel de intercesor ante Dios y la actitud de sus oyentes que se convierten en adversarios. Aunque no hay una respuesta del Señor, y no la habrá más de aquí en adelante, este desahogo lo sitúa en manos de aquel en quien están todas sus esperanzas.
[40] 17,19-27. La exhortación a santificar el sábado, eco de tradición deuteronomista, renueva la exigencia de garantizar la justicia en las puertas de la ciudad, los tribunales en donde se transgrede la Ley. De lo contrario, por allí mismo entrará el castigo merecido, y el fuego que sirve para ofrecer los sacrificios habrá de consumir la ciudad desentendida y sorda a la palabra del Señor (v.23).
[41] 18,1-17. El mensaje divino llega al profeta en experiencias cotidianas y simples; aquí con ocasión de una visita a la alfarería. El alfarero le representa al Señor con su poder de “derribar y edificar”; son verbos que evocan su vocación (1,10), que ahora remiten a la vida de Israel en las manos del Señor (18,6). La historia de su pueblo se teje con sus decisiones libres (vv. 7-10), y es responsable de su situación. Desoír la palabra profética significa extraviar el camino y languidecer lejos de la fuente de su vida.
[42] 18,18-23. Los medios tradicionales de establecer una relación con Dios – el sacerdote con la ley, el sabio con su consejo y el profeta con su oráculo- están desafiados en sus certezas y en la seguridad religiosa que suscitan por la predicación del profeta. Jeremías ha cumplido su misión de intercesor (v.20), y ese tiempo se acabó (cf. 15,1); pero no pide el castigo para sus opositores sino que se cumpla lo que ha tenido que anunciar (vv.21-22; cf. 6,11-12); sufre y levanta su queja para defender su honor entrelazado con el de Dios; y pide que el Señor no se arrepienta cuando llegue la hora de su ira (v.23). ¿Llegará esa hora o el perdón divino invalidará su palabra? La falta de respuesta del Señor lo mantiene en suspenso.
[43] 19,1-20,6. Aquí se inician relatos biográficos del profeta que ocupan casi de la mitad del libro (cf. 27-29; 34,1-7; 36; 37-44; 45; 51,59-64); sus discípulos han conservados narraciones sobre distintos acontecimientos ocurridos durante los reinados de Joaquim y Sedecías (cf. 1,3a), actualmente esparcidos sin orden cronológico. Jeremías aparece como modelo del auténtico mensajero de la palabra de Dios, que la comunica proclamándola, pero sobre todo comprometiendo su vida al servicio de ella.
[44] 20,7-18. Esta confesión dura y elocuente supone un clima de ruptura interior; el profeta (vv.7-10) expresa que el intento de sus enemigos en atraerlo o seducirlo lo ha conseguido el Señor (v.7), aprovechándose de su juventud y su inexperiencia (cf. Ex 22,15). Con la queja de un amor decepcionado soporta intrigas e incomprensiones y querría deshacerse de lo que es (cf. 5,14; 23,29); pero aunque intenta zafar un fuego devorador se apodera de él y lo vence (cf. Jr 23,29; 5,14). En el final (vv.14-18), al maldecir el día de su nacimiento, la oscuridad y el sin sentido ensombrece su presente y su pasado; pero aún así, no puede no identificarse con su ser profeta; su vida no ha tenido ni tiene otra razón. La parte central (vv.11-13), tejida de expresiones de confianza en la justicia divina, es una alabanza: puerta de esperanza en su desolación. El detalle que esta perícopa no sea la conclusión de la confesión refuerza la realidad del misterio que vive ese hombre, frente a Dios y a su vocación. Experiencias análogas son las de Job (3,1-26), del servidor del Señor (cf. Is 52,13- 53,12), del orante del Sal 22,1: «Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Hasta el grito, en la relación con Dios, implica un modo de cercanía, porque se necesita fe para experimentar la lejanía de Dios y quejarse de ella. La fuerza con la cual Jeremías se expresa es al fin y al cabo la misma fuerza de Dios (cf. Mt 27,46; Mc 15,34).
[45] ♦ cc. 21-24. Jeremías reprocha a las autoridades del país -reyes, profetas y sacerdotes- el incumplimiento de sus responsabilidades personales y de la misión recibida de parte del Señor.
[46] 21,1-10. El texto remite al período de asedio de Jerusalén (588-587 a.C.) y anuncia la caída de Jerusalén y la muerte de Sedecías y de los suyos (cf. 34,1-7; 37,3-10; 39,1-14).
[47] « 21,11-23,8. Esta compilación de profecías referidas a la casa real de Judá, pronunciadas alrededor del 594 a.C., en tiempos de la rebelión contra Babilonia, subrayan la invitación a rendirse a los caldeos y expresan la desaprobación de la dinastía reinante en Judá. El rey garante de la justicia y la solidaridad exigidas por la Ley (21,12; 22,3), ha sucumbido a la ambición de poder y el miedo de perderlo. Sin embargo, el Señor, en su fidelidad a la alianza despierta la nueva esperanza de su pueblo al anunciar el envío de un rey según su corazón (23,1-8), que los establecerá en la justicia y la paz.
[48] 22,24-30. El triste destino de Jeconías presagia el final de la dinastía davídica y de toda esperanza de una restauración del reino de Judá. Sin embargo, la fidelidad del Señor fundamentará siempre la esperanza en la continuidad de la casa de David, portadora de bendición (33,14-16.17.18-22.23-24; 52,31-34).
[49] 23,1-8. Ante el fracaso de los reyes, el mismo Señor se hace cargo de su pueblo, como al principio. Suscitará jefes que cumplan de verdad su misión. La imagen de pastor que remite a la función del rey en el Oriente Medio Antiguo, integra aquí la memoria de David, rey ideal, para el joven pastor elegido por Dios que conducirá a su pueblo (1Sm 16,11).
[50] 23,9-40. Junto con los reyes, también los profetas de la corte son culpables de la situación deplorable de Judá; su vida inmoral los descalifica como portavoces de Dios y demuestra la falsedad de sus oráculos. Porque no escuchan a Dios en sus vidas, tampoco pueden ser mensajeros auténticos de su Palabra para el pueblo. El profeta sufre al ver que la gente se deja engañar por las seguridades falsas y esperanzas ficticias de eso embaucadores, y porque no quiere aceptar los duros reproches y las advertencias que él les transmite de parte del Señor.
[51] 23,33. El término hebreo mas’á: “carga, fardo”, y “oráculo, pronunciamiento solemne o cargo”, intensifica el reproche para el pueblo, convertido en una carga tan pesada que el Señor terminará por desprenderse.
[52] 24,1-10. La visión de las dos cestas de higos introduce una valoración diferente de la suerte de los dos grupos en el que está dividido el reino de Judá. Según una consideración consuetudinaria judíos desterrados a Babilonia evidenciaban que el castigo divino había caído sobre ellos, y los que habían quedado en Judá durante el reinado de Sedecías gozaban del favor divino y de su protección. Sin embargo, la predilección divina que revela el profeta es la inversa. El objeto de la misericordia divina son los exilados, quienes se les garantiza el futuro, su vuelta a la tierra prometida y el verdadero conocimiento del Señor de la alianza.
[53] ♦ 25,1-38. A sugerencia del v.13, el capítulo se presenta como conclusión de una primera edición del libro (Jr 1-25; cf. v.13); Jr 36 parece identificarlo con el “rollo” que el profeta hizo público mediante la intervención de Baruc en el Templo, el año 605 a.C.
[54] 25,1-14. Resumen del ministerio del profeta que actualiza su mensaje y renueva la invitación a la conversión, subrayando la inminencia del peligro que amenaza a Jerusalén como consecuencia de su obstinación. Los símbolos de la vida doméstica que cesan, como son el molino y la candela o la gozosa esperanza de una pareja de novios que se casan (v.10), presagian el destierro de la alegría y la desaparición de la vida a causa de la guerra, la invasión y la destrucción.
[55] 25,15-38. La visión de la copa de la ira del Señor introduce los oráculos contra las naciones paganas (cf. Jr 46-51) que originalmente vendrían a continuación y hoy han quedado separados por la inserción de una segunda edición del libro: los relatos biográficos del profeta (cf. Jr 26-45). El mensaje no busca justificar las ambiciones de las grandes potencias e imperios, sino ayudar a Israel a elaborar su dolorosa experiencia y encontrar, incluso en ella, una invitación a la conversión. Todas las naciones terminarán probando su propio veneno y sufriendo las consecuencias de su prepotencia y violencia sembradas por todas partes. El Señor amplía el castigo con el que amenazaba a Israel a todos los pueblos; él “incluyó a todos bajo su cólera para poder compadecerse de todos” (Rom 11,32-35).
[56] 26,1-45,5. Esta parte contiene narraciones de episodios de la vida del profeta y algunos oráculos poéticos. Redactores afines a la tradición deuteronomista recogieron y complementaron la colección 1-25; así lo sugiere 45,1, que remite literalmente a 25,1: “El año cuarto de Joaquim”. Sin embargoesta colección relata episodios de la época de Sedecías (cf. 27-29; 37-43). Es difícil precisar el hilo un literario conductor en la concatenación de estos textos, pero aún así, ellos testimonian la vida del profeta sostenida por la fidelidad a su vocación y su ministerio, en medio de la creciente oposición que encontró y a la que tuvo que confrontar en su abnegada misión.
[57] ♦ 26,1-36,32. Esta sección está enmarcada por las dos ocasiones que el profeta se encuentra en peligro de su vida a raíz de sus intervenciones públicas en su ciudad (año 609 a. C.: Jr 26; año 605 a. C.: Jr 36). El tema principal de los oráculos y los relatos es la esperanza que los judíos reciban y acojan la palabra del profeta, para que el Señor se manifieste y cumpla su promesa de restauración (26,3; 36,3.7; cf. 27,22; 29,14; 30,3; 31,10.16.23; 32,37; 33,11; 5,19). Esa acción salvífica puede establecer el nuevo fundamento para la vida del pueblo (cf. 30-31). Resalta sin embargo, que el principal actor en los acontecimientos es la misma Palabra de Dios: manipulada por los falsos profetas (28; 29,24-32), rechazada por el rey (36,1s.) y proclamada incansablemente por Jeremías.
[58] 26,1-24. El profeta es sometido a un proceso judicial por su predicación contra el Templo (vv. 4-6; cf. 7,1-12). El procedimiento judicial es descrito en forma acabada: denuncia (v.9), apertura del proceso (v. 10), acusación (v.11), defensa (vv.12-15), veredicto (v.16) y justificación con elementos de jurisprudencia (vv.17-19). Ante la Palabra del profeta, el auditorio toma posición y se divide en dos grupos: los sacerdotes y profetas rechazan su mensaje y lo declaran reo de muerte (v.8); pero algunos funcionarios reales, los ancianos y la gente del país reconocen la interpelación divina y defienden al mensajero (vv.16.24).
[59] 27,1-22. Articula tres partes: a) una acción simbólica con la que el profeta, a diferencia de todos los demás profetas de corte, quiere invitar a los gobernantes reunidos a someterse al rey de Babilonia porque lo reconoce como instrumento de Dios (2-11); b) la reproducción del mismo mensaje para el rey de Judá (vv. 12-15); c) y la advertencia dirigida a los sacerdotes y al pueblo, para que no se dejen engañar por los profetas oficiales (vv.16-22). El contexto histórico alude a una rebelión contra Nabucodonosor en Babilonia que despertó las esperanzas de Judá y sus vecinos para buscar recuperar su autonomía(vv.1-11; 594 a. C.; cf. Crónicas Babilónicas: “En el décimo año del rey de Acad estaba aún en su propio país; a partir del mes de Kisleu y hasta el mes de Tebet [entre Diciembre del 595 y Enero del 594] hubo una rebelión en Acad… él degolló con sus manos a varios de entre sus propio ejército. Su propias manos capturaron a su enemigo”).
[60] 28,1-17. La confrontación entre Jeremías y Jananías evidencia el problema del discernimiento entre profetas verdaderos y falsos. Ambos usan aquí prácticamente los mismos medios para anunciar mensajes que se contradicen. ¿Cómo reconocer el auténtico mensaje de Dios? Aquí no se ofrece otro criterio que el de Dt 18,21; en el momento preciso, el cumplimiento del mensaje certificará la veracidad del mensajero. Así, la muerte de Jananías predicha por Jeremías y acaecida efectivamente ese año, señala cuál era el auténtico (vv.16-17).
[61] 29,1-32. Jeremías anima a los judíos a reconocer en la situación presente una llamada de Dios a someterse a su voluntad. Expresa de nuevo la predilección de Dios por los desterrados y la promesa de salvación futura (vv.10-14; cf. 24,1-10). Pero tampoco entre estos tuvo buena recepción el anuncio de un prolongado dominio babilónico y la consecuente invitación a aceptarlo como un saludable castigo antes de la restauración (v.32); la reacción no se hace esperar y un personaje notable entre los exiliados envía una nota a las autoridades del Templo de Jerusalén (v.25), para quejarse de la libertad con al que dejan que Jeremías difunda sus ideas (v.27).
[62] 30,1-3. La fórmula introductoria (cf. 7,1; 11,1; 18,1; 21,1; 32,1; 34,1.8; 35,1; 40,1) subraya la orden dada por el Señor de recoger estas promesas de salvación en un “libro” (v.2), para que sirvan de testimonio cuando se cumplan. Estos oráculos de salvación, quizás una colección independiente con elementos tomados de las primeras predicaciones dirigidas a Israel del Norte, se extienden ahora a Judá; estas promesas tuvieron un modesto cumplimiento en los tiempos de Josías (cf. 2,1-3,18). Ahora, por el lugar que ocupan, son proyectadas a un futuro previsto más allá del exilio babilónico (cf. 29,1s.; 32,1s.). La acción unilateral y gratuita del Señor asegura a Israel el retorno a su tierra y la felicidad serena y duradera (30,10); aunque herido tendrá una curación maravillosa (30,17), y podrá corresponder en fidelidad (30,22, 31,1.33), porque su Dios ha decidido de modo soberano hacerlo “regresar de la cautividad” (cf. 29,14; 30,18; 32,44; 33,7.11.26).
[63] 30,4-24. Los sufrimientos que se anuncian equivalen a un parto (v.6); un paso necesario para dar lugar a una nueva vida (vv.4-11). El Señor es quien había herido; solo él puede curar (vv.12-17). Una nueva etapa se inaugura en la historia del pueblo, que vivir en verdad su relación de alianza con Dios, donde alcanza su identidad más profunda (vv.18-22).
[64] 31,1-14. Israel repetirá sus primeras experiencias de unión y gratitud; el amor inalterable del Señor le hará vivir un nuevo éxodo, el gozo de unas nuevas nupcias. “Edificar” y “plantar” adquieren ahora una significativa acepción conyugal.
[65] 31,15-22. La imagen de esposa y de madre aplicada a Israel se concreta ahora en la figura de Raquel (v.15), la esposa predilecta de Jacob, sanada por Dios de su esterilidad (Gn 29,31; 30.22). Su llanto ha de cesar, porque ahora el Señor la consuela y “hace volver” a sus hijos (vv.16-17). Esta esperanza anima la “conversión” de los israelitas: aceptan la corrección, reconocen su pecado (vv.18-19) y redescubren el amor entrañable de su Dios como el de un verdadero padre (v.20).
[66] 31,23-30. El pasaje evoca el sueño de un país restaurado: Israel y Judá se reunifican, sus habitantes inician una nueva vida y ya no soportan la dolorosa herencia de sus antepasados. La promesa divina de “edificar” y “plantar” (v.28) inaugura una etapa inédita de la historia para todos.
[67] 31,31-34. No es suficiente con la liberación, el retorno al país y la reunificación del pueblo; se necesita una renovación interna de las personas que ponga un nuevo fundamento a la vida de la comunidad. Este oráculo anuncia una relación con Dios renovada en sus mismas raíces: la voluntad divina incorporada a la interioridad del hombre, el íntimo conocimiento del Señor, el perdón de los pecados y la reciprocidad del amor. Difícilmente se encuentre una descripción más elocuente de lo que los cristianos llamamos la “gracia”, precisamente en un profeta que ha expresado como ningún otro la honda radicación de pecado en el corazón de los hombres (13,23; 17,1).
[68] 31,35-40. Las promesas del Señor tienen la misma solidez que las leyes que él ha impuesto al universo desde la creación y, como estas, jamás caducarán (v.35-37). El signo futuro de la fidelidad de las promesas divinas será la ciudad reconstruida. (vv.38-40.); la descripción es paralela a los contornos que tuvo en tiempos de Nehemías (cf. Ne 3,1.28; 12,39). Pero la visión más allá de la topografía; hasta los lugares más impuros y contaminados con el culto idolátrico serán purificados, serán santos y estarán consagrados al Señor. Todo Jerusalén será un santuario inviolable donde el Señor habitará con los suyos (cf. Ap 21,1-27).
[69] 32,1-44. Las circunstancias en que se produce esta compra no pueden ser menos oportunas: los días del reino de Judá están contados y el mismo profeta encarcelado. ¿Qué sentido tiene comprar un campo? (vv.6-15). Pero es una iniciativa del Señor y él la garantiza (v.25). Esta acción simbólica encadena la esperanza de modo exclusivo a la palabra divina, segura y veraz; sucederá que un día el pueblo volverá al país y podrá “plantar”, “construir” y vivir nuevamente en él (v.15). Por esto tiene sentido hoy comprar un campo.
[70] 33,1-26. Una promesa de parte del Señor se hace oír durante el asedio de Jerusalén por el anuncio del profeta. La palabra del Dios creador (32,17; 33,2) fundamenta la reconstrucción de la ciudad santa y del país (vv.2-13), junto con el renacimiento de la dinastía davídica (vv. 14-26); un soberano elegido de la descendencia de Jacob y de David tendrá la tarea principal de garantizar la justicia y la paz, porque el Señor los custodiará en su amor (v.26).
[71] 34,1-7. En este oráculo pronunciado durante el avance de las tropas caldeas para sitiar a Jerusalén, probablemente el año noveno de Sedecías, consta que aún se tenía la posibilidad de evitar la catástrofe capitulando ante Nabucodonosor. Decidirse con urgencia lo requieren las circunstancias: solo dos últimas ciudades de Judá lograban resistir la invasión (v.7), en cuyo horizonte solo quedaba la ciudad capital.
[72] 34,8-22. Como había hecho el rey Josías al encaminar su reforma (2Re 23,1-3), también Sedecías establece un acuerdo – es el mismo término “alianza”-, con la clase alta e influyente y pone al Señor por testigo. Pero no son gente de palabra y no saben mantener su compromiso. Apenas afloja el asedio por el avance de Egipto contra los caldeos (588 a.C.), los jerosolimitanos rompen su pacto; de este modo el rito que sello esta alianza con los animales partidos por la mitad y los contrayentes del pacto pasando por en medio (cf. Gn 15,9-10.17) solo puede corroborar el castigo que corresponde a los traidores (vv.20-22).
[73] 35,1-9. Se regresa en los oráculos al reinado de Joaquín (cf. 7,1; 25,1; 26,1; 36,1). Al rechazar los peligros de la civilización urbana, los recabitas (2Re 10,15-17) habitaban en la campaña y llevaban una vida seminómada. Como la amenaza de invasión era tan fuerte (2Re 24,2), hasta estos grupos tradicionalistas deben buscar refugio en las ciudades (Jr 35,11). La presencia de estos hombres observantes en Jerusalén (vv.1-11) da pie al profeta para proponerlos como ejemplo de obediencia (v. 13) frente a los judíos infieles a los mandatos de su Dios (vv.12-19).
[74] 36,1-32. En el año de la batalla de Carquemis (605 a. C), en la que las tropas de Babilonia vencieron a las de Asiria y a las de Egipto y se aseguraron el dominio de la región (cf. 36,29) se ubica esta unidad que resulta la contraparte de 1R 22,10-13. Joaquim aparece como la antítesis de Josías, que se estremeció ante la palabra del Señor y se dispuso a obedecerla. Joaquim no solo no la obedece, sino que busca anularla y destruir el libro que la contiene, para combatir también a los profetas y escribas que la proclaman. Pero la Palabra de Dios es indestructible y resurge más fuerte que nunca (36,32). La palabra escrita es la gran protagonista del relato y revela también como sobrevivirá cuando el profeta esté ausente.
[75] ♦ 37,1-44,30. En esta sección se recogen los acontecimientos vividos por el profeta durante el sitio de Jerusalén y hasta la toma de la ciudad por las tropas de los caldeos (cf. 2 Re 24-25). Queda claro desde el primer momento que el Sedecías, el nuevo rey impuesto por Nabucodonosor, tampoco está dispuesto a escuchar al Señor. El horizonte se hace cada vez más sombrío y los padecimientos del profeta presagian el destino que espera al reino de Judá. Los relatos refieren las tribulaciones del profeta en este final de la monarquía: 37,1-40,6; al intento fallido de Godolías: 40,7-41,18; y el origen de la diáspora egipcia: 42,1-44,30. Se puede destacar literariamente que en el conjunto 37,1-40,6, las referencias verbales (“habitar, permanecer”) articulan cada tramo de la secuencia narrativa (37,16b.21b; 38,13b.28a; 39,14b; 40,6b); en esta primera parte, al pedido engañoso de Sedecías de una intercesión del profeta (37,3) se responde con un oráculo de desgracia; pero se concluye con un anuncio de salvación destinado a Ebedmélek (39,15-17). Un esquema análogo aparece en el conjunto: 42,1-44,30.
[76] 37,1-21. Después de introducir y caracterizar el reinado de Sedecías, se narra cómo fue encarcelado el profeta (1-16). Aprovechando que los caldeos han levantado el asedio de Jerusalén, Jeremías quiere ir a su pueblo para arreglar asuntos familiares (probablemente la compra del campo de 32,6-15), pero los guardias malinterpretan su salida de la ciudad e inmediatamente lo aprehenden y lo meten preso. Ni siquiera allí renuncia a anunciar la desgracia que se a vecina al rey; este sabe que el profeta dice la verdad y accede a aliviar las condiciones de su encarcelamiento (vv. 17-21).
[77] 38,1-28. Ninguna circunstancia reduce al silencio a Jeremías; sus adversarios solo buscan su muerte; siete veces se repite el verbo morir (vv.1-13). A pesar de su proximidad con el profeta, el rey no tiene el valor de seguir sus consejos, y se deja manejar por las presiones del partido a favor del apoyo egipcio; pero él debe saber que será el responsable de la catástrofe (vv.14-28).
[78] 39,1-18. El relato juega con el contraste entre dos actitudes: mientras que el rey teme perder la vida por seguir la palabra de Dios y termina en manos de los caldeos, el profeta arriesga su vida por fidelidad a esta palabra, y sobrevive a la destrucción de la ciudad. El cumplimiento de la desgracia anunciada acredita al profeta auténtico (cf. Dt 18): Nabucodonosor toma la ciudad y la destruye (vv.1-8). El castigo para las autoridades del reino y su capital corresponde al delito de alta traición por no honrar los pactos realizados. El resto de los funcionarios de Jerusalén son deportados y sus tierras entregadas en propiedad a la gente pobre del país (vv.9-10). Los vencedores informados acerca de Jeremías, lo encomiendan a Godolías y sus partidarios: todos favorables a la sumisión a Babilionia (vv.11-14). Se recuerda el oráculo dirigido a Ebedmélek (vv.15-18): el Señor no deja sin recompensa ninguna buena acción, y se encargará de proteger al servidor del rey que supo escuchar y proteger a su profeta (38,3-13).
[79] 40,1-6. Este episodio ejemplifica que dabar indica también un hecho, un suceso; en lo narrado no encontramos citada ninguna “palabra” pronunciada por el Señor para el profeta; este solo es receptor del discurso de Nabu-zar-adán, jefe caldeo. En un momento fundamental de su vida, Jeremías comprende el mensaje que el Señor le revela a través del acontecimiento que lo involucra.
[80] «40,7-41,18. La caída de la monarquía y la destrucción de la capital no es todavía el final de Judá. Aún hay vida y esperanza, y el profeta intervendrá para que los que quedaron acepten la oferta de salvación que el Señor les hace. Este “resto” recibirá su atención y su palabra en esta sección (40,11-15; 41,10.16) y en la siguiente (42,2.15.19; 43,5; 44,7.12.14.28). Tanto Jeremías, como su secretario Baruj, formarán parte del contingente rescatado por Juan de Carej, y obligados a refugiarse en Egipto.
[81] «42,1-44,30. Como en 37,1-40,6, esta sección comienza con un pedido de intercesión del profeta (Juan: 42,3), al que se responde con un oráculo de desgracia para quienes no lo obedezcan; y termina con un oráculo de salvación para alguien que siempre ha escuchado su palabra (Baruc: 45,1-5). 42,1-22 refiere la consulta al Señor por medio del profeta (vv.1-6), la respuesta del Señor (vv.7-18) y la advertencia del profeta (vv.19-22), en un momento de indecisión y perplejidad. El golpe de estado perpetrado por Ismael no quedará sin consecuencias. El grupo de judíos que ha sobrevivido sabe que deberá responder ante el rey de Babilonia y tiene miedo de enfrentarlo. A pesar de haber sido fieles a Godolías, o sea a Babilonia, no están seguros de lograr convencer al rey de su posición en el levantamiento. Efectivamente los caldeos los reprimen y provocan una tercera deportación (582 a.C; cf. Jr 52,30).
[82] 43,8-13. Para Egipto la palabra del Señor es de juicio; el dominio caldeo se extenderá hasta allí, con poder y estabilidad. Grandes piedras indicaron la entrada en la tierra (Dt 27,2; Jos 4,3; 7,26; 8,29), pero ahora señalan la gesta de dominio del rey caldeo, presentado como “servidor del Señor” (v.10; cf. 25,9; 27,6). Los dioses egipcios serán aniquilados por haber cobijados a los rebeldes.
[83] 44,1-30. En la visión profética de la historia emerge como clave la rebeldía y la idolatría de Israel, porque aun presentándole oportunidades de conversión (vv. 4.10) todo resultó en vano; más aún, su comportamiento se tornó un itinerario perverso (vv.15-19). El mismo profeta descifra el sentido más hondo de ese proceso: resultó un anti-éxodo (vv.20-30) con sus sucesivas etapas: a) el abandono de la tierra (41,10); b) los episodios del pan y del agua del primer éxodo (cf. Ex 15,22-17,6; Nm 20,1-13) están en trasfondo del alto junto a Belén (Casa de pan), viniendo del estanque (Aguas abundantes) de Gabaón (41,12.17); c) la entrada en la tierra de Egipto (43,7; cf. Dt 28,68); d) la desaparición del nombre del Señor (44,26) en ese lugar. Jeremías, al revés de Moisés, en lugar de conducir al pueblo, tuvo el destino de acompañarlo a Egipto, arrancado de la tierra prometida.
[84] ♦ 45,1-5. Esta unidad textual finaliza la versión griega (cf. LXX: 51,31-35). El oráculo de salvación dirigido a Baruc, aparece como un testimonio del profeta hacia su secretario, trasmisor de su profecía (Jr 1-25; cf. 36), quien también registró episodios de su vida (Jr 26-44). Sin embargo, en Baruc, todo el grupo de sobrevivientes y seguidores del profeta puede reconocerse alcanzado por la bendición de las palabras escritas en este libro (v.1). Si el Señor al que guarda y conserva sus palabras le garantiza la vida como “un botín” (v.5), es porque ellas conservan una promesa divina aún no cancelada. Así lo sugiere esta conclusión de la segunda parte del libro actual: la referencia a la misión encomendada a Jeremías desde su vocación (cf. 1,4-10), y al oráculo dirigido a los sobrevivientes (cf. 42,10-12), que especialmente subrayada aquí, en 45,4.
[85] 46,1-51,64. Los oráculos de esta tercera parte se presentan como una colección autónoma, quizás previa a la redacción final del libro. La Biblia griega (LXX) ubica antes el juicio a las naciones: 25-32; es una disposición análoga al orden que se encuentra en otras colecciones proféticas y con una secuencia similar: condena a Israel y a las naciones; luego anuncios de salvación para Israel. En la disposición actual del texto hebreo, el oráculo final contra Babilonia (50-51), presagia una existencia de futuro para Israel y para las demás naciones.
[86] 46,1. La introducción remite a la misión y a la investidura de Jeremías: como “profeta de las naciones” (1,5) para anunciar un juicio universal (25,13b.15); es una conexión que da unidad al libro. El apogeo y la caída de los sucesivos reinos de Medio Oriente son puestos en relación con el reinado del Señor, y con su soberanía sobre el futuro de su pueblo. Después de cumplir su cometido que no está fuera del designio divino, las diversas potencias caerán a turno, incluida la gran Babilonia (50,2-3). Una esperanza de salvación solo se promete para Israel (50,19-20).
[87] 46,17. Sobrenombre que suena como “mucho ruido y pocas nueces”, un juego sonoro a partir del nombre del faraón Jofrá (588-569 a.C.).
[88] 48,1-47. La forma literaria de la elegía o lamento fúnebre, evidente en los primeros versículos (vv.1-5) da el tono a todo el oráculo entero, para anunciar la destrucción de la entera nación de Moab.
[89] 49,28-38. Es la Jazor de los árabes sedentarios, que habitan en “cercados” o “aldeas”, relacionados con Quedar (cf. Is 21,16-17; 42,11); distinta de la misma localidad homónima del norte.
[90] 49,34-39. Desde Elam saldrán las tropas de los medos y los persas que impondrán su poderío en todo el medio oriente, en la segunda mitad del siglo V a. C. “El año de la subida al trono de Sedecías” sitúa el oráculo en el año 594 a.C.
[91] ♦ 50,1-51,58. En la conclusión de la colección los oráculos contra las naciones aparecen notas de esperanza y de consuelo para Israel: su regreso a la tierra y la renovación de la alianza (50,4-5), la cancelación de sus faltas (vv.16-20), su rescate, el descanso (vv.33-34) y el librarse de sucumbir bajo la espada (51,45-50). La destrucción definitiva de Babilonia (cf. 51,64) señala el fin de las desgracias que se abaten sobre el pueblo de Dios y el comienzo de una nueva era para este y para todas las naciones. Anuncios análogos, presentes también en Is 13-14, orientan una datación cercana al 550 a.C., tiempo en el que se vislumbraban signos de la caída del imperio caldeo.
[92] 51,59-64, en la versión griega (LXX) en 28,59-64, se presenta aquí, al final de los oráculos contra las naciones, esta acción simbólica como ratificación y garantía de todo lo que se acaba de anunciar.
[93] 52,1-34. La primera deportación fue con Jeconías y su familia (597 a.C.); la segunda sucedió con la toma de Jerusalén y la ejecución de Sedecías (586 a.C.); la tercera, parece haber sobrevenido como represalia contra la rebelión comandada por Ismael (cf. 40,14; 582 a.C.), el asesinato de Godolías y del destacamento caldeo apostado en Judá (41,1-3), determinó la huida organizada por Juan, hijo de Carej (42,16-18). Este apéndice final (cf. Jr 39,1-10; 2 Rr 24,18–25,30; Is 36-39) pone de relieve la realización previamente anunciada por el profeta; además registra el número de deportados (vv.28-30) y finaliza con un signo de esperanza: la liberación de rey Jeconías presagia el fin del exilio del pueblo de Israel.