MISA. 20 de mayo. VIERNES V DE PASCUA
20 de mayo
VIERNES V DE PASCUA
Feria. Blanco.
O bien: *San Bernardino de Siena, presbítero (ml), blanco (MR, p. 747 [734]).
Desde Milán hasta Roma este franciscano recorría aldeas y ciudades predicando el amor infinito de Dios y ofreciendo el nombre de Jesús como la protección para toda clase de males.
Ritos iniciales
ANTÍFONA DE ENTRADA. Apoc 5, 12
Digno es el Cordero, que fue sacrificado, de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. Aleluya.
Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
El pueblo responde: Amén.
SALUDO
4. Que el gozo y la paz de nuestro Buen Pastor resucitado estén siempre con todos ustedes.
El pueblo responde: Y con tu espíritu.
ACTO PENITENCIAL
A continuación se hace el acto penitencial, al que el sacerdote invita a los fieles, diciendo:
4. Humildes y penitentes, como el publicano en el templo, acerquémonos al Dios justo, y pidámosle que tenga piedad de nosotros, ya que también nosotros reconocemos que somos pecadores.
* * *
FÓRMULA I:
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
Sigue la absolución del sacerdote:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
El pueblo responde:
Amén.
* * *
O bien:
FÓRMULA II:
Se hace una breve pausa en silencio. Después, el sacerdote dice:
Señor, ten misericordia de nosotros.
El pueblo responde:
Porque hemos pecado contra ti.
El sacerdote prosigue:
Muéstranos, Señor, tu misericordia.
El pueblo responde:
Y danos tu salvación.
Sigue la absolución del sacerdote:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
El pueblo responde:
Amén.
* * *
O bien:
FORMULA III:
III
– Tú que resucitaste lleno de gloria: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
– Tú que nos haces pasar de la muerte a la Vida: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
– Tú que nos llamas a vivir como resucitados: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
* * *
Siguen las invocaciones, si no se han dicho ya en el Acto penitencial:
Señor, ten piedad. –Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. –Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. –Señor, ten piedad.
Sigue la absolución del sacerdote:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor, conformar dignamente nuestra vida a los sacramentos pascuales, para que, al celebrarlos llenos de alegría, nos protejan y nos salven con su fuerza perdurable. Por nuestro Señor Jesucristo…
O bien la ORACIÓN COLECTA de *san Bernardino de Siena
Dios nuestro, tú que diste a san Bernardino de Siena, presbítero, un extraordinario amor al santo nombre de Jesús, concédenos también a nosotros, por su intercesión y sus méritos, vivir siempre inflamados por el espíritu de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no imponerles más cargas que las estrictamente necesarias.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 15, 22-31
En aquellos días, los apóstoles y los presbíteros, de acuerdo con toda la comunidad cristiana, juzgaron oportuno elegir a algunos de entre ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Los elegidos fueron Judas (llamado Barsabás) y Silas, varones prominentes en la comunidad. A ellos les entregaron una carta que decía:
“Nosotros, los apóstoles y los presbíteros, hermanos suyos, saludamos a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia, convertidos del paganismo. Enterados de que algunos de entre nosotros, sin mandato nuestro, los han alarmado e inquietado a ustedes con sus palabras, hemos decidido de común acuerdo elegir a dos varones y enviárselos, en compañía de nuestros amados hermanos Bernabé y Pablo, que han consagrado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo. Les enviamos, pues, a Judas y a Silas, quienes les transmitirán, de viva voz, lo siguiente: ‘El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no imponerles más cargas que las estrictamente necesarias. A saber: que se abstengan de la fornicación y de comer lo inmolado a los ídolos, la sangre y los animales estrangulados. Si se apartan de esas cosas, harán bien’. Los saludamos”.
Los enviados se despidieron y cuando llegaron a Antioquía, reunieron a la comunidad cristiana y les entregaron la carta. Al leer aquellas palabras alentadoras, todos se llenaron de júbilo.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 56
R. Alabemos y cantemos al Señor. Aleluya.
Dispuesto está mi corazón, Dios mío,
para cantar tus alabanzas.
Despiértate, alma mía,
despiértense mi cítara y mi arpa,
antes de que despunte el alba. R.
Tocaré para ti ante las naciones,
te alabaré, Señor, entre los pueblos,
pues tu lealtad hasta las nubes llega
y tu amor es más grande que los cielos.
Levántate, Señor, en las alturas
y llena con tu gloria el mundo entero. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
Jn 15, 15
R. Aleluya, aleluya.
A ustedes los llamo amigos, dice el Señor, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre. R.
EVANGELIO
Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros.
Del santo Evangelio según san Juan: 15, 12-17
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre.
No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca, de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros”.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
HOMILÍA
No se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL u ORACIÓN DE LOS FIELES
El sacerdote invita a los fieles a orar, por medio de una breve monición. El pueblo manifiesta su participación con una invocación. Termina con una oración conclusiva.
LITURGIA EUCARÍSTICA
PREPARACIÓN DE LOS DONES
Presentación del pan:
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.
–Bendito seas por siempre, Señor.
(Sacerdote, en secreto): Por el misterio de esta agua y este vino, haz que compartamos la divinidad de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad.
Presentación del vino:
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación.
–Bendito seas por siempre, Señor.
(Sacerdote, en secreto): Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.
Lava del todo mi delito, Señor, y limpia mi pecado.
Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
–El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Santifica, Señor, por tu piedad, estos dones y, al recibir en oblación este sacrificio espiritual, conviértenos para ti en una perenne ofrenda. Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien la ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS de *san Bernardino de Siena
Acoge benignamente, Señor, nuestras súplicas y concédenos quedar libres de toda culpa, para que, por la acción purificadora de tu gracia, quedemos limpios por los mismos sacramentos que celebramos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Pascua. A continuación, solamente el Prefacio I.
PREFACIO I DE PASCUA. El Misterio Pascual.
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este tiempo, en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.
Por eso, con esta efusión del gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo…
* * * * *
PLEGARIA EUCARÍSTICA I o CANON ROMANO
Padre misericordioso, te pedimos humildemente, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes y bendigas estos dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa N., con nuestro Obispo N.,
* * *
El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:
conmigo, indigno siervo tuyo,
Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:
con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,
* * *
y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.
Acuérdate, Señor, de tus hijos N. y N. y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.
* * *
Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;*
* * *
* la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, (Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián) la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)
* * *
Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)
* * *
En la Misa de exequias:
Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos, que hoy te ofrecemos especialmente por el descanso eterno de nuestro hermano N., pidiéndote que le concedas que, libre ya de las ataduras de la carne, tenga su parte entre tus santos. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)
* * *
Bendice y santifica esta ofrenda, Padre, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti: que se convierta para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.
El cual, la víspera de su Pasión, tomó pan en sus santas y venerables manos, y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
* * *
I. Éste es el Misterio de la fe.
O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe. R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió. R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entrego por nosotros. R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección
* * *
Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.
Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.
Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu Ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)
* * *
En las Misas por los difuntos se puede añadir:
Acuérdate también, Señor, de tus hijos N. y N., que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz.
A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)
* * *
Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé,
(Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felícitas y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia,)
y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. Por Cristo, Señor nuestro.
Por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.
* * * * *
PLEGARIA EUCARÍSTICA II
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, diciendo: Santo, Santo, Santo…
Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.
El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
* * *
I. Éste es el Misterio de la fe.
O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe. R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió. R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entrego por nosotros. R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección
* * *
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.
Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de Cristo.
* * *
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra;
* * *
y con el Papa N., con nuestro Obispo N.,
* * *
El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:
conmigo, indigno siervo tuyo,
* * *
Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:
con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,
* * *
y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.
* * *
En las Misas por los difuntos se puede añadir:
Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia; concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección.
* * *
Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.
* * * * *
PLEGARIA EUCARÍSTICA III
Después del prefacio que corresponda según las rúbricas, el cual se concluye:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hossana en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hossana en el cielo.
Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus creaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
* * *
I. Éste es el Misterio de la fe.
O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe. R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió. R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entrego por nosotros. R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección
* * *
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, (san N.: santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,
* * *
El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:
conmigo, indigno siervo tuyo,
* * *
Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:
con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,
* * *
al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
* * *
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.
* * *
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
* * *
Cuando esta Plegaria eucarística se utiliza en las Misas de difuntos, puede decirse:
Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia: concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección, cuando Cristo haga resurgir de la tierra a los muertos, y transforme nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo. Y a todos nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria; allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque, al contemplarte como tú eres, Dios nuestro, seremos para siempre semejantes a ti y cantaremos eternamente tus alabanzas, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
* * *
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.
* * * * * *
Rito de la Comunión
Padrenuestro
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Rito de la paz
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: «La paz les dejo, mi paz les doy», no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes. R. Y con tu espíritu.
Si es oportuno, el diácono, o el sacerdote, invita a los fieles a darse la paz.
Dense fraternalmente la paz.
Fracción del pan
El gesto de la fracción del pan significa que formamos un solo cuerpo los que nos alimentamos del Pan de vida, que es Cristo.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
Comunión
El sacerdote completa su preparación personal, diciendo en voz baja:
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.
O bien:
Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.
Muestra a los fieles el pan eucarístico.
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
El Crucificado resucitó de entre los muertos y nos ha redimido. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Al recibir, Señor, el don de estos sagrados misterios, te suplicamos humildemente que lo que tu Hijo nos mandó celebrar en memoria suya nos aproveche para crecer en nuestra caridad fraterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien la ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN de *san Bernardino de Siena
Los sacramentos que recibimos, Señor Dios nuestro, fortalezcan en nosotros la fe que la predicación apostólica nos enseñó y que san Bernardino de Siena conservó con solicitud. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Rito de conclusión
El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos, dice:
El Señor esté con ustedes.
El pueblo responde: Y con tu espíritu.
El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
El pueblo responde: Amén.
* * *
O bien, si se considera la bendición solemne para el Tiempo Pascual:
– Que Dios misericordioso, que por la resurrección de su Hijo unigénito los ha redimido y hecho hijos suyos, los llene de alegría con su bendición.
R. Amén.
– Que por Cristo redentor, por quien ustedes recibieron el don de la libertad perpetua, les conceda también, en su bondad, tener parte en la herencia eterna.
R. Amén.
– Que ustedes, que por la fe han resucitado en el bautismo, merezcan, por sus buenas obras, alcanzar la patria celestial.
R. Amén.
– Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R. Amén.
* * *
DESPEDIDA
Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, vueltos hacia el pueblo dice:
Pueden ir en paz.
O bien:
La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.
O bien:
Glorifiquen al Señor con su vida. Pueden ir en paz.
O bien:
En el nombre del Señor, pueden ir en paz.
O bien:
En la paz de Cristo, vayan a servir a Dios y a sus hermanos.
El pueblo responde:
Demos gracias a Dios.