loader image

ATRAS

INTRODUCCIÓN

 

1-         «El Señor habló a Moisés» (1,1): los destinatarios del libro

 

El libro llamado tradicionalmente «Números» no es propiamente un libro independiente, sino una parte de la Torá o Pentateuco, que la tradición judía designa por sus palabras iniciales: bemidbar («En el desierto») o wayeddaber («Y habló»). La versión griega del AT (LXX) intentó darle un nombre que resumiera en cierta forma su contenido, y lo llamó Arithmoi («Números»), como referencia a la cantidad de cifras que aparecen en los capítulos que recogen los datos de los censos realizados en el pueblo durante su estadía en el desierto (Nm 1,20-46; 3,15-31; 26,5-51), las enumeraciones de ofrendas (7,10-83; Nm 28–29) y de bienes obtenidos como botín de guerra (31,32-52). Este nombre fue retenido por la versión latina Vulgata, y de ahí pasó a la mayoría de las traducciones modernas. Pero una lectura atenta muestra que los números no constituyen la nota característica de esta obra, y que más bien debería llamarse Levítico, nombre que se ha dado a la tercera parte del Pentateuco, ya que su tema recurrente es el del estado y tareas del grupo de los Levitas.

El libro alterna narraciones y leyes, y se presenta como un relato que cubre los años de la peregrinación de la comunidad de Israel desde el desierto del Sinaí hasta las orillas del río Jordán, antes de entrar en la tierra prometida. Ofrece un modelo de comunidad teocrática, con una única autoridad que es Dios, y que está estructurada sobre la base de un orden jerárquico sagrado. En este orden jerárquico, la cúspide está ocupada por Moisés, que transmite las leyes dictadas por Dios, y Aarón, que ejerce las funciones sacerdotales. El libro de los Números dedica especial atención a mostrar que la autoridad de Moisés es incuestionable: Moisés no habla con autoridad propia, sino que se limita a proclamar ante el pueblo lo que le ha dicho el Señor. Aarón, por su parte, posee la dignidad sacerdotal y la transmite a sus hijos. El Señor confirmó las prerrogativas de Aarón haciendo florecer su vara (Nm 17,16-26) y confiriéndole el oficio de hacer la expiación por el pueblo (17,6-15).

Dentro de la estructura sacerdotal, se tiene especial interés en marcar el lugar especial de los levitas con respecto al pueblo de Israel: ellos fueron separados de los demás (Nm 8,6-20) y constituyen un grupo que se destaca por ser propiedad especial de Dios (3,12.45); se ocupan de servir en el santuario (1,50; 3,7-8), al que no puede acercarse ningún miembro de otra tribu (18,22); no tienen un territorio particular, pero los demás israelitas deben entregarles el diezmo (18,20-24) y asignarles ciudades para que vivan (35,1-8).

Sin embargo, los levitas tienen un papel subordinado con respecto a los sacerdotes. En los primeros tiempos habían ejercido las funciones sacerdotales personas provenientes de cualquier familia (Jue 17,5; 2 Sm 8,18), más tarde tenían el sacerdocio solamente los descendientes de Leví (Éx 4,14; 6,16-25; 32,25-29), pero después del destierro en Babilonia, el sacerdocio quedó reservado a algunas familias, mientras que al resto de los levitas se les asignó un lugar de segunda categoría en relación con el culto. Números presenta esta distinción como establecida por el Señor en la época del desierto. Esta nueva disposición, presente también en el libro de Ezequiel (Ez 44,10-31), es la que domina a lo largo de Números (Nm 1,47-54; 3,1-4,49; 16,1-18,32).

La insistencia en la autoridad de Moisés y Aarón, junto con la subordinación de los levitas y las amenazas contra los que lleguen a transgredir la nueva disposición, deja entrever que el libro fue redactado en la época del retorno de la cautividad en Babilonia, cuando la Ley de Moisés se impuso como norma absoluta para toda la comunidad (Neh 8), y se estableció la precedencia de ciertas familias sacerdotales y la subordinación de los levitas. El nuevo orden encontró oposición (Nm 3,9-10; 4,15.20; 18,2-7): los levitas no habrán aceptado pacíficamente su postergación; el relato de la rebelión de Coré pone de manifiesto la resistencia a aceptarla (16,3.8-11), mientras que Datán y Abirón representan a los que se negaban a aceptar como indiscutible la autoridad de Moisés, diciéndole: “Te comportas como un príncipe sobre todos nosotros” (16,13). Las frecuentes afirmaciones de que los levitas tienen un lugar secundario y no pueden ejercer funciones sacerdotales, así como las reiteradas amenazas a los que se atrevan a transgredir esta norma, dejan en claro que el libro se escribió en una época de conflicto entre sacerdotes y levitas. El incidente de la vara de Aarón es una advertencia contra los rebeldes (17,25).

Números intenta mostrar que el orden implantado después del destierro fue establecido por Dios y que su origen se remonta a la época en que Israel peregrinaba por el desierto hacia la tierra prometida.

 

2-         «Los israelitas acamparán alrededor de la Tienda del Encuentro» (2,2): mensaje teológico

 

El pueblo de Judá, a la vuelta del destierro, se encuentra ante la inminente tarea de reconstruir el país, y el libro de los Números le presenta el modelo al que deberá ajustarse. Leyes e instituciones aparecen como originadas en el tiempo del desierto, emanadas de la boca de Dios y promulgadas por Moisés. Se establece de esta manera un nexo entre el tiempo presente y el momento en el que Israel se formó en el desierto. A lo largo del libro se repite: «El Señor habló a Moisés y le dijo…» (Nm 1,2; 2,1; 3,5.11.14.40.44).

Al retornar de la cautividad en Babilonia, la comunidad volvió a tomar posesión del país con la convicción de que esta era la tierra prometida por Dios a los patriarcas (Nm 10,29; 11,12; 14,16.23), y que pertenecía a Israel porque ellos la habían recibido como herencia (14,12; 26,53; 32,18). Debido a esto se llevó a cabo una política de exclusión de todos los descendientes de extranjeros que estuvieran mezclados con el pueblo (Esd 9,1-2; Neh 13,1.23-31). Cuando en Números se detallan los censos del pueblo, se insiste en que solo se deben inscribir los descendientes de los patriarcas (Nm 1,2.18.44-45; 2,32; 26,2), que la tierra se dividirá entre los que figuren en esas listas (26,55), y que de ella deben ser expulsados los extranjeros (33,52.55) y los impuros (5,1-4).

La comunidad de Israel es una sociedad teocrática, organizada jerárquicamente. No tiene sobre sí más autoridad que la de Dios, que se manifiesta al pueblo a través de mediadores. Mientras Moisés cumple la función mediadora de traer al pueblo las leyes y mandatos en los que se expresa la voluntad de Dios, el sacerdote Aarón –asistido por los levitas– cumple la función mediadora de presentar a Dios las ofrendas del pueblo y expiar por los pecados de la comunidad. Bajo ellos, están los jefes de las tribus encargados del orden y las tareas que se realizan en los distintos grupos. No se vislumbra que pueda existir la autoridad de un rey, una institución en la que no se puede pensar cuando Judea se encuentra bajo el dominio de la autoridad persa.

Esta figura del pueblo durante su etapa de formación en el desierto será el modelo de la comunidad que se establece nuevamente después de la prueba del cautiverio en Babilonia.

La Tienda del Encuentro, en la que el Señor se revela y deja oír su voz (Nm 7,89), tiene gran importancia en la vida del pueblo, y Números lo expresa colocándola en un punto central en torno al que se dispone todo el campamento de Israel (2,2-34). Sobre ella reposa la nube en la que Dios se hace presente (9,15), y hace oír su palabra a Moisés para que él a su vez la transmita al pueblo.

El pueblo está organizado y dispuesto como un ejército en marcha (Nm 1,3). La comunidad de Israel, que desciende de los patriarcas, se presenta como una comunidad orientada hacia la tierra prometida, a la que no puede entrar por sus continuas infidelidades (14,20-35), y a la que podrán entrar solamente si Dios está con ellos (14,39-45).

La tierra hacia la que el Señor los lleva no es un territorio conquistado por los israelitas, sino la tierra que Dios prometió a los patriarcas por medio de un juramento: una tierra que mana leche y miel (Nm 13,27; 14,8; 16,13-14). Esta tierra está siempre en el horizonte como «prometida». Se repite que es «la tierra que yo les doy» (10,29; 13,2; 15,2.18; 32,7). La única condición para ingresar en ella es la de mantener la fidelidad a Dios, por esta razón serán excluidos todos los que se rebelan y se muestran infieles.

En esa larga marcha hacia la tierra prometida, el mismo Dios le sirve de guía, acompaña y conduce al pueblo desde la columna de nube (Nm 9,17-18; 10,12.34; 14,14); él les marca el camino en dirección a la tierra en la que encontrarán la paz y la felicidad.

La entrada en la tierra prometida se retrasa por la constante actitud negativa del pueblo, que fatigado por las dificultades del camino pierde de vista las promesas del Señor y desea volver a la tierra de la esclavitud. Se reitera el tema de las murmuraciones contra Dios y contra Moisés (Nm 11,1-6; 13,31; 14,1-4.22-23). De manera irónica se oye al pueblo decir que añora el tiempo de la esclavitud, que se resiste a vivir en una situación de libertad, que desea volver a Egipto y no quiere entrar en la tierra que Dios le ofrece (11,5.18; 14,4). En estas imágenes, los primeros lectores del libro habrán visto retratada la actitud de los judíos que preferían la comodidad de Babilonia y se negaban a regresar a la tierra de Judea, por las dificultades que implicaba la reconstrucción de Jerusalén.

Ante las rebeldías del pueblo, la respuesta divina se manifiesta como fuego devorador (Nm 11,1), como peste que produce mortandad (14,33), como amenaza de eliminar la comunidad (14,12). El peor de los castigos sobre los rebeldes será morir fuera de la tierra prometida (14,23.30; 26,65; 32,11). Los primeros lectores habrán visto el fuego devorador que llevó a la comunidad al cautiverio en Babilonia y acabó con el reino después de sus frecuentes apostasías, pero también una advertencia: si se reiteran las rebeldías, volverán a perder la tierra y la protección de Dios.

Aun así, la catástrofe nunca significará la destrucción total del pueblo. Frente a las amenazas de Dios y los castigos que caen sobre la comunidad y los individuos, hay dos personajes que suscitan la esperanza en el futuro. El primero es Moisés, que ante cada pecado del pueblo intercede ante un Dios siempre dispuesto a perdonar (Nm 11,2; 12,13; 14,13-19; 16,22); el segundo es el sacerdote Aarón, que ejerce la función de expiación (17,11-13).

 

3-         «Los israelitas emprendían la marcha» (9,17): aspectos literarios

 

El libro tiene como base la colección de tradiciones sacerdotales reunidas en una fecha que se puede fijar en torno al regreso de la cautividad en Babilonia. Recoge también tradiciones anteriores y reelabora algunas que se encuentran también en Éxodo y Deuteronomio. Se destacan particularmente ciertos textos poéticos (Nm 21,14-18.27-30) que pertenecen al material más antiguo contenido en el Pentateuco.

 

En la organización literaria de Números se distinguen claramente tres partes:

 

  1. CONSTITUCIÓN DE LA COMUNIDAD EN EL DESIERTO

DE SINAÍ                                                                                           1,1-10,10

 

  1. El censo 1,1-4,49
  2. Leyes diversas 5,1-9,14
  3. El orden de la marcha 9,15-10,10

 

  1. LA MARCHA POR EL DESIERTO                                     10,11-25,18

     

III. LLEGADA A LAS ORILLAS DEL JORDÁN. 

PREPARACIÓN PARA LA ENTRADA EN LA

TIERRA PROMETIDA                                                                   25,19-36,13

     

 

 

NÚMEROS

 

  1. CONSTITUCIÓN DE LA COMUNIDAD EN EL DESIERTO DE SINAͨ­

 

  1. El censo

 

Hagan un censo ¨

Nm 26,1-56;  Éx 12,37; 30,11-16; 2 Sm 24; 1 Cr 21,1-17

 

1 1 En el desierto del Sinaí, dos años después que salieron de Egipto, el primer día del segundo mes, el Señor habló a Moisés en la Tienda del Encuentro y le dijo: 2 «Hagan un censo de toda la comunidad de los israelitas, por clanes y por familias descendientes de su patriarca, anotando los nombres de todos los varones, uno por uno. 3 Tú y Aarón deberán registrar a todos los mayores de veinte años en Israel, y agrupar en escuadrones a los que son aptos para formar parte del ejército. 4 Tendrán como ayudante a un jefe de familia de cada una de las tribus».

 

5 Estos son los nombres de las personas que los ayudarán:

Por la tribu de Rubén: Elisur, hijo de Sedeur.

6 Por Simeón: Salumiel, hijo de Surisaday.

7 Por Judá, Najsón, hijo de Aminadab.

8 Por Isacar: Natanael, hijo de Suar.

9 Por Zabulón: Eliab, hijo de Jalón.

10 Por los hijos de José: Elisamá, hijo de Amiud por Efraín;

y Gamaliel, hijo de Pedasur, por Manasés.

11 Por Benjamín: Abidán, hijo de Gedeoní.

12 Por Dan: Ajiecer, hijo de Amisaday.

13 Por Aser: Faguiel, hijo de Ocrán.

14 Por Gad: Eliasaf, hijo de Degüel.

15 Por Neftalí: Ajirá, hijo de Enán.

16 Estos son los jefes de las tribus patriarcales, príncipes de los clanes de Israel, que fueron elegidos por la comunidad.

 

Moisés hizo el censo

 

17 Moisés y Aarón reunieron a estos hombres que habían sido elegidos expresamente, 18 y el primer día del segundo mes convocaron a toda la comunidad, los inscribieron por clanes y por familias descendientes de su patriarca, y anotaron a cada uno de los que tenían más de veinte años. 19 Moisés hizo el censo en el desierto de Sinaí, así como lo había ordenado el Señor.

 

20 De entre los descendientes de Rubén, el primogénito de Israel, fueron anotados uno por uno todos los varones mayores de veinte años, aptos para formar parte del ejército, por clanes y por familias descendientes del patriarca, 21 y el resultado fue de cuarenta y seis mil quinientos descendientes de Rubén.

22 De entre los descendientes de Simeón, fueron anotados uno por uno todos los varones mayores de veinte años, aptos para formar parte del ejército, por clanes y por familias descendientes del patriarca, 23 y el resultado fue de cincuenta y nueve mil trescientos descendientes de Simeón.

24 De la tribu de Gad, por clanes y por familias descendientes del patriarca, fueron anotados uno por uno todos los mayores de veinte años, aptos para formar parte del ejército; 25 el resultado de la tribu de Gad fue de cuarenta y cinco mil seiscientos cincuenta.

26 De la tribu de Judá, por clanes y por familias descendientes del patriarca, fueron anotados uno por uno todos los mayores de veinte años, aptos para formar parte del ejército; 27 el resultado de la tribu de Judá fue de setenta y cuatro mil seiscientos.

28 De la tribu de Isacar, por clanes y por familias descendientes del patriarca, fueron anotados uno por uno todos los mayores de veinte años, aptos para formar parte del ejército; 29 el resultado de la tribu de Isacar fue de cincuenta y cuatro mil cuatrocientos.

30 De la tribu de Zabulón, por clanes y por familias descendientes del patriarca, fueron anotados uno por uno todos los mayores de veinte años, aptos para formar parte del ejército; 31 el resultado de la tribu de Zabulón fue de cincuenta y siete mil cuatrocientos.

32 De los descendientes de José, los pertenecientes a la tribu de Efraín, por clanes y por familias descendientes del patriarca, fueron anotados uno por uno todos los mayores de veinte años, aptos para formar parte del ejército; 33 el resultado de la tribu de Efraín fue de cuarenta mil quinientos.

34 De la tribu de Manasés, por clanes y por familias descendientes del patriarca, fueron anotados uno por uno todos los mayores de veinte años, aptos para formar parte del ejército; 35 el resultado de la tribu de Manasés fue de treinta y dos mil doscientos.

36 De la tribu de Benjamín, por clanes y por familias descendientes del patriarca, fueron anotados uno por uno todos los mayores de veinte años, aptos para formar parte del ejército; 37 el resultado de la tribu de Benjamín fue de treinta y cinco mil cuatrocientos.

38 De la tribu de Dan, por clanes y por familias descendientes del patriarca, fueron anotados uno por uno todos los mayores de veinte años, aptos para formar parte del ejército; 39 el resultado de la tribu de Dan fue de sesenta y dos mil setecientos.

40 De la tribu de Aser, por clanes y por familias descendientes del patriarca, fueron anotados uno por uno todos los mayores de veinte años, aptos para formar parte del ejército; 41 el resultado de la tribu de Aser fue de cuarenta y un mil quinientos.

42 De la tribu de Neftalí, por clanes y por familias descendientes del patriarca, fueron anotados uno por uno todos los mayores de veinte años, aptos para formar parte del ejército; 43 el resultado de la tribu de Neftalí fue de cincuenta y tres mil cuatrocientos.

44 Estos fueron registrados por Moisés y Aarón y los doce jefes de Israel, uno por cada familia descendiente de su patriarca. 45 Todos los israelitas descendientes de los patriarcas, mayores de veinte años y aptos para formar parte del ejército en Israel, 46 eran seiscientos tres mil quinientos cincuenta.

47 Pero los levitas, pertenecientes a la tribu del patriarca, no fueron censados junto con los demás, 48 porque el Señor había dicho a Moisés: 49 «No hagas el censo de la tribu de Leví ni la registres junto con los demás israelitas. 50 Tú establecerás a los levitas para que se ocupen de la Morada del Testimonio, de todos sus utensilios y de todo lo que está relacionado con ella; estarán a su servicio y acamparán a su alrededor. 51 Cuando la Morada se traslade, ellos se encargarán de desarmarla, y volverán a armarla cuando se detenga. El extraño que se acerque será condenado a muerte. 52 Los israelitas acamparán por escuadrones, cada uno en su campamento y bajo su estandarte, 53 pero los levitas acamparán alrededor de la Morada del Testimonio, para que no se desate la ira de Dios contra la comunidad de los israelitas. Los levitas se ocuparán de custodiar la Morada del Testimonio». 54 Los israelitas hicieron todo como el Señor había ordenado a Moisés. Así lo hicieron.

 

Los israelitas acamparán alrededor de la Tienda del Encuentro ¨

Nm 10,11-28; Éx 25,8; 33,7-11

 

2 1 El Señor habló a Moisés y Aarón y les dijo: 2 «Los israelitas acamparán alrededor de la Tienda del Encuentro, bajo el estandarte que identifica la familia de su patriarca.

 

3 Al frente, hacia el este, acampará el batallón que lleva el estandarte de Judá. El jefe de los descendientes de Judá es Najsón, hijo de Aminadab. 4 Según el censo, su ejército cuenta con setenta y cuatro mil seiscientos hombres.

5 Junto a él acampará la tribu de Isacar. El jefe de los descendientes de Isacar es Natanael, hijo de Suar, 6 y su ejército, según el censo, cuenta con cincuenta y cuatro mil cuatrocientos hombres.

7 Acampará también la tribu de Zabulón. Su jefe es Eliab, hijo de Jalón, 8 y su ejército, según el censo, cuenta con cincuenta y siete mil cuatrocientos hombres. 9 La suma de los inscritos del batallón de Judá son ciento ochenta y seis mil cuatrocientos hombres. Ellos avanzarán en primer lugar.

 

10 Al sur se colocará el batallón que está bajo el estandarte de Rubén, y el jefe de los desciendentes de Rubén es Elisur, hijo de Sedeur. 11 Según el censo, su ejército cuenta con cuarenta y seis mil quinientos hombres.

12  Junto a él acampará la tribu de Simeón. El jefe de los descendientes de Simeón es Salumiel, hijo de Surisaday, 13 y su ejército, según el censo, cuenta con cincuenta y nueve mil trescientos hombres.

14 Acampará también la tribu de Gad. Su jefe es Eliasaf, hijo de Degüel, 15 y su ejército, según el censo, cuenta con cuarenta y cinco mil seiscientos cincuenta hombres.

16 La suma de los inscritos del batallón de Rubén son ciento cincuenta y un mil cuatrocientos cincuenta hombres. Ellos avanzarán en segundo lugar.

 

17 Después marchará la Tienda del Encuentro, rodeada por el campamento de los levitas, en medio de todos los batallones. Todos marcharán así como han acampado, cada uno junto a su estandarte.

 

18 Al oeste se colocará el batallón que está bajo el estandarte de Efraín, y el jefe de los descendientes de Efraín es Elisamá, hijo de Amiud. 19 Según el censo, su ejército cuenta con cuarenta mil quinientos hombres.

20 Junto a él acampará la tribu de Manasés. El jefe de los descendientes de Manasés es Gamaliel, hijo de Pedasur, 21 y su ejército, según el censo, cuenta con treinta y dos mil doscientos hombres.

22 Acampará también la tribu de Benjamín. Su jefe es Abidán, hijo de Gedeón, 23 y su ejército, según el censo, cuenta con treinta y cinco mil cuatrocientos hombres.

24 La suma de los inscritos del batallón de Efraín son ciento ocho mil cien hombres. Ellos avanzarán en tercer lugar.

 

25 Al norte se colocará el batallón que está bajo el estandarte de Dan, y el jefe de los descendientes de Dan es Ajiecer, hijo de Amisaday. 26 Según el censo, su ejército cuenta con sesenta y dos mil setecientos hombres.

27 Junto a él acampará la tribu de Aser. El jefe de los descendientes de Aser es Faguiel, hijo de Ocrán, 28 y su ejército, según el censo, cuenta con cuarenta y un mil quinientos hombres.

29 Acampará también la tribu de Neftalí. Su jefe es Ajirá, hijo de Enán, 30 y su ejército, según el censo, cuenta con cincuenta y tres mil cuatrocientos hombres.

31 La suma de los inscritos del batallón de Dan son ciento cincuenta y siete mil seiscientos hombres. Ellos avanzarán en último lugar con sus estandartes».

 

32 Estos son los israelitas inscritos, de acuerdo con las familias descendientes de los patriarcas: todos los inscritos en los campamentos, distribuidos en batallones, son seiscientos tres mil quinientos cincuenta hombres.

33 Pero los levitas no fueron inscritos junto con los israelitas, según lo que el Señor había ordenado a Moisés.

34 Los israelitas hicieron todo como el Señor le ordenó a Moisés, acampaban junto a sus estandartes y cada uno partía siguiendo a su clan y a su familia paterna.

 

Los descendientes de Aarón y Moisés ¨«

Nm 26,59-61; Éx 6,22; Lv 8,1-36; 10,1-2

 

3 1 Estos eran los descendientes de Aarón y Moisés, el día que el Señor habló a Moisés en la montaña de Sinaí. 2 Los nombres de los hijos de Aarón eran: Nadab, el primogénito, Abihú, Eleazar e Itamar. 3 Estos eran los nombres de los hijos de Aarón, los sacerdotes que fueron ungidos y a los que consagró para que fueran sacerdotes. 4 Nadab y Abihú murieron en presencia del Señor en el desierto de Sinaí, porque ofrecieron al Señor un fuego profano. Como no tenían hijos, Eleazar e Itamar ejercieron el sacerdocio en presencia de Aarón, su padre.

 

Los levitas estarán al servicio de la Morada

Nm 1,49-51; 4,1-49; Lv 10,3-7; Esd 2,43

 

5 El Señor habló así a Moisés: 6 «Ordena que se acerquen los levitas y tú los presentarás al sacerdote Aarón para que le sirvan. 7 Harán todas las tareas para él y para toda la comunidad delante de la Tienda del Encuentro, y estarán al servicio de la Morada. 8 Custodiarán todos los utensilios de la Tienda y harán todas las tareas para los israelitas, al servicio de la Morada. 9 Donarás los levitas a Aarón y a sus hijos; ellos son un don de todos los israelitas para Aarón. 10 A Aarón y a sus hijos los establecerás para que ejerzan las funciones sacerdotales. El extraño que se acerque será condenado a muerte».

 

Los levitas están en lugar de los primogénitos ¨

Nm 3,44-51; 8,16-19; Éx 13,11; 34,19-20

 

11 El Señor habló así a Moisés: 12 «Entre todos los israelitas yo elegí a los levitas, para que estén en lugar de sus primogénitos, los que abren el seno materno. Los levitas me pertenecen, 13 porque todos los primogénitos son míos. El día que herí a todos los primogénitos de Egipto, consagré para mí a todos los primogénitos de Israel, tanto de los hombres como de los animales. Todos ellos son míos. Yo, el Señor».

 

Los levitas que inscribieron Moisés y Aarón

Nm 26,57-62; Éx 26-27; 30,1-10

 

14 El Señor habló a Moisés en el desierto del Sinaí y le dijo: 15 «Inscribe a todos los varones de la familia de Leví que tengan más de un mes, pertenecientes a la descendencia de su patriarca y a sus clanes». 16 Entonces Moisés los inscribió, de acuerdo con la palabra del Señor, así como se lo había mandado. 17 Los nombres de los hijos de Leví son: Guersón, Queat y Merarí.

18 Los nombres de los hijos de Guersón, por clanes, son Libní y Semeí.

19 Los nombres de los hijos de Queat, por clanes, son Amram, Yisar, Hebrón y Uziel.

20 Los nombres de los hijos de Merarí, por clanes, son Majlí y Musí.

Los clanes de los levitas, según el nombre de sus padres, son:

21 Los clanes de Libní y Semeí, descendientes de Guersón. Estos son los clanes de los guersonitas. 22 El número de los varones que contaban más de un mes y que fueron inscritos era de siete mil quinientos.

23 Los clanes de los guersonitas acampaban detrás de la Morada hacia el oeste, 24 y su jefe era Eliasaf, hijo de Lael. 25 En la Tienda del Encuentro, los guersonitas tenían a su cargo la Morada, la Tienda, su toldo y el tapiz que cubría la entrada de la Tienda del Encuentro, 26 las cortinas del atrio, las de la entrada del atrio que rodea la Morada y el altar, junto con las cuerdas requeridas para este servicio.

27 De Queat descienden los clanes de los amramitas, los yisaritas, los hebronitas y los uzielitas. Estos son los clanes de los queatitas. 28 El número de los varones que contaban más de un mes era de ocho mil trescientos encargados del servicio del santuario. 29 Los clanes de los queatitas acampaban en el lado sur de la Morada, 30 y su jefe era Elisafán, hijo de Uziel. 31 Ellos estaban a cargo del Arca, de la mesa, del candelabro, de los altares, de los objetos sagrados que se usan en el culto, la cortina y todo su servicio. 32 El jefe de los jefes de los levitas era Eliezer, el hijo del sacerdote Aarón, que controlaba a todos los que estaban a cargo del santuario.

33 De Merarí descienden los clanes de los majlitas y los musitas. Estos son los clanes de los meraritas. 34 El número de los varones que contaban más de un mes y que fueron inscritos era de seis mil doscientos, 35 y su jefe era Suriel, hijo de Abijail. Acampaban en el lado norte de la Morada. 36 Ellos estaban a cargo de los tablones, los travesaños, los postes y las bases de la Morada, de todos sus objetos y de todo su servicio, 37 de los postes que rodean el atrio, de sus bases, sus estacas y sus cuerdas.

38 Frente a la Morada, del lado del este, delante de la Tienda del Encuentro, acampaban Moisés, Aarón y sus hijos, que custodiaban el santuario en nombre de los israelitas. El extraño que se acerque será condenado a muerte.

39 Todos los levitas que inscribieron Moisés y Aarón en sus clanes, de acuerdo con lo que les ordenó el Señor, los varones que contaban más de un mes, eran veintidós mil.

 

Moisés hizo el censo de todos los primogénitos

 

40 El Señor dijo a Moisés: «Harás un censo de todos los primogénitos varones de los israelitas, que tengan más de un mes, y llevarás cuenta de sus nombres. 41 Después separarás para mí a los levitas en lugar de los primogénitos de Israel, y al ganado de los levitas en lugar de los primogénitos del ganado de los israelitas. Yo, el Señor».

42 Y Moisés hizo el censo de todos los primogénitos de Israel, así como le había ordenado el Señor. 43 Los primogénitos varones registrados que tenían más de un mes fueron veintidós mil doscientos setenta y tres.

 

Los levitas estarán en lugar de todos los primogénitos israelitas

Nm 3,11-13; 8,14-19

 

44 El Señor habló así a Moisés y le dijo: 45 «Separa a los levitas y a su ganado; ellos estarán en lugar de todos los primogénitos israelitas y de su ganado. Los levitas serán míos. Yo, el Señor. 46 Y como rescate por los doscientos setenta y tres primogénitos de los israelitas que excede el número de los levitas, 47 por cada persona tomarás cinco monedas de plata de diez gramos cada una, 48 y entregarás la plata a Aarón y a sus hijos, como rescate por los que exceden el número».

49 Moisés tomó la plata por el rescate de los israelitas que superaban el número de los levitas. 50 De los primogénitos israelitas tomó mil trescientas sesenta y cinco monedas de plata, 51 y las entregó como rescate a Aarón y a sus hijos, según la orden del Señor, así como el Señor le había ordenado a Moisés.

 

Estas serán las tareas de los levitas

Éx 25; 31,7-11; 1 Cr 23,3.27-32; 2 Sm 6,7; Ez 44,10-14

 

4 1 El Señor habló así a Moisés y Aarón: 2 «Entre los hijos de Leví, de sus clanes descendientes de su patriarca, harás un censo de los hijos de Queat, 3 de todos los que tienen entre treinta y cincuenta años, que sean aptos para formar parte del ejército, y que habrán de cumplir funciones en la Tienda del Encuentro.

4 Esta es la tarea de los hijos de Queat en la Tienda del Encuentro, el lugar más sagrado: 5 Cuando se levante el campamento, Aarón y sus hijos irán, descolgarán el velo protector y cubrirán con él el arca del Testimonio. 6 Colocarán sobre ella una cubierta de cuero fino, y extenderán encima una tela que sea completamente de púrpura violeta. Después pondrán las varas. 7 Sobre la mesa de la presencia extenderán una tela de púrpura violeta, y sobre ella colocarán las fuentes, las copas, las tazas y los jarros para hacer las libaciones. El pan de la ofrenda perpetua estará sobre la mesa. 8 Encima de todo esto extenderán una tela de púrpura escarlata, lo envolverán con una cubierta de cuero fino y después pondrán las varas.

9 Tomarán una tela de púrpura violeta y cubrirán el candelabro con sus lámparas, sus tenazas, sus platillos y todos los recipientes de aceite que se requieren para él. 10 Colocarán todo esto en una funda de cuero fino y lo pondrán sobre unas andas.

11 Sobre el altar de oro extenderán una tela de púrpura violeta, lo cubrirán con una funda de cuero fino y pondrán las varas. 12 Tomarán todos los utensilios que se utilizan para el culto del santuario, los colocarán sobre una tela de púrpura violeta, después los envolverán en una funda de cuero fino y los pondrán sobre unas andas.

13 Quitarán la ceniza del altar, extenderán sobre él una tela de púrpura escarlata, 14 pondrán encima todos los utensilios que se usan en su servicio: los braseros, los tenedores, las paletas, los recipientes para el agua, todos los utensilios del altar, los envolverán con una cubierta de cuero fino y lo pondrán sobre unas andas.

15 Cuando Aarón y sus hijos terminen de cubrir el santuario con todos sus utensilios, el campamento se pondrá en marcha. Entonces se acercarán los queatitas para transportar los objetos del santuario sin tocarlos, porque, de lo contrario, morirían. Esta es la carga que transportarán los hijos de Queat en la Tienda del Encuentro.

16 Eleazar, el hijo del sacerdote Aarón, se ocupará del aceite del candelabro, del incienso perfumado, de la ofrenda perpetua y del óleo de la unción. También estará a cargo del santuario, de todo lo que hay en él y de sus utensilios».

17 El Señor habló así a Moisés y Aarón: 18 «No permitas que los queatitas desaparezcan de entre los levitas. 19 Actúen con ellos de esta manera para que vivan y no mueran si se acercan a las cosas santísimas: Aarón y sus hijos entrarán y encargarán a cada uno de ellos su trabajo y la carga que deberán transportar, 20 pero ellos no entrarán ni por un momento para ver las cosas sagradas. De lo contrario morirán».

21 El Señor habló así Moisés: 22 «Harás también el censo de los guersonitas, según sus clanes descendientes de su patriarca. 23 Inscribirás a todos los que tienen entre treinta y cincuenta años, que sean aptos para formar parte del ejército,  y que habrán de cumplir funciones en la Tienda del Encuentro. 24 Este es el trabajo y la tarea de los clanes gersonitas: 25 llevarán los tapices de la Morada, la Tienda del Encuentro, su toldo y el toldo de cuero fino que la cubre por encima, y la cortina de la entrada de la Tienda del Encuentro, 26 las cortinas del atrio, las de la entrada del atrio que rodea la Morada y el altar, junto con las cuerdas y todos los utensilios de su servicio. Todo lo que se requiere para esta tarea. 27 Los guersonitas realizarán todo su trabajo bajo el control de Aarón y sus hijos. Ustedes controlarán todos sus trabajos y todas sus cargas. Vigilarán todas las cargas que ellos transporten. 28 Esta es la tarea del clan de los guersonitas en la Tienda del Encuentro. Los controlará Itamar, el hijo del sacerdote Aarón.

29 Inscribirás a los meraritas, según sus clanes descendientes de su patriarca. 30 Inscribirás a todos los que tienen entre treinta y cincuenta años, que sean aptos para formar parte del ejército, y que habrán de cumplir funciones en la Tienda del Encuentro.  31 En la Tienda del Encuentro les corresponde la tarea de transportar los tablones, los travesaños, los postes y las bases de la Morada, 32 los postes que rodean el atrio, sus bases, sus estacas y sus cuerdas, sus utensilios todo lo que es necesario para su servicio. Indicarás a cada uno los objetos que debe transportar. 33 Esta es la tarea del clan de los meraritas. En todos los trabajos de la Tienda del Encuentro estarán a disposición de Itamar, el hijo del sacerdote Aarón».

34 Moisés, Aarón y los principales de la comunidad hicieron el censo de los queatitas, según sus clanes descendientes de su patriarca, 35 de todos los que tenían entre treinta y cincuenta años, que eran aptos para formar parte del ejército,  y que habrían de cumplir funciones en la Tienda del Encuentro. 36 Los que se registraron de todos los clanes fueron dos mil setecientos cincuenta. 37 Estos son los registrados de los clanes de los queatitas, todos los que trabajaban en la Tienda del Encuentro y fueron inscritos por Moisés y Aarón, de acuerdo con lo que el Señor ordenó a Moisés.

38 Hicieron el censo de los guersonitas, según sus clanes descendientes de su patriarca,  39 de todos los que tenían entre treinta y cincuenta años, que eran aptos para formar parte del ejército, y que habrían de cumplir funciones en la Tienda del Encuentro. 40 Todos los inscritos, según los clanes descendientes del patriarca, fueron dos mil seiscientos treinta. 41 Estos son los registrados de los clanes de los guersonitas, todos los que trabajaban en la Tienda del Encuentro y fueron inscritos por Moisés y Aarón, de acuerdo con lo que ordenó el Señor.

42 Los registrados de los clanes de los meraritas, según los clanes descendientes de sus patriarcas, 43 que tenían ente treinta y cincuenta años y eran aptos para formar parte del ejército, fueron inscritos para realizar trabajos en la Tienda del Encuentro. 44 Y todos los inscritos, según sus clanes, fueron tres mil doscientos. 45 Estos son los registrados de los clanes de los meraritas que fueron inscritos por Moisés y Aarón, de acuerdo con lo que ordenó el Señor.

46 Moisés, Aarón y los jefes de Israel, registraron a todos los levitas por clanes descendientes de sus patriarcas, 47 que tenían entre treinta y cincuenta años y que eran aptos para desempeñar los trabajos y llevar las cargas en la Tienda del Encuentro. 48 El total fue de ocho mil quinientos ochenta personas. 49 El censo se hizo por medio de Moisés, así como lo había ordenado el Señor, y se indicó a cada uno su trabajo y la carga que debía llevar. El Señor ordenó a Moisés hacer el censo de todos ellos.

 

  1. Leyes generales ¨

 

Que no contaminen el campamento ¨

Nm 19,11-16; Lv 13-45-46; Dt 23,10-15; Sal 15; 24,3-6

 

5 1 El Señor habló así a Moisés: 2 «Ordena a los israelitas que expulsen del campamento a todos los leprosos, a todos los que padezcan flujo seminal y a todos los que estén impuros por haber tocado un cadáver. 3 Expulsarán tanto a los varones como a las mujeres. Los echarán fuera para que no contaminen el campamento en el que yo habito en medio de ellos». 4 Los israelitas hicieron así, y los expulsaron del campamento. Los israelitas hicieron como el Señor lo había ordenado a Moisés.

 

Si se hace culpable perjudicando a otra persona¨

Nm 18,8-19; Lv 5,15-26; 6,1-7; 25,25.47-52

 

5 El Señor habló así a Moisés: 6 «Dirás a los israelitas: si un hombre o una mujer se hace culpable perjudicando de cualquier manera a otra persona y ofendiendo al Señor, 7 deberá reconocer el daño que causó y restituir la suma correspondiente, más una quinta parte. Se lo deberá pagar a la persona perjudicada. 8 Pero si esta persona no tiene un pariente cercano a quien se le pueda restituir, la suma de la restitución pertenece al Señor. Será entregada al sacerdote, aparte del carnero expiatorio con el que se hará la expiación por él.

9 Todas las ofrendas sagradas que entreguen los israelitas serán para el sacerdote. 10 Lo que cada uno consagre seguirá siendo suyo, pero lo que entreguen será para el sacerdote».

 

Si tiene una mujer que le fue infiel ¨

 

11 El Señor habló así a Moisés: 12 «Dirás a los israelitas: cualquier hombre que tiene una mujer que se desvió y le fue infiel, 13 porque un hombre se acostó con ella y tuvieron relaciones sexuales sin que el marido lo supiera, y no hay testigos ni nadie la sorprendió en el acto, ella se ha manchado en secreto. 14 Si el marido sospecha de su mujer, tanto si ella efectivamente se manchó como si es inocente, 15 la llevará ante el sacerdote y presentará por ella una ofrenda de seis kilos de harina de cebada, pero no derramará aceite encima ni pondrá incienso, porque es una ofrenda por la sospecha, una ofrenda para recordar un pecado.

16 El sacerdote hará acercar a la mujer y la pondrá en presencia del Señor. 17 Después echará agua santa en un recipiente de barro, tomará polvo del piso de la Morada y lo arrojará sobre el agua. 18 A continuación pondrá a la mujer en presencia del Señor, le descubrirá la cabeza y le colocará en sus manos la ofrenda en recuerdo de la sospecha, mientras que en las manos del sacerdote estará el agua amarga de la maldición.

19 Luego el sacerdote conjurará a la mujer, diciéndole: “Si ningún hombre se ha acostado contigo, si no te has desviado ni te has manchado mientras estabas bajo la potestad de tu marido, esta agua amarga de la maldición no te hará daño. 20 Pero si te has desviado o te has manchado, o se ha acostado contigo un hombre que no es tu marido…”. 21 Entonces el sacerdote pronunciará este conjuro sobre la mujer y le dirá: “¡Que el Señor te convierta en objeto de maldición y reprobación en medio de tu pueblo! ¡Que el Señor haga tus entrañas estériles y que se hinche tu vientre! 22 ¡Que esta agua de maldición penetre en tu interior para que tus entrañas se vuelvan estériles y se hinche tu vientre!” Y la mujer responderá: “Amén, Amén”.

23 Después el sacerdote escribirá este conjuro en una hoja y la disolverá en el agua amarga. 24 Hará beber a la mujer el agua amarga de maldición, para que la amargura entre en ella. 25 El sacerdote tomará de las manos de la mujer la ofrenda de la sospecha, la agitará delante del Señor y la presentará sobre el altar. 26 Después tomará un puñado de la ofrenda para el recuerdo, lo quemará sobre el altar y hará beber el agua a la mujer. 27 Cuando la haya bebido, si está manchada y fue infiel a su marido, el agua amarga de la maldición entrará en ella, se hinchará su vientre, sus entrañas se volverán estériles y se convertirá en objeto de maldición en medio de su pueblo. 28 Pero si la mujer no se ha manchado y es pura, entonces quedará libre de culpa y tendrá descendencia.

29 Este es el ritual de la sospecha, para cuando una mujer se desvía y se mancha mientras está bajo la potestad de su marido, 30 o para cuando un hombre tiene serias sospechas sobre la conducta de su mujer, la presenta ante el Señor y el sacerdote realiza este rito con ella. 31 El marido quedará libre de pecado y la mujer cargará con su culpa».

 

Si decide consagrarse al Señor haciendo un voto de nazir ¨

Jue 13,5.7; 16,17; 1 Sm 1,11; Am 2,11-12; Hch 18,18; 21,24 // 6,3: Lc 1,15

 

6 1 El Señor habló así a Moisés: 2 «Dirás a los israelitas: Si un hombre o una mujer decide consagrarse al Señor haciendo un voto de nazir, 3 deberá abstenerse de vino y licores. No beberá bebidas ácidas ni las que lo puedan embriagar; tampoco beberá jugo de uvas ni comerá uvas frescas o pasas. 4 Durante todo el tiempo de su consagración no comerá nada de lo que produce la vid: ni las uvas ni su pellejo. 5 La navaja no pasará sobre su cabeza durante todo el tiempo de su voto de nazir: estará consagrado y dejará crecer su cabello hasta que se cumplan los días de su voto. 6 Durante todo el tiempo de su consagración al Señor no se acercará a ningún cadáver. 7 En caso de que murieran su padre, su madre, su hermano o su hermana, no se contaminará con ellos porque lleva sobre su cabellera la consagración a su Dios. 8 Durante todo el tiempo de su voto, él estará consagrado al Señor. 9 Si alguna persona muere de repente junto a él y mancha su cabellera de nazir, el día de su purificación se rapará la cabeza, y al séptimo día volverá a raparse otra vez. 10 El octavo día llevará al sacerdote, en la puerta de la Tienda del Encuentro, dos tórtolas o dos pichones de paloma. 11 El sacerdote ofrecerá uno de estos animales como sacrificio por el pecado, y otro como holocausto. Así expiará la falta de este hombre que se contaminó con el cadáver, y en ese mismo día volverá a consagrar su cabellera. 12 Se consagrará al Señor por todo el tiempo de su voto de nazir y ofrecerá un cordero de un año como sacrificio de reparación. Todos los días anteriores carecen de valor porque manchó su consagración.

13 Este es el rito para el que hace el voto de nazir: el día que se cumple su voto de nazir, será llevado ante la puerta de la Tienda del Encuentro, 14 y presentará como ofrenda al Señor un cordero de un año sin defecto para el holocausto, una cordera de un año sin defecto como sacrificio por el pecado, un carnero sin defecto como sacrificio de comunión, 15 una canasta con panes sin levadura, tortas de la mejor harina, amasadas con aceite y tortas sin levadura untadas con aceite, junto con sus ofrendas y libaciones. 16 El sacerdote lo presentará ante el Señor y hará el sacrificio por el pecado y el holocausto, 17 con el carnero ofrecerá al Señor un sacrificio de comunión junto con la canasta de panes ácimos, y finalmente hará las ofrendas y libaciones. 18 Después el nazir se rapará la cabeza en la entrada de la Tienda del Encuentro, y tomando los cabellos de su tiempo de nazir los arrojará al fuego del sacrificio de comunión. 19 Después que el nazir se haya rapado la cabeza, el sacerdote le pondrá en sus manos una pata del carnero, ya cocida, un pan sin levadura de la canasta y una torta sin levadura. 20 El sacerdote agitará todo esto delante del Señor. Esta es la porción sagrada que pertenece al sacerdote junto con el pecho de la cordera ofrecida por el pecado y la pata del carnero del sacrificio de comunión. El nazir, después de esto, podrá beber vino.

21 Este es el rito para el nazir que hizo el voto de presentar una ofrenda al Señor por su consagración, aparte de lo que esté al alcance de sus posibilidades. Deberá cumplir su voto de nazir de acuerdo con este rito».

 

Así bendecirán a los israelitas ¨

Lv 9,22; Eclo 50,19-21

 

22 El Señor habló así a Moisés: 23 «Dirás a Aarón y a sus hijos: “Así bendecirán a los israelitas. Ustedes les dirán:

24 Que el Señor te bendiga y te proteja,

25 que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te otorgue su gracia;

26 que el Señor te muestre su rostro y te conceda la paz”.

27 Que ellos invoquen mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré».

 

Presentaron una ofrenda de seis carros¨

Éx 40, 9-33

 

7 1 El día que Moisés terminó de instalar la Morada, la ungió y la consagró, así como también todo su mobiliario y el altar con todos sus utensilios. 2 Los príncipes de Israel, que eran los jefes de las familias y los príncipes de las tribus que habían realizado el censo, presentaron una ofrenda. 3 Pusieron en presencia del Señor seis carros cubiertos y doce bueyes. Un carro por cada dos príncipes, y un buey por cada uno de ellos. Los presentaron ante la Morada. 4 Entonces el Señor dijo a Moisés: 5 «Recíbelos y que sirvan para prestar servicio en la Tienda del Encuentro. Entrégalos a los levitas, a cada uno según su servicio». 6 Moisés recibió los carros junto con los bueyes y los entregó a los levitas: 7 dos carros y cuatro bueyes los dio a los guersonitas según sus tareas; 8 cuatro carros y ocho bueyes los dio a los meraritas según las tareas que desempeñaban bajo las órdenes de Itamar, hijo del sacerdote Aarón. 9 Pero no les dio a los queatitas, porque ellos debían llevar su carga sagrada sobre sus hombros.

 

La ofrenda de los príncipes de Israel

 

10 El día que fue ungido el altar, los príncipes presentaron una ofrenda y la llevaron ante el altar. 11 Entonces el Señor dijo a Moisés: «Cada día uno de los príncipes presentará su ofrenda para la consagración del altar».

12 El primer día presentó su ofrenda Najsón, hijo de Aminadab, de la tribu de Judá. 13 Su ofrenda fue una fuente de plata que pesaba más de un kilo, un recipiente de plata que pesaba cerca de un kilo, según las pesas del santuario. Estaban llenos de harina de muy buena calidad, amasada con aceite para la ofrenda; 14 una naveta de oro que pesaba más de cien gramos, llena de incienso; 15 un novillo, un carnero, un cordero de un año para el holocausto; 16 un chivo para el sacrificio por el pecado; 17 y para el sacrificio de comunión dos bueyes, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año. Esta fue la ofrenda de Najson, hijo de Aminadab.

18 El segundo día presentó su ofrenda Natanael, hijo de Suar, príncipe de Isacar. 19 Su ofrenda fue una fuente de plata que pesaba más de un kilo, un recipiente de plata que pesaba cerca de un kilo, según las pesas del santuario. Estaban llenos de harina de muy buena calidad, amasada con aceite para la ofrenda; 20 una naveta de oro que pesaba más de cien gramos, llena de incienso; 21 un novillo, un carnero, un cordero de un año para el holocausto; 22 un chivo para el sacrificio por el pecado; 23 y para el sacrificio de comunión dos bueyes, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año. Esta fue la ofrenda de Natanael, hijo de Suar.

24 El tercer día, el príncipe de los hijos de Zabulón, Eliab, hijo de Jalón. 25 Su ofrenda fue una fuente de plata que pesaba más de un kilo, un recipiente de plata que pesaba cerca de un kilo, según las pesas del santuario. Estaban llenos de harina de muy buena calidad, amasada con aceite para la ofrenda; 26 una naveta de oro que pesaba más de cien gramos, llena de incienso; 27 un novillo, un carnero, un cordero de un año para el holocausto; 28 un chivo para el sacrificio por el pecado; 29 y para el sacrificio de comunión dos bueyes, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año. Esta fue la ofrenda de Eliab, hijo de Jalón.

30 El cuarto día, el príncipe de los hijos de Rubén, Elisur, hijo de Sedeur. 31 Su ofrenda fue una fuente de plata que pesaba más de un kilo, un recipiente de plata que pesaba cerca de un kilo, según las pesas del santuario. Estaban llenos de harina de muy buena calidad, amasada con aceite para la ofrenda; 32 una naveta de oro que pesaba más de cien gramos, llena de incienso; 33 un novillo, un carnero, un cordero de un año para el holocausto; 34 un chivo para el sacrificio por el pecado; 35 y para el sacrificio de comunión dos bueyes, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año. Esta fue la ofrenda de Elisur, hijo de Sedeur.

36 El quinto día, el príncipe de los hijo de Simeón, Salumiel, hijo de Surisaday. 37 Su ofrenda fue una fuente de plata que pesaba más de un kilo, un recipiente de plata que pesaba cerca de un kilo, según las pesas del santuario. Estaban llenos de harina de muy buena calidad, amasada con aceite para la ofrenda; 38 una naveta de oro que pesaba más de cien gramos, llena de incienso; 39 un novillo, un carnero, un cordero de un año para el holocausto; 40 un chivo para el sacrificio por el pecado; 41 y para el sacrificio de comunión dos bueyes, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año. Esta fue la ofrenda de Salumiel, hijo de Surisaday.

42 El sexto día, el príncipe de los hijos de Gad, Eliasaf, hijo de Degüel. 43 Su ofrenda fue una fuente de plata que pesaba más de un kilo, un recipiente de plata que pesaba cerca de un kilo, según las pesas del santuario. Estaban llenos de harina de muy buena calidad, amasada con aceite para la ofrenda; 44 una naveta de oro que pesaba más de cien gramos, llena de incienso; 45 un novillo, un carnero, un cordero de un año para el holocausto; 46 un chivo para el sacrificio por el pecado; 47 y para el sacrificio de comunión dos bueyes, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año. Esta fue la ofrenda de Eliasaf, hijo de Degüel.

48 El séptimo día, el príncipe de los hijos de Efraín, Elisamá, hijo de Amiud. 49 Su ofrenda fue una fuente de plata que pesaba más de un kilo, un recipiente de plata que pesaba cerca de un kilo, según las pesas del santuario. Estaban llenos de harina de muy buena calidad, amasada con aceite para la ofrenda; 50 una naveta de oro que pesaba más de cien gramos, llena de incienso; 51 un novillo, un carnero, un cordero de un año para el holocausto; 52 un chivo para el sacrificio por el pecado; 53 y para el sacrificio de comunión dos bueyes, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año. Esta fue la ofrenda de Elisamá, hijo de Amiud.

54 El octavo día, el príncipe de los hijos de Manasés, Gamaliel, hijo de Pedasur. 55 Su ofrenda fue una fuente de plata que pesaba más de un kilo, un recipiente de plata que pesaba cerca de un kilo, según las pesas del santuario. Estaban llenos de harina de muy buena calidad, amasada con aceite para la ofrenda; 56 una naveta de oro que pesaba más de cien gramos, llena de incienso; 57 un novillo, un carnero, un cordero de un año para el holocausto; 58 un chivo para el sacrificio por el pecado; 59 y para el sacrificio de comunión dos bueyes, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año. Esta fue la ofrenda de Gamaliel, hijo de Pedasur.

60 El noveno día, el príncipe de los hijos de Benjamín, Abidán, hijo de Gedeoní. 61 Su ofrenda fue una fuente de plata que pesaba más de un kilo, un recipiente de plata que pesaba cerca de un kilo, según las pesas del santuario. Estaban llenos de harina de muy buena calidad, amasada con aceite para la ofrenda; 62 una naveta de oro que pesaba más de cien gramos, llena de incienso; 63 un novillo, un carnero, un cordero de un año para el holocausto; 64 un chivo para el sacrificio por el pecado; 65 y para el sacrificio de comunión dos bueyes, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año. Esta fue la ofrenda de Abidán, hijo de Gedeoní.

66 El décimo día, el príncipe de los hijos de Dan, Ajiecer, hijo de Amisaday. 67 Su ofrenda fue una fuente de plata que pesaba más de un kilo, un recipiente de plata que pesaba cerca de un kilo, según las pesas del santuario. Estaban llenos de harina de muy buena calidad, amasada con aceite para la ofrenda; 68 una naveta de oro que pesaba más de cien gramos, llena de incienso; 69 un novillo, un carnero, un cordero de un año para el holocausto; 70 un chivo para el sacrificio por el pecado; 71 y para el sacrificio de comunión dos bueyes, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año. Esta fue la ofrenda de Ajiecer, hijo de Amisaday.

72 El undécimo día, el príncipe de los hijos de Aser, Paguiel, hijo de Ocrán. 73 Su ofrenda fue una fuente de plata que pesaba más de un kilo, un recipiente de plata que pesaba cerca de un kilo, según las pesas del santuario. Estaban llenos de harina de muy buena calidad, amasada con aceite para la ofrenda; 74 una naveta de oro que pesaba más de cien gramos, llena de incienso; 75 un novillo, un carnero, un cordero de un año para el holocausto; 76 un chivo para el sacrificio por el pecado; 77 y para el sacrificio de comunión dos bueyes, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año. Esta fue la ofrenda de Paguiel, hijo de Ocrán.

78 El duodécimo día, el príncipe de los hijos de Neftalí, Ajirá, hijo de Enán. 79 Su ofrenda fue una fuente de plata que pesaba más de un kilo, un recipiente de plata que pesaba cerca de un kilo, según las pesas del santuario. Estaban llenos de harina de muy buena calidad, amasada con aceite para la ofrenda; 80 una naveta de oro que pesaba más de cien gramos, llena de incienso; 81 un novillo, un carnero, un cordero de un año para el holocausto; 82 un chivo para el sacrificio por el pecado; 83 y para el sacrificio de comunión dos bueyes, cinco carneros, cinco chivos y cinco corderos de un año. Esta fue la ofrenda de Ajirá, hijo de Enán.

84 Esta fue la dedicación del altar. En el día en que este fue ungido, la ofrenda de los príncipes de Israel fue de doce fuentes de plata, doce recipientes de plata y doce navetas de oro. 85 Cada fuente pesaba más de un kilo, y cada recipiente de plata pesaba cerca de un kilo. El peso de la plata de todos estos objetos era como de treinta kilos, según las pesas del santuario. 86 Las navetas de oro eran doce, llenas de incienso. El peso de cada naveta era de más de cien gramos, y el total era como de un kilo y medio. 87 El total de los animales para el holocausto era de doce novillos, doce carneros, doce corderos de un año con sus oblaciones correspondientes, y doce chivos para el sacrificio por el pecado. 88 El total de los animales para los sacrificios de comunión era de veinticuatro bueyes, sesenta carneros, sesenta chivos y sesenta corderos de un año. Esta fue la ofrenda para la consagración del altar, después que fue ungido.

 

Moisés oía la voz

Nm  13,8; Éx 25,22; 33,9-11; Dt 34,10; 1 Re 6,23; Eclo 45,5

 

89 Cuando Moisés entraba a la Tienda del Encuentro para hablar con el Señor, oía la voz que hablaba con él desde lo alto de la cubierta colocada sobre el arca del Testimonio, entre los dos querubines.

 

El candelabro era de oro labrado ¨

Éx 25,31-40; Lv 24,1-4

 

8 1 El Señor habló así a Moisés: 2 «Dirás a Aarón: Cuando pongas las lámparas sobre el candelabro, las colocarás de manera que las siete lámparas iluminen hacia la parte delantera del candelabro». 3 Aarón hizo como el Señor le ordenó a Moisés y colocó las lámparas en la parte delantera del candelabro. 4 El candelabro era de oro labrado. Estaba labrado desde el pie hasta los brazos, y Moisés lo hizo de acuerdo con el modelo que el Señor le había mostrado.

 

Purifica a los levitas¨

Nm 3,11-13; Éx 13,2.11-16

 

5 El Señor habló así a Moisés: 6 «Separa a los levitas del resto de los israelitas y purifícalos. 7 Para purificarlos harás lo siguiente: los rociarás con el agua de la purificación, afeitarán todo su cuerpo, lavarán sus ropas y quedarán purificados. 8 Después tomarán un novillo con su ofrenda de harina de la mejor calidad, amasada con aceite, y tú tomarás otro novillo como sacrificio por el pecado. 9 Harás acercarse a todos los levitas a la Tienda del Encuentro y convocarás a toda la comunidad de los israelitas. 10 Harás que los levitas se acerquen ante el Señor y los israelitas les impondrán las manos. 11 Aarón separará a los levitas de entre los israelitas como ofrenda reservada al Señor, para que se ocupen del servicio del Señor. 12 Los levitas impondrán las manos sobre la cabeza de los novillos, y tú ofrecerás uno como sacrificio por el pecado y otro como holocausto al Señor como expiación por los levitas. 13 Después pondrás a los levitas delante de Aarón y sus hijos, como ofrenda reservada al Señor. 14 Separarás a los levitas de entre los israelitas, ellos me pertenecerán 15 y entrarán a servirme en la Tienda del Encuentro, una vez que los hayas purificado y los hayas ofrecido como una ofrenda separada para mí. 16 Porque entre todos los israelitas ellos me han sido dados; son donados para mí en lugar de los que abren el seno, y los he tomado para mí como los primogénitos de los israelitas. 17 Todos los primogénitos de los israelitas me pertenecen, tanto de los hombres como de los animales. Yo los consagré para mí el día que herí a todos los primogénitos de Egipto, 18 tomé a los levitas en lugar de todos los primogénitos de los israelitas 19 y de entre todos los israelitas los entregué como donados a Aarón y a sus hijos para cumplir el servicio de los israelitas en la Tienda del Encuentro, y para expiar por todos los israelitas, de modo que ningún israelita sea castigado por acercarse al santuario».

20 Moisés, Aarón y toda la comunidad de los israelitas hicieron con los levitas todo lo que el Señor le ordenó a Moisés. Así hicieron con ellos los israelitas.

21 Los levitas se purificaron y lavaron sus ropas. Aarón los presentó como ofrenda separada para el Señor, e hizo expiación por ellos para purificarlos. 22 Después de esto, los levitas entraron a la Tienda del Encuentro para prestar su servicio en presencia de Aarón y sus hijos. Ellos hicieron con los levitas lo que el Señor le había ordenado a Moisés.

 

Los levitas entrarán a prestar servicio… ¨

 

23 El Señor habló así a Moisés: 24 «Esto es lo que se refiere a los levitas: entrarán a prestar servicio en la Tienda del Encuentro a partir de los veinticinco años, 25 y cuando tengan cincuenta años cesarán y dejarán de prestar servicio. 26 Ayudarán a sus hermanos en el cuidado de la Tienda del Encuentro, pero no prestarán servicio. Así harás con los levitas en lo que se refiere a sus funciones».

 

Ese día no pudieron celebrar la Pascua

Nm 19,11.16; Éx 12,48-49; Lv 21,1-2; 2 Cr 30,2-3; Jn 18,28

 

9 1 El Señor habló a Moisés en el desierto del Sinaí en el primer mes del segundo año desde que salieron de Egipto, y le dijo: 2 «Los israelitas celebrarán la Pascua en la fecha correspondiente. 3 Al atardecer del día catorce de este mes, la celebrarán en la fecha correspondiente, según todos sus usos y ritos».

4 Moisés ordenó a los israelitas que celebraran la Pascua, 5 y ellos la celebraron en el desierto del Sinaí al atardecer del día catorce del primer mes. Los israelitas hicieron todo como el Señor ordenó a Moisés.

6 Sucedió que algunos hombres estaban impuros por haber tenido contacto con cadáveres y ese día no pudieron celebrar la Pascua. Entonces se acercaron ese mismo día a Moisés y Aarón 7 y les dijeron: «Nosotros estamos impuros por haber tenido contacto con cadáveres ¿Por qué debemos estar impedidos de presentar la ofrenda al Señor en su debido tiempo junto con los demás israelitas?». 8 Moisés les respondió: «Esperen, y yo iré a escuchar qué ordena el Señor con respecto a ustedes». 9 El Señor habló así a Moisés: 10 «Dirás a los israelitas: Cualquier hombre entre ustedes o entre sus descendientes que esté impuro por haber tenido contacto con un cadáver, o se encuentre de viaje en un territorio lejano, también celebrará la Pascua del Señor, 11 y lo hará al atardecer del día catorce del segundo mes. Comerán la víctima pascual con panes sin levadura y hierbas amargas. 12 No dejarán nada de ella para la mañana del día siguiente ni le quebrarán ningún hueso. La celebrarán con todo el ritual de la Pascua. 13 Pero el hombre que estando puro y no encontrándose de viaje deje de celebrar la Pascua será borrado de su pueblo. Este hombre cargará con su pecado porque no presentó su ofrenda al Señor en su debido tiempo.

14 Si un forastero vive entre ustedes, celebrará la Pascua del Señor con los ritos y prescripciones de la Pascua. Habrá un solo ritual para ustedes, tanto para los forasteros como para los nativos del país».

 

  1. El orden de la marcha*

 

La nube cubrió la Morada

Nm 10,12.34; 14,14; Éx 13,21-22; 40,34-38; Sal 78,14; 99,7; 105,39: Neh 9,12.19

 

15 El día que se instaló la Morada, la nube cubrió la Morada, sobre la Tienda del Testimonio, y desde la tarde hasta la mañana permanecía sobre la Morada con aspecto de fuego. 16 Así sucedía siempre: durante la noche la nube la cubría con aspecto de fuego. 17 Cuando la nube se levantaba de encima de la tienda, los israelitas emprendían la marcha, y acampaban en el lugar en el que la nube se posaba. 18 Los israelitas emprendían la marcha por orden del Señor, y por orden del Señor acampaban y allí se quedaban todo el tiempo que la nube permanecía sobre la Morada. 19 Si la nube se detenía mucho tiempo sobre la Morada, los israelitas no emprendían viaje y respetaban la orden del Señor. 20 Pero si la nube se detenía pocos días sobre la Morada, a la orden del Señor acampaban y a la orden del Señor partían. 21 Si la nube se detenía sobre la Morada desde la tarde hasta la mañana, y por la mañana se levantaba, entonces partían. O si la nube se levantaba después de haberse detenido un día y una noche, entonces partían. 22 Si la nube se detenía dos días, un mes o muchos días, reposando sobre la Morada, los israelitas acampaban y no partían. Pero, si se levantaba, entonces emprendían la marcha. 23 Los israelitas acampaban por orden del Señor, y por orden del Señor emprendían la marcha. Respetaban la disposición del Señor, de acuerdo con lo ordenado por el Señor por medio de Moisés.

 

Harás dos trompetas de plata

Lv 23,24; 25,9; Sal 81,3; 2 Cr 5,12

 

10 1 El Señor habló así a Moisés: 2 «Harás para ti dos trompetas de plata. Las harás de plata labrada y te servirán para convocar a la comunidad y para dar la orden de levantar el campamento. 3 Cuando hagas sonar las dos, se reunirá contigo toda la comunidad en la entrada de la Tienda del Encuentro, 4 pero, cuando hagas sonar una sola, entonces se reunirán contigo los príncipes de los clanes de Israel.

5 Cuando toques en medio de aclamaciones, partirán los que están acampados hacia el este; 6 cuando lo hagas por segunda vez, partirán los que están acampados hacia el sur. El toque acompañado de aclamaciones indicará que se deben poner en marcha, 7 pero para reunir la asamblea no tocarán con aclamaciones. 8 Los sacerdotes hijos de Aarón serán los encargados de sonar las trompetas. Esto es un decreto perpetuo, para ustedes y por todas las generaciones.

9 Cuando estén en su tierra y deban salir para la guerra contra un enemigo que los ataca, tocarán la trompeta en medio de aclamaciones y el Señor, su Dios, se acordará de ustedes y así se verán libres de sus enemigos.

10 En sus días de alegría, solemnidades y comienzos del mes, tocarán las trompetas durante la celebración de los holocaustos y sacrificios de comunión. Entonces harán que su Dios se acuerde de ustedes. Yo soy el Señor, su Dios».

 

  1. LA MARCHA POR EL DESIERTO ¨­

 

Partieron desde el desierto del Sinaí ¨

Nm 2,1-31; Éx 19,1

 

11 En el segundo año después que salieron de Egipto, el día veinte del segundo mes, la nube se levantó de encima de la Morada del Testimonio 12 y los israelitas partieron ordenadamente desde el desierto del Sinaí. La nube se detuvo en el desierto de Farán.

13 Partieron por primera vez, de acuerdo con la orden que les dio el Señor por medio de Moisés. 14 Delante de todos los ejércitos iba el estandarte del batallón de los hijos de Judá. Al frente de sus ejércitos iba Najsón, hijo de Aminadab. 15 Al frente del ejército de la tribu de los hijos de Isacar, iba Natanael, hijo de Suar. 16 Al frente del ejército de la tribu de los hijos de Zabulón, iba Eliab, hijo de Jelón.

17 Entonces desarmaron la Morada, y los guersonitas y los meraritas partieron llevando la Morada.

18 Partió el estandarte del batallón de Rubén, y al frente de sus ejércitos, iba Elisur, hijo de Sedeur. 19 Al frente del ejército de la tribu de los hijos de Simeón, iba Salumiel, hijo de Surisaday. 20 Al frente del ejército de la tribu de los hijos de Gad, iba Eliasaf, hijo de Degüel.

21 Después partieron los queatitas llevando el santuario. La Morada se instalaba antes de que estos llegaran.

22 Partió el estandarte del batallón de los hijos de Efraín, y al frente de sus ejércitos, iba Elisamá, hijo de Amiud. 23 Al frente del ejército de la tribu de los hijos de Manasés,  iba Gamaliel, hijo de Pedasur. 24 Al frente del ejército de la tribu de Benjamín, iba Abidán, hijo de Gedeoní.

25 Finalmente, cerrando todos los batallones, partió el estandarte del batallón de los hijos de Dan con sus ejércitos. Al frente de sus ejércitos iba Ajiezer, hijo de Amisaday. 26 Al frente del ejército de la tribu de los hijos de Aser, iba Faguiel, hijo de Ocrán. 27 Al frente del ejército de la tribu de los hijos de Neftalí, iba Ajirá, hijo de Enán.

28 Este fue el orden de partida de los israelitas. Así partieron.

 

¡Queremos que vengas con nosotros!

Nm 24,21-22; Éx 2,15-22

 

29 Moisés dijo a Jobab, hijo del madianita Ragüel, suegro de Moisés: «Nosotros partimos hacia el lugar que el Señor prometió que nos daría. Queremos que vengas con nosotros. Te trataremos bien, porque el Señor ha prometido hacer el bien a Israel». 30 Pero él le respondió: «No iré con ustedes, sino que volveré a mi país, junto con mis parientes». 31 Entonces Moisés insistió: «¡Por favor, no nos dejes! Tú conoces los lugares para acampar en el desierto, y serás para nosotros como nuestros ojos. 32 Si nos acompañas, te haremos participar de todos los bienes con los que el Señor nos favorezca».

 

El arca de la Alianza iba delante de ellos

Nm 9,15-23; Éx 40,34-38; Dt 1,33; Sal 78,14

 

33 Partieron de la montaña del Señor e hicieron tres días de marcha. Durante los tres días el arca de la Alianza iba delante de ellos, buscándoles un lugar donde acampar. 34 Desde que partían del campamento, la nube del Señor iba encima de ellos durante el día. 35 Al ponerse en marcha el Arca, Moisés decía:

«¡Levántate, Señor, y que tus enemigos se dispersen!

¡Que huyan de tu presencia los que te odian!».

36 Cuando el Arca se detenía, Moisés decía:

«¡Vuelve, Señor, entre las multitudes de Israel!».

 

Se encendió un fuego que venía del Señor ¨

Éx 14,11-12; Dt 9,22-29

 

11 1 Como el Señor escuchó que el pueblo se quejaba sin motivo contra él, se indignó. Entonces se encendió contra ellos un fuego que venía del Señor y ardió una parte del campamento. 2 El pueblo clamó a Moisés, este intercedió ante el Señor y el fuego se apagó. 3 Por eso ese lugar se llamó Taberá porque el fuego del Señor había ardido contra ellos.

 

¿Quién nos dará carne para comer? ¨

Éx 12,38; 16,14-16; Dt 8, 3.16; Sal 78,19-24; Sab 16,20; Jn 6,31.49.58

 

4 La masa de personas advenedizas que se habían mezclado con el pueblo, comenzó a padecer hambre, y junto con los israelitas se pusieron a llorar diciendo: «¿Quién nos dará carne para comer? 5 ¡Nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, de los pepinos, de los melones, de los puerros, cebollas y ajos! 6 Ahora estamos desfallecientes y solo vemos el maná». 7 El maná era como la semilla del cilantro, y tenía el aspecto del bedelio. 8 El pueblo salía a recogerlo, después lo molían con piedras de moler o lo machacaban en un mortero, lo cocían en una olla y con él hacían tortas. Su sabor era como el de una torta de aceite. 9 Cuando por la noche caía el rocío sobre el campamento, también caía el maná.

10 Moisés oyó al pueblo que lloraba, cada familia junto a la puerta de su tienda. Fue muy grande la indignación del Señor. A Moisés le pareció mal, 11 y le dijo al Señor: «¿Por qué tratas mal a tu servidor? ¿Por qué me miras con desagrado y echas sobre mí la carga de todo este pueblo? 12 ¿Fui yo el que concibió a este pueblo y lo dio a luz para que me digas “Llévalo en tus brazos hasta la tierra que juré darles a sus padres, así como una nodriza lleva a un niño de pecho”? 13 ¿De dónde sacaré carne para darle a este pueblo que llora diciendo: “Danos carne para comer”? 14 Yo solo no puedo cargar con este pueblo, es demasiado pesado para mí. 15 Si vas a tratarme así, mátame por favor. Pero si me miras con bondad, no permitas que sufra esta desgracia».

16 El Señor respondió a Moisés: «Reúne ante mí setenta ancianos de Israel, de los que sepas que son ancianos instruidos en la ley, y llévalos a la Tienda del Encuentro para que estén allí contigo. 17 Yo bajaré y te hablaré, tomaré parte del espíritu que hay en ti y lo pondré en ellos para que te ayuden a llevar la carga del pueblo, y no debas llevarla tú solo. 18 Y tú le dirás al pueblo: Santifíquense para mañana, porque van a comer carne. En vista de que ustedes se quejaron ante el Señor diciendo: “¿Quién nos dará carne para comer? ¡Estábamos mejor en Egipto!”, entonces el Señor les va a dar carne y comerán. 19 Y no comerán un solo día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni veinte, 20 sino un mes entero, hasta que se les salga por la nariz y sientan asco por ella, porque han rechazado al Señor que está en medio de ustedes y han llorado en su presencia diciendo: “¿Por qué salimos de Egipto?”».

21 Moisés respondió: «El pueblo que está conmigo cuenta con seiscientas mil personas ¿y tú dices que les darás carne para comer durante un mes? 22 ¿Acaso matarás para ellos ovejas y vacas y les alcanzará? ¿Acaso serán suficientes todos los peces del mar?».

23 El Señor respondió a Moisés: «¿Acaso se ha reducido el poder del Señor? Ahora verás si lo que te he dicho se cumple o no».

 

Reunió a setenta ancianos del pueblo

1 Sm 10, 6.10-13; 1 Re 22,6.10-12; Mc 9,38-40

 

24 Moisés salió y dijo al pueblo lo que le había dicho el Señor. Después reunió a setenta ancianos del pueblo y los puso alrededor de la Tienda. 25 El Señor bajó en la nube y le habló. Luego tomó algo del espíritu que había en él y lo dio a los setenta ancianos. En cuanto el espíritu reposó sobre ellos, se pusieron a profetizar. Pero esto no volvió a suceder.

26 En el campamento quedaron dos hombres designados que no habían concurrido a la Tienda. Uno de ellos se llamaba Eldad, y el otro Medad. El espíritu reposó también sobre ellos y se pusieron a profetizar en el campamento. 27 Un joven fue corriendo y le informó a Moisés: «¡Eldad y Medad están profetizando en el campamento!». 28 Josué, el hijo de Nun, ayudante de Moisés desde su juventud, le dijo: «¡Mi señor Moisés, prohíbeles que lo hagan!». 29 Moisés le respondió: «¿Acaso tienes celos por mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor profetizara porque él le da su espíritu!». 30 Después Moisés regresó al campamento, acompañado por los ancianos de Israel.

 

El pueblo se dedicó a capturar codornices

Éx 16,13; Dt 9,22; Sal 78,26-31; 105,40; Sab 16,1-3

 

31 Se levantó un viento enviado por el Señor que arrastró codornices desde el lado del mar, y las arrojó sobre el campamento, haciendo que volaran a una altura de un metro en una extensión de una jornada de camino a todo su alrededor. 32 El pueblo se dedicó a capturar codornices todo aquel día, toda la noche y todo el día siguiente, y las tendieron en torno al campamento. El que recogió menos llenó un recipiente como para contener cien litros. 33 Estaban comiendo, y cuando todavía tenían la carne en la boca, el Señor se indignó contra el pueblo y los hirió con una gran peste. 34 Aquel lugar se llamó Quibrot Hatavá  porque allí sepultaron a una multitud de golosos. 35 El pueblo partió de Quibrot Hatavá y fueron a acampar en Jaserot.

 

Moisés es digno de confianza en mi casa ¨

Éx 2,16-21; 15,20; 33,20-23; Dt 24,9; 34,10; Hab 3,7; Eclo 45,4 // 12,7: Heb 3,5

 

12 1 María y Aarón murmuraron contra Moisés por causa de una mujer cusita que él había tomado como esposa. 2 Y dijeron: «¿Acaso el Señor habló solo con Moisés? ¿No habló también con nosotros?». Pero el Señor lo oyó. 3 Moisés era el hombre más humilde del mundo.

4 El Señor dijo de pronto a Moisés, Aarón y María: «Vayan ustedes tres a la Tienda del Encuentro». Y fueron los tres. 5 El Señor bajó en la columna de nube y se detuvo en la puerta de la Tienda del Encuentro. Después llamó a Aarón y María, y los dos se adelantaron. 6 El Señor dijo:

«¡Escuchen mis palabras!

Cuando hay un profeta del Señor entre ustedes,

me revelo a él en visiones y hablo con él en sueños.

7 Pero no es así con mi servidor Moisés:

él es digno de confianza en mi casa.

8 Yo hablo con él cara a cara,

manifiestamente y sin enigmas,

y él contempla la imagen del Señor.

¿Cómo no tienen temor de hablar contra mi servidor Moisés?».

9 El Señor se indignó contra ellos, y se fue. 10 Cuando la nube se retiró de encima de la Tienda, María advirtió que estaba leprosa, blanca como la nieve. Aarón se volvió hacia María, y al ver que estaba leprosa, 11 le dijo a Moisés: «¡Perdón, señor! ¡No cargues sobre nosotros este pecado que hemos cometido neciamente! 12 ¡Por favor, que ella no sea como quien sale muerto del vientre de su madre y con su carne medio consumida!».

13 Moisés clamó al Señor diciendo: «¡Dios, sánala, por favor!». 14 El Señor respondió a Moisés: «Si su padre le hubiera escupido en la cara, ¿no habría quedado humillada durante una semana? Que quede apartada del campamento durante siete días, y después sea admitida nuevamente». 15 María fue apartada del campamento durante siete días, y el pueblo no partió hasta que fue admitida. 16 Después el pueblo partió de Jaserot y fueron a acampar al desierto de Farán.

 

Moisés los envió a explorar la tierra de Canaán ¨

Dt 1,20-36

 

13 1 El Señor habló así Moisés: 2 «Envía a algunos hombres para que exploren la tierra de Canaán que yo les doy a los israelitas. Por cada tribu envía a uno que sea descendiente de su patriarca, y que todos ellos sean jefes». 3 Moisés los envió desde el desierto de Farán, de acuerdo con la orden del Señor. Todos ellos eran jefes de los israelitas 4 y estos son sus nombres:

por la tribu de Rubén, Samúa, hijo de Zacur;

5 por la tribu de Simeón, Safat, hijo de Jorí;

6 por la tribu de Judá, Caleb, hijo de Jefoné;

7 por la tribu de Isacar, Yigal, hijo de José;

8 por la tribu de Efraín, Oseas, hijo de Nun;

9 por la tribu de Benjamín, Paltí, hijo de Rafú;

10 por la tribu de Zabulon, Gadiel, hijo de Sodi;

11 por la tribu de José: Gadí, hijo de Susí, que era de la tribu de Manasés;

12 por la tribu de Dan, Amiel, hijo de Guemalí;

13 por la tribu de Aser, Setur, hijo de Micael;

14 por la tribu de Neftalí, Najbí, hijo de Vafsí;

15 por la tribu de Gad, Guevel, hijo de Maquí.

16 Estos son los nombres de las personas que envió Moisés para explorar la tierra. A Oseas, hijo de Nun, Moisés lo llamó Josué.

17 Moisés los envió a explorar la tierra de Canaán y les dijo: «Suban por el Negueb para ascender a la montaña. 18 Observen el país para ver cómo es, y si la gente que habita en él es fuerte o débil, si son pocos o son muchos; 19 vean cómo es la tierra en la que ellos viven, si es buena o mala; cómo son las ciudades en las que habitan, si son abiertas o fortificadas; 20 cómo es la tierra, fértil o estéril; si tiene árboles o no. ¡Sean valientes y traigan algunos productos de este país!». Era el tiempo en que empieza a madurar la uva.

21 Ellos salieron e inspeccionaron el país, desde el desierto de Sin hasta Rejob, cerca de la entrada de Jamat. 22 Subieron por el Negueb y llegaron hasta Hebrón, donde vivían Ajimán, Sesay y Tolmac, hijos de Anac. Hebrón había sido edificada siete años antes que Soán, en Egipto. 23 Llegaron hasta el valle de Escol, y allí cortaron un sarmiento con un racimo de uvas que transportaron entre dos, colgado de una vara, y también cortaron granadas e higos. 24 A aquel lugar se lo llamó valle de Escol por el racimo que allí cortaron los israelitas.

 

Es una tierra que mana leche y miel

Nm 14,8; 16,13-14; Éx 3,8.17; 13,5; 33,3; Lv 20,24; Dt 1,27-28; 6,3; 11,9; 26,9.15; 27,3; 31,20

 

25 Al cabo de cuarenta días volvieron después de haber explorado la tierra. 26 Fueron a presentarse ante Moisés, Aarón y toda la comunidad de los israelitas en el desierto de Farán, en Cadés, les informaron de todo, les mostraron los frutos del país, 27 y les hicieron un relato diciendo: «Fuimos al país al que nos enviaron, y en verdad es una tierra que mana leche y miel. Estos son los frutos. 28 Solo que la gente que la habita es poderosa, las ciudades están fortificadas y son muy grandes, y hasta hemos visto allí a los descendientes de Anac. 29 Amalec habita en la región del Négueb, los hititas, los jebuseos y los amorreos habitan en la zona montañosa, y los cananeos habitan en la costa del mar y junto al Jordán». 30 Caleb, en presencia de Moisés, hizo callar a la gente y dijo: «¡Subamos y conquistemos ese país, porque ciertamente podemos!». 31 Pero los hombres que habían ido con él dijeron: «No podemos subir contra esa gente, porque son más fuertes que nosotros». 32 Y comenzaron a desacreditar ante los israelitas el país que habían explorado, diciéndoles: «El país que hemos recorrido y explorado es un país que devora a sus habitantes. Toda la gente que hemos visto allí es muy alta, 33 y hemos visto a los gigantes descendientes de Anac. Junto a ellos, nosotros parecíamos langostas, y eso mismo les parecíamos a ellos».

 

¿No es mejor que volvamos a Egipto? ¨

Nm 11,15-20; 20,5; 21,5; 32,8-12; Éx 34,6-7; Dt Dt 5,9-10; Jos 14,6-19; Neh 9,17; 1 Mac 2,56; Eclo 46,7-10; Heb 3,16.18

 

14 1 Entonces toda la comunidad levantó la voz y comenzó a gritar. El pueblo pasó la noche llorando, 2 y todos los israelitas murmuraban contra Moisés y Aarón. Finalmente la comunidad en pleno les dijo: «¡Ojalá hubiéramos muerto en Egipto o en este desierto! 3 ¿Por qué el Señor nos ha traído a este país con el fin de que nos maten con la espada, y nuestras mujeres y nuestros niños sean llevados como botín de guerra? ¿No es mejor que volvamos a Egipto?». 4 Y se decían unos a otros: «¡Nombremos un jefe y regresemos a Egipto!». 5 Moisés y Aarón se postraron con el rostro en tierra delante de toda la asamblea de la comunidad de los israelitas.

6 Pero Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefoné, que eran de los que habían explorado el país, rasgaron sus ropas 7 y se dirigieron a toda la comunidad de los israelitas con estas palabras: «La tierra que hemos recorrido y explorado es muy buena. 8 Si el Señor se muestra favorable con nosotros, nos conducirá y nos dará este país: ¡es una tierra que mana leche y miel! 9 No se rebelen contra el Señor ni teman a la gente de este país, porque los venceremos con facilidad. La sombra protectora del Señor se ha apartado de ellos y está con nosotros. ¡No les teman!».

10 Ya toda la comunidad hablaba de apedrearlos, cuando la gloria del Señor se apareció a todos los israelitas en la Tienda del Encuentro. 11 El Señor dijo a Moisés: «¿Hasta cuándo me va a despreciar este pueblo? ¿Hasta cuándo se resistirá a creer en mí, a pesar de todas las señales que hice entre ellos? 12 Los castigaré con una peste y les quitaré lo que les estoy dando como herencia, y a ti te convertiré en un pueblo más grande y más poderoso que ellos». 13 Pero Moisés respondió al Señor: «Los egipcios oyeron que con tu poder sacaste a este pueblo de en medio de ellos, 14 y lo han dicho a los habitantes de este país. Estos han oído que tú estás en medio de este pueblo, que tú, Señor, te dejas ver cara a cara, que tu nube está sobre ellos y que en una columna de nube vas con ellos durante el día y en una columna de fuego durante la noche. 15 Si ahora haces morir a este pueblo como a un solo hombre, los pueblos que oyeron hablar de ti dirán: 16 “El Señor hizo morir a este pueblo en el desierto porque no pudo introducirlo en la tierra que le había prometido con juramento”. 17 Ahora, mi Señor, muestra el poder de tu fuerza, de acuerdo con las palabras que dijiste: 18 “El Señor es lento para enojarse y rico en amor, soporta la maldad y la rebeldía, aunque no deja nada impune y castiga la culpa de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación”. 19 ¡Perdona, entonces, la maldad de este pueblo de acuerdo con la grandeza de tu amor, como soportaste a este pueblo desde que salió de Egipto hasta ahora!». 20 El Señor dijo: «Lo perdono, así como has dicho. 21 Pero juro por mi vida y por mi gloria que llena toda la tierra, 22 que de estos hombres que vieron mi gloria y las señales que hice en Egipto y en el desierto, que me pusieron a prueba diez veces y no me obedecieron, 23 ninguno de ellos verá la tierra que juré darles a sus padres. No la verá ninguno de los que me despreciaron. 24 Pero a mi servidor Caleb, que tiene un espíritu diferente y me fue siempre fiel, lo haré entrar en la tierra en la que ya estuvo, y sus descendientes la poseerán. 25 -Los amalecitas y los cananeos habitan en la llanura-. Mañana mismo emprendan el regreso por el desierto y tomen el camino hacia el mar Rojo».

 

Ustedes no entrarán en la tierra*

Nm 26,63-65; Dt 1,34-36; Sal 95,7-11; 106,26; Eclo 16,10; 1 Cor 10,5; Heb 3,7-4,11

 

26 El Señor habló así a Moisés y Aarón: 27 «¿Hasta cuándo esta comunidad malvada estará murmurando contra mí? He oído las murmuraciones de los israelitas. 28 Les responderás: “Por mi vida -palabra del Señor- que les haré a ustedes lo mismo que les oí decir: 29 en este desierto caerán los cadáveres de todos los mayores de veinte años que fueron registrados y que murmuraron contra mí. 30 Ustedes no entrarán en la tierra que juré darles para que habiten en ella, excepto Caleb, hijo de Jefoné, y Josué, hijo de Nun. 31 Y a sus niños, que ustedes dijeron que serían llevados como botín de guerra, yo los conduciré y conocerán la tierra que ustedes despreciaron. 32 Los cadáveres de ustedes caerán en este desierto, 33 y sus hijos andarán por él como nómadas, durante cuarenta años, cargando con la culpa de ustedes, hasta que sus cadáveres queden consumidos en el desierto. 34 Así como durante cuarenta días exploraron la tierra, durante cuarenta años cargarán con sus culpas: un año por cada día. Así conocerán por experiencia lo que significa rebelarse contra mí. 35 Yo, el Señor, he dicho a esta comunidad malvada que se rebeló contra mí: en este desierto no quedará ninguno, porque en él morirán”».

36 Cuando regresaron los hombres que Moisés había enviado a explorar el país, hablaron mal de la tierra y provocaron la murmuración de la comunidad. 37 Esos hombres fueron heridos de muerte por el Señor, 38 y solo sobrevivieron Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefoné.

 

Se empecinaron en subir a la cumbre de la montaña  ¨

Dt 1,41-44; Jos 7; Sal 20,7; 33.16-19; 147,10-11

 

39 Moisés refirió estas cosas a todos los israelitas, y todo el pueblo quedó muy afligido. 40 Entonces se levantaron muy temprano para subir a la cumbre de la montaña y dijeron: «¡Aquí estamos! ¡Hemos pecado, pero subiremos al lugar que dijo el Señor!». 41 Moisés replicó: «¿Por qué desobedecen la orden del Señor? ¡Esto no terminará bien! 42 ¡No suban, porque el Señor no está con ustedes y serán vencidos por sus enemigos! 43 Allí, frente a ustedes, están los amalecitas y los cananeos, y ustedes caerán muertos por la espada, porque se apartaron del Señor y él ya no los acompaña». 44 Pero ellos se empecinaron en subir a la cumbre de la montaña mientras el arca de la Alianza y Moisés permanecían en el campamento. 45 Los amalecitas y los cananeos que habitaban en la montaña descendieron y los derrotaron, persiguiéndolos hasta Jormá.

 

Cuando hagan una ofrenda al Señor¨

Lv 1-3; 24,22

 

15 1 El Señor habló así a Moisés: 2 «Dirás a los israelitas: “cuando entren en la tierra que yo les doy para que la habiten, 3 y hagan una ofrenda al Señor, un holocausto, o un sacrificio de un buey o un cordero para cumplir un voto o una ofrenda voluntaria con ocasión de las fiestas, o para ofrecer al Señor un suave aroma con el sacrificio de un buey o un cordero, 4 el que lo ofrece presentará una ofrenda de cuatro kilos y medio de harina de la mejor calidad, amasada con dos litros de aceite, 5 junto con una libación de dos litros de vino por cada cordero en cada holocausto o sacrificio de comunión.

6 Si es un carnero, harás una ofrenda de nueve kilos de harina de la mejor calidad, amasada con dos litros y medio de aceite, 7 con una libación de dos litros y medio de vino. Lo ofrecerás al Señor como una ofrenda de suave aroma.

8 Si ofreces un novillo como holocausto o sacrificio, o para cumplir un voto o como sacrificio de comunión, 9 además del novillo, ofrecerás una oblación de trece kilos y medio de harina de la mejor calidad, amasada con cuatro litros de aceite, 10 y una libación de cuatro litros de vino. Esta es una ofrenda de suave aroma para el Señor.

11 Así se hará con cada buey, carnero, cordero o cabrito. 12 Cualquiera sea el número de los animales que ofrezcas, harás lo mismo con cada uno de ellos. 13 Todos los nativos harán esto cuando entreguen una ofrenda de suave aroma al Señor. 14 Y si entre ustedes o sus descendientes habita un forastero que quiere presentar una ofrenda de suave aroma al Señor, hará lo mismo que ustedes. 15 En la asamblea habrá una sola norma para ustedes y para el forastero residente. Será un decreto perpetuo para sus descendientes, será el mismo ante el Señor para ustedes y para el forastero: 16 una misma ley y una misma norma para ustedes y para el forastero que reside entre ustedes».

 

Ofrecerán el primer pan como primicia

Dt 26,1-8

 

17 El Señor habló así a Moisés: 18 «Dirás a los israelitas: Cuando entren a la tierra a la que los llevo 19 y coman el pan de ese país, separarán una parte como ofrenda para el Señor. 20 Ofrecerán el primer pan como primicia, así como se ofrecen los primeros frutos de la cosecha. 21 Ustedes y sus descendientes separarán para el Señor una ofrenda de las primicias de la harina».

 

Preceptos de Dios a Moisés ¨«

 

Si una persona ha pecado por descuido  ¨

Lv 4,1-35; Sal 19,13; Heb 5,2; 9,12-18

 

22 «Cuando por descuido no cumplan alguno de los preceptos que el Señor ordenó a Moisés, 23 algo de lo que el Señor les mandó por medio de Moisés, desde que el Señor lo ordenó para siempre, por todas las generaciones, 24 si la falta se cometió por descuido de la comunidad, toda la comunidad ofrecerá un novillo en holocausto como ofrenda de suave aroma, con su ofrenda y su libación como es costumbre, y un chivo como sacrificio por el pecado. 25 El sacerdote hará la expiación por toda la comunidad de los israelitas, y les será perdonado porque la falta fue por descuido. Ellos presentarán al Señor su ofrenda quemada y un sacrificio por el pecado ante el Señor por su descuido, 26 y le será perdonado a toda la comunidad de los israelitas y al forastero que habita entre ellos, porque todo el pueblo lo hizo por descuido.

27 Si una sola persona ha pecado por descuido, ofrecerá una cabra de un año como sacrificio por el pecado. 28 El sacerdote hará expiación ante el Señor por esa persona que pecó por descuido. Cuando haga expiación por ella, el pecado le será perdonado, 29 tanto al israelita nativo como al forastero que habita entre ustedes. Ustedes no tendrán más que una sola ley para el que peca por descuido.

30 Pero el que peca deliberadamente contra el Señor, tanto si es nativo israelita como forastero, ofende seriamente al Señor y deberá ser excluido de su pueblo, 31 porque ha despreciado la palabra del Señor y ha desobedecido su mandamiento. Deberá ser excluido, y él será responsable de su pecado».

 

Buscaba leña en día sábado ¨

Éx 20,8-11; 23,12; 31,12-17; 34,21; 35,1-3; Lv 23,3

 

32 Cuando los israelitas estaban en el desierto encontraron a un hombre que andaba buscando leña en día sábado. 33 Los que lo encontraron buscando leña lo llevaron ante Moisés, Aarón y toda la comunidad. 34 Lo pusieron en la prisión porque no estaba determinado lo que se debía hacer con él. 35 El Señor dijo a Moisés: «Este hombre debe ser condenado a muerte. Que toda la comunidad lo mate a pedradas fuera del campamento». 36 Entonces toda la comunidad lo sacó del campamento y lo apedrearon hasta que murió, como el Señor le había ordenado a Moisés.

 

Que lleven flecos en el borde de sus mantos ¨

Dt 22,12; Mt 23,5

 

37 El Señor dijo a Moisés y Aarón: 38 «Dirás a los israelitas que ellos y sus descendientes lleven flecos en el borde de sus mantos, y que en el fleco pongan un hilo color violeta. 39 Cuando ustedes vean los flecos, se acordarán de los mandamientos del Señor, los cumplirán y no andarán tras los deseos seductores de sus corazones y sus ojos. 40 De esta manera se acordarán de los mandamientos, los cumplirán y estarán consagrados a su Dios. 41 Yo, el Señor, el Dios de ustedes que los sacó de Egipto para ser su Dios. Yo, el Señor su Dios».

 

Coré, Datán y Abirán se rebelaron contra Moisés ¨«

Nm 26,9-11; Éx 20,5-6; 34,6-7; Dt 11,6; Jos 7,22-26;  Sal 106,16-18; Eclo 45,18-19; Jds 11 // 16,5: 2 Tim 2,19

 

16, 1 Coré, hijo de Yisar, nieto de Queat, descendiente de Leví, se reunió con Datán y Abirán, hijos de Eliab y On, nietos de Pelet, descendientes de Rubén, 2 y se rebelaron contra Moisés, junto con doscientos cincuenta israelitas, príncipes de la comunidad que eran personajes distinguidos y famosos en la asamblea. 3 Se amotinaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: «¡Ustedes se pasan de la medida! Si en la comunidad todos están consagrados y el Señor están en medio de ellos ¿por qué ustedes se ponen por encima de la asamblea del Señor?». 4 Moisés lo oyó, se postró con el rostro en tierra, 5 y después dijo a Coré y a todos los que lo acompañaban: «El Señor hará saber mañana quién es el que le pertenece, quién está consagrado y quién es el que se puede acercar a él. Aquel a quien él elija, podrá acercarse. 6 Esto es lo que deberán hacer Coré y todos sus acompañantes: tomen los incensarios, 7 y mañana, en presencia del Señor, pónganles fuego y echen el incienso encima. Aquel a quien el Señor elija, será el consagrado. ¡Levitas, ustedes se pasan de la medida!».

8 Moisés dijo a Coré: «¡Escuchen, levitas!: 9 ¿Les parece poco que el Dios de Israel los haya separado a ustedes del resto de la comunidad de Israel para tenerlos junto a él, encargarlos del servicio de la Tienda y para que estén al frente de la comunidad sirviendo en el culto en representación de ella? 10 Te ha hecho acercar a ti y a todos tus hermanos levitas, ¡y ahora buscan también el sacerdocio! 11 Por eso, es contra el Señor contra quien tú y tus compañeros se han amotinado, porque ¿quién es Aarón para que se rebelen contra él?».

12 Moisés hizo llamar a Datán y Abirán, hijos de Eliab, pero ellos respondieron: «¡No iremos! 13 ¿Acaso te parece poco que nos sacaste de una tierra que mana leche y miel para hacernos morir en el desierto, que ahora también te comportas como un príncipe sobre todos nosotros? 14 No nos trajiste a una tierra que mana leche y miel ni nos diste una herencia de campos y viñedos ¿Acaso piensas que estos hombres son ciegos? ¡No iremos!».

15 Moisés quedó muy indignado, y dijo al Señor: «No prestes atención a su ofrenda. Yo no les quité ni siquiera un asno, ni perjudiqué a ninguno de ellos».

16 Moisés dijo a Coré: «Tú y todos tus acompañantes preséntense mañana ante el Señor, tú, ellos y Aarón. 17 Que cada uno tome su incensario, le ponga incienso y lo presente ante el Señor. Cada uno con su incensario, los doscientos cincuenta incensarios. También tú y Aarón, cada uno con su incensario. 18 Cada uno tomó su incensario, pusieron en ellos fuego e incienso, y se colocaron frente a la entrada de la Tienda del Encuentro. Moisés y Aarón estaban allí, 19 y Coré reunió contra ellos a toda la comunidad frente a la entrada de la Tienda del Encuentro. Entonces la gloria del Señor se apareció a toda la comunidad. 20 El Señor habló así a Moisés y Aarón: 21 «Sepárense de esta comunidad, porque voy a devorarlos en un instante». 22 Ellos se postraron con el rostro en tierra y dijeron: «¡Dios, Dios de todos los seres vivientes! Ha pecado un solo hombre ¿y te enojas con toda la comunidad?».

23 El Señor respondió a Moisés: 24 «Dirás a toda la comunidad: “Aléjense de los alrededores de las tiendas de Coré, Datán y Abirán”».

25 Moisés se levantó, y seguido por los ancianos de Israel, fue a donde estaban Coré, Datán y Abirán. 26 Dirigiéndose a la comunidad, les dijo: «Apártense de las tiendas de estos hombres malvados y no toquen nada de lo que les pertenece, no sea que ustedes perezcan por culpa de todos los pecados de ellos». 27 Entonces ellos se alejaron de los alrededores de la tienda de Coré, Datán y Abirán. Datán y Abirán habían salido y estaban a la puerta de sus tiendas junto con sus mujeres, sus hijos y sus niños.

28 Moisés dijo: «Con lo que ustedes verán, conocerán que el Señor me envió para hacer todas estas obras, y que no son ocurrencias mías: 29 si estos hombres mueren como todos los mortales, alcanzados por lo que está decretado para todo hombre, eso significará que el Señor no me envió. 30 Pero si el Señor realiza algo sorprendente, si la tierra abre su boca, los traga con todo lo que les pertenece y ellos bajan vivos a la mansión de los muertos, ustedes sabrán que estos hombres han despreciado al Señor».

31 Cuando él terminó de decir esto, se hundió el suelo que estaba debajo de ellos, 32 la tierra abrió su boca y los devoró junto con sus familias, lo mismo que a los hombres de Coré con todos sus bienes. 33 Bajaron vivos a la mansión de los muertos con todo lo que poseían. La tierra se cerró sobre ellos y desaparecieron de la asamblea. 34 Al oír sus gritos, todos los israelitas que se encontraban alrededor huyeron, diciendo: «¡Que no nos trague la tierra!». 35 Y un fuego que salió del Señor devoró a los doscientos cincuenta hombres que habían ofrecido el incienso.

 

Hagan láminas de metal para cubrir el altar

Éx 38,2

 

17, 1 El Señor habló así a Moisés: 2 «Ordena a Eleazar, el hijo del sacerdote Aarón, que saque los incensarios de entre las cenizas, porque están consagrados, y que esparza el fuego a distancia. 3 Con los incensarios pertenecientes a esos hombres que pecaron y pagaron con su vida, hagan láminas de metal para cubrir el altar, porque fueron presentados al Señor y quedaron consagrados. Servirán como una señal para los israelitasۛ».

4 El sacerdote Eleazar tomó los incensarios de cobre que habían presentado los que fueron alcanzados por el fuego, e hizo las láminas destinadas al altar. 5 Ellas recuerdan a los israelitas que los profanos, los que no pertenecen a la descendencia de Aarón, no deben acercarse a ofrecer el incienso delante del Señor, para que no les suceda lo mismo que a Coré y sus acompañantes, de acuerdo con lo que el Señor le había dicho por medio de Moisés.

 

El don del sacerdocio¨«

 

Aarón echó el incienso e hizo expiación por el pueblo

Éx 40,34; Sab 18,20-23; Eclo 45,16; 1 Cor 10,10

 

6 Al día siguiente, toda la comunidad de los israelitas se puso a murmurar contra Moisés y Aarón diciendo: «Ustedes mataron al pueblo del Señor». 7 Como toda la comunidad se amotinaba contra Moisés y Aarón, estos se postraron ante la Tienda del Encuentro. Entonces vieron que estaba cubierta por la nube y había aparecido la gloria del Señor. 8 Moisés y Aarón se acercaron a la Tienda del Encuentro, 9 y el Señor le habló así a Moisés: 10 «Aléjense de esta comunidad, porque voy a devorarlos en un instante». Ellos se postraron con el rostro en tierra 11 y Moisés dijo a Aarón: «Toma el incensario, colócale fuego que hayas tomado del altar, esparce incienso encima y luego corre rápidamente a donde está la comunidad, para hacer expiación por ella. Porque ya ha salido la ira de la presencia del Señor y ha comenzado la peste». 12 Aarón tomó el incensario como le había dicho Moisés y corrió a colocarse en el centro de la asamblea. En el pueblo ya había comenzado la peste. Aarón echó el incienso e hizo expiación por el pueblo: 13 se colocó en medio, entre los muertos y los que todavía vivían, y entonces la peste se detuvo. 14 Los muertos por la peste fueron cuatro mil setecientos, sin contar los que habían muerto por causa de Coré. 15 Después Aarón volvió a la Tienda del Encuentro, donde estaba Moisés. La peste ya había cesado.

 

Había retoñado la rama de Aarón

Heb 9,4

 

16 El Señor habló así a Moisés: 17 «Ordena a los israelitas que cada tribu te entregue una rama. La entregarán los príncipes de las tribus: doce ramas, una por cada tribu, y en cada rama escribirás el nombre de cada uno de ellos. 18 En la rama de la tribu de Leví escribirás solo el nombre de Aarón, porque habrá una sola rama para el jefe de la tribu de Leví. 19 Las colocarás en la Tienda del Encuentro, frente al Testimonio, allí donde yo me manifiesto a ellos. 20 La rama de aquel a quien yo elija florecerá, y así dejarán de llegar hasta mí las murmuraciones de los israelitas contra ustedes».

21 Moisés lo transmitió a los israelitas, y todos los jefes de las tribus le entregaron doce ramas: una por cada uno de los príncipes de las tribus. Entre estas estaba también la rama de Aarón. 22 Moisés las depositó delante del Señor, en la Tienda del Testimonio. 23 A la mañana siguiente, cuando Moisés fue a la Tienda del Testimonio, vio que había retoñado la rama de Aarón, de la familia de Leví: tenía brotes y flores, y había producido almendras. 24 Moisés sacó de la presencia del Señor todas las ramas y las mostró a los israelitas. Ellos las vieron y cada uno retiró su rama. 25 El Señor habló así a Moisés: «Vuelve a colocar la rama de Aarón delante del Testimonio, para que se conserve como una advertencia para los hijos rebeldes. De esta manera cesarán sus murmuraciones contra mí y ellos no morirán». 26 Moisés hizo como se lo ordenó el Señor.

 

Tú y tus hijos desempeñarán el sacerdocio

Éx 26,1-37; Ez 44,15

 

27 Los israelitas dijeron a Moisés: «¡Vamos a morir! ¡Vamos a perecer! ¡Todos nosotros vamos a perecer! 28 ¡Todo el que se acerque a la Morada del Señor morirá! ¿Moriremos todos nosotros hasta que no quede ni uno solo?».

18, 1 Entonces el Señor dijo a Aarón: «Tú, tus hijos y toda tu familia contigo se harán cargo de las faltas que se refieran al santuario. Tú, junto con tus hijos, se harán cargo de las faltas que se refieran al sacerdocio. 2 Que también se acerquen contigo tus hermanos de la familia de Leví, de la tribu de tu padre. Mientras que tú y tus hijos estarán ante la Tienda del Testimonio, ellos serán tus ayudantes y estarán a tu servicio 3 y al servicio de toda la Tienda, pero no se acercarán a los objetos sagrados ni al altar, para que no mueran ni ellos ni ustedes. 4 Serán tus ayudantes, estarán al servicio de la Tienda del Encuentro, en todas las tareas de la Tienda. Pero ningún extraño se acercará a ustedes. 5 Ustedes desempeñarán el ministerio del santuario y del altar, para que la ira del Señor no se vuelva a desatar contra los israelitas. 6 De entre todos los israelitas, yo elegí a tus hermanos, los levitas. Los entrego a ustedes: son donados al Señor para que se ocupen de las tareas de la Tienda del Encuentro. 7 Tú y tus hijos desempeñarán el sacerdocio y prestarán su servicio en todo lo que se refiere al altar y a lo que se encuentra detrás de la cortina. Yo les doy el sacerdocio como un don. El extraño que se acerque morirá».

 

Les entrego todo lo que me consagren los israelitas

Nm 5,9; Éx  13,11-14; 34,19-20;  Lv 2,3; 10,12-15; Ez 44,30

 

8 El Señor habló así a Aarón: «Te confío el cuidado de todo lo que se separe para mí. A ti y a tus hijos, en razón de la unción, les entrego como decreto perpetuo todo lo que me consagren los israelitas. 9 De las cosas consagradas y no consumidas por el fuego, esto será para ti: todas sus ofrendas, todas sus oblaciones, todos sus sacrificios por el pecado, y todos sus sacrificios de reparación. Estas son cosas sagradas: son para ti y tus hijos, 10 y ustedes se alimentarán de ellas. Todos los varones las podrán comer y serán para ti cosas sagradas. 11 También te pertenece lo que se separa de las ofrendas que han sido balanceadas por los israelitas. Yo las entrego para ti, tus hijos y tus hijas, como decreto perpetuo. Todos los miembros de tu familia que estén puros podrán comerlas. 12 Te doy lo mejor del aceite, del vino y del trigo, así como las primicias que se ofrezcan al Señor. 13 Las primicias de todo lo que produce la tierra serán para ti. Todos los miembros de tu familia que estén puros podrán comerlas. 14 Todo lo que en Israel se declare como anatema será para ti. 15 Todos los primogénitos que se ofrecen al Señor, tanto humanos como animales, serán para ti. Solamente que harás rescatar al primogénito humano y al del animal impuro. 16 Los harás rescatar al mes de haber nacido. Los rescatarás por cinco monedas de plata, monedas del santuario, que pesan diez gramos. 17 Pero al primogénito de la vaca, de la oveja o de la cabra, no lo rescatarás porque es sagrado: derramarás su sangre sobre el altar y harás arder su grasa como sacrificio de suave aroma que se quema para el Señor. 18 Su carne será para ti, así como el pecho que se balancea y la pierna derecha. 19 Te doy como decreto perpetuo todas las porciones de las cosas sagradas que los israelitas reserven para el Señor. Esta es una alianza eterna, que se sella con sal ante el Señor, para ti y tu descendencia».

 

Yo soy tu herencia y tu parte en medio de los israelitas

Lv 27, 30-33; Dt 14,22-29; Jos 13,14; Mal 3,8-10; Eclo 45,20-22

 

20 El Señor dijo a Aarón: «Tú no tendrás una herencia en la tierra de ellos ni poseerás ninguna porción del territorio. Yo soy tu porción y tu herencia en medio de los israelitas. 21 A los levitas les doy como herencia los diezmos de los israelitas como retribución por las tareas que realizan en la Tienda del Encuentro. 22 Los israelitas no volverán a acercarse a la Tienda del Encuentro, porque serán culpables de un pecado y morirán. 23 Los levitas estarán encargados de las tareas en la Tienda del Encuentro y cargarán con sus propias faltas. Es un decreto perpetuo para todos sus descendientes: no tendrán heredad entre los israelitas, 24 porque a los levitas yo les doy como herencia los diezmos que los israelitas pagan al Señor. Por eso he dicho que no tendrán heredad entre los israelitas».

 

Separarán una décima parte para el Señor

Gn 14,20; 28,22

 

25 El Señor habló así a Moisés: 26 «Dirás a los levitas: Cuando reciban de los israelitas el diezmo que yo les doy como herencia, ustedes separarán una décima parte para el Señor, un diezmo del diezmo. 27 Esta ofrenda reservada será considerada como el trigo que se separa de la cosecha y el vino que se separa del lagar. 28 De todos los diezmos que reciban de los israelitas, ustedes harán una ofrenda que entregarán al sacerdote Aarón. 29 Y de todos los dones que reciban, reserven como parte para el Señor lo mejor de todo lo que ha sido consagrado. 30 Les dirás a los levitas: Cuando ustedes hayan separado lo mejor para mí, lo que para los levitas se considera como el producto del trigo o de la viña, 31 ustedes y sus familias lo podrán comer en cualquier lugar, porque esta es la retribución que reciben por sus tareas en la Tienda del Encuentro. 32 Y por esto no cargarán con ningún pecado. Como antes han separado lo mejor, no profanarán las cosas consagradas por los israelitas y no morirán».

 

Una vaca roja sin defectos¨

Lv 14, 4-6; 21,1-3; Heb 9,13; 13,11-13

 

19, 1 El Señor habló así a Moisés y Aarón: 2 «Este es un decreto de la ley que el Señor estableció cuando dijo: “Ordena a los israelitas que te traigan una vaca roja, sin defectos, sin ninguna mancha y que no haya cargado el yugo. 3 Entréguenla al sacerdote Eleazar para que la saque del campamento y la haga inmolar en su presencia. 4 El sacerdote Eleazar mojará su dedo en la sangre de la vaca y hará siete aspersiones en dirección a la entrada de la Tienda del Encuentro. 5 Después, la vaca será quemada en su presencia, con su piel, su carne, su sangre y sus excrementos. 6 El sacerdote tomará madera de cedro, hisopo y lino rojo, y lo echará en el fuego en el que se está quemando la vaca. 7 El sacerdote lavará su ropa, se bañará con agua y regresará al campamento, pero quedará impuro hasta la tarde. 8 También el que quemó la vaca lavará su ropa, se bañará con agua, y quedará impuro hasta la tarde. 9 Un hombre que esté puro recogerá la ceniza de la vaca y la depositará en un lugar puro, fuera del campamento. La comunidad de los israelitas la conservará para hacer el agua para la purificación. Es un sacrificio por el pecado. 10 El que recogió la ceniza de la vaca, lavará su ropa y quedará impuro hasta la tarde. Será un decreto perpetuo para los israelitas y para los forasteros que viven entre ellos.

11 Cualquier persona que toque un cadáver, sea quien fuere el muerto, será impuro durante siete días. 12 Se purificará con aquella agua los días tercero y séptimo, y quedará puro. Pero no quedará puro si no se purifica en esos días tercero y séptimo. 13 Cualquier persona que toque un cadáver, sea quien fuere el muerto, y no se purifica, contamina la Morada del Señor. Esta persona deberá ser excluida de Israel porque el agua de la purificación no se derramó sobre él. Será impuro y la impureza permanece sobre él.

14 Esta es una ley: si una persona muere en una tienda, todo el que entre a la tienda y todo el que esté en la tienda queda impuro durante siete días. 15 Y todo recipiente destapado, que no esté cerrado con tapa o con una cuerda, quedará impuro.

16 Cualquier persona que en el campo toque un muerto por la espada, un cadaver, huesos de hombre o una sepultura, quedará impuro.

17 Para purificar a la persona impura tomarán ceniza de un sacrificio por el pecado, la pondrán en un recipiente y le echarán encima agua corriente. 18 Un hombre puro tomará una rama de hisopo, la mojará en el agua y rociará la tienda y todos los objetos y personas que haya en ella. Hará lo mismo con el que tocó huesos, un asesinado, un muerto o una sepultura. 19 El hombre puro rociará al impuro los días tercero y séptimo, y el séptimo día lo habrá limpiado de su pecado. El hombre impuro lavará sus ropas, se bañará con agua y a la tarde quedará puro. 20 Pero el hombre impuro que no se purificó será excluido de la asamblea, porque ha contaminado el santuario del Señor. El agua de la purificación no se derramó sobre él y es un impuro.

21 Este será para ustedes un decreto perpetuo: el que ha hecho la aspersión con el agua de la purificación lavará su ropa, y el que ha tocado el agua de la purificación, será impuro hasta la tarde. 22 El que fue tocado por una persona impura, quedará impuro, y la persona que lo toque a él quedará impura hasta la tarde».

 

Ustedes no confiaron en mí¨

Éx 17,1–17; Dt 8,15; Sal 95,1-11; 105,41; Neh 9,15; Jn 7,38; 1Cor 10,4

 

20, 1 En el primer mes, toda la comunidad de los israelitas llegó al desierto de Sin y acampó en Cadés. María murió allí y fue sepultada.

2 La comunidad se rebeló contra Moisés y Aarón porque no había agua. 3 El pueblo protestó contra Moisés y le dijo: «¡Ojalá hubiéramos muerto con nuestros hermanos cuando ellos perecieron en presencia del Señor! 4 ¿Por qué trajeron a la asamblea del Señor a este desierto para que en él muramos nosotros y nuestro ganado? 5 ¿Por qué nos sacaron de Egipto para traernos a este lugar horrible, en el que no hay sembrados, ni higueras, ni viñas, ni ganado, ni tenemos agua para beber?».

6 Moisés y Aarón salieron de la asamblea, fueron a la entrada de la Tienda del Encuentro y se postraron con el rostro en tierra. Entonces se les apareció la gloria del Señor. 7 El Señor habló así a Moisés: 8 «Toma tu vara, y junto con tu hermano Aarón reúnan a la comunidad. Después, en presencia de todos ellos, háblale a la roca y ella dará su agua. Harás brotar agua de la roca y darás de beber a la comunidad y al ganado». 9 Moisés tomó la vara que estaba ante el Señor, como se lo había ordenado. 10 Después, junto con Aarón reunió a la asamblea ante la roca, y les dijo: «¡Escúchenme, rebeldes! ¿De esta roca podemos hacer brotar agua para ustedes?». 11 Entonces Moisés levantó la mano y golpeó dos veces la roca con la vara. Brotó agua en abundancia y bebió la comunidad y su ganado.

12 El Señor dijo a Moisés y Aarón: «Ustedes no confiaron en mí y no reconocieron mi santidad ante los israelitas. Por eso no conducirán a esta asamblea hasta la tierra que yo les doy». 13 Estas son las aguas de Meribá, donde los israelitas protestaron contra el Señor y en las que él manifestó su santidad.

 

Edom impidió que Israel pasara por su territorio ¨

Gn 36,1-43; Éx 23,20-33; Dt 2,4-7.27

 

14 Moisés envió mensajeros desde Cadés al rey de Edom: «Así dice tu hermano Israel: tú conoces las dificultades por las que hemos pasado. 15 Nuestros antepasados fueron a Egipto y habitaron allí durante mucho tiempo. Pero los egipcios nos maltrataron a nosotros y a nuestros padres. 16 Entonces clamamos al Señor, él escuchó nuestro clamor y envió a su ángel para que nos sacara de allí. Ahora estamos en Cadés, ciudad que está en la frontera de tu territorio. 17 Por favor, déjanos pasar por tu país. No cruzaremos por campos sembrados ni por viñedos, tampoco beberemos agua de tus pozos. Iremos por el camino principal, sin desviarnos a la derecha ni a la izquierda hasta que pasemos tus fronteras». 18 Pero Edom le respondió: «No pases por mi territorio. Si lo haces, saldré a tu encuentro con la espada». 19 Los israelitas replicaron: «Yo y mis rebaños iremos por el camino principal, y si bebemos tu agua, te pagaremos su precio. No es nada más que pasar a pie». 20 Les respondió: «¡No pases!». Entonces Edom salió a su encuentro, con mucha gente muy armada. 21 Y como Edom impidió que pasara por su territorio, Israel debió dar un rodeo.

 

Aarón murió en la cumbre del monte Or ¨

Nm 33,38-39; Éx 17,7; 29,29

 

22 Toda la comunidad de los israelitas salió de Cadés y llegó a la montaña de Hor. 23 Allí, sobre las fronteras del territorio de Edom, el Señor dijo a Moisés y Aarón: 24 «Aarón morirá e irá a reunirse con los suyos. Él no llegará a la tierra que les doy a los israelitas, porque se rebelaron contra mí junto a las aguas de Meribá. 25 Toma a Aarón y a su hijo Eleazar, y sube con ellos a la montaña de Hor. 26 Le quitarás sus vestimentas a Aarón y se las pondrás a su hijo Eleazar. Aarón morirá allá». 27 Moisés hizo como le ordenó el Señor: subieron a la montaña de Hor en presencia de toda la comunidad, 28 Moisés le quitó a Aarón sus vestimentas y se las puso a su hijo Eleazar. Aarón murió en la cumbre de la montaña de Hor, y Moisés descendió junto con Eleazar. 29 Toda la comunidad vio que había muerto Aarón, y todo Israel hizo duelo por él durante treinta días.

 

El rey de Arad atacó a Israel¨

Nm 33,40; Éx 22,19; Dt 1,44; 7,23-26; 20,10-18; Jos 6, 17-21; 7,1.11-15

 

 

21, 1 Cuando el rey cananeo de Arad, que residía en el Négueb, oyó que Israel llegaba por el camino de Atarín, atacó a Israel y tomó algunos prisioneros. 2 Entonces Israel hizo este voto al Señor: «Si el Señor entrega este pueblo en mis manos, yo consagraré sus ciudades a la destrucción». 3 El Señor escuchó el pedido de Israel y entregó al cananeo en sus manos. Entonces los consagró al exterminio, a ellos y a sus ciudades, y ese lugar se llamó Jormá.

 

Hizo una serpiente de bronce y la colocó sobre un mástil ¨

Dt 2,1; 2 Re 18,14; Sab 16,10-12; Jn 3,14; 1 Cor 10,9

 

4 Partieron de la montaña de Hor por el camino del mar Rojo, rodeando el territorio de Edom. El pueblo se impacientó por el camino 5 y habló contra Dios y contra Moisés diciendo: «¿Por qué nos sacaron de Egipto para hacernos morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y estamos hastiados de este alimento miserable».

6 Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes venenosas para que los mordieran, y así murió mucha gente de Israel. 7 El pueblo se presentó ante Moisés y le dijo: «Hemos pecado porque hablamos contra el Señor y contra ti. ¡Ruega al Señor para que aleje de nosotros esta serpiente!». Moisés intercedió por el pueblo, 8 y el Señor le dijo: «Fabrica una serpiente y colócala sobre un mástil. Todo el que sea mordido y la mire, vivirá». 9 Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó sobre un mástil. Y cuando una serpiente mordía a un hombre, este vivía si miraba la serpiente de bronce.

 

Los israelitas partieron y fueron a acampar¨

Nm 20,8; 33,1-49; Jr 9,24-25; 1 Sm 18,17; 25,28

 

10 Los israelitas partieron y acamparon en Obot. 11 Después dejaron Obot y fueron a acampar en las ruinas de Abarín, en el desierto que está al este de Moab. 12 De allí salieron y acamparon junto al torrente de Záred. 13 Partieron de allí y fueron a acampar del otro lado del Arnón, el río que está en el desierto que comienza en el territorio de los amorreos, porque el Arnón marca la frontera entre el territorio de Moab y el de los amorreos. 14 Por eso se dice en el libro de las Guerras del Señor:

 

«Waeb en Sufá,

el Arnón y sus afluentes,

15 la pendiente de los afluentes

que desciende hacia la región de Ar

y marca el territorio de Moab».

 

16 Desde allí fueron a Ber. A este pozo se refería el Señor cuando le dijo a Moisés: «Reúne al pueblo y le daré agua». 17 Israel entonó entonces este cántico:

 

«Cántenle al pozo: ¡que suba!

18 Es el pozo que excavaron los príncipes,

que excavaron los jefes del pueblo,

con el cetro y con los bastones de mando».

 

Desde el desierto fueron a Mataná; 19 desde Mataná a Najaliel, de Najaliel a Bamot, 20 y de Bamot fueron por el valle que está en el campo de Moab hasta la cumbre del Pisgá desde donde se domina el desierto.

 

Sijón no permitió que Israel pasara por su territorio ¨

Nm 20,14-21; Dt 2,26-35; 29,7; Jue 11,19-21; Jr 48,45-46; Sal 135,11; 136,19¸ Neh 9,22

 

21 Israel envió mensajeros a Sijón, rey de los amorreos, diciéndole: 22 «Pasaré por tu territorio, no me desviaré por campos sembrados ni por viñedos, ni beberé agua de tus pozos. Transitaré por el camino principal hasta que pasemos tu frontera». 23 Pero Sijón no permitió que Israel pasara por su territorio; reunió a toda su gente y salió por el desierto al encuentro de Israel y, al llegar a Yazá, le presentó batalla. 24 Pero Israel lo hirió con la espada y se apoderó de su territorio desde el Arnón hasta el Yaboc, y hasta la frontera de los amonitas que estaba fortificada. 25 Israel se apoderó de todas aquellas ciudades, ocupó todos los pueblos de los amorreos, Jesbón y todas las poblaciones vecinas. 26 Jesbón era la ciudad de Sijón, rey de los amorreos, que había combatido contra el primer rey de Moab y le había quitado todo su territorio hasta el Arnón. 27 Por eso los trovadores cantan:

 

«¡Vengan a Jesbón! ¡Que la ciudad de Sijón sea reconstruida y fortificada!

28 Porque salió fuego de Jesbón, una llama de la ciudad de Sijón,

que devoró Ar de Moab y a los señores de las alturas del Arnón.

29 ¡Ay de ti, Moab! ¡Estás perdido, pueblo de Camós!

Puso en fuga a sus hijos,

y entregó sus hijas como cautivas a Sijón, el rey de los amorreos.

30 Los hemos expulsado.

Está destruido desde Jesbón hasta Dibón.

Hemos devastado desde Nofaj hasta Madabá».

 

31 De esta manera, Israel se estableció en el territorio de los amorreos. 32 Moisés mandó explorar Yazer, se apoderaron de las poblaciones vecinas y saquearon a los amorreos que habitaban allí. 33 Después volvieron y siguieron por el camino que conduce a Basán. Og, el rey de Basán, salió a su encuentro con toda su gente para presentarle batalla en Edreí. 34 El Señor dijo a Moisés: «¡No le temas, porque ya lo entregué en tu poder junto con todo su pueblo y sus tierras! Harás con él lo mismo que hiciste con Sijón, el rey de los amorreos que residía en Jesbón». 35 Lo vencieron a él, a sus hijos y a todo su pueblo, hasta que no quedó ningún sobreviviente, y se apoderaron de su tierra.

22, 1 Después, los israelitas partieron y fueron a acampar en las llanuras de Moab, al otro lado del Jordán, frente a Jericó.

 

Llamaron a Balaán, hijo de Beor, que estaba en Petor¨«

Nm 31,8.16; Dt 23,4-5; Jos 24,9-10; Neh 13,2; 2Pe 2,15-16; Jds 11; Ap 2,14

 

2 Balac, el hijo de Sipor, vio lo que Israel había hecho a los amorreos, 3 y Moab temió ante un pueblo tan numeroso. Moab tuvo temor de los israelitas 4 y dijo a los ancianos de Madián: «Esta asamblea arrasará ahora todo lo que está a nuestro alrededor, así como un buey arrasa el pasto de un campo». En ese tiempo el rey de Moab era Balac, el hijo de Sipor. 5 Él envió mensajeros para que llamaran a Balaán, hijo de Beor, que estaba en Petor, junto al río, en el territorio de los amavitas. Le decía: «Un pueblo que salió de Egipto ha cubierto la superficie de la tierra y se ha establecido frente a mí. 6 ¡Por favor! Te pido que vengas ahora y maldigas de mi parte a este pueblo que es más poderoso que yo. Quizá pueda vencerlo y expulsarlo de mi territorio, porque sé que aquel a quien tú bendices queda bendecido, y que aquel a quien tu maldices queda maldito».

7 Los ancianos de Moab y los ancianos de Madián fueron llevando el importe para pagar por la maldición, y cuando llegaron le transmitieron las palabras de Balac. 8 Él les dijo: «Pasen aquí la noche, y les responderé según lo que me diga el Señor». Los jefes de Moab se quedaron con Balaán. 9 Dios entró donde estaba Balaán y le preguntó: «¿Quiénes son estos hombres que están contigo?» 10 Balaán le respondió a Dios: «Balac, hijo de Sipor, rey de Moab, me ha mandado decir: 11 Un pueblo que salió de Egipto ha cubierto la superficie de la tierra. Te pido que vengas ahora y lo maldigas de mi parte. Quizá pueda vencerlo y expulsarlo». 12 Dios dijo a Balaán: «¡No vayas con ellos! No maldigas a ese pueblo, porque es un pueblo bendito». 13 A la mañana, Balaán se levantó y les dijo a los jefes de Moab: «Vayan a su tierra, porque el Señor no me permite ir con ustedes». 14 Entonces los jefes de Moab se levantaron, regresaron a donde estaba Balac y le dijeron: «Balaán se niega a venir con nosotros».

15 Balac envió entonces jefes más numerosos e ilustres que los primeros. 16 Estos fueron a donde estaba Balaán y le dijeron: «Balac, hijo de Sipor, dice: “Por favor, no te niegues a venir hasta mí. 17 Yo te colmaré de honores y haré todo lo que me digas. Pero te pido por favor que vengas a maldecir en mi nombre a este pueblo”». 18 Balaán respondió a los servidores de Balac: «Aunque Balac me regalara su casa llena de plata y oro, yo no podría desobedecer la orden del Señor mi Dios en ninguna cosa, ni pequeña ni grande. 19 Quédense aquí esta noche y trataré de saber si el Señor me dice algo más». 20 Por la noche entró Dios donde estaba Balaán y le dijo: «¿Acaso estos hombres no han venido a llamarte? Debes levantarte e ir con ellos, pero harás todo lo que yo te diga». 21 Balaán se levantó por la mañana, preparó su mula y partió con los jefes de Moab.

22 Balaán iba montado en su mula, acompañado por sus dos servidores. Cuando se iba, se encendió la ira de Dios y el ángel del Señor se puso en el camino para impedirle el paso. 23 La mula, al ver que el ángel del Señor estaba detenido en el camino con la espada desenvainada en la mano, se apartó del camino y se fue por medio del campo. Balaán le pegó a la mula para que regresara al camino, 24 pero el ángel del Señor volvió a ponerse entre las viñas, en un sendero estrecho que tenía una pared de cada lado. 25 Cuando la mula vio al ángel del Señor, se apretó contra la pared y raspó el pie de Balaán contra el muro. Él volvió a pegarle. 26 El ángel del Señor cambió otra vez de lugar, y se fue a colocar en un sendero estrecho en el que no había espacio para apartarse ni a la derecha ni a la izquierda. 27 La mula vio al ángel del Señor y se echó en tierra con Balaán encima. Balaán se enfureció y comenzó a pegarle con un palo. 28 Entonces el Señor abrió la boca de la mula, que le dijo a Balaán: «¿Qué te hice para que ya me hayas pegado tres veces?». 29 Balaán respondió a la mula: «Porque te burlas de mí. ¡Ojalá tuviera una espada a mi alcance, porque entonces te mataría!». 30 La mula le dijo a Balaán: «¿Acaso yo no soy tu mula, la que has montado siempre hasta el día de hoy? ¿Acaso acostumbro portarme siempre así contigo?». Él le respondió: «No». 31 Entonces el Señor abrió los ojos de Balaán, que vio al ángel del Señor detenido en el camino con la espada desenvainada en la mano. Balaán hizo una reverencia y se postró con el rostro en tierra. 32 El ángel del Señor le dijo: «¿Por qué le pegaste tres veces a la mula? Fui yo el que te impidió el paso, porque para mí este es un camino equivocado. 33 La mula me vio y se apartó de mí tres veces. Ha estado bien que te apartaras, porque de lo contrario ya te habría matado y habría dejado a la mula con vida». 34 Balaán dijo al ángel del Señor: «¡He pecado, porque no sabía que tú me estabas cerrando el camino! Pero si esto te parece mal, ahora mismo regresaré a mi casa». 35 El ángel del Señor dijo a Balaán: «Irás con estos hombres, pero dirás solamente lo que yo te diga». Entonces Balaán partió con los jefes de Balac.

36 Balac supo que iba Balaán y fue a su encuentro en Ar Moab, en la frontera del Arnón, en los confines de su territorio. 37 Balac dijo a Balaán: «¿No te mandé llamar? ¿Por qué no viniste? ¿Acaso yo no puedo recompensarte?». 38 Balaán le respondió: «Ahora he venido, pero no podré decir cualquier cosa: yo diré lo que Dios ponga en mi boca».

39 Balaán partió con Balac y llegaron a Quiriat Jusot. 40 Balac sacrificó bueyes y corderos, y envió porciones de la carne a Balaán y a todos los jefes que estaban con él.

 

¿Cómo maldeciré si Dios no maldice? ¨

Gn 12,2-3; 13,16; 15,5; 22,17; 26,3.24; Miq 6,5

 

41 A la mañana siguiente, Balac hizo subir a Balaán a Bamot Baal, desde donde se veía un extremo del pueblo.

23, 1 Entonces Balaán dijo a Balac: «Constrúyeme aquí siete altares, y prepara siete novillos y siete carneros». 2 Balac hizo lo que le había ordenado Balaán, y junto con él ofreció un novillo y un carnero sobre cada altar. 3 Después Balaán dijo a Balac: «Quédate junto a tus holocaustos; yo iré a ver si el Señor sale a mi encuentro, y te comunicaré lo que me manifieste». Y se fue a una colina.

4 Cuando Dios salió a su encuentro, Balaán le dijo: «Construí siete altares, y ofrecí un buey y un carnero sobre cada uno de ellos». 5 El Señor puso una palabra en la boca de Balaán y le ordenó: «Regresa a donde está Balac y pronuncia esta palabra».

6 Balaán volvió a donde se encontraba Balac junto a sus holocaustos. Junto con él estaban todos los jefes de Moab. 7 Entonces Balaán pronunció esta palabra que le había dicho el Señor:

 

«Balac me hizo venir desde Aram,

el rey de Moab me hizo venir desde las montañas de oriente.

Me dijo: “Te pido que vengas a maldecir a Jacob,

a anunciar males a Israel”.

8 ¿Cómo maldeciré si Dios no maldice?

¿Cómo anunciaré desgracias si el Señor no lo hace?

9 Lo veo desde lo alto de las rocas,

lo contemplo desde las alturas:

es un pueblo que vive aparte,

y no se cuenta entre las naciones.

10 La descendencia de Jacob es como el polvo ¿Quién puede contarla?

Es como la polvareda que levanta el viento ¿Quién puede medirla?

¡Que yo tenga la muerte de los justos,

y que mi fin sea como el de Israel!»

 

11 Balac dijo a Balaán: «¿Qué me has hecho? ¡Te traje para maldecir a mis enemigos y tú los bendices!». 12 Le respondió: «¿Acaso no debo preocuparme por pronunciar todas las palabras que el Señor pone en mi boca?».

 

Bendeciré y no me retractaré

Gn 49,9; 1 Sm 15,29; Mal 3,6; Job 9,32; Mt 2,15

 

13 Balac le dijo: «Vayamos a otro lugar, para que lo veas desde allí. Pero no verás a todo el pueblo, sino solo una parte. Desde allí los maldecirás». 14 Lo llevó entonces al campo de Zofín, junto a la cumbre del monte Pisgá, y construyó siete altares. Sobre cada uno de ellos sacrificó un novillo y un carnero. 15 Después Balaán dijo a Balac: «Quédate junto a tus holocaustos; yo iré hasta allá donde el Señor saldrá a mi encuentro». 16 El Señor puso una palabra en la boca de Balaán y le ordenó: «Regresa a donde está Balac y pronuncia esta palabra». 17 Balaán volvió a donde se encontraba Balac junto a sus holocaustos. Junto con él estaban todos los jefes de Moab. Balac le preguntó: «¿Qué ha dicho el Señor?». 18 Entonces Balaán pronunció esta palabra que le había dicho el Señor:

 

«Levántate, Balac, y escucha;

préstame atención, hijo de Sipor.

19 Dios no es un hombre para mentir

ni es un ser humano para volverse atrás.

¿Acaso no hace lo que dice?

¿No mantiene lo que afirmó?

20  A mí me corresponde bendecir,

entonces bendeciré y no me retractaré.

21 Él no ha visto ninguna maldad en Jacob,

ni vio ninguna calamidad en Israel.

El Señor su Dios está con él,

y en él es proclamado como un rey.

22 Dios lo sacó de Egipto,

y fue para él una defensa tan poderosa

como los cuernos de un búfalo.

23 No vale la maldición contra Jacob,

ni los presagios contra Israel.

En el momento oportuno se dirá a Jacob y a Israel

lo que Dios va a hacer.

24 ¡Mira! Un pueblo salta como una leona,

y se levanta como un león.

No se volverá a tumbar hasta devorar la presa,

y hasta beber la sangre de sus víctimas.

 

25 Balac dijo a Balaán: «Si no lo maldices, al menos no lo bendigas». 26 Balaán le respondió: «¿No te dije que yo haré todo lo que diga el Señor?»

 

De Jacob avanza una estrella, de Israel surge un cetro ¨

Gn 12,2-3; 49,10; 2 Sm 8,2; 1 Cr 18,2; Ap 22,16

 

27 Balac dijo a Balaán: «¡Vamos! Te llevaré a otro lugar. Quizá le agrade a Dios que lo maldigas desde allí». 28 Entonces Balac llevó a Balaán hasta la cumbre del monte Peor, desde donde se domina la extensión del desierto. 29 Balaán dijo a Balac: «Constrúyeme aquí siete altares, y prepárame siete novillos y siete carneros». 30 Balac hizo como le había ordenado Balaán, y colocó un novillo y un carnero sobre cada altar.

24, 1 Balaán vio que el Señor se complacía en bendecir a Israel, y no fue como las otras veces en busca de los presagios, sino que se volvió a contemplar el desierto. 2 Cuando levantó los ojos y vio a Israel acampado por tribus, el espíritu del Señor vino sobre él 3 y pronunció esta palabra que le había dicho el Señor:

                                                              

«Oráculo de Balaán, hijo de Beor;

oráculo del hombre que ve con claridad;

4 oráculo del que escucha las palabras de Dios;

del que contempla las visión del Poderoso,

y cae en éxtasis con los ojos abiertos.

5 ¡Qué hermosas son tus tiendas, Jacob,

y tus moradas, Israel!

6 Como torrentes que se extienden;

como jardines a orillas de un río;

como áloes que plantó el Señor;

como cedros junto a las aguas.

7 Gotas de rocío caen de sus ramas

y aguas abundantes riegan sus sembrados.

Su rey se eleva por encima de Agag,

y su reino se fortalece.

8 Dios lo sacó de Egipto

y fue para él una defensa tan poderosa

como los cuernos de un búfalo.

Devora a las naciones enemigas,

les quebranta los huesos,

y las atraviesa con sus flechas.

9  Se recuesta, se echa en tierra,

como un león, como una leona.

¿Quién lo hará levantar?

¡Bendito sea el que te bendiga!

¡Maldito sea el que te maldiga!».

 

10 Balac se indignó contra Balaán, golpeó sus manos y le dijo: «¡Te llamé para que maldigas a mis enemigos, y tú ya lo has bendecido tres veces! 11 ¡Regresa ahora a tu país! Te había prometido colmarte de honores, pero el Señor te ha privado de ellos». 12 Balaán respondió a Balac: «¿No es esto lo que les dije a los mensajeros que tú enviaste: 13 “Aunque Balac me regale su casa llena de plata y oro,  yo no puedo desobedecer la orden del Señor haciendo el bien o el mal por mi cuenta. Yo diré lo que diga el Señor”. 14 Ahora que estoy por partir para mi país, te informaré lo que este pueblo hará al tuyo al final de los días». 15 Entonces Balaán pronunció esta palabra que le había dicho el Señor:

 

«Oráculo de Balaán, hijo de Beor;

oráculo del hombre que ve con claridad;

16 oráculo del que escucha las palabras de Dios,

y conoce la ciencia del Altísimo;

del que contempla la visión del Poderoso,

y cae en éxtasis con los ojos abiertos.

17 Lo veo, pero no es ahora;

lo contemplo, pero no de cerca:

De Jacob avanza una estrella,

de Israel surge un cetro

que destrozará las cabezas de Moab,

los cráneos de todos los descendientes de Set.

18 Edom será conquistado,

también será conquistado Seír

e Israel ampliará su poder.

19 De Jacob sale un dominador

que extermina lo que resta de la ciudad».

 

20 Después Balaán vio a Amalec y pronunció esta palabra que le había dicho el Señor:

 

«Amalec es primicia de las naciones,

pero al final perecerá para siempre».

 

21 Vio a los quenitas y pronunció esta palabra que le había dicho el Señor:

 

«Tu morada es segura,

porque pusiste tu nido sobre la roca.

22 Sin embargo, Caín será devastado.

¿Hasta cuándo serás cautivo de Asur?»

 

23 Luego pronunció esta palabra que le había dicho el Señor:

 

«¡Ay! ¿Quién sobrevivirá cuando Dios haga esto?

24 ¡Vienen naves de Quitin!

¡Abaten a Asur, abaten a Héber!

Pero él también perecerá para siempre».

 

25 Después Balaán partió y regresó a su país. Balac también regresó por su camino.

 

Israel rindió culto al Baal de Peor ¨

Nm 31,8.16; Dt 4,3; 23,4; Jos 22,17; Sal 106,28-31; Esd 9,1-2; Neh 13,1.23-31; 1 Mac 2,54;  Eclo 45-23-24

 

25 1 Israel se estableció en Sitín y el pueblo se entregó a la fornicación con las mujeres moabitas. 2 Estas invitaron al pueblo a participar en los sacrificios que ofrecían a sus dioses; entonces fueron, se postraron ante ellos y comieron de la carne de sus sacrificios. 3 Israel rindió culto al Baal de Peor, y por esa razón la ira del Señor se desató contra Israel. 4 Entonces el Señor dijo a Moisés: «Toma a todos los jefes del pueblo y cuélgalos ante el Señor, cara al sol, para que la ira del Señor se aparte de Israel». 5 Moisés dijo a los jueces de Israel: «Que cada uno mate a los hombres de su grupo que hayan rendido culto al Baal de Peor». 6 Y sucedió que un israelita fue, y presentó a sus hermanos una mujer madianita, en presencia de Moisés y de toda la comunidad de los israelitas. Ellos estaban llorando ante la entrada de la Tienda del Encuentro. 7 Pinjás, hijo de Eleazar, nieto del sacerdote Aarón, lo vio y se levantó en medio de la comunidad, 8 tomó su lanza y, siguiendo al israelita, fue hasta la tienda y los atravesó a los dos por el vientre, al israelita y a la mujer madianita. De esta manera cesó la peste que estaba asolando a los israelitas. 9 Los que murieron por esta peste fueron veinticuatro mil.

10 El Señor habló así a Moisés: 11 «Pinjás, hijo de Eleazar, nieto del sacerdote Aarón, apartó mi furor contra los israelitas, cuando en medio de ustedes actuó con celo por mí, y por esa razón no exterminé con furor a los israelitas. 12 Por eso digo: le concedo a él una alianza de paz, 13 que para él y para todos sus descendientes será una alianza de sacerdocio eterno. Porque tuvo celo por su Dios celebrará la expiación por los israelitas».

14 El israelita al que mataron con la mujer madianita se llamaba Zimrí, hijo de Salú, y era uno de los jefes de la tribu de Simeón. 15 La mujer madianita que murió con él se llamaba Cosbí, hija de Zur, jefe de una tribu de Madián.

16 El Señor habló así a Moisés: 17 «Ataquen a los madianitas y extermínenlos, 18 porque ellos los atacaron a ustedes y los engañaron en el caso de Peor y de su hermana Cosbí, la hija del jefe madianita, a la que mataron en el día de la peste que se desató por causa del pecado de Peor».

 

III. LLEGADA A LAS ORILLAS DEL JORDÁN

PREPARACIÓN PARA LA ENTRADA EN LA TIERRA PROMETIDA¨­

 

Hagan un censo de toda la comunidad de los israelitas ¨

Nm 1,1-54: Gn 46,8-27; Éx 12,37

 

19 Después de la peste, 26, 1 el Señor dijo a Moisés y a Eleazar, el hijo del sacerdote Aarón: 2 «Hagan un censo de toda la comunidad de los israelitas por familias descendientes de su patriarca, y registren a los mayores de veinte años que son aptos para formar parte del ejército en Israel». 3 Moisés y el sacerdote Eleazar les hablaron en las llanuras de Moab, a orillas del Jordán, frente a Jericó, diciéndoles: 4 «Harán un censo de todos los varones mayores de veinte años, así como el Señor le ordenó a Moisés».

Los israelitas que salieron de Egipto fueron:

5 Rubén, el primogénito de Israel y sus descendientes: Janoc y el clan de los janoquitas; Falú y el clan de los faluitas; 6 Jesrón, el clan de los jesronitas; de Carmí, el clan de los carmitas. 7 Estos son los clanes de los rubenitas. El número total de ellos era cuarenta y tres mil setecientos treinta. 8 Los descendientes de Falú: Eliab. 9 Los descendientes de Eliab: Nemuel, Datán y Abirán. Datán y Abirán fueron los delegados de la comunidad que se amotinaron contra Moisés y Aarón junto con los compañeros de Coré, que se habían rebelado contra el Señor, 10 y la tierra abrió su boca y los devoró junto con Coré. Cuando murieron todos ellos, el fuego devoró doscientos cincuenta hombres. Esto fue un escarmiento para todos, 11 pero los hijos de Coré no murieron.

12 Los descendientes de Simeón por clanes: Namuel y el clan de los namuelitas; Yamín y el clan de los yaminitas; Yaquín y el clan de los yaquinitas; 13 Zéraj y el clan de los zerajitas; Saúl y el clan de los saulitas. 14 Estos son los clanes de los simeonitas: veintidós mil doscientos.

15 Los desciendientes de Gad por clanes: Safón y el clan de los safonitas; Jaguí y el clan de los jaguitas; Suní y el clan de los sunitas; 16  Ozní y el clan de los oznitas; Erí y el clan de los eritas; 17 Arod y el clan de los aroditas; Arelí y el clan de los arelitas. 18 Estos son los clanes de los descendientes de Gad. Fueron registrados cuarenta mil quinientos.

19 Los hijos de Judá fueron Er y Onán, que murieron en la tierra de Canaán. 20 Los desciendientes de Judá por clanes fueron: Selá y el clan de los selitas; Peres y el clan de los peresitas; Zéraj y el clan de los zerajitas. 21 Los descendientes de Peres fueron: Jesrón y el clan de los jesronitas; Jamul y el clan de los jamulitas. 22 Estos son los clanes de los descendientes de Judá. Fueron registrados setenta y seis mil quinientos.

23 Los descendientes de Isacar por clanes: Tolá y el clan de los tolitas; Puvá y el clan de los puvitas; 24 Yasub y el clan de los yasubitas; Simrón y el clan de los simronitas. 25 Estos son los clanes de Isacar. Fueron registrados sesenta y cuatro mil trescientos.

26 Los descendientes de Zabulón por clanes: Séred y el clan de los sereditas; Elón y el clan de los elonitas; Yajleel y el clan de los yajleelitas. 27 Estos son los clanes de los zabulonitas. Fueron registrados sesenta mil quinientos.

28 Los descendientes de José por clanes: Manasés y Efraín. 29 Los descendientes de Manasés: Maquir y el clan de los maquiritas. Maquir fue el padre de Galaad; Galaad y el clan de los galaaditas. 30 Estos son los descendientes de Galaad: Yézer y el clan de los yezeritas; Jélec y el clan de los jelequitas; 31 Asriel y el clan de los asrielitas; Siquén y el clan de los siquemitas; 32 Semidá y el clan de los semiditas; Jéfer y el clan de los jeferitas. 33 Selofjad, el hijo de Jéfer no tuvo hijos, sino solo hijas; los nombres de las hijas de Selofjad eran Majlá, Noá, Joglá, Milcá y Tirsá. 34 Estos son los clanes de Manasés. Fueron registrados cincuenta y dos mil setecientos.

35 Los descendientes de Efraín por clanes: Sutalaj y el clan de los sutalitas; Béquer y el clan de los bequeritas; Taján y el clan de los tajanitas. 36 Estos son los descendientes de  Sutalaj: Erán y el clan de los eranitas. 37 Estos son los clanes de los descendientes de Efraín. Fueron registrados treinta y dos mil quinientos. Estos son los descendientes de José por clanes.

38 Los descendientes de Benjamín por clanes: Bela y clan de los belaítas; Asbel y el clan de los asbelitas; Ajirán y el clan de los ajiranitas; 39 Sufán y el clan de los sufanitas; Jufán y el clan de los jufanitas. 40 Los hijos de Bela fueron Ard y Naamán: Ard y el clan de los arditas; Naamán y el clan de los naamitas. 41 Estos son los descendientes de Benjamin por clanes. Los registrados fueron cuarenta y cinco mil seiscientos.

42 Los descendientes de Dan por clanes: Suján y el clan de los sujanitas. Estos eran los clanes de Dan según sus familias. 43 Todos los clanes sujanitas que se registraron fueron sesenta y cuatro mil cuatrocientos.

44 Los descendientes de Aser por clanes: Yimná y el clan de los yimnítas; Yisví y el clan de los yisvitas; Beriá y el clan de los beriaítas. 45 De los hijos de Beriá: Jéber y el clan de los jeberitas; Malquiel y el clan de los malquielitas. 46 La hija de Aser se llamaba Séraj. 47 Estos son los descendientes de Aser. Fueron registrados cincuenta y tres mil cuatrocientos.

48 Los descendientes de Neftalí por clanes: Yajseel y el clan de los yajseelitas; Guní y el clan de los gunitas; 49 Yéser y el clan de los yeseritas; Silén y el clan de los silenitas. 50 Estos son los descendientes de Neftalí por clanes. Los registrados fueron cuarenta y cinco mil cuatrocientos.

51 El total de los israelitas fue de seiscientos un mil setecientos treinta.

 

La tierra deberá ser dividida por sorteo ¨

Num 33,50-56; 34,16-29; Jos 14,1-2

 

52 El Señor habló así a Moisés: 53 «Deberás dividir la tierra entre todos estos, para que la reciban como herencia, de acuerdo con el número de los registrados en el censo. 54 A un grupo más grande le darás una herencia mayor, y al pequeño le darás una herencia menor. Cada uno recibirá una herencia de acuerdo con el número de los registrados. 55 Pero la tierra deberá ser dividida por sorteo entre las tribus descendientes de los patriarcas. 56 La herencia se dividirá por sorteo entre las más grandes y las más pequeñas».

 

La familia de Leví ¨

Nm 3,1-4; Éx 2,1-2; 6,16–25; Lv 10,1-2; 1 Cr 6,1-15

 

57 Estos fueron los miembros de la familia de Leví, por clanes, que se registraron en el censo: de Guersón, el clan de los guersonitas; de Queat, el clan de los queatitas; de Merarí, el clan de los meraritas.

58 Estos son los clanes de Leví: los libnitas, los hebronitas, los majlitas, los musitas y los coraítas. Queat fue el padre de Amrán. 59 La esposa de Amrán se llamaba Yoquébed, era hija de Leví y había nacido en Egipto. De su esposo Amrán ella tuvo a Aarón y Moisés, y María su hermana. 60 Los hijos de Aarón fueron Nadab, Abihú, Eleazar, e Itamar. 61 Pero Nadab y Abihú murieron cuando ofrecieron un fuego profano ante el Señor. 62 El total de los registrados fue de veintitrés mil, todos varones mayores de un mes. Pero no fueron registrados junto con el pueblo de Israel porque no tenían herencia junto con los demás israelitas.

 

El censo de Israel en las llanuras de Moab

Nm 14,26-38; Eclo 16,10

 

63 Estos fueron registrados por Moisés y el sacerdote Eleazar, que hicieron el censo de Israel en las llanuras de Moab, a orillas del Jordán, frente a Jericó. 64 Pero entre ellos no había ninguno de los hombres registrados por Moisés y el sacerdote Aarón cuando hicieron el censo de los israelitas en el desierto del Sinaí, 65 porque el Señor había dicho con respecto a ellos: «Morirán en el desierto». Ninguno de ellos sobrevivió, excepto Caleb, el hijo de Jefoné, y Josué, el hijo de Nun.

 

Las hijas de Selofjad recibirán la herencia paterna ¨

Nm 36,1-12; Dt 21,15-17; 25,5-10; Jos 17,3-4; Rut 3-4

 

27, 1 Se presentaron las hijas de Selofjad, hijo de Jéfer, hijo de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés, de los clanes de Manasés, hijo de José. Las hijas se llamaban: Majlá, Noá, Joglá, Milcá, y Tirsá. 2 Ellas se presentaron ante Moisés, el sacerdote Eleazar, los jefes y toda la comunidad en la entrada de la Tienda del Encuentro, y dijeron: 3 «Nuestro padre murió en el desierto, pero no estaba entre los que se amotinaron contra el Señor, en la rebelión de Coré. Él murió como consecuencia de sus propios pecados y no tenía hijos. 4 ¿Por qué el nombre de nuestro padre deberá ser borrado de su clan, por el hecho de que no tenía hijos? Danos una posesión entre los hermanos de nuestro padre».

5 Moisés presentó el caso de ellas ante el Señor, 6 y el Señor le respondió: 7 «Las hijas de Selofjad tienen razón. Les darás una herencia entre los hermanos de su padre y ellas recibirán la herencia paterna. 8 Después dirás al pueblo de Israel: Si un hombre muere sin tener hijos varones, ustedes entregarán su herencia a sus hijas. 9 Si no tiene una hija, entonces entregarán su herencia a los hermanos del difunto. 10 Y si tampoco tiene hermanos, entregarán su herencia a los tíos del difunto. 11 Y si no tiene tíos, entonces ustedes darán su herencia a su pariente más cercano, y él tomará posesión de ella». Esta deberá ser una norma del derecho para los israelitas, de acuerdo con lo que el Señor le ordenó a Moisés.

 

Tomarás a Josué, el hijo de Nun, y le impondrás las manos ¨

Nm 14,30; 20,12; Dt 1,37-38; 31,8; 32,48-52; 34,1-4.9 // 27,17: Mt 9,36; Mc 6,34

 

12 El Señor dijo a Moisés: «Sube a este monte Abarín, y mira la tierra que he dado a los israelitas. 13 Después que la hayas visto, tú también morirás e irás a reunirte con tus antepasados, así como tu hermano Aarón, 14 porque ustedes se rebelaron contra mi en el desierto de Sin, y no mostraron mi santidad haciendo brotar agua ante ellos, cuando la comunidad protestaba». -Estas son las aguas de Meribá de Cadés en el desierto de Sin-. 15 Moisés respondió al Señor: 16 «¡Que el Señor, el Dios de los espíritus de todos los mortales, ponga al frente de la comunidad un hombre 17 que vaya y vuelva siempre delante de ella, que la haga entrar y salir, para que la comunidad del Señor no sea como ovejas que no tienen pastor». 18 El Señor dijo a Moisés: «Tomarás a Josué, el hijo de Nun, un hombre en el que está el espíritu, y le impondrás las manos. 19 Lo presentarás después al sacerdote Eleazar y a toda la comunidad, y le darás instrucciones delante de todos ellos. 20 Le delegarás parte de tu autoridad, para que toda la comunidad de los israelitas le obedezca. 21 Se presentará ante el sacerdote Eleazar, que consultará el juicio del Señor acerca de él por medio del urim. Cuando él lo diga, todos saldrán, y cuando él lo diga, todos entrarán, él y toda la comunidad de los israelitas».  22 Moisés hizo todo lo que le ordenó el Señor: llevó a Josué, lo presentó al sacerdote Eleazar y a toda la comunidad, 23 le impuso las manos y le dio instrucciones, así como el Señor lo había dicho por medio de Moisés.

 

Esta es la ofrenda que ustedes presentarán cada día al Señor ¨

Éx 29,38-46

 

28, 1 El Señor habló así a Moisés: 2 «Ordena a los israelitas que tengan cuidado de ofrecer en el debido tiempo mis ofrendas, mi alimento, las ofrendas para ser quemadas, y el perfume que me agrada. 3 Les dirás: Esta es la ofrenda que ustedes presentarán cada día al Señor para ser quemada: dos corderos de un año sin defectos, como una ofrenda perpetua. 4 Ofrecerán un cordero por la mañana y otro por la tarde, 5 junto con la ofrenda de cuatro kilos de harina de la mejor calidad, amasada con dos litros de aceite. 6 Este es el holocausto perpetuo que se ofrecía en el monte Sinaí como aroma agradable, una ofrenda que se quemaba en honor del Señor. 7 La libación correspondiente será de dos litros para cada cordero. En el santuario harán para el Señor la libación de bebida fermentada. 8 Por la tarde ofrecerán el otro cordero, con la misma ofrenda de harina y la misma libación que se hizo por la mañana, como sacrificio que se quema, aroma agradable para el Señor.

 

El día sábado

Éx 20,8-11; Ez 46,4-5; Mt 12,5

 

9 El día sábado ofrecerás dos corderos de un año sin defecto y una ofrenda de nueve kilos de harina de buena calidad, amasada con aceite y las correspondientes libaciones. 10 Este es el holocausto del sábado, además de la ofrenda perpetua y sus libaciones.

 

El primer día de cada mes

Nm 10,10; 1 Sm 20,5; 2 Re 4,23; Is 1,13-14; Ez 46,6-7; Os 2,13; Am 8,5

 

11 El primer día de cada mes ofrecerás un holocausto al Señor: dos novillos, un carnero, siete corderos de un año sin defecto, 12 junto con la ofrenda, para cada novillo, de trece kilos y medio de harina de buena calidad, amasada con aceite; y para el carnero, de nueve kilos de harina de buena calidad, amasada con aceite. 13 Con cada cordero ofrecerás cuatro kilos y medio de harina de buena calidad, amasada con aceite; es un holocausto de suave fragancia, un aroma suave que se quema en honor del Señor. 14 Las libaciones serán de cuatro litros de vino por cada novillo, de dos litros y medio de vino por el carnero, y de dos litros de vino por cada cordero. Este es el holocausto que se ofrecerá todos los meses durante todo el año. 15 Además del sacrificio perpetuo y su libación, ofrecerás al Señor un chivo como sacrificio por el pecado con su libación.

 

La Pascua del Señor

Éx 12,1-28; Lv 23,5-8; Dt 16,1-8; Ez 45,18-24

 

16 El día catorce del primer mes es la Pascua del Señor, 17 y el día quince de ese mes es fiesta. Durante siete días se comerá pan sin levadura. 18 El día primero habrá una asamblea sagrada. Ese día ustedes no harán ningún trabajo, 19 y ofrecerán como holocausto al Señor dos novillos, un carnero y siete corderos de un año; todos ellos, sin defecto. 20 La oblación de harina amasada con aceite será de trece kilos y medio por cada novillo, de nueve kilos por el carnero, 21 y de cuatro kilos y medio por cada cordero. 22 Además, ofrecerás un chivo como expiación por ustedes. 23 Ustedes ofrecerán todo esto además del holocausto de la mañana, que es el sacrificio perpetuo, 24 y lo harán durante siete días. Es un alimento que se quema, un suave aroma para el Señor que se ofrecerá además del holocausto diario y de su libación. 25 En el día séptimo ustedes tendrán una asamblea sagrada y no harán ningún trabajo.

 

El día de las primicias

Éx 23,14; 34,22; Lv 23,15-21; Dt 16,9-12

 

26 El día de las primicias, en el que ofrecen al Señor los frutos nuevos en la fiesta de las Semanas, ustedes tendrán una asamblea sagrada y no harán ningún trabajo 27 y ofrecerán como aroma grato al Señor un holocausto de dos novillos, un carnero y siete corderos de un año. 28 La oblación de harina amasada con aceite será de trece kilos y medio por cada novillo, nueve kilos por el carnero, 29 y cuatro kilos y medio por cada cordero. 30 También ofrecerán un chivo como expiación por ustedes. 31 Ofrecerán todo esto, además del holocausto perpetuo, de su ofrenda y su libación. Preocúpense de que todo sea sin defecto.

 

El séptimo mes

Nm 10,10; Lv 16; 23,23-32

 

29, 1 En el primer día del séptimo mes ustedes tendrán una asamblea sagrada, no harán ningún trabajo y deberán hacer sonar las trompetas. 2 Ofrecerán como aroma grato al Señor un holocausto de un novillo, un carnero y siete corderos sin defecto de un año. 3 La oblación de harina amasada con aceite será de trece kilos y medio por el novillo, nueve kilos por el carnero, 4 y cuatro kilos y medio por cada cordero. 5 También ofrecerán un chivo como expiación por ustedes.  6 Ofrecerán todo esto, además del holocausto del primer día del mes, de su ofrenda y su libación, como está ordenado: un aroma agradable, una ofrenda que se quema en honor del Señor.

7 El décimo día del séptimo mes ustedes tendrán una asamblea sagrada, ayunarán y no harán ningún trabajo. 8 Ofrecerán como aroma grato al Señor un holocausto de un novillo, un carnero y siete corderos de un año que no tengan ningún defecto. 9 La oblación de harina amasada con aceite será de trece kilos y medio por el novillo, nueve kilos por el carnero, 10 y cuatro kilos y medio por cada cordero. 11 Y un chivo como expiación por ustedes, además del holocausto perpetuo, de su ofrenda y su libación.

 

Una fiesta de siete días en honor del Señor

Éx 23,16; Lv 23,33-43; Dt 16,13-17; Neh 8,14-17; Jn 7,2.37-38

 

12 En el día quince del séptimo mes ustedes tendrán una asamblea sagrada, no harán ningún trabajo, harán una fiesta de siete días en honor del Señor 13 y ofrecerán un holocausto como aroma grato al Señor.

El primer día trece novillos, dos carneros y catorce corderos de un año; todos ellos, sin defecto. 14 La oblación de harina amasada con aceite será de trece kilos y medio por cada uno de los trece novillos, nueve kilos por cada uno de los carneros, 15 y cuatro kilos y medio por cada uno de los catorce corderos. 16 También ofrecerán un chivo como expiación por ustedes, además del holocausto perpetuo, de su ofrenda y su libación.

17 El segundo día ofrecerán doce novillos, dos carneros y catorce corderos de un año; todos ellos, sin defecto, 18 con su ofrenda y su libación, según el número de novillos, carneros y corderos, como está ordenado. 19 También ofrecerán un chivo como expiación por ustedes, además del holocausto perpetuo, de su ofrenda y su libación.

20 El tercer día ofrecerán once novillos, dos carneros y catorce corderos de un año; todos ellos, sin defecto, 21 con su ofrenda y su libación, según el número de novillos, carneros y corderos, como está ordenado. 22 También ofrecerán un chivo como expiación por ustedes, además del holocausto perpetuo, de su ofrenda y su libación.

23 El cuarto día ofrecerán diez novillos, dos carneros y catorce corderos de un año; todos ellos, sin defecto, 24 con su ofrenda y su libación, según el número de novillos, carneros y corderos, como está ordenado. 25 También ofrecerán un chivo como expiación por ustedes, además del holocausto perpetuo, de su ofrenda y su libación.

26 El quinto día ofrecerán nueve novillos, dos carneros y catorce corderos de un año; todos ellos, sin defecto, 27 con su ofrenda y su libación, según el número de novillos, carneros y corderos, como está ordenado. 28 También ofrecerán un chivo como expiación por ustedes, además del holocausto perpetuo, de su ofrenda y su libación.

29 El sexto día ofrecerán ocho novillos, dos carneros y catorce corderos de un año; todos ellos, sin defecto, 30 con su ofrenda y su libación, según el número de novillos, carneros y corderos, como está ordenado. 31 También ofrecerán un chivo como expiación por ustedes, además del holocausto perpetuo, de su ofrenda y su libación.

32 El séptimo día ofrecerán siete novillos, dos carneros y catorce corderos de un año; todos ellos, sin defecto, 33 con su ofrenda y su libación, según el número de novillos, carneros y corderos, como está ordenado. 34 También ofrecerán un chivo como expiación por ustedes, además del holocausto perpetuo, de su ofrenda y su libación.

35 El día octavo ustedes tendrán una asamblea sagrada, no harán ningún trabajo, 36 y ofrecerán un holocausto como aroma grato al Señor: un novillo, un carnero y siete corderos de un año; todos ellos, sin defecto 37 con su ofrenda y su libación, según el número de novillos, carneros y corderos, como está ordenado. 38 También ofrecerán un chivo como expiación por ustedes, además del holocausto perpetuo, de su ofrenda y su libación.

39 Estos son los sacrificios que deberán ofrecer al Señor en los días festivos, además de los que hagan para cumplir sus votos, las oblaciones voluntarias, holocaustos, ofrendas, libaciones y sacrificios de comunión».

30, 1 Moisés comunicó todas estas cosas a los israelitas, así como el Señor se lo ordenó.

 

Si una mujer hace un voto¨

Gn 28,20-22; Dt 23,22-24;  Jue 11,30-34; Sal 56,13; Ecl 5,3-5; Eclo 18,22

 

 2 Moisés habló así a los jefes de las tribus de los israelitas: «Esto es lo que ha ordenado el Señor: 3 Si un hombre hace un voto al Señor o se compromete con un juramento, no se retractará de su palabra. Cumplirá lo que ha prometido. 4 En el caso de que una mujer joven, habitando todavía en casa de su padre, haga un voto o se comprometa con un juramento, 5 si su padre conoce este voto o este compromiso y no le dice nada, entonces serán válidos todos sus votos y compromisos. 6 Pero si el padre, el mismo día que lo conoce, desaprueba cualquier voto o compromiso de ella, entonces ese voto o ese compromiso no será válido. El Señor no se lo tendrá en cuenta porque su padre lo ha desaprobado. 7 Si ella se casa estando ligada por un voto o un compromiso con el que se obligó sin pensarlo bien, 8 y su marido no lo desaprueba en el mismo día en que se entera, entonces será válido el voto o el compromiso que ella haya contraído. 9 Pero si el marido, el mismo día que lo conoce, desaprueba cualquier voto o compromiso con el que ella se obligó sin pensarlo bien, entonces ese voto o ese compromiso no será válido y el Señor no se lo tendrá en cuenta. 10 El voto de una mujer viuda o repudiada, así como todos los compromisos contraídos por ella, son válidos.

11 Si una mujer, estando en casa de su marido, hace un voto o se compromete bajo juramento, 12 y su marido no le dice nada ni lo desaprueba cuando lo conoce, entonces ese voto o ese compromiso será válido. 13 Pero si el marido lo desaprueba el mismo día que lo conoce, nada de lo que ha dicho será válido, ni voto ni compromiso. El Señor no lo tendrá en cuenta porque su marido lo anuló. 14 El marido puede confirmar o anular cualquier voto o compromiso de su mujer que sea penoso para ella. 15 Pero si hasta el día siguiente el marido no le ha dicho nada, es porque ha confirmado cualquier voto o compromiso que ella ha contraído. Lo confirma si no le dice nada el mismo día que lo conoce. 16 Pero si lo anula después de haberlo conocido, entonces se hará responsable de este pecado».

17 Estos son los preceptos que el Señor le ordenó a Moisés, con respecto a las relaciones entre el marido y la mujer, y entre el padre y la hija, cuando esta es joven y habita en la casa de su padre.

 

¡Que los israelitas vayan a vengarse de los madianitas! ¨

Nm 25,16-18; Jos 13,21-22: Jue 6-8; 1 Sm 15,1-33; Ap 2,14

 

31, 1 El Señor habló así a Moisés: 2 «¡Que los israelitas vayan a vengarse de los madianitas! Después de eso, tú morirás e irás a reunirte con tus antepasados». 3 Entonces Moisés habló al pueblo en estos términos: «Que algunos hombres de entre ustedes -mil hombres por cada tribu- se preparen para la guerra, y vayan a ejecutar la venganza del Señor contra Madián. 4 Enviarán a la guerra mil hombres de cada una de las tribus de todo Israel».

5 Entre los millares de Israel se reclutaron mil hombres por cada tribu. Eran doce mil hombres preparados para la guerra. 6 Moisés envió mil hombres por cada una de las tribus, y con ellos iba Pinjás, el hijo del sacerdote Eleazar, que llevaba los objetos sagrados y las trompetas para dar las señales del combate. 7 Atacaron a Madián, como les había ordenado Moisés, y mataron a todos los varones 8 y a los cinco reyes de Madián: Eví, Requen, Zur, Jur y Reba. Además mataron con la espada a Balaán, el hijo de Beor. 9 Los israelitas tomaron cautivas a las mujeres madianitas y a sus niños, se llevaron como botín todo su ganado, sus rebaños y sus bienes, 10 e incendiaron las ciudades habitadas por ellos y todos sus campamentos. 11 Después reunieron todo lo que habían capturado, personas y animales, 12 y todo esto, los cautivos, lo que habían saqueado y el botín, lo llevaron al campamento, en las estepas de Moab, en las orillas del Jordán, frente a Jericó, para presentarlo a Moisés, al sacerdote Eleazar y a la comunidad de los israelitas.

13 Moisés, el sacerdote Eleazar y los jefes de la comunidad salieron a su encuentro fuera del campamento. 14 Pero Moisés se indignó con los jefes de las tropas que regresaban de la batalla, los que comandaban miles y los que comandaban centenares, 15 y les dijo: «¿Por qué dejaron con vida a todas las mujeres? 16 ¡Ellas son las que siguiendo el consejo de Balaán hicieron que los israelitas pecaran contra el Señor con el culto a Baal Peor, y por eso la comunidad del Señor fue castigada con la peste! 17 ¡Maten ahora a todos los niños varones, y también a todas las mujeres que hayan tenido relaciones sexuales con algún hombre! 18 Pero a todas las niñas que se conserven vírgenes, déjenlas con vida para que sean para ustedes. 19 Todos ustedes, los que hayan matado a alguien o hayan tocado un cadáver, acamparán fuera del campamento durante siete días, y junto con sus cautivos deberán purificarse el tercero y el séptimo día. 20 También deberán purificar todas sus ropas, todos sus objetos de cuero, todos los tejidos de pelo de cabra y todos los objetos de madera».

21 El sacerdote Eleazar dijo a todos los hombres del ejército que volvían de la batalla: «Este es el precepto de la ley que el Señor ordenó a Moisés: 22 el oro, la plata, el bronce, el hierro, el estaño y el plomo; 23 es decir, todo lo que puede pasar por el fuego quedará purificado cuando lo pasen por el fuego o por el agua. Y todo lo que no puede pasar por el fuego lo purificarán con agua. 24 El séptimo día ustedes lavarán sus ropas y quedarán puros. Después de esto podrán entrar al campamento».

 

El reparto del botín de Madián

1 Sm 30,23-25

 

25 El Señor dijo así a Moisés: 26 «Tú, junto con el sacerdote Eleazar y los jefes de las familias de la comunidad, deberás hacer un censo del botín, las personas y los animales que fueron traídos cautivos. 27 Después darás una mitad a los hombres de guerra que fueron a la batalla y la otra mitad al resto de la comunidad. 28 De la parte que les corresponde a los hombres de guerra que fueron a la batalla, separarás para el Señor uno de cada quinientos, sean personas, bueyes, asnos u ovejas. 29 Lo sacarás de la mitad que les corresponde a los hombres de guerra, y lo darás al sacerdote Eleazar como ofrenda para el Señor. 30 De la mitad que le corresponde a la comunidad de los israelitas, tomarás uno de cada cincuenta, sean personas, bueyes, asnos u ovejas, y lo darás a los levitas que se encargan del servicio en la Morada del Señor».

31 Moisés, junto con el sacerdote Eleazar, hizo lo que le ordenó el Señor. 32 Este fue el botín: de lo que habían saqueado los hombres de guerra quedaban seiscientas setenta y cinco mil ovejas, 33 setenta y dos mil vacas y bueyes, 34 y sesenta y un mil asnos. 35 Las personas eran treinta y dos mil mujeres que no habían tenido relaciones sexuales. 36 La mitad de las ovejas que correspondía a los que habían ido al combate eran trescientas treinta y siete mil quinientas, 37 y seiscientas setenta y cinco correspondían al Señor. 38 Las vacas y bueyes eran treinta y seis mil, y setenta y dos correspondían al Señor. 39 Los asnos eran treinta mil quinientos, y sesenta y uno correspondían al Señor. 40 Las personas eran dieciséis mil, y al Señor le correspondían treinta y dos. 41 Moisés entregó al sacerdote Eleazar la parte que le había correspondido al Señor, así como el Señor le había ordenado a Moisés.

42 La mitad perteneciente a los israelitas, que Moisés separó de la que correspondía a los hombres de guerra, 43 era de trescientos treinta y siete mil ovejas, 44 treinta y seis mil vacas y bueyes, 45 treinta mil quinientos asnos 46 y dieciséis mil personas. 47 Moisés tomó uno de cada cincuenta hombres o animales de la mitad que correspondía a los israelitas, y lo entregó a los levitas que se encargan del servicio en la Morada del Señor, así como el Señor le ordenó a Moisés.

 

Cada uno recibió su parte del botín

Éx 35,22

 

48 Se presentaron ante Moisés los jefes de las tropas, los que comandaban miles y los que comandaban centenares, 49 y le dijeron: «Nosotros, que somos tus servidores, hemos contado a los combatientes que teníamos a nuestras órdenes, y no falta ninguno. 50 Los objetos de oro, brazaletes, pulseras, anillos, joyas y collares que encontró cada uno de nosotros, lo ofrendamos al Señor para hacer expiación por nosotros ante el Señor». 51 Moisés y el sacerdote Eleazar recibieron de ellos todo el oro y las joyas. 52 Todo el oro ofrecido al Señor por los jefes de miles y de centenares pesaba unos doscientos kilos. 53 Cada uno de los que habían luchado en el combate recibió su parte del botín, 54 y Moisés y el sacerdote Eleazar tomaron el oro de los jefes de miles y de centenares, y lo llevaron a la Tienda del Encuentro como memorial de los israelitas ante el Señor.

 

Los rubenitas y los gaditas dijeron: No nos hagas cruzar el Jordán ¨

Nm 13,31-33; Dt 3,12-20; Jos 1,12-18; 17,1-12; 22,1-8

 

32, 1 Los rubenitas y los gaditas, que poseían muchos y grandes rebaños, vieron que la tierra de Yazer y de Galaad eran lugares apropiados para la ganadería. 2 Entonces se presentaron ante Moisés, el sacerdote Eleazar y los jefes de la comunidad y les dijeron: 3 «Atarot, Dibón, Yazer, Nimrá, Jesbón, Elalé, Sebán, Nebo y Beón, 4 esta tierra que el Señor conquistó ante la comunidad de Israel, es tierra apropiada para la ganadería, y nosotros, que somos tus servidores, tenemos rebaños». 5 Y añadieron: «Si quieres hacernos un favor, danos esta tierra en propiedad a nosotros, que somos tus servidores, y no nos hagas cruzar el Jordán». 6 Moisés respondió a los gaditas y a los rubenitas: «¿Acaso ustedes se quedarán aquí mientras sus hermanos van a combatir? 7 ¿Por qué desaniman a los israelitas que quieren cruzar a la tierra que les dio el Señor? 8 Así hicieron los padres de ustedes cuando los envié desde Cadés Barnea para explorar la tierra: 9 subieron hasta el valle de Escol, vieron la tierra, y después desanimaron a los israelitas para que no entraran a la tierra que les daba el Señor. 10 Por eso el Señor se indignó con ellos y ese día hizo este juramento: 11 “Los hombres que salieron de Egipto, los que tienen más de veinte años, no entrarán en la tierra que juré darles a Abrahán, Isaac y Jacob, porque no me han sido fieles, 12 excepto Caleb, el hijo de Jefoné el quenecita y Josué, el hijo de Nun, que fueron fieles al Señor”. 13 El Señor se indignó contra Israel y lo hizo andar errante por el desierto durante cuarenta años, hasta que desapareció toda aquella generación que había actuado mal contra el Señor. 14 ¡Ustedes se rebelan contra el Señor como hicieron sus padres! ¡Retoños de hombres pecadores que avivan el fuego de la indignación del Señor contra Israel! 15 Si ustedes vuelven a apartarse del Señor, él acarreará la ruina sobre el pueblo porque entonces nos detendrá una vez más en el desierto». 16 Ellos se acercaron a Moisés y le dijeron: «Construiremos aquí rediles para nuestros ganados y ciudades para nuestros niños. 17 Pero nosotros tomaremos las armas e iremos al frente de los israelitas hasta hacerlos entrar en el lugar preparado para ellos. Nuestros hijos quedarán en las ciudades fortificadas, protegidos de los habitantes de esta tierra. 18 No volveremos a nuestras casas hasta que cada uno de los israelitas haya tomado posesión de su herencia. 19 Pero nosotros no tendremos herencia con ellos del otro lado del Jordán y más allá, ya que nuestra herencia se encuentra al este del Jordán».

20 Moisés les respondió: «Si ustedes hacen lo que han dicho, si se arman para ir a combatir delante del Señor, 21 si todos sus hombres armados pasan el Jordán delante del Señor para expulsar de su presencia a sus enemigos, 22 y no regresan hasta después de haber ocupado la tierra delante del Señor, entonces ustedes quedarán libres de culpa ante el Señor y ante Israel, y tendrán esta tierra en propiedad como una herencia de parte del Señor. 23 Pero si no hacen así, pecarán ante el Señor y su pecado caerá sobre ustedes. 24 Construyan rediles para sus ganados y ciudades para sus niños, pero ustedes hagan lo que han prometido».

25 Los gaditas y los rubenitas respondieron a Moisés: «Nosotros, que somos tus servidores, haremos lo que nos mandas. 26 Nuestros hijos, nuestras mujeres, nuestros rebaños y todo nuestro ganado quedarán aquí, en las ciudades de Galaad. 27 Pero nosotros, que somos tus servidores y estamos armados, iremos a combatir en presencia del Señor, como has dicho tú, que eres nuestro señor».

28 Moisés dio órdenes al sacerdote Eleazar, a Josué, el hijo de Nun, y a todos los jefes de familia de las tribus de los israelitas, 29 y les dijo: «Si los gaditas y los rubenitas que llevan armas cruzan el Jordán para ir a combatir en presencia del Señor, y se apoderan de la tierra que tienen delante, ustedes les darán en posesión el país de Galaad. 30 Pero si los hombres armados no cruzan el Jordán, tendrán su herencia en medio de ustedes en el país de Canaán».

31 Los gaditas y los rubenitas respondieron: «Nosotros, que somos tus servidores, haremos lo que el Señor nos ha dicho. 32 Pasaremos armados a la tierra de Canaán en presencia del Señor, pero danos la posesión de nuestra herencia a este lado del Jordán». 33 Moisés dio a los gaditas, a los rubenitas y a la mitad de la tribu de Manasés, el hijo de José, el reino de Sijón, rey de los amorreos, y el reino de de Og, rey de Basán, todo el país con sus ciudades comprendidas dentro de sus fronteras y las ciudades vecinas.

34 Los gaditas reconstruyeron las ciudades de Dibón, Atarot, Aroer, 35 Atrot Sofán, Yazer, Yogboá 36 Bet Nimrá y Bet Harán, como ciudades fortificadas y corrales para sus ganados.

37 Los rubenitas reconstruyeron Jesbón, Elalé, Quiriatain, 38 Nebo, Baal Meón –y a estas ciudades les cambiaron los nombres-, y Sibmá. Y a las ciudades que edificaron les dieron nombres nuevos.

39 Los maquiritas, descendientes de Manasés, atacaron Galaad, la conquistaron y expulsaron a los amorreos que la habitaban. 40 Moisés entregó Galaad a los maquiritas, y estos habitaron allí.

41 Los yairitas, descendientes de Manasés, fueron y conquistaron sus poblaciones, y las llamaron Poblaciones de Yair.

42 Nóbaj fue, conquistó Quenat y sus poblaciones vecinas, y las llamó con su propio nombre: Nóbaj.

 

Estas son las etapas que recorrieron los israelitas ¨

Nm 10, 11-20,1; 20, 22-28; 21,1; Éx 12,29-30; 12,37-19,2; 23,23-33; Dt 10,6; 32,50

 

33, 1 Estas son las etapas que recorrieron los israelitas después que salieron de Egipto como batallones, bajo las órdenes de Moisés y Aarón: 2 Moisés dejó por escrito, por orden del Señor, los puntos de partida de sus etapas. Estos son los puntos de partida:

3 El día quince del primer mes, al día siguiente de la Pascua, salieron de Rameses. Partieron en forma desafiante ante la mirada de todo Egipto, 4 mientras los egipcios sepultaban a todos sus primogénitos heridos por el Señor. El Señor también ejecutó su juicio entre sus dioses.

5 Los israelitas partieron de Rameses y acamparon en Sucot. 6 Partieron de Sucot y acamparon en Etan, en la frontera del desierto. 7 Partieron de Etan, regresaron hacia Pi Hajirot, frente a Baal Safón, y acamparon frente a Migdol. 8 Partieron de Pi Hajirot y cruzaron por medio del mar en dirección al desierto. Después de caminar durante tres días por el desierto de Etan, acamparon en Mará. 9 Partieron de Mará y llegaron a Elín, donde había doce fuentes de agua y setenta palmeras. 10 Partieron de Elin y acamparon junto al mar Rojo. 11 Partieron del mar Rojo y acamparon junto al desierto de Sin. 12 Partieron del desierto de Sin y acamparon en Dofcá. 13 Partieron de Dofcá y acamparon en Alús. 14 Partieron de Alús y acamparon en Rafidín, donde no había agua para que el pueblo pudiera beber. 15 Partieron de Rafidín y acamparon en el desierto del Sinaí. 16 Partieron del desierto del Sinaí y acamparon en Quibrot Hatavá. 17 Partieron de Quibrot Hatavá y acamparon en Jaserot. 18 Partieron de Jaserot y acamparon en Ritmá. 19 Partieron de Ritmá y acamparon en Rimón Peres. 20 Partieron de Rimón Peres y acamparon en Libná. 21 Partieron de Libná y acamparon en Risá. 22 Partieron de Risá y acamparon en Queelatá. 23 Partieron de Queelatá y acamparon en la montaña de Séfer. 24 Partieron de la montaña de Séfer y acamparon en Jaradá. 25 Partieron de Jaradá y acamparon en Maquelot. 26 Partieron de Maquelot y acamparon en Tájat. 27 Partieron de Tájat y acamparon en Táraj. 28 Partieron de Táraj y acamparon en Mitcá. 29 Partieron de Mitcá y acamparon en Jasmoná. 30 Partieron de Jasmoná y acamparon en Moserot. 31 Partieron de Moserot y acamparon en Bené Yaacán. 32 Partieron de Bené Yaacán y acamparon en Jor Haguidgad. 33 Partieron de Jor Haguidgad y acamparon en Yotbatá. 34 Partieron de Yotbatá y acamparon en Abroná. 35 Partieron de Abroná y acamparon en Esionguéber. 36 Partieron de Esionguéber y acamparon en el desierto de Sin, en Cadés. 37 Partieron de Cadés y acamparon en el monte Hor, en los confines de Edom. 38 El sacerdote Aarón subió al monte Hor, por orden del Señor, y allí murió en el primer día del quinto mes del año cuarenta desde que los israelitas salieron de Egipto. 39 Cuando Aarón murió en la cima del monte Hor tenía ciento veintitrés años.

40 El rey de Arad, un cananeo que habitaba en el Négueb, en la tierra de Canaán, supo que habían llegado los israelitas.

41 Partieron del monte Hor y acamparon en Salmoná. 42 Partieron de Salmoná y acamparon en Punón. 43 Partieron de Punón y acamparon en Obot. 44 Partieron de Obot y acamparon en las ruinas de Abarín, en las fronteras de Moab. 45 Partieron de las ruinas y acamparon en Dibón de Gad. 46 Partieron de Dibón de Gad y acamparon en Almón Diblatain. 47 Partieron de Almón Diblatain y acamparon en los montes de Abarín, frente a Nebo. 48 Partieron de los montes de Abarín y acamparon en la llanura de Moab, a orillas del Jordán, frente a Jericó. 49 Acamparon en las llanuras de Moab, a orillas del Jordán, desde Bet Yesimot hasta Abel Sitín.

 

Tomarán posesión de esa tierra y habitarán en ella ¨

Nm 26,52-56; Dt 7,1-6; 12,2-3

 

50 Cuando estaban en las llanuras de Moab, a orillas del Jordán, frente a Jericó, el Señor habló así a Moisés: 51 «Habla a los israelitas diciéndoles: “Cuando ustedes crucen el Jordán hacia la tierra de Canaán, 52 a su llegada expulsarán a todos sus habitantes, destruirán todas sus estatuas y todas sus imágenes de metal, y derribarán todos sus lugares sagrados. 53 Tomarán posesión de esa tierra y habitarán en ella, porque yo la doy a ustedes en propiedad. 54 Harán un sorteo y se la repartirán entre sus familias. A un grupo más grande le darás una herencia mayor, y al pequeño le darás una herencia menor. Cada uno tendrá la herencia que le corresponda por el sorteo. Harás el sorteo entre las tribus descendientes de los patriarcas. 55 Pero si ustedes no expulsan a su llegada a los habitantes de ese país, tendrán a los que queden de ellos como espinas clavadas en los ojos y en el cuerpo, que los afligirán en la tierra en la que van a habitar. 56 Y yo los trataré a ustedes de la misma forma que había pensado tratarlos a ellos”».

 

Este es el país de Canaán con todas sus fronteras ¨

Jos 1,4; 15,1-14; Ez 47, 13-20 

 

34, 1 El Señor habló así a Moisés: 2 «Ordena a los israelitas: “Cuando entren a la tierra de Canaán, esta será la tierra que les toca en herencia: el país de Canaán con todas sus fronteras.

3 Tendrán el desierto de Sin como frontera sur, siguiendo el límite de Edom. Partiendo del este, del extremo del mar Muerto, 4 la frontera torcerá hacia el sur en dirección a la cuesta de Acrabín, pasará por Sin, y su límite sur será Cadés Barnea. Luego continuará por Jasar Adar y pasará hasta Asmón. 5 Y desde Asmón hasta el torrente de Egipto, para terminar en el mar.

6 La frontera del oeste será el mar Mediterráneo. Esta será para ustedes la frontera occidental.

Esta será para ustedes la frontera norte: trazarán el límite desde el mar Mediterráneo hasta el monte Hor, 8 y desde el monte Hor hasta la entrada de Jamat. La frontera llegará a Sedadá, 9 pasando por Zefrón para terminar en Jasar-Enán. Esta será para ustedes la frontera norte.

10 Trazarán para ustedes la frontera oriental: desde Jasar-Enán a Sefán. 11 Desde Sefán bajará por Ribla, al este de Ain, y seguirá bajando hasta la orilla oriental del lago de Genesaret. 12 La frontera bajará por el Jordán hasta el mar Muerto. Este será el país de ustedes y los límites que lo rodean».

13 Moisés dio esta orden a los israelitas: «Esta es la tierra que ustedes se repartirán por sorteo y que el Señor ordenó dar a las nueve tribus y media, 14 porque las tribus de los rubenitas con sus familias y la tribu de los gaditas con su familia, junto con la media tribu de Manasés, ya han recibido su parte. 15 Estas dos tribus junto con la otra media tribu ya recibieron su herencia del otro lado del Jordán, al este de Jericó».

 

Estos son los nombres de los que les repartirán la tierra

 

16 El Señor habló así a Moisés: 17 «Estos son los nombres de los que les repartirán la tierra: el sacerdote Eleazar y Josué, el hijo de Nun. 18 Además, para hacer la distribución de la tierra elegirán un jefe de cada tribu. 19 Estos son sus nombres: Caleb, el hijo de Jefoné, por la tribu de Judá; 20 Samuel, el hijo de Amiud, por la tribu de Simeón; 21 Eliad, el hijo de Caselón, por la tribu de Benjamín; 22 el jefe Buquí, hijo de Yoglí, por la tribu de Dan; 23 por los hijos de José: el jefe Janiel, hijo de Efod, por la tribu de Manasés, 24 y el jefe Quemuel, hijo de Siftán, por la tribu de Efraín; 25 el jefe Elisafán, hijo de Parnac, por la tribu de Zabulón; 26 el jefe Paltiel, hijo de Azán, por la tribu de Isacar; 27 el jefe Ajiud, hijo de Selomí, por la tribu de Aser; 28 y el jefe Pedael, hijo de Amiud, por la tribu de Neftalí». 29 El Señor ordenó a estos que repartieran la tierra entre los israelitas.

 

Les darás a los levitas ciudades en las que puedan habitar ¨

Nm 18,20-24; Lv 25,32-34; Jos 21,1-42; 1 Cr 6,39-66

 

35, 1 Cuando estaban en las llanuras de Moab, a orillas del Jordán, frente a Jericó, el Señor habló así a Moisés: 2 «Ordena a los israelitas que entreguen ciudades a los levitas tomándolas de aquella parte que les pertenece en herencia. Les darás a los levitas ciudades en las que puedan habitar y campos de pastos en sus alrededores. 3 Las ciudades serán para que las habiten y los campos serán para sus ganados, sus rebaños y todos sus animales. 4 Los campos que den a los levitas para que pasten sus ganados se extenderán alrededor de la ciudad, quinientos metros a partir de las murallas. 5 Medirán mil metros*  hacia cada uno de los puntos cardinales, al este, al sur, el oeste, y al norte, quedando la ciudad en el centro. Este será el campo de pastos de cada ciudad. 6 De las ciudades que den a los levitas, seis serán ciudades de refugio, para que en ellas puedan refugiarse los homicidas. Les darán además otras cuarenta y dos ciudades. 7 En total, las ciudades con sus tierras de pasto que darán a los levitas serán cuarenta y ocho. 8 De las ciudades de propiedad de los israelitas, se tomarán en mayor número de las tribus que tengan más, y en menor número de las que tengan menos. El número de ciudades que cada tribu entregará a los levitas estará en proporción con la herencia que le haya tocado».

 

Estas ciudades servirán de refugio contra el vengador ¨

Gn 9,6; Éx 21,12-17; Dt 4,41-43; 17,6; 19,1-13.15; Jos 20,1-9; 21,13.21.27.32.38

 

9 El Señor habló así a Moisés: 10 «Dirás a los israelitas: “Cuando ustedes hayan pasado el Jordán hacia la tierra de Canaán, 11 elegirán ciudades que sirvan de refugio. En ellas podrá refugiarse el que haya cometido un homicidio involuntariamente. 12 Estas ciudades servirán de refugio contra el vengador, para que el homicida no sea muerto antes de presentarse ante la comunidad para ser juzgado. 13 Ustedes deberán destinar seis ciudades para refugio: 14 tres ciudades estarán ubicadas del otro lado del Jordán, y otras tres ciudades en la tierra de Canaán. Estas serán ciudades de refugio 15 para los israelitas, para el forastero y para el residente que vive entre ustedes. Estas seis ciudades servirán para que pueda refugiarse el homicida que mató involuntariamente. 16 Si ha herido a alguien con un objeto de hierro y lo ha matado, es un homicida y debe ser condenado a muerte. 17 Si lo ha herido con una piedra que puede matarlo y muere, es un homicida y debe ser condenado a muerte. 18 O si lo ha herido con un objeto de madera que puede matarlo y muere, es un homicida y debe ser condenado a muerte. 19 El vengador dará muerte al homicida en cuanto lo encuentre. Deberá matarlo. 20 Si lo derribó con odio o le arrojó un objeto con intención de matarlo, y le causó la muerte, 21 el vengador lo matará en cuanto lo encuentre. 22 Pero si lo derribó sin odio, o le arrojó un objeto sin intención de matarlo, 23 o le causó la muerte porque lo golpeó con una piedra sin haberlo visto, sin ser su enemigo ni querer hacerle daño, 24 entonces la comunidad deberá juzgar entre el homicida y el vengador según estas leyes, 25 salvará al homicida de la mano del vengador y lo hará volver a la ciudad de refugio a la que había huido para que resida allí hasta la muerte del Sumo Sacerdote ungido con el óleo sagrado. 26 Pero si el homicida sale de los límites de la ciudad de refugio a la que había huido, 27 el vengador que lo encuentre fuera de los límites de la ciudad de refugio podrá matarlo y no será culpable por este acto, 28 porque el homicida debía permanecer en la ciudad de su refugio hasta la muerte del Sumo Sacerdote. Después de la muerte del Sumo Sacerdote podrá regresar a la tierra de su propiedad. 29 Estas son las normas del derecho para todos ustedes en cualquier lugar que vivan.

30 Todo el que mate a otra persona será condenado a muerte cuando hay declaración de testigos. El testimonio de un solo testigo no es suficiente para que alguien sea condenado a muerte. 31 No se aceptará que se pague para dejar en libertad a un homicida. El culpable de una muerte debe morir. 32 Tampoco aceptarán pago para dejar que busque asilo en la ciudad en la que se había refugiado o para que vuelva a vivir en su propiedad antes de la muerte del Sumo Sacerdote. 33 No profanarán la tierra en la que ustedes habitan, porque la tierra se profana con la sangre derramada, y no se purifica sino con la sangre del que la derramó. 34 No profanarán la tierra en la que ustedes viven, porque yo habito en medio de ella. Yo, el Señor, que habito en medio de los israelitas».

 

La herencia de los israelitas no pasará de una tribu a otra ¨

Nm 27,1-11; Lv 25,8-17; Dt 31-34

 

36, 1 Se reunieron los jefes de las familias de los galaaditas, descendientes de Maquir, el hijo de Manasés, uno de los hijos de José, y fueron a decir a Moisés y a los jefes de familias de los israelitas: 2 «El Señor te ordenó a ti, señor, que dividas la tierra por sorteo entre los israelitas, y recibiste la orden del Señor de entregar la herencia de nuestro hermano Selofjad a sus hijas. 3 Si ellas se casan con un israelita perteneciente a otra tribu, la herencia de ellas será quitada a la herencia de nuestros padres y agregada a la herencia de la tribu a la que ellas pertenezcan. Así quedará reducida nuestra herencia. 4 Cuando llegue el año del jubileo de los israelitas, la herencia de ellas se agregará a la de la tribu a la que ellas pertenezcan, y se reducirá la herencia de nuestros padres». 5 Entonces Moisés, por orden del Señor, dio estas disposiciones para los israelitas: «Tiene razón la tribu de José. 6 El Señor ha dispuesto que las hijas de Selofjad se casen con quien quieran, siempre que sea dentro de los clanes de la tribu de su padre. 7 La herencia de los israelitas no pasará de una tribu a otra, sino que cada israelita estará ligado a la herencia de su familia paterna. 8 Las mujeres israelitas que posean una herencia en cualquiera de las tribus de Israel, deberán casarse con un hombre que pertenezca a alguno de los clanes de la tribu de su padre, para que todos los israelitas conserven la herencia paterna. 9 La herencia no pasará de una tribu a otra, sino que cada tribu estará ligada a su propia herencia».

10 Las hijas de Selofjad hicieron lo que el Señor le ordenó a Moisés: 11 Majlá, Tirsá, Joglá, Milcá y Noá se casaron con primos suyos, 12 de la familia de Manasés, el hijo de José, y su herencia quedó dentro de la tribu de su padre.

13 Estos son los mandamientos y normas que el Señor ordenó a los israelitas por medio de Moisés en las llanuras de Moab, a orillas del Jordán, frente a Jericó.

­ 1,1-10,10. Un censo inicial determina quiénes son los descendientes de los patriarcas, miembros legítimos del pueblo de Israel. Quedan establecidas las funciones propias de los sacerdotes y levitas. Se finaliza con la celebración de la primera Pascua después de la salida de Egipto, la referencia a la nube y las disposiciones sobre las trompetas.

1,1-54. Después de haber liberado a los israelitas de Egipto y de haber sellado su alianza con ellos en el Sinaí (Gn 15,13-14), el Señor se dispone a cumplir las promesas hechas a los patriarcas: pone al pueblo en movimiento en dirección hacia la tierra prometida (15,18-20). Antes de partir se ordena hacer un censo para determinar quiénes son los descendientes de los patriarcas, y por lo tanto legítimos herederos de estas promesas. Los israelitas son registrados como soldados aptos para formar un ejército, y la suma de varones que se dio de manera amplia en Éx 12,37, ahora se da con mayor precisión (Nm 1,46). La tribu de Leví no es registrada en el censo, y más adelante se darán las razones (1,47-63).

2,1-34. En la comunidad de Israel todo está referido a Dios, con quien el pueblo está ligado por una alianza: «Ustedes serán mi pueblo y yo seré el Dios de ustedes» (Éx 6,7; Lv 26,12; Dt 4.20; 7,6; Ez 36,28). Esto queda representado por la forma en que los israelitas acampan en el desierto: todas las tiendas están ordenadas como las del campamento de un ejército, y dispuestas de modo que en el centro está la Tienda en la que Dios se revela. Según otras tradiciones la Tienda estaba fuera del campamento (Éx 33,7). En Juan, esta Tienda en la que Dios está presente es presentada como figura de la humanidad de Jesucristo, cuando dice: «La Palabra se hizo carne y puso su Morada entre nosotros» (Jn 1,14).

« 3,1-4,49. Se hace el censo de la tribu de Leví, que no había sido registrada anteriormente cuando se realizó el censo (1,47-53). Ellos ocuparán un lugar especial dentro de la comunidad de Israel: Aarón y sus hijos serán sacerdotes, tendrán a su cargo los sacrificios y harán expiación por el pueblo; los levitas ocuparán un segundo lugar: estarán al servicio de la Tienda del Encuentro y asistirán a los sacerdotes en sus oficios (18,1-7).

¨ 3,11-13. Se explica la razón por la que los levitas tienen un lugar de privilegio: representan a todos los primogénitos de Israel. Según la Ley, todos los primogénitos eran ofrecidos al Señor y quedaban como propiedad de Dios (Éx 13,11; 34,19-20; Lc 2,22-24); los primogénitos de los animales debían ser sacrificados. Pero no se sacrificaba a los primogénitos de los hombres, sino que en nombre de ellos, los levitas servían en el santuario durante toda su vida. Los levitas constituían entonces una propiedad especial de Dios, ofrecidos en lugar de los primogénitos.

5,1-9,14. Después de haber establecido el orden jerárquico dentro de la comunidad de Israel, el Señor anuncia por medio de Moisés (7,89) una serie de leyes que se refieren a casos particulares. Tratándose de un pueblo que está unido con Dios por medio de una alianza, estas normas recuerdan que en todas las circunstancias deberá tener la voluntad de Dios como regla de conducta.

5,1-4: La “impureza” era el estado de las personas que, según prescribían las antiguas religiones, impedía acercarse a la divinidad y tomar parte en celebraciones religiosas. La “impureza” se daba siempre en el orden de lo exterior en cuestiones como la maternidad, la higiene, las enfermedades en la piel, tocar cadáveres o sepulcros… El impuro debía mantenerse separados de la comunidad. En Nm 5,2 se ordena expulsar a los “impuros” porque la comunidad santa no puede tolerarlos en su interior. Los Salmos hablan de una pureza que reside en lo interior (Sal 24,3-4), y a esto mismo se refiere Jesús cuando habla de «los puros de corazón» (Mt 5,8) y señala que la verdadera impureza es la que sale del corazón de las personas (Mc 7,14-23).

5,5-10: La obligación de restituir cuando se ha provocado un daño estaba prevista en las leyes que aparecen en el Éxodo (Éx 21,22.32-36; 22,2-6.11-16). La ley promulgada en Números contempla el caso particular de una compensación que no debe ser recibida por la persona perjudicada sino por el familiar cercano que se hizo cargo del caso (Lv 25,47-52). En caso de que no haya un familiar cercano, la compensación irá a los sacerdotes, dentro de lo especificado en Nm 18,8-19.

5,11-31: Los sacerdotes se debían ocupar de la interpretación de la Ley (Jr 18,18) y de la administración de la justicia. Ellos examinaban los casos que se presentaban y aplicaban las penas correspondientes a los culpables. Cuando las pruebas no eran suficientes y se dudaba si el acusado era culpable o inocente, los pueblos antiguos dejaban la solución del caso en manos de la divinidad recurriendo al “juicio de Dios” u ordalía, con métodos a menudo muy crueles. Este texto pone límites a las antiguas prácticas e ilustra la forma en que debe proceder el sacerdote con una mujer que solo es sospechosa de adulterio, y que en el caso de ser culpable deberá ser condenada a muerte (Lv 20,10; Dt 22,22; Dn 13,41; Jn 8,2-11).

6,1-21. Se trata del voto del nazir, un nombre de origen desconocido, que podría significar algo referente a la santidad. Se practicaba en algunos pueblos de la antigüedad, cuando algunas personas se imponían obligaciones y se sometían a privaciones en honor de alguna divinidad. El libro de los Números impone ciertos límites y elimina las desviaciones, de modo que el voto mantenga el aspecto de verdadera dedicación a Dios, y destaque la santidad del pueblo.

6,22-27. En otros tiempos los reyes (2 Sm 6,20; 1 Re 8,55) y otras personas (Gn 27,27) podían pronunciar las bendiciones. Según este texto, Dios otorga el poder de bendecir solo a los sacerdotes, que bendicen a una persona invocando sobre ella la protección de Dios (Eclo 50,20). Cuando los sacerdotes invoquen el nombre del Señor sobre los israelitas, estos serán bendecidos por Dios y gozarán de su protección (Nm 6,24), el Señor les será favorable (6,25) y les concederá la paz, esto es, la totalidad de los bienes prometidos por el Señor a su pueblo (6,26). Jesús bendecía a los niños (Mc 10,16) y a sus discípulos (Lc 24,51). Los bienes otorgados a los fieles por medio de la bendición son invocados por San Pablo sobre los destinatarios de sus cartas (Rm 1,7; 1 Cor 1,10; 2 Cor 2,2), y en la Iglesia se bendice a los fieles invocando sobre ellos el nombre de la Trinidad.

7,1-89. Los jefes de familia y los príncipes presentan ofrendas para el servicio del culto y el texto enfatiza la generosidad de los donantes. Jesús alabó la actitud de la viuda que hizo una ofrenda desde su necesidad (Mc 12,41-44; Lc 21,1-4). Nm 7,89 repite lo que se encuentra en Éx 25,22, y destaca la autoridad de Moisés en medio de la comunidad: la Ley y la revelación de Dios llegan a través de Moisés. La manifestación divina tiene lugar encima del arca de la Alianza, de modo que toda revelación de Dios a su pueblo está ligada con la alianza y se entiende a partir de ella misma. El texto desautoriza toda palabra que no provenga del Templo y de la Ley dada por Moisés (Jn 9,29).

8,1-4. Como continuación del texto precedente, se presenta el origen de la autoridad de Aarón. El sacerdote cumple las disposiciones del Señor que le llegan por intermedio de Moisés. La autoridad del sacerdote en el orden litúrgico es incuestionable, porque responde a lo que ha ordenado el Señor. Aun la forma y la disposición de los objetos del culto obedecen a indicaciones dadas por el mismo Dios (Éx 25,40).

8,5-22. Los levitas, que han sido elegidos, son purificados para entrar a prestar servicio en la Tienda del Encuentro. El texto sirve para destacar su papel subordinado a los sacerdotes hijos de Aarón: los levitas que pertenecían al Señor, son dados por el Señor a Aarón como ayudantes (8,19). En cambio en la tradición recogida en Nm 3,9 son un don que los israelitas hacen a Aarón por medio de Moisés.

8,23-24. Otro texto que se refiere al papel subordinado de los levitas con respecto a los sacerdotes. En esta tradición la edad para poder ingresar en el servicio litúrgico difiere de la que se indicó en Nm 4,3.23.30.

9,1-14. Esta es la segunda Pascua en el desierto, y se aclara la situación de los que no pudieron celebrarla en la fecha correspondiente.

9,15-10,10. El camino del pueblo por el desierto se describe como un ejército en marcha con aspecto de procesión religiosa. Todos caminan ordenadamente bajo la nube que señala la presencia del Señor. Se indica el uso de las trompetas para iniciar la marcha por el desierto y para otras ocasiones, para convocar a la guerra y las celebraciones litúrgicas

­ 10,11-25,18. La segunda parte de Números cubre los años de peregrinación por el desierto, después de la estancia en el Sinaí. Las rebeldías del pueblo retardan la entrada en la tierra prometida, que no se producirá hasta que no haya muerto toda la generación que salió de Egipto. Ni los ataques de los pueblos que se oponen a la marcha, ni el recurso a un profeta pagano llamado para que maldiga a Israel podrán impedir que el pueblo llegue a la tierra prometida, porque Dios está con él.

10,11-36. Se produce la partida, de acuerdo con el orden establecido en Nm 2,1-31. El santuario o Morada es llevado en medio de la caravana (10,11-28). Otra tradición dice que el arca de la Alianza encabezaba la marcha, y que su partida y su llegada se producía en medio de aclamaciones litúrgicas (10,33-36).

11,1-3. Comienza una serie de relatos que describen las rebeldías del pueblo contra Dios y Moisés en el período de la peregrinación por el desierto (11,1-14,45). Domina el tema de las “murmuraciones” del pueblo, un tema que se volverá a encontrar en el evangelio de Juan (Jn 6,41.43.61; 7,12.32). Pablo se refiere a estos textos y presenta la actitud del pueblo como un ejemplo que los cristianos no deben imitar (1 Cor 10,1-13).

11,4-34. Se han reunido dos relatos: En el primero de ellos, perteneciente a las “rebeldías”, el pueblo murmura contra Dios recordando la abundante comida que tenía cuando estaba en la esclavitud (11,4-5) y siente disgusto por el pobre alimento que recibe en la libertad (11,6-15). El Señor responde enviándoles comida (11,18-23.31-32), pero esa misma comida sirve como castigo (11,33-34). El segundo relato presenta la elección de los setenta ancianos (11,16-17) como un anticipo de la formación del Sanedrín, que administrará la justicia en la época posterior a la cautividad en Babilonia. Estos ancianos también “profetizan” (11,24-25), tanto los que estaban con Moisés como los que habían quedado en sus tiendas (11,26-30). El texto intenta mostrar que el Sanedrín y el profetismo tienen sus raíces en las instituciones hechas por Moisés, y que todos participan del espíritu que el Señor le dio a Moisés.

12,1-15. Quienes murmuran ahora contra Moisés son sus propios hermanos, Aarón y María. Disgustados con Moisés porque este tomó como esposa una mujer proveniente de la región de la actual Etiopía, cuestionan su autoridad. Aarón y María argumentan que Dios no habla solo con Moisés sino con todo el pueblo. Pero el Señor les responde que a Moisés se le concede una revelación de Dios mucho más clara que al resto del pueblo (12,8). Una penosa enfermedad que afecta a María aparece como castigo que recibe quien se atreve a hablar contra el jefe del pueblo.

13,1-33. Continúan las rebeldías del pueblo. El Señor ordena que vayan exploradores para conocer las cualidades del país que él les da en posesión. Al principio el informe de los exploradores fue favorable (13,23-27), pero después muchos de ellos magnificaron las notas negativas y mostraron la conquista como una empresa imposible (13,31); para desalentar a la gente denigraron la tierra que el Señor les daba haciendo relatos fantasiosos (13,32-33). Hasta llegaron a decir que habían visto a los descendientes de Anac (Dt 2,21; 9,2), que según se decía eran hombres gigantes que causaban terror.

14,1-25. Cuando el pueblo escuchó el relato de los exploradores que denigraban la tierra que Dios les daba (13,32-33), se dejó convencer y expresó su deseo de volver a la esclavitud de Egipto (14,1-4). Es un tema que se repite: el pueblo prefiere la esclavitud antes que las dificultades de una vida en libertad. Con esta actitud, los israelitas irritaron al Señor, que decidió eliminarlos. Como en otros momentos, Moisés intervino como intercesor a favor del pueblo y obtuvo el perdón del Señor (Éx 32,11-14; Nm 11,2; 12,13; 16,22).

14,26-38. Ante las continuas murmuraciones del pueblo, el Señor decide que los culpables no entrarán en la tierra prometida (14,21-23.27-35; 32,8-13; Sal 95,10-11). Durante cuarenta años deberán vagar por el desierto hasta que muera toda la generación rebelde. Josué y Caleb entrarán en la tierra que el Señor les prometió, porque fueron los únicos que permanecieron fieles al Señor (Nm 14,30).

14,39-45. Desafiando la palabra del Señor, que los castigó impidiéndoles la entrada en la tierra, algunos pretendieron conquistar el territorio por la fuerza. Pero la entrada en la tierra prometida por Dios no es una conquista humana, sino un don que el Señor hace a su pueblo. Por eso, la empresa de los que intentaron conquistarla por las armas, sin la ayuda de Dios, terminó en un fracaso. Otra tradición, contenida en Nm 21,3 relaciona el nombre «Jormá» con un incidente diferente.

15,1-21. En Nm 14 se sancionó a los rebeldes anunciándoles que no entrarían en la tierra prometida, y luego se relató el fracaso de los que pretendieron entrar por la fuerza, sin la asistencia de Dios. Este capítulo 15 comienza promulgando leyes litúrgicas «para cuando entren en la tierra» (15,2.18). De esta manera se sostiene la esperanza de los que no se rebelaron: a pesar de las infidelidades, el Señor se mantiene fiel a sus promesas, la tierra prometida continúa en el horizonte, y será dada a los que mantengan la fe.

« 15,22-41. Después de narrar el castigo de los que se rebelaron, en esta sección se muestra la importancia de los mandamientos promulgados por Dios.

15,22-31. El texto da mayor precisión a las leyes de Lv 4, y muestra que solo los pecados por inadvertencia podrán ser expiados por el sacerdote. Los que hayan pecado deliberadamente quedarán excluidos, porque en la tierra a la que Dios lleva a su pueblo no habrá lugar para los rebeldes (Nm 14,21-23). El autor de la Carta a los Hebreos observa que el sacerdote del AT solo podía compadecerse de los que pecan por descuido o inadvertencia (Heb 5,2), pero el Sacerdote Jesucristo se ofreció a sí mismo como expiación por todos los pecados, aun por aquellos que merecen la pena de muerte (9,14).

15,32-36. Un nuevo ejemplo de pecados deliberados. La ley prescribe que en día sábado no se debe realizar ninguna tarea, y el que viole esta ley será castigado con la muerte. (Éx 20,10; 31,14-15; 35,2). Se determina que entre las tareas prohibidas está la de encender fuego (35,3). En el relato se presenta un caso no contemplado en la Ley: ¿qué hacer cuando una persona no ha encendido fuego, pero está buscando leña para hacerlo? Se responde que también deberá ser castigado con la misma pena que si hubiera encendido el fuego (Nm 15,35). También los maestros de la Ley dijeron que Jesús debía ser condenado a muerte porque curaba en día sábado (Mc 3,1-6). Pero Jesús mostró con su palabra y su ejemplo que Dios ordenó el descanso del sábado para bien del hombre; por lo tanto, en sábado es lícito hacer todo lo que sirva para el bien (Mc 2,27; 3,4).

15,37-41: Como conclusión de los dos textos referidos a los pecados (15,22-31 y 15,32-36), se ordena que los israelitas lleven flecos en los bordes de sus mantos para acordarse continuamente de los mandamientos. Los miembros del pueblo de Dios deben tener siempre presentes las leyes del Señor, y aun los adornos de sus mantos servirán para recordárselas (Dt 6,4-9).

« 16,1-17,5: Este relato es una advertencia contra los levitas que quieren equipararse a los sacerdotes. En tiempos anteriores, todos los miembros de la tribu de Leví cumplieron funciones sacerdotales (Éx 4,14; 6,16-25; 32,25-29), pero cuando se escribió el libro, en la época del retorno de la cautividad en Babilonia, el sacerdocio quedó en poder de unas pocas familias, y al resto de los miembros de la tribu de Leví se les asignó un lugar secundario, subordinado a los sacerdotes (3,5-10; 18,2-7; Ez 44,10-31). Los levitas no habrán aceptado pacíficamente este desplazamiento, y el relato de Números presenta la rebelión del levita Coré, que junto con otras doscientas cincuenta personas pretendieron tener las mismas atribuciones que los sacerdotes (Nm 16,1-11.16-24), y por eso mismo fueron castigados (16,31-35). En el texto se incluye también un relato referido al cuestionamiento de la autoridad de Moisés. Datán y Abirón, de la tribu de Rubén, prefieren la tierra de la esclavitud y no aceptan las dificultades de la vida en libertad. Se rebelan contra Moisés porque según ellos Egipto era «la tierra que mana leche y miel» (16,13), y Moisés los sacó de allí, los llevó al desierto y no llegaron a ninguna «tierra que mana leche y miel» (16,12-15.25-30). Con un castigo ejemplar, el Señor muestra a los israelitas que deben acatar la autoridad de Moisés, así como los levitas deben respetar las atribuciones propias de los sacerdotes sin pretender cambiarlas (17,5).

 

« 17,6-19,22. A continuación del relato de la rebelión de Coré, que pretendía igualar los levitas a los sacerdotes (16,1-11.16-24), una serie de textos describe las atribuciones y tareas propias de los sacerdotes. El sacerdote Aarón tiene la potestad de ofrecer la expiación por el pueblo (17,6-15); el episodio de la vara florecida (17,16-26) pone en evidencia que la superioridad de Aarón sobre los demás israelitas es establecida por el Señor. Además de realizar las funciones litúrgicas (17,27-18,7), los sacerdotes tienen el derecho de recibir las ofrendas del pueblo (18,8-19) y una décima parte de lo que reciben los levitas (18,25-32). Ellos también son encargados de realizar la purificación de los que queden impuros por el contacto con cadáveres (17,14). Se reiteran las amenazas contra los levitas que intenten realizar funciones sacerdotales (18,7.22).

19,1-22: La impureza era el estado de las personas que, según prescribían las antiguas religiones, impedía acercarse a la divinidad, tomar parte en celebraciones religiosas y participar en la vida de la comunidad (nota a 5,1-4). El sacerdote tenía la potestad de preparar el agua con la que se podía purificar al que había quedado impuro por haber tocado un cadáver.

20,1-13. Por sus continuas rebeliones, a la generación que salió de Egipto no se le permitió entrar en la tierra prometida (14,26-32). Solo pudieron entrar Caleb y Josué porque se mantuvieron fieles (14,30-31; 32,11-12). Se presentaba una incógnita: ¿por qué Moisés y Aarón murieron en el desierto como los rebeldes, antes de llegar a la tierra prometida (20,28; 27,13)? No hay una respuesta satisfactoria. Una tradición recogida en el Deuteronomio dice que ellos sufrieron el castigo por un pecado que cometió el pueblo (Dt 3,26; 4,21). Un Salmo dice que Moisés, en un momento de amargura, «habló sin pensar lo que decía» (Sal 106,33). Números elabora la tradición contenida en Éx 17,1-7 y da una explicación diferente: Moisés y Aarón no pudieron entrar en la tierra prometida como castigo porque, cuando el pueblo se rebeló por falta de agua, cometieron el pecado de no confiar en Dios y no reconocer su santidad ante el pueblo (20,12; 27,14). El texto no permite ver por qué se acusa a Moisés y Aarón de haber cometido este pecado. Posiblemente se deba entender que ellos se presentaron como autores del milagro («podemos hacer brotar agua»: 20,10), y no mostraron al pueblo que era Dios quien les daba el agua.

20,14-21. Edom es el pueblo de los descendientes de Esaú, el hermano de Jacob, padre de los israelitas (Gn 36,1). La rivalidad entre los dos hermanos se refleja en la enemistad entre los dos pueblos. Edom no permite pasar a Israel y los israelitas deberán recorrer un camino más largo, rodeando el territorio de Edom. El cansancio producido por el itinerario explica las quejas de Nm 21,4-5.

20,22-29. Se cumple el castigo sobre Aarón: muere sin ver la tierra prometida (20,12). Pero antes de su muerte, su hijo recibe la investidura sacerdotal. A pesar de las infidelidades del pueblo y del mismo Aarón, el Señor mantiene la institución del sacerdocio. Aarón muere en lo alto de una montaña (20,27), como también Moisés (Dt 34,1.5), y el duelo por ambos (34,8) se prolonga por treinta días, mucho más que los siete días acostumbrados (Gn 50,10; 1 Sm 31,13; 1 Cr 10,12; Jdt 16,24; Eclo 22,12). Con esto se indica que son personalidades extraordinarias.

21,1-3. Israel, que fracasó cuando intentó conquistar la tierra por las armas sin contar con la ayuda de Dios (14,39-45), tiene éxito en la guerra cuando interviene el Señor. El nombre “Jormá” está relacionado con un incidente diferente en Nm 14,45.

21,4-9. Cansado por el largo viaje (20,21), el pueblo se rebeló contra Dios y contra Moisés. El Señor los castigó enviándoles serpientes venenosas, animales muy comunes en el desierto de Sinaí. Cuando el pueblo expresó su arrepentimiento, Moisés actuó como intercesor a favor de los israelitas (11,2; 12,13; 14,13-19; 16,22), y Dios les otorgó un remedio contra las mordeduras mortales: mirar una serpiente de bronce. Hoy es difícil determinar el origen y el significado de este objeto. Algunos siglos después los israelitas rendían culto a esta serpiente de bronce como si fuera un ídolo (2 Re 18,4). Sabiduría corrige esta interpretación, diciendo que no era la serpiente de bronce la que curaba a los que habían sido mordidos, sino la palabra del Señor (Sab 16,12). En Juan se utiliza la imagen de la serpiente elevada sobre un mástil como figura de Jesús elevado en la cruz, hacia el que hay que mirar con fe para obtener la vida eterna (Jn 3,14; 6,40).

21,10-20. Es difícil identificar la mayoría de los nombres que aparecen en esta primera lista de etapas del camino por el desierto. El redactor relaciona algunos de ellos con lugares mencionados en textos poéticos muy antiguos y que tienen nombres iguales o semejantes. El «Libro de las guerras del Señor» era, sin duda una colección de cantos guerreros que hoy se da por perdido. En el agua que asciende del pozo (21,17), la tradición judía ha visto una referencia a la ley, que es ofrecida al pueblo por los maestros que la exploran con sus bastones. Jesús hizo referencia al agua que asciende del pozo para hablarle a la mujer samaritana sobre la vida eterna que él venía a ofrecer (Jn 4,14).

21,21-22,1. La última oposición al paso de los israelitas. El relato tiene semejanzas con el de Nm 20,14-21, pero con diferente resultado. Los israelitas se apoderan de los territorios de Moab y de Basán. El trozo poético de Nm 21,27-30 es un canto de victoria sobre Moab que se ha transmitido en mal estado y es de difícil traducción. Con estas victorias, el pueblo de Israel llega al final de su peregrinación porque ya se encuentra junto al río Jordán, frente a la ciudad de Jericó, que se encuentra en territorio de Canaán.

« 22,2-24,25. En su marcha hacia la tierra prometida por Dios, fracasaron todos los intentos de detener a Israel por medio de las armas. Con la convicción de que la palabra de un profeta es eficaz, los moabitas recurren en última instancia a un profeta pagano para que maldiga a Israel antes de que ingrese en la tierra de Canaán. El relato, con rasgos irónicos y risueños, muestra que no se puede maldecir a aquel que es bendecido por el Señor (Gn 12,2-3). Con su bendición, Dios protege a todos los miembros de su pueblo y los pone al abrigo de cualquier brujería o hechicería. Aun los profetas paganos están impedidos de maldecir al pueblo de Dios, y solo pueden bendecirlo. Balaán bendice cuatro veces a Israel, y luego añade anuncios de desastres para los otros pueblos que ahora se le oponen. El relato muestra ciertas incoherencias, por lo que se puede ver que fue compuesto con fragmentos de narraciones más antiguas que no siempre coinciden y que el autor de Números no ha querido dejar que se pierdan. Las tradiciones posteriores dirán que Balaán hizo pecar a Israel en Petor (Nm 31,16; Ap 2,14), que lo hizo por amor al dinero (2 Pe 2,15) y que fue muerto por la espada de los israelitas (Nm 31,8; Jos 13,22).

22,41-23,26. Las dos primeras bendiciones que Dios pone en boca de Balaán se refieren al pueblo de Israel, y son un eco de las promesas hechas a los patriarcas.

23,27-24,25. Las dos últimas bendiciones de Balaán se dirigen hacia un futuro más lejano y anuncian el surgimiento de una monarquía en Israel que dominará sobre los pueblos vecinos (2 Sm 8). De manera velada se alude al reinado de David. Algunos comentaristas ven en la estrella de los magos (Mt 2,2) una alusión a la profecía de Balaán (Nm 24,17).

25,1-18. La última etapa de la peregrinación de Israel por el desierto concluye con un acto de apostasía: el pueblo rinde culto a una divinidad de los pueblos extranjeros. El relato queda interrumpido porque la atención se centra en el caso de Pinjás, un nieto de Aarón, que castiga ferozmente a un israelita que se ha unido con una mujer perteneciente al pueblo de Moab. Se presenta este caso de la mujer moabita porque Esdras y Nehemías, en la época de la redacción del libro de los Números, se preocupaban por expulsar a todos los extranjeros que se habían mezclado en el pueblo de Israel (Esd 9,1-2; Neh 13,1.23-31). Como en otros casos, Dios muestra la posibilidad del perdón porque no aniquila al pueblo infiel, sino que concede el sacerdocio perpetuo a Pinjás en orden a que pueda ofrecer la expiación. El relato finaliza con la orden de iniciar la guerra de exterminio contra los madianitas, pero esta guerra no está relatada en este lugar, sino que se encuentra en Nm 31,1-24.

­ 25,19-36,13. Un nuevo censo determina quiénes son los que entrarán en la tierra; Dios indica los límites del territorio y los criterios para su división entre las tribus. Se prohíbe que la herencia pase de una tribu a otra. Un nuevo calendario señala las fiestas litúrgicas, y las ofrendas y sacrificios que se deben ofrecer en cada una de ellas.

25,19-26,51. La tercera parte de Números, como la primera (1,1-46), comienza con un censo. En aquella oportunidad se hizo el censo de todos los que salieron de Egipto (seiscientos tres mil quinientos cincuenta); en esta otra se cuentan los que ingresarán en la tierra prometida (seiscientos un mil setecientos treinta), y se constata que se ha cumplido el castigo anunciado por Dios (14,26-38), porque entre los registrados, excepto Caleb y Josué, no hay ninguno de los que salieron de Egipto (26,63-65). Los levitas no son contados con el pueblo (3,14-34 y 26,57-62), porque tienen un estado particular (1,47-54).

26,52-56. Las tribus no “conquistan” su propio territorio sino que lo reciben como un don de Dios, que es el verdadero dueño de la tierra (Lv 25,23; Jos 22,19; Sal 24,1). Dios entrega la tierra por medio de Moisés, y la repartición será supervisada por los sacerdotes (Nm 34,17). Es entonces una institución sagrada, con carácter permanente, que nadie tiene derecho a modificar. Los levitas no poseerán territorio propio (Dt 19,9; 18,20-24), y las demás tribus deberán entregarles ciudades para que habiten (Nm 35,1-8). El territorio se divide entre «los descendientes de los patriarcas» (26,55), y no hay lugar para los extranjeros. El reparto de la tierra se debe hacer con criterios de justicia, de acuerdo con la cantidad de miembros de cada tribu (33,54) para que ninguna de ellas se extienda sobre el territorio de otra.

26,57-62. Los levitas tienen un estado especial dentro del pueblo, y por esa razón no son registrados en el censo junto con los demás israelitas (3,1-4). En Nm 26,58 se mencionan algunos clanes que no son conocidos por otros textos. Se ignora el origen de esta tradición.

27,1-11. La herencia de un hombre pasaba a su hijo primogénito varón (Dt 21,15-17). Si no tenía un hijo varón, su viuda debía unirse con un hermano del difunto para tener un hijo que pudiera heredar y de esta manera se perpetuara el nombre del que había muerto (25,5-10). La Ley no especificaba qué se debía hacer con la propiedad de alguien que moría sin hijos varones y no hubiera una viuda de la que se pudieran esperar hijos. El nombre de Selofjad se extinguirá porque no quedará ninguna propiedad que lo recuerde. En esta época en la que no había esperanza en la vida eterna, era importante que se mantuviera el recuerdo del nombre de una persona (Eclo 41,12-13). Por eso las hijas de Selofjad piden una extensión de la ley, para que ellas también puedan heredar y se mantenga una propiedad con el nombre de su padre.

27,12-23. De los que salieron de Egipto sólo Josué y Caleb podrán entrar en la tierra prometida (14,30). A Moisés no se le permite, como castigo por el pecado que cometió cuando el pueblo se rebeló por la carencia de agua (20,12). El encargado de conducir a los israelitas será Josué, y Moisés le impone las manos, para conferirle la autoridad (27,18.23; Dt 34,9; Hch 6,6; 13,3; 1 Tim 4,14; 2 Tim 1,6). El sacerdote hará saber a Josué la voluntad de Dios consultando al Señor por medio del Urim. El Urim y el Tumim eran ciertos instrumentos que servían para consultar la voluntad de Dios (Éx 28,30; Lv 8,8; Dt 33,8), pero hoy no se sabe cómo eran estos objetos ni cómo se consultaba la voluntad de Dios por medio de ellos.

El Señor, que es el pastor de su pueblo (Sal 23,1) encarga a Josué que cumpla las funciones de pastor (Nm 27,17) llevando al pueblo en sus entradas y salidas (27,21; Jn 10,9).

28,1-30,1. Después de haber excluido a la generación rebelde, que no entrará a la tierra prometida, y de haber dado las normas para el reparto del territorio, Números se ocupa de la tarea principal que desempeñará el pueblo en su nuevo lugar de residencia: el culto divino. Para esto se recoge una serie de normas de carácter litúrgico: un catálogo de fiestas, los sacrificios que se deberán ofrecer en distintas circunstancias y la solución de un problema relativo a los votos hechos por mujeres.

30,2-17. Desde tiempos muy antiguos los hombres se han comprometido con la divinidad por medio de votos y promesas. Esta costumbre, que existió en Israel y recibió aprobación (Gn 28,20-22; Lv 27,1; Nm 6; Dt 23,21; Jue 11,30), se conservó en el NT (Hch 18,18; 21,23-26). La Ley prescribe cumplir los votos que se han hecho al Señor (Nm 30,3; Dt 23,21; Eclo 18,22), pero dada la situación de subordinación en que se encontraban las mujeres en el antiguo Israel, se pregunta si son válidos los votos hechos por una mujer que está bajo la potestad de su padre o de su esposo. Nm 30,2-17 ofrece una solución para los problemas que se puedan presentar.

31,1-54. Se retoma la orden del Señor de ir a combatir y exterminar a los madianitas, texto comenzado en Nm 25,16-18. El exterminio de los madianitas no parece tener fundamento histórico: ¡todos los varones madianitas fueron exterminados y no murió ningún israelita (31,49)! Además, los madianitas re-aparecerán como opresores de las tribus de Israel en Jue 6,1-6. El relato parece más bien orientado a mostrar cómo culmina en un triunfo una guerra que se inicia por orden del Señor y en cumplimiento de las normas sacerdotales: Israel ordenado como un ejército (Nm 1,52), el toque de trompetas durante las batallas (10,9), los diezmos para los levitas (18,25-32), observancia de los ritos de purificación (19,11-22). No consta en ninguna otra parte que algunos objetos (los objetos de metal) podían ser purificados por medio del fuego (31,21-23). Sólo se dejan con vida las mujeres y niñas vírgenes –que no se toman en cuenta en el censo de la población (1,2)– porque de esa manera se asegura que en el territorio de Israel no nacerá ningún hijo de extranjero, y el pueblo estará constituido solamente por los descendientes de los patriarcas (1,2.18). En la época de la redacción de Números, Esdras y Nehemías se preocupaban por expulsar a todos los extranjeros que se habían mezclado en el pueblo de Israel (Esd 9,1-2; Neh 13,1.23-31).

¨ 32,1-42. Las tribus de Rubén y Gad, junto con media tribu de Dan, tienen su territorio al este del Jordán. Este hecho requiere una explicación. Las tribus de Rubén y Gad quieren permanecer al este del Jordán porque la tierra arrebatada a los amorreos (21,24) tiene buenos pastos y es apropiada para criar el ganado. Este deseo es interpretado por Moisés como una rebeldía que reedita la actitud de los exploradores que desacreditaron la tierra de Canaán y desanimaron al pueblo en su marcha hacia la tierra prometida (13,31-33). Pero rubenitas y gaditas dan una explicación satisfactoria y se comprometen a luchar junto con las otras tribus para conquistar el territorio de Canaán. Ante esta explicación y este compromiso, se les concede el territorio que han solicitado.

33,1-49. Segunda lista de etapas por el desierto, diferente de la que se encuentra en Nm 21,10-20. Gran parte de las localidades mencionadas son difíciles de identificar en la actualidad. El texto muestra que la marcha de Israel responde a la voluntad del Señor, que ha decidido sacar al pueblo de la esclavitud de Egipto para llevarlos a la tierra prometida (Éx 3,17).

33,50-56. Moisés da las últimas instrucciones disponiendo al pueblo para que haga su entrada a la tierra prometida. El reparto de la tierra por sorteo repite lo que ya se ha dicho en Nm 26,52-56. La orden de expulsar a los habitantes y destruir sus lugares y objetos de culto coincide con las disposiciones de Dt 12,2-3. Cuando Israel habitó en Canaán, se contaminó con la religión de los primitivos habitantes de la tierra (2 Re 17,7-8; Ez 20,27-28). El redactor de Números, que escribe para el pueblo que se está instalando en la tierra después de su regreso de la cautividad en Babilonia, insiste en que no se debe tolerar nada de la religión de los paganos con la intención de que el pueblo no vuelva a cometer los mismos errores.

34,1-29. Antes de entrar en la tierra prometida, el Señor indica claramente cuáles son los límites del territorio que entrega como un don a los israelitas. El territorio de Israel tiene una extensión ideal, porque incluye espacios que continuaron en poder de otros pueblos, como lo muestra la historia posterior (Jue 2,20-22; 3,1-6). La delimitación de la tierra es establecida por el Señor, y los sacerdotes serán encargados de repartirla (Nm 34,17): esto deja ver que la tierra es un don de Dios, que el pueblo debe recibir como una herencia divina. Contra todo intento de latifundio, no se permite cambiar los límites de las propiedades recibidas de los antepasados (Dt 19,14).

35,1-8. Los levitas no poseían un territorio propio (18,20-24), pero gozaban del derecho de ser sostenidos por la comunidad. Cuando se distribuye el territorio entre las tribus, se atiende a que los levitas necesitan lugares para habitar y pastos para sus ganados. Para esto, las tribus deberán concederles cuarenta y ocho ciudades con espacios de pastos a su alrededor. Los nombres de estas ciudades aparecen en Jos 21,1-42.

35,4-5. Hay una incoherencia entre los versículos 4 y 5, que la versión griega del AT (LXX) trata de subsanar.

35,9-34. El que mata a otra persona debe morir (Éx 21,12; Lv 24,17). El ser humano es imagen de Dios, y el homicidio es un acto que ofende especialmente a Dios (Gn 9,6). La sangre derramada violentamente profana la tierra que el Señor ha dado a Israel y solo se purifica derramando la sangre del culpable. No se acepta una compensación en dinero (Nm 35,31). El familiar más cercano del difunto será el encargado de ejecutar la venganza matando al homicida. Pero solo se puede ejecutar a un delincuente si hay por lo menos dos testigos del delito (35,30; Dt 19,15). Para evitar que se ejecute a un inocente, se fijan seis ciudades en las que se pueda refugiar el que mató accidentalmente, y de esta forma pueda eludir la acción del vengador. Solo podrá salir de estas ciudades cuando se produzca la muerte del Sumo Sacerdote, porque esta muerte servirá como acto de expiación por su homicidio involuntario, y ya nadie podrá matarlo por venganza.

36,1-13. Los límites del territorio asignado a cada tribu no se pueden modificar, porque fueron determinados por Dios (34,1-29). Tampoco se pueden modificar los límites de las propiedades recibidas de los antepasados (Dt 19,14). Se presenta un problema: Selofjad, de la tribu de Manasés, no tenía hijos varones, y su herencia fue entregada a sus hijas (Nm 27,1-11). Si estas jóvenes se casan con hombres de otras tribus, ellas pasarán a pertenecer a otras tribus, y de esta manera la herencia pasará a sus esposos y a sus hijos. En caso de que una propiedad se vendiera, al llegar el jubileo deberá volver a la familia del esposo (Lv 25,13). Se verá así perjudicada la propiedad de la tribu a la que pertenecía Selofjad. Se establece entonces esta ley: las mujeres que reciben la herencia paterna, porque no tienen hermanos varones, deberán casarse con hombres pertenecientes a la tribu de su padre. De esta manera la herencia se conservará siempre dentro de la misma tribu.