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ATRAS

INTRODUCCIÓN

 

  1. El país se está prostituyendo (1,2). El autor y su tiempo

 

La profecía de Oseas, en su estado actual y en su posición como cabeza del libro de los Doce Profetas, expresa, a través de la experiencia conyugal del profeta, un mensaje de esperanza y un futuro feliz, garantizado solo por la fidelidad de Dios para su pueblo.

 

El libro se presenta como una recopilación de las predicaciones de Oseas, hijo de Berí, un profeta del que no se tiene otra noticia fuera de las que aparecen en su libro, y que desempeñó su ministerio profético en el reino de Israel. El encabezamiento del libro precisa el período de su actividad indicando los nombres de los reyes de Israel y Judá que gobernaban en esa época. Estos datos cronológicos no se corresponden con exactitud, porque mientras se dice que en Israel reinaba Jeroboán II (782-753 a. C.), se indica que en el reino de Judá gobernaban Ozías, Jotán, Ajaz y Ezequías (767-698 a. C.), período que excede el reinado de Jeroboán y abarca también a sus sucesores -Zacarías, Salún, Menajén, Pecajías, Pecaj y Oseas- hasta el final del reino del norte (año 722). En el libro aparentemente no se encuentran referencias claras a los tumultuosos años de los sucesores de Jeroboán II, aunque algunos ven alusiones en ciertos textos (cf. 7,3-7; 8,4), por lo que se podría suponer que el profeta predicó también en el declive del reino de Israel.

 

Oseas fue en parte contemporáneo del profeta Amós. La situación social y religiosa en que se encontraron estos dos profetas ha sido la misma. Durante el gobierno de Jeroboán II el reino de Israel gozó de un gran esplendor económico, con la creciente amenaza que significó la expansión del imperio asirio, y que culminó con la destrucción del reino de Israel en el año 722. Situado entre los imperios de Asiria y Egipto, el pequeño Israel recurría a los pactos políticos o a los tributos para sobrevivir. Pero una alianza extranjera adulteraba su monoteísmo y su liturgia. El culto al Dios de Israel padecía la contaminación del paganismo proveniente de Fenicia, porque mezclado con el culto a Baal, se realizaba sin un verdadero compromiso de una vida de acuerdo con la voluntad de Dios. Todo ello se refleja en el mensaje de Oseas, que denuncia la infidelidad del pueblo, su corrupción moral, la injusticia social y la falta de responsabilidad de sus dirigentes.

 

El libro de Oseas presenta dificultades en su interpretación. Según la opinión de muchos comentaristas, se puede extraer de él que Oseas tuvo un drama en su vida personal: su esposa se prostituyó. La prostitución no se reducía a la promiscuidad sexual, sino que estaba relacionada con un acto de culto en honor de los dioses guardianes de la fecundidad. De ahí que la prostitución de la esposa de Oseas se deba entender como un acto de idolatría. Los nombres de los hijos nacidos de esta mujer se refieren a la triste situación del pueblo que ha olvidado a su Señor (1,2-9). El profeta, persona profundamente religiosa que ama a su esposa, desea rescatarla y perdonarla, compara su drama con el que el Señor tiene con su pueblo. La pureza del culto está entonces entre las principales preocupaciones del profeta Oseas.

 

  1. Te desposaré conmigo para siempre (2,21). La teología de Oseas

El aspecto más novedoso de la teología de Oseas consiste en presentar la alianza del Señor con Israel en clave de alianza nupcial. El Señor se unió con Israel por medio de una alianza, así como Oseas lo hizo con su esposa por medio de la alianza nupcial. El Dios de la alianza es un Dios lleno de amor, y el amor es un constitutivo esencial de la alianza. El Señor quiere amor más que actos de culto (6,6).

 

Desde esta perspectiva, toda violación de la alianza con la que Israel está ligado con el Señor (8,1; 10,4) es un «adulterio», porque abandona al legítimo esposo, que es el Señor, para ir detrás de otros dioses (2,4-7; 4,11-19; 8,4-7; 13,1-3) o confiar en las potencias extranjeras (5,13-15; 7,8-12; 8,8-10). Israel piensa que los dioses paganos le han concedido todos aquellos bienes que en realidad le fueron dados por el Señor (2,7-14).

 

Oseas se pronuncia con claridad contra el culto exterior desprovisto de un verdadero compromiso con el Señor de la alianza (8,11-13), y denuncia la corrupción generalizada que alcanza también a los sacerdotes (4,1-11; 12,1-2).

 

Ante todo esto, el profeta anuncia castigos. Pero la acción de Dios contra Israel, cuando le quite los bienes (2,11-14) y lo destine al cautiverio (9,1-6), no tiene carácter definitivo. Es un medio para que el pueblo, en su situación de miseria, recapacite y vuelva a su Dios. A pesar de la infidelidad de su pueblo, Dios se expresa en términos que manifiestan su voluntad de perdonar. Aunque Oseas denuncia a Israel por el abandono de su pareja, la novedad en la profecía es la tenacidad del amor de Dios, que inspira el perdón y la conversión. El orden de estos dos términos es clave para la teología, porque aquí el perdón precede a la conversión. Para el futuro, queda la perspectiva de una alianza que se sellará para siempre (2,16-25; 14,2-9).

 

El Señor ha amado a Israel desde que este era niño (11,1), y mantiene siempre aquel amor inicial (11,8-9). La imagen del amor paterno de Dios (11) complementa la dimensión matrimonial expresada en los primeros capítulos. La conversión, también aquí, se atribuye a la iniciativa de Dios que declara: «No actuaré según el ardor de mi ira, no volveré a destruir a Efraín, porque yo soy Dios, no un ser humano, el Santo en medio de ti, y no vendré para devastar».

 

El tema nupcial, inaugurado por Oseas para expresar la institución de la alianza, reaparece en otros libros, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento (Is 61,10; 62,4-5; Jr 3,1-5; Mt 22,2; Ef 5,25; Ap 19,7; 22,17; etc.), y está presente en la forma simbólica en que la tradición judía y cristiana ha leído el libro del Cantar de los Cantares.

 

  1. Palabra del Señor que llegó a Oseas (1,1). La estructura del libro.

 

El libro no se presenta como respondiendo a un plan preestablecido. Las unidades literarias se suceden sin ningún orden y no hay indicaciones cronológicas que permitan hacer una lectura ordenada del texto. Hay indicios de que la referencia al reino de Judá y a sus gobernantes en los años posteriores (1,1) se refiere a la época en que los discípulos de Oseas llevaron a cabo la obra de edición del libro. Ellos recopilaron el material, actualizaron algunas perícopas e hicieron sus propios aportes al texto.

 

En el libro de Oseas, aparte del título (1,1) y apéndice sapiencial (14,10), se pueden distinguir dos partes:

 

            Prologo                                                                       1,1

 

  1. PARÁBOLA DEL MATRIMONIO DE OSEAS        1,2-3,5

 

  1. ORÁCULOS SOBRE ISRAEL-EFRAÍN                   4,1-14,9

 

Epílogo                                                                        14,10

 

O S E A S

Prólogo[1]

           

1 1 Palabra del Señor que llegó a Oseas, hijo de Berí, durante los reinados de Ozías, Jotán, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá, y durante el reinado de Jeroboán, hijo de Joás, rey de Israel.

 

  1. PARÁBOLA DEL MATRIMONIO DE OSEAS[2]­

 

Toma por esposa a una prostituta

2 Re 9,15-10,11  // 1,6-9: 1 Pe 2,10

 

2 Comienzo de la palabra del Señor por medio de Oseas.

El Señor dijo a Oseas:

“Toma por esposa a una prostituta

y engendra hijos de prostitución,

porque el país se está prostituyendo

y se ha alejado del Señor”.

 

3 Él fue y tomó por esposa a Gomer, hija de Diblain;

ella quedó embarazada y dio a luz un hijo.

4 Entonces el Señor le dijo:

“Le pondrás por nombre ‘Jezrael’,

porque dentro de poco castigaré a la casa de Jehú por las matanzas en Jezrael

y pondré fin al reino de Israel.

5 Aquel día romperé el arco de Israel en el valle de Jezrael”.

 

6 Ella quedó embarazada otra vez, y dio a luz una hija.

Entonces el Señor le dijo:

“Le pondrás por nombre Lo-rujamah  (No-compadecida),

porque no volveré a compadecerme de Israel

y porque le retiré el perdón.

7 Pero tendré misericordia de Judá

y lo salvaré porque soy el Señor su Dios;

no lo salvaré con arco ni espada ni guerra,

ni con caballos ni con jinetes”.

 

8 Después que ella destetó a No-compadecida,

volvió a quedar embarazada y dio a luz otro hijo.

9 Entonces el Señor dijo:

“Le pondrás por nombre Lo-‘ammî  (No-mi-pueblo),

porque ustedes no son mi pueblo

y yo no soy ‘el que es’ para ustedes”.

 

El número de los israelitas será como la arena del mar

Gn 22,17; 32,13 // 2,1: Rom 9,25-26

 

21 El número de los israelitas será como la arena del mar,

que no se puede medir ni contar,

y en el lugar donde se los llamó No-mi-pueblo,

se les llamará ‘Hijos del Dios viviente’.

2 Los del reino de Judá se reunirán con los del reino de Israel,

designarán un solo jefe y tomarán posesión del país,

porque el día de Jezrael será grande.

3 Entonces llamarán a sus hermanos: ‘Ammí (Mi-pueblo)

y a sus hermanas: Rujamah (Compadecida).

 

La llevaré al desierto

Os 9,1; Jos 7,24-26: Jr 2,2  // 2,15: Rom 9, 25; 2,25: 1 Pe 2,10

 

4 ¡Acusen a su madre!

Acúsenla, porque ella no es mi mujer ni yo soy su marido.

Que retire sus prostituciones de su rostro

y sus adulterios de entre sus pechos,

5 no sea que la deje desnuda,

la exponga como el día en que nació,

la convierta en un desierto,

la reduzca a tierra árida y la haga morir de sed.

6 No tendré compasión de sus hijos,

porque son hijos de prostitución.

7 Porque su madre se ha prostituido;

la que los concibió se ha deshonrado,

y dijo: “Me iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua,

mi lana y mi lino, mi aceite y mis bebidas”.

8 Por eso, cerraré tu camino con espinas.

Alzaré un muro para que ella ya no encuentre sus senderos.

9 Irá detrás de sus amantes, pero no los alcanzará;

los buscará, pero no los hallará, para que diga:

“Volveré a mi primer esposo, porque antes me iba mejor que ahora”.

10 Ella no reconocía que era yo quien le daba el trigo, el mosto y el aceite,

y le prodigaba la plata y el oro que empleaban para Baal.

11 Por eso volveré a tomar mi trigo en la época de la cosecha

y mi mosto en el tiempo de la vendimia,

retiraré de ella mi lana y mi lino con los que cubría su desnudez.

12 Ahora la dejaré desnuda ante sus amantes.

Nadie la librará de mi poder.

13 Pondré fin a toda su alegría,

sus fiestas, novilunios, sábados y todas sus solemnidades.

14 Talaré su viña y su higuera de las que ella decía:

“Ellas son el pago que me daban mis amantes”

Las reduciré a maleza y los animales del campo las devorarán.

15 La castigaré por los días en que quemaba incienso a los baales,

cuando se adornaba con anillos y collares y corría tras sus amantes,

olvidándose de mí -oráculo del Señor-.

 

16 Por eso, miren, yo voy a seducirla;

la llevaré al desierto y le hablaré a su corazón.

17 Desde allí le devolveré sus viñas,

y el valle de Acor se convertirá en puerta de esperanza.

Allí responderá como en los días de su juventud,

como cuando subió del país de Egipto.

18 Aquel día –oráculo del Señor– tú me llamarás “esposo mío”

y no volverás a llamarme “baal mío”.

19 Retiraré de su boca los nombres de los baales

para que no vuelva a pronunciarlos.

20 Aquel día, pactaré una alianza a su favor

 con los animales del campo, con las aves del cielo y con los reptiles de la tierra;

eliminaré arco, espada y guerra de este país,

y los haré descansar tranquilos.

21 Te desposaré conmigo para siempre;

te desposaré en justicia y derecho, en amor y ternura.

 22 Te desposaré en fidelidad y tú reconocerás al Señor.

23 Aquel día yo responderé –oráculo del Señor–

responderé al cielo y este dará respuesta a la tierra.

24 La tierra responderá con el trigo, el mosto y el aceite,

y ellos darán respuesta a Jezrael.

25 Yo la sembraré para mí en el país.

Amaré a No compadecida

y le diré a No mi pueblo, ‘Tú-eres-mi-pueblo’

y él me contestará: ‘Dios mío’.

Israel volverá a buscar al Señor, su Dios

 

31 El Señor me dijo otra vez:

“Ama a una mujer amante de otro y adúltera,

así como el Señor ama a Israel,

mientras ellos se vuelven a dioses extranjeros

y gustan las tortas de pasas”.

2 La compré para mí por quince monedas de plata

y por una carga y media de cebada.

3 Le dije: “Durante mucho tiempo vivirás conmigo.

No te prostituirás ni te entregarás a otro hombre;

también yo haré lo mismo contigo,

4 porque durante mucho tiempo Israel ha de vivir sin rey ni jefe,

sin sacrificios ni estelas sagradas, sin efod ni amuletos”.

5 Luego Israel volverá a buscar al Señor, su Dios,

y a David, su rey, y en los últimos tiempos

acudirán con reverencia al Señor y a su bondad.

 

  1. ORÁCULOS SOBRE ISRAEL-EFRAÍN[3]­

 

Mi demanda es contra ti, sacerdote [4]

 

4 1 Escuchen, israelitas, la palabra del Señor:

el Señor entabla un juicio contra los habitantes del país,

porque no hay fidelidad ni amor ni conocimiento de Dios, en esta tierra,

2 sino testimonios falsos, mentiras, homicidios,

robos y adulterios, un asesinato tras otro.

3 Por eso, la tierra está de luto y desfallecen todos sus habitantes,

junto con los animales del campo y las aves del cielo,

y hasta desaparecen los peces del mar.

4 Aunque nadie demande y nadie reproche,

mi demanda es contra ti, sacerdote.

5 En pleno día tropiezas y también contigo tropieza el profeta de noche.

Haré perecer a tu pueblo.

6 Mi pueblo perece por falta de conocimiento,

y porque tú rechazaste el conocimiento,

ahora yo te rechazaré de mi sacerdocio,

y como tú olvidaste la ley de tu Dios,

yo también me olvidaré de tus descendientes.

7 Porque cuantos más eran, más pecaban contra mí,

y por eso cambiaré su gloria por la infamia.

8 Se alimentan del pecado de mi pueblo y están ávidos de sus delitos.

9 Entonces el pueblo correrá la misma suerte que el sacerdote:

los castigaré por su conducta y les pagaré según sus actos.

10 Comerán pero no se saciarán;

se prostituirán pero no se multiplicarán,

porque abandonaron al Señor para dedicarse a 11 la prostitución.

El vino y el mosto hacen perder el sentido. 

12 Mi pueblo consulta a un trozo de madera

y un bastón lo instruye,

porque un espíritu de prostitución lo extravía,

y por eso se alejan de su Dios.

13 Ofrecen sacrificios en las cumbres de los cerros,

queman incienso en las colinas, bajo la encina, el álamo y el terebinto,

porque les agrada su sombra;

por eso sus hijas se prostituyen y sus nueras cometen adulterio.

14 Pero no castigaré a sus hijas por sus prostituciones

ni a sus nueras por sus adulterios,

ya que sus mismos esposos acuden a rameras

y junto con las prostitutas sagradas ofrecen sacrificios.

Así, un pueblo insensato va a la ruina.

15 Si tú, Israel, te prostituyes, que Judá no caiga en la culpa.

No vayan a Guilgal ni suban a Bet-Avén,

ni juren diciendo: “¡Vive el Señor!”.

16 Si Israel se pone obstinado como una vaca brava,  

¿acaso el Señor los apacentará  igual que a corderos en la pradera?

17 Efraín está apegado a los ídolos. ¡Déjalo!

18 Se han entregado a su borrachera,

se prostituyen cada vez más,

y aman la infamia más que su gloria.

19 Un viento los arrebatará en sus alas

y se avergonzarán de sus sacrificios.

 

Israel y Efraín tropiezan en su iniquidad[5]

Os 10, 6; Is 7

 

5 1 Escuchen esto, sacerdotes;

preste atención el pueblo de Israel;

oiga la casa real:

¡Contra ustedes es el juicio!

Porque se han vuelto una trampa en Mispá

y una red tendida en Tabor;

2 han cavado una fosa en Sitín;

pero yo mismo seré el escarmiento para todos ellos.

 

3 Yo conozco a Efraín, y nada se me oculta de Israel:

“Efraín, te has prostituido;

Israel se ha vuelto impuro;

4 sus obras no les permiten volver a su Dios,

porque un espíritu de prostitución habita en su interior,

y desconocen al Señor”.

 

5 La soberbia de Israel testifica en su contra;

Israel y Efraín tropiezan en su iniquidad

-Judá tropezará junto con ellos–.

6 Con sus ovejas y vacas irán en busca del Señor

pero no lo hallarán, porque él se alejó de ellos.

7 Han sido infieles al Señor;

han engendrado hijos bastardos;

y ahora la luna nueva los devorará junto con sus campos.

 

8 ¡Toquen el cuerno en Guibeá, la trompeta en Ramá!

¡Lancen gritos de alarma en Bet-Avén! ¡Detrás de ti, Benjamín!

9 Yo anuncio entre las tribus de Israel algo cierto:

en el día del castigo Efrain quedará devastado;

10 los jefes de Judá son como los que desplazan los límites de los campos,

pero sobre ellos derramaré mi furia como el agua.

 

11 Efraín está abatido; el derecho está quebrantado,

porque se empeña en andar tras los ídolos.

12 Yo seré como polilla para Efraín

y como carcoma para el pueblo de Judá.

13 Efraín vio su enfermedad y Judá su llaga.

Efraín se ha vuelto a Asiria, ha acudido al gran rey                  

pero este no podrá sanarlos ni curar su llaga.

 

14 Porque yo soy como un león para Efraín,

un cachorro de león para el pueblo de Judá.

Yo mismo desgarraré la presa y me iré;

la arrebataré y nadie la salvará.

 

15 Me iré, volveré a mi lugar

hasta que se reconozcan culpables y me busquen.

En su angustia me buscarán.

 

Prefiero el amor al sacrificio[6]

Os 5,14; 13,3 // 6,6: Mt 9,13; 12,7

 

61 “¡Vamos, volvamos al Señor!

Él ha desgarrado, pero nos curará;

él ha herido, pero nos vendará;

2 en dos días nos devolverá la vida,

y al tercer día nos levantará para que vivamos en su presencia.

3 ¡Esforcémonos por conocer al Señor!

Su venida es tan segura como el amanecer;

descenderá a nosotros como el aguacero,

como la lluvia tardía que riega la tierra.

 

4 ¿Qué puedo hacer contigo, Efraín?

¿Qué puedo hacer contigo, Judá?

Tu amor es como la neblina de la mañana,       

como el rocío matinal que pronto se evapora.

5 Por eso, los hice trizas con las palabras de los profetas,

los destrocé con los dichos de mi boca.

Entonces mi juicio surgirá como una luz.

6 Porque prefiero el amor al sacrificio,                                   

y el conocimiento de Dios a los holocaustos.

 

Efraín se prostituye; Israel se degrada[7]

Jos 3,16

 

7 Pero ellos quebrantaron mi alianza en Adán,

y allí me traicionaron.          

8 Galaad es una ciudad de malhechores, manchada de sangre;

9 la pandilla de sacerdotes son como salteadores que están al acecho,

en el camino a Siquén asesinan y cometen infamia.

10 He visto cosas horribles en la casa de Israel;

allí Efraín se prostituye; Israel se degrada.

11 También para ti, Judá, tengo preparado un castigo.

cuando yo cambie la suerte de mi pueblo.

71 Cuando me puse a curar a Israel,

se descubrió la iniquidad de Efraín y las maldades de Samaría,

que se dedicaban a la mentira;

un ladrón estaba adentro,

y una pandilla asaltaba afuera. 

2 No caen en la cuenta de que yo tengo presente toda su maldad.

Ahora sus propias acciones los acorralan; las tengo siempre presentes.

 

Como un horno encendido[8]

 

3 Divierten al rey con su malicia y a los jefes con sus halagos.

4 Todos ellos son adúlteros,

son como un horno encendido aunque el panadero no lo avive,

desde que se amasa

hasta que fermenta la masa.

5 En la fiesta de nuestro rey,

los oficiales se embriagan por el ardor del vino;

incluso a los bufones él da la mano.

6 Cuando ellos se acercan con sus intrigas,

su corazón arde como un horno;

por la noche su furor descansa,

pero por la mañana este les quema como fuego voraz.

7 Todos arden como el horno y devoran a sus jueces.

Todos sus reyes han caído, pero ninguno de ellos me invoca.

 

Efraín es como una paloma ingenua[9]

Os 5,5

 

8 Efraín se mezcla con los pueblos;

Efraín es como una tortilla a la que no se le dio vuelta.

9 Extranjeros devoran su vigor sin que él se dé cuenta;

ya le salieron canas, pero él ni se entera.

10 La soberbia de Israel testifica en su contra,                                     

pero no se vuelven al Señor su Dios.

A pesar de todo no lo buscan.    

11 Efraín es como una paloma ingenua e imprudente,

se dirigen a Egipto, acuden a Asiria.

12 Adondequiera que vayan, echaré mi red sobre ellos

y los haré caer como aves del cielo.

Los atraparé cuando se oiga que están reunidos.

 

Se rebelaron contra mí[10]

 

13 ¡Ay de ellos porque huyeron lejos de mí!       

¡Sobre ellos, la ruina, porque se rebelaron contra mí!

Mientras estoy a punto de rescatarlos, ellos me mienten;

14 se lamentan en sus lechos, pero no me invocan de corazón;

se afligen por el trigo y el mosto, pero se apartan de mí.  

15 Mientras yo los corregía para fortalecer sus brazos,

ellos planeaban el mal contra mí.

16 Apuntan al vacío; se vuelven como un arco flojo.

Sus jefes caerán a espada, por la insolencia de su lengua;

en el país de Egipto se burlarán de ellos.

 

Siembran vientos y recogerán tempestades[11]

Os 9,9

 

81 ¡Toca la trompeta! Algo como un buitre se cierne sobre la casa del Señor,

porque han transgredido mi alianza y se han rebelado contra mi ley.   

2 Israel me grita: “Dios mío, nosotros te conocemos”.

3 Pero Israel ha rechazado el bien; el enemigo lo perseguirá.

4 Han nombrado reyes sin contar conmigo;

han designado príncipes sin que yo lo supiera;

con su plata y su oro fabricaron ídolos para su perdición.    

5 Aborrezco tu becerro, Samaría.

Mi indignación estalla contra ellos

¿Hasta cuándo estarán sin poder purificarse?

6 Porque el becerro de Samaría fue hecho en Israel,

lo fabricó un artesano y no es un dios. ¡Será hecho añicos!  

 

7 Siembran vientos y recogerán tempestades.

El tallo que no da espigas, no producirá harina;

y si acaso la produce, la devorarán los extranjeros.

8 Israel ha sido devorado;

ahora está como un cacharro inútil entre las naciones.

9 Ellos acudieron a Asiria;

como asno salvaje y solitario. Efraín  contrató amantes,       

10 pero, aunque ellos contraten entre las naciones, yo los reuniré

y pronto se retorcerán bajo la opresión del rey soberano.

11 Porque Efraín ha multiplicado los altares para pecar

y para pecar le han servido los altares.

12 Aunque les haya escrito muchas leyes,

las consideran como algo extraño.

13 Me honran con sus sacrificios y se comen la carne inmolada,    

pero al Señor no le agradan;       

ahora recordará su iniquidad, castigará sus pecados,

y ellos volverán a Egipto.       

14 Israel olvidó a su Hacedor y construyó palacios,

y ahora Judá multiplica sus ciudades amuralladas.

Pero yo enviaré fuego a sus ciudades,

que devorará sus palacios.

 

No te alegres, Israel [12]

Os 2, 14; Jue 19-21

 

91 No te alegres, Israel;

no te regocijes como los pueblos paganos,

porque te prostituiste, abandonando a tu Dios,   

y buscaste el salario más que los graneros de trigo.                     

2 La cosecha y la vendimia no los alimentarán

y el vino nuevo les faltará.

3 Ya no habitarán en la tierra del Señor;

Efraín retornará a Egipto,

y comerán alimento impuro en Asiria.

4 No ofrecerán vino al Señor;

ni sus sacrificios le serán gratos;

ellos serán como pan de duelo,

que cuantos lo coman quedarán impuros.  

Su alimento será solo para ellos

y no se ofrecerá en el templo del Señor.

5 ¿Qué harán ustedes el día de la solemnidad,

el día de la fiesta del Señor?

6 Aunque escapen de la calamidad,

Egipto los recogerá y Menfis los sepultará;

los abrojos heredarán sus tesoros de plata,

los matorrales invadirán sus tiendas de campaña.

7 Llega el tiempo del castigo;

llega el tiempo de la retribución

¡Que lo sepa Israel!

“El profeta es un tonto; un loco, el hombre del espíritu”.  

La rebelión aumenta a causa de su enorme corrupción.  

8 Un centinela para Efraín es el profeta de mi Dios,

trampa de cazador en todos sus caminos

y motivo de hostilidad en la casa de su Dios.

9 Están corrompidos por completo como en los días de Guibeá.       

Dios recordará su iniquidad y castigará sus pecados.

 

Efraín es como un ave, y su gloria saldrá volando [13]

Nm 25,1-3; 1 Sm 15

 

10 Como uvas en el desierto hallé a Israel,

y como los primeros higos en la higuera vi a sus antepasados;

pero cuando ellos llegaron a Baal-Peor, se consagraron a la ignominia,        

y se hicieron tan abominables como el objeto de su amor.

11 Efraín es como un ave, y su gloria saldrá volando

y no habrá más nacimiento ni embarazo ni concepción.  

12 Aunque críen hijos, yo se los quitaré antes de que lleguen a ser adultos.

Porque, ¡ay de ellos cuando los abandone!

13 Efraín, cuando lo vi, era como una roca plantada en la pradera,

pero tendrá que sacar a sus hijos para la matanza.

14 ¡Dales, Señor! ¿Qué les has de dar?

¡Dales un vientre estéril y pechos secos!

 

15 Toda su maldad nació en Guilgal;                   

ahí llegué a odiarlos por sus malas acciones.

Los arrojaré de mi casa

y no volveré a amarlos, porque todos sus jefes son rebeldes.

16 Efraín está herido, su raíz se ha secado y no dará más fruto.

Y aunque engendren hijos,

yo haré que muera el deseado fruto de su vientre.

17 Mi Dios los rechazará porque no le obedecieron.

¡Andarán errantes entre las naciones!

 

¡Se acabó Samaría y su rey! [14]

Jue 19-20; 1 Sm 12; 1 Re 12 // 10,8:  Lc 23,30; Ap 6,16

 

101 Israel era una viña vigorosa que daba abundante fruto;

Pero cuantos más frutos daba, más altares, construía;

cuanto más rica era su tierra, más hermosas eran sus estelas sagradas.

2 Tienen el corazón dividido y ahora pagarán su culpa:

el Señor destrozará sus altares y demolerá sus estelas.

3 Entonces dirán: “Ya no tenemos rey,

 porque no hemos respetado al Señor

y, ¿qué podría hacer el rey por nosotros?”.

4 Pronuncian discursos, juran en falso, pactan alianzas,

pero la injusticia brota como hierba venenosa en los surcos del campo.

5 Los habitantes de Samaría tiemblan por el becerro de Bet-Avén,           

el pueblo y sus sacerdotes hace duelo por él

¡que se alegren porque su gloria ha sido deportada!

6 El becerro es llevado a Asiria como ofrenda para el gran rey                     

Efraín recogerá la vergüenza, Israel quedará confundido de sus intrigas.

7 ¡Se acabó Samaría y su rey es como espuma sobre el agua!

8 Serán destruidos los santuarios de Avén, el pecado de Israel;

zarzas y abrojos treparán por sus altares.

Dirán a los montes: “¡cúbrannos!”;

y a las colinas: “¡caigan sobre nosotros!”.                                   

9 Israel ha pecado desde los días de Guibeá. Allí persisten.                   

¿Acaso no los alcanzará en Guibeá la guerra contra los malvados?

10 Mi deseo es castigarlos.

Pueblos se unirán contra ellos para castigarlos por su doble crimen.

11 Efraín era una novilla domesticada a la que le gustaba trillar,

y  yo puse el yugo sobre su hermoso cuello; yo uncí a Efraín.

Judá tiene que arar, Jacob tiene que rastrillar.

12 Siembren justicia y cosechen amor.

Labren el campo nuevo,

porque es tiempo de pedir al Señor

que venga y les enseñe la justicia.

13 Cuando ustedes cultivaron la maldad,

cosecharon perversidad

y comieron el fruto de la mentira.

Por haber confiado en tus carros de guerra

y en el gran número de tus soldados,

14 un estruendo de guerra surgirá contra tu pueblo;

todas tus fortalezas serán asoladas,

como Salmán destruyó Bet-Arbel en el día del combate,

cuando las madres fueron estrelladas junto con sus hijos.

15 Así sucederá contigo, Betel, por tu tremenda maldad.

Al amanecer desaparecerá definitivamente el rey de Israel.

 

Con lazos de amor los atraía [15]

Gn 10,19.24-25; Dt 29,23 // 11,1: Mt 2,15

 

111 Cuando Israel era niño yo lo amé,

y de Egipto llamé a mi hijo                                            

2 Cuanto más los llamaba,

ellos más se alejaban de mí;

ofrecían sacrificios a los baales

e incienso a los ídolos.

3 Yo mismo enseñé a Efraín a caminar,

y lo tomaba en mis brazos,

pero ellos no se daban cuenta

de que era yo quien los cuidaba. 

4 Con afecto humano, con lazos de amor los atraía.

Fui para ellos como quien alza a un niño hasta sus mejillas

y se inclina hacia él para darle de comer.

 

5 Pero ahora volverá al país de Egipto y Asiria será su rey,    

porque no quisieron convertirse.

6 La espada caerá sobre sus ciudades,

acabará con sus defensas

y los devorará por causa de sus intrigas.

7 Mi pueblo se obstina en traicionarme;

aunque claman a lo alto, nadie los ayuda.

 

8 ¿Cómo voy a dejarte, Efraín?

¿Cómo voy a abandonarte, Israel?

¿Te trataré como a Adamá?  

¿Te dejaré igual que a Seboín?           

¡Ah! Mi corazón se conmueve;

mis entrañas se estremecen.

9 No actuaré según el ardor de mi ira,

no volveré a destruir a Efraín,

porque yo soy Dios, no un ser humano,

el Santo en medio de ti,

y no vendré para devastar.

10 Marcharán tras el Señor, que rugirá como un león,

y al rugir, los hijos vendrán temblando desde occidente,

11 vendrán temblando como pájaros desde Egipto,

como palomas del país de Asiria;

y yo los instalaré en sus casas –oráculo del Señor–.

 

Efraín se deja llevar por el viento [16]

Gn 27,36; 29,18; 32,23-30;  13,4; Ap 3,17-18

 

121 Efraín me envuelve en mentiras;

la casa de Israel, en el fraude. 

Pero Judá anda aún con Dios y sigue fiel al Santo.

2 Efraín se deja llevar por el viento

y todo el día persigue al viento del oriente;

acumula la mentira y la violencia,

pacta una alianza con Asiria y lleva aceite a Egipto.

 

3 El Señor tiene un pleito contra Judá,

pedirá cuentas a Jacob por su conducta

y le pagará según sus obras.

4 En el seno materno suplantó a su hermano

y cuando ya era adulto, luchó contra Dios.                  

5 Luchó con el ángel y lo venció;

lloró y alcanzó misericordia.

Dios salió a su encuentro en Betel y allí habló con él.

 

6 El Señor es el Dios del universo; su nombre es el Señor.

7 Tú, vuélvete a tu Dios, practica el amor y la justicia,

y confía siempre en tu Dios.

 

8 Como un comerciante tramposo que utiliza una balanza falsa

9 es Efraín, que dice: “Ya soy rico, he amasado una fortuna,                          

en todas mis ganancias no se encontrará ninguna culpa”.

 

10 Pero yo, desde la tierra de Egipto, soy el Señor, tu Dios.                            

De nuevo te haré habitar en tiendas, como en los días de peregrinación.

11 Hablaré a los profetas, yo mismo multiplicaré visiones

y por medio de los profetas propondré parábolas.

 

12 Si en Galaad hay iniquidad; ellos se han convertido en  ignominia.

Sacrifican toros en Guilgal;

por eso sus altares se volverán como escombros entre los surcos de los campos.

 

13 Jacob huyó a la región de Aram;

allí Israel se sometió a servidumbre por una mujer;

por una mujer cuidaba rebaños.                                    

 

14 Por medio de un profeta el Señor sacó a Israel de Egipto;

por un profeta lo cuidó.

15 Efraín le ha causado un amargo disgusto;

por eso su Señor hará recaer sus crímenes sobre él

y le devolverá su desprecio.

 

La compasión desaparece de mi vista[17]

Os 6,4; 12, 10 // 13,14: 1 Cor 15, 55

 

131 Cuando Efraín hablaba, inspiraba respeto:

él se imponía en Israel;

pero murió cuando se hizo culpable con Baal.

2 Aún siguen pecando:

con su plata se fabrican estatuas fundidas,

ídolos según su destreza,

todo eso obra de artesanos,

y acerca de ellos dicen:

“los que ofrecen sacrificios humanos besen a los becerros”.

 

3 Por eso serán como neblina de la mañana,   

como rocío matinal que se evapora,

como paja arrastrada por el viento en la era,

como humo por la chimenea.

4 Pero yo soy el Señor,

tu Dios desde la tierra de Egipto;              

no conoces otro dios fuera de mí;

no hay salvador más que yo.

5 Yo me ocupé de ti en el desierto,

en tierra árida.

6 Pero cuando llegaron a sus campos de pastoreo,

ellos se hartaron,

y, hartos, su corazón se llenó de soberbia

y se olvidaron de mí.

 

7 Por eso, seré para ellos como un león,

como un leopardo que acecha junto al camino.

8 Los atacaré como una osa privada de sus cachorros;

desgarraré sus entrañas;

allí los devoraré como un león,

y las fieras del campo los harán pedazos.

9 Te has echado a perder, Israel,

porque en mí encontrabas ayuda.

 

10¿Dónde está ahora tu rey?

¿Y dónde están tus jueces, a los que les decías:

“Dame un rey y príncipes?”

11 Yo te doy reyes en mi ira,

y te los quito en mi furor.

 

12 La culpa de Efraín está documentada,

bien archivado su pecado.

 

13 Cuando vienen los dolores de parto,

él es una criatura torpe,

que, al llegar el tiempo,

no se coloca bien para salir del vientre.

 

14 ¿Los libraré de las garras del Abismo?

¿Los rescataré de la Muerte?

Muerte, ¿dónde están tus pestes?

Abismo, ¿dónde están tus azotes?          

 

La compasión desaparece de mi vista.

 

15 Aunque él prospere entre sus hermanos,

soplará el viento del oriente;

el vendaval del Señor subirá del desierto

que secará su manantial y agotará su fuente,

saqueará su tesoro y todos los objetos preciosos.

 

14 1 Samaría será castigada porque se rebeló contra su Dios; 

sus niños morirán a espada, serán estrellados;

y a sus mujeres embarazadas les abrirán el vientre.

Seré para Israel como el rocío [18]

 

2 Vuelve, Israel, al Señor, tu Dios,

porque has caído por tu culpa.

 

 3 Preparen su discurso y vuelvan al Señor;

díganle: “Perdona todas nuestras culpas;      

acepta como bueno el sacrificio de nuestros labios. 

 

4 Asiria no nos salvará. No montaremos más a caballo.

No llamaremos más ‘dios nuestro’ a la obra de nuestras manos,

porque solo en ti halla compasión el huérfano”.

 

5 Yo sanaré su apostasía, los amaré de todo corazón

porque mi ira se ha apartado de ellos.

6 Seré para Israel como el rocío;

él florecerá como la azucena

y echará sus raíces como el cedro del Líbano;

7 sus ramas se extenderán;

tendrá la nobleza del olivo y el perfume del Líbano.

 

8 Los que habitaban a su sombra volverán y cultivarán el trigo,

florecerán como la vid y tendrán la fragancia del vino del Líbano.

 

9 ¿Qué tiene que ver Efraín con los ídolos?

Yo le respondo y yo mismo cuido de él.

Yo soy como un ciprés vigoroso; de mí proceden tus frutos.

 

Epílogo [19]

 

¿Quién es sabio para entender este mensaje?

 

10 ¿Quién es sabio, para entender este mensaje?

¿Quién es tan inteligente para comprenderlo?

¡Los caminos del Señor son rectos!

Por ellos caminan los justos,

y en ellos tropiezan los rebeldes.  

[1] 1,1. Introducción histórica; cf. Introducción: 1. El país se está prostituyendo (1,2)– El autor y su tiempo.  

[2] ­1,2-3,5. Las vicisitudes que vive un matrimonio reflejan las relaciones de Dios con Israel. El profeta sufre un amor traicionado y expresa su condición de esposo abandonado (2,4-15); los nombres simbólicos de sus hijos (1,4-9; cf. Is 7,3; 8,14; 10,21) señalan tres amenazas para el pueblo, que luego se transforman en bendiciones (2,1-3). Esta historia de negaciones y pecados se despliegan en tres niveles de sentido: el biográfico del profeta, el histórico del pueblo de la alianza y el teológico. Al castigo anunciado sucede la reconciliación y las promesas de un nuevo desposorio en amor y fidelidad (2,16-25); Oseas debe amar a la mujer infiel, como Dios ama a su pueblo que va tras otros dioses (3,1-5). El restablecimiento de las relaciones no se produce porque la esposa vuelve ni porque Israel se convierte de su idolatría. Una nueva lógica se revela: la garantía que permite restablecer los vínculos es el amor magnánimo e incondicional de Dios, que funda la relación en justicia, en ternura y fidelidad (2,21-22).

[3] ­ 4,1-14,9. La segunda parte del libro se denuncia la infidelidad de Israel, incapaz de responder con un amor exclusivo a su Dios. El Señor, traicionado por las idolatrías e injusticias de Israel, denuncia la gran responsabilidad de los sacerdotes; por faltar a la instrucción del pueblo y difundir el engaño, se les quitará ese ministerio. Un espíritu de prostitución, que se manifiesta en múltiples cultos idolátricos, en atropellos y en la anarquía, corrompe a la clase dirigente y la lleva al castigo (4,1-11,11). Sin embargo, también aquí se revela la fidelidad divina con una nueva imagen de Dios: padre cariñoso que no puede condenar a su hijo (11,1-11). En la última sección (12,1-14,9), de carácter más reflexivo, se evocan los orígenes de Israel, su identidad como pueblo de la alianza, rescatado de la esclavitud (cf. 12,6.10; 13,4-5), que a pesar de todo es objeto de un amor gratuito, único antídoto para su crónica infidelidad (14,5).

[4] 4,1-19. El Señor entabla un juicio contra su pueblo y sus sacerdotes. La falta fidelidad, de amor y de conocimiento de Dios se manifiesta en los pecados contra el prójimo (vv.1-2; cf. Jr 22,15-16). No practicar el derecho y la justica en Israel, aunque nadie lo demande, tiene sus responsables en los guías del pueblo; profetas y sacerdotes lo extravían olvidando la ley de Dios y conduciéndolo hacia cultos idolátricos para lograr fecundidad y seguridad. También en los santuarios más tradicionales (Guilgal, Betel: v.15) la idolatría de Efraín- Israel es una realidad; esta condición generalizada es su condena y su castigo (vv.17-19).        

[5] 5,1-15. El espíritu de prostitución es el sincretismo religioso, mezclado con ambiciones políticas anima a los sacerdotes, el pueblo y la casa real. Esta condición traiciona relación con Dios y anula un verdadero encuentro con él. En el contexto de la guerra siro-efraimita, Oseas, como Isaías (cf. Is 7), fustiga a Israel, aliado contra Asiria, por no apoyarse en la soberana protección del Señor y en su palabra (vv.12-14); experimentar la lejanía de Dios hará que Efraín reconozca su culpa y, que en su angustia, busque a su Señor (v.15).

[6] 6,1-6. El profeta exhorta a la conversión revelando que el Dios de la alianza es fiel y está dispuesto a sanar toda herida, a devolver la vida y a dejarse conocer íntimamente. Pero Efraín, como Judá, esbozan solo un amor pasajero: su lealtad es “como nube matinal, rocío que se disipa”. El Señor, por la palabra profeta, busca suscitar en Israel una conducta como la suya: un amor magnánimo y fiel (cf. 2,21-22), que vale más que los holocaustos y los sacrificios; esa conducta lleva al verdadero conocimiento de Dios y a la fraternidad. En el evangelio de Mateo Jesús cita dos veces el v. 6, para mostrar su misericordia a los pecadores, con los que él convive (Mt 9,13), y para enseñar que por encima del legalismo o ritualismo del sábado está la práctica de la misericordia (Mt 12,7).

[7] 6,7-7,2. La infidelidad a Dios atraviesa toda la historia de Israel. “Quebrantaron mi alianza en Adán” (v.7), indica una localidad (cf. Jos 3,16), alude a una situación análoga vivida en la conquista de la tierra; pero la frase refiere también a una condición transgresora atávica. La experiencia histórica pone de manifiesto la iniquidad de ese pueblo rebelde que el Señor deliberadamente intenta sanar (7,1-2).  

[8] 7,3-7. Esta descripción de las conspiraciones en palacio es signo de la corrupción de la monarquía del reino del norte; a diferencia de Judá, regida por las dinastía davídica, la sucesión en el trono en Israel sucumbió en la idolatría y luchas por el poder con sucesivas revueltas y cadena de asesinatos (cf. 2 Re 15).            

[9] 7,8-12. La búsqueda de apoyo político militar con otros pueblos (Egipto, Asiria), efectuado a través de alianzas muestra la confianza de Israel en otro poder que no es el Señor. La condición de Efraín es frágil e inconsistente como el de una “tortilla” mal cocida; es un reino ingenuo e imprudente “como una paloma”, senil e impotente (cf. “canas”, v.9). Aunque no busque al Señor; su desgracia lo confrontará con él (v.12).              

[10] 7,13-16. La confianza en la seguridad que dan las alianzas con otros pueblos (v.13), la idolatría para obtener la fecundidad de la tierra (v.14), y el menosprecio de sus jefes en acudir al favor de su Dios (v.15), encaminan al reino de Israel hacia el vacío. Efraín persevera en su condición y no se deja rescatar (v.13).                      

[11] 8,1-14. Israel ha quebrantado la alianza con su Dios: no puede engañarse y proclamar que lo conoce (vv.1-3). La monarquía establecida fuera de la voluntad divina (v.4) y la idolatría, justificada con la presencia del becerro en Samaría (vv.5-6), dejan al reino a merced de los extranjeros (vv.8-9). Efraín ha recibido leyes divinas, pero las considera de un extraño; por eso, aunque multiplique altares y sacrificios que desagradan al Señor, su horizonte no es otro que el destierro y la opresión: “ellos volverán a Egipto” (vv.11-13).      

[12] 9,1-9. Según el pecado, tal será el castigo: si fueron a otros países en busca de ayuda, allí terminarán exiliados (vv.1-3). Fuera de la tierra del Señor se experimentará la falsa seguridad que son los ídolos y las riquezas; no habrá posibilidad de culto y los alimentos se volverán escasos e impuros (vv.4-6). El desprecio hacia el profeta como un “loco”, al que se tiende una trampa aún en la casa de Dios, muestra que la corrupción atraviesa todo el reino y lo encamina hacia la anarquía “como en los días de Guibeá” (Jue 19-21).  

[13] 9,10-17. El paradigma que refleja la idolatría en Israel es el episodio de Baal Peor (Nm 25); allí los israelitas se entregaron a los ritos cananeos de la fertilidad. La historia de la infidelidad del pueblo contrasta con el amor fiel del Señor. Efraín será un pueblo infecundo y sin futuro por haber buscado su garantía en los ídolos (vv.11-14). También la monarquía tiene un paradigma de origen: Guilgal; allí se la asumió con la alternativa de ser fieles al Señor y que el profeta recuerde al pueblo y al rey las exigencias de la alianza (1 Sm 12). En su reflexión, Oseas preve con verdad: “Mi Dios los rechazará porque no le obedecieron (v.17).           

[14] 10,1-15. Dos imágenes enmarcan el mensaje: “Israel es una viña vigorosa” (v. 1), “Efraín era una novilla domesticada” (v. 11). Idolatría, infidelidades, injusticias, guerras y falsas seguridades desembocan en el castigo, en la desaparición de lugares de culto idolátrico y de la misma monarquía que ha resultado inútil. Esta situación anárquica hace previsible la guerra fratricida aludida con la mención del crimen de Guibeá (cf. 5,8; 9,9). Ese suceso paradigmático de infamia y crueldad sigue gravitando en la historia de las tribus del Norte. El llamado a la conversión: “siembren justicia y cosechen amor” (v.12), busca hacer recapacitar a partir de la propia experiencia históricamente fallida (vv.13-15).

[15] 11,1-11. Este oráculo resume la historia de Israel con su Dios, bajo sus rasgos paternales y también maternales. Su mensaje es paralelo al de la parábola del amor conyugal (1,2-3,5). Los dos coinciden en presentar una lógica nueva: cuando todo parece perdido, por la resistencia de la esposa o la del hijo, el amor de Dios rescata y salva.  El argumento se despliega con claridad: Dios ama a su pueblo ingrato (vv.1-4), y merecedor de castigo (vv.5-7), pero renuncia a destruirlo. Pensar de abandonar a su predilecto conmueve su corazón y sus “entrañas se estremecen” (vv.8-11). El ser de Dios, que justamente es “Dios, no un ser humano” (v. 9), se revela en su amor incondicional, inmerecido y gratuito hacia Efraín; y este amor magnánimo y fiel causa su redención. La experiencia que representa este oráculo muestra que el Señor es un Dios-en-relación con su pueblo elegido; y que esta relación, expresada históricamente con la alianza, tiene como garantía la fidelidad divina, que suscita y posibilita la respuesta de amor de Israel-Efraín.

[16] 12,1-15. La polémica con Israel y, por extensión, con Judá, se desarrolla como una libre analogía entre la historia del pueblo y la de su fundador, el patriarca Jacob (Gn 25-35). El Señor de la historia es verdadero y fiel, que se valió de Moisés para sacar de Egipto a su pueblo, y está dispuesto a renovar su compañía con su pueblo y a continuar hablando con él por medio de sus profetas; pero Israel es mentiroso e infiel, como su padre, y lucha contra Dios; siempre aparece la idolatría; el tiempo se acorta para la corrección y parece no haber más lugar que para el castigo (vv.7-15).   

[17] 13,1-14,1. Este texto es un resumen de varios motivos sobresalientes de Oseas: la grandeza de Efraín y su elección desde Egipto; su decadencia a causa de la idolatría y su inconstancia; la pérdida de sus seguridades, como la monarquía, y los castigos divinos que buscan hacerlo volver a su Dios.

[18] 14,2-9. Este llamado a la conversión es una invitación a volver al Señor, después de haber experimentado el pecado y la caída; el pueblo declara su arrepentimiento y busca restablecer la amistad con Dios mediante el compromiso formal de evitar las alianzas con naciones extranjeras y rechazar para siempre cualquier idolatría (vv.2-4). Dios responde con su promesa de gracia, que trae la alegría de la salvación a toda la tierra. El Señor, como un ciprés siempre verde, ofrece vida auténtica vida, aquella que en vano Israel buscó lejos de él (vv.5-9).

[19] 14,10. Con estilo sapiencial, este epilogo redaccional ofrece una clave interpretativa para toda la profecía de Oseas, que a partir de la experiencia de Israel se invita a meditar sobre los misteriosos caminos de Dios en su relación con los seres humanos (cf. Dt 32,4; Sal 107,43; Prov 4,7).