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ATRAS

(16 capítulos)

PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS


I- «Me he informado… que hay entre ustedes rivalidades» (1,11): la comunidad cristiana en Corinto


1- Corinto, ciudad cosmopolita y desenfrenada


Corinto, en tiempos de Pablo, era una estratégica ciudad del Imperio romano, capital de la provincia senatorial de Acaya. Su importancia, además de militar y política, era industrial. Sus dos puertos, el de Cencreas para las rutas orientales y el de Lequeo para las occidentales, la convirtieron en nudo vital para el intercambio de personas, mercaderías y noticias. La habitaban unas seiscientas mil personas, de las cuales cuatrocientas mil eran esclavos (1 Cor 12,13). Corinto era la ciudad de las oportunidades por sus puertos y, debido al santuario de Afrodita, diosa del amor, de múltiples excesos de carácter sexual, al punto que se existía el verbo “corintear” para referirse a conductas sexuales inmorales. Allí también tenían lugar los juegos ístmicos, competencias deportivas que se realizaban cada dos primaveras, tan famosas como las que se celebraban en Olimpia cada cuatro años. 

La colonia judía era numerosa e influyente (Hch 18,8.17). Pablo llega a Corinto hacia el año 50 d.C. (18,1) y, con Silas y Timoteo, funda la comunidad (1 Cor 4,15; 2 Cor 1,19). Permanece allí por cerca de año y medio, trabajando en su oficio, hospedado por los esposos Aquila y Prisca (o Priscila), judíos convertidos y desterrados de Roma por Claudio (año 49 d.C.). Pablo se dedica por completo a evangelizar gracias a la ayuda económica de los de Macedonia. De Corinto se dirige a Éfeso. Mientras se encuentra aquí, por informaciones de la familia de Cloe, una acomodada comerciante cristiana de Corinto, y por Estéfanas, Fortunato y Acaico, le llegan malas noticias sobre la comunidad que dejó en Corinto. Los mismos corintios escriben cartas a Pablo para consultarle sobre cuestiones que son fuente de división y conflicto al interior de ella.


2- Vida y conflictos de la comunidad cristiana en Corinto


1 Corintios nos da una valiosa radiografía de la vida y organización de una comunidad no muy numerosa, pero de gran vitalidad (Hch 18,10), que viene del paganismo (1 Cor 12,2) y vive su fe cristiana enclavada en un hervidero de culturas con intensa influencia idolátrica. Está conformada por plebeyos y esclavos (1,26-31) y varios de clase alta, como Erasto, tesorero de la ciudad (Rom 16,23). 

La figura de los evangelizadores ha cobrado una preeminencia tal (1 Cor 1,11) que ha creado en la comunidad facciones que, identificadas con uno u otro apóstol, rivalizan por detentar honor y relevancia socio-religiosa, valores muy apreciados en aquella sociedad. El ambiente en el que viven es pagano, con presencia de suntuosos templos y múltiples dioses, por lo que su influjo es fuerte. Además, ellos mismos no logran desprenderse del todo de sus antiguos cultos (6,15.18; 8,7). Viven en una ciudad de gran libertinaje sexual, potenciada por el culto a la diosa Afrodita y la prostitución sagrada, practicada en su santuario (6,15-20); caen con facilidad en la lujuria o comportamiento sexuales inadecuados (porneía; 1 Cor 5). Los cristianos ventilan sus problemas ante los tribunales del sistema judicial romano, demostrando así que poco confían en la sabiduría de la cruz y poco estiman los dones de profecía y sabiduría recibidos de Dios. Como en la comunidad conviven gente humilde y pobre con algunos de clase alta hay dificultades en compartir los bienes, sobre todo la mesa cuanto se juntan en asamblea litúrgica (11,17-22); lo mismo ocurre con los carismas, pues algunos los buscan como fuente de honor y dominio sobre otros. Sin embargo, es una comunidad que rebosa entusiasmo, vive su fe en estrecha vinculación con Pablo, su fundador, a quien plantea sus conflictos y de quien ansía escuchar la Palabra para crecer en el conocimiento de Jesucristo y dar testimonio de él (1,4-9).


II- «El lenguaje de la cruz…. es poder de Dios para nosotros» (1,18): teología de 1 Corintios


1- Discípulo de Jesús y sabiduría propia de Dios


En 1 Corintios hay multiplicidad de temas debido a los diversos conflictos de la comunidad. Pablo en sus respuestas no sólo transmite, como eslabón de una cadena, lo que recibió acerca de la sabiduría de Cristo (1 Cor 11,23; 15,3), sino también deduce principios de la enseñanza de Jesús para encaminar al discípulo en la santidad de vida.

Frente al aprecio exagerado por la elocuencia y los conocimientos, propio del mundo grecorromano (1 Cor 1,5), Pablo recuerda a la comunidad que la auténtica sabiduría procede de Dios y se manifiesta nada menos que en la crucifixión de su Hijo. Conforme a su designio, Dios no salva por el ejercicio del poder y la adquisición de una pretendida ciencia, como el incipiente gnosticismo, sino por la debilidad y la entrega de su Hijo hasta la muerte en cruz. Este designio divino, escondido hasta ahora, es necedad para los griegos y locura para los judíos, y sólo se abren a este misterio los cristianos formados en su fe (2,6-8). Por tanto, ni Apolo ni Pedro como tampoco el mismo Pablo murieron por los corintios para hacerlos templos de Dios y de su Espíritu, sino Jesucristo. El auténtico apóstol está al servicio de este designio divino. Por esto Pablo no anuncia la sabiduría de Dios precedido de poderío y honor ni recurre a la ciencia y a la oratoria que ellos tanto valoran (2,2-3; 2 Cor 10,10), sino que lo hace sirviéndose de su propia debilidad, para así se manifiesta la fuerza salvadora de Dios (2 Cor 12,9).


2- Discípulo de Jesús y vocación a la santidad como templo de Dios


En aquel ambiente no faltaban los problemas de idolatría y de índole sexual. Pablo enseña que el designio de Dios, realizado por su Hijo, fue hacernos templos donde él habite. El discípulo participa por el bautismo del misterio pascual de Cristo. Hecho nueva criatura es, desde ahora, miembro de Cristo y de su Cuerpo, la Iglesia. Para el que ha sido hecho miembro de la comunidad de los santos no tiene ningún sentido el culto a los ídolos, la participación en comidas en honor a dioses y la prostitución sagrada. Si el Espíritu actúa en él para que lleve una vida en santidad y se libere de los vicios de su sociedad, ¿cómo entender que un miembro de Cristo y de su Cuerpo entregue su cuerpo al pecado, haciéndose un cuerpo con él? (1 Cor 6,15-17).

En la respuesta a la consulta sobre si es mejor la virginidad o el matrimonio, Pablo afirma que la santidad de vida es la vocación del discípulo. Lo que importa es permanecer en el estado en el que uno se encontraba cuando Dios lo llamó a la fe y en este mismo estado vivir la santidad. Lo superficial de este mundo pasa, no así la vida consagrada al Señor, en el estado que sea, pues todo cristiano, comprado a un alto precio (1 Cor 6,20), fue rescatado del mundo ilusorio para servir a Dios. Las opciones deben ser las propias de miembro del Cuerpo de Cristo: la justicia, la luz y la gracia. Por tanto, independiente si está casado o no, el discípulo pertenece al Señor y su vocación es la santidad (2 Cor 5,17), por lo que no puede regirse por criterios y conductas propias de su antigua condición de idólatra y pecador. 


3- Discípulos de Jesús y conducta según su fe formada


Pablo establece un práctico principio de conducta cristiana al responder si se puede o no comer la carne sacrificada a los ídolos. Un acto social y cultual de gran valor era la comunión de mesa. Por eso, según se pensaba, el que comía la carne ofrecida a un dios se entregaba a este dios. Pablo enseña que quien tiene una conciencia formada según una fe madura hará todo con libertad, buscando siempre amar a Dios y al prójimo. Cuando se trata, por tanto, de asuntos opcionales como participar o no en esa comida, que haga lo que le parezca conveniente. Sin embargo, en razón de aquel hermano cuya fe no está formada y por ser una cuestión opcional, que su libertad la emplee en expresar su amor al prójimo y no coma, para no convertirse en ocasión de pecado para dicho hermano (1 Cor 8,9). Además, un cristiano de conciencia formada actúa con rectitud frente al Cuerpo eucarístico del Señor y ante su Cuerpo eclesial, de modo que al comulgar el cuerpo del Señor no deje de vivir la comunión en su Cuerpo, la Iglesia, mediante el aprecio y la fraternidad, sobre todos con desvalidos y pobres.


4- Discípulo de Jesús y dones del Espíritu al servicio del único Cuerpo


La conducta de algunos deja mucho que desear, pues creyendo que poseen los mejores carismas, servicios y ministerios buscan honor y protagonismo en las asambleas litúrgicas. El Espíritu no reparte estos dones espirituales para el servicio personal, sino del Cuerpo de Cristo, el que en Efesios y Colosenses se identificará con la Iglesia. Los dones son distribuidos para la edificación de la comunidad eclesial y la realización de su misión (1 Cor 12,7; 13). Bautismo y Eucaristía son los fundamentos de la comunión: el que vive en Cristo y se alimenta de él, pertenece a Cristo y es miembro de su único Cuerpo. En este Cuerpo no hay lugar para la competencia ni para la división, porque si se quebranta la comunión ¡se divide al mismo Cristo! (1,13). 


5- Discípulo de Jesús y la resurrección de su Señor


Frente a los que opinan que no hay resurrección de los muertos (1 Cor 15,12), Pablo confiesa el misterio central de nuestra fe: la resurrección de Cristo «según las Escrituras» (15,3-4), es decir, conforme al designio salvífico de Dios. Cristo muerto y resucitado es el don del Padre que nos hace justos, pues así como por uno entró la muerte (Adán), así también por uno, Jesucristo, vino la purificación de los pecados y la comunión con Dios. La resurrección del Señor da sentido a la existencia, redimensionando la conciencia humana, la conducta y la historia.


III- «De mi puño y letra: “Pablo”» (16,21): organización literaria de 1 Corintios


1- El intercambio epistolar de Pablo con la comunidad en Corinto


Entre Pablo y su comunidad hubo un intenso intercambio epistolar del que tenemos pocas noticias. El hecho de que por primera vez un cristiano de mentalidad semita (Pablo) exprese por escrito sus posturas ante problemas del todo nuevos suscitados en gente de cultura grecorromana (cristianos corintios) hace de la Carta un valioso testimonio de teología pastoral. 

Pablo, en su estadía en Éfeso, se entera de las dificultades de la comunidad que él fundó. Incluso recibe pésimas noticias por parte de los de Cloe y de otros sobre problemas de doctrina y conducta. Los mismos corintios escriben a Pablo, reflejando su confrontación y perplejidad (1 Cor 7,1). El Apóstol, entre los años 54-56 d.C., responde en diversos momentos a las siguientes consultas:

 

a- a las inmoralidades, parte de lo cual se conserva en 2 Corintios 6,14-7,1;

b- a las divisiones, parte de lo cual se encuentra 1 Corintios 1-4;

c- a qué es más importante, si la virginidad o el matrimonio, y si se puede o no comer carne inmolada a los ídolos, parte de lo cual se halla en 1 Corintios 7-8

d- a rumores y opiniones sobre un incesto, la idolatría, los desórdenes en las asambleas litúrgicas y la resurrección de Cristo, parte de lo cual ha quedado en diversas partes de 1 Corintios.


Algunas de las instrucciones eran difíciles de cumplir: ¿cómo no juntarse con lujuriosos en una ciudad que se distingue por ello?; ¿cómo no comer carne sacrificada a los ídolos cuando se visitan familiares idólatras?; ¿a qué tribunales ir si no hay otros? Luego de un tiempo, Pablo recibe noticias positivas de la reacción de la comunidad. Entonces, compone una larga carta en la primavera del año 56 d.C. con un tono conciliador, lo que se percibe en su estilo literario (1 Cor 5,9-10), para explicar el Evangelio que es Jesucristo y resolver los malos entendidos. Envía esta carta con Timoteo, quien les recuerda el modo adecuado de vivir en Cristo Jesús (4,17) y les notifica que Pablo los visitará en el invierno del 56 d.C. (16,6). Luego de la muerte del Apóstol, un discípulo reúne varias de estas cartas paulinas y, sirviéndose del marco literario y teológico de la carta del año 56, le da forma a lo que es 1 Corintios


2- Organización literaria y temas de 1 Corintios


1 Corintios es una obra de calidad, que refleja el carácter de su autor y su condición de pastor, teólogo y servidor de la comunidad. Pablo es el hombre apasionado e irónico, escandalizado y herido por la conducta de su comunidad, pero también afectuoso y cariñoso con aquellos a quienes les anunció el Evangelio y que mucho aprecia. La Carta tiene la forma literaria de un discurso elaborado con el fin de convencer a la comunidad que asuma los valores propios de su fe cristiana.

Presenta la siguiente organización literaria: 


Introducción

1,1-9

I

Divisiones en la comunidad


1,10-4,21

II

Conductas incorrectas en la comunidad


5,1-6,20

III

Dos consultas: matrimonio y alimentos sacrificados a ídolos


7,1-11,1

IV

Las asambleas litúrgicas de la comunidad


11,2-14,40

V

La resurrección de Jesucristo y de sus discípulos


15,1-58

Conclusión

16,1-24


Entre la Introducción y Conclusión, el cuerpo de la Carta se distribuye en cinco secciones. En la Primera, Pablo se ocupa de las rivalidades internas de la comunidad, porque -según parece- creen que la adhesión a quien los bautizó es más fuerte que la vinculación con Cristo. En la Segunda sección, Pablo los orienta respecto a conductas que se oponen a la ética cristiana, particularmente un caso de inmoralidad sexual, acusaciones de cristianos en tribunales paganos y permisividad en lo que se refiere al sexo y a la comida. En la Tercera sección, Pablo responde a las consultas sobre si es mejor la virginidad o el matrimonio y si se puede comer carne inmolada a los ídolos. En la Cuarta sección, frente a los problemas en las celebraciones litúrgicas, Pablo regula los desórdenes y las ganas de sobresalir de los que abundan en carismas. Mientras, nos da una valiosa información de cómo se celebraba la Cena del Señor en las primeras comunidades. Luego, pide que los carismas se pongan al servicio de lo esencial: amar como Dios nos amó en Cristo (1 Cor 13). En la Quinta sección, Pablo trata el acontecimiento central de su predicación: la resurrección de Jesucristo y la de sus discípulos en cuanto suceso querido por Dios que realiza sus promesas y da sentido a la existencia creyente. 


3- Actualidad de 1 Corintios


Aunque 1 Corintios se ocupe de cuestiones concretas de su tiempo, tiene absoluta actualidad, pues el caminar cristiano en los contextos en que vivía su fe aquella comunidad no difiere mucho del nuestro. En la cotidianidad de la vida, Pablo invita a poner en ejercicio la sabiduría cristiana para no enredarnos en cosas mínimas, y para regir la existencia por los valores del Evangelio. Discípulo es quien incorpora a su vida diaria la sabiduría que procede del misterio de Cristo, viviendo de la certeza de que Cristo fue crucificado y ha resucitado por él, acontecimiento de debilidad y humillación por el que Dios hace partícipes de su vida divina. La Carta, pues, es una magnífica consejera de cómo vivir la sabiduría de la cruz en el caminar del cristiano y sus comunidades. 

No es fácil el diálogo del hombre y la mujer de fe con las culturas, sus valores y antivalores. Tampoco lo fue para los que vivían su fe en Corinto. Gracias a Pablo, ellos fueron iluminados y alentados a vivir la vocación a la santidad sin cerrarse en sí mismos. El Apóstol les enseñó a ser fermento entre los paganos. Al igual que para ellos, 1 Corintios es una invitación a descubrir nuestros conflictos y hacer del amor cristiano la máxima expresión del discipulado, sea cual sea nuestro carisma y responsabilidad en la Iglesia, siempre de cara al mundo. 



PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS


Introducción


1,1-9. La introducción a la Carta consta de dos pasajes. En el primero (1,1-3), Pablo saluda a sus interlocutores insistiendo en la identidad que Dios les ha regalado mediante Cristo Jesús y, en el segundo (1,4-9), da gracias a Dios por los bienes que ha prodigado en abundancia a los cristianos en Corinto. 


Gracia y paz de parte de Dios


11 Pablo, llamado por voluntad de Dios a ser apóstol de Cristo Jesús, y el hermano Sóstenes, 2 saludan a la Iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos aquellos que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro. 3 ¡A ustedes les deseamos gracia y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor! 


1,1-3: Pablo declara que se dirige a la comunidad que él fundó, junto con Timoteo y otros, porque ha sido designado por Dios como «apóstol de Cristo Jesús» (1,1; Rom 1,1). Su ministerio, pues, es representar y anunciar a su Señor para conducir a todos los elegidos a la comunión con él (1 Cor 1,9). Luego, en una afirmación inaudita para aquella comunidad que vive su fe en una de las ciudades de más frenesí comercial y sensual, les recuerda su identidad: ahora son familia de Dios, consagrados a Jesucristo y llamados a ser santos en plenitud, al igual que todas las comunidades de Cristo. Para los «que en cualquier lugar» invocamos al Señor (1,2), sea cual sea el ambiente en que vivamos, el ser de Cristo o “cristianos” tiene por fruto la santidad de vida y el testimonio valiente. 


1,1-2: Hch 18,1; 2 Cor 1,1; Gál 1,1 / 1,3: Rom 1,7


No carecen de ningún don espiritual


4 Sin cesar agradezco a mi Dios por ustedes, por la gracia que les otorgó mediante Cristo Jesús, 5 puesto que en él, Dios los ha enriquecido en todo, con toda palabra y todo conocimiento. 6 Y de tal manera Dios fortaleció en ustedes el testimonio acerca de Cristo 7 que no carecen de ningún carisma mientras aguardan la revelación de nuestro Señor Jesucristo. 8 Dios, pues, los fortalecerá hasta el fin, para que nadie los acuse en el día de nuestro Señor Jesucristo. 9 Fiel es Dios, quien los ha llamado a entrar en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.


1,4-9: Pablo sabe que se dirige a cristianos que viven en una ciudad cosmopolita de cultura grecorromana que hace de la elocuencia y los conocimientos una fuente de honor y posición social (1,5). Sin embargo, los cristianos en Corinto nada tienen que mendigar, pues gracias a su comunión con Jesucristo (1,9) no carecen de dones espirituales y tienen acceso a la sabiduría de Dios. Pero tienen que considerar que la sabiduría que Dios les revela no se iguala a la de su entorno, sino que se manifiesta en lo que es locura para muchos: el designio de Dios de salvar a la humanidad mediante la debilidad y entrega del Mesías clavado en cruz. El crecimiento en la fe requiere de esta “sabiduría de la cruz” para alcanzar el conocimiento de la revelación plena del Señor. No se puede sin los dones del Espíritu quien nos conduce «hasta el fin» o hasta lo que Pablo llama revelación o apocalipsis (1,7-8) al referirse al tiempo último en el que Cristo ponga todo en manos de Dios (3,21-23; 15,28).


1,4: Rom 6,11 / 1,7: Flp 3,20 / 1,8: 1 Tes 3,13; 5,23 / 1,9: Dt 7,9; 1 Tes 5,24


I

Divisiones en la comunidad


1,10-4,21. Pablo enfrenta ahora los problemas concretos por los que atraviesa su comunidad en Corinto, de los que se ha enterado por noticias de la gente de Cloe. La principal dificultad es que están divididos y peleados por tomar partido por uno u otro de los misioneros. El hecho de tomar partido y mostrar públicamente por cuál han optado, los hace parte de redes de influencia que les dan honor y autoridad. Pablo rechaza estos partidismos, enseñando que la vida cristiana se define por la adhesión de fe a Cristo y por la conducta según él, no por la vinculación con Pedro, Apolo u otro, a quienes nada los corintios deben. De Dios, mediante Jesucristo, proviene la salvación, manifestada en la cruz precisamente contra los que buscan honor y poder. ¡Que no confundan el proceder de Dios con su propio proceder y malas intenciones!


¡Que no haya entre ustedes divisiones!


10 Hermanos, los exhorto en nombre de nuestro Señor Jesucristo a que lleguen a acuerdos, para que no haya divisiones entre ustedes y puedan vivir en armonía tanto en su manera de pensar como de sentir. 11 Porque, hermanos míos, me he informado por parte de los de Cloe que hay entre ustedes rivalidades. 12 Me refiero a que cada uno afirma: «Yo soy de Pablo», «yo, en cambio, de Apolo», «yo de Cefas», «y yo de Cristo». 13 ¿Acaso Cristo está dividido? ¿O Pablo fue crucificado por ustedes?, ¿o fueron ustedes bautizados en su nombre? 14 Doy gracias a Dios por no haber bautizado a ninguno de ustedes excepto a Crispo y a Gayo, 15 para que ninguno afirme que ha sido bautizado en mi nombre. 16 ¡Ah, sí, también bauticé a la familia de Estéfanas! Aparte de ellos, no creo haber bautizado a ningún otro. 17 Porque Cristo no me ha enviado a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y sin ninguna elocuencia, para que la cruz de Cristo no pierda su eficacia.


1,10-17: Pablo reside en Éfeso. Allí llegan los enviados de Cloe, acomodada comerciante cristiana de Corinto, a informarle de los conflictos en la comunidad a causa de los partidos que se han formado en torno a sus misioneros (nota a 1,10-4,21). A propósito de esta dificultad, el Apóstol presenta uno de los temas centrales de la Carta: el discípulo, bautizado o sumergido en Jesucristo, no se pertenece a sí mismo ni a ningún otro, sino sólo a Cristo. El don del Espíritu concedido en el bautismo lo ha hecho miembro de Cristo y de su Cuerpo, la Iglesia (Gál 3,27-28). El misionero no es el que salva, pues no es más que un administrador de los dones de Dios (1 Cor 1,1; Hch 2,38). Entonces, ¿cómo es posible que se identifiquen con el servidor y no con el Señor en quien han sido incorporados? ¿O es que fueron bautizados en el nombre de Cefas, Pablo o Apolo? ¿Por qué buscan honor y poder si Dios nos salvó por la cruz de Cristo? (1 Cor 3,4-9). Para evitar estas confusiones, Pablo confiesa que ha bautizado a muy pocos. Las divisiones de los cristianos son una escandalosa contradicción, porque Cristo no está ni puede estar dividido. 


1,10: Rom 12,16 / 1,12: Mt 16,18; Hch 18,24-19,1 / 1,13: Ef 4,5 / 1,14: Hch 18,8; Rom 16,23


Proclamamos a un Mesías crucificado


18 En efecto, el lenguaje de la cruz es locura para los que se encaminan a la perdición, en cambio, es poder de Dios para nosotros que nos encaminamos a la salvación. 19 Porque afirma la Escritura: 

Anularé la sabiduría de los sabios,

rechazaré la inteligencia de los inteligentes [Is 29,14]. 

20 ¿Dónde está el sabio, el maestro erudito, el experto en las cosas de este mundo? ¿No convirtió Dios en locura la sabiduría de este mundo? 21 En efecto, como el mundo, mediante su propia sabiduría sobre Dios, no fue capaz de reconocerlo por su sabiduría divina, Dios decidió salvar a los creyentes por la proclamación de un mensaje que parece locura. 22 Porque mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, 23 nosotros proclamamos a un Mesías crucificado, tropiezo para los judíos y locura para los no judíos 24 y, sin embargo, para los que Dios ha elegido, sean judíos o griegos, un Mesías que es fuerza y sabiduría de Dios. 25 Porque lo que parece locura en Dios es más sabio que todo lo humano, y lo que parece debilidad en Dios es más fuerte que todo lo humano.


1,18-25: Influidos por escuelas de pensamientos grecorromanas y orientales, los cristianos en Corinto no quieren ser menos en conocimiento e importancia. Se identifican con diversos maestros (1,12) para mostrar que son los mejores en elocuencia y erudición (nota a 1,4-9). Así adquirían honor y autoridad ante los demás (1,29.31). Pablo, en cambio, enseña que el designio de Dios realizado por Jesucristo desplaza toda sabiduría humana, la que incluso ha sido incapaz de conocer al Creador mediante sus obras creadas (Rom 1,18-20). La sabiduría de Dios tiene un lenguaje propio, el de la cruz (1 Cor 1,18; 2 Cor 12,9), y consiste en la aceptación de que Dios obra la salvación por la entrega y debilidad de su Mesías. Aquí está el poder y la sabiduría de Dios (1 Cor 1,24), lo que es una locura inaceptable para muchos. Pablo, así, cambia radicalmente los paradigmas para comprender el mundo: lo que parece una locura de Dios es más sabio que el saber de los maestros, la que realmente es locura (1,20). 


1,18: Rom 1,16; 2 Cor 4,3 / 1,20: Is 19,12; 44,25 / 1,22: Mt 12,38-39; Jn 4,48; Hch 17,18-32 / 1,23: Dt 21,22-23; Gál 3,13 / 1,24: Col 2,3


Dios escogió a los que el mundo tiene por insignificantes


26 Y si no, hermanos, basta que tengan en cuenta quiénes han sido elegidos por Dios, porque no hay entre ustedes muchos sabios hablando humanamente, ni muchos poderosos, ni muchos nobles. 27 Al contrario, Dios escogió a los que el mundo tiene por locos, para avergonzar a los sabios; a los que el mundo tiene por débiles, para avergonzar a los fuertes; 28 escogió a los que el mundo tiene por insignificantes, a los que trata con desprecio, a aquellos que nada valen, para anular a los que piensan que son algo, 29 a fin de que nadie se enorgullezca ante Dios. 30 En efecto, gracias a Dios ustedes están unidos a Cristo Jesús, a quien Dios hizo para nosotros sabiduría que procede de él, don que nos hace justos, santificación y redención, 31 para que, como afirma la Escritura: Quien quiera enorgullecerse, se enorgullezca en el Señor [Jr 9,22-23].


1,26-31: De la argumentación en base a la teología de la cruz, Pablo pasa a la evidencia (nota a 1,18-25). ¿Cómo es posible que algunos cristianos busquen elocuencia y erudición, poder y honor, sabiendo a quiénes Dios elige? ¡Que miren su propia situación! ¿Acaso Dios escogió a grandes maestros, a poderosos y nobles según este mundo? La obra salvadora de Dios realizada por la entrega y debilidad de Cristo, su propio Hijo, es la que hace justos, santifica y redime (1,30; Rom 3,24-25). Esta obra requiere de gente humilde que no ansíe el poder ni piensen que con su sabiduría y santidad le hacen un bien a Dios. Dios salva a quien acepta sus pecados y, porque entiende que la debilidad es propia de su condición, busca a Jesucristo como Salvador. Un precedente en la antigua alianza de este modo paradójico de actuar de Dios es la espiritualidad de los pobres del Señor, de la cual María, la Madre de Jesús, es su mejor modelo en la nueva alianza (Lc 1,47-55).


1,26: Mt 11,25; Sant 2,5 / 1,28: Sal 107,9; 113,7 / 1,29: Rom 3,27 / 1,30: Jr 23,5-6 / 1,31: 2 Cor 10,17


Decidí no saber más que de Jesucristo


21 Por eso, hermanos, cuando llegué donde ustedes no me presenté anunciándoles el misterio de Dios con el prestigio del lenguaje o de la sabiduría. 2 Al contrario, me propuse entre ustedes no saber más que de Jesucristo, y éste crucificado. 3 Por eso, me presenté débil, temeroso y temblando de miedo 4 y mi lenguaje y mi proclamación nada tenían de persuasivos discursos, propios de la sabiduría, sino que eran demostración del poder del Espíritu, 5 de modo que no fundaran su fe en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios. 


2,1-5: Luego de mostrar una primera evidencia de cómo Dios actúa, invitándolos a mirar quiénes son los evangelizados (nota a 1,26-31), Pablo pide fijarse en el evangelizador, esto es, en su propio ejemplo como misionero en Corinto (Hch 18). Él siempre actuó como apóstol o enviado de Dios, por lo que sus criterios son los que proceden de la sabiduría divina. Estos criterios, diferentes a los de la sabiduría humana, se manifiestan con claridad en la misión de Pablo: sus discursos no son persuasivos ni sus conocimientos sorprendentes según este mundo, sino que se dedica a proclamar a Jesús, Mesías crucificado. Según esta teología de cruz, la conversión no proviene de los hombres, sino del Espíritu de Dios que manifiesta y hace realidad el poder divino que salva gracias a la entrega del Mesías (1 Cor 2,1). El poder de una palabra elocuente y de una sabiduría cautivadora provocan intelectuales, no convertidos. 


2,1-2: Gál 6,14 / 2,3: Hch 18,1-18 / 2,4-5: 1 Tes 1,5


Les proponemos la sabiduría divina


6 Sin embargo, a los formados en la fe les proponemos una sabiduría que no es la de este mundo ni la de los dirigentes de este mundo, condenados a la destrucción. 7 A los formados en la fe les proponemos la sabiduría divina, misteriosa y escondida, sabiduría que el mismo Dios, desde el inicio de los tiempos, destinó para nuestra gloria 8 y que ninguno de los dirigentes de este mundo conoció, porque de haberla conocido no habrían crucificado al Señor de la gloria. 9 Más bien, como está escrito: «Lo que el ojo nunca vio, ni el oído jamás escuchó, ni por el corazón humano pasó, Dios lo preparó para quienes lo aman». 

10 Dios mismo nos reveló todo esto por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, incluso lo más profundo de Dios. 11 En efecto, ¿quién conoce lo más íntimo del ser humano, sino el mismo espíritu humano que habita en su interior? De la misma manera, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios. 12 Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu de Dios, para así conocer los dones que Dios nos ha regalado. 13 Cuando explicamos realidades espirituales a gente espiritual no las expresamos con palabras que hemos aprendido de la sabiduría humana, sino del Espíritu. 14 El hombre mundano no acepta las cosas del Espíritu, pues le parecen locuras y no puede conocerlas, porque sólo se disciernen espiritualmente. 15 En cambio el hombre espiritual discierne todas las cosas, y él mismo no vive sujeto al juicio de nadie. 16 Porque, ¿quién conoce el modo de pensar del Señor como para darle consejos? [Is 40,13]. ¡Pues nosotros poseemos el modo de pensar de Cristo!


2,6-16: La sabiduría de Dios nada tiene que ver con la de este mundo; más aún, están en oposición. La sabiduría divina obra la justificación, santificación y redención en favor del ser humano (1,30), llevada a cabo mediante la debilidad de Jesucristo en la cruz, lo que nadie podría haberse siquiera imaginado. Este designio es único y misterioso, y Dios lo guardó en secreto hasta el momento mismo que decidió revelarlo a sus elegidos por medio de sus apóstoles (Rom 16,25-26; Col 1,25-28). Nadie accede por sí mismo a este misterio (1 Cor 2,1). El Espíritu de Dios es quien lo revela y hace posible su aceptación. Por tanto, quien recibe el Espíritu de Dios conoce a Jesucristo. Pero éstos requieren de una conciencia formada en la fe (1,6-9). Sólo así experimentarán que la obra de la salvación tiene en Dios su origen, en Cristo su realización y en el Espíritu su actualización. Sin el Espíritu, por más erudita que sea una persona, no alcanza el conocimiento y la experiencia de este misterio que pertenece a realidades sobrenaturales. Quien está debidamente formado en su fe, posee el pensamiento del Hijo y de Dios por lo que conoce el sentido profundo y último de la historia, no su apariencia.


2,6: 1 Jn 5,19 / 2,7: Col 1,26 / 2,8: Éx 24,16; 40,35; Sal 24,7 / 2,9: Is 52,15; 64,3; 65,16; Jr 3,16; Sal 19,4; Eclo 1,10 / 2,11: Sab 9,17; Mt 11,27 / 2,12: Jn 16,13-14 / 2,14: Jn 8,47 / 2,15: 1 Jn 2,10 / 2,16: Jr 23,18; Rom 11,34


El cimiento es Jesucristo


31 Hermanos, no me ha sido posible hablarles como a hombres espirituales, sino sólo como a hombres carnales, como a cristianos en estado infantil. 2 Los he alimentado con leche, no con comida sólida, porque no eran capaces de ello, más aún, todavía no lo son, 3 porque siguen siendo gente carnal. En efecto, mientras haya entre ustedes envidia y discordia, ¿no es porque aún son gente carnal y se comportan simplemente al modo humano? 4 Cuando uno dice: «¡Yo soy de Pablo!», y otro afirma: «¡Yo de Apolo!», ¿no se están comportando como lo haría cualquier hombre? 

5 Porque, ¿qué es Apolo y qué es Pablo? Servidores por quienes ustedes alcanzaron la fe, y cada uno de nosotros conforme el Señor lo concedió: 6 yo planté, Apolo regó, pero quien hizo crecer fue Dios. 7 Por tanto, no cuenta ni el que planta ni el que riega, sino Dios quien hace crecer. 8 No hay ninguna diferencia entre el que planta y el que riega, aunque cada uno recibirá su salario de acuerdo a su trabajo. 9 De hecho, nosotros somos colaboradores de Dios, pero ustedes, cultivo de Dios, edificación de Dios. 

10 Por la gracia que Dios me ha concedido, yo, como hábil arquitecto, puse los cimientos, pero otro continúa la construcción. ¡Cada uno debe estar atento a cómo construye! 11 Porque nadie puede sustituir el cimiento ya puesto por Dios, y ese cimiento es Jesucristo. 12 Sobre ese cimiento se puede construir con oro, plata, piedras preciosas, madera, hierba, paja. 13 Sin embargo, la obra de cada uno quedará patente cuando el día del Señor, que llegará con fuego, la saque a la luz. Entonces, el fuego comprobará la calidad de la obra de cada uno: 14 si la obra que uno ha construido resiste, recibirá el salario; 15 si la obra de uno se quema, sufrirá el castigo; sin embargo, él se salvará como uno que apenas escapa de un incendio. 16 ¿Acaso no saben que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? 17 Si alguien destruye el templo de Dios, Dios mismo lo destruirá, porque el templo de Dios, que son ustedes, es santo.


3,1-17: Pablo se ocupa de nuevo de la división en la comunidad a causa de la sobrevaloración de sus misioneros (nota a 1,10-17). Emplea imágenes tomadas de la agricultura y la construcción para revelar qué papel cumple el misionero en la obra de Dios y qué les corresponde a los misionados. Los misioneros son diáconos o servidores, colaboradores de Dios y “arquitectos”; también son “agricultores”. Los misionados son “el campo” donde se siembra (Mt 13,3-7) o “el edificio” que se construye (Ef 2,19-22). Dios siempre es el protagonista, pues no sólo puso el fundamento, Jesucristo (1 Cor 3,11), sino también otorga los dones que convierten al misionero en heraldo del Evangelio y servidor de la comunidad, y a los misionados en campo fecundo o en edificio bien sustentado. Si todo proviene de Dios, ¿por qué toman partido por uno en contra de otros? (3,4). Es hora de que se conviertan en cristianos maduros en su fe y vivan desde su condición de hombres espirituales. Los misioneros tienen que realizar su tarea con gran responsabilidad, pues no sólo deben edificar sobre el cimiento puesto por Dios, sino también con los materiales que Dios quiere y que son aquellos que pasarán la prueba, indicada con la imagen del fuego (3,13; 2 Tes 1,6-10), cuando venga el Señor a juzgar a todos.


3,1: Rom 1,9-10 / 3,2: Heb 5,12-13 / 3,3: Gál 5,19-20 / 3,6: Hch 18,4-11.24-28 / 3,9: Mt 13,3-9 / 3,11: Is 28,16 / 3,13: Mal 4,1 / 3,16: 2 Cor 6,16


Ustedes son de Cristo, y Cristo de Dios


18 ¡Que nadie se engañe! Si alguno de ustedes se considera sabio en este mundo, que se haga loco para llegar a ser sabio. 19 Porque la sabiduría de este mundo es locura delante de Dios, como dice la Escritura: Él atrapa a los sabios en su propia astucia [Job 5,13], 20 y también afirma: El Señor conoce los razonamientos de los sabios y sabe que son inútiles [Sal 93,11]. 21 Por tanto, que nadie ponga su orgullo en quienes son sólo hombres. Porque todo es de ustedes: 22 Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente y lo futuro, todo es de ustedes, 23 pero ustedes son de Cristo, y Cristo de Dios.


3,18-23: La enseñanza para afrontar la división de la comunidad (3,1-17) termina con una doble exhortación (3,18.21: «Que nadie…»). La primera invita a adquirir la sabiduría divina que está oposición a la humana (nota a 2,6-16), como lo prueba la Escritura (3,19-20; ver 1,18-20). Al dejarse llevar por la sabiduría de «este mundo» o de este tiempo, dominado por el poder del pecado (3,18), se produce la desintegración de la comunidad. El discípulo recibe la sabiduría de lo alto, considerada por muchos una locura, porque es la que Dios manifiesta en la crucifixión de su Mesías. La segunda exhortación es a poner las cosas en su lugar: ¿por qué se enorgullecen del que sirve al Señor (Pablo, Apolo, Cefas…) y no del Señor mismo? ¿No entienden que no pueden sustituir a Jesucristo, cimiento puesto para alcanzar la comunión con Dios? No podemos descuidar la vocación a la que estamos destinados: ser de Cristo, no de Pedro o Pablo, porque es Cristo quien conduce a Dios. Por tanto, que nada ni nadie en este mundo nos separe «del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús» (Rom 8,39).


3,18-20: Sant 3,13-17 / 3,21: 2 Cor 11,30 / 3,22: Ef 1,22-23


Que nos valoren como ministros de Cristo


41 Que nos valoren como colaboradores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. 2 Ahora bien, lo que se pide de los administradores es que sean fieles. 3 Sin embargo, me importa poco ser juzgado por ustedes o por cualquier otro tribunal humano, más aún, ni yo mismo me juzgo. 4 Es cierto que, aunque no tengo conciencia de nada malo, no por eso considero que soy justo, porque el Señor es quien me juzga. 5 De forma que no juzguen antes de tiempo, sino que esperen la llegada del Señor, pues él sacará a la luz lo que se esconde en las tinieblas y pondrá al descubierto las intenciones del corazón. Entonces, cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda.


4,1-5: Los misionados no pueden poner su orgullo en la importancia de quien los misionó, pues Cristo es el único cimiento (nota a 3,18-23). Sin embargo, Pablo pide que los misioneros o evangelizadores sean valorados en su justa medida en cuanto ministros o ayudantes de Cristo y en cuanto encargados de anunciar el Evangelio que salva (Ef 3,1-13). En la fidelidad al encargo de Dios se juega la misión del evangelizador y será el Señor Jesús, en el tiempo de su venida, quien lo juzgue. De aquí que no le deben importar los juicios humanos cuando su fidelidad ante Dios pasa las dificultades y su conciencia de nada lo acusa (2 Cor 1,12; 2,17). No es cristiano echarse la culpa unos a otros ni menos convertirse en jueces de los demás. Dios es el único quien saca a la luz las intenciones profundas del corazón humano (1 Cor 3,13). 


4,1-2: Lc 12,42-44 / 4,4: 1 Jn 3,19-21 / 4,5: Lc 12,2-3; Rom 2,16


Nos hemos convertido en la basura del mundo


6 Hermanos, en atención a ustedes me puse como ejemplo, junto con Apolo, para que aprendan de nosotros aquello de «No más allá de lo que está escrito», y para que nadie tome partido a favor de uno y en contra de otro. 7 Porque, ¿quién te hace superior a los demás? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te enorgulleces como si no lo hubieras recibido? 8 ¡Así que ahora ya están satisfechos!, ¡ya se han vuelto ricos, ya han llegado a reinar sin nosotros! Ojalá fuera cierto, pues así también nosotros reinaríamos con ustedes. 9 Sin embargo, pienso que a nosotros, los apóstoles, Dios nos ha colocado en el último lugar, como a condenados a muerte, porque nos hemos convertido en espectáculo para el mundo, tanto para los ángeles como para los seres humanos. 10 ¡Nosotros, unos locos por Cristo; ustedes, tan sensatos en Cristo!; ¡nosotros débiles, ustedes, en cambio, tan fuertes!; ¡ustedes tan estimados, y nosotros despreciados! 11 Hasta este momento hemos pasado hambre, sed, desnudez y malos tratos. No tenemos domicilio fijo 12 y nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos. Nos insultan y bendecimos, nos persiguen y resistimos, 13 nos difaman y consolamos. Nos hemos convertido en la basura del mundo, en desecho de la humanidad hasta el día de hoy. 


4,6-13: Pablo, invocando su propia experiencia como apóstol, en diálogo con sus lectores y cierta cuota de ironía, vuelve a la raíz de la división entre los cristianos de Corinto (nota a 1,10-17). ¿Qué pretenden en realidad?, ¿ir más allá de los límites? (4,6). Según parece, el hecho de jactarse por ciertas vinculaciones (1,12; 4,6) y por un cristianismo de corte triunfalista (4,8) es para ganar prestigio y quedar en posición de autoridad sobre los demás, valores muy apreciados en la cultura grecorromana (4,6-7). Pablo, al respecto, testimonia su condición de enviado a anunciar a Cristo: es puesto por Dios en el último lugar, exhibido –como en los anfiteatros de aquel tiempo– como condenado a muerte, esto es, como espectáculo para todos. Él anuncia a Cristo desde su fragilidad y el deshonor (4,13), para que quede claro que la obra de la salvación viene de Dios. ¿De qué le sirve a cada grupo, por tanto, identificarse con Pablo o Apolo si en éstos, en cuanto enviados, prevalece la humillación y la deshonra?, ¿de qué podrían gloriarse? Lo que Dios aprecia no es precisamente lo que esos grupos tienen por valores centrales. 


4,6: Rom 12,3 / 4,8: Ap 3,17 / 4,10: Mc 6,4 / 4,11: 2 Cor 11,23-27 / 4,12: Lc 6,28; Hch 18,2-3 / 4,13: Lam 3,45


Vivan como imitadores míos


14 No les escribo esto para avergonzarlos, sino para corregirlos como a hijos míos muy queridos. 15 Como cristianos podrán tener diez mil instructores, pero padres no tienen muchos, pues fui yo quien los engendré para Cristo Jesús al anunciarles el Evangelio. 16 Por eso, los exhorto a que vivan como imitadores míos. 17 Y para eso les envío a Timoteo, mi querido y fiel hijo en el Señor, quien les recordará mi modo de vivir en Cristo Jesús, tal como lo enseño en todas partes y en cada comunidad. 

18 Algunos de ustedes se han engreído pensando que no iría a visitarlos, 19 pero pronto estaré con ustedes si el Señor lo quiere y, entonces, conoceré no lo que dicen esos engreídos, sino lo que pueden hacer. 20 Porque, el Reino de Dios no consiste en palabras, sino en el poder divino. 21 ¿Qué prefieren? ¿Que vaya a verlos con vara en la mano o con amor y espíritu apacible?


4,14-21: El tono irónico y testimonial de Pablo (nota a 4,6-13) se convierte en tono paterno (1 Tes 2,7.11-12), derecho que le da el haber engendrado en la fe a la comunidad. Pablo les promete una visita. El carácter de la misma dependerá de la capacidad de los corintios de dejarse guiar por sus enseñanzas y superar los conflictos (1 Cor 4,21). Y cuando vaya, aquellos engreídos tendrán que demostrar que sus obras no responden a la sabiduría humana, sino a la acción del Espíritu Santo en ellos (4,19; ver 2,3-5). Pablo les recuerda que, como al anuncio del kerigma siempre ha seguido su testimonio, en él encuentran un fiel modelo de Cristo crucificado (2 Tes 3,9). A su vez, la comunidad que imita a su misionero se convierte en modelo para otras comunidades (1 Tes 1,7-8; 2,14). El Apóstol les enviará a Timoteo (1 Cor 16,10), quien les ayudará a recuperar el camino cristiano según el estilo de vida de Jesucristo. El anuncio de Cristo, por tanto, también se realiza por una red cada vez más intensa y extensa de testimonios, los que brotan del encuentro con el Señor. 


4,15: Gál 3,24 / 4,16: Flp 3,17 / 4,17: Hch 16,1; Flp 2,19-22 / 4,19: Hch 18,21 / 4,21: 2 Cor 10,2


II

Conductas incorrectas en la comunidad


5,1-6,20. Las Cartas a los Corintios son un precioso testimonio de cómo las primeras comunidades cristianas convertidas del paganismo e insertas en una gran variedad de culturas y religiones vivían su fe y se organizaban como iglesias. No estaban ajenas a problemas graves que contradecían las enseñanzas apostólicas, poniendo en peligro su identidad de discípulos del Señor. Pablo enfrenta tres de estos problemas de los que se entera por las noticias que le llegan: un caso grave de conducta sexual (1 Cor 5), el recurso a los tribunales paganos (6,1-11) y la idolatría y lujuria (6,12-20). Lo valioso de la propuesta paulina son los principios y criterios cristianos que, por sobre la contingencia, iluminan cómo vivir como miembros de Cristo y según el don del Espíritu. 


Se oye hablar de que hay un caso de lujuria


51 Por todas partes se oye hablar de que hay un caso de lujuria entre ustedes, y de tal gravedad que ni siquiera sucede entre los no judíos: ¡uno de ustedes convive con la mujer de su padre! 2 ¿Tan engreídos están? ¡Deberían lamentarlo y expulsar de en medio de ustedes a quien cometió tal acto! 3 Yo, por mi parte, como si estuviera presente, porque sí lo estoy en espíritu aunque no corporalmente, ya he condenado a quien cometió tal acto. 4 Por eso, reunido con ustedes en espíritu y en el nombre y poder de nuestro Señor Jesús, 5 pido que ese individuo sea entregado a Satanás, para que destruida su condición pecadora, su espíritu pueda salvarse en el día del Señor. 

6 ¡Su orgullo no los lleva a nada bueno! ¿O acaso no saben que «un poco de levadura fermenta toda la masa»? 7 Despójense de la vieja levadura, para que sean una masa nueva, pues ustedes son como Panes sin levaduras ya que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado. 8 Por ello, celebremos la Pascua no con la vieja levadura, la de la maldad y la corrupción, sino con los panes sin levadura de la sinceridad y la verdad. 

9 En una carta anterior les escribí que no se relacionen con lujuriosos, 10 pero no me refería a todos los lujuriosos de este mundo como tampoco a todos los avaros, ladrones o idólatras, pues en tal caso tendrían que abandonar este mundo. 11 Más bien les escribí que no se relacionen con ninguno que, diciéndose hermano, sea lujurioso, avaro, idólatra, insolente, borracho o ladrón. Con gente así, ¡ni sentarse a la mesa! 12 ¿Acaso me corresponde a mí juzgar a los de fuera de la comunidad? ¿No les corresponde a ustedes juzgar a los que son de la comunidad? 13 A los de fuera, Dios los juzgará. ¡Así que expulsen al malvado de entre ustedes! [Dt 17,7]


5,1-13: Un caso de incesto, lo que en la Ley judía se castiga con la lapidación (Lv 18,8; 20,11) y en el derecho romano no se tolera, ha rebasado el ámbito privado de la comunidad cristiana y se ha hecho público. Para enfrentar esta mala conducta, Pablo da tres instrucciones que reflejan la práctica penitencial de la Iglesia de entonces. Primero condena tajantemente el pecado y, de este modo, busca la conversión del pecador; de no cambiar radicalmente de conducta, que vuelva al poder de Satanás de donde había sido rescatado (1 Cor 5,5; Col 1,13-14). Luego le pide a la comunidad que pongan sumo cuidado en eliminar la “levadura fermentada”, símbolo de intenciones y conductas malas (Éx 12,18-20; Mt 16,6; Gál 5,9), y que cultiven lo que responde a su condición de cristianos, pues la inmolación de Cristo, Cordero pascual, inauguró una nueva Pascua con nuevos panes pascuales con los frutos, entre otros, de pureza, sinceridad y verdad (Rom 6,2-4); de este modo, salvaguardan y acrecientan la santidad de la comunidad. Finalmente, porque fueron ya santificados, les exige que no se asocien con aquellos que en la comunidad viven estimulados por la maldad (1 Cor 5,11). Estos tres criterios permitirán a la comunidad no tratar estos problemas como si sólo fueran cuestiones de pureza o impureza (Ley de Moisés), sino buscar la santidad que Cristo espera siempre de los suyos (vivir “en Cristo”). 


5,3-5: 1 Tim 1,20 / 5,6-8: Éx 13,7; Jn 1,29; 1 Pe 1,19 / 5,10-11: 2 Tes 3,14 / 5,11: 2 Jn 10 / 5,12-13: Dt 13,5; 22,21


Si alguno de ustedes tiene un pleito con otro hermano…


61 Si alguno de ustedes tiene un pleito con otro hermano, ¿cómo se atreve a pedir justicia ante jueces injustos y no más bien ante los santos? 2 ¿Acaso no saben que los santos juzgarán al mundo? Y si el mundo va a ser juzgado por ustedes, ¿no se hallan competentes para juzgar asuntos de mínima importancia? 3 ¿Es que no saben que juzgaremos a los ángeles? ¡Con más razón los asuntos de la vida ordinaria! 4 Cuando tienen pleitos por este tipo de cuestiones, ¿por qué escogen como jueces a quienes nada tienen que ver con la Iglesia? 5 Y les pregunto para vergüenza de ustedes: ¿es que no existe ningún sabio entre ustedes que pueda resolver un juicio entre hermanos? 6 Un hermano lleva a juicio a otro hermano, ¡y además ante no creyentes!

7 En todo caso, ya es un fracaso que se den pleitos entre ustedes. ¿No sería mejor que sufrieran la injusticia?, ¿no sería mejor dejarse robar? 8 Pero ustedes mismos cometen injusticia y roban, ¡y a los propios hermanos! 

9 ¿Acaso no saben que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No se engañen! Ni lujuriosos, ni idólatras, ni adúlteros, ni afeminados, ni homosexuales, 10 ni ladrones, ni avaros, ni borrachos, ni insolentes, ni estafadores heredarán el Reino de Dios. 11 Y así eran algunos de ustedes, pero han sido purificados, santificados y hechos justos en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios. 


6,1-11: Pablo enfrenta el segundo problema de la comunidad cristiana en Corinto (nota a 5,1-6,20): los discípulos acuden a tribunales paganos para solucionar sus conflictos internos. Mientras los «hermanos» o «santos» han recibido la salvación por la fe en Jesús, los «jueces injustos» son los que no han aceptado a Jesucristo salvador (6,1). Y si los santos van a juzgar al mundo (Mt 19,28), ¿cómo es posible –pregunta un extrañado Pablo– que las cosas de Cristo las juzguen jueces injustos e incrédulos que nada tienen que ver con el Señor? ¿Acaso no hay sabios cristianos que resuelvan los pleitos internos? No se trata de ocultar o faltar a la transparencia, sino de enfrentar los conflictos comunitarios en las instancias que corresponden. Circulaban por entonces catálogos de vicios que un pagano debía dejar cuando abrazaba la fe (1 Cor 6,9-10) por ser conductas incompatibles con el Reino para quien entró a forman parte del pueblo santo de Dios (6,11; Rom 6,11). Si ya es un fracaso que no se hayan erradicado esas conductas de la comunidad, ¿cometen todavía el descriterio de entablar pleitos por estos asuntos ante extraños a la Iglesia? Aquel que Dios ha hecho justo por la cruz de Cristo, ¿no sería mejor que soportara incluso la injusticia por imitar a su Señor? (Mt 5,38-42).


6,2-3: Sab 3,7-8 / 6,7: Mt 5,39 / 6,9: Rom 1,29 / 6,9-10: Ef 5,5 / 6,11: Tit 3,3-7


El cuerpo no es para la lujuria, sino para el Señor


12 «¡Todo me está permitido!», pero no todo es conveniente. «¡Todo me está permitido!», pero yo no me dejaré dominar por nada. 13 «La comida es para el estómago y el estómago para la comida», ¡pero Dios acabará con ambos! El cuerpo no es para la lujuria, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. 14 Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros por su poder. 15 ¿Acaso no saben que nuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Y voy a tomar los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una prostituta? ¡De ningún modo! 16 ¿Acaso no saben que quien se une a una prostituta se hace un cuerpo con ella? Así lo dice la Escritura: Serán los dos un solo ser [Gn 2,24]. 17 En cambio, quien se une al Señor se hace un solo espíritu con él. 

18 ¡Huyan de la lujuria! «Todo pecado que uno comete queda fuera de su cuerpo», pero, en cambio, el lujurioso es quien más peca contra su propio cuerpo. 19 ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que han recibido de Dios y habita en ustedes? Por tanto, ¡ya no se pertenecen a sí mismos! 20 Ustedes han sido comprados a un gran precio. Por tanto, ¡glorifiquen a Dios con su cuerpo!


6,12-20: El tercer problema que Pablo enfrenta (nota a 5,1-6,20) son algunos resabios de idolatría relacionados con el culto a Afrodita, diosa del amor, que en Corinto contaba con un imponente templo donde se ejercía la prostitución sagrada. Tal costumbre era justificada por varios que hacían correr refranes al respecto (6,12-13; 10,23). Más allá de lo concreto del problema, Pablo formula principios que fundan la ética cristiana en la imitación de Jesucristo y como fruto de la vida nueva recibida de él. Quien fue hecho cristiano por el bautismo y la fe ha sido incorporado como miembro vivo al cuerpo de Cristo y recibió el don del Espíritu, convirtiéndose en un templo vivo. Porque lo habita Dios, una nueva relación de pertenencia lo caracteriza y, con ello, una exigencia de vida que responda al nuevo don. De aquí las preguntas de Pablo: ¿puede un miembro vivo de Cristo y templo del Espíritu entregar su cuerpo a una prostituta para hacerse uno con ella?, ¿no se convierte en miembro de Afrodita y no del Cuerpo de Cristo?, ¿o es que acaso ya no pertenece a Cristo por el bautismo? (6,15.16.19). El cuerpo, creado por Dios, es para dar culto y gloria a Dios, no para entregarlo a la idolatría y la lujuria (1 Tes 4,3-8). Dios, por la resurrección de la carne, busca reservarlo para sí glorioso e incorruptible.


6,12: Rom 7,6 / 6,14: Rom 8,11 / 6,15: Rom 12,5 / 6,17: Rom 8,9-10 / 6,19: 2 Cor 6,16 / 6,20: Ap 5,9


6,20: algunos manuscritos añaden: «y con el espíritu, pues son de Dios». 


III

Dos consultas: matrimonio y alimentos sacrificados a ídolos


7,1-11,1. La comunidad le consulta a Pablo sobre varias cuestiones que eran causa de conflictos. El Apóstol trata aquí dos de ellas. La primera es sobre la sexualidad, el matrimonio y la virginidad (7,1-40). En el ambiente sensual y erotizado en que la comunidad vive su fe, ¿hay que mantenerse virgen o casarse? La segunda es sobre la posibilidad de comer la carne inmolada a los ídolos (8,1-11,1). Ante cristianos de tendencia judaizante que imponían normas de pureza para la comida, conforme lo ordenaba la Ley de Moisés, ¿hay que obedecerlos?, ¿se puede o no comer carne sacrificada a los ídolos, en especial cuando se asiste a banquetes de paganos que son familiares o amigos?


Que cada uno tenga su esposa y cada mujer su propio marido


71 Acerca de lo que me escribieron sobre «si es bueno que el varón renuncie a las relaciones sexuales con la mujer», les digo 2 que, ante el peligro de lujuria, es mejor que cada uno tenga su esposa y cada mujer su propio marido. 3 Que el esposo cumpla su obligación conyugal con su esposa e igualmente la mujer con su marido. 4 La esposa no dispone de su propio cuerpo, sino el marido; lo mismo el marido, no dispone de su propio cuerpo, sino su mujer. 5 Uno al otro no se priven de la vida conyugal a no ser por mutuo acuerdo y por un cierto tiempo, para dedicarse a la oración, pero luego vuelvan a estar juntos, no sea que Satanás los ponga a prueba al ser incapaces de guardar continencia. 6 Y esto lo digo como una concesión y no como un mandato. 7 Desearía que todos siguieran mi ejemplo. Sin embargo, cada uno tiene de Dios su propio carisma, unos de una manera y otros de otra.

8 A los solteros y a las viudas les digo que es bueno que permanezcan como yo. 9 Pero si no logran guardar continencia, que se casen. Mejor es contraer matrimonio que consumirse de pasión. 

10 A los casados les manda el Señor, no yo, que la mujer no se separe de su marido. 11 Y si llega a separarse que no se vuelva a casar, sino que se reconcilie con su esposo. Y que tampoco el marido se divorcie de su mujer. 12 A los demás les digo yo, no el Señor, que si un hermano cristiano está casado con una mujer no creyente y ella está de acuerdo en vivir con él, que no se divorcie de ella. 13 Y si una mujer cristiana tiene un marido no creyente y él está de acuerdo en vivir con ella, que no se divorcie de su esposo. 14 Porque el marido no creyente se santifica por su esposa creyente, y la esposa no creyente se santifica por su esposo creyente. Si no fuera así, sus hijos serían impuros, cuando en realidad son santos. 15 Ahora bien, si el cónyuge no creyente decide separarse, ¡que se separe! En esos casos el hermano o la hermana quedan libres. Dios los ha llamado a vivir en paz. 16 Después de todo, ¿estás tú segura, mujer, de que lograrás salvar a tu marido?, ¿o estás tú seguro, marido, de que lograrás salvar a tu mujer?


7,1-16: Pablo ya se ocupó de las tendencias libertinas respecto a la sexualidad (6,12). Ahora se ocupa de aquellos que propugnan un ascetismo radical en materia matrimonial (7,1), tal como lo proponían algunas corrientes filosóficas de aquel tiempo. Dios creó al hombre y a la mujer y todo lo hizo bien (Gn 1,31) por lo que ni el cuerpo ni el sexo son malos (Mc 10,2-9). Ahora bien, al tener en cuenta los desenfrenos de algunos de la comunidad y porque la mayoría no está llamado a la abstinencia permanente (1 Cor 7,2.5), Pablo pide que la norma sea casarse. Sin embargo, lo que importa es que, descubierto el estado de vida al que el Señor llama a cada uno, se mantenga fiel a él y lo viva en santidad (7,17). Cuando alguno discierne que ha sido llamado a ocuparse del Señor y de sus cosas es preferible que permanezca célibe, como el Apóstol, lo que le permite un servicio eficaz y universal a Dios y a la comunidad (7,7.32-34). El llamado privilegio paulino (7,12-16) es la concesión a la parte cristiana de contraer nuevo matrimonio si su cónyuge, no cristiano, impide su fe y santidad de vida. Pablo da estas normas desde la certidumbre de que el fin del mundo no está lejos (1,7-8; 7,29), por lo que preferiría célibes dedicados a anunciar el Evangelio.


7,4: Ef 5,25 / 7,6: 2 Cor 8,8 / 7,8: Gn 2,18 / 7,9: 1 Tim 5,14 / 7,10-11: Mc 10,11-12 / 7,14: Gn 2,24; Mt 19,9 / 7,16: 1 Pe 3,1-2


Cada uno viva según la condición que el Señor le asignó


17 Fuera de este caso, que cada uno viva según la condición que el Señor le asignó, en la que se encontraba cuando Dios lo eligió. Esto es lo que ordeno a todas las comunidades. 18 ¿Alguno fue elegido estando circuncidado? ¡No lo disimule! ¿Alguno ha sido elegido siendo incircunciso? ¡No se circuncide! 19 Estar circuncidado o no da lo mismo; lo que importa es el cumplimiento de los preceptos de Dios. 20 Cada cual permanezca en la condición que tenía cuando fue elegido. 21 ¿Eras esclavo cuando fuiste elegido? No te preocupes y aunque puedes alcanzar la libertad, mejor aprovecha tu condición. 22 Porque quien fue elegido por el Señor siendo esclavo es un liberto del Señor, y del mismo modo quien fue elegido siendo libre es esclavo de Cristo. 23 ¡Ustedes han sido comprados a un gran precio! No se hagan, pues, esclavos de los hombres. 24 Que cada uno, hermanos, permanezca ante Dios en la condición que tenía cuando fue elegido.


7,17-24: Pablo ya había pedido que cada cual siguiera viviendo en el estado de vida (casado, soltero, viudo) en el que se encontraba al momento de ser llamado a la fe cristiana, pues Dios distribuye esas formas de vida pidiéndole a cada uno lo mejor para sí (7,7). Ahora, respecto a la pregunta implícita acerca de si hay que cambiar de condición religiosa (¿circuncidarse o no?) o social (¿permanecer esclavo o ser libre?), responde que lo importante es vivir la condición que uno tiene según la voluntad de Dios (7,19), es decir, según «la ley de Cristo» que es el amor a Dios y al prójimo como exigencia de la fe (Gál 6,2; ver 5,6). Dios es capaz con su poder y la cruz redentora de Cristo de hacer justo al hombre, otorgándole un nuevo ser y creando paradigmas nuevos de relaciones (2,16; 3,28): el esclavo cristiano redimido por Cristo, es «un liberto del Señor», es decir, un esclavo al que le dieron la libertad, pero que no deja de servir a su amo; y el hombre libre redimido, es un esclavo del Señor, por lo que también tiene un Amo a quien responder (1 Cor 7,22). Que nadie, por tanto, esconda su condición (1 Mac 1,12-15) y que actúe procurando la paz, la santidad y la salvación para todos.


7,19: Rom 2,25-29 / 7,20-22: Ef 6,5-9; Col 3,22-4,1 / 7,23: Heb 9,12; Ap 1,5-6


¿Estás casado? ¡No intentes separarte!


25 Acerca de la virginidad no tengo ningún mandato del Señor. Sin embargo, doy mi parecer como alguien que, por la misericordia del Señor, es digno de confianza. 26 Pienso que, por las actuales dificultades, lo mejor es que cada uno se quede como está. 27 ¿Estás casado? ¡No intentes separarte! ¿Estás soltero? ¡No busques esposa! 28 Pero si te casas, no pecas, y si una joven soltera se casa, tampoco peca. Sin embargo, yo quisiera evitarles los sufrimientos que tendrán debido a su condición humana.

29 ¡Les aseguro, hermanos, que este momento se hace breve! En lo que falta, que los que tienen esposas vivan como si no la tuvieran; 30 los que lloran, como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran bienes, como si no los poseyeran; 31 los que disfrutan de este mundo como si no lo disfrutaran, porque la apariencia de este mundo es pasajera. 

32 Quiero que estén libres de preocupaciones. Mientras el que no está casado se preocupa por los asuntos del Señor, de cómo complacerlo, 33 el que está casado se preocupa de los asuntos de este mundo, de cómo complacer a su esposa, 34 viviendo así dividido. Y mientras la que no está casada, es decir, la joven soltera se preocupa por los asuntos del Señor, de modo de llevar una vida santa en el cuerpo y en el espíritu, la que está casada se preocupa por los asuntos de este mundo, de cómo complacer a su esposo. 35 Les digo esto para bien de ustedes y no con la intención de ponerles una trampa, sino para que vivan de forma digna y dedicados al Señor sin impedimento alguno.

36 Si alguien piensa que, debido al ardor de su edad, no se va a comportar adecuadamente con su prometida y cree que debe casarse, porque es lo más indicado, no peca, ¡que se casen! 37 En cambio, el que ha resuelto respetar la virginidad de su prometida y lo ha decidido firmemente en su corazón, sin presión alguna que le fuerce y mantiene bajo control sus propios deseos, hará bien en no casarse. 38 Por tanto, quien se casa con su prometida hace bien, y quien no se casa con ella, hará mejor todavía. 

39 Una esposa está vinculada a su marido mientras éste vive; si el marido muere, ella queda libre para casarse con quien quiera, pero que lo haga en el Señor. 40 Sin embargo, según mi parecer, será más feliz si se queda como está. ¡Y yo también creo tener el Espíritu de Dios! 


7,25-40: Pablo termina las cuestiones consultadas por su comunidad con varias indicaciones (nota a 7,1-16). Aunque la virginidad no es apreciada en el Antiguo Testamento como estado de vida, Pablo da su parecer a pesar de no tener mandato del Señor al respecto (7,25). Por las dificultades del presente, por la actual etapa de la historia de la salvación que avanza a su consumación y para dedicarse sin dispersión a los asuntos del Señor (Mt 6,25-34; Lc 10,40), Pablo prefiere como ideal de vida que permanezcan solteros. El casado siempre condividirá sus preocupaciones y ocupaciones entre el Señor y su cónyuge. Pero hay una excepción a la norma de que “sigan como están” si son solteros (1 Cor 7,17.26): tanto el ardor juvenil como el peligro de lujuria (7,2) aconsejan que el que pueda casarse lo haga. Con todo, hace mejor aún aquel o aquella que decide no casarse con quien ama por respetar su virginidad (7,37). La actual etapa de la historia de la salvación impone una ética en que realidades y acciones se validan por su posibilidad de alcanzar la plenitud cuando venga el Señor. Por esto mismo hay que vivir lo presente con un substancial carácter provisorio y relativo (7,29-31; Lc 20,34-37). 


7,26: 2 Cor 6,2 / 7,29-31: Rom 13,11-12; 2 Cor 6,8-10 / 7,32: Gál 1,10 / 7,39: Rom 7,2-3


7,36-38: otra traducción es considerar que no se trata de dos novios en el momento de su conversión, sino de un padre y su hija soltera: «36 Si alguno piensa que es impropio que su hija siga soltera después de cierta edad y cree que debe casarse, porque es lo más indicado, no peca: ¡que se case! 37 En cambio, el que firmemente en su corazón, sin presión alguna que le fuerce y en pleno uso de su voluntad resuelve en su interior que su hija se quede soltera, hará bien en no casarla. 38 Por tanto, quien casa a su hija hace bien, y quien no la casa hará mejor todavía».


Acerca de la carne ofrecida en culto a los ídolos


81 Acerca de la carne ofrecida en culto a los ídolos todos tenemos el conocimiento apropiado. Sin embargo, el conocimiento engríe, en cambio el amor edifica. 2 Si alguno cree que conoce algo, no ha llegado en realidad a conocer como es debido, 3 pero si ama a Dios, ése ha sido conocido por Dios. 

4 Por ello, en cuanto a comer la carne ofrecida en culto a los ídolos sabemos que éstos no son nada en el mundo y que no hay más Dios que uno. 5 Y aunque están los que son llamados dioses tanto en el cielo como en la tierra, y -por cierto- son muchos esos dioses y señores, 6 sin embargo, no hay más que un Dios para nosotros: el Padre, de quien todo procede y a quien nosotros estamos destinados, y un único Señor, Jesucristo, por quien existe todo y por quien también nosotros existimos. 

7 Sin embargo, no todos llegan a este conocimiento. Algunos, acostumbrados a la idolatría hasta hace poco, comen sabiendo que es carne ofrecida en culto a los ídolos y su conciencia, al estar poco formada, se siente culpable. 8 No será un alimento lo que nos haga gratos a Dios: no perdemos nada si dejamos de comer, ni ganamos nada por comer. 9 Pero tengan cuidado de que su libertad no se convierta en ocasión de caída para los poco formados. 10 Porque supongamos que a ti, que tienes el debido conocimiento, te ven participando en una comida en un templo idolátrico, ¿acaso el de conciencia poco formada no se verá inducido a comer la carne ofrecida en culto a los ídolos? 11 Resultaría entonces que, por tu conocimiento, se pierde ese hermano de conciencia aún no formada, ¡un hermano por quien Cristo murió! 12 Por ello, pecando contra los hermanos, es decir, hiriendo su conciencia poco formada, pecan contra Cristo. 13 Por tanto, si una comida es ocasión de pecado para alguno de mis hermanos, jamás la probaré, para no poner a mi hermano en ocasión de pecar. 


8,1-13: Los preceptos de la Ley de Moisés indican qué es puro y qué impuro respecto a lo que un judío puede o no comer (Rom 14,1-3). Pero estos preceptos, ¿obligan al cristiano que proviene del mundo judío? La misma consulta vale para los paganos que se han hecho cristianos (Hch 15,29). La pregunta de los corintios es sobre esto último, pues con motivo de una celebración sagrada, civil o familiar se consumía en el templo o se compraba en el mercado carne sacrificada a los ídolos (1 Cor 8,10; 10,25.27). La respuesta de Pablo es que a veces sí se puede comer (10,25-27) y a veces no (10,21-22), es decir, depende de la madurez de conciencia y del criterio del amor fraterno (8,13; 10,28-30). Si alguien con un adecuado conocimiento discierne que no comete delito al comer esa carne porque los ídolos no existen, que la coma. Pero los hermanos débiles en su fe cometerían un delito debido a su conciencia de pecado por creer que al comer de la carne sacrificada al ídolo entran en comunión con él. Que el de conciencia madura, por amor al hermano débil en su fe, se abstenga de comer esa carne, puesto que el que ama de verdad, como Cristo, se hace cargo de los débiles y no les provoca daño. El precio que Dios pagó por hacer justo al ser humano es muy alto para anularlo con conductas del todo evitables cuando se trata de cuestiones prescindibles (6,20; 7,23). 


8,3: Gál 4,9 / 8,4: Dt 4,35.39; 6,4 / 8,6: Mal 2,10; Rom 11,36, Heb 1,2 / 8,8: Rom 14,17 / 8,9-13: Rom 14,13-15


Quienes anuncian el Evangelio, vivan del Evangelio


91 ¿No soy libre? ¿No soy apóstol? ¿Acaso no he visto a Jesús, nuestro Señor? ¿No son ustedes el fruto de mi trabajo en el Señor? 2 Si para otros no soy apóstol, sin duda lo soy para ustedes. El sello de mi apostolado en el Señor son ustedes. 

3 Ésta es mi defensa contra aquellos que me acusan. 4 ¿Acaso no tenemos derecho a comer y beber? 5 ¿No tenemos derecho a ser asistidos por una mujer creyente tal como los demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas? 6 ¿O es que sólo yo y Bernabé estamos obligados a realizar otros trabajos? 7 ¿Cuándo se ha visto que un militar pague los gastos de la guerra? ¿Quién planta una viña y no come su fruto?, ¿o quién apacienta un rebaño y no se alimenta de su leche?

8 ¿Estoy hablando de estas cuestiones solo por razones humanas? ¿Acaso no es la misma Ley que lo dice? 9 En efecto, en la Ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla [Dt 25,4]. ¿Es que a Dios le preocupan los bueyes, 10 o en realidad lo está diciendo por nosotros? Por supuesto que está escrito para nosotros, porque es justo que tanto el que ara como quien trilla lo hagan con la esperanza de recibir su parte de la cosecha. 11 Si nosotros sembramos en ustedes bienes espirituales, ¿sería mucho pedir que cosechemos de ustedes bienes materiales? 12 Si otros tienen este derecho entre ustedes, ¿no nos corresponde a nosotros con más razón? Sin embargo, no hemos usado ese derecho, al contrario, soportamos lo que sea con tal de no poner obstáculos al Evangelio de Cristo. 

13 ¿No saben que el Templo sustenta a quienes ejercen funciones sagradas y los que sirven al altar participan de lo que en él se ofrece? 14 Así también el Señor ordenó que quienes anuncian el Evangelio, vivan del Evangelio. 

15 Por mi parte, yo nunca he hecho uso de esos derechos, ni escribo esto con el fin de reclamarlos. ¡Prefiero antes morir que…! ¡Nadie va a privarme de este motivo de orgullo! 16 Sin embargo, anunciar el Evangelio no es para mí motivo de orgullo, sino un deber que me encargaron, y ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! 17 Si lo hago por mi propia iniciativa, ya tengo mi salario, y si lo hago forzado, de todos modos es un oficio que me confiaron. 18 Pero, entonces, ¿cuál sería mi salario? Precisamente anunciar gratuitamente el Evangelio sin hacer uso del derecho que me da el mismo Evangelio.


9,1-18: A la consulta de si se puede comer o no la carne ofrecida a los ídolos, Pablo respondió que, por amor al hermano de conciencia aún no formada, hay que renunciar a conductas que los escandalicen y que, de por sí, no son inmorales (nota a 8,1-13). Ahora él mismo se pone como modelo, más aún cuando en Corinto su persona se desprecia y su autoridad se cuestiona (9,1-3): él renunció a los derechos que le da el anuncio del Evangelio, incluso garantizado por la Escritura (9,9), para no convertirse en impedimento de los que creen en Cristo. Pablo no es como aquellos maestros griegos que cobran por educar, ni como aquellos predicadores o filósofos itinerantes que aceptan el patronazgo de familias pudientes, ni como algunos misioneros judeocristianos que reivindican el derecho a ser sostenidos por las comunidades. A diferencia de todos ellos y para no ser gravoso a nadie, Pablo, a la vez que anuncia a Jesucristo, trabaja para ganarse el sustento a pesar de que el mismo Jesús ordenó que «quienes anuncian el Evangelio, vivan del Evangelio» (9,14; 2 Tes 3,7-9). El Apóstol tiene derecho a vivir de su actividad como el soldado del ejército, el viñador de la viña y el pastor de su rebaño. Si Pablo proclama el Evangelio sin buscar salario alguno es porque su gozo y ganancia es haberse encontrado con el Resucitado (2 Cor 11,9-10). 


9,1: Gál 1,1; Hch 9,3-7 / 9,4: Lc 10,7 / 9,5: Mt 12,46 / 9,6: Hch 4,36-37; 18,2-3 / 9,9-10: 1 Tim 5,18; 2 Tim 2,6; Eclo 6,19 / 9,11: Rom 15,27 / 9,13: Lv 6,16; Dt 18,1-3 / 9,14: Mt 10,10 / 9,16: Jr 20,9


9,15: El versículo 15 está incompleto en el texto griego. 


Me he hecho esclavo de todos


19 Aunque soy libre y de nadie dependo, sin embargo, me he hecho esclavo de todos con tal de ganar a todos los que pueda. 20 Me hice judío con los judíos, para ganar a los judíos. Me sometí a la Ley con los que están sujetos a la Ley, yo, que no estoy sometido a ella, para ganar a los que están sujetos a la Ley. 21 Me comporté como quien no tiene Ley con los que no tienen Ley –yo, que no estoy sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo– para ganar a quienes no tienen Ley. 22 Me hice débil con los débiles, para ganar a los débiles. Me hice todo para todos con tal de salvar a toda costa a algunos. 23 Y todo lo hago por el Evangelio, para participar de sus bienes con ellos. 


9,19-23: Para invitar a los de conciencia formada a no comer carne inmolada a los ídolos frente a hermanos débiles en su fe (nota a 8,1-13), Pablo se pone como ejemplo (nota a 9,1-18). Pero le falta un paso, y es mostrar las consecuencias de su decisión. Él es discípulo de Cristo, liberado de la Ley de Moisés; es, por tanto, un hombre libre, no un esclavo; es un cristiano de fe y conciencia bien formada, no un recién llegado. Sin embargo, porque busca ganar a todos para Cristo se adapta a todos (9,21), ya sea a los gentiles, conociendo sus costumbres y cultura (Hch 17,22-31), ya sea a los judíos, cumpliendo la Ley y haciéndose esclavo de la Ley. Lo hace porque sabe que ahora vive bajo la ley de Cristo, es decir, la del Espíritu que lo libera de su ser mundano, dándole libertad y vida nueva. Así, este pasaje se convierte en un precioso testimonio del estilo misionero de Pablo, estilo diverso al manifestado en las Cartas a los Colosenses y a los Efesios. ¿Quién, entonces, evangeliza? Aquel que, como Pablo, pone su libertad al servicio de los demás con el fin de ofrecer con humildad el testimonio y anuncio de Jesucristo, liberado de la soberbia de sentirse superior a los demás. 


9,19: Mt 20,26-27 / 9,20: Gál 4,4-5 / 9,22: 2 Cor 11,29


¡Corran de tal manera que obtengan el premio!


24 ¿No saben que, de todos los que corren en una competencia atlética, uno solo se lleva el premio? ¡Corran de tal manera que lo obtengan! 25 Todos los atletas se imponen una dura disciplina. Ellos lo hacen para llevarse una corona que se marchita, nosotros, en cambio, una que no se marchita. 26 Por mi parte, yo corro, pero no sin rumbo, y lucho, pero no dando golpes al aire, 27 sino disciplinando mi cuerpo y sometiéndolo, no sea que después de haber predicado a otros, yo mismo quede eliminado.


9,24-27: Inspirado en los juegos ístmicos que tenían lugar en Corinto cada dos años, Pablo nos habla del discipulado misionero sirviéndose de una hermosa metáfora deportiva (Flp 3,13-14). Él sabe que no basta renunciar a tantos bienes (1 Cor 9,1-18) ni adaptarse a todos (9,19-23) para proclamar el Evangelio, pues igual puede quedar descalificado (9,27). Él, como todos, puede fallar, por lo que debe esforzarse como lo hace un atleta para alcanzar la meta. No puede descuidar la disciplina que impone el seguimiento de Jesús, ni dejar de ejercitarse en la virtud, ni olvidar la meta a la que tiene que llegar, más aún cuando la corona reservada para estos vencedores es la vida eterna. Sólo así él, al igual que todos los que lleguen, participará de los bienes del Evangelio o de Jesucristo y su salvación que él mismo predicó. 


9,24: Sab 4,2; Gál 5,7 / 9,25: 2 Tim 2,5 / 9,26-27: 2 Tim 4,7


Esto sucedió para que nos sirviera de ejemplo


101 No quiero que ustedes ignoren, hermanos, que todos nuestros padres estuvieron bajo la nube y todos atravesaron el mar 2 y para todos, lo de la nube y el mar, fue un bautismo que los unió a Moisés. 3 Además, todos comieron del mismo alimento espiritual 4 y todos bebieron de la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los acompañaba, y esa roca era el Mesías. 5 Sin embargo, la mayoría de ellos no agradó a Dios, pues quedaron tendidos en el desierto. 

6 Todo esto sucedió para que nos sirviera de ejemplo y no codiciemos el mal, como ocurrió con ellos; 7 ni para que sean idólatras, como algunos de ellos, según dice la Escritura: El pueblo se sentó a comer y a beber, y luego se levantó a divertirse [Éx 32,6]. 8 Sucedió para que no caigamos en la lujuria, como algunos de ellos, muriendo unos veintitrés mil en un solo día; 9 ni pongamos a prueba al Señor, como lo pusieron a prueba algunos de ellos, y por eso perecieron a causa de las serpientes; 10 ni tampoco murmuremos, como lo hicieron algunos de ellos, y por eso perecieron a causa del Exterminador. 11 Todo esto les sucedió como ejemplo, y fue escrito para que nos sirva de lección a los que ya alcanzamos el fin de los tiempos.

12 Por eso, quien crea estar firme, ¡cuídese de no caer! 13 Hasta ahora ninguna prueba han tenido que sobrepase lo humanamente soportable. Dios es fiel y no permitirá que sean probados por encima de sus fuerzas, sino que junto con la prueba hará que también encuentren el modo de sobrellevarla. 


10,1-13: Como era costumbre en la tradición religiosa de su tiempo, Pablo interpreta ciertos sucesos del pueblo de Israel como símbolo o alegoría de lo que el cristiano no debiera hacer (10,6.11). Tres elementos se distinguen: los hechos (10,1-5), que sirven de ejemplo (10,6-11), para superar las tentaciones (10,12-13). Los hebreos que salieron de Egipto tuvieron la nube que los guiaba, pasaron el mar Rojo, comieron maná, pan que venía del cielo (Éx 13,21; 14,22; 16,4), y bebieron del agua de la roca que, según una tradición hebrea, acompañaba al pueblo por el desierto (Nm 20,8). Dios así se manifestó cercano, guía y liberador, proveedor de bienes y de una tierra donde le podían dar culto. Pero la respuesta de aquellos hebreos fue construirse un becerro de oro y entregarse a la idolatría y al desenfreno (Éx 32,3-4; Nm 25,1-3) y rebelarse y murmurar contra Dios y sus colaboradores (Nm 21,4-5). Por sucumbir a las tentaciones y no agradar a Dios con su conducta, muchos perecieron sin alcanzar la tierra prometida. Que la comunidad sepa que esto ocurrió como símbolo para los cristianos de forma que aprendan que si no vencen la tentación de volver a su vida de paganos, rechazarán la salvación que Dios les regala. Sin embargo, que tengan confianza, pues nadie será tentado por encima de sus fuerzas.


10,1-2: Rom 6,3; Gál 3,27 / 10,3: Jn 6,31-32 / 10,4: Éx 17,6 / 10,5: Nm 14,16.29-30 / 10,6: Nm 11,4.34 / 10,10: Nm 16,41-49 / 10,11: Rom 15,4 / 10,13: Dt 7,9; Jdt 8,25-27


No quiero que ustedes entren en comunión con los demonios


14 Por esto, mis hermanos queridos, ¡huyan de la idolatría! 15 Como les hablo a gente sensata, juzguen por ustedes mismos lo que digo. 16 La copa de bendición, ¿acaso no la bendecimos para entrar en comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿acaso no lo hacemos para entrar en comunión con el cuerpo de Cristo? 17 Porque si uno solo es el pan y todos participamos de ese único pan, aunque somos muchos, todos formamos un solo cuerpo. 18 Tengan en cuenta lo que sucede con Israel según su condición humana: quienes comen de las víctimas del sacrificio, ¿acaso no entran en comunión con el altar? 

19 ¿Qué quiero decir? ¿Que la carne ofrecida a los ídolos es algo valioso y que los ídolos también lo son? 20 Al contrario, que quienes ofrecen tales sacrificios lo ofrecen a los demonios y no a Dios, y. 21 Por eso, no pueden beber la copa del Señor y la copa de los demonios, ni pueden participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. 22 ¿O es que queremos provocar los celos del Señor? ¿Será que somos más fuertes que él?


10,14-22: El inicio del pasaje («Por esto…») nos indica que está unido al anterior. Si los hebreos que salieron de Egipto, perecieron camino a la tierra prometida a causa de su idolatría (nota a 10,1-13), también la comunidad cristiana puede perecer por su conducta idolátrica. ¿En qué se manifiesta? Si comen y beben en honor a algún dios, entran en comunión con el ídolo, pues sus vidas y destinos se unen a él. Por lo mismo, si el cristiano come el cuerpo de Cristo y bebe su sangre, ¿acaso no entra en comunión con el Señor y forma un solo cuerpo con él, participando de su vida y de su destino glorioso? La fracción del pan o Cena del Señor genera un real e íntimo entramado de relaciones vitales y bienes. De aquí que no se puede celebrar la Eucaristía y luego participar en comidas en honor a los ídolos. Aún más, quien celebra la Eucaristía tampoco puede discriminar a las personas, porque el único Cuerpo de Cristo (la Eucaristía) hace a todos miembros vivos de un mismo Cuerpo eclesial (la Iglesia). Quien vuelve a los ídolos suscita los celos de Dios, según la imagen nupcial que Pablo evoca (10,22; Dt 32,21). Así, desde la Eucaristía, Pablo da una respuesta diferente a la que había dado respecto a como comportarse ante los banquetes cultuales a los ídolos (nota a 8,1-13).


10,14: 1 Jn 5,21 / 10,16: Mt 26,26-28 / 10,17: Rom 12,5; Ef 4,16 / 10,18: Lv 7,6.15 / 10,20: Dt 32,17; Sal 106,37; Bar 4,7 / 10,21: 2 Cor 6,15-16 / 10,22: Éx 20,5


Háganlo todo para gloria de Dios


23 «¡Todo está permitido!», pero no todo es conveniente. «¡Todo está permitido!», pero no todo edifica. 24 Que nadie busque su propio interés, sino el de los otros. 

25 Coman de todo lo que se vende en el mercado sin plantearse problemas de conciencia, 26 porque del Señor es la tierra y todo lo que la habita [Sal 24,1]. 27 Si un no creyente los invita a comer y deciden ir, coman de todo lo que les sirvan sin plantearse problemas de conciencia. 28 Pero si alguien les advierte: «¡Ésta es carne ofrecida en sacrificio a los ídolos!», entonces no coman por respeto a quien hizo la advertencia y por motivo de conciencia, 29 y no me refiero a tu propia conciencia, sino a la del otro. Pero entonces, ¿por qué mi libertad debe ser juzgada por la conciencia de otros? 30 Si cuando participo en un banquete doy gracias a Dios por ello, ¿por qué me difaman por aquello que dí gracias? 

31 Por tanto, ya sea que coman, beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para gloria de Dios. 32 No sean ocasión de caída para judíos, ni para griegos, ni para la Iglesia de Dios. 33 Actúen más bien como yo, que procuro el mayor bien para todos en todas las cosas, sin buscar mi propio interés, sino el de la mayoría, a fin de que se salven. 

111 ¡Sigan mi ejemplo como yo sigo el de Cristo!


10,23-11,1: Pablo trata de nuevo el tema de si se puede o no comer carne ofrecida a los ídolos, pero ya no en el templo, sino en una casa o asociación privada (nota a 7,1-11,1). La respuesta, como antes (nota a 8,1-13), es matizada. En este pasaje enseña que Dios es el creador de todo, por lo que no hay que hacerse problemas de conciencia al comprar alimentos en el mercado o cuando una familia no creyente da de comer carne sacrificada a los ídolos a un discípulo de Cristo (Lc 10,8). Sin embargo, no siempre vale el principio de que «todo está permitido» (1 Cor 10,23). La razón es que si alguno de los presentes tiene problemas de conciencia y le advierte al invitado lo que va a comer es mejor que se abstenga de hacerlo, porque el amor rige la conducta del que es de Cristo. Pero surge un problema: ¿mi libertad de conciencia está al arbitrio de otros? El criterio es que la conciencia de los formados en la fe no se someta a las decisiones de los débiles, dejando de comer lo que viene de Dios y por lo que ya se le ha dado gracias (10,29-30). Sin embargo, el discípulo de conciencia formada puede renunciar a ejercer su libertad, porque ésta no es un principio absoluto ni está regulada por el propio interés, sino que es un don del Espíritu precisamente al servicio de la salvación para todos (Rom 15,5-7). Para proceder rectamente hay que imitar a Pablo como él imita a Cristo (1 Cor 4,16; 9,19-23).


10,24: Flp 2,4 / 10,26: Sal 50,12; 89,12 / 10,28: Rom 14,14-15 / 10,31: Col 3,17; 1 Pe 4,11 / 11,1: Flp 3,17


IV

Las asambleas litúrgicas de la comunidad


11,2-14,40. Por cartas enviadas de Corinto y por la gente de Cloe que va a Éfeso, donde Pablo reside, éste se entera de las dificultades suscitadas en las asambleas litúrgicas de la comunidad que provocan grandes conflictos: el velo de las mujeres (11,2-16); la cena eucarística en donde algunos humillan a los pobres (11,17-34); el ejercicio anárquico de los dones del Espíritu, la rivalidad por los carismas mejores y cuál es el mejor de los carismas (12,1-14,40). ¿Cómo organizar esas asambleas para que sean para edificación de la comunidad y gloria de Dios? Al dar sus instrucciones, Pablo aporta valiosos datos de cómo oraban y celebraban la Eucaristía los primeros cristianos provenientes del mundo grecorromano. 


Ni la mujer sin el varón, ni el varón sin la mujer


2 Los felicito porque en todo me tienen presente y porque mantienen las tradiciones tal como se las transmití. 

3 Sin embargo, quiero que sepan que la cabeza de todo varón es Cristo, la cabeza de la mujer es el varón, y la cabeza de Cristo es Dios Padre. 4 Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, deshonra a Cristo, su cabeza. 5 Toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, deshonra al varón, su cabeza, exactamente igual como si estuviera rapada. 6 Por tanto, si una mujer no está dispuesta a cubrirse la cabeza, ¡que se corte el cabello! Y si es vergonzoso para una mujer cortarse el cabello o raparse, ¡que se cubra la cabeza!

7 El varón no debe cubrirse la cabeza, porque es imagen y reflejo de la gloria de Dios, mientras que la mujer es reflejo de la gloria del varón. 8 Pues no procede el varón de la mujer, sino la mujer del varón, 9 ni fue creado el varón por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. 10 Por esto, a ejemplo de los ángeles, la mujer debe llevar sobre su cabeza un signo de dependencia. 11 Por tanto, entre cristianos ni la mujer sin el varón, ni el varón sin la mujer. 12 Pues así como la mujer fue formada del varón, a su vez el varón nace de la mujer, y todo procede del mismo Dios. 

13 Juzguen por ustedes mismos: ¿les parece conveniente que una mujer ore a Dios con la cabeza descubierta? 14 ¿No nos enseña la misma naturaleza que es deshonroso para el varón dejarse crecer el cabello, 15 mientras que para la mujer es motivo de esplendor? Porque, en efecto, la cabellera le fue dada a la mujer como si fuera un velo. 16 Pero si alguno quiere seguir discutiendo, sepa que nosotros no tenemos tal costumbre, ni tampoco las iglesias de Dios.


11,2-16: El empleo del velo por parte de las mujeres debió ser un asunto muy discutido en la comunidad de Corinto. Es probable que el trasfondo sea la confusión que generó el hecho de que, a diferencia del mundo judío, algunas mujeres en las comunidades cristianas ejercieran cargos propios de varones. El que algunas cristianas no llevaran velo en las reuniones comunitarias escandalizaba, dadas las costumbres judías. Teniendo en cuenta que “varón”, en sentido figurado, significa “cabeza, autoridad, jefe” y que el binomio “mujer – varón” es también “esposa – esposo”, Pablo exige el velo a las mujeres en base a argumentos de carácter cultural (una mujer casada debía cubrirse la cabeza; 11,13-15), eclesial (11,3-5) y teológico (11,7-12). Sin duda que Pablo entiende que cubrirse o no la cabeza es de valor relativo. Sin embargo, para aquel momento y la armonía de la vida comunitaria, le parece importante exigir que la mujer se cubra la cabeza sin antes recordar dos principios: Dios creó complementarios al varón y a la mujer, y ambos están llamados a tener una relación estable y profunda con Dios y a servir a la comunidad mediante carismas como el de profecía, gracias al cual tanto varones como mujeres instruyen a la asamblea en nombre de Dios y con su autoridad.


11,2: 2 Tes 2,15 / 11,3: Ef 5,23 / 11,7: Gn 1,26-27 / 11,8-9: Gn 2,18-23 / 11,10: Rom 9,21; 1 Tim 5,21 / 11,11-12: Gál 3,28


¡Hagan esto en memoria mía!


17 Al continuar con las instrucciones, no puedo felicitarlos por sus reuniones, las que causan más perjuicio que beneficio. 18 En primer lugar, tengo información de que cuando se reúnen en comunidad hay divisiones entre ustedes. Y en parte lo creo, 19 porque hasta es conveniente que haya disensiones, para que salgan a la luz los de verdadera virtud. 20 Y es que ya no se reúnen para comer la cena del Señor, 21 porque cada uno se adelanta a comer su propia cena, y mientras uno pasa hambre, el otro se emborracha. 22 ¿Es que no tienen su propia casa para comer y beber? ¿O es que quieren menospreciar a la Iglesia de Dios y avergonzar a los que no tienen nada? ¿Qué puedo decirles? ¿Felicitarlos? ¡En esto no los felicito!

23 Porque yo recibí de parte del Señor aquello que les he trasmitido, a saber, que el Señor Jesús en la noche en que iba a ser entregado, tomó un pan, 24 pronunció la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo que entrego por ustedes. ¡Hagan esto en memoria mía!». 25 Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo: «Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre. Cada vez que la beban, ¡háganlo en memoria mía!». 26 Por eso, cada vez que comen de este pan y beben de esta copa, anuncian la muerte del Señor hasta que él vuelva. 

27 Por tanto, quien coma el pan o beba de la copa del Señor sin tratar con la debida dignidad el cuerpo y la sangre del Señor se hará culpable. 28 Cada uno, pues, examínese a sí mismo antes de comer del pan y beber de la copa, 29 porque quien come y bebe sin discernir de qué Cuerpo se trata, come y bebe su propia condenación. 30 Éste es el motivo por el cual hay entre ustedes muchos débiles y enfermos, e incluso de que tantos mueran. 31 Si nos examináramos bien a nosotros mismos escaparíamos del castigo. 32 Pero el Señor, cuando nos castiga, es para educarnos y para que no seamos condenados con el mundo. 

33 Por ello, hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros. 34 Y si alguno tiene hambre, que coma en su casa, a fin de que sus reuniones comunitarias no sean objeto de condena. Los demás asuntos, los resolveré cuando vaya.


11,17-34: Pablo enfrenta un nuevo abuso en las reuniones comunitarias, esta vez en relación con la Cena del Señor. Tres momentos se distinguen en el pasaje: la denuncia del abuso (11,18-22), el relato de la institución de la Eucaristía (11,23-26) y las condiciones para participar en ella (11,27-32). La Cena del Señor estaba precedida por una comida fraterna que reunía por lo general a varias comunidades de una misma ciudad. El abuso consistía en que cada uno se adelantaba a comer su propia comida, y mientras unos se saciaban, ostentando su condición social, otros pasaban hambre, ahondando su humillación y la división comunitaria. Pablo recuerda lo que recibió por tradición (Lc 22,19-20), que es lo que creen y celebran las comunidades: el pan transformado en el Cuerpo del Señor y el vino en su Sangre, hacen presente la fuerza salvífica de su sacrificio en la cruz y realizan la perfecta alianza o comunión con Dios. La Iglesia, cuando hace memoria de esta Cena del Señor (1 Cor 11,24.25), actualiza sacramentalmente la fuerza redentora del acontecimiento pascual y es edificada como Familia de Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu. La Eucaristía requiere fe en lo que celebra la Iglesia y una vida dispuesta a la comunión con Dios; de aquí la necesidad de examinar la conducta, para no convertir la Cena del Señor en causa de pecado. La falta de discernimiento y fe debilita la fuerza vivificadora de la Eucaristía y una de sus consecuencias para Pablo es la fragilidad y la enfermedad (11,30).


11,20-22: Hch 2,46 / 11,23-26: Mt 26,26-29; Mc 14,22-25; Lc 22,14-20 / 11,25: Jr 31,31-34 / 11,27: Heb 6,4-6; 10,29 / 11,31-32: Dt 8,5; Heb 12,5-11 / 11,33-34: Hch 2,42; 20,7.11; 27,35


Existen diversos carismas, pero el Espíritu es el mismo


121 En cuanto a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que permanezcan en la ignorancia. 2 Bien saben que cuando eran paganos, se dejaban ciegamente arrastrar por los ídolos mudos. 3 Por esto les advierto que nadie que hable movido por el Espíritu de Dios puede decir: «¡Maldito sea Jesús!». Como tampoco nadie puede decir: «¡Jesús es el Señor!», si no está movido por el Espíritu Santo. 

4 Existen diversos carismas, pero el Espíritu es el mismo. 5 Existen diversos servicios, pero el Señor es el mismo. 6 Existen diversas funciones, pero es el mismo Dios quien obra todo en todos. 7 A cada uno, Dios le concede la manifestación del Espíritu en beneficio de todos. 8 A uno, por medio del Espíritu, Dios le concede hablar con sabiduría, y a otro, según el mismo Espíritu, hablar con inteligencia. 9 A uno, Dios le concede, por el mismo Espíritu, la fe, y a otro, por el único Espíritu, el carisma de sanar enfermedades. 10 Y a otros, hacer milagros o la profecía o el discernimiento de espíritus o hablar un lenguaje misterioso o interpretar esos lenguajes. 11 Todo esto lo realiza el mismo y único Espíritu, quien distribuye a cada uno sus dones como él quiere.


12,1-11: La comunidad en Corinto se distingue por la variedad de carismas, servicios y funciones (1,5-7), pero esta riqueza es también su problema, pues las asambleas litúrgicas, que reúne varias iglesias domésticas, no edifican dada la desorganización que reina en ellas. Pablo entrega algunos principios sobre el origen y la finalidad de los carismas en la Iglesia (1 Cor 12). Dios, que es uno, concede la manifestación de múltiples dones mediante su Espíritu a quien cree en Jesucristo para edificación de su Cuerpo. Que la comunidad, testigo de la variedad de dones en las asambleas litúrgicas (sabiduría, curaciones…), tome clara conciencia que ellos proceden del Padre mediante el Espíritu, y que Dios los distribuye no en razón de méritos personales o para el prestigio de algunos, sino para alimentar la oración y la comunión en la Iglesia. Luego Pablo mostrará que el don del amor es el carisma más eminente (1 Cor 13) y terminará con directrices concretas para ordenar el ejercicio de los dones espirituales en las reuniones litúrgicas (1 Cor 14). 


12,2: Hab 2,18-19 / 12,3: 1 Jn 4,2-3 / 12,5: Ef 4,11 / 12,7: 1 Pe 4,10-11 / 12,8-10: Rom 12,6-8 / 12,9: Mt 17,20 / 12,10: Hch 2,4 / 12,11: Ef 4,7


Ustedes son el cuerpo de Cristo


12 Así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, todos los miembros del cuerpo, aún siendo muchos, no forman más que un solo cuerpo. ¡Así también Cristo! 13 En efecto, todos nosotros, judíos o griegos, esclavos o libres, fuimos bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y todos hemos bebido de un solo Espíritu. 

14 Así también el cuerpo no está formado por un solo miembro, sino por muchos. 15 Si el pie dijera: «Como no soy mano, no formo parte del cuerpo», ¿dejaría de ser por esto parte del cuerpo? 16 Y si el oído dijera: «Como no soy ojo, no formo parte del cuerpo», ¿dejaría de ser por esto parte del cuerpo? 17 Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿cómo podría oír?, y si todo fuera oído, ¿cómo podría oler? 18 Por algo Dios dispuso así a cada uno de los miembros en el cuerpo según le pareció conveniente. 19 Si todos se redujeran a un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo? 20 Precisamente por esto los miembros son muchos y, sin embargo, el cuerpo es uno. 21 El ojo no puede decirle a la mano: «¡No te necesito!», tampoco la cabeza puede decirle a los pies: «¡No los necesito!». 22 Al contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles son más indispensables, 23 y los que parecen menos dignos, los rodeamos de mayor honor. Así, mientras aquellos miembros que parecen menos decorosos les otorgamos mayor decoro, 24 otros más presentables nada necesitan. 

Más aún, Dios organizó el cuerpo dándole mayor honor al que más lo necesitaba, 25 para que no haya divisiones en el cuerpo, de tal manera que los miembros se preocupen igualmente unos por otros. 26 De modo que cuando un miembro sufre, todos los miembros sufren con él, y cuando un miembro recibe honores, todos los miembros se alegran con él. 

27 Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo y cada cual, uno de sus miembros. 28 Dios dispuso a cada uno en la Iglesia así: en primer lugar están los apóstoles; en segundo lugar, los profetas, y en tercer lugar, los maestros; enseguida vienen los que tienen el poder de hacer milagros, luego los carismas de curación de enfermedades, de asistencia a los necesitados, de gobierno y de hablar un lenguaje misterioso. 29 ¿Acaso son todos apóstoles?, ¿o todos profetas?, ¿o todos maestros?, ¿o todos pueden hacer milagros? 30 ¿O tienen todos el carisma de curar enfermedades?, ¿o hablan todos un lenguaje misterioso?, ¿o todos interpretan esos lenguajes? 31 Prefieran los carismas más valiosos. 

Es más, les quiero mostrar un camino excepcional.


12,12-31: Otro de los principios que ordena el ejercicio de los carismas (nota a 12,1-11) es la unidad de la Iglesia como tal. Para mostrarla, Pablo compara la Iglesia con el cuerpo humano (12,12-26). La metáfora de muchos miembros formando un único cuerpo, conocida en ambientes intelectuales grecorromanos (Platón, Menenio Agripa), se empleaba para exigir entendimiento y solidaridad a los integrantes de un cuerpo social, sobre todo gubernamental. En ella se inspira Pablo para hablar de la Iglesia como “Cuerpo de Cristo” (12,27-30). Así como muchos miembros componen el cuerpo humano, cada cual con su función, sin invadir las funciones del otro, sin que ninguno se baste a sí mismo y todos cuidando al más frágil, así también la Iglesia: muchos discípulos con diversos dones espirituales, todos insertos en Cristo, formando su Cuerpo, todos dispuestos a edificar el Cuerpo y anunciar el Evangelio, todos cuidando a los más débiles. Pablo enseña con esta metáfora la unión vital de cada uno con Cristo y de unos con otros en virtud de un mismo Espíritu de quien proceden los carismas y quien convierte su diversidad en dependencia solidaria. Por formar un mismo y único Cuerpo, el de Cristo, todos participan de su santidad y son responsables del organismo como tal (12,13; Gál 3,28). Sin embargo, los carismas están jerarquizados en razón de la vida y misión de la Iglesia, y el más valioso es el amor.


12,12: Rom 12,4-5; Ef 4,4-6 / 12,13: Rom 10,12 / 12,17: Lc 11,34 / 12,20: Ef 4,15-16 / 12,22: 1 Sm 2,4; Is 11,4 / 12,25: Rom 12,15 / 12,26: Rom 12,6-8 / 12,28: Ef 4,11-12


Si no tengo amor, nada soy


131 Ya podría hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o platillos que retumban. 2 Ya podría tener el don de profecía y entender todos los misterios y todo el conocimiento, e incluso tener una fe tan grande que moviera montañas, pero si no tengo amor, nada soy. 3 Ya podría repartir todas mis posesiones y entregar mi cuerpo a las llamas, pero si no tengo amor, de nada me sirve.

4 El amor es paciente y servicial. 

El amor no es envidioso, 

ni orgulloso, ni arrogante.

5 No falta al respeto ni busca su interés.

 No se irrita ni vive de rencores.

6 No se alegra de la injusticia, y sí de la verdad.

7 Siempre disculpa y confía,

siempre espera y soporta.

8 El amor no pasa nunca. Se terminará el don de profecía, cesarán los lenguajes misteriosos y el conocimiento se acabará. 9 Sólo conocemos y profetizamos de modo imperfecto, 10 pero cuando llegue la plenitud, lo imperfecto terminará. 11 Como cuando era niño, que hablaba como niño, sentía como niño, razonaba como niño; pero cuando me convertí en adulto terminé con esas cosas de niño. 12 Si ahora vemos confusamente, como en un espejo, entonces veremos cara a cara. Si ahora tengo un conocimiento imperfecto, entonces conoceré tal como Dios me ha conocido. 

13 Ahora permanecen estas tres cosas: la fe, la esperanza y el amor. Pero de todas ellas, la más sublime es el amor.


13,1-13: Pablo pasa de la exhortación (1 Cor 12) al encomio o discurso de elogio (1 Cor 13). Si el estilo literario cambia, el tema no. Muchos son los carismas y dones que, por la acción del Espíritu, reciben los cristianos de Corinto, pero su ejercicio en las asambleas litúrgicas es anárquico, fomentando la vanidad y las divisiones. Luego de indicar cómo ordenar el ejercicio de los carismas (1 Cor 12), Pablo presenta el don más sobresaliente de todos: el amor, el «camino excepcional» sin el cual ningún don espiritual edifica el Cuerpo de Cristo (12,31). Tres momentos se distinguen: el amor y los carismas (13,1-3), el amor y sus características (13,4-7) y la trascendencia del amor (13,8-13). El amor del que se habla no es el de amistad (filía) ni el pasional (éros), sino el de donación o agápe. La fuente de este amor es la pertenencia a Cristo, quien también es modelo concreto de cómo vivirlo. Mientras la fe y la esperanza terminarán al fin de los tiempos, porque se verá a Dios y se cumplirán sus promesas, el amor no acabará, pues la plenitud de la vida en Cristo es vivir en comunión o amor perfecto con Dios y los demás. Sólo el amor hace que la vida de la Iglesia camine a su madurez, que intereses y voluntades se conviertan en una sinfonía y se testimonie con transparencia al Señor Jesús.


13,1: Jn 3,16-17; 1 Jn 4,7-10 / 13,2: Mt 17,20; 21,21 / 13,3: Dn 3,28 / 13,4: 1 Tes 5,14-15 / 13,5: Flp 2,4 / 13,6-7: Prov 10,12 / 13,11: Heb 5,13 / 13,12: Gn 32,30; Nm 12,8 / 13,13: Col 1,4-5; 1 Jn 4,16-18


Anhelen los dones espirituales


141 Busquen sin descanso el amor, pero también anhelen los dones espirituales, sobre todo el de profecía. 2 Quien habla un lenguaje misterioso, no habla a hombres, sino a Dios, pues, impulsado por el Espíritu, dice cosas misteriosas que nadie entiende. 3 En cambio, quien profetiza, habla a hombres para edificarlos, exhortarlos y consolarlos. 4 Quien habla un lenguaje misterioso se edifica a sí mismo; quien profetiza, en cambio, edifica a la Iglesia. 5 Me gustaría que todos tuvieran el don de hablar un lenguaje misterioso, pero más aún el de profetizar, pues es de más utilidad quien profetiza que el que habla un lenguaje misterioso a no ser que lo interprete, para que la Iglesia sea edificada. 

6 Supongan ahora, hermanos, que al ir a verlos hable un lenguaje misterioso, ¿de qué les serviría si no les comunico una revelación, un conocimiento, una profecía, una enseñanza? 7 Lo mismo sucede con una flauta o una cítara, instrumentos inanimados que producen música. Si ésta no se distingue con claridad, ¿cómo se reconocerá lo que se toca con la flauta o con la cítara? 8 Y si la trompeta emite un toque confuso, ¿quién se prepararía para la batalla? 9 Lo mismo sucede si cuando hablan no lo hacen en una lengua que se entienda, ¿cómo se comprenderá lo que dicen? ¡Es como hablarle al viento! 

10 ¡Cuántas lenguas hay en el mundo y todas tienen sentido! 11 Sin embargo, si desconozco el significado de las palabras seré un extranjero para quien me habla y él lo será para mí. 12 También ustedes, ya que tanto anhelan los dones espirituales, ténganlos en abundancia para la edificación de la Iglesia. 

13 Por tanto, quien habla un lenguaje misterioso que ore pidiendo que alguien interprete. 14 Pues si yo oro en ese lenguaje misterioso es mi espíritu el que ora, mientras que mi mente no saca provecho alguno. 15 Entonces, ¿qué tendría que hacer? Haré oración con mi espíritu y, a la vez, con mi mente; y cantaré con mi espíritu y, a la vez, con mi mente. 16 Si bendices a Dios sólo con tu espíritu, uno que recién se está iniciando en la fe, ¿cómo podrá contestar «¡Amén!» a tu acción de gracias si no entiende lo que estás diciendo? 17 Tú, por tu parte, hiciste una magnífica acción de gracias, pero el otro no fue edificado. 

18 Doy gracias a Dios porque hablo ese lenguaje misterioso más que todos ustedes, 19 pero cuando estoy en la comunidad, prefiero pronunciar cinco palabras con sentido para instruir a los demás, que diez mil en un lenguaje incomprensible. 

20 Hermanos, dejen de ser niños en sus criterios, sean más bien niños en lo que toca a la malicia; en sus criterios, en cambio, sean hombres maduros. 21 En la Ley está escrito:

En otras lenguas y por otros labios hablaré a este pueblo,

y aún así no me escucharán, dice el Señor [Is 28,11-12]

22 De lo cual se deduce que hablar un lenguaje misterioso no es un signo para los creyentes, sino para los que no creen; en cambio, la profecía no es para los que no creen, sino para los creyentes. 23 Supongamos que mientras toda la comunidad está reunida y todos hablan en lenguajes misteriosos llega uno que se está iniciando en la fe o bien uno que no cree, ¿no dirá que están locos? 24 En cambio, si entra uno que no cree o uno que se está iniciando en la fe mientras todos profetizan, podrá ser persuadido y examinado por todos 25 de manera que sus secretos íntimos queden patentes; entonces, caerá de rodillas y rendirá a culto a Dios, proclamando: «¡En verdad, Dios realmente está entre ustedes[Is 45,14].


14,1-25: Las orientaciones sobre la profecía y el lenguaje misterioso, dones muy estimados en Corinto, y de cómo proceder para el buen desarrollo de las asambleas litúrgicas (14,26-40) se desprenden de lo que Pablo enseñó sobre los carismas, sobre el primado del amor y la edificación de la Iglesia (1 Cor 12-13). La edificación del Cuerpo de Cristo es el criterio que rige el ejercicio de los dones espirituales y los jerarquiza, puesto que Dios los reparte precisamente para el servicio de la comunidad. Para ilustrar esta enseñanza, Pablo se sirve de la profecía y del lenguaje misterioso (glosolalia), invitando a la comunidad a preguntarse: ¿de qué sirve hablar, orar o cantar en un lenguaje misterioso si nadie entiende?, ¿a quién se edifica si nadie interpreta? En cambio, quien profetiza lo hace en un lenguaje que se entiende por lo que edifica a la comunidad. De aquí que sea mejor la profecía que el don del lenguaje misterioso, porque mejores son aquellos dones en los que junto al espíritu, interviene y se expresa claramente la mente del orante. El ejercicio de los dones es para animar a la comunidad a orar, cantar y bendecir al Señor, pero comprendiendo lo que se hace. Por profecía cristiana no se entiende la predicción del futuro, sino el discernimiento –en nombre de Cristo– de la vida íntima del hermano ante Dios, exhortándolo a convertirse para adorarlo con un corazón puro y para vivir según su voluntad.


14,1: Hch 11,28; 1 Jn 4,1 / 14,2: Rom 1,9 / 14,4: Nm 11,29 / 14,6: Hch 19,6 / 14,8: Éx 19,13.16.19; 20,18; Sof 1,16 / 14,10-11: Hch 2,8-12 / 14,13: Hch 8,30-31 / 14,15: Rom 8,26 / 14,16: 2 Cor 1,20 / 14,20: Rom 16,19 / 14,23: Hch 2,4.13 / 14,25: Zac 8,23


Que todo sea para edificación


26 Entonces, hermanos, ¿cómo proceder? Que todo sea para edificación si en una reunión comunitaria uno canta, otro enseña, otro tiene una revelación, otro habla un lenguaje misterioso y otro interpreta ese lenguaje. 27 Si algunos hablan un lenguaje misterioso, que lo hagan dos o a lo sumo tres y por turno, pero que alguien interprete. 28 Si no hubiera quien interprete, guárdese silencio en la asamblea y que, en cambio, cada uno hable consigo mismo y con Dios. 29 En cuanto a los profetas, que hablen dos o tres y que los demás juzguen lo dicho. 30 Y si uno de los asistentes recibe una revelación, que guarde silencio quien estaba hablando. 31 Así todos pueden profetizar, pero uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados. 32 Las inspiraciones proféticas deben estar bajo control de los profetas, 33 porque Dios no es Dios de discordia, sino de paz.

Tal como sucede en todas las comunidades de los santos, 34 que las mujeres guarden silencio en las asambleas, pues no les está permitido hablar; más bien sean sumisas como lo dice incluso la Ley. 35 Si quieren aprender algo, que pregunten en casa a sus propios esposos, pues es vergonzoso que la mujer hable en la asamblea. 36 ¿Acaso la Palabra de Dios salió de ustedes?, ¿o es que sólo ustedes la han recibido? 

37 Si alguno cree ser profeta o estar inspirado por el Espíritu, reconozca que esto que les escribo es mandato del Señor. 38 Quien lo ignore, Dios lo ignorará.

39 Por tanto, hermanos míos, anhelen profetizar, pero no impidan que alguno hable un lenguaje misterioso. 40 Pero que todo se lleve a cabo con respeto y orden.


14,26-40: ¿Cómo proceder en las asambleas litúrgicas para que todo se desarrolle «con respeto y orden»? (14,40; nota a 14,1-25). Existía una intensa vida carismática en la comunidad de Corinto, pero sus asambleas litúrgicas se realizaban con mucha anarquía. Ante ello, Pablo sigue insistiendo en el criterio de la edificación de los hermanos. Los versículos 33b-35 representan un parecer distinto al de Pablo, puesto que éste acepta que la mujer ore y profetice como los varones (11,5), que ambos tienen igual dignidad (Gál 3,28-29) y testimonia el papel activo de ellas en la evangelización, incluso las llama “apóstoles” y “diaconisas” como a los varones (Rom 16,1.6-7.12). Es posible que esos versículos recojan una queja de varones sobre el papel de la mujer en las asambleas litúrgicas, tal como había otras opiniones (1 Cor 5,1; 6,12). Pablo sale al paso de la crítica preguntando si la Palabra es sólo un privilegio de los varones (14,36), puesto que de Dios proceden los dones y él es libre para dárselo a quien quiera, pobre o rico, judío o gentil, varón o mujer. Por tanto, hombres y mujeres, judíos y gentiles, libres y esclavos… son responsables en la Iglesia de la vida cristiana y del testimonio del Evangelio. 


14,26: Ef 5,19; Col 3,16 / 14,29: Hch 12,15 / 14,32: 1 Pe 1,10 / 14,34-35: Gn 3,16 / 14,38: Flp 3,15 / 14,40: Flp 2,14-16


14,33b-35: algunos manuscritos trasladan estos versículos después de 14,40. 


V

La resurrección de Jesucristo y de sus discípulos


15,1-58. Había una gran inquietud en la comunidad de Corinto respecto a los que murieron antes de la venida del Señor (15,12.35). Influido por el dualismo de Platón, se afirmaba la inmortalidad del alma y la desintegración del cuerpo que la aprisionaba; de aquí refranes como «comamos y bebamos que mañana moriremos» (Is 22,13 citado en 1 Cor 15,32). Por su tradición farisea, Pablo enseña que hay resurrección (2 Mac 7,14; Hch 23,6) y, por su fe cristiana, confiesa que el Padre resucitó a su Hijo y lo constituyó primicia o primogénito de los que van a resucitar (1 Cor 15,15). Tres momentos se distinguen en la reflexión paulina: la resurrección de Cristo y sus apariciones, confesión central del kerigma o primer anuncio (15,1-11); la resurrección de los creyentes a la luz de la de Cristo (15,12-34), y el modo en que resucitan los muertos (15,35-58). 


Cristo fue sepultado y resucitó al tercer día


151 Ahora, hermanos, quiero recordarles el Evangelio que les anuncié, el que ustedes recibieron y en el que perseveran firmes, 2 gracias al cual se salvarán si lo conservan tal como yo lo anuncié; de lo contrario, ¡habrán creído en vano! 3 Porque les transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, 4 que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras, 5 que se apareció a Cefas y, más tarde, a los Doce. 6 Después, se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, la mayoría de los cuales vive todavía, otros ya han muerto. 7 Después se apareció a Santiago y luego a todos los apóstoles. 8 Y por último se me apareció también a mí que soy como hijo nacido a destiempo. 

9 Porque yo soy el más insignificante de los apóstoles, incluso indigno de llamarme apóstol por haber perseguido a la Iglesia de Dios. 10 Sin embargo, la gracia de Dios hace de mí lo que soy. ¡La gracia que él me dio no ha sido en vano! Al contrario, he trabajado más que todos ellos, pero en realidad no se debe a mí, sino a la gracia de Dios que está conmigo. 11 De cualquier modo, tanto ellos como yo, esto es lo que proclamamos, y es lo que ustedes han creído.


15,1-11: La confesión de fe cristiana en la resurrección de los muertos se funda en el kerigma o primer anuncio transmitido por los apóstoles, testigos directos de Jesucristo (nota a 15,1-58). Según las Escrituras, es decir, según el plan salvador de Dios, el Padre resucitó a su Hijo Jesús, confirmando así que su Mesías vivió y murió para expiar nuestros pecados (15,3.17; Rom 3,24-26). El sacrificio expiatorio no es el único modelo cristiano para explicar la muerte de Jesús; también se explica según el modelo del justo sufriente (Sal 22; 69) y del profeta perseguido y rechazado por el pueblo a quienes Dios reivindica (1 Tes 2,15). Como garantes de este acontecimiento de expiación y con un fin apologético, Pablo enumera al grupo de apóstoles y discípulos que conocieron al Nazareno y, como muchos de los cuales viven, pueden dar testimonio de que el Crucificado resucitó al tercer día como Dios lo prometió. Pablo se incluye en esta lista con la conciencia de haber sido llamado el último de todos, indigno de ser apóstol por haber perseguido a la Iglesia de Dios. El encuentro con el Resucitado hace a Pablo apóstol del Evangelio de la reconciliación. No hay discipulado misionero sin este encuentro personal con el Resucitado. 


15,3: Is 53,5-12 / 15,4: Sal 16,10; Mt 12,40; 16,21 / 15,5: Mt 28,16-17; Mc 16,14; Lc 24,24.36; Jn 20,19 / 15,7: Hch 12,17; Gál 1,19 / 15,8: Hch 9,3-6 / 15,9: Hch 8,3 / 15,10: 2 Cor 11,23-24 / 15,11: Hch 2,22-24


Si los muertos no resucitan, ¡tampoco Cristo resucitó!


12 Ahora bien, si se proclama que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿por qué andan diciendo algunos de ustedes que los muertos no resucitarán? 13 Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. 14 Y si Cristo no resucitó, entonces vana es nuestra proclamación y vana también la fe de ustedes. 15 Además, resultamos ser falsos testigos de Dios, porque testimoniamos contra él al afirmar que ha resucitado a Cristo, a quien no podría haber resucitado si se da por supuesto de que los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no van a resucitar, ¡tampoco Cristo resucitó! 17 Y si Cristo no ha resucitado es inútil la fe de ustedes, y siguen con sus pecados. 18 De ser así, los que murieron creyendo en Cristo perecieron para siempre. 19 Si lo que esperamos de Cristo se reduce sólo a esta vida somos los más desdichados de todos los seres humanos. 

20 Lo cierto es que Cristo ha resucitado de entre los muertos como fruto primero de los que murieron. 21 Porque si a causa de un hombre vino la muerte, también a causa de un hombre vino la resurrección de los muertos. 22 En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos tendrán vida en Cristo, 23 pero cada uno según el orden establecido: como fruto primero, Cristo; después, el día de su venida, los que son suyos, 24 y luego vendrá el final cuando, destruido todo Principado, toda Autoridad y Poder, Cristo entregue el Reino a Dios Padre. 25 Mientras tanto es necesario que Cristo reine hasta poner a todos los enemigos bajo sus pies [Sal 110,1]. 26 Y el último enemigo en ser destruido será la muerte, 27 porque Dios lo ha sometido todo bajo sus pies [Sal 8,7]. Cuando la Escritura dice que «todo le está sometido» es evidente que se excluye a Dios, quien sometió todas las cosas a Cristo. 28 Y cuando haya sometido todas las cosas, entonces el mismo Hijo se someterá también al que le sometió todo, para que Dios sea todo en todos. 

29 Si no fuera así, ¿qué obtendrán los que se bautizan por los muertos? Si de ningún modo los muertos resucitan, ¿por qué entonces se bautizan por ellos? 30 Y nosotros mismos, ¿por qué nos exponemos en todo momento al peligro? 31 Les aseguro, hermanos, por el orgullo que siento por ustedes ante Cristo Jesús, nuestro Señor, que cada día estoy al borde de la muerte. 32 Si sólo por aspiraciones humanas luché contra las fieras en Éfeso, ¿de qué me sirvió? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos que mañana moriremos [Is 22,13]. 33 No se dejen engañar, pues «las malas compañías corrompen las buenas costumbres». 34 Sean sensatos como se debe y dejen ya de pecar, pues algunos nada saben de Dios, y lo digo para vergüenza de ustedes.


15,12-34: Pablo se ocupa ahora de la resurrección de los cristianos a la luz de la resurrección de Cristo (nota a 15,1-58). Algunos en Corinto opinaban que los muertos no resucitan (15,12). Pablo argumenta llevando al absurdo dicha opinión. Todo el ministerio de Cristo se funda en la certeza de que a la muerte del Crucificado siguió su vida de Resucitado, por lo que él es la primicia o fruto primero que asegura la resurrección de los cristianos. Si no fuera así, Dios nos mintió, los testigos son falsos y su predicación sin contenido. En plan positivo, Pablo muestra que el designio de Dios contemplaba que a la desobediencia de un hombre, Adán, por quien nos vino la muerte, siguiera la obediencia de otro Hombre, Jesucristo, por quien nos vendría la resurrección de los muertos (Rom 5,12-21). Dios mismo estableció que la muerte sería el último enemigo sometido a Cristo cuando resuciten los muertos (1 Tes 4,16); luego, Dios salvador será todo en todos. Finalmente (2 Cor 15,29-34), Pablo argumenta recordando una costumbre cristiana que proviene del mundo religioso de entonces y que no conocemos bien: el bautismo en sustitución de algún difunto para rescatarlo de la muerte eterna por no haber sido bautizado; ahora bien, si los muertos no resucitan, ¿por qué practican esa costumbre?


15,15: Hch 4,33; 5,30-32 / 15,20: Col 1,18 / 15,21-22: Gn 3,17-19; Rom 5,12-21 / 15,23: 1 Tes 4,13-17 / 15,24: Col 2,15 / 15,25: Mt 22,44 / 15,26: Ap 20,14; 21,4 / 15,27: Heb 2,6-8 / 15,28: Col 3,11 / 15,29: 2 Mac 12,44-46 / 15,31: 2 Cor 4,10-12 / 15,32: Hch 19,23-41


15,33: cita del poeta griego Menandro del siglo IV a.C.


¿Con qué cuerpo volverán los muertos a la vida?


35 Alguno preguntará: ¿y cómo resucitan los muertos?, ¿con qué cuerpo volverán a la vida? 36 ¡Ignorante! Lo que tú siembras no llega a tener vida si antes no muere. 37 Y lo que siembras es un simple grano, bien de trigo o de cualquier otra semilla, pero no el cuerpo completo de la planta. 38 Dios, por su parte, es quien otorga cuerpo a la semilla, según le parece bien, y a cada semilla la forma que le corresponde. 

39 No todos los cuerpos son idénticos: uno es el cuerpo de los seres humanos, otro el de los animales, otro el de las aves y otro el de los peces. 40 Hay, también, cuerpos celestes y cuerpos terrestres, y uno es el resplandor de los cuerpos celestes y otro el de los terrestres; 41 uno es el brillo del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas, e incluso entre las estrellas, el brillo de una es diferente a la de la otra. 

42 Lo mismo sucede con la resurrección de los muertos: se siembra lo corruptible y resucita incorruptible; 43 se siembra lo deshonroso y resucita glorioso; se siembra lo débil y resucita lleno de fortaleza; 44 en fin, se siembra un cuerpo material y resucita un cuerpo espiritual. Si existen cuerpos materiales, también existen cuerpos espirituales. 

45 En efecto, así lo dice la Escritura: El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser dotado de vida [Gn 2,7], el último Adán, en cambio, en ser espiritual que da vida. 46 Pero no fue primero lo espiritual, sino lo material; después viene lo espiritual. 47 El primer hombre, hecho de la tierra, es terrenal; el segundo hombre, es del cielo. 48 Como el hombre terrenal, así serán los cuerpos terrenales, y como el hombre celestial, así serán los cuerpos celestiales. 49 Y así como ahora llevamos la imagen del hombre terrenal, así también llevaremos la imagen del hombre celestial. 

50 Les aclaro, hermanos, que ni la carne ni la sangre pueden heredar el Reino de Dios, ni tampoco lo corruptible puede heredar lo incorruptible. 51 ¡Miren!, les comunico un misterio: no todos vamos a morir, pero todos seremos transformados. 52 En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al último toque de la trompeta -¡porque sí sonará!-, los muertos resucitarán incorruptibles mientras que nosotros seremos transformados. 53 Porque es necesario que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad, y que este ser mortal se revista de inmortalidad. 54 Cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que dice la Escritura: 

¡La muerte ha sido devorada por la victoria! [Is 25,8]. 

55 ¡Muerte!, ¿dónde quedó tu victoria? 

¡Muerte!, ¿dónde quedó tu aguijón? [Os 13,14]. 

56 El aguijón de la muerte es el pecado, y lo que le da fuerza al pecado es la Ley. 57 ¡Demos gracias a Dios que nos dio tal victoria por nuestro Señor Jesucristo!

58 De modo que, hermanos míos amados, manténganse firmes, inconmovibles, dedicados cada vez más a la obra del Señor, convencidos de que sus continuos esfuerzos por el Señor no son en vano.


15,35-58: ¿Qué forma corporal se tendrá en la resurrección de los muertos? (15,35; nota a 15,1-58). Pablo enseña que el cuerpo cambiará al igual que una semilla que se siembra. Así como constituyen una misma realidad semilla y planta, aunque ésta no esté desarrollada, así el cuerpo cuando resucite no perderá la identidad personal, aunque su nueva condición sea la de «cuerpo espiritual» (15,44). Este nuevo modo de existir lo hace capaz de Dios por la eternidad, pues lo libera de la debilidad y la corrupción, condiciones propias de su ser material. Luego, Pablo invoca la autoridad de la Escritura (15,45) y recurre, una vez más, a la comparación de Cristo con Adán (15,21-22). Muestra que el cuerpo terrenal fue creado conforme al del primer Adán, a quien Dios le dio vida, mientras que el cuerpo resucitado será al modo del Hombre que viene del cielo, Jesucristo, nuevo Adán e Hijo de Dios, que comunica el Espíritu que da vida. El cuerpo material, corruptible por el pecado (15,50; Rom 7,5-6), no puede heredar lo incorruptible. Cuando Dios lo transforma en cuerpo espiritual y glorioso como el de Cristo, lo dispone para heredar el Reino por la eternidad. El misterio revelado es que seremos transformados por la resurrección en Cristo para, como él, vivir por siempre. Todo el ser del cristiano, pues, tiene vocación de eternidad. 


15,36: Jn 12,24 / 15,38: 2 Mac 7,22-23 / 15,41: Ap 21,23 / 15,44: Jds 19 / 15,47: Dn 7,13; Jn 3,13 / 15,49: Rom 8,29; Flp 3,21 / 15,50: Jn 3,5-6 / 15,51-52: 1 Tes 4,13-17 / 15,53: 2 Cor 5,4 / 15,56: Rom 5-7 / 15,57: Rom 7,25


15,47: varios manuscritos, algunos importantes, añaden: «y este es el Señor».


Conclusión


16,1-24. Cuatro pasajes componen la conclusión. En el primero (16,1-4), Pablo instruye cómo realizar la colecta en favor de los hermanos necesitados de la Iglesia de Jerusalén. En el segundo (16,5-12), promete visitar a los corintios, lo que no será pronto, y les pide que mientras tanto reciban a Timoteo y, cuando decida ir, a Apolo. En el tercer pasaje (16,13-18), Pablo instruye a su comunidad para que atiendan a los que dedican su vida al servicio del Evangelio, es decir, del anuncio de Cristo y su salvación. Al final (16,19-24), los saludos que acompañan las cartas auténticas de Pablo y el testimonio personal de que esta Carta la escribió él. Si tenemos en cuenta los fuertes conflictos que Pablo tuvo que afrontar, llama la atención el tono cordial con el que se dirige a la comunidad. 


Acerca de la colecta en favor de los santos


161 Acerca de la colecta en favor de los santos, ustedes también sigan las instrucciones que di a las comunidades de Galacia: 2 que cada domingo, cada uno de ustedes ponga aparte lo que haya logrado ahorrar, para que no se hagan colectas precisamente cuando yo vaya. 3 Cuando llegue, enviaré con cartas de recomendación a los que ustedes hayan designado para que lleven a Jerusalén el donativo de ustedes. 4 Y si merece la pena que yo también vaya, que vengan conmigo.


16,1-4: La colecta en beneficio de los santos o judeocristianos de Jerusalén (Rom 15,25-28; 2 Cor 8-9) se realiza en varias comunidades de la provincia de Galacia y entre gente más pobre que los judíos de la diáspora. La colecta es una expresión de comunión entre las iglesias, en este caso, entre los cristianos venidos del paganismo y los venidos del judaísmo. Pablo da dos instrucciones prácticas: que cada domingo se junte el dinero y que dará cartas de presentación para quienes, elegidos por la comunidad, lleven el aporte; de ser necesario, el mismo Pablo encabezará la delegación. El cambio del sábado judío al «domingo» cristiano o primer día de la semana (1 Cor 16,2) es uno de los primeros testimonios de una certeza de fe: Cristo resucitó y está vivo entre los suyos; en este «día del Señor» es cuando los discípulos celebran la Cena del Señor (Ap 1,10; Hch 20,7). Esta celebración es su distintivo, fuente de su identidad y aliento para la misión. 


16,1: Rom 15,25-29; 2 Cor 8,4; Gál 2,10 / 16,2: Mt 28,1 / 16,3-4: Hch 20,4


Espero quedarme con ustedes por un tiempo


5 Los visitaré después de atravesar Macedonia, pues haré el viaje por allí. 6 Es muy posible que me detenga un tiempo con ustedes, tal vez todo el invierno, para que me ayuden a continuar el viaje a donde tenga que ir. 7 Esta vez no quiero verlos sólo de paso, porque espero quedarme con ustedes por un tiempo, si el Señor así lo permite. 8 Mientras tanto me quedaré en Éfeso hasta Pentecostés, 9 pues se me ha abierto una puerta grande y oportuna, aunque muchos son los que se oponen. 

10 Si llega Timoteo, procuren que no se sienta cohibido entre ustedes, pues, lo mismo que yo, trabaja en la obra del Señor. 11 Por tanto, que nadie lo desprecie, al contrario, ayúdenlo a continuar en paz su viaje para que yo pueda encontrarme con él, porque lo estoy esperando junto a los hermanos. 

12 Respecto al hermano Apolo, le recomendé con insistencia que fuera a visitarlos en compañía de los hermanos; por ahora, él no tiene intención de hacerlo, pero lo hará cuando le parezca oportuno. 


16,5-12: Pablo manifiesta su intención de viajar a Corinto y permanecer con la comunidad un largo tiempo (nota a 16,1-24), hasta pasar allí el invierno, pausa obligada para los que se desplazan por vía marítima. Por el momento seguirá residiendo en Éfeso, ciudad de la provincia de Asia, pues este amplio territorio es propicio para el anuncio del Evangelio. Sin embargo, sus planes de viaje sufren cambios (2 Cor 12,14). Es posible que la alusión de no «verlos sólo de paso» (1 Cor 16,7) se refiera a la segunda visita breve y dolorosa que tuvo que realizar a la comunidad (2 Cor 1,23-2,4). Mientras tanto, Pablo envía al joven Timoteo y a Apolo (1 Cor 16,10.12), quienes lo representarán como si él mismo los visitara; por tanto, como hubieran recibido al Apóstol, que los corintios reciban a los que le colaboran en la evangelización. Apolo no tiene aún intención de ir; prefiere, según parece, no hacerlo por el momento; la razón es su lealtad a Pablo, pues de modo contrario agravaría los caudillismos que el Apóstol viene combatiendo con energía (1,12).


16,5-6: Hch 19,21; 20,1-6 / 16,8: Hch 19,8-41 / 16,9: 2 Cor 2,12; Col 4,3 / 16,11: 1 Tim 4,12 / 16,12: Hch 18,24-28


Todo lo que hagan, que sea por amor


13 Estén atentos, permanezcan firmes en la fe, sean valerosos y fuertes. 14 Todo lo que hagan, que sea por amor.

15 Una recomendación más, hermanos. Ustedes saben que la familia de Estéfanas es la primera que abrazó la fe en Acaya y que se ha dedicado al servicio de los santos. 16 Pues bien, quiero que se pongan a disposición de gente como ésta y de cuantos colaboran y trabajan con ellos. 17 Me alegro de que haya venido Estéfanas, Fortunato y Acacio, porque han colmado el vacío que ustedes habían dejado 18 y han dado serenidad a mi espíritu y al de ustedes. ¡Sepan apreciar a tales personas!


16,13-18: Como en las cartas de la época y con tono cariñoso, se proponen dos o tres breves exhortaciones de alto impacto comunitario. Pablo les recomienda la vigilancia, la fidelidad y la fortaleza, pero sobre todo el amor. Y como expresión de amor les pide que se pongan a disposición de Estéfanas y su familia, consagrados al servicio de los cristianos. La evangelización y el afecto sincero entre misioneros y misionados va creando una red de personas y familias comprometidas con Cristo que penetran todos los ambientes donde se encuentren (16,16). Mientras espera visitar la comunidad, Pablo disfruta en Éfeso de la compañía de tres colaboradores venidos de Corinto: Fortunato, Acacio y Estéfanas; éste fue el primer bautizado, junto a su familia, en la provincia romana de Acaya (1,16). 


16,13: 1 Pe 5,8-9 / 16,15-16: 1 Tes 5,12-13


Éste es el saludo de mi puño y letra: «Pablo»


19 Los saludan las comunidades de Asia. Muchos saludos en el Señor de parte de Aquila y Prisca, con la comunidad que se reúne en su casa. 20 Saludos de parte de todos los hermanos. Salúdense unos a otros con el beso santo. 

21 Éste es el saludo de mi puño y letra: «Pablo». 22 Si alguno no ama al Señor, ¡sea maldito! ¡Maranà thá! 23 La gracia del Señor Jesús esté con ustedes. 24 El amor que les tengo en Cristo Jesús esté con todos ustedes.


16,19-24: Para invocar testigos de lo escrito, el saludo final no sólo es de Pablo, sino también de algunas comunidades de la provincia de Asia, de los esposos Aquila y Prisca, y de los discípulos que se reúnen en su casa. Como la Carta pudo haber sido dictada a un amanuense, lo que era costumbre (Rom 16,22), quien la dictó la firma con su puño y letra (1 Cor 16,21; Gál 6,11). La fórmula aramea de fe Maranà thá puede tener dos sentido. Leída como está, en imperativo, tiene carácter escatológico y significa: “¡Ven, Señor!”. Si se lee Maran athá, en indicativo, significa: “¡El Señor viene!”. Es posible que se haya empleado en las celebraciones de la Cena del Señor para confesar tanto la fe en su primera venida (Maran athá) como para pedir su venida definitiva como liberador y juez (Maranà thá; Ap 22,20). Al recordar esta fórmula, Pablo pone toda la vida del discípulo misionero en horizonte escatológico, es decir, en vista del don precioso de la salvación plena. De aquí brota la alegría y la esperanza de superar las contrariedades de la vida personal y familiar. 


16,19: Hch 18,2-3.18-19.26 / 16,20: Rom 16,16 / 16,21: Col 4,18; 2 Tes 3,17 / 16,22: Gál 1,8-9 / 16,23-24: 2 Cor 13,13


16,24: numerosos manuscritos, algunos de valor, añaden: «¡Amén!».