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ATRAS

(16 capítulos)

2 Juan


Te ruego que nos amemos los unos a los otros


1 El Presbítero a la Señora elegida y a sus hijos, a quienes amo en la Verdad –y no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad– 2 a causa de la verdad que permanece en nosotros y que estará con nosotros para siempre: 3 gracia, misericordia y paz sean con nosotros de parte de Dios Padre y de Jesucristo, el Hijo del Padre, en la verdad y en el amor. 

4 Me he alegrado mucho al encontrar que algunos de tus hijos viven según la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre. 5 Y ahora te ruego, Señora, no como si te escribiera un mandamiento nuevo, sino el que tenemos desde el principio, que nos amemos los unos a los otros. 6 El amor consiste en vivir conforme a los mandamientos de Dios. Y el mandamiento que oyeron desde el principio es que vivan en el amor.


1-6: Se distinguen dos partes en este solemne saludo: el encabezamiento de la Carta (vv 1-3) y su proemio (vv 4-6). El saludo manifiesta un clima de gran confianza entre autor y destinarios. El autor se identifica como el «Presbítero» o el más anciano, lo que significa que detenta una autoridad que la comunidad reconoce. El destinatario es una iglesia local, seguramente del Asia Menor, llamada «Señora elegida», título con raigambre en la correspondencia del mundo griego. Los miembros de la comunidad son llamados «hijos» del Presbítero (v 1), y se elogia su fraternidad que proviene de su comunión con Dios (v 3; 1 Tim 1,2; 2 Tim 1,2). Aunque el Presbítero bien podría ser el apóstol Juan, hoy se estima que pudo ser el redactor final del cuarto Evangelio o tal vez algún distinguido maestro de la escuela joánica; en los dos últimos casos, se trataría de un reconocido garante de las enseñanzas y espiritualidad del apóstol. El clima de gran confianza entre emisor y destinatario proviene del amor sustentado «en la Verdad» (2 Jn 1) que, para Juan, es el mismo Cristo en cuanto manifestación divina y acontecimiento histórico que efectivamente conduce a la comunión con Dios.


1: Hch 11,30; 1 Pe 5,13 / 4: 3 Jn 3 / 5: Jn 13,34; 15,12.17; 1 Jn 2,7; 3,11.23; 4,7.11 / 6: Jn 14,15.23-24; 1 Jn 5,3


Muchos impostores han venido al mundo


7 Porque muchos impostores han venido al mundo, los cuales no confiesan que Jesucristo es verdaderamente hombre. ¡Éste es el Impostor y el Anticristo! 8 Estén atentos para que no pierdan lo que hemos conseguido con nuestro trabajo, y así su retribución será plena. 

9 Todo el que va más allá de la enseñanza de Cristo y no permanece en ella, no tiene a Dios. En cambio, el que permanece en su enseñanza, ese tiene tanto al Padre como al Hijo. 10 Si alguien se presenta ante ustedes y no trae esta misma enseñanza, no lo reciban en su casa ni lo saluden, 11 porque quien lo saluda, comparte con él sus obras malas.


7-11: El cuerpo de la Carta es una advertencia contra los que promueven la división en la comunidad. Las familias cristianas eran visitadas por falsos profetas y maestros (v 10) que les enseñaban que la encarnación del Hijo de Dios no fue verdadera como tampoco lo es su presencia en la comunidad eclesial. Su doctrina se explica porque son del Anticristo quien se dedica a engañar a los discípulos de Jesús, para destruir su fidelidad al Señor y su comunión con él y en la comunidad. Si ésta se deja seducir, perderá los frutos del trabajo de sus auténticos misioneros, poniendo en peligro el don de la salvación (v 8; Jn 6,27-29). A diferencia de 1 Juan, ya no sólo se pide enfrentar a los disidentes y permanecer en la Verdad (1 Jn 2,18-27), sino también evitar cualquier tipo de contacto con ellos: no hay que recibirlos (2 Jn 10-11) ni asistirlos en sus viajes (3 Jn 5-8) ni siquiera saludarlos, lo que por entonces requería de tiempo para el protocolo propio del encuentro. Aunque la hospitalidad y el saludo son un deber sagrado, la preservación de la fe y del amor es un deber aún mayor. Quien se deja cautivar por doctrinas que no se ajustan a la verdadera enseñanza acerca de Cristo (2 Jn 9), rompe la comunión y no puede ser considerado hermano en la fe. Vive ahora bajo el dominio del Príncipe de este mundo (Jn 12,31; 14,30). 


7: Mt 7,15; 1 Jn 2,18.22-23; 4,1-3 / 9: 1 Jn 2,22-24; 4,15 / 10-11: Gál 1,7-9


Espero estar con ustedes


12 Muchas cosas tendría que escribirles, pero no quiero hacerlo mediante papel y tinta, porque espero estar con ustedes y hablarles personalmente, para que nuestra alegría sea plena. 

13 Te saludan los hijos de tu hermana Elegida.

12-13: En su conclusión, el Presbítero, autor de la Carta (2 Jn 1), manifiesta conforme a la costumbre griega el deseo de un encuentro personal con la comunidad para un diálogo más extenso (3 Jn 13-14). La reunión y comunión en el Señor del misionero con sus misionados es fuente de gran alegría para ambos. «Los hijos de tu hermana» son los miembros de la comunidad desde donde se escribe la presente Carta, y el Presbítero –según parece– es el dirigente de esa iglesia local autodenominada «Elegida» (v 13; nota a vv 1-6) que, según varios, es la comunidad de Éfeso. La fraternidad no es sólo para vivirla al interior de cada comunidad, sino también se palpa entre las diversas comunidades de tradición joánica. 


12: Jn 15,11; 3 Jn 13-14

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