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ATRAS

INTRODUCCIÓN

 

 

            El libro de la Sabiduría pertenece a la colección de los libros deuterocanónicos, que no forman parte de la Sagrada Escritura de los judíos ni de los protestantes. No se encuentra en la Biblia hebrea debido a que fue escrito originalmente en lengua griega.

 

  1. Sabiduría de Salomón (1,1). El autor y su comunidad

 

El texto griego lleva como título “Sabiduría de Salomón”, porque la obra se presenta como un discurso del rey Salomón, dirigido a los gobernantes de las naciones del mundo. Pero ya los Padres de la Iglesia (san Jerónimo, san Agustín, entre otros) advirtieron que esa atribución era solamente un artificio literario, negaron que el rey sabio hubiera compuesto este libro y pensaron en algún otro autor posterior. Solo se puede afirmar que el autor es desconocido. Esta obra habría sido compuesta hacia el final del siglo II o en el transcurso del siglo I a. C.

 

Desde los primeros tiempos de la Iglesia, muchos de los Santos Padres y escritores eclesiásticos utilizaron este libro y lo citaron como parte de la Sagrada Escritura (san Clemente de Roma, san Ireneo, Tertuliano, san Agustín…). Los sínodos y concilios de las épocas más antiguas lo contaron entre los libros sagrados. Sin embargo, san Jerónimo no admitía su canonicidad y lo colocó entre aquellas obras que “se leen para edificación pero no para fundamentación de los dogmas” (Praefatio in Libros Salomonis). Por esa razón no lo tradujo al latín, y en la Vulgata se conserva una antigua versión latina no revisada por san Jerónimo. Sin embargo, cuando el Concilio de Trento declaró solemnemente el Canon de las Sagradas Escrituras, reconoció que el libro de la Sabiduría es un libro inspirado por Dios, y por lo tanto perteneciente a los “libros sagrados y canónicos”.

 

A través de este escrito, el autor se muestra como un judío familiarizado con las tradiciones judías, que utilizaba la versión del AT llamada «de los Setenta», y vivía en un ambiente en el que se habían popularizado conceptos e ideas filosóficas procedentes de Grecia. Se supone con fundamento que esa ciudad sería Alejandría, en Egipto, un importante foco de cultura helenista. En ese tiempo, muchos miembros de la comunidad judía se sentían atraídos por la cultura y la religión de los griegos. Los jóvenes, sobre todo, eran los más sensibles ante estas novedades (1 Mac 1,11-15; 2 Mac 4,9-17). La población pagana, por otra parte, tenía un fuerte sentimiento anti-judío, y no eran raros los ataques a la comunidad.

 

  1. Yo les voy a explicar qué es la sabiduría (6,22). La teología del libro de la Sabiduría

 

            El autor del libro de la Sabiduría, por medio de un artificio literario, propone su obra como un discurso de Salomón, considerado como el más grande de los sabios (1 Re 5,9-14), que en su condición de rey está habilitado para hablar con igual autoridad ante los reyes y los pueblos de todas las naciones. Para exponer su argumento utiliza un lenguaje novedoso y con gran libertad se sirve de los elementos valiosos que encuentra en la sabiduría helenista. Ante Salomón se encuentran dos auditorios: los judíos, tan atraídos por la cultura griega que llegan a olvidar sus propios valores, y los paganos que menosprecian a los judíos y están empeñados en imponerles su propia religión y cultura. El autor habla de los egipcios de la época de Moisés, pero, escribiendo en Alejandría, tiene en vista a sus conciudadanos.

 

El autor se propone demostrar que Israel tiene una sabiduría que de ninguna manera es inferior a la de los griegos. Esta sabiduría viene de Dios y puede otorgar la inmortalidad a todos los que se someten a ella. Mediante una relectura de trozos del AT, salpicados con datos extraídos de la tradición judía, muestra a los lectores que la sabiduría ha actuado siempre en la historia del pueblo de Israel. Expone el contraste entre la presencia de la sabiduría en Israel, y las consecuencias de la carencia de sabiduría entre los cananeos y egipcios.

 

 En consonancia con otros escritos de su misma época, en este libro se personifica literariamente a la sabiduría, presentándola como una figura femenina sentada junto al trono de Dios y con atributos en cierta manera divinos; de esta manera se prepara el camino para la revelación de Jesucristo como Hijo de Dios igual al Padre que se encuentra en el NT.

 

El libro de la Sabiduría introduce por primera vez la idea de la inmortalidad: los justos gozarán eternamente en la presencia de Dios. Los griegos enseñaban que la inmortalidad era una propiedad natural del alma; en cambio el libro de la Sabiduría afirma que Dios creó al ser humano para que fuera inmortal, pero que esa condición se perdió por el pecado (2,23-24); ahora Dios la otorga al que cumple los mandamientos y posee la sabiduría (6,18; 8,13.17; 15,3). Con esto avanza sensiblemente sobre los libros hebreos del AT y resuelve de manera positiva las angustiosas dudas de Job y del Eclesiastés.

 

  1. ¡Escuchen, reyes, y entiendan! (6,1). La obra literaria

 

 El libro de la Sabiduría está dividido en tres grandes partes:

 

Primera parte: El destino del ser humano                   1-5

 

Segunda parte: La sabiduría viene de Dios                 6-9

 

  1. Exhortación a los gobernantes: 6,1-21
  2. Descripción de la sabiduría: 6,22 – 8,21
  3. Oración para pedir la sabiduría: 9,1-18 

 

Tercera parte: La sabiduría en la historia                   10-19
 I. EL DESTINO DEL SER HUMANO¨­

 

La sabiduría no entra en un alma que realiza el mal ¨

1 Cr 28, 9; 2 Cr 15, 2; Eclo 15,7; 39,19; 42,18-20;

 

11 ‒  ¡Amen la justicia, ustedes, los que gobiernan el mundo!

            ¡Piensen con rectitud acerca del Señor!

            ¡Búsquenlo con sencillez de corazón!

     2 ‒   Porque se deja encontrar por los que no le exigen pruebas

            y se manifiesta a los que no desconfían de él.

     3 ‒   Los pensamientos retorcidos alejan de Dios,

            y el Todopoderoso deja sin argumentos a los insensatos que lo ponen a prueba.    

     4 ‒   Porque la sabiduría no entra en un alma que realiza el mal,         

            ni habita en un cuerpo dominado por el pecado.

     5 ‒   El santo espíritu, que es educador, huye de la falsedad,

            se aparta de los pensamientos necios,

            y se aleja cuando se presenta la injusticia.

     6 ‒   La sabiduría es un espíritu amigo del ser humano,[1]

            pero no deja sin castigo a los que dicen blasfemias,

            porque Dios es testigo de sus sentimientos,

            un observador veraz de sus pensamientos

            que escucha atentamente lo que dicen.

     7 ‒   Efectivamente, el espíritu del Señor llena la tierra

            y él, que mantiene unidas todas las cosas,

            sabe todo lo que se dice.

     8 ‒   Por eso, ninguno que hable perversamente podrá ocultarse,

            ni se le pasará por alto a la justicia vengadora.

     9 ‒   Los razonamientos de los malvados serán examinados,

            el eco de sus palabras llegará hasta el Señor,

            y servirá como prueba irrefutable de sus maldades.

    10 ‒  Un oído celoso lo escucha todo,

            y no se le escapa ni aun lo que se dice en voz baja.

    11 ‒  Cuídense, entonces, de las murmuraciones inútiles

            y no digan nada malo, ni siquiera en secreto,

            porque ninguna palabra se pronuncia en vano,

            y la boca mentirosa provoca la muerte.

 

Los malvados invocan a la muerte con obras y palabras ¨«

Sab 2,23-24; 6,18-19; 15,3; Is 28,15; Ez 18,31-32; 33,11; 2 Pe 3,9

 

    12 ‒  No busquen la muerte llevando una vida extraviada,

            ni atraigan la ruina con las obras de sus manos.

    13 ‒  Porque Dios no hizo la muerte

            ni se complace en la destrucción de los vivientes.             

    14 ‒ Él creó todas las cosas para que existan,

            todas las cosas que han sido creadas en este mundo son saludables,

            en ellas no hay ningún veneno de muerte,

            y el reino de la muerte no tiene poder sobre la tierra,

    15 ‒  porque la justicia es inmortal.

    16 ‒ Pero los malvados invocan la muerte con obras y palabras,

            teniéndola por amiga, se desviven por ella

            y con ella hacen una alianza                                                           

porque son dignos de pertenecerle.

 

Dicen: “Seremos como si no hubiéramos existido…”

Sab 5,9; 1 Cr 29,15; Sal 39,6-7; 104,29; Job 7,9; 8,9; 14,1; Eclo 10,9; 44,9

 

21 ‒  Los malvados reflexionan equivocadamente y dicen:

 

                        “Nuestra vida es corta y triste;                                 

                        la muerte del ser humano es irremediable,

                        y no se conoce a nadie que haya vuelto del sepulcro.

     2 ‒               Nacimos por casualidad,

                        y después seremos como si no hubiéramos existido;          

                        nuestra respiración es como humo,

                        y los pensamientos son chispas

producidas por los latidos de nuestro corazón.

     3 ‒               Cuando estas se apaguen,

                        el cuerpo quedará reducido a cenizas,

                        y el espíritu se disolverá como aire que no se puede retener.

     4 ‒               Con el paso del tiempo, nuestro nombre quedará olvidado,

                        y nadie recordará nuestras obras.

                        Nuestra vida pasará como el rastro de una nube,

                        como la niebla cuando es disipada por los rayos del sol

                        y es vencida por su calor.

     5 ‒               El tiempo de nuestra vida es como una sombra que pasa,                                                                                               

                        y no se regresa de la muerte:

                        una vez que se cierra el sepulcro, ya nadie vuelve atrás.

     

Dicen: ¡Aplastemos al justo pobre!

Is 22,13

 

     6 ‒               ¡Vengan, entonces, y disfrutemos de los bienes que ahora tenemos!  

                        ¡Con el ardor de nuestra juventud gocemos de las cosas de este mundo!

     7 ‒               ¡Embriaguémonos con los mejores vinos y perfumes!

                        ¡Que no se nos escape ninguna flor primaveral!

     8 ‒               ¡Coronémonos con pimpollos de rosas antes de que se marchiten!

     9 ‒               ¡Que ninguno de nosotros falte a nuestra orgía!

                        ¡Por todas partes dejemos señales de nuestra diversión,

porque esto nos pertenece y esta es nuestra herencia!

    10 ‒              ¡Aplastemos al justo pobre,

                        no tengamos compasión de la viuda,

                        ni respetemos las canas del anciano!

    11 ‒              ¡Que la fuerza sea nuestra norma de justicia,

                        porque se ve que la debilidad no sirve para nada!

 

Dicen: “El justo nos resulta fastidioso”

Sab 5,5; Is 50,7-9; 53,7-8; Jr 11,19; Sal 10,8-10; 22,8; Prov 1,11; Mt 27,43; Jn 5,18; 19,7

 

    12 ‒             Pongámosle trampas al justo,                      

                        porque nos resulta fastidioso.

                        Él se opone a nuestra manera de actuar,

                        nos reprocha nuestras transgresiones a la Ley,

                        y nos echa en cara nuestras faltas contra las enseñanzas recibidas.

    13 ‒              Anda diciendo que conoce a Dios,

                        y se llama a sí mismo hijo del Señor.

    14 ‒              Se presenta como un reproche a nuestra manera de pensar.

                        Cuando lo vemos, nos resulta insoportable,

    15 ‒             porque lleva una vida diferente a la de los demás

                        y su comportamiento es extraño.

    16 ‒              Nos considera deshonestos,

                        se aparta de nuestro camino como si fuera inmundo,

                        dice que los justos son felices cuando mueren

                        y se enorgullece de tener a Dios por padre.

    17 ‒              Veamos si es verdad todo lo que dice,

                        y comprobemos lo que le pasará al final.

    18 ‒              Si el justo es hijo de Dios, él lo ayudará

                       y lo librará de las manos de sus enemigos.

    19 ‒              Sometámoslo a insultos y torturas

                        para conocer su virtud,

                        pongamos a prueba su paciencia,

    20 ‒              condenémoslo a una muerte infame,

                        ya que dice que Dios lo asistirá”.

 

Razonan de esta manera, pero se equivocan

Gn 1,26; Rom 5,12

 

    21 ‒  Ellos razonan de esta manera, pero se equivocan

            porque la maldad los ha enceguecido.

    22 ‒  No conocen los planes misteriosos de Dios,

            no esperan que la vida santa tenga recompensa,

            ni tienen en cuenta que habrá una retribución para las almas intachables.

    23 ‒  Porque Dios creó al ser humano para la inmortalidad

            y lo hizo como imagen de su propia eternidad.                         

    24 ‒  Pero la muerte entró en el mundo por envidia del diablo           

y los que son de él la padecen.

 

Las almas de los justos están en manos de Dios ¨

Sab 4,7.15.17; 5,4; Dt 33,3; Tob 12,13; Jdt 8,25; Eclo 4,15; Jn 10,28

 

 3, 1 ‒  En cambio, las almas de los justos están en manos de Dios,

            y no los alcanzará ningún tormento.

     2 ‒   Los insensatos los miraron como si hubieran muerto,

            consideraron su partida como una desgracia                          

     3 ‒ y su alejamiento de nosotros como una destrucción.

Sin embargo, ellos están en paz. 

     4 ‒   Ante la opinión de los hombres, fueron castigados,

            pero su esperanza estaba llena de inmortalidad.

     5 ‒   Después de una leve corrección, recibirán grandes beneficios,

            porque Dios los puso a prueba y los encontró dignos de él,        

     6 ‒   los probó como se prueba el oro en el crisol,

            y los aceptó como un holocausto.

     7 ‒   Por eso brillarán cuando Dios se haga presente,

            y se extenderán como chispas por los rastrojos.

     8 ‒ Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos,

            y el Señor de ellos reinará para siempre.

     9 ‒   Los que confían en él, entenderán la verdad,

            y los que son fieles, permanecerán junto a él en el amor,

            porque la gracia y la misericordia son para sus elegidos.

 

Los malvados tendrán un castigo

 

   10 ‒   En cambio, los malvados tendrán un castigo

            de acuerdo con sus razonamientos,

            porque despreciaron al justo y se apartaron del Señor.

    11 ‒  ¡Desdichado el que desprecia la sabiduría y la enseñanza!

            Su esperanza está vacía,

            sus esfuerzos son inútiles

            y sus obras no dan fruto;

    12 ‒ sus mujeres son insensatas,

            sus hijos, malvados

            y su descendencia, maldita.

   

¡Dichosa la mujer estéril! ¨

Is 56,4-5; Prov 10,16

 

    13 ‒  ¡Dichosa, en cambio, la mujer estéril que no tiene mancha

            ni tuvo relaciones pecaminosas!

            Ella alcanzará sus frutos cuando el Señor venga a visitar las almas.

    14 ‒  ¡Dichoso también el eunuco que no comete ninguna iniquidad

            ni tiene malos pensamientos contra el Señor!

            Se le dará una recompensa especial por su fidelidad,

            y tendrá una herencia muy deseable en el templo del Señor.         

    15 ‒  Porque el fruto del trabajo honrado es glorioso,                             

            y la raíz de la prudencia es imperecedera.

 

La numerosa descendencia de los malvados ¨

Sab 5,16; Sal 112,6; Prov 4,9; Eclo 41,5-6; 1 Cor 9,25; 2 Tim 4,8;

 

    16 ‒  Pero los hijos de los adúlteros no llegarán a la madurez,

            y desaparecerán los descendientes de una unión ilícita.

    17 ‒ Aunque vivan muchos años, serán tenidos por nada

            Y, al final, su vejez será deshonrosa.

    18 ‒   Si mueren jóvenes, no tendrán esperanza

            ni consuelo en el día del Juicio,

    19 ‒  porque es penoso el final de una descendencia injusta.

 4, 1 ‒  Es mejor ser virtuoso, aunque no se tengan hijos,

            porque la virtud deja un recuerdo inmortal,                               

            ya que es reconocida por Dios y por los hombres.

     2 ‒   Cuando está presente, la imitan;

            cuando está ausente, la añoran;

            en el mundo futuro recibirá una corona,

            y será llevada en triunfo como vencedora

de una competencia por premios incorruptibles.

     3 ‒   En cambio la numerosa descendencia de los malvados es inútil,

            como ha nacido de brotes adulterinos no echará raíces profundas

            ni se asentará sobre suelo firme.

     4 ‒   Y aunque por un tiempo se desarrollen sus ramas,

como no tiene raíces,

será arrancada de cuajo por la violencia del vendaval,

cuando sea sacudida por el viento,

     5 ‒   Sus ramas tiernas se quebrarán,

            sus frutos serán inútiles,

            no llegarán a madurar como para ser comidos,

            y no servirán para nada.

     6 ‒   Los hijos nacidos de uniones pecaminosas

            serán testigos de la maldad de sus padres

            cuando estos sean juzgados.

 

El justo que muere prematuramente… ¨

Sab 3,3.9; Sal 2,4; 34,17; 37,13; 59,9; 109,15; Prov 16,31; Eclo 25,4-6; 41,11

 

     7 ‒   El justo, aunque muera prematuramente,                          

            encontrará el descanso.

     8 ‒   Porque la ancianidad honorable no consiste en vivir mucho tiempo,

            ni se mide por la cantidad de años.

     9 ‒   La prudencia es la verdadera canicie del hombre,       

            y una vida intachable es como la edad avanzada.

    10 ‒  Como agradó a Dios, el justo fue amado por él,

            y como vivía en medio de pecadores, fue sacado de este mundo.

    11 ‒  Fue arrebatado para que la maldad no pervirtiera su inteligencia,

            o el engaño sedujera su alma.

    12 ‒  Porque los atractivos del mal impiden ver el bien con claridad,

            y el ímpetu de la pasión confunde a la mente que no tiene maldad.

    13 ‒  Llegó a la perfección en poco tiempo,

            completó lo que se hace en muchos años.

    14 ‒  Su alma era agradable al Señor,

            por eso se apresuró a sacarlo[2] de en medio de la maldad.

            La gente lo ve y no comprende,

            no alcanza a entender

    15 ‒  que la gracia y la misericordia de Dios son para sus elegidos,

            y que él visita a los santos.

    16 ‒ El justo que muere condena a los malvados que todavía viven,

            y la juventud que llega pronto a la perfección

            condena la larga ancianidad del injusto.

    17 ‒  Verán la muerte del sabio

            y no comprenderán lo que Dios quiso para él,

            ni por qué lo puso en un lugar seguro.

    18 ‒  Lo mirarán con desprecio,

            pero el Señor se reirá de ellos,

    19 ‒  después se convertirán en un cadáver repugnante,

            serán despreciados para siempre entre los muertos.

            El Señor no los dejará hablar

            y los arrojará de cabeza,

            los arrancará de sus cimientos

            y quedarán totalmente arruinados.

            Padecerán terribles dolores,

            y no quedará ni su recuerdo.                                           

 

Los malvados en el día del juicio… ¨

Sab 2,5.16.18; Sal 1,4; 35,5; 37,20; 83,14; Job 9,25; Prov 30,19

 

    20 ‒  Los malvados se presentarán llenos de temor

cuando se haga la cuenta de sus pecados,

            porque sus acusadores

serán sus mismas maldades.

 5, 1 ‒  En ese día el justo estará de pie, sin temor,

            frente a aquellos que lo afligieron

            y despreciaron sus trabajos.

     2 ‒   Cuando lo vean, se estremecerán de espanto,

            sorprendidos por esa salvación que ellos no esperaban.

     3 ‒   Arrepentidos y gimiendo de dolor,

            se dirán unos a otros:

 

     4 ‒               “Este es aquel de quien nos burlábamos en otro tiempo

                        y a quien le dirigíamos nuestros insultos.

                        ¡Qué insensatos fuimos!

                        Pensábamos que su vida era una locura

                        y su muerte una deshonra.

     5 ‒               ¿Cómo es que ahora lo cuentan entre los hijos de Dios

                        y recibe la herencia de los santos?

     6 ‒               ¡Anduvimos equivocados lejos del camino de la verdad,

                        la luz de la justicia no nos iluminó,

                        y el sol no brilló para nosotros!

     7 ‒               Nos hemos cansado de andar por los caminos de la maldad y de la perdición,

                        anduvimos por desiertos intransitables,

                        pero no hemos conocido el camino del Señor.

     8 ‒               ¿De qué nos sirvió nuestro orgullo?

                        ¿De qué nos valió hacer alarde de que éramos ricos?

     9 ‒               Todo eso pasó como una sombra,

                        como un mensajero que se va corriendo;                  

    10 ‒              como un barco que cruza los mares agitados,

                        y no es posible descubrir sus huellas

ni el rastro de su quilla entre las olas; 

    11 ‒              o como un pájaro que vuela por el aire,

                        sin dejar señales de su paso;

                        con el golpe de sus alas azota la brisa,

                        y la corta con un fuerte zumbido;

                        se abre camino aleteando,

                        y después no se encuentra ninguna señal de su vuelo.

    12 ‒              O como una flecha que es arrojada hacia el blanco,

y no se sabe qué camino siguió

después que el aire vuelve a unirse.

    13 ‒              Lo mismo ha sucedido con nosotros:

                        apenas nacimos y ya desaparecemos,

                        y no podemos mostrar ninguna señal de virtud,

                        porque nos hemos consumido en nuestra maldad”.

 

    14 ‒  Porque la esperanza de los malvados

            es como una paja llevada por el viento,

            es como una pelusa arrastrada por el huracán,

            se disipa como el humo cuando sopla el viento,

            es como el recuerdo de un huésped que estuvo una sola noche.

   

El Señor defenderá a los justos… ¨

Sab 4,2; Is 59,17; Sal 18,13.15; Prov 4,9; Eclo 36,26-31; Ef 6,14-17; Ap 22,12

 

    15 ‒  Pero los justos viven para siempre,

            su recompensa está en manos del Señor,              

            y el Altísimo se ocupa de cuidarlos.

    16 ‒  Por eso el Señor les dará el reino glorioso

            y una corona hermosa,                                           

            porque los protegerá con su mano derecha,

            y con su brazo los defenderá.

    17 ‒  Tomará su amor apasionado como una armadura, 

            y entregará armas a la creación para que castigue a los enemigos,   

    18 ‒  se vestirá de la justicia como de una coraza,                        

            se pondrá como un casco el juicio sincero,                           

    19 ‒  tomará la santidad como escudo invencible,                           

    20 ‒  afilará como una espada su ira inflexible,

            y el universo luchará junto a él contra los insensatos.

    21 ‒  Desde las nubes partirán rayos como disparos certeros,               

            y volarán hacia el blanco como arrojados por un arco bien templado.

    22 ‒  El furioso granizo caerá como piedras lanzadas por una catapulta,          

            las olas del mar se embravecerán contra ellos,

            y los ríos los sumergirán sin compasión.

    23 ‒  Les hará frente un viento impetuoso

            y los dispersará como un huracán.

            La iniquidad convertirá toda la tierra en un desierto,

            y la maldad derribará los tronos de los poderosos.

 

  1. LA SABIDURÍA VIENE DE DIOS¨­

 

  1. ¡Aprendan, gobernantes de los confines de la tierra! ¨

 

Los poderosos serán examinados con rigor

Sal 58,2-3; Prov 8,15; Dn 2,21; Rom 13,1

 

 6, 1 ‒  ¡Escuchen, reyes, y entiendan!

            ¡Aprendan, gobernantes de los confines de la tierra!

     2 ‒   ¡Presten atención, ustedes, los que dominan muchedumbres

            y están orgullosos de esa multitud de súbditos!

     3 ‒   El Señor examinará sus obras e investigará sus intenciones

porque él les ha dado el poder                               

            y ustedes han recibido el dominio de mano del Altísimo.

     4 ‒ Ustedes son ministros de su reino,

            pero no han juzgado con rectitud,                         

            ni han cumplido su Ley,

            ni se han comportado según su voluntad.

     5 ‒ Él se presentará ante ustedes

            de manera terrible y repentina

            porque los que gobiernan serán juzgados con severidad.

     6 ‒   El que es pequeño será perdonado por misericordia

            pero los poderosos serán examinados con rigor,

     7 ‒ porque el Señor del universo no retrocede ante nadie,

            ni tiene temor ante la grandeza:

            Él hizo tanto al pequeño como al grande,

            y tiene el mismo cuidado por todos.

     8 ‒   Pero a los que ejercen el poder, les espera un examen riguroso.

 

Aprendan la sabiduría

 

     9 ‒   Mi palabra se dirige a ustedes, gobernantes,

            para que aprendan la sabiduría y no caigan en faltas,

    10 ‒  porque los que cumplen santamente las leyes santas serán santos,

            y los que se instruyen en ellas, encontrarán una defensa.

    11 ‒  Deseen, entonces, mis palabras;

            búsquenlas apasionadamente y recibirán instrucción.

 

La sabiduría se deja encontrar

Prov 8,1-11.17

 

    12 ‒  La sabiduría es luminosa y nunca se oscurece,

            se deja contemplar con facilidad por los que la aman

            y se deja encontrar por los que la buscan.                        

    13 ‒  Se adelanta a darse a conocer a los que la desean.          

    14 ‒  El que madruga para buscarla no se cansará,

            porque la encontrará sentada junto a su puerta.

    15 ‒  La perfección de la prudencia consiste en meditar en la sabiduría,

            y el que pasa la noche buscándola, pronto quedará libre de preocupaciones.

    16 ‒ Porque la sabiduría anda por todas partes                      

            buscando a los que son dignos de ella,

            se les manifiesta bondadosamente en los caminos

            y les sale al encuentro en todo lo que piensan.

    17 ‒  El comienzo de la sabiduría

            es el deseo sincero de instruirse;

            la preocupación por instruirse es amarla;

    18 ‒ amar la sabiduría es cumplir sus mandamientos;

            guardar los mandamientos es garantía de inmortalidad,

    19 ‒  y la inmortalidad hace estar cerca de Dios.

    20 ‒  Por eso, el deseo de adquirir la sabiduría

            hace que uno llegue a ser rey.

    21 ‒  Entonces, soberanos de los pueblos,

            si ustedes aman los tronos y los cetros,

            honren la sabiduría

            para que puedan reinar para siempre.

   

  1. Descripción de la sabiduría¨

 

Voy a explicar qué es la sabiduría

Sab 7,13

 

   22 ‒   Yo les voy a explicar qué es la sabiduría y cuál es su origen,

            sin ocultarles ningún secreto.

            Por el contrario, seguiré sus huellas desde el comienzo de su existencia,

            expondré su conocimiento con toda claridad,

            y no me apartaré de la verdad.

    23 ‒  En mi camino no me acompañará la envidia destructora,              

            que no tiene nada que ver con la sabiduría.            

    24 ‒  Si abundan los sabios, viene la salvación al mundo,

            y si hay un gobernante prudente, el pueblo tendrá bienestar.

    25 ‒  Por eso, instrúyanse con mis palabras

            y sacarán provecho.

 

Yo soy un hombre mortal

Gn 2,7; Sal 71,6; 139,13; Job 10,10-11; 2 Mac 7,23

 

 7, 1 ‒  Yo también soy un hombre mortal como todos,

            descendiente del primero, que fue formado de la tierra.         

            Mi carne fue modelada en el seno de mi madre                                                                            

     2 ‒   durante un periodo de diez meses.

            Fui amasado con su sangre,

            el semen del varón

            y el placer que acompaña el sueño.

     3 ‒   Cuando nací, respiré el mismo aire que respiran los demás,

            y al caer en la tierra pisada por todos,

mi primera voz fue un llanto igual al de los otros niños.

     4 ‒   Fui envuelto en pañales y en cuidados.

     5 ‒   Ningún rey comenzó su existencia de otra manera,

     6 ‒   porque la forma de entrar en la vida

            y la forma de salir de ella

son iguales para todos.

 

Con la sabiduría me vinieron todos los bienes

1 Re 3,9-13; 5,9; Prov 3,13; Bar 3,30; Eclo 1,17

 

     7 ‒ Por eso supliqué, y se me concedió la prudencia,         

            invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría.

     8 ‒   La preferí a los cetros y a los tronos,

            y en comparación con ella, consideré que la riqueza no vale nada.

     9 ‒   No la comparé con ninguna piedra preciosa,

            porque, ante ella, todo el oro es como un poco de arena,              

            y a su lado, la plata es como barro.

    10 ‒  La amé más que a la salud y a la belleza,

            y preferí tenerla como luz,

            porque su resplandor es incesante.

    11 ‒  Junto con ella me vinieron todos los bienes,  

            y en sus manos había riquezas incalculables.

    12 ‒  Yo gocé de estas cosas, porque las traía la sabiduría,

            aunque no sabía que ella era la madre de todas.

    13 ‒  La aprendí sin malicia,

            la comparto sin envidia,

            y no oculto sus riquezas.

 

La sabiduría es un tesoro inagotable

Ex 4,12; 1 Re 5,9-14; Job 12,10; Prov 20,24; Dn 5,23

 

    14 ‒  La sabiduría es un tesoro inagotable para los hombres,

            y los que la adquieren llegan a ser amigos de Dios,

            porque sus enseñanzas les sirven de recomendación.

    15 ‒  Que Dios me conceda hablar con inteligencia,

            y pensar de una manera apropiada a los dones recibidos,

            porque él guía la sabiduría

            y dirige a los sabios.                 

    16 ‒  En las manos de Dios estamos todos nosotros,        

            como también nuestras palabras,                               

            toda la prudencia y la habilidad para actuar.

    17 ‒  Él me dio el conocimiento correcto de todo lo que existe,

            para que conociera la constitución del mundo,

            y la actividad de los elementos,

    18 ‒  el comienzo, el final y la mitad de los tiempos,

            los cambios en el sol y la sucesión de las estaciones,

    19 ‒  los periodos del año y la posición de los astros,

            la naturaleza de los animales y la ferocidad de las bestias,

    20 ‒  la fuerza de los vientos y los pensamientos de los hombres,

            la variedad de las plantas y las propiedades de las raíces.              

    21 ‒  Yo llegué a saber todo lo que está oculto y manifiesto,

            porque me lo enseñó la sabiduría, que es la que hizo todo.

 

La sabiduría es resplandor de la luz eterna

Eclo 4,14; Heb 1,3

 

    22 ‒  En la sabiduría hay un espíritu inteligente, santo,

            único, multiforme, sutil,

            ágil, lúcido, puro,

            claro, inofensivo, amante del bien,

    23 ‒  penetrante, libre, bienhechor,

            amigo del hombre, firme, seguro,

            sereno, que todo lo puede y lo observa todo,

            que penetra todos los espíritus,

            los inteligentes, los puros y los más sutiles.

 

    24 ‒  La sabiduría es más rápida que cualquier movimiento,

            y por su pureza puede atravesar y penetrar todo.

    25 ‒  Ella es una emanación del poder de Dios,

            una irradiación pura de la gloria del Todopoderoso,           

            por eso nada manchado puede alcanzarla.

    26 ‒  Es resplandor de la luz eterna,                                    

            un espejo sin mancha de la actividad de Dios

e imagen de su bondad.

    27 ‒  Siendo sola, lo puede todo;

            ella no cambia, pero lo renueva todo,

            y en todas las generaciones, penetrando en las almas santas,

hace amigos de Dios y profetas.

    28 ‒  Dios no ama sino a los que habitan con la sabiduría;             

    29 ‒ ella es más brillante que el sol,                                       

            supera a todas las estrellas,

            comparada con la luz, es más luminosa,

    30 ‒ porque la luz deja su lugar a la noche,

            pero a la sabiduría no la puede vencer el mal.

 8, 1 ‒  Ella se extiende con fuerza desde un extremo del mundo al otro,

            y administra todo acertadamente.

 

Resolví tomar la sabiduría como esposa

1 Re 5,4; Eclo 51,13-14

 

     2  ‒ Yo amé la sabiduría y la busqué desde mi juventud,                 

            quise tomarla por esposa y me enamoré de su belleza.

     3  ‒ Su unión con Dios engrandece su nobleza,

            porque el Señor de todo la amó.

     4  ‒ Ella está iniciada en los misterios de Dios

            y es la que elige sus obras.

     5  ‒ Si en esta vida se desea la riqueza,

            ¿quién es más rico que la sabiduría, que lo hace todo?

     6  ‒ Si la prudencia realiza cosas,

            ¿quién es mayor que la sabiduría, que lo hace todo?

     7  ‒ Si alguien ama la justicia,

            la sabiduría se ocupa de las virtudes,

            porque ella enseña la templanza y la prudencia,

            la justicia y la fortaleza,

            que son las cosas más útiles para la vida los hombres.

     8  ‒ Si alguien quiere tener mucha experiencia,

            ella conoce el pasado y adivina el futuro,

            entiende los giros del lenguaje

            y resuelve los enigmas,

            interpreta por anticipado los signos y los prodigios,

            y sabe cómo terminará cada época y cada tiempo.

     9  ‒ Por eso resolví tomarla como compañera,

            sabiendo que sería mi consejera para el bien

            y mi consuelo en las preocupaciones y tristezas.

    10  ‒ Gracias a ella seré elogiado por la gente,

            y aun siendo joven, seré  honrado por los ancianos.

    11  ‒ En los juicios me mostraré agudo,

            y seré admirado en presencia de los poderosos.

    12  ‒ Si me quedo callado, esperarán que hable;

            si hablo, me prestarán atención,

            y si prolongo mi discurso, quedarán admirados.

    13  ‒ Gracias a ella alcanzaré la inmortalidad,

            y dejaré un recuerdo eterno a los que vengan después.

    14  ‒ Gobernaré pueblos y dominaré naciones,

    15  ‒ los tiranos terribles temerán al oírme,

            con el pueblo me mostraré bueno,

            y en la guerra seré valeroso.

    16  ‒ Cuando entre en mi casa, descansaré junto a la sabiduría,

            porque en su compañía no se siente amargura;

            vivir con ella no produce sufrimiento,

            sino regocijo y alegría.

 

Me propuse buscar la sabiduría

Prov 2,6; Eclo 39,6; 51,13-30

 

    17  ‒ Yo pensaba todas estas cosas

y consideraba en mi corazón

que la inmortalidad consiste en tener familiaridad con la sabiduría,

    18  ‒ y que su amistad produce un gran gozo;

            que en el trabajo de sus manos hay riquezas inagotables,

            que tratando con ella se alcanza la prudencia,

            y que se obtiene buena fama cuando se conversa con ella.

            Entonces me propuse buscarla                                            

            para llevarla conmigo.

    19  ‒ Yo era un joven de buenas cualidades

            que había recibido un alma buena,

    20  ‒  o más bien, siendo bueno,

            vine a un cuerpo sin mancha.

    21  ‒ Cuando comprendí que no podía alcanzar la sabiduría

            si Dios no me la daba                                                      

            ‒y ya era un fruto de la prudencia saber quién la concedía‒

            me dirigí al Señor

            y le supliqué, diciéndole de todo corazón:

 

  1. Oración para pedir la sabiduría¨

 

¡Dame la sabiduría que comparte tu trono!

Gn 1,26; Ex 21,4; 25,40; 1 Re 5,19; Is 40,13; Sal 33,6; 116,16; Prov 8,27; Eclo 17,2; 39,17; 42,15; Jdt 16,14; Jn 1,1.3; Heb 8,5

 

 9, 1  ‒             “Dios de mis padres y Señor misericordioso,

                        que con tu Palabra hiciste todas las cosas,                                                                     

     2  ‒              y con tu sabiduría formaste al hombre

                        para que dominara sobre todo lo que creaste,  

     3  ‒             gobernara el mundo con santidad y justicia,

                        y administrara justicia con rectitud,

     4  ‒             dame la sabiduría que comparte tu trono,  

                        y no me separes del número de tus servidores.

     5  ‒             Porque yo soy tu esclavo, hijo de tu servidora,  

                        un hombre débil y de pocos años,

                        incapaz de entender el derecho y las leyes.

     6  ‒             Si hay una persona perfecta,

                        no vale nada si le falta la sabiduría que procede de ti.

     7  ‒              Tú me elegiste como rey de tu pueblo,

                        y como juez de tus hijos e hijas,

     8  ‒              me has dicho que te edifique un Templo en tu montaña santa,                     

                        y un altar en la ciudad en que habitas,

                        que fuera copia de la tienda santa

que preparaste desde el principio.

     9  ‒              Junto a ti está la sabiduría que conoce tus obras:

                        ella estaba presente cuando hacías el mundo,             

                        sabe qué es lo que te agrada

                        y lo que está de acuerdo con tus mandamientos.

    10  ‒             Envíala desde tus cielos santos,

                        mándala desde tu trono glorioso,

                        para que colabore en mi trabajo,

                        y yo sepa qué es lo que te agrada,

    11  ‒             porque ella, que sabe y entiende todo,

                        me guiará prudentemente en mis acciones,

                        y me protegerá con su gloria.

    12  ‒             Entonces aceptarás mis obras,

                        juzgaré a tu pueblo con justicia,

                        y seré digno del trono de mi padre.

    13  ‒             Porque ¿qué hombre conoce la voluntad de Dios?,         

                        ¿o quién puede imaginar lo que Dios quiere?

    14  ‒             Los pensamientos de los mortales son torpes,

                        y nuestros razonamientos son inseguros,

    15  ‒             porque el cuerpo corruptible es un peso para el alma,

                        y esta morada de barro es una carga para la mente que razona.

    16  ‒             Con dificultad entendemos las cosas de la tierra,

                        y después de mucho trabajo encontramos lo que tenemos a nuestro alcance.

                        ¿Quién podrá rastrear las cosas que hay en el cielo?

    17 ‒              ¿Quién puede conocer tu voluntad si tú no le das la sabiduría

                        y no le envías tu santo espíritu desde el cielo?

    18 ‒              Así se enderezaron los caminos de los que habitan la tierra,

                        así los hombres aprendieron lo que a ti te agrada

                        y se salvaron por la sabiduría”.

 

III. LA SABIDURÍA EN LA HISTORIA¨­

 

La sabiduría protegió al justo… ¨

 

Adán

Gn 1,26

 

10, 1  ‒ La sabiduría protegió al padre del mundo,

            el primero que fue formado,

            el único creado,

            lo liberó de su pecado

     2  ‒ y le dio el poder de dominar sobre todas las cosas.           

 

Caín

Gn 4,8

 

     3  ‒ En cambio, el malvado, que se apartó de ella por su ira,

            en su furor mató a su hermano y se acarreó la ruina.                     

 

Noé

Gn 6,11-14

 

     4  ‒ Cuando por culpa de él vino el diluvio,                                          

            la sabiduría salvó otra vez a la tierra

conduciendo al justo sobre un simple trozo de madera.                 

 

Abrahán

Gn 11,9; 22,1-19

 

     5  ‒ Cuando las naciones se confundieron,                    

            unidas para hacer el mal,

            la sabiduría conoció al justo,

            lo conservó irreprochable ante Dios

            y lo mantuvo íntegro a pesar de la ternura que sentía por su hijo. 

 

Lot

Gn 19,15-22.26

 

     6  ‒ Cuando los malvados fueron exterminados,

            la sabiduría liberó al justo                                                               

            que escapaba del fuego que llovía sobre las cinco ciudades.

     7  ‒ Como testimonios de aquella maldad

            todavía quedan el desierto humeante,

            las plantas con frutos que nunca maduran

            y una columna de sal

como recuerdo de una persona incrédula.                                       

     8  ‒ Por haberse apartado de la sabiduría,

            no solo fueron incapaces de conocer el bien,

            sino que dejaron para la historia un recuerdo de su insensatez

            de modo que su error no quedara oculto.

 

Jacob

Gn 27,41-45; 28,10-22; 33,11

 

     9  ‒ A sus servidores, en cambio,

            la sabiduría los liberó de sus fatigas.

    10  ‒ Ella condujo por caminos llanos

al justo que huía de la furia de su hermano,                                    

le mostró el reino de Dios,

le dio a conocer las cosas santas,                                                    

hizo que tuviera éxito en sus trabajos

y multiplicó el fruto de sus esfuerzos.

    11  ‒ Lo protegió de la avaricia de los que lo oprimían

            y lo enriqueció.                                                                                

    12  ‒ Lo defendió de sus enemigos,

            lo salvó de sus ataques

            y le dio el triunfo en el duro combate

            para que supiera que nada hay tan fuerte como la piedad.

 

José

Gn 37,28; 39,6-12; 39,19-23; 41,39-45

 

    13  ‒ Ella no abandonó al justo que fue vendido,                                    

           sino que lo libró de caer en pecado.                                                

    14  ‒ Descendió con él a la cárcel

            y no lo abandonó cuando estaba encadenado,                                

            hasta que le entregó el cetro real

            y el poder sobre sus opresores.

            Mostró la falsedad de sus calumniadores

            y le concedió gloria eterna.                                                             

 

La sabiduría liberó a los justos… ¨

 

Moisés y el éxodo

Sab 1,15-16; 2,3; 3,21-22; 7,1-6.20-21; 11,2; 12,35-36; 13,20-22; 14,21-22.26-29; 15,1-21; 17,1-16; Nm 20, 2-13; 21,1-3.21-35; Dt 3,1-7; 31,3-5; Sal 114, 8

 

    15  ‒ Ella liberó de una nación opresora

            al pueblo santo, a una gente irreprochable.

    16  ‒ Entró en el alma de un servidor del Señor

            que enfrentó a reyes temibles

            con prodigios y señales.                                                                  

    17  ‒ A los santos les pagó el salario por sus trabajos

            y los condujo por un camino admirable;

            fue para ellos sombra durante el día

            y resplandor de los astros durante la noche.                                   

    18  ‒ Los hizo atravesar el mar Rojo,

            y los condujo por medio de aguas caudalosas.                               

    19  ‒ Pero a sus enemigos los sumergió,

            y luego los sacó de lo profundo del abismo.                                   

    20  ‒ Por eso los justos despojaron a los malvados,                 

            cantaron himnos, Señor, a tu nombre santo

            y te alabaron porque los protegiste,                                                

    21  ‒ porque la sabiduría abrió la boca de los mudos,

            e hizo que los niños hablaran claramente.

11, 1  ‒ La sabiduría hizo que sus obras llegaran a buen término

            por medio de un profeta santo.

     2  ‒ Atravesaron un desierto solitario,

            y acamparon en lugares inaccesibles.

     3  ‒ Hicieron frente a sus enemigos

            y rechazaron a sus adversarios.             

     4  ‒ Cuando tuvieron sed, te invocaron,

            y se les dio agua de una roca áspera,                                              

            una piedra dura les calmó la sed.                                        

     5  ‒ Porque ellos eran beneficiados

            con aquellas mismas cosas

con las que sus enemigos eran castigados.

     6  ‒ En lugar de la fuente permanente

            de un río turbio, mezcla de sangre y lodo,            

     7  ‒ que les diste a aquellos

            como castigo por el decreto que ordenaba matar a los niños,        

            a tu pueblo le concediste inesperadamente agua en abundancia.     

     8  ‒ Y de esta manera, les hiciste pasar sed,                                           

            para mostrarles cómo habías castigado a sus enemigos.

     9  ‒ Porque cuando sufrían las pruebas, castigados con misericordia,

            conocían los tormentos que sufren los malvados

            cuando son juzgados con ira.

    10  ‒ A los justos los probaste como un padre que reprende,

            pero a los otros los castigaste como un rey que condena duramente.

    11  ‒ Tanto los que estaban presentes como los ausentes

            sufrían de igual manera,

    12  ‒ porque al recordar lo que había sucedido,

la tristeza y los gemidos

            se apoderaron doblemente de todos,

    13  ‒ y cuando oyeron que sus mismos castigos

            habían sido beneficios para tu pueblo,

reconocieron al Señor.

    14  ‒ Al final de los acontecimientos,

cuando sufrieron una sed diferente de la que padecieron los justos,

tuvieron que admirar a Moisés,

            al que antes habían hecho abandonar en el río,                              

            y luego expulsaron con burlas.

 

Te compadeces de todos, y das lugar para que se arrepientan ¨

 

Egipto

Sab 12,10.19; Dt 4,17-18; 12,23-24; Is 40,15; Sal 76,8; 2 Cr 20,6; Rom 1,23; 2 Pe 3,9

 

    15  ‒ En lugar de los pensamientos insensatos de su maldad,

            que los hicieron extraviar hasta adorar reptiles carentes de entendimiento

            y animales despreciables,                                                              

            les enviaste como castigo una cantidad de animales estúpidos,

    16  ‒ para que aprendan que uno es castigado

con aquello con lo que peca.

    17  ‒ Tu mano todopoderosa,

que de una materia informe creó el mundo,[3]

habría podido mandar contra ellos

manadas de osos o de leones feroces,

    18  ‒ o fieras desconocidas, recién creadas, llenas de furor,

            que resoplaran aliento de fuego,

            despidieran humo maloliente,

            y echaran chispas por los ojos,

    19  ‒ que no solo pudieran atacarlos y destruirlos,

            sino que fueran capaces de aniquilarlos con su terrible aspecto.

    20  ‒ Pero, aun sin estos,

            ellos podían haber caído con un solo soplo,

            perseguidos por la justicia,

            barridos por el soplo de tu poder.

            Pero tú, Señor,

todo lo tienes dispuesto con medida, número y peso,

    21  ‒ porque puedes actuar con tu inmenso poder en cualquier momento.

            ¿Quién se va a oponer a la fuerza de tu brazo?                               

    22  ‒ El mundo entero es ante ti como un grano de arena en la balanza,        

            como una gota de rocío que cae sobre la tierra en la mañana.

    23  ‒ Te compadeces de todos porque tú lo puedes todo,

            dejas pasar los pecados de los hombres

y así das tiempo para que se arrepientan.              

    24  ‒ Amas todo lo que existe,

            y no odias nada de lo que has hecho.

            Si hubieras odiado algo, no lo habrías creado.

    25  ‒ ¿Cómo permanecerían si tú no lo quisieras?

            ¿Cómo se habría conservado si tú no lo hubieras llamado?

    26  ‒ Tienes compasión de todo,

            porque todo es tuyo,

            Señor que amas todo lo que tiene vida.

12, 1  ‒ En todos los seres está tu espíritu inmortal,

     2  ‒ por eso reprendes poco a poco a los que caen,

            y los amonestas, recordándoles en qué han pecado,

            para que, apartándose del mal, crean en ti, Señor.

 

Canaán

Sab 11,23; 12,19; Gn 9,25; Ex 23,23.28; Dt 7,1.20; 11,12; 12,31; 18,9-14; 32,39; Jos 24,12; 2 Pe 3,9

 

     3 ‒   A los antiguos habitantes de esta santa tierra                                

     4 ‒   los aborrecías porque realizaban las acciones más odiosas:

            practicaban la magia y tenían ritos sacrílegos,                                

     5 ‒   mataban niños sin compasión

            y devoraban entrañas en banquetes de carne y sangre humana,

            celebrando todos estos ritos en medio de bacanales.

     6 ‒   Tú quisiste eliminar por medio de nuestros padres

a estos asesinos de niños indefensos,

     7 ‒   para que esta tierra,

            que es para ti la más querida de todas,                             

            recibiera una digna colonia de hijos de Dios.

     8 ‒   Pero también tuviste compasión de aquellos malvados,

porque eran hombres,

y les enviaste avispas, como vanguardia de tu ejército,      

para que los destruyeran poco a poco.

     9 ‒   No habría sido imposible que en una batalla

entregaras a los malvados en manos de los justos,

o que los eliminaras de una vez

por medio de fieras feroces o de un decreto inexorable.

    10 ‒  Sin embargo, castigándolos poco a poco,

            les diste tiempo para que se arrepintieran.                             

            No ignorabas que eran malvados desde su nacimiento,

            que su maldad era innata,

            y que nunca cambiarían su modo de pensar

    11 ‒  porque desde el comienzo son una familia maldita.            

            No les concediste el perdón

            porque no temías a nadie.

    12 ‒  ¿Quién te dirá: «¿Qué hiciste?»?

            ¿Quién se opondrá a tu sentencia?

            ¿Quién te hará juicio porque destruiste naciones que has creado?

            ¿Quién se levantará contra ti para defender a los malvados?

    13 ‒  Porque fuera de ti no hay otro dios que cuide todas las cosas         

            al que tengas que demostrarle que no eres un juez injusto,

    14 ‒ ni hay rey ni gobernante que pueda hacerte frente

            para defender a los que castigaste.

    15 ‒ Tú eres justo, gobiernas todas las cosas con justicia,

            y consideras que no es digno de tu poder

            condenar al que no merece castigo.

    16 ‒  Porque tu fuerza es el fundamento de tu justicia,

            y el dominio que tienes sobre todas las cosas

            te hace tener compasión de todos.

    17 ‒  Muestras tu fuerza a todos los que no creen en la perfección de tu poder,

            y confundes a los que la conocen y se muestran insolentes.

    18 ‒  Como eres el dueño de la fuerza, juzgas con moderación,

            y nos gobiernas con gran misericordia,

            porque puedes hacer todo con solo quererlo.

 

Los castigaste con delicadeza para darnos una lección

Sab 11,15.23; 12,10; Dt 4,17-18; Rom 1,23; 2 Pe 3,9

 

    19 ‒  Obrando de esta manera has enseñado a tu pueblo

            que el justo debe amar a los hombres

            y diste a tus hijos la buena esperanza

            de que dejas espacio para el arrepentimiento cuando pecan.   

    20 ‒ A los enemigos de tus hijos y merecedores de la muerte

            los castigaste con gran delicadeza e indulgencia,

            dándoles tiempo y lugar para que se arrepintieran de su maldad,

    21 ‒  pero a tus hijos los juzgas con mayor consideración,

            ya que a sus padres les hiciste hermosas promesas

            con juramentos y alianzas.

    22 ‒  Para darnos una lección,

            azotas mil veces a nuestros enemigos,

            para que cuando juzguemos nos acordemos de tu bondad,

            y cuando seamos juzgados esperemos tu misericordia.

    23 ‒  A los que vivieron una vida insensata,

            los atormentaste con los mismos seres repugnantes que adoraban.

    24 ‒  Se fueron por el camino del error y se extraviaron,

            tomando como dioses a los animales más repugnantes y viles,     

            dejándose engañar como niños sin inteligencia.

    25 ‒  Por eso les enviaste como castigo algo que los pone en ridículo,

            como si se tratara de niños que no razonan.

    26 ‒  Pero los que no cambiaron después de recibir estas correcciones ridículas,

            tendrán que sufrir un castigo digno de Dios.

    27 ‒  Al ser castigados por aquellos que tenían por dioses,

            y que ahora los hacían sufrir,

            abrieron sus ojos y reconocieron como Dios verdadero

            al que antes se habían negado a reconocer.

            Por eso cayó sobre ellos el peor de los castigos.

 

Los hombres que no tienen conocimiento de Dios ¨

 

Tuvieron como dioses al fuego, al viento, a los astros

Ex 3,14; Dt 4,19; Rom 1,19-20

 

13, 1‒  Estaban naturalmente desprovistos de inteligencia

            todos aquellos hombres que no tenían conocimiento de Dios,

            y que a pesar de ver tantas cosas buenas

            no pudieron reconocer “al que Es”,                                                

            ni al considerar sus obras,

            llegaron a conocer al autor.

     2 ‒   En cambio, tuvieron como dioses que gobiernan el mundo

            al fuego, al viento,

a la brisa suave, a los astros del cielo,

            al agua caudalosa y a las lumbreras del firmamento.                    

     3 ‒   Si los tuvieron por dioses

            porque estaban fascinados por su belleza,

            sepan cuánto los supera su Dueño,

            porque el que los creó

            es el autor de la belleza.

     4 ‒   Si están asombrados por su fuerza y su actividad,

            deduzcan a partir de ellas

            cuánto más poderoso es el que los hizo,

     5 ‒   porque partiendo de la grandeza y belleza de las criaturas,

            se llega, por analogía, a contemplar a su Creador.                         

     6 ‒   Sin embargo, a estos no hay que reprenderlos tan severamente,

            porque es probable que estén buscando a Dios y lo quieran encontrar,

            pero se han extraviado.

     7 ‒   Ellos andan en medio de sus obras,

            las investigan,

            y las ven tan hermosas

            que se dejan seducir por ellas.

     8 ‒   Pero no tienen excusa,

     9 ‒   porque si llegaron a tener tanto conocimiento

            que pudieron investigar el mundo,

            ¿cómo no encontraron antes a su Creador?

 

Los que llaman dioses a las obras de manos humanas

Is 40,18-20; 41,6-7; 44,9-20; 46,1-7; Jr 2,27; 10,2-16; Sal 115,4-8; 135,15-18; Bar 6,1-72

 

    10 ‒  ¡Qué desgraciados son

            los que ponen su esperanza en cosas muertas!

            Aquellos que llaman dioses a las obras de manos humanas:

            al oro y la plata trabajados artísticamente,

            a figuras de animales,

            a una piedra inútil tallada por una mano antigua.

    11 ‒  Un carpintero, por ejemplo,

            corta con la sierra un árbol de tamaño conveniente,

le quita con habilidad toda la corteza

y, aplicando la técnica de su oficio, fabrica un objeto que sea útil

para las necesidades de la vida.      

    12 ‒  Después, con los pedazos que sobran enciende el fuego               

para preparar una comida que lo deje satisfecho.

    13 ‒  Y si todavía le queda un trozo que no sirve para nada,

            un tronco retorcido y lleno de nudos,

            entonces lo toma, y lo talla para ocupar sus momentos de descanso.

            En su tiempo libre lo trabaja con habilidad

            y le da forma de hombre,

    14 ‒  o lo hace parecido a un animal despreciable.

            Después lo empareja rellenando los huecos con un material adecuado,

            y, finalmente, lo pinta de rojo

            para cubrir todas sus imperfecciones.

    15 ‒  Luego le prepara un nicho conveniente,

            y lo coloca en la pared,

            sujetándolo con un clavo.

    16 ‒  Debe tener cuidado de que no se caiga,

            porque sabe que solo es una imagen

            que no puede ayudarse a sí misma;

            al contrario, necesita que la ayuden.                                              

    17 ‒  Cuando le ruega por sus bienes,

            por su boda o por sus hijos,

no le da vergüenza de hablar a un ser que no tiene vida,

para pedir la salud a un objeto que no la tiene,

    18 ‒  la vida a uno que está muerto,

            auxilio al que es más inexperto,

            buen viaje a uno que no puede andar,

    19 ‒  y al que tiene las manos más incapaces, le pide capacidad

para obtener ganancias, éxito en los negocios y en los trabajos.

 

Invoca a una madera

Gn 6,4.13-22; Nm 13,33; Dt 1,28; 2,10-11.20-21; 3,11; 27,15; Jue 2,3; Sal 5,7; 106,36; Eclo 16,7; Bar 3,26

 

14, 1 ‒ Otro hombre, que está por embarcarse

            para atravesar las olas embravecidas,

            invoca a una madera más carcomida que la del barco que lo lleva.

     2 ‒   Porque la nave fue ideada por el afán de ganancias,

            y la realizó la habilidad del constructor,

     3 ‒   pero es tu Providencia, Padre, quien la conduce.

            Tú abriste un camino en el mar

            y una ruta segura entre las olas,

     4 ‒   y así mostraste que hasta el más inexperto se pueda embarcar

porque tú puedes salvar de todo peligro.                                        

     5 ‒   Tú no quieres que sean inútiles las obras de tu sabiduría,

            por eso los hombres confían su vida a una pequeña madera,

            y después de haber atravesado las olas en una pequeña barca,

            llegan felices al puerto.

     6 ‒   También al principio, cuando fueron destruidos los orgullosos gigantes,                                                         

            la esperanza del mundo se refugió en una pequeña nave,

            que, guiada por tu mano,

dejó para el futuro la semilla de una nueva humanidad.           

     7 ‒   ¡Bendita la madera por la que viene la justicia!

     8 ‒   Pero maldito el ídolo hecho por un hombre,

            y maldito también el que lo hizo.                                           

            Uno porque lo hizo,

y el otro porque es llamado dios

a pesar de que es una materia que se pudre.

     9 ‒   A Dios les resultan igualmente odiosos tanto el malvado como su maldad,  

    10 ‒  y los dos, la obra y el que la hizo, serán castigados.

    11 ‒  Dios se presentará para castigar a los ídolos de las naciones,

            que siendo criaturas de Dios

            se han convertido en objetos detestables,

            en peligro para los hombres

            y en una trampa para los pies de los incautos.                             

    12 ‒  El origen de la fornicación se produjo cuando se inventaron los ídolos,

            y con su fabricación llegó la corrupción de las costumbres.

    13 ‒  Ellos no existían al principio,

            ni durarán para siempre.

    14 ‒  Entraron al mundo por la superstición de los hombres,

            y por eso tienen decretada su pronta desaparición.

 

Se da culto a las estatuas

Dn 3

 

    15 ‒  Un padre desconsolado llora al hijo que murió siendo muy joven,

            y le fue arrebatado inesperadamente;

            hace una imagen, y al que antes era un hombre muerto,

            ahora lo venera como a un dios

            y ordena que en su casa todos observen ritos y ceremonias.

    16 ‒  Después, con el correr del tiempo,

            esta impía costumbre se fortalece

y se observa como si fuera una ley.

    17 ‒  También, por decreto de los gobernantes,

            se da culto a sus estatuas.                                                                               

            Como la gente que vivía lejos no podía rendirle honores personalmente,

            representaron su figura lejana,

            e hicieron una imagen visible del rey que querían honrar,

            para que de esta manera alabaran con afecto al ausente

            como si estuviera presente.

    18 ‒  La ambición del artista

            promovió este culto 

            atrayendo a los que no lo conocían,

    19 ‒  porque quizá con el deseo de halagar al gobernante,

            con su arte modificó la figura para que pareciera más bella,

    20 ‒  y la gente, atraída por la hermosura de la obra,

            consideró que era digno de adoración

            el que poco antes era honrado como hombre.

    21 ‒  Esto resultó ser una trampa para la vida de los hombres

            que estaban esclavizados bajo la tiranía de la desgracia o del poder,

            porque dieron a la piedra o a la madera

            el nombre que solo se puede dar a Dios.

 

El culto a los ídolos es principio, causa y fin de todos los males  ¨«

Rom 1,28-31

 

    22 ‒  Además, no les pareció suficiente

estar equivocados con respecto al conocimiento de Dios,

sino que viviendo en una tremenda guerra provocada por la ignorancia,

a todos esos grandes males le dan el nombre de ‘paz’.

    23 ‒  Porque celebran ritos en los que se matan niños,

            tienen ceremonias secretas,

            realizan orgías delirantes con rituales extraños,

    24 ‒  no conservan pura ni la vida ni el matrimonio,

            un hombre mata a otro a traición,

            o lo aflige cometiendo adulterio con su esposa;

    25 ‒  en todas partes hay confusión, derramamiento de sangre,        

            asesinatos, robos y fraudes,

            corrupción, infidelidad, revueltas y juramentos falsos,

    26 ‒  confusión de los valores, ingratitud,

            corrupción de las almas, perversión sexual,

            desórdenes en el matrimonio, adulterio e inmoralidad.

    27 ‒  Porque el culto a esos ídolos que no tienen nombre,

            es principio, causa y fin de todos los males.

    28 ‒  Los que participan en esas fiestas, pierden el juicio,

            o profetizan falsedades,

            o viven en la injusticia,

            o juran fácilmente en falso.

    29 ‒  Como confían en ídolos que no tienen vida,

            no temen que el juramento en falso les traiga algún mal.

    30 ‒  A ellos les caerá una condena justa por dos motivos:

            por rendir culto a los ídolos teniendo una falsa idea de Dios,

            y por jurar contra la verdad y la justicia, despreciando la santidad.

    31 ‒  No es el poder de los ídolos por los que juraron,

lo que perseguirá siempre las transgresiones de los injustos,

            sino la condena que merecen todos los pecadores.

 

A nosotros no nos engañaron

 

15, 1 ‒ Pero tú, Dios nuestro, eres bueno y fiel,

            eres paciente y gobiernas todo con misericordia.

     2 ‒   Aun cuando pecamos, somos tuyos, porque conocemos tu poder.

            Pero no pecaremos, porque sabemos que nos cuentas como tuyos.

     3 ‒   Conocerte a ti es la justicia perfecta,

            y reconocer tu poder es la raíz de la inmortalidad.

     4 ‒   A nosotros no nos engañaron

las cosas inventadas por el arte perverso de los hombres,

ni el inútil trabajo de los pintores,

que no es más que una figura embadurnada de diversos colores.

     5 ‒   Los necios se apasionan contemplando estas representaciones,

            y adoran la imagen muerta de un ídolo sin aliento.

     6 ‒   Están enamorados del mal,

            y merecen estas esperanzas vacías

            tanto los que los hacen,

            como los que los aman

            y los que les rinden culto.

 

El fabricante de ídolos sabe que está pecando

Is 44,10

 

     7 ‒   Un alfarero amasa con cuidado la tierra blanda,

            luego modela diversos objetos para nuestra utilidad,

            todos con la misma arcilla:

los destinados a usos nobles,

            y los que servirán para otros usos.

            El alfarero decide qué destino tendrá cada uno.

     8 ‒   Después, ocupándose en una tarea culpable,

            con el mismo barro modela un dios falso.

            Lo hace él, que hace poco nació de la tierra,

            y que dentro de poco volverá a ella,

            cuando le pidan que devuelva el alma.

     9 ‒   No se preocupa porque tendrá que morir

            ni porque su vida es corta,

            sino por competir con los orfebres y plateros

y por imitar a los que trabajan el bronce,

para enorgullecerse de fabricar falsificaciones.

    10 ‒  Su corazón es ceniza,                                                                      

            su esperanza es más despreciable que la tierra

            y su vida vale menos que el barro,

    11 ‒  porque no reconoció al que lo modeló a él,

            le infundió un alma activa

            y le inspiró el aliento de vida,

    12 ‒  sino que pensó que nuestra vida es un juego,

            y la existencia una fiesta para ganar premios.

            Dijo: «Hay que sacar ganancias de todo,                       

también del mal».

    13 ‒   Este hombre sabe mejor que nadie que está pecando,

porque con la misma tierra fabrica las vasijas frágiles y los ídolos.

 

Los egipcios son los más necios de todos

Sab 11,15; 12,23-24; Dt 4,17-18; Sal 115,4-8; 135,15-18; Rom 1,23

 

    14 ‒  Los que son más necios de todos,

y se pueden engañar más fácilmente que a un niño,

son los enemigos que oprimieron a tu pueblo,

    15 ‒  porque tuvieron por dioses a todos los ídolos de las naciones,

            que no tienen ojos que les sirvan para ver,                     

            ni narices para respirar el aire,

            ni oídos para oír,

            ni dedos en sus manos para tocar,

            y sus pies son torpes para caminar.                                     

    16 ‒  Estos fueron hechos por un hombre,

            los modeló una persona que tiene la vida prestada,

siendo así que ningún hombre puede hacer un dios semejante a él.

    17 ‒  Como es un ser mortal,

            con sus manos pecadoras produce un ser muerto.

            Él vale más que los objetos que adora,

            porque él vive, pero ellos no vivirán nunca.

    18 ‒  Adora a los animales más repugnantes,          

            que, comparados con los demás,

son también los más estúpidos,

    19 ‒  y no tienen el aspecto de otros animales

que atraen por su belleza,

sino que están privados de la aprobación y de la bendición de Dios.

 

Por medio de seres semejantes… ¨

 

La furia de los animales

Ex 7,28-8,28; 10,12-15; 16,13; Nm 11,31-32; 21,6.9; Dt 32,39; 1 Sm 2,6; Tob 13,2

 

16, 1 ‒ Por eso, por medio de seres semejantes recibieron el justo castigo,

            y fueron atormentados por una multitud de bichos.             

     2 ‒   A tu pueblo, en cambio,

cuando tuvo hambre, en vez de castigarlo,

            lo favoreciste preparándole codornices,

un alimento que no conocía.                                               

     3 ‒   De manera que aquellos que estaban también con hambre,

            perdieron el apetito cuando vieron el aspecto asqueroso

            de los bichos que les enviaste.

            Mientras que tu pueblo,

            después de pasar una breve necesidad,

            pudo gustar un manjar desconocido.

     4 ‒   Aquellos opresores debían sufrir un hambre irremediable,

            mientras que a tu pueblo solo se le debía mostrar

cómo eran atormentados sus enemigos.

     5 ‒   Porque aun cuando debieron sufrir la furia de los animales feroces,

            y murieron mordidos por las serpientes huidizas,                          

            tu ira no duró hasta el final.

     6 ‒   Ellos sufrieron el espanto por un breve tiempo, solo como advertencia,

            ya que tenían un signo de salvación

            que les hacía recordar los mandamientos de tu Ley.

     7 ‒   Todos los que se daban vuelta y lo miraban, se salvaban;

            no por lo que veían,

            sino por ti, que eres el Salvador de todos.                                      

     8 ‒   De esta manera mostraste a nuestros enemigos

            que tú eres el que libras de todo mal.

     9 ‒   A ellos los mataron las picaduras de langostas y mosquitos,        

            y no se encontró remedio para salvar sus vidas,

            porque eran dignos de ser castigados por estos animales.

    10 ‒  En cambio, tus hijos no fueron vencidos

            por los colmillos de las serpientes venenosas,

            porque tu misericordia vino al encuentro de ellos y los sanó.

    11 ‒  Fueron mordidos y rápidamente curados

            para que se acordaran de tus palabras,

            no fuera que se olvidaran por completo

            y no volvieran a experimentar las obras de tu bondad.

    12 ‒  A ellos no los sanó ni una hierba ni una medicina,

            sino tu Palabra, que sana a todos.

    13 ‒  Tú tienes el poder sobre la vida y sobre la muerte,

            haces bajar hasta el reino de la muerte y haces regresar de él.                             

    14 ‒  En cambio, el hombre, por su maldad, puede matar,

            pero no puede hacer volver el espíritu que se fue,

            ni puede liberar el alma que ya está en el reino de la muerte.

 

El fuego adquiría una fuerza mayor

Ex 5,2; 9,22-25; 16,21; Dt 4,37; 8,3; 10,15; Sal 78,23-25; 105,40; 119,148; 139,7; Eclo 39,28-31; Tob 13,2

 

    15 ‒  Es imposible escapar de tu mano.                     

    16 ‒   Los malvados que no quisieron reconocerte,             

            fueron azotados por tu brazo poderoso:

            fueron perseguidos por lluvias extrañas,

            granizo y tormentas implacables,

            y terminaron devorados por el fuego.                          

    17 ‒  Y lo más sorprendente es que

            el fuego adquiría una fuerza mayor.                                               

cuando estaba dentro del agua, que lo apaga todo.

            Esto sucedía porque el universo lucha a favor de los justos.

    18 ‒  Algunas veces la llama se aplacaba

            para no consumir a los animales enviados contra los malvados,

            para que estos vieran y comprendieran

            que eran perseguidos por el juicio de Dios.

    19 ‒  Pero otras veces, aun en medio del agua,

            la llama ardía con una fuerza mayor que la del fuego,

            para destruir las cosechas de una tierra malvada.

    20 ‒  A tu pueblo, en cambio,

            le diste a comer alimento de ángeles,                                  

            continuamente le diste desde el cielo un pan preparado,     

            que podía agradar a todos

            y adaptarse al gusto de cada uno.

    21 ‒  Este sustento que les dabas

            revelaba tu dulzura para con tus hijos,

            porque se adaptaba al gusto del que lo tomaba

            y se transformaba en lo que cada uno quería.

    22 ‒  La nieve y el hielo resistían el fuego sin derretirse,

            para que supieran que el fuego enviado para destruir las cosechas de los enemigos,

            ardía en medio del granizo

            y producía relámpagos en medio de la lluvia.                                      

    23 ‒  El mismo fuego se olvidaba de su poder natural

para que los justos pudieran alimentarse,

    24 ‒  porque la creación,

            sirviéndote a ti, su Creador,

            se enfurece para castigar a los malvados,                                

            y se amansa para beneficiar a los que confían en ti.

    25 ‒  Por eso, en esa ocasión se cambiaba por completo

            para ponerse al servicio de tu bondad que sustenta a todos,

            según el deseo de los que te rogaban.

    26 ‒  Para que tus hijos amados, Señor, aprendan                               

            que no son las diferentes clases de frutos

            las que alimentan al hombre,

            sino que es tu Palabra la que mantiene a los que creen en ti.         

    27 ‒  Bajo el fuego no se llegaba a disolver,

            lo que se derretía con el calor de un simple rayo de sol,       

    28 ‒  para que se supiera que es necesario

madrugar para darte gracias

y orar antes de que comience a amanecer,                             

    29 ‒  porque la esperanza del ingrato se derretirá como la escarcha del invierno,

            y se escurrirá como agua inútil.

 

Prisioneros de las tinieblas

Ex 9,11; 10,22-23; 13,21-22; 40,38; Nm 9,15; Dt 1,33; Sal 78,14; 92,6; 105,39; 119,105; Neh 9,19

 

17, 1 ‒ Tus juicios son grandiosos e inexplicables,                                     

            por eso se equivocaron todos aquellos ignorantes.

     2 ‒   Porque esos malvados que pensaban oprimir a un pueblo santo

            se encontraron prisioneros de las tinieblas,

            cautivos de una noche interminable,

            encerrados en sus casas,                                                                  

            alejados de tu providencia eterna.

     3 ‒   Creían que podrían permanecer escondidos

con sus ocultos pecados, cubiertos por el manto del olvido,

pero debieron salir huyendo,

terriblemente espantados

por las visiones que los aterrorizaban.

     4 ‒   Ni aun un rincón de la casa

            los mantenía alejados del temor,

            porque por todas partes oían ruidos que los espantaban,

            y se les aparecían lúgubres fantasmas de triste apariencia.

     5 ‒   El resplandor del fuego no era suficiente para iluminarlos,

            ni la brillante luminosidad de los astros

            podía iluminar esa noche horrible.

     6 ‒   Para ellos brillaba solamente un fuego que ardía por sí mismo

            y  los llenaba de espanto,

            y estaban tan aterrorizados,

            que cuando esta visión desaparecía,

            les parecía aún más terrible lo que antes habían visto.

     7 ‒   Los trucos de la magia fracasaron,

            y quedó en ridículo la ciencia de la que se sentían tan orgullosos,

     8 ‒   porque los que intentaban librar de miedos y espantos a las personas enfermas,

            terminaban ellos mismos enfermos de un miedo ridículo.                 

     9 ‒   Y aun cuando no hubiera nada espantoso que los atemorizara,

            cuando oían el paso de los animales o el silbido de las serpientes

            temblaban de terror y se sentían morir,

            hasta el punto que se resistían a mirar el aire

            del que nadie puede escapar.

    10 ‒  Porque la maldad es cobarde,

            y se condena por su propio testimonio.

            Cuando es acusada por la conciencia,[4]

            se imagina siempre lo peor,

    11 ‒  ya que el miedo no es otra cosa

            que dejar de apoyarse en el auxilio de la razón,

    12 ‒  y cuando se tiene menos ayuda desde el interior,

            se tiene mayor ignorancia de las causas que producen el tormento.

    13 ‒  Los egipcios estaban durmiendo como de costumbre

            durante aquella noche que no tenía ningún poder,

            porque venía de la profundidad del impotente reino de la muerte,

    14 ‒  cuando fueron invadidos por un terror imprevisto e inesperado.

Por una parte, se vieron afligidos por horribles fantasmas,

            y por otra quedaron paralizados

            porque sintieron que el alma los abandonaba.

    15 ‒   Cualquiera que caía allí,

            quedaba encarcelado,

encerrado en una prisión sin rejas.

    16 ‒  Lo mismo un agricultor que un pastor,

            o un obrero que trabaja en un campo solitario;

            todos los que eran sorprendidos, quedaban sometidos al castigo inevitable,

            atados con una misma cadena de oscuridad.

    17 ‒  El silbido del viento,

            el melodioso canto de los pájaros en las ramas de los árboles,

            el rumor del agua que corría impetuosa,

            el ruido de las rocas que se despeñaban,

    18 ‒  la carrera de los animales que retozaban sin que ellos los pudieran ver,

            el rugido de las fieras feroces,

            el eco retumbante de las cavernas de las montañas,

            todo los paralizaba de terror.

    19 ‒  El mundo entero, iluminado con una luz resplandeciente,

            se dedicaba sin dificultad a sus tareas,

    20 ‒  y solo sobre los egipcios pesaba una densa noche,                       

            figura de otras tinieblas que después los cubrirían.

            Pero ellos eran para sí mismos más insoportables que las tinieblas.

18, 1 ‒ Mientras que para tus santos brillaba una intensa luz,                   

            los otros, que oían su voz pero no podían verlos,

            los felicitaban porque no sufrían los mismos padecimientos que ellos,

     2 ‒   les agradecían porque no se vengaban después de haber sido maltratados,

            y les pedían perdón por haberlos tratado como enemigos.

     3 ‒   En vez de esas tinieblas, a tus santos les diste una columna de fuego

            que los guiaba por una ruta desconocida,

            un sol inofensivo durante su gloriosa peregrinación.                                                 

     4 ‒   Aquellos fueron dignos de carecer de luz,

prisioneros de las tinieblas,

porque encerraron en la prisión a tus hijos

que iban a dar al mundo la luz incorruptible de la Ley.           

 

La muerte de sus primogénitos

Ex 2,3; 4,22-23; 11,4-6; 12,6.29-30; 14,26-30; 28,2.15-21.36; Nm 17,6-15; Dt 11,4; Eclo 50,11; Ap 19,11-16

 

     5 ‒   Ellos decidieron matar a los hijos de los santos,

            y se salvó uno solo que fue abandonado.                                       

            Como castigo, les arrebataste la multitud de sus hijos,                  

            y a todos ellos los arrojaste a las aguas impetuosas.                       

     6 ‒   Aquella noche fue anunciada anticipadamente a nuestros padres,

            para que tuvieran ánimo

            al conocer que se apoyaban sobre juramentos firmes.

     7 ‒   Tu pueblo esperaba la salvación de los justos

            y la perdición de los enemigos,

     8 ‒   y con el mismo acto con que castigaste a nuestros adversarios

            nos glorificaste, llamándonos a ti.

     9 ‒   Los piadosos hijos de los buenos

            ofrecieron sacrificios a escondidas,                                           

            de común acuerdo establecieron esta ley divina

            de que los santos compartirían los bienes y los peligros,

            y comenzaron a cantar los himnos de los padres.

    10 ‒  A estos se oponían los gritos discordantes de los enemigos

            mientras se difundían los lamentos dolorosos

            de los que lloraban a sus hijos.                                                       

    11 ‒  Una misma justicia alcanzaba al esclavo y al señor,

            y el hombre del pueblo sufría el mismo castigo que el rey.

    12 ‒  Todos por igual, golpeados por la misma clase de muerte,

tenían muertos innumerables,

            y los que sobrevivían no alcanzaban para enterrarlos

            porque en el mismo momento pereció lo mejor de su nación.

    13 ‒  Todos ellos, que antes no creían porque confiaban en la magia,

            ante la muerte de sus primogénitos

confesaron que tu pueblo es hijo de Dios.                                              

    14 ‒  Cuando todo estaba envuelto en un manso silencio,

            y la noche estaba en la mitad de su carrera,                                             

    15 ‒  tu palabra todopoderosa,

            llevando como espada afilada tu decreto irrevocable,

como un guerrero implacable se arrojó desde el trono real del cielo,      

            en medio de una tierra condenada a la destrucción.

    16 ‒  Pisaba la tierra y tocaba el cielo;

se detuvo y llenó todo de muerte.

    17 ‒  Entonces, de repente, sueños y horribles visiones

            sobresaltaron a los egipcios

            y los envolvieron horrores inesperados;

    18 ‒  medio muertos, tirados cada uno por su lado,

            expresaban cuál era la causa por la que morían,

    19 ‒  porque fueron informados a tiempo

por medio de sueños que los atormentaron,

            para que no muriesen sin conocer la causa de su desgracia.

    20 ‒  También a los justos les llegó la prueba de la muerte,                 

            y la destrucción alcanzó a muchos en el desierto.

            Pero la ira de Dios no duró mucho tiempo,

    21 ‒  porque un hombre irreprochable salió pronto en defensa de ellos.

            Con las armas de su propio oficio sacerdotal,

            la oración y el incienso expiatorio,

            enfrentó la ira y puso fin a la calamidad,

            demostrando así que era tu servidor.                                              

    22 ‒  No venció la ira con la fuerza de su cuerpo,

            ni con el poder de las armas,

            sino que sometió con la palabra al que traía el castigo,

            recordándole las alianzas y las promesas hechas a los padres.

    23 ‒  Cuando los cadáveres se amontonaban unos sobre otros,

            se puso en medio y detuvo la ira,

            cerrándole el paso hacia los que todavía vivían.                              

    24 ‒  Llevaba todo el mundo sobre su larga vestidura,                       

            los nombres gloriosos de los padres

            en las cuatro hileras de piedras preciosas,                                      

            y tu majestad en la corona que lucía sobre su cabeza.

    25 ‒  Ante todo esto, el exterminador retrocedió atemorizado.

            Era suficiente con una sola muestra de tu ira.

 

El mar Rojo se convirtió en un camino transitable

Ex 7,28; 8,12-13; 14,5-9.19-20.22.29; 15; Nm 11,31; Is 63,11-14

 

19, 1 ‒ Pero sobre los malvados Dios descargó, hasta el final, una ira sin misericordia,

            porque ya sabía lo que ellos iban a hacer:

     2 ‒   que después de permitirles salir y apurarlos para que se fueran,

            cambiarían de parecer y saldrían a perseguirlos.                            

     3 ‒   Todavía estaban de duelo,

            llorando junto a la tumba de sus muertos,

            cuando tuvieron la insensata idea

            de salir a perseguir como a fugitivos

a los que antes les habían rogado que se fueran.                            

     4 ‒   Una justa fatalidad los arrastró hasta este extremo

            y los hizo olvidar de las cosas que habían sucedido,

            para que completaran con otro tormento

            lo que le faltaba a su castigo.

     5 ‒   Y así ellos encontraron una muerte extraña,

mientras tu pueblo gozaba de un maravilloso viaje.

     6 ‒   Porque toda la creación, obedeciendo tus órdenes,

            cambió su naturaleza

            para que tus hijos no sufrieran ningún daño:

     7 ‒   se vio una nube que daba sombra al campamento,                         

            y tierra seca que emergía de donde antes había agua,

            el mar Rojo convertido en un camino transitable,                          

            y saliendo de entre las olas impetuosas una verde llanura,

     8 ‒   por la que pasó todo el pueblo protegido por tu mano,

            mientras contemplaba prodigios asombrosos.

     9 ‒   Eran como caballos que pastaban,

            como corderos que saltaban alegremente,                                      

            y te cantaban himnos a ti, Señor, que los habías librado.               

    10 ‒  Ellos todavía se acordaban de lo que había sucedido en el destierro:

            allí, los mosquitos no habían nacido de otros animales sino de la tierra,      

            y las ranas no habían nacido de seres acuáticos,

            sino que fueron vomitadas en abundancia por el río.  

    11 ‒  Ahora, veían aves que nacían de forma novedosa,

            porque cuando, impulsados por la necesidad pidieron manjares delicados

    12 ‒  para satisfacer su hambre, salieron codornices del mar.                               

 

En Sodoma no recibieron a unos visitantes…

Gn 19,4-5.11; Ex 1,11; Sal 77,18-19;

 

   13 ‒   Anunciados por poderosos truenos,                                                

cayeron castigos sobre los pecadores,

            que sufrieron justamente por sus maldades,

            porque habían mostrado un odio cruel contra los extranjeros.

    14 ‒  En Sodoma hubo gente que no recibió a unos visitantes desconocidos,      

            pero los egipcios esclavizaron a los extranjeros que les prestaban servicios.

    15 ‒   No solo los de Sodoma recibirán el castigo

            porque recibieron como enemigos a los extranjeros,

    16 ‒  sino también los egipcios, que primero los recibieron alegremente,

            y después los maltrataron, imponiéndoles penosos trabajos,         

            cuando ya habían adquirido los mismos derechos.

    17 ‒  Como los de Sodoma junto a la puerta del justo,                           

así también los egipcios fueron heridos con la plaga de la ceguera,

cuando envueltos en una densa oscuridad

buscaban a tientas la puerta de su propia casa.

 

Los elementos cambiaron sus propiedades naturales

Sab 16,17-22

 

    18 ‒  Los elementos cambiaron sus propiedades naturales,

            así como en un instrumento musical

            las notas pueden cambiar el ritmo, conservando el mismo tono.

            Esto se puede deducir observando lo que sucedió:

    19 ‒  los seres terrestres se volvieron acuáticos,

            y los que nadan anduvieron por la tierra,

    20 ‒  el fuego, colocado en el agua, adquirió más fuerza,

            y el agua perdió el poder de apagar el fuego,                                 

    21 ‒  las llamas no consumían la carne

de los débiles animales que caminaban entre ellas,

ni disolvían aquel alimento divino fácil de derretir,

que se parecía a la escarcha.

 

Conclusión

 

    22 ‒  Señor, en todo engrandeciste y glorificaste a tu pueblo,

            y no dejaste de asistirlo en todo tiempo y lugar.

 

 

¨  ­1,1-5,23. Se describen dos clases de personas: los buenos, que viven de acuerdo con la sabiduría, y los malvados, que carecen de ella. Se expone el juicio diferente de Dios sobre cada uno de ellos y el destino desigual que les espera.

¨ 1,1-11. El autor, habla como Salomón y se dirige con autoridad a todos los gobernantes de la tierra (Ver 6, 1). Para poder gobernar rectamente, es necesario que posean la sabiduría. La sabiduría que presenta el autor tiene origen divino, es enseñada por el espíritu de Dios (cf. Eclo 51,17), y requiere condiciones morales para poder ser recibida. Es diferente de la sabiduría humana que enseñan los griegos. Por eso el que quiera ser sabio, deberá practicar la justicia (Dt 16,20). Justicia es hacer lo que es recto, vivir de acuerdo con la voluntad de Dios (cf. Dt 6,23-24); es lo contrario a la maldad. No basta con aparecer como justo: Dios conoce hasta los sentimientos más íntimos. De modo que ningún delito quedará sin castigo, por más oculto que sea (cf. Jr 11,20; Eclo 39,19).  

[1] 1,6ª. “Amigo del ser humano” (filántropo) es una expresión del gusto de los lectores griegos (7,23), que sirve para expresar una idea central en toda la Biblia (Ex 34,6-7; Jn 3,16; Tit 3,4-5; 1Jn 4,8-10).

¨ «1,1-2,24. Dios creó todas las cosas para que existan, y quiere que la humanidad participe de su vida eterna. El autor de este libro entiende que el ser humano es imagen de Dios (Gn 1,26-27) por la inmortalidad a la que Dios lo había destinado antes del pecado. Pero los malvados desprecian esa vida y con su comportamiento buscan la muerte, razonando como los filósofos epicúreos, que decían: «el alma se disipa como el humo cuando se eleva en el aire».

La inmortalidad es una de las profundas aspiraciones del pensamiento griego. En el libro de la Sabiduría se entiende como eternidad feliz en manos de Dios (3,1-4), concedida por la sabiduría (6,17-18; 8,13-17) a los que practican la justicia viviendo según la voluntad de Dios (5,15; 15,3).

¨ 3,1-9. Los justos, cuando mueren, alcanzan la vida eterna, porque la práctica de la justicia tiene como premio la inmortalidad (1,15). La muerte física de los buenos es solo aparente, porque están bajo la protección de Dios y ya gozan de paz. Los malvados, en cambio, deberán soportar el castigo merecido.

¨ 3,13-15. Para muchos, no tener hijos era una maldición de Dios. La esterilidad de la mujer era considerada deshonrosa (Gn 30,23; Is 4,1), y los eunucos estaban excluidos del culto y del sacerdocio (Lv 21,20, Dt 23,2). Pero el autor se opone a esta opinión. La bendición de Dios desciende sobre los que son fieles a él.

¨ 3,16-4,6. Se decía que tener muchos hijos y vivir muchos años era una bendición de Dios (Sal 127,3; 21,5). Pero los hijos de los pecadores, cuando imitan las acciones de sus padres, merecerán el mismo castigo y llevarán una vida miserable.

Se afirma aquí que los hijos nacidos de uniones ilícitas no son dignos de la bendición de Dios porque se supone la solidaridad de padres e hijos en el pecado; en otros lugares de la Biblia, en cambio, se destaca la responsabilidad personal de cada uno (Jr 31,29-30; Ez 18).

¨ 4,7-19. La muerte prematura o una vida de pocos años eran consideradas como castigo de Dios (Prov 10,27; Job 20,4-11). Por eso, cuando moría una persona joven que había vivido piadosamente, muchos se preguntaban ‒y hoy a veces se sigue interrogando‒: “¿Por qué Dios lo castigó?”. El autor explica que la muerte no es un castigo sino un “traslado”, porque los que son fieles al Señor, cuando mueren, son llevados a gozar perpetuamente de la compañía de Dios (5,5). Contra una opinión que estaba muy generalizada, se afirma que una vida larga no es signo de aprobación de Dios.

[2] 4,14. También se puede traducir: “se apresuró a salir de en medio de la maldad”.

¨ 4,20-5,14. Los que antes se burlaron de los que eran fieles a Dios (2,12-20), en el día del juicio descubrirán la verdad: los justos serán contados entre los santos, mientras que ellos irán a la perdición eterna. La supuesta felicidad de los malvados fue solamente una apariencia (Sal 73).

¨  5,15-23. La felicidad de los justos no tendrá fin, porque el mismo Dios los protegerá y defenderá como un valiente guerrero. Los malvados, en cambio, recibirán un eterno castigo. Dios se prepara para castigar a los malvados, vistiéndose como un soldado que sale a la batalla. Las armas simbolizan actitudes o cualidades (Is 59,16-18; Sal 7,12-13; Ef 6,11-17; 1Tes 5,8). Como en los profetas y en las visiones apocalípticas, los elementos aparecen como ejecutores del castigo reservado a los malvados (Is 28,17; Ez 13,13; Ap 8,7 – 11,19).

¨  ­ 6,1-9.18. El autor habla como Salomón y exhorta a los reyes del mundo para que se dispongan a adquirir la sabiduría.

¨6,1-21. El autor comienza la segunda parte del libro, dirigiéndose a todos los gobernantes del mundo, como lo había hecho en 1,1. Los reprende porque no han practicado la justicia, y los exhorta a buscar la sabiduría, porque si la poseen podrán gobernar rectamente.

La perspectiva es universalista: los que pertenecen al pueblo santo no son solo los descendientes de Abraham, sino todos los que cumplen las leyes santas.

¨  ♦ 6,22-8,21. Esta extensa parte tiene una importancia particular, porque está ubicada en el centro del libro. En ella, el autor describe la sabiduría y la presenta en primer lugar con rasgos que pertenecen a la divinidad. En 6,22-23 hay 21 atributos de la sabiduría, resultado de la multiplicación de 3 por 7, que significa la triple perfección, o la perfección total. Y en 7,24-8,1 se dice de ella lo mismo que se dice de Dios. Más adelante se describe la Sabiduría como una hermosa mujer que el autor ha tomado como esposa. De esta forma, con su propio ejemplo, quiere mover a los gobernantes para que lo imiten y busquen la sabiduría.

¨9,1-18. La sabiduría no se obtiene con el esfuerzo humano y es necesario pedirla a Dios. El autor se inspira en 1Re 3,5-9 y pone en boca de Salomón una oración para pedir la sabiduría que le permita gobernar rectamente el pueblo de Dios. La sabiduría aparece como una mujer sentada junto al trono de Dios. Esta imagen es vista como una preparación a la revelación de la existencia del Hijo junto a Dios Padre que se manifestará con claridad en el NT (cf. Jn 1,1).

¨  ­ 10,1-19,22. Una relectura del AT para mostrar cómo la sabiduría ha actuado desde la creación y a lo largo de toda la historia. La descripción se detiene largamente en el período del éxodo.

¨10,1-14. El autor del libro de la Sabiduría recorre, en primer lugar (10, 1-14), la historia de los patriarcas, desde Adán hasta José, sin nombrar a ninguno de ellos. A todos los que actuaron bien los designa con el mismo nombre, “el justo”, como si fuera un único personaje que está presente en todos los momentos de la historia.

¨10,15-11,14. Continúa la relectura del AT exponiendo la forma en que la sabiduría salvó a los israelitas de la cautividad de Egipto. Los israelitas son presentados como “los justos” merecedores del auxilio divino, mientras que los egipcios aparecen como las personas carentes de justicia y de sabiduría. Un mismo elemento, el agua, sirvió para castigar a los malvados y para auxiliar a los buenos. Esta serie de contrastes se continuará en los capítulos 16-19.

¨11,15-12,27. El autor se dirige a Dios y reconoce que, aunque los egipcios y los cananeos fueron dignos de castigo, el Señor los trató con moderación porque ama a todas sus criaturas, y siempre deja lugar para el arrepentimiento y la conversión. Esto debe servir de lección, para que los fieles aprendan a ser benévolos con los pecadores, y tengan ánimo y esperen el perdón si alguna vez caen en el pecado.

[3] 11,17: El autor interpreta Gn 1,1ss utilizando, como los griegos, la expresión “materia informe”. Esa materia informe también había sido creada por Dios (9,1).

¨13,1-15,19. El autor recuerda el pecado de idolatría de los antiguos egipcios y comienza un largo desarrollo sobre la culpabilidad de los que no reconocen al único y verdadero Dios (Rom 1,18-32). La razón humana, cuando contempla la grandeza y belleza del universo, puede llegar a comprender que hay un Dios creador de todo. Pero muchos se equivocan considerando que esas obras grandiosas son dioses. Pero más culpables son los que llaman dioses a los ídolos que ellos mismos fabrican. Como en otros libros de la época, el autor advierte contra la idolatría y la ridiculiza (Bar 6; Dan 3).

¨ « 14,22-15,19. La idolatría introduce en la sociedad un desorden del que se siguen muchos otros males: la pérdida de la moralidad es uno de ellos (Rom 1,24-32). Si se llama ‘dios’ a lo que no es más que una criatura, luego se dirá que el desorden es ‘paz’ y que el mal es ‘bien’. Israel confiesa que no es idólatra ni se deja engañar por el culto de los ídolos. Lamentablemente, la historia y la predicación de los profetas dan testimonio de que el pueblo de Dios cayó muchas veces en este pecado (Nm 25,2-3; Jue 2,11-13; 2 Re 17,7-16; Sal 106,36; Ez 7,20; etc.).

¨16,1-19,22. El autor se dispone a mostrar cómo Dios salvó a Israel y castigó a sus enemigos. Partiendo de la enseñanza de los sabios de que los mismos elementos creados por Dios para beneficio de los justos son utilizados por el mismo Dios para castigar a los malvados (Eclo 39,27), comienza una serie de contrastes en los que muestra que para castigar a Egipto Dios se sirvió de los mismos instrumentos con los que salvó a Israel. Se detallan algunos prodigios de las plagas de Egipto que no se encuentran en el libro del Éxodo, sino que pertenecen a las tradiciones judías.

[4] 17,10. Esta es la primera vez que la conciencia aparece mencionada en la Biblia. Es un tema que fue tratado por los filósofos griegos, y que después adquirió gran desarrollo en la Escritura y en la moral cristianas.

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