INTRODUCCIÓN
El texto griego de este libro lleva como título “Libro de Tobit”, que es el nombre de uno de los personajes centrales de la obra. El otro personaje es su hijo, llamado Tobías. En la versión latina (Vulgata), padre e hijo llevan el mismo nombre Tobías. Por influencia de la Biblia Vulgata, se generalizó el nombre de “Libro de Tobías”.
Este libro no se encuentra en la Biblia hebrea y no se sabe si originalmente fue escrito en hebreo o en arameo. La obra completa se conservó solo en las traducciones antiguas: griega, siríaca y latina, y recientemente se han encontrado cuatro fragmentos en arameo y uno en hebreo. La versión griega aparece en dos formas diferentes (un texto más breve, manuscritos A y B; y un texto más extenso, manuscrito S); la antigua versión latina (Vetus Latina) parece ser traducción de un texto griego semejante al del manuscrito S. La presente edición del libro de Tobías es traducción del texto que se encuentra en el manuscrito S.
No se tiene noticia de quién fue el autor de este libro, y hay razones fundadas para suponer que fue un israelita de la diáspora de Oriente, que lo elaboró en el siglo II a. C. Los judíos nunca admitieron el libro de Tobit como parte de la Sagrada Escritura. Entre los cristianos hubo al principio diferentes actitudes con respecto a esta obra. Los Santos Padres orientales, por lo general, no lo incluyeron entre los libros sagrados. San Jerónimo tampoco admitía el libro de Tobit como parte de la Sagrada Escritura, y lo tradujo al latín solo por complacer a dos obispos amigos. Según dice él mismo, hizo la traducción en un solo día y sin mucho cuidado. Tenía en su poder un ejemplar del texto arameo, pero, como no dominaba esta lengua, un rabino le traducía del arameo al hebreo, y san Jerónimo dictaba a un secretario la traducción del hebreo al latín (Praefatio in librum Tobiae, PL XXIX, 23). Esta es la versión latina que se conserva en la Biblia Vulgata.
Los Santos Padres latinos, con excepción de san Jerónimo, lo utilizaron y lo citaron como parte de la Sagrada Escritura. Así es que figura en la lista de los libros sagrados de los sínodos de Hipona (año 393) y Cartago (año 397). En vista del rechazo de los judíos y las dudas de los primeros siglos, los protestantes no lo admiten en sus Biblias. El Concilio de Trento, cuando definió el Canon de las Sagradas Escrituras (1546), reconoció que pertenecía a los “libros sagrados y canónicos”.
Es un libro didáctico, que tiene forma de novela. El autor introdujo indicios bien claros como para que el lector entienda que la obra no es histórica. El anciano Tobit estuvo presente cuando se dividieron los reinos en el año 931 antes de Cristo (Tob 1,4), fue deportado a Asiria después de la destrucción de Samaría en el año 722 (1,10). El libro relata lo que le sucedió en el último año del reinado de Senaquerib (año 681; Tob 1,18-20) y en tiempos de Asarjadón (años 681-669; Tob 1,21). Tobías, su hijo, fue testigo de la destrucción de Nínive (año 612; Tob 14,15). A todo esto se añade que el anciano Tobit se presenta como pariente de Ajicar (1,21-22; 2,10; 11,18; 14,10), protagonista de: El libro de Ajicar, una novela oriental muy difundida en la antigüedad. Además, la trama del relato combina elementos de dos cuentos orientales: La historia del muerto agradecido y El monstruo en la cámara nupcial. Todo esto contribuye a dar tono novelesco al relato, como para que el lector no busque datos históricos, sino una enseñanza en otro nivel.
El libro de Tobías es el único texto bíblico que se ocupa de las tribus de Israel llevadas a la cautividad en Asiria. Tobit es un israelita deportado a Nínive después de la destrucción de Samaría, que debe vivir su fidelidad a la ley en medio de un clima hostil. Al mismo tiempo Sarra, la hija de un familiar suyo, que vive en una ciudad del reino de Media, se encuentra con serios problemas en su vida. Tobit y Sarra claman a Dios, y el Señor envía al ángel Rafael para que solucione los problemas de ambos.
Sirviéndose de esta obra didáctica, el autor muestra a sus lectores el ejemplo de la familia de Tobit para enseñar que se debe ser fiel a Dios aun en medio de las dificultades, y que el Señor siempre interviene para salvar a los que se comportan bien. Le da gran importancia a la oración y al deber de sepultar a los muertos. Repite con insistencia que las obras de misericordia, sobre todo la limosna, reciben siempre la retribución por parte de Dios. Reafirma la doctrina de la providencia divina, en aquellas circunstancias en que los miembros del pueblo de Dios se encuentran oprimidos por sus adversarios. El autor está muy interesado en recordar a sus lectores judíos de la diáspora que no deben contraer matrimonio con personas pertenecientes a otros pueblos.
En este libro tiene un protagonismo principal el ángel Rafael. Los ángeles comienzan a aparecer con frecuencia en la literatura de los últimos siglos antes de la era cristiana, para subrayar la trascendencia divina, afirmando que Dios interviene en la creación por medio de intermediarios.
La obra está estructurada como una novela, con el planteo del problema (I – V), el encuentro de los protagonistas y la solución del problema (VI) con el final feliz (VII – X).
Yo, Tobit…
Gn 18,25: 28,1-2; Ex 34,6; Lv 11,1-47; 19,23; 22,8; Nm 19,11-16; 36,6-7; Dt 7,1-3; 14,3-29; 16,16-17; 1 Re 12,19.26-30; 2 Re 19,35-37; Is 58,7; Am 8,10; Dn 1,8; 2 Jdt 12,1-2; Mac 6,18; 7,1; Bar 2,4; Eclo 38,16
1, 1 Libro de la historia de Tobit, hijo de Tobiel, hijo de Ananiel, hijo de Aduel, hijo de Gabael, hijo de Rafael, hijo de Ragüel, de la familia de Asiel, de la tribu de Neftalí. 2 En tiempos de Salmanasar, rey de los asirios, Tobit fue deportado a Asiria, desde Tisbe, que se encuentra al sur de Cades de Neftalí, en la alta Galilea, por encima de Jasor, detrás del camino del oeste, al norte de Fogor.
3 Yo, Tobit, tuve un comportamiento sincero y de acuerdo con la ley de Dios durante toda mi vida, y distribuí muchas limosnas entre mis familiares y compatriotas que estaban desterrados conmigo en Asiria, en la ciudad de Nínive. 4 Cuando todavía era joven y estaba en mi país, en la tierra de Israel, toda la tribu de mi padre Neftalí se apartó de la dinastía de David y de Jerusalén, la ciudad elegida entre todas las tribus de Israel para que en ella se ofrezcan sacrificios. Todos mis parientes y la tribu de mi padre Neftalí dejaron de concurrir al Templo en el que habita el Altísimo, que había sido edificado y consagrado para todas las generaciones futuras. 5 Ellos ofrecían sacrificios sobre todos los montes de Galilea a aquel becerro que Jeroboam, el rey de Israel, hizo en Dan. 6 Muchas veces yo era el único que iba a Jerusalén en los días de fiesta, como está mandado como precepto perpetuo para todo Israel. En cuanto tenía las primicias, las primeras crías, la décima parte del ganado y la primera lana que esquilaba de mis ovejas, iba rápidamente a Jerusalén 7 y las entregaba a los sacerdotes descendientes de Aaron para el altar. A los levitas que prestaban servicio en Jerusalén les daba la décima parte del trigo, del vino, del aceite, de las granadas, de los higos y demás frutales. Cambiaba por dinero otra décima parte, y gastaba el importe en Jerusalén. 8 Cada tres años llevaba y entregaba una décima parte a los huérfanos, a las viudas y a los extranjeros que vivían con los israelitas. Les preparaba una comida como está ordenado en la Ley de Moisés, de acuerdo con los mandamientos que me enseñó Débora, la madre de mi padre Ananiel, porque mi padre había muerto dejándome huérfano.
9 Al llegar a mayor, me casé con una mujer de la familia de mi padre, de la que tuve un hijo al que le puse el nombre de Tobías. 10 Cuando se produjo la deportación a Asiria, yo también fui llevado al destierro y me fui a vivir a Nínive. Todos mis parientes y los demás israelitas comían los alimentos de los paganos, 11 pero yo no los comía para no contaminarme 12 porque me acordaba de Dios con toda mi alma. 13 El Altísimo me concedió que el rey Salmanasar me mirara favorablemente, y llegué a ser el encargado de hacer las compras de todo lo que le era necesario. 14 Hasta que él falleció, yo viajaba a Media para cumplir con su encargo. Allí mismo en Media, deposité en casa de Gabael, el hermano de Gabrí, unas bolsas con unos cuatrocientos kilos de plata. 15 Después que murió Salmanasar y le sucedió en el reinado su hijo Senaquerib, ya no pude volver a Media porque los caminos se volvieron inseguros. 16 En tiempos de Salmanasar yo di muchas limosnas a mis parientes israelitas, 17 compartí mi alimento con los hambrientos y mi ropa con los que no tenían. Si veía que alguno de los nuestros moría y su cadáver era arrojado fuera de las murallas de Nínive, yo lo sepultaba. 18 Cuando Senaquerib volvió huyendo de Judea, después que el Rey del cielo lo castigó por sus blasfemias, mató a muchos. En su indignación, hizo morir a muchos israelitas, pero yo robé sus cadáveres y los enterré. Senaquerib los buscó y no los pudo encontrar. 19 Tuve que ocultarme porque un ninivita fue a informar al rey que yo los había sepultado. Supe que el rey tenía conocimiento de que había sido yo y que me buscaba para matarme, entonces sentí miedo y escapé. 20 Todo lo que tenía me fue arrebatado y fue a parar al tesoro real. A mí no me dejaron nada, a excepción de Ana, mi mujer, y mi hijo Tobías. 21 No habían pasado cuarenta días cuando Senaquerib fue asesinado por sus dos hijos, quienes huyeron hacia los montes de Ararat. Lo sucedió en el trono su hijo Asarjadón, que puso a Ajicar, el hijo de mi hermano Anael, al frente de todos los bienes del reino y con autoridad sobre todo el territorio. 22 Mientras Senaquerib era rey de Asiria, Ajicar había estado encargado del servicio de la mesa y debía custodiar el sello con el que el rey firmaba todos los decretos reales; además, era jefe de la administración y de las cuentas. Asarjadón lo confirmó en esos cargos. Como era mi sobrino, de mi propia familia, Ajicar intercedió por mí y pude regresar a Nínive.
2, 1 En tiempos del reinado de Asarjadón volví a mi casa y me restituyeron a Ana, mi mujer, y a mi hijo Tobías. En nuestra fiesta de Pentecostés, que es la Fiesta de las Semanas, hicieron para mí un banquete y me senté a comer; 2 dispusieron la mesa y me prepararon muchos platos. Entonces le dije a mi hijo Tobías: «Hijo, debes ir a ver si entre los israelitas cautivos en Nínive encuentras algún pobre que se acuerde del Señor de todo corazón. Tráelo para que coma con nosotros. Yo te esperaré hasta que vuelvas, hijo mío». 3 Tobías fue a buscar a algún israelita pobre, y al volver me dijo: «¡Padre!». Le dije: «¡Sí, hijo!». Él respondió: «Padre, un israelita ha sido asesinado y está tirado en la plaza. Lo han estrangulado y todavía está allí». 4 Me levanté de la mesa sin haber probado la comida, fui a la plaza, me llevé el cadáver y lo puse en una habitación hasta que se pusiera el sol para poder sepultarlo. 5 Cuando volví a casa, me lavé y comí con mucha pena, 6 acordándome de las palabras del profeta Amós que dijo, refiriéndose a Betel: “Las fiestas de ustedes se convertirán en duelo, y los cantos se volverán lamentos y llantos”. Y me puse a llorar. 7 Después de la puesta del sol, hice una fosa y lo sepulté. 8 Mis vecinos se burlaban de mí y decían: «¡Todavía no tiene miedo! Hace poco lo buscaban para matarlo por hacer eso y escapó, y otra vez está sepultando a los muertos».
9 Como esa noche hacía calor, me lavé y salí al patio para recostarme contra la pared, con el rostro descubierto. 10 Yo no sabía que arriba, sobre la pared, había unos pájaros. Ellos dejaron caer su excremento caliente sobre mis ojos, y me aparecieron unas manchas blancas. Fui a ver a los médicos para que me curaran, pero cuantos más remedios me aplicaban, más se enceguecían mis ojos por causa de las manchas, hasta que quedé completamente ciego. Cuatro años estuve sin poder ver. Todos mis parientes estaban muy afligidos. Ajicar, por su parte, se ocupó de mi sustento durante dos años, hasta que se trasladó a Elimaida.
11 En esa época Ana, mi mujer, debió ocuparse en labores femeninas haciendo trabajos con lana 12 que entregaba a sus patrones, y ellos le pagaban un salario. El día siete del mes de Distro terminó un tejido y lo entregó a sus patrones. Ellos le pagaron todo y además le regalaron un cabrito para la comida. 13 Cuando el cabrito entró a donde yo estaba, comenzó a balar. Yo llamé a Ana y le pregunté: «¿De dónde es ese cabrito? ¿Acaso será robado? Devuélvelo a su dueño, porque no nos es lícito comer nada robado». 14 Ella me respondió: «Me lo dieron como regalo, además de lo que me pagaron». Pero yo no le creí y seguí insistiendo en que lo devolviera a sus dueños. Me enojé con ella por este asunto, y ella me replicó: «¿Dónde están tus limosnas? ¿Dónde está tu cumplimiento de los mandamientos? Ahí lo puedes ver, con lo que te está sucediendo». 3, 1 Entonces quedé completamente triste, y suspirando me puse a llorar. Después, comencé a orar con gemidos:
2 «Tú eres justo, Señor,
y todas tus obras son justas.
Tú siempre actúas
con misericordia y fidelidad.
Tú eres el juez del mundo.
3 Ahora, Señor, acuérdate de mí.
Mírame, no me condenes por mis pecados,
ni por mis ignorancias,
ni por los pecados que mis padres
cometieron en tu presencia.
4 No hemos escuchado tus mandamientos
y nos has entregado al saqueo,
al destierro y a la muerte,
nos has puesto para que seamos
la burla, el comentario y el desprecio
de todas las naciones
entre las que nos has dispersado.
5 Cuando me tratas de acuerdo con mis pecados,
la multitud de tus sentencias contra mí
responden a la verdad,
porque no hemos cumplido tus mandamientos
ni nos hemos comportado fielmente en tu presencia.
6 Trátame ahora como mejor te parezca
y ordena que me quiten la vida,
para que yo desaparezca de la tierra
y me convierta en polvo.
Porque para mí es mejor morir que vivir,
ya que me injurian sin motivo
y siento una gran tristeza.
¡Ordena, Señor, que sea liberado de esta angustia!
¡Mándame ir al lugar eterno!
¡No apartes tu rostro de mí,
porque prefiero morir
y dejar de escuchar las injurias,
antes que experimentar tanta angustia en mi vida!»
Sarra se había casado siete veces… ¨
Dn 2,20; 3,52.57
7 Ese mismo día, Sarra, la hija de Ragüel, de Ecbátana de Media, fue insultada por una de las servidoras de su padre. 8 La razón fue porque Sarra se había casado siete veces, pero el malvado demonio Asmodeo había matado a sus esposos antes de que se unieran maritalmente con ella. La servidora le dijo: «¡Tú matas a tus maridos! Ya has tenido siete y no llevas el apellido de ninguno de ellos. 9 ¿Por qué nos castigas si tus maridos se te mueren? ¡Vete con ellos para que nunca veamos hijos o hijas tuyas!» 10 Ese día Sarra sintió mucha tristeza y se puso a llorar. Después subió a la parte alta de la casa de su padre con la intención de ahorcarse, pero reflexionó y dijo: «¡No vaya a suceder que insulten a mi padre diciendo: “Tenías una única hija amada, y esta se ahorcó por los sufrimientos”, y yo sea la causa de que mi padre anciano baje con tristeza al sepulcro! Es mejor que en vez de ahorcarme, pida al Señor que yo me muera y deje de oír insultos en mi vida». 11 En ese mismo momento extendió sus brazos por la ventana y oró diciendo:
«Bendito seas tú, Dios misericordioso,
que tu nombre sea bendito eternamente,
y que todas tus obras te bendigan por siempre.
12 Ahora dirijo mi rostro hacia ti,
hacia ti levanto mis ojos.
13 Manda que yo sea liberada de esta tierra,
y que no vuelva a oír insultos.
14 Tú sabes, Señor,
que me mantengo pura
de todo contacto con varón,
15 que en este país en el que estoy desterrada
no he manchado mi nombre
ni el nombre de mi padre. .
Soy la única hija de mi padre,
y él no tiene otro hijo para que lo herede.
A él no le queda
ni hermano ni familiar
con quien me corresponda casarme.
Ya se han muerto siete esposos
¿Para qué quiero la vida
si tú no quieres matarme?
¡Señor, escucha los insultos!
16 Las oraciones de Tobit y de Sarra fueron escuchadas al mismo tiempo en la presencia de la gloria de Dios, 17 y el Señor envió al ángel Rafael para que curara a los dos: para que quitara a Tobit las manchas de sus ojos, y con esos mismos ojos pudiera ver la luz de Dios. Y para que liberara a Sarra, la hija de Ragüel, del malvado demonio Asmodeo, y la entregara como esposa a Tobías, el hijo de Tobit. Tobías tenía más derecho a recibirla como esposa que cualquier otro pretendiente. A la hora en que Tobit volvía desde el patio a su casa, Sarra, la hija de Ragüel, bajaba desde la parte alta de la suya.
III. TOBÍAS¨
La plata depositada en casa de Gabael…
Éx 34,15-16; Nm 36,6-9; Lv 19,13; Dt 7,1-4; 24,15; 26,14; 1 Sm 2,7; Is 58,6-7; Jr 16,7; Esd 9,1-12; Neh 13,23-28; Eclo 3,30; 4,4-5; 7,27; 9,14; 12,4.7; 19,1-3.22; 31,25-31; 37,7-15; Mt 7,12; 25,35-36; Lc 6,31; 11,41; 1 Tim 6,6-8
4, 1 Ese día Tobit se acordó de la plata que había dejado depositada en casa de Gabael, en Ragués de Media, 2 y se dijo en su interior: «Yo ya estoy deseando morirme. ¿Por qué no llamo a mi hijo Tobías y le informo sobre esta plata antes de morir?». 3 Llamó entonces a su hijo Tobías, y cuando este fue, le dijo:
«Sepúltame dignamente.
Respeta a tu madre
y no la abandones ni un solo día de su vida.
Compórtate ante ella como a ella le agrada.
No hagas nada que le provoque tristeza.
4 Acuérdate, hijo, de que pasó por muchos peligros
cuando te llevaba en el seno.
Cuando muera, sepúltala junto a mí,
en la misma tumba.
5 Hijo, acuérdate del Señor todos los días,
no quieras pecar, ni traspasar sus mandamientos.
Practica la justicia todos los días de tu vida,
y no vayas por el camino de la maldad,
6 porque los que se comportan sinceramente
tendrán éxito en todos sus proyectos,
7 como todos los que practican la justicia.
Debes dar limosna de lo que tengas,
y cuando la des, no seas mezquino.
Cuando veas a un pobre, no le des la espalda,
y Dios no dejará de atenderte.
8 Darás limosna según la cantidad de tus bienes:
si tienes poco, no temas dar limosna de ese poco,
9 así atesorarás un buen depósito
para el día en que estés en la necesidad.
10 Porque la limosna libera de la muerte
y no permite que caigas en las tinieblas.
11 La limosna es una ofrenda preciosa
en presencia del Altísimo.
12 Hijo, aléjate de la fornicación
y ante todo elige a una mujer perteneciente la familia de tu padre.
No tomes mujer extranjera
o que no sea de la tribu de tu padre,
porque somos descendientes de profetas.
Recuerda, hijo, que Noé, Abraham, Isaac y Jacob,
nuestros padres desde siempre,
todos ellos eligieron mujeres entre sus familiares.
Por eso fueron bendecidos en sus hijos
y su descendencia recibirá el país en herencia.
13 Ahora, hijo, ama a tus hermanos israelitas,
no seas soberbio con ellos
ni con los hijos e hijas de tu pueblo,
de modo que no quieras tomar mujer israelita.
Porque en el orgullo hay perdición y gran agitación,
y la ociosidad, que es madre del hambre,
trae deshonra y mucha pobreza.
14 No tardes en pagar el jornal
del hombre que ha trabajado para ti:
págale en el momento.
Si sirves a Dios, él te retribuirá.
En todas tus acciones debes tener cuidado,
y mostrarte educado en tu comportamiento.
15 No hagas a los demás
lo que no te gusta que te hagan.
No bebas vino hasta emborracharte,
y no lleves la embriaguez como compañera de camino.
16 Comparte tu pan con el que tiene hambre,
y tu ropa con los que no tienen.
Darás como limosna todo lo que te sobra,
y no lo harás con mezquindad.
17 Reparte tu pan sobre la tumba de los justos,
pero no lo des a los pecadores.
18 Pide consejo a las personas prudentes,
y no desprecies los consejos útiles.
19 En toda ocasión debes dar gracias al Señor Dios;
pídele que tus caminos sean rectos,
y que todos tus senderos y proyectos
lleguen a buen fin.
Porque no todas las personas dan buenos consejos,
pero el Señor da toda clase de bienes,
y cuando él quiere, humilla
hasta lo más profundo del lugar de los muertos.
Ahora, hijo, recuerda estos mandamientos míos,
y que no se borren de tu corazón.
20 Te informo, hijo, que dejé cuatrocientos kilos de plata depositados en casa de Gabael, el hijo de Gabrí, en Ragués de Media. 21 No temas, hijo, si nos hemos empobrecido. Tienes mucha riqueza si temes a Dios, huyes de todo pecado y te comportas bien en presencia del Señor tu Dios». 5, 1 Entonces Tobías le dijo a Tobit, su padre: «Padre, yo haré todo lo que me ordenas, 2 pero ¿cómo puedo recuperar esto, si yo no lo conozco y él no me conoce a mí? ¿Qué señal le daré para que me conozca, me crea y me entregue el dinero? Además, no conozco el camino que conduce a Media». 3 Tobit le respondió a su hijo Tobías: «Él me dio un recibo firmado, y yo le di otro; yo corté el mío en dos, y cada uno tomó una parte. Yo puse mi parte junto con la plata ¡Ya hace veinte años que deposité esa plata! Ahora, hijo, busca un hombre de confianza para que vaya contigo. Le pagaremos su salario hasta que vuelvas. Deberás ir a recuperar esta plata».
Un ángel bueno lo acompañará…
Tob 8,4.7; Cant 4,9-12; 5,1-2
5, 4 Tobías salió a buscar un hombre que conociera el camino para que fuera con él hasta Media. Cuando salió, encontró al ángel Rafael que estaba de pie frente a él. Como no sabía que era un ángel de Dios, 5 le preguntó: «¿De dónde eres, joven?». Rafael le respondió: «Soy uno de tus hermanos israelitas. He venido a buscar trabajo». Tobías volvió a preguntar: «¿Conoces el camino que conduce a Media?» 6 Y él respondió: «Sí, he estado muchas veces allá y conozco perfectamente esos caminos. He ido con frecuencia a Media y me he alojado en casa de Gabael, un israelita que vive en Ragués de Media. Desde Ecbátana hasta Ragués hay una distancia de dos días de camino, porque Ragués está situada en la montaña». 7 Tobías le dijo: «Espérame, joven, hasta que entre a decírselo a mi padre. Necesito que vayas conmigo. Yo te pagaré tu salario». 8 Rafael le respondió: «Yo te espero. Solo te pido que no tardes». 9 Tobías fue a informar a su padre y le dijo: «Encontré un hombre que es de nuestros hermanos israelitas». Tobit le respondió: «Hijito, llama a ese hombre, para que yo sepa a qué tribu y a qué familia pertenece, y si es digno de confianza para que te acompañe». 10 Tobías salió, lo llamó y le dijo: «Joven, mi padre te llama».
Rafael entró y Tobit se adelantó a saludarlo. El ángel le dijo: «¡Que tengas mucha alegría!». Tobías le respondió: «¿Qué alegría puedo tener? Yo soy un hombre ciego y no veo la luz del cielo. Permanezco en las tinieblas como los muertos que no ven la luz. Vivo entre los muertos: oigo la voz de las personas, pero no las veo». El ángel le dijo: «¡Debes tener confianza! Dentro de poco Dios te sanará ¡Debes tener confianza!». Tobit le dijo: «Hermano, mi hijo Tobías quiere viajar a Media. ¿Quieres acompañarlo y servirle de guía? Yo te pagaré tu salario». Él le respondió: «Sí, puedo ir con él. Yo conozco todos los caminos; he ido frecuentemente a Media y he cruzado todas esas llanuras y montañas, y conozco todos sus caminos». 11 Después Tobit le preguntó: «Hermano, ¿puedes decirme de qué tribu y de qué familia eres?» 12 Le respondió: «¿Por qué necesitas saber cuál es mi tribu?» Tobit replicó: «Hermano, quiero saber realmente quién eres y cómo te llamas». 13 Y él respondió: «Yo soy Azarías, hijo del gran Ananías, uno de los israelitas». 14 Entonces Tobit dijo: «¡Bienvenido, hermano! No te ofendas si quise saber la verdad acerca de tu familia, porque ahora resulta que perteneces a una familia buena y hermosa. Yo conozco a Ananías y a Natán, los dos hijos del gran Semelías. Ellos iban a rendir culto conmigo a Jerusalén, y no se han apartado del buen camino. Tus familiares son buenas personas. Tú vienes de una buena raíz. ¡Bienvenido!» 15 Después le dijo: «Te pagaré una dracma por día, además tendrás todo lo necesario igual que mi hijo. 16 Acompaña a mi hijo, y te daré algo más que tu salario». 17 El ángel dijo: «Yo iré con él. ¡No temas, salimos en paz, y volveremos a ti en paz, porque los caminos son seguros!». Tobit respondió: «¡Bendito seas, hermano!» Después llamó a su hijo y le dijo: «Hijo, prepárate para el viaje y parte con tu amigo. ¡Que el Dios del cielo los proteja mientras están allá, y los devuelva a mí en paz! ¡Que su ángel los acompañe con su salvación, hijo!». Después de besar a su padre y a su madre, Tobías salió para emprender el viaje. Tobit le dijo: «¡Vete en paz!».
18 La madre de Tobías se puso a llorar y le dijo a Tobit: «¿Para qué mandaste a nuestro hijo? ¿Acaso no es el bastón de nuestras manos, y el que siempre va y viene con nosotros? 19 Esa plata no aumentará nuestro dinero, sino que servirá para que perdamos a nuestro hijo. 20 Es suficiente para nosotros lo que el Señor nos da para vivir». 21 Tobit le contestó: «¡No te preocupes! Nuestro hijo volverá en paz, así como se fue. Tú misma lo verás el día que regrese en paz. 22 ¡No te preocupes! ¡No temas por él, hermana! Un ángel bueno lo acompañará, le dará buen viaje y lo hará volver en paz». 23 Entonces ella dejó de llorar.
Te corresponde tomar a Sarra por esposa…
Nm 36,6-9
6, 1 El muchacho salió con el ángel. El perro salió también con ellos y los siguió. Caminaban juntos, y pasaron la primera noche junto al río Tigris. 2 El muchacho bajó al río Tigris para lavarse los pies, y se puso a gritar porque un pez enorme había saltado del agua y quería devorarle el pie. 3 El ángel le dijo al muchacho: «¡Agarra al pez y sujétalo!» El joven agarró el pez y lo arrastró a la orilla. 4 El ángel le dijo: «Abre el pez, sácale la hiel, el corazón y el hígado, y guárdalos, porque estos son remedios muy útiles, pero tira los intestinos». 5 El muchacho abrió el pescado y le sacó la hiel, el corazón y el hígado. Asó y comió una parte del pescado, y guardó la otra parte después de salarla. 6 Siguieron caminando juntos hasta llegar cerca de Media. 7 Entonces el joven preguntó al ángel: «Hermano Azarías, ¿para qué sirven como remedio el corazón, el hígado y la hiel del pescado?» 8 El ángel le respondió: «Cuando un hombre o una mujer son atacados por un demonio o un espíritu maligno, el corazón y el hígado del pescado se queman delante de esa persona, y entonces el ataque cesa y no vuelve a repetirse jamás. 9 Y si se ungen con la hiel del pescado los ojos de una persona que tiene manchas blancas, y luego se sopla sobre las manchas, la persona queda curada».
10 Cuando entraron en Media y ya estaban cerca de Ecbátana, 11 Rafael le dijo al joven: «Hermano Tobías». Él le respondió: «¿Qué deseas?». El ángel continuó: «Esta noche debemos alojarnos en casa de Ragüel. Él es un hombre de tu familia que tiene una hija llamada Sarra. 12 No tiene más hijos que Sarra, y tú tienes más derecho de casarte con ella que cualquier otro hombre. Además, te corresponde en justicia heredar los bienes de su padre. La joven es prudente, valiente y muy hermosa. Su padre es un buen hombre». 13 Y agregó: «Te corresponde tomarla por esposa. Escúchame, hermano, esta noche yo le hablaré al padre acerca de la joven para que sea tu prometida. Cuando volvamos de Ragués celebraremos tu boda con ella. Estoy seguro de que Ragüel no te la negará ni se la dará como esposa a otro, haciéndose digno de la pena de muerte como está mandado en la Ley de Moisés. Él sabe que tú tienes más derechos de recibir a su hija que cualquier otro hombre. Escúchame ahora, hermano, esta noche hablaremos acerca de la joven, para que quede prometida a ti. Cuando volvamos de Ragués la tomaremos y la llevaremos con nosotros a tu casa» 14 Tobías le respondió a Rafael: «Hermano Azarías, he oído decir que ya ha sido dada a siete hombres, y que en la noche de bodas todos murieron en el momento en que se iban a unir con ella. También oí decir que los mata un demonio. 15 Yo tengo miedo, porque a ella no le hace ningún mal, pero mata a los que se acercan a ella. Yo soy el hijo único de mi padre. Si muero, haré bajar a la tumba a mi padre y a mi madre llenos de dolor por mí, y no queda otro hijo para que los sepulte». 16 El ángel le dijo: «¿No recuerdas lo que te ordenó tu padre cuando te dijo que tomaras mujer de su misma familia? Ahora escúchame, hermano: no te preocupes por ese demonio y tómala, porque yo sé que esta noche te la darán por esposa. 17 Cuando entres en la habitación nupcial, toma el hígado y el corazón del pescado y colócalos sobre el brasero de los perfumes. El olor se difundirá, y cuando el demonio lo huela huirá y nunca más volverá a acercarse a Sarra. 18 Antes de unirse, levántense los dos y hagan oración. Rueguen al Señor del cielo que tenga misericordia de ustedes y los salve. No tengas miedo porque está destinada para ti desde la eternidad. Tú la salvarás y ella irá contigo. Te aseguro que tendrás hijos de ella, que serán para ti como hermanos. No te preocupes». 19 Cuando Tobías oyó las palabras de Rafael, y supo que ella era parienta suya, de la misma familia de su padre, la amó y su corazón se apegó a ella.
Se te da como esposa según la Ley…
Tob 4,20; 6, 17; Gn 2,18; Sal 85,8; Dn 3,26.57.59
7, 1 Cuando entraron en Ecbátana, Tobías le dijo: «Hermano Azarías, llévame enseguida a casa de nuestro pariente Ragüel». Lo condujo entonces a casa de Ragüel. Encontraron a Ragüel sentado junto a la puerta del patio, se adelantaron a saludarlo, y él les dijo: «¡Que tengan mucha alegría, hermanos! ¡Bienvenidos!». Después los llevó a su casa 2 y le dijo a Edna, su mujer: «¡Cómo se parece este muchacho a mi pariente Tobit!». 3 Edna les preguntó: «¿De dónde son, hermanos?». Ellos le respondieron: «Somos de la tribu de Neftalí y estamos desterrados en Nínive». 4 Les preguntó: «¿Conocen a nuestro pariente Tobit?». Ellos le dijeron: «Lo conocemos». 5 Ella volvió a preguntar: «¿Está bien?». Le dijeron: «Está bien y todavía vive». Tobías agregó: «¡Es mi padre!». 6 Ragüel dio un salto y se puso de pie, besó a Tobías y se puso a llorar. Después dijo: «¡Bendito seas, eres hijo de un padre excelente y bueno! ¡Qué desgracia que haya quedado ciego un hombre justo y que hacía limosnas!». Después abrazó a su pariente Tobías y se puso a llorar. 7 También lloraban Edna, su mujer, y su hija Sarra. 8 Mató luego un carnero del rebaño y los recibió con toda cordialidad.
9 Después de bañarse y purificarse, se sentaron a comer. Tobías le dijo a Rafael: «Hermano Azarías, debes decirle a Ragüel que me entregue como esposa a Sarra, mi parienta». 10 Cuando Ragüel oyó estas palabras, dijo al joven: «Come, bebe y disfruta esta noche, hermano, porque no hay ningún hombre fuera de ti que tenga derecho a tomar como esposa a Sarra, mi hija. Además, yo no puedo dársela a nadie fuera de ti, porque eres mi pariente más próximo. Pero debo decirte toda la verdad, muchacho: 11 Ya la he dado a siete maridos, parientes nuestros, y en la noche de bodas, todos murieron en el momento en que iban a unirse con ella. Ahora, muchacho, come y bebe, y el Señor se ocupará de nosotros». 12 Tobías dijo: «A partir de ahora no comeré ni beberé, hasta que tomes una decisión con respecto a mí». Ragüel respondió: «Lo hago. Ella te es dada según lo dispone la Ley de Moisés, y el cielo ha decidido que te la entregue; recibe entonces a tu parienta. Desde ahora tú eres su hermano y ella es tu hermana. Se te entrega desde ahora y para siempre. Hijo, que esta noche el Señor del cielo los favorezca y derrame sobre ustedes la misericordia y la paz». 13 Ragüel llamó a su hija Sarra. Cuando ella vino, él tomó su mano y la puso en la de Tobías, diciendo: «Recíbela. Se te da como esposa según la Ley y las disposiciones que están escritas en el libro de Moisés. Tómala y vuelve en paz a la casa de tu padre. Que el Dios del cielo los conduzca por el camino de la paz». 14 Después llamó a la madre e hizo traer una hoja. En ella escribió el contrato matrimonial y se la dio por esposa según está establecido en la Ley de Moisés. Una vez hecho todo esto, comenzaron a comer y a beber. 15 Ragüel llamó a Edna, su esposa, y le dijo: «Hermana, prepara la otra habitación y lleva allí a Sarra». 16 Ella fue y preparó una cama como le había dicho. Después llevó a Sarra a la habitación, y se puso a llorar por su hija. Cuando secó sus lágrimas, le dijo: 17 «¡Debes tener confianza, hija! ¡El Dios del cielo te dará alegría en lugar de tu tristeza! ¡Debes tener confianza, hija!». Después salió de la habitación.
8, 1 Cuando terminaron de comer, quisieron ir a dormir, y llevaron al joven a la habitación. 2 Tobías se acordó de lo que le había dicho Rafael, y sacando de su bolsa el hígado y el corazón del pescado, los puso sobre las brasas del perfumero. 3 El olor del pescado expulsó al demonio, que salió huyendo hacia la región alta de Egipto, pero Rafael lo siguió, lo ató con rapidez y lo dejó encadenado. 4 Después que los demás salieron de la habitación y cerraron la puerta, Tobías se levantó de la cama y le dijo a Sarra: «¡Hermana, levántate! ¡Oremos y pidamos a nuestro Dios que nos dé misericordia y salvación!». 5 Entonces se levantaron y comenzaron a orar pidiendo que Dios los salvara. Tobías dijo:
«¡Bendito seas, Dios de nuestros antepasados!
¡Bendito sea tu nombre por siempre!
¡Que los cielos y toda la creación te bendigan eternamente!
6 Tú creaste a Adán,
y para él creaste a Eva, su mujer,
para que fuera su ayuda y su apoyo.
De ellos dos proviene toda la familia humana.
Tú dijiste: “No está bien que el hombre esté solo,
hagámosle una ayuda que sea semejante a él”.
7 Yo no tomo a esta hermana mía por deseo impuro,
sino con intención sincera.
Derrama tu misericordia sobre mí y sobre ella,
para que lleguemos juntos a la vejez».
8 Los dos dijeron: «¡Amén! ¡Amén!» 9 y se acostaron para pasar la noche.
10 Ragüel se levantó, y llamando a los servidores que tenía en su casa, fueron a cavar una fosa, porque decía: «No vaya a suceder que muera y todos se burlen de nosotros y nos desprecien». 11 Cuando terminaron de abrir la tumba, Ragüel volvió a la casa, llamó a su mujer 12 y le dijo: «Manda a una servidora para que entre y vea si vive, porque si ha muerto lo sepultaremos sin que nadie se entere». 13 Mandaron a la servidora, encendieron una lámpara y abrieron la puerta. La servidora entró y los encontró acostados, durmiendo juntos. 14 Salió y anunció: «¡Está vivo, y no les ha pasado nada malo!» 15 Entonces dieron gracias al Dios del cielo, diciendo:
«¡Bendito seas, Dios, con toda alabanza pura!
¡Que te bendigan eternamente!
16 ¡Bendito seas porque me has dado alegría,
y no ha sucedido el mal que temía,
sino que nos trataste de acuerdo con tu inmensa misericordia!
17 ¡Bendito seas porque te has compadecido
de estos dos hijos únicos!
¡Muéstrales, Señor, tu misericordia y tu salvación!
¡Concédeles que lleven hasta el final
una vida de felicidad y de amor!»
18 Después Ragüel ordenó a sus servidores que taparan la fosa antes del amanecer, 19 y dijo a su mujer que amasara muchos panes. Fue al establo, separó dos bueyes y cuatro carneros, mandó que los prepararan y comenzó a organizar la fiesta. 20 Ragüel llamó a Tobías y le dijo: «Durante catorce días no te moverás de aquí. Te quedarás en mi casa comiendo, bebiendo y llenando de felicidad a mi hija que ha tenido que sufrir tanto. 21 Tomarás después la mitad de todo lo que poseo y te irás en paz a la casa de tu padre. Cuando yo y mi mujer muramos, la otra mitad será también de ustedes. ¡Debes tener confianza, hijo! Yo soy tu padre, y Edna es tu madre. Desde ahora en adelante estaremos siempre junto a ustedes. ¡Debes tener confianza, hijo!».
9, 1 Tobías llamó a Rafael y le dijo: 2 «Hermano Azarías, tomarás cuatro servidores y dos camellos e irás a Ragués, a la casa de Gabael, le entregarás el recibo, retirarás la plata y traerás a Gabael a la fiesta de bodas. 3-4 Porque tú sabes que mi padre está contando los días, y si me retraso un día más, le produciré una gran tristeza. Tú ves cómo me ha conjurado Ragüel, y yo no puedo traspasar su juramento». 5 Rafael fue con los cuatro servidores y los dos camellos a Ragués de Media. Se alojaron en la casa de Gabael y le entregó el recibo. Le informó además que Tobías, el hijo de Tobit, se había casado y que lo invitaba para que fuera a la fiesta de bodas. Gabael contó inmediatamente las bolsas, que todavía estaban con sus sellos, y se las dio. 6 Al día siguiente madrugaron y fueron juntos a la fiesta de bodas. Entraron a la casa de Ragüel y encontraron a Tobías sentado a la mesa. El joven se levantó y saludó a Gabael. Entonces Gabael se puso a llorar y lo saludó diciendo: «¡Hombre excelente y bueno, hijo de un hombre excelente y bueno, justo y generoso en dar limosnas! Que el Señor conceda las bendiciones del cielo a ti y a tu mujer, a tu padre y a la madre de tu mujer. ¡Bendito sea Dios porque he visto a alguien semejante a mi primo Tobit!»
VII. EL REGRESO¨
¡Permíteme volver a la casa de mi padre..!
10, 1 Día tras día, Tobit calculaba los días que Tobías tardaría para ir y volver. Cuando pasaron los días y su hijo no apareció, 2 dijo: «Quizá hay algo que lo retiene, o tal vez falleció Gabael y nadie le devuelve la plata», 3 y comenzó a entristecerse. 4 Ana, su mujer, decía: «Mi hijo murió y ya no se encuentra entre los vivientes», y se puso a llorar y a lamentarse por su hijo mientras decía: 5 «¡Ay de mí, hijo, que permití que te fueras, tú que eras la luz de mis ojos!» 6 Tobit le dijo: «¡Calla, hermana! ¡No te preocupes! Nuestro hijo está bien. Seguramente ha tenido algún inconveniente, pero el hombre que lo acompaña es de confianza y además es un israelita. ¡No te aflijas por él, hermana! Ya aparecerá». 7 Pero ella le respondió: «¡Cállate, no me engañes! Mi hijo ha muerto». Ana salía todos los días y miraba hacia el camino por el que se había ido su hijo. No le creía a nadie, y cuando se ponía el sol pasaba toda la noche entre llantos y lamentos, sin poder dormir.
8 Cuando se cumplieron los catorce días que Ragüel había jurado que duraría la fiesta de bodas de su hija, Tobías se presentó ante Ragüel y le dijo: «¡Déjame ir! Porque sé que mi padre y mi madre están creyendo que ya no me verán más. Te ruego que me permitas volver a la casa de mi padre. Ya te he dicho cómo lo he dejado». 9 Ragüel le respondió a Tobías: «¡Quédate, hijo! ¡Quédate conmigo! Yo enviaré mensajeros para que informen acerca de ti a Tobit, tu padre». Pero Tobías le replicó: «¡De ningún modo! Te ruego que me permitas volver a la casa de mi padre». 10 Entonces Ragüel, sin demora, le entregó a su esposa Sarra, la mitad de todos sus bienes, servidores y servidoras, bueyes, ovejas, asnos, camellos, vestidos, objetos de plata y utensilios. 11 Los dejó ir felices, y se despidió de Tobías diciendo: «¡Que te vaya bien, hijo! ¡Puedes ir en paz! ¡Que el Señor del cielo los guíe por el camino a ustedes y a Sarra, tu mujer! ¡Que yo pueda ver los hijos de ustedes antes de morir!». 12 Y a su hija Sarra le dijo: «¡Debes ir a casa de tu suegro, porque a partir de ahora ellos son tus padres, iguales a los que te engendraron! ¡Que vayas en paz, hija! ¡Y que mientras viva, yo tenga buenas noticias de ti!». Y saludándolos, los despidió. 13 Edna le dijo a Tobías: «¡Hijo y hermano querido! ¡Que el Señor te lleve de vuelta a tu casa, y me dé vida para que pueda ver los hijos de ustedes antes de morir! En presencia del Señor te entrego a mi hija Sarra para que la cuides. No le causes tristeza durante todos los días de tu vida. ¡Que vayas en paz, hijo! Desde ahora yo soy tu madre y Sarra es tu hermana. ¡Que todos nosotros vivamos igualmente felices todos los días de nuestra vida!». Después los besó y los dejó ir, llenos de alegría.
14 Tobías se fue de la casa de Ragüel en paz y feliz. Le dio gracias al Señor del cielo y de la tierra, el Rey del universo, porque lo guió felizmente por su camino, y dijo: «¡Que yo pueda honrarlos todos los días de su vida!».
VIII. LLEGADA A NÍNIVE¨
¡Yo soy Rafael…!
Prov 11,4; 16,8; Dn 4,24; Eclo 3,30; 29,8-13; Mt 18,10; Ap 8,2
11, 1 Cuando llegaron cerca de Caserín, que está frente a Nínive, 2 Rafael le dijo: «Tú sabes en qué condiciones dejamos a tu padre. 3 Adelantémonos a tu esposa y preparemos la casa mientras ella viene». 4 Entonces fueron los dos juntos. Rafael le dijo: «Lleva la hiel en tu mano». Mientras tanto, el perro los seguía.
5 Ana estaba sentada mirando con atención el camino por el que debía volver su hijo. 6 Tuvo un presentimiento de que venía, y le dijo a Tobit: «¡Viene tu hijo con el hombre que lo acompaña!». 7 Antes de que Tobías se acercara a su padre, Rafael le dijo: «Estoy seguro de que recuperará la vista. 8 Úngele los ojos con la hiel del pescado; el remedio hará que las manchas que tiene se contraigan y se desprendan. Entonces tu padre recuperará la vista y verá la luz». 9 Ana salió corriendo, abrazó a su hijo y le dijo: «¡Te he visto, hijo! ¡Ahora puedo morir!» Y se puso a llorar. 10 Tobit se levantó y salió tropezando a la puerta del patio. 11 Tobías fue hacia él con la hiel del pescado en la mano. Le sopló en los ojos, lo tomó de la mano y le dijo: «¡Debes tener confianza, padre!». Entonces le puso el remedio una y otra vez, 12 y con las dos manos le quitó las manchas de los ojos. 13 Tobit lo abrazó, se puso a llorar y le dijo: «¡Te veo, hijo, luz de mis ojos!». 14 Y añadió:
«¡Bendito sea Dios!
¡Bendito sea su gran nombre!
¡Benditos sean todos sus santos ángeles!
¡Que su nombre sea engrandecido entre nosotros!
¡Benditos sean eternamente todos sus santos ángeles!
Porque él me había castigado,
pero ahora veo a mi hijo Tobías».
15 Entonces Tobías entró en la casa muy contento mientras daba gracias a Dios en voz alta. Después le informó a su padre que en el viaje le había ido muy bien, que había traído la plata, que había tomado como esposa a Sarra, la hija de Ragüel, que ella había venido y que estaba cerca de las puertas de Nínive. 16 Entonces Tobit, contento y dando gracias a Dios, salió hacia las puertas de Nínive, al encuentro de su nuera. La gente de la ciudad quedó maravillada cuando lo vieron caminar y que avanzaba decididamente sin necesidad de que lo llevaran de la mano. Tobit proclamó delante de todos ellos que Dios había tenido misericordia de él y que le había abierto los ojos.
17 Después Tobit se acercó a Sarra, la esposa de su hijo Tobías, y la saludó diciendo:
«¡Entra en paz, hija!
¡Bendito sea tu Dios, que te trajo hasta nosotros, hija!
¡Bendito sea tu padre!
¡Bendito sea mi hijo Tobías!
¡Bendita seas tú, hija!
¡Entra en tu casa en paz, hija!
¡Entra con bendición y alegría!»
18 Ese día hubo gran alegría entre todos los judíos que habitaban en Nínive, 19 y Ajicar y Nadab, los sobrinos de Tobit, vinieron a felicitarlo.
12, 1 Cuando terminaron los días de la fiesta de bodas, Tobit llamó a su hijo Tobías y le dijo: «Hijo, ocúpate de pagarle lo que corresponda al hombre que te acompañó, y agrégale algo a su salario». 2 Tobías le respondió: «Padre, ¿qué salario puedo pagarle? No perdería nada si le diera la mitad de los bienes que traje conmigo. 3 Me ha traído en paz, curó a mi esposa, me trajo la plata y también te curó a ti, ¿qué salario puedo pagarle?». 4 Tobit le dijo: «Es justo que tome la mitad de lo que trajo». 5 Entonces Tobías lo llamó y le dijo: «Toma como salario la mitad de todo lo que trajiste, y puedes ir en paz». 6 Rafael llamó aparte a los dos y les dijo:
«¡Alaben a Dios!
¡Proclamen ante todos los vivientes
todo el bien que Dios hizo con ustedes,
para que ellos también lo alaben y canten himnos a su nombre!
¡Hagan saber a toda la gente
las obras de Dios dignas de alabanza,
y nunca dejen de pregonarlas!
7 Es bueno guardar en secreto las confidencias del rey,
pero es honroso publicar y proclamar las obras de Dios.
Hagan el bien, y el mal no los dañará.
8 Es buena la oración sincera.
Es mejor dar limosna viviendo justamente,
que tener riqueza y vivir como un malvado.
Es mejor dar limosna que tener montones de oro.
9 La limosna libera de la muerte
y purifica de todo pecado.
Los que dan limosnas con generosidad
gozarán de larga vida.
10 Los pecadores y los malvados
son enemigos de su propia vida.
11 Les diré toda la verdad
y no les ocultaré una sola palabra.
Ya les he manifestado y les he dicho
que está bien guardar el secreto del rey
y que es honroso publicar las obras de Dios.
12 Ahora bien, cuando tú y Sarra oraban,
yo presentaba las peticiones de ustedes delante del Señor,
para que él las recordara,
y hacía lo mismo cuando sepultabas a los muertos.
13 Cuando no dudaste en levantarte de la mesa
y dejar tu comida para ir a ocultar y sepultar un cadáver,
yo había sido enviado a ti para ponerte a prueba.
14 Ahora Dios me ha enviado
para que te cure a ti y a tu nuera Sarra.
15 Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles
que están al servicio del Señor
y pueden entrar ante su presencia gloriosa».
16 Los dos quedaron desconcertados, se postraron con el rostro en tierra y tuvieron gran temor. 17 Entonces el ángel les dijo: «¡No teman! ¡Manténganse en paz! ¡Alaben siempre a Dios! 18 Cuando yo estuve con ustedes, no lo hice por benevolencia mía sino por voluntad de Dios. ¡Alaben a Dios todos los días! ¡Cántenle himnos! 19 Cuando ustedes me veían comer, en realidad yo no comía: ustedes veían una visión. 20 ¡Ahora alaben al Señor sobre la tierra! ¡Reconozcan las acciones de Dios! Yo subo al que me envió. Escriban todas estas cosas que les han sucedido». Y se elevó. 21 Ellos se levantaron y ya no lo vieron más. 22 Entonces comenzaron a alabar y a cantar himnos a Dios, celebrándolo por esta gran maravilla de que se les había aparecido un ángel de Dios.
¡Jerusalén será reconstruida!
Dt 28,64; 30,2-3; 32,39; 1 Sm 2,6; Is 44,26-28; 54,11-12.16-17; 60,1-6; 66,10; Ez 36,19; Sal 122,6; Bar 4,31-32; Sab 16,13; Ap 21,10-21
13, 1 Y dijo Tobit:
2 «¡Bendito sea Dios que vive eternamente
y bendito sea su reinado,
porque él castiga y también tiene misericordia,
él hace descender hasta la mansión de los muertos,
en lo más profundo de la tierra,
y también eleva desde la gran perdición.
No hay nada que escape de su mano!
3 Israelitas, ¡reconozcan ante todas las naciones
que él los dispersó en medio de ellas,
4 y allí les mostró su grandeza!
¡Glorifíquenlo en presencia de todos los vivientes,
porque él es nuestro Señor,
él es nuestro Dios,
y nuestro Padre por todos los siglos!
5 Él los castigará por sus maldades,
pero tendrá misericordia de todos ustedes,
y los sacará de todas las naciones entre las que están dispersos.
6 Cuando ustedes se vuelvan a él de todo corazón y con toda el alma,
actuando con sinceridad ante él,
él también se volverá a ustedes
y nunca más les ocultará el rostro.
7 Ahora miren lo que ha hecho con ustedes,
celébrenlo en voz alta,
alaben al Señor de la justicia
y engrandezcan al Rey de los siglos.
8 Yo lo celebro en la tierra del destierro,
y manifiesto su fuerza y su grandeza a una nación pecadora.
¡Conviértanse, pecadores, y obren con justicia en su presencia!
¡Quién sabe si no estará bien dispuesto hacia ustedes
y les mostrará su misericordia!
9 Yo glorifico a mi Dios,
mi alma glorifica al Dios del cielo
y canta gozosamente su grandeza.
10 ¡Que todos lo proclamen
y lo alaben en Jerusalén!
¡Jerusalén, ciudad santa!
Te castigará por las obras de tus hijos,
pero volverá a tener misericordia
de los hijos de los justos.
11 ¡Celebra al Señor dignamente,
y alaba al Rey de los siglos,
para que su Templo sea reconstruido con alegría,
12 él llene de gozo en ti a los desterrados que retornan,
y en ti muestre su amor a todos los afligidos,
siempre y hasta la eternidad.
13 Una luz brillante resplandecerá hasta los confines de la tierra,
numerosas naciones vendrán hacia ti desde lejos,
y los habitantes de todos los rincones de la tierra
vendrán hacia tu nombre santo.
Traerán en sus manos sus dones para el Rey del cielo.
Todas las generaciones darán en ti gritos de alegría,
y el nombre de la ciudad elegida permanecerá para siempre.
14 ¡Malditos los que te insulten!
¡Malditos los que te destruyan,
los que echen por tierra tus murallas,
los que derriben tus torres
y los que incendien tus casas!
¡Que sean benditos para siempre los que te reconstruyan!
15 ¡Te alegrarás por los hijos de los justos,
porque todos se reunirán para alabar al Señor de los siglos!
¡Felices los que te aman!
¡Felices los que se alegran por tu paz!
16 ¡Felices todos los que se entristecieron por todos tus castigos,
porque se alegrarán por ti
y verán tu eterna felicidad!
¡Que mi alma glorifique al Señor, el gran Rey,
17 porque Jerusalén será reconstruida,
y en esta ciudad estará su Templo para siempre!
¡Feliz de mí, si alguno de mis descendientes
puede ver tu gloria y celebrar al Rey del cielo!
Las puertas de Jerusalén serán de zafiro y esmeralda,
y todas tus murallas de piedras preciosas;
las torres de Jerusalén serán de oro
y sus defensas de oro puro.
Las calles de Jerusalén estarán pavimentadas con rubíes,
y con piedras de Ofir;
18 las puertas de Jerusalén entonarán cantos de alegría,
y todas sus casas dirán: “Aleluya!
¡Bendito sea el Dios de Israel!”.
Y los que reciban la bendición
bendecirán el nombre santo
por toda la eternidad».
14, 1 Así termina el canto de alabanza de Tobit.
Tú, hijo, vete de Nínive
Is 64, 9-10; Nah 3
14, 2 Tobit murió en paz a la edad de ciento doce años y fue sepultado honrosamente en Nínive. Tenía sesenta y dos años cuando perdió la vista, y después de recuperarla vivió feliz, dando limosnas con generosidad. Continuó bendiciendo siempre a Dios y proclamando su grandeza. 3 Cuando estaba por morir, llamó a su hijo Tobías y le recomendó: «Hijo, debes tomar a tus hijos 4 y salir rápidamente hacia Media, porque yo creo en la palabra de Dios que pronunció el profeta Nahún acerca de Nínive. Todo eso sucederá y le sobrevendrá a Asiria y a Nínive. Sucederá lo que dijeron los profetas de Israel enviados por Dios, y de esas palabras nada quedará sin cumplirse. Todo sucederá en el debido tiempo, y en Media habrá más posibilidades de salvarse que en Asiria y Babilonia, porque sé y creo que todo lo que dijo Dios se cumplirá, sucederá y no quedará sin cumplirse ni una sola de esas palabras. Todos nuestros hermanos que viven en la tierra de Israel serán dispersados y llevados a la cautividad fuera de su hermoso país. Todo el territorio de Israel se convertirá en un desierto, Samaría y Jerusalén permanecerán desoladas, la casa de Dios quedará destruida e incendiada por un tiempo.
5 Pero Dios tendrá nuevamente misericordia de ellos y los hará volver a la tierra de Israel. Ellos reconstruirán el Templo, aunque no como era antes, hasta que se cumpla el tiempo. Cuando llegue el momento preciso, entonces todos volverán de su cautiverio, edificarán a Jerusalén con todo su esplendor, y en ella será edificada la casa de Dios como la describieron los profetas de Israel. 6 Todas las naciones de la tierra y todos sus habitantes se convertirán y temerán sinceramente a Dios. Todos abandonarán sus ídolos que con sus mentiras los hicieron extraviar en el error, y alabarán al Dios de los siglos practicando la justicia. 7 Todos los israelitas que se salven en esos días se acordarán sinceramente de Dios, se reunirán e irán a Jerusalén. La tierra de Abraham les será dada para siempre, y habitarán seguros en ella. Los que aman a Dios, se alegrarán de verdad, pero los que cometen el pecado y la injusticia, serán borrados de la tierra. 8 Ahora, hijos, yo les mando que sirvan al Señor sinceramente y que hagan lo que a él le agrada. Manden a sus hijos que practiquen la justicia y den limosnas, que se acuerden de Dios y bendigan su nombre en todo momento, con sinceridad y con todas sus fuerzas. Tú, hijo, debes salir de Nínive; no te quedes aquí. El día que sepultes a tu madre junto a mí, en ese mismo día te irás de aquí, no te detengas en este territorio, porque veo que se cometen la iniquidad y la mentira, y no se siente ninguna vergüenza. 9-10 Mira, hijo, lo que le hizo Nadab a Ajicar, que lo había criado. ¿Acaso no lo sepultó en vida? Sin embargo, Dios le retribuyó su infamia en presencia del mismo Ajicar, porque este salió a la luz, mientras que Nadab, que había querido matarlo, entró en las tinieblas eternas. Ajicar, por haber practicado la limosna, escapó de la trampa mortal que le puso Nadab, mientras que Nadab cayó en la trampa mortal que lo llevó a la perdición. 11 Vean, hijos, qué consecuencias se siguen de practicar la limosna, mientras que la injusticia conduce a la muerte. Pero me está faltando el aliento». Lo pusieron sobre la cama y murió. Fue sepultado honrosamente.
12 Cuando murió su madre, Tobías la sepultó junto a su padre. Después se fue con su mujer a Media y se quedaron a vivir en Ecbátana, con su suegro Ragüel. 13 Cuidó cariñosamente a sus suegros y los sepultó en Ecbátana de Media. Heredó las casas de Ragüel y de su padre Tobit, 14 y murió dignamente a la edad de ciento diecisiete años. 15 Antes de morir fue testigo de la ruina de Nínive, y vio cómo Ciaxares, el rey de Media, llevaba cautivos a sus habitantes a Media. Entonces Tobías bendijo a Dios por todo lo que había hecho a los ninivitas y a los asirios. Antes de morir pudo alegrarse por la suerte de Nínive y alabó al Señor Dios por los siglos de los siglos.
¨ 1,1-3,6: La primera parte del libro se distingue del resto porque está narrada en primera persona. La escena se ubica en Nínive. Tobit era un israelita perteneciente a la tribu de Neftalí, una de las que se apartaron de la dinastía de David y del Templo de Jerusalén en el año 931 a. C. Durante el reinado de Salmanasar V (727-722 a. C.) los asirios arrasaron Samaría y Tobit fue deportado a Asiria (2 Re 17,6). Aunque vivía en un ambiente hostil, fuera de la tierra de Israel, era un fiel observante de los mandamientos y las tradiciones, y su figura es presentada como un modelo para todos los creyentes que viven dispersos entre los paganos. Sin embargo, Tobit se elogia a sí mismo y se compara con los demás como el fariseo de la parábola (Lc 18,10-14). Bajo el reinado de Salmanasar V Tobit llegó a obtener un alto cargo y muchas riquezas. Pero después de la muerte de este rey su situación cambió y por su fidelidad a la ley debió padecer muchas amarguras. Por eso le pidió a Dios que le quitara la vida.
¨ 3,7-17: En la segunda parte del libro, narrada en tercera persona, la escena se traslada a Ecbátana, la capital del reino de Media. Se presenta Sarra, una joven israelita que también vive en el destierro. Sufre grandes amarguras porque es atormentada por el demonio Asmodeo, que no es mencionado en ningún otro lugar de la Biblia, pero en uno de los apócrifos judíos (El testamento de Salomón 5,7) se presenta como “el adversario de los recién casados”. Además Sarra no puede soportar los insultos de una servidora y como Tobit, también pide a Dios que le quite la vida. Las oraciones de los fieles que oran angustiados no caen en el vacío. Dios escuchó las oraciones de Tobit y de Sarra, y envió a uno de sus ángeles para que solucionara los problemas de ambos.
¨ 4,1-5,3: En la tercera parte del libro, la escena vuelve a tener lugar en Nínive. Se reproducen los consejos que el anciano Tobit dio a su hijo Tobías. En tono sapiencial, Tobit exhorta a su hijo para que lo imite en la práctica de las virtudes, especialmente el respeto a los padres y la caridad con los pobres. Insiste en la obligación de buscar esposa entre mujeres de la misma familia. Finalmente, lo envía a una ciudad lejana a buscar un cargamento valioso que había dejado en depósito en la época en que gozaba de grandes riquezas.
¨ 5,4-23: El joven Tobías, enviado por su padre para recuperar la plata dejada en depósito, parte en compañía de un ángel. En los últimos tiempos antes de Jesucristo, las tradiciones judías desarrollaron la doctrina sobre los ángeles. Ellos son los servidores por medio de los que el Señor lleva a cabo sus designios en el mundo, aparecen como mensajeros de Dios y protectores de los seres humanos. Se hablaba de siete ángeles que estaban en la presencia de Dios (12,15; Ap 1,4; 3,1; 4,5; 8,2). En los apócrifos judíos se dan los nombres de estos siete, pero la Biblia ha recogido solo los nombres de tres: Miguel (Dn 10,13.21; 12,1; Jds 9; Ap 12,7), Gabriel (Dn 8,16; 9,21; Lc 1,19.26) y Rafael (Tob 3,17; 5,4; etc.). Rafael significa “El Señor sana”, y se oculta bajo el nombre de «Azarías» (5,13), que significa “El Señor ayuda”.
El ángel Rafael, encargado por Dios para que se ocupe de solucionar los problemas de Tobit y de Sarra, simula encontrarse con Tobías y se presenta como un posible acompañante para el viaje al reino de Media. La historia del ángel que aparece “disfrazado” de viajero tiene antecedentes en el cuento oriental El muerto agradecido: un hombre sepulta un cadáver que encuentra en el camino. Más tarde contrata a un desconocido para que lo acompañe en un viaje, y este lo ayuda para que tenga éxito y obtenga muchas ganancias. Luego, antes de desaparecer, le revela que es el muerto que había sepultado. Rafael también oculta su condición de ángel y habla como si fuera un hombre, utilizando palabras de doble sentido. Ni Tobit ni Tobías saben que es un ángel, pero el lector lo sabe y advierte el verdadero sentido de sus palabras.
¨ 6,1-19: El relato del viaje del joven Tobías se narra de manera muy sucinta. Al narrar el incidente del pez sacado del río, se incluyen curiosos datos sobre el valor que los antiguos atribuían a los órganos del pescado para curar enfermedades o expulsar espíritus malignos. Cuando Rafael informa a Tobías sobre la situación de su parienta Sarra, demuestra que no es un simple viajero, sino un ángel que tiene conocimiento de todas las cosas.
¨ 7,1-9,6: Tobías tenía derecho de casarse con Sarra porque era el pariente más próximo. Además, como Sarra no tenía hermanos varones, por una disposición de la ley (Nm 27,1-11; 36,7-9) debía casarse con alguien de su misma familia para que el heredero fuera alguien de su misma tribu y la herencia familiar no pasara de una tribu a otra. Tobías, que en un primer momento temía casarse con Sarra, ahora está tan enamorado de ella que deja atrás a Rafael y él mismo presenta la petición de matrimonio ante su futuro suegro. La boda se realiza rápidamente y con todas las formalidades de un casamiento judío. En la Antigüedad, como todavía hoy en algunos países del Oriente no-cristiano, el matrimonio se realiza sin pedir el consentimiento de la mujer. Algunos detalles de esta parte del relato parecen tomados del cuento oriental El monstruo en la cámara nupcial.
¨ 10,1-14: Las fiestas de boda duraban una semana (Gn 29,27; Jue 14,12-18), pero era tanta la felicidad de Ragüel que duplicó la cantidad de días del festejo. Mientras en casa de Ragüel se duplican los días de fiesta por la boda, en la casa de Tobit reina la tristeza porque se sospecha que la tardanza de Tobías se debe a que ha muerto en el camino.
El creyente, aun en medio de la más profunda tristeza, debe mantener la esperanza. Cuando todo parece perdido, Dios interviene para salvación de sus fieles.
¨ 11,1-12,21: Con la llegada de Tobías a Nínive, se da un final feliz al relato. En un momento quedan solucionados todos los problemas de la casa de Tobit.
Se insiste en que el autor de todo ha sido Dios, y por eso esta parte de la narración se caracteriza por los cantos de acción de gracias.
¨ 13,1-14,1: Antes de dar por concluida la narración, se da una explicación de los padecimientos de Israel en el destierro. Tobit entona un cántico en el que explica, de la misma forma que los profetas, que los sufrimientos de Israel son el justo castigo por sus infidelidades. Pero si se convierten, Dios los volverá a llevar a su tierra y Jerusalén será reconstruida con características celestiales.
¨ 14,2-15: Antes de morir, Tobit recomienda a Tobías que tenga en cuenta los anuncios de los profetas acerca de Nínive y de Israel. Tobías pudo ver el cumplimiento de estos anuncios cuando en el año 612 a. C., Ciaxares, el rey de Media, y Nabopolasar, el rey de Babilonia, destruyeron Nínive, pero sus descendientes deberán esperar que se cumplan las profecías referentes a la restauración de Israel y al tiempo final. Mientras tanto, los fieles deberán mantener la fidelidad a Dios, practicando la justicia y la limosna. Se trae como ejemplo lo que se relata en El libro de Ajicar: Ajicar era un ministro de Asarjadón, rey de Asiria. Su sobrino lo calumnió ante el rey, y por esa razón fue condenado a muerte. Pero por haber practicado la limosna salvó su vida porque el encargado de la ejecución no lo mató sino que lo escondió en su casa. Cuando Ajicar logró ser restablecido en su cargo, su sobrino recibió el castigo y fue condenado a muerte.