Ciclo C – 27 de febrero de 2022
Mons. Cristóbal Ascencio García, Obispo de Apatzingán.
Bienvenidos a esta reflexión desde la Palabra de Dios en el VIII Domingo del Tiempo Ordinario.
Nos encontramos en el último domingo de esta primera etapa del tiempo ordinario;
ya el próximo “miércoles de ceniza” daremos inicio con la Cuaresma. Nos acaba de pedir
el Papa Francisco, ante el empeoramiento de la situación en Ucrania, que este miércoles
de ceniza sea una jornada intensa de oración y ayuno por la paz. Les invito a todos
hermanos a unirnos mucho a esa intención y además ofrezcamos esta jornada por la paz
en nuestra querida diócesis de Apatzingán y en nuestro país, donde vivimos tiempos de
mucha violencia, y en diferentes lugares los cárteles que se pelean el territorio, usan ya
estrategias bélicas como son las minas fratricidas de inocentes. El texto Evangélico de
este domingo, sigue siendo un fragmento del sermón de la llanura, donde Jesús propone
ejemplos, preguntas, sentencias de sabiduría, con la finalidad de ayudarnos a reflexionar
sobre nosotros mismos para que seamos capaces de hacer una autocrítica teniendo a la
vista el ejemplo de Jesús. Su propuesta se centra en tres temas: 1° “Un ciego no puede
guiar a otro ciego”, 2° “La paja en el ojo ajeno” y 3° “Todo árbol se conoce por sus
frutos”. Este pasaje es eminentemente kerigmático, nos revela la agudeza, profundidad y
claridad del Maestro bueno. Jesús conoce y observa la conducta del hombre y descubre
la incoherencia cuando se trata de juzgar las acciones del prójimo en relación a las
propias; hacia el otro usamos una medida estricta y rígida, pero cuando se trata de juzgar
las propias acciones sacamos un metro flexible y elástico y así cualquier pequeña falta
del prójimo la declaramos grave e imperdonable y hasta nos horrorizamos de su maldad,
pero cuando nosotros hacemos lo mismo encontramos inmediatamente mil disculpas.
A través de estos ejemplos o parábolas, Jesús nos enseña que nadie debe adoptar la
función de juez ante el que peca o se equivoca, ya que todos somos pecadores y
necesitados del perdón de Dios y de los hermanos. Antes de corregir a los demás, cada
uno hemos de examinarnos a nosotros mismos.
Digamos una palabra sobre cada sentencia:
1°- “Un ciego no puede guiar a otro ciego”. En Mateo sabemos que este aforismo o
sentencia está dirigido a los letrados, a aquellos intérpretes de la ley, pero san Lucas
los dirige a los discípulos, ya que desea dejar en claro que esta actitud se puede dar
en la comunidad que está formando. Jesús desea erradicar la hipocresía en sus
seguidores. Jesús hace alusión a la competencia para la enseñanza, es decir, el
discípulo debe ser formado, instruido y será entonces como su maestro; sólo
entonces dejará de ser ciego. Este aforismo nos sigue interpelando a nosotros como
cristianos: ¿Somos capaces de ver con los ojos de Jesús? ¿Nos sentimos guías de los
demás? ¿Nuestra vida es tan correcta que otros pueden seguir nuestros pasos? Hago
una invitación a los padres de familia: No olviden que ustedes son guías de sus hijos,
de allí que tengan que luchar contra esa ceguera para poder guiar por el camino del
Evangelio.
2°- “¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas
en el tuyo?” Ésta es una crítica al ser humano de todos los tiempos, siempre es más
fácil ver los errores de los demás y criticarlos o juzgarlos, sin detenernos para hacer
una autocrítica. Jesús pretende que no se juzgue a nadie. Si logramos primero
analizarnos como personas, caeremos en la cuenta de nuestra situación y
erradicaremos la actitud de juzgar a los demás. Jesús no nos pide en modo alguno a
sus discípulos, que cerremos los ojos ante lo que hacen los otros, lo que pide es, que
previamente nos observemos a nosotros mismos con una honesta y generosa
autocrítica, lo cual será el mejor colirio que nos limpiará la vista para ver con más
nitidez el comportamiento de nuestros hermanos y que logremos verlos con los ojos
de Jesús. Sé que no es fácil hacer a un lado los juicios, sobre todo cuando vemos que
no se hacen las cosas que se deberían de hacer, por ejemplo: Esa actitud de las
instituciones con referencia a la seguridad; esa actitud que trata de minimizar los
hechos, de mostrar otra realidad, mientras muchos hermanos nuestros sufren y
mueren, por eso, sin condenar sí sigamos insistiendo en que se resuelvan las cosas
con justicia y equidad.
3°- “Cada árbol se conoce por sus frutos”. Es muy entendible que cada árbol da
fruto según su especie y calidad; por el fruto se identifica al árbol. En el lenguaje
bíblico los frutos son las obras de los hombres. Se trata de una alegoría y su
aplicación. Se aplica en la vida cotidiana del cristiano y se pone en el contexto de la
coherencia entre fe y vida, para que la palabra sea creíble. Como cristianos que
acudimos a la Eucaristía cada domingo, que tenemos la Biblia en casa, que rezamos
el santo Rosario; estos actos deben conducirnos a mostrar en nuestras actitudes
diarias los frutos de nuestro acercamiento a Dios.
Como cristianos que nos decimos seguidores de Jesús, tenemos un gran
compromiso de mostrar los frutos surgidos en la reflexión de la Palabra de Dios, esos
frutos que se muestran en la vida ordinaria, en medio de las dificultades, de los
problemas. En la carta a los Gálatas 5,22 nos dice el apóstol: “Los frutos del Espíritu
son amor, alegría, paciencia, afabilidad, bondad, mansedumbre y dominio
de sí”. Preguntémonos hermanos: ¿Estamos dando esos frutos que da el corazón bueno
que alberga al Espíritu Santo?
Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. ¡Feliz
domingo para todos!.