Misa. 20 de julio. MIÉRCOLES XVI DEL TIEMPO ORDINARIO
20 de julio
MIÉRCOLES XVI DEL TIEMPO ORDINARIO
Feria. Verde.
Se sugiere utilizar hoy las oraciones de la Misa por la familia, tal como aparecen en el presente formulario (cfr. Misas para diversas circunstancias, Misal Romano, p. 1113 [1105]); pero en su lugar pueden utilizarse las del domingo anterior, las de *san Apolinar o las de cualquier domingo del Tiempo Ordinario.
*San Apolinar, obispo y mártir (ml), rojo (MR, p. 787 [774]).
Ha sido considerado como el primer obispo de Ravena. Propagó entre los gentiles las insondables riquezas de Cristo, y se distinguió como buen pastor. Fue martirizado por defender la fe en el Señor.
Ritos iniciales
ANTÍFONA DE ENTRADA. Ef 6, 2-3
Honrarás a tu padre y a tu madre es un mandamiento muy importante, que lleva consigo esta promesa: Te irá bien y vivirás largo tiempo en la tierra.
Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R.: Amén.
SALUDO
3. El Señor esté con ustedes.
O bien:
4. El Señor, que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios, esté con todos ustedes.
El pueblo responde: Y con tu espíritu.
ACTO PENITENCIAL
A continuación, se hace el acto penitencial, al que el sacerdote invita a los fieles, diciendo:
6. El Señor ha dicho: El que esté sin pecado, que tire la primera piedra. Reconociendo con humildad que somos pecadores, pidamos a Dios, desde lo más íntimo de nuestro corazón, que nos perdone.
* * *
FÓRMULA I:
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
Sigue la absolución del sacerdote:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
El pueblo responde: Amén.
* * *
O bien:
FÓRMULA II:
Se hace una breve pausa en silencio. Después, el sacerdote dice:
Señor, ten misericordia de nosotros.
El pueblo responde: Porque hemos pecado contra ti.
El sacerdote prosigue:
Muéstranos, Señor, tu misericordia.
El pueblo responde: Y danos tu salvación.
Sigue la absolución del sacerdote:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
El pueblo responde: Amén.
* * *
O bien:
FÓRMULA III:
IV. Tú que has venido a buscar al que estaba perdido: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
Tú que has querido dar la vida en rescate por todos: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
Tú que reúnes a tus hijos dispersos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
* * *
Siguen las invocaciones, si no se han dicho ya en el acto penitencial:
Señor, ten piedad. –Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. –Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. –Señor, ten piedad.
Sigue la absolución del sacerdote:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, ya que en tu designio tiene su sólido fundamento la familia, atiende misericordiosamente las súplicas de tus siervos y concédenos que, siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de tu Hijo unigénito en el don de su amor y en sus virtudes domésticas, disfrutemos de la eterna recompensa, en la alegría de tu casa. Por nuestro Señor Jesucristo…
O bien la ORACIÓN COLECTA de *san Apolinar
Dirige a tus fieles, Señor, por el camino de la salvación eterna, que el obispo san Apolinar mostró con sus enseñanzas y su martirio, y haz que, por su intercesión, de tal manera perseveremos en la observancia de tus mandamientos, que merezcamos ser coronados con él en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Te consagré como profeta para las naciones.
Del libro del profeta Jeremías: 1, 1. 4-10
Palabras de Jeremías, hijo de Jilquías, uno de los sacerdotes residentes en Anatot, territorio de Benjamín.
En tiempo de Josías, el Señor me dirigió estas palabras: “Desde antes de formarte en el seno materno, te conozco; desde antes de que nacieras, te consagré y te constituí como profeta para las naciones”.
Yo le contesté: “Pero, Señor mío, yo no sé expresarme, porque apenas soy un muchacho”.
El Señor me dijo: “No digas que eres un muchacho, pues irás a donde yo te envíe y dirás lo que yo te mande. No tengas miedo, porque yo estoy contigo para protegerte”, lo dice el Señor.
El Señor extendió entonces su brazo, con su mano me tocó la boca y me dijo: “Desde hoy pongo mis palabras en tu boca y te doy autoridad sobre pueblos y reyes, para que arranques y derribes, para que destruyas y deshagas, para que edifiques y plantes”.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 70
R. Señor, tú eres mi esperanza.
Señor, tú eres mi esperanza,
que no quede yo jamás defraudado.
Tú que eres justo, ayúdame y defiéndeme;
escucha mi oración y ponme a salvo. R.
Sé para mí un refugio,
ciudad fortificada en que me salves.
Y pues eres mi auxilio y mi defensa,
líbrame, Señor, de los malvados. R.
Señor, tú eres mi esperanza;
desde mi juventud en ti confío.
Desde que estaba en el seno de mi madre,
yo me apoyaba en ti y tú me sostenías. R.
Yo proclamaré siempre tu justicia
y a todas horas, tu misericordia.
Me enseñaste a alabarte desde niño
y seguir alabándote es mi orgullo. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R. Aleluya, aleluya.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre. R.
EVANGELIO
Algunos granos dieron el ciento por uno.
Del santo Evangelio según san Mateo: 13, 1-9
Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:
“Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga”.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
HOMILÍA
No se dice Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL u ORACIÓN DE LOS FIELES
El sacerdote invita a los fieles a orar, por medio de una breve monición. El pueblo manifiesta su participación con una invocación. Termina con una oración conclusiva.
LITURGIA EUCARÍSTICA
PREPARACIÓN DE LOS DONES
Presentación del pan:
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.
–Bendito seas por siempre, Señor.
(Sacerdote, en secreto): Por el misterio de esta agua y este vino, haz que compartamos la divinidad de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad.
Presentación del vino:
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación.
–Bendito seas por siempre, Señor.
(Sacerdote, en secreto): Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.
Lava del todo mi delito, Señor, y limpia mi pecado.
Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
–El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al ofrecerte, Señor, este sacrificio de reconciliación, te suplicamos humildemente que conserves a nuestras familias en tu gracia y en tu paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien la ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS de *san Apolinar
Que te sean aceptables, Señor, los dones que te presentamos en la conmemoración de tu mártir san Apolinar y que agraden a tu majestad, del mismo modo que fue preciosa ante ti la efusión de su sangre. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio Común I-IX. A continuación, solamente el Prefacio VIII.
PREFACIO COMÚN VIII. Jesús, buen samaritano.
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal.
También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.
Por eso, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo…
* * * * *
Plegaria eucarística I o Canon romano
Padre misericordioso, te pedimos humildemente, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes y bendigas estos dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa N., con nuestro Obispo N.,
* * *
El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:
conmigo, indigno siervo tuyo,
Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:
con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,
* * *
y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.
Acuérdate, Señor, de tus hijos N. y N. y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.
* * *
Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, (Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián) la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)
* * *
Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)
* * *
En la Misa de exequias:
Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos, que hoy te ofrecemos especialmente por el descanso eterno de nuestro hermano N., pidiéndote que le concedas que, libre ya de las ataduras de la carne, tenga su parte entre tus santos. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)
* * *
Bendice y santifica esta ofrenda, Padre, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti: que se convierta para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.
El cual, la víspera de su Pasión, tomó pan en sus santas y venerables manos, y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
* * *
I. Éste es el Misterio de la fe.
O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.
R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.
R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.
R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección
* * *
Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.
Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.
Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu Ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)
* * *
En las Misas por los difuntos se puede añadir:
Acuérdate también, Señor, de tus hijos N. y N., que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz.
A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)
* * *
Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé,
(Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felícitas y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia,)
y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. Por Cristo, Señor nuestro.
Por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.
* * * * *
Plegaria eucarística II
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, diciendo: Santo, Santo, Santo…
Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.
El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
* * *
I. Éste es el Misterio de la fe.
O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.
R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.
R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.
R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección
* * *
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.
Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de Cristo.
* * *
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra;
* * *
y con el Papa N., con nuestro Obispo N.,
* * *
El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:
conmigo, indigno siervo tuyo,
* * *
Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:
con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,
* * *
y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.
* * *
En las Misas por los difuntos se puede añadir:
Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia; concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección.
* * *
Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.
* * * * *
Plegaria eucarística III
Después del prefacio que corresponda según las rúbricas, el cual se concluye:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hossana en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hossana en el cielo.
Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus creaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
* * *
I. Éste es el Misterio de la fe.
O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.
R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.
R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.
R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección
* * *
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, (san N.: santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,
* * *
El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:
conmigo, indigno siervo tuyo,
* * *
Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:
con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,
* * *
al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
* * *
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.
* * *
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
* * *
Cuando esta Plegaria eucarística se utiliza en las Misas de difuntos, puede decirse:
Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia: concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección, cuando Cristo haga resurgir de la tierra a los muertos, y transforme nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo. Y a todos nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria; allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque, al contemplarte como tú eres, Dios nuestro, seremos para siempre semejantes a ti y cantaremos eternamente tus alabanzas, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
* * *
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.
* * * * * *
Rito de la Comunión
Padrenuestro
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Rito de la paz
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: «La paz les dejo, mi paz les doy», no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes. R. Y con tu espíritu.
Si es oportuno, el diácono, o el sacerdote, invita a los fieles a darse la paz.
Dense fraternalmente la paz.
Fracción del pan
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
Comunión
El sacerdote completa su preparación personal, diciendo en voz baja:
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.
O bien:
Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.
Muestra a los fieles el pan eucarístico.
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN. Is 49, 15
¿Puede acaso una madre olvidarse de su criatura? Aunque hubiera una que se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti, dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Padre clementísimo, haz que aquellos que alimentaste con el sacramento celestial, imiten sin cesar los ejemplos de la Sagrada Familia de tu Unigénito para que, después de las pruebas de esta vida, logren estar en su compañía por toda la eternidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien la ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN de *san Apolinar
Que el santo sacramento que recibimos, Señor, nos comunique aquella fortaleza de espíritu que hizo a tu mártir san Apolinar fiel en tu servicio y victorioso en su pasión. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Rito de conclusión
El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos, dice:
El Señor esté con ustedes.
El pueblo responde: Y con tu espíritu.
El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
El pueblo responde: Amén.
O bien, si se considera una bendición solemne para el Tiempo Ordinario, se sugiere la siguiente:
TIEMPO ORDINARIO VIII (1 Tes 5, 23-24)
– Que el Dios de la paz los santifique totalmente, y que todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, se conserve irreprochable hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.
R. Amén.
– Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R. Amén.
DESPEDIDA
Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, vueltos hacia el pueblo dice:
La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.
O bien: Glorifiquen al Señor con su vida. Pueden ir en paz.
O bien: En el nombre del Señor, pueden ir en paz.
O bien: En la paz de Cristo, vayan a servir a Dios y a sus hermanos.
El pueblo responde: Demos gracias a Dios.