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ATRAS

Misa. 20 de julio. MIÉRCOLES XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

20 de julio

MIÉRCOLES XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

Feria. Verde.

Se sugiere utilizar hoy las oraciones de la Misa por la familia, tal como aparecen en el presente formulario (cfr. Misas para diversas circunstancias, Misal Romano, p. 1113 [1105]); pero en su lugar pueden utilizarse las del domingo anterior, las de *san Apolinar o las de cualquier domingo del Tiempo Ordinario.

*San Apolinar, obispo y mártir (ml), rojo (MR, p. 787 [774]).

            Ha sido considerado como el primer obispo de Ravena. Propagó entre los gentiles las insondables riquezas de Cristo, y se distinguió como buen pastor. Fue martirizado por defender la fe en el Señor.

Ritos iniciales

ANTÍFONA DE ENTRADA. Ef 6, 2-3

Honrarás a tu padre y a tu madre es un mandamiento muy importante, que lleva consigo esta promesa: Te irá bien y vivirás largo tiempo en la tierra.

Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R.: Amén.

SALUDO

3. El Señor esté con ustedes.

O bien:

4. El Señor, que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios, esté con todos ustedes.

El pueblo responde: Y con tu espíritu.

ACTO PENITENCIAL

A continuación, se hace el acto penitencial, al que el sacerdote invita a los fieles, diciendo:

6. El Señor ha dicho: El que esté sin pecado, que tire la primera piedra. Reconociendo con humildad que somos pecadores, pidamos a Dios, desde lo más íntimo de nuestro corazón, que nos perdone.

* * *

FÓRMULA I:

            Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde: Amén.

* * *

O bien:

FÓRMULA II:

Se hace una breve pausa en silencio. Después, el sacerdote dice:

Señor, ten misericordia de nosotros.

El pueblo responde: Porque hemos pecado contra ti.

El sacerdote prosigue:

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

El pueblo responde: Y danos tu salvación.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde: Amén.

* * *

O bien:

FÓRMULA III:

IV. Tú que has venido a buscar al que estaba perdido: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que has querido dar la vida en rescate por todos: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que reúnes a tus hijos dispersos: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

* * *

Siguen las invocaciones, si no se han dicho ya en el acto penitencial:

Señor, ten piedad. –Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad. –Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad. –Señor, ten piedad.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, ya que en tu designio tiene su sólido fundamento la familia, atiende misericordiosamente las súplicas de tus siervos y concédenos que, siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de tu Hijo unigénito en el don de su amor y en sus virtudes domésticas, disfrutemos de la eterna recompensa, en la alegría de tu casa. Por nuestro Señor Jesucristo…

O bien la ORACIÓN COLECTA de *san Apolinar

Dirige a tus fieles, Señor, por el camino de la salvación eterna, que el obispo san Apolinar mostró con sus enseñanzas y su martirio, y haz que, por su intercesión, de tal manera perseveremos en la observancia de tus mandamientos, que merezcamos ser coronados con él en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Te consagré como profeta para las naciones.

Del libro del profeta Jeremías: 1, 1. 4-10

            Palabras de Jeremías, hijo de Jilquías, uno de los sacerdotes residentes en Anatot, territorio de Benjamín.

            En tiempo de Josías, el Señor me dirigió estas palabras: “Desde antes de formarte en el seno materno, te conozco; desde antes de que nacieras, te consagré y te constituí como profeta para las naciones”.

            Yo le contesté: “Pero, Señor mío, yo no sé expresarme, porque apenas soy un muchacho”.

El Señor me dijo: “No digas que eres un muchacho, pues irás a donde yo te envíe y dirás lo que yo te mande. No tengas miedo, porque yo estoy contigo para protegerte”, lo dice el Señor.

            El Señor extendió entonces su brazo, con su mano me tocó la boca y me dijo: “Desde hoy pongo mis palabras en tu boca y te doy autoridad sobre pueblos y reyes, para que arranques y derribes, para que destruyas y deshagas, para que edifiques y plantes”.

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 70

R. Señor, tú eres mi esperanza.

Señor, tú eres mi esperanza,

que no quede yo jamás defraudado.

Tú que eres justo, ayúdame y defiéndeme;

escucha mi oración y ponme a salvo. R.

Sé para mí un refugio,

ciudad fortificada en que me salves.

Y pues eres mi auxilio y mi defensa,

líbrame, Señor, de los malvados. R.

Señor, tú eres mi esperanza;

desde mi juventud en ti confío.

Desde que estaba en el seno de mi madre,

yo me apoyaba en ti y tú me sostenías. R.

Yo proclamaré siempre tu justicia

y a todas horas, tu misericordia.

Me enseñaste a alabarte desde niño

y seguir alabándote es mi orgullo. R.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

R. Aleluya, aleluya.

La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre. R.

EVANGELIO

Algunos granos dieron el ciento por uno.

Del santo Evangelio según san Mateo: 13, 1-9

            Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:

            “Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga”.

Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

HOMILÍA

No se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL u ORACIÓN DE LOS FIELES

El sacerdote invita a los fieles a orar, por medio de una breve monición. El pueblo manifiesta su participación con una invocación. Termina con una oración conclusiva.

LITURGIA EUCARÍSTICA

PREPARACIÓN DE LOS DONES

Presentación del pan:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.

–Bendito seas por siempre, Señor.

(Sacerdote, en secreto): Por el misterio de esta agua y este vino, haz que compartamos la divinidad de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad.

Presentación del vino:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación.

–Bendito seas por siempre, Señor.

(Sacerdote, en secreto): Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.

Lava del todo mi delito, Señor, y limpia mi pecado.

Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

–El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Al ofrecerte, Señor, este sacrificio de reconciliación, te suplicamos humildemente que conserves a nuestras familias en tu gracia y en tu paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.

O bien la ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS de *san Apolinar

Que te sean aceptables, Señor, los dones que te presentamos en la conmemoración de tu mártir san Apolinar y que agraden a tu majestad, del mismo modo que fue preciosa ante ti la efusión de su sangre. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio Común I-IX. A continuación, solamente el Prefacio VIII.

PREFACIO COMÚN VIII. Jesús, buen samaritano.

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.

            Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal.

            También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.

            Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.

            Por eso, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo

* * * * *

Plegaria eucarística I o Canon romano

Padre misericordioso, te pedimos humildemente, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes y bendigas estos dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa N., con nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.

            Acuérdate, Señor, de tus hijos N. y N. y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.

* * *

Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, (Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián) la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

En la Misa de exequias:

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos, que hoy te ofrecemos especialmente por el descanso eterno de nuestro hermano N., pidiéndote que le concedas que, libre ya de las ataduras de la carne, tenga su parte entre tus santos. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Bendice y santifica esta ofrenda, Padre, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti: que se convierta para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.

            El cual, la víspera de su Pasión, tomó pan en sus santas y venerables manos, y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.

            Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.

            Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu Ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

En las Misas por los difuntos se puede añadir:

Acuérdate también, Señor, de tus hijos N. y N., que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz.

            A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé,

            (Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felícitas y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia,)

            y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. Por Cristo, Señor nuestro.

            Por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.

            Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * *

Plegaria eucarística II

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.

            Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.

            Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.

            Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, diciendo: Santo, Santo, Santo…

Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.

            El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.

            Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

* * *

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra;

* * *

y con el Papa N., con nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.

* * *

En las Misas por los difuntos se puede añadir:

Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia; concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección.

* * *

Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * *

Plegaria eucarística III

Después del prefacio que corresponda según las rúbricas, el cual se concluye:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hossana en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hossana en el cielo.          

            Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus creaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.

            Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.

            Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.

            Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

            Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, (san N.: santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.

            Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.

* * *

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.

* * *

Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.

A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.

* * *

Cuando esta Plegaria eucarística se utiliza en las Misas de difuntos, puede decirse:

Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia: concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección, cuando Cristo haga resurgir de la tierra a los muertos, y transforme nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo. Y a todos nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria; allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque, al contemplarte como tú eres, Dios nuestro, seremos para siempre semejantes a ti y cantaremos eternamente tus alabanzas, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.

* * *

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * * *

Rito de la Comunión

Padrenuestro

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

            Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

            Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

            Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Rito de la paz

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: «La paz les dejo, mi paz les doy», no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

La paz del Señor esté siempre con ustedes. R. Y con tu espíritu.

Si es oportuno, el diácono, o el sacerdote, invita a los fieles a darse la paz.

Dense fraternalmente la paz.

Fracción del pan

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

Comunión

El sacerdote completa su preparación personal, diciendo en voz baja:

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.

O bien:

Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

Muestra a los fieles el pan eucarístico.

Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.

R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN. Is 49, 15

¿Puede acaso una madre olvidarse de su criatura? Aunque hubiera una que se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Padre clementísimo, haz que aquellos que alimentaste con el sacramento celestial, imiten sin cesar los ejemplos de la Sagrada Familia de tu Unigénito para que, después de las pruebas de esta vida, logren estar en su compañía por toda la eternidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

O bien la ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN de *san Apolinar

Que el santo sacramento que recibimos, Señor, nos comunique aquella fortaleza de espíritu que hizo a tu mártir san Apolinar fiel en tu servicio y victorioso en su pasión. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Rito de conclusión

El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos, dice:

El Señor esté con ustedes.

El pueblo responde: Y con tu espíritu.

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:

La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

El pueblo responde: Amén.

O bien, si se considera una bendición solemne para el Tiempo Ordinario, se sugiere la siguiente:

TIEMPO ORDINARIO VIII (1 Tes 5, 23-24)

– Que el Dios de la paz los santifique totalmente, y que todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, se conserve irreprochable hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.

R. Amén.

– Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

DESPEDIDA

Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, vueltos hacia el pueblo dice:

La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.

O bien: Glorifiquen al Señor con su vida. Pueden ir en paz.

O bien: En el nombre del Señor, pueden ir en paz.

O bien: En la paz de Cristo, vayan a servir a Dios y a sus hermanos.

El pueblo responde: Demos gracias a Dios.

Misa. 19 de julio. MARTES XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

19 de julio

MARTES XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

Feria. Verde.

Se sugiere utilizar hoy las oraciones de la Misa por los laicos, tal como aparecen en el presente formulario (cfr. Misas para diversas circunstancias, Misal Romano, p. 1109 [1101]); pero en su lugar pueden utilizarse las del domingo anterior o las de cualquier domingo del Tiempo Ordinario.

Ritos iniciales

ANTÍFONA DE ENTRADA. Mt 13, 33

El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar.

Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R.: Amén.

SALUDO

1. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes.

O bien:

2. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor, estén con todos ustedes.

El pueblo responde: Y con tu espíritu.

ACTO PENITENCIAL

A continuación, se hace el acto penitencial, al que el sacerdote invita a los fieles, diciendo:

5. Jesucristo, el justo, intercede por nosotros y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento, para acercarnos a la mesa del Señor.

* * *

FÓRMULA I:

            Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde: Amén.

* * *

O bien:

FÓRMULA II:

Se hace una breve pausa en silencio. Después, el sacerdote dice:

Señor, ten misericordia de nosotros.

El pueblo responde: Porque hemos pecado contra ti.

El sacerdote prosigue:

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

El pueblo responde: Y danos tu salvación.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde: Amén.

* * *

O bien:

FÓRMULA III:

III. Tú que no has venido a condenar sino a perdonar: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que has dicho que hay gran fiesta en el cielo por un pecador que se arrepiente: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que perdonas mucho a quien mucho ama: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

* * *

Siguen las invocaciones, si no se han dicho ya en el acto penitencial:

Señor, ten piedad. –Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad. –Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad. –Señor, ten piedad.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que enviaste al mundo a manera de levadura la fuerza del Evangelio, concede a tus fieles que llamaste a vivir en el mundo en medio de las ocupaciones seculares, que, fervorosos en su espíritu cristiano, por medio de las tareas terrenales que desempeñan, colaboren sin cesar en la instauración de tu Reino. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Arrojará a lo hondo del mar nuestros delitos.

Del libro del profeta Miqueas: 7, 14-15. 18-20

            Señor, Dios nuestro, pastorea a tu pueblo con tu cayado, al rebaño de tu heredad, que vive solitario entre malezas y matorrales silvestres. Pastarán en Basán y en Galaad, como en los días de antaño, como cuando salimos de Egipto y nos mostrabas tus prodigios.

            ¿Qué Dios hay como tú, que quitas la iniquidad y pasas por alto la rebeldía de los sobrevivientes de Israel? No mantendrás por siempre tu cólera, pues te complaces en ser misericordioso.

            Volverás a compadecerte de nosotros, aplastarás con tus pies nuestras iniquidades, arrojarás a lo hondo del mar nuestros delitos. Serás fiel con Jacob y compasivo con Abraham, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos, Señor, Dios nuestro.

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 84

R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Señor, has sido bueno con tu tierra,

pues cambiaste la suerte de Jacob,

perdonaste las culpas de tu pueblo

y sepultaste todos sus pecados;

reprimiste tu cólera

y frenaste el incendio de tu ira. R.

También ahora cambia nuestra suerte,

Dios, salvador nuestro,

y deja ya tu rencor contra nosotros.

¿O es que vas a estar siempre enojado

y a prolongar tu ira de generación en generación? R.

¿No vas a devolvernos la vida

para que tu pueblo se alegre contigo?

Muéstranos, Señor, tu misericordia

y danos tu salvación. R.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

Jn 14, 23

R. Aleluya, aleluya.

El que me ama, cumplirá mi palabra, dice el Señor; y mi Padre lo amará y vendremos a él. R.

EVANGELIO

Señalando a sus discípulos, dijo: Éstos son mi madre y mis hermanos.

Del santo Evangelio según san Mateo: 12, 46-50

            En aquel tiempo, Jesús estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus parientes se acercaron y trataban de hablar con él. Alguien le dijo entonces a Jesús: “Oye, ahí fuera están tu madre y tus hermanos, y quieren hablar contigo”.

            Pero él respondió al que se lo decía: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”. Y señalando con la mano a sus discípulos, dijo: “Éstos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

HOMILÍA

No se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL u ORACIÓN DE LOS FIELES

El sacerdote invita a los fieles a orar, por medio de una breve monición. El pueblo manifiesta su participación con una invocación. Termina con una oración conclusiva.

LITURGIA EUCARÍSTICA

PREPARACIÓN DE LOS DONES

Presentación del pan:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.

–Bendito seas por siempre, Señor.

(Sacerdote, en secreto): Por el misterio de esta agua y este vino, haz que compartamos la divinidad de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad.

Presentación del vino:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación.

–Bendito seas por siempre, Señor.

(Sacerdote, en secreto): Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.

Lava del todo mi delito, Señor, y limpia mi pecado.

Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

–El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Dios nuestro, que quisiste salvar a todo el mundo por el sacrificio de tu Hijo, y llamas también a los laicos al trabajo apostólico, concédeles, por la fuerza de esta ofrenda, impregnar el mundo con el espíritu cristiano y ser fermento de santificación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio Común I-IX. A continuación, solamente el Prefacio Común VII.

PREFACIO COMÚN VII. Cristo, huésped y peregrino en medio de nosotros.

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias, Señor, Padre santo, Dios de la alianza y de la paz.

            Porque tú llamaste a Abraham y le mandaste salir de su tierra, para constituirlo padre de todas las naciones.

            Tú suscitaste a Moisés para librar a tu pueblo y guiarlo a la tierra de promisión.

            Tú, en la etapa final de la historia, has enviado a tu Hijo, como huésped y peregrino en medio de nosotros, para redimirnos del pecado y de la muerte; y has derramado el Espíritu Santo, para hacer de todas las naciones un solo pueblo nuevo, que tiene como meta, tu Reino, como estado, la libertad de tus hijos, como ley, el precepto del amor.

            Por estos dones de tu benevolencia, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos con gozo el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo

* * * * *

Plegaria eucarística I o Canon romano

Padre misericordioso, te pedimos humildemente, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes y bendigas estos dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa N., con nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.

            Acuérdate, Señor, de tus hijos N. y N. y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.

* * *

Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, (Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián) la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

En la Misa de exequias:

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos, que hoy te ofrecemos especialmente por el descanso eterno de nuestro hermano N., pidiéndote que le concedas que, libre ya de las ataduras de la carne, tenga su parte entre tus santos. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Bendice y santifica esta ofrenda, Padre, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti: que se convierta para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.

            El cual, la víspera de su Pasión, tomó pan en sus santas y venerables manos, y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.

            Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.

            Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu Ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

En las Misas por los difuntos se puede añadir:

Acuérdate también, Señor, de tus hijos N. y N., que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz.

            A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé,

            (Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felícitas y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia,)

            y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. Por Cristo, Señor nuestro.

            Por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.

            Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * *

Plegaria eucarística II

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.

            Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.

            Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.

            Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, diciendo: Santo, Santo, Santo…

Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.

            El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.

            Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

* * *

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra;

* * *

y con el Papa N., con nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.

* * *

En las Misas por los difuntos se puede añadir:

Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia; concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección.

* * *

Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * *

Plegaria eucarística III

Después del prefacio que corresponda según las rúbricas, el cual se concluye:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hossana en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hossana en el cielo.          

            Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus creaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.

            Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.

            Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.

            Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

            Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, (san N.: santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.

            Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.

* * *

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.

* * *

Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.

A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.

* * *

Cuando esta Plegaria eucarística se utiliza en las Misas de difuntos, puede decirse:

Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia: concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección, cuando Cristo haga resurgir de la tierra a los muertos, y transforme nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo. Y a todos nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria; allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque, al contemplarte como tú eres, Dios nuestro, seremos para siempre semejantes a ti y cantaremos eternamente tus alabanzas, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.

* * *

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * * *

Rito de la Comunión

Padrenuestro

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

            Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

            Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

            Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Rito de la paz

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: «La paz les dejo, mi paz les doy», no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

La paz del Señor esté siempre con ustedes. R. Y con tu espíritu.

Si es oportuno, el diácono, o el sacerdote, invita a los fieles a darse la paz.

Dense fraternalmente la paz.

Fracción del pan

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

Comunión

El sacerdote completa su preparación personal, diciendo en voz baja:

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.

O bien:

Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

Muestra a los fieles el pan eucarístico.

Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.

R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN. Jn 15, 8

La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Habiendo participado de la abundancia de tu gracia, te rogamos, Señor, que, fortalecidos por el poder vivificante del convite eucarístico, tus fieles, que quisiste dedicados a las tareas temporales, sean valientes testigos de la verdad evangélica y en los ambientes en que trabajan hagan siempre presente y activa a tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Rito de conclusión

El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos, dice:

El Señor esté con ustedes.

El pueblo responde: Y con tu espíritu.

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:

La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

El pueblo responde: Amén.

O bien, si se considera una bendición solemne para el Tiempo Ordinario, se sugiere la siguiente:

TIEMPO ORDINARIO VII (2 Tes 2, 16-17)

– Que Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado y nos ha dado gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, conforten sus corazones y los dispongan a toda clase de obras buenas y de buenas palabras.

R. Amén.

– Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

DESPEDIDA

Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, vueltos hacia el pueblo dice:

La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.

O bien: Glorifiquen al Señor con su vida. Pueden ir en paz.

O bien: En el nombre del Señor, pueden ir en paz.

O bien: En la paz de Cristo, vayan a servir a Dios y a sus hermanos.

El pueblo responde: Demos gracias a Dios.

Misa. 18 de julio. LUNES XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

18 de julio

LUNES XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

Feria. Verde.

Se sugiere utilizar hoy las oraciones de la Misa por las vocaciones a la vida religiosa, tal como aparecen en el presente formulario (cfr. Misas para diversas circunstancias, Misal Romano, p. 1116 [1110]); pero en su lugar pueden utilizarse las del domingo anterior o las de cualquier domingo del Tiempo Ordinario.

Ritos iniciales

ANTÍFONA DE ENTRADA. Cfr. Mt 19, 21

Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes, dales el dinero a los pobres; luego ven y sígueme, dice el Señor.

Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R.: Amén.

SALUDO

5. La paz, la caridad y la fe, de parte de Dios Padre, y de Jesucristo, el Señor, estén con todos ustedes.

O bien:

6. El Dios de la esperanza, que por la acción del Espíritu Santo nos colma con su alegría y con su paz, esté siempre con todos ustedes.

El pueblo responde: Y con tu espíritu.

ACTO PENITENCIAL

A continuación, se hace el acto penitencial, al que el sacerdote invita a los fieles, diciendo:

4. Humildes y penitentes, como el publicano en el templo, acerquémonos al Dios justo, y pidámosle que tenga piedad de nosotros, ya que también nosotros reconocemos que somos pecadores.

* * *

FÓRMULA I:

            Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde: Amén.

* * *

O bien:

FÓRMULA II:

Se hace una breve pausa en silencio. Después, el sacerdote dice:

Señor, ten misericordia de nosotros.

El pueblo responde: Porque hemos pecado contra ti.

El sacerdote prosigue:

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

El pueblo responde: Y danos tu salvación.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde: Amén.

* * *

O bien:

FÓRMULA III:

II. Tú que eres la plenitud de la verdad y de la gracia: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que te has hecho pobre para enriquecernos: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que has venido para hacer de nosotros tu pueblo santo: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

* * *

Siguen las invocaciones, si no se han dicho ya en el acto penitencial:

Señor, ten piedad. –Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad. –Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad. –Señor, ten piedad.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Padre santo, que aunque llamas a todos tus hijos a la perfección de la caridad, invitas a algunos a seguir más de cerca las huellas de tu Hijo, concede a quienes has elegido para esta vocación especial vivir de tal manera, que sean para la Iglesia y para el mundo, un signo elocuente de tu Reino. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Te daré a conocer lo que el Señor desea de ti.

Del libro del profeta Miqueas: 6, 1-4. 6-8

            Escuchen lo que dice el Señor: “Levántate; llama a juicio a los montes, que las colinas escuchen tu voz. Escuchen, montes, el juicio del Señor, pongan atención, cimientos de la tierra: el Señor entabla juicio contra su pueblo, presenta sus quejas contra Israel.

            Pueblo mío, ¿qué mal te he causado o en qué cosa te he ofendido? Respóndeme. Con la ayuda de Moisés, Aarón y María, yo te saqué de Egipto y te libré de la esclavitud”.

            ¿Qué cosa digna le ofreceré al Señor, postrado ante el Dios del cielo? ¿Le ofreceré en holocausto becerros de un año? ¿Aceptará el Señor un millar de carneros o diez mil ríos de aceite? ¿En expiación por mis culpas le ofreceré a mi primogénito, al fruto de mis entrañas, por mi pecado?

            Hombre, ya te he explicado lo que es bueno, lo que el Señor desea de ti: que practiques la justicia y ames la lealtad y que seas humilde con tu Dios.

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 49

R. Dios salva al que cumple su voluntad.

Congreguen ante mí a los que sellaron

sobre el altar mi alianza.

Es Dios quien va a juzgar

y el cielo mismo lo declara. R.

No voy a reclamarte sacrificios,

pues siempre están ante mí tus holocaustos.

Pero ya no aceptaré becerros de tu casa

ni cabritos de tus rebaños. R.

¿Por qué citas mi preceptos

y hablas a toda hora de mi pacto,

tú, que detestas la obediencia

y echas en saco roto mis mandatos? R.

Tú haces esto, ¿y yo tengo que callarme?

¿Crees acaso que yo soy como tú?

Quien las gracias me da, ése me honra

y yo salvaré al que cumple mi voluntad. R.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

Cfr. Sal 94, 8

R. Aleluya, aleluya.

Hagámosle caso al Señor, que nos dice: “No endurezcan su corazón”. R.

EVANGELIO

La reina del sur se levantará el día del juicio contra esta generación.

Del santo Evangelio según san Mateo: 12, 38-42

            En aquel tiempo, le dijeron a Jesús algunos escribas y fariseos: “Maestro, queremos verte hacer una señal prodigiosa”. Él les respondió: “Esta gente malvada e infiel está reclamando una señal, pero la única señal que se le dará, será la del profeta Jonás. Pues de la misma manera que Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así también el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra.

            Los habitantes de Nínive se levantarán el día del juicio contra esta gente y la condenarán, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay alguien más grande que Jonás.

            La reina del sur se levantará el día del juicio contra esta gente y la condenará, porque ella vino de los últimos rincones de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien más grande que Salomón”.

Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

HOMILÍA

No se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL u ORACIÓN DE LOS FIELES

El sacerdote invita a los fieles a orar, por medio de una breve monición. El pueblo manifiesta su participación con una invocación. Termina con una oración conclusiva.

LITURGIA EUCARÍSTICA

PREPARACIÓN DE LOS DONES

Presentación del pan:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.

–Bendito seas por siempre, Señor.

(Sacerdote, en secreto): Por el misterio de esta agua y este vino, haz que compartamos la divinidad de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad.

Presentación del vino:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación.

–Bendito seas por siempre, Señor.

(Sacerdote, en secreto): Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.

Lava del todo mi delito, Señor, y limpia mi pecado.

Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

–El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta, Padre santo, los dones que te presentamos y concede a cuantos se han propuesto seguir con entusiasmo a tu Hijo por el camino estrecho de la perfección evangélica, la libertad de espíritu y la verdadera fraternidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio Común I-IX. A continuación, solamente el Prefacio Común VI.

PREFACIO COMÚN VI. El misterio de nuestra salvación en Cristo.

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.

            Él es tu Palabra, por quien hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de la Virgen María, fuera nuestro Salvador y Redentor.

            Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección extendió sus brazos en la cruz y así adquirió para ti un pueblo santo.

            Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, diciendo: Santo, Santo, Santo

* * * * *

Plegaria eucarística I o Canon romano

Padre misericordioso, te pedimos humildemente, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes y bendigas estos dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa N., con nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.

            Acuérdate, Señor, de tus hijos N. y N. y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.

* * *

Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, (Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián) la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

En la Misa de exequias:

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos, que hoy te ofrecemos especialmente por el descanso eterno de nuestro hermano N., pidiéndote que le concedas que, libre ya de las ataduras de la carne, tenga su parte entre tus santos. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Bendice y santifica esta ofrenda, Padre, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti: que se convierta para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.

            El cual, la víspera de su Pasión, tomó pan en sus santas y venerables manos, y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.

            Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.

            Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu Ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

En las Misas por los difuntos se puede añadir:

Acuérdate también, Señor, de tus hijos N. y N., que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz.

            A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé,

            (Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felícitas y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia,)

            y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. Por Cristo, Señor nuestro.

            Por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.

            Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * *

Plegaria eucarística II

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.

            Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.

            Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.

            Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, diciendo: Santo, Santo, Santo…

Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.

            El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.

            Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

* * *

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra;

* * *

y con el Papa N., con nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.

* * *

En las Misas por los difuntos se puede añadir:

Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia; concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección.

* * *

Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * *

Plegaria eucarística III

Después del prefacio que corresponda según las rúbricas, el cual se concluye:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hossana en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hossana en el cielo.          

            Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus creaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.

            Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.

            Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.

            Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

            Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, (san N.: santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.

            Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.

* * *

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.

* * *

Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.

A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.

* * *

Cuando esta Plegaria eucarística se utiliza en las Misas de difuntos, puede decirse:

Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia: concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección, cuando Cristo haga resurgir de la tierra a los muertos, y transforme nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo. Y a todos nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria; allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque, al contemplarte como tú eres, Dios nuestro, seremos para siempre semejantes a ti y cantaremos eternamente tus alabanzas, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.

* * *

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * * *

Rito de la Comunión

Padrenuestro

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

            Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

            Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

            Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Rito de la paz

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: «La paz les dejo, mi paz les doy», no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

La paz del Señor esté siempre con ustedes. R. Y con tu espíritu.

Si es oportuno, el diácono, o el sacerdote, invita a los fieles a darse la paz.

Dense fraternalmente la paz.

Fracción del pan

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

Comunión

El sacerdote completa su preparación personal, diciendo en voz baja:

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.

O bien:

Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

Muestra a los fieles el pan eucarístico.

Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.

R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN. Cfr. Mt 19, 27-29

En verdad les digo que ustedes, los que han dejado todo para seguirme, recibirán cien veces más y obtendrán la vida eterna, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Fortalece, Señor, a tus siervos, con el alimento y la bebida espirituales, para que, siempre fieles al llamado evangélico, muestren en todas partes una viva imagen de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Rito de conclusión

El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos, dice:

El Señor esté con ustedes.

El pueblo responde: Y con tu espíritu.

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:

La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

El pueblo responde: Amén.

O bien, si se considera una bendición solemne para el Tiempo Ordinario, se sugiere la siguiente:

TIEMPO ORDINARIO VI

– Que el Señor los bendiga con todas las bendiciones del cielo y los conserve siempre puros y santos a sus ojos.

R. Amén.

– Que haga descender sobre ustedes con abundancia las riquezas de su gloria.

R. Amén.

– Que los instruya con la palabra de la verdad, los oriente con el Evangelio de la salvación y los haga crecer siempre en el amor fraterno.

R. Amén.

– Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

DESPEDIDA

Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, vueltos hacia el pueblo dice:

La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.

O bien: Glorifiquen al Señor con su vida. Pueden ir en paz.

O bien: En el nombre del Señor, pueden ir en paz.

O bien: En la paz de Cristo, vayan a servir a Dios y a sus hermanos.

El pueblo responde: Demos gracias a Dios.

Misa. 17 de julio. DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

17 de julio

DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

Verde

Ritos iniciales

ANTÍFONA DE ENTRADA. Sal 53, 6. 8

El Señor es mi auxilio y el único apoyo en mi vida. Te ofreceré de corazón un sacrificio y daré gracias a tu nombre, Señor, porque eres bueno.

Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R.: Amén.

SALUDO

3. El Señor esté con ustedes.

O bien:

4. El Señor, que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios, esté con todos ustedes.

El pueblo responde: Y con tu espíritu.

ACTO PENITENCIAL

A continuación, se hace el acto penitencial, al que el sacerdote invita a los fieles, diciendo:

8. En el día en que celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, reconozcamos que estamos necesitados de la misericordia del Padre para morir al pecado y resucitar a la vida nueva.

* * *

FÓRMULA I:

            Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde: Amén.

* * *

O bien:

FÓRMULA II:

Se hace una breve pausa en silencio. Después, el sacerdote dice:

Señor, ten misericordia de nosotros.

El pueblo responde: Porque hemos pecado contra ti.

El sacerdote prosigue:

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

El pueblo responde: Y danos tu salvación.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde: Amén.

* * *

O bien:

FÓRMULA III:

I. Tú que eres el camino que conduce al Padre: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que eres la verdad que ilumina los pueblos: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que eres la vida que renueva el mundo: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

* * *

Siguen las invocaciones, si no se han dicho ya en el acto penitencial:

Señor, ten piedad. –Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad. –Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad. –Señor, ten piedad.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

GLORIA

A continuación, se canta o se dice el himno:

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

            Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.

            Señor, Hijo único, Jesucristo; Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

ORACIÓN COLECTA

Sé propicio, Señor, con tus siervos y multiplica, bondadoso, sobre ellos los dones de tu gracia, para que, fervorosos en la fe, la esperanza y la caridad, perseveren siempre fieles en el cumplimiento de tus mandatos. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Señor, no pases junto a mí sin detenerte.

Del libro del Génesis: 18, 1-10

            Un día, el Señor se le apareció a Abraham en el encinar de Mambré. Abraham estaba sentado en la entrada de su tienda, a la hora del calor más fuerte. Levantando la vista, vio de pronto a tres hombres que estaban de pie ante él. Al verlos, se dirigió a ellos rápidamente desde la puerta de la tienda, y postrado en tierra, dijo: “Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego que no pases junto a mí sin detenerte. Haré que traigan un poco de agua para que se laven los pies y descansen a la sombra de estos árboles; traeré pan para que recobren las fuerzas y después continuarán su camino, pues sin duda para eso han pasado junto a su siervo”.

            Ellos le contestaron: “Está bien. Haz lo que dices”. Abraham entró rápidamente en la tienda donde estaba Sara y le dijo: “Date prisa, toma tres medidas de harina, amásalas y cuece unos panes”.

            Luego Abraham fue corriendo al establo, escogió un ternero y se lo dio a un criado para que lo matara y lo preparara. Cuando el ternero estuvo asado, tomó requesón y leche y lo sirvió todo a los forasteros. Él permaneció de pie junto a ellos, bajo el árbol, mientras comían. Ellos le preguntaron: “¿Dónde está Sara, tu mujer?”. Él respondió: “Allá, en la tienda”. Uno de ellos le dijo: “Dentro de un año volveré sin falta a visitarte por estas fechas; para entonces, Sara, tu mujer, habrá tenido un hijo”.

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 14

R. ¿Quién será grato a tus ojos, Señor?

El hombre que procede honradamente

y obra con justicia;

el que es sincero en sus palabras

y con su lengua a nadie desprestigia. R.

Quien no hace mal al prójimo

ni difama al vecino;

quien no ve con aprecio a los malvados,

pero honra a quienes temen al Altísimo. R.

Quien presta sin usura

y quien no acepta soborno en perjuicio de inocentes.

Quienes vivan así

serán gratos a Dios eternamente. R.

SEGUNDA LECTURA

Un designio secreto que Dios ha mantenido oculto y que ahora ha revelado a su pueblo santo.

De la carta del apóstol san Pablo a los colosenses: 1, 24-28

            Hermanos: Ahora me alegro de sufrir por ustedes, porque así completo lo que falta a la pasión de Cristo en mí, por el bien de su cuerpo, que es la Iglesia.

            Por disposición de Dios, yo he sido constituido ministro de esta Iglesia para predicarles por entero su mensaje, o sea el designio secreto que Dios ha mantenido oculto desde siglos y generaciones y que ahora ha revelado a su pueblo santo.

            Dios ha querido dar a conocer a los suyos la gloria y riqueza que este designio encierra para los paganos, es decir, que Cristo vive en ustedes y es la esperanza de la gloria; ese mismo Cristo es el que nosotros predicamos cuando corregimos a los hombres y los instruimos con todos los recursos de la sabiduría, a fin de que todos sean cristianos perfectos.

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

Cfr. Lc 8, 15

R. Aleluya, aleluya.

Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno y sincero, y perseveran hasta dar fruto. R.

EVANGELIO

Marta lo recibió en su casa. – María escogió la mejor parte.

Del santo Evangelio según san Lucas: 10, 38-42

            En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: “Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude”.

            El Señor le respondió: “Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará”.

Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

HOMILÍA

PROFESIÓN DE FE

Terminada la homilía, se canta o se dice el Símbolo o Profesión de fe:

            Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

            Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo,

En las palabras que siguen, hasta se hizo hombre, todos se inclinan.

            y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

            Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.

            Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

PLEGARIA UNIVERSAL u ORACIÓN DE LOS FIELES

Pidamos, hermanos, al Dios de misericordia que auxilie nuestra pequeñez, para que podamos invocar su nombre con los sentimientos que él desea.

            Después de cada petición diremos: Padre, escúchanos.

• Por todas las Iglesias y comunidades cristianas. Que sus responsables trabajen con todas sus fuerzas para que sea posible avanzar hacia la unidad en una única Iglesia, como quiere Jesús. Oremos.

• Por los países ricos. Que sean capaces de ayudar a los países más pobres a salir de su pobreza, de modo que sus habitantes no tengan que marcharse en busca de una vida más digna. Oremos.

• Por los trabajadores y trabajadoras del sector turismo. Que puedan realizar su trabajo en condiciones laborales dignas y con salarios suficientes. Oremos.

• Por nosotros. Que sepamos imitar el ejemplo de Marta y María, siendo solidarios y atentos a la palabra de Jesús. Oremos.

            Padre santo, escucha nuestras oraciones y danos un corazón humilde y sencillo que escuche la palabra de tu Hijo y lo acoja en la persona de nuestros hermanos. Él que vive y reina por los siglos de los siglos. 

LITURGIA EUCARÍSTICA

PREPARACIÓN DE LOS DONES

Presentación del pan:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.

–Bendito seas por siempre, Señor.

(Sacerdote, en secreto): Por el misterio de esta agua y este vino, haz que compartamos la divinidad de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad.

Presentación del vino:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación.

–Bendito seas por siempre, Señor.

(Sacerdote, en secreto): Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.

Lava del todo mi delito, Señor, y limpia mi pecado.

Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

–El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Dios nuestro, que con la perfección de un único sacrificio pusiste fin a la diversidad de sacrificios de la antigua ley, recibe las ofrendas de tus fieles, y santifícalas como bendijiste la ofrenda de Abel, para que aquello que cada uno te ofrece en honor de tu gloria, sea de provecho para la salvación de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I-X para los domingos del Tiempo Ordinario. A continuación, solamente el Prefacio V.

PREFACIO V PARA LOS DOMINGOS DEL TIEMPO ORDINARIO. La creación alaba al Señor.

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

            Porque creaste el universo con todo cuanto contiene; determinaste el ciclo de las estaciones; pero formaste al hombre a tu imagen y semejanza y lo hiciste dueño de un mundo portentoso, para que en tu nombre dominara la creación entera y, al contemplar la grandeza de tus obras, en todo momento te alabara, por Cristo, Señor nuestro.

            A quien cantan los cielos y la tierra, los ángeles y los arcángeles, proclamando sin cesar: Santo, Santo, Santo

* * * * *

Plegaria eucarística I o Canon romano

Padre misericordioso, te pedimos humildemente, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes y bendigas estos dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa N., con nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.

            Acuérdate, Señor, de tus hijos N. y N. y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.

* * *

En los domingos, cuando no hay otro Reunidos en comunión propio, puede decirse:

Reunidos en comunión con toda la Iglesia, para celebrar el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, (Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián) la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

En la Misa de exequias:

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos, que hoy te ofrecemos especialmente por el descanso eterno de nuestro hermano N., pidiéndote que le concedas que, libre ya de las ataduras de la carne, tenga su parte entre tus santos. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Bendice y santifica esta ofrenda, Padre, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti: que se convierta para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.

            El cual, la víspera de su Pasión, tomó pan en sus santas y venerables manos, y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.

            Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.

            Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu Ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

En las Misas por los difuntos se puede añadir:

Acuérdate también, Señor, de tus hijos N. y N., que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz.

            A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé,

            (Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felícitas y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia,)

            y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. Por Cristo, Señor nuestro.

            Por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.

            Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * *

Plegaria eucarística II

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.

            Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.

            Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.

            Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, diciendo: Santo, Santo, Santo…

Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.

            El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.

            Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

* * *

En los domingos, cuando no hay otro Acuérdate, Señor propio, puede decirse:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal;

* * *

y con el Papa N., con nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.

* * *

En las Misas por los difuntos se puede añadir:

Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia; concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección.

* * *

Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * *

Plegaria eucarística III

Después del prefacio que corresponda según las rúbricas, el cual se concluye:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hossana en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hossana en el cielo.          

            Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus creaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.

            Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.

            Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.

            Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

            Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, (san N.: santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.

            Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.

* * *

En los domingos, cuando no hay otro Atiende propio, puede decirse:

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal.

* * *

Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.

A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.

* * *

Cuando esta Plegaria eucarística se utiliza en las Misas de difuntos, puede decirse:

Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia: concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección, cuando Cristo haga resurgir de la tierra a los muertos, y transforme nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo. Y a todos nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria; allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque, al contemplarte como tú eres, Dios nuestro, seremos para siempre semejantes a ti y cantaremos eternamente tus alabanzas, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.

* * *

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * * *

Rito de la Comunión

Padrenuestro

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

            Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

            Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

            Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Rito de la paz

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: «La paz les dejo, mi paz les doy», no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

La paz del Señor esté siempre con ustedes. R. Y con tu espíritu.

Si es oportuno, el diácono, o el sacerdote, invita a los fieles a darse la paz.

Dense fraternalmente la paz.

Fracción del pan

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

Comunión

El sacerdote completa su preparación personal, diciendo en voz baja:

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.

O bien:

Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

Muestra a los fieles el pan eucarístico.

Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.

R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN. Apoc 3, 20

Miren que estoy a la puerta y llamo, dice el Señor: Si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, muéstrate benigno con tu pueblo, y, ya que te dignaste alimentarlo con los misterios celestiales, hazlo pasar de su antigua condición de pecado a una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Rito de conclusión

El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos, dice:

El Señor esté con ustedes.

El pueblo responde: Y con tu espíritu.

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:

La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

El pueblo responde: Amén.

O bien, si se considera una bendición solemne para el Tiempo Ordinario, se sugiere la siguiente:

TIEMPO ORDINARIO V

– Que Dios todopoderoso aleje siempre de ustedes toda adversidad y les conceda la abundancia de sus bendiciones.

R. Amén.

– Que los haga atentos y dóciles a su palabra para que lleguen a poseer los goces eternos.

R. Amén.

– Que comprendiendo lo que es bueno y recto, avancen siempre por el camino de los mandamientos y lleguen a ser coherederos de los santos.

R. Amén.

– Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

DESPEDIDA

Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, vueltos hacia el pueblo dice:

La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.

O bien: Glorifiquen al Señor con su vida. Pueden ir en paz.

O bien: En el nombre del Señor, pueden ir en paz.

O bien: En la paz de Cristo, vayan a servir a Dios y a sus hermanos.

El pueblo responde: Demos gracias a Dios.

Misa. 16 de julio. Sábado. NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN

16 de julio. Sábado

NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN

Memoria. Blanco.

La antigüedad relacionó íntimamente el monte Carmelo con la predicación del profeta Elías. En el siglo XIII, algunas personas, abrasadas, como el profeta, “en el amor al Dios vivo”, se establecieron en el Carmelo para llevar una vida de ermitaños, regida por una regla común (1209). Así empezó la Orden del Carmelo, bajo la protección de la santísima Virgen María de Nazaret, madre de los contemplativos.

Ritos iniciales

ANTÍFONA DE ENTRADA

Te aclamamos, santa Madre de Dios, porque has dado a luz al Rey, que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos.

Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R.: Amén.

SALUDO

1. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes.

O bien:

2. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor, estén con todos ustedes.

El pueblo responde: Y con tu espíritu.

ACTO PENITENCIAL

A continuación, se hace el acto penitencial, al que el sacerdote invita a los fieles, diciendo:

3. Al comenzar esta celebración eucarística, pidamos a Dios que nos conceda la conversión de nuestros corazones; así obtendremos la reconciliación y se acrecentará nuestra comunión con Dios y con nuestros hermanos.

* * *

FÓRMULA I:

            Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde: Amén.

* * *

O bien:

FÓRMULA II:

Se hace una breve pausa en silencio. Después, el sacerdote dice:

Señor, ten misericordia de nosotros.

El pueblo responde: Porque hemos pecado contra ti.

El sacerdote prosigue:

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

El pueblo responde: Y danos tu salvación.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde: Amén.

* * *

O bien:

FÓRMULA III:

VI. Defensor de los pobres: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Refugio de los débiles: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Esperanza de los pecadores: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

* * *

Siguen las invocaciones, si no se han dicho ya en el acto penitencial:

Señor, ten piedad. –Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad. –Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad. –Señor, ten piedad.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Concédenos, Señor, la poderosa intercesión de la gloriosa Virgen María, nuestra Señora del Carmen, para que, con la ayuda de su protección, podamos llegar hasta el monte de la salvación, que es Cristo. Él, que vive y reina contigo…

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Codician los campos y usurpan las casas.

Del libro del profeta Miqueas: 2, 1-5

            ¡Ay de aquellos que planean injusticias, que traman el mal durante la noche y al despuntar la mañana, lo ejecutan, porque son gente poderosa!

            Codician los campos y los roban, codician las casas y las usurpan, violando todos los derechos arruinan al hombre y lo despojan de su herencia.

            Por eso dice el Señor: “Estoy planeando contra esta gente una serie de calamidades de las que no podrán escapar. Entonces ya no caminarán con altivez, porque será un tiempo de desgracias. Aquel día, la gente se burlará de ellos y les cantará un triste canto: Nos han despojado de todo y se han repartido nuestras tierras; se han apoderado de nuestra herencia y no hay quien nos la devuelva”.

            Por eso dice el Señor: “Cuando la asamblea del pueblo distribuya nuevamente las tierras, no habrá parte para ellos”.

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 9

R. Señor, no te olvides de los pobres.

¿Por qué te quedas lejos, Señor,

y te escondes en el momento de la angustia?

La soberbia del malvado oprime al pobre.

¡Que se enrede en las intrigas que ha tramado! R.

El malvado presume de su ambición

y el avaro maldice al Señor.

El malvado dice con insolencia

que no hay Dios que le pida cuentas. R.

Su boca está llena de engaños y fraudes,

su lengua esconde maldad y opresión;

se agazapa junto a la casa del inocente

para matarlo a escondidas. R.

Pero tú, Señor, ves las penas y los trabajos

tú los miras y los tomas en tus manos;

el pobre se encomienda a ti,

tú eres el socorro del huérfano. R.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

2 Cor 5, 19

R. Aleluya, aleluya.

Dios reconcilió al mundo consigo por medio de Cristo, y a nosotros nos confió el mensaje de la reconciliación. R.

EVANGELIO

Les mandó que no lo publicaran, para que se cumplieran las palabras del profeta.

Del santo Evangelio según san Mateo: 12, 14-21

            En aquel tiempo, los fariseos se confabularon contra Jesús para acabar con él. Al saberlo, Jesús se retiró de ahí. Muchos lo siguieron y él curó a todos los enfermos y les mandó enérgicamente que no lo publicaran, para que se cumplieran las palabras del profeta Isaías:

            Miren a mi siervo, a quien sostengo; a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En él he puesto mi Espíritu, para que haga brillar la justicia sobre las naciones. No gritará ni clamará, no hará oír su voz en las plazas, no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea, hasta que haga triunfar la justicia sobre la tierra; y en él pondrán todas las naciones su esperanza.

Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

HOMILÍA

No se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL u ORACIÓN DE LOS FIELES

El sacerdote invita a los fieles a orar, por medio de una breve monición. El pueblo manifiesta su participación con una invocación. Termina con una oración conclusiva.

LITURGIA EUCARÍSTICA

PREPARACIÓN DE LOS DONES

Presentación del pan:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.

–Bendito seas por siempre, Señor.

(Sacerdote, en secreto): Por el misterio de esta agua y este vino, haz que compartamos la divinidad de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad.

Presentación del vino:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación.

–Bendito seas por siempre, Señor.

(Sacerdote, en secreto): Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.

Lava del todo mi delito, Señor, y limpia mi pecado.

Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

–El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que nos socorra, Señor, el inmenso amor de tu Unigénito, para que, quien al nacer de la Virgen María no menoscabó la integridad de la Madre, sino que la consagró, nos libre de nuestras culpas y haga acepta a ti nuestra oblación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I-V de santa María Virgen. A continuación, solamente el Prefacio V.

PREFACIO V DE SANTA MARÍA VIRGEN. María, imagen de la humanidad nueva.

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias, Padre santo, fuente de la vida y del gozo.

            Porque en esta etapa final de la historia has querido revelarnos el misterio escondido desde siglos, para que así el mundo entero retorne a la vida y recobre la esperanza. En Cristo, nuevo Adán, y en María, nueva Eva, se revela el misterio de tu Iglesia, como primicia de la humanidad redimida.

            Por este inefable don la creación entera, con la fuerza del Espíritu Santo, emprende de nuevo su camino hacia la Pascua eterna.

            Por eso nosotros, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo

* * * * *

Plegaria eucarística I o Canon romano

Padre misericordioso, te pedimos humildemente, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes y bendigas estos dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa N., con nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.

            Acuérdate, Señor, de tus hijos N. y N. y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.

* * *

Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, (Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián) la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

En la Misa de exequias:

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos, que hoy te ofrecemos especialmente por el descanso eterno de nuestro hermano N., pidiéndote que le concedas que, libre ya de las ataduras de la carne, tenga su parte entre tus santos. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Bendice y santifica esta ofrenda, Padre, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti: que se convierta para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.

            El cual, la víspera de su Pasión, tomó pan en sus santas y venerables manos, y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.

            Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.

            Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu Ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

En las Misas por los difuntos se puede añadir:

Acuérdate también, Señor, de tus hijos N. y N., que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz.

            A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé,

            (Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felícitas y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia,)

            y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. Por Cristo, Señor nuestro.

            Por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.

            Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * *

Plegaria eucarística II

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.

            Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.

            Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.

            Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, diciendo: Santo, Santo, Santo…

Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.

            El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.

            Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

* * *

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra;

* * *

y con el Papa N., con nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.

* * *

En las Misas por los difuntos se puede añadir:

Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia; concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección.

* * *

Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * *

Plegaria eucarística III

Después del prefacio que corresponda según las rúbricas, el cual se concluye:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hossana en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hossana en el cielo.          

            Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus creaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.

            Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.

            Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.

            Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

            Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, (san N.: santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.

            Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.

* * *

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.

* * *

Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.

A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.

* * *

Cuando esta Plegaria eucarística se utiliza en las Misas de difuntos, puede decirse:

Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia: concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección, cuando Cristo haga resurgir de la tierra a los muertos, y transforme nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo. Y a todos nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria; allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque, al contemplarte como tú eres, Dios nuestro, seremos para siempre semejantes a ti y cantaremos eternamente tus alabanzas, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.

* * *

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * * *

Rito de la Comunión

Padrenuestro

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

            Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

            Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

            Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Rito de la paz

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: «La paz les dejo, mi paz les doy», no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

La paz del Señor esté siempre con ustedes. R. Y con tu espíritu.

Si es oportuno, el diácono, o el sacerdote, invita a los fieles a darse la paz.

Dense fraternalmente la paz.

Fracción del pan

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

Comunión

El sacerdote completa su preparación personal, diciendo en voz baja:

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.

O bien:

Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

Muestra a los fieles el pan eucarístico.

Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.

R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN. Cfr. Lc 11, 27

Dichoso el vientre de la Virgen María, que llevó al Hijo del eterno Padre.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Al recibir el sacramento celestial en la conmemoración de la santísima Virgen María, te pedimos, Padre misericordioso, que, a imitación suya, nos concedas ponernos dignamente al servicio del misterio de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Rito de conclusión

El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos, dice:

El Señor esté con ustedes.

El pueblo responde: Y con tu espíritu.

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:

La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

El pueblo responde: Amén.

O bien la bendición solemne de la santísima Virgen María:

– Que Dios, cuya providencia amorosa quiso redimir benignamente al género humano por medio de su Hijo santísimo nacido de la Virgen María, los colme de sus bendiciones.

R. Amén.

– Que experimenten siempre y en todo lugar la protección de la Virgen María, por quien merecieron ustedes recibir al autor de la vida.

R. Amén.

– Que a todos ustedes, que se han reunido hoy aquí para celebrar con devoción esta fiesta de María, el Señor les conceda los goces espirituales y los premios del cielo.

R. Amén.

– Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

DESPEDIDA

Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, vueltos hacia el pueblo dice:

La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.

O bien: Glorifiquen al Señor con su vida. Pueden ir en paz.

O bien: En el nombre del Señor, pueden ir en paz.

O bien: En la paz de Cristo, vayan a servir a Dios y a sus hermanos.

El pueblo responde: Demos gracias a Dios.

Misa. 15 de julio. Viernes. SAN BUENAVENTURA

15 de julio. Viernes

SAN BUENAVENTURA, obispo y doctor de la Iglesia

Memoria. Blanco.

Este gran franciscano (1221-1274) escribió la vida de san Francisco de Asís y fue ministro general de la Orden de los Frailes Menores, a quienes organizó. Fue, además, un teólogo extraordinariamente profundo. Siguiendo las pisadas de san Agustín, investigó y enseñó El Itinerario del Alma hacia Dios. Siendo cardenal-obispo de Ostia, murió durante el Concilio de Lyon.

Ritos iniciales

ANTÍFONA DE ENTRADA. Sal 36, 30-31

La boca del justo proclama la sabiduría, y su lengua manifiesta lo que es verdadero. Porque la ley de su Dios está en su corazón.

Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R.: Amén.

SALUDO

5. La paz, la caridad y la fe, de parte de Dios Padre, y de Jesucristo, el Señor, estén con todos ustedes.

O bien:

6. El Dios de la esperanza, que por la acción del Espíritu Santo nos colma con su alegría y con su paz, esté siempre con todos ustedes.

El pueblo responde: Y con tu espíritu.

ACTO PENITENCIAL

A continuación, se hace el acto penitencial, al que el sacerdote invita a los fieles, diciendo:

2. El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora a la conversión. Reconozcamos, pues, que somos pecadores e invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.

* * *

FÓRMULA I:

            Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde: Amén.

* * *

O bien:

FÓRMULA II:

Se hace una breve pausa en silencio. Después, el sacerdote dice:

Señor, ten misericordia de nosotros.

El pueblo responde: Porque hemos pecado contra ti.

El sacerdote prosigue:

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

El pueblo responde: Y danos tu salvación.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde: Amén.

* * *

O bien:

FÓRMULA III:

V. Tú que ofreciste el perdón a Pedro arrepentido: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que prometiste el paraíso al buen ladrón: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que perdonas a todo hombre que confía en tu misericordia: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

* * *

Siguen las invocaciones, si no se han dicho ya en el acto penitencial:

Señor, ten piedad. –Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad. –Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad. –Señor, ten piedad.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso, al celebrar la festividad del obispo san Buenaventura, te pedimos que nos concedas aprovechar su admirable doctrina e imitar siempre su ardiente caridad. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas.

Del libro del profeta Isaías: 38, 1-6. 21-22. 7-8

            En aquel tiempo, el rey Ezequías enfermó de muerte y vino a verlo el profeta Isaías, hijo de Amós, y le dijo: “Esto dice el Señor: ‘Arregla todos tus asuntos, porque no te vas a aliviar y te vas a morir’ ”.

            Ezequías volvió la cara hacia la pared, oró al Señor y dijo: “Acuérdate, Señor, de que te he servido con fidelidad y rectitud de corazón y de que he hecho siempre lo que a ti te agrada”. Y lloró con abundantes lágrimas.

            Entonces el Señor le habló a Isaías y le dijo: “Ve a decirle a Ezequías: ‘Esto dice el Señor, Dios de tu padre, David: He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a curarte y en tres días podrás ir al templo del Señor. Voy a darte quince años más de vida. Te libraré de la mano del rey de Asiria a ti y a tu ciudad, y protegeré a Jerusalén’ ”.

            Dijo entonces Isaías: “Traigan un emplasto de higos y aplíquenselo en la llaga para que se alivie”. Y Ezequías dijo: “¿Cuál es la señal de que podré ir al templo del Señor?”. Respondió Isaías: “Ésta será para ti la señal de que el Señor cumplirá las cosas que te ha dicho: voy a hacer que la sombra retroceda los diez grados que ha avanzado en el reloj de sol de Ajaz”. Y el sol retrocedió los diez grados que había avanzado.

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Isaías 38

R. Sálvame, Señor, y viviré.

Yo pensaba que a la mitad de mi vida

tendría que dirigirme hacia las puertas del abismo

y me privarían del resto de mis años. R.

Yo pensaba que ya no volvería a ver al Señor

en la tierra de los vivos,

que ya no volvería a ver a los hombres

entre los habitantes del mundo. R.

Levantan y enrollan mi vida

como una tienda de pastores.

Como un tejedor tejía yo mi vida,

y me cortaron la trama. R.

A los que Dios protege viven,

y entre ellos vivirá mi espíritu;

me has curado,

me has hecho revivir. R.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

Jn 10, 27

R. Aleluya, aleluya.

Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen. R.

EVANGELIO

El Hijo del hombre también es dueño del sábado.

Del santo Evangelio según san Mateo: 12, 1-8

            En sábado, atravesaba Jesús por los sembrados. Los discípulos, que iban con él, tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos. Cuando los fariseos los vieron, le dijeron a Jesús: “Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado”.

            Él les contestó: “¿No han leído ustedes lo que hizo David una vez que sintieron hambre él y sus compañeros? ¿No recuerdan cómo entraron en la casa de Dios y comieron los panes consagrados, de los cuales ni él ni sus compañeros podían comer, sino tan sólo los sacerdotes?

            ¿Tampoco han leído en la ley que los sacerdotes violan el sábado porque ofician en el templo y no por eso cometen pecado? Pues yo digo que aquí hay alguien más grande que el templo.

            Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: Misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa. Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado”.

Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

HOMILÍA

No se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL u ORACIÓN DE LOS FIELES

El sacerdote invita a los fieles a orar, por medio de una breve monición. El pueblo manifiesta su participación con una invocación. Termina con una oración conclusiva.

LITURGIA EUCARÍSTICA

PREPARACIÓN DE LOS DONES

Presentación del pan:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.

–Bendito seas por siempre, Señor.

(Sacerdote, en secreto): Por el misterio de esta agua y este vino, haz que compartamos la divinidad de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad.

Presentación del vino:

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación.

–Bendito seas por siempre, Señor.

(Sacerdote, en secreto): Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.

Lava del todo mi delito, Señor, y limpia mi pecado.

Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

–El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que te sea agradable, Dios nuestro, el sacrificio que alegres te presentamos en la fiesta de san Buenaventura, por cuyas enseñanzas te alabamos y nos entregamos enteramente a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO DE LOS SANTOS PASTORES. La presencia de los santos pastores en la Iglesia.

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.

            Porque de tal modo concedes a tu Iglesia la alegría de celebrar hoy la festividad de san Buenaventura, que la fortaleces con el ejemplo de su vida piadosa, la instruyes con la predicación de su palabra y la proteges con su intercesión.

            Por eso, unidos a la multitud de los ángeles y de los santos, te aclamamos, llenos de alegría: Santo, Santo, Santo

* * * * *

Plegaria eucarística I o Canon romano

Padre misericordioso, te pedimos humildemente, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes y bendigas estos dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa N., con nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.

            Acuérdate, Señor, de tus hijos N. y N. y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.

* * *

Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, (Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián) la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

En la Misa de exequias:

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos, que hoy te ofrecemos especialmente por el descanso eterno de nuestro hermano N., pidiéndote que le concedas que, libre ya de las ataduras de la carne, tenga su parte entre tus santos. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Bendice y santifica esta ofrenda, Padre, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti: que se convierta para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.

            El cual, la víspera de su Pasión, tomó pan en sus santas y venerables manos, y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.

            Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.

            Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu Ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

En las Misas por los difuntos se puede añadir:

Acuérdate también, Señor, de tus hijos N. y N., que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz.

            A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz. (Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

* * *

Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé,

            (Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felícitas y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia,)

            y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. Por Cristo, Señor nuestro.

            Por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.

            Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * *

Plegaria eucarística II

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.

            Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.

            Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.

            Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, diciendo: Santo, Santo, Santo…

Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.

            El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.

            Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

* * *

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra;

* * *

y con el Papa N., con nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.

* * *

En las Misas por los difuntos se puede añadir:

Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia; concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección.

* * *

Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * *

Plegaria eucarística III

Después del prefacio que corresponda según las rúbricas, el cual se concluye:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hossana en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hossana en el cielo.          

            Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus creaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.

            Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.

            Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

* * *

I. Éste es el Misterio de la fe.

O bien: Éste es el Sacramento de nuestra fe.

R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien: II. Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

R. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien: III. Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

R. Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección

* * *

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.

            Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

            Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, (san N.: santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.

            Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N.,

* * *

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno siervo tuyo,

* * *

al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.

* * *

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.

* * *

Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.

A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.

* * *

Cuando esta Plegaria eucarística se utiliza en las Misas de difuntos, puede decirse:

Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia: concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección, cuando Cristo haga resurgir de la tierra a los muertos, y transforme nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo. Y a todos nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria; allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque, al contemplarte como tú eres, Dios nuestro, seremos para siempre semejantes a ti y cantaremos eternamente tus alabanzas, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.

* * *

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* * * * * *

Rito de la Comunión

Padrenuestro

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

            Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

            Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

            Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Rito de la paz

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: «La paz les dejo, mi paz les doy», no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

La paz del Señor esté siempre con ustedes. R. Y con tu espíritu.

Si es oportuno, el diácono, o el sacerdote, invita a los fieles a darse la paz.

Dense fraternalmente la paz.

Fracción del pan

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

Comunión

El sacerdote completa su preparación personal, diciendo en voz baja:

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.

O bien:

Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

Muestra a los fieles el pan eucarístico.

Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.

R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN. Cfr. Sal 1, 2-3

El que día y noche medita la ley del Señor, al debido tiempo dará su fruto.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

A quienes alimentas con Cristo, pan de vida, instrúyenos, Señor, por Cristo, verdadero maestro, para que en la festividad de san Buenaventura aprendamos tu verdad y la llevemos a la práctica en la caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Rito de conclusión

El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos, dice:

El Señor esté con ustedes.

El pueblo responde: Y con tu espíritu.

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:

La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

El pueblo responde: Amén.

O bien, si se considera una bendición solemne para el Tiempo Ordinario, se sugiere la siguiente:

TIEMPO ORDINARIO IV

– Que el Dios de todo consuelo disponga los días de ustedes en su paz y los llene de sus bendiciones.

R. Amén.

– Que los libre siempre de toda perturbación y afiance en su amor sus corazones.

R. Amén.

– Que llenos de fe, de esperanza y de caridad, pasen por la vida haciendo el bien y puedan así alcanzar la felicidad eterna.

R. Amén.

– Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

DESPEDIDA

Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, vueltos hacia el pueblo dice:

La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.

O bien: Glorifiquen al Señor con su vida. Pueden ir en paz.

O bien: En el nombre del Señor, pueden ir en paz.

O bien: En la paz de Cristo, vayan a servir a Dios y a sus hermanos.

El pueblo responde: Demos gracias a Dios.

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