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Liturgia de las Horas. 18 de julio. LUNES XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

18 de julio

LUNES XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

INVITATORIO

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor, abre mis labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona

Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

Salmo 23

ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO

Las puertas del cielo se abren ante Cristo que como hombre sube al cielo (S. Ireneo).

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,

el orbe y todos sus habitantes:

él la fundó sobre los mares,

él la afianzó sobre los ríos.

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

¿Quién puede subir al monte del Señor?

¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

El hombre de manos inocentes

y puro corazón,

que no confía en los ídolos

ni jura contra el prójimo en falso.

Ése recibirá la bendición del Señor,

le hará justicia el Dios de salvación.

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

Éste es el grupo que busca al Señor,

que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

¡Portones!, alzad los dinteles,

levantaos, puertas antiguas:

va a entrar el Rey de la gloria.

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

¿Quién es ese Rey de la gloria?

El Señor, héroe valeroso;

el Señor, héroe de la guerra.

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

¡Portones!, alzad los dinteles,

levantaos, puertas antiguas:

va a entrar el Rey de la gloria.

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

¿Quién es ese Rey de la gloria?

El Señor, Dios de los ejércitos.

Él es el Rey de la gloria.

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

O bien el Salmo 94, el 99 o el 66.

* * * * * *

18 de julio

LUNES XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

OFICIO DE LECTURA

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

En el principio, tu Palabra.

Antes que el sol ardiera,

antes del mar y las montañas,

antes de las constelaciones,

nos amó tu Palabra.

Desde tu seno, Padre,

era sonrisa su mirada,

era ternura su sonrisa,

era calor de brasa.

En el principio, tu Palabra.

Todo se hizo de nuevo,

todo salió sin mancha,

desde el arrullo del río

hasta el rocío y la escarcha;

nuevo el canto de los pájaros,

porque habló tu Palabra.

Y nos sigues hablando todo el día,

aunque matemos la mañana

y desperdiciemos la tarde,

y asesinemos la alborada.

Como una espada de fuego,

en el principio, tu Palabra.

Llénanos de tu presencia, Padre;

Espíritu, satúranos de tu fragancia;

danos palabras para responderte,

Hijo, eterna Palabra. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Qué bueno es el Dios de Israel para los justos.

Salmo 72

POR QUÉ SUFRE EL JUSTO

¡Dichoso el que no se siente defraudado por mí! (Mt 11, 6).

I

¡Qué bueno es Dios para el justo,

el Señor para los limpios de corazón!

Pero yo por poco doy un mal paso,

casi resbalaron mis pisadas:

porque envidiaba a los perversos,

viendo prosperar a los malvados.

Para ellos no hay sinsabores,

están sanos y engreídos;

no pasan las fatigas humanas

ni sufren como los demás.

Por eso su collar es el orgullo,

y los cubre un vestido de violencia;

de las carnes les rezuma la maldad,

el corazón les rebosa de malas ideas.

Insultan y hablan mal,

y desde lo alto amenazan con la opresión.

Su boca se atreve con el cielo,

y su lengua recorre la tierra.

Por eso mi pueblo se vuelve a ellos

y se bebe sus palabras.

Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber,

se va a enterar el Altísimo?»

Así son los malvados:

siempre seguros, acumulan riquezas.

Ant. Qué bueno es el Dios de Israel para los justos.

Ant. 2. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

II

Entonces, ¿para qué he limpiado yo mi corazón

y he lavado en la inocencia mis manos?

¿Para qué aguanto yo todo el día

y me corrijo cada mañana?

Si yo dijera: «Voy a hablar como ellos»,

renegaría de la estirpe de tus hijos.

Meditaba yo para entenderlo,

pero me resultaba muy difícil;

hasta que entré en el misterio de Dios,

y comprendí el destino de ellos.

Es verdad: los pones en el resbaladero,

los precipitas en la ruina;

en un momento causan horror,

y acaban consumidos de espanto.

Como un sueño al despertar, Señor,

al despertarte desprecias sus sombras.

Ant. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Ant. 3. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

III

Cuando mi corazón se agriaba

y me punzaba mi interior,

yo era un necio y un ignorante,

yo era un animal ante ti.

Pero yo siempre estaré contigo,

tú tomas mi mano derecha,

me guías según tus planes,

y me llevas a un destino glorioso.

¿No te tengo a ti en el cielo?;

y contigo, ¿qué me importa la tierra?

Se consumen mi corazón y mi carne

por Dios, mi herencia eterna.

Sí: los que se alejan de ti se pierden;

tú destruyes a los que te son infieles.

Para mí lo bueno es estar junto a Dios,

hacer del Señor mi refugio,

y proclamar todas tus acciones

en las puertas de Sión.

Ant. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

Versículo

V. Qué dulce al paladar tu promesa, Señor.

R. Más que miel en la boca.

PRIMERA LECTURA

Del libro de Job. 12, 1-25

DOMINIO DE DIOS

SOBRE TODA HUMANA SABIDURÍA Y GRANDEZA

Job tomó la palabra y dijo:

            «Realmente sois gente importante y con vosotros morirá la sabiduría; pero también yo tengo inteligencia y no soy menos que vosotros: ¿quién no sabe todo eso?

            Soy el hazmerreír de mi vecino, yo, que llamaba a Dios y me escuchaba. (¡El hazmerreír, siendo honrado y cabal!) Y los que se sienten satisfechos exclaman: “Que vaya a la desgracia, al desprecio, dad un último golpe al que vacila.” Y, con todo, están en paz las tiendas de los salteadores, y viven tranquilos los que desafían a Dios, pensando que lo tienen en su puño.

            Pregunta a las bestias y te instruirán, a las aves del cielo y te informarán, a los reptiles del suelo y te darán lecciones, te lo contarán los peces del mar: con tantos maestros, ¿quién no sabe que la mano de Dios lo ha hecho todo? En su mano está el alma de los vivientes y el espíritu del hombre de carne.

            ¿No distingue el oído las palabras, y no saborea el paladar los manjares? ¿No está en los ancianos la sabiduría, y la prudencia en los viejos?

            Pues él posee sabiduría y poder; la perspicacia y la prudencia son suyas. Lo que él destruye, nadie lo levanta; si él aprisiona, nadie escapará; si retiene la lluvia, viene la sequía: si la suelta, se inunda la tierra.

            Él posee fuerza y eficacia, suyos son el engañado y el que engaña; él puede hacer estúpidos a los consejeros, y hacer enloquecer a los gobernantes; él arranca a los reyes sus insignias, y les ata una soga a la cintura; él despoja a los sacerdotes de su gloria, y derriba los poderes establecidos; quita la palabra a los elocuentes, y priva de sensatez a los ancianos; arroja desprecio sobre los nobles, y afloja el cinturón de los robustos; arranca a las tinieblas sus secretos, y saca a luz lo que estaba entre las sombras; levanta pueblos y los arruina, dilata naciones y las destierra; quita el talento a los jefes, y los extravía por una inmensidad sin caminos, donde van a tientas en lóbrega tiniebla, tropezando como ebrios.»

Responsorio. Jb 12, 13. 14; 23, 13

R. Dios posee sabiduría y poder; la perspicacia y la prudencia son suyas.

* Lo que él destruye, nadie lo levanta; si él aprisiona, nadie escapará.

V. Él no cambia, ¿quién podrá disuadirlo? Él realiza lo que quiere.

R. Lo que él destruye, nadie lo levanta; si él aprisiona, nadie escapará.

SEGUNDA LECTURA

De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Magnesios (Cap. 6, 1–9, 2: Funk 1, 195-199).

UNA SOLA ORACIÓN Y UNA SOLA ESPERANZA EN LA CARIDAD Y EN LA SANTA ALEGRÍA

Como en las personas de vuestra comunidad que tuve la suerte de ver, os contemplé en la fe a todos vosotros y a todos cobré amor, yo os exhorto a que pongáis empeño por hacerlo todo en la concordia de Dios, bajo la presidencia del obispo, que ocupa el lugar de Dios; y de los presbíteros, que representan al colegio de los apóstoles; desempeñando los diáconos, para mí muy queridos, el ejercicio que les ha sido confiado del ministerio de Jesucristo, el cual estaba junto al Padre antes de los siglos y se manifestó en estos últimos tiempos.

            Así pues, todos, conformándoos al proceder de Dios, respetaos mutuamente y nadie mire a su prójimo bajo un punto de vista meramente humano, sino amaos unos a otros en Jesucristo en todo momento. Que nada haya en vosotros que pueda dividiros, antes bien, formad un solo cuerpo con vuestro obispo y con los que os presiden, para que seáis modelo y ejemplo de inmortalidad.

            Por consiguiente, a la manera que el Señor nada hizo sin contar con su Padre, ya que formaba una sola cosa con él –nada, digo, ni por sí mismo ni por sus apóstoles–, así también vosotros, nada hagáis sin contar con vuestro obispo y con los presbíteros, ni tratéis de colorear como laudable algo que hagáis separadamente, sino que, reunidos en común, haya una sola oración, una sola esperanza en la caridad y en la santa alegría, ya que uno solo es Jesucristo, mejor que el cual nada existe. Corred todos a una como a un solo templo de Dios, como a un solo altar, a un solo Jesucristo que procede de un solo Padre, que en un solo Padre estuvo y a él solo ha vuelto.

            No os dejéis engañar por doctrinas extrañas ni por cuentos viejos que no sirven para nada. Porque si hasta el presente seguimos viviendo según la ley judaica, confesamos no haber recibido la gracia. En efecto, los santos profetas vivieron según Jesucristo. Por eso justamente fueron perseguidos, inspirados que fueron por su gracia para convencer plenamente a los incrédulos de que hay un solo Dios, el cual se habría de manifestar a sí mismo por medio de Jesucristo, su Hijo, que es su Palabra que procedió del silencio, y que en todo agradó a aquel que lo había enviado.

            Ahora bien, si los que se habían criado en el antiguo orden de cosas vinieron a una nueva esperanza, no guardando ya el sábado, sino considerando el domingo como el principio de su vida, pues en ese día amaneció también nuestra vida gracias al Señor y a su muerte, ¿cómo podremos nosotros vivir sin aquel a quien los mismos profetas, discípulos suyos ya en espíritu, esperaban como a su Maestro? Y por eso, el mismo a quien justamente esperaban, una vez llegado, los resucitó de entre los muertos.

Responsorio. 1 Pe 3, 8. 9; Rm 12, 10. 11

R. Procurad todos tener un mismo pensar y un mismo sentir: con afecto fraternal, con ternura, con humildad.

* Porque vuestra vocación mira a esto: a heredar una bendición.

V. En punto a caridad fraterna, amaos entrañablemente unos a otros; en cuanto a la mutua estima, tened por más dignos a los demás; sirviendo al Señor.

R. Porque vuestra vocación mira a esto: a heredar una bendición.

Oración

Mira con misericordia a estos tus hijos, Señor, y multiplica tu gracia sobre nosotros, para que, fervorosos en la fe, la esperanza y el amor, perseveremos en el fiel cumplimiento de tus mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

* * * * * *

18 de julio

LUNES XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

LAUDES

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Señor, cómo quisiera

en cada aurora aprisionar el día,

y ser tu primavera

en gracia y alegría,

y crecer en tu amor más todavía.

En cada madrugada

abrir mi pobre casa, abrir la puerta,

el alma enamorada,

el corazón alerta,

y conmigo tu mano siempre abierta.

Ya despierta la vida

con su canción de ruidos inhumanos;

y tu amor me convida

a levantar mis manos

y a acariciarte en todos mis hermanos.

Hoy elevo mi canto

con toda la ternura de mi boca,

al que es tres veces santo,

a ti que eres mi Roca

y en quien mi vida toda desemboca. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Por la mañana, sácianos de tu misericordia, Señor.

Salmo 89

BAJE A NOSOTROS LA BONDAD DEL SEÑOR

Para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día (2 Pe 3, 8).

Señor, tú has sido nuestro refugio

de generación en generación.

Antes que naciesen los montes

o fuera engendrado el orbe de la tierra,

desde siempre y por siempre tú eres Dios.

Tú reduces el hombre a polvo,

diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»

Mil años en tu presencia

son un ayer, que pasó;

una vigilia nocturna.

Los siembras año por año,

como hierba que se renueva:

que florece y se renueva por la mañana,

y por la tarde la siegan y se seca.

¡Cómo nos ha consumido tu cólera

y nos ha trastornado tu indignación!

Pusiste nuestras culpas ante ti,

nuestros secretos ante la luz de tu mirada:

y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,

y nuestros años se acabaron como un suspiro.

Aunque uno viva setenta años,

y el más robusto hasta ochenta,

la mayor parte son fatiga inútil,

porque pasan aprisa y vuelan.

¿Quién conoce la vehemencia de tu ira,

quién ha sentido el peso de tu cólera?

Enséñanos a calcular nuestros años,

para que adquiramos un corazón sensato.

Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?

Ten compasión de tus siervos;

por la mañana sácianos de tu misericordia,

y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

Danos alegría, por los días en que nos afligiste,

por los años en que sufrimos desdichas.

Que tus siervos vean tu acción,

y sus hijos tu gloria.

Baje a nosotros la bondad del Señor

y haga prósperas las obras de nuestras manos.

Ant. Por la mañana, sácianos de tu misericordia, Señor.

Ant. 2. Llegue la alabanza del Señor hasta el confín de la tierra.

Cántico. Is 42, 10-16

CÁNTICO NUEVO AL DIOS VENCEDOR Y SALVADOR

Cantaban un cántico nuevo ante el trono de Dios (Ap 14, 3).

Cantad al Señor un cántico nuevo,

llegue su alabanza hasta el confín de la tierra;

muja el mar y lo que contiene,

las islas y sus habitantes;

alégrese el desierto con sus tiendas,

los cercados que habita Cadar;

exulten los habitantes de Petra,

clamen desde la cumbre de las montañas;

den gloria al Señor,

anuncien su alabanza en las islas.

El Señor sale como un héroe,

excita su ardor como un guerrero,

lanza el alarido,

mostrándose valiente frente al enemigo.

«Desde antiguo guardé silencio,

me callaba y aguantaba;

mas ahora grito como la mujer cuando da a luz,

jadeo y resuello.

Agostaré montes y collados,

secaré toda su hierba,

convertiré los ríos en yermo,

desecaré los estanques;

conduciré a los ciegos

por el camino que no conocen,

los guiaré por senderos que ignoran.

Ante ellos convertiré la tiniebla en luz,

lo escabroso en llano.»

Ant. Llegue la alabanza del Señor hasta el confín de la tierra.

Ant. 3. Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.

Salmo 134, 1-12

HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS

Vosotros sois… un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa (1 Pedro 2, 9).

Alabad el nombre del Señor,

alabadlo, siervos del Señor,

que estáis en la casa del Señor,

en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alabad al Señor porque es bueno,

tañed para su nombre, que es amable.

Porque él se escogió a Jacob,

a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande,

nuestro dueño más que todos los dioses.

El Señor todo lo que quiere lo hace:

en el cielo y en la tierra,

en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte,

con los relámpagos desata la lluvia,

suelta a los vientos de sus silos.

Él hirió a los primogénitos de Egipto,

desde los hombres hasta los animales.

Envió signos y prodigios

–en medio de ti, Egipto–

contra el Faraón y sus ministros.

Hirió de muerte a pueblos numerosos,

mató a reyes poderosos:

a Sijón, rey de los amorreos;

a Hog, rey de Basán,

y a todos los reyes de Canaán.

Y dio su tierra en heredad,

en heredad a Israel, su pueblo.

Ant. Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.

LECTURA BREVE. Jdt 8, 21b-23

Recordad que Dios ha querido probarnos como a nuestros padres. Recordad lo que hizo con Abraham, las pruebas por que hizo pasar a Isaac, lo que aconteció a Jacob. Como les puso a ellos en el crisol para sondear sus corazones, así el Señor nos hiere a nosotros, los que nos acercamos a él, no para castigarnos, sino para amonestarnos.

RESPONSORIO BREVE

V. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.

R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.

V. Cantadle un cántico nuevo.

R. Que merece la alabanza de los buenos.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.

Cántico de Zacarías. Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo,

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo

con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.

PRECES

Ya que Cristo escucha y salva a cuantos en él se refugian, acudamos a él diciendo:

Escúchanos, Señor.

Te damos gracias, Señor, por el gran amor con que nos amaste;

            continúa mostrándote con nosotros rico en misericordia.

Tú que con el Padre sigues actuando siempre en el mundo,

            renueva todas las cosas con la fuerza de tu Espíritu.

Abre nuestros ojos y los de nuestros hermanos

            para que podamos contemplar hoy tus maravillas.

Ya que nos llamas hoy a tu servicio,

            haz que seamos buenos administradores de tu multiforme gracia en favor de nuestros hermanos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Acudamos a Dios Padre, tal como nos enseñó Jesucristo: Padre nuestro.

Oración

Señor Dios, que encomendaste al hombre la guarda y el cultivo de la tierra, y creaste la luz del sol en su servicio, concédenos hoy que, con tu ayuda, trabajemos sin desfallecer para tu gloria y para el bien de nuestro prójimo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN

Si preside el obispo, un sacerdote o un diácono:

V. El Señor esté con vosotros.

R. Y con tu espíritu.

V. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo humano, custodie vuestro corazón y vuestra inteligencia en el amor y conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.

R. Amén.

Puede usar también la bendición común:

V. El Señor esté con vosotros.

R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.

R. Amén.

Si se despide a la comunidad, se añade la invitación:

V. Podéis ir en paz.

R. Demos gracias a Dios.

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

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18 de julio

LUNES XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

TERCIA

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

El trabajo, Señor, de cada día

nos sea por tu amor santificado,

convierte su dolor en alegría

de amor, que para dar tú nos has dado.

Paciente y larga es nuestra tarea

en la noche oscura del amor que espera;

dulce huésped del alma, al que flaquea

dale tu luz, tu fuerza que aligera.

En el alto gozoso del camino,

demos gracias a Dios, que nos concede

la esperanza sin fin del don divino;

todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

Pueden usarse también, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.

SALMODIA

Ant. 1. Asegura, Señor, mis pasos con tu promesa.

Salmo 118, 129-136

MEDITACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS EN SU LEY

Amar es cumplir la ley entera (Rm 13, 10).

Tus preceptos son admirables,

por eso los guarda mi alma;

la explicación de tus palabras ilumina,

da inteligencia a los ignorantes;

abro la boca y respiro,

ansiando tus mandamientos.

Vuélvete a mí y ten misericordia,

como es tu norma con los que aman tu nombre;

asegura mis pasos con tu promesa,

que ninguna maldad me domine;

líbrame de la opresión de los hombres,

y guardaré tus decretos.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,

enséñame tus leyes;

arroyos de lágrimas bajan de mis ojos

por los que no cumplen tu voluntad.

Ant. Asegura, Señor, mis pasos con tu promesa.

Ant. 2. Uno solo es el legislador y juez; tú, ¿quién eres para juzgar al prójimo?

Salmo 81

INVECTIVAS CONTRA LOS JUECES INICUOS

No juzguéis antes de tiempo; dejad que venga el Señor (1 Co 4, 5).

Dios se levanta en la asamblea divina,

rodeado de ángeles juzga:

«¿Hasta cuándo daréis sentencia injusta,

poniéndoos de parte del culpable?

Proteged al desvalido y al huérfano,

haced justicia al humilde y al necesitado,

defended al pobre y al indigente,

sacándolos de las manos del culpable.»

Ellos, ignorantes e insensatos, caminan a oscuras,

mientras vacilan los cimientos del orbe.

Yo declaro: «Aunque seáis dioses,

e hijos del Altísimo todos,

moriréis como cualquier hombre,

caeréis, príncipes, como uno de tantos.»

Levántate, ¡oh Dios!, y juzga la tierra,

porque tú eres el dueño de todos los pueblos.

Ant. Uno solo es el legislador y juez; tú, ¿quién eres para juzgar al prójimo?

Ant. 3. Llamé al Señor, y él me respondió.

Salmo 119

DESEO DE LA PAZ

Estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración (Rm 12, 12).

En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

Ant. Llamé al Señor, y él me respondió.

LECTURA BREVE. Lv 20, 26

Sed para mí santos, porque yo, el Señor, soy santo, y os he separado de entre los pueblos para que seáis míos.

V. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor.

R. El pueblo que él se escogió como heredad.

Oremos:

Padre óptimo, Dios nuestro, tú has querido que los hombres trabajemos de tal modo, que, cooperando unos con otros, alcancemos éxitos cada vez mejor logrados; ayúdanos, pues, a vivir en medio de nuestros trabajos, sintiéndonos siempre hijos tuyos y hermanos de todos los hombres. Por Cristo nuestro Señor.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

* * * * * *

18 de julio

LUNES XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

SEXTA

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Te está cantando el martillo

y rueda en tu honor la rueda.

Puede que la luz no pueda

librar del humo su brillo.

¡Qué sudoroso y sencillo

te pones a mediodía,

Dios de esta dura porfía

de estar sin pausa creando,

y verte necesitando

del hombre más cada día!

Quien diga que Dios ha muerto

que salga a la luz y vea

si el mundo es o no tarea

de un Dios que sigue despierto.

Ya no es su sitio el desierto

ni en la montaña se esconde;

decid, si preguntan dónde,

que Dios está –sin mortaja–

en donde un hombre trabaja

y un corazón le responde. Amén.

O bien, tanto en los domingos como en las ferias:

Este mundo del hombre, en que él se afana

tras la felicidad que tanto ansia,

tú lo vistes, Señor, de luz temprana

y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra

el secreto más hondo de esta vida;

un nuevo cielo y una nueva tierra

colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,

no tardes en venir gloriosamente;

tu luz resplandeciente y tu victoria

inunden nuestra vida eternamente. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

Salmo 122

EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

Dos ciegos… se pusieron a gritar: «Señor, ten compasión de nosotros, Hijo de David» (Mt 20, 30).

A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

fijos en las manos de sus señores,

como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos

en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,

que estamos saciados de desprecios;

nuestra alma está saciada

del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos.

Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

Ant. 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Salmo 123

NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

El Señor dijo a Pablo: «No temas…, que yo estoy contigo» (Hch 18, 9-10).

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte

–que lo diga Israel–,

si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,

cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:

tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,

llegándonos el torrente hasta el cuello;

nos habrían llegado hasta el cuello

las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó

como presa a sus dientes;

hemos salvado la vida como un pájaro

de la trampa del cazador:

la trampa se rompió y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Ant. 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

Salmo 124

EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO

La paz de Dios sobre Israel (Ga 6, 16).

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:

no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,

y el Señor rodea a su pueblo

ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados

sobre el lote de los justos,

no sea que los justos extiendan

su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,

a los sinceros de corazón;

y a los que se desvían por sendas tortuosas,

que los rechace el Señor con los malhechores.

¡Paz a Israel!

Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

LECTURA BREVE. Sb 15, 1. 3

Tú, Dios nuestro, eres bueno, leal y paciente, y con misericordia gobiernas todas las cosas. La perfecta justicia consiste en conocerte a ti, y reconocer tu poder es la raíz de la inmortalidad.

V. Tú, Señor, eres Dios clemente y misericordioso.

R. Lento a la cólera, rico en piedad y leal.

Oremos:

Señor, tú eres el dueño de la viña y de los sembrados, tú el que repartes las tareas y distribuyes el justo salario a los trabajadores: ayúdanos a soportar el peso del día y el calor de la jornada sin quejarnos nunca de tus planes. Por Cristo nuestro Señor.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

* * * * * *

18 de julio

LUNES XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

NONA

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Fundamento de todo lo que existe,

de tu pueblo elegido eterna roca,

de los tiempos Señor, que prometiste

dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,

tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte

para amarte y servirte en esta vida

y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa

en este atardecer que se avecina,

serena claridad y dulce brisa

será tu amor que todo lo domina. Amén.

O bien:

Oh Jesús, que en tu cruz has demostrado

tu gran amor, tu gran misericordia,

y tu fuerza nos das para seguirte

por el mismo camino hacia la gloria.

Que fielmente cumplamos en tu Iglesia

nuestra parte en tu obra salvadora,

 y, al llegar a la tarde de la vida,

en gozo eterno el Padre nos acoja.

Gracias, Padre, a ti porque nos llamas,

a Jesús, que en su sangre nos redime,

y al Espíritu Santo, luz y guía

de este pueblo que al cielo se dirige. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Salmo 125

DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA

Como participáis en el sufrimiento, también participáis en el consuelo (2 Co 1, 7).

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,

nos parecía soñar:

la boca se nos llenaba de risas,

la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:

«El Señor ha estado grande con ellos.»

El Señor ha estado grande con nosotros,

y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte

como los torrentes del Negueb.

Los que sembraban con lágrimas

cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,

llevando la semilla;

al volver, vuelven cantando,

trayendo sus gavillas.

Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Ant. 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Salmo 126

EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS

Sois edificación de Dios (1 Co 3, 9).

Si el Señor no construye la casa,

en vano se cansan los albañiles;

si el Señor no guarda la ciudad,

en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,

que veléis hasta muy tarde,

los que coméis el pan de vuestros sudores:

¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;

una recompensa es el fruto de las entrañas:

son saetas en mano de un guerrero

los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena

con ellas su aljaba:

no quedará derrotado cuando litigue

con su adversario en la plaza.

Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Ant. 3. Dichoso el que teme al Señor. *

Salmo 127

PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

«Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia (Arnobio).

¡Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos!

Comerás del fruto de tu trabajo,

serás dichoso, te irá bien;

tu mujer, como una vid fecunda,

en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,

alrededor de tu mesa:

ésta es la bendición del hombre

que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,

que veas la prosperidad de Jerusalén

todos los días de tu vida;

que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!

Ant. Dichoso el que teme al Señor.

LECTURA BREVE. Ba 4, 21b-22

Hijos, clamad al Señor: él os librará de la tiranía y de la mano de vuestros enemigos. Yo espero del Eterno vuestra salvación, del Santo me ha venido la alegría, por la misericordia que llegará pronto a vosotros de parte del Eterno, vuestro Salvador.

V. Recuerda, Señor, tu ternura.

R. Y tu misericordia, que son eternas.

Oremos:

Tú nos has convocado, Señor, en tu presencia en esta misma hora en que los apóstoles subían al templo para la oración de la tarde: concédenos que las súplicas que ahora te dirigimos en nombre de Jesús, tu Hijo, alcancen la salvación a cuantos lo invocan. Por Cristo nuestro Señor.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

* * * * * *

18 de julio

LUNES XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

VÍSPERAS

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Ya no temo, Señor, la tristeza,

ya no temo, Señor, la soledad;

porque eres, Señor, mi alegría,

tengo siempre tu amistad.

Ya no temo, Señor, a la noche,

ya no temo, Señor, la oscuridad;

porque brilla tu luz en las sombras,

ya no hay noche, tú eres luz.

Ya no temo, Señor, los fracasos,

ya no temo, Señor, la ingratitud;

porque el triunfo, Señor, en la vida,

tú lo tienes, tú lo das.

Ya no temo, Señor, los abismos,

ya no temo, Señor, la inmensidad;

porque eres, Señor, el camino

y la vida, la verdad. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.

Salmo 135

HIMNO A DIOS POR LAS MARAVILLAS DE LA CREACIÓN Y DEL ÉXODO

Alabar a Dios es narrar sus maravillas (Casiodoro).

I

Dad gracias al Señor porque es bueno:

porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios de los dioses:

porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Señor de los señores:

porque es eterna su misericordia.

Sólo él hizo grandes maravillas:

porque es eterna su misericordia.

Él hizo sabiamente los cielos:

porque es eterna su misericordia.

Él afianzó sobre las aguas la tierra:

porque es eterna su misericordia.

Él hizo lumbreras gigantes:

porque es eterna su misericordia.

El sol que gobierna el día:

porque es eterna su misericordia.

La luna que gobierna la noche:

porque es eterna su misericordia.

Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.

Ant. 2. Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.

II

Él hirió a Egipto en sus primogénitos:

porque es eterna su misericordia.

Y sacó a Israel de aquel país:

porque es eterna su misericordia.

Con mano poderosa, con brazo extendido:

porque es eterna su misericordia.

Él dividió en dos partes el mar Rojo:

porque es eterna su misericordia.

Y condujo por en medio a Israel:

porque es eterna su misericordia.

Arrojó en el mar Rojo al Faraón:

porque es eterna su misericordia.

Guió por el desierto a su pueblo:

porque es eterna su misericordia.

Él hirió a reyes famosos:

porque es eterna su misericordia.

Dio muerte a reyes poderosos:

porque es eterna su misericordia.

A Sijón, rey de los amorreos:

porque es eterna su misericordia.

Y a Hog, rey de Basán:

porque es eterna su misericordia.

Les dio su tierra en heredad:

porque es eterna su misericordia.

En heredad a Israel, su siervo:

porque es eterna su misericordia.

En nuestra humillación se acordó de nosotros:

porque es eterna su misericordia.

Y nos libró de nuestros opresores:

porque es eterna su misericordia.

Él da alimento a todo viviente:

porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios del cielo:

porque es eterna su misericordia.

Ant. Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.

Ant. 3. Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.

Cántico. Ef 1, 3-10

EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN

Bendito sea Dios,

Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que nos ha bendecido en la persona de Cristo

con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,

antes de crear el mundo,

para que fuésemos consagrados

e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,

por pura iniciativa suya,

a ser sus hijos,

para que la gloria de su gracia,

que tan generosamente nos ha concedido

en su querido Hijo,

redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,

hemos recibido la redención,

el perdón de los pecados.

El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia

ha sido un derroche para con nosotros,

dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan

que había proyectado realizar por Cristo

cuando llegase el momento culminante:

hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,

las del cielo y las de la tierra.

Ant. Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.

LECTURA BREVE. 1 Ts 3, 12-13

Que el Señor os haga aumentar y rebosar en amor de unos con otros y con todos, así como os amamos nosotros, para que conservéis vuestros corazones intachables en santidad ante Dios, Padre nuestro, cuando venga nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.

RESPONSORIO BREVE

V. Suba, Señor, a ti mi oración.

R. Suba, Señor, a ti mi oración.

V. Como incienso en tu presencia.

R. A ti mi oración.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Suba, Señor, a ti mi oración.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Proclame mi alma tu grandeza, Dios mío.

Cántico de la Santísima Virgen María (Lc 1, 46-55).

ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

–como lo había prometido a nuestros padres–

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Proclame mi alma tu grandeza, Dios mío.

PRECES

Llenos de confianza en el Señor Jesús que no abandona nunca a los que se acogen a él, invoquémosle diciendo:

Escúchanos, Señor, Dios nuestro.

Señor Jesucristo, tú eres nuestra luz; ilumina a tu Iglesia

            para que proclame a todas las naciones el gran misterio de piedad manifestado en tu encarnación.

Guarda a los sacerdotes y ministros de la Iglesia,

            y haz que con su palabra y su ejemplo edifiquen tu pueblo santo.

Tú que, por tu sangre, pacificaste el mundo,

            aparta de nosotros el pecado de discordia y el azote de la guerra.

Ayuda, Señor, a los que uniste con la gracia del matrimonio,

            para que su unión sea efectivamente signo del misterio de la Iglesia.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Concede, por tu misericordia, a todos los difuntos el perdón de sus faltas,

            para que sean contados entre tus elegidos.

Unidos a Jesucristo, supliquemos ahora al Padre con la oración de los hijos de Dios: Padre nuestro.

Oración

Quédate con nosotros, Señor Jesús, porque el día ya se acaba; sé nuestro compañero de camino, levanta nuestros corazones, reanima nuestra esperanza; así, nosotros, junto con nuestros hermanos, podremos reconocerte en las Escrituras y en la fracción del pan. Tú que vives y reinas.

CONCLUSIÓN

Si preside el obispo, un sacerdote o un diácono:

V. El Señor esté con vosotros.

R. Y con tu espíritu.

V. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo humano, custodie vuestro corazón y vuestra inteligencia en el amor y conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.

R. Amén.

Puede usar también la bendición común:

V. El Señor esté con vosotros.

R. Y con tu espíritu.

V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.

R. Amén.

Si se despide a la comunidad, se añade la invitación:

V. Podéis ir en paz.

R. Demos gracias a Dios.

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

* * * * * *

18 de julio. Lunes

COMPLETAS

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Todos examinan en silencio su conciencia. Terminado el examen se añade una fórmula penitencial:

I

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

            Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

Pueden usarse otras invocaciones penitenciales.

Si preside la celebración un ministro, él solo dice la absolución siguiente; en caso contrario, la dicen todos:

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

HIMNO

A continuación, se dice uno de los himnos siguientes:

Cuando la luz del sol es ya poniente,

gracias, Señor, es nuestra melodía;

recibe, como ofrenda, amablemente,

nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño

de darle vida al día que fenece,

convierta en realidad lo que fue un sueño

tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte

de pecadora en justa, e ilumina

la senda de la vida y de la muerte

del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza

la noche oscura sobre nuestro día,

concédenos la paz y la esperanza

de esperar cada noche tu gran día. Amén.

O bien:

Se inclina ya mi frente,

sellado está el trabajo;

Señor, tu pecho sea

la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,

la voz deja su canto,

pero el amor enciende

su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,

con gran amor amado,

en tu gloria dormimos

y en sueños te adoramos. Amén.

SALMODIA

Ant. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.

Salmo 85

ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES

Bendito sea Dios, que nos consuela en todas nuestras luchas (2 Co 1, 3. 4).

Inclina tu oído, Señor; escúchame,

que soy un pobre desamparado;

protege mi vida, que soy un fiel tuyo;

salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,

que a ti te estoy llamando todo el día;

alegra el alma de tu siervo,

pues levanto mi alma hacia ti;

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,

rico en misericordia con los que te invocan.

Señor, escucha mi oración,

atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo,

y tú me escuchas.

No tienes igual entre los dioses, Señor,

ni hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán

a postrarse en tu presencia, Señor;

bendecirán tu nombre:

«Grande eres tú, y haces maravillas;

tú eres el único Dios.»

Enséñame, Señor, tu camino,

para que siga tu verdad;

mantén mi corazón entero

en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;

daré gloria a tu nombre por siempre,

por tu grande piedad para conmigo,

porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,

una banda de insolentes atenta contra mi vida,

sin tenerte en cuenta a ti.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,

lento a la cólera, rico en piedad y leal,

mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo,

salva al hijo de tu esclava;

dame una señal propicia,

que la vean mis adversarios y se avergüencen,

porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

Ant. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.

LECTURA BREVE. 1 Ts 5, 9-10

Dios nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Cántico de Simeón. Lc 2, 29-32

CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Oración

Concede, Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine para la cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.

CONCLUSIÓN

Bendición

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

IV

Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.

O bien otra antífona o canto apropiado de la Santísima Virgen.

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